el lÍder pedagÓgico y su implicancia en la afectividad

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EL LÍDER PEDAGÓGICO Y SU IMPLICANCIA EN LA AFECTIVIDAD AUTORA: Mg. Miriam del Rocío García Álvarez. El líder pedagógico debe buscar resaltar las sorprendentes capacidades humanas, las nuevas fuentes de conocimiento y aprendizaje, proporcionar una orientación hacia la creatividad y la trascendencia. Es alguien que intenta siempre despertar el aprendiz que lleva adentro y que está aguardando a ser liberado. Destaca cómo la educación institucionalizada vino a encarcelar ese aprendiz. Esta ineptitud para enseñar, con su sistema educativo en el que repetir “verdades inamovibles” es más importante que mantenerse abierto a los nuevos descubrimientos, es algo que debe detectar el líder educativo. El reconocimiento de este malestar pedagógico es el producto de un sistema que enseña a los estudiantes a “estar quietos”, a repetir el pasado, a atenderse a lo mandado y a apoyarse en certidumbres petrificadas. Tanto la educación intelectual, emocional y moral hacen indispensables la participación activa del educando, para que sea capaz de analizar e inventar, o de expresar abiertamente sus afectos, y no de repetir unas verdades ya acabadas. Ello exige que el estudiante aprenda a reconstruir las verdades y no simplemente a recibirlas por transmisión unidireccional del maestro. A todo ello también se suma, el ambiente familiar que con sus conductas,

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Page 1: EL LÍDER PEDAGÓGICO Y SU IMPLICANCIA EN LA AFECTIVIDAD

EL LÍDER PEDAGÓGICO Y SU IMPLICANCIA EN LA AFECTIVIDAD

AUTORA: Mg. Miriam del Rocío García Álvarez.

El líder pedagógico debe buscar resaltar las sorprendentes capacidades humanas,

las nuevas fuentes de conocimiento y aprendizaje, proporcionar una orientación

hacia la creatividad y la trascendencia. Es alguien que intenta siempre despertar el

aprendiz que lleva adentro y que está aguardando a ser liberado. Destaca cómo

la educación institucionalizada vino a encarcelar ese aprendiz. Esta ineptitud para

enseñar, con su sistema educativo en el que repetir “verdades inamovibles” es

más importante que mantenerse abierto a los nuevos descubrimientos, es algo

que debe detectar el líder educativo. El reconocimiento de este malestar

pedagógico es el producto de un sistema que enseña a los estudiantes a “estar

quietos”, a repetir el pasado, a atenderse a lo mandado y a apoyarse en

certidumbres petrificadas. Tanto la educación intelectual, emocional y moral hacen

indispensables la participación activa del educando, para que sea capaz de

analizar e inventar, o de expresar abiertamente sus afectos, y no de repetir unas

verdades ya acabadas. Ello exige que el estudiante aprenda a reconstruir las

verdades y no simplemente a recibirlas por transmisión unidireccional del maestro.

A todo ello también se suma, el ambiente familiar que con sus conductas,

experiencias y modelos desfavorables impiden el buen desarrollo del niño y por

ende la de la autoestima. Frente a tales hechos, debemos cuestionarnos como

educadores sobre que estamos haciendo para propiciar que los niños de hoy se

desarrollen y se desenvuelvan como personas positivas para sí mismo y para la

sociedad; así mismo debemos preguntarnos qué estamos haciendo para sentar

las bases de niños con alta autoestima, seguros de sí mismo, exitosos y con la

capacidad de dar lo mejor al mundo que los rodea.

Chase (1993, P.19) La Educación Afectiva permite que los niños tengan

experiencias que ayudan a “sentirse bien consigo mismo, a tomar conciencia de sí

mismo y de los demás y a desarrollar habilidades de comunicación y de resolución

de problemas que les ayudarán a afrontar la vida en general”.

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La educación es siempre un ejercicio de libertad. Sin ella estaríamos ante

situaciones de amaestramiento, manipulación o adoctrinamiento, que podrían

resultar eficaces en procesos de socialización, pero, individualmente, no ante

actuaciones realmente formativas.

El autentico líder pedagógico es el primero en destacar el medio existente a

aprender, y la consecuente transformación que lleva consigo. Es quien pone el

dedo en llaga ante la dolorosa paradoja humana: un cerebro dotado de infinita

plasticidad y capacidad de auto-trascendencia. Esto hace evidente con los niños,

quienes reconocen con claridad sorprendente los cambios emotivos del rostro y la

voz humana, cuando son capaces de aprender perfectamente idiomas en poco

tiempo, o cuando en los primeros años tocan con sumo virtuosismo instrumentos

musicales. Por consiguiente el niño es un ser intelectual y social por excelencia;

sus aspectos motor, intelectual y afectivo están en estrecha interdependencia

entre sí, y con el medio que lo rodea. Es así que la Escuela, como segunda

institución socializadora y formadora a la cual el niño se incorpora; tiene un rol

fundamental que desempeñar en esta tarea de integración y desarrollo.

El líder pedagógico se implica en las emociones, sentimientos y afectos del niño.

Sin embargo; muchas veces nosotros los educadores le restamos la importancia a

este aspecto del desarrollo del niño; damos más peso y énfasis a sus logros o

dificultades intelectuales; olvidando que los sentimientos y afectos que se formen y

funden en estos años de vida son vitales para su desarrollo posterior como adulto.

Por ello, se plantea la utilización en la labor educativa de un Programa de

Educación Primaria que posee el componente AFECTIVO, imprescindible para el

adecuado desarrollo psicológico de todas las personas; y por constituir según

Piaget citada en WOOLFOLK (1990, pág. 121) en “el componente energético a los

procesos cognoscitivos” que mayor carga afectiva, mayor potencia de la

autoestima”, pues ninguna persona puede autoestimarse y tener confianza en sí

mismo, si no se ha sentido amada.

Page 3: EL LÍDER PEDAGÓGICO Y SU IMPLICANCIA EN LA AFECTIVIDAD

Concluyendo al respecto dicen los teóricos humanistas que las personas pueden

volverse consientes y controlar las fuerzas que les afectan, pueden responder de

manera libre e inteligente, resolver sus problemas y crecer hasta llegar a ser

personas plenamente funcionales, autorrealizadoras e integradas.

Por su parte los teóricos cognitivos sostienen que la afectividad es el componente

motivacional energético del comportamiento y que dando mayor afecto a una

persona ésta incrementará su autoestima.