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Instituto de Investigación en Comunicación y Cultura
MAESTRÍA EN COMUNICACIÓN Y ESTUDIOS DE LA
CULTURA
TESIS
El museo como integrador social:
La exposición estrategia de trasmisión de un mensaje
intercultural en el Museo Nacional de Antropología.
POR
ROBERTO CARLOS CRUZ LÓPEZ
JULIO 2014
INDICE
Introducción
1. Interculturalidad y Museo
1.1 Una visión de la cultura
1.2 La identidad
1.3 Encuentro con el “otro”
1.4 Interculturalidad
1.5 El museo y su finalidad
1.6 La exposición como mediador del sistema comunicativo en la
producción del mensaje del museo
1.7 La interculturalidad en el museo (la transmisión del mensaje
intercultural)
2. Discurso expositivo intercultural: el caso de la exposición Pueblos Indios
2.1 Características de las estrategias y elementos del discurso expositivo
2.2 Prejuicios culturales y ruptura social
2.3 Análisis del discurso expositivo desde la interculturalidad
3. Con destino a la integración de la interculturalidad en la exposición
3.1 Valores éticos interculturales: el principio de igualdad, respeto y
aceptación del Otro, del mensaje expositivo
3.2 Propuesta de una Museología con base en la interculturalidad
3.3 Propuesta de una Museografía con base en la interculturalidad
Conclusiones
Fuentes de consulta
INTRODUCCIÓN
Los procesos de globalización, tales como: la disminución de las distancias
geográficas por los avances tecnológicos, el aumento de las migraciones y el
crecimiento de las ciudades, entre otros, en el inicio de la segunda década del
siglo XXI, nos enfrenta a una situación de cambios cada vez más rápidos. Uno de
estos cambios es la diversificación acelerada en las localidades, que se desarrolla
como fuerza que marca la separación de la sociedad en grupos. Así bajo la
multiplicidad, se oculta el problema de preservar la convivencia en una sociedad
diversificada. Lo que constituye un posible factor de disgregación social, que
conlleva el riesgo de que la convivencia pueda limitarse a la diferencia y que la
diferencia pueda engendrar intolerancia, reflejada en extremismos basados en la
nacionalidad, la religión o la etnicidad.
Ante este hecho, resulta necesario elaborar propuestas que regulen los conflictos
que surgen de la diversidad. Por lo que con la presente investigación, titulada El
museo como integrador social: la exposición estrategia de trasmisión de un
mensaje intercultural en el Museo Nacional de Antropología, se propone una
alternativa de mediación social, a través de un análisis desde la interculturalidad
del contenido temático y elementos museográficos, que integran el proceso
comunicativo en la exposición. El objeto empírico de interés es la exposición
Pueblos Indios, donde se aspira generar lineamientos, que orientan hacia la
transmisión de un mensaje intercultural desde su discurso museográfico.
Cumplir el objetivo planteado por la presente investigación, sugiere interrogantes,
tales como ¿Cuáles son los elementos y las estrategias comunicativas de una
exposición, para suscitar la interculturalidad en el museo? ¿Cuáles son los
elementos para crear una herramienta de análisis intercultural de la exposición
museográfica? y ¿Cómo planear una exposición museográfica desde el punto de
vista intercultural? Por lo que se establece tres respuestas, que corresponden
cada una a un capítulo del presente trabajo.
El primer capítulo tiene como objetivo, mostrar el proceso comunicativo del museo,
como estrategia que establezca un mensaje intercultural. Por lo que se parte de la
siguiente hipótesis: lo que detona la transmisión de un mensaje intercultural en la
exposición son, sus elementos y estrategias comunicativas, que evidencian a un
determinado observador la lejanía y cercanía con el objeto expuesto. Se
consideran dos temas centrales: la interculturalidad, vía de aceptación de todas
las culturas y el museo como medio de comunicación que trasmita este mensaje.
Así para desarrollar una visión sobre la interculturalidad, se hace necesario asentir
el hecho de que personas con distintas construcciones culturales conviven dentro
de un mismo espacio. Ante esto resulta conveniente exponer una visión de lo que
es la cultura, para comprender su función como marco de las relaciones sociales,
al construir pertenencias e identidades. Que llevan a formas de interactuar, que
pueden manifestarse en asimetrías, con aquellos que no comparten los mismos
rasgos culturales. Aterrizando en la propuesta intercultural, medio que dota de
mayor capacidad de expresión a las culturas para integrarse en una diversidad.
Este entendimiento se sitúa en el diálogo, con un esquema de respeto, igualdad y
reconocimiento que le corresponde a cada civilización. De este modo, la
interculturalidad sería ante todo una reflexión en torno a los hábitos de pensar y
actuar etnocéntricos.
En lo que corresponde al tema del museo, se muestra su influencia en la
sociedad, como articulador de modos y formas de pensar. Lo que impulsa el
análisis del elemento que funge como mediador entre el visitante y los objetos: la
exposición, que como sistema de comunicación divulga determinados
conocimientos, en el que se implican tanto el productor como el receptor. En este
sentido, el museo puede influir como instancia productora de cambios
socioculturales de representación y de valorización cultural, al insertar en su
discurso museográfico contenidos que estimulen la generación del intercambio
cultural. Al contemplar patrones de desarrollo fundamentados en simetrías de
valores y tradiciones culturales, se busca independizar de los postulados
ideológicos y políticos, que hacen de los museos espacios de reproducción de
juicios de la cultura dominante.
El segundo capítulo sustenta la hipótesis de que el estudio del discurso expositivo
desde una perspectiva intercultural, permite identificar simetrías culturales, las
condiciones de estereotipos y los paralelismos culturales; orientados a facilitar la
ruptura del desnivel cultural y superación de prejuicios. Una de las rutas para la
construcción de una sociedad intercultural, es proponer al museo como un espacio
social dentro de la comunidad, que rebase sus funciones tradicionales de
conservar, investigar, exhibir y comunicar el patrimonio, hacia una tipo de
exposición que favorezca la transmisión de un mensaje relacionado a la
construcción de sensibilidades y conocimientos hacia la solidaridad de los seres
humanos. Para esto, se diseña y aplica una herramienta de análisis, desde una
perspectiva crítica que va de la exclusión a la inclusión, de la exposición Pueblos
Indios, recurso de comunicación del museo, en su desempeño de facilitador en la
comprensión del patrimonio material e inmaterial de la humanidad. Dicha
herramienta, se utiliza para cuestionar los valores culturales dominantes y la
política cultural vigente, que transmite el mensaje expositivo a través del sentido
que tienen dichos objetos en la exposición. Con el fin de superar como único punto
de vista válido el de los grupos dominantes, que en esta investigación se clasifica
como la cultura blanco-mestiza y urbana. De esta forma, se observa que los
elementos y principios que forman la exposición ayuden a: comunicar lo afín,
deleitarse con lo diferente, reconocer lo propio en lo ajeno, promover el
entendimiento, la igualdad, la armonía y la justicia en una sociedad diversificada.
En síntesis, a compartir y aprender a través de las culturas, situando al diálogo en
un esquema de respeto y reconocimiento de cada civilización, para de ese modo
transitar a una realidad intercultural.
En consecuencia el tercer capítulo postula que las operaciones creativas de la
exposición asociadas a los valores éticos interculturales, permiten crear un
mensaje de entendimiento y convivencia entre las culturas en el sistema de
comunicación museal. Pues la creciente visibilidad de una diversidad que siempre
ha existido, exhorta a desarrollar estrategias para poder reconocernos en los
otros. De ese modo podamos construir un proyecto de relaciones personales y de
sociedad común e incluyente, un proyecto compartido que nos guie a la posibilidad
de vivir una vida humana digna, sin distinción. Por lo que se propone una
perspectiva donde las actividades comunicativas del museo, que giran en el
conocimiento de los demás, sirvan para entender los elementos comunes de
nuestra humanidad. Donde se fomenten relaciones interculturales que generen
confianza y respeto, valorando las cualidades únicas de los diversos grupos, e
inspiren un compromiso hacia la dignidad humana y la justicia.
Así, se considera que el efecto comunicativo de la exposición, debe favorecer la
idea del reconocimiento, la defensa y el respeto de las diversas características
culturales. Concibiendo la reformación de nuestros puntos de vista y nuestras
concepciones del mundo, con la afirmación y la promoción de valores compartidos
universalmente, derivados de la interrelación de esas características culturales.
Para mostrar al museo, como centro de integración de las identidades culturales, y
que mediante su acción en la sociedad trasmita este mensaje, evitando quedarse
en mera trasmisión de información.
1. Interculturalidad y Museo
La persistencia y ampliación de la diversificación que el cambio de siglo está
planteando, manifiesto en situaciones de diversidad cultural (etnicidad, idiomas,
creencias y expresiones religiosas, extranjería, etcétera), hace preguntar ¿qué
hacer ante la diferencia y cómo abordar la diversidad cultural? En este tenor, el
presente capítulo tiene el objetivo de mostrar el potencial del proceso
comunicativo del museo, como estrategia que establezca un mensaje intercultural.
Considerando, que lo que detona la transmisión de un mensaje intercultural en la
exposición son, sus elementos y estrategias comunicativas, que evidencian a un
determinado observador la lejanía y cercanía con el objeto expuesto. Ante esto,
surgen dos temas centrales: la interculturalidad, como vía de aceptación de todas
las culturas, y el museo como medio de comunicación que trasmita este mensaje.
Así, en el intento de comprender lo social, donde las interacciones individuales
constituyen prácticas sociales propias de una cultura, debido a que la cultura
enmarca las modalidades de interacción de los miembros de una comunidad. Se
aborda como primer punto, un acercamiento al concepto de cultura, apoyado en el
pensamiento del Dr. Gilberto Giménez. Mostrando su carácter simbólico, su
heterogeneidad, su aspecto adaptativo y cambiante como dicho marco de las
relaciones sociales de los grupos culturales.
El hecho de que personas con distintas culturas conviven dentro de un mismo
espacio, da pie al siguiente punto del capítulo, la identidad. Donde se expone,
como aquellos atributos con relación al sistema de significaciones, que se
comparten en la colectividad, comprenden elementos distintivos que definen de
algún modo la especificidad. Mostrando como a través de la interiorización de la
cultura, el establecimiento y la capacidad de mantener las fronteras en la
interacción con otros grupos, se define y se concreta la identidad.
Así, al mostrar la sociedad integrada por considerables grupos culturales que se
relacionan, donde el individuo crea pertenencia e identidad, lleva a hablar del
siguiente tema del capítulo, el encuentro con el “otro”. Que dispone como los
proceso de interacción social en confrontación con otras identidades, lleva a
relaciones asimétricas, con aquellos que no comparten los mismos rasgos
culturales.
Ante el conflicto del reconocimiento por parte de cada colectivo de la identidad del
otro, se considera necesario abordar el tema de la interculturalidad. Entendida
como el reconocimiento del otro, en el respeto y valoración positiva de las
diferencias culturales y el derecho a la autonomía como grupo o pueblo. Y
considerada como un proyecto por el que se afirme la diversidad cultural y la
unidad del hombre, mediante una relación del pensar en sus articulaciones: lo
particular y lo universal.
A partir de aquí, se aborda el tema del museo. Iniciando con una breve descripción
de la transición de la razón de ser del museo, desde aquel que colocaba en primer
lugar la colección y el lugar, hacia el concepto actual del museo. Donde se
muestra que además de ser conservador y depositario del patrimonio de un país o
grupo social, es un lugar abierto a la comunidad. Cuya misión primordial, resultado
de la labor interrelacionada de lo museográfico y lo museológico, es la educación
e información, a través de la proyección didáctica de su contenido.
Y esta proyección didáctica del contenido, guía el diálogo hacia el tema de la
exposición. Centrando la atención en su carácter de emisora del discurso del
museo. Que a través de la puesta en escena de elementos sensitivos y cognitivos,
persigue la finalidad de trasmitir una significación del objeto, que apoya las ideas y
sensaciones del visitante, valdrán para estimular el conocimiento en él.
Por esta causa, y como último apartado, el museo se explica como espacio de
diálogo y mediación. Abordado como fuente potencial para la construcción de
intercambios de significados, que posibiliten la convivencia y la interacción de
diversos grupos humanos, desde su esfera más significativa que es el patrimonio
cultural. Ya que a través de los objetos que hablan de una religión, costumbres y
formas de ser de un pueblo, es posible estimular procesos de transformación
colectivos e individuales, para la regulación de los conflictos.
Visto de esta manera, el museo, que además de responder a la necesidad de
hacer accesible cierto conocimiento, adquiere un actuar cada vez mayor en la
sociedad, al transmitir mensajes que establezcan relaciones. A través de los
conocimientos y objetos que guarda hacia la creación de vínculos sociales, no
para condensar la diferencia sino más bien para convivir con ella. De esta forma
se muestra el proceso comunicativo del museo, como estrategia que establezca
un mensaje intercultural.
1.1 Una visión de la cultura
Para los fines que persigue la presente, resulta indispensable desarrollar un
acercamiento a este concepto. Así la cultura, de acuerdo con Gilberto Giménez, es
la organización social del sentido (como modelos de significados históricamente
trasmitidos y encarnados en formas simbólicas, en virtud de los cuales los
individuos se comunican entre sí y comparten sus experiencias, concepciones y
creencias), en continua producción, actualización y trasformación (en su doble
alcance de representación y de orientación para la acción), interiorizado por los
sujetos (individuales o colectivos) y objetivado en formas simbólicas, todo ello en
contextos históricamente específicos y socialmente estructurados (Giménez 2005
a 68-85). De esta forma, se parte de una concepción simbólica de la cultura1, que
considera prioritarios los valores, creencias y representaciones de los miembros
1 Ya Cliffor Geertz asigna una definición simbólica de la cultura, que dice: “… sistemas de símbolos creados por el hombre, compartidos, convencionales, y, por cierto, aprendidos, suministran a los seres humanos un marco significativo dentro del cual pueden orientarse en sus relaciones reciprocas, en su relación con el mundo que los rodea y en su relación consigo mismos […] productos y a la vez factores de interacción social … “ (Geertz Clifford, La interpretación de las culturas, p. 215)
de un grupo, no como un conjunto fijo y estructurado que se impone desde el
exterior, lo que permite comprender la utilización que hacen los individuos de los
símbolos.
Considerando esto, se aprecia que la cultura se desarrolla y adquiere al vivir en
sociedad. En este sentido es una dimensión de la vida social, relativamente
autónoma y con una lógica propia diferente de las dimensiones política y
económica (Giménez 2005 a 72). Entendida como una red de las pautas
simbólicas2, esas relaciones de los sentidos y significados, de las relaciones y
creencias, los valores y motivaciones de un grupo de individuos en un espacio-
tiempo. Así, siguiendo a Giménez, estos significados producidos, son
instrumentos de intervención sobre el mundo, son representaciones y
orientaciones para la acción (Giménez 2005 a 72). En otras palabras, es lo que
forma a cada sujeto en conocimientos que le permiten un desarrollo eficaz en el
medio en que se encuentra. En consecuencia la cultura existe gracias a los
miembros de la sociedad, que participan en su creación y en su transformación,
son éstos los poseedores de las mismas. Y al trasmitirla de una generación a otra,
la cultura subsiste al individuo bajo el amparo de un grupo social determinado,
reflejada, según Giménez, como formas objetivadas y formas subjetivadas o
interiorizadas3, o sea, en sus manifestaciones tangibles e intangibles.
Sin embargo, la cultura no determina a los sujetos de manera única, ya que al
ubicarse dentro de la vida en sociedad, la cultura se diversifica y particulariza.
Pues la sociedad se compone de varios grupos, a los que al mismo tiempo
2 Lo simbólico es el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles,también llamadas “formas simbólicas”, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones,acontecimientos y alguna cualidad o relación. Gilberto Giménez, Teoría y análisis de la cultura,2005, p. 68.3 Las formas objetivadas refieren a los diferentes elementos de una indumentaria étnica o regional,de monumentos notables, de bebidas y otros elementos gastronómicos, de objetos festivos ocostumbristas, de símbolos religiosos, y de danzas étnicas o regionales. Mientras las formasinteriorizadas son las representaciones socialmente compartidas, los esquemas cognitivos, lasideologías, las mentalidades, las actitudes, las creencias y el stock de conocimientos propios de ungrupo determinado, constituyen formas internalizadas de la cultura, resultantes de la interiorizaciónselectiva y jerarquizada de pautas de significados por parte de los actores sociales. GilbertoGiménez, Teoría y análisis de la cultura, 2005, pp. 80-81
pertenece un individuo. Lo que en el texto de Giménez se menciona como mundos
culturales concretos de saberes, valores, creencias y prácticas, por los que una
cultura particular se contrapone a otras (Giménez 2005 a 75). De esta forma se
puede ver a los grupos culturales a diferentes niveles: cultura nacional, cultura
regional, cultura religiosa, cultura del grupo de trabajo, etc. Por consiguiente, el
desarrollo del individuo en su grupo también está condicionado por la
aproximación y relación con otros grupos, y gracias a la adaptación y aprendizaje,
vendrá a traducirse estas relaciones en creencias, valores y motivaciones
compartidos con el resto de los individuos presentes en cada contexto4. Esto
responde, de acuerdo con Giménez, a que la cultura (como forma interiorizada de
la realidad) es una organización significante de la realidad5, que depende del
contexto, y se compone, en primer lugar por un núcleo central relativamente
consistente e independiente del contexto inmediato, que define los valores
fundamentales del grupo, aportando estabilidad y coherencia; y en segundo por el
sistema periférico que depende de contextos inmediatos y específicos, lo que
permite adaptarse a las experiencias cotidianas, y modifica en forma
personalizada los temas del núcleo común, lo que manifiesta un contenido más
heterogéneo (Giménez 2005 a 83-84). Así el contacto entre grupos da como
resultado la transmisión de nuevos rasgos culturales, que lleva consigo la
asimilación o la integración por parte de una o ambas partes, de rasgos
procedentes de otras culturas con las que se tiene relación. Entonces, sea por
factores internos o externos los grupos culturales crean o se apropian de
manifestaciones culturales diversas, que se añaden o sustituyen las existentes de
acuerdo a las necesidades de los momentos que se viven.
4 “La cultura está presente en el mundo del trabajo, en el tiempo libre, en la vida familiar, en lacúspide y en la base de la jerarquía social, y en las innumerables relaciones interpersonales queconstituyen el terreno propio de toda colectividad”. Gilberto Giménez, Teoría y análisis de lacultura, 2005, p. 75.5 Que el autor entiende en equivalencia con las representaciones sociales, concebidas como una“forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, que tiene una intencionalidad prácticay contribuye a la construcción de una realidad común a un conjunto social”. Gilberto Giménez,Teoría y análisis de la cultura, 2005, pp. 82-83.
“Lo que fue hecho por los otros tienen un significado cuando pasa a formar
parte de nuestro universo material o intangible, cuando está acorde con
nuestro sistema de significados, con nuestra visión del mundo, con nuestra
matriz cultural, por lo que les vamos a dar un significado diferente del que se
les asignaba en su condición original, en el contexto significativo de su
cultura de origen” (Bonfil 123).
De tal forma, la construcción de estructuras culturales es el elemento
indispensable para entender la dinámica social. Como marco de percepción y de
interpretación de la realidad, que comprende lo que motiva los comportamientos y
las prácticas de los individuos pertenecientes al grupo. Funciona para especificar
una colectividad, al constituir la memoria e identidad, y forjar la cohesión de sus
actores al legitimar o deslegitimar sus acciones, haciendo evidente aquellos
rasgos no compartidos fuera del mismo grupo. Y su adquisición, está presente a lo
largo de toda la vida del individuo dentro de una realidad cambiante y compartida
colectivamente.
1.2 La identidad
Como se menciona, los individuos están inmersos en una realidad social; y como
resultado de su participación en las creencias, actitudes y comportamientos de los
grupos a los que pertenece, surge una apropiación de rasgos culturales útiles para
su desarrollo. Este conjunto de rasgos culturales identifica al individuo, lo
distingue, lo dota de una identidad. Así la identidad de acuerdo con Gilberto
Giménez se entiende como “… la auto percepción colectiva de un nosotros
relativamente homogéneo y estabilizado en el tiempo, por oposición a los otros, en
función del reconocimiento de caracteres, marcas y rasgos compartidos, así de
una memoria colectiva común …” (Giménez 2005 a 90). En este nivel la cultura es
un punto de partida para la identidad, lo que permite a una persona reconocerse,
pertenecer e identificarse con un grupo social, en contraste con otros grupos
sociales.
En este sentido la identidad muestra una dualidad, ya que por una parte, refiere a
características que nos hacen percibir que una persona es única, y por otro,
sugiere características que poseen las personas que nos hacen percibir que son lo
mismo que otras personas. Esta característica de la identidad, de acuerdo con
Gilberto Giménez, se apoya en dos cualidades de carácter cultural, los
particularizantes que resaltan las diferencias y los de pertenencia social que
favorecen las semejanzas, ambos se unen para edificar la identidad inigualable,
aunque multidimensional del sujeto (Giménez 2005 b 10).
Sin embargo, como lo señala Giménez, aunque la identidad y la cultura están
ligadas, esto no quiere decir que la identidad se determina por el conjunto de
rasgos culturales, sino más bien por sus pertenencias sociales. Pues
históricamente se observa que los grupos culturales modifican los rasgos
fundamentales de su cultura manteniendo al mismo tiempo sus fronteras. Así, las
fronteras y la capacidad de mantenerlas en la interacción con otros grupos definen
la identidad, y no los rasgos culturales seleccionados para notar dichas fronteras.
Pues dichos marcadores culturales varían en el tiempo y no por eso los portadores
cambian de identidad (Giménez 2005 b 17-19). Como se mencionó, la cultura no
determina a todos los sujetos de manera única, debido a que se ubica dentro de la
vida en sociedad es un proceso abierto. Donde al interactuar los grupos, aquellos
mundos culturales concretos, los rasgos culturales se pueden modificar, sin que
por esta causa los integrantes de un grupo dejen de percibirse y ser percibidos
distintos. De esta forma los fenómenos de aculturación o transculturación no
implican una pérdida de identidad, sino su recomposición adaptativa, incluso
pueden provocar la reactivación de la identidad mediante procesos de exaltación
que la regeneren.
De esta forma la identidad encuentra su sustento en la apropiación de la cultura, y
se define principalmente por la pertenencia a un grupo. Se destaca y se afianza
sólo en la confrontación con otras identidades en el proceso de interacción social,
y comprende elementos distintivos que definen la especificidad. En este sentido y
en cierta medida, la identidad de cada persona es producto del patrimonio y
pertenencia.
1.3 Encuentro con el “otro”
Desde la perspectiva descrita, la humanidad en sociedad se conforma de muchos
grupos culturales que se relacionan, donde el individuo crea pertenencia e
identidad. Lo que lleva a hablar del establecimiento de diversos grupos culturales
en un espacio geográfico (los países, los estados, las ciudades, las localidades,
las comunidades). Se habla de culturas en contacto dinámico, que se puede
entender como diversidad cultural, multiculturalidad o relaciones interétnicas. Y “…
ese proceso de interacción de grupos sociales e individuales genera prácticas que
complejizan los procesos de inclusión y de exclusión …” (García Ruiz 41). Ya que
como se ha mencionado, los hombres piensan, sienten y ven las cosas desde el
punto de vista de su grupo de pertenencia o de referencia. Pues la identidad
generada por un sentido de pertenencia hacia la comunidad de origen, promueve
solidaridad entre los integrantes del mismo grupo. Pero también, hace ver las
diferencias de aquellos externos al grupo, lo que lleva a interpretar prácticas
culturales ajenas, a partir de los criterios de la cultura a la que se pertenece.
Desde esta óptica, cuando las circunstancias llevan al encuentro del otro, es
mediante la proyección de valores y normas culturales que se evalúan los actos,
generando una categorización de las diferencias del grupo interpretado. Esto,
debido a que la identidad tiene cierto valor para el sujeto, distinto del que le
confiere a los demás sujetos que constituyen su contraparte en el proceso de
interacción social (Giménez 1997 7). Donde prevalece como punto de vista valido
la lógica de mirar y concebir al mundo desde el grupo interpretante. Que por lo
general da como resultado una valoración negativa de la diferencia,
manifestándose una concepción de los grupos culturales como inferiores o
superiores. Ya que, de acuerdo con Giménez, considerables atributos o
características de las personas, derivan de las pertenencias de los individuos,
razón por la cual tienden a ser a la vez estereotipos ligados a prejuicio sociales
con determinado grupo (Giménez 1997 8). De esta forma la percepción de
pertenencia ocasiona en el individuo una reproducción de prejuicios con respecto
a los diferentes grupos sociales. Manifestándose cierta actitud generalmente
negativa, hacia el individuo que integra un determinado grupo, suponiendo que
poseen las cualidades atribuidas a ese grupo, por su simple pertenencia a aquél.
Lo cual frecuentemente implica relación desigual y por ende, luchas y
contradicciones.
Así, las diferencias en las sociedades, hacen referencia al contacto entre la
población mayoritaria confrontándose con las minorías de grupos culturales. Lo
que refleja un contexto problemático de interacción entre grupos humanos de
diferentes culturas. Y en el contexto Latinoamericano, particularmente en México,
donde se unen grupos originarios, mestizos, criollos, europeos, descendencia
africana y asiática, los problemas culturales, se encuentran principalmente en el
encuentro de la sociedad identificada con la cultura occidental y los pueblos
originarios. Aquí la diferencia cultural toma un valor de clasificación que sirve a la
mayor parte de la sociedad no indígena, para identificar al “indio” bajo el prejuicio
de inferior social, cultural y económico. Esto acentúa la percepción nosotros/otros,
como referente de la brecha que separa a los pueblos indígenas y las sociedades
llamadas “modernas”. Esta razón muestra como el prejuicio cultural, representa
uno de los problemas para preservar la convivencia en una sociedad diversificada,
al construir uno de los factores de disgregación y segregación social, que lleva a
que la convivencia se limite a la diferencia y que la diferencia engendre
intolerancia, reflejada en extremismos basados en la nacionalidad, la religión o la
etnicidad.
1.4 Interculturalidad
La interculturalidad, de acuerdo con Carlos Giménez Romero, se entiende como
“… nueva expresión dentro del pluralismo cultural que, afirmando no únicamente
lo diferente sino también lo común, promueve una praxis generadora de igualdad,
libertad e interacción positiva en las relaciones entre sujetos individuales o
colectivos culturalmente diferenciados …”(Giménez 2008 14). Así, el hablar de
interculturalidad remite al encuentro entre grupos, en un contexto con problemas
de interacción relacionados con discriminación y relaciones usualmente
asimétricas entre grupos culturales distintos. Estos conflictos sociales entre
colectivos se pueden entender cómo, el conflicto del reconocimiento por parte de
cada colectivo de la identidad del otro en un espacio social concreto.
En este sentido, para llegar al interculturalismo como un modelo válido de acción
que supere las problemáticas de la diversidad sociocultural, hay que superar
aquellos modelos hacia la diversidad. Entre los que encontramos por un lado,
aquellos que se basan en la segregación, discriminación y marginación del otro o
diferente, llegando a casos extremos de planificar su aniquilación. O de aquellos
que tratan de dar una respuesta integradora y positiva a la cuestión de la unidad y
la diversidad sociocultural desde el punto de vista del poder centralizado y de las
comunidades mayoritarias y/o dominantes, incorporando a todos, de una u otra
forma, a la sociedad nacional6 (Giménez 2008 11). Ya que como es evidente,
estos modelos impiden la cohesión de sociedades culturalmente diversas, al
obstaculizar la igualdad y la dignidad humana, al negar la comprensión de las
diversas prácticas y visiones del mundo, además que clausuran la tolerancia y el
respeto por los demás.
6 “El primero en gestarse históricamente entre los modelos de inclusión, es el Asimilacionismo que supone la imposición a las minorías o sectores dominados, del modelo dominante o mayoritario, siendo rechazable porque la asimilación cultural no conlleva necesariamente la integración social y porque implica la pérdida de la identidad o cultura de los sujetos dominados o minoritarios. Otro modelo es el de Fusión cultura (“melting pot”, “mestización”, “hibridismo”, etc.) que tampoco es útil para abordar los hechos diferenciales pues, además de inducir y requerir el abandono de identidades y culturas previas, produce en todo caso múltiples fusiones parciales, las cuales conservan y reproducen la diversidad pero “compartimentalizada” en la vida social, como muestran las experiencias históricas en diferentes contextos”. Giménez Romero Carlos, Interculturalismo, elaboraciones y propuestas desde un equipo universitario teórico-aplicado, 2008, p. 11.
De esta forma Carlos Giménez Romero describe al interculturalismo como una
propuesta, que se apoya en el derecho a la diferencia, donde su énfasis radica en
comprender, cuidar, promocionar y regular adecuadamente la interacción
sociocultural positiva y todo lo que ello conlleva (acercamiento, comunicación,
aprendizaje, convergencias, nuevas síntesis, resolución de conflictos, etc.)
mediante un planteamiento pluralista sobre las relaciones humanas que debería
haber entre actores culturalmente diferenciados, a través de la promoción
sistemática y gradual desde el Estado y la sociedad civil, de espacios y procesos
de interacción positiva que vayan abriendo y generalizando relaciones de
confianza, reconocimiento mutuo, comunicación efectiva, diálogo y debate,
aprendizaje e intercambio, regulación pacífica del conflicto, cooperación y
convivencia; sobre la base de tres principios:
1) El principio de ciudadanía, que implica el reconocimiento pleno y la búsqueda
constante de igualdad real y efectiva de derechos, responsabilidades,
oportunidades, así como la lucha permanente contra el racismo y la
discriminación.
2) El principio del derecho a la diferencia, que conlleva el respeto a la identidad y
derechos de cada uno de los pueblos, grupos étnicos y expresiones
socioculturales; y
3) El principio de unidad en la diversidad, concretado en la unidad nacional, no
impuesta sino construida por todos y asumida voluntariamente” (Giménez 2008
13-14).
Así, la interculturalidad supone la comprensión de aquellos sistemas simbólicos de
los mundos culturales concretos en contacto, es decir cuando se comprende el
sentido que tienen las cosas para los otros. Este propósito se alcanza cuando,
esos aspectos significativos se asumen como parte de los significados que se
tienen en común, que dan sentido a lo cotidiano en un nivel de vida compartido.
De manera que en la búsqueda de mejorar las interacciones culturales, de
acuerdo con Austin Millán, se hace necesario crear competencia comunicativa,
reflejada en la eficacia para comunicarse con los miembros de otra cultura, porque
comparten significaciones en un grado suficiente. Y para lograrlo el autor, en su
obra Comunicación intercultural, sugiere tener presente los siguientes elementos:
-Comunicación verbal y no verbal. Conocimiento de lo aceptable y legítimo en la
comunicación verbal y la comunicación no verbal con el otro. No sólo hay que
compartir lo verbal, sino que también hay que conocer el significado de los gestos
corporales y contextuales (uso del tiempo, vestidos, orden de las cosas) para el
otro, incluyendo el uso correcto de la distancia mutua al conversar o interactuar
(proxémica).
-Tomar conciencia de la cultura propia, esto lleva a asumir el propio etnocentrismo
para poder asumir que lo que hace el otro es tan normal -por raro que nos
parezca- como cualquier cosa habitual para nosotros. Lo que permite aceptar los
principios de la relatividad cultural de que cada cultura es tan válida como las
otras.
-Estereotipos y generalizaciones. Un ejercicio permanente de conocer nuestra
propia cultura nos hace examinar nuestros estereotipos y la de quienes nos
rodean. La competencia comunicativa consiste en comunicarnos aceptablemente,
evitándolos donde sea necesaria o usándolos si de esa manera nos comunicamos
con más éxito. Así la competencia en comunicación intercultural permite evitar las
generalizaciones respecto de otras culturas o identidades, asignándoles
estereotipos de ser muy aceptables/deseables o muy indeseable.
-Alerta ante el choque cultural, que produce incomprensión del comportamiento
ajeno, lo mismo que emociones negativas como desconfianza, incomodidad,
ansiedad, preocupación, etc. Para superarlo hay que comunicarse compartiendo
emociones que permitan crear una relación de empatía emocional.
-Metacomunicarse, implica hablar del sentido de nuestros mensajes, pero no sólo
de lo que significan sino incluso de qué efectos se supone que deberían causar.
-Evitar sobreentendidos, la eficiencia comunicativa con capacidad
metacomunicativa significa a su vez estar consciente de la existencia de
sobreentendido, en los que el sentido no está en el significado literal del mensaje,
porque se ha sobreentendido que el otro sabe de qué le están hablando.
-Atención al contexto comunicacional, que son las circunstancias que modifican
las características del proceso comunicativo y que están determinadas por los
sucesos y eventos en marcha: conflictos, ambientes religiosos, fundamentalistas,
de amistad, de solidaridad, de cooperación, incluso del territorio. Parte del
contexto son las diferencias de poder.
-Crear igualdad, el diálogo intercultural debe realizarse dentro de la mayor
igualdad que sea posible, para eso se debe poner mucha atención a los elementos
del contexto que permitan que ambas partes se sientan en razonable igualdad de
condiciones, mediante creatividad y conocimiento de los aspectos importantes de
cada cultura.
-Apertura al cambio cultural, aceptándolo como algo natural, a veces incómodo y
en otras satisfactorio, pero inevitable y no necesariamente doloroso, como una
oportunidad de mejorar su calidad humana como persona, porque ensancha su
horizonte (Austin 98-99).
De esta forma la interculturalidad se debe concebir como un proceso de construir
espacios, donde las desigualdades entre culturas, que benefician a un grupo
cultural por encima de otro u otros, no sean admitidas. Una propuesta educativa
dirigida a la integración, para y por la totalidad de la sociedad, debido a que todos
estamos involucrados en el campo de lo intercultural. Que se fundamente en el
reconocimiento y respeto, mediante el descubrimiento de lo que hay en común.
Donde el esfuerzo conjunto para fomentar lo intercultural, no quede sólo como un
llamado a la buena voluntad, ni tampoco en reconocer, tolerar e incorporar lo
diferente en la matriz de la estructura establecida; sino que contribuya a
transformar de forma positiva aquellas condiciones que mantienen la desigualdad,
la inferiorización y la discriminación (cuadro 1). Por consiguiente, “… no hay
interculturalidad sin liberación de las alteridades, ni hay liberación sin el diálogo de
las diferencias, porque sólo una cultura libre puede comunicar su verdadera
identidad y porque, a su vez, la liberación plena de cada cultura requiere el diálogo
abierto con las otras como lugar donde, se experimentan nuevas posibilidades …”
(Fornet-Betancourt 38).
1.5 El museo y su finalidad
Al museo se le suele asignar una connotación como cofre de tesoros, imagen que
ha ido consolidándose en el tiempo, pues este término designa a la institución o
establecimiento, público o privado, concebido para proteger, seleccionar, estudiar
y presentar, los testimonios materiales e inmateriales del individuo y su medio
ambiente. Erigiéndose la idea del museo como un santuario donde el tiempo se
detiene, que permite al visitante obtener una visión más amplia de la historia. Pero
más allá, el museo es un centro de educación; es un espacio de representación,
que muestra los valores que se desean destacar del orden y del pensamiento
particular de cada época y país. Así, su contenido, misión, funcionamiento y
administración (forma y funciones) se han trasformado en el transcurso del tiempo.
Cuadro 1. Fomentar lo intercultural. (Roberto C. Cruz 2014).
La historia de los museos inicia con aquellos espacios de reunión de un sector
minoritario integrado por las clases altas, los eruditos o sabios de la época, donde
se buscaban las relaciones entre los objetos para tratar de explicarlos, los
gabinetes de curiosidades, colecciones privadas compuestas por múltiples objetos
procedentes diversos lugares del mundo, donde su valor y significación recae en
la rareza que presentara, sirviendo como medio de reconocimiento social. Esta
situación prevalece hasta que, con la Revolución Francesa, son declaradas las
colecciones reales como bienes nacionales, dando paso al nacimiento del museo
público. Así cada país demuestra su riqueza, a partir de los tesoros provenientes
de otros lugares expuestos en sus museos, bajo los preceptos de evolución y
progreso, dando una definición de sí mismo y del lugar de su propia cultura en
relación con el otro, desde una perspectiva que los confirma como el resultado de
la evolución histórica (Núñez 184-185).
A partir de ese momento, el museo se enfrenta a críticas sobre su sentido, que lo
impulsan a una renovación en su organización. Y es a mediados del siglo XX con
la creación de organismos tales como el Consejo Internacional de Museos (ICOM)
y la revista Museum, surge un primer cambio, que se centra en un cambio de idea
de mostrar lo expuesto en el museo, para permitir acercar al espectador y al objeto
expuesto. Pasando de una era de adquisición a una de utilización, concediendo
una preferencia al hombre, en su relación con el museo, sobre los objetos. Un
segundo momento de análisis sobre el museo se da en los años 70’, con el
avance de la electrónica e informática, y plantea la necesidad de retomar al museo
como medio de comunicación para la democratización del conocimiento y el arte,
desarrollando un rol social, en un proceso que busca la difusión e información de
los fondos, con lo que se atiende temas etnográfico, ecológicos y de artes
populares, reinterpretándose así las relaciones entre los objetos y el conocimiento,
dando origen a un movimiento a nivel mundial de reforma a los viejos museos.
Surge así, la idea del museo como un centro vivo y didáctico, lúdico e interactivo,
que favorece la comprensión de la obra, que dinamiza la presentación tradicional
mediante su renovación con exposiciones temáticas, donde el público participa
activamente y se le ofrece la oportunidad de manipular diversas máquinas y
aparatos técnicos y científicos (León 57-59).
Esto deviene en la construcción actual de la definición de museo, declarada desde
2007 en los estatutos del ICOM:
“El museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al
servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público que
adquiere, conserva, estudia, expone y transmite el patrimonio
material e inmaterial de la humanidad y de su medio ambiente con
fines de educación y deleite” (ICOFOM 52).
De esta forma, se observa la transición de la razón de ser del museo, desde aquel
que colocaba en primer lugar, por un lado la colección (contenido) y por otro el
lugar (continente) “palacio de las musas”, hacia el concepto actual del museo, que
invierte este sentido, dotando al público de prioridad, para concebir así la idea de
continente y contenido al servicio del espectador. En este sentido, el proceder de
los museos; compuesto por el estudio para la conservación de las piezas, el
análisis de los recursos expositivos pedagógicos, la sistematización de las
colecciones, la planificación de los medios de difusión, entre otros; con el fin de
hacer visible el testimonio conservado de la humanidad, es resultado de la labor
interrelacionada de lo museográfico7 y lo museológico8.
7 “… la museografía se define como la figura práctica o aplicada de la museología, es decir elconjunto de técnicas desarrolladas para llevar a cabo las funciones museales y particularmente lasque conciernen al acondicionamiento del museo, la conservación, la restauración, la seguridad y laexposición[…] designa el arte o las técnicas de la exposición [...] engloba la definición de loscontenidos de la exposición y sus imperativos, así como el conjunto de vínculos funcionalesexistentes entre los espacios de exposición y los restantes espacios del museo […] debe tenertambién en cuenta las exigencias del programa científico y de gestión de colecciones y apuntar auna presentación adecuada de los objetos seleccionados por el conservador; conocer los métodosde conservación e inventario de los objetos; situar en escena los contenidos al proponer undiscurso que incluya mediaciones complementarias susceptibles de ayudar a la comprensión ypreocuparse por las exigencias de los públicos cuando moviliza técnicas de comunicaciónadaptadas a la correcta recepción de los mensajes …” (ICOM, Conceptos claves de museología,2010, p. 55-57).8 “Etimológicamente, la museología es “el estudio del museo” […] estudia su historia y su rol en lasociedad; las formas específicas de investigación y de conservación física, de presentación, de
Así “… la museografía se presenta como la lectura sistematizada del público,
planificación, continente y contenido, mientras que la museología es el análisis
reflexivo del fenómeno museográfico …”(León 93). En otras palabras, la
museografía, que se ocupa desde la construcción del edificio hasta los asuntos
técnicos de ubicación, exposición y conservación de las piezas, suministra
Información de los acontecimientos en el museo. Que permite a la museología
analizar, planificar y definir teóricamente los postulados que han de ser aplicados
para la prolongación de la vida del museo, su funcionamiento y finalidad.
Dicha finalidad engloba al museo como centro de educación e información, a
través de la proyección didáctica de su contenido al público. Para esto la
presentación ordenada del contenido (colecciones y fondos del museo), que
muestra las relaciones o divergencias entre los objetos, y confrontan al público con
mundos diversos, juega un papel fundamental en la sensibilización para la
educación, la formación visual e intelectual. Ya que es mediante las obras que los
observadores se trasladan a experiencias vividas, abren nuevas formas de ver el
mundo, lo que puede ejercer una acción en el presente y porvenir. Por lo que la
lectura que ofrece el museo de su obra debe ser accesible para el mayor número
posible de público, lo que lleva a hablar de la presentación razonada y sistemática
de las obras que capacite a una enseñanza eficaz para el público.
1.6 La exposición como mediador del sistema comunicativo en la
producción del mensaje del museo
En el museo la exposición es el medio o emisor del mensaje, que siguiendo un
concepto permite integrar en un solo espacio y al mismo tiempo, temáticas,
animación y de difusión; de organización y de funcionamiento; de arquitectura nueva omusealizada; los sitios recibidos o elegidos; la tipología; la deontología […] una ciencia queexamina la relación específica del hombre con la realidad y consiste en la colección y laconservación consciente y sistemática y en la utilización científica, cultural y educativa de objetosinanimados, materiales, muebles (sobre todo tridimensionales) que documentan el desarrollo de lanaturaleza y de la sociedad …” (ICOM, Conceptos claves de museología, 2010, p. 57-60).
épocas, y múltiples formas de expresión. A través de aplicar estrategias de
disposición y ordenamiento de los objetos, imágenes, palabras, sonidos, colores y
texturas, estructura que obedece a un discurso y contenidos temáticos a
comunicar, lo que en conjunto se nombra guion museográfico (Núñez 193).
Desde esta óptica la finalidad de la exposición es narrar una historia al público,
mediante acciones de divulgación que traduzcan los contenidos en ideas claras,
puesto que “… los objetos al ser presentados en el museo (con una utilidad
pública) aparecen mediata o inmediatamente, explícita o implícitamente dotados
de un valor estético-cultural considerable ….”(León 115). En este sentido, el
lenguaje de la exposición tiene flexibilidad para la creación, pues hace posible el
intervenir con diferentes elementos sensitivos y cognitivos, dentro de un espacio
tridimensional para construir una escena donde el objeto adquiera la significación
deseada, ya que el significado del objeto está siempre en relación con el contexto
que se crea a su alrededor (Núñez 191). De esta forma, el museo tiene que decir
todo sobre la pieza que expone, definirla en sus vicisitudes, éxitos o alteraciones y
someterla a un permanente ejercicio crítico, arriesgándola a mutaciones
funcionales, artísticas y sociales como expresión concreta de su conservación
(León 158-159), lo que permite a la exposición dirigirse a un público heterogéneo:
conocedores e inexpertos, que acuden al museo para encontrar en él respuesta a
sus necesidades tanto intelectuales, sociales y de entretenimiento.
Con la intención de que el visitante abandone el museo cargado de nuevas
experiencias, la exposición como ente comunicador, involucra a los diferentes
públicos en procesos de exploración y descubrimiento donde lo primordial es el
aprendizaje. Así el visitante al recorrer la exposición recoge el mensaje, lo traduce
a partir de su propia experiencia y lo acomoda a su situación actual, con lo cual se
valida el proceso de comunicación en el museo9 (Núñez 189).
9 donde la fuente es el museo, que a través del emisor, la exposición, codifica y envía mensajes al receptor, el visitante, para que capte y cuestione.
De esta forma los objetos con “… valor cultural por ser expresivo de un nivel de la
civilización y valor estético, por su presentación adecuada, por el grado de
emoción, afectividad, percepción y sensibilidad que produce en el espectador …”
(León 115), son el elemento fundamental para comunicarse. Y en la exposición,
cada objeto abundante en sentidos culturales, presenta un reto para el
observador, donde el deseo de apropiarse de este sentido es el principal capital de
la exposición como medio de comunicación (Núñez 190).
Hacer manifiesto el carácter comunicativo de la exposición, como medio efectivo
para estimular el conocimiento dentro de un espacio lúdico, que invita al visitante a
la exploración, reflexión, inspiración e imaginación de realidades diversas, lleva a
considerar con detenimiento y cuidado la importancia de hacer evidente el
discurso y los contenidos que se transmiten en las exposiciones de los museos y
la responsabilidad social que esto conlleva, ya que al relatar una interpretación
sobre el pasado, se crea en el imaginario de los visitantes, ideas y sensaciones
que valdrán para configurar las identidades y memorias colectivas.
Así, se proyecta al museo, como un lugar que además de responder a la
necesidad de hacer accesible el conocimiento, adquiera un actuar cada vez mayor
en la sociedad, al transmitir mensajes que establezcan relaciones. Tomando los
conocimientos y objetos que guarda hacia la creación de vínculos sociales, no
para condensar la diferencia sino más bien para convivir con ella. El museo es
pues, un lugar apropiado para establecer conexiones no solamente entre las
diferentes áreas del saber científico y de las artes, sino también entre los diversos
sectores de la sociedad es decir como un lugar de mediación intercultural (Núñez
193).
1.7 La interculturalidad en el museo
(La transmisión del mensaje intercultural)
Como se ha señalado la exposición, como medio de comunicación fundamental
del museo, juega un papel importante al dar significado a la razón de ser de esta
institución dentro de la sociedad. Pues en ella se realiza la interacción con el
público, y recae la tarea de entender, crear, así como de fomentar de manera
pedagógica, las condiciones que promuevan el crecimiento de la experiencia que
se tiene al contemplar una obra. Con lo que, al relatar una interpretación sobre el
pasado, se crea en el imaginario de los visitantes, ideas y sensaciones que
valdrán para configurar las identidades y memorias colectivas. En este sentido, es
posible considerar la exposición de museo como un espacio de mediación, donde
se puede estimular el respeto por la diferencia, crear la posibilidad del diálogo y
llegar a alianzas entre los grupos, o sea fomentar una interacción sociocultural
positiva.
Dicho lo anterior, visto como espacio de diálogo y mediación intercultural el
museo, a partir de exhibir las colecciones y de los contenidos de su investigación,
aporta hacia el incremento y perfeccionamiento de los valores de la vida en
sociedad. Ya que además de sus funciones, en las que se incluye la conservación
del patrimonio, su misión de educar orientada a apoyar el desarrollo de la
sociedad, es una fuente para la construcción de intercambio de significados en un
esquema incluyente. De modo que, al facilitar la comprensión del sentido que
tienen las cosas para los otros, se ayuda a romper estereotipos y prejuicios.
Puesto que, el individuo en sociedad interpreta prácticas culturales ajenas, a partir
de los criterios de la cultura a la que pertenece. Y cuando esos aspectos
significativos se asumen como parte de los significados que ayudan a generar
sentido a lo cotidiano en un nivel de vida compartido, se llega al reconocimiento y
respeto. Con lo que se contribuye, desde una delas esferas más significativas que
es el patrimonio cultural, para hacer posible la convivencia y la interacción, en un
marco de respeto y reconocimiento de los diversos grupos humanos.
Por consiguiente, ya que a través de los objetos que hablan de una religión, usos,
costumbres, idiomas, escritura y demás características de un pueblo, es posible
estimular procesos de transformación colectivos e individuales para la creación y
fortalecimiento de los lazos sociales. Se debe considerar la importancia y la
responsabilidad social, que conlleva hacer evidente en el discurso y los contenidos
que se transmiten en la exposición de:
Sobrepasar aquellas pautas que se basan en la segregación, discriminación
y marginación del otro, así como aquellos que integran desde el poder
centralizado y/o el punto de vista de las mayoritarias dominantes.
Presentación razonada de calidad, claridad y sencillez para el acceso
intelectual, artístico y perceptivo en la interpretación de los fenómenos
culturales. Donde el valor de calidad excepcional o de carácter único de la
pieza se deje de lado, pues lo que interesa es mostrar al hombre autor de
esas obras, y al testimonio que ellas ofrecen de un grupo en relación con el
espectador.
Con lo mencionado se muestra la importancia de los museos como espacios de
mediación, donde es posible estimular el respeto y la tolerancia por la diferencia.
Apoyando en la disminución de los desniveles socioculturales, a partir del
conocimiento del otro y superando modelos de exclusión, e invitando al visitante a
interactuar de una manera más pacifica con la diferencia. Con lo que se fortalecen
los esfuerzos por abolir las fronteras creadas en la sociedad.
2. Discurso expositivo intercultural: el caso de la exposición Pueblos Indios
El presente capitulo parte del supuesto de que el estudio del discurso expositivo
desde una perspectiva intercultural, permite identificar simetrías culturales, las
condiciones de estereotipos y los paralelismos culturales; orientado a facilitar la
ruptura del desnivel cultural y superación de prejuicios. Por lo que se planeta
analizar desde la interculturalidad, las herramientas y estrategias de comunicación
en la exposición Pueblos Indios del Museo Nacional de Antropología.
En esta postura, en primer lugar se hace necesario conocer las características de
las estrategias y elementos de las que se vale la exposición. La cual para producir
el discurso expositivo se compone por un conjunto de objetos, organizados en un
sistema de comunicación no verbal y codificado en clave científica. Por lo que
como primer paso, se describe ese conjunto de operaciones que son llevadas a
cabo para que la exposición museal pueda trasmitir un mensaje. Pasando por una
breve descripción de la importancia del objeto (soporte material de significado
funcional y simbólico) en la exposición para construir un discurso. Y de cómo
antes de ser incorporado al discurso, la investigación lo analiza e interpreta con la
finalidad de dotar la agrupación de objetos de una intencionalidad en la escena.
Para continuar con las estrategias expositivas que implican la intencionalidad de lo
que se quiere trasmitir, que de acuerdo con García Blanco se entienden como los
procedimientos referentes al contenido y la proyección espacial, que posibilitan la
transmisión del mensaje, así como la recepción por parte del visitante. Que según
su intencionalidad se sintetizan en: estéticas, pedagógica y didáctica. Dicho lo
anterior, se desarrolla esos procedimientos que requieren las estrategias para
hacer de la representación origen de información accesible al público. Los cuales
de acuerdo a la autora, se componen por: la elección de tema o contenido
conceptual de la exposición; el guion de la exposición o estructura conceptual de
la misma; la selección de objetos y su asociación; la elaboración de información
complementaria; el diseño espacial de la exposición y su montaje.
En consecuencia, para cumplir con el análisis desde la interculturalidad que
permita identificar asimetrías y estereotipos culturales manifiestos en la
exposición, que contribuyen al desnivel cultural y creación de prejuicios. En el
segundo apartado se aborda como surgen los estereotipos, por la percepción de
los contrastes en la confrontación de identidades en el proceso de interacción
social. Donde lo que se desconoce se substituye o agota con generalizaciones,
que alcanzan la condición de realidad, influyendo en las relaciones entre los
individuos. Así se continúa con una de las formas en que se desarrollan en una
sociedad inmersa en un estado nación, que propone la unidad de diversos grupos
culturales sobre la creación de una única cultura compartida. Con el sustento de
un patrimonio constituido por la ocupación de un territorio y la creación de
colecciones de bienes simbólicos. En la que interviene la formación de agentes
como los museos, que organizan colecciones patrimoniales que deben ser
exhibidas para la continuidad de la nación. Pero como esta integración de bienes
culturales se realiza con la perspectiva de grupos culturales dominantes, hace
visible un pensamiento moderno que impide la cohesión de sociedades
culturalmente diversas al separar binariamente lo civilizado de lo salvaje. Dando
lugar, a lo que denomina Giménez Romero como modelos sociopolíticos de la
diversidad cultural, procesos de integración que en la práctica ocultan
enunciaciones de exclusión, lo que constituye un obstáculo para la tolerancia y el
respeto por los demás. En consecuencia, sobre la perspectiva de que una
definición identitaria cerrada y la pretensión de una homogeneidad cultural, niegan
la comprensión de las diversas prácticas y visiones del mundo, se hace necesario
prácticas que revelen aquellas acciones que posibilitan la exclusión. Circunstancia
que no supone anular o aceptar indiscriminadamente las diferencias, sino
reconocerlas desde la complementariedad y a partir ellas construir condiciones
equitativas entre personas. Por lo que se propone una herramienta de análisis
intercultural en la exposición museal. Donde los elementos que permiten identificar
las actitudes de rechazo y de exclusión manifiestos, de acuerdo con Gilberto
Giménez y Tamar Shuali Trachtenberg, se integran por los siguientes conceptos:
actitudes de rechazo y de exclusión, limitación de la movilidad social;
encubrimiento de lo policromo y polimorfo de los grupos y de las culturas;
sobredeterminación de las variables culturales.
Esto conduce al análisis del discurso museográfico de la exhibición Pueblos
Indios, la cual se considera por formar parte en uno de los recintos más
importantes de México, el Museo Nacional de Antropología. Donde se alberga y
exhibe el legado arqueológico Mesoamericano, así como la diversidad étnica
actual del país. Y que entre sus objetivos se encuentra: La difusión de la cultura
prehispánica y la de los pueblos originarios actuales entre la población nacional e
internacional, por medio de la exposición de las piezas de los acervos
arqueológicos y etnográficos. Así como por ser introductoria a las exposiciones
referentes a la cuestión etnográfica del país, donde se exhiben las condiciones
estructurales de las comunidades indígenas. Centrando el interés, en el estudio
del grupo de procedimientos referentes al contenido y proyección espacial de la
exposición (tema; guion; selección de objetos y su asociación; información
complementaria; diseño espacial de la exposición). Mediante la recolección de
datos a través de la observación de las acciones que presentan: actitudes de
rechazo y de exclusión, limitación de la movilidad social; encubrimiento de lo
policromo y polimorfo de los grupos y de las culturas; sobredeterminación de las
variables culturales. Lo que orienta a un razonamiento de aquellos procesos de
exclusión, incluidos en las operaciones y la intencionalidad de esta estrategia
expositiva.
2.1 Características de las estrategias y elementos del discurso expositivo
La exposición, a través de aplicar estrategias de disposición y ordenamiento de los
objetos, imágenes, textos, sonidos, colores y texturas, construye una escena
donde el objeto adquiere una significación deseada. Así, los objetos constituyen
una de las razones de ser de la exposición10, en la que son concebidos como
10 pues se consideran cultura material, que de acuerdo a Carandini (en García 1998 20) está compuesta por los objetos a los que se supone portadores de una información, que permite descubrir determinadas características de la sociedad a la que pertenece, así concebido es un documento.
formas materiales con significados conceptuales, y constituyen un sistema de
comunicación no verbal, que se denomina lenguaje de los objetos. Ya que son
soporte material de significación funcional y simbólica, pues informan de lo que
hace el hombre utilizándolos (García B. 1994 7). Ante esto, se conciben como
producto y reflejo de costumbres, experiencias y creencias individuales o
colectivas, que remiten a distintos espacios y a otras sociedades. Y para que
puedan ser fuente de información se tienen que relacionar con sus referentes
culturales, recuperando así su sentido funcional y simbólico dentro del sistema
cultural al que pertenece (García B. 1994 11). De esta forma al analizar e
interpretar a los objetos, o sea buscar el significado que tienen en las sociedades
a las que pertenecen, la investigación los incorpora al discurso y los dota de
significados. Se revela así este lenguaje de los objetos que se encuentra
codificado en clave científica, y se muestra en la exposición. En consecuencia, los
objetos museables, dotados de contenidos mediante su interpretación, pasan a los
museos para su conservación, exposición y explicación. Ante esto, los objetos se
comparan, clasifican y ordenan en función de aquello que interesa demostrar o
resolver con ellos, para lo que son necesarias tres operaciones:
1- La identificación-descripción del objeto, con la elaboración de una
terminología que permita identificar los atributos o características
significativas de los objetos.
2- La categorización de los objetos y sus contextos mediante su comparación,
que permite agrupar los objetos, contextos, datos o hechos por las
características comunes o atributos definitorios que comparten,
relacionándolos unos con otros, diferenciándolos de los que no comparten
dichas características. Los objetos y sus contextos pueden pertenecer a
diversas categorías, por lo que tendrán varios significados culturales. Por lo
que la categorización científica selecciona los atributos significativos que
parezcan oportunas en función de las necesidades de la investigación, es
decir en función de la hipótesis que se pretenden verificar, así se
conceptualizan los atributos definitorios y se amplían los criterios
discriminatorios.
3- La interpretación del significado de los objetos en su contexto cultural,
permite identificar y diferenciar los objetos, para conocer su sentido
concreto en una situación dada (García B. 1994 15-17).
Con la intensión de trasmitir significados y valores de los objetos, se expone con
una intencionalidad comunicativa determinada, es decir, se quiere que digan algo
y que los visitantes lo entiendan. Y para asegurarse que esta intencionalidad se
cumpla, se ponen en marcha estrategias comunicativas que implican el apoyo de
otros medios informativos. Así, se entiende como estrategias de comunicación, el
grupo de operaciones, referente al contenido de la exposición como a su
proyección espacial, que son llevadas a cabo de tal manera que pueden asegurar
la recepción por parte del visitante del saber científico (Davallon en García B. 1998
63).
En este sentido, se distinguen tres tipos de estrategias comunicativas en función
de sus objetivos comunicativos:
Las denominadas estéticas (Hall, Davallon y Carrier) o emotiva (Belcher),
supone la elemental presentación del objeto al público, lo que involucra una
búsqueda para favorecer la contemplación (Davallon y Carrier en García B.
1998 63). Donde cada objeto habla por sí mismo y aunque existan textos e
información complementaria están subordinados a la estética (Hall en
García B. 1998 63). Y que pretenden ejercer una influencia emocional sobre
los visitantes, donde el objetivo es que el visitante aprecie la belleza de los
objetos para lo que se reduce al mínimo la interferencia visual y los apoyos
interpretativos que se subordinan a crear un ambiente estético (Belcher en
García B. 1998 64).
Las denominadas pedagógicas (Davallon y Carrier) o didácticas (Hall y
Belcher), se orientan a la transmisión del saber, dirigida a hacer
comprender el conocimiento que se pretende trasmitir (Davallon y Carrier
en García B. 1998 63). Aquí se comunica información ya sea por medio de
textos escritos o medios interactivos (Hall en García B. 1998 63).
Proyectadas para informar, donde su objetivo es instruir y educar por medio
de textos interpretativos. Se entiende que los objetos no pueden hablar por
sí mismos a los visitantes no especialistas, por lo que no es suficiente su
contemplación para comprenderlos, así se constituyen con objetos, textos y
otras ayudas interpretativas (Belcher en García B. 1998 64).
Las denominadas lúdicas (Davallon y Carrier) o evocativas (Hall y Belcher),
pretenden trasladar mentalmente al visitante a un espacio imaginario en el
que se convierte en actor (Davallon y Carrier en García B. 1998 63). Aquí
se recrean de modo más o menos teatral la atmosfera de una época, de un
país o un estilo particular de arte y provocan la comprensión más por la
evocación o asociación que por medio de los textos escritos (Hall en García
B. 1998 63). Con esto se pretende estimular emociones mediante la
creación de una atmosfera o ambiente, que conduzca al visitante a
identificarse o participar en la sociedad que representa (Belcher en García
B. 1998 64).
Estas estrategias, en función de sus objetivos comunicativos, se pueden plantear
de la siguiente manera:
La estética como contemplativa porque van dirigidas a favorecer la
contemplación, siendo esta la única respuesta posible cuando no se
entiende el valor o significado de lo que se ve y no se tiene medios para
entenderlo.
La pedagógica o didáctica como informativa, por su intención de dar a
conocer unos conocimientos y unas interpretaciones sobre los objetos para
lo cual la información seleccionada se ofrece estructurada –jerarquizada y
ordenada- para tal fin.
La didáctica en la que los procedimientos usados favorecen el enseñar a
aprender, aquí se antepone el conocimiento de procedimientos, métodos o
procesos que el de los conceptos. El propósito es facilitar recursos
intelectuales, para que el visitante a partir de las fuentes de información
elabore interpretaciones personales (García B. 1998 65).
Así los procedimientos que constituyen la estrategia comunicativa o estrategia
expositiva, de acuerdo con Ángela García Blanco, responden a un razonamiento
de las decisiones, operaciones y la intencionalidad de esta, en la que se
encuentran: la elección de tema o contenido conceptual de la exposición; el guion
de la exposición o estructura conceptual de la misma; la selección de objetos y su
asociación; la elaboración de información complementaria; el diseño espacial de la
exposición y su montaje (García B. 1998 66). Tal procedimiento se sintetiza en el
siguiente cuadro y se explicita a continuación.
En lo que refiere a la elección de tema o contenido conceptual de la
exposición, se puede decir que es el concepto global que la sintetiza y se
desarrolla a lo largo de ella. Así se hace necesaria la presencia de un hilo
conductor que permite seguir secuencialmente la historia que se cuenta. Ya que,
de acuerdo con García Blanco, la exposición que pretenda ser comunicativa debe
tener un hilo conductor, reconocido como tal por el receptor, que ayude al
seguimiento del desarrollo temático (García B. 1998 107). Así el hilo conductor
funge como vínculo entre los acontecimientos que se cuentan y los conocimientos
del receptor.
El guion de la exposición o estructura conceptual, es el desarrollo del tema
(concepto de nivel superior) que supone jerarquizar los elementos que lo
estructuran, en una serie de subtemas o conceptos de nivel inferior. Y a su vez el
desarrollo de cada uno de estos subtemas requiere su desglose, dando lugar al
guion conceptual de la exposición. En consecuencia, esta estructura se tiene que
organizar en función de la lógica discursiva que se quiere utilizar y que decide el
orden en que se presentan.11 Estos dos aspectos, el de la estructuración
jerárquica de los conceptos y el de su organización, constituyen respectivamente
lo que se denomina como la macroestructura y la superestructura de la exposición.
Donde, la primera nos marca los niveles conceptuales determinados por la
amplitud del concepto. Que tendrá su plasmación en la jerarquización de: los
objetos en grupos y subgrupos; el espacio en plantas, salas y vitrinas. Es decir
cada nivel conceptual queda definido por abarcar bien toda la exposición, partes o
área de la exposición. En lo que respecta a la superestructura, esta señala el
proceso de lectura, que está condicionada por el tipo de información elegida:
explicativa, de descubrimiento, demostrativa, entre otras. De esta forma, como lo
menciona García Blanco, el proceso de lectura previsto repercutirá en la
11 Un discurso que explique los conceptos en términos de causalidad obliga a diferenciarlos según sean causao efecto, a presentarlos uno en relación con el otro y a uno antes que otro. Igual ocurre con los antecedentes y consecuentes. En cambio el discurso secuencial obliga a disponer los conceptos según se produjo la secuencia. Por ello el tratamiento que se dé al tema influirá sobre la estructura de la exposición y forma parte de la estrategia comunicativa (García 109).
organización espacial de la exposición, proponiendo un recorrido al visitante
(García B. 1998 111-113). Por lo que es importante considerar el discurso
conceptual o guion de la exposición, como discurso visual. Así, la superestructura
es importante “porque organiza el proceso de lectura, comprensión y reproducción
del discurso” (Van Dijk en García B. 1998 113).
En lo referente a la selección de objetos y su asociación; como se ha
mencionado, la exposición va a trasmitir una idea, donde los objetos tienen un
sentido previamente establecido, que se hará explícito. Es decir, aunque los
objetos son polisémicos, en el contexto expositivo aparecen con un solo
significado y sentido, en función de las asociaciones que se han hecho con ellos
(García B. 1998 114). Estas agrupaciones responden al concepto que comparten y
que conecta a los objetos. Así se entiende a la exposición como un contexto y al
objeto como parte de un conjunto, donde cada objeto contribuye a dar sentido, por
los contenidos o ideas que establece entre el conjunto. Cabe mencionar que estas
relaciones, establecidas por los contenidos e ideas, pueden ser visibles o
invisibles, al considerar que el objeto es soporte material de significación funcional
y simbólica. Son estas agrupaciones intencionadas, lo que se denomina como
Claves Asociativas, o sea relaciones significativas entre los objetos, previamente
establecidas por los expertos. Y por tanto las que constituyen la trama de la
exposición (García B. 1998 114). Los objetos se pueden relacionar entre sí en
función de muy diversos criterios, pero de acuerdo con García Blanco entre los
más frecuentes se encuentran:
Los que tienen en cuenta sólo atributos físicos de los objetos o claves
físicas. Como su nombre lo indica diferencian los atributos que tienen que
ver con las características físicas de los objetos. A esos atributos
descriptivos se añaden los propios del catálogo sistemático, que clasifica
los objetos según un criterio histórico conveniente a la naturaleza delos
fondos y a las características históricas, artísticas y arqueológicas. De esta
regla se derivan las claves asociativas que relacionan a los objetos porque
comparten alguno de estos aspectos: identidad; materia; la técnica; los
motivos decorativos u ornamentales; el uso; el estilo; el tipo, una mera
ordenación morfológica o bien un discurso en el tiempo en el que se
expliquen las razones de las variantes tipológicas.
Los que relacionan los objetos en función de su componente temporal y
espacial o las claves espaciales y temporales. Todos los objetos tienen una
dimensión espacio-temporal, pues forman parte de expresiones o
acontecimientos que tuvieron lugar en un espacio y tiempo concreto. A
manera de clave asociativa el espacio puede aparecer tanto como una
coordenada cultural, así como para interrelacionar los objetos que
compartieron el mismo lugar de producción, o para agrupar los objetos que
tuvieron la misma dispersión geográfica. El espacio es un elemento
constitutivo del contexto, pero por sí no contextualiza a los objetos, se
requiere además que compartan el tiempo y la acción social. En relación
con el tiempo los objetos pueden relacionarse por pertenecer al mismo
tiempo o a tiempos sucesivos. De esta forma la diacronía y sincronía son
pues dos formas de relacionar los objetos en función del tiempo,
pudiéndose utilizar las dos simultáneamente en la exposición.
Los que tienen en cuenta los significados sociales de los atributos físicos y
cronológicos-espaciales de los objetos o claves culturales. Se caracterizan
por relacionar los objetos en función de sus contenidos simbólicos o
funcionales dentro de su contexto cultural, así la realidad física del objeto se
convierte en signos visibles de otros contenidos no visibles. En esta
categoría los objetos se agrupan por formar parte de un mismo contexto al
que contribuyen a configurar y que les da su verdadero sentido. Las
actividades requieren la utilización de determinados y variados objetos, que
aportan cada cual su propia peculiaridad de uso, y en conjunto hacen
posible que se cumpla la función. Estos conjuntos constituyen contextos
funcionales en relación con el cual cada elemento tiene un sentido y
contribuye a su vez a dar sentido al conjunto (García B. 1998 120-123).
La elaboración de información complementaria. Como se ha mencionado, el
objeto nos remite a una realidad social, cultural o artística más amplia, en relación
con la cual el objeto tiene sentido o significado. Pero no se puede esperar que el
visitante con la sola contemplación de las piezas, pueda descifrar la intención de
que se hayan reunido y dispuesto un grupo de objetos. Por lo que a la selección y
asociación significativa de objetos se une su explicación por medio de otros
soportes y lenguajes informativos. Y es precisamente esta explicación de los
significados ocultos lo que convierte a la exposición en un dispositivo comunicativo
mediador y en un sistema de medios (García B. 1998 124-125). Esto resuelve el
problema comunicativo, al exponerse los objetos visibles y sus interrelaciones
invisibles, que son las que dan un sentido. De tal forma, como lo menciona García
Blanco, “la información complementaria es directa frente a la información indirecta
de los objetos; es secundaria frente a la información de los objetos y está
ordenada al entendimiento de estos” (García 1998 126); y se puede dar en
diversos soportes:
Textos expositivos. La divulgación se lleva a cabo en gran parte a través del
lenguaje escrito, que le corresponde iniciar al visitante en el lenguaje de los
objetos, ofreciéndoles las claves para interpretarlos y la explicación de sus
contenidos. Así aparece junto a: los grupos de piezas, a las imágenes,
maquetas, diagramas, y se convierte en oral en los medios audiovisuales.
Siempre presente porque su lectura se acomoda al ritmo de la capacidad
comprensiva del visitante (García 1998 126). Los textos se clasifican de
acuerdo a sus contenidos en:
o Orientativos: ofrecen una información global y sintética, que puede ser
de la organización del museo como edificio o de la organización
conceptual y espacial de la exposición. El título y los subtítulos, forma
parte de esta información global y orientativa, que sintetiza y da sentido
global al contenido de toda la exposición. Estos textos suelen situarse a
la entrada del museo, al principio de la exposición, al inicio de área,
planta o sala. Son de gran importancia puesto que sirven para que el
visitante disponga de un marco de referencia global respecto al
contenido de la exposición, de manera que no sólo pueda elegir
aquellos temas que le resultan más interesantes, sino que también
pueda conocer las relaciones significativas que tienen con los restantes
temas y pueda realizar el recorrido conceptual previsto a través del que
se emite el mensaje.
o Explicativos: puede ser de plantas, salas o vitrinas, donde el soporte
apropiado para este tipo de texto es el panel, en el que se escribe un
texto redactado y puede ser acompañado de ilustraciones. Ya sean de
grandes conjuntos, subconjuntos o incluso de un objeto, su función es
interpretar a los objetos. Lo que se realiza en función de las claves
asociativas que se hayan utilizado, de modo que interesen y sean
comprendidos por los visitantes. De tal forma explican la idea global que
tienen en común un conjunto y subconjuntos de objetos, ofreciendo una
idea válida para cada conjunto y el significado de sus interrelaciones.
Los textos introductorios se caracterizan por ofrecer y explicar el
contenido global de todos los grupos y subgrupos de objetos que allí se
exponen, facilitando así su comprensión.
o Identificativos-descriptivos, que se les denomina etiquetas, definida
como un texto corto escrito sobre un soporte de pequeñas dimensiones,
que se sitúa junto a la pieza. Que ofrece brevemente la identidad del
objeto mediante su denominación, materia, autor, taller o lugar de
fabricación, fecha de ejecución. Esta información debe identificar aquella
parte o contenido del objeto que es significativa en relación con el
discurso expositivo y la necesidad de reconocimiento del visitante. El
contenido de estos textos suele redactarse a modo de enunciado, y su
presencia es suficiente para convertir al objeto expuesto en unidad
expositiva (García B. 1998 130-140).
Medios gráficos. Se pueden agrupar bajo la denominación de ilustraciones.
Forman un lenguaje icónico que ayuda a visualizar conceptos o términos en
los textos, con un importante papel para ayudar a la interpretación los
objetos. Así para dar énfasis al atributo físico y contenido cultural que
interesa, se enmarca con una imagen similar dicho aspecto. En otros casos,
el estado fragmentario del objeto, puede requerir de la imagen la
integración de sus partes. La explicación de los objetos en su contexto
también se puede auxiliar con una imagen realista de dicho contexto. De
este modo la imagen constituye complemento eficaz para la comprensión
de los objetos (García B. 1998 152-154).
Medios audiovisuales. Como su nombre lo indica son lo que utilizan
cualquier de estos sentidos (auditivo o visual) o los dos a la vez para dar
información. Estos audiovisuales necesitan de un espacio exclusivo, pues
requieren tiempo para ser vistos, por lo que exigen la detención del
visitante. Son un medio ideal para ampliar la información, se pueden
complementar con imágenes de otros objetos no presentes en la
exposición, o hacer referencia a otros indicativos culturales en el que se
usan los objetos (García B. 1998 154-156).
Medios tridimensionales. Compuestos por modelos, maquetas, dioramas,
ambientes o reproducciones de interiores, paisajes urbanos o ecosistemas
en los museos, se pueden emplear para presentar y explicitar un proceso
con la intención de trasmitir conocimiento mediante la reconstrucción o
reproducción de contextos originales. Su papel dentro de la exposición es
favorecer el entendimiento y valoración de los objetos que se exponen en
una situación determinada. Ofreciendo la posibilidad de contemplar tras una
ventana imaginaria, o bien para integrarse en el propio espacio imaginario,
en el que se puede mover y del que se puede suponer formar parte (García
B. 1998 159-160).
El diseño espacial de la exposición y su montaje. Considerar que la recepción del
mensaje en la exposición se hace a través de un recorrido por el espacio, supone
que debe haber una adecuación entre la estructura conceptual del mensaje y la
espacial. Dando lugar a una división jerárquica del espacio en unidades espaciales
menores, medias y mayores, lo que se traduce en vitrinas, conjuntos de vitrinas,
salas, conjunto de salas y plantas (García B. 1998 162). Donde, teniendo en
cuenta la lógica del discurso científico, se jerarquizan, agrupan, ordenan, colocan
los objetos y los soportes informativos. Esta disposición de los espacios permite
que se plasme en él, la forma en que se trasmite el mensaje y su orden de lectura.
Por tanto la morfología de la exposición influye en la forma de trasmitir la
información y depende de cómo la orientación espacial combine la profundidad, la
estructura anillada y la axial, pues hay una cierta adecuación entre la morfología
de la exposición y el tipo de discurso que se quiere trasmitir: descriptivo,
secuencial, demostrativo (García B. 1998 165-168). Aunado a esto se considera el
valor informativo que tiene el espacio, como recurso para enfatizar aquello que
interesa al propósito de la exposición. Así dentro de las unidades expositivas la
ubicación de los objetos en el conjunto de la exposición tiene que ver, además de
con las exigencias del discurso, con las reglas de percepción visual12 (García B.
1998 171). En este sentido al emplear con intencionalidad, para marcar o señalar
los objetos, el espacio es un signo de distinción que enfatiza determinados
elementos en función del discurso que se quiere comunicar.
La consideración de la cultura material como signo, supone ir más allá de su
función, valor o tipo, es considerarla como parte de una red de significados que en
12 Según las cuales los objetos situados en el centro tienen más peso que los situados en posición lateral o los situados en la parte superior del espacio visual más que los situados abajo; pesan más los situados a la derecha que los situados a la izquierda. El aislamiento también confiere peso. Pero el espacio también igualacuando se reparten por igual objetos que se quiere que tengan igual peso; equilibra cuando un objeto en situación central se contrarresta con otros más pequeños descentrados; une lo que está próximo y separa loque está alejado; reglas de percepción visual de Rudolph Arnheim en García 1998 171.
su conjunto reconstruye la cultura que los genera. Y es aquí, donde la exposición
concebida como un espacio de significados, medio de información y
comunicación, en el que intervienen varios soportes informativos integrados en un
discurso, favorece el acceso al significado o a la idea que se quiere trasmitir con
los objetos.
2.2 Prejuicios culturales y ruptura social
Como se mencionó en el primer capítulo, la identidad encuentra sustento en la
apropiación de la cultura, y se define principalmente por la pertenencia a un grupo.
Y en el proceso de interacción social, en la confrontación con otras identidades se
destaca y afianza. Pero, de la percepción social y los procesos de socialización en
contraste con otros grupos sociales surgen los estereotipos, sobre los que se
instalan los prejuicios, que lleva a una persona a actuar de un modo determinado
respecto al grupo o individuo, o sea discriminar (por ejemplo, impedir que alguien
por ser indígena entre en un determinado establecimiento). Esta categorización
(ver a la persona como formando parte de un grupo o colectivo por el que se
siente rechazo o desagrado) responde a una disposición de tender a ordenar el
mundo que nos rodea para poder manejarlo y entenderlo, lo que ofrece seguridad
y certeza. El problema es que la clasificación social hace que se exageren las
diferencias entre grupos. Pues de acuerdo con Luis Díe, la realidad siempre ha
sido inabarcable para el ser humano, y es este exceso que conduce a los seres
humanos a la necesidad de simplificar, lo que a su vez lleva a introducir un orden
en la información que conocemos de la realidad. Y este ordenamiento de los datos
de la realidad, es desde las creencias, conocimientos, valores, e incluso desde la
ignorancia, que cada persona considera relevantes. Así se considera sólo
aquellos datos de la realidad que encajan o que confirman ese orden. Pues, todo
aquello que no coincide produce una discrepancia cognitiva, que desequilibra ese
mundo construido. Por lo que son necesarios mecanismos de defensa (negación
de la realidad) contra aquellos datos o partes de la realidad que cuestionan o
desmienten su construcción y representación del mundo. De esta forma, lo que se
desconoce se reemplaza o completa con generalizaciones, estereotipos y
prejuicios, que adquieren carácter de realidad, influyendo y modificando
comportamientos personales y procesos sociales. Y conforme se van
seleccionando y acumulando aquellos datos que confirman el orden elegido, esta
construcción se hace más sólida y es más difícil que cambie. De este modo, la
ignorancia, el error o aun la falsedad se convierten en otra parte de la misma y
única realidad social. Porque, si se admitiera aquello que pudiera cuestionar esa
construcción, implica reconocer lo incompleto de estas percepciones, y con ello la
necesidad de perfeccionaras o cambiarlas. Por eso, continuando con Luis Díe, se
elige la seguridad de nuestro orden frente a la inseguridad de lo real (Díe 19-20).
Esta tendencia a establecer categorías y a agrupar a las personas dentro de ellas,
es lo que da lugar a los estereotipos, que atribuyen rasgos a una persona como
miembro de un grupo y no como persona individual. Y en México, por el objetivo
posrevolucionario de construir una nación unificada; más allá de las divisiones
económicas, lingüísticas y políticas; surge la necesidad de arraigar la formación de
la nación en la identidad de su pasado. De esta forma tener una identidad, seria
ante todo tener un país donde todo lo compartido por los que habitan se vuelve
idéntico (García C. 177). Por lo que el Estado moderno busca en el patrimonio
legitimidad y consenso, situación manifiesta por la orientación nacionalista de su
política posrevolucionaria y mediante la preservación e integración del patrimonio
en un sistema de museos. Así ratifica un tipo de bienes simbólicos y un modo de
apropiarlos, para persuadir de que expande las tradiciones compartidas. Pero para
que las tradiciones sirvan de legitimación a quienes las construyeron o las
apropiaron se necesita mostrarlas (García C. 151). Aquí, para la constitución de
identidad, es donde interviene la formación de agentes como los museos. Así la
identidad cultural nacional, se apoya en un patrimonio, constituido por la
ocupación de un territorio y la formación de colecciones. Situación que de acuerdo
a García Canclini, puede resumirse de la siguiente manera. Cuando un territorio se
conquista, el primer acto es apropiarse de sus componentes, en los que se
encuentran los pobladores, la fuerza de trabajo. No obstante, la lucha inicial de los
aborígenes por recobrar su identidad pasa por rescatar esos bienes, y
depositarlos bajo su autoridad. Ya recuperado el patrimonio, el nexo con el
territorio regresa a ser natural. Pero como se conserva la memoria de lo
reconquistado, se honran y guardan los signos que lo evocan. Así el museo
protege los símbolos de la identidad, objetos y recuerdos guardados por que
aluden al origen y la esencia. Allí se conserva la pauta de la identidad, la versión
autentica; de esta forma la identidad se condensa en colecciones que reúnen lo
primordial (García C. 178). Por eso las colecciones patrimoniales son necesarias,
pues con sus evocaciones renuevan la solidaridad afectiva. En consecuencia los
museos se confirman como lugares donde se reproduce el sentido que
encontramos al vivir juntos.
Y esos grupos hegemónicos, que fijaron el alto valor de ciertos bienes culturales
(los centros históricos, la música clásica, objetos patrimoniales) incorporan, como
una forma romántica de rescate, algunos bienes populares designados como
folclor. Pues, de acuerdo con García Canclini, los precursores del folclor veían
con nostalgia que comunidades abandonaban las antiguas creencias en busca de
pactos simbólicos con la naturaleza, cuando la tecnología les enseñaba a dominar
esas fuerzas (García C. 150). Así lo popular, se sitúa bajo la mirada melancólica
de lo que se va perdiendo, y los folcloristas luchan contra esta pérdida,
seleccionando objetos y creando museos. Lo que advierte, siguiendo con García
Canclini, la oposición respecto del arte, y como la sutileza de la mirada culta
reconoce hasta en los objetos de los “otros” el valor de lo generalmente humano
(García C. 151). De esta forma lo popular se puede considerar como un vestigio
engrandecido, creatividad que se tiene que resguardar pues se perderá por los
cambios exteriores de la modernidad. Donde su cualidad se halla en su exactitud
al pasado, como una propiedad de grupos indígenas o campesinos, asilados,
autosuficientes y con técnicas simples. Así descrito, el folclor se percibe como un
intento melancólico por sustraer lo popular del contexto social, que lo fija en
formas arcaicas y locales de producción. Donde se pone énfasis en los bienes
culturales –objetos, leyendas, música, la religiosidad, los rituales, la medicina, las
fiestas y artesanías – más que en los actores que los generan. Recuerda que
sigue existiendo indios, con territorios diferenciados, historias y lenguas propias,
hábitos de trabajo y consumo que los distinguen (García C. 229).
De esta forma, el discurso oficial asocia la unidad y continuidad de la nación con el
patrimonio, y adopta una noción de cultura que confiere legitimidad a todas las
formas de organizar y simbolizar la vida social. Con lo que se quiere mostrar un
humanismo que pretende reunir las clases y etnias separadas fuera de esas
instituciones. Ideología increíble, pues en la designación y apropiación de los
bienes culturales, se consagra como superiores ciertos objetos y saberes: el arte
vale más que las artesanías, la medicina científica que la popular, la cultura escrita
que la trasmitida oralmente. Porque fueron los grupos dominantes, quienes de
acuerdo con su información/formación los juzgan como tales. Lo que revela una
jerarquía de los bienes culturales, que hace visible un pensamiento moderno que
separa binariamente lo civilizado de lo salvaje. De esta forma, de acuerdo con
García Canclini, los procesos constitutivos de la modernidad se muestran como
cadenas de oposiciones enfrentadas que admiten dos principios, uno para el bien
y otro para el mal (García C.191-192):
moderno = culto = hegemónicotradicional = popular = subalterno
De esta oposición se extrae el pensamiento, de que el interés o el acceso de los
“avances”, justifican una posición de superioridad, en tanto, el “atraso” de las
clases populares las condena a un estado de subordinación. “Si la cultura popular
se moderniza, como de hecho ocurre, esto es para los grupos hegemónicos una
confirmación de que su tradicionalismo no tiene salida” (García C. 192).
Así un planteamiento intercultural requiere la superación de los a veces sutiles
sistemas y prácticas de exclusión. Englobados, de acuerdo con Giménez Romero,
bajo los modelos sociopolíticos de la diversidad cultural (cuadro 3), que en la
práctica resultan negadores de la identidad del otro y del derecho a la diferencia
(Giménez R. 55). Ya que como es evidente, estos modelos impiden la cohesión de
sociedades culturalmente diversas, pues niegan la comprensión de las diversas
prácticas y visiones del mundo, lo que cierra la tolerancia y el respeto por los
demás. Por lo que se tiene que considerar: 1) las relaciones de dominio en el
plano interétnico, donde la parte dominante quiere que la dominada se modele, 2)
la fuerza y frecuencia de las actitudes etnocéntricas, 3) las concepciones
unilineales y simplistas del cambio social y del desarrollo de las sociedades,
extendidas en los medios de opinión y en el discurso público (Giménez R. 55).
Esta consideración debe privilegiar los principios: 1) el principio de igualdad o de
no discriminación en función de la raza, cultura, etnia, religión, lengua,
nacionalidad; 2) el principio de diferencia o respeto y aceptación del Otro, en su
distintividad cultural, lingüística y religiosa; 3) el principio de unidad en la
diversidad o Interacción positiva, no impuesta sino construida por todos y asumida
voluntariamente (Giménez R. 54). Lo que se pretende es una sociedad, donde las
personas, independientemente de sus rasgos culturales, son respetadas e iguales
en derechos, obligaciones y oportunidades. Mediante la promoción de espacios y
procesos de interacción que vayan abriendo y generalizando relaciones de
aprendizaje, regulación pacífica del conflicto, cooperación y convivencia (Giménez
R. 54-57).
De esta forma, el problema surge cuando: a) la cultura se cierra como algo
estático, como un objeto que hay que salvaguardar de cualquier contaminación o
cambio, y b) cuando el mismo modelo es un factor que mantiene y reproduce las
situaciones de desigualdad. Escenarios, que bajo un falso mensaje de integración,
cultivan la idea de que todos compartimos una cultura común y homogénea,
donde cualquier oposición se considera una desviación. Con lo que se deja de
lado la necesidad de aprender a convivir, la importancia de la inclusión y la
igualdad real como condición para la integración, para la interculturalidad. Lo que
no supone anular, ni aceptar indiscriminadamente las diferencias, sino
reconocerlas desde la complementariedad y desde ellas construir condiciones
equitativas. Una oportunidad de encuentro, diálogo, aprendizaje y reflexión, a
partir del mutuo reconocimiento, entre personas de distintas culturas y orígenes.
Desde la complementariedad, el derecho a ser diferentes, el cuestionamiento de lo
propio, el conocimiento y aceptación de lo que hay de calidad humana tanto en lo
ajeno como en lo propio (Díe 17). Así, se comprende que la convivencia no puede
partir de una definición identitaria cerrada y estática, ni de la pretensión de una
homogeneidad cultural que nunca ha existido. Por lo que se necesita desaprender
aquellas construcciones de la realidad, nuestras o transmitidas, que brinde la
posibilidad para que esa realidad compleja, diversa y fluida, entre y se establezca
como referencia. Que permita tomar consciencia de nuestra arbitrariedad, y
extender los modos de aprender y conocer. Así en una sociedad con sistemas
culturales diversos, se debe eliminar las parcialidades, para conocer y comprender
la existencia de las interrelaciones de los diversos modos de entender la realidad,
diferentes y legítimos, que enriquecen la sociedad.
En este sentido, de acuerdo con Tamar Shuali Trachtenberg, por interculturalidad
se considera aquella teoría que trata la diversidad cultural desde las actividades
que se realizan en la interacción –de relación e intercambio–, y no desde la
conservación de modelos previos de grupos, culturas, religiones u origen. Con lo
que se evita proporcionar una visión simplista, fragmentada, y distorsionada de la
realidad social; que por naturaleza es compleja, diversa y fluida (Shuali en Díe 73).
Lo cual lleva a entender que el punto central intercultural, se encuentra en la
importancia de la interacción entre los sujetos con estructuras culturalmente
diferenciadas. Que deben ser relaciones no discriminatorias entre iguales,
basadas en el respeto y la tolerancia. Así, los elementos para crear una
herramienta de análisis intercultural museográfica, para truncar el énfasis de las
diferencias, es necesario: buscar aquellas afinidades sobre las cuales disponer
vínculos y puntos en común; además, es preciso detectar aquellas acciones que
posibilitan la exclusión. Lo que conduce a proponer actividades para fomentar
espacios de encuentro y comunicación. Ante lo cual, de acuerdo con Gilberto
Giménez y Tamar Shuali Trachtenberg, para el estudio del discurso expositivo
desde una perspectiva intercultural se tiene que considerar lo siguiente:
Actitudes de rechazo y de exclusión. Procesos de discriminación, que aun
reconociendo las diferencias, busca la coexistencia de los grupos y los
individuos, cultivando su particularidad en oposición a los demás,
estableciendo con ello la exacerbación de las diferencias y el riesgo del
conflicto social. Una práctica de trato desigual, la separación física de los
diferentes o la aculturación forzada del otro.
Limitación de la movilidad social. El fomento de la identidad grupal que
tiende al aislamiento del grupo y dificulta la movilidad de sus miembros, que
permanecen encerrados en sus guetos culturales y físicos. Ello, en
definitiva, contribuye también a la congelación de la estructura social y
dificulta el progreso social de los individuos. Revisar la concepción de la
historia y el desarrollo superando las concepciones unilineales de
evolución.
Encubrimiento de lo policromo y polimorfo de los grupos y de las culturas.
La imposibilidad de pertenecer, de manera simultánea, a más de un grupo
de diferente identificación (cultural, política, social). Y fomentar la idea de
identidades grupales totalmente homogéneas, con rasgos preestablecidos
en todos los aspectos, que diferencien a los miembros de un grupo o
minoría étnico-cultural con respecto a los demás.
Sobredeterminación de las variables culturales. asume las diferencias o
dificultades como resultado directo de una diversidad cultural, negando la
realidad social como plural, y que junto con las variables culturales se
encuentran otros aspectos de tipo sociológico, psicológico, histórico y
económico que influyen decisivamente en el posicionamiento social de los
individuos. No cabe reemplazar los determinismos sociales por los
culturales, sino que hay que considerar todos ellos en su conjunto. El factor
étnico-cultural no explica por sí sólo la estructura y el conflicto social y, por
lo tanto, tampoco puede resolverlo por sí mismo.
2.3. Análisis del discurso expositivo desde la interculturalidad
Para cumplir el objetivo del capítulo, tarea a desarrollar en este apartado, de
analizar desde la interculturalidad, las herramientas y estrategias de comunicación
en la exposición Pueblos Indios. Resulta necesario conocer el grupo de
operaciones, referentes al contenido y proyección espacial de la exposición
Pueblos Indios. Para lo cual se siguen los lineamientos, que de acuerdo con
Ángela García Blanco constituyen la estrategia comunicativa o estrategia
expositiva. Lo que lleva, desde una perspectiva intercultural de acuerdo con
Gilberto Giménez y Tamar Shuali Trachtenberg, a un razonamiento de aquellos
procesos de exclusión, de las operaciones y la intencionalidad de esta.
Así, el Museo Nacional de Antropología (MNA), construido con un diseño y
planeación únicos en la historia de la arquitectura moderna en México. Desde el
17 de septiembre de 1964, alberga las colecciones arqueológicas y etnográficas
más importantes del país. Se integra por veintidós salas de exhibición
permanentes, distribuidas en las dos plantas del edificio. En la planta baja se
hallan las once salas dedicadas a las culturas arqueológicas del territorio
mexicano. Mientras que en el segundo nivel se encuentran once salas de
etnografía, donde se exhiben los principales grupos étnicos que hoy constituyen
México. Ante el tamaño y diversidad de su colección, además de la fastuosidad
del edificio, se puede considerar como el museo representativo de la mexicanidad.
Y en él, la exhibición “Pueblos Indios”, objeto de estudio del presente trabajo, el
discurso expositivo se propone a través de diversas operaciones que se
condensan en el cuadro siguiente, para posteriormente desarrollarse.
Estrategia comunicativa: conjuga dos tipos, por un lado es informativa, al dar a
conocer conocimientos e interpretaciones sobre los objetos, mediante la selección
y estructuración de la información. Y por otro, es lúdica o evocativa, pues
mediante la escenificación de un ambiente se pretende estimular emociones que
provoquen la comprensión, al trasladar mentalmente al espacio recreado se
conduce al visitante a la sociedad que se representa.
Contenido conceptual: El concepto global o tema, que se desarrolla y sintetiza
en esta exposición es la presentación de elementos característicos de los grupos
indígenas que subsisten en México. Así el título, Pueblos Indios, como vínculo
entre los acontecimientos que se cuentan y los conocimientos del receptor, hace
reconocible el asunto de la exposición y permite un seguimiento del desarrollo
temático.
Estructura conceptual: la articulación y el orden en que se cuenta el concepto
general se determina por doce unidades conceptuales. Que se plasman en el
orden de los objetos en grupos y el espacio en vitrinas. Así cada unidad
conceptual queda definida por abarcar partes de la exposición, lo que de forma
gráfica se puede observar en el cuadro 5.
- Macroestructura: El guion conceptual de la exposición se desarrolla en
función de una lógica discursiva lineal no cronológica, que muestra un
orden de los conceptos sin utilizar una jerarquización aparente en la
presentación de los mismos. El temario básico de esta sala es: concepto; el
proceso histórico; demografía; estructura social y política; economía;
religión y magia; y etapas culturales de estos pueblos.
- Superestructura: el proceso de lectura se organiza y caracteriza por un
argumento de tipo descriptivo-evocativo, que da lugar a la estructura y
organización de los conceptos con lo que se establece tres niveles de
lectura y una estructuración espacial circular de tipo lineal.
Cuadro 3. Estrategia conceptual de la exposición Pueblos Indios. (Roberto C. Cruz 2014).
Selección de objetos y su asociación: el lenguaje visual se explicita
fundamentalmente en unidades conceptuales visuales no verbales (objetos) que
se constituyen como signos significantes de los conceptos que se quieren trasmitir
y de la información complementaria. Así las claves asociativas responden al
contenido conceptual de la asociación intencionada de los objetos, lo que permite
trasmitir la idea que comparten. En consecuencia, esta exposición, por los
contenidos o ideas que se establecen entre el conjunto de objetos, utiliza las
relaciones significativas de tipo:
Claves físicas- según las características físicas se relacionan los objetos porque
comparten aspectos como: identidad, materia, la técnica, los motivos decorativos u
ornamentales, el uso, el estilo, el tipo como una mera ordenación morfológica.
Claves culturales- la relación de los objetos está en función de sus contenidos
simbólicos y funcionales dentro de su contexto cultural. Con lo que se establece
relaciones entre la cultura material y las funciones culturales en un espacio y
tiempo determinado. Así la asociación se da por que los objetos comparten un
espacio y tiempo, se utilizaron y fueron necesarios para desarrollar alguna
actividad, costumbre o rito, función que los hizo necesarios y les dio sentido. Lo
que se presenta pretende ser reconocido a partir de remitir a experiencias
reconstruidas, que invitan a los visitantes a buscar su sentido en el lugar y en el
momento al que pertenecieron.
Información complementaria:
Textos expositivos: en esta exposición se utilizan para identificar los objetos y
describir su presencia en el contexto expositivo, lo que apoya el mensaje previsto
por el museo y el equipo emisor para el acceso de los visitantes a dichos
significados (cuadro 6). Y por su contenido se clasifican:
Explicativos: formados por textos introductorios de sala y vitrinas, que
permiten identificar e interpretar el conjunto de objetos, al describir las
características en función de las cuales se forma dicho conjunto y la
significación del conjunto. Aparecen diferenciados por el soporte de tipo
panel. Se ubican de tal forma para entender que se refieren al grupo que
explican y favorecen su lectura antes de iniciar el recorrido. Ayudan a dar la
idea general para interpretar el resto de la información. Sin embargo en
ocasiones el título excede o no se desarrolla en el contenido de la parte de
la exposición que trata. La identificación de grupos de objetos
(identificación-descripción) de parte de la sala, funciona aparentemente
como título, que meramente identifica una categorización nominal. Así se
observa una suplantación del título significativo por un texto descriptivo, lo
que de acuerdo con Ángela García Blanco, denota una exposición carente
de discurso comunicativo.
Textos de identificación- ofrecen la identidad de los objetos mediante su
denominación, y muestran el sentido del objeto en relación con el papel que
juega en el conjunto de la exposición. Por lo que identifica la parte o
contenido del objeto que es significativa en relación con el discurso
expositivo. Sin embargo la mayoría de estos textos, refieren a un conjunto
de objetos que reúnen similares características, por lo que no quedan
debidamente identificados en su peculiaridad. Ante lo cual no queda claro si
la redundancia de objetos enfatiza el contenido del conjunto o se presenta
como un simple muestrario.
Medios gráficos: Se colocan como complementos para explicar y ampliar el
contenido. Así en los textos expositivos explicativos y vitrinas aparecen para
hacerlos más atractivo, y para visualizar los conceptos o términos descritos.
Medios tridimensionales: Como complemento, estos recursos se utilizan para la
explicación del objeto en su contexto. Ayudan para que se forme una
representación mental de los conceptos o significados, de los escenarios que se
reconstruyen, a través de la evocación.
Diseño espacial y montaje: Se divide en unidades espaciales medias (vitrinas y
conjunto de vitrinas) en relación con la exposición como unidad mayor. No hay una
jerarquización espacial, las unidades espaciales están en proporción con la
información que contienen. Poca profundidad, pues la separación de los espacios
dentro de la exposición se encuentra determinada por las unidades espaciales que
separan a unas de otras, que en promedio es de una. Distribución del espacio en
círculo con poca presencia de anillos, que muestra la información de forma
secuencial en un recorrido previsto y determinado. De este modo, la ordenación
del espacio traduce el tipo de discurso en descriptivo y secuencial, donde el
recorrido conceptual es uno así como el espacial. Donde se observan unidades
espaciales, con una gran cantidad de objetos colocados unos junto a los otros,
aparentemente iguales dando una apariencia de conjunto abarrotado.
Preliminares
Lo antes descrito, guía el desarrollo del presente apartado al examen desde la
interculturalidad de los componentes, propiedades y funciones del discurso
expositivo. Para detectar los procesos de exclusión; que se evidencian por las
discrepancias, que produce el orden de los datos de la realidad desde el punto de
vista occidental-urbano-mestizo, al encuentro de los contrastes culturales. En él, la
exhibición “Pueblos Indios”, objeto de estudio del presente trabajo, aplica una
estrategia comunicativa, clasificada como Informativa y Evocativa, que
contextualiza los objetos, a través de la información complementaria, compuesta
por: cédulas, fotos, ilustraciones, maquetas y ambientes; así como por su diseño
espacial y montaje que se sirve de la acumulación de objetos y la evocación
mitificada de escenas, propone una versión monumentalizada del patrimonio. El
conjunto de estos procedimientos que constituyen la estrategia comunicativa
expositiva, expresan una visión tradicionalista de la cultura mexicana, dirigida a
exaltar el patrimonio arcaico, supuestamente puro y autónomo. Donde, los aportes
de carácter científico y técnico, responden a una visión cultural occidental
privilegiando en muchos casos el aspecto esteticista. Así, mostrando los productos
de la creatividad por algunas etnias, se elogia a los indígenas. Y esta admiración
por las piezas indígenas, se destaca por la legitimización que ofrece la cultura
“moderna”: el saber científico.
En este sentido, se define, clasifica, conserva y expone el patrimonio histórico,
para ordenar una continuidad de las expresiones simbólicas, entre el pasado y el
presente de estos grupos indígenas. Ante lo cual, la construcción visual y escénica
del patrimonio refleja un esfuerzo por anclar a estos grupos culturales en su origen
prehispánico, una sustancia fundante, en correspondencia con la cual se deben
relacionar. Con lo que se crea una visión de que las manifestaciones superiores se
dan en el pasado y sobreviven sólo en los bienes que lo recuerdan. Así la
grandiosidad y perpetuidad de estos bienes, consensa su valor, dejando fuera los
componentes culturales precarios o cambiantes. En consecuencia se entiende que
las prácticas y objetos “valiosos” se hallan catalogados en un conjunto fijo, y su
conservación tiene poco que ver con su utilidad actual. Con esto, de acuerdo con
García Canclini, sobrevive la ideología de los sectores oligárquicos, el
tradicionalismo sustancialista (juzgar los bienes históricos únicamente por el valor
que tienen en sí mismos), por lo que se concibe la conservación de los objetos
independientemente del uso actual. Así preservar tiene el sentido de guardar
esencias, modelos estéticos y simbólicos, que sirve para probar que la propiedad
de ese pasado glorioso es lo que cuenta, y que trasciende los cambios históricos y
sociales.
Otro aspecto que se observa en la exposición “Pueblos Indios”, es el uso de la
estética y la monumentalización, a través de: la concentración de objetos diversos,
su abigarramiento y exuberancia visual. Con lo que se engrandecen y crea una
abstracción de los significados (poderes cósmicos o históricos), lo que permite
aprehenderlos con una mirada. Y por la cantidad de objetos presentados, se
legitima como abarcador de la totalidad y testimonio verídico de la realidad,
pretensión que se hace creíble por aparentar ofrecer a la vez la totalidad y la
vastedad de las culturas de México. Y aunque el uso de la estética para juntar los
productos de diversas etnias, si bien contribuye a concebir una belleza por encima
de las diferencias geográficas y culturales, también engendra uniformidad. En
consecuencia, la acumulación de los símbolos que ofrece el museo produce la
sensación de que la totalidad se revela, así los objetos, que se exhiben como
símbolo de la identidad de los pueblos indígenas, remiten de un golpe a una
generalidad, lo que es ser indio.
También se delimita las identidades como autocontenidas, al explicarlas mediante
un proceso de abstracción de rasgos (lengua, tradiciones, conductas
estereotipadas) que las despoja de las relaciones en que se formaron y se siguen
formando. Pues no se habla del papel significativo que han tenido y tienen las
relaciones con otros grupos que conforman México como, los negros, los chinos,
árabes entre otros. Sólo se muestra la asimilación de hábitos, creencias y formas
de pensamiento europeos con los originarios, con lo que se construye una
dicotomía excluyente entre civilización y barbarie. Donde se enaltecen conceptos
de conquista y colonización, sin describir las formas en que se forzó a las culturas
indígenas a someterse a las formas de la cultura blanca-europea. Únicamente se
muestran como los vencidos, los dominados. Así el mestizaje, intrínseco a los
procesos de conquista y colonización, es una consideración insuficiente para
nombrar y explicar las formas de intercambio cultural. Con lo que los aspectos
fisionómicos y cromáticos (el color de la piel y los rasgos físicos) continúan
pesando en la construcción ordinaria de la subordinación para los indios.
Y aunque las fotos y ambientaciones sugieren un contacto con la vida
contemporánea, estas imágenes excluyen elementos capaces de hacer presente
la “modernidad”. Se hace ver que la cultura nacional tiene su origen en lo
indígena, con lo que se establecen límites a lo étnico, al eliminar los rasgos de la
“modernidad” en estos grupos. Pues se describe a los indios sin los objetos de
producción industrial y consumo que se pueden ver hoy en sus localidades. Con lo
cual no se conoce aquellas formas que obtiene lo étnico al mezclarse con el
desarrollo socioeconómico y cultural capitalista. Así la visión se reduce a lo
indígena tradicional atado a lo prehispánico, con lo que se niega la posibilidad de
cambio de la cultura. Y también, manifiesta un discurso lineal y evolucionista, que
separa la cultura antigua (lo indígena) de la cultura actual, lo indio se describe
como un punto de transición hacia lo “moderno”. Donde se presentan, con
indicadores económicos y sociales en condiciones de pobreza, tales como la falta
de: servicios y calidad de los espacios de vivienda, el acceso a la educación,
servicios de seguridad social. Frente a esta imposibilidad de satisfactores que
caracterizan la sociedad moderna y respecto de los actores que componen la
sociedad, las culturas étnicas quedan rotuladas con el estigma de la barbarie, el
rezago y la miseria. Lo que, reforzado por el lugar que ocupan en la estructura
social estos grupos, promueve la idea de que las características culturales son
determinantes de la condición social.
Como se mencionó, las operaciones museográficas tienen una intencionalidad,
por lo que incluyen instrucciones para inducir lecturas y demarcar la actividad
productiva del receptor (lo que Canclini llama, estrategias de condicionamiento).
Pues compuestas por un componente autoritario, se quiere que las
interpretaciones de los receptores coincidan con el significado propuesto por el
emisor. Así en esta exposición etnográfica, el patrimonio se interpreta como un
repertorio fijo de tradiciones, condensadas en objetos, en un escenario que lo
contiene, protege y monumentaliza. Donde se esparce un orden semiológico que
los grupos culturales dominantes organizaron. Así las dificultades para entender
los objetos patrimoniales se ritualizan, lo que obliga a actuar en ellos mediante la
prescripción de como el visitante debe desplazarse y relacionarlos, detenerse y
mirar, actuar como espectador. De esta forma, la seducción ante la belleza y
monumentalización pide la contemplación, no el esfuerzo para comprender las
contradicciones sociales presentes en esas obras (clases, etnias y grupos, que
dividen la sociedad y diferencian los modos de apropiarse del patrimonio). El
museo en su discurso expone un patrimonio cultural puro, estático y unificado bajo
la etiqueta de la mexicanidad, y lo despoja de una de las claves de su valor: la
función cotidiana. Sin explicar el qué y porqué, procesos históricos o conflictos
sociales, se mantiene o modifica. Y al mostrarlos como restos del pasado
prehispánico, se niega su inclusión en la sociedad, y el reconocimiento de su
cultura como válida frente a otras. Se exalta simultáneamente las culturas
indígenas singulares, para subordinarlas al tipo genérico de lo indio-prehispánico y
a la unidad nacional. Ante esto se observan resistencias a esas relaciones de
intercambio cultural, de concebir la cultura como proceso de intersección y
transacciones. Lo que no significa crear generalizaciones, sino la oportunidad de
apropiar elementos de diversas culturas, sin que se acepten indiscriminadamente.
Por lo que para hacer posible que la multiculturalidad evite lo que tiene de
segregación. Se tiene que superar cualquier idea de homogeneización,
dominación o superioridad de una cultura en relación a otra. Es necesario, pues,
sustraer todo fundamento y legitimidad a las fuentes de desigualdades y
exclusiones por razones de etnia, creencia o región.
3. Con destino a la integración de la interculturalidad en la exposición
De acuerdo a la implicación de los planteamientos expresados a lo largo del
presente trabajo. Donde por un lado se afirma que no basta con sólo reconocer la
diversidad y diferencias, sino que es necesario aprender a convivir juntos. Y de
como el museo, medio de comunicación y educación accesible a la población en
general, que proporciona acercamiento a los objetos, la documentación y la
información, es un recurso valioso para el desarrollo tanto cultural como social. Se
piensa que las operaciones creativas de la exposición asociadas a los valores
éticos interculturales, permiten diseñar un sistema de comunicación que integre un
mensaje de entendimiento y convivencia entre las culturas. Así se proponen
lineamientos que orienten al museo, hacia la transmisión de un mensaje
intercultural.
Por lo que la exposición del presente capitulo parte del desarrollo de los principios
en que se apuntala la interculturalidad (igualdad, respeto y aceptación). Y de cómo
insertos en las instituciones culturales (museos en el caso), en la medida en que
comuniquen, cooperen y enriquezcan la reunión de grupos culturales dispares,
fomenten una relación de intercambio positivo y convivencia social entre actores
culturalmente diferenciados. Pasando por las finalidades de la educación
intercultural, que pueden plantearse en el contexto museístico con dirección a la
superación del discurso de la diferencia, para comunicar un mensaje que conlleve
a suprimir los estereotipos y prejuicios. Hasta llegar a una alternativa de
finalidades interculturales comunes, que al tener ei propósito de valorar las
diversas culturas, se privilegie lo que se tiene en común, el diálogo, el
conocimiento mutuo y el aprendizaje entre culturas.
A continuación, para cumplir la finalidad de formular lineamientos que encaucen al
museo en la transmisión de un mensaje intercultural, se presenta una idea de
cómo se integra una museología con base en la interculturalidad. Teniendo en
cuenta la museología por ser la ciencia encargada del estudio del museo, que al
observar su historia y su rol en la sociedad, resuelve lo que debe ser y a qué fines
se somete. Que al sujetarse a directivas de los códigos deontológicos revelan una
imagen de movilización hacia la transformación de estos centros culturales en
agentes de cambio social. Lo cual permite una integración de valores y principios
interculturales, para fundamentar medidas de cultura hacia el desarrollo social. En
este sentido, se presenta a los museos como espacios de nuevas prácticas
educativas, que promuevan el encuentro entre las culturas. Que al trasformar su
discurso monológico, en uno conversacional con los productores de los objetos, a
través de los objetos y no con los objetos, permite forjar el concepto de museo
como un espacio que de aprendizaje intercultural.
De esta forma se transita a una propuesta de estrategia museográfica intercultural,
la cual se apoya de acuerdo al modelo de Ángela García Blanco. Que tiene la
intensión de difundir significados y valores de las culturas, suscitar reflexiones
sobre las similitudes y el constante intercambio entre las culturas, hacia una
relación de intercambio y convivencia social positiva. En la que tanto la estrategia
como sus elementos, integran los lineamientos interculturales desarrollados a lo
largo de esta investigación. Y si bien, con la presente propuesta no se puede
asegurar la recepción por parte del visitante del mensaje intercultural, si se apoya
a evitar se propaguen estereotipos y prejuicios hacia la diversidad cultural.
3.1. Valores éticos interculturales: el principio de igualdad, respeto y
aceptación del Otro, del mensaje expositivo
El proceso de mundialización está provocando que cada vez más se viva en una
sociedad multicultural, lo que ha dado la oportunidad de conocer a los otros. Pero
también parece que ello ha aumentado el riesgo de poner en peligro la riqueza de
la diversidad. Pues podría tener la consecuencia negativa de la intolerancia, con
relaciones interétnicas, basadas en la desconfianza, los estereotipos y prejuicios,
la incomunicación o mala comunicación. Que culmine en sistemas sociopolíticos
basados en la segregación, el gueto, el racismo. En este contexto Surge la
propuesta de inclusión social a través de políticas culturales desde la
interculturalidad. En estas políticas culturales orientadas a la atención de las
diversidades culturales se hallan, las de organismos cuyas convenciones han sido
suscritas por el gobierno mexicano, entre los que se encuentran documentos de la
UNESCO, de la OTI, del Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas, y de las Conferencias Iberoamericanas de Educación. Así
como de propuestas independientes o autónomas, que en esencia articulan los
conocimientos indígenas con los científicos, en función de las necesidades y
aspiraciones de las comunidades.
En lo que concierne a los organismos internacionales, entre otras, se encuentran:
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2 de noviembre
de 2001. Que sostiene, al respeto de la diversidad de las culturas, la tolerancia, el
diálogo y la cooperación, sobre la confianza y el entendimiento mutuo, como
garantes hacia una solidaridad instituida en el reconocimiento de la diversidad
cultural y en el desarrollo de los intercambios interculturales. Por lo que proclama,
asegurar una interacción armoniosa de personas y grupos con identidades
culturales plurales, variadas y dinámicas, sobre políticas que favorecen la
integración y la participación de todos los ciudadanos hacia la cohesión social, la
vitalidad de la sociedad civil y la paz
Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones
culturales 2005, París, 20 de octubre de 2005. Destaca la importancia de la cultura
para la cohesión social en general, al reconocer que la diversidad cultural se
fortalece mediante la libre circulación de las ideas y se nutre de los intercambios e
interacciones constantes entre las culturas. Y entre sus objetivos se hallan:
proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales; crear las
condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones
libremente de forma mutuamente provechosa; fomentar el diálogo entre culturas a
fin de garantizar intercambios culturales más amplios y equilibrados en el mundo
en pro del respeto intercultural y una cultura de paz; fomentar la interculturalidad
con el fin de desarrollar la interacción cultural, con el espíritu de construir puentes
entre los pueblos; promover el respeto de la diversidad de las expresiones
culturales y hacer cobrar conciencia de su valor en el plano local, nacional e
internacional.
Directrices de la UNESCO sobre la educación intercultural, París 2007. Aquí
reconoce la relación existente entre la cultura, la condición social y económica
para las desigualdades y desventajas de las culturas minoritarias frente a la
cultura dominante. Y propone la educación intercultural para favorecer la
presencia e interacción equitativa de diversas culturas, y la posibilidad de generar
expresiones culturales compartidas, adquiridas por medio del diálogo y de una
actitud de respeto mutuo. Conforme a la UNESCO, la educación contribuirá a
fomentar la vitalidad de las culturas, asegurar la participación de los sujetos,
propiciar la interacción de diversas culturas y la generación de las expresiones
compartidas, el diálogo y el respeto mutuo (UNESCO 2007 17). En este sentido se
propone propiciar “la instauración del conocimiento mutuo, el respeto y el diálogo
entre los diferentes grupos culturales” (UNESCO2007 18).
La XIII Conferencia Iberoamericana de Educación, celebrada en Tarija, Bolivia, en
2003. Dedicada al tema de la inclusión social, explica que los efectos de la
polarización social se convierten en causas de exclusión social. Declara que “la
exclusión se genera a partir de algunas diferencias naturales o sociales entre los
individuos y los grupos sociales” (XIII Conferencia 2), y que varias de estas
diferencias pueden confluir en una persona o grupo social. Clasificando estas
causas de exclusión social como tradicionales en los que menciona la pobreza, el
género, la pertenencia a una etnia y la discapacidad, y otros nuevos como la
brecha digital y las migraciones (XIII Conferencia 2-3). En esta conferencia se
establece que la diferencia no se debe suponer como fundamento de exclusión,
sino que considerarse fuente de riqueza personal y colectiva.
XVI Conferencia Iberoamericana de Cultura, convocada en el marco de la XXIII
Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Ciudad de Panamá 13
de septiembre de 2013. En la que se considera que la cultura iberoamericana, en
su carácter diverso y plural, contribuye de forma decisiva a la cohesión social,
desarrollo económico, social y sustentable. Así como que la convergencia se
sostiene no sólo en un patrimonio cultural común, sino en la riqueza de nuestros
orígenes y de sus expresiones. Por lo que resulta necesario desarrollar acciones,
a partir de los procesos históricos propios, para la construcción de un proyecto
inclusivo que tenga en cuenta las identidades y la solidaridad como valores
fundamentales para la definición de políticas públicas. Ante lo que se acuerda
afirmar la fuerza simbólica de los bienes culturales en tanto manifestaciones de la
diversidad cultural, con lo que se subraya la actuación transversal de la cultura
como componente clave para alcanzar la igualdad.
El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes. Aquí se reconoce y proyecta el
reconocimiento de los derechos de las colectividades indígenas de “tomar el
control de sus instituciones, formas de vida y desarrollo económico, así como de
mantener y fortalecer sus identidades, lenguas y culturas en las naciones en que
viven” (OIT 1). Así también, recalca el derecho de participar en la creación,
aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y
regional que los afecten de forma directa (artículo 7). En su artículo 27 establece
que los pueblos interesados participaran en el desarrollo y aplicación de los
programas y los servicios de educación destinados a ellos, de acuerdo a sus
necesidades específicas; asimismo tendrán que abarcar su historia, sus
conocimientos y técnicas, sus sistemas de valores y todas sus demás
aspiraciones sociales, económicas y culturales. Con este convenio la OIT instaura
preceptos de clase educativa a fin de combatir los prejuicios con respecto a estos
pueblos, así como garantizar la educación en todos los niveles para que gocen de
condiciones de igualdad respecto del resto de la población.
Resulta importante mencionar al Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas, creado en 2007 por el Consejo de Derechos Humanos.
Proporciona asesoría temática y también presenta propuestas al Consejo de
Derechos Humanos, en forma de estudios e investigación, sobre los derechos de
los pueblos indígenas. Y que de acuerdo a lo publicado en su página Web
(http://www.ohchr.org/SP/Issues/PueblosIndigenas/EMRIP/Paginas/EMRIPIndex.a
spx) en su estudio sobre el derecho de los pueblos indígenas a la educación en
2009, incluye recomendaciones acerca de cómo podría ser aplicado el derecho de
los pueblos indígenas a la educación. También desarrolla un estudio sobre los
pueblos indígenas y el derecho a participar en la adopción de decisiones.
Por su parte, de las propuestas independientes o autónomas en México, por
mencionar algunas, se encuentran:
El movimiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas,
que desde 1994 plantea un proyecto de nación incluyente, así como el
establecimiento de una nueva relación entre los pueblos indígenas, el Estado y la
sociedad nacional.
La Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur (UNISUR); establecida en
pueblos del estado de Gurrero (Santa Cruz El Rincón, Acapulco, Amp, Llano largo,
Cuajinicuilapa, Xochistlahuaca, Hueycatenango, El Mezón Ayutla, Xalitla). Creada
en 2007 por mandato del Tercer Congreso de Educación Intercultural realizado por
los pueblos indigenas y afromexicano del Estado de Guerrero. Que de acuerdo a
la información de su página web (http://www.unisur.com.mx/metlatonoc/sobre
%20nosotros.html) trata de “combatir desde el espacio de la cultura, la ciencia y la
tecnología las asimetrías que por centurias han legitimado una situación de
subordinación de las comunidades indígenas y afromexicanas”. Esta propuesta no
rechaza los conocimientos occidentales, pero toma posición clara de que el
pensamiento originario es el que sirve de referencia para ordenar y jerarquizar los
contenidos educativos. Así dichos conocimientos alcanzan valoración y
reconocimiento paritario frente a los otros saberes occidentales.
Dentro de los pronunciamientos en esta materia en el ámbito nacional, sin tratar
de pretender una descripción exhaustiva por no ser la finalidad de la presente
investigación, se encuentra el siguiente marco jurídico:
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en su artículo 2°
reconoce la composición pluricultural de la nación mexicana, “sustentada
originalmente en sus pueblos indígenas”. En este artículo se garantiza la
protección y promoción del desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres,
recursos y formas específicas de organización social, y garantizará a sus
integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado. Para lo cual enuncia la
obligación gubernamental de establecer políticas e instituciones sociales
orientadas a alcanzar la igualdad de oportunidades, la eliminación de prácticas
discriminatorias, así como el desarrollo integral de sus pueblos y comunidades
mediante la participación activa de los propios indígenas.
La Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, promulgada
13 de marzo 2003. Tiene por objeto regular el reconocimiento y la protección de
los derechos lingüísticos, individuales y colectivos de los pueblos y comunidades
indígenas, así como promover el uso y desarrollo de las lenguas indígenas. Para
lo cual, a partir de este estatuto, se genera El Instituto Nacional de Lenguas
Indígenas (INALI) organismo descentralizado, sectorizado en la Secretaría de
Educación Pública, que busca promover y conservar el uso de las lenguas
indígenas de México.
La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, promulgada en junio de
2003, esta ley prohíbe toda práctica discriminatoria que impida, o anule, el
reconocimiento o ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de
las personas. En el artículo 9° se muestran, entre otras, las formas consideradas
como de discriminación.
La Ley General de Desarrollo Social, Publicada en el Diario Oficial de la
Federación el 20 de enero de 2004, que tiene por objeto garantizar el ejercicio
pleno de los derechos sociales, individuales y colectivos, así como regular los
mecanismos de su observancia. Esta ley reitera como derechos para el desarrollo
social tanto la educación como la no discriminación. Además, en su artículo 3°
instituye los principios en que debe apoyar la política de desarrollo social. De los
cuales se destacan dos:
VII. Respeto a la diversidad: Reconocimiento en términos de origen étnico, género,
edad, capacidades diferentes, condición social, condiciones de salud, religión, las
opiniones, preferencias, estado civil o cualquier otra, para superar toda condición
de discriminación y promover un desarrollo con equidad y respeto a las
diferencias;
VIII. Libre determinación y autonomía de los pueblos indígenas y sus
comunidades: Reconocimiento en el marco constitucional a las formas internas de
convivencia y de organización; ámbito de aplicación de sus propios sistemas
normativos; elección de sus autoridades o representantes; medios para preservar
y enriquecer sus lenguas y cultura; medios para conservar y mejorar su hábitat;
acceso preferente a sus recursos naturales; elección de representantes ante los
ayuntamientos y acceso pleno a la jurisdicción del Estado.
Aunado a esto, en el espacio de las políticas públicas el marco general de acción
es el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2013-2018 (publicado en el Diario Oficial
de la Federación el 20 de mayo de 2013), instrumento base de planeación del
Gobierno Federal, que presenta sus principios, objetivos y estrategias. Este
documento establece cinco metas nacionales: México en Paz, México Incluyente,
México con Educación de Calidad, México Próspero y México con
Responsabilidad Global. De estas metas se destacan dos: alcanzar un México en
Paz, que orienta a recobrar el orden, la seguridad y la justicia, para crear una
nación tranquila en la que se respeten cabalmente los derechos humanos. Lograr
un México Incluyente, para alcanzar una sociedad con igualdad de género y sin
exclusiones, donde se vigile el bienestar de las personas con discapacidad, los
indígenas, los niños y los adultos mayores. Pues, como se reconoce en el
documento, la discriminación, intolerancia y exclusión social que enfrentan estos
grupos de la sociedad mexicana, componen uno de los mayores desafíos
actuales. Por esto, considera prioritario generar políticas públicas que corrijan
desigualdades, den poder a quienes no lo poseen y crear una legítima sociedad
de derechos y de igualdad de oportunidades (PND 45). Así mismo, considera que
una política apropiada para la acción pública en la atención de las carencias de los
grupos indígenas, debe ser concebida desde la interculturalidad y el diálogo entre
todos los pueblos originarios. Donde la diversidad sea motivo de armonía, respeto,
igualdad y justicia, y en la que se escuchen las necesidades de este sector de la
población, pues de lo contrario se corre el riesgo de implementar políticas que
poco ayuden al desarrollo integral de estos pueblos (PND 46). En este documento,
entre otras prioridades, se observan intenciones por preservar las diversas
tradiciones y culturas como parte del patrimonio e identidad nacionales, así como
el reconocimiento del carácter pluricultural de la nación, el respeto a la diversidad,
el fomento a la interculturalidad y la revaloración de las culturas indígenas.
Programa Especial de Cultura y Arte (PECA, 2014-2018 28 de abril de 2014),
encierra sus objetivos, estrategias y líneas de acción alineados con el Plan
Nacional de Desarrollo así como con el Programa Sectorial de Educación. Tiene
como cimiento los artículos 3o. y 4o. constitucionales donde se dispone que el
Estado estimule el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura, y se reconoce el
derecho que tiene toda persona al acceso a la cultura, así como a la práctica de
sus derechos culturales. También que promoverá los medios para la difusión y
desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus
manifestaciones y expresiones. Este programa supone a la cultura como elemento
del desarrollo social, pues al integrar los valores y sistemas de creencias, los
modos de ser y vivir, y la herencia compartidos, la considera como la base de la
cohesión social. Y manifiesta que las acciones que se desprendan, entre otras,
tienen la orientación a recuperar la autoestima, los sentimientos de unión y la
identificación colectiva en todo el país. Pues sostiene que la diversidad cultural
reposa en la existencia de culturas populares, indígenas y urbanas, por lo que se
debe contribuir en la reconstitución del tejido social a través de la animación
cultural, la participación y la convivencia, convirtiendo a la cultura en un elemento
fundamental del enfoque preventivo de los fenómenos de descomposición social.
Y con esta finalidad, la estrategia a seguir sostiene continuar con el apoyo a las
culturas populares, indígenas, urbanas y comunitarias reconociendo, valorando y
promoviendo sus expresiones artísticas y culturales como parte esencial de la
diversidad de la cultura nacional. Mediante líneas de acción tales como: contribuir
al desarrollo integral de la diversidad cultural a través del apoyo a los proyectos
locales; preservar y fortalecer los saberes y las expresiones culturales y artísticas
populares y de los pueblos indígenas; difundir las expresiones de las culturas
populares, indígenas, urbanas y comunitarias, destacando su dinamismo y
capacidad de innovación e interacción. Cabe mencionar que para dar
cumplimiento a los propósitos de este programa, la tarea recae en la institución
rectora de las políticas públicas en materia cultural y artística, el Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes (Conaculta) y sus organismos coordinados: Centro de
Capacitación Cinematográfica, A.C. (CCC); Compañía Operadora del Centro
Cultural y Turístico de Tijuana, S.A. de C.V. (Cecut); Educal, S.A. de
C.V.; Estudios Churubusco Azteca, S.A. (ECHASA); Fondo de Cultura Económica
(FCE); Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine); Fideicomiso para la
Cineteca Nacional (Ficine); Impresora y Encuadernadora Progreso S.A. de C.V.
(IEPSA); Televisión Metropolitana S.A. de C.V. (TV METRO, Canal 22); Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH); Instituto Nacional de Bellas Artes y
Literatura (INBA); Radio Educación (RE).
Con referencia en este marco legislativo, y como desafío de las agencias
culturales de asegurar la expresión identitaria a todos los grupos. Y en
concordancia con que “los museos y monumentos deberían expresar la riqueza y
la variedad de la diversidad cultural y servir de herramienta a la comunicación
entre los pueblos” (Conferencia de apertura del icom 95 en Scheiner 31). Se
piensa necesario que el mensaje expositivo museístico, no sólo ayude a reconocer
la diversidad y diferencia, sino favorezca el aprender a convivir juntos desde una
perspectiva intercultural. Puesto que la interculturalidad se ubica dentro de la
interacción que hay entre las culturas, y se integra por aspectos; entre los que se
encuentran:
La concepción de que las culturas no se desarrollan aisladamente sino en
interacción y en constante cambio e interdependencia entre ellas, no siendo
suficientes en sí mismas sino que se necesitan unas de las otras.
El convencimiento de que hay vínculos, valores y otros puntos en común
entre las culturas, que se deben aprovechar en el esfuerzo por prevenir,
regular y resolver pacíficamente los conflictos interétnicos.
La consciencia de que es preciso aprender a convivir entre culturas
diferentes; por lo que es necesario potenciar el interés y aprendizaje de las
personas por las culturas ajenas o por determinados aspectos de ellas.
Un cierto grado mínimo de distanciamiento crítico de las personas respecto
a la propia cultura, sin que ello signifique merma en la identificación étnica o
cultural de la persona o en su sentido de pertenencia.
La superación no sólo del etnocentrismo, sino también del extremo
relativismo cultural, que lleven a la tolerancia hacia los demás siempre y
cuando no cometan violaciones de los derechos humanos (Proyecto
Q’ANIL).
Todo ello sobre la base de tres principios:
El principio de igualdad, que implica la búsqueda y el reconocimiento
constante pleno real y efectivo de derechos, responsabilidades,
oportunidades, así como la lucha permanente contra el racismo y la
discriminación.
El principio del respeto, que conlleva el reconocimiento a la identidad y
derechos de cada una de las expresiones socioculturales, el derecho a la
diferencia.
El principio de aceptación del otro, concretado en la unidad no impuesta
sino construida por todos y asumida voluntariamente en un espacio
geopolítico determinado por su diversidad sociocultural, unidad en la
diversidad (Proyecto Q’ANIL).
La interculturalidad es por tanto, una relación de intercambio positivo y convivencia
social entre actores culturalmente diferenciados. Por lo que se califica o no de
intercultural, la naturaleza de una institución, en la medida en que se concibe que
esa institución comunica, coopera y enriquece esa reunión de personas de grupos
culturales dispares, que al interactuar se comprendieron y llegaron a acuerdos
positivos. Donde las características principales de las relaciones de
interculturalidad esenciales son:
El reconocimiento mutuo, en el sentido de que ambas partes se aceptan en
cuanto a interlocutores válidos y en cuanto a sujetos idénticos a derechos
comunes. Lo que implica que aun al existir la desigualdad social hay que
reconocer que “el otro” tiene derecho a hablar, es una persona con valores
y derechos.
El intercambio positivo, desde una perspectiva en la que cada uno de los
actores culturalmente diferenciados contribuye con algo que sirve para el
desarrollo de ambos, con lo que se configura de forma positiva la vida
social.
La convivencia, más allá de la mera coexistencia de no agredirse y
soportarse, en el sentido de respeto mutuo y de aceptación de las otras
opiniones y estilos de vida del que piensa o actúa de manera diferente; con
una convicción de arreglo, por medios no violentos, de las tensiones y
disputas (Proyecto Q’ANIL).
Pero primero hay que conocer al otro, reconocerlo, aceptarlo, es aquí donde el
museo como medio de comunicación juega un papel relevante para llegar tanto a
los grupos culturalmente mayoritarios como a los minoritarios. Pues no se debe
pasar por alto que la percepción de las relaciones entre uno y el otro permite que
cada individuo o grupo encuentre la medida de su auto-significación (Scheiner 20).
Por lo que es fundamental abandonar la percepción tradicional del museo, que lo
deduce como instancia autorizada de conocimiento, de información, y de
confirmación de identidades (locales, nacionales, regionales) unificadas, para
entenderlo como una instancia relacional y de aceptación con la diferencia. Así el
gran rol de los museos en el escenario contemporáneo se piensa como instancia
de representación y preservación de los valores culturales de los “otros” grupos
humanos (Scheiner 28). Que revalore a dichas culturas, consideradas como
menores, exóticas o caducas.
Así, con el fin de generar mayores niveles de tolerancia y comprensión mutua que
mejoren las relaciones sociales, este modelo incluyente deberá pasar un
enfrentamiento de las convergencias y divergencias entre los diversos saberes, al
cuestionar los valores propios y al ser capaz de reconocer lo positivo de otras
culturas. Esto implica un cambio de los conceptos de sabiduría y de conocimiento,
que proponen a la razón y verdad concentradas en la cultura occidental. Por una
reformulación, que denote reconocer al pensamiento racional, empírico, técnico,
simbólico y mágico de todas las culturas. Lo que lleva a reconocer la capacidad de
articulación y creación de conocimientos por parte de esta civilización occidental,
pero especialmente reconocer y valorizar los saberes locales y tradicionales, no
como exotismo sino como un patrón cultural importante (Scheiner 23). Por lo que
se considera desarrollar el concepto de educación intercultural, así como sus
objetivos, en el museo como mediador intercultural. Porque el museo como medio
de comunicación, tiene un papel importante en la educación, puesto que al dar
una información (aunque no siempre imparcial o correcta) sobre los diversos
grupos culturales, influye sobre la forma de ver la realidad. Y de lo que se trata, es
comunicar un mensaje que ayude a quitar los estereotipos y prejuicios de los
otros, no a fomentarlos bajo el discurso de la diferencia. En este sentido, la
Educación Intercultural que es a la vez un concepto filosófico como un proceso
educativo, construido sobre la base de ideales filosóficos, como la libertad, la
justicia, la igualdad, la equidad y la dignidad humana (Pastor 118), puede enlazar
a otros centros educativos no escolares como lo es el museo. Así las finalidades
de esta educación pueden plantearse en el contexto museístico, que a través de
proporcionar información de los pueblos en contextos históricos y
contemporáneos, fomente el respeto hacia las prácticas culturales de los demás. Y
se pueden sintetizar en:
Auxiliar a los destinatarios a formar concepciones de ellos mismos como de
los otros, para esclarecer quiénes son en tanto integrantes de un grupo
diverso.
Facilitar enseñanzas de la historia, la cultura y las diversas contribuciones
de los distintos grupos que la han compartido o comparten.
Mostrar las diferencias culturales de tal forma que se articulen las
perspectivas en torno a las aportaciones de todos los grupos en la
sociedad.
Provocar la creencia que la grandeza y riqueza de una sociedad está en su
diversidad humana y cultural.
Recurrir a estilos de enseñanza que resulten claros e integradores para los
grupos destinatarios (Pastor 118-119).
Considerando lo antes mencionado se particulariza un marco genérico de
finalidades interculturales comunes para los públicos, que permita valorar las
diversas culturas, y reconocer que se muestran en un entorno a veces hostil.
Donde se pone el énfasis en lo que se tiene en común, y de la misma manera se
insiste en el diálogo, el conocimiento mutuo y el aprendizaje entre culturas:
Conocer las interconexiones e influencias mutuas entre las culturas, así
como también las situaciones injustas de dominación, abuso o
menosprecio.
Concientizar de los problemas derivados de las desigualdades y
discriminaciones por razones culturales.
Sortear estereotipos y concepciones erróneas con respecto a otros grupos
culturales.
Lograr una voluntad integradora de todos los grupos culturales, desde una
posición abierta, de respeto no dominante (Pastor 121).
Así, el trabajar a partir de las piezas expuestas permite ayudar a los visitantes a
explorar las funciones sociales y simbólicas de las cosas en las diferentes
culturas. Pero también para mostrar las similitudes de como a través de los
objetos se sustentan nuestros mundos, a través de la exploración sensorial, por el
recuerdo, la comparación, la relación, la empatía. Así como incidir en la
trasformación de los pensamientos de como los objetos contribuyen a marcar
niveles de diferencia, prestigio, poder, y sumisión hacia unos modos de vida.
3.2. Propuesta de una museología con base en la interculturalidad
Teniendo en cuenta que la museología es el estudio del museo, encargada de
observar su historia y su rol en la sociedad, así como la que resuelve lo que debe
ser y a qué fines hay que someterlo. Sobre valores y principios redactados en los
códigos de deontología de los museos, en los que se considera el del Consejo
Internacional de Museos (ICOM). Que entre las medidas que reflexiona para un
desarrollo de la institución museo en el seno de la sociedad, se resaltan:
Los museos que están en posesión de colecciones las conservan para el
interés de la sociedad y para su desarrollo.
Los museos poseen testimonios de primer orden capaces de constituir y
profundizar los conocimientos.
Los museos contribuyen al conocimiento, a la comprensión y a la gestión
del patrimonio natural y cultural.
Los museos trabajan en estrecha cooperación con las comunidades de las
cuales proceden las colecciones, como así también con las comunidades a
las que sirven (ICOM 35).
La museología fundamenta con estas directivas de cultura y desarrollo revela una
imagen de movilización hacia la transformación cultural, con la responsabilidad de
ser agentes de cambio social. En este sentido, los museos pueden actuar como
espacios de nuevas prácticas educativas que promuevan el encuentro entre las
culturas tradicionales y las culturas “desarrolladas” (Scheiner 32). Una posible
acción donde que cada individuo y/o grupo social debe reconocerse y crecer de
forma integral, percibiendo el carácter fluido de los movimientos identitarios y
dirigir su acción hacia fines positivos. Lo que resalta la importancia de la acción de
los museos hacia la implementación de mejores condiciones de vida. Ante lo cual,
se considera que los museos, desde el cual se trabajan elementos como la
identidad y el sentido de pertenencia, deben cumplir un papel de inclusión social,
como herramientas de cambio hacia la interculturalidad. Para ello, de acuerdo con
Andrés Escarbajal, es preciso ocupar a los museos más allá de la forma
tradicional, de instituciones que conservan, difunden, y facilitar el acceso del
patrimonio cultural, de espacios recreativos visuales, donde los visitantes se
consideran como elemento pasivo. Y se proponen como espacios donde los
discursos fomenten la interacción, donde se activen representaciones, que
proyecten actitudes desde el punto de vista de encuentro y comunicación sin
discriminación.
Por lo que, para concebir la interculturalidad como parte necesaria en el museo,
para el desarrollo de la comunidad multicultural, se parte de supuestos sobre la
exposición ¿qué dice?, ¿qué se puede pensar de ella? Pues como se mencionó,
los objetos que constituyen la colección de un museo, sólo hablan cuando son
seleccionados y articulados en un discurso, que dependiendo de su tipo e
intención, trasmiten determinado mensaje. Lo que lleva a considerar, ¿cuál es la
interacción entre objeto y sujeto?, ¿cómo representar?, ¿qué clases y tipos de
discurso utilizar? Porque bajo la mirada de cada sujeto, el objeto se construye de
modo diferente, y no es posible afirmar que todas las construcciones en el museo
tengan el mismo aprecio. Pues por un lado, se tiene al investigador que construye
una versión de determinada cultura, y a su vez, se encuentran los propios actores
sociales, inmersos en contextos variables, que construyen su propia versión. Por
lo que cuando se tiene la finalidad de representar con veracidad la integración,
funcionamiento y el significado de las culturas, para avanzar en un proceso de
superación de estereotipos y prejuicios. No se debe tratar el concepto de cultura
bajo visiones monoculturales, con categorías que impiden representar la fluidez y
la multivocidad de la vida socio-cultural. Donde los “otros” aparecen en un lejano y
difuminado contexto, y los objetos contribuyen a marcar niveles de diferencia,
poder, sumisión. Si no, se debe ayudar a explorar las funciones sociales y
simbólicas de los objetos en las diferentes culturas, mediante un proceso de
descubrimiento de las relaciones. Pues el hecho de anteponer la visión cultural
propia, refleja la limitante de transmitir y perpetuar dicha cultura única, opuesta
para llegar a la comprensión de unos modos de vida rechazados o ignorados.
Ante tal situación, en la que se tiene un repertorio ilimitado de discursos
constructores de objetos, y considerando los cuestionamientos planteados, se
considera que el museo debe desarticular su discurso monológico. El cual con
criterios cientificistas y flolkloristas, organiza las colecciones y la información de
sus materiales de apoyo (cartelas y paneles). Donde la autenticidad de las piezas
es la base con la que el museo pretende representar la verdad. Que con el
objetivo de suscitar sentimientos de asombro, orgullo y de identificación, con la
transmisión de conocimientos hace de la ciencia la base de su autoridad.
Encasillando en conceptos (tales como medio ambiente, vivienda, cultura material,
parentesco, organización social y política, mito, ritual y creencias), aquello que
considera como cultura. Punto de vista en el que predomina la lógica del autor,
que derivada de otras lógicas subordinadas (la de los que producen los objetos)
concibe al otro cultural como objeto, para satisfacer, en este caso de estudio, la
demanda de orgullo nacional por parte de la institución productora. Exposiciones
nostálgicas, que con el objetivo de suscitar asombro aparecen mezclados recursos
que enfatizan la rareza, y además crean una idea imaginaria de afinidad con lo
otro.
Evocaciones de un mundo que por un lado al acentuar la rareza construye la
singularidad de el “otro” como exótica o esotérica, sin propiciar un entendimiento.
Aquí al “otro” se le atribuye una ausencia de lo que los observadores poseen –
civilización-, pero también se le otorga un significado enigmático –sabiduría,
vínculo con la naturaleza, espiritualidad-, algo de lo que carece el observador. Con
lo que al utilizar esta visión antitética, donde a unos como a los otros les falta algo,
hace de lo que el otro cultural tiene de asombroso sea digno de figurar en el
museo, así se subordina el contenido a la rareza. Y a su vez con la idea de la
afinidad, que reconoce en lo otro cualidades suficientes para integrarse a lo
genérico humano y el de ser perteneciente al territorio de la nación, se reduce de
forma ilusoria las diferencias culturales. Aquí los pueblos que antiguamente
ocuparon el mismo espacio se convierten en antepasados, y sus culturas en
originarias. Cualidades que viven en los pueblos contemporáneos, donde las
diferencias culturales se interpretan como signo de la riqueza nacional. A fin de
cohesionar, sobre la idea de que se comparte una identidad colectiva (la nacional),
se suscita admiración y orgullo hacia la creatividad de cómo el otro resuelve
diversas necesidades, cómo se manifiesta, lo otro se convierte en sustrato. En
consecuencia, remitiendo a premisas esencialistas, cuantos más objetos se
depositen en las vitrinas más es la admiración y orgullo que se genera. Con lo que
museográficamente se privilegia la clasificación formal, la monumentalización, así
como los rasgos estilísticos, y se desatiende el significado o la función de lo que
se expone (el contexto socio-cultural). Así el problema, de acuerdo Lilly González
Cirimele, se constituye por los efectos del poder13 centralizador que ejerce la
institución, de los contenidos, métodos y conceptos del discurso científico en el
proceso de producción museográfico. Donde la ordenación de los objetos, pautada
por el discurso museológico, muestra un juego dialéctico de unión y separación
simultánea de discursos científicos y discursos locales, en el que se percibe el
efecto de subordinación (González 156). Con lo que bajo una aparente neutralidad
científica, se determina una carga ideológica, donde los productos culturales
sirven como simples señales de diferenciación al grupo étnico, que
paradójicamente refuerzan la generalización de las culturas y las encierran fuera
de la “civilización”, en una perspectiva lineal hacia la noción de progreso.
Partir del hecho de que el museo es un núcleo permanente de educación y
formación, al satisfacer la necesidad de los individuos de estructurar su quehacer
13 Poder es “Toda dominación del hombre por el hombre, que se apoya, ya sea sobre la fuerza, ya sea sobre la legitimidad, lo que le permite hacerse obedecer sin tener que imponerse violentamente a cada paso” (Reboul, 1986 p22 en González Cirimele, Lilly p 156).
histórico-social, al mismo tiempo que preserva su patrimonio cultural (Escarbajal ,
460). Así como de que el proyecto museístico da forma a una idea determinada,
más vinculada con lo subjetivo e ideológico, que con lo objetivo científico (Pardo
62). Da lugar a concebir el concepto de museo como un espacio que traspase sus
propias paredes, para oponerse a la asimilación (concepto universalista) de los
grupos minoritarios, donde pueda contribuir a la tolerancia, fomentando el respeto
a la diversidad. Pues “los valores que tenemos no son inamovibles, son una
construcción cultural y, como tal, son susceptibles de ser modificados” (Escarbajal
451). Por lo que las instituciones museales deben ser espacios de aprendizaje
intercultural, más que espacio de recreación estética, que permitan romper con la
concepción de valores que consideran a las personas y culturas de primera o de
segunda. Ya que, la acción cultural como acción de poder, está impregnada de un
determinado sistema de valores ideológicos, prioridades y mensajes, que afecta
tanto la construcción del discurso museológico, como la orientación y naturaleza
del servicio final que llegara a los ciudadanos (Pardo 62). Lo que supone trasmitir
el respeto a todas las identidades, considerando siempre la interacción y el
intercambio cultural, donde los conceptos como identidad y cultura se entiendan
de forma dinámica, en continuo cambio. Que rompa con el museo tradicional
estático, unidireccional, que posee un único discurso, y pretende ser objetivo por
que la ciencia es objetiva, una institución que da información y comunica
afirmaciones (Pardo 67). Hacia un discurso conversacional con los productores de
los objetos, a través de los objetos y no con los objetos. Donde la conexión con
estos objetos en el museo, no sea contemplativa, sino relacional, interactiva. Que
permita a los miembros de las comunidades, respondiendo a sus propias normas
de interpretación y valoración, mostrar visualmente sucesos de su pasado, de sus
experiencias presentes, de su cotidianidad, de su singularidad colectiva. Dando
lugar a cada objeto a manifestarse más allá de una condición de cosa singular,
rara o exótica, para percibir la multidimencionalidad cultural, resultado de mezclas,
influencias, y fusiones.
Aquí el discurso es una tarea proselitista, de que el grupo en cuestión merece
reconocimiento por parte de aquellos que no lo integran. El cual combine en la
narración historicista con la exhibición de sus rasgos peculiares, las desventuras
del grupo y su capacidad de resistencia cultural, para producir la percepción de
que la identidad del grupo, que se mantiene a través del tiempo, no es accidental
sino básica. Este discurso usa una organización museográfica antijerárquica,
donde el lugar privilegiado se asigne sin considerar el valor o magnificencia del
bien cultural. Lo que implica no sentirse orgulloso de las piezas sino de la
elocuencia que suscita en todas ellas y dejar de comparar las culturas con una
fuerte tendencia clasificatoria. Manejarlas bajo un relativismo cultural, que ignore
la univocidad de la cultura y el imaginario proceso de persistencia cultural de un
grupo, para acentuar su carácter polifónico y la fluidez e inconsistencia de las
fronteras. No se trata del enfrentamiento de saberes, sino de la lucha contra los
efectos de las formas de poder con que se utiliza el discurso científico. En este
sentido, la tarea de la museología, es trabajar el campo museal como agencia
formadora de mentalidades de las muchas realidades que configuran las
identidades comunes a los grupos culturales; desde la unidad en la diversidad, en
una relación no sólo dialéctica con los grupos sino también de afinidad, empatía.
(Scheiner 32). Un museo donde sin dejar de lado la transmisión de datos y
conocimientos, se susciten encuentros, reflexiones sobre el contraste de las
ideologías y los conocimientos.
3.3. Propuesta de una museografía intercultural
La museografía intercultural, se piensa como el conjunto de estrategias a utilizar
para la disposición y ordenamiento de los objetos, imágenes, textos, sonidos, con
los que se construye una escena donde el objeto pueda ser fuente de información
que permita encontrar el sentido que tienen en las sociedades a las que
pertenecen y relacione a los diversos referentes culturales. No se trata de
potenciar una visión idílica y nostálgica del mundo rural, sino de concebirse como
un instrumento para el desarrollo. De esta forma la exposición al representar los
diversos sistemas culturales incorpora los objetos al discurso, pero ya no los dota
de significados, puesto que ya son en sí, soporte material de significación
funcional y simbólica, de costumbres, experiencias y creencias. Que permiten
interpretar el sentido que tienen en las sociedades a las que pertenecen, y suscitar
reflexiones sobre las similitudes, así como el constante intercambio entre las
culturas. Con la intensión de difundir significados y valores de las culturas, se
expone con una intencionalidad comunicativa hacia una relación de intercambio
positivo y convivencia social entre actores culturalmente diferenciados, más allá de
la conservación, exposición y explicación, como acumulación enciclopédica de
obras en una atmósfera artificial. Y para que esta finalidad se cumpla, se proponen
estrategias comunicativas que involucran medios informativos, así como la
proyección espacial de tal manera, que si bien no se pueden asegurar la recepción
por parte del visitante del mensaje intercultural, por lo menos no propague
estereotipos y prejuicios hacia la diversidad cultural.
Por lo que entre los tres tipos de estrategias comunicativas, que distingue Ángela
García Blanco, los que en la práctica museográfica se integran, y en algunos
casos sobresalen características de uno u otro. Se considera, en función de sus
objetivos comunicativos, favorecer la estrategia denominada como didáctica sobre
las contemplativas e informativas. Pues de lo que se trata es favorecer el enseñar
a conocer, reconocer y aceptar al “otro”, aquí se antepone el provocar la
comprensión, más por la evocación o asociación que conduzca al visitante a
identificarse en la sociedad que representa, que el de la mera contemplación y la
información seleccionada y estructurada a modo de descripciones o conceptos.
Así para poder adjetivar como interculturales los procedimientos que constituyen la
estrategia expositiva, estas deben dirigir a una actitud hacia las relaciones de
grupos étnicos dispares, que al interactuar, se comprendan y lleguen a acuerdos,
fundados en la no discriminación, el respeto mutuo y la cooperación. En este
sentido, reconocer la diversidad, la diferencia, y aprender a convivir juntos, son los
razonamientos sobre los que se fundamentan las decisiones, operaciones y la
intencionalidad de dicha estrategia comunicativa, que se describe a continuación:
Elección de tema o contenido conceptual de la exposición. Se puede decir
que se hace innegable la presencia del concepto global en la planeación de
la exposición, que la sintetice y se desarrolle a lo largo de ella. Pues como
se mencionó en párrafos anteriores, la exposición que pretenda ser
comunicativa debe tener un hilo conductor, reconocido como tal por el
receptor, que ayude al seguimiento del desarrollo temático, así como
despierte interés en seguir ahondando en el tema (García 1998 107). Pero
también la elección del tema debe tener en cuenta, no sólo la significación
que esta pueda tener en el campo del saber científico, sino el desarrollo
sobre el compromiso con la herencia cultural de los pueblos y el
reconocimiento de la pluralidad cultural, con vistas a la promoción del
bienestar de las sociedades y el carácter fluido de los movimientos
identitarios.
El guion de la exposición o estructura conceptual. En consecuencia al
desarrollo propuesto para la elección del tema. se plantea estructurar los
elementos del guion de la exposición, de tal forma que permitan desarticular
criterios cientificistas y folkloristas con que se organizan las informaciones.
Que traen como consecuencia enfatizar la rareza y el asombro, sin propiciar
un entendimiento. Esto significa reevalúa el modelo de pensamiento
fundado en la modernidad, que sustenta la separación entre conocimiento
mitológico y conocimiento científico. Ese discurso lineal y evolucionista, que
califica a las culturas que no comparten los ideales de esta cultura
“moderna”, bajo el término de atraso. Y reproduce las consideraciones de
que la condición social de determinados grupos se debe a sus modos
particulares de expresión identitaria. Para dar lugar a un guion conceptual
de la exposición estructurado en función de una la lógica discursiva
comparativa y de causalidad, sin ocultar las formas que adquiere lo étnico
al mezclarse con el desarrollo socioeconómico y cultural capitalista. Que
para organizar el proceso de lectura, comprensión y reproducción del
discurso, no se cierre a conceptos como medio ambiente, vivienda, cultura
material, parentesco, organización sociopolítica, mito, ritual y creencias.
Sino utilice las interconexiones e influencias mutuas entre las culturas, así
como también las situaciones injustas de dominación, abuso o
menosprecio. Así mismo, observe los problemas derivados de las
desigualdades y discriminaciones por razones culturales, para superar
concepciones erróneas hacia otros grupos culturales.
Selección de objetos y su asociación; como se ha mencionado, la
exposición va a trasmitir una idea, que se hará explícito en las relaciones
interétnicas. Por lo que en estas Claves Asociativas, los objetos se deben
relacionar en una función que supere tener en cuenta sólo atributos físicos,
temporales y espaciales. Por los que tienen en cuenta los significados
sociales de los atributos físicos y cronológicos-espaciales de los objetos,
que relacionan los objetos en función de sus contenidos simbólicos o
funcionales dentro de su contexto sociocultural diacrónico y sincrónico. Así
la realidad física del objeto se convierte en signos visibles de otros
contenidos no visibles, donde los objetos se agrupen por formar parte de un
mismo contexto al que contribuyen a configurar y que les da su verdadero
sentido. En esta categoría los objetos, aportan su propia peculiaridad de
uso, y en conjunto hacen posible que se cumpla la función de percibir la
multidimencionalidad cultural, resultado de mezclas, influencias, y fusiones.
Información complementaria. A la observación de las piezas, se une su
explicación por medio de otros soportes y lenguajes (medios gráficos,
audiovisuales, tridimensionales y textos expositivos) que resuelve el
problema comunicativo de exponer los objetos visibles y sus interrelaciones
invisibles. De tal forma, en función con su objetivo de explicar las relaciones
de las claves asociativas, se proponen que combinen con la narración
historicista, una de tipo comparativo y de causalidad. Que permita a los
miembros de las comunidades, respondiendo a sus propias normas de
interpretación y valoración, mostrar sucesos de su pasado y presente. Con
lo que cada objeto se manifieste más que cosa singular, rara o exótica, para
percibir a través de la comparación, la relación y la empatía, las similitudes
de como a través de los objetos se sustentan los mundos y contribuyen a
marcar niveles de diferencia.
Diseño espacial. El análisis de la práctica museológica, indica un conjunto
de prácticas tradicionalistas en la articulación entre la estructura conceptual
del mensaje y la espacial. Que se plasma en la división del espacio
expositivo en unidades espaciales menores, medias y mayores, donde se
agrupa, ordena, y coloca los objetos así como los soportes informativos, en
una disposición semiótica que los grupos culturales dominantes
organizaron. Ante tal situación, el diseño espacial, se debe traducir en una
organización museográfica antijerárquica, donde el lugar privilegiado se
asigne sin considerar el valor o magnificencia del bien cultural. Y permita
sustraer todo fundamento y legitimidad a las fuentes de desigualdades y
exclusiones por razones de etnia, creencia o región. Lo que implica no
sentirse orgulloso de las piezas sino de la comprensión que suscite y de su
capacidad para romper cualquier idea de homogeneización, dominación o
superioridad de una cultura en relación a otra. Así mismo, asociado el
diseño espacial con el tipo de discurso comparativo y de causalidad, se
plantea un recorrido con gran posibilidad de movimiento que no implique
seguir un recorrido obligado, dando libertad al visitante de mirar lo que
quiera y formarse sus opiniones propias.
En este sentido la propuesta de estrategia museográfica intercultural, sobre los
lineamientos desarrollados, que oriente al museo hacia la trasmisión de una
relación de intercambio y convivencia social positiva se representa en la siguiente
tabulación.
Esquema comparativo de la estrategia y procedimientos expositivosExposición permanente
Pueblos Indios
Propuesta desde la
interculturalidadEstrategia
comunicativa
Informativa
y
Evocativa: contemplación e
información seleccionada y
estructurada a modo de
descripciones o conceptos.
Conversacional
Y
Didáctica: provocar la
comprensión, por la evocación
o asociación de vínculos,
valores y otros puntos en
común que conduzca al
encuentro positivo entre las
culturas.
Procedimientos de la estrategia comunicativa
Contenido
conceptual
Visión tradicionalista y
folklorista de la cultura.
Visión dinámica y de apertura
de la cultura.
Estructura
conceptual
Sobre el saber científico exalta
el patrimonio arcaico, como
puro y autónomo. Que ordenar
una continuidad de las
expresiones simbólicas, entre
el pasado y el presente en un
discurso lineal y evolucionista.
Reconocer y valorar la
capacidad de articulación y
creación de conocimientos por
parte los saberes locales y
tradicionales. En una la lógica
discursiva comparativa y de
causalidad, que utilice las
interconexiones e influencias
mutuas entre las culturas.
Selección de objetos
y su asociación
Conjunto fijo de símbolos
identitarios sobre un
tradicionalismo sustancialista,
que remiten a una
generalidad, y ordena una
continuidad de las expresiones
simbólicas, entre el pasado y
el presente de estos grupos
Objetos, que aportan su propia
peculiaridad de uso, y en
conjunto posibilitan la función
de percibir la
multidimencionalidad cultural,
resultado de mezclas,
influencias, y fusiones.
indígenas.Información
complementaria
Exalta las culturas indígenas
singulares, para
simultáneamente
generalizarlas. Delimita las
identidades como
autocontenidas, que las
despoja de las relaciones en
que se formaron y se siguen
formando. Muestra la
asimilación de hábitos,
creencias y formas de
pensamiento, se construye
una dicotomía excluyente
entre civilización y barbarie.
Presentación razonada de
calidad, claridad y sencillez de
tipo comparativo y de
causalidad que se combine con
una narración historicista, que
permita explorar, interpretar y
valorar, los sucesos y
funciones (sociales y
simbólicas)de las diferentes
culturas en su pasado y
presente.
Diseño espacial de la
exposición y su
montaje
Uso de la estética, la
monumentalización
(abigarramiento) y evocación
mitificada de objetos en
escenas, con estructura
circular, de poca profundidad,
e información secuencial y
descriptiva, en un recorrido
previsto y determinado.
Construcción visual y escénica
del patrimonio fijo en un origen
primigenio que exalta la
diferencia y excluye elementos
capaces de hacer presente la
“modernidad”.
Organización museográfica
antijerárquica, con una
construcción visual y escénica
que rompe cualquier idea de
homogeneización, dominación
o superioridad de una cultura
en relación a otra. En un
recorrido con gran posibilidad
de movimiento, dando libertad
al visitante de mirar lo que
quiera y formarse sus
opiniones propias.
Cuadro 9. Roberto C. 2014.
CONCLUSIONES
Esta investigación, donde se estudió la exposición pueblos indios como muestra
representativa de todas las exposiciones etnográficas, ya que cumple un papel
introductorio al exhibir una panorámica general de ellas. Cumplió la finalidad de
mostrar al museo como institución que fomente la integración social. Y se
pretende plantear como una propuesta de aplicación en el Museo Nacional de
Antropología, con miras a una integración de la interculturalidad en el mensaje que
transmite esta institución. Para que en un futuro, con un trabajo detallado de
acuerdo a las características específicas de cada recinto, pueda aplicarse a
diferentes centros del Instituto Nacional de Antropología e Historia u otros centros
culturales que reúnan características similares.
Cabe mencionar, que el tiempo demarcado para la realización de la investigación,
actuó como limitante para analizar las demás salas etnográficas del MNA, e incluir
otros museos, tales como el Museo Nacional de Culturas Populares del Instituto
Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Popular del Distrito Federal. Por lo
que el estudio, puede ampliarse para llegar a una profundidad referente a la
integración social sobre bases interculturales en otras instituciones culturales.
Además, al encontrarse la actividad del museo vinculada a un conjunto de
disciplinas y actividades complementarias, resulta de importancia profundizar en el
tema de la curaduría, por ser la encargada de la definición conceptual y concebir
el proyecto científico de una exposición. Situación que se consideró de manera
general al desarrollar el tema la museología y la museografía, como disciplinas
que se complementan. Donde la primera establece el engranaje entre las
diferentes prácticas museales (conservación, educación, comunicación, curaduría
y museografía), desde un punto de vista teórico. Y la segunda se sustenta y pone
en práctica la primera como un sistema de comunicación. También, aunque la
presente centró su desarrollo en los indígenas del país, se puede trasladar a
distintos grupos culturales tales como las urbanas, migrantes, inmigrantes, entre
otros, con la finalidad de promover la integración sociocultural.
Así que como resultado del presente trabajo de investigación se desprenden las
siguientes conclusiones:
Se mostró que el proceso comunicativo del museo, como estrategia para
establecer un mensaje intercultural se cumplió. Ya que se comprobó que, lo que
detona la transmisión de un mensaje intercultural en la exposición son, sus
elementos y estrategias comunicativas, que evidencian a un determinado
observador la lejanía y cercanía con el objeto expuesto. Pues el museo, medio por
el cual conocemos la diversidad cultural y se construyen rasgos identitarios, como
institución al servicio de la sociedad y de su desarrollo, es un centro de
educación, información y deleite al proyectar de forma didáctica su contenido. En
él, la exposición es el emisor primordial del mensaje museal, que a través de
diferentes elementos sensitivos y cognitivos construye una escena, en la que el
objeto adquiere una significación deseada. Así el discurso y los contenidos que se
transmiten en las exposiciones de los museos, crean en el imaginario de los
visitantes ideas y sensaciones, que valdrán para configurar las identidades y
memorias colectivas. Por esto, la exposición, con flexibilidad para la creación, es
fuente para la transmisión de un mensaje de interacción sociocultural positiva.
Pues a partir del conocimiento del otro, desde el patrimonio cultural, se puede
estimular el respeto y la tolerancia por la diferencia. Mediante el descubrimiento de
lo que hay en común y aquellas condiciones que mantienen la desigualdad, la
inferiorización y la discriminación. Invitando al visitante a interactuar de una
manera pacífica con la diversidad cultural, haciendo posible el intercambio de
significados para la convivencia y la interacción positiva de los diversos grupos
humanos.
Así mismo, el analizar desde la interculturalidad las herramientas y estrategias de
comunicación de la exposición Pueblos Indios, hizo posible comprobar que el
estudio del discurso expositivo desde una perspectiva intercultural, permite
identificar simetrías culturales, las condiciones de estereotipos y los paralelismos
culturales; orientados a facilitar la ruptura del desnivel cultural y superación de
prejuicios. Pues a través de la detección de las acciones que presentan sistemas y
prácticas de exclusión, se tuvo como resultado que esta estrategia comunicativa o
estrategia expositiva, que actúa como un conjunto de mensajes intencionados, es
una puesta en escena de la razón y verdad (saber científico) del organizador.
Impulsada por los poderes políticos y la cultura occidental-urbano-mestiza
dominante, que difunden los bienes culturales sobre visiones monoculturales, que
transmite y perpetúan dicha cultura única. Que con la exacerbación de las
diferencias, manifiesta resistencias a esas relaciones de intercambio cultural, de
concebir la cultura como proceso de intersección y transacciones, sobre la idea de
homogeneización, dominación o superioridad de una cultura en relación a otra.
Manteniendo una concepción lineal de evolución y sobredeterminación cultural, al
exponer el patrimonio cultural como puro, estático y unificado bajo la etiqueta de la
mexicanidad, e inducir que la condición social de estos grupos étnicos es producto
de su cultura. Todo esto dentro de un escenario que monumentaliza un repertorio
fijo de tradiciones condensadas en objetos, donde se privilegia la contemplación y
no el esfuerzo para comprender las contradicciones sociales presentes. Esto
impide la cohesión de sociedades culturalmente diversas, pues niegan la
comprensión de las diversas prácticas y visiones del mundo, oculta su inclusión en
la sociedad, y el reconocimiento de su cultura como válida frente a otras. Con lo
que se cierra la tolerancia y el respeto por los demás.
También se cumplió el objetivo de sugerir lineamientos para orientar la exposición
hacia la transmisión de un mensaje intercultural. Con lo que se verifica, que las
operaciones creativas de la exposición asociadas a los valores éticos
interculturales permiten crear un mensaje de entendimiento y convivencia entre las
culturas en el sistema de comunicación museal. Pues para superar el discurso de
la diferencia, no basta con sólo reconocer la diversidad, sino que es necesario
comunicar un mensaje que conlleve a suprimir los estereotipos y prejuicios, sobre
principios de igualdad, respeto y aceptación. Esto supone un cambio de los
conceptos que proponen la razón y verdad concentradas en la cultura occidental,
que lleva a reconocer la capacidad de articulación y creación de conocimientos
locales y tradicionales. Así la museología y museografía intercultural, al acentuar
el carácter polifónico de la cultura y la fluidez e inconsistencia de las fronteras, en
una relación no sólo dialéctica con los grupos sino también de afinidad, empatía.
Trabajan el campo museal como agencia formadora de mentalidades de las
muchas realidades que configuran las identidades comunes a los grupos
culturales. Donde la exposición representa los diversos sistemas culturales en una
organización antijerárquica, que sin dotar de significados a los objetos, los
incorpora al discurso con una intencionalidad comunicativa de relación e
intercambio positivo y convivencia social entre actores culturalmente
diferenciados.
Dicho lo anterior, los museos con la responsabilidad de ser agentes de cambio
social, al actuar como espacios de prácticas educativas que promueven el
encuentro entre culturas (tradicionales y “desarrolladas”). Y transformar su
discurso monológico, en uno conversacional con los productores de los objetos, a
través de los objetos. Cumplen un importante papel en la inclusión social, como
herramientas de cambio hacia la interculturalidad, pues posibilita mayores niveles
de tolerancia y comprensión mutua, que mejoren las relaciones sociales. Con lo
que se forja el concepto de esta institución como un espacio de aprendizaje
intercultural.
Sin embargo, es importante aclarar que no vivimos en un mundo homogéneo ni
igualitario y que por sí solos los museos no son suficientes para alcanzar la
inclusión social. Pues se debe ser consciente de que las diferencias que excluyen
a las personas están vinculadas a situaciones no sólo culturales, sino económicas,
sociales y políticas. Y aunque en nuestro país se pueden reconocer avances en la
materia de interculturalidad, pero aún no es lo adecuado, puesto que los
planteamientos suelen limitarse principalmente a la cuestión educativa dirigida a la
población indígena, con la inclusión de algunos aspectos de las culturas locales
sobre una enseñanza fundamentalmente monocultural, exceptuando lo relativo a
la cuestión lingüística. Y aunque se reconocen intereses y ejercicio de poder de
un grupo sobre otro, sin embargo no hay suficientes planteamientos para transitar
hacia una población donde la diversidad sea motivo de armonía, respeto, igualdad
y justicia. Por lo que resulta complicado prever cómo se puede modificar la
relación de poder y promover mudanzas en la correlación de fuerzas. Esto supone
plantear mucho más que estrategias educativas museísticas, es sacar a la luz
conflictos que subyacen en nuestra sociedad. Pero a pesar de que no se puede
asegurar que el museo al trasmitir un mensaje intercultural lleve a una sociedad
incluyente, si lo afianza como institución que fomenta la integración social, al
asegurase de no propagar estereotipos y prejuicios hacia la diversidad cultural.
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