el orden social y el origen del estado
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UNIDAD 10: EL ORDEN SOCIAL Y EL ORIGEN DEL ESTADO FILOSOFIA Y CIUDADANIA 1º BACHILLERATO
1. El sistema social. Estática social: organización y orden de la sociedad en un momento histórico concreto
Dinámica social: transformaciones de las sociedades en el transcurso del tiempo(cambio)
Sistema social: elementos diferenciables con relaciones mutuas, propiedades específicas
2. Evolución histórica de los sistemas sociales. Sociedades preestatales: basadas en el sistema familiar y en las relación de parentesco
(dependencia del grupo, se autoabastecen dentro del grupo, las relaciones viene dadas
por los usos e instituciones básicas, no existen normas morales ni hay sistema jurídico)
Sociedades de cazadores recolectores: economía predadora, nomadismo, cohesión
Sociedades agrarias y de pastoreo: economía productora, sedentarismo, autosuficiencia
Sociedades con Estado: aparecen entorno al 3300 a.C. en Próximo Oriente
(instituciones que administran el poder político y grupos diferenciados según funciones)
Sociedad antigua (sistema urbano): surgen con el desarrollo de las primeras ciudades
(proceso de especialización de las tareas, diferenciación económica y social del grupo
rígida jerarquización social en la que el grueso de la producción recae en los esclavos
nacimiento del Derecho; constitución de una autoridad política, los grandes imperios)
Sociedad medieval (sistema feudal): retorno al sistema de vida fundamentalmente rural
(la propiedad y derecho de explotación de los feudos marcan diferencias económicas
la jerarquización y estratificación social viene marcada por la relación de vasallaje)
Sociedad moderna (sistema capitalista): economía entorno a los mercados y los burgos
(nueva clase: burguesía, motor de transformaciones económicas, sociales y políticas
nuevo sistema social: el capitalismo, concentración del poder en manos del capital
ruptura entre la clase burguesa, propietaria de la producción, y la clase trabajadora
mayor liberalismo e individualismo, mayor movilidad social, nuevo modelo familiar)
Sociedad contemporánea (sistema global): proceso de mundialización y globalización
3. El orden social. Orden social: cada uno de los elementos que componen el entramado ocupa su lugar
Estructura social: conjunto de elementos organizados y con unidad (no mero agregado)
(individuos con reglas o patrones sociales, interrelaciones, articulación fija y estables)
Grupos sociales: conjunto de individuos unidos por relaciones (pertenencia y necesidad)
Tönnies define comunidades (grupos primarios) vs asociaciones (grupos secundarios)
Posición social: rol social (función en el grupo) + estatus social (categoría o privilegio)
Norma social: pauta que regula nuestra conducta y nuestra relacionarnos con los demás
(permiten y favorecen la convivencia y la estabilidad; pueden ser implícitas o explicitas)
Institución social: objetivación de pautas que regulan determinados comportamientos
Cohesión social: situación de equilibrio en la que se respeta y acepta la estructura social
4. El cambio social. Cambio social: es la transformación de la estructura u organización de la sociedad
Tipos de cambio: transformaciones de equilibrios, transformaciones de estructura
Factores de cambio: factor demográfico, factor económico, factor cultural o ideológico
5. El poder político. Poder: capacidad que tiene una persona o grupo para imponer su voluntad sobre otros,
Autoridad: facultad de gobernar, tener el poder ejercer el mando apoyándose en la ley
(instituciones y organismos, facultad, potestad o jurisdicción, los propios individuos)
Legalidad: principio que afirma que sólo son delitos las acciones y que las leyes señalan
Legitimidad: coincidencia o adecuación de las leyes con principios y valores morales:
Carismática:se basa en la admiración y entusiasmo al líder de cualidades excepcionales
Tradicional: se basa en la costumbre y los usos del pasado (propia de la monarquía)
Legal-racional: se fundamenta en la voluntad de los ciudadanos y en las leyes positivas
6. La naturaleza del Estado. Estado: sociedad que posee instituciones formales de gobierno (desde el Renacimiento)
(órganos políticos, administrativos y jurídicos autónomos: forma una institución social
que posee jurisdicción, legalidad, monopolio de la violencia, soberano, interés público)
7. Principales teorías sobre el origen del Estado. El Estado no es necesario (anarquismo): el Estado es instrumento de opresión y abusos
El Estado es necesario: el Estado limita y controla la violencia, promueve el bien común
Teoría organicista: el Estado es un organismo viviente, un todo que precede a las partes
Teoría contractual: el Estado es una creación de los individuos a través de un contrato
8. El contrato social. Estado absoluto (Hobbes): estado de naturaleza: todos iguales. Lucha de todo con todos
(contrato: sometido al poder del soberano: absoluto, ilimitado, inalienable e indivisible)
Estado Liberal (Locke): estado de naturaleza no regido por licencia sino por ley natural
(contrato: garantiza derechos naturales: la vida, la libertad y la propiedad (tres poderes)
Estado social (Rousseau): estado de naturaleza: igualdad y libertad (estado:desigualdad)
(contrato: pacto social igualitario en el que el pueblo es el soberano: voluntad general)
9 Las formas del Estado. Estado autoritario: su autoridad es ilimitada, no está sometida a ningún tipo de control
(no existen tampoco órganos judiciales realmente independientes (absoluto y totalitario)
Estado de derecho: la autoridad estatal está sometida al dominio de la ley (constitución)
Estado social de derecho: igualdad social, bienestar material y seguridad económica
10. La democracia. Democracia (demos (pueblo) y kráteo (mandar): es el mandato o gobierno del pueblo
(se fundamenta en dos principios: la libertad y la igualdad de todas las personas. Polis:
el ciudadano tomar parte en las decisiones públicas y el la elaboración de las leyes)
Directa: los ciudadanos participaban en la legislación y el gobierno sin intermediarios
Representativa: gobiernan y establecen leyes no los ciudadanos, sino los representantes
(sufragio universal, sistema de partidos, constitución, división poderes, libertades)
Un libro para disfrutar: Golding,W. El señor de las moscas (Londres 1954)
Una película para ver: En el nombre del padre (1991) de Jim Sheridan
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EL SISTEMA SOCIAL Para analizar con detalle en qué consiste la sociedad, podemos optar por dos puntos de
vista o perspectivas diferentes: el de la sociología estática y el de la sociología dinámica.
La primera se centra en la organización y el orden de la sociedad en un momento
concreto; la segunda estará más atenta a las transformaciones que experimentan las
sociedades en el transcurso del tiempo, al cambio social. Todos estamos de acuerdo en
la importancia y necesidad de la sociedad para el desarrollo efectivo de las posibilidades
humanas. Pero este acuerdo se tambalea cuando intentamos precisar en qué consiste eso
que llamamos sociedad. Mientras que unos creen que es una mera suma arbitraria de
individuos, otros quieren ver en ella una especie de organismo similar a los organismos
biológicos. Nosotros, en cambio, partiremos de la concepción de la sociedad como
sistema. Y analizaremos, por ello, la evolución histórica de los sistemas sociales. A menudo habrás escuchado frases como “el sistema funciona”, “esto va contra el sistema” o “todos podemos cambiar el sistema”. En todos estos enunciados utilizamos el
término sistema como sinónimo de sociedad. La noción de sistema, aunque rápidamente
adoptada por la sociología, surgió en el ámbito de las matemáticas para referirse a un
conjunto de elementos que mantenían unas relaciones entre sí y formaban, por tanto, un
todo interconectado. Además, como sistema, el conjunto debía poseer unas propiedades
diferentes a las que tendrían esos mismos elementos por separado. Por extensión a otros
ámbitos, se considera que cualquier conjunto caracterizado por estar formado por
elementos diferenciables y por relaciones mutuas y poseer propiedades específicas sería un sistema. Por ejemplo, es posible hablar del conjunto de los astros que giran
alrededor del Sol como de un sistema: el Sistema Solar, que constituye un conjunto
formado por elementos diferenciables (los planetas, las estrellas, los satélites), por una
serie de relaciones que mantienen entre sí (las relaciones gravitatorias) y por unas
propiedades que los elementos pueden no poseer (el heliocentrismo), pues, aunque el
sistema tiene como centro el Sol, algunos elementos (la Luna) no girar alrededor de éste.
Es posible hablar de la sociedad como de un sistema. Igual que los demás sistemas,
el sistema social está formado por una serie de elementos, los individuos particulares,
las personas que integran la sociedad. También lo constituyen las relaciones que estos
individuos mantienen entre sí: relaciones familiares, relaciones económicas, relaciones
legales..., todas las relaciones que comúnmente denominamos relaciones sociales. Si
entendemos que la sociedad es un sistema, entendemos que es algo más que la suma de
los individuos que la forman. No es un simple agregado de personas, sino que dentro de
la sociedad destacamos la importancia de otros aspectos: las relaciones que mantienen
estos individuos y que hacen que la sociedad sea un conjunto ordenado e interconectado,
que posee propiedades y rasgos que no poseen sus miembros, por ejemplo: bajo índice de natalidad, mayor o menor movilidad social... Todas estas propiedades, y muchas más
que se pueden imputar a un sistema social concreto, están evidentemente relacionadas
con los individuos particulares que la forman, aunque no surgen directamente de ellos,
sino de las relaciones que estos mantienen.
EVOLUCION HISTORICA DE LOS SISTEMAS SOCIALES Aunque hemos hablado del sistema social como si sólo hubiese uso, lo cierto es que
existen tantos como organizaciones sociales ha habido a lo largo de la historia y de la
geografía mundial. Cada una de las comunidades distintas (temporal y espacialmente)
coinciden, no obstante, en que constituyen un sistema. Daremos un repaso breve a
alguno de estos sistemas sociales que se han dado a lo largo de la historia.
LAS SOCIEDADES PREESTATALES PRIMITIVAS
Dentro del vasto conjunto que formarían las distintas formaciones sociales de los
primeros seres humanos, es posible destacar un rasgo que seguramente poseían todas
ellas: ser sociedades basadas en el sistema familiar. Las comunidades primitivas eran
una extensión del grupo familiar. Las tribus y los clanes que constituían cada sociedad
concreta estaban formados por individuos entre los que existía relación de parentesco,
ya fuese real o ficticia, y se consideraban descendientes de un antepasado común. Esto
es de suma importancia, pues lograba dar cohesión al grupo y permitía limar las
inevitables diferencias que surgían entre los individuos. A pesar de la existencia de este
rasgo común, es necesario diferenciar dos sistemas primitivos distintos:
Sociedades cazadoras y recolectoras. Este tipo de sociedad se organiza en función
de un sistema económico concreto: la economía depredadora. En estas sociedades, los
individuos no producen ellos mismos lo que necesitan para sobrevivir, sino que lo
toman de la naturaleza, ya sea cazando animales o recolectando frutos y hierbas. Esta
forma de garantizarse la pervivencia comporta una especial organización:
El nomadismo, pues deben desplazarse en busca de lo necesario para sobrevivir.
La cohesión social está asegurada gracias a los profundos vínculos cooperativos que surgen de la caza colectiva. Tener que atrapar piezas más veloces o fuertes que
uno mismo requiere de un gran ingenio, trabajar en equipo y en perfecta cooperación
La división del trabajo se produce por primera vez: los hombres cazan mientras las
mujeres cuidan a los hijos y se dedican a las tareas de recolección. Esto tendrá
importantes repercusiones en la distinción de los papeles sociales y en el prestigio
asociado a cada uno de ellos.
Sociedades agrarias y de pastoreo. A diferencia de las anteriores, se basan en un
sistema económico completamente distinto: la economía productora. Ya no están a
merced de lo que la naturaleza les ofrece, sino que, mediante la agricultura y la
ganadería, se obtiene todo lo que se precisa. Esto conlleva una transformación social:
Es sedentarismo, pues ya no existe la obligación de desplazarse tras el alimento. Las
comunidades se asientan en un lugar propicio y allí producen lo que necesitan, lo que
comporta la creación de los primeros núcleos demográficos estables.
Igual que en las sociedades cazadoras, las agrarias continúan siendo organizaciones
bastante igualitarias y autosuficientes. Todos los miembros del contribuyen a
producir lo necesario para garantizar la perpetuación del grupo.
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En todo caso, estas sociedades están formadas por un escaso número de miembros que
practican una economía caracterizada por no acumular excedentes, en consecuencia, no
existen grandes diferencias económicas entre sus componentes; se autoabastecen dentro
del grupo y no existe diferencia notoria en cuanto a la división del trabajo (salvo la
establecida en función del sexo o la edad). El individuo mantiene una dependencia muy
fuerte del grupo, tanto a nivel económico como psicológico, lo que motiva que toda
norma sea vivida como algo externo, esto es, propiamente no existen normas morales.
La regulación de las relaciones entre individuos viene dada por los usos y ciertas
instituciones básicas (matrimonio, totemismo, roles sociales). No existe sistema jurídico.
LAS SOCIEDADES CON ESTADO
Las primeras sociedades con Estado aparecen en torno 3300 a.C. en el Próximo Oriente.
Este tipo de sociedades se caracterizan por contar con instituciones que administran el
poder político y porque en ellas aparecen grupos claramente diferenciados en virtud de
sus funciones, privilegios y/o poder económico (castas, estamentos, clases). En este tipo
de sociedades podemos diferenciar tres tipos de organizaciones diferentes, que en el
mundo occidental se han sucedido históricamente.
La sociedad esclavista antigua: cuyos prototipos son las ciudades Estado griegas y el
Imperio romano. Se caracterizan porque la producción descansa básicamente en el
trabajo de los esclavos, mientras los hombres libres disfrutan de su tiempo de ocio.
La sociedad feudal: en la cual el poder descansa en los señores feudales, y se funda
en relaciones de vasallaje (des siervo frente al señor feudal) con una economía agraria
La sociedad moderna: caracterizada por un fuerte desarrollo industrial y comercial.
El Estado adquiere un gran peso como elemento organizador de la sociedad,
evolucionando hacia lo que se conoce como Estado moderno o Estado nacional. A la
sociedad sometida a las reglas emanadas del Estado se la denomina sociedad civil.
Sociedades antiguas (sistema urbano). El crecimiento de asentamientos agrarios y
su posterior desarrollo suponen la aparición de las primeras ciudades. Son núcleos de
población mucho más complejos que obligan a una organización más desarrollada. Casi
todos los miembros del grupo participan de la producción de los bienes de subsistencia,
y se produce un proceso de especialización de las tareas y los trabajos que favorece una
diferenciación económica y social entre los distintos grupos, que culminará en una rígida
jerarquización social. El grueso de la producción de los bienes materiales recae en una
única clase social: los esclavos. Esta jerarquización demanda la creación de normas y
leyes explícitas que regulen la convivencia social y el reparto y disfrute de los bienes
comunes. El nacimiento del Derecho irá acompañado de la constitución de una
autoridad política que dicte y haga cumplir dichas normas. Esto supondrá la aparición
de una nueva clase social, el ejército, que se ocupa de hacer acatar las normas a nivel
interno y la defensa, a nivel externo, de posibles enemigos. La creación de ejércitos está
relacionada con la tendencia de las ciudades más poderosas a anexionar los territorios y
las riquezas circundantes, lo que origina el sistema social de los grandes imperios.
Sociedad medieval (sistema feudal): La fragmentación de los últimos grandes
imperios produce la aparición de una nueva organización y de un nuevo sistema social:
el feudal. La Edad Media supone el retorno a un sistema de vida fundamentalmente
rural, ya que la forma básica de explotación es la agrícola. El feudalismo se caracteriza
sobre todo por la fragmentación territorial en parcelas rurales: los feudos. La propiedad
y el derecho de explotación de estos feudos marcan las diferencias económicas y
sociales características de este periodo. La jerarquización y estratificación social viene dada por la división de la masa social en varios grupos o estamentos entre los que
se dan enormes diferencias en cuanto a derechos y privilegios. En el feudalismo. la
relación social característica es la relación de vasallaje, que se establece entre el señor o
propietario del feudo y el vasallo o siervo, que carece de propiedades y de libertad. El
vasallaje consiste en la sumisión y servidumbre de estos últimos hacia los primeros.
Sociedad moderna (sistema capitalista): La modernidad y el capitalismo suponen
un retorno a la vida urbana. Gracias a las reformas agrarias y a la aplicación de nuevas
tecnologías, se produce una acumulación de excedente que favorece el intercambio y la
actividad comercial. Esto potencia la importancia, vitalidad y riqueza de los mercados, alrededor de los cuales se van concentrando núcleos de población cada vez más densos:
los burgos o nuevas ciudades. Surge aquí una nueva clase social: la burguesía, que se
convierte en uno de los motores de las transformaciones económicas, sociales y
políticas que conducirán a la modernidad. Formada por artesanos y comerciantes
emprendedores y con deseos de prosperar, la burguesía potencia la productividad y el
comercio, y reinvierte sus ganancias en la mejora de la producción, lo que facilita un
dinamismo productivo y económico que culmina el la Revolución industrial. La aparición de la burguesía, junto con otros factores (la mejora de las comunicaciones,
el descubrimiento de nuevas fuentes de energía, el desarrollo técnico, la introducción de
maquinaria, el aumento demográfico, la decadencia de los sistemas anteriores...) será la
causa de la revolución industrial y, con ello, de un nuevo sistema social: el capitalismo.
En las sociedades capitalistas se produce una concentración del poder (de todos los
tipos, no sólo económico; también político, cultural, administrativo...) en manos del
capital, es decir, en manos de quien posee el dinero o controla los mecanismos para
ganarlo. La nueva clase que ostentará los privilegios, antes en manos de la nobleza y el
clero, será la clase empresarial. Y aunque los huevos sistemas sociales suelen ser
políticamente legalistas (es decir, la autoridad política se encuentra legitimada por las
leyes explícitas), lo cierto es que éstas suelen favorecer los intereses de la nueva clase.
La ruptura entre la clase burguesa, propietaria de los medios de producción, y la clase
trabajadora (el proletariado), encargada de la mano de obra, se hace cada vez más fuerte
Socialmente, este nuevo sistema se distingue por rasgos como los siguientes:
Mayor liberalismo e individualismo: se respetan más las libertades individuales.
Mayor movilidad social: existe la posibilidad efectiva de cambiar de clase social.
Transformación del modelo familiar: pasa de ser extenso a nuclear (la convivencia
queda limitada al matrimonio y a los hijos.
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Sociedad contemporánea (sistema global). Los sistemas sociales varían en el
tiempo, pero también en el espacio. Por ello, no parece lícito hablar de un único y
homogéneo sistema social actual. Aunque el la época contemporánea actual se está
produciendo un proceso de mundialización o globalización sin precedentes en épocas
anteriores, lo cierto es que geográficamente existen todavía muchas diferencias. Lo que
vamos a hacer es ver algunos de los rasgos propios de una sociedad contemporánea
concreta, la que surge a partir de las sociedades capitalistas modernas. Muchas de las
características de este sistema suponen una continuación y un desarrollo de fenómenos
que se iniciaron en las primeras sociedades capitalistas. Deberemos señalar:
Movilidad social elevada: como en ninguna otra época, la posición y la función sociales de un individuo no dependen tanto del grupo en el que ha nacido sino de los
méritos y capacidades personales, de si valía (fruto de una educación igualitaria).
Modelo familiar nuclear: similar al de la sociedad moderna, aunque con creciente
tendencia a la disgregación (debido a rupturas matrimoniales que obligan a esquemas
familiares más reducidos en donde los hijos conviven con un solo progenitor).
Envejecimiento de la población: paralelamente al desmembramiento familiar, y muy
relacionado con él, se halla el descenso del índice de natalidad, que unido al también
bajo índice de mortalidad produce un envejecimiento notable de la población.
Estado social del bienestar: en las sociedades actuales, el Estado no se limita a
administar los bienes públicos, sino que, además, tiene la obligación de asistir y paliar
las necesidades de sus ciudadanos (subsidio de desempleo, seguro médico, pensiones) Industrialización y tecnologización: aumentan y mejoran, a todos los niveles, los
sistemas de producción y distribución de bienes (lo que, colateralmente, implica un
notable aumento de los riesgos para la salud y la progresiva destrucción del planeta).
Desarrollo y expansión de los grandes sistemas de comunicación: radio, televisión,
Internet, satélites digitales, agencias internacionales de prensa... Su enorme difusión y
el alcance de los medios de comunicación han contribuido decisivamente a la
aparición del rasgo más característico de la sociedad actual: la globalización. Mundialización o existencia de una sociedad mundial: en la época actual, ningún
país, comunidad o grupo puede actuar sin tener en cuenta al resto del mundo. Entre
todos los países existe una fuerte interconexión: lo que aquí ocurre puede estar
causado por acontecimientos remotos geográficamente, y a la inversa. La existencia
de la sociedad mundial se ve corroborada por la acción de organismos internacionales
surgidos para regular estas relaciones (aunque estos organismos se son aún limitados).
La tendencia a la globalización no ha conseguido, todavía, que todas las comunidades
vivan situaciones sociales, económicas y culturales similares. Al contrario, existen
entre ellas cada vez más diferencias y, sobre todo, desigualdad social y económica. La
ONU (Organización de las Naciones Unidas), creada tras la Segunda Guerra Mundial
(1945) es el mayor organismo internacional, intenta promover la paz internacional, garantizar el cumplimiento del derecho internacional y promover el desarrollo social.
EL ORDEN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL En sentido general, decimos que algo está ordenado cuando cada cosa esta en su sitio.
Con los sistemas sociales pasa lo mismo: hablamos de orden social cuando cada uno de
los elementos que componen el entramado social ocupa su lugar y encaja a la perfección
con los demás. Pues bien, si la sociedad constituye un sistema (conjunto de elementos
organizados y con unidad) y no una mera suma o agregado de individuos, resulta claro
que la sociedad debe de poseer estructura. De todo sistema social, incluso de los más
primitivos, puede afirmarse que sus miembros se relacionan siguiendo unas reglas o
patrones sociales y que, por ello, sus interrelaciones dibujan una trama o articulación
más o menos fija y estable que es posible estudiar y describir, una estructura social. Así como la estructura de una ciudad se concreta en los edificios que posee, en las
calles y avenidas que los conectan, pero también en el plan urbanístico que determina su
diseño, de igual forma, la estructura de una sociedad está compuesta por los individuos que la integran, por las relaciones que los unen y por las normas, costumbres e
instituciones. Para dar cuenta de la estructura de un sistema concreto deberemos
especificar los elementos de ese sistema (individuos y grupos), las posiciones que
ocupan los individuos en ellos, las normas que regulan sus relaciones y las instituciones
que establecen esas normas. Pero si bien todo sistema social posee estructura, no todos
poseerán la misma, pues cada uno puede estar formado por grupos, normas y relaciones
de convivencia distintos (así en el sistema esclavista, feudal o capitalista).
Los grupos sociales constituyen una de las unidades fundamentales para el estudio
de la estructura social. Estos grupos también poseen su propia estructura, además de
estar formados por unidades más pequeñas: los individuos. En sociología se entiende
por grupo un conjunto de individuos (no importa su número) unidos por relaciones, y
cuya pertenencia al grupo se da de forma consciente. Todo grupo se se caracterizan por:
Pertenecer a una misma cultura, hablar una lengua común y compartir valores y
normas morales que faciliten las relaciones con pautas comunes de comportamiento
Obrar conjuntamente para satisfacer sus necesidades. Existe una división del trabajo
mediante la cual los individuos cumplen diferentes funciones sociales.
El sociólogo francés Ferdinand Tönnies distingue dos clases de grupos sociales:
Comunidades (grupos primarios): conjuntos de personas vinculadas por lazos
emocionales o que poseen valoraciones sociales comunes; la vida de sus miembros
transcurre de forma conjunta, íntima y privada, por lo que la personalidad individual
se forja al identificarse con la vida y la finalidad comunes del grupo a través de los
procesos de socialización más relevantes (familia, vecindad, grupo de amigos).
Asociaciones (grupos secundarios): agrupaciones de personas que se reúnen con una
cierta asiduidad pero que no mantienen lazos íntimos (aunque pueden llegar a serlo)
al tratarse de relaciones guiadas por el interés personal y la voluntad de alcanzar un
acuerdo racional beneficioso para todas las partes; los fines del grupo son prácticos y
específicos y las relaciones suelen están reguladas por el derecho.
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POSICIONES, NORMAS E INSTITUCIONES SOCIALES Aunque el grupo sea la unidad básica de estudio de la sociedad, no debemos olvidar que
ésta se refiere, en último término, a individuos, protagonistas del acontecimiento social.
Estos individuos mantienen, en el seno del grupo, relaciones entre sí y poseen cierta
posición en él. La posición social ha sido definida como la situación general (económica
religiosa, política, cultural...) que mantienen cada individuo en el conjunto de la trama
social. Respecto a ella, caben distinguir dos aspectos: el rol social y el estatus social: Rol social es el conjunto de conductas y deberes propios de una determinada posición
Es la función que cada uno desarrolla en la sociedad exigen una conducta determinada
Tiene carácter dinámico (determina nuestras acciones), fundamentalmente normativo (asocia deberes y obligaciones a una determinada posición social).
Estatus social es la categoría o prestigio asociado socialmente a un rol y a una
posición social, y a la posesión de unos determinados rasgos personales que suelen
despertar distinto grado de reconocimiento (edad, raza, sexo...). Tiene un carácter más
estático e implica desigualdad social, que pueden ser más o menos acusadas.
Una norma social es una pauta que regula nuestra conducta y nuestra forma de
relacionarnos con los demás. Determinan de un modo positivo y negativo nuestro
comportamiento, recomendando o promoviendo nuestras acciones (respeta a los demás) o bien prohibiendo y limitando ciertas conducta (no debes matar). Permiten y favorecen
la convivencia y la estabilidad y solucionan los posibles conflictos. Pueden dividirse en
Explícitas: son las que están formuladas de forma precisa y elaborada como leyes, las
normas legales que componen el corpus legal o derecho positivo de una comunidad.
Implícitas: son aquellas pautas que regulan los usos sociales vigentes, generalmente
no formuladas de forma explícita en ningún corpus. Son las reglas del trato social.
Cuando las normas sociales, a fuerza de repetirlas, cristalizan como reglas fijas de
comportamiento, asistimos a un proceso de institucionalización. En sociología se
entiende por institución un sistema de normas que responden a una necesidad social y
que constituyen una objetivación de pautas que regulan determinados comportamientos
En definitiva, cuando un conjunto de reglas se vuelve estable, y los individuos que se
guían por él lo ven como algo externo e independiente, hablamos de institución.
Entendemos por cohesión social aquella situación de equilibrio en la que los miembros
de una sociedad respetan y aceptan la estructura social vigente. Esta armonía en el orden
social está directamente relacionada con el control social, que no es otra cosa que una
serie de medidas encaminadas a que los individuos del grupo acaten y adopten los
comportamientos, las actitudes y creencias que se consideran pertinentes. Hay dos tipos:
Coercitivas: cuando existe una imposición más o menos fuerte del orden social. Así,
el derecho, el sistema jurídico, las fuerzas del orden obligan al acatamiento de normas
Consensuadas: cuando los miembros del sistema social están intima y libremente
convencidos de la eficacia y la necesidad de las normas (acatamiento y conformidad)
EL CAMBIO SOCIAL Hasta ahora hemos atendido sólo a los aspectos estáticos de la sociología (estructura y
organización social). Sin embargo, el orden social está sujeto a los avatares del tiempo.
Todos los sistemas, por estables que sean, sufren reestructuraciones y transformaciones.
A la hora de hablar de dinamismo o transformación social, es necesario diferenciar lo
que consideramos cambio social de lo que llamaremos movilidad social. Mientras que
el término transformación se refiere a cambios importantes en la estructura de una
sociedad, el término movilidad hace referencia al grado de posibilidad de cambiar de
posición social que tienen los individuos o de variar su estatus dentro de la sociedad.
Entendemos por cambio social la transformación de la estructura u organización
de una sociedad. El cambio es el tránsito entre dos momentos caracterizados por la
estabilidad y el equilibrio. La transformación ocurre cuando una organización concreta
que durante algún tiempo había gozado de armonía se desestabiliza y deja de ser útil. El
cambio es sinónimo de crisis, pues supone inestabilidad y desorden, y aunque en un
primer momento traiga confusión, a la larga será la causa de una nueva ordenación. Por
supuesto, no todos los cambios de producen de la misma manera. Hay tipos de cambio:
Transformación de equilibrio: cambios en la organización de una sociedad que no
suponen una alteración sustancial que nos obligue a hablar de nuevo sistema social.
Transformación de estructura: cambios profundos en la estructura del sistema que
la alteran de un modo sustancial y nos obligan a hablar de un nuevo orden social.
Ya sean de equilibrio o de estructura, las transformaciones sociales se dan de dos
maneras completamente distintas: de manera lenta y progresiva, de forma que resulta
imperceptible para los sujetos que la están viviendo (transformación gradual y pacífica)
o bien de manera rápida y radical, lo que supone cambio traumático para los sujetos que
la viven (transformación revolucionaria, por su radicalidad y por la forma en que se da)
Aunque el dinamismo y la transformación son consustanciales a la sociedad, lo
cierto es que hay una serie de factores de cambio que pueden favorecer su aparición:
Factor demográfico: un aumento o disminución de la población ya es de por sí un
cambio social, pero además este puede ser la causa de otros cambios más profundos.
Factor económico: el sistema económico de la sociedad determina su organización
social: un cambio en la forma de producción, en la distribución de las riquezas o en
el consumo de éstas produce un cambio en el orden social.
Factor cultural o ideológico: la cultura, las creencias o la ideología marcan de
manera irremisible la organización social: distinta mentalidad, distinta forma de vida.
Es posible señalar otros fenómenos que pueden contribuir a la transformación de la
organización social: cualquier alteración (desde el clima hasta las novedades técnicas o
los cambios políticos) puede traer consigo una serie de efectos que acaben modificando
profundamente el orden social. Por todo ello, cada vez más, los sociólogos hablan de
interconexión e interrelaciones de varios factores en las transformaciones sociales.
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EL PODER POLITICO Podemos definir el poder como la capacidad que tiene una persona o un grupo para
imponer su voluntad sobre la de otros, sobre todo cuando la postura que se impone es
contraria a los deseos o las inclinaciones de aquellos a quienes se les impone. Autoridad
es la facultad de gobernar, tener el poder o ejercer el mando apoyándose en la legalidad,
o bien la persona que ostenta ese poder y hace uso de él. En este sentido, la autoridad se
puede ejercer en tres niveles diferentes, todos ellos están estrechamente relacionados:
Las instituciones u organismos dotados de poder: por ejemplo, la autoridad militar
representada por el ejército, la autoridad municipal refiriéndose a los ayuntamientos
la autoridad del Estado aludiendo a la potestad o personalidad de dicho organismo.
La facultad, potestad o jurisdicción que otorga el desempeño de algún cargo: es decir,
la autoridad que tiene un jefe de Estado, una alcaldesa de un pueblo o un general de
división de un ejército.
Los propios individuos que ejercen los cargos o poseen dichas facultades: como la
autoridad de Oscar Ares, y Montse Badía, alcaldes de sus respectivos pueblos.
En los tres casos nos referimos a ciertas cualidades, capacidades, dignidades o poderes
relacionados con la dirección de la sociedad. Atendiendo a estos aspectos, podemos
definir la autoridad como el derecho de dirigir y de mandar, ser escuchado y obedecido
por otros. Siguiendo al sociólogo Max Weber se pueden diferenciar los siguientes tipos:
Legitimidad carismática: se basa en la admiración y el entusiasmo. Se caracteriza
por la existencia de un líder de cualidades excepcionales, al que un número mayor o
menor de seguidores respeta y obedece. Ejemplos en El Cid, Lutero o Fidel Castro.
Legitimidad tradicional: se basa en la costumbre y los usos del pasado. Es la propia
y exclusiva de la sociedad feudal y de la monarquía del antiguo régimen (reyes,
condes, duques…) y aunque actualmente conserva cierta vigencia en algunos Estados
(vg: España, Gran Bretaña…) en la mayoría de los casos, tal autoridad tiene un
carácter simbólico, careciendo en la práctica de poder político
Legitimidad legal-racional: Se fundamenta en la voluntad de los ciudadanos y en las
leyes positivas. Este tipo de autoridad nació en la Grecia clásica, pero en occidente no
surgió hasta las revoluciones americana y francesa del siglo XVIII. Actualmente es la
propia y característica de los Estados democráticos.
En los Estados democráticos se encuentra vigente el principio de legalidad, que
sostiene que sólo son delitos las acciones y las omisiones que las leyes señalan como
tales, y en la medida misma en que lo señalan, y que a ninguna persona se le puede
castigar por los delitos o faltas que hubiere cometido de manera diferente a la señalada
por la ley (el juez tiene que atenerse a la pena o castigo que determine la ley de modo
explícito). El principio de legitimidad consiste en la coincidencia o adecuación de las
leyes con unos principios, valores y exigencias morales que garanticen el respeto a la
dignidad humana y a los derechos de todas las personas.
LA NATURALEZA DEL ESTADO Cuando una sociedad posee instituciones formales de gobierno o, más precisamente,
órganos políticos, administrativos y jurídicos autónomos, decimos que es una sociedad
con Estado. A veces se identifica a las sociedades con e conjunto de dichos órganos,
calificándolas genéricamente como Estados. El Estado es una forma particularmente
desarrollada de sociedad organizada políticamente, de sociedad civil. En realidad,
estamos ante un término extremadamente ambiguo y polisémico. No es sólo que se
utilice indistintamente para designar a una sociedad y al conjunto de instituciones de
ésta; además, se confunde, a menudo, con otros términos como pueblo y nación o se
reserva para referirse al conjunto de instituciones vinculadas a sociedades específicas
que surgen en Europa a partir del Renacimiento.
Evidentemente, no todas las sociedades son estatales. La familia constituye un
ejemplo de este tipo. Sin embargo, en las primitivas sociedades patriarcales y tribales se
encuentra el germen de las ulteriores sociedades políticas. En la polis griega se consuma
ya, de facto, el primer caso de sociedad estatal dentro de nuestra tradición cultural. En
español es costumbre designar el término Estado tanto para designar al conjunto de la
nación, como para designar una determinada institución social. Aquí nos referiremos a
este segundo sentido del término Estado. Así entendido, el Estado puede ser definido
como una institución social que tiene, en versión moderna, las siguientes características:
Tiene una jurisdicción universal en su propio territorio: esto quiere decir que el
Estado tiene la autoridad para gobernar y hacer cumplir las leyes de los límites
territoriales de dicho Estado. El reverso de esta capacidad del Estado es que las leyes
dictadas por él obligan a todos los miembros de la sociedad sobre la que tiene
vigencia ese Estado.
Es fuente de legalidad: es decir, del Estado emana el sistema de derecho.
Tiene el monopolio del poder coercitivo y de la violencia: esto quiere decir que,
cuando los individuos incumplen las leyes, el Estado (y solamente el Estado) tiene
poder para castigar a los infractores, puesto que está legitimado para ello.
Es soberano: esto quiere decir que no comparte el poder legislativo ni coercitivo con
ninguna otra instancia, ni está sometido a ninguna instancia superior.
Con respecto a las funciones, el Estado se diferencia de cualquier otra institución
social en que potencialmente puede hacerse cargo de todo lo que tiene un interés público. Pero de hecho, no suele ser así, ni parece deseable que llegase a ser así. De
hecho, las funciones que desempeñan los Estados varían según la concepción
ideológica de los gobiernos que los ocupen. La izquierda y los movimientos fascistas
tienden a ampliarlas, la derecha liberal a disminuirlas.
Por lo general, el Estado moderno, sea del signo que sea el gobierno ocupante, se
encarga, como mínimo, de la seguridad dentro de las fronteras y frente al exterior, de
garantizar un sistema público de enseñanza y del mantenimiento de algún tipo de
sanidad pública. Veamos ahora las distintas teorías sobre el origen del Estado moderno.
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TEORIAS SOBRE EL ORIGEN DEL ESTADO ¿La sociedad humana implica necesariamente la existencia de un Estado?
¿Hay justificación para el hecho de que algunas personas tengan más poder que otras?
¿Podría haber sociedades sin Estado? ¿Serían mejores o peores que las que lo tienen?
El Estado no es necesario. Esta postura ha sido defendida por el movimiento político
conocido con el nombre de anarquismo, que sostienen que el Estado, no sólo no es
necesario, sino que además es indeseable, puesto que históricamente ha sido un
instrumento de opresión que sólo ha favorecido a los poderosos y que ha generado
ambición, odio, abusos, esclavitud, guerras y, prácticamente, todos los males que han
sufrido las sociedades humanas. Para los anarquistas, la vida es esencialmente social,
pero ello no implica la existencia de un poder central y opresor: el ser humano es
bueno por naturaleza, o sería bueno si viviese en una comunidad igualitaria, donde la
natural bondad humana garantizase la solidaridad sin necesidad de imposición.
El Estado es necesario. El Estado es imprescindible básicamente por dos razones: el
Estado monopoliza la fuerza (es el único que puede hacer uso legítimo de ella), limita
y controla los brotes de violencia que puedan darse. La competitividad, la rivalidad,
la agresividad son tan naturales al hecho social como la cooperación y la solidaridad.
El Estado se presenta como el único capaz de evitar que las tensiones y conflictos
hagan peligrar la estabilidad social. En segundo lugar, el Estado es la única instancia
que promueve el bien común. Los individuos particulares y las asociaciones que
componen la sociedad civil están tan preocupados por conseguir sus propios objetivos
que hacen imprescindible una institución que se ocupe del interés general.
Desde un punto de vista filosófico, y en relación al tema que nos ocupa, interesa
sobremanera determinar cómo se puede plantear la relación entre los componentes de la
sociedad (los individuos) y el conjunto de instituciones que los coordinan y gobiernan el
Estado. Prescindiendo de la concepción formalista que tiende a ver el Estado como una
simple formación jurídica, dos han sido las maneras tradicionales de resolver la cuestión:
El Estado es como un organismo viviente, siendo los individuos partes o miembros
del mismo. El Estado como un Todo, precede y es anterior a las partes (los individuos
o grupos de individuos) que aisladas o separadas de aquel no tienen existencia real,
son meras abstracciones. De aquí se deduce, además, que el Estado tiene un carácter
y dignidad que no deriva de ninguna de sus artes, ni tampoco de la suma de todas
ellas. A esta postura la denominamos organicista.
El Estado es una creación de los individuos. Estos, a través de un pacto o contrato
(implícito o explícito), deciden organizarse estatalmente de una manera determinada,
que viene definida, por lo general, en la forma y características de dicho contrato. Por
lo tanto, es en éste, en donde quedan fijados los poderes y competencias del Estado.
En esta concepción, lo natural no es solamente una sociedad sin Estado, sino una
ausencia total de cualquier tipo de sociedad es decir, una situación en la que los
individuos viven de manera aislada y dispersa. Es la postura atomista o contractual.
LA JUSTIFICACION DEL ESTADO ABSOLUTO EN HOBBES La teoría contractual, al establecer el origen de la sociedad política y del Estado
como convencionales, fruto de un pacto o acuerdo, supone que existe una situación
previa, una situación anterior al Estado, un Estado de naturaleza cuya existencia real
es una mera hipótesis de trabajo. Thomas Hobbes (1588/1679), en su obra Leviatán
(1651) nos describe de la siguiente manera teórica esta situación:
Todos los hombres son iguales, y no tienen necesidad alguna de estar juntos (igualitarismo y no sociabilidad).
Como consecuencia de esto se produce un derecho de todos sobre todas las cosas
(ius omnium in ovni). Todos los hombres gozan del mismo derecho natural: libertad de usar su propio poder, como se quiera, para preservar la propia naturaleza. Se provoca una situación de guerra de todos contra todos (bellum omnium in omnes). Las causas que la provocan son el ánimo competitivo, las situación de inseguridad y
el deseo de gloria y de fama. Es evidente que Hobbes tiene una concepción negativa
de la naturaleza humana: el hombre es un lobo para el hombre (homo homini lupus). La situación es caótica: no hay industria ni agricultura, reina un ambiente de
desconfianza y el hombre siente un temor continuo al peligro y a la muerte violenta. e) Tampoco hay ley: no tiene sentido hablar de comportamientos justos o injustos.
En efecto, en el estado de naturaleza los hombres son básicamente iguales y egoístas:
como todos hacen lo mismo y con fuerzas similares se desencadena una guerra de todos
contra todos. Sólo puede ponerse término a tal situación pactando la instauración de un
poder incontestable, al que los individuos ceden todo el suyo. Es mediante el pacto
como surgen tanto el Estado como la sociedad: es el contrato el que, al crear un poder
irresistible, saca a una multitud de individuos de un estado de naturaleza y les confiere
una organización social y política. La multitud así unida se llama Estado, el que asume
el poder se llama soberano y cualquier otro es el súbdito. El poder de este soberano es
absoluto, ilimitado, inalienable e indivisible, sencillamente porque si no lo fuera no
podría cumplir la función para la que ha sido instituido: asegurar la paz social. El
monarca esta al margen del pacto, es absoluto.
LOS ORIGENES DEL ESTADO LIBERAL: LOCKE John Locke (1632/1704) en su obra Dos tratados sobre el gobierno civil adopta un
punto de vista semejante al de su compatriota Hobbes, pero para este autor el hipotético
estado de naturaleza no esta regido por el reino de la licencia sino por la ley natural.
Conforme a ella, el individuo tiene derecho a castigar el crimen, protegerse a sí mismo
y a los demás y obtener la reparación del daño; pero esto mismo lo hace inseguro. El
único medio de conservar los derechos con seguridad es la unión de los hombres en
sociedad, mediante un pacto (igualmente hipotético) con el cual se construye un cuerpo
político con suficiente autoridad para salvaguardar los bienes y los derechos de todos.
Nadie, a partir de ese momento, puede tomarse la justicia por su mano. La comunidad
política resultante tiene como finalidad la seguridad de todos, la defensa de los derechos
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Pero, a diferencia de Hobbes, Locke entiende que no es necesario entregar todo el
poder a la autoridad constituida sin reservarse los pactantes ninguno sobre ella. Por
tanto, el poder está vinculado al fin para el que fue instituido: la salvaguarda de los
derechos naturales. Estos son básicamente, la vida, la libertad y la propiedad,
entendida ésta unas veces como el conjunto de bienes y derechos propios del hombre,
otras como aquellos bienes que el hombre alcanza con su trabajo.
De otro lado, el poder se ejerce sobre todo el territorio de la comunidad, que no es
otro que las tierras de los pactantes. Para conocer cuándo en un territorio dado se ha
pasado del estado de naturaleza al civil, Locke se fija en tres elementos: leyes ciertas, jueces conocidos y poder suficiente. Allí donde existen hay que suponer celebrado el
pacto e instituida la comunidad política. De lo contrario, se está todavía en el estado de
naturaleza: esto último es lo que ocurre con el Estado absoluto. Así pues, Locke va a
distinguir tres funciones o poderes en un Estado constituido: legislativo, judicial y
ejecutivo (en ocasiones habla de legislativo, ejecutivo, encargado del derecho de gentes
y federativo, encargado de las relaciones exteriores y del derecho internacional). Las
ideas de Locke tendrán una amplia repercusión política a lo largo del siglo XVII en
Inglaterra, ya que va a suponer la conquista de determinados derechos por parte de los
hombres libres (los propietarios), paralela a la emergencia del Parlamento como orden
político equiparado al Rey y, dentro de él, el ascenso de la Cámara de los Comunes hasta el nivel de la Cámara de los Lores.
LA TEORIA CONTRACTUALISTA DE ROUSSEAU Nuestra sociedad actual, piensa Jean Jacques Rousseau (1712/1778), está basada en la
desigualdad: por eso es injusta y ha pervertido al hombre. Todo esta establecido como
si hubiera tenido lugar un pacto desigual y leonino, en virtud del cual los poderosos y
ricos toman lo poco que les queda a los débiles y pobres a cambio de las molestias que
sufrirán gobernándolos. Ahora bien, la igualdad es indisociable de la libertad, y una y
otra son derechos humanos inalienables. Por eso, una sociedad como la nuestra, basada
en la desigualdad y en la servidumbre, es ilegítima: hace falta una transformación de la
sociedad existente sobre un pacto social igualitario (nuevamente imaginario), conforme
al cual cada uno cede sus derechos a la comunidad, sin reservarse ninguno, porque ni lo
necesita ni sería permisible que nadie lo reservara con intención de utilizarlos en su
particular provecho a expensas del interés común.
La diferencia entre el pacto roussoniano y el hobbesiano reside en que el primero no
instaura un soberano diferente de la propia comunidad: el pueblo es el soberano. La
voluntad general se expresa mediante la ley, aunque en los dos los particulares deben
ceder sus derechos originarios, bien al Estado (Hobbes), bien a la comunidad
(Rousseau). Los particulares retienen sus derechos (su soberanía) en cuanto parte de la
comunidad, pero no a título individual. En estas condiciones la voluntad general (y su
expresión, la ley) es infalible: la voluntad general transforma los derechos naturales en
derechos civiles, esto es, positivazos por la ley y garantizados por las instituciones del
Estado, por la propia comunidad.
LAS FORMAS DEL ESTADO En sentido amplio, existe Estado en todas las sociedades que poseen una organización
política, por sencilla que sea. En sentido estricto, el Estado surge en la modernidad a
raíz de una serie de hechos históricos, entre los que se cuenta la aparición de una nueva
clases social: la burguesía. Históricamente, el Estado ha ido cambiando, tomando forma
Estado autoritario. Se caracteriza por el hecho de que su autoridad es ilimitada, no
está sometida a ningún tipo de control. Este Estado no reconoce ningún organismo que,
legítimamente, pueda criticarlo, oponerse o controlarlo. Este monopolio de la autoridad
se refleja en la imposibilidad que viven los ciudadanos para intervenir en los asuntos del
Estado: no pueden elegir a los gobernantes, no pueden expresar abiertamente su
disconformidad... No existen tampoco órganos judiciales realmente independientes
respecto a los gobernantes, órganos que pudiesen aplicar las leyes sin tener en cuenta
los intereses de quienes detentan el poder. Así los individuos se encuentran indefensos frente a cualquier abuso de autoridad, ya que no tienen un medio legal efectivo para
defender sus derechos. Podemos distinguir dos tipos de Estado autoritario:
Estado absolutista. Es característico del inicio de la Edad Moderna. Como ejemplos
tenemos a Felipe II en España, Luis XIV en Francia o Enrique VIII en Inglaterra. En
todas estas monarquías, el poder del soberano es, prácticamente, ilimitado, y no está
sujeto a restricciones de ningún tipo dentro de las fronteras de su dominio. Las
personas que detentan el poder no son elegidas por sus súbditos, ni estos tienen
forma de oponerse, legalmente, a sus mandatos.
Estado totalitario. Es la forma más terrible del Estado autoritario. A diferencia de
los Estados absolutistas, en los totalitarios existe un control aún más exhaustivo de
todos los ámbitos sociales y personales. En estas dictaduras el Estado controla,
también, aquellos organismos que no son propiamente estatales, como la sociedad
civil o la vida privada de las personas. Los medios de educación, la educación, las
creencias religiosas, la familia... son estatalmente inspeccionados para evitar
oposiciones que amenacen la hegemonía del Estado.
Estado de derecho. La autoridad estatal está sometida al dominio de la ley. El
poder político, por tanto, no puede ejercerse arbitrariamente, sino que debe hacerse
dentro de los límites del ordenamiento legal. Esto significa que las personas que ocupan
los cargos estatales e intervienen directamente en las decisiones del Estado no pueden
hacer lo que se les antoje, sino que han de tomar sus decisiones dentro de lo que marca
la ley. El objetivo es proteger los derechos individuales frente a los abusos que pueda
cometer el propio Estado. En este Estado, los derechos se consideran incluso superiores
que la autoridad estatal, pues el Estado tiene sentido como guardián de éstos. La libertad
de expresión o la de asociación son derechos inalienables que el Estado debe promover
y proteger. En el ejercicio de esta función asume el monopolio de la violencia, y lo hace
para evitar que, mediante la coacción o la fuerza, cualquier otra persona o grupo pueda
ponerlos en peligro.
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La estructura y el funcionamiento de un Estado de derecho puede variar de un país a otro
por lo cual no vamos a analizar como se organiza, pero si sus dos rasgos característicos La constitución es la ley máxima que regula y estructura el funcionamiento de un
Estado de derecho. Es un documento en el que se fija por escrito las normas generales
los órganos y procedimientos para el ejercicio del poder, así como la relación que
estos órganos tienen con los individuos y sus derechos. Es, en definitiva, un texto
donde se recogen los principios fundamentales en los que se basa el Estado. Entre
otras cosas, señala de forma explícita los derechos individuales y colectivos que
deben ser protegidos. Los primeros textos de este tipo se remontan al siglo XVIII, y
son herederos directos de la Revolución francesa y de la Independencia americana.
La división de poderes. El filósofo francés Montesquieu, siguiendo al inglés Locke, introdujo la idea de que, para evitar los abusos, el poder mismo debe poner freno a su
poder. El mecanismo para hacerlo consiste en hacer recaer los tres tipos de poder que
posee (ejecutivo, legislativo y judicial) en manos distintas e independientes. De esta
forma se imposibilita la aparición de un poder demasiado unitario y global que no
encuentre límites a su dominio, pues, como afirmó Montesquieu, todo hombre que tiene poder siente la inclinación a abusar de él, yendo hasta donde encuentra límites.
Estado social de derecho. Esta forma específica de Estado, de la que todos los países
democráticos se consideran ejemplo, se basa en la convicción de que el reconocimiento
legal de las libertades individuales es indispensable pero insuficiente. Para que el Estado
sea justo y satisfactorio para sus ciudadanos, no sólo debe ajustarse al derecho, sino que
también debe subsanar las deficiencias y desigualdades que genera el propio sistema.
Por influencia de los movimientos socialistas del siglo XIX, se reconoce que, para
hacer efectivas muchas de las libertades individuales, es preciso asegurar también una
mínima igualdad social entre los ciudadanos. No es suficiente con que todos seamos
iguales ante la ley, pues las libertades fundamentales (de expresión, de profesión, de
asociación...) pueden quedarse en puras formalidades si no se asegura una igualdad
mínima de vida. Por esta razón, el Estado debe intervenir directamente en la consecución
de derechos como el derecho a una vivienda y a un trabajo dignos, así como a una buena
educación y a una atención sanitaria adecuada.
La función principal del Estado ya no se reduce, por tanto, a proteger y velar por los
derechos individuales, sino que se le reconoce, además, una labor fundamental en el
ámbito social. Así pues, se entiende que entre sus funciones está también promover el
bienestar material y la seguridad económica de sus ciudadanos. En concreto, se
consideran responsabilidad suya: la organización de la sanidad y la educación gratuitas,
la protección de la vejez, la constitución de servicios personales y sociales para hacerse
cargo de los sectores menos desfavorecidos, y la creación de seguros de desempleo. El
Estado se ha convertido en las sociedades democráticas en un Estado del bienestar. Sin
embargo, parece más adecuado llamarlo Estado de justicia, por cuanto su cometido es
satisfacer unos mínimos de justicia y, por tanto como una exigencia ética irrenunciable.
LA DEMOCRACIA Democracia procede de los términos griegos demos (pueblo) y kráteo (mandar). Así
pues, democracia significa literalmente mandato o gobierno del pueblo. Como puedes
ver, este significado coincide bastante bien con el que le damos intuitivamente: la forma
de organización política en la que el pueblo se gobierna a sí mismo. La democracia, tal
y como la entendemos actualmente, se fundamenta en dos principios: la libertad y la
igualdad de todas las personas. Por una parte, se entiende que todas las personas son
libres y capaces de decidir por sí mismas acerca de aquello que les concierne; y por otra
se considera que todos somos iguales y que, por tanto, las opiniones han de tener el
mismo valor en los asuntos públicos.
El primer sistema democrático del que tenemos noticia se remonta a los siglos IV y
V a.C, en la antigua Atenas, donde los ciudadanos estaban íntimamente comprometidos
con la marcha política de su ciudad, pues podían y debían tomar parte en las decisiones públicas y el la elaboración de las leyes. El procedimiento para que todos pudieran
intervenir consistía el la celebración periódica de asambleas en el ágora o plaza pública
en las que podían dar su opinión todos los ciudadanos libres y todos eran escuchados.
Además de participar activamente en las discusiones y asambleas, los ciudadanos
podían presentarse a cargos públicos, y la justicia se impartía por miembros elegidos al
azar. Se trata, pues, de una democracia directa, donde los ciudadanos participaban, sin
intermediarios ni representantes, en la legislación y el gobierno. Sin embargo, los
derechos y privilegios estaban restringidos a una cuarta parte de la población.
Hasta el siglo XVIII, con la guerra de independencia americana y la Revolución
francesa, no hallamos ningún planteamiento político similar. Será el movimiento liberal,
encabezado por la burguesía, el que reaccionará frente al absolutismo y demandará
mayor libertad y justicia. Sin embargo, hasta el siglo XX no podemos hablar de Estados
democráticos, pues hasta entonces no se da una participación real de toda la población.
Pues el derecho a voto estaba reservado a una minoría privilegiada (sufragio censitario).
A diferencia de la democracia ateniense, las democracias actuales son representativas. Los que gobiernan y establecen las leyes no son los ciudadanos, sino los representantes
que éstos han escogido. Los únicos elementos que se conservan de participación directa
son: el referendum (cuando se pide al ciudadano su voto acerca de alguna cuestión de
especial importancia) y el jurado popular (mediante el cual los ciudadanos participan
en la administración de justicia). Vamos a resumir las características de la democracia:
Sufragio universal. Todas las personas adultas tienen derecho a votar.
Sistema de partidos. Los representantes que pueden escogerse pertenecen a partidos
diferentes (existe diversidad de opiniones). Esto garantiza el pluralismo político
Estado constitucional. La existencia de una Constitución garantiza el sometimiento
del sistema democrático a la ley. La constitución es un límite para los representantes.
División de poderes. Como dijimos antes, constituye un freno a los abusos de poder.
Respeto a las libertades individuales. Destaca sobre todas la libertad de expresión:
libertad para expresar la opinión, aunque ésta se oponga al Gobierno o al sistema.
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SELECCIÓN DE TEXTOS I) La causa final, propósito o designio que hace que los hombres –los cuales aman por naturaleza la libertad y el dominio de los demás– se impongan a sí mismos esas restricciones de las que vemos que están rodeados cuando viven en Estados, es el procurar su propia conservación y, consecuentemente, su vida más grata. Es decir, lo que pretenden es salir de esa insufrible situación de guerra que es el resultado de las pasiones naturales de los hombres cuando no hay poder visible que los mantenga atemorizados y que, con la amenaza del castigo, les obligue a cumplir los convenios y a observar las leyes de la naturaleza. Porque leyes de la naturaleza como la justicia, la equidad, la modestia, la misericordia y, en suma, el hacer con los demás lo que quisiéramos que se hiciese con nosotros, son en sí mismas, y cuando no hay terror a algún poder que obligue a observarlas, contrarias a nuestras pasiones naturales, las cuales nos inclinan hacia la parcialidad, a la venganza y demás.
Thomas Hobbes, Leviatán II) El hombre (...) está casi permanentemente necesitado de la ayuda de sus semejantes, y le resulta inútil esperarla exclusivamente de su benevolencia. Es más probable que la consiga si puede dirigir en su favor el propio interés de los demás, y mostrarles que el actuar según él demanda redunda en beneficio de ellos. Esto es lo que propone cualquiera que ofrece un trato a otro. Todo trato es: dame esto que deseo y obtendrás esto otro que deseas tú; y de esta maneta conseguiremos mutuamente la mayor parte de los bienes que necesitamos. No es la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio. Adam Smith, La riqueza de las naciones III) Lo que pierde el hombre por el contrato social es su libertad natural y un derecho ilimitado a todo cuanto le tienta; lo que gana es la libertad civil y la propiedad de todo lo que posee (...) Hay que distinguir bien entre la libertad natural, que no tiene límites mas que en la fuerza del individuo, de la libertad civil, que está limitada por la voluntad general (...) Podría añadirse a la adquisición del estado civil la libertad moral, la única que hace al hombre auténticamente dueño de sí; porque el impulso del simple apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que uno se ha prescrito es libertad.
Jean-Jacques Rousseau, El contrato social IV) El derecho tiene, desde luego, mucho que ver con la fuerza, tanto en su nacimiento como en su aplicación, pero también mucho que ver con la ética. La fuerza es, si, fuerza física, económica, material y hasta armada, pero es también –y ello influye decisivamente– “fuerza ética”, de convicción, de razón, de autoridad moral, de legitimidad. Y el derecho no puede ni debe prescindir de ninguna de las dos. Se hace, no obstante, necesario señalar que hay dos cosas diferentes, aunque intercomunicadas, que no conviene en modo alguno confundir: una, el derecho que trata de la legalidad; y otra, la ética, que trata de la legitimidad o de la justicia. O, si se prefiere, el Derecho que “es” y el Derecho que “debe ser”.
Elías Díaz, La sociedad entre el derecho y la justicia
V) Es necesario que los hombres se den leyes y que vivan conforme a leyes o en nada se diferenciarán de las bestias más salvajes. La razón de esto es que no se produce naturaleza humana alguna que conozca lo que conviene a los humanos para su régimen político y que, conociéndolo, sea capaz y quiera siempre realizar lo mejor. Pues es difícil conocer que mediante el verdadero arte político ha de cuidar no de su bien particular, sino del común –porque el bien común estrecha los vínculos de la cuidad, mientras que el particular los disuelve–, y porque es conveniente a lo común y a lo particular, a ambos, que el bien común esté mejor entendido que el particular. En segundo lugar, si alguno efectivamente incluye en su arte el conocimiento de que eso es así, pero gobierna después la cuidad sin control y autocráticamente, no podrá en ningún caso mantenerse firme en esta doctrina y seguir a lo largo de su vida sosteniendo el bien común para la ciudad y sometiendo lo particular a lo común, sino que su naturaleza mortal le impulsará sin cesar a la ambición y a actuar en beneficio propio, en su fuga irracional del dolor y en su búsqueda del placer. Pondrá estos dos motivos por delante de lo más justo y lo mejor y, produciendo tinieblas dentro de sí, se llenará al final de toda clase de males y llenará también de ellos a la ciudad entera […] Por eso hay que preferir la ordenación y la ley, que miran y atienden a lo general, aunque no alcancen a cada una de las cosas. Platón, La República
VI) La autoridad siempre demanda obediencia y por este motivo es corriente que se la confunda con cierta forma de violencia. No obstante, excluye el uso de medios externos de coacción: se usa la fuerza cuando la autoridad fracasa. Por otra parte, autoridad y persecución son incompatibles, porque la segunda presupone igualdad y opera a través de un proceso de argumentación. Cuando se utilizan los argumentos, la autoridad permanece en situación latente. Ante el orden igualitario de la persecución se alza el orden autoritario, que siempre es jerárquico. Si hay que definirla, la autoridad se diferencia tanto de la coacción por la fuerza como de la persecución por argumentos.
Hanna Arendt, La condición humana VII) La democracia no es un status en el que pueda un pueblo cómodamente instalarse. Es una conquista ético política de cada día, que sólo a través de una autocrítica siempre vigilante pueda mantenerse. Es más una aspiración que una posesión. Es, como decía Kant de la moral en general, una “tarea infinita” en la que, si no se progresa, se retrocede; pues incluso lo ya ganado debe re-conquistarse cada día. La democracia como forma institucionalizada de moralización del Estado, no es nada fácil de hacer durar […] Requiere el reconocimiento legal de unas libertades (de prensa y, en general, de expresión, de asociación…). Requiere de unas minorías que den conciencia, ilustración y moción política a las masas. Requiere, en fin, la voluntad moral democrática. Esta voluntad se debilita y aun se extingue con facilidad, porque al hombre le cansa la pesada carga de la libertad política y, con frecuencia, hace entrega de ella a un “jefe” a cambio del “orden” y la “seguridad” para poder dedicarse tranquilamente a sus diversiones o a sus negocios, a la vida privada en suma.
José Luis L.Aganguren, Ética y política
![Page 11: El orden social y el origen del Estado](https://reader038.vdocuments.co/reader038/viewer/2022100517/5571f41f49795947648f0c02/html5/thumbnails/11.jpg)
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