el otro

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Tras la marcha de Ken los vestuarios quedaron vacíos y silenciosos, salvo por el tenue repiqueteo de un par de grifos mal cerrados. Nadie pudo sentirlo, pero la temperatura bajó unos grados. Cinco minutos más tarde, Ralph entró en la fría estancia. “He vuelto a olvidar la toalla”, murmuró para sí mismo. “Qué desastre. Menos mal que he caído en la cuenta antes de llegar a casa, o me habría llevado otra bronca de Sandy” Se dirigió con paso rápido hacia la esquina del banco de madera que había al fondo, alineado a la desconchada pared de escayola. Allí estaba su toalla azul, aún húmeda. Apenas la recogió, escuchó algo a su espalda. - Ralph… La voz le resultaba familiar y sonaba muy lejana, aunque aquello no tenía sentido. Se volvió. Ante él solo había una hilera de viejos lavabos y espejos. Fue entonces cuando se percató de la figura mirándole desde uno de ellos. Era Ken. O el reflejo de Ken. Se le heló la sangre. - ¿Ken? Esto… ¿es alguna clase de truco? – dijo a la imagen, esperando que fuera otra de esas bromas pesadas que hacían a los nuevos. Panda de cabrones. El reflejo, inmóvil, severo y con los brazos pegados al tronco, movió los labios. Solo dos palabras: - Ralph… Ayúdame Y Ralph sintió una tristeza profunda, casi insondable. Los ojos se le empañaron de lágrimas. Apenas pudo soportarlo. Ya no había miedo. Sólo pesadumbre y una sorda desesperación.

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"Edan Quinn" en el gimnasio

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Page 1: El Otro

Tras la marcha de Ken los vestuarios quedaron vacíos y silenciosos, salvo por el tenue repiqueteo de un par de grifos mal cerrados. Nadie pudo sentirlo, pero la temperatura bajó unos grados.

Cinco minutos más tarde, Ralph entró en la fría estancia.

“He vuelto a olvidar la toalla”, murmuró para sí mismo. “Qué desastre. Menos mal que he caído en la cuenta antes de llegar a casa, o me habría llevado otra bronca de Sandy”

Se dirigió con paso rápido hacia la esquina del banco de madera que había al fondo, alineado a la desconchada pared de escayola. Allí estaba su toalla azul, aún húmeda. Apenas la recogió, escuchó algo a su espalda.

- Ralph…

La voz le resultaba familiar y sonaba muy lejana, aunque aquello no tenía sentido. Se volvió. Ante él solo había una hilera de viejos lavabos y espejos.

Fue entonces cuando se percató de la figura mirándole desde uno de ellos. Era Ken. O el reflejo de Ken. Se le heló la sangre.

- ¿Ken? Esto… ¿es alguna clase de truco? – dijo a la imagen, esperando que fuera otra de esas bromas pesadas que hacían a los nuevos. Panda de cabrones.

El reflejo, inmóvil, severo y con los brazos pegados al tronco, movió los labios. Solo dos palabras:

- Ralph… Ayúdame

Y Ralph sintió una tristeza profunda, casi insondable. Los ojos se le empañaron de lágrimas. Apenas pudo soportarlo.

Ya no había miedo. Sólo pesadumbre y una sorda desesperación.

- Por favor, AYÚDAME – repitió la figura, que pareció acercarse al marco del espejo, hasta quedar casi pegado al mismo. Su voz ahora sonaba más cercana, imperiosa.

Ralph se aproximó con paso trémulo. Su respiración se convertía en un vaho que tardaba en evaporarse. Frente a la imagen, cruzaron las miradas. Su propio reflejo no estaba ahí, pero no pensó en ello. Una gota de agua cayó en algún lavabo.

- Gracias, Ralph… - dijo aquello mientras su mano derecha salía del espejo portando algo afilado y brillante.

Page 2: El Otro

Fue rápido. Apenas sintió una leve punzada en el corazón antes de desplomarse. El Otro Ken observó la forma en el suelo durante unos segundos, con el ceño fruncido y los labios apretados. Después, su mano envuelta en luz volvió al espejo. Dio media vuelta, y desapareció.

Unos segundos más tarde, algo estalló en mil pedazos. El cuerpo de Ralph, inerte y sin huellas de violencia, quedó cubierto de pequeños pedazos de vidrio. Sus ojos aún lloraban.