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El moderno Grial

Joy Mills*

“He aquí, en la encarnación física, como enfatizaron todos los grandes instructores, en

que el trabajo de la auto realización debe ser emprendido. Aquí está la gran aventura”

En toda tradición sagrada, Tanto en Oriente como en Occidente, una leyenda es contada y recontada:

la historia de la jornada humana en busca de significado. Cada uno de nosotros es un héroe y el patrón

de siempre es el mismo, aunque pueda diferir en detalles. Sentimos que estamos en medio de la

búsqueda, sabemos que existen obstáculos a superar y desafíos a enfrentar, y sabemos también que

existe auxilio a lo largo del camino.

Nos contamos a nosotros mismos que comenzamos como unos ingenuos sin conocimiento. A lo largo

del camino encontramos todo tipo de tentaciones disfrazadas de dragón, de bruja, gigante o demonio;

conocemos bellas doncellas y viejos sabios. Experimentamos los horrores de la noche y despertamos

en la aurora para nuevamente tener un vislumbre de visión que nos proyecta hacia adelante, la ciudad

celeste, el Castillo del Grial, la luz de la sabiduría que nos vestirá con su manto de gloria y nos marcará

como salvadores del mundo.

Es así como la historia siempre nos fue contada; la historia es universal, e incluso actualmente, en estos

tiempos peligrosos en que parecemos haber perdido el rumbo, aún oímos el llamado para seguir

adelante, pues algo nos dice que existe un lugar de luz que aquellos que allí habitan guardan una

sabiduría perenne para auxiliar a la humanidad en su búsqueda interminable de la sabiduría.

En el mundo de la existencia mundana se obtiene exactamente aquello por lo que se paga, como un

coche nuevo; no obstante, otros valores son obtenidos en el reino de la sabiduría espiritual, y es hacia

ellos que debemos poner nuestra atención, si queremos descubrir la verdad que tanto buscamos para

la regeneración de nosotros mismos y de nuestro mundo. Y, al final esta verdad está dentro de

nosotros mismos. La moneda con la que se paga el precio de la sabiduría es la dedicación interior,

acuñada por la comprensión amorosa, la vida disciplinada y la compasión. El precio es una vida

dedicada al servicio.

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Ninguna versión de esta historia antigua es más clara o más bonita que la colección de obras conocida

como Las Leyendas del Grial. Dentro de cada uno de nosotros están los símbolos arquetípicos de esas

leyendas, muchos ligados a las novelas arturianas y todos anteriores a la era cristiana. Los símbolos – la

tierra arrasada, el rey pescador, el castillo oculto, el misterioso vaso de alimentos, la lanza manchada

de sangre – son elementos de nuestra propia naturaleza, facultades a ser despertadas a partir del

interior, aspectos a ser experimentados y traídos a la consciencia. Cada participante de la búsqueda

del Grial – Klingsor, Kundry, Titurel, Amfortas, Parsifal, Lancelot, Merlín, Arthur, Guinevieve, Gawain o

Galaad – están dentro de nosotros ahora, sea que lo reconozcamos o no.

Cada uno de nosotros debe decidir si va a acelerar la jornada, emprender con seriedad la antiquísima

búsqueda del Grial de la sabiduría espiritual, o permanecer ignorante en el jardín mágico de Klingsor,

contento con los encantamientos del mundo ilusorio. La leyenda del Grial nos hace recordar que

solamente nosotros podemos salvar el mundo, y que solamente al salvar a los demás nos salvamos a

nosotros mismos. Así es ahora, como fue en todas las eras.

La versión de la leyenda del Grial de Wolfram von Echenbach, en la cual Wagner basó su drama

musical, describe la saga del héroe Parsifal. La historia comienza significativamente en una floresta,

donde el héroe vive con su madre, sin el padre, ignorando hasta incluso su propio nombre, un hecho

que se torna patente cuando él encuentra un grupo de caballeros que le preguntan quién es él.

El simbolismo es tan rico, con tal cantidad de significados, particularmente en relación a nuestra

situación actual, que conseguimos tan solo tocar algunos aspectos del mismo. La floresta representa un

estado primitivo de consciencia, en el cual vivimos próximos a la vida instintiva simbolizada por la vida

vegetal y animal que la habita. El horizonte restringido de una foresta, indica que nuestra visión es

limitada, y representa también los valores sociales colectivos dentro de los cuales vivimos casi

inconscientemente y de los que necesitamos liberarnos.

Sea que comprendamos o no nuestra búsqueda, bien sea ésta consciente o inconsciente, estamos

todos en la búsqueda del Grial, aunque la comprensión del objetivo de la jornada pueda diferir de

persona a persona. Para algunos el Grial puede constituir seguridad económica, en tanto que para

otras puede representar sencillamente algún placer transitorio. Independientemente de nuestra

definición personal, existe no obstante una rica tradición que merece ser considerada.

Sabiduría esotérica

Algunos textos equiparan el Grial al cáliz que habría contenido la sangre de Jesús crucificado; otros lo

describen como un misterioso receptáculo sin existencia física, perteneciente a otra dimensión, el cual

tendría la capacidad de curar. La mayoría de los estudiantes de las diversas leyendas que rodean

aquello que fuel llamado el Grial coincide con que tiene dos aspectos: Es el “Evangelio Secreto, la

sabiduría esotérica llevada al mundo bajo el símbolo de un cáliz del cual se debe de beber

profundamente para que sea restaurada la naturaleza propia; y es también una joya o piedra preciosa

como lo milagroso de poder curar y transformar.

Una de las tradiciones afirma que el místico Grial fue traído a la Tierra por un grupo de espíritus,

identificados por H. P. Blatvasky como “las entidades benefactoras que (…) trajeron luz al mundo y

dotaron a la humanidad de intelecto y de raciocinio” (La Doctrina Secreta). Una de las leyendas dice

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que el Grial fue esculpido por ángeles a partir de una esmeralda caída de la cabeza o de la corona de

Lucifer. El teósofo francés Salomón Lancri afirmó: “El Grial es una piedra magnética que atrae al alma

humana y en ella despierta el impulso místico como un vago sentimiento de sus esplendidas

potencialidades espirituales”. ´

Cáliz de Ardagh s. VIII (Irlanda) Cáliz de la Catedral de Valencia

Lancri agregó que la búsqueda del Grial es “la maravillosa aventura del alma humana en búsqueda de

la perfección y en lucha contra las pasiones”. El Grial fue visto también como el símbolo de la vida, de la

sabiduría y del amor divinos, unidos con el espíritu inmortal en el ser humano, expresados también en

su vehículo, manas (la mente).

En cuanto buscamos el verdadero significado del Grial, podemos tan solo reconocer que en todas sus

versiones de leyenda antigua existe un misterio, una atmósfera de admiración y reverencia. En su

esplendido análisis psicológico de la tradición, publicado como The Grail Legend, Emma Junge Marie

Louis von-Franz señala que “en un sentido especial (…) el alma es aquel vaso maravilloso que es la meta

de la búsqueda el cual habita el poder dador de vida, cuyo secreto final jamás puede ser revelado,

debiendo permanecer para siempre oculto porque su esencia es un misterio.”

Psicológicamente, entonces, el Grial es una imagen arquetípica y puede representar para cada

individuo algo que dé significado o substancia a la existencia, bien sean bienes materiales o

espirituales. Incluso cuando la meta de la búsqueda es por seguridad financiera, la aventura o jornada,

como luego veremos, se torna en una búsqueda por la propia identidad, nacida de la necesidad de

conocernos a nosotros mismos, de comprender quien somos realmente. Pues en la jornada pronto

descubrimos que cualquier meta menor, cualquier objetivo material, nunca satisface el anhelo del

corazón por significado y propósito.

Puede ser útil examinar, aquí, una palabra que es frecuentemente encontrada en la mayoría de las

leyendas del Grial, particularmente en las versiones más antiguas, que están en francés. Ha sido

sencillamente traducida como aventura, pues la búsqueda del Grial de la sabiduría lleva a una aventura

sorprendente. Aunque esa palabra signifique básicamente “alcanzar”, también tiene otros significados,

como “acontecimiento”, “encontrar”, “peligro”, “empresa excitante y peligrosa” y frases semejantes,

llegando hasta incluso a términos relacionados a nuestro familiar concepto de karma. Al menos en una

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versión de la búsqueda del Grial, dicen a Parsifal (cuyo nombre significa “penetrar en el valle de las

sombras”, que podemos comparar a maya. Ignorancia o ilusión. “Sigue hacia donde la aventura te

lleva”. Podemos sugerir una afirmación así nos incita a enfrentar nuestro karma en tanto que

buscamos nuestro dharma.

En innumerables textos Gawain aparece como héroe, representando la ceguera espiritual en el inicio

de la búsqueda; su ineptitud para lo espiritual le lleva al fútil derramamiento de sangre, a actuar de

manera contraria a las leyes de la vida. Gawain no consigue comprender el verdadero propósito de la

jornada que está emprendiendo, y consecuentemente ignora el consejo de los sabios que encuentra. Al

mismo tiempo, es él quien permanece perpetuamente atónito con su propio fracaso en encontrar

alguna aventura que valga la pena.

Tal vez, nosotros tampoco estemos atentos a los acontecimientos significativos en nuestras vidas

porque parecen no tener importancia, tan triviales, tan mundanos. No obstante, los encuentros

peligrosos, tanto como los encuentros con guías espirituales, suceden en medio de nuestra vida diaria,

si estamos despiertos para ello. Cuando las circunstancias nos ciegan, no conseguimos apreciar la gran

aventura en la que estamos participando.

El mensaje esencial de la búsqueda del Grial es tan claro y relevante actualmente como lo fue en el

pasado. Hay un inicio, y la persona debe comenzar donde estuviere, emprendiendo la aventura del

alma – héroe. Como ya fue observado, la versión del mito de Parsifal comienza en una foresta, símbolo

de nuestro estado de gran inconsciencia, del cual debemos despertar para buscar nuestra verdadera

identidad. Mas los símbolos poseen múltiples significados, y la floresta puede representar no solo una

consciencia colectiva o inconsciencia de la cual debemos salir para establecer nuestra propia identidad,

sino también aquel bello estado subjetivo al cual nos podemos recoger en los periodos de meditación

y reflexión. El estudiante perceptivo descubrirá muchos otros significados para ese simbolismo.

La doncella y el caballero

Dice la leyenda que el caballero Galahad entró en el castillo del rey Arturo sin ser anunciado y se sentó

a la Tabla Redonda. Él los despertó hacia sus deberes, diciendo: “Yo vine porque debía venir, pues ese

debe ser el punto de partida para todos aquellos que se unieren amistosamente en la búsqueda”.

Simbólicamente, el llamado de Galahad es el llamado del espíritu inmortal a la personalidad, para

despertar hacia el trabajo de la búsqueda. Pues es aquí en la encarnación física, como enfatizaron

todos los grandes instructores, que el trabajo de la auto realización debe ser emprendido. Aquí está la

gran aventura.

Quienes oyeron el llamado de Galahad, la convocatoria del espíritu inmortal, se levantaron de la Tabla

Redonda, símbolo de la consciencia colectiva (en esa versión de la leyenda), y “cada uno siguió el

camino escogido, y partieron hacia la floresta a uno u otro punto, y allí comprobaron que era

demasiado densa”. Comentando eso, el estudiante de mitología comparada Joseph Campbel escribió:

“Cada uno, al entrar según su propia voluntad, dejando atrás la buena y conocida compañía y la Tabla

de la prominente corte de Arturo, debería experimentar la desconocida foresta sin caminos según su

propia manera de ser”.

Campbell continúa: “Actualmente las torres y murallas del mundo cultural que estaban siendo

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construidas se están disolviendo; y aunque los héroes de entonces pudiesen partir por voluntad propia

de lo conocido hacia lo desconocido, nosotros, indecisos, debemos penetrar enla floresta (…) y

queramos o no, el camino intransitable es lo único que existe ahora delante de nosotros.”

Así, la gran aventura está delante de nosotros, aquella aventura que, conforme fue sugerido

anteriormente, está compuesta de karma y dharma. El filósofo Schopenhauer percibió esto con

bastante claridad cuando escribió:

“Todo hombre durante el transcurso de su vida, percibe ciertos eventos que, por un lado, poseen la

marca de una necesidad moral o interior, debido a la importancia especialmente decisiva para él; no

obstante, por otro lado, esos eventos tienen claramente el carácter de acaso externo, totalmente

accidental.

No es posible examinar todas las aventuras que los héroes místicos de la búsqueda encontraron. Sin

embargo, podemos verlas como eventos arquetípicos reflejados en nuestras vidas diarias. El elenco que

encontramos en todas las leyendas puede ser reconocido como elementos dentro de nuestras propias

naturalezas o dentro de las personas que conocemos. Existen, como siempre, numerosos peligros en el

camino, problemas a ser resueltos y conflictos a solucionar. Y existen guías y placas indicativas a lo

largo de la jornada”

Compete a cada uno de nosotros buscar el camino. No podemos partir hacia esa búsqueda “antes de

haber tornado a la propia senda”, como se nos dice en La Voz del Silencio. Si fracasamos en nuestra

búsqueda hoy, debemos recordar que “cada fracaso es éxito, y cada tentativa sincera obtiene su

recompensa con el tiempo” Pues aquellos que trillaron el camino antes que nosotros dijeron:

“Tenemos tan solo una palabra para todos los aspirantes: intentadlo”.

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Las leyendas del Grial representan el llamado del ser inmortal hacia la individualidad del alma (la

doncella en dificultades) hacia el individuo encarnado (el caballero con todas sus armaduras). Es la

eterna cita que caracteriza un despertar hacia la verdadera naturaleza de la búsqueda humana por

significado y propósito.

Tal y como le informó el ermitaño a Lancelot, “si tu corazón no estuviese entero, no te recomiendo

que le des inicio a esa búsqueda”. Debemos encarar la empresa con seriedad. En otras palabras,

debemos estar dispuestos a pagar el precio que sea necesario para quitar nuestros débitos kármicos.

Puede parecer que emprendamos una jornada solitaria, mas a lo largo de nuestro camino errante

tomamos contacto con almas de otros buscadores a los cuales nos unimos en una camaradería típica

de compañeros de viaje. Y en tanto que sigamos de frente, ganamos el respeto de la fraternidad de

Iniciados que buscan compartir con la humanidad su profunda compasión y sabiduría, una fraternidad

de seres auto realizados cuyas vidas estan totalmente dedicadas al servicio altruista.

Si queremos responder al llamado del espíritu inmortal (el rey en la Tabla Redonda), debemos

responder como Parsifal: “Seguiré adelante cueste lo que cueste”. Y en nuestros corazones sentiremos

el eco de las palabras de La Voz del Silencio:

“Si lo intentaste, y fracasaste, oh intrépido luchador, no obstante no pierdas el coraje: sigue luchando y

vuelve a la carga de nuevo y de nuevo. Recuerda que en las luchas por la liberación del ser humano,

cada fracaso es éxito y cada tentativa sincera obtiene su recompensa con el tiempo”.

Todo lo que se pide de nosotros es que sigamos adelante.

Joy Mills. – Escritora, profesora y conferenciante. Fue vicepresidenta internacional de la

S. T. en India y presidenta de la S. T. en Australia y en los EE. UU.

Sophia. Brasil. (Ene. – Feb. 2.014)