el papel de la prensa en la construcción de la democracia española de a muerte de franco a la...

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Prensa, transición democrática, España

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    CONfines 4/7 enero-mayo 2008 53

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    Ricardo Zugasti

    El presente artculo ofrece una aproximacin al papel desem-

    peado por la prensa diaria espaola durante los aos centra-

    les de la Transicin a la democracia, esto es, desde la muerte

    del general Franco, en noviembre de 1975, hasta la entrada en

    vigor de la nueva Constitucin democrtica, en diciembre de

    1978, que supuso el cierre de la Transicin desde un punto de

    vista jurdico e institucional.

    A travs de la combinacin de un anlisis de contenido

    cuantitativo con otro de corte cualitativo, se estudia la infor-

    macin poltica sobre los asuntos espaoles publicada en las

    portadas y, por lo tanto, considerada como la ms relevante,

    as como la aparicin de los valores democrticos en los art-

    culos editoriales. Fueron analizadas las ms notorias cabece-

    ras de prensa diaria que constituan una representacin amplia

    de las principales tendencias polticas e ideolgicas.

    Por un lado, se arroja algo de luz sobre cul fue el discurso

    periodstico comn a la prensa y, por otro lado, se destacan

    los perfiles concretos de cada uno de los peridicos. En ltima

    instancia, se ofrecen datos para entender cul fue la impor-

    tancia del periodismo en una de las transiciones que han sido

    tomadas como referente de cambio pacfico.

    I. UNA BREVE INTRODUCCIN HISTRICA

    La Transicin a la democracia, operada en Espaa tras la muer-

    te de Franco, se inscribe habitualmente en la ola democratiza-

    dora de los pases de la Europa del Sur y que afect a Grecia,

    Portugal y Espaa (Huntington, 1991). No existe unanimidad a

    la hora de establecer los lmites cronolgicos de ese proceso

    en el caso espaol (Powell, 2001: 127-144). No obstante, des-

    de un punto de vista ms estrictamente poltico-institucional,

    la transicin se llev a cabo entre noviembre de 1975, mes de

    la muerte de Franco, y diciembre de 1978. En este ltimo mes

    se aprob y entr en vigor la nueva Constitucin democrtica

    que sustitua definitivamente la legalidad anterior, heredada

    an del franquismo en buena parte. A lo largo de estos tres

    aos, se produjo un progresivo desmantelamiento de las insti-

    tuciones de la dictadura. Pieza clave de estos cambios polticos

    fue la Ley para la Reforma Poltica, de diciembre de 1976, que

    disolva las Cortes franquistas y convocaba a elecciones libres

    para escoger un Parlamento que asumi, como principal tarea,

    elaborar una nueva Constitucin (Lucas Verd, 1976). Celebra-

    das las elecciones el 15 de junio de 1977, con participacin de

    prcticamente todos los grupos polticos, la Unin de Centro

    ISSN: 1870-3569

    * Facultad de Comunicacin. Universidad San Jorge. Espaa. [email protected]

    El papel de la prensa en la construccin de la democracia espaola: de la muerte de Franco a la Constitucin de 1978Ricardo Zugasti*

    El artculo ofrece una aproximacin al papel desempeado por la prensa espaola durante el periodo clave de la transicin a la democracia. A tra-

    vs del anlisis de contenido de la informacin poltica, publicada en las portadas, y de la aparicin de los valores democrticos, en los artculos

    editoriales, se ofrecen datos para entender cul fue la importancia del periodismo en una de las transiciones que han sido tomadas como ejemplo

    de cambio pacfico.

    Palabras clave: prensa, Espaa, historia del periodismo, democracia, transicin poltica.

    The role of the press in the construction of the Spanish democracy: From Francos death to the 1978 Constitution

    Through content analyses focused on the political news on front pages and on the introduction of the democratic values in newspaper editorials, this

    article outlines the political role of the Spanish press during the principal stage of the transition to democracy, an exceptional journalistic period.

    This piece of research could be likewise considered as a contribution, through a particular case, to the role of the press in political transitions.

    Key Words: press, Spain, journalism history, democracy, political transition.

    Fecha de recepcin: 27/04/07 Fecha de aceptacin: 09/01/08

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    Democrtico (UCD)1, una coalicin formada desde el Ejecutivo,

    consigui una mayora suficiente para formar Gobierno.

    El modelo espaol de transicin a la democracia presen-

    ta una serie de peculiaridades con respecto a otros procesos

    similares. Cabe destacar especialmente su carcter pactado y

    la ausencia de peticin de responsabilidades polticas y crimi-

    nales a las autoridades de la dictadura (Colomer, 1998: 10-

    18). La explicacin histrica de esto se basa en que apenas

    hubo actos de ruptura con la legalidad franquista heredada: a la

    muerte de Franco funcionaron los mecanismos institucionales

    previstos para la sucesin y siguieron vigentes las as llamadas

    Leyes Fundamentales, que operaban a modo de Constitucin

    de la dictadura. Tanto el Rey Juan Carlos como su segundo

    Gobierno, presidido por Adolfo Surez desde julio de 1976,

    eran instituciones cuya legitimidad de ejercicio provena de

    la dictadura y sus leyes. Pero fueron ambas quienes llevaron

    las riendas de la reforma poltica, que fue recibida, al princi-

    pio, con ciertas prevenciones por los partidos de la oposicin

    democrtica debido a su falta de participacin en el proce-

    so. Estos partidos preconizaron la ruptura frente a la reforma

    como mtodo que deba seguirse. Al final del proceso lo que

    se produjo fue una reforma con resultado ltimo de ruptura

    (Barrera, 2002: 97-132).

    Despus de aprobarse en referndum la Ley para la Refor-

    ma Poltica, a finales de 1976, vinieron dos aos en los que las

    negociaciones entre Gobierno y oposicin fueron frecuentes.

    La bsqueda del consenso se produjo, primero, en torno a las

    condiciones que haba que crear para una convocatoria electo-

    ral abierta. Ms tarde, celebradas ya las elecciones, las nego-

    ciaciones se trasladaron a otras cuestiones como la amnista,

    medidas urgentes de poltica econmico-social y, sobre todo,

    a la redaccin y discusin del texto constitucional. En todo

    ese tiempo funcion un pacto no escrito entre casi todas las

    fuerzas polticas, el cual puede resumirse en la siguiente fr-

    mula: La amnista para los antifranquistas y la amnesia para

    los franquistas (Colomer, 1998: 177).

    El objetivo final era el mismo para ambos, esto es, la au-

    sencia de inculpaciones criminales por las conductas polticas

    pasadas para poder empezar desde cero. Dicho de otra forma,

    se trataba de hacer borrn y cuenta nueva, mediante una

    consciente poltica de olvido del pasado como forma de con-

    seguir la reconciliacin nacional. En el nimo de los principales

    actores polticos de la transicin pesaba mucho el recuerdo de

    las dos Espaas enfrentadas en la guerra civil (1936-1939).

    Intentando evitar a toda costa la repeticin de dicha situacin,

    se pusieron unos cimientos polticos bastante distintos a los

    de la Segunda Repblica (1931-1936). Se trataba, en definiti-

    va, de no volver a las condiciones que provocaron la contienda

    (Aguilar Fernndez, 1996: 226-261).

    Este mismo sentimiento fue compartido en lo bsico por la

    sociedad civil; de ah que las movilizaciones pblicas de aque-

    llos aos de la Transicin, si bien en ocasiones derivaron en

    enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y en problemas

    de orden pblico, tendieron con el tiempo a no convertirse en

    factores de desestabilizacin. Del mismo modo, la mayor parte

    de la prensa actu con un alto grado de sentido de responsa-

    bilidad, sabiendo sacrificar, cuando hizo falta, las propias po-

    siciones en aras de la consecucin de la meta deseada por po-

    lticos y ciudadanos: un sistema poltico nuevo y democrtico

    donde hubiera lugar para todos (Zugasti, 2007). Cuando esto

    se hizo realidad con la Constitucin de 1978, los peridicos

    recobraron su papel habitual en un sistema democrtico.

    II. LA PRENSA Y LOS DEMS MEDIOS DE COMUNICACIN EN LA ESPAA DE LA TRANSICIN

    La libertad de la que gozaba la prensa escrita en la Espaa de

    1975, aun con limitaciones evidentes, haba ganado terreno

    con respecto a la situacin existente diez aos antes. La nueva

    Ley de Prensa e Imprenta de 1966, junto con el empuje de

    algunos peridicos y revistas por ir ampliando los mrgenes

    informativos y editoriales que el Gobierno permita de forma

    discrecional, haban significado un paso importante hacia el

    cumplimiento de la labor de la prensa: informar al ciudadano

    de lo que ocurre y proporcionarle orientaciones interpretativas

    de los hechos. La muerte de Franco y la proclamacin de Juan

    Carlos I como Rey supusieron, adems, que los peridicos se

    mostraran ms atrevidos y se comportaran como si hubiera una

    autntica libertad de prensa (Alfrez, 1986; Barrera, 1995).

    Al igual que aument la libertad de los peridicos para in-

    formar y opinar, creci el nmero de ttulos nuevos que sa-

    lan al mercado, precisamente, al calor de esos nuevos aires

    de cambio poltico que se perciban en el ambiente. Desde el

    punto de vista jurdico, la primera medida importante de li-

    beralizacin de la prensa no lleg sino hasta el 1 de abril de

    1977 cuando un decreto derog los artculos ms punitivos de

    la Ley de Prensa, como los relativos al secuestro administrativo

    y a la facultad de suspender peridicos. Se vivan, entonces,

    1 UCD era una coalicin de quince pequeos partidos, creada solo dos meses antes de las elecciones. Su victoria tuvo mucho que ver con el enorme carisma poltico de quien era su lder y tambin presidente del Gobierno, Adolfo Surez (Alonso-Castrillo, 1996).

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    Ricardo Zugasti

    los meses inmediatamente anteriores a las primeras elecciones

    democrticas. En octubre de ese mismo ao, otro decreto del

    Gobierno estableci la libertad de organizacin de servicios

    informativos en la radio.

    El ms alto reconocimiento legal de la libertad de informa-

    cin tuvo que esperar a la Constitucin de 1978, cuyo artculo

    20 expresa solemnemente que todo espaol tiene el derecho

    a comunicar o recibir libremente informacin veraz por cual-

    quier medio de difusin (Constitucin Espaola, 1978).

    El contexto de la crisis econmica internacional, que afect

    de lleno a la Espaa de la Transicin, fue un factor que reper-

    cuti negativamente en el esperado boom de publicaciones

    peridicas. El panorama general fue ms bien inestable: bas-

    tantes de las nuevas iniciativas tuvieron escasa vida y algunos

    peridicos tradicionales sufrieron serias dificultades para man-

    tenerse, debido a la necesidad de renovacin tecnolgica, a los

    altos costes de produccin y de personal, a la falta de adecua-

    cin ideolgica a los nuevos tiempos y al empuje de algunos

    nuevos peridicos que se constituyeron en seria competencia

    de los tradicionales lderes de opinin (Barrera, 1997: 7-46).

    Algunos datos revelan el cambiante panorama de la prensa

    diaria en la Espaa de aquellos aos. As, entre 1975 y 1984,

    dejaron de editarse 60 diarios, 25 de los cuales pertenecan a

    la cadena de prensa estatal heredada del franquismo. Y a la al-

    tura de 1984, la mitad de los aproximadamente 115 peridicos

    que se publicaban no exista en 1975, lo que da una idea de

    la renovacin producida (Iglesias, 1989: 436-444). En el prin-

    cipal mercado periodstico, Madrid, aparecieron, en 1976, dos

    nuevos diarios llamados a tener un importante protagonismo:

    El Pas y Diario 16, ambos de tendencia centroizquierdista. En

    dos regiones con un fuerte sentimiento nacionalista, Catalua y

    el Pas Vasco, nacieron diarios de tendencia nacionalista: Avui,

    en 1976 (escrito ntegramente en cataln), y Deia y Egin, en

    1977. En 1978 naci, en Barcelona, El Peridico de Catalunya,

    como alternativa al veterano La Vanguardia y situado ms a la

    izquierda que sta. Entretanto, los diarios tradicionales como

    ABC y Ya en Madrid; La Vanguardia, El Correo Cataln y El Noti-

    ciero Universal, en Barcelona- vivan tiempos de crisis. Algunos

    consiguieron salir de ella, pero otros acabaron cerrando.

    Este mayor pluralismo periodstico permiti que, todava

    ms que en el perodo 1966-1975, la prensa actuara como un

    autntico parlamento de papel. En efecto, el debate poltico

    que se estableci a travs de sus pginas fue vivo y, adems,

    incluy a personas pertenecientes a grupos polticos de iz-

    quierda y nacionalistas que, hasta entonces, no haban tenido

    voz pblica.

    La radio fue el medio de comunicacin que tuvo un mayor

    crecimiento de audiencia: pas de 7 millones, en 1975, a 17

    millones, en 1982. La libertad informativa que se le concedi,

    en 1977, contribuy grandemente a su desarrollo, pero el es-

    fuerzo de apertura a los nuevos tiempos fue bastante similar

    en las dos grandes cadenas: Radio Nacional de Espaa (de pro-

    piedad pblica) y la privada cadena SER. Por su parte, la tele-

    visin, que era el medio de comunicacin ms seguido por los

    espaoles, tambin realiz una renovacin de sus modos de

    informar, aunque sin perder su dependencia gubernamental,

    lo que la convirti en un poderoso instrumento al servicio de

    la reforma democrtica emprendida desde el Gobierno Surez

    (Palacio, 2001: 91-121; Muns, 2001: 137-188).

    Atendiendo a la prensa madrilea, durante la Transicin,

    podemos distinguir, desde un punto de vista poltico-ideolgi-

    co, tres grupos de peridicos: dos afines a los planteamientos

    de los grupos franquistas de ultraderecha (El Alczar y, desde

    diciembre de 1977, El Imparcial); cuatro clasificables dentro

    del amplio y heterogneo abanico de centroderecha (ABC, Ya,

    Arriba y Pueblo); y tres de tendencia centrista o centroizquier-

    dista (Informaciones ms los recin creados, en 1976, El Pas y

    Diario 16). Hay que hacer notar que, de los cinco englobados

    en el mbito de centroderecha, dos pertenecan a la cadena

    de prensa de propiedad estatal y estaban controlados por el

    Gobierno: Arriba y Pueblo. Los otros dos cubran posiciones

    distintas: ABC representaba a la derecha reticente a cambios

    profundos y Ya, a la posicin ms abierta (Barrera, 1995).

    Los peridicos que crecieron fueron, precisamente, los de

    ultraderecha y los de centroizquierda. Los primeros supieron

    recoger el sentimiento de los nostlgicos del franquismo ante

    una situacin poltica, econmica y social inestable y difcil

    como fueron los aos de la Transicin. El Pas y Diario 16, por

    su parte, labraron su xito dando voz a los nuevos sectores

    polticos, culturales y sociales que se incorporaron a la vida

    pblica espaola. Parecida tendencia experiment la prensa

    barcelonesa y vasca. Mundo Diario y, a partir de 1979, El Pe-

    ridico de Catalunya son los dos nicos diarios que crecen,

    siendo ambos de tendencia centroizquierdista y catalanista. La

    prensa nacionalista vasca, por su parte, tambin experiment

    un auge frente a la ms conservadora como El Correo Espaol

    y La Gaceta del Norte.

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    III. ASPECTOS METODOLGICOS DE LA INVESTIGACIN

    La metodologa empleada fue el anlisis de contenido, tanto

    cuantitativo como cualitativo, de la prensa diaria. Nos inte-

    resaba descubrir el perfil conjunto del discurso periodsti-

    co dominante en la poca y, a la vez, destacar los perfiles

    especficos de cada uno de los peridicos. En este trabajo

    pretendemos mostrar algunos de los resultados obtenidos en

    dichos anlisis.

    En este sentido, los resultados obtenidos nos servirn para

    aportar algunas conclusiones a cuestiones como la relacin

    entre la prensa y los dems actores polticos, y el proceso de

    introduccin de los valores propios de una cultura poltica

    democrtica por parte de la prensa. En definitiva, esbozar en

    qu consisti la contribucin de la prensa al xito del proceso

    poltico de la Transicin, al menos desde la aproximacin a

    sus contenidos.

    Hemos elegido el concepto de construccin democrtica

    porque es el que mejor refleja el carcter dinmico y progre-

    sivo del proceso. En el caso concreto de la prensa como actor

    poltico (Borrat, 1989), sta goz de un estatus privilegiado de

    semilibertad desde 1966. Adems, la mayora de los diarios

    apoyaron las lneas esenciales de la reforma poltica y la es-

    trategia de consenso pactada entre los principales partidos. Al

    igual que muchos de los polticos de la poca, hubo bastantes

    peridicos que haban apoyado al franquismo y que, llevados

    por un espritu de realismo, optaron por el nuevo camino de-

    mocrtico en vez de entorpecer el proceso. Slo hubo algunas

    excepciones procedentes de la extrema derecha y del naciona-

    lismo vasco, fundamentalmente.

    Los anlisis han sido realizados tomando como muestra

    la prensa diaria. No han sido tenidos en cuenta, por lo tanto,

    ni las revistas de informacin ni la radio ni la televisin. En

    el caso de estos dos ltimos medios, que tenan mayor au-

    diencia que la prensa, la principal dificultad radica en que no

    se conservan los programas de noticias de aquellos aos. Las

    revistas de informacin tuvieron un papel destacado, pero su

    estudio requiere otra metodologa algo distinta que la utilizada

    para los diarios y los resultados que se obtuvieran no podran

    mezclarse. En favor de la prensa diaria cabe argumentar que se

    trata del medio que ms influa, en su quehacer cotidiano, so-

    bre las lites polticas. Eso explica, por ejemplo, que la revista

    poltica de mayor difusin de la poca, Cambio 16, intentara

    fundar lo antes posible un peridico diario: as naci Diario 16,

    en octubre de 1976.

    El uso combinado de mtodos cuantitativos y cualitativos

    se debe al convencimiento, fruto de la experiencia investiga-

    dora, acerca de la insuficiencia de los primeros para captar to-

    das las realidades que pretendamos descubrir. Hemos optado

    por unos o por otros, o por una mezcla de ambos, de acuerdo

    con los objetivos especficos que perseguamos. Bsicamente,

    hemos realizado dos estudios:

    1) Anlisis de las noticias publicadas en la primera pgina

    de los diarios durante los dos aos en que principalmente

    se oper el cambio poltico, es decir, 1976 y 1977.

    2) Anlisis de cmo se efectu la introduccin de los nue-

    vos valores democrticos a travs de los editoriales de los

    diarios, entre 1975 y 1978.

    El primer estudio nos ofrece datos sobre la seleccin y

    jerarquizacin de las noticias que llegaban a los lectores; el

    segundo, acerca de los comentarios editoriales dirigidos ms

    especficamente a la clase poltica. Hemos procurado dar si-

    milar importancia a los aspectos informativo y editorial de los

    peridicos porque, de diverso modo, ambos reflejan y ayudan

    a delimitar la posicin del medio. El anlisis de las noticias

    permite, por ejemplo, discernir qu peridicos dan mayor co-

    bertura a la actividad oficial o a la de los grupos de la oposicin,

    mientras que el estudio de los editoriales ayuda a descubrir

    los argumentos discursivos utilizados y la visin de la propia

    historia reciente de Espaa. Los resultados obtenidos de estos

    anlisis pueden, as, complementarse entre ellos y dar respues-

    ta a la pregunta de si la prensa mostr tambin el alto grado de

    responsabilidad que habitualmente se adjudica a los polticos

    en este tramo de la historia contempornea de Espaa.

    IV. NOTICIAS POLTICAS DE PORTADA EN LOS AOS 1976 Y 1977

    La informacin es la materia prima de los peridicos. Sobre ella

    se construyen despus los comentarios de los columnistas y

    los editoriales de los peridicos. La primera pgina constituye,

    adems, una muestra diaria de la poltica de seleccin y de

    jerarquizacin de las noticias llevada a cabo por cada peri-

    dico. Es la pgina que ms se cuida por su mayor impacto

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    sobre los lectores que, en un solo vistazo, pueden hacerse una

    idea de los acontecimientos ms relevantes sucedidos el da

    anterior. Sobre esta pgina acta, quizs ms que en ninguna

    otra, el enfoque propio de cada peridico, de acuerdo con sus

    principios editoriales y su adecuacin concreta a la realidad

    de la que informa. Por estas razones nos propusimos realizar

    un estudio de las noticias aparecidas en las portadas de los

    ocho diarios de circulacin nacional y que abarcan los aos

    1976 y 1977, esto es, el perodo en el que se produjeron los

    principales cambios polticos e institucionales2.

    Para realizar estos estudios tomamos como muestra la pri-

    mera semana de cada mes y obtuvimos, as, un total de 8.723

    noticias. Establecimos una serie de variables bsicas que nos

    permitieran descubrir la importancia concedida a las noticias

    polticas nacionales. Dentro de ellas pretendamos apreciar

    tambin la mayor o menor cobertura de la actividad poltica

    oficial (Gobierno, Cortes, etc.); de los partidos o grupos de

    oposicin; y de los conflictos sociales, laborales, de orden

    pblico y terroristas. Bajo el rtulo noticias polticas englo-

    bamos, pues, estos tres tipos de noticias, que fueron objeto,

    como veremos, de un anlisis ms detallado. El resto de la

    informacin no referida a estas realidades (economa, inter-

    nacional, deportes, local, sociedad, cultura, sucesos, etc.) fue

    simplemente consignada como tal.

    Las variables utilizadas para el estudio de las noticias

    polticas nacionales se fijaban en los contenidos: institucin,

    persona o grupo poltico protagonista de la noticia; y cata-

    logacin del tipo de actividad poltica desarrollada o del tipo

    de conflicto objetos de la noticia. Ello nos ofreci el ndice de

    presencia de algunos actores polticos y cuantificar en qu

    contexto noticioso general, es decir, en qu tipo de actividad,

    se produjo su aparicin.

    La tabla 1 nos permite ver el porcentaje de noticias relati-

    vas a la vida poltica espaola respecto del total de las noticias

    aparecidas en portada.

    Las noticias polticas sobre Espaa dominaron en las por-

    tadas de los diarios nacionales y, en 1977, incluso subi el

    porcentaje en casi tres puntos con respecto a 1976. Adems,

    se aprecia claramente un notable incremento de las noticias,

    referidas a la oposicin y a los conflictos, que pas del 21% al

    28.2%, en menoscabo de las oficiales, que bajaron 4.3 puntos.

    La diferencia entre ambos bloques, que en 1976 era de 11.9

    puntos, se redujo a apenas 1.6, en 1977. El predominio de las

    noticias protagonizadas por las instituciones oficiales fue, por

    tanto, disminuyendo hasta casi igualarse con aquellas otras

    que reflejaban ms la nueva Espaa que se estaba abriendo

    camino, es decir, la de los grupos polticos y sindicales de

    oposicin que, a su vez, protagonizaban bastantes de los con-

    flictos y desrdenes pblicos. Otros dos factores influyeron

    en este crecimiento de la noticiabilidad de la otra Espaa:

    el reconocimiento legal de los partidos y centrales sindicales

    que se oper en 1977 y el hecho de que, tras las primeras

    elecciones, la iniciativa poltica ya no fue tan monopolizada por

    el Gobierno como lo haba sido hasta entonces.

    Si analizamos la informacin poltica oficial, vemos que

    ms de la mitad de las noticias tuvieron como protagonistas

    al Gobierno y a la Administracin Pblica seguidos, a bastante

    distancia, por el Rey y la familia real, por las Cortes y por el

    Ejrcito.

    2 Las peculiaridades formales de dos de los ocho peridicos estudiados (ABC y Ya), que tenan una portada con papel especial y, a veces, monotemtica, hi-cieron que en estos dos casos registrramos tambin las noticias aparecidas en la primera pgina informativa propiamente dicha, similar a la del resto de los diarios. De este modo salvaguardbamos el equilibrio y la proporcionalidad de la muestra y de los datos obtenidos.

    3 Entendemos por actividades polticas oficiales las producidas en un contexto poltico institucional tales como reuniones de las Cortes, notas oficiales de ministros, reuniones del Gobierno, viajes oficiales del Rey, etc.

    Tabla 1

    Noticias polticas referidas a Espaa (%)

    Noticias polticas 1976 1977

    Actividades polticas oficiales3 32.9 28.6Actividades polticas no oficiales, sociales y laborales 8.9 12.4

    Conflictos (terrorismo, desrdenes, manifestaciones, huelgas) 12.1 15.8

    Subtotal de noticias polticas 53.9 56.8

    Otras noticias 46.1 43.2

    Total 100.0 100.0

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    Tabla 2 Noticias sobre poltica oficial (%)

    Noticias sobre poltica oficial 1976 1977

    Gobierno, Administracin Pblica 54.2 62.4

    Rey y familia real 19.9 17.5

    Cortes 14.2 11.4

    Fuerzas Armadas 6.6 4.2

    Otros 5.1 4.5

    Total 100.0 100.0

    La evolucin refleja un claro crecimiento de la aparicin

    del Gobierno, en detrimento del resto de instituciones. Resulta

    lgico si tenemos en cuenta que fue el Gobierno de Surez

    el que tom ms directamente las riendas de la reforma, pa-

    sando progresivamente el Rey a un segundo plano. Adems,

    las nuevas Cortes democrticas no comenzaron a operar hasta

    despus de las elecciones de junio de 1977.

    Centrndonos en las noticias relativas a la oposicin y des-

    granndolas segn el grupo o grupos polticos protagonistas,

    los dos datos ms relevantes son la alta presencia de varios

    grupos juntos, como protagonistas, y el ascenso meterico

    del Partido Comunista de Espaa (PCE), que se convierte en el

    grupo de oposicin que ms aparece en las noticias de portada

    de 1977. Ambos hechos tienen su explicacin histrica: la

    necesidad de una accin conjunta para plantar cara a los dos

    primeros Gobiernos de la monarqua, incluyendo la formacin

    de alianzas electorales ms slidas, en el primer caso; y la muy

    debatida cuestin de la legalizacin del PCE, que se convirti

    en tema de frecuente debate, en el segundo caso4. Los resul-

    tados obtenidos pueden verse en la tabla 3.

    Pese a la escalada del PCE, los grupos que copan los cinco

    primeros puestos no varan. Son dignos de atencin los des-

    censos de los grupos de ultraderecha y de los socialistas del

    Partido Socialista Obrero Espaol (PSOE) y del Partido Socialista

    Popular (PSP)5. La extrema derecha haba sido vista como una opcin minoritaria por buena parte de la opinin despus de

    sus fracasos en el referndum de la Ley para la Reforma Polti-

    ca y en las elecciones de 1977, lo que le hizo perder influencia

    y, por lo tanto, visibilidad periodstica. Los socialistas, por su

    parte, resultaron perjudicados, en cuanto a ndice de noticia-

    bilidad, por la mayor significacin poltica de los comunistas,

    en 1977. No olvidemos que, durante ese ao, se produjo un

    intenssimo debate sobre su legalizacin. Tambin cabe sealar

    que los grupos nacionalistas catalanes y vascos duplicaron su

    presencia informativa en 1977, cuando los resultados electo-

    rales favorecieron su protagonismo y obligaron al Gobierno a

    negociar la concesin de autonomas provisionales para ambas

    comunidades. Obviamente, no podemos extraer de estos datos

    consecuencias sobre la valoracin que la prensa hizo de los

    mencionados grupos o sobre el propio proceso democratizador.

    Tan slo podemos mostrar que hubo grupos con una mayor

    presencia informativa, lo que indica, a priori, una mayor aten-

    cin y que, al menos, no fueron considerados tab por la prensa.

    Tabla 3Noticias sobre grupos de oposicin (%)

    1976 1977 Dif.Varios juntos 23.6 PCE 27.1 +20.0Ultraderecha 17.6 Varios juntos 18.0 -5.6

    PSOE/PSP 17.4 AP y centroderecha 15.6 -0.7

    AP y centroderecha 16.3 PSOE/PSP 10.3 -7.1

    PCE 7.1 Ultraderecha 7.5 -10.1Sindicatos 5.4 Sindicatos 6.5 +1.1

    Nacionalistas catalanesnalistas catalanes 3.4 Nacionalistas catalanescionalistas catalanes 6.3 +2.9

    Nacionalistas vascoscionalistas vascos 1.7 Nacionalistas vascos 4.0 +2.3

    Otros 7.5 Otros 4.7 -2.8

    Total 100.0 Total 100.0

    Los conflictos de orden laboral y poltico y las noticias

    relacionadas con acciones terroristas tuvieron tambin impor-

    tante presencia, si bien fueron variando segn la evolucin de

    los acontecimientos polticos y sociales de los primeros aos

    de la Transicin. Como se puede apreciar en la tabla 4, llama

    la atencin el descenso de los conflictos y desrdenes pro-

    ducidos en el mbito laboral, que bajan 17.6 puntos. Ganan

    terreno, sin embargo, el terrorismo y los desrdenes varios.

    Ciertamente, en 1977, comenzara un importante incremento

    de acciones terroristas, sobre todo por parte del grupo te-

    rrorista vasco ETA, que alcanzar su cenit, en 1980, con 128

    asesinatos (Equipo D, 1984: 939-941)6. Al mismo tiempo, los

    movimientos huelgusticos de 1976 declinaron, en 1977, como

    consecuencia del propio proceso democratizador impulsado

    desde el Gobierno Surez.

    4 El PCE haba sido el partido ms activo en la oposicin a la dictadura de Franco. Adems, la intensa y continuada propaganda anticomunista del rgimen anterior, basada en que la guerra civil haba supuesto la victoria contra el comunismo, hizo que el temor de la poblacin hacia los comunistas aumentara. Esto explica el recelo con que se vea su posible legalizacin, en 1977, por parte de ciertos sectores polticos y ciudadanos (Powell, 2001: 175-180).

    5 El PSOE era un partido histrico, fundado en 1879. Pese a su papel ms tmido que el del Partido Comunista en la lucha antifranquista, se convirti, con su lder Felipe Gonzlez, en el partido hegemnico de la izquierda espaola, a partir de las elecciones de 1977. El PSP fue un partido socialista creado en torno a la figura del prominente poltico Enrique Tierno Galvn (Barrera, 2002: 117-118).

    6 En 1976 el nmero de asesinados en acciones terroristas fue de 21, que ascendieron a 29 en 1977, a 89 en 1978; a 124, en 1979 y a 128, en 1980. Casi las dos terceras partes de dichos crmenes fueron perpetrados por ETA.

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    Ricardo Zugasti

    Tabla 4 Noticias sobre conflictos (%)

    1976 1977 Dif.

    Conflictos laborales 35.2 Terrorismo 44.4 +9.9

    Terrorismo 34.5 Conflictos laborales 27.1 -8.1

    Desrdenes sindicales 15.2 Desrdenes varios 16.8 +7.6

    Desrdenes varios 9.2 Desrdenes pro-amnista 6.0 +0.1

    Desrdenes pro-amnistia 5.9 Desrdenes sindicales 5.7 -9.5

    Total 100.0 Total 100.0

    Hasta ahora hemos resumido los datos referidos a los ocho

    diarios tomados en su conjunto. A la hora de describir los dis-

    tintos perfiles de los peridicos objeto de estudio, presenta un

    especial inters descubrir cules fueron los que hicieron un

    mayor hincapi en los distintos tipos de noticias polticas. Para

    ello hemos calculado el porcentaje de noticias oficiales, de la

    oposicin y de conflictos que cada peridico recogi en por-

    tada sobre el total de noticias polticas de cada uno de ellos.

    Evidentemente, no se trata aqu de ver si las valoraciones de los

    peridicos eran positivas o negativas, sino de aproximarnos a

    la importancia otorgada a unos tipos determinados de noticias

    polticas y, en definitiva, al silenciamiento o no de aspectos de

    la realidad poltica. Por ejemplo, hablar de conflictos polticos,

    fuese cual fuese la opinin de cada cabecera acerca de cada

    uno de ellos en concreto, resultaba de por s una novedad des-

    tacada que contrastaba con el enfoque periodstico obligado

    durante la dictadura de Franco.

    Tabla 5Tipo de noticias polticas por peridicos (%)

    Oficiales Oposicin Conflictos1976 1977 1976 1977 1976 1977

    El Alczar 60.8 43.2 26.0 32.0 13.1 24.8

    ABC 69.2 58.7 9.7 17.9 21.0 23.4

    Ya 56.1 49.8 12.9 15.1 30.9 35.0

    Arriba 66.1 60.7 13.1 17.3 20.8 21.9

    Pueblo 71.4 55.1 7.2 17.6 21.3 27.3

    Informaciones 54.1 45.1 20.4 20.1 25.5 34.8

    El Pas 51.6 43.6 22.8 27.1 25.6 29.4

    Diario 16 37.1 45.1 45.4 29.5 17.5 27.3

    Varios puntos pueden destacarse de esta visin compara-

    tiva y evolutiva. Por lo general, hay unos peridicos que ten-

    dieron a mostrar una mayor presencia de las actividades de los

    grupos de oposicin y, de forma paralela, un menor porcentaje

    de noticias sobre la actividad oficial. Se trata de los peridicos

    situados ms a la izquierda (Informaciones, El Pas y Diario

    16) y del rgano de la ultraderecha, El Alczar. De hecho, en

    1977, es mayor el porcentaje de noticias de la oposicin y de

    conflictos, aparecido en estos peridicos, que la informacin

    oficial. Dada su orientacin poltica, se explica que los tres

    primeros quisieran recoger este tipo de noticias ms que otros

    peridicos vinculados al poder (los estatales Arriba y Pueblo, o

    el democristiano Ya7) o de perfil conservador (como ABC). En

    el caso concreto de El Alczar debe hacerse una precisin: gran

    parte de las noticias de oposicin hacan referencia o bien a

    grupos de ultraderecha con los que se senta vinculado o bien

    al Partido Comunista, casi siempre de forma negativa, a fin de

    deteriorar su imagen pblica.

    Especialmente significativa, por su carcter simblico, fue la

    atencin prestada al PCE; relativamente alta y homognea, por-

    centualmente, en todos los peridicos estudiados. Hubo, pues,

    una conciencia clara de que el debate de su legalizacin cons-

    titua una piedra de toque para la validacin del naciente siste-

    ma democrtico. Otra piedra de toque eran los nacionalismos

    cataln y vasco. En 1977, fueron El Pas y Diario 16 quienes se

    destacaron a la hora de darles presencia informativa. El 59% del

    total de las noticias de grupos nacionalistas aparecieron en las

    portadas de estos dos nuevos peridicos de centroizquierda.

    Si analizamos, peridico a peridico, los tres grupos de

    oposicin que ms atencin informativa merecieron en 1976

    y 1977, se observa que, en 1976, la categora varios juntos

    lidera la clasificacin en todos excepto en El Alczar y ABC,

    donde son sobrepasados por la ultraderecha y por el centrode-

    recha respectivamente. Y, en 1977, el PCE aparece primero en

    todos excepto, otra vez, en El Alczar, donde es sobrepasado

    por la ultraderecha, y en Informaciones, donde es mayora la

    categora varios juntos. En ABC, el PCE y el centroderecha

    empatan en el primer puesto. Se cumpla, as, que los diarios

    situados ms a la derecha tendieron a mostrar una mayor con-

    sideracin hacia los grupos polticos afines.

    V. LA INTRODUCCIN DE LOS VALORES DEMOCRTICOS

    Otro acercamiento a la interrelacin entre peridicos y actores

    polticos puede hacerse, como hemos apuntado, a travs del es-

    tudio de cules fueron los conceptos y argumentos bsicos utili-

    7 La vinculacin de este diario con el poder deriva de que muchos de los miembros del primer Gobierno Surez compartan perfil democristiano con el rotativo, en donde haban publicado numerosos artculos difundiendo sus propuestas polticas (Powell, 1990: 249-268).

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    zados por unos y por otros en el proceso de cambio. Este fue el

    propsito del segundo estudio con el que pretendamos analizar

    la mayor o menor aparicin de algunos conceptos en los edito-

    riales de los peridicos, el modo de referirse al pasado histrico

    inmediato y la repeticin de ciertos argumentos discursivos.

    En este trabajo, tomamos como muestra los editoriales

    de doce peridicos (seis de Madrid, tres de Barcelona y tres

    del Pas Vasco), referidos a un total de 21 acontecimientos

    habitualmente reconocidos como hitos fundamentales de

    la Transicin. En total, fueron analizados 441 editoriales. A

    efectos metodolgicos, dividimos estos acontecimientos en

    tres grupos temticos: los referidos a las libertades pblicas,

    a la amnista y a las autonomas regionales. No cabe olvidar

    que uno de los gritos ms repetidos en las manifestaciones

    pblicas de los primeros tiempos de la Transicin era precisa-

    mente: Libertad, amnista, estatuto de autonoma!. En esta

    sntesis se recogan las principales aspiraciones de los sectores

    de poblacin que abogaban por un cambio poltico e insti-

    tucional profundo. Los acontecimientos concretos que fueron

    analizados pueden verse en la tabla 6. Dado que la amnista y

    las autonomas afectaban de modo especial a algunas regiones

    que se significaron especialmente en sus reivindicaciones de

    autogobierno, como Catalua y el Pas Vasco, quisimos que la

    muestra recogiera tantos peridicos de mbito nacional como

    publicados en aquellas dos comunidades8.

    Por valores democrticos entendemos aquellos concep-

    tos o realidades centrales que se asocian habitualmente a la

    democracia como sistema poltico, ms aquellos propios de

    un perodo de trnsito desde un rgimen dictatorial a una de-

    mocracia parlamentaria. Dicho de otra forma: los que forman

    parte de lo que se suele llamar cultura poltica democrtica,

    con las adiciones particulares de una etapa de transicin (Mai-

    ner y Juli, 2000: 31-51).

    Junto a los tres temas bsicos ya mencionados (libertad,

    amnista, autonoma), fijamos nuestra atencin en otros tres

    a modo de representaciones, soportes o consecuencias de los

    anteriores: la concordia y la reconciliacin (como forma de

    olvidar el pasado y construir el futuro en consenso y convi-

    vencia, mediante la negociacin y el pacto); el mantenimiento

    de la autoridad y del orden social (como necesidad para que

    el proceso no se fuera de las manos en momentos difciles o

    por embates de los extremos reaccionarios o revolucionarios);

    las elecciones y referendos (como efectiva realizacin de la

    participacin ciudadana en el quehacer poltico y como forma

    de devolucin de la soberana al pueblo).

    Al mismo tiempo, y dado que el proceso de la Transicin se

    efectu en un momento histrico determinado, incluimos tam-

    bin en nuestro anlisis las referencias al pasado inmediato y

    al ms remoto, es decir, Franco y/o el franquismo y la guerra

    8 El criterio de seleccin de peridicos se bas en la representacin ideolgico-poltica de las diversas tendencias. De los ocho diarios de Madrid eliminamos dos: el estatal Arriba, ya que Pueblo tena la misma naturaleza, pero ms difusin; e Informaciones, cuya tendencia liberal de centroizquierda estaba tambin representada por los ms nuevos y pujantes, El Pas y Diario 16. En Catalua y el Pas Vasco optamos por escoger dos peridicos nacionalistas (Avui y Deia respectivamente), dos conservadores moderados (La Vanguardia y El Correo Espaol) y un tercero que fuera de los ms vendidos en ambos mercados (El Correo Cataln y La Gaceta del Norte).

    Tabla 6

    Eventos histricos analizados

    LIBERTAD AMNISTA AUTONOMA

    Discurso del Rey ante las Cortes (22-XI-1975)

    Discurso del Rey ante el Congreso de los Estados Unidos (2-VI-1976)

    Discurso del Rey ante las primeras Cortes democrticas (22-VII-1977)

    Discurso de Surez en las Cortes: defensa del dere-cho de asociacin poltica (9-VI-1976)

    Programa de gobierno del ejecutivo presidido por Surez (16-VII-1976)

    Aprobacin en las Cortes de la Ley para la Reforma Poltica (18-XI-1976)

    Aprobacin en referndum de la Ley para la Re-forma Poltica (15-XII-1976)

    Semana sangrienta (23 al 30-I-1977)

    Elecciones generales (15-VI-1977)

    Aprobacin en referndum de la Constitucin (6-XII-1978)

    Primer indulto del Rey (25-XI-1975)

    Amnista inicial del gobierno Surez

    (30-VII-1976)

    Segunda amnista del gobierno Surez (14-III-1976)

    Amnista general de las Cortes

    (14-X-1977)

    Entrevistas de Tarradellas con Surez y el Rey (27-VI-1977)

    Asambleas de parlamentarios en Euskadi y Catalua (26-VI-1977)

    Diada multitudinaria en Barcelona

    (11-IX-1977)

    Restablecimiento de la Generalitat

    (29-IX-1977)

    Regreso de Tarradellas a Barcelona

    (23-X-1977)

    Vuelta del exilio de Manuel Irujo

    (25-III-1977)

    Constitucin del Consejo General Vasco (31-XII-1977)

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    Ricardo Zugasti

    civil. Aunque no puede considerarse valor democrtico ni est

    al mismo nivel clasificatorio que los conceptos anteriores, la

    memoria histrica de ambos perodos, como se ha demostrado

    en algunos estudios, actu como un elemento condicionan-

    te del proceso democrtico (Aguilar, 1996; Reig, 1999). Por

    ello, consideramos interesante tomarla en cuenta en nuestro

    anlisis, pues fueron dos temas que planearon sobre todo el

    perodo de transicin.

    Nos interes conocer, en primer lugar, las menciones a los

    conceptos clave de democracia, libertad, amnista y autono-

    ma9. Son las que se muestran en la tabla 7.

    Tabla 7

    Menciones explcitas a la democracia, las libertades, la amnista y la autonoma (%)

    Valores democrticos Menciones %Democracia 69.8

    Libertades pblicas 46.0

    Autonoma 32.9

    Amnista 18.8

    El concepto democracia aparece en ms de las dos terce-

    ras partes de los editoriales analizados. Es, por tanto, el ms

    utilizado por ser el que engloba al resto de los que hemos de-

    nominado valores democrticos. En un nivel estimablemente

    alto casi la mitad de los editoriales aparecen las libertades

    pblicas, mientras que la amnista y la autonoma presentan

    proporciones ms bajas. No es ste el momento de aproxi-

    marse a la valoracin que los diarios analizados hicieron de

    tales conceptos, algo que se abordar en el anlisis cualitativo.

    Dejemos constancia simplemente de la frecuencia de su apa-

    ricin que indica, al menos, que fueron objeto de debate y

    exposicin pblicos. Desde un punto de vista de la sucesin

    cronolgica de los acontecimientos de la Transicin, resulta

    lgico que el acento principal se ponga en los dos primeros

    conceptos, puesto que los otros dos tendran que venir como

    consecuencia de haberse alcanzado los anteriores. Mxime

    si tenemos en cuenta que la accin de Gobierno privilegi el

    cambio poltico (reforma poltica, elecciones generales, elabo-

    racin del texto constitucional) sobre otros aspectos.

    Si analizamos tambin otros valores anejos, que formaban

    parte de la nueva cultura poltica democrtica que se trataba

    de implantar, y algunas realidades relacionadas con ella, en-

    contramos los siguientes resultados:

    Tabla 8

    Menciones a valores anejos a la democracia, al franquismo y a la guerra civil (%)

    Valores anejos a la democracia Menciones %Elecciones, referendos 59.4

    Concordia, reconciliacin 54.6

    Autoridad, orden 27.0

    Franquismo y guerra civil 57.6

    Abundan las menciones a la necesidad de concordia, con-

    senso y pacto como premisas ineludibles para la construccin

    del nuevo Estado democrtico en todos sus niveles. Es una

    proporcin superior al 50%, al igual que la obtenida por las

    menciones explcitas a Franco, el franquismo y la guerra civil.

    Son como las dos caras de una misma moneda: hacer tabla

    rasa del pasado (la guerra y la divisin) para construir un nue-

    vo orden basado en la paz y la reconciliacin. Precisamente,

    una paz estable requiere el mantenimiento del orden social

    y, por tanto, el ejercicio de la autoridad. Estos valores que,

    por lo cercano del tiempo, pudieran considerarse ms propios

    de la dictadura de Franco, fueron, sin embargo, incorporados

    en el acervo democrtico, sobre todo, con ocasin de ciertas

    situaciones de peligro para el xito del proceso de reformas.

    Abordaremos el juicio que de dichos conceptos emitieron los

    peridicos en la parte cualitativa del anlisis.

    Hasta aqu, hemos tratado la cuestin objeto de estudio

    presentando todos los peridicos como un solo bloque, lo que

    nos ha permitido destacar algunas caractersticas del discurso

    comn a todos ellos. Pueden, no obstante, observarse tambin

    diferencias en su tratamiento editorial dentro an del mbito

    meramente cuantitativo. Hemos procurado hacerlo midiendo

    las proporciones que alcanzan en cada peridico las mencio-

    nes a los distintos conceptos. Hemos destacado, en negrita, las

    proporciones ms altas (ver tabla 9).

    Algunos resultados son lgicos, como que los nacionalistas

    Deia y Avui obtengan las mayores proporciones en la amnista y

    en la cuestin autonmica respectivamente, muy por encima de

    la media. Es tambin destacable que el diario Ya slo figura por

    encima de la media en el captulo de orden y no supera el 50%

    en ninguno de los contemplados. ABC, por su parte, slo se sita

    por encima de la media en los captulos orden y democracia;

    mientras que el ultraderechista El Alczar slo lo hace en am-

    nista y franquismo, y presenta porcentajes muy por debajo

    de la media en casi todos los dems. En el anlisis cualitativo se

    9 En el caso del concepto democracia, slo admitimos la aparicin explcita, en forma de adjetivo, sustantivo o adverbio, de dicha palabra. Dentro del con-cepto libertad englobamos tanto su mencin explcita como todas sus representaciones concretas, es decir, las libertades pblicas y los derechos de asoci-acin, expresin, reunin, manifestacin, etc. En el caso del concepto amnista incluimos tambin las menciones al indulto, al perdn u otros sinnimos; y lo mismo hicimos con autonoma, donde admitimos sus distintas variantes: regionalismo, nacionalismo, derechos de los pueblos, etc.

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    Coinciden en la cabeza de ambas clasificaciones cinco

    diarios: los cuatro de nueva creacin (los madrileos El Pas y

    Diario 16, y los nacionalistas Deia y Avui), ms El Alczar. Este

    ltimo figura en los ltimos puestos en el resto de las clasifi-

    caciones por conceptos, pero tanto el franquismo (que segua

    siendo su credo fundamental y al que por tanto defenda de los

    ataques y crticas que sufra) como la amnista (que significaba,

    en definitiva, el olvido del resultado de la guerra civil) fueron

    temas que no pudo obviar. En cambio, los nuevos diarios son

    aqullos que, por tener menos vnculos con el pasado fran-

    quista y un compromiso ms intenso con la nueva situacin

    poltica, contienen un mayor nmero de referencias editoriales

    al anterior rgimen, casi siempre negativas, como veremos, y a

    la amnista como necesidad de hacer un borrn y cuenta nueva

    respecto del pasado.

    Por el contrario, se aprecia cmo son los diarios ms

    conservadores y tradicionales (ABC, Ya, El Correo Espaol, La

    Vanguardia y La Gaceta del Norte) los que consciente o incons-

    cientemente intentan recordar menos ese pasado del franquis-

    mo. El gubernamental Pueblo y El Correo Cataln se sitan en

    un punto medio de equilibrio entre ambos grupos, igual que El

    Correo Espaol en el tema de la amnista por ser una cuestin

    que afectaba especialmente al Pas Vasco.

    Resultados algo diferentes son los que se obtienen del

    examen de las menciones editoriales de los peridicos al tema

    de la autonoma, como muestra la tabla 11.

    Tabla 11

    Menciones a la autonoma por diarios (%)

    Diario Menciones %1. Avui 79.2

    2. Deia 66.7

    3. El Correo Cataln 52.1

    4. La Gaceta del Norte 44.4

    5. El Correo Espaol 43.8

    6. La Vanguardia 41.7

    7. El Pas 32.1

    8. Diario 16 22.6

    9. Ya 20.0

    10. ABC 18.2

    11. Pueblo 15.8

    12. El Alczar 5.3

    Media 32.9

    podrn mostrar, an mejor, los matices de estas percepciones

    cuantitativas de los peridicos que aparecen como algo ms

    reticente o cauteloso ante los nuevos valores democrticos.

    Tabla 9

    Menciones a los distintos conceptos por diarios (%)

    A* B* C* D* E* F* G*El Alczar 47.4 15.8 21.1 5.3 26.3 21.1 73.7

    ABC 75.0 40.9 15.9 18.2 47.7 40.9 22.7

    Ya 44.0 22.0 16.0 20.0 46.0 28.0 26.0

    Pueblo 86.8 68.4 18.4 15.8 71.1 31.6 50.0

    El Pas 81.1 56.6 20.8 32.1 45.3 22.6 66.0

    Diario 16 71.0 64.5 24.2 22.6 67.7 37.1 72.6

    La Vanguardia 70.8 41.7 12.5 41.7 56.3 29.2 39.6

    El Correo Cataln 60.4 25.0 14.6 52.1 45.8 8.3 52.1

    Avui 66.7 54.2 29.2 79.2 66.7 20.8 62.5

    El Correo Espaol 75.0 56.3 18.8 43.8 59.4 28.1 28.1

    La Gaceta del Norte 88.9 66.7 11.1 44.4 55.6 8.3 44.4

    Deia 88.9 33.3 33.3 66.7 66.7 11.1 77.8Media 69.8 46.0 18.8 32.9 54.6 27.0 48.8

    Hay dos clasificaciones especialmente reveladoras de las

    distintas sensibilidades de los peridicos analizados, que son

    las relativas a las menciones del franquismo y de la amnista.

    Ambas ofrecen la connotacin de estar mirando a dos rea-

    lidades que juzgaban, de alguna forma, al reciente pasado

    histrico. Veamos los resultados en la tabla 10.

    Tabla 10

    Menciones al franquismo y a la amnista por diarios (%)

    Franquismo Amnista1. Deia 77.8 1. Deia 33.3

    2. El Alczar 73.7 2. Avui 29.2

    3. Diario 16 72.6 3. Diario 16 24.2

    4. El Pas 66.0 4. El Alczar 21.2

    5. Avui 62.5 5. El Pas 20.8

    6. El Correo Cataln 52.1 6. El Correo Espaol 18.8

    7. Pueblo 50.0 7. Pueblo 18.4

    8. La Gaceta del Norte 44.4 8. Ya 16.0

    9. La Vanguardia 39.6 9. ABC 15.9

    10. El Correo Espaol 28.1 10. El Correo Cataln 14.6

    11. Ya 26.0 11. La Vanguardia 12.5

    12. ABC 22.7 12. La Gaceta del Norte 11.1

    Media 48.8 Media 18.8

    * A= democracia; B= libertad; C=amnista; D=autonoma; E=concordia; F=orden; G=franquismo

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    Ricardo Zugasti

    Ciertamente las diferencias entre unos y otros peridicos,

    desde el punto de vista cuantitativo, son grandes en la cuestin

    autonmica, una de las grandes novedades de la transicin

    espaola a la democracia. Los seis primeros diarios, o lo que

    es lo mismo, aquellos que ms atencin editorial prestan a la

    cuestin son los seis editados en el Pas Vasco y en Catalua.

    Adems, encabezan claramente la lista los dos diarios nacio-

    nalistas Avui y Deia. Pero, incluso los ms conservadores como

    La Gaceta del Norte, El Correo Espaol y La Vanguardia, se

    muestran sensibles ante el resurgir del sentimiento regiona-

    lista o nacionalista. A continuacin, en sptimo y octavo lugar,

    figuran los dos diarios madrileos situados en el espectro del

    centro-izquierda y de nueva creacin: El Pas y Diario 16. Y

    luego, en orden decreciente, el resto de los publicados en la

    capital de Espaa. La bajsima proporcin de menciones edi-

    toriales por parte de El Alczar encaja dentro de su conocida

    aversin a todo lo que significaba, a su entender, la desmem-

    bracin de la unidad nacional espaola.

    El anlisis cualitativo de los editoriales nos proporciona ms

    claves para entender los discursos periodsticos de la poca

    en torno a esos nuevos valores democrticos. Para encontrar

    una profusin de referencias explcitas y abiertas a la demo-

    cracia, hubo que esperar al clebre discurso que pronunci

    Juan Carlos I ante el Congreso y el Senado norteamericanos,

    en junio de 1976. El propio Rey afirm que la Monarqua har

    que, bajo los principios de la democracia, se mantengan en

    Espaa la paz social y la estabilidad poltica (ABC, 3/6/1976:

    20) y parece que con ello rompi el retraimiento de parte de

    la prensa que an se mostraba excesivamente cauta en sus

    pronunciamientos. En este sentido, bastantes diarios (sobre

    todo, los ms tradicionales) fueron a remolque de la iniciativa

    regia en vez de actuar como medio de presin.

    Los peridicos de nueva creacin mostraron, en ms de una

    ocasin, su escepticismo hacia la posibilidad de que surgiera un

    rgimen democrtico desde las instituciones de la dictadura. Esa

    desconfianza se mantuvo en la campaa del referndum para la

    aprobacin de la Ley para la Reforma Poltica, en diciembre de

    1976. Peridicos como El Pas y Avui hicieron campaa a favor de

    la abstencin, aunque admitan que el camino conduca a un r-

    gimen democrtico (Avui, 14/12/1976: 1; El Pas, 14/12/1976:

    8). Con mayores dosis de pragmatismo, Diario 16 propugn el

    voto afirmativo explicndolo as: El referndum es un trmite,

    se mueve todava dentro del orden franquista. Pero [...] despus

    de l estaremos un poco ms cerca de la democracia y segu-

    ramente ms lejos de la dictadura (Diario 16, 14/12/1976: 4).

    Una democracia an incipiente y dbil, azotada crecien-

    temente por el ltigo del terrorismo, necesitaba la fortaleza

    necesaria para mantener el orden pblico. A pesar de ser ste

    un valor asociado durante varias dcadas con la dictadura, la

    mayora de los diarios lo valoraron como propio de una de-

    mocracia que se quera fuerte y slida. Incluso la prensa de

    centroizquierda y nacionalista lo pidi. Diario 16 lo conside-

    r como la condicin primera de la democracia (Diario 16,

    27/1/1977: 4). La amnista general de octubre de 1977 fue

    otra oportunidad que aprovech la mayora de los diarios para

    declarar, como hizo ABC, que a partir de este momento no

    pueden admitirse, bajo ninguna excusa, alteraciones del orden

    pblico bajo la bandera de la amnista (ABC, 15/10/1977: 2).

    Precisamente la amnista fue considerada por todos los dia-

    rios analizados, excepcin hecha de El Alczar, como un paso

    necesario para la reconciliacin nacional. Hubo discrepancias,

    a lo largo del proceso de transicin, acerca de las distintas

    amnistas parciales que se fueron concediendo antes de la de-

    finitiva de octubre de 1977, pactada por todos los partidos po-

    lticos en el Parlamento. Algunos las consideraban insuficientes

    por no cubrir los delitos de sangre. Incluso diarios como El Pas

    llegaron a justificar, en parte, algunas acciones terroristas. En

    el editorial que sigui a una de esas medidas de gracia explic:

    Los planteamientos subversivos que promueven la destruccin

    del adversario son siempre condenables. Pero no habra que

    olvidar los motivos de persecucin, de humillacin o de des-

    esperacin que en algunos casos dieron origen a la rebelda

    armada. Estas circunstancias deberan reconsiderarse a la hora

    de aplicar el decreto de amnista (El Pas, 5/8/1976: 7).

    Concordia y reconciliacin fueron dos de las palabras ms

    repetidas por los peridicos, siguiendo as la pauta del mensaje

    inicial del Rey, quien habl de que la nueva etapa que se abra

    se iba a caracterizar por un efectivo consenso de concordia

    nacional (Armada, 1983: 195). Todos los diarios analizados,

    con la excepcin del casi siempre divergente El Alczar, man-

    tuvieron ese llamamiento a la concordia y a la reconciliacin

    a lo largo de los eventos histricos objeto de estudio. A este

    respecto, se observa que el papel del Rey, como garante de la

    concordia, se mantiene, pero, a medida que se avanza en la con-

    secucin de logros democrticos, se traspasa tambin al resto

    de actores polticos y sociales, como el Gobierno y los partidos.

    Con el paso del tiempo, aparecieron otros trminos pertene-

    cientes al mismo campo semntico consenso, convivencia,

    pacto, negociacin, etc., que tenan un mismo fondo comn.

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    Entre los acontecimientos histricos analizados hubo dos

    que destacaron como especiales hitos en la consecucin de

    la concordia: el discurso del Rey en la primera sesin de las

    Cortes democrticas, el 22 de julio de 1977, y la aprobacin

    en referndum de la Constitucin, el 6 de diciembre de 1978.

    En el primero de estos eventos, la reconciliacin se represent

    de una forma visible al reunirse en el hemiciclo los represen-

    tantes de lo que antes fueron las dos Espaas enfrentadas en

    la guerra civil. La Constitucin, por su parte, slo encontr las

    crticas de El Alczar, desde la ultraderecha, y de Deia, desde

    el nacionalismo vasco. Este ltimo daba razn del elevado abs-

    tencionismo registrado en el referndum, especialmente en el

    Pas Vasco, y lo explicaba en los siguientes trminos:

    Los espaoles gozan ya de Constitucin, pero siguen sin con-

    senso constitucional () Los seores constituyentes queran

    destruir las dos Espaas, cuando en realidad existen ms de

    dos Espaas, las Espaas que se han abstenido (...) Ms que

    del consenso, esta Constitucin es la Constitucin del centro,

    es decir, la del centralismo (Deia, 8/12/1978: 15).

    Los radicalismos de derecha y de izquierda fueron vistos

    como los grandes enemigos del proceso democrtico y, por

    tanto, del deseo de reconciliacin latente en la mayora de los

    actores polticos. Cuando a finales de enero de 1977 una ola de

    secuestros y asesinatos hizo peligrar la Transicin, los directores

    de todos los diarios de Madrid se pusieron de acuerdo para pu-

    blicar un mismo editorial cuyo ttulo era expresivo: Por la unidad

    de todos. Uno de sus prrafos ms representativos deca as:

    Quienes han puesto en marcha esta maquinacin son los

    enemigos de todos, son los enemigos del pueblo espaol. Su

    designio es patente: tratan de impedir que se establezcan las

    frmulas civiles de convivencia libre y ordenada a que los es-

    paoles tienen derecho. Ante este reto todas las fuerzas po-

    lticas y sociales estn obligadas a hacer un frente comn y,

    dejando a un lado sus diferencias, proclamar su decisin de

    continuar hasta el final el camino hacia la democracia a travs

    de unas elecciones libres (Prensa de Madrid, 29-I-1977)

    Esta actuacin constituy un hito histrico en pro de la

    concordia y la unidad durante la Transicin, protagonizado

    por la propia prensa como actor colectivo. Incluso El Alczar

    suscribi dicho editorial.

    Con respecto a la cuestin autonmica, la prensa se mos-

    tr inicialmente cauta. En su primer mensaje, el Rey se refiri a

    la necesidad de reconocer las peculiaridades regionales (Ar-

    mada, 1983: 195). Entonces slo El Correo Cataln se atrevi

    a plantear que el pueblo cataln como todos los pueblos de

    Espaa ha de ver reconocida legalmente su personalidad (El

    Correo Cataln, 28/11/1975: 11). Hubo que esperar hasta la

    declaracin programtica del primer Gobierno Surez, el 16 de

    julio de 1976, para que los editoriales se hicieran eco explcito

    del trmino autonoma, que supona un paso adelante. Sin

    embargo, fue el recin creado Avui el que ms lejos lleg en

    sus reivindicaciones autonmicas, pidiendo el Estatuto de au-

    tonoma conseguido en los aos anteriores a la guerra civil:

    Nuestro pueblo, junto con los dems que forman la comunidad

    ibrica, no demanda slo el reconocimiento de unas peculia-

    ridades regionales sino que con el Estatuto quiere la restaura-

    cin de sus libertades histricas (Avui, 18/7/1976: 1).

    Meses despus, comenz a aparecer en varios diarios el

    trmino nacionalidades, ms atrevido que el de regiones, a

    la hora de denominar los distintos territorios espaoles. Avui

    pidi el reconocimiento de un Estado espaol plurinacional

    (Avui, 20/11/1976: 1), y con motivo del Da Nacional de Ca-

    talua de 1977 lleg a afirmar que el derecho de los pueblos

    a su autodeterminacin es indiscutible (Avui, 13/9/1977:

    1). Fue slo a partir de entonces cuando el diario cataln de

    mayor difusin, el liberal-conservador La Vanguardia, utiliz

    el adjetivo nacional para referirse a las realidades regionales:

    La democracia en Espaa puede establecerse slidamente con

    un reconocimiento de las particularidades nacionales y re-

    gionales (La Vanguardia, 11/9/1977: 5). En contraste con su

    habitual mesura anterior, La Vanguardia experiment un claro

    giro catalanista. Aunque todos los diarios, salvo El Alczar,

    aceptaran el restablecimiento de la Generalitat de Catalua el

    nombre del rgano de autogobierno cataln- en septiembre

    de 1977, el ms conservador ABC expresaba sus reservas: El

    hecho del restablecimiento en s mismo lo recibimos como

    acertado, conveniente y plausible. Eso s: sin que por nadie,

    ni jams, se entienda contra la indiscutible unidad de Espaa

    (ABC, 30/9/1977: 2).

    Todos los diarios analizados, con la excepcin ya vista de El

    Alczar, ofrecieron un innegable y explcito apoyo a las refor-

    mas democrticas, ya que vean en la democracia parlamenta-

    ria el sistema poltico deseable para Espaa. Sin embargo, este

    respaldo bsico y compartido a la democratizacin no signific

    que todos los diarios hicieran una valoracin negativa del fran-

    quismo. Al contrario, hubo algunos que estimaron positiva su

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    Ricardo Zugasti

    labor, especialmente en el mbito del desarrollo econmico

    y social. Podramos establecer varios grupos, dentro de los

    diarios analizados, dependiendo del juicio que les mereci el

    rgimen de Franco. En primer lugar estara El Alczar, con un

    discurso plenamente apologtico del franquismo, basado so-

    bre todo en los logros materiales alcanzados, mayores que los

    conseguidos con el advenimiento de la democracia y las liber-

    tades polticas. Sirva como ejemplo este prrafo de un editorial

    publicado con ocasin de las elecciones generales de 1977:

    El carnaval ha terminado. Deseamos sinceramente a nuestro

    pueblo que no empiece ahora la cuaresma. Una cuaresma que

    ya se haca sentir, aunque quedar disimulada por el cmulo

    de bienes almacenados durante el denostado franquismo (El

    Alczar, 17/6/1977: 1).

    En segundo lugar, hubo diarios que no dudaron en hacer

    alusiones positivas al franquismo y, en especial, a sus logros,

    pero mostrando esta realidad como algo compatible con una

    nueva y deseable Espaa democrtica. El diario Ya, por ejem-

    plo, hablaba de Franco como del forjador de la paz y vea en

    los numerosos ciudadanos que le tributaron pstumo home-

    naje el apoyo popular del que iba a disfrutar el joven Rey (Ya,

    24/11/1975: 7). En la misma lnea, para El Correo Espaol, el

    cumplimiento de lo expuesto por el Rey en su primer mensa-

    je ser posible a partir de la herencia de paz y prosperidad

    que recibimos, como precioso legado del Caudillo Franco (El

    Correo Espaol, 24/11/1975: contraportada). ABC afirm, por

    su parte, que a la gran mayora de espaoles le horrorizara

    poner en riesgo lo conseguido en estos cuarenta aos (ABC,

    22/11/1975: 3). Otras claras referencias laudatorias a Franco

    y su rgimen pueden encontrarse en sendos editoriales de La

    Gaceta del Norte y Pueblo, con motivo de los debates y aproba-

    cin en las Cortes de la Ley para la Reforma Poltica (La Gaceta

    del Norte, 20/11/1976: 28; Pueblo, 17/11/1976: 3).

    Las referencias positivas al rgimen franquista por parte

    de los diarios anteriormente citados se fueron diluyendo con-

    forme se avanz en la democratizacin, aunque las crticas

    editoriales a la totalidad del franquismo, en estos diarios,

    fueron inexistentes.

    Por ltimo, estaban aquellos diarios que ofrecan frecuen-

    tes referencias negativas al franquismo en su conjunto. El Pas,

    Diario 16 y El Correo Cataln son los primeros en definir el

    franquismo como una dictadura y continuarn con sus crticas

    hacia Franco y su Rgimen. (El Pas, 19/11/1976: 6; Diario

    16, 19/11/1976: 4; El Correo Cataln, 16/11/1976: 3). Para

    el catalanista Avui el franquismo era un poder histricament

    opressor, gasiu i malfiat (un poder histricamente opresor,

    mezquino y desconfiado) (Avui, 29/9/77: 1). Con motivo de

    las primeras elecciones democrticas Deia afirm que durante

    muchsimos aos hemos sido gobernados a contrapelo de lo

    que realmente queramos (Deia, 17/6/1977: 3). Ya se vio

    anteriormente cmo el diario cataln La Vanguardia mostr

    un catalanismo ms acusado con motivo del restablecimiento

    de la Generalitat. Este giro se vio acompaado por la apari-

    cin de crticas al rgimen franquista, antes inexistentes en

    dicho peridico. As, por ejemplo, calificar metafricamente

    el franquismo como un penoso desierto (La Vanguardia,

    25/10/1977: 9).

    VI. ALGUNAS CONCLUSIONES

    El privilegiado estatus de la prensa espaola, desde 1966, le

    permiti desarrollar un papel relevante en el intenso debate

    pblico de los primeros aos de la Transicin a la democracia.

    Hasta las elecciones de junio de 1977 sigui actuando como

    Parlamento de papel, con la diferencia de que, a partir de la

    muerte de Franco, pudo acoger en sus pginas a actores pol-

    ticos hasta entonces prohibidos, pero que, entonces, pasaron

    a ser tolerados y, finalmente, reconocidos por la ley. Desde

    las elecciones y hasta la aprobacin de la Constitucin de

    diciembre de 1978, con un Parlamento ya democrticamente

    elegido, su funcin corri paralela a los objetivos de los grupos

    polticos: la construccin de un rgimen democrtico mediante

    el consenso y la negociacin de sus bases.

    A pesar de las diferencias ideolgicas de los principales

    diarios analizados, hubo un esfuerzo consciente por centrar-

    se en los puntos de encuentro ms que en los de la lgica

    divergencia. As, se forj tambin un discurso periodstico

    dominante, paralelo al que se registraba entre los principales

    partidos polticos, cuyos puntos comunes han sido expues-

    tos a lo largo de las pginas precedentes. De este modo, la

    prensa fue un actor cuya conducta y cuyos mensajes se ba-

    saron en una razonable moderacin, y no en una demaggica

    agitacin. Esto no fue obstculo para que algunos peridicos

    (sobre todo los de nueva creacin, sin vnculos con la dic-

    tadura de Franco) presionaran, con su poltica informativa y

    editorial, a favor de determinadas causas como la amnista y

    otras medidas dirigidas a afianzar los derechos individuales y

    las libertades pblicas.

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

    Vasco, como se demuestra por los anlisis realizados. Pero

    tambin el resto de peridicos se vieron obligados a recoger

    la actividad de estos grupos polticos y sindicales, especial-

    mente la del Partido Comunista de Espaa, cuya legalizacin

    no lleg sino hasta abril de 1977. Si durante largas dcadas

    la propaganda franquista haba llevado a cabo intensas y pro-

    longadas campaas de demonizacin del comunismo y del

    resto de partidos de oposicin, que eran considerados como

    compaeros de viaje de los comunistas, la accin meramente

    informativa de la prensa en los primeros aos de la Transicin

    colabor a la normalizacin de la imagen de todos ellos como

    unos actores polticos ms dentro de una Espaa plural que

    se corresponda con la autntica realidad sociopoltica, y cuya

    existencia no poda ignorarse.

    Las funciones desempeadas por polticos y peridicos

    fueron diferentes aunque complementarias. La iniciativa polti-

    ca corri a cargo de los Gobiernos, especialmente cuando Su-

    rez fue nombrado primer ministro, en julio de 1976. Cuando la

    prensa verific que los propsitos democratizadores de Surez

    se hacan realidad, se sum a dichos objetivos aunque, a ve-

    ces, algunos diarios criticaran los modos de llevarlos a cabo. La

    aprobacin de la Ley para la Reforma Poltica, en diciembre de

    1976, con un 94.4% de votos favorables en el referndum, llev

    a esa prensa crtica a aceptar que el emprendido por Surez era

    el nico camino viable, en dichas circunstancias, para sustituir

    las instituciones de la dictadura por otras democrticas. A

    partir de entonces, se inaugur una etapa de unidad de accin

    entre polticos y periodistas en torno a la poltica de consenso

    pluripartidista que deba presidir el proceso constitucional.

    Aunque hubo un discurso periodstico compartido por

    buena parte de la prensa, no fue, sin embargo, un discurso

    uniforme u homogneo, pues cada peridico no perdi su

    identidad propia y su lugar dentro del ms abierto y plural

    panorama de la prensa espaola tras la muerte de Franco.

    Los nuevos peridicos cumplieron un papel importante como

    configuradores de una opinin pblica ms plural y acorde

    con la realidad. El nuevo enfoque que proporcionaron a sus

    informaciones y sus comentarios signific modos distintos

    de interpretar la realidad, lejanos del complaciente que haba

    caracterizado a la mayora de los peridicos que se publicaban

    durante la dictadura. Junto a esta mayor sintona que logra-

    ron con importantes sectores de la poblacin, consiguieron

    convertirse en la conciencia crtica del proceso de reformas

    democrticas de la Transicin y en medios de presin para

    acelerar dicho proceso ante los riesgos de hacer excesivas

    Tambin eran distintas, entre los peridicos que compar-

    tan el discurso dominante, las representaciones del pasado

    histrico inmediato: el franquismo y la guerra civil. No fueron

    temas tab y los peridicos hablaron de ese pasado de acuer-

    do con sus principios ideolgicos y sus estrategias polticas,

    pero no los utilizaron como un instrumento de lucha poltica

    de unos contra otros. Aqu se produjo otro evidente parale-

    lismo con el comportamiento de los polticos. El olvido del

    pasado como elemento fundamental para la reconciliacin de

    los espaoles tuvo una razn de ser poltica: fue parte nuclear

    del pacto entre los sectores procedentes del franquismo y los

    de la oposicin democrtica.

    Los nuevos valores democrticos y sus consecuencias

    fueron asumidos por la mayora de los actores periodsticos

    aunque difirieran en su alcance. Todos comprendieron la ne-

    cesidad de una amnista amplia, pero hubo interpretaciones

    diversas sobre a quines deba alcanzar. Todos admitieron la

    necesidad de dar cauces a las aspiraciones de un mayor au-

    togobierno de las regiones, pero divergan sobre el modo y

    los plazos para hacerlo realidad. Los hitos polticos en que la

    libertad de los espaoles se fue haciendo efectiva (elecciones,

    referendos) fueron interpretados ms como un triunfo colec-

    tivo del pueblo espaol que como victorias de los Gobiernos

    centristas de Surez, si bien se reconoca la indiscutible ca-

    pacidad de liderazgo poltico de ste. Peridicos que desde el

    centroizquierda, desde el nacionalismo moderado o desde la

    derecha se opusieron, en determinadas ocasiones, a algunas

    estrategias polticas del Gobierno acabaron sumndose al con-

    senso general sacrificando sus propias actitudes iniciales. En

    este panorama slo algunos peridicos de la extrema derecha

    y del nacionalismo vasco no participaron de ese consenso.

    Una contribucin importante de la prensa al paulatino

    pluralismo del debate poltico fue la introduccin progresiva

    de los nuevos actores polticos en la esfera pblica. Durante

    bastantes meses se emple a fondo para que los distintos

    grupos de la oposicin democrtica, hasta entonces clandes-

    tinos o simplemente tolerados, tuviesen voz propia en los

    importantes asuntos pblicos que se estaban ventilando en

    la Espaa de 1976 y 1977. Se convirti muchas veces en su

    principal altavoz a falta de otros cauces eficaces de comuni-

    cacin con la sociedad.

    En esta labor hubo algunos peridicos que se significaron

    ms especialmente, como Informaciones y los recin creados

    El Pas y Diario 16 en Madrid, y Avui y Deia en Catalua y el Pas

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    Ricardo Zugasti

    fuerzas polticas de izquierda en el juego poltico. Slo algunos

    pocos diarios, como El Alczar, prefirieron mantenerse fieles a

    los principios ideolgicos y polticos del franquismo.

    El franquismo consideraba a la prensa como colaboradora

    de los fines del rgimen. Esto se produjo mediante un control

    frreo de su actividad hasta 1966 y luego, mediante instru-

    mentos indirectos de vigilancia. De forma quizs paradjica,

    puede afirmarse que durante los primeros aos de la Transicin

    tambin existi una actitud bsicamente colaboracionista de la

    mayora de la prensa con respecto a los objetivos democratiza-

    dores. Pero se registraron dos diferencias esenciales: se realiz

    de forma voluntaria y, adems, los objetivos perseguidos no

    eran patrimonio de un grupo hegemnico y excluyente sino

    causa comn de la mayora de los partidos polticos. A partir de

    1979, con la normalizacin de la vida poltica y la consiguiente

    lucha partidista por el poder bajo la Constitucin de 1978, ese

    excepcional consenso periodstico desapareci.

    concesiones a los sectores ms conservadores del franquismo,

    todava operantes y presentes en las instituciones polticas que

    se trataba de sustituir.

    Por la otra parte, los peridicos que convivieron pacfica-

    mente con el franquismo y que apoyaron tambin el proceso

    de transicin cumplieron un papel importante. Cabe discutir

    en cada caso cunto hubo de conveniencia poltica, periods-

    tica y empresarial y cunto de sincero convencimiento en lo

    referente a la meta de un nuevo sistema democrtico. Es lo

    que se ha denominado conversin democrtica de empre-

    sarios de la comunicacin y de periodistas, que se produjo de

    forma apenas traumtica (Barrera, 1997: 7-46). Sin entrar en

    todas las razones posibles de tal cambio, el hecho es que su

    acomodacin a la nueva situacin estuvo fundada, en buena

    parte, en un espritu de realismo poltico y periodstico y en

    la conviccin de que se abra de forma ineludible una nueva

    etapa que exiga la colaboracin de todos y la inclusin de las

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    CONfines 4/7 enero-mayo 200868

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    osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia

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