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El lOBO IBÉRICO En lA BAJA EHTREmADURA flanci/co 9'agé'a díaz ~ BIBLIOTECA POPULAR EXTREMEÑA

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El lOBO IBÉRICO

En lA BAJA EHTREmADURA

flanci/co 9'agé'a díaz

~ BIBLIOTECAPOPULAREXTREMEÑA

@ Francisco Gragera Díaz@ UNIVERSITAS EDITORIAL

Ramón y Caja!. IITeléf. Y Fax: (924) 24 58 S606001 Badajoz

@ Dibujos y foto de portada del autor

lS.B.N.: 84.88938-06-3

Depósito Legal: BA-1711996

UNIVERSITAS Talleres GráfICosPol Ind. "El Nevero" - Embasa, 9Telf. y fax: (924) 27 46 S606006 Badajoz

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tricnina que repartía el veterinario cuando los dafioseran excesivos. Otros hechos, quizá inventados, cala-ban también muy hondo en las mentes infantiles. Loslobos que siguieron a Martín hasta la entrada del pue-blo, haciéndole perder el habla por el susto durante va-rios días. El hijo del tío lobero, que se quedó atolladoentre las pefias cuando trataba de alcanzar los lobeznos.El soldado de Robledillo, que volvía al pueblo atrave-sando la sierra y del que sólo aparecieron los pies den-tro de las botas. Las noches de terror en la majada deltío Dimas, cuando los lobos arañaban la puerta tras ha-ber devorado los perros guardianes entre estremecedo-res aullidos... . ,

Por si fuera poco, en las primeras lecturas aparecíande nuevo los lobos, agigantados como seres malignoscapaces de amenazar a los propios santos: "hermanoFrancisco, ... no te acerques mucho"; de atacar a las za-galas solitarias en plena siesta, según Chamizo; de dejarapenas algunos despojos sangrientos de la cabrerilla deCasablanca, según Gabriel y Galán; o devorar al mejorcazador de Soria y galante caballero la Noche de Difun-tos, según Adolfo Becquer.

En aquel ambiente de temor casi supersticioso ví yomi primer lobo. Andaba pidiendo con él un lobero que,en su peregrinar de pueblo en pueblo, se había parado amerendar junto a la fuente del Regato del Chorro, y lotenía sentado tranquilamente alIado, amarrado con unacadena. El lobo no era la fiera monstruosa que yo habíaimaginado sino un cachorro precioso, gris y peludo,que nos miraba con inteligencia y curiosidad al tropelde zagales que habíamos bajado corriendo para con-templario.

No podía saber yo entonces, absorto bajo los fron-

PRÓLOGO

"Porque, el lobo y el hombrehacen muy buenapareja"

Canción tradicional montañesa

Hacia mediados de siglo, cuando yo tenía 8 ó 10años de edad, pasaba largas temporadas en Cadalso, elpueblo de mi padre en la Sierra de Gata Cacereña. Poraquel entonces las noches eran tenebrosas, sin luz eléc-trica o, como mucho, alguna bombilla mortecina quecontribuía a acrecentar aún más las sombras y la oscuri-dad. Al toque de oración se recogía la villa, las pocascabras de cada vecino que regresaban presurosas a suscuadras por el laberinto de callejas empedradas, y losúltimos momentos del día los anunciaba la vieja de lacampana de ánimas con su lúgubre esquilón, tras locual se atrancaban las puertas de las casas.

En la penumbra de la sala, a la luz aromática y cre-pitante de los candiles de aceite, el lobo era tema coti-diano de conversación en las familias ganaderas. Se co-mentaban sucesos reales, como las cabras desaparecidasen el monte, la burra atacada en el cercado de las eras,las batidas de los cazadores o las bolas de sebo con es-

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dosos nogales del huerto de la fuente, que pocos añosmás tarde, mientras terminaba en Madrid el bachillera-to, me pasaría la mayor parte del tiempo libre jugandocori toda una manada de seis lobos, que Félix Rodrí-guez de la Fuente y su mujer habían criado desde ca-chorros en la Casa de Campo madrileña, y que seríanfamosos luego en todo el Mundo por sus publicacionesy sus programas de televisión.

Aquella prolongada convivencia con los lobos enmis tiempos de estudiante me hizo interesarme cada vezmás por esta especie magnífica, el cazador más inteli-gente y poderoso del norte del Planeta. Nuestros gran-des herbívoros domésticos, como vacas y caballos, delos que ha dependido en parte el desarrollo de la Huma-nidad, quizá nunca hubieran alcanzado el nivel de evo-lución que conocemos, de no ser por la selección per-manente a que fueron sometidos por el lobo. Y el lobofue el primer animal salvaje domesticado por el hom-bre, hace más de 15.000 años y probablemente en nues-tr~ propia Península Ibérica, cuando los hielos de la úl.tima glaciación cubrían aún la mayor parte de Europa.La ayuda que los lobos-perro prestaron luego al hombrepara capturar jabatos y chivos, becerros y potrillos, fuesin duda decisiva para contribuir al gran salto culturaldel paleolítico al neolítico, cuando la caza primitiva co-menzó a ser sustituida progresivamente por la ganade-ría. Todavía en la actualidad, el ganado es manejado ydefendido en casi todo el Mundo mediante distintas ra-zas de perro, todas ellas descendientes del lobo.

Pero hace 30 años, estas reflexiones sobre el lobopodían considerarse casi subversivas. Para la inmensamayor parte de la población, el lobo era entonces unaalimaña peligrosa a la que había que exterminar cuanto

antes y por cualquier procedimiento posible. Desde1953 eran obligatorias las Juntas Provinciales de Extin-ción de Animales Dañinos, y los ayuntamientos y losgobiernos civiles de toda España competían en premiara los alimañeros más activos. Los guardas sembrabanlos montes de venenos, de cepos y de lazos y se organi-zaban batidas en cualquier época, pero preferentementedurante la veda, pues así se prolongaba la caza durantetodo el año con la excusa de perseguir a los lobos. Lasituación era crítica y el lobo ibérico corría el riesgo deser totalmente exterminado en breve plazo.

En aquellas circunstancias comencé yo a recorrerEspaña y Portugal para estudiar los lobos y evaluar losdaños que causaban al ganado, que por aquel entoncesse estimaban exorbitantes, y poco menos que el princi-pal problema para el desarrollo de la ganadería nacio-nal. Fueron años de convivencia con pastores, guardasy alimafieros, siguiendo huellas de lobos por montes ysierras y manteniendo luego largas conversaciones enmajadas, pueblos y chozos con personas que, en mu-chos casos, se habían dedicado prácticamente durantetoda su vida a perseguir al lobo. Cuanto mejor lo cono-cían, mayor respeto y admiración solían mostrar por él,y más de un veterano alimañero me confesó que dejabasiempre a las lobas algún cachorro de las camadas quecaptúraba, para que la pareja no abandonase la comar-ca, para que los lobos no se extinguiesen y para que a élno se le acabase el oficio.

Muchas de estas personas, nacidas a principios desiglo, recordaban aún con gran detalle no sólo sus pro-pias experiencias, si no también las que habían oídocontar a sus padres y a sus abuelos, por lo que su infor-mación podía remontarse casi hasta la época napole6ni-

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ca. En aquellos años, Portugal estaba sumida todavía enla pesadilla de sus guerras coloniales de Mozambique yAngola, y en España tardaban en cicatrizar las heridasde la guerra civil, que podían palparse incluso en las di-ferencias existentes entre los guardas jurados, con certi-ficado de buena conducta, y los simples alimañeros,sospechosos de colaborar con los maquis y relegados azonas alejadas de las poblaciones.

Los pueblos aún parecían pujantes, con gañanes quesalían en sus mulas antes del alba a labrar, a hacer car-bón o a recoger la cosecha; con repique de fraguas enlas calles, forjando herraduras y rejas de arado; con ca-racolas de cabreros, porqueros y yegüeros llamando alos ganados; con hornos de pan congregando a las mu-jeres al mediodía y bullicio de mozas que bajaban a la-var al río o subían de la fuente, cargadas con los cánta-ros de agua. Pero mientras yo me preocupaba por laconservación del lobo, todo este mundo rural, primitivoy bellísimo, hecho de culturas milenarias y enriquecidopor el duro bregar de cada día, estaba ya desmoronán-dose imperceptiblemente, a causa de una emigracióncreciente hacia las ciudades y zonas industriales de Es-paña o de otros países de Europa.

Un ganadero leonés de Moda de la Valdería, el se-ñor Salvador Teruelo, supo valorar el problema cuandoquizá tenía remedio y en febrero de 1972 ya escribía re-signadamente al Profesor Valverde: "En toda mi vidaactiva depastor y ganaderoapacentandopor vallesymontañasy en mi constanteluchar contra los lobos,lleguéa creerque,mástardeo mástemprano,podría-mosexterminarlos.Hoy, cuandola vida se halla en laúltimaetapay enelpuntofinal demi actividadganade-ra, me temotodo lo contrario...Desapareceránlos re-

baños, y con ellos los pastores y ganaderos, mientras

los lobos, triunfantes en su lucha, continuarán devoran-do otras especies de animales."

El gran cambio acababa de producirse en España. Elhogar, que cada noche congregaba a las familias desdetiempo inmemorial para relatarse historias y vivencias,había sido sustituído bruscamente por el aparato de te-levisión, que ocupaba ya un puesto de honor en las ca-sas, en los bares o en los teleclubs de las parroquias. Lariquísima tradición oral de nuestros pueblos, transmiti-da de generación en generación durante miles de añosal amor de la lumbre, estaba siendo suplantada rápida-mente por una nueva cultura, multinacional y mezqui-na, irradiada desde los televisores. Por fortuna, hubouna excepción en este sentido: los programas de FélixRodríguez de la Fuente, de enorme contenido didáctico,y que hicieran llegar a todos los rincones del país senti-mientos de respeto y armonía hacia la conservación dela Naturaleza. Y uno de los temas favoritos de Félix erael lobo. Todos los españoles que se apiñaban ante el te-levisor pudieron conocer así facetas ignoradas sobre lavida de la manada, la crítica situación de la especie y sulucha por la supervivencia, su importancia ecológica,sus complejas relaciones sociales, su respeto por losvencidos y su ternura con los cachorros de la camada.

y se hizo el milagro. Como tantas veces a 10largode la historia de España, las Cortes volvieron a debatirel problema del lobo en 1970, pero en esta ocasión.unos procuradores sensibles a la conservación de la fau-na acordaron incluir al lobo entre las especies de cazamayor. Por Ley de 4 de abril de 1970, el lobo quedó asíprotegido en todo el territorio nacional desde marzohasta septiembre, estando obligados los cotos y reser-

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vas a fomentar su abundancia, pudiendo darle caza so-lamente de forma ordenada desde octubre a febrero.Esta medida resultó decisiva para la conservación dellobo en Espafta, y desde entonces todas sus poblacio-nes, exceptuando quizá la andaluza, se han recupemdonotablemente, colonizando incluso regiones como elPaís Vasco, donde hacía muchos años que se habíanextinguido.

En 1985 me cupo la satisfacción, como Director Ge-neral de Medio Ambiente de la Junta de Extremadum,de que nuestm Comunidad Autónoma fuese la primema nivel nacional en decretar la protección total del loboen su territorio, contribuyendo posteriormente a que laDirectiva de Hábitats de la Unión Europea estableciesela protección integml de los lobos al sur del río Duero.y ahora, diez aftos más tarde, estoy tmtando de que nose cumpla la triste profecía del seftor Salvador Teruelosobre la desaparición de los rebaftos y los pastores.

Para ello hemos comenzado a recuperar la trashu-mancia tradicional de los ganados entre las dehesas delsur y las montaftas del norte de España, para conservarasí las costumbres de los pastores, las razas aut6ctonasde ganado, los paisajes y los ecosistemas creados porlos rebaftos durante tantos miles de aftos de pastoreo.Por primera vez desde mediados de siglo, cuatro reba-ños trashumantes de nuestro Proyecto 2001, con 15 pas-tores y 7.000 ovejas, caballerías y perros mastines, hantransitado este afto de 1995 entre Extremadura y lasmontañas de León y Zamora, recorriendo más de 3.500Km. por cañadas que, en su mayor parte, habían perma-necido abandonadas dumnte las últimas décadas.

Confiamos que los movimientos de estos rebañostrashumantes contribuyan también a restablecer el con-

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tacto entre las importantes poblaciones lobunas del nor-

te de España y las del sur, que han quedado aisladas ycorren por ello gmve peligro de extinción. Porque, co-mo narraban nuestros monteros y ballesteros del SigloXVII: "Es muy cierto que los lobos se mudan en segui-miento del ganado de unas tierras a otras. Larga expe-riencia hay de esto, porque se averigua que cuando elganado baja de la montaña de Le6n y pasa a Extrema-

dura, ven los pastores ir los lobos en su seguimiento ylo testifican: porque hay algunos tan señalados que losconocen y los ven en el verano en una parte y en el in-vierno en otra" .

Si los lobos regresan, no me cabe duda que encon-trarán una sociedad más respetuosa y consciente de laimportancia de conservar la gmn fauna y el equilibrioecológico en nuestras sierras. Este libro de Paco Grage-ra, en cuyo prólogo ya me estoy alargando demasiado,es un buen ejemplo de esa nueva sensibilidadque emer-ge entre los jóvenes extremeños hacia el estudio y laconservación de nuestras especies amenazadas. Y ello-ba, junto con ciervos y jabalíes, linces, águilas, buitresy cigüeñas negras, es y debe seguir siendo una de lasespecies más camcterísticas y valiosas de los montes deExtremadum.

Torrej6n el Rubio, a 2S de noviembre de 1995JESÚS GARZÓN

Fondo Patrimonio Nalural Europeo

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