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Ricardo Forriols Desde hace unos días están dis- ponibles en las estanterías de las librerías dos nuevos y sucu- lentos libros editados gracias al feliz encuentro de la editorial Pre-Textos y la Universidad Po- litécnica de Valencia. Se trata de una iniciativa puesta en marcha hace dos años y que ahora co- mienza a dar sus frutos con los dos primeros títulos para Co- rrespondencias, una colección que tiene como objetivo explo- rar las relaciones entre arte y li- teratura, entre la palabra y la imagen, prestando especial atención al parentesco entre pintura y poesía, a través de en- sayos, escritos de artistas y li- teratura sobre arte. Esta aventura se abre de la mejor manera posible, con la traducción al castellano de un li- bro del francés Georges Didi- Huberman (Saint-Étienne, 1953), uno de los filósofos e his- toriadores del arte más presti- giosos de los últimos años, pro- fesor en la mítica École des Hautes Études en Sciences So- cials de París y autor, de entre los cerca de treinta títulos en su haber sobre teoría de la ima- gen, pocos de ellos traducidos todavía, de libros de referencia como Lo que vemos, lo que nos mira (1997), Imágenes pese a todo: memoria visual del holo- causto (2004) o Venus rajada: desnudez, sueño, crueldad (2005). A ellos se une ahora para nosotros La pintura en- carnada —editado original- mente por Minuit, París, en 1985—, un sugerente recorrido por la pintura que toma como hilo conductor la lectura de La obra maestra desconocida (1831) de Honoré de Balzac — incluida a la sazón en el volu- men— y que, como señala el traductor Manuel Arranz, de- bería leerse antes y después de leer los «pensamientos sueltos» de Didi-Huberman. Didi-Huberman crea un mar- co de interpretación para la pin- tura a partir de lo que acontece en el cuento filosófico de Balzac con el retrato de Catherine Les- cault, La Belle Noiseuse, que tie- ne obsesionado al viejo pintor Frenhofer: un lienzo en el que sólo pueden verse «colores con- fusamente aglomerados y conte- nidos por una multitud de líne- as extrañas que forman una mu- ralla de pintura (…) un caos de colores, de tonos, de matices in- decisos, especie de bruma sin for- ma», un maremagno del que únicamente se salva un delica- do y perfecto pie femenino. Ese detalle, que marca y define con su presencia el resto del lienzo, la superficie del plano, señala la tensión dramática de la pintura y su misma imposibilidad, cen- trada en la representación de la piel, de la encarnadura; tres cuestiones clave que sirven a Didi-Huberman para establecer y apoyar su texto entorno a otras tantas dudas: la sabiduría (o sapiencia), el deseo y el des- garro del pintor, puntales sobre los que ensaya una historia del problema de la encarnadura, delicado índice de color y de vida en pintura, desde Cennini hasta Diderot, Hegel o Merle- au-Ponty, a través de referen- cias a Bataille, Deleuze, Blan- chot, Freud y Lacan, Ovidio, Pli- nio el Viejo, Platón, Vasari, Vi- truivio o Leonardo. Se trata, en definitiva, de una apasionante interpretación so- bre el imposible representacio- nal de la pintura, sobre su lucha por capturar la esencia de la vida, la realidad y sus formas, que se abre con la siguiente consideración: «La pintura piensa ¿Cómo? Ésta es una cues- tión infernal». Porque lo que en- saya Didi-Huberman es una de- mostración de la importancia de la pintura en sí, más allá de la interpretación, categoriza- ción o deconstrucción de las imágenes, describiendo el arte de la pintura como el arte de mostrar lo oculto y mostrar lo evidente al tiempo, puesto que la pintura, en su devenir proce- sual, va ocultando y cubriendo con pintura aquello que se pin- ta. Como la piel encarnada es- conde lo que hay debajo. Si el texto de Didi-Huberman nos ayuda a desentrañar la pin- tura, también nos permite com- prender aquello que escribía el poeta Luis Rosales —refiriéndo- se a Joan Miró—, que «la pintu- ra es la historia de la mirada». Y, tirando de ese hilo de corres- pondencias, en un capítulo des- tacado de esa historia, Leonardo ya había señalado en su Tratado de Pintura que «la pintura es po- esía muda y la poesía es pintura ciega». Sirva esta idea de tiem- pos de parangones para introdu- cir que, por su parte, el segundo volumen de la colección está de- dicado a recopilar textos disper- sos del poeta Carlos Marzal (Va- lencia, 1961). Uno no puede evi- tar pensar que después de reco- ger sus poemarios en El corazón perplejo (Poesía reunida, 1987- 2004) y de publicar la monu- mental novela Los reinos de la ca- sualidad, ambos en 2005, no po- día pasar mucho tiempo para que pudiéramos disfrutar agru- pados varios artículos de opi- nión, conferencias, participacio- nes en congresos, textos para ca- tálogos de exposiciones, prosas poéticas, homenajes y poemas dedicados a la pintura, la foto- grafía o el diseño, y con ello, ver al tiempo redimidos del limbo en el que quedan sumidos este tipo de escritos de trabajo, por en- cargo, que muchas veces no son considerados literatura. >> Pre-Textos y la Politécnica publican una colección que explora las relaciones entre literatura y artes plásticas Vínculos entre pintura y poesía 1 Levante EL MERCANTIL VALENCIANO Viernes, 15 de junio de 2007 CUADROS. «El cuaderno de El Polizón» (2007) de L. Saval y «Reflejo con dos niños (autorretrato)» (1965) de L. Freud son dos de las obras comentadas por Carlos Marzal en su libro. PRE-TEXTOS / UPV Phillip Lopate, Anne Tyler y Lisa Appignanesi exploran desde la ficción y el ensayo los conflictos de identidad (pág. 5). Narrativa posdata pd Suplemento Cultural ❙❙❙ «La pintura encarnada», de G. Didi-Huberman, y «El cuaderno del polizón», de Carlos Marzal, son los primeros títulos

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Page 1: EL MERCANTIL VALENCIANO 1 pd - medias.levante …€¦ · de la pintura como el arte de ... la mirada del curioso que nos devuelve, ... su casa de Atenas el año 1979 cuando su nombre

Ricardo ForriolsDesde hace unos días están dis-ponibles en las estanterías delas librerías dos nuevos y sucu-lentos libros editados gracias alfeliz encuentro de la editorialPre-Textos y la Universidad Po-litécnica de Valencia. Se trata deuna iniciativa puesta en marchahace dos años y que ahora co-mienza a dar sus frutos con losdos primeros títulos para Co-rrespondencias, una colecciónque tiene como objetivo explo-rar las relaciones entre arte y li-teratura, entre la palabra y laimagen, prestando especialatención al parentesco entrepintura y poesía, a través de en-sayos, escritos de artistas y li-teratura sobre arte.

Esta aventura se abre de lamejor manera posible, con latraducción al castellano de un li-bro del francés Georges Didi-Huberman (Saint-Étienne,1953), uno de los filósofos e his-toriadores del arte más presti-giosos de los últimos años, pro-fesor en la mítica École desHautes Études en Sciences So-cials de París y autor, de entrelos cerca de treinta títulos en suhaber sobre teoría de la ima-gen, pocos de ellos traducidostodavía, de libros de referencia

como Lo que vemos, lo que nosmira (1997), Imágenes pese atodo: memoria visual del holo-causto (2004) o Venus rajada:desnudez, sueño, crueldad(2005). A ellos se une ahorapara nosotros La pintura en-carnada —editado original-mente por Minuit, París, en1985—, un sugerente recorridopor la pintura que toma comohilo conductor la lectura de Laobra maestra desconocida(1831) de Honoré de Balzac —incluida a la sazón en el volu-men— y que, como señala eltraductor Manuel Arranz, de-bería leerse antes y después deleer los «pensamientos sueltos»de Didi-Huberman.

Didi-Huberman crea un mar-co de interpretación para la pin-tura a partir de lo que aconteceen el cuento filosófico de Balzaccon el retrato de Catherine Les-cault, La Belle Noiseuse, que tie-ne obsesionado al viejo pintorFrenhofer: un lienzo en el quesólo pueden verse «colores con-fusamente aglomerados y conte-nidos por una multitud de líne-as extrañas que forman una mu-ralla de pintura (…) un caos decolores, de tonos, de matices in-decisos, especie de bruma sin for-ma», un maremagno del que

únicamente se salva un delica-do y perfecto pie femenino. Esedetalle, que marca y define consu presencia el resto del lienzo,la superficie del plano, señala latensión dramática de la pinturay su misma imposibilidad, cen-trada en la representación de lapiel, de la encarnadura; trescuestiones clave que sirven aDidi-Huberman para establecery apoyar su texto entorno aotras tantas dudas: la sabiduría(o sapiencia), el deseo y el des-garro del pintor, puntales sobrelos que ensaya una historia delproblema de la encarnadura,delicado índice de color y devida en pintura, desde Cennini

hasta Diderot, Hegel o Merle-au-Ponty, a través de referen-cias a Bataille, Deleuze, Blan-chot, Freud y Lacan, Ovidio, Pli-nio el Viejo, Platón, Vasari, Vi-truivio o Leonardo.

Se trata, en definitiva, de unaapasionante interpretación so-bre el imposible representacio-nal de la pintura, sobre su luchapor capturar la esencia de lavida, la realidad y sus formas,que se abre con la siguienteconsideración: «La pinturapiensa ¿Cómo? Ésta es una cues-tión infernal». Porque lo que en-saya Didi-Huberman es una de-mostración de la importanciade la pintura en sí, más allá dela interpretación, categoriza-ción o deconstrucción de lasimágenes, describiendo el artede la pintura como el ar te demostrar lo oculto y mostrar loevidente al tiempo, puesto quela pintura, en su devenir proce-sual, va ocultando y cubriendocon pintura aquello que se pin-ta. Como la piel encarnada es-conde lo que hay debajo.

Si el texto de Didi-Hubermannos ayuda a desentrañar la pin-tura, también nos permite com-prender aquello que escribía elpoeta Luis Rosales —refiriéndo-se a Joan Miró—, que «la pintu-

ra es la historia de la mirada». Y,tirando de ese hilo de corres-pondencias, en un capítulo des-tacado de esa historia, Leonardoya había señalado en su Tratadode Pintura que «la pintura es po-esía muda y la poesía es pinturaciega». Sirva esta idea de tiem-pos de parangones para introdu-cir que, por su parte, el segundovolumen de la colección está de-dicado a recopilar textos disper-sos del poeta Carlos Marzal (Va-lencia, 1961). Uno no puede evi-tar pensar que después de reco-ger sus poemarios en El corazónperplejo (Poesía reunida, 1987-2004) y de publicar la monu-mental novela Los reinos de la ca-sualidad, ambos en 2005, no po-día pasar mucho tiempo paraque pudiéramos disfrutar agru-pados varios artículos de opi-nión, conferencias, participacio-nes en congresos, textos para ca-tálogos de exposiciones, prosaspoéticas, homenajes y poemasdedicados a la pintura, la foto-grafía o el diseño, y con ello, veral tiempo redimidos del limbo enel que quedan sumidos este tipode escritos de trabajo, por en-cargo, que muchas veces no sonconsiderados literatura.

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Pre-Textos y la Politécnica publican una colección que explora las relaciones entre literatura y artes plásticas

Vínculos entre pintura y poesía

1Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 15 de junio de 2007

CUADROS. «El cuaderno de El Polizón» (2007) de L. Saval y «Reflejo con dos niños (autorretrato)» (1965) de L. Freud son dos de las obras comentadas por Carlos Marzal en su libro.

PRE-TEXTOS / UPV

Phillip Lopate, AnneTyler y Lisa Appignanesiexploran desde la ficcióny el ensayo los conflictosde identidad (pág. 5).

Narrativa

p o s d a t apdSuplemento Cultural

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«La pinturaencarnada», de G.Didi-Huberman, y«El cuaderno delpolizón», de CarlosMarzal, son losprimeros títulos

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Para El cuaderno del polizón,Marzal ha restituido un intenso ybello cuerpo de escritos que se haido haciendo con el tiempo, sin lavoluntad de ser libro pero sí deconvertirse en literatura, estruc-turando y dando forma a esa par-ticular mirada que esgrime paracon el arte, especialmente la pin-tura: la mirada del curioso quenos devuelve, mediante las pala-bras, el resultado de la contem-plación que este mundo de imá-genes le ha causado. Claro, estoquedaría cojo si no señaláramosque el poeta —como señala en elprólogo— se sabe y se siente unverdadero polizón que va de co-rrillo en corrillo contando, di-ciendo y escribiendo la experien-cia de quien observa, saltando delde los poetas al de los artistas ypintores, corrillos estos que a ve-ces se confunden como los gatospardos, por la noche.

Este nuevo libro de Marzal,sus andanzas por el arte, se con-figura a modo de autorretrato, dediario o dietario íntimo, un cua-derno de bitácora de sus expe-riencias estéticas, de sus refe-rencias, que siguiendo las pautasde un ensayo va desgranandoaquí y allá, ahora reunidos, lostanteos y la suerte de poner porescrito los hallazgos, los en-cuentros, las apariciones de laimagen que, como otros poetasantes (Ruskin, Baudelaire, Wil-de), le han llevado a configuraruna crítica creativa del arte des-de la literatura. Destaca la capa-cidad de fijar su mirada, de evo-car con las palabras, de contar-nos con cierto humor y siemprecelebrando, con intensidad, lavida de la obra que vive al mar-gen, en el margen desde donde

él ha escrito con notorio placer yenjundia de los cuadros de Lu-cien Freud, Dalí, Bacon, José Sa-borit, Rosa Martínez-Artero,Chema López, Sergio Barrera,Javier Chapa, Peyró Roggen oManuel Sáez, de las fotos de Fer-nando Manso, o del mobiliario dediseño de Le Corbusier.

El marchamo de calidad de laeditorial —que recibió hace unaño y medio la medalla de SanCarlos de la Facultad de BellasArtes— y el pragmatismo quecaracteriza a la Universidad Po-litécnica se han reunido, pues,

en el empeño y la apuesta porunos intereses compartidos quede seguro convertirán a estanueva colección, ya desde elprincipio y seguro que con eltiempo, en un punto de referen-cia necesario e ineludible para laliteratura y las artes visuales. Dehecho, por lo demás, está pre-vista la publicación de dos títulosal año, anunciándose para el pró-ximo otoño la edición de un vo-lumen de Enrique Andrés Ruiz(autor de Vida de la pintura, enla misma editorial) con el misté-rico título de Santa Lucía y losbueyes. Hasta entonces, que taninsigne santa nos conserve la vis-ta para poder seguir leyendo depintura y viendo pintura encar-nada, siquiera como polizones.

José MasYannis Ritsos es, sobre todo, unpoeta; uno de los mejores poetasdel mundo. Tuve la suerte, jun-to a mi mujer, de ser acogido ensu casa de Atenas el año 1979cuando su nombre sonaba coninsistencia para el Premio No-bel, (era la undécima vez que sepresentaba su candidatura). Po-cos días después de haberle co-nocido se falló el afamado pre-mio, que recayó en Odiseas Eli-tis, otro poeta griego que ni si-quiera estaba propuesto. Pareceser que el jurado sueco se asus-tó de la pertenencia de Ritsos alpartido comunista y quiso al me-nos premiar su idioma: el griegoimaginativo y musical.La cultura extensa y la sensibili-dad finísima de Ritsos le lleva aabarcar en una sola miradaatemporal la vida de Grecia, fun-diendo en un solo y enriquece-dor instante la mitología y elcristianismo.

Fedra —publicada hace unosdías en España en bella traduc-ción de Selma Ancira— es unmonólogo teatral en verso de

una intensidad expresada y sen-tida que no decae nunca. Vistodesde un realismo de cortosvuelos, no resulta muy creíbleque Fedra dé rienda suelta a susmás oscuros deseos, durante almenos una hora de charla des-bocada y torrencial, frente almutismo imperturbable de es-tatua del joven cazador; y ellopor muy enojado que esté antelas confidencias torturadas ytorturadoras de la madrastra.Pero es que el teatro de Ritsosacontece en las sombras y en lossueños, en la fuerza del instintoque ya no se puede reprimir, yen el límite que separa la vida dela muerte: «La única justicia de-finitiva».

La mirada de Fedra tiñe todaslas cosas de rojo, el rojo de susangre. Y en ese martirio en-cuentra también su gozo, su san-tidad y su pecado. Pero si no haycorrespondencia en el amor, lasangre no puede verse ni creer-se: «Me aflige / (tal vez tambiénme alegra) / que tú no puedasverme / —pese a habér telo di-cho— con mi soberbio, / glorioso,

ecuménico atuendo púrpura.Pero aun / si así me vieras / pen-sarías que llevo el cuerpo pinta-do / de rojo, del rojo intenso de al-gún rito / pagano».

Y contra la sangre la caretaque todos hemos de llevar en larepresentación diaria de las con-venciones, de la rutina mentiro-sa, de lo conveniente.

Hijas de su sangre son tam-bién las sombras que, lejos deencubrirla, la agigantan y la de-jan expuesta a la mirada de to-dos. Las sombras simbólicas enlas que encarna Fedra revistenformas variadas de animales,pues no en balde es cazador elamado. De esa galería que juntael bosque y la casa, yo distin-guiría ésta: «Una cierva lleva ensus cuernos/ la cortina como unvelo de novia y cubre/ campos,manantiales y viñedos,/ tambiénlos rojos pies de los vendimiado-res». En esta espléndida imagenhay la sed de un noviazgo impo-sible y los celos de la diosa Ar-temisa, a la que Hipólito (cuyonombre nunca se dice) consagraoficio y vida.

De la sensualidad que invadela casa como un cuerpo que aca-ba siendo el cuerpo deseante yel deseado, extraigo este frag-mento prieto de pasión. (Ella fin-

ge buscar con él una cadena dela diosa): «Buscabas bajo los ar-marios, / insondable, inquieto, /penetrante como si estuvieras ha-ciendo el amor. / Yo era / el sue-lo sobre el que te echabas, te sen-tía / dentro de mí / y mientrastanto, al mismo tiempo, de pie, /observaba cada uno de tus movi-mientos / grabándolo en mi tac-to y en mi gusto».

Tacto, gusto y olfato —lossentidos tradicionalmente másdesatendidos— son los prota-gonistas en esta tragedia íntimadel amor no realizado. Porque elcolorido es simbólico, apoyadoen dos ejes de contraste: el rojode la sangre y el blanco virginalde la muerte.

Y claro, el oído está por enci-ma de todo, ya que se trata (se-gún quedó dicho) de un solilo-quio poético. Aunque el ritmo delgriego es más solemne y despe-ñado que el del español, con todo,los dos idiomas se inscriben enuna misma gama de claridades.

A la belleza de la palabra vie-nen a sumarse los ruidos finalesdel agua —en el baño de expia-ción— el croar, viscoso y sen-sual, de las ranas, el ruido lúgu-bre de dos canicas, el de los co-ches y el de las pezuñas de loscaballos; y, puntuándolo todo, elobstinado, el fatídico silencio.

Con «Fedra» se inicia la traducción de los soliloquios dramáticos de Yannis Ritsos

La sangre y las sombras

2 pd ■Levante EL MERCANTIL VALENCIANOViernes, 15 de junio de 2007

LITERATURA Y ARTES PLÁSTICAS ➜ Reflexiones sobre la esencia y la contemplación de la pintura

LIBROS

Yannis RitsosFedraTraducción de Selma AnciraAcantilado, Barcelona, 2007

Obra de Sergio Barrera.PRE-TEXTOS / UPV

ESTANCIAS. Uno de los «pasillos» de Rosa Martínez Artero.

PRE-TEXTOS / UPV

ÁMBITO DE LAS SOMBRAS. «Los seducidos» (2006), de Chema López.PRE-TEXTOS / UPV

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El próximo otoñoaparecerá elvolumen de EnriqueAndrés Ruiz, «SantaLucía y los bueyes»

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Elizabeth GaskellCuentos góticosAlba, Barcelona, 2007

En susCuentos góti-cos, E. Gas-kell (Lon-dres, 1810-Hampshire,1865) no sealeja del rea-lismo victo-riano que ca-racterizaotras de sus novelas, comoMary Barton o Los amores deSylvia; al contrario, estos rela-tos de misterio constituyen unaexploración del género en bus-ca de sus fundamentos reales.

ANAQUEL

Ferran TorrentCavall i reiColumna, Barcelona, 2007

Publicadaen 1989, Ca-vall i rei técom a pro-tagonista elredactor desuccessosHèctor Ba-rrera, elqual investi-ga dos ca-sos alhora: el segrest d’unempresari i la mort d’unaprostituta; Barrera recorre alja cèlebre detectiu privat ToniButxana i a Carlota Max, re-dactora de la crònica rosa.

Benjamin BlackEl secret de Christine FallsBromera, Alzira, 2007

BenjaminBlack és elpseudònimde JohnBanville,l’autor d’Elmar, premiMan Boo-ker. Enaquesta no-vel·la, Ban-ville evoca el món de la socie-tat dublinesa de la dècada de1950 i presenta el personatgede Quirke, un original detec-tiu de ficció que investiga lamort de Christine Falls.

Ann-Marie MacDonaldAsí vuela el cuervoLumen, Barcelona, 2007

Con la gue-rra fríacomo tras-frondo, lacanadienseAnn-MarieMacDonaldconstruyeun thriller al-rededor dela familia deun comandante de las fuerzasaéresas: el padre se ve involu-crado en la protección de uncientífico nazi y la hija es vícti-ma de abusos en unas extrañasclases particulares.

Henry JamesLos amigos de los amigos y otros relatosEd. y trad. de María Luisa BalseiroSiruela, Madrid, 2007

Eva Soler«La experiencia no es nunca limi-tada, y no es jamás completa; esuna sensibilidad inmensa, una es-pecie de enorme tela de araña, delos más finos hilos de seda suspen-dida en la cámara de la concien-cia, y que capta todas las partícu-las llevadas por el aire en su teji-do». Así metaforizaba Henry Ja-mes en el texto de 1888 The artof fiction lo que para él suponía elcentro de su estética narrativa: eltrabajo hacia adentro, la penetra-ción en zonas íntimas de la con-

ciencia. Los conflictos en toda sunarrativa nacen de la forma enque los personajes se dan cuentade los acontecimientos que seproducen a su alrededor, sean es-tos hechos sociales o fenómenosfantásticos. Todo depende de loque los personajes saben o de loque desconocen: de la agudeza ode la ingenuidad, del proceso me-diante el que asimilan los datosde los sentidos.

A través de esta antología, Si-ruela, en su colección Libros deltiempo, nos presenta cuatromuestras de la narrativa brevedel autor norteamericano, másun fragmento del prólogo al tomoXVII de sus Novels and Tales.

Refinado espectador de la es-cena neoyorquina y europea, na-die como él supo observar los am-bientes de las clases más adine-radas de Estados Unidos y la aris-tocracia del viejo continente. EnLa vida privada, fiel reflejo de estatemática, James utiliza la cuestióndel doble, de larga tradición en elgénero fantástico, para ironizarsobre los infinitos caracteres quepueblan el mundo social. Desdeel hombre que sólo existe haciaafuera, para el espectáculo mun-dano, hasta el escritor con dobleidentidad: el que vive oculto paraescribir y el que ha nacido para al-ternar en los ambientes más eli-tistas. Lo fantástico pierde su fun-ción sorpresiva para satirizaracerca de los tipos sociales.

El género fantástico y, en con-creto, la ghost story, tan del gustode Henry James, continúa en elrelato Owen Wingrave, que re-cuerda en algunas detalles a laobra más conocida del narradorneoyorquino, Otra vuelta de tuer-ca. Un joven procedente de unaestricta familia de tradición mili-tar se ve amenazado no sólo porsus parientes vivos, que lo insti-gan para que no abandone su ca-rrera en el ejército, sino por losmuertos que pueblan la residen-cia familiar a raíz de una historiarelacionada obviamente con laobsesión bélica de todas sus ge-neraciones. El terror no se filtraa través de visiones siniestras,sino mediante lo que los perso-najes han podido o pueden expe-rimentar, sus contactos descono-cidos con el más allá. Los amigosde los amigos, relato que titula la

selección de Maria Luisa Balsei-ro, se centra en la muy manida te-mática de aquellos que son capa-ces de visionar a los muertos. Asíes como los dos seres protago-nistas entablan una relación deamistad —o algo más, todo que-da en el aire— que no ha podidoquedar culminada en vida.

Un comentario aparte mereceel más realista de estos relatos,La humillación de los Northmore.A algunos les sonarán estas lu-chas por hacerse con la primiciade una edición. En este caso, dosviudas de aristocráticas familiasbritánicas se internan en el pro-yecto de la publicación de losepistolarios de sus maridos, pro-hombres de la Gran Bretaña. Lassuspicacias, recelos y aspiracio-nes de las protagonistas satirizan,de algún modo, un escenario so-cial atemporal.

La breve introducción de Ma-ria Luisa Balseiro destaca por suestudio de la génesis de la escri-tura de los relatos de James a tra-vés de sus anotaciones persona-les y su epistolario. Sentimos, sinembargo, que, en lo que respec-ta al uso del castellano, la traduc-ción no refleje la elegancia del in-glés de Henry James. Probable-mente a algunos lectores les re-sulte una extravagancia este abu-so del leísmo, de un vocabulariofrancamente local, y es que es ob-vio que no todos los hispanoha-blantes viven en la misma ciudad.

Una selección de la narrativa breve de Henry James

Telarañas de la conciencia

J. RicartSeguint una mica la línia del seudarrer treball, Tants caps, tantbarrets, on radiografiava la geo-grafia urbana, González Pujalte(Mataró, 1963) s’endinsa en unnou projecte La distribució de lasal, al meu parer molt més acon-seguit que l’anterior, és un poe-mari breu, però unitari, formatper una col·lecció de quaranta-cinc textos, que van des de lestres ratlles d’un haiku —«El pe-tit miracle i innocent del dit trans-parent / davant la flama / com enun quadre de La Tour, el fran-cès»— fins a les quinze línies delmés llarg.

Una simple ullada als títols del’índex, evidencia el seu gust no-minal, que pot desencoratjar ellector per la seua asèpsia. (Cer-cle, Dia, Maniquins, Arqueològi-ca, Mosques, Paisatge). Peraquesta raó haurem d’advertirque estem davant d’una sèrie debodegons en la més pura tradicióbarroca, com xicotetes metàfo-res de l’existència contemporà-nia: «Home sense rostre, la distri-bució de la sal, tantes ferides / Alcor, la pàgina de sucesos, i damuntla taula una natura morta».

El poeta atura la seua miradaen aquells micropaisatges delnostre entorn quotidià —«Aque-

lles coses sense substància /quepassen i deixen un rastre/ que nin-gú té en compte»— per concen-trar-la, com si fos un entomòlegi descubrir-nos tota una geogra-fia deshabitada, i inhumana, enel qual els veritables protagonis-tes, són insectes i animalots:«Lentíssim cargol de llavis dol-ços», «abelles mortes entremigd’un corriol de formigues», «mos-ques de llum», «escarbats reme-nant un bocí de carn», «peixets deplata al lavabo» ajuden a recrearl’estat de descomposició i deca-dència individual.

Per una altra banda, aquestospoemes estan tensats per una sin-taxi parasintètica, plena d’es-tructures nominals, en definitiva,un estil sincopat amb abruptes,que posen de manifest la tensióconceptual i que a penes sónalleugerits per una adjectivaciómínima.

Pel que fa als recursos se-màntics hi ha un clar intent de re-novar el lèxic i les imatges. Pu-jalte dissemina mots (a simpleullada, poc poètics) procedentsde la vida urbana moderna —«Uns llums de macdonadls, com-tadors geiger, madèlman inarti-culta, esprais, sifó del vater»—,però, sens dubte, amb una clarafinalitat expressiva i alhora ex-

pressionista. D’igual manerahem d’assenyalar la imagineria(d’impronta eròtico-surrealista):«Impaciència de crancs pujant hà-bils / per entre unes cames ofertes/ El món gaudint de la festa»; oaquesta més explícita: «El músculde la calma en prodigiosa consu-mació / Una figura borrosa dinsun crepuscle amb pubis nu».

En aquesta anàlisi no podemobviar ni oblidar-nos de les con-tínues referències a l’art (recor-dem els estudis de l’autor en His-tòria d’Art) no sols en l’estructu-ra profunda, al concebre un poe-ma com si fóra una natura morta,sinó també d’una manera més su-perficial i detallada amb les al·lu-sions pictòriques, com podemcomprovar-ho a títols com Cons-tructivisme o La Tour, on els ele-ments de la vida real, assoleixenl’estatus d’obra d’art. Concreta-ment el cos de l’estimada, en unquadre d’avanguàrdia —«Un bo-rrissol tendríssim com de seda,triangle / que estimo a conciencia,composició constructivista / comsi fos russa»—, o el poema-home-natge de La Tour, transcrit a lesprimeres línies.

Un dels perills en els quals po-dia haver-hi caigut l’autor, és en elto descriptiu monòton i mono-corde; i en la presentació d’unmón mancat d’ànima humana.Per tal de no caure en aquest pa-rany, González Pujalte ha sabutcompensar aquest immobilismeprimer, acostant-nos elements mí-nims de la vida diària, i segon tras-cendit-los, per tal de crear atmos-feres artificials que reflexen deforma oblíqua els estats anímicsdel poeta. Els resultats finalssuperen les expectatives. No de-bades aquest poemari va ser guar-donat l’any passat amb el premiVila de Lloseta, tot i que ex ae-quo,amb El llibre dels exilis, tam-bé ressenyat en aquestes planes.

Els «micropaisatges» poètics de Joan Carles González Pujalte

Bodegons de la vida contemporània

LIBROS

pd 3Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 15 de junio de 2007

J. C. González PujalteLa distribució de la salPremi de Poesia Vila de LlosetaEditorial Moll, Palma de Mallorca, 2006

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Nadie como Jamessupo observar losambientes de lasclases adineradas deEE UU y la aristocraciadel viejo continente

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Andrés PauTeresa Dovalpage (La Habana,1966), vive en los EEUU pero noexactamente en la «gusanera»,término de innegables connota-ciones líricas para los cubanosde Miami, sino en Nuevo Méxi-co, que desconocemos el nú-mero de gusanos que contendráen su empadronamiento. Elcaso es que Teresa Dovalpageha escrito una interesantísimanovela, estructurada como si setratase de una obra teatral (di-vidida en actos con sus respec-tivos cuadros), que plantea algoya bastante frecuente en la lite-ratura cubana más reciente: lapicaresca como forma de vidapara «resolver» los problemasmás cotidianos: entre ellos el dequé comeremos hoy, cuestiónnada baladí se mire desde don-de se mire.

La originalidad y la esenciade la picaresca abarca dos ele-mentos fundamentales: la crea-ción de situaciones más o me-nos hilarantes, que las hay a bor-botones y, esto resulta más com-plicado, la crítica a un statu quoque se desmorona a ojos vista.Y Teresa Dovalpage cumple conuna solvencia notabilísima am-bos aspectos. Grosso modo,Muerte de un murciano en LaHabana nos narra el viaje de unejecutivo español —Pío Poncede León, natural de Murcia— aCuba para poner en orden lascuentas de una filial habaneraque no están del todo claraspara la dirección de la empresaen Madrid. Esa es su misión. Ya ella se entrega en cuerpo yalma los primeros meses de suestancia para desespero de losempleados cubanos, poco edu-cados en la competitividad occi-

dental, tan estresante y repulsi-va. Para entendernos, no se tra-ta del frecuente y ya tópico tu-rista sexual.

Pero surge, de la casi nada,una preciosa, ingenua y joven-císima habanera que trastornaal ejecutivo sesentón. Poco apoco, gracias a las celestinescas

artes de la madre de la joven —la Mandonísima—, va fraguan-do ese momento mágico y es-perado por gran parte de la po-blación cubana en edad de me-recer: matrimonio y salida de laisla por la puerta grande: enavión y con pasaporte y visa enregla.

Así las cosas, Dovalpage es-cribe una farsa de hondo caladocon la introducción de un tercerpersonaje en el triángulo amo-roso y surreal: un travestí meti-do a santera prestigiosa de Cen-tro Habana a quien acude Mari-cari para consultarle acerca desus desamores. Y las situacio-nes se van enrevesando con unritmo y una prosa muy frescos,y con unos diálogos —a vecesmonólogos, otra vez el guiño te-atral, de farsa— conseguidísi-mos: los personajes parecen es-tar a nuestro lado, apesadum-brados, contentos o hechos unlío, y susurrarnos al oído susconfidencias, que son muchas ysabrosas. A Maricari y su madreLa Mandonísima y a don Pío lesacompaña Teófilo o Mercedes,la Espiritualísima de Centro Ha-bana, el travestido vidente queorigina el conflicto, primeroconsigo mismo y más adelantecon todos sus alrededores.

Como el título de la novela nodeja ningún lugar a las dudassobre la resolución del conflic-to, hurtaremos al lector los mo-tivos del mismo y nos permiti-remos llamarle la atención so-bre otros aspectos especial-mente originales de la novela.En primer lugar, el narradorque aparece y desaparece cuan-do mejor le conviene al ritmonarrativo, dosificando la infor-mación e imponiendo el tonocómico o tragicómico que exijala narración. En segundo lugar,el lenguaje vívido con que se ex-presan los personajes, ya seamediante diálogos trepidanteso a través de unos monólogosdonde nos hablan a sus anchas,sin la mediación «estilística» delnarrador. Así, la Mandonísima,que sería capaz de cualquiercosa por que su hija se casasecon don Pío, una tragaldabasambiciosa y deshonesta que ji-

netea a su hija sin el menor re-paro, construye unos monólo-gos que transmiten eso tan difí-cil de transmitir en literatura:vida. A su lado, Maricari, don-cella y virtuosa, se nos confiesacon el candor de quien no quie-re ser objeto de intercambio, ymenos un negocio conyugalcon un tipo que tiene cuarentaaños más que ella. Y Teófi-lo/Mercedes, tal vez el perso-naje más estrambótico y estra-falario de la novela y por ellomenos conseguido, aunque sudibujo también brille a gran al-tura y que descubre a través deMaricari su «masculinidad».

Y don Pío Ponce de León…Menudos apellidos para el se-sentón murciano ejecutivo ca-beza cuadrada cuyas entrañasquedan prendadas por el can-dor nada jineteril de la hermo-sa Maricari. Sus disgustos conlos trabajadores cubanos, dig-nos de una antología sobre dosmodos antagónicos de ver elmundo, sólo alcanzan el sosie-go a través del amor… Y se pro-duce un cortejo «a la antigua»,nada de prisas por el sexo, sinovisitas al domicilio familiar, re-galos, invitaciones a Maricari ysu madre…

Pero ya conocemos el final.Lo que importa de verdad, yaestá dicho. Disfrútenla, rían,suelten alguna lagrimilla y, so-bre todo, si han estado en LaHabana, reconozcan las gua-guas atestadas, los barrios deRegla o Cayo Hueso, las vi-viendas para diplomáticos y eje-cutivos extranjeros, el sudorpegado al cuerpo durante todoel día y las ganas de vivir —a pe-sar de todos los pesares— delos habaneros.

La picaresca habanera de T. Dovalpage

Teatro, lo tuyoes puro teatro

4 pd ■Levante EL MERCANTIL VALENCIANOViernes, 15 de junio de 2007

Manuel ArranzTodos los diarios son literarios.No sé si merece la pena justifi-car esta afirmación. Es posible,no lo descarto, que haya diariosque no son literarios. Pero enese caso serían las excepciones,de modo que mantenemos elaxioma: todos los diarios son li-terarios, e incluso, recalcitran-tes como somos, añadimos: so-bre todo los que se pretenden noliterarios. No es éste el caso deLa marea del tiempo, un diario li-terario confeso y mártir, un dia-rio sin complejos si me permitenla expresión, en el que el lectorva a encontrar literatura a rau-dales, como por lo demás no po-día ser menos, pues su autor esel fundador de una de las em-presas culturales y literariasmás rigurosas y atractivas de losúltimos años: la revista Turia,esa especie de buque fantasma,en la que él mismo publica pe-riódicamente las jugosas entra-das de sus diarios bajo el epí-grafe de «La isla». Y si citamosesta circunstancia del autor espara establecer ya un par de pre-misas. La primera es que cono-ce de primera mano, y desde

hace bastante tiempo, el revuel-to mundo literario de nuestropaís, y la segunda es que noaprovecha ese conocimientopara revolverlo todavía más.Raúl Carlos Maícas no insulta niajusta cuentas con nadie, o loque es lo mismo no escribe admaiorem gloriam suam comosuele ser habitual en estos ca-sos. Algo que le honra sin duda,pero también una ocasión per-dida, porque habría vendidomás ejemplares. Hoy en día,como saben, nada vende másque el insulto y la salida de tono.Claro que también podría darseel caso, cosas más raras se hanvisto, de que quedaran lectoresa los que todavía les guste la li-teratura por la literatura, y paraesos es precisamente para losque escribe Raúl Carlos Maícas.Dicho lo cual, no vaya nadie apensar que nuestro autor tieneuna idea clemente de la literatu-ra, o que la indigencia cultural yla mediocridad, de tanta rai-gambre y solera en nuestro país,le dejan indiferente, todo lo con-trario. En estos diarios hay, porsupuesto, lecturas, brillantes einteligentes, hay confesiones,

hay homenajes, hay celebracio-nes, y hay, faltaría más, desaho-gos. Los ingredientes básicos detodo buen diario. «Páginas untanto cotillas y supuestamenteautobiográficas», o «prosas mis-celáneas y saltimbanquis», comolas llama el propio autor, son, sise me permite la comparación,como una buena conversacióncon un amigo, una de esas con-versaciones que no necesitanwhisky, y lo siento por los queno conciben la literatura sin al-cohol, en la que los personajespúblicos que salen a colación lohacen sin disfraz y los privadoscon una somera máscara que noengañará a sus íntimos, y menostodavía a los propios aludidos.Se nos habla en ellos de los últi-mos años del pasado siglo, queson, no se olvide, los últimosaños de una época, y todavía nosabemos si sería más exacto de-cir que aquellos lodos trajeronestos polvos, o todo lo contrario.Nos referimos de nuevo, claroestá, a la indigencia y a la me-diocridad aludidas. Poco impor-ta por lo demás, ambas son ma-terias bastante inestables y tor-nadizas, pues ambas son, en de-

finitiva, la misma materia. En fin,digamos también que estos dia-rios tienen cualidades poco fre-cuentes hoy en un género tanfrecuente. Son amenos, since-ros, autocríticos, el autor no pre-

tende ser el mejor cronista de suépoca, ni el que mejor escribehoy, ni el observador más agu-do de la realidad, ni un clásicovivo, como ese conocido ególa-tra X de las últimas páginas, co-sas todas ellas que le agradece-mos. Tampoco pretende escri-bir para la posteridad, que es laforma más segura de que le ol-viden a uno al día siguiente desu muerte. Escribe porque sí, ypara sí. «Un modesto eremita. Unsolitario y desconocido grafóma-no», que más que un cronista esun voyeur, como él mismo se de-fine, un vicio éste que reivindi-ca, pues a fin de cuentas leertambién lo es. Y no me resignoa terminar esta reseña sin citaruna de las frases que más mehan gustado de estos diarios. Noes del autor, al autor también lecautivó como a mí, y se apresu-ró a anotarla. Es de M (Martirio,sí, la de las peinetas y las gafasnegras) y dice así: «Sólo hayamor cuando el sonido de los mó-viles no tapa [sic] el de los cora-zones». Ah, y lo olvidaba, si estáusted últimamente necesitadode fantasías sexuales, no se pier-da la receta para provocar sue-ños eróticos de Remedios Varoque ha tenido la amabilidad paracon sus lectores de incluir aquíel autor. Está entre las páginas128, 129 y 130. No tiene desper-dicio se lo aseguro. Yo ya la heprobado. Infalible.

Tras «Días sin huella», R. C. Maícas publica el segundo volumen de sus diarios

Carreteras secundarias

Teresa DovalpageMuerte de un murciano en La HabanaFinalista Premio Herralde de NovelaAnagrama, Barcelona, 2006

Raúl Carlos MaícasLa marea del tiempoCandaya, Barcelona, 2007

LIBROS

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Sobre una estructuradramática, la autoracritica un «statuquo» cubanoque se desmoronaa ojos vista

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Phillip LopateEl mercader de alfombrasPrólogo de Santiago RocanglioloTraducción de Miguel Temprano GarcíaLibros del Asteroide, Barcelona, 2007

Anne TylerPropios y extrañosTraducción de Gemma RoviraAlfaguara, Madrid, 2007

Lisa AppignanesiLos muertos perdidosUna memoria de familiaTraducción de Rosa PérezPenínsula, Barcelona, 2007

Lourdes RubioQué somos, de dónde venimos,hacía dónde vamos, a qué gruposocial, religión o pueblo perte-necemos, son cuestiones uni-versales que la literatura siem-pre ha abarcado desde diferen-tes puntos de vista. Hoy en día,ésta aldea global que preconizóMcLuhan, la globalización quetantos descontentos genera, nosha hecho familiarizarnos con untema bastante recurrente en la li-teratura de nuestro tiempo, laemigración y la singular cir-cunstancia de aquellos que sehan visto obligados a abandonarsus países o aquellos que nacie-ron en los países que acogierona sus familias y en cuya condi-ción prevalece la simbiosis dedos culturas diferentes.

Sin duda alguna, Estados Uni-dos es uno de los países que me-jor refleja está mezcla de culturas,el melting pot de la sociedad ame-ricana es un escenario que ya esmuy común en las sociedades eu-ropeas. Algunas de las publica-ciones de los últimos meses re-

flejan en su temática diferentesaspectos de la repercusión de laidentidad propia en el desarrollopersonal de los individuos, es elcaso de El mercader de alfombras,del autor americano de origen ju-dío Phillip Lopate, Propios y ex-traños, de Anne Tyler, y de el en-sayo autobiográfico Los muertosperdidos, de Lisa Appignanesi.

El mercader de alfombras dePhillip Lopate es una historia queindaga no sólo en la identidad desu protagonista Cyrus, de origeniraní que vende alfombras en elUpper West Side de Manhattan,sino en su incapacidad para en-contrar un lugar en el mundo yasimilar la filosofía del triunfadortan común en nuestro tiempo. Esimprescindible antes de aden-trarse en las páginas de El mer-cader de alfombras, leer el magní-fico prólogo del escritor peruanoSantiago Rocangliolo (autor deAbril rojo, premio Alfaguara deNovela 2006), respirar profunda-mente, tomar aliento y por fin su-mergirse en la lectura de este es-tupendo relato de Phillip Lopate.Una historia que, a pesar de ha-ber sido escrita hace veinte añosy que ahora rescata Libros del As-teroide de entre la extensa obrade Lopate, no ha perdido un ápi-ce de interés y que para el lectorespañol resulta tan actual comolo puedan ser las últimas publi-caciones de Paul Auster (uno delos autores americanos contem-poráneos más leídos y asimiladosen España).

En efecto, quien haya leído aAuster reconocerá el universo«austeriano» en esta crónica so-bre el problema al que debe en-frentarse un humilde grupo detenderos de un céntrico barrioneoyorquino cuando los nuevospropietarios del edificio en el quetienen sus tiendas le aumentan elprecio del alquiler. El protago-nista del relato, Cyrus es un hom-bre al que le asusta cambiar y to-mar decisiones, inmerso en el de-venir y la rutina cotidiana y acos-tumbrado a los pocos ingresosque le proporcionan sus ventasno tiene ningún arma para en-frentarse a la nueva situación, lapasividad es su única respuesta ymientras tanto se dedica a hacerun repaso exhaustivo a todo loque ha sido su vida, sus relacio-nes sentimentales, la relación quemantiene con su madre y la pe-queña comunidad religiosa a laque pertenecen y de la que él nose siente parte integrante. Cyruses un personaje aislado, retraído,producto de dos mundos, de dossociedades, de dos culturas, conlas que no sabe convivir.

«Siempre sentiré que no soyamericano, pero me gusta NuevaYork», dice Cyrus. Y en su postu-ra, este protagonista, que pareceno encontrar su sitio en el mun-do, sólo se siente acogido en el te-rritorio urbano de la ciudad de los

rascacielos y en una forma devida que está próxima a desapa-recer. Phillip Lopate construye enEl mercader de alfombras un es-tupendo relato sobre los micro-mundos de una gran ciudad comoNueva York y nos habla de la re-levancia de creer en uno mismo,de asumir la opciones que toma,de la necesidad de la búsquedadel sentido de la vida.

Para Lisa Appignanesi salir alencuentro del pasado le ayuda acomprender no sólo situacionespara las que no hallaba explica-ción en su infancia, sino tam-bién aceptar los vestigios que enella misma existen de todas lasvivencias que tuvieron sus pro-genitores. Los muertos perdidosno es una historia más sobre lasvíctimas del Holocausto, es unrelato que indaga sobre el éxo-do judío y, en concreto, la bús-queda de la autora para conocerlas circunstancias que rodearonel peregrinaje de sus padresdesde que salieron de su Polo-nia natal hasta que llegaron aCanadá y establecieron su resi-dencia definitiva.

El relato de Lisa Appignanesino cae en los tópicos ni en un dis-curso victimista, por el contrarioaborda con entereza un gran con-flicto histórico y cómo éste re-percutió en su familia, cómo la te-nacidad y la voluntad de sobrevi-vir pudo contra la adversidad deuna guerra que marcó a toda unageneración. El gueto de Varsovia,la ocupación nazi y después laocupación de los comunistas es elrecorrido que hace la autora paramostrarnos las vivencias de suspadres y señalar las dificultadesde la Polonia de hoy en día paraenfrentarse a su pasado.

Los muertos perdidos es un re-lato que aborda la reconciliación,la necesidad de conocer y asumirla propia identidad para mirar alfuturo, es una lectura reveladora,interesante y muy ilustrativa acer-ca de la vida cotidiana en la quese desenvolvían los judíos que lu-charon por sobrevivir frente a laterrible persecución a la que lessometieron los nazis. Lisa Appig-nanesi es autora de un exhausti-vo estudio de Simone de Beau-voir, ha escrito más de una dece-na de novelas y ha producido nu-merosos telefilmes, fue directoraadjunta del Instituto de Arte Con-temporáneo de Londres dondevive en la actualidad. Los muertosperdidos es la única obra suya pu-blicada en España.

Propios y extraños, de AnneTyler, la popular escritora ameri-cana autora de El turista acciden-tal (obra que en el cine protago-nizaron William Hurt y GeenaDavis) y El matrimonio amateur,un agridulce retrato sobre la vidamatrimonial, se adentra en estaocasión en las relaciones entredos familias, una americana yotra iraní, que han adoptado a dosniñas de origen coreano.

El encuentro de los protago-nistas del relato en el aeropuertocuando van a recoger a sus res-pectivos bebes, y las sucesivas ce-lebraciones que hacen para con-memorar la llegada de las niñas,servirá a la autora para mostrar-nos la complejidad de las relacio-nes humanas, el peso de la cultu-ra y los orígenes en la conviven-cia cotidiana, pero también paramostrarnos el lado más positivoy bienpensante de una sociedadamericana frecuentemente de-nostada por las actitudes de susdirigentes y a la que en muchascosas se define como simplista ybobalicona. Será, precisamente,una familia estándar la que haráque Maryam uno de los persona-jes de este relato, una mujer deedad madura y de origen iraní,comprenda la dimensión humanade las aparentemente estúpidasactitudes americanas.

Anne Tyler presenta un retra-to perspicaz, lleno de sutileza so-bre los dramas cotidianos de lavida familiar. Propios y extraños esuna novela escrita en un tonoamable, entretenida, pero noexenta de enjundia, que nos hacereflexionar sobre el choque deculturas. Una vez más, la autoradespliega sus grandes dotes decontumaz observadora de nues-tro tiempo y de sus habilidadescomo retratista de la sociedadcontemporánea. Aunque el tra-bajo de Anne Tyler no esté en lalínea del best seller se la tiene ca-tegorizada como una autora me-nor debido al éxito de sus nove-las, sin embargo, sus relatos con-tienen gran suspicacia, ella y es-critoras como Amy Tan o TerryMacMillan, nos ofrecen en untono ágil, ligero y sagaz el reflejomás vivo y dinámico de la vario-pinta sociedad norteamericana.

pd 5Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 15 de junio de 2007

La selección de la semana

Las novelas de P. Lopate y A. Tyler abordan la confluencia de culturas en USA y retra-tan los conflictos identitarios de los emigrantes; L. Appignanesi relata en forma de ensa-yo autobiográfico la historia que llevó a sus padres judíos desde Polonia hasta Canadá.

El territorio de la identidad

LIBROS

CIUDAD. «Siempre sentiré que no soy americano, pero me gusta Nueva York», dice el protagonista de «El mercader de alfombras».

REUTERS/SETH WENIG

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Anne Tyler muestra ellado positivo de unasociedad americanafrecuentementedenostada por lasactitudes de susdirigentes

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6 pd ■Levante EL MERCANTIL VALENCIANOViernes, 15 de junio de 2007

ARTE

Sala Espaciocolón

Christian Parra-DuhaldeSi de algo se le puede calificara José Luis Yebra es por su he-terodoxia escultórica; artistadel metal, de la madera y de lasvariaciones matéricas, actual-

mente despliega un lúcido re-per torio de sus afanes en elMercado de Colón, joya mo-dernista que suma a su convo-catoria pública de ocio unapartado estrictamente creati-vo (aunque, todo hay que de-cirlo, el que adscribe lo prefe-riría contenedor cultural ensuma total —pero vale el es-fuerzo—). El caso es que Ye-bra pone toda la carne en elasador ofertando su sapienciaversional de lo que da de sí elámbito del volumen, la tri-mensionalidad y la mixtura demateriales.

Hierros, maderas y reunio-nes de materiales nos hablande una elegía a la naturaleza.Existe en su trabajo un modode operar que hace de la téc-

nica virtud a la vez que la líri-ca se impone. Arquitectura ytotemismo se conjugan en pai-

saje que hablan de órdenes na-turales no exentos del huma-nismo primigenio al que dio lu-

gar la revisitación de lanaturaleza. Conos que sealzan orgánicos buscan-do destinos probables,articulaciones que fibranemociones poéticas, al-zamientos que buscancielos metafóricos, con-forman un repertorioque reproduce las distin-tas organizaciones queparieron todo lo conoci-do. A sabiendas o no JoséLuis Yebra relee, revisita,la energía original. Y co-nociéndolo —su talan-te— no me parece extra-ño…Otra cosa, es que suoficio sea más que desta-

cable. Y lo digo objetivamen-te. Cosa que en el mundo delarte no siempre ocurre.

Un oficio para ver

José Luis Yebra

Chele EsteveLos Soles de Oro ya tienen ga-nadores. Como cada año a fian-les de mayo, la capital donos-tiarra reunió a la creatividad es-pañola e iberoamericana parapremiar ideas publicitarias mássobresalientes del año.

El Festival Publicitario Ibe-roamericano en su veintidósedición ha premiado en su re-cién creado apartado PremioJóvenes Creativos, con el máxi-mo galardón, el Sol de Oro, a es-tudiantes de cuarto curso de latitulación de Publicidad y Rela-ciones Públicas, de la Universi-tat Jaume I de Castelló. El gru-po de alumnos de L’Esponja Ta-ronja, presento un proyecto ti-tulado: Este mensaje no va parati: «Porque nunca has amaneci-do en un parking, ni te ha dadoel bajón, ni has pillado nunca, nihas pagado seis euros por una bo-tella de agua, ni tampoco has di-cho un día es un día. Porque túno te drogas, ¿verdad?». Esta es-trategia creativa, parte de labase que siempre que existe unconsumo de drogas, aunque seaesporádico y experimental,existe un problema.

El Sol, Festival PublicitarioIberoamericano, antes conoci-do como Festival Publicitario deSan Sebastián es la actividadque organiza la Asociación Es-pañola de Agencias de Publici-dad (AEAP) para mostrar lastendencias publicitarias de ám-bito mundial y premiar la crea-tividad publicitaria.

Desde el año 2003 el Festivalabrió la participación a todos lospaíses latinoamericanos, Portu-gal y el mercado USA hispano,declarando así su carácter in-ternacional.

El Sol, que comenzó siendoun festival de televisión, se haadecuado a la demanda del mer-cado y las nuevas aplicacionesy soportes otorgando al festivaluna importancia al campo mul-timedia y secciones como la TV-cine, gráfica (diarios y revistas/exterior), radio, soportes inter-activos, medios, marketing di-recto y marketing promocional.Su primera convocatoria datade 1986 y la madurez de losaños lo sitúan en un foro dondeel sector publicitario en Españase expresa y enriquece del cru-ce de culturas.

Los galardones La LlunaEntre las más de 200 cam-

pañas presentadas, este año losestudiantes de Publicidad de laUJI han visto premiada la crea-tividad de sus campañas por se-gunda vez, ya que el pasado 27de abril el grupo Bocado dequinto curso, compuesto porClaudia Gordo, María Moreno,Paula Ahicart, Silvia Marza, Lo-rena Losada y Víctor Castell,fueron los ganadores de la ca-tegoría Nuevos Talentos delprimer certamen La Lluna. Enesta ocasión, los estudiantesrealizaron una campaña titula-

da Vas a creer, para la promo-ción del propio sector publici-tario valenciano.

De la mano de Asociación deAgencias de Publicidad de laComunidad Valenciana(AAPCV), sugió La Lluna, Nitde la Publicitat Valenciana, un

nuevo festival de publicidad.Este primer certamen que se

celebró el pasado día 27 de abrilen el Palacio de Congresos deValencia, contó con la partici-pación de 26 agencias. Acom-pañado de una exposición quemostraban las mejores piezas

publicitarias, casi 200, tanto deprofesionales como de estu-diantes. Se pudo comprobar elalto nivel de los creativos va-lencianos, aunque como apuntaArtur Sales, Presidente de laAAPCV y director General deBSMachine: «La dimensión deagencias en la Comunidad no esmuy grande, sólo algunos grupostienen mayor tamaño. No com-petimos en el mismo barco quelas agencias internacionales, nipor clientes, ni por presencia, nipor presupuesto. Tenemos queponernos las pilas y pensamosque iniciativas como esta hacenfalta para impulsar a nuestroscreativos».

Los ganadores de los trofeosLluna d’Or y Lluna d’Argent enlas 13 categorías, Publicidad enLugar de Venta (PLV), SoporteInteractivo, Radio, Medio Mejoruso de Radio, Jingle, MarketingDirecto, Marketing Promocio-nal, Eventos, Copy, Editorial,Gráfica Exterior, Gráficas Re-vistas,Gráfica prensa, Medios-Mejor uso Diarios, Medios-Me-jor uso Revista, Medios exterior,Medios Eficacia, Medios TV yCine, TV y Cine bajo Presu-puesto, TV y Cine spot en Ge-neral , vieron reconocido su tra-bajo con un galardón diseñadopor la arista fallera Dora Piles.

Durante la ceremonia se en-tregaron los premios especialesal mejor anunciante que recayóen el Grupo Llanera. BSMachi-ne, Zenith Media, Engloba yCampo de Marte, se alzaron congran parte de los galardones.

La lluna (web www.lalluna.es)nace como una iniciativa de pro-moción e incentivo de las agen-cias de publicidad asociadas.Con este festival publicitario sepropone impulsar la creatividaden la Comunidad Valenciana.

Dos certámenes de publicidad premian trabajos realizados por alumnos de la UJI

La creatividad en los anuncios

MUESTRA. Los trabajos de la primera «Nit de la Publicitat Valenciana».LEVANTE-EMV

PREMIADOS. Dos obras del Festival Publicitario Iberoamericano El Sol.

LEVANTE-EMV

DISEÑO

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Estudiantes dePublicidad y RR. PP.reciben el Sol deOro en la categoríade Jóvenes Creativos

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Hierros, maderas yreuniones demateriales hablande una elegía a lanaturaleza

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Galería La Nave

Rosa UlpianoSiempre resulta ungoce para los sentidoscontemplar el trabajodel pintor burgalésJosé María Yturralde(Cuenca, 1942). Cua-dros que podemoscontemplar de nuevoen la galería La Nave,a través de su obramás reciente. Y en elque tras sus últimascomposiciones geo-métricas, observa-mos cómo el ar tistavuelve de nuevo a re-cuperar su anteriorserie de Postludios, endonde el rigor y laenergía cromáticadan un nuevo viraje por el ya depor sí rotatorio universo pictó-rico de Yturralde.

Al adentrarnos por las dife-rentes salas, una serie de suti-les monocromos nos recondu-cen por un íntimo y silenciosouniverso de ocres, bermello-nes, violetas y azules que reco-rren el espacio de un lienzo aotro. Nuestra mirada se desli-za por el loado escenario de lu-ces y sombras donde la inal-canzabilidad de lo sublime seproyecta en un deseo de asu-mir lo monumental en la infini-tud, retándonos como en unVermeer o un Mantenga, cuyafuerza interior supera los «re-ducidos» límites del cuadro,

sin la exigüidad de alcanzar lamagnitud de la Crocifissione deTintoretto, el gran cuadro quepodemos contemplar en laScuola Grande di San Rocco enVenecia, o el Vir Heroicus Su-blimis de Barnett Newman,obras clave igualmente en elimaginario del pintor.

La pintura de Yturralde setransfigura por la lírica de la na-turaleza, por ese imaginario zen,o poética orientalista cuyos de-rroteros simbólicos fueron tras-pasados por el umbral iniciáticode las vanguardias de la abs-tracción geométrica, seguido dela Bauhaus y el minimal —in-fluencias del la obra del arqui-tecto mejicano Luís Barragán o

la visión de las blancas texturasdel pintor Robert Ryman, laNico Painting, Wax I, o Nebras-ka de Brice Marden, junto conla emotiva sacralización deRothko fueron y siguen siendoalgunos de los hitos referencia-les en su trayectoria—, parasubsumirse por un encomiadopostminimalismo. Resonanciaslumínicas atrapadas en un coro-lario cinético, sucumbiendo avestigios de un mimetizado di-namismo a través del horizonteabsoluto: recursos o encuentrosque, en definitiva, junto con unadelicada factura, asientan a laconsideración, y vivencia, delacto pictórico como expresiónde la emotiva realidad.

Rigor y energía cromática

José María Yturralde

Sala Parpalló

Christian Parra-DuhaldeAntaño existió un canon que de-cía relación con las formas cor-póreas y la dimensión del alma:se suponía una cosa de la otrasin establecer que imperaba.Leonardo Da Vinci impuso otromodo de ver diseccionando laanatomía; pero habían anterio-res: entre otros Aristóteles queimaginó un cuerpo y un almafuncionando a la vez. Y hubootros anteriores que quisieronver en dioses ocultos esa cate-goría: la de la reunión entre unacosa y la otra. Y así, aún no nosenteramos.

Del escultor Adolfo Siurananos hemos enterado de algo: suinterés por el cuerpo en tantovecindad con lo indescifrable.Su trabajo puede ser asumidoconceptualmente en tanto úni-camente idea sobre idea; perohay más. Con un montaje —enun espacio complejo— que nosatrevemos a calificar de tripar-tito, el autor desnuda, viste yarroja a su origen a la condición

humana. Despojada la sala desu arrogancia, de su exposiciónnos ofrece tres dimensiones delhecho humano: una serie declonaciones corporales quesiéndolo en apariencia aspec-tan divergencias; un audiovi-sual que nos habla de la diná-mica que identifica a la vida; ysobremanera, un macromegá-lica escultura que al ser cons-truidas de huevos nos dicentodo sobre la arrogancia. Alque quiera entender.

Proceso concebido entre Es-paña y Alemania, el trabajo deSiurana no deja de recordarmelos pensares de Schopenhaeursobre la futilidad humana y elengaño de que era objeto por lanaturaleza. Pero tampoco olvi-do a un Hölderlin que exclama-ba que poéticamente habitabael hombre. Si el arte une ambascondiciones, se salvará la hu-manidad. No hay más que de-cir, el resto es retórica, y la vida—viva y pletórica— se nutre deotras materias. Las que ocupanuestro autor respirando ensus anatomías.

Anatomía del ser

Adolfo Siurana

ARTE

7pdLevante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 15 de junio de 2007

VERSUS OMNIA

Joan Verdú

FOTOS: TOMÁS VERDÚ

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Sutiles monocromosconducen por uníntimo y silenciosouniverso de ocres,bermellones,violetas y azules

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N.º 597, AÑO XV / 15-VI-2007Coordinadora: Arantxa Bea Arte: Juan Lagardera. Música: José Ricardo Seguí

RESUMEN DEL EPISODIO ANTERIOR:Invitado a hacer una gira por loscolegios e institutos de la provin-cia de Málaga, el autor recorre lacapital malagueña y se sienta enun banco, en la Plaza de la Mari-na. De pronto, otra figura, senta-da a su lado, le dirige la palabra.Es la estatua de Hans ChristianAndersen, que está allí desde2005. Durante los días siguientes,Andersen y el autor promocionanjuntos la lectura en los colegios.Una tarde se cruzan con una cuer-da de presos. Son el general To-rrij os y sus compañeros, queconspiraban contra Fernando VIIy han sido capturados medianteuna añagaza.

Vicente Muñoz Puelles

DECIDIMOS separarnos. An-dersen buscaría al cónsuldanés, a quien conocía, para

que persuadiese a los demásmiembros del cuerpo diplomáti-co de la necesidad de salvar lavida de Torrijos y sus compañe-ros. Cabía la remota posibilidadde que, forzado por las presionesde otros países, Fernando VIIperdonase a algunos o se confor-mara con desterrarlos.

Mientras, yo iría tras la cuerdade presos, y comprobaría que losllevaban al convento.

Había perdido al grupo de vis-ta, pero pronto lo encontré y mepuse a seguirlo a cierta distancia.Cruzamos un puente sobre el ríoGuadalmedina, que estaba seco.Allí abajo, en el cauce, se celebra -ba una feria de ganado. Entre losfuegos, donde hervían ollas y pu-cheros, había recuas de caballosy asnos. Indiferentes al destino delos presos, que habían arriesga-do la vida por ellos, los tratantescelebraban las ventas con un tra-go de vino.

Por calles sucias, entre bachesy pedregales, llegamos al barriodel Perchel. En las puertas de lascasas había mujeres conversan-do, que callaban y se santiguabanal paso de los presos y de la tro-pa. Muchachos mugrientos, quejugaban a pleno cielo, interrum-pían sus chanzas y miraban a loscautivos con horror, como si fue-sen aparecidos.

Un hombre, que al reconocera Torrijos se llevó la mano al som-brero, como si fuera a descubrir-se, recibió el empellón de un ca-ballo y cayó al suelo.

Llegamos al convento del Car-men, donde formaron a los pre-sos y a culatazos los hicieron en-trar en la iglesia. Algunos solda-dos y oficiales se dispusieron enla puerta, montando guardia.

No era de prever que los fusi-laran dentro. Me acurruqué jun-to a un muro y me quedé ador-milado, viendo cómo las sombrasse adueñaban de la plaza.

Me despertó un fuerte golpeen el hombro. Un soldado mealumbraba con un farol y dos otres me apuntaban con sus fusi-les. Tras ellos reconocí al oficialmalcarado, de pobladas patillas,con quien nos habíamos cruzadohoras antes.

—¿Qué tenemos aquí? ¿Un es-pía y un traidor al rey?

—¿Yo? ¡De ningún modo! Soyun simple escritor.

—¿Con que un plumilla, eh?¡Adentro con él!

A empujones me llevaron al in-terior de la iglesia, hasta una ca-pilla situada a la izquierda del al-tar mayor, donde me encerrarontras una reja.

En la capilla de enfrente, alotro lado de la nave en penumbra,los insurrectos se hacinaban trasuna reja aún más gruesa y alta. Al-gunos se estaban confesando alos frailes.

—Si no quieres que te fusile-mos con ellos —me dijo el ofi-cial—, más vale que hables.

¿Cómo iba a contarle que ha-bía ido a Málaga a promocionar lalectura de mis libros? Sin duda,creería que le tomaba el pelo.

Recordé que la Inquisición, va-rias veces suprimida, seguía exis-tiendo, y que en cualquier caso latortura estaba ampliamente di-fundida en España.

Por fortuna, y cuando el oficialse hallaba a punto de perder la pa-ciencia, un soldado llegó con unanota para él. Poco después seabrió la reja y me dejaron salir.

En el exterior de la iglesia meaguardaban Andersen y un hom-bre vestido con una casaca grisperla. Era William Mark, el cón-sul inglés. Según Andersen meexplicó, era el único miembro delcuerpo diplomático dispuesto aayudarnos. Había hablado ya conGonzález Moreno, el goberna-dor de Málaga. Este le había mos-trado una orden recién llegada deMadrid y firmada por el mismísi-mo Fernando VII, que se limitabaa decir: «Que los fusilen a todos.Yo, el Rey».

Pero el gobernador se ofrecíaa gestionar la liberación de Boyd,por su condición de extranjero, siabjuraba de la conspiración, ad-mitía sus errores y declaraba con-tra sus compañeros.

Lo sacaron de la capilla que lesservía de cárcel, y nos permitie-ron hablar con él. Era un hombretranquilo, con un sentido del hu-

mor bien temperado. Dijo que la-mentaba recibirnos en un sitiotan lóbrego y que hubiera prefe-rido conocernos en otras cir-cunstancias.

Escuchó con displicencia laoferta que le transmitió el cónsul,y se negó a aceptarla.

—¿Cómo voy a abjurar de laconspiración si soy uno de los quela ha encabezado, y he invertidoen ella mi honra y mi fortuna? Al-gún día, los monarcas de toda Eu-ropa habrán de someterse a la vo-luntad de los pueblos.

Nos dijo que había consagra-do su vida entera a la causa de lalibertad. Había conocido a Torri -jos en Inglaterra, donde el gene-ral se había exiliado tras fracasarsu resistencia contra los Cien MilHijos de San Luis. Juntos habíanarmado y equipado una fragata,para trasladarse a España y po-nerse al frente de un levanta-miento.

Después de establecerse enGibraltar a finales del año ante-rior, habían intentado en vano undesembarco en Algeciras. Toma-ron La Línea, pero volvieron a fra-casar en Algeciras, donde lasfuerzas del rey estaban alerta yles superaban con amplitud.

Impaciente, Torrijos acogióesperanzado una carta de unconspirador apodado Viriato,quien les informaba de que enMálaga había 2.500 hombrespre parados, esperándoles parasublevarse contra la tiranía real.Viriato era en realidad el generalGonzález Moreno, gobernadorde Málaga, pero Torrijos habíaluchado a sus órdenes durante la

guerra de la Independencia, y ca-recía de razones suficientes paradesconfiar de él.

Abandonaron, pues, el segurorefugio de Gibraltar. Atacados enplena travesía por barcos mejorarmados, tuvieron que desem-barcar en Fuengirola y huir haciael interior. En Mijas, las miliciasarmadas les recibieron a balazos.Cruzando la sierra llegaron a Al-haurín de la Torre, donde sufrie-ron la misma acogida.

Las fuerzas de González Mo-reno, que no pretendían unírselessino apresarlos, los habían sitia-do en una alquería. A los cincodías de asedio parlamentaron am-bos generales, y Torrijos se rin-dió con la condición de que se res-pe tara su vida y la de sus cin-cuenta y dos hombres.

—Cuando entregamos las ar-mas —nos dijo Boyd—, el gober-nador nos anunció que iba a fusi-lar nos. González Moreno no esun caballero. ¿Cómo quieren queme fíe de él? Prefiero compartirla suerte de mis compañeros.

Nos pareció que era de malgusto intentar convencerle, y noinsistimos. Durante el resto dela noche nos contó anécdotas delord Byron y de la guerra de laliberación de Grecia. Al amane-cer, antes de que se lo llevaran,le entregó al cónsul una carta pa -ra su mujer y su hijo, que vivíanen Inglaterra.

—Siento mucho —me dijo aldarme la mano— no tener yatiempo para leer sus libros.

—No se pierde gran cosa.De nuevo les hicieron formar

en la plaza, bajo una lluvia ligera,

y se aseguraron de que los pre-sos estaban bien atados. El niño,cu ya única culpa era haberse en-rolado como grumete, volvió asonreírnos.

Montado en un caballo blancoy vestido de gala, el odioso gober -nador dio la orden de marcha. An-dersen, el cónsul y yo cerramosla comitiva.

Cuatro o cinco perros soño-lien tos, que rondaban el matade-ro de reses, ladraron a nuestropaso. Andersen se apartó un mo-mento para coger una naranja deun puesto de fruta.

En la playa de San Andrés yaestaban los carros de la basura,designados por el gobernador pa -ra recoger los cadáveres.

Torrijos pidió mandar el pelo-tón de fusilamiento. Se lo negaron.

Colocaron a los detenidos deca ra al mar y empezaron a dispa-rarles. Como seguía lloviznandoy usaban fusiles de chispa, la pól-vora de las cazoletas se mojaba ymuchos disparos erraban el blan-co. Los heridos gemían, caíanunos sobre otros y se retorcíanso bre la arena. Los mismos sol-dados parecían exasperados.

Cuando vio que le tocaba el tur-no al niño, Andersen, para dis-traerle, le echó al suelo la naran-ja que había cogido. El niño seagachó, recibió un disparo y novolvió a levantarse.

La ejecución duró media hora.Al inglés lo mataron el último.

Mientras el cónsul se hacíacargo del cadáver de Boyd, An-dersen y yo volvimos al hotel,donde el delegado de la editorialya nos estaba esperando, para ha-cer una última gira por los cole-gios de la zona.

Luego, por la tarde, visitamosla plaza de la Merced, donde unobelisco, con los nombres de To-rrijos y sus compañeros, señala ellugar donde están enterrados.

Me despedí de Andersen y leprometí que regresaría el añopróximo.

—Quizá entonces haya triun-fado la causa de Torrijos —medijo.

Recogí la talla del cocodrilo,convenientemente envuelta parasu transporte, y tomé el taxi quedebía llevarme al aeropuerto. Alpasar por la plaza de la Marina via Andersen en su banco, aparen-temente inmóvil, contemplando ala muchedumbre que discurríapor la frondosa Alameda.

Una hora después, mientras elavión sobrevolaba la ciudad y lacumbre de Gibralfaro, sentí unainmensa tristeza.

El golpe contra los partidariosde la libertad había sido brutal ycontundente. Fernando VII se-gui ría reinando, por la voluntadde Dios y de una parte del pueblo,devota de las cadenas. El hermo-so sueño de justicia y progresohabía concluido, al menos duran-te algún tiempo, y también elcuento. Acabado, acabado, comosu cede con todos los cuentos.

(Fin de la historia)

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Suplemento Cultural posdata

LA CALLE DE LAS COMEDIAS

Con Andersen en Málaga (V)

8 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANOViernes, 15 de junio de 2007

MÁLAGA. Monumento a Torrijos y sus compañeros en la plaza de la Merced.V. MUÑOZ PUELLES

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La ejecución deTorrijos y lossublevados durómedia hora. Al ingléslo mataron el último