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  • REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 70 (2011), 491-518

    El Padre nuestro teresiano dentro de la antigua tradicin patrstica MANUEL DIEGO SNCHEZ, OCD Madrid

    La huella patrstica en Camino de Perfeccin, como en otros ttu-

    los teresianos, es bien evidente y abraza aspectos formales del libro, fuentes de inspiracin, lecturas, temas comunes de inters, plantea-mientos oracionales, etc. Pero ciertamente un campo especfico de re-ferencias y de resonancias patrsticas sobre todo nos lo ofrece el co-mentario a la oracin evanglica del Padre nuestro, que Teresa lleva a cabo dentro del mismo libro como sntesis de las diversas clases o grados de oracin y pedagoga concreta para el camino que se ha pro-puesto ensear a sus hijas.

    Seguramente que cuando acomete la tarea no era consciente de las antiguas races de un propsito tan tradicional como el suyo, ni perci-ba el trasfondo patrstico existente, y hasta la misma metodologa de los antiguos escritores cristianos que recuperaba e, incluso, las di-mensiones sacramentales que se encerraban en un modo tal de acer-camiento a la oracin dominical. Pero eso no quita para que, a poste-riori, nosotros apliquemos un anlisis donde descubramos la fuerza y virtualidad de los resultados que tenemos en el comentario teresiano desde los parmetros de los Padres de la Iglesia, ciertamente los pri-meros comentadores de la oracin de Jess1.

    1 Para una visin general sobre el tema en los Padres de la Iglesia, ver A.

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    No se trata ahora de buscar paralelismos a toda costa, puntos co-munes, coincidencias, sino de hacer una lectura de esos captulos centrales de Camino (27-42) recurriendo a la experiencia que aque-llos autores cristianos antiguos inauguran en un mbito estrictamente bautismal, pero que ya en aquella etapa constitutiva de la fe cristiana sufre un alargamiento, dado que el comentario a la oracin dominical se enmarca tambin dentro de una presentacin de la vida espiritual concentrada en el ejercicio de una vida orante. Es decir, asistimos ya entonces a la consideracin del Padre nuestro dentro de un tratado de la oracin cristiana, pero teniendo como objetivo una enseanza espi-ritual ms amplia. I. SNTESIS DE LA PERFECCIN CRISTIANA

    Tratando de establecer la base de aquellos criterios patrsticos que sustentan la comprensin de la oracin dominical, notamos que buena parte de estos escritores y pastores de la antigedad ya se dan cuenta de las dos redacciones del texto bblico, los contextos diferentes en la vida de Jess y hasta de las variantes existentes en la misma transmi-sin del mismo (Mt 6,9-13; Lc 11,2-4). Y aunque la tradicin litrgi-ca y, por lo tanto, la atencin de los Padres se concentra sobre el texto ms largo de Mateo, sin embargo la tendencia polmica juda en que esta versin del primer sinptico se transmite no va a predominar en absoluto2, sino ms bien aquel contexto inicitico o mistaggico que es mucho ms evidente en la redaccin de Lucas: estaba Jess orando (ejemplo-Maestro), y entonces es cuando se sigue la imitacin y la transmisin a los discpulos (ensanos a orar, como tambin Juan ense a sus discpulos). Es esta visual escolstica tradicional en tres momentos (ejemplo + enseanza + mandato y capacidad), la que ha POLLASTRI, Padrenuestro, en Diccionario Patrstico y de la antigedad cristiana 2 (Salamanca 1992) pp. 1644-1646; S. SABUGAL, El Padrenuestro en la interpretacin antigua y moderna. 7.ed., Salamanca, Sgueme, 2010.

    2 Es el caso todava del texto arcaico de la Didaj de los Apstoles, perte-neciente al grupo de los Padres Apostlicos, donde todava se percibe el tono polmico en contra del judasmo (Didaj VIII), pero en este texto tan impor-tante para la iniciacin cristiana est bien clara su colocacin: est dentro del proceso bautismal, como coronacin de la catequesis y despus del rito bau-tismal (VII) y antes de la Eucarista.

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    prevalecido en la Iglesia y la que condiciona por completo el carcter paradigmtico y comprensivo que tendr este texto en la vida cristia-na. Sin una referencia estricta a l difcilmente se puede entrar y comprender el mensaje oracional de Jess como sntesis de la nueva vida en Cristo.

    Desde los Padres hasta Teresa de Jess, en esta perspectiva evan-glica inicitica se basa siempre la atencin que se presta al Padre nuestro. Dicho en pocas palabras: estamos ante un texto-base que proviene de la misma experiencia oracional de Jess, el Maestro, por lo que debe ser norma y modelo a seguir en la iniciacin al misterio de la oracin cristiana, dado que su contenido concuerda con el men-saje mismo de Jess, como si ste fuera una sntesis de todo el Evan-gelio. As lo vio tambin Santa Teresa: Siempre es gran bien fundar vuestra oracin sobre oraciones dichas de tal boca como la del Se-or Siempre yo he sido aficionada y me han recogido ms las pa-labras de los Evangelios que libros muy concertados (CV 21,3.4).

    1. Teresa, al asumirlo dentro de su proyecto programtico oracio-

    nal en Camino, tambin como texto base del mismo -posiblemente sin saberlo-, conecta con esa mentalidad patrstica que ve en la ora-cin de Jess, como un evangelio abreviado, tanto de su doctrina co-mo de sus actitudes tpicamente filiales, hasta el punto que en este ca-so la oracin viene a ser como el detonante, el estilo propio que aglu-tina todo el comportamiento cristiano desde la conciencia de una es-pecial relacin con Dios, la de la filiacin divina del orante.

    Quizs la mejor presentacin de esta idea acerca del Padre nuestro como sntesis, o breviario de todo el Evangelio (breviarium totius Evangelii), ms an, de toda la Revelacin, la tenemos en Tertuliano (+ c.220):

    En un compendio de tan pocas palabras tenemos los vaticinios de los Profetas, las palabras de los Evangelios, de los Apstoles; las palabras del Seor, sus parbolas, sus ejemplos y mandatos. Cun-tas cosas se tocan al mismo tiempo! El honor de Dios en el Padre, el testimonio de la fe en el Nombre, la oblacin del obsequio de nuestra voluntad, la memoria de la esperanza en el Reino, la peti-cin de la vida en el Pan, la confesin de nuestras deudas en la s-plica del perdn, el cuidado de las tentaciones en el solicitar protec-cin. Puede haber algo ms admirable? Slo Dios pudo ensear cmo se debe orar (Tratado de la oracin IX, 1-3).

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    Aun con lo mucho de estilo retrico que tienen las palabras del telogo africano, sin embargo encierran una gran verdad que proviene de la comprensin integral de este texto oracional, hecha desde la praxis litrgica y desde la experiencia orante continua, pues se trata del texto evanglico ms usado, rezado y, por lo tanto, tambin aprendido de memoria. Desde este mismo presupuesto parte Teresa de Jess y as entiende la especial condicin de esta plegaria, a la que llama una manera de oracin tan subida (CE 65,4), como ordenada y aprendida de labios mismos del Seor: Cun subida es en perfec-cin esta oracin evangelical, bien como ordenada de tan buen Maestro (CV 37,1). Esto es as, hasta el punto de que organiza todo un captulo para poner de relieve la condicin especial de este texto, la capacidad que encierra de enseanza y de comunicacin salvfica. Pero tambin esto ocurre de acuerdo a la preparacin espiritual de ca-da uno, y as lo titula: Dice la excelencia de esta oracin del Pater-noster, y cmo hallaremos de muchas maneras consolacin en ella (CV 37, ttulo).

    Son dos razonamientos los que usa y que, sin buscarlo, la acercan bastante al pensamiento patrstico: es una oracin que proviene de la enseanza de Cristo Maestro, lo mejor de su enseanza, hasta el pun-to de que en ella se encierra todo cuanto nos ha comunicado para nuestra salvacin (=oracin excelente y subida); al mismo tiempo, tan rica y subida en cuanto a contenido, que no se agota de una vez toda su potencialidad reveladora y salvfica, sino que Dios la va entregan-do poco a poco, de acuerdo a la disposicin y preparacin del orante3.

    2. Respecto al primer razonamiento Teresa, en la misma lnea re-

    trica de los Padres, enumera el valor de sntesis del Padrenuestro; pero es as por lo que toca al camino de la oracin, como un completo evangelio orado diramos- en sintona con su propsito literario y doctrinal: Espntame ver que en tan pocas palabras est toda la con-templacin y perfeccin encerrada, que parece no hemos menester otro libro sino estudiar en ste (CV 37,1). Con muy buen criterio lo

    3 En cierta manera Teresa coincide con lo que dice al respecto Cipriano de Cartago, a su vez, dependiente de Tertuliano: Cun importantes, cuntos y cun grandes son, hermanos muy amados, los misterios que encierra la oracin del Seor, tan breve en palabras y tan rica en eficacia espiritual! Ella, a manera de compendio, nos ofrece una enseanza completa de todo lo que hemos de pedir en nuestras oraciones. Tratado sobre la oracin 9.

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    presenta como sntesis de la perfeccin y de la oracin. No estamos lejos de la percepcin de la primera literatura cristiana. Pero de se-guido aade lo ms especfico que a ella le interesa y por lo que ha preferido este texto evanglico: Porque hasta aqu nos ha enseado el Seor todo el modo de oracin y de alta contemplacin, desde los principiantes a la oracin mental y de quietud y de unin, que a ser yo para saberlo decir, se poda hacer un gran libro de oracin (Ibid.). Por los caminos que sean, tambin por su propia experiencia orante, Teresa ha percibido el carcter programtico de la oracin dominical, y en esto se ha colocado en la mejor tradicin interpretati-va de la Iglesia4. Ha sabido captar muy bien la fuerza del texto, desde la experiencia misma de Jess hasta la vida posterior de la Iglesia que siempre lo ha privilegiado como texto pedaggico y mistaggico (pa-ra la oracin cristiana), adems de un texto indicativo en forma