el misterio de las 7 puertas

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EL MISTERIO DE LAS 7 PUERTAS Era un día completamente normal que ya había terminado, entonces decidí irme a dormir. Cansada y totalmente agotada, caí repentinamente en un sueño profundo. Horas después me levanté satisfecha porque sentía que había descansado y dormido como nunca; al sentarme sentí un resplandor muy fuerte en mis ojos obligándome a abrirlos con dificultad. Me sentía extraña y a la vez curiosa por saber dónde me encontraba. Me puse de pie muy rápido y al observar me encontraba rodeada de mucha arena y un sol intenso apuntando a mis ojos; asustada y creyendo que era una broma de mis pesados hermanos, grité muy fuerte y dije: -“¡Llévenme a casa, no estoy para sus bromas hoy!”. Nadie respondió a mi llamado entonces me asusté aún más, viendo en lo que pasaba empecé a caminar hacia todos lados, hice esto durante aproximadamente 20 minutos y después de un rato me cansé y dije: -“Creo que mejor espero, de algún modo me deben ayudar”, al pensar me senté y miré a mi alrededor deseando tener algo con que comunicarme, entonces me puse a observar y me di cuenta de que no había detallado todo como debía, sentí un vacío y suspiré porque no me lo creía, pues según recordaba lo que había visto en algún momento en TV estaba en el desierto. Instantáneamente la única reacción que tuve fue llorar, pues me encontraba en un lugar completamente desconocido para mí; lloré durante un tiempo que para mí parecían horas totalmente inusuales y pasajeras. Sentía que todo se desvanecía ante mí, el sol se ocultaba, el ambiente se ponía más frío y yo me encontraba muy tensa y empezaba a pensar que ya no se trataba de una broma, sino de algo mucho más serio. Me sentía inútil, sola e incapaz de hacer algo, entonces un poco desconcertada debido a lo me estaba ocurriendo lloré con más fuerza y me recosté en la fría arena; el fresco viento movía mis cabellos de un lado a otro y en una fracción de segundo me quedé dormida y no supe nada más. Estando recostada sentí algo que parecían dedos por todo mi cuerpo y algo que me movilizaba de un lado a otro, después de un rato caí en algo muy incómodo y decidiendo abrir los ojos me di cuenta de

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EL MISTERIO DE LAS 7 PUERTAS

Era un día completamente normal que ya había terminado, entonces decidí irme a dormir.

Cansada y totalmente agotada, caí repentinamente en un sueño profundo. Horas después me levanté satisfecha porque sentía que había descansado y dormido como nunca; al sentarme sentí un resplandor muy fuerte en mis ojos obligándome a abrirlos con dificultad.

Me sentía extraña y a la vez curiosa por saber dónde me encontraba. Me puse de pie muy rápido y al observar me encontraba rodeada de mucha arena y un sol intenso apuntando a mis ojos; asustada y creyendo que era una broma de mis pesados hermanos, grité muy fuerte y dije: -“¡Llévenme a casa, no estoy para sus bromas hoy!”. Nadie respondió a mi llamado entonces me asusté aún más, viendo en lo que pasaba empecé a caminar hacia todos lados, hice esto durante aproximadamente 20 minutos y después de un rato me cansé y dije: -“Creo que mejor espero, de algún modo me deben ayudar”, al pensar me senté y miré a mi alrededor deseando tener algo con que comunicarme, entonces me puse a observar y me di cuenta de que no había detallado todo como debía, sentí un vacío y suspiré porque no me lo creía, pues según recordaba lo que había visto en algún momento en TV estaba en el desierto. Instantáneamente la única reacción que tuve fue llorar, pues me encontraba en un lugar completamente desconocido para mí; lloré durante un tiempo que para mí parecían horas totalmente inusuales y pasajeras.

Sentía que todo se desvanecía ante mí, el sol se ocultaba, el ambiente se ponía más frío y yo me encontraba muy tensa y empezaba a pensar que ya no se trataba de una broma, sino de algo mucho más serio. Me sentía inútil, sola e incapaz de hacer algo, entonces un poco desconcertada debido a lo me estaba ocurriendo lloré con más fuerza y me recosté en la fría arena; el fresco viento movía mis cabellos de un lado a otro y en una fracción de segundo me quedé dormida y no supe nada más.

Estando recostada sentí algo que parecían dedos por todo mi cuerpo y algo que me movilizaba de un lado a otro, después de un rato caí en algo muy incómodo y decidiendo abrir los ojos me di cuenta de que me encontraba tirada en un montón de piedras irregulares que me causaban un poco de dolor, miré a mi alrededor y pequeños seres con orejas grandes, cuatro dedos en cada una de sus extrañas manos, narices ganchudas y ojos grandes; vi que se alejaban dejándome en presencia de un ser que parecía un dios por sus hermosos vestidos, las joyas que llevaba puesta y el presuntuoso trono en el que estaba sentado. Lo miré desconcertada y un poco asustada y él me devolvió una amable sonrisa que mostraba comprensión; no quise decir y tampoco preguntar nada y esperé a que de su boca bien esculpida saliera alguna palabra que me pudiera explicar lo que estaba pasando; por el contrario lo único que dijo fue: -¿Te han lastimado mis elfos?, pensando en decirle que estaba un poco adolorida negué con mi cabeza y este sonrió.

Hizo un gesto para que me sentara a su lado y para mi impresión me hizo un lugar en su majestuoso trono, honrada y a la vez insegura me puse de pie y me dirigí hacía él sentándome a su lado. Susurró unas palabras en mi oído dándome un par de opciones, sin pensarlo escogí la segunda.

Aquel ser un poco decepcionado me entregó una bolsa, se puso de pie y él mismo se hizo paso para abrir una gigantesca puerta para que yo saliera; se despidió con una amarga sonrisa en su

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rostro y diciéndome adiós sin ninguna esperanza cerró aquella puerta y desapareció de mi vista. Me encontraba nuevamente en el desierto, sola y a la deriva, pero según las instrucciones que me dio aquel ser tenía una idea de que hacer.

Me dio dos opciones. La primera y la que noté que quería que fuese mi decisión fue que me quedara con él y fuese su esposa por la eternidad y a cambio tendría todo lo que él como dios me podía ofrecer; la segunda y claramente la opción que escogí, fue que tendría la oportunidad de volver a casa con la condición de enfrentarme a unas pruebas, rápidamente me explicó de que se trataba, me entregó la bolsa y me marché.

Me colgué la bolsa en el cuello pasándola por mi hombro izquierdo y emprendí mi viaje. Cansada y sedienta después de caminar horas y horas según me parecía, a lo lejos vi un destello y decidí ir hacia el lugar donde se reflejaba.

Para mi sorpresa era un gigantesco grupo de termitas, entonces me eché a correr y ellas me siguieron muy rápido. Asustada y muy agitada de lejos vi algo gigante de madera y acercándome un poco más –aun corriendo- me di cuenta que era una puerta; recordando mi misión seguí corriendo en aquella dirección pero, algo mucho más grande que la puerta se interpuso en mi camino, era un gigante horroroso y totalmente desnudo. En la parte inferior de su abdomen tenía tres palabras que parecían talladas a fuego y decía: Astuto, hábil y rápido – Dentro de mi pensé: -y además feo; -inmediatamente pensé que aquellas debían ser sus habilidades, fue ahí cuando el temor me gobernó por completo. Recordando que las termitas aún me seguían me asusté mucho más, pero entonces se me ocurrió la idea de guiar a las termitas hacía aquel gigante y la puerta.

Convencida de que podría llegar a funcionar corrí desenfrenadamente mirando la puerta y el gigante; estando justo en frente del gigante este me hizo un gesto de desprecio e imposición y sin pensarlo pasé por debajo de sus enormes piernas dejando atrás una parte de las termitas que no habían logrado pasar por las piernas del gigante; continué corriendo y volteé un poco la mirada hacia atrás observando que al parecer el gigante ya se había olvidado de mí, porque hacía movimientos muy graciosos tratando de evitar las termitas que no habían logrado pasar entre sus piernas, recordando que una multitud de estas todavía me perseguía, me apresuré a correr más y avancé hacia la puerta, al estar justo en frente estiré mi brazo y empujé la puerta haciéndome pasa lo más rápido posible para que las termitas que estaban a tan solo unos metros atrás de mi o lograran pasar, entré con rapidez y cerré justo a tiempo para que ninguna de esta lograra entrar.

Por un momento me alegré de mi suerte, pero inmediatamente aquella emoción desapareció, pues frente a mí vi a dos gigantescos escorpiones grandes y con caparazones aparentemente duros e indestructibles, justo ahí me di cuenta de que eran muy astutos, ya que los dos corrían hacia mí con gran agilidad cuando tan solo estábamos a un kilómetro de distancia, entonces me preocupé y traté de encontrar una solución los más rápido posible; lo único que pasó por mi mente fue esconderme debajo de la tierra, rápidamente escavé y me introduje en la tierra dejando fuera mi parte de mi rostro para respirar y ver a las escorpiones. Levanté un poco la vista y los observé claramente confundidos en un solo lugar, por un momento me tranquilicé y esta tranquilidad que hacía una horas no había sentido desapareció al escuchar las enormes patas de los escorpiones penetrando en la arena; estaba perdida tan solo había logrado llegar hasta la segunda puerta e iba a ser devorada por un par de gigantescos escorpiones, cerré los ojos y de un momento a otro dejaron de escucharse los aquellos estruendosos ruidos, al alzar la vista una vez

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más vi que los escorpiones ya no estaban y fue justo en ese momento cuando recordé que mi mejor amigo me había regalado un reloj de hipnosis que siempre llevaba en mi bolsillo ya que esta me gustaba mucho, inmediatamente lo saqué de este y traté de recordar la hipnosis para personas que había estado ensayando semanas atrás y que solo había funcionado tres veces de la infinidad que lo había intentado, la recordé y totalmente insegura de si funcionaría o no en los escorpiones, salí de la arena con cuidado y percatándome de que la bolsa que me había regalado aquel ser todavía estuviera conmigo. Salí de la arena y recogiendo un poco de esperanza me dirigí hacia los escorpiones que se encontraban en la puerta vigilando suspicazmente y encontrándome a tan solo unos 30 de metros de distancia alargué mi mano y puse mi reloj en frente de ellos e inmediatamente dije la hipnosis, vi como estos se acercaban a mí y de un momento a otro se quedaron paralizados ante mí, entonces comprendí que había funcionado. Recordando que debía decirles que hacer les hablé firmemente y les ordené que se quedaran en ese lugar quietos y que no se movieran hasta que yo se los ordenase, al ver su reacción que obviamente fue de obediencia salí corriendo hacia la puerta que parecía ser normal, al llegar a ella alargué mi brazo y giré la perilla para entrar y dejando atrás la segunda puerta.