el manejo de los recursos hidricos, eje de vertebracion de las sociedades
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Articulo sobre la influencia del manejo de los recursos hidricos en diferentes sociedades y su influencia en la vertebración de esa sociedad.TRANSCRIPT
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El manejo de los recursos hídricos: uno de los ejes
clave de vertebración de las sociedades
Juan José Amate Ruiz
Introducción
Partiendo de la estrecha relación entre el uso de la tierra (y la fuerza de
trabajo asociada) y las formas de cultivo propias de las sociedades pre-
industriales, queda patente que la propiedad de la tierra y los diferentes
recursos asociados a la misma, como puede ser el agua, son determinantes
para establecer jerarquías de poder dentro de estas sociedades.
Sin embargo la llegada de las sociedades industriales no ha cambiado la
relación con los recursos hídricos, si cabe la ha magnificado, haciendo que el
acceso al agua potable o al abastecimiento de una cantidad mínima que
asegure un modo de vida digno, lejos de ser considerado un derecho, en
muchos lugares sea todo un lujo, no ya por la mayor o disponibilidad de los
recursos, sino por quien ejerza el control de los mismos. Tal es así que si en la
actualidad la hegemonía como recurso geo-político por excelencia lo ostentan
los combustibles fósiles, ya se atisba que superada la era del gas y el petróleo,
será el control de los recursos hídricos el nuevo eje de la geopolítica global y el
motivo de las guerras del futuro.
La relación del agua con los grandes modelos de producción no industrial
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Si partimos de los horticultores, su relación con los recursos hídricos es
dispar, puesto que elementos como la estacionalidad de las precipitaciones, la
cercanía a torrentes o masas de agua y los cultivos que compongan la base de
su alimentación, son determinantes, dado que no desarrollan ningún tipo de
inversión en forma de herramientas o infraestructuras para poder solventar los
problemas de abastecimiento de agua. Es por ello que junto a la capacidad
nutritiva de la tierra la disponibilidad de reservas de agua es otro de los factores
que condiciona la rotación de los cultivos y sus migraciones.
En los agricultores la relación con los recursos hídricos es bastante más
estrecha, si cabe se trata del caso en el más, puesto que una de las labores
que requiere más fuerza de trabajo es la asociada al riego, que lleva a la
construcción de infraestructuras y artefactos que faciliten la obtención,
transporte y distribución del agua hasta las zonas de cultivo y en el interior de
estas.
No sólo supone el control sobre las diferentes tareas de producción
debido a la capacidad de control sobre la disponibilidad de agua, sino que
permite una mayor utilización del suelo al facilitar una rápida fertilización de la
tierra y les permite además seleccionar las especies a cultivar en función de los
requerimientos de las mismas.
En el caso de los forrajeros y los pastores, sin duda la relación con los
recursos hídricos es también importante, si bien en el primer caso tan sólo se
limitan al desplazamiento hasta las zonas de reserva o abastecimiento de la
misma, mientras que los pastores tienen en cuenta tal disponibilidad a la hora
de establecer sus movimientos, sigan estos tanto el patrón del nomadismo o de
la trashumancia.
De este modo es evidente la relación entre la producción de alimentos
en las sociedades no industriales y el manejo de los recursos hídricos, de tal
manera que las diferencias ecológicas entre las regiones han sido las que a su
vez han dado lugar a diferentes culturas y economías (Larbi, 2006).
Otros roles del agua en las sociedades pre-industriales
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No puede restringirse el papel del agua a la mera producción de
alimentos, paralelamente ha desempeñado diversos e importantes roles en
otros aspectos de las sociedades pre-industriales.
Uno de los más interesantes es el vinculado a las religiones y la
concepción del mundo, y cómo el agua ha tenido un papel protagonista en las
diferentes visiones que se han ido sucediendo (Shiva, 2004).
El origen de las civilizaciones humanas, entre los delta de los ríos Tigris
y Éufrates sin duda vino acompañado de un importante papel del agua, que se
mantuvo en el Antiguo Egipto y su estrecha vinculación al Nilo.
Por ello no es de extrañar que textos como la Biblia o el Corán también
se refieran al papel del agua como elemento vertebrador a la vez que identitario
dentro de la sociedad, como lo avalan ritos como el bautismo o las abluciones.
Al igual que en hinduismo, para el que el Rio Ganges forma parte del eje
central de esta religión.
Otros ejemplos los encontramos en la civilización China, si bien en esta
la relación con el agua era más cercana a la de una amenaza natural que es
necesario controlar. También las civilizaciones pre-colombinas mostraban una
especial relación con el agua, como muestran pueblos como los Qechuas del
altiplano suramericano o los Aztecas del Antiguo México y su ciudad estado de
Tenochtitlán.
Otro de los roles ha sido el asociado a la salud, en ocasiones enraizado con
ciertas costumbres de origen religioso (las abluciones del islam o la relación
con el Ganges de los hindúes) pero en todo caso por las implicaciones en torno
a la higiene y la posibilidad, en función de la calidad de conservación de las
masas de agua, de ser vectores de transmisión de enfermedades.
Y de la mano del papel del agua en la producción de alimentos, en la higiene y
en sus principales ritos, queda patente que desde antiguo los asentamientos
humanos y más tarde las ciudades se han ido ubicando en función de la
disponibilidad de agua de los territorios, y han configurado el modelo de ciudad
a razón de esta. Y de igual manera, hasta hace varios siglos, la capacidad de
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acoger población por parte de las ciudades se vio limitada por la disponibilidad
directa o indirecta de abastecer de recursos hídricos a la misma.
Y pese a todo, a lo largo de la historia una gran mayoría de estas
culturas ha compartido un rasgo que a su vez ha tenido una gran influencia
económica, el agua se ha gestionado en régimen comunal, al entender que, por
tratarse de la base ecológica de la vida y porque la sostenibilidad y el reparto
equitativo de los recursos hídricos dependen de la cooperación entre los
miembros de una comunidad, el agua es por tanto un bien comunal. Y ello ha
influido notablemente en las formas de organización y toma de decisiones de
estas ciudades y por extensión de las sociedades.
Por tanto el agua ha servido de eje vertebrador de las sociedades, no
solo por proporcionar unas condiciones de vida dignas y alimento, sino por
permitir la construcción de una cultura identitaria y aglutinadora y requerir de la
organización de formas de gobierno para facilitar su gestión.
Sin embargo el desarrollo de los estados y más tarde la llegada de las
sociedades industriales han cambiado notablemente este escenario.
El Agua como una de las razones de ser de los Estados
Si bien se ha sostenido que uno de los elementos que impulsó la
creación de Estados como la adopción de formas de gobierno dentro de las
sociedades fue la administración de los recursos hídricos (Kottak,2006), con el
paso del tiempo y los cambios en la sociedad, lo que se ha generado es un
movimiento de preservación de las antiguas formas de administración de los
recursos hídricos, lo que se ha venido en llamar la Democracia del Agua. Los
estados creados al amparo de la gestión de los recursos hídricos, ante la
pérdida de la toma de decisiones sobre estos demandan ahora la recuperación
del control sobre estos recursos para no seguir perdiendo soberanía.
Así del concepto original de valor, latin “valere”: ser fuerte o digno,
enraizado en su capacidad para dar fuerza a las comunidades, se ha pasado a
un concepto de valor vinculado en exclusiva a lo económico. Con la llegada de
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las sociedades industriales todo valor se ha restringido a su vertiente
económica, logrando la paradoja de que una de las razones que impulsó la
creación de los estados sea ahora puesta en manos privadas y por tanto sin
control del propio estado, apareciendo así una nueva geopolítica del agua.
Esto ha hecho que el agua sea actualmente un bien codiciado en todo el
mundo, ya no solo por su importancia para la vida o la producción de alimentos,
sino por los beneficios económicos que puede reportar la gestión de los
recursos hídricos. Tal es así que entidades como el Banco Mundial entran en el
juego del manejo de estos recursos y los mismos son incluidos en tratados de
comercio entre países, como el GATT, el AGCS o los Acuerdos de Asociación
de la Unión Europea.
De esta manera en las últimas décadas ha crecido notablemente la
desigualdad en el acceso a los recursos hídricos, existiendo una marcada
polarización entre los países en vías de desarrollo y los países industrializados
y desarrollados. Mientras que en los segundos prácticamente el acceso es
universal, y sólo las limitaciones de renta pueden mermarlo, existiendo una
adecuada y completa red de distribución y abastecimiento, en buena parte de
los primeros las grandes carencias en las infraestructuras necesarias son las
que limitan enormemente el acceso los unos recursos hídricos con un mínimo
de cantidad y calidad.
La diferencia entre ambos escenarios radica en el papel que juegan los
estados, en los países desarrollados los recursos hídricos son de dominio
público y tan sólo la gestión (tratamiento y distribución) de los mismos puede
estar en manos privadas y por tanto sometida al criterio del beneficio
económico. En los países en vías de desarrollo con frecuencia estos recursos
están en manos privadas, y en muchos casos de multinacionales cuyo origen
son los países desarrollados, por tanto todas las actividades vinculadas al
acceso y uso de los recursos hídricos están regidos bajo la lógica del beneficio
empresarial, lo que limitan considerablemente el volumen de población que
tiene acceso a los mismos y hace que muchas infraestructuras que facilitarían
tal acceso no sean realizadas por su falta de rentabilidad económica.
La soberanía sobre los recursos hídricos, nueva fuente de conflictos
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Los dos criterios fundamentales vinculados a los recursos hídricos, su
reparto o distribución y su gestión, son a la vez los dos elementos que más
problemáticas generan. Cabe pensar que en las sociedades preindustriales ya
fuera así, pero no ha sido hasta los últimos siglos cuando el acceso al agua se
ha convertido en un recurso de gran valor geopolítico y por tanto elemento de
conflicto.
Ya se habla abiertamente de las Guerras del Agua, quizás por etiquetar
de una manera conjunta buena parte de estos conflictos, si bien existen
diferencias notables entre los mismos debido a sus diferentes peculiaridades.
Así el conflicto existente entre Palestina e Israel puede tratarse como
una guerra del agua cuando en realidad se trata de una guerra por el territorio,
y por extensión por todo lo que este llegue a encerrar. En una zona tan árida, el
control de los recursos hídricos puede ser la mejor arma para limitar el acceso
a unas condiciones de higiene y salubridad, así como a la producción de
alimentos del enemigo. En este caso el motivo del conflicto es la soberanía
sobre un territorio y los recursos que el mismo tiene, por tanto sobre la
propiedad misma de los recursos.
Sin embargo otro ejemplo de Guerra del Agua es el episodio vivido en
Cochabamba, Bolivia, donde los recursos hídricos eran gestionados por una
multinacional de origen francés. La carencia de infraestructuras básicas y por
tanto la limitación del acceso a una buena parte de la población, unido al alto
coste económico de lo que se supone que es un servicio básico, originaron una
movilización ciudadana que derivó en la recuperación de las competencias de
gestión de los recursos hídricos en favor de las administraciones locales. En
este caso el motivo no fue tanto una cuestión de soberanía o propiedad sobre
los recursos, sino por las competencias sobre la gestión del mismo y por tanto
de las prioridades que regían esta gestión, el buscar el acceso universal o el
beneficio económico.
Conclusiones
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En resumen, si en las sociedades pre-industriales eran los recursos hídricos los
que en buena parte condicionaban la organización social, siendo en muchos
casos un elemento aglutinador y que ha servido para elemento cultural o
religioso, con la llegada de las sociedades industriales, como ha pasado para
buena parte de los recursos, estos recursos han pasado a ser vistos como una
fuente más de beneficios económicos, no suponiendo una limitación per se
para que la actual sociedad global, el control de los mismos y por ende su
explotación, no tenga fronteras, lo que lejos de ser asumido como tal, está
siendo una fuente de nuevos conflictos.
Bibliografía
Larbi Bouguerra, M. (2006) Las batallas del agua. Por un bien común de la
humanidad. Madrid. Editorial Popular
Shiva, Vandana. (2004). Las guerras del agua. Contaminación, privatización y
negocio. Barcelona. Icaria Editorial.
Kottak, C.P. (2006). “Formas de Vida” y “Sistemas Políticos” en Kottak, C.P.
Antropología Cultural. 11ª Edición. Madrid. Editorial McGraw Hill.