el marco filosófico de la obra de charles darwin

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El marco filosófico de la obra de Charles Darwin Manuel Uc Sánchez L a teoría del evolucionismo hay que entenderla como re- sultado de un conjunto de procesos históricos que se ges- ta durante el Renacimiento porque surge como una vasta renovación de la existencia humana, prácticamente una nue- va concepción del mundo que se plasma en las más recientes corrientes del pensamiento humano. "Con parecida actitud a la de Sócrates y los sofistas, los hombres del Renacimiento se sienten individuos independientes y libres:...", 1 su desarro- llo se da en los siglos posteriores y es la razón del porqué es susceptible de permanente reflexión, ya que su avance en el terreno científico ha sido constante debido al conjunto de fe- nómenos que lo conforman, no sólo a partir del momento de su inicio sino también en la actualidad sobre todo por los re- cientes descubrimientos de la ciencia, específicamente en el campo de la genética. Las aportaciones que coadyuvaron al desarrollo del pen- samiento evolucionista fueron los nuevos conocimientos en el campo de la filosofía, la sociología, la cultura, la biología, la política y demás ciencias. El momento histórico favorable se manifiesta por las propias condiciones que imperaron duran- te la oscura Edad Media, entre ellas la cerrazón de la Iglesia al rechazar cualquier pensamiento que no concordara con los principios bíblicos. El colapso de este pensamiento a partir de la crisis que se inicia a finales de siglo XIV comprende un largo período en la historia y permea todo el ambiente inte- lectual y científico del siglo XIX y XX. Sus orígenes se remontan a siglos antes, los antecedentes son la reacción de un sector de la Iglesia ante la corrupción 1 Larrollo 2004: X. 101

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El marco filosófico de la obra

de Charles Darwin Manuel Uc Sánchez

La teoría del evolucionismo hay que entenderla como re­sultado de un conjunto de procesos históricos que se ges­ta durante el Renacimiento porque surge como una vasta

renovación de la existencia humana, prácticamente una nue­va concepción del mundo que se plasma en las más recientes corrientes del pensamiento humano. "Con parecida actitud a la de Sócrates y los sofistas, los hombres del Renacimiento se sienten individuos independientes y libres:.. .", 1 su desarro­llo se da en los siglos posteriores y es la razón del porqué es susceptible de permanente reflexión, ya que su avance en el terreno científico ha sido constante debido al conjunto de fe­nómenos que lo conforman, no sólo a partir del momento de su inicio sino también en la actualidad sobre todo por los re­cientes descubrimientos de la ciencia, específicamente en el campo de la genética.

Las aportaciones que coadyuvaron al desarrollo del pen­samiento evolucionista fueron los nuevos conocimientos en el campo de la filosofía, la sociología, la cultura, la biología, la política y demás ciencias. El momento histórico favorable se manifiesta por las propias condiciones que imperaron duran­te la oscura Edad Media, entre ellas la cerrazón de la Iglesia al rechazar cualquier pensamiento que no concordara con los principios bíblicos. El colapso de este pensamiento a partir de la crisis que se inicia a finales de siglo XIV comprende u n largo período en la historia y permea todo el ambiente inte­lectual y científico del siglo XIX y XX.

Sus orígenes se remontan a siglos antes, los antecedentes son la reacción de u n sector de la Iglesia ante la corrupción 1 Larrollo 2004: X.

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que imperaba en el clero; se ubica a finales del siglo XIV y X V I y no deja de ser, aún para la actualidad, motivo de con­troversia pues aún persisten mentes retrógradas que conti­núan aceptando la creación divina como el origen de la vida y de todo lo que existe en el mundo. El origen de las especies es precisamente la respuesta a estos dogmas.

El Renacimiento es un movimiento que tiene antecedentes religiosos, porque precisamente se forma ante la crisis ecle­siástica del período anterior. Renacer, de ahí proviene la pa­labra e implica que el hombre debe tener una verdadera vida humana, lo que significa ser diferente a todos los demás seres de la naturaleza y ser semejante a Dios, idea muy discutida por la perfección que se le atribuye a Dios y la imperfección que caracteriza al hombre, esto es según la iglesia. Se puede establecer con mucha más claridad la diferencia entre el hom­bre y los demás animales que pueblan la tierra y se debe a la posibilidad creativa, el arte, la religión, la política, las cien­cias, son ejemplo de ello, pero realmente la diferencia radica por su capacidad de "producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado por su organización corporal. A l producir sus medios de vida, el hombre produce indirecta­mente su propia vida material". 2 Es el principio en el que se sustenta tanto la evolución biológica como la social, corrobo­ra que la relación del hombre con la naturaleza es multilateral a diferencia de los demás animales que es unilateral.

Es fundamental para la teoría darwinista esta multilatera-lidad de los vínculos que tiene el hombre con la naturaleza, pues en sus estudios demuestra cómo las diversas especies de flora y fauna que observa, adquieren mecanismos para su mejor adaptación y sobrevivencia, mientras que el hombre tiene la capacidad de transformarla y valerse de ella para so­brevivir en casi todos los ambientes.

El planteamiento renacer en el hombre se concibe en el te-rreno espiritual, y se trata del que busca nuevamente a Dios, 2 Marx y Engels 1977:19.

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se considera así, por el supuesto alejamiento que se había dado de él y la relación con los principios teológicos, por eso buscaba el retorno a la esencia de las enseñanzas del catoli-ismo, conservando desde luego las mismas estructuras que

caracterizaron al dogmatismo de la Edad Media, en la que jugó un papel importante la escolástica como núcleo central de la filosofía dominante. La ruptura entre sectores del clero, retrogrado y progresista -si es que se puede pensar en uno progresista- generó un amplio descontento en el seno de la iglesia, he ahí la insistencia de retornar los textos bíblicos ori­ginales, que significaba renacer, aunque con una visión con­servadora medieval.

También se presenta en otro sentido, con mayor importan­cia para el caso que nos ocupa, pues considera la renovación en su aspecto moral, intelectual, político y religioso, todas es­tas instancias con una visión más avanzada para su tiempo, sobre todo si consideramos que tienen la tendencia de rom­per con las estructuras rígidas que limitaban, o más bien i m ­pedían, el desarrollo del pensamiento, al someter cualquier innovación a los parámetros de las sagradas escrituras.

Esta postura es muy distante a la anteriormente mencio­nada, pues aunque no se apartaba de los principios religiosos, lo renovador se encontraba en la relación entre lo humano y lo divino, y entre los hombres mismos, como dijimos líneas antes, la primera buscaba recuperar nuevamente el control de la sociedad a través del credo religioso, a diferencia de la se­gunda que planteaba cambios sustanciales, específicamente porque buscaba una mayor racionalidad en el que hacer cien­tífico, moral, filosófico, etcétera. A continuación mencionaré brevemente algunos ejemplos.

Martín Lutero es uno de los primeros que interpreta el Re­nacimiento como el retorno a las fuentes originales del evan­gelio, pero con ciertos matices diferentes como veremos más adelante, y cuyos planteamientos provocan la separación de la Europa germánica de la Iglesia católica. Su intención por

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volver al evangelio, lo lleva a impugnar la actitud del clero, niega la obra y función de la Iglesia católica, la reforma re­ligiosa para él, es el retorno o renacimiento, establecer una nueva relación con Dios, esto es importante ya que relega a la jerarquía eclesiástica tradicional de su papel de intermediario entre el hombre y Dios, así la actividad del clero que durante varios siglos dominó, no sólo la vida religiosa, política, eco­nómica y social, al proponerse este nuevo vínculo, su poder disminuye, es una de las razones por las que su oposición fue inmediata, criticada y rechazada por la Iglesia católica con­servadora, pues amenazaba eliminar sus privilegios e intere­ses económicos y políticos.

En torno a la política, Maquiavelo presenta u n plantea­miento, si no el más relevante de su obra fue para la reno­vación el sustento de más peso; dar mayor importancia al hombre en su vida social, restando importancia a su indiv i ­dualidad. "Por eso emprende un análisis de la comunidad política, para descubrir su fundamento y para referir a ese fundamento las formas históricas. La vuelta a los orígenes... Historicismo y Iusnaturalismo son los dos aspectos en que se concreta la voluntad política renovadora del Renacimiento".' En este mismo sentido va a girar el pensamiento de Tomás Moro. " N o se trata de renovar y reconstruir u n Estado de­terminado con el retorno a sus orígenes históricos, sino de renovar y reconstruir el Estado, en general, por el retorno a su fundamento universal y eterno". 4

Los ejemplos antes mencionados no tienen la intención de hacer un análisis del período histórico mencionado, ni mucho menos simplificar un proceso tan complejo y rico en aporta­ciones en todos los campos del saber, sirvan nada más para fijar la nueva orientación del pensamiento humano, sobre todo al abandonar la etapa oscurantista que frenó en gran medida el avance de las ciencias, sólo basta mencionar otros 3 Abbagnano 2001:32. 4 Abbagnano 2001:38.

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casos. Montaigne pugna por una concepción y relación más mundana entre la moral y el hombre. Copérnico y Galileo cuyos descubrimientos fueron condenados por la Iglesia la cual reacciona con violencia contra ellos. Descartes y Bacon emanciparon la ciencia y la filosofía de las ataduras medieva­les, en fin que nuestra finalidad es corroborar que estos pen­sadores y muchos otros, marcan un hito en el quehacer de la humanidad.

Esta síntesis nos lleva a unas breves reflexiones; la p r i ­mera propone una relación diferente entre el creyente y la Iglesia, innovadora en aquel entonces junto al inicio de una nueva Iglesia. La segunda propuesta se trata de u n Estado basado en el Iusnaturalismo o derecho natural, y el susten­to histórico que dé carácter universal, para que a la larga lo convierta en el aparato fuerte y represor como históricamente ha sido. La tercera presenta en su utopía la forma ideal en la que predomine la razón, el derecho natural, ambos bajo una nueva concepción en la forma de gobernar, el predominio de la razón empezaba a ocupar su lugar en la historia, a otros pensadores les corresponderá desarrollarlo.

Quiero agregar algo más, que el humanismo que caracte­riza al Renacimiento hace énfasis en el hombre como parte de la naturaleza, su relación con el mundo es realmente un avan­ce en cuanto a su condición humana, este principio marcará posteriormente un gran paso en el desarrollo de las ciencias. Intentaremos sintetizarlo en cuatro puntos:

1) El reconocimiento de la totalidad del hombre como ser for­mado de alma y cuerpo y destinado a vivir en el mundo y do­minarlo; 2) El reconocimiento de la historicidad del hombre, o sea de los nexos del hombre con su pasado, relaciones que por un lado sirven para conectarlo con tal pasado y, por el otro, para distinguirlo y oponérsele; 3) El reconocimiento del valor huma­no de las letras clásicas. Este es el aspecto que da su nombre al humanismo; 4) El reconocimiento de la naturaleza del hombre,

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esto es, del hecho de que el hombre es un ser natural para el cual el conocimiento de la naturaleza no es una distracción i m ­perdonable o un pecado, sino un elemento indispensable de vida y de éxito. 3

U n filósofo que ayuda de alguna manera a entender con mayor claridad a Darwin es Rene Descartes. No intento y quiero dejarlo muy claro, hacer una síntesis, ni del período histórico que se inicia con él, ni del pensamiento de los au­tores que con sus aportaciones enriquecieron toda esa épo­ca, más bien lo que quiero es tener un punto de referencia y demostrar que la evolución del pensamiento humano, está condicionada por los procesos históricos de cada época.

Descartes parte de cuatro preceptos que enuncia de la siguiente manera: "El primero de estos preceptos, consistía en no recibir como verdadero lo que con toda evidencia no reconociese como t a l . . . " , 6 es claro que en éste dejaba en tela de juicio todo aquello que se daba por verdadero sin some­ter al análisis para su comprobación, por ello dudar era uno de sus principios, de esta manera sometía a la reflexión todo el mundo natural y entre las grandes preocupaciones estaba ¿quiénes somos? y ¿de dónde venimos?, no eran asuntos sen­cillos de responder, el camino a seguir siempre ha sido moti­vo de muchas discrepancias, buscar la verdad en las ciencias, a través de la razón, va a ser una nueva perspectiva en los pensadores de contemporáneos.

El segundo precepto "era la división de cada una de las dificultades con que se tropieza la inteligencia al investigar la verdad, en tantas partes como fuera necesario para resol­verlas".7 En este planteamiento se intuye que busca llegar a las determinaciones más simples del fenómeno para retornar con un conocimiento más amplio, más completo de la realidad. 5 Abbagnano 1972:17. 6 Descartes 2004:17. 7 Descartes 2004:17.

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El tercero confirma lo anterior pues dice: "ordenar los co­nocimientos, empezando siempre por los más sencillos, ele­vándose por grados hasta llegar a los más compuestos". 8 Y en el cuarto recomienda "hacer enumeraciones tan complejas y generales, que me dieran la seguridad de no haber incurrido en ninguna omisión". 9

Me parece justo también mencionar que con anterioridad a Darwin hubo pensadores como Lamarck, que en su obra Historia Natural de los animales vertebrados:

...sostuvo la doctrina de que las especies, incluso el hombre, han descendido de otras especies. Fue uno de los primeros que prestó el eminente servicio de despertar la atención acerca de la probabilidad de que todos los cambios, tanto en el mundo orgánico como en el inorgánico, sean el resultado de una ley y no de una intervención milagrosa.10

Esta afirmación la esbozó en 1801 y la publicó en 1815. No es nuestra intención demeritar la teoría darwinista, pues si estamos aquí es precisamente con el afán de reconocer sus grandes aportaciones a la teoría evolucionista, sólo deseamos corroborar que el hacedor de historia, el hombre, se ha pre­ocupado con mucha anterioridad de buscar una explicación de su origen.

Desde luego, la aparición del pensamiento darwinista debemos contextuarla en u n ambiente intelectual en el que intervienen diversos factores que se corresponden y entrela­zan para hacer avanzar a las ciencias. Tomamos la referen­cia anterior con la finalidad de ubicar el viaje que inicia en 1832 Charles D a r w i n en el que su principal actividad fue, sin apegarse a las reglas anteriormente mencionadas, recopilar una gran cantidad de información que posteriormente fuera

8 Descartes 2004:17. 9 Descartes 2004:17. 1 0 Buen Lozano 1973: 24.

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a ordenar y seleccionar para después procesar y llegar a la concepción de su teoría sobre la evolución. En su Autobiografía Darwin, escribió: "Antes de emprender u n trabajo cualquiera, miro todas las tablas; hago otra general y ordenada; tomo los clasificadores que se relacionan mejor con el tema que debo tratar, y así tengo, dispuestas para el uso, todas las informa­ciones reunidas en el curso de m i v ida" . 1 1

En una carta que dirige a su amigo Lyell le dice: " . . .He reflexionado mucho sobre lo que usted dice acerca de una intervención continua de la potencia creadora. No veo esta necesidad. El hecho de admitirla, quitaría todo valor a la teo­ría de la selección n a t u r a l " . 1 2

Una cita en la que Darwin opina sobre su teoría y el hombre es:

Mi descendencia del hombre -dice- fue publicada en febrero de 1871. Tan pronto como estuve convencido, en 1837 o 1838, de que las especies son productos susceptibles de modificaciones, no pude evitar el pensamiento de que el hombre debe obedecer a la misma ley. Acumulé notas sobre este asunto, para mi satis­facción personal y sin intención de publicar nada durante largo tiempo. Aunque en El origen de las especies no se discute nunca la derivación de ninguna especie particular, pensé que debía, a fin de que nadie me acusara de ocultar mis opiniones, añadir que, con mi obra, podría hacer alguna luz sobre el origen del hombre y sobre su historia. Hubiera sido inútil y contraproducente para el éxito del libro hacer gala de mi convicción, en lo referente al origen del hombre, sin aportar pruebas. Pero cuando advertí que un gran número de naturalistas aceptaban sin restricción la doctrina de la evolución de las especies, me pareció juicioso trabajar en las notas que poseía y publicar un tratado especial sobre el origen del hombre.13

1 1 Prenantl969:120. 1 2 "Carta a Lyell del 20 de octubre de 1859". Citada por: Prenant 1969:120. 1 3 Prenant 1969: 84.

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No queda duda de que cada hombre es producto de su tiempo, Charles Darwin lo fue, su viaje en el Beagle en 1832, como él mismo reconoce, le cambió la vida, tuvo la oportuni­dad de conocer muchos países, en los que recorrió infinidad de lugares que le permitieron recolectar información abun­dante, información que seleccionó y ordenó para trabajarla toda su vida, temeroso tal vez o timorato, siempre retrasó la publicación de sus obras. Desde luego hay que considerar que la sociedad de su tiempo no lo comprendió, por eso tuvo detractores y defensores, más de los primeros que los segun­dos, pero algo que no se puede negar, es que su obra trascen­dió aún en contra de aquellos que se oponen al progreso de la ciencia.

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B I B L I O G R A F Í A

Abbagnano, Nicolás. Diccionario de Filosofía. La Habana, Cuba. Edito­rial Revolucionaria. Instituto Cubano del Libro. 1972.

Abbagnano, Nicolás. Historia de la Filosofía. La Habana, Cuba. Edito­rial Ciencias Sociales.Tomo 11.2001.

Darwin, Charles. El origen de las especies. Prólogo de Rafael de Buen Lozano. México. Editorial Bruguera. 1973.

Descartes, Rene. Discurso del Método. Estudio introductorio de Francisco Larroyo. México. Editorial Porrúa. 2004.

Marx, Carlos y Engels, Federico. La ideología alemana. México. Edi­ciones de Cultura Popular. 1977.

Prenant, Marcel. Darwin y el darwinismo. México. Editorial Colec­ción 70. 1969.

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