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La cosa

EL MUNDO DE LOS OBJETOS

ELEONORA FIORANI

La cosa

La cosa constituye nuestro horizonte: y a travs de ellas que nacemos al mundo. A travs de la cosa el mundo se ofrece a Nuestra atencin y a nuestra accin. Cosa es todo aquello que existe y abarca aquello igual a nosotros. Es un trmino genrico y polivalente que se inscribe en la dimensin plural del mundo, mientras que por objeto se entiende la cosa hecha por el hombre.

El hombre desde los orgenes mantiene con las cosas un intercambio concreto y fluido que traslada lo funcional y lo metafrico. Una fina red de convivencia, complicidad e intercambio que se entrecruza por los caminos que se trazan entre el hombre y sus cosas transformndolas en valores y signos. Es una interaccin que interesa a los ms diversos aspectos del hacer humano. Las cosas y los objetos son el lazo entre el cuerpo y el mundo, cuerpo y materia. Son recuerdo de la materia prima de la que hemos sido fabricados y de la que esta hecho el mundo. Es a travs de las cosas que el mundo se manifiesta y que nosotros entramos en relacin con este. El anlisis moderno se ha habituado a ver el mundo de los objetos y a auscultar su lenguaje que habla de nosotros, y lo ha disuelto en la comunicacin; ha olvidado su lenguaje silencioso, ha olvidado que hacen parte de nosotros, que son parte del mundo y que lo constituyen. Entre nosotros las cosas se presentan siempre tangencialmente -deca Bloch 1989- damos atencin a las cosas pequeas. Son de hecho las entidades concretas que comprimen la historia aquello que libera la memoria de nuestras races. Contribuyen a hacer menos solo el mundo y sugieren la anticipacin de sentido que gua nuestra comprensin del habitar y del pertenecer. En este sentido F. Braudel deca a propsito de la cultura material, que no hay mas que el hombre y la cosa, la cosa y hombre; estn para decir de nosotros y del mundo y del modo en que con el interactuamos. La cosas materializan y encarnan la relacin hombre-mundo, sociedad- territorialidad, y determina nuestra mente de la misma forma que nuestro cuerpo. Por lo tanto es un punto medio de nuestra relacin con el espacio, permitiendo hacer la operacin conceptualizacin, practica, instrumentalizacin y configuracin del territorio y del habitar. Es as por su trmite que los hombres ponen en accin su estrategia territorial. El conocimiento propio es el que acompaa al mundo de la cosa por esto Kubler rene: idea y cosa y prefiere hablar de historia de la cosa en lugar de hablar de Cultura material, de formas visuales que tienen en ellas vida y autonoma movimiento para recomponerse en otras, movindose en el espacio y el tiempo.

De la historia de la cosa, como dice Kubler emerge la forma del tiempo, se delinea un retrato de la identidad colectiva de uno de otro grupo, de una clase, o de una nacin. La historia del objeto puede ser representada como una lnea genealgica o una secuencia formal, mientras que la historia de cada una esta concatenada a la de las otras. Este autorretrato reflejo de la cosa sirve al grupo como gua o punto de referencia para el futuro. Es un retrato que ve la luz a posteriori. Sin embargo la cosa no es solo memoria e identidad, sino mutacin e innovacin: operando transformando y anunciando lo nuevo, lo diverso y lo sedimentario. Y por lo tanto su nuevo estado cambia con el cambio de la sociedad: de hecho, as a travs de ella se transforma el estilo de vida en la tecnologa, en la esttica, toma el cuerpo y se hace visible y recuenta de ellos y de nosotros. Constituye -como observa F. La Cecla 1998- aquello que llama la forma de vida el hecho, el contexto de nuestra experiencia particular y local. Son nuestros portavoces que nos representan, nacen y mueren con nosotros as como sobreviven o no, con nosotros.

La cosa y su alma En el origen las cosas poseyeron personalidad y virtudes propias, poder y magia; no eran objetos inertes, distinguen los lugares con respecto a los sujetos, tenan un nombre y un alma propia. En el Saggio sul dono. M. Gauss reconstruye sobre la base de la etimologa en la cultura romana y en el snscrito, los nexos entre la res, la familia, la casa y por lo tanto el derecho.

Todo el mundo arcaico, y tambin lo originario y lo popular estn poblados de objetos poderosos que necesariamente seducen y encantan en cuanto estn dotados de magia. Las cosas estn llenas de alma. Tambin pueden ser el cuerpo de los antepasados mticos como sucede entre los aborgenes australianos y en las antiguas civilizaciones son una presencia viva de la divinidad que anima todas las cosas, son su respiracin y su huella.

Los objetos son testigos vitales de la sociedad y la comunidad junto con los lugares, los edificios. Todos los objetos de los que el hombre se rodea son utensilios -dice Viaud 1963- todo este bagaje forma una suerte de ambiente artificial. Constituyen el equipo que acompaa al hombre en la vida y en la muerte; entonces, el hombre se separa de sus armas, de sus objetos de sus utensilios, de sus fetiches. As se trasciende el valor de uso para acercarse al significado simblico. Si en la cultura africana no solo los objetos sagrados o poderosos sino los objetos de uso y las herramientas de trabajo poseen valores y significados que los ponen en una relacin entre el hombre y el mito; son el acompaamiento desde el nacimiento. En la correspondencia entre ellos y la fuerza vital de aquel que los posee, se conecta lo visible y lo invisible del mundo. Como ejemplo en la cultura de Lobi el carcter y la cualidad del mundo exterior se imponen sobre la propiedad concreta de los objetos que son usados y que se ven. Por ejemplo los objetos son sagrados, son signos permanentes, que dan proteccin y refugio contra los peligros. La piedra colocada frente al umbral de las habitaciones se convierte en altar, en objeto simblico. Los objetos acompaan a los hombres muertos ms all que los vivos, son objetos simulacro- alter ego de aquel que no tiene mas vida. A travs de los objetos el universo mtico puebla el espacio cotidiano. En el mundo de Luba cada objeto tiene su lugar, y participa de la vida social tiene un rol social o mtico o religioso y puede tener su funcin; naturalmente hace parte de un sistema de objetos. La vida social no podra desarrollarse sin su mediacin. La principal categora de objetos, los portadores de contenido, los instrumentos divinos participan del universo del observador. El portador de contenido se sita en la articulacin entre dos instituciones, la divinidad y el sacerdote. Los verdaderos inyectores iluminan los mitos fundadores, de la realidad y de algunos de los ritos entronizadores reales. La difusin de las sillas de las caritides participa de la expansin del reino durante tres reinados importantes. Otros objetos legados de la metalurgia los cetros de autoridad, las estatuas se inscriben en la evolucin del reino. El poder del objeto es grande por ser signo de autoridad, por ser tan importante es conservado en gran secreto y no es visible.

Los objetos aluden a un significado que los supera y que viene de lejos; llevan con ellos una mediacin abierta y un mensaje ineludible del genio y del espritu; genios pueden ser representados por animales, vegetales, minerales; son la fuerza csmica presente en el agua, en el aire, la tierra y el fuego; evocan una vida que trasciende a la humana. Los espritus son el aspecto benfico o malfico que reviste el ser humano despus de la muerte; pero no es siempre fcil distinguir entre genio y espritu. El espacio, la persona, los objetos son participes de una misma relacin simblica Todo esta dotado de sentido y por esto el sentido no es ningn otro que acceder al chaman al individuo que sabe ver el derecho y el reverso de las cosas, sus aspectos y relaciones. En el mundo indgena los objetos tienen todava la respiracin de la cultura que los usa; son objetos artesanales que se fundan -como deca Benjamn 1962, 259 sobre el objeto artesanal en acuerdos entre el signo, la mano y el alma; no mirando a lo universal sino a lo local y estando vivos en consecuencia nacen y mueren; de hecho nacen para morir. La cosa habita al interior del mundo indgena con la dignidad y el efecto, el carcter, la personalidad de verdaderos y propios agentes de la esfera social simblica. La relacin con el contexto es el aspecto particular que les diferencia de aquellos objetos del mundo moderno, tambin su participacin en lo social, su influencia y protagonismo en cada momento de la vida individual y colectiva; estn en el centro del ritual y de lo sagrado no menos que en el centro del acto cotidiano; danzan en torno a la fiesta, acompaando al individuo a lo largo del pasaje de su vida. Su poder y su fuerza son esas mismas relaciones sociales que conectan a los hombres. Por esto -escribe M Aug 20001,115- Los objetos se disponen en los puntos de encuentro de los hombres, al ingreso de la casa , la plaza publica , el mercado al limite del campo cultivado. Ello vale para el dolo africano como para el griego. La carga completa de alma de la cosa que con el ejemplo que hemos evocado es la condicin y la escena donde se dan los fetiches que nos hablan del poder las cosas, y de nuestro encantamiento con ellas, el que encanta y anima nuestro lugar. El termino fetiche ha sido introducido en antropologa por C. de Brosses -1760- para representar el carcter de poder atribuido a los objetos. Es un trmino ambiguo y controvertido y presenta un deslizamiento semntico entre aquello que el fetiche es en las culturas originales que lo practican y nuestro sentido totalmente occidental y de otras culturas que es la presencia entre nosotros del fetiche de la mercanca y del fetichismo. Aunque su etimologa de hecho lo deriva del termino latino facticius o facticium (artificial, que ha sido manufacturado), puede tambin derivar de fanun, fatum, fari y usado como sustantivo, pertenece a la esfera de lo mgico-religioso y vale como sortilegio o magia; cosa encantada que hace milagros, significado que es acertado, mas sugestivo y cercano al sentido que le damos. La idea de cosa encantada, aunque mas cercana al estatuto original del fetiche como lo podemos encontrar en la sociedad africana, donde se coloca al interior de un universo mgico religioso y de una cosmologa. Los fetiches representan un modo de actuar sobre las energas sobrenaturales; son diferentes en su aspecto de cualquier otro objeto. Tienen solo una lejana relacin con sus antepasados y se distinguen de la reliquia porque no contienen los crneos o los huesos rescatados del pasado. No es la cosa en si la que tiene originalmente el poder, pero lo adquiere del nganga, del poder sobrenatural confirindole sustancia mgica que esta inserta en el cuerpo del feticheur y del rito que determina. Es a travs de este ritual que el fetiche se convierte en tal y adquiere vida; como tambin sucede por el objeto de culto en el que vienen a instalarse los sentidos o a abrirse los ojos. Pero una vez adquirido el poder el fetiche se independiza, acta por cuenta propia; su accin es doble: no solo protege, sino que puede atacar en cualquier momento a la maldad y la muerte. Su presencia en hace visible intercede o protege, crea zonas sagradas.

Para poner un ejemplo podramos distinguir en la zona del ri Congo y del este del Zaire las grandes estatuas nkonde (las mas grandes, al rededor de un metro o mas) que aparecen en las ceremonias publicas y son los guardianes de la memoria colectiva; su funcin es hacer respetar la ley y garantizar la paz social y la de castigar a los transgresores y los culpables. Las pequeas estatuas nkisi tienen una destinacin ms personal o familiar: transmiten a su propietario la fuerza vital de la que son portadoras y lo mantienen con salud. En esta cultura el fetiche que es notorio son las esculturas en madera antropo o zoomorfas, cubiertas de diversos accesorios, traspasadas por clavos y laminas metlicas. Contienen en la cavidad abdominal o dorsal de ellas la sustancia mgica; humana, vegetal o animal (granos, semillas, dientes, ungentos, unidos en diversas capas). Pedazos de espejos y relucientes metales encierran la cavidad ocular y definen los ojos. En el sur este de Zaire los fetiches tienen otras funciones: preservan el clan y el linaje de los grupos hostiles, los espritus de los cautivos, espritus de los brujos y favorecen la fecundidad. El encantamiento es ciertamente un aspecto decisivo del fetiche pero no es solo el alma de la cosa la que se anima y se turba. El fetiche generalmente se oculta o se guarda de la vista; el fetiche se da generalmente oculto o guardado, la vista lo captura y guarda por lo que se da un juego de miradas entre aquello visto y aquello no visto del fetiche y aquello que permanece encantado sin la posibilidad de apartar la mirada.No es un modo ingenuo de pensar, es un aspecto particular del enigma de la cosa, que a su vez tambin es el enigma de nuestro modo de pensar, de hacer y de inventar con la muerte. El fetichismo por Le Cecla 1998, 38 , reflexiona como se genera la cosa. El pensamiento indgena articula objeto natural y artificial, los mueve se sirve de ellos para comunicar las demandas propias sobre aquello que es de fuera. Por ello los objetos de culto son un terreno importante de reflexin sobre el estatuto de la cosa. Con ese nfasis se abre el problema de la representacin de cmo es posible hacer una imagen de cualquier cosa que no es como la divinidad o el alma, o que significa hacer una copia de cualquier cosa que existe. En muchas culturas africanas ser un creador es no dejar al mundo solo o hurfano sino que refuerza la compaa que el mundo representa y hace de el un lugar pleno de potencia de alma y poblado de mltiples presencias. Estas presencias son las que caracterizan los otros mundos; la encontramos en frica como en oriente. Los objetos de culto son videntes en cuanto observan y experimentan el mundo- F La Cecla 1993, 114- No somos solos los que observamos le mundo, sino que este tiene su propia mirada.

Tambin la antigedad esta poblada de cosas animadas; por ello el mundo es un eterno objeto de encantamiento y en cada cosa se comunica con el resto. Por ello la cosa y los objetos tienen un alma y el hombre vibra con ellos y a su sombra; estn reflejando su mundo y su mltiple presencia y esencia, es all donde tiene inicio el pensamiento filosfico; por ello conoce la cosa como manifestacin del ser, aparece como fantasma y en su totalidad se reconoce como parte de una naturaleza natural; el cosmos entonces, esta para el hombre dotado de alma. Es por esto que W. Jaeger habla del mundo como obra de arte, nacido de un instinto esttico; como piensa y teoriza Nietzsche. La bsqueda esttica percibe el mundo como vivo por esto cada cosa respira, tiene alma y nos cuida. Es por esto que el mundo sensible esta lleno de colores, formas, sonidos y olores en cada cosa. Porque cada cosa cotidiana esta habitada por los dioses como lo deca Eraclito.

ELEONORA FIORANI

IL MONDO DEGLI OGGETTI

Editori di comunicazione. Lupetti 2001 Milano

Lobi en Burkina Faso son una sociedad acfala en tanto la autoridad es convenida con el grupo familiar. El universo se articula en cuatro elementos principales : el altar de la tierra, el de la familia, el agujero de la tierra (la tumba), y el altar de los espritus potentes.

Dorfles 1988 , 16 . Asume el trmino en su derivacin portuguesa con el significado de imagen falsa, el trmino de fetiche contiene la idea de falso con la particularidad de darse por verdadero, de adorar como imagen de culto aquello que es falso.

Es difcil definir el feticheur dado que en la sociedad africana estn presentes mas figuras dotadas de poder que se traslada de la una a la otra , El, profeta, el individuo que acta como el feticheur por el bien de todos.

Lo stregone en lugar de otro debe hacer algo con las energas malignas.