el movimiento hippie, dialectica

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El movimiento hippie, que más que nada en la actualidad no es más que ciertas concepciones que impregnaron poco a poco en la conciencia de las nuevas generaciones, ascendentemente conforme al tiempo, (para las generación de ahora ya no son siquiera revolucionarias sino parte de lo ya tomado con naturalidad), no desembocan más que a un cruento, y húmedo callejón sin salida lleno de basura e indigencia. Bajo el ideal de la libertad se reintrodujo la locura en este mundo, las drogas-su rol en el discurso- y la mística que vienen, de épocas anteriores, pero bajo otro formato otrora, el de la locura organizada. Los instintos primarios de violencia, los traumas, catalizaban bajo ese modelo a algo común socialmente, al impulso religioso por así decirlo, el modo organizado de mistificar los traumas, de desahogar las heridas que no han cicatrizado, bajo el amparo del todo, de ser parte de un universo cultural común y aceptable, que permita revestirlas como actitudes razonables. Las frustraciones de este mundo, aliviadas por una ilusión común más allá de lo que acaece. Fueron en parte erradicadas, o más que fueron sufriendo un declive en todo el proceso que implicó la modernidad, y la Ilustración. Pero si esa forma de locura, es des institucionalizada pero sin embargo existe, como se da ahora tras su resurgimiento post 60s, en la que cada individuo debe desahogar por separado las penas que le oprimen, en su propia combinación de ilusiones acorde a su molde individual provenientes de su propio imaginario y no uno común como el cielo cristiano; al ser tal locura no parte de un universo común puesta en evidencia como locura, y genera perdida de sentido: todo el mundo posee un relato distinto, ¿Por qué el mío y no el de otro? ¿Por qué el de fulano y no el de mengano? Para, muerto ya Dios, desplegar su propia locura, sus propios valores, ante las pluralidad de los otros, y por lo tanto un cierto ejercicio de poder sobre los otros, sin las seguridades que nos provee el colectivo más bien bajo el usufructo de una inmensa confianza y una férrea voluntad en uno mismo nos estamos acercando a quien debiera ser la figura nietzscheana del Ubermensch. ¿Qué loco impone su única verdad con tal fuerza ante los otros?

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El movimiento hippie, que ms que nada en la actualidad no es ms que ciertas concepciones que impregnaron poco a poco en la conciencia de las nuevas generaciones, ascendentemente conforme al tiempo, (para las generacin de ahora ya no son siquiera revolucionarias sino parte de lo ya tomado con naturalidad), no desembocan ms que a un cruento, y hmedo callejn sin salida lleno de basura e indigencia. Bajo el ideal de la libertad se reintrodujo la locura en este mundo, las drogas-su rol en el discurso- y la mstica que vienen, de pocas anteriores, pero bajo otro formato otrora, el de la locura organizada. Los instintos primarios de violencia, los traumas, catalizaban bajo ese modelo a algo comn socialmente, al impulso religioso por as decirlo, el modo organizado de mistificar los traumas, de desahogar las heridas que no han cicatrizado, bajo el amparo del todo, de ser parte de un universo cultural comn y aceptable, que permita revestirlas como actitudes razonables. Las frustraciones de este mundo, aliviadas por una ilusin comn ms all de lo que acaece.

Fueron en parte erradicadas, o ms que fueron sufriendo un declive en todo el proceso que implic la modernidad, y la Ilustracin. Pero si esa forma de locura, es des institucionalizada pero sin embargo existe, como se da ahora tras su resurgimiento post 60s, en la que cada individuo debe desahogar por separado las penas que le oprimen, en su propia combinacin de ilusiones acorde a su molde individual provenientes de su propio imaginario y no uno comn como el cielo cristiano; al ser tal locura no parte de un universo comn puesta en evidencia como locura, y genera perdida de sentido: todo el mundo posee un relato distinto, Por qu el mo y no el de otro? Por qu el de fulano y no el de mengano? Para, muerto ya Dios, desplegar su propia locura, sus propios valores, ante las pluralidad de los otros, y por lo tanto un cierto ejercicio de poder sobre los otros, sin las seguridades que nos provee el colectivo ms bien bajo el usufructo de una inmensa confianza y una frrea voluntad en uno mismo nos estamos acercando a quien debiera ser la figura nietzscheana del Ubermensch. Qu loco impone su nica verdad con tal fuerza ante los otros?