el interludio de gorvachov

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E L INTERLUDIO DE GORBACHEV T RADUCCI Ó N DE G UILLERMO O SORNO D E TODOS LOS países industrializa- dos, Rusia sigue siendo el principal can- didato a una revolución social”‘. En mi opinión, lo que escribí hace diez años conserva plenamente su vigencia. En el presente tra- bajo sostengo que sólo dentro de muy estrechos mar- genes pueden los intentos de Gorbachev de “reformar” la sociedad rusa significar algún cambio sustancial sin desatar una gran crisis social, étnica y política o sin provocar (en respuesta o como antici- pación a tal crisis) una reacción del estublishment mi- litar o del Partido, dirigida a la emasculación de las “reformas”, o a la asignación del señor Gorbachev a alguna planta hidroeléctrica de la región del Lena. En pocas palabras: o el pueblo permanecer8 pasivo (como lo ha hecho hasta hoy) y los posibles efectos de la Gorbachevchina serán muy limitados; o el pueblo comenzará a moverse, en cuyo caso o el asunto se le irá de las manos a Gorbachev, o habrá una reacción (preventiva o correctiva, no necesariamente exitosa) en China, aun mas radical. La ilusión Gorbucheu es la idea (predominante hoy en Occidente, compartida quizá por Gorbachev mismo) de que, en un país como la Rusia de hoy, se pueden introducir reformas subs- tanciales rigurosamente desde arriba; que se puede ordenar a la gente que actúe por ella misma mien- tras se la restringe a ciertos límites vagos e indefini- dos (y más amenazadores por lo tanto); que se puede retener el poder absoluto sobre la burocracia mien- tras se desmantelan las bases económicas y sociales de dicho poder. Para resumir: que se puede, como el Dios de Descartes, poner en movimiento una sociedad de un capirotazo y que se puede cambiar el sistema sin cambiarlo. Ha habido, a no dudarlo, sociedades y períodos his- tóricos en que un faraón, un Hammurabi, un empe- rador romano, un Pedro el Grande o una Catalina pudieron introducir por decreto grandes cambios en aspectos importantes de la legislación y organización de la sociedad. La Rusia del final del siglo XX no pa- rece dejarse tratar del mismo modo -tanto porque es Rusia como porque es el final del siglo XX. Porque es Rusia: la confusión actual es enorme, los remanen- tes acumulados de la historia rusa son otros tantos obstáculos a cualquier reforma impuesta pacífcamen- te desde arriba. Porque es el final del siglo XX: na- die, ni en Rusia, se inclinará ante el Zar, susurrando: “que así sea, si tal es vuestro deseo”. Cualquier discusión sobre las presentes “reformas” en Rusia acarrea un sinnumero de prejuicios teóricos. Muchos de ellos son puestos a prueba por los aconte- cimientos actuales. En contraste con los escritos pe- riodísticos y los meramente impresionistas, debemos leerlos con todo detalle. En un trabajo de las dimen- siones de éste -y de cualquiera posible-, sólo en par- te puede hacerse. El régimen social ruso, tal y como se desarrolló des- pués de la Revolución de octubre y la subsiguiente concentración del poder absoluto en el partido bolche- vique, es un capitalismo burocrático total y totalita- rio 2 . Este concepto no debe confundirse con las ver- siones corrientes del concepto de totalitarismo, que presentan una esencia ahistórica, indiferente a las di- ferencias “geográficas” (por ejemplo entre Alemania del Este y Cuba, Checoslovaquia y Etiopía, Rusia y China), e inmune al cambio. Como cualquier otro régi- men histórico-social, no importa cuáles sean sus me- tas, el régimen está sujeto al cambio histórico, en el mas profundo y estricto sentido de la palabra. Así, du- rante el período de Jrushchov, miembros del partido y de la burocracia intentaron reformar el sistema manteniendo intactas sus características principales (ante todo, el gobierno centralizado del Partido). La “reforma” tuvo algunos efectos -es gracias a ellos, después de todo, como el sistema se volvió viable lue- go de las locuras en gran escala del período de Stalin- pero fracasaron sustancialmente. No hace falta poner insistir en lo mucho que puede pesar el caso de Jrush- chov, no tanto como un “precedente” para quien trate de analizar la situación actual, sino como un elemento real en la mente de todos en Rusia. La caída de Jrush- chov y el período de Brezhnev abrieron el camino a lo que he llamado el ascenso de la estratocracia3. Es- te concepto nunca significó que la dictadura militar fuera inminente, o que los mariscales, los almiran- tes y los generales estuvieran gobernando o “mandan- do realmente” en Rusia. Significaba: -que el Partido había fracasado en sus intentos de “reformarse” y “modernizar” la sociedad rusa; que su ideología estaba muerta (el uso de la ideología de exportación es otro asunto); que ya no tenía proyecto histórico y estaba metido en un atolladero; -que el militar (el complejo industrial-militar, con su economía “separada”) era el único sector de la so- ciedad realmente “moderno” y “que funcionaba” (lo que significa que el caos en la organización militar Vuelta 135 24 Febrero de 1988

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E L INTERLUDIO DE GORBACHEV

T R A D U C C IÓ N DE G U I L L E R M O O S O R N O

DE TODOS LOS países industrializa-dos, Rusia sigue siendo el principal can-didato a una revolución social”‘. En miopinión, lo que escribí hace diez años

conserva plenamente su vigencia. En el presente tra-bajo sostengo que sólo dentro de muy estrechos mar-genes pueden los intentos de Gorbachev de“reformar” la sociedad rusa significar algún cambiosustancial sin desatar una gran crisis social, étnicay política o sin provocar (en respuesta o como antici-pación a tal crisis) una reacción del estublishment mi-litar o del Partido, dirigida a la emasculación de las“reformas”, o a la asignación del señor Gorbachev aalguna planta hidroeléctrica de la región del Lena.En pocas palabras: o el pueblo permanecer8 pasivo(como lo ha hecho hasta hoy) y los posibles efectos dela Gorbachevchina serán muy limitados; o el pueblocomenzará a moverse, en cuyo caso o el asunto se leirá de las manos a Gorbachev, o habrá una reacción(preventiva o correctiva, no necesariamente exitosa)en China, aun mas radical. La ilusión Gorbucheu esla idea (predominante hoy en Occidente, compartidaquizá por Gorbachev mismo) de que, en un país comola Rusia de hoy, se pueden introducir reformas subs-tanciales rigurosamente desde arriba; que se puedeordenar a la gente que actúe por ella misma mien-tras se la restringe a ciertos límites vagos e indefini-dos (y más amenazadores por lo tanto); que se puederetener el poder absoluto sobre la burocracia mien-tras se desmantelan las bases económicas y socialesde dicho poder. Para resumir: que se puede, como elDios de Descartes, poner en movimiento una sociedadde un capirotazo y que se puede cambiar el sistemasin cambiarlo.

Ha habido, a no dudarlo, sociedades y períodos his-tóricos en que un faraón, un Hammurabi, un empe-rador romano, un Pedro el Grande o una Catalinapudieron introducir por decreto grandes cambios enaspectos importantes de la legislación y organizaciónde la sociedad. La Rusia del final del siglo XX no pa-rece dejarse tratar del mismo modo -tanto porque esRusia como porque es el final del siglo XX. Porquees Rusia: la confusión actual es enorme, los remanen-tes acumulados de la historia rusa son otros tantosobstáculos a cualquier reforma impuesta pacífcamen-te desde arriba. Porque es el final del siglo XX: na-die, ni en Rusia, se inclinará ante el Zar, susurrando:“que así sea, si tal es vuestro deseo”.

Cualquier discusión sobre las presentes “reformas”en Rusia acarrea un sinnumero de prejuicios teóricos.Muchos de ellos son puestos a prueba por los aconte-cimientos actuales. En contraste con los escritos pe-riodísticos y los meramente impresionistas, debemosleerlos con todo detalle. En un trabajo de las dimen-siones de éste -y de cualquiera posible-, sólo en par-te puede hacerse.

El régimen social ruso, tal y como se desarrolló des-pués de la Revolución de octubre y la subsiguienteconcentración del poder absoluto en el partido bolche-vique, es un capitalismo burocrático total y totalita-rio2. Este concepto no debe confundirse con las ver-siones corrientes del concepto de totalitarismo, quepresentan una esencia ahistórica, indiferente a las di-ferencias “geográficas” (por ejemplo entre Alemaniadel Este y Cuba, Checoslovaquia y Etiopía, Rusia yChina), e inmune al cambio. Como cualquier otro régi-men histórico-social, no importa cuáles sean sus me-tas, el régimen está sujeto al cambio histórico, en elmas profundo y estricto sentido de la palabra. Así, du-rante el período de Jrushchov, miembros del partidoy de la burocracia intentaron reformar el sistemamanteniendo intactas sus características principales(ante todo, el gobierno centralizado del Partido). La“reforma” tuvo algunos efectos -es gracias a ellos,después de todo, como el sistema se volvió viable lue-go de las locuras en gran escala del período de Stalin-pero fracasaron sustancialmente. No hace falta ponerinsistir en lo mucho que puede pesar el caso de Jrush-chov, no tanto como un “precedente” para quien tratede analizar la situación actual, sino como un elementoreal en la mente de todos en Rusia. La caída de Jrush-chov y el período de Brezhnev abrieron el camino alo que he llamado el ascenso de la estratocracia3. Es-te concepto nunca significó que la dictadura militarfuera inminente, o que los mariscales, los almiran-tes y los generales estuvieran gobernando o “mandan-do realmente” en Rusia. Significaba:

-que el Partido había fracasado en sus intentos de“reformarse” y “modernizar” la sociedad rusa; quesu ideología estaba muerta (el uso de la ideología deexportación es otro asunto); que ya no tenía proyectohistórico y estaba metido en un atolladero;

-que el militar (el complejo industrial-militar, consu economía “separada”) era el único sector de la so-ciedad realmente “moderno” y “que funcionaba” (loque significa que el caos en la organización militar

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el mal funcionamiento de su equipo eran comparablesa los de Estados Unidos -10 que no se podía decir dela organización y producción no militares;

-que la orientación general de la sociedad estabade hecho determinada por las necesidades y los obje-tivos de la sub-sociedad militar;

-que los militares se estaban convirtiendo en losúnicos capaces de cumplir los objetivos expansionis-tas del régimen, en una época en que la ideología “co-munista” iba perdiendo progresivamente su atractivopara el exterior, en que las tendencias centrífugas es-taban volviéndose fuertes y manifiestas en otros paí-ses comunistas y en que, en el Tercer Mundo, laimposición y la conservación de regímenes comunis-tas en el tenía que llevarse a cabo, cada vez más, através de alguna forma de intervención Rusa directa.

Este punto de vista se basaba en una gran canti-dad de hechos seguros; principalmente: la separación,en Rusia, de las empresas militares y no militares yla enorme diferencia resultante en la calidad de losproductos resultantes (las bombas H rusas se expor-tan, la ropa rusa no); la enorme parte (circa 15%)del producto nacional dedicado al gasto militar; el“desnatado” de los mejores cuadros y trabajadoresmejor preparados y su apropiación en la sub - sociedadmilitar; el ascenso persistente del chovinismo y elnacionalismo gran-ruso, muy efectivos para la des-composición de la ideología comunista. Pero tambiénse basaba, negativamente, en un análisis de los ele-mentos que hacían casi imposible (no estrictamenteimposible; esto no es matemáticas ni física) para elPartido revivir de verdad e imponer con éxito desdearriba una reforma “modernizadora”. Para evitar re-peticiones, discutiré mas adelante estos elementos enrelación con el proceso actual de “reformas”.

Es en este contexto en el que hace siete años escri-bía: “En Rusia, nadaa se hace, nada pasa... Contra es-te fondo gris, los únicos acontecimientos notables sonlos avances en la tecnología militar, la acumulacióny el despliegue de armamento, y los movimientos dela política internacional”*. Para el período 1964-1985,esto no era mas que una exposición de los hechos.

Ahora bien: actualmente están pasando cosas enRusia. (La idea de que todo es una estratagema paraengañar a Occidente o que los cambios son puro ma-quillaje no merece ninguna consideración.) De modoque surgen las preguntas: qué y por qué. Las dos es-tán más que íntimamente ligadas. Me ocuparé rápi-damente del porqué, pero antes una caracterizaciónprovisional del qué es indispensable. Un grupo deburócratas de alto nivel, organizados y alentadospor un líder indiscutiblemente listo y capaz, Gorba-chev, ha ascendido al poder y puesto en marcha un“proceso de reformas” (hasta ahora, la mayoría enla forma de declaración de intenciones -pero dejé-moslo para mas adelante). El propósito declarado delproceso puede resumirse en el término “moderniza-ción” (ciertamente no “democratización”). Sus méto-dos siguen siendo vagos, pero dos puntos son claros.Uno es el restablecimiento de la détente y un alto ala carrera armamentista. El otro es el intento deintroducir cierto grado de “liberalización” (princi-

palmente cultural), y una dosis indefinida de “meca-nismos de mercado” en la planificación centralizadade la economía.

Ahora bien, dada la manera en que Rusia entroni-za a sus reyes, lo cierto es que este grupo no habríaalcanzado la supremacía sin el apoyo decidido en al-gunos casos, la neutralidad favorable en otros, la es-pera y la observación prudente en otros más, de partede los principales depositarios del poder: los milita-res, la KGB, la cúpula del Partido. Entre paréntesis:el ascenso de Gorbachev señala, una vez más, la futi-lidad de la teoría de los “grupos de interés” en lo con-cerniente a la burocracia rusa. En todos los casosimportantes, la agrupación burocrática ha sido trans-versal, cortando a través del ejército, el Partido, laKGB, y otras oficinas gubernamentales. Tampoco enel presente caso hay división aparente a lo largo delas líneas “sectoriales”. La grieta divide “moderni-zadores” de “conservadores” -y esto, únicamente enlo más alto de la jerarquía.

Es cierto, a pesar del acceso de Gorbachev al poder,de la aparente consolidación de su posición y de lapuesta en marcha de algunas medidas que ciertamen-te disgustan y amenazan a los conservadores, que labase de su grupo no parece ni muy amplia ni muy só-lida. Y esto contribuye a dar cuenta de la lentitud yel cauto avance de sus movimientos. Los integrantesde su grupo pertenecen al estrato más alto de la bu-rocracia, y sólo a él. (La intelliguentsia de Moscú se-rá tratada más adelante). No se vislumbra ningúnapoyo activo del grueso del Partido. Aun el ComitéCentral ha sido capaz, hasta ahora, de obstruir o di-latar exitósamente algunas propuestas de Gorbachev.Los modernizadores parecen, entre la burocracia, undéspota ilustrado colectivo aislado. Supongo que susmás cálidos partidarios provienen del ejército, quie-nes no tienen ningún interés creado en el estanca-miento de la economía rusa; y que su “electorado”potencial se encuentra dentro de algunos sectores dela burocracia tecno-científica de todo el país.

Sin embargo, el hecho es que -contrariamente a loque en 1981 parecía, y yo mismo creía, virtualmenteimposible 5- ha surgido un grupo de modernizadores,que han sido capaces de adueñarse de la dirección delPartido y el Estado. ¿Por qué?

Es obvio que factores internos y externos han con-fluido para desembocar en la situación actual. Los fac-tores externos parecen haber sido capitales en estecaso -como en la mayoría si no en todos los casos dereforma desde arriba en la historia rusa. Por facto-res externos quiero decir la presión que ejerce su po-sición como poder mundial, tal y como ellos la ven(“perciben” es la palabra usual, “imaginan” es la co-rrecta). Polonia soltó las riendas -y los demás paísesde la Europa del Este deben ser tratados cada vez conmenos confianza. Afganistán se convirtió en una de-rrota parcial que, en el balance, ha tenido efectos ad-versos en la posición internacional de Rusia. (Si lospolacos se hubieran quedado callados desde 1979 ylos afganos hubieran aceptado el régimen de Quisling,las cosas podrían haberse desarrollado en Rusia demodo diferente). Los satélites ultramarinos han

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una carga cada vez más pesada. (La ayuda rusa a Ni-caragua ha sido muy limitada, incluso antes de la dé-tente actual).

El rearme norteamericano bien puede ser un fenó-meno “cultural”, como lo ha llamado Edward Lutt-wark, antes que un fenómeno estratégico. La Inicia-tiva de Defensa Estratégica (IDE) bien puede ser unsueño tecnológico y un gasto inútil de dineros. No es-tamos tratando con realidades, sino con la realidad“percibida”, es decir, con imágenes, y no hay razónpara pensar que el alto mando ruso está menos incli-nado a la ilusión tecnológica -el nuevo artefacto queresolverá todos y cada uno de los problemas- que suscontrapartes y modelos norteamericanos. Han pues-to obviamente todas sus esperanzas, si no en la via-bilidad total de la IDE, por lo menos en algunos de susefectos, particularmente en la posibilidad de una llu-via nuclear parcial.

La significación de todos estos hechos puede resu-mirse en pocas palabras: sobreabundancia de compro-misos internacionales. (Podemos recordar que losexpertos militares de Estados Unidos, quienes haceveinte años norteamericanos se jactaban de que erancapaces de pelear dos guerras y media, tuvieron quereducir luego sus calculos a una y media, y de hechofueron incapaces de probar que podían pelear un cuar-to de guerra). Dada la situación internacional de Ru-sia, a la que pronto habré de volver, la respuesta“racional” era recortar compromisos, reducir el ex-cesivo estiramiento de sus recursos y ganar tiempopara superar la inferioridad tecnológica e industrialpor medio de alguna “reconstrucción” interna.

Esta parte de la estrategia de Gorbachev es la másfranca, probablemente la que provoca menos oposi-ción interna, y ha sido conducida, hasta ahora, conbrillo y eficacia. No es necesario extenderse demasia-do sobre los beneficios diplomaticos y políticos que secosechan con ello: no sólo la nueva imagen de la “Ru-sia amante de la paz”, sino también el espectro de laretirada norteamericana de la alianza Occidental, quese perfila cada vez más amenazador. Menos fácil deentender es el beneficio neto que obtiene Rusia de losacuerdos que se negocian actualmente. Para resumirel argumento: 1) No se elimina el riesgo de un holo-causto nuclear. Aun si los arsenales “estratégicos”de las dos superpotencias fueran recortados, no en un50% sino en un 95%, lo que quedara bastaría para con-vertir el hemisferio norte en un paisaje lunar. 2) Sitodas las armas nucleares fueran eliminadas, Rusiasurgiría como la potencia militar indiscutible del con-tinente Euroasiático. 3) Por lo tanto, la disuasión nu-clear seguirá en la base del equilibrio de podermundial. 4) En el absurdo laberinto que es la situa-ción “estratégica” actual, la existencia de armamen-to nuclear de alcance intermedio contiene en germenla muy alta probabilidad de una escalada si comien-za a ser usado; en este sentido, le da la puntilla a ladisuación. Si eliminaran este tipo de armamento, losEstados Unidos se verían, en el caso de una crisis agu-da, frente al dilema: una guerra total o el retiro ha-cia la “fortaleza americana”. Si no acabamos deentender, podemos echar mano de las palabras de

Nixon y Kissinger: ningún presidente norteamerica-no arriesgaría la destrucción de Nueva York para sal-var Bonn, Amsterdam o París. En fin, cualquiernegociación sobre armamentos aumenta la fuerza dela presión rusa sobre los europeos, y hace posible po-ner un alto al aumento en el gasto militar de Rusiao restructurarlo en favor de de una creciente sofisti-cación de las armas convencionales.

El grupo de Gorbachev deja ver en su política exte-rior que ha entendido que los amplios compromisosinternacionales de Rusia están fuera de proporcióncon respecto a los recursos del país (lo mismo se pue-de decir de los Estados Unidos), que lo que hasta hoyhabía sido suficiente -el desarrollo de una eficienteindustria militar por medio de una estricta organiza-ción que separaba las plantas militares del resto dela economía, la atracción de los mejores recursos ma-teriales y humanos, y la consagración de una buenatajada del producto nacional a la industria militar-ya no lo es más, y que una economía virtualmente es-tancada y unos niveles de vida muy bajos para los tra-bajadores hacen difícil aumentar los recursosdedicados a la sub-sociedad militar. Este debebe dehaber sido obviamente el razonamiento que más pe-saba en los jefes militares.

Una “tregua” -0 “correción del frente”- temporalse hace cada vez más aconseiable. Es más fácil enten-derlo si se tienen claros el “esquema” completo y elritmo de la expansión rusa. No son cosas que tomenun año. (Marx: “¡cuidado!; los rusos están avanzan-do en dirección Oeste a una velocidad de cien millaspor siglo”. Uno de los pocos diagnósticos suyos queel siglo XX ha verificado por completo). Los occiden-tales se inclinan a juzgar la política exterior rusa se-gún sus propios patrones temporales; así, un mismoplan que se continúa por cuatro años parece un mila-gro. Pero entra perfectamente en la lógica rusa dila-tar las cosas durante veinte o treinta años, si esnecesario y algo puede conseguirse con ello. Y no sedebe a una planeación super -inteligente de largo pla-zo: se apoya -y así ha sido por siglos la manera enaue Rusia ha construido su tiernoo histórico-social-

.

en el terreno de sus relaciones exteriores por las ven-tajas de su posición geo-estratégica.

Así. la condición “externa” del neriodo de Gorba-I I

chev es la creciente dificultad para la economía rusade seguir apoyando la agresiva política de poder delperíodo de 1964- 1985. Pero este elemento, por si so-lo, es insuficiente para explicar toda la gama de me-didas puestas en práctica, propuestas o apenasinsinuadas. La nueva dirección de las relaciones conel exterior se podía haber negociado sin los intentosde transformación interna, o con algunos de menorimportancia. Es cierto que la détener y la suspensiónde la carrera armamentista darían a la industria rusaun momento de respiro muy necesario; sin embargo,no alterarían, en sí mismas, el atraso y la debilidadde toda la estructura idustrial. La modernización dela industria se hace cada vez más necesaria ante elacelerado “progreso” tecnológico del exterior. Pero losmodernizadores obviamente apuntan hacia algo máslejano e importante, aunque todavía vago. De otra

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manera no se entendería por qué se aventurarona una liberalización, por limitada y vacilante quepueda ser.

Sólo un elemento “interno” nos puede dar la res-puesta a todo esto, y es claro que no debemos buscar-la en ningún tipo de “presión social”, sino en el grupomismo de modernizadores. Los modernizadores estánobviamente “expuestos a influencias” -a influenciasde Occidente. Son la parte de la oligarquía dominan-te (ya sea del Partido, del ejército, o cualquier otra)que desea con fervor ver a Rusia convertida en un país“parecido” a los de Occidente. Quieren que Rusia seeleve al rango de las naciones “civilizadas” -aunque,por supuesto, nunca aceptarían esta formulación-,lo que va desde las buenas maneras hasta apoyar elrock o tolerar el arte moderno, desde las tiendas deCardin o Saint-Laurent en Moscú hasta la prolife-ración de las computadoras personales, desde una unaopinión pública manejada por la T.V. y la dramatiza-ción de la política hasta la amplia absorción de la tec-nología occidental, desde la “discusión libre” dealgunos asuntos (no todos) hasta la insitencia en laobservancia de la “legalidad”. Después de la largaagonía de la “ideología” comunista y del cinismo ge-neralizado que la siguió, parte de la burocracia rusaya no estaba amparada contra la influencia de la mo-derna cultura mundial, y sabemos que lo mismo escierto para la juventud de las ciudades rusas.

Es, por supuesto, una historia con antecedentes muyviejos y casi permanentes en Rusia: Pedro, Catalina,pro-occidentalizadores contra eslavófilos, etcétera. Yes que Rusia nunca vivió un Renacimiento o unaAufklárung, nunca entró, de hecho, en el sendero his-tórico de Occidente, y aunque la Revolución de octu-bre intentó modernizar Rusia por vías inéditas, des-truyó mucho de la occidentalización (o europeización)lograda entre 1850 y 1914, y la hizo retroceder a su pa-sado asiático -pero con electrificación. Cualesquieraque hayan sido los desarrollos científicos e industria-les, la condición ruso-asiática persistió: nada pudoexistir independientemente del Estado -un Partido-Estado monstruosamente abultado y “modernizado”.

Y ése es el obstáculo. La europeización de Europa(como el desarrollo de los Estados Unidos) no ocurriópor decreto del Estado. Todo el desarrollo europeo, deel siglo XIII en adelante, esta caracterizado por la apa-rición de una vida social, polos sociales de poder e ins-tituciones en gran medida independientes del Estado,y muchas veces opuestos a él. (El movimiento demo-crático y emancipador europeo ha encontrado sus lí-mites, hasta ahora, ahí donde han fracasado losintentos de suprimir el Estado y reabsorber el poderpolítico dentro de toda la sociedad). Este desarrolloha sido el resultado de movimientos histórico-socia-les poderosos e ininterrumpidos, de los cuales el pri-mero y el mas extenso está encarnado en la apariciónde las ciudades y la emergencia de la burguesía. Yestos movimientos han sido efectivos, inter alia, por-que el poder existente al que se enfrentaba estaba di-vidido en tres polos que se combatían amargamente:la Iglesia, la nobleza feudal y el Estado monárquicoen ascenso. El Estado -el Monarca- se convirtió en

un agente modernizador -mucho antes que los despo-tismos ilustrados del siglo XVIII- porque fue capaz, enmuchas ocasiones, de utilizar parte de la crecientefuerza de la sociedad “civil” (es decir los burgueses).La ausencia de un polo de poder absoluto indisputadoy único ha sido la condición positiva más importantepara la aparición de este segundo milagro histórico: lapolifonía europea social, histórica, política, cultural.

En Rusia, los intentos recurrentes de reformar lasociedad desde arriba han tenido éxito siempre paramodernizar el ejército, pero básicamente han fraca-sado en el resto de la sociedad. (El período que va de1850 a 1914 ha sido el único en que comenzaba a ocu-rrir un cambio social, influido por supuesto por Occi-dente pero al menos endógeno y separado del Estado).Su carácter casi permanente (con excepción de los in-tentos frustrados de Stolypin, principalmente) ha sidola tendencia a impedir la formación de una “sociedadcivil”, de una fuerza social “intermediaria” capaz dedesempeñar un papel político independiente 7. El ab-solutismo ruso ha sido siempre un limosnero con ga-rrote: su programa ha sido, persistentemente, refor-mar la sociedad in absentia de la sociedad. Esto no esni “racial” ni “étnico”, y no tiene nada que ver conel “alma eslava”. Es una pesada herencia histórico-social, que se reproduce permanentemente en el “in-dividuo ruso” como un producto histórico-social, ysólo puede ser superada a través de una creaciónhistórico-social -que acarrearía una ruptura de raizcon esta herencia.

Y ahora tenemos un país en el que todo lo indepen-diente del Partido-Estado ha sido sistemáticamentedestruido y extirpado -y un grupo de burócratasilustrados que tratan de modernizar al país por mediode ese Partido-Estado Absoluto, el principal obstá-culo a sus propósitos declarados. Esta es la antinomiaesencial de la Gorbachevchina.

Regreso, ahora, a la discusión de los elementos que,en mi opinión, hacen casi imposible el éxito de unasreformas substanciales impuestas desde arriba.

Una reforma así requiría ideas, e ideas propiamentenuevas, sobre qué y cómo va a ser reformado. (Un nue-vo juego de centralización y descentralización, endé-mico desde los años de Jrushchov, no llevaría muylejos). Hasta ahora, no se vislumbra ninguna idea deésas. Y las ideas no son simplemente “ideas”. Son laparte más o menos claramente expresable de un mag-ma de significaciones sociales imaginarias. La retó-rica de Gorbachev no transpira ni el más mínimoindicio de un proceso de creación de tales significa-ciones. Todo lo que hay es una eklektische Bettelsuppedonde uno puede pescar, en un diluido líquido mar-xista-leninista, trozos de alegatos por la democracia,la ideología de “mercado”, vagas críticas al pasado,llamados a la responsabilidad y la disciplina -todobajo el omnicomprensivo nombre de “reconstrucción”.@construcción de qué exactamente, exactamente pa-ra qué? Especialmente cuando nos limitamos al es-trecho terreno económico (que no es en realidad tanestrecho, ya que no se puede yuxtaponer cualquier sis-tema económico a cualquier sistema político y social:

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la economía es una parte no “determinante” sino or-gánica de cualquier régimen social) todavía es impo-sible ver en qué consistirían tales ideas. Volveré sobreesto más adelante.

Social e históricamente, una reforma sustancial noes y no puede ser una lista de medidas en el papel. Laidea de que se puede uno sentar frente a un escritorio,decidir reformas “racionales” y llevarlas sin más a lapractica, es una ilusión típicamente autocratica-bu-rocrática (ampliamente compartida también por el es-tablisiment occidental, con alguna excusa en su caso).Para que una reforma tuviera efectos reales y sustan-ciales, aun considerando las cosas desde un estrechopunto de vista “administrativo”, se requeriría en elcaso de Rusia que una proporción importante de laburocracia, digamos del orden del 50%, ejecutara, com-plementara y concretara activamente y con entusias-mo en el campo de batalla las decisiones tomadas enla cúspide. Pero debemos ver el asunto en una pers-pectiva mas amplia. No hay actualmente ningún mo-vimiento histórico-social en Rusia que apoye las“reformas”: no hay grupos sustancial, numéricamen-te importantes de gente con un mínimo de vínculossociales (o de cualquier naturaleza: económicos, reli-giosos, “ideológicos”) presto a luchar en favor de lasreformas e inventar lo que sea necesario en los diver-sos aspectos de la vida para su feliz cumplimiento. Laúnica excepción es una parte del grupo que, hasta hoy,es el solo beneficiario de la “liberalización” interna:la intelliguentsia y los círculos “culturales”. Volver6después sobre esto. Para el resto, todos los testimo-nios -comenzando por los propios discursos deGorbachev- apuntan hacia una profunda, obstinadaresistencia de la burocracia (excepto en la cúspide).Dada la naturaleza del sistema, y de cualquier “ta-rea” imaginable en favor de la reforma, la resisten-cia ha tomado la forma más efectiva: resistenciapasiva, desidia, inercia. Tampoco se puede vislumbrarni el más mínimo signo de apoyo popular.

Las razones de este comportamiento son muy sen-cillas. La mayor parte de los burócratas puede vermuy bien lo que van a perder con una reforma sus-tancial del sistema; muy pocos pueden imaginar quéganarían. Lo mismo se puede decir de la aplastantemayoría de los asalariados. Muchos han logrado conlos años atrincherarse en puestos donde un ritmo len-to de trabajo y un pobre desempeño, mas la grisurade varios tonos, compensan su miserable nivel de in-gresos. La consigna que les ha dirigido Gorbacheves: mas disciplina, mas productividad. Cualquiera queesté ligeramente familiarizado con el movimientoobrero y con las relaciones industriales sabe, de an-temano, cuáles serán la reacciones de un colectivo detrabajadores a una retórica como ésa -y aun más, alas actuales disposiciones para ponerla en práctica.(Algunos estudiantes de relaciones industriales pro-venientes de la clase dirigente llaman a esto, eufe-místicamente, “resistencia de los trabajadores alcambio tecnológico”). Los obreros siempre han respon-dido a esta clase de cambios administrativos segúnel bien sabido refrán “mas vale malo por conocido quebueno por conocer”; y tienen sus razones para hacerlo

-la única excepción a esto puede que sean los cam-pesinos, pero ya volveremos a ellos.

Pero aquí hay comprometido mucho más que segu-ridad de la propiedad e intereses materiales. (N.B.: enel caso de una burocracia amenazada, no son sólo “in-tereses materiales”, sino la existencia social ente-ra lo que está en juego). Todos los movimientos histó-rico-sociales han sido, y son por necesidad, definidosy cohesionados por un nuevo magma social de signi-ficaciones imaginarias, creadas por el movimiento yque lo crean. (Hay que pensar, otra vez, en la proto-burguesía o la burguesía “clásica”, en el movimientoobrero -e incluso en las burocracias, la mayor partede origen burgués, que rodeaban a los “déspotas ilustrados” en el siglo XVIII). Lo que llamamos “ideo-logia” es solamente la dimensión “racional” y racio-nalizable de estas significaciones. No hay en la Rusiaactual el menor indicio de que el proceso de constitu-ción de tal movimiento y de creación de nuevas sig-nificaciones esté en camino. Toda la empresa, en esterespecto, consiste en un renovado y ya viejo intentode prostituir el término “democracia” -sin darle elmenor contenido. Al mismo tiempo, persiste la resacaverbal de “socialismo” “marxismo” “leninismo”, ynadie se atreve a adoptar una postura al respecto.¿Qué se va a hacer con esa reedición monstruosamen-te inflada de los establos de Augias -“socialismo”,Marx, Lenin, los “kulaks”, las purgas, el Gulag, lasnaciones subyugadas, los países de Europa Oriental,etc? Propaganda hueca, doble sentido en abundancia ehipocresía personificada: es todo lo que los líderes pue-den ofrecer. ¿Alguien puede creerle a un cuasi-autó-crata, rodeado de autócratas de segundo orden, (en Ru-sia, quiero decir -de este lado de la cortina hay, porsupuesto, bastantes villamelones dispuestos a confiaren él) cuando habla de “democracia” y glasnost (“pu-blicidad” antes que “transparencia”)? No sólo no sepuede encontrar la más leve capacidad de producir al-go nuevo: la hipocresta y el cinismo básicos, caracte-rísticos del régimen desde, por lo menos, Stalin, sólohan tomado una nueva forma.

Incluso hablar del asunto resulta extraño. En un pe-ríodo de la historia mundial en el que las ideas an-dan de capa caída, en el que todos los “valores” estándevaluados -excepto la contradictoria pareja Bienes-tar y Nación-, en el que el marxismo es un cadáverviviente y el liberalismo un esqueleto automatizadoque hace muecas y se aparece en la Bolsa de Valores¿puede uno esperar seriamente que un manojo de eje-cutivos comunistas cree las ideas, los sentimientos ylas pasiones capaces-de sacar del letargo a una socie-dad que ha sufrido lo que Rusia ha tenido que sufrirdurante los últimos ochenta y cinco años? Más preci-samente: ¿cómo y por qué podría modernizarse Rusia,cuando la “modernización” ha entrado en crisis en to-do el mundo, y sólo sigue avanzando donde ya habíaocurrido, en virtud del impulso autónomo adquirido.¿Qué significado podemos darle a la frase “Rusia crea-rá una industria moderna”, cuando países como Fran-cia, Gran Bretaña, incluso Estados Unidos, están su-friendo un enorme proceso de des-industrialización?

Vamos de nuevo a limitar el campo de la discusión

Vuelta 135 28 Febrero de 1988

Page 6: El Interludio de Gorvachov

y a enfocar un problema, supuestamente, más fácil-mente definible: la economía. ¿Cuáles son las ideas?¿Dónde están los planos? ¿Qué hay que hacer para mo-dernizar la economía rusa?

Por mucho tiempo, compañeros de viaje impeniten-tes y otros simpatizantes han estado apuntando ha-cia el “modelo húngaro”. Pero olvidan que 1) El“modelo húngaro” esta ahora totalmente en crisis ensu país de origen, 2) ha sido financiado abundante-mente por Occidente (¿cuál sería la cantidad necesa-ria para financiar el “modelo húngaro” en Rusia? ylos capitalistas, con el debido respeto a Mr. SamuelPisar, ¿estarían dispuestos a lanzar la cuerda?), 3) porencima de todo, la única garantía de que el procesohúngaro no se saldría de las manos eran las divisio-nes rusas en Hungría, y las adicionales inmediata-mente disponibles. No hay duda que el ejército y laKGB serían el último recurso. Pero si el proceso de“reformas” se desarreglara en Rusia -suponiendoque el ejército permanecería totalmente inmune a to-da perturbación- ¿estaría dispuesto a proteger el lu-gar de Gorbachev y su grupo?

Veamos el problema de nuevo. Todas las intencio-nes anunciadas, y las micro-disposiciones cumplidashasta hoy, se proponen introducir en el funcionamien-to de la economía rusa una dosis de “mecanismos demercado”. Debemos ir hasta los principios básicos ypreguntar: independientemente de la retórica actual,y más allá de las concesiones mínimas (como la lega-lización parcial de la economía subterránea) ¿en quéconsistirían estos “mecanismos de mercado” y hastadónde su introducción sería compatible con la estabi-lidad política y social? Discutiré solamente unos po-cos de los muchos puntos que surgen de estaspreguntas.

Para “racionalizar” las empresas industriales ru-sas por medio de “mecanismos de mercado” (es decirpermitiendo a las firmas competir entre sí) se necesi-taría dar a la administración de las firmas el dere-cho de contratar y despedir. Hasta donde sabemos,puede decirse que un enorme proporción de la fuerzade trabajo en la industria rusa es, potencialmente,“redundante”. (Una proporción significativa de lafuerza de trabajo en Occidente también se está con-virtiendo en “redundante” año con año). Incrementarla productividad significa, tautológicamente, obtenerla misma producción total con menos manos. Esto esaún mas dramáticamente cierto hoy, ya que la “mo-dernización” de una planta quiere decir, las más delas veces, automatización -esto es, redundancia ma-siva de la fuerza de trabajo. Supongamos que se im-planta en Rusia una medida de esta naturaleza: secomenzaría a formar un gran ejército de desemplea-dos. ¿Se quedarían callados esperando los efectos be-néficos de las reformas?

Se puede argumentar que los trabajadores desem-pleados se volverían a emplear rápidamente en otrolugar. Esto requeriría equipo adicional. Ahora, es biensabido que la industria rusa se caracteriza por unased de bienes de capital (modernos) y por una redun-dancia de bienes de capital (obsoletos). Lo que signi-fica que los obreros sin acomodo serían recibidos de

nuevo en plantas de equipo obsoleto, y que entoncesdisminuiría, en vez de aumentar como se tiene pre-visto, la productividad total. No quiere decir que noexista un amplio margen para ir disminuyendo los de-sajustes entre el equipo y la fuerza de trabajos. Quie-re decir que sólo se lograría a través de un esfuerzoprolongado y doloroso. Mientras tanto (o si fallara),se podría obtener de los trabajadores un esfuerzo ex-tra por medio de la amenaza del despido y la espe-ranza de una diferenciación salarial creciente-siempre y cuando no hubiera reacciones de su parte.

Segundo: la “racionalización” relativa de la produc-ción rusa y la nueva distribución de los recursos pro-vocarían un trastorno colosal en la estructura de todoel sistema de precios. Esta estructura, desde cualquiermodelo concebible, es un absurdo -hecho repetida-mente reconocido y expuesto por los economistas delrégimen, aun antes de Gorbachev, y recientemente,por Gorbachev mismo. Ya es característico que Gor-bachev se haya limitado a los precios de unos pocosalimentos g. El verdadero problema no está, por su-puesto, en aumentar los precios oficiales del pan y lacarne, incluso de las rentas (estoy dejando a un ladolos posibles efectos sociales y políticos. Cf. Polonia).Está en cuidar que las firmas fijen sus precios de ven-ta y regateen por el precio de sus insumos. Si una me-dida así se tomara de la noche a la mañana, o inclusoen un período de tiempo relativamente corto, sobre-vendría el caos. Pero dada la naturaleza del proble-ma, aunque las medidas fueran puestas en prácticalentamente, sólo se reemplazaría un absurdo sistemade precios por otro. Por supuesto, el Gosplan y los Mi-nisterios “Económicos”, en su tamaño actual, se vol-verían prácticamente superfluos -esto es, habría quedespedir a una gran parte de la burocracia del Esta-do y del Partido. También se induciría un fuerte ajustehacia arriba del nivel de precios -ide qué otra ma-nera se pueden eliminar las colas?- y esto, otra vez,presupone que una gran parte de la población podría,por lo menos a mediano plazo, soportar lo más tupidodel embate de los ajustes de precios que disminuiríasus ya bajos niveles de vida, quedándose callada,mientras medita las virtudes de los “mecanismos demercado” y, posiblemente, estudia a F. Von Hayek,traducido, finalmente, al ruso.

En términos macro-económicos, la traducción detodo esto sería como sigue: durante un período inde-terminado pero ciertamente muy largo, tendría quehaber una vasta redistribución del ingreso y reasig-nación de recursos, que golpearía fuertemente (por eldesempleo y el aumento de precios) a varios estratosde la población trabajadora y acarreando para granparte de la burocracia no-militar la perdida de pri-vilegios económicos, sociales y políticos -más aun,perdida de identidad. Todo esto en un país enteramen-te abrumado, donde no existen reservas (en el senti-do más amplio de la palabra) de ningún tipo y quevive al día. El único márgen disponible, en el papel,sería la reducción del gasto militar (como ya dije, ladetente actual ha recibido un fuerte impulso del de-seo de evitar un incremento en estos gastos). Pero quétan lejos puede ir una reducción como ésta -es decir,

b E L INTERLUDIO DE G O R B A C H E V

Vuelta 135 29 Febrero de 1988

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l C O R N E L I U S C A S T O R I A D I S

hasta dónde puede Corbachev hacer que la sub-socie-dad militar lo acompañe en este camino- y cual seríala diferencia; qué tan rápido, si es el caso, puede unss-20 convertirse en rejas de arado, y un arma diri-gida por láser en maquinaria textil -son preguntasque siguen abiertas. En el recuento, uno puede verotra vez masas de perdedores y apenas algún ganador.

Permitir que las firmas fijen los niveles de empleo,

industria balancear un incremento en los ingresosagrícolas ampliando la oferta de bienes manufactu-rados (el viejo problema de la N.E.P.)? Y, lo que no esmenos importante, ¿podrían tales medidas detener yrevertir -10 que ha sido por años la promesa de laagricultura rusa-la migración de los campesinos alas ciudades?

producción y precios provocaría, como ya dije, el des-mantelamiento de la “planificación central” -es de-cir (porque nunca hobo ninguna “planeación real” enRusia) que se pondría fin a las decisiones centraliza-das sobre la distribución de recursos y, en buena me-dida, sobre los usos de la producción total. Esto daríaalgunos problemas al sub-sector militar separado delresto de la economía (y de la sociedad). Es seguro queel gobierno puede recoger a través de los impuestosel 15% y hasta el 45% del ingreso nacional y gastarloen el ejército. Pero resulta difícilmente concebible quelos militares acepten el desmantelamiento del ampliosector de la producción que controlan y que adoptensonrientes los “mecanismos de mercado”. No es fácilimaginar, bajo estas condiciones hipotéticas, la coe-xistencia pacífica entre los sectores cerrado (militar)y abierto (no militar) de la economía -especialmentesi las fumas no-militares se vuelven capaces de com-petir exitosamente en el mercado con los militares porla mano de obra calificada, la maquinaria y los esca-sos insumos, como tendría que ser el caso si las “re-formas” fueran efectivas.

Antes de seguir adelante, hay que hacer incapié endos salvedades importantes, o el lector sacara la con-clusión errónea de que estoy defendiendo una posiciónde “todo o nada”.

Primero: la casi total improbabilidad de una refor-ma global exitosa no implica que no se puedan tomarmuchas decisiones que tendrían algún efecto. Comome lo ha señalado repetidamente Vassilo Gondicas,el caos y el despilfarro son tan grandes en Rusia quelas disposiciones fragmentarias, de “segundo orden”-con tal de que no sean contradictorias- podrían sig-nificar una diferencia importante. Yo mismo he dis-cutido en Ante Za guerrdO el obvio ejemplo de unaumento de las parcelas “privadas” de los campesi-nos (para señalar que, aunque inofensiva para el sis-tema, tal medida ni siquiera ha sido vislumbrada).

Segundo: la agricultura es seguramente el sectordonde, siendo más grandes los absurdos del sistema,hay mayor oportunidad para cambios importantes.Sin duda, un incremento en la producción agrícoladaría beneficios políticos inmediatos. Además, entretodos las secciones de la burocracia, la agraria es, po-líticamente, la más aprovechable. Sin embargo, lla-ma la atención que, hasta ahora, se hayan tomado sólomedidas muy limitadas en este ámbito (en algunasregiones del país se esta “experimentado” con la ideade permitir que los campesinos tengan un interés per-sonal en incrementar la producción de los koljoses).Uno se pregunta si en el sistema ruso (como opuesto,por ejemplo, al chino) hay algo mas que estrechos márgenes políticos para el cambio. ¿Es concebible el des-mantelamiento de los koljoses, etc.? ¿Podría la

Regreso al problema económico central. Uno puededibujar en un papel -he oído que W. Brus se distraíacon este juego- un esquema de las transformacionesaparentemente consistentes. La propiedad estatal-“propiedad del pueblo”- sería retenida en las“grandes” empresas -que empleen arriba de x nú-mero de gente, capitalicen arriba de Y rublos. Al per-sonal administrativo, incluso a los asalariados, se ledaría una participación de las “ganancias netas”. Los“mecanismos de mercado” se encargarían del resto.Un Banco Central y un Ministerio de Finanzas con-trolarían el equilibrio general de la economía por me-dio de los impuestos y las tasas de interés. VariosBancos de Fomento financiarían proyectos de inver-sión a largo plazo, con la rentabilidad como única (oprincipal) condición. Precios, sueldos y salarios ajus-tarían el mercado de bienes de consumo y trabajo. ElEstado recogería, a.través de los impuestos, el ingre-so necesario para la administración general, los ser-vicios públicos y los gastos militares. Debemosadvertir que la economía necesita, por un largo pe-ríodo de tiempo, ser protegida de la competencia in-ternacional -o sea la única forma de competencia queactualmente conserva algún sentido- y, ya que la eli-minación de los controles económicos destruiría el mo-nopolio estatal del comercio exterior, el esquema debecompletarse con una colosal devaluación del rublo, oun levantamiento de las barreras arancelarias.

Si el economista soñador está completamente nar-cotizado por la “teoría económica” (es decir por la eco-nomía neo-neo-clásica) podría comprobar, por mediode algunos cálculos, que debe existir un camino “fá-cil” y “óptimo” que lleve de aquí para allá, de la Rusiaactual a la de su esquema. De hecho, haciendo abs-tracción de todos los elementos no “económicos” (esdecir de todos los reales), esta situación ficticia sólopodría alcanzarse después de muchos años de alto des-empleo, reducidos ingresos reales para la mayor partede la población y una dislocación geográfica y social.Pero aun la región de los sueños, una vez alcanzada,no tendría nada de idílica. No se ve la razón para que,en tales circunstancias, el desempleo no fluctue entreel 6% (Eu) y el 11 0 12% (CEE), o mas; ni para que elBanco Central ruso y el Ministerio de Finanzas ten-gan mas éxito que sus colegas occidentales en contro-lar la inflación. Una vez más, el mito del mercado y elpredominio de la retórica “liberal” en los últimos diezaños, hace olvidar a la gente que los “mecanismos demercado” -aunque indudablemente mucho menoscostosos que la economía comandada por la burocra-cia- están hechos un lío. Basta echar un vistazo.

Pero la alucinación de nuestro benevolente econo-mista sufre de otro defecto más grave, seguramentefatal: es política y sociológicamente incoherente e in-consistente. No sólo el proceso, tan pronto comenzara

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b EL INTERLUDIO DE GORBACHEV

a materializarse, tendría a casi todo el mundo -lamayor parte de los asalariados y de la burocracia-en su contra. Es imposible vislumbrar en qué tipo desociedad, y en qué tipo de estructura política embo-naría. Esto me lleva al último aspecto de la Gorba-chevchina: los pasos hacia una liberalización culturaly “política”.

En este campo, la situación esta ciertamente cambian-do mientras escribo (mediados de octubre de 1987). Ca-da semana hay noticias sobre medidas deliberalización -y al menos una que la hace retroce-der. Un caso típico: ya no se persigue -o menos queantes- a los editores de zumisdat. Pero el último “nú-mero” del Glasnost de Grigoryant (70 ejemplares) hasido confiscado, y dos personas relacionadas con la edi-ción arrestadas”. El congreso de una Unión de Sin-dicatos votó, hace un año, una resolución aprobandolas “reformas democráticas”, y a Gorbachev mismo,por una mayoría del ...100%. Se permite que algunosactivistas de las nacionalidades se manifiesten -paraser perseguidos inmediatamente después. El 14 de ju-nio de 1987, después de una concentración en Riga pa-ra conmemorar las víctimas de las deportacionesmasivas que siguieron a la anexión de Latvia, en 1941,fueron detenidos once manifestantes12. Podríamos se-guir paginas enteras.

Ciertamente, la mayoría de estos casos expresa laresistencia obstinada del “nivel más bajo” de la bu-rocracia a las medidas de Gorbachev. Pero estas me-didas mismas tienen un alcance muy limitado. Lalibertad de palabra y las posibilidades de publicaciónson siempre monopolizadas por las autoridades. Cual-quier medida que emana de este monopolio es conce-dida ad hoc y regulada por él. Todo el mundo enOccidente discute frenéticamente la posibilidad deque los judíos emigren de Rusia, y lo exigen. Muybien. ¿Pero qué con los rusos mismos? No creo que ha-ga falta decir a los “liberales” de Occidente que el Es-tado ruso es dueño de ciudadanos en cuerpo y alma.“...A pesar de todo proclamamos la libertad para elateniense que lo quiera, una vez que haya hecho laprueba legal para adquirir los derechos ciudadanosy haya conocido los asuntos públicos y a nosotras, lasleyes, de que si no le parecemos bien, tome lo suyoy se vaya adonde quiera. Ninguna de nosotras, las le-yes, lo impide, ni prohibe que, si alguno de vosotrosquiere trasladarse a una colonia, si no le agradamosnosotras y la ciudad o si quiere ir a otra parte y viviren el extranjero, que se marche adonde quiera lleván-dose lo suyo.” Esto es lo que Sócrates evoca de las le-yes atenienses como evidente por sí mismo -y quesigue siendo impensable en la Rusia actua1 13.

Con todo: Gorbachev esta realmente concediendo aalgunas personas un margen de libertad de palabrainconcebible desde los días de Jrushchov. Los únicosdispuestos y capaces de aprovecharla, hasta ahora,son una fracción de la intelliguentsiu moscovita. Y es-te es el único grupo que se ha beneficiado indiscuti-blemente de las medidas de Gorbachev. Es gente queciertamente lo “respalda”, y les gustaría verlo ir “maslejos”. Pero debemos señalar, primero, que esto no

parece tener mucho eco fuera de Moscú; en las pro-vincias, el miedo a las autoridades locales debe serel más intenso. Y segundo, que ya hay una “oposi-ción” conservadora que se manifiesta verbalmente.En el último encuentro de Ogonyok en el teatro Ok-tiabr, una parte significativa del público estuvo pro-testando e insultando a los “liberales” en nombre dela gloriosa tradición del Partido 14..

Vale la pena comentar tres cosas al respecto.Una parte de la intelliguentsia se beneficia de las

reformas y, con independencia de cualquier “benefi-cio”, está dispuesta a apoyarlas. ¿Qué tanta fuerzareal podría prestar a las medidas de Gorbachev? Esuna ventaja. Pero también es un riesgo. En el corto omediano plazo, no hay mucho en lo que esta gentepueda ayudar para la ejecución de las reformas. Bas-tante hacen con irritar y agitar a la parte del estu-blishment que se opone a Gorbachev (cf. las repetidasadvertencias de Lijachev), y con darles armas y ar-gumentos. Todo indica que no van a encontrar, porel momento, una respuesta en el grueso de la pobla-ción. Y si la obtienen, será una conquista de doble tilo.

Efectivamente, hasta ahora, la población permanececallada. El desinterés por todo lo que se refiere a la vi-da pública y el individualismo de los jóvenes son bienconocidos, y regularmente denunciados y deploradospor la prensa oficial. Obreros y campesinos tampocoparecen estar muy interesados en Gorbachev. Sin du-da, la amarga experiencia les ha enseñado que no sepuede confiar en las cabezas del Partido. Sin dudatambién, el sainete que son las arengas en favor de lademocracia, viniendo de un hombre investido de pode-res casi dictatoriales por una oligarquía cerrada y quesólo puede ser removido por esa misma oligarquía, lesrecuerda que la hipocresía sigue ahí y alienta en ellosla sospecha de que cualquier semilla de “cambio” enel movimiento de Gorbachev está podrida antes de serplantada. Pero ademas, ¿qué pasaría si por todo el pa-ís la gente comenzara a exigir auténtica libertad depalabra? ¿Si, en algún lugar, los obreros y empleadosintentaran establecer un sindicato independiente? ¿silos ciudadanos trataran de organizarse políticamente,incluso de manera disfrazada -“comités por corres-pondencia”,“ sociedades de amigos”, o “círculos Her-zen”? ¿Si grupos de todas las nacionalidades someti-das -bálticos, ucranianos, caucásicos, musulmanesasiáticos- comenzaran a formular abiertamente susdemandas de autonomía, extensión de derechos, des-centralización, autonomía, gobierno local -o indepen-dencia? La apatía generalizada de la población (perono de los activistas nacionales no-rusos) es la mayorgarantía para Gorbachev de que todo esto no sucede-rá, una apatía multiplicada por la certeza de que nadade lo que está pasando es irreversible, y por el miedo auna reacción. Pero es precisamente esta apatía, si losintentos de reforma van a tener algo más que unosdébiles efectos, lo que debe ser superado. Como dijeantes, aquí está el meollo de la antinomia interna dela empresa de Gorbachev.

Comenzaré la discusión del tercer punto con un co-mentario aparentemente desligado. Todo parece indi-car que la glasnost es también un arma de Gorbachev

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contra sus enemigos políticos dentro de la burocracia-contra los conservadores. Pero en este caso, más queen ningún otro, Gorbachev parece estar bajo la ilu-sión de que se puede iniciar una “búsqueda de la ver-dad”, y detenerla o controlarla a voluntad. ¿Seríaposible, bajo el régimen actual, comenzar a discutirla verdadera historia rusa de los últimos setenta años?¿Debemos preguntarnos si Stalin asesinó a treinta,en vez de veinte o sesenta millones de personas o, másbien, cómo y por qué pudo Stalin desplegar tanto po-der, y qué diablos estaba haciendo el Partido “Comu-nista” en este período? ¿Y la historia se detiene conStalin, o debemos temer que algún historiador chifla-do nos salga con Kronstadt, Makhno, el terror contramencheviques y socialrevolucionarios a partir de 1918,los acontecimientos de 1920 a 1923 en la región delCaúcaso? ¿Y qué con el pacto Hitler-Stalin, qué conla invasión a Checoslovaquia en 1968, etcétera, etcé-tera? *Por qué están nuestras divisiones en Afganis-tán? ¿Y si los economistas y los sociólogos comenzarana hablar de distribución del ingreso, grupos y clasessociales? ¿Se permitiría que un filósofo escribiera queMaterialismo y empiriocriticismo es simplemente unatontería? Esta última es una pregunta etérea y real-mente carece de interés. Pero he aquí que el camara-da Gorbachev declara en Praga: ningún partidodetenta el monopolio de la verdad. ¿De veras? Enton-ces ¿por qué no muchos partidos diferentes?

Otra vez, las posibilidades de la situación son pro-fundamente inciertas. Hoy, la mayoría de la poblaciónno daría un kopek por aprender si el terror comenzócon Stalin o con Lenin. Pero no se puede despreciarla virulencia de estas ideas -sobre todo si comienzana circular en un periodo de tensiones y crecientes di-ficultades materiales. El camarada Lijachev tiene, consus advertencias, un buen punto a su favor.

Esta reflexión es, por un lado, particularmente re-levante en relación con las distintas nacionalidadesdentro de la “URSS” y, por el otro, en relación con lospaises satélites de Europa Oriental. ¿Para qué la “re-forma”? ¿qué puede hacer con respecto a las minoríasnacionales sometidas al Imperio? ¿Cómo podrían con-ciliarse la glasnost y la libertad de expresión con loscrecientes deseos de autonomía de muchas de éstas?¿Cual seria la reacción del ejército si bálticos, ucra-nianos, caucásicos, musulmanes asiáticos, comenza-ran clamar por un estado legal distinto al de hoy? EnEuropa Oriental -donde el caótico impacto de la Gor-bachevchina es ya evidente- el panorama es aun mássombrío. La “oposición”, en estos países, ya esta usan-do intensamente la voz de Gorbachev para enfrentar-se a sus partidos comunistas. De hecho, es la únicaregión del Imperio donde la retórica de Gorbachev esamplifIcada por la resonancia social, y por razones ob-vias. Un elemento de tensión adicional en este caso esque los intentos de “liberalizar” la Comecon parecencalculados para extraer ventajas .económicas adicio-nales de estos países. La gran variedad de circunstan-cias nacionales (desde Rumania, en un extremo, hastaHungría y Polonia, en el otro) impide un juicio gene-ral sobre la situación y sus perspectivas futuras. Decualquier modo, se trata de la zona donde el impacto

de las “reformas” rusas corre el mayor peligro de pro-vocar una desestabilización -por lo tanto, en antici-pación a ello, quizá de limitar estrictamente el procesode “liberalización” en Rusia. En segundo lugar, losmilitares rusos no están. ciertamente. disnuestos a ne-gociar la presencia de sus divisiones en Polonia, Ale-mania Oriental, Checoslovaquia y Hungría (tampocolos partidos comunistas “nacionales” de los paísesmencionados. poniendo a Rumania aparte). Así. losriesgos de la Gorbachevchina provocan una crecien-te discrepancia de entre Gorbachev y los puntos devista de los Grandes Jefes rusos.

Las preguntas que he discutido hasta ahora -y quedeberían plantearse insistentemente a todo aquel quehable de las reformas de Gorbachev- son muy senci-llas. ¿Quién las ejecutaría? ¿qué haría exactamente?¿cómo? ¿apoyado en quién? ¿con qué consecuencias pa-ra la sociedad rusa, para las nacionalidades domina-das, para Europa Oriental.

He dejado para el final el aspecto estrictamente polí-tico, del que hablaré brevemente. Cualquiera que seael alcance del deshielo cultural y de las “reformas”económicas, la dimensión política es sencillamente ig-norada en toda la retórica sobre “restructuración” v“reconstrucción”. En realidad, nada está cambiandoy nada se supone que cambie: la misma gente (en es-te nivel, no nos interesa el juego de las sillas de laoligarquía dominante), los mismos órganos, las mis-mas instituciones, todos tienen la obligación de ac-tuar, en lo sucesivo, “democráticamente”. El poderabsoluto del establishment y, dentro del establishment,de una minúscula oligarquía no sólo permanece ina-movible: se da por sentado, y por sentado para siem-pre. Sería muy difícil ver a la oligarquía gobernantedespojarse de buena gana y pacíficamente de su poderabsoluto, consintiendo la creación de organizacionespolíticas independientes e incluso la aparición de “ten-dencias” (fracciones permitidas legalmente) dentrodel Partido. Gorbachev ha tomado la precaución deadvertir que el marxismo-leninismo marca el lími-te de la giasnost. En su neolengua, marxismo-leni-nismo” significa el monopolio político del poder en ma-nos del Partido y la organización “centralizada” delPartido mismo15.

En este caso el éxito, incluso parcial, de la “refor-ma”, engendraría ademas nuevas contradicciones. Suefecto sería que algunos grupos importantes -perso-nal administrativo y tecnocientífico, trabajadores cali-ficados, parte del campesinado y de la intelliguentsia-alcanzarían una existencia social visible, verían ele-varse su poder económico, su bienestar y su lugar enla sociedad, al tiempo que se les privaría de cualquierposibilidad de expresión política. En ausencia de ins-tituciones y de costumbres democráticas, esto exigi-ría no una disminución sino un aumento del poder dela cúpula -a menos que todo el edificio comenzaraa derrumbarse.

El verdadero problema está en un nivel mas profun-do. Es el problema de lo que Max Weber ha llama-do legitimación del poder político, y que yo llamo,en un sentido más amplio, la significación social

C OR N E L I US C AS TO R I A D I S

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imaginaria que mantiene a unida una sociedad. Elcontenido manifiesto de todo esto, en el período de Sta-lin, incluía un quinto de ideología, un quinto de as-censo social, y tres quintos de terror y represión. BajoBrezhnev, la mezcla cambió: un quinto de represión,un quinto de nacionalismo, y tres quintos de apatíay cinismo. Fue, por su puesto, una experiencia histó-rica totalmente nueva: ¿cuánto tiempo puede seguirfuncionando una sociedad dominada por el cinismo yla apatía? (Para los occidentales: de te fabula nurrutur,también). La empresa de Gorbachev intensifica el caosy la confusión existente. Elimina, potencialmente, loque quedaba de ideología “comunista” -incluso co-mo código de lenguaje para la burocracia. Tiende adestruir el mito de la historia del Partido Comunis-ta. Amenaza con deshacer (si se permite que la “libe-ralización” cultural tome su camino) el mito de lahistoria rusa misma -la historia de Rusia despuésde 1917. Las heridas causadas por todo esto serán tanprofundas como las que dejó el nazismo en los alema-nes -aunque de naturaleza distinta. ¿Quiénes somos?Somos la nación que, de diez siglos de historia, sóloha gozado cinco cortos meses (de febrero a octubre de1917) de una poca de libertad. Y lo que se ofrece aho-ra es mas que incoherente. Creemos en los mecanis-mos de mercado; ¿por qué entonces somos“socialistas”? Creemos en la “democracia”; ¿por quéentonces la dictadura de un pequeño grupo? Si la ideacentral va a ser Enrichissez-vous (enriquézcanse), ylos medios declarados para alcanzar tal objetivo se-rán los mismos que los de norteamericanos, japone-ses, y europeos; entonces ¿por qué llamar al paísUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas? Es prác-ticamente imposible vislumbrar un complejo de sig-nificaciones que cohesionen al país, animen lasinstituciones y las actividades del pueblo, y “legiti-men” su régimen político.

Podemos advertir que, desde este punto de vista, elproblema en Occidente no es muy distinto. Es cierto.Pero las sociedades occidentales están ellas mismaspasando por una crisis histórica -y en su caso, ladespolitización y la apatía están “respaldadas” porel nivel de vida y el consumismo que de éste sederiva1 6. Y aquí, uno puede imaginar, teóricamente,un paso sumamente estrecho para el programa deGorbachev: si las reformas provocaran algunos resul-tados rápidos e importantes o si la gente permanecie-ra tranquila, habría alguna oportunidad para elrégimen de transformar la apatía de la subsistenciaen la apatía adquisitiva.

Esta en la mitología occidental que cada país alcan-zará, tarde o temprano, el maravilloso estado “natu-ral” de economía de “mercado” mas instituciones“liberales”. Para sus apologistas, esta etapa parecetan natural que podría y debería ser alcanzada decualquier modo, no importa el camino emprendido-por ejemplo a través de las “reformas“ desde arri-ba. El único elemento de realidad en este mito es quela historia occidental ha desplegado, desde hace sigloshasta hoy, una influencia sin precedente en todo elglobo -10 que para nada significa, sin embargo, que elmodelo occidental haya sido adoptado en otras partes;

E L INTERLUDIO DE G O R B A C H E V

al contrario, los lugares donde impera representanuna pequeña minoría de la población mundial. Comodije antes, la influencia occidental en la Rusia de hoyes enorme, como lo es en cualquier otra parte del mun-do, pero no es la influencia del Occidente de 1776 y1798, de 1848 y 1871, de 1936 y 1968. Es el Occidente delos artefactos y los aparatos, de la vida cómoda y elafán de privacía, de estrellas de rock y políticos dela T.V. Con ún poco de suerte, Gorbachev podría lle-var a Rusia hacia un débil equivalente de una socie-dad de la T.V. bajo un régimen absolutista.

También es posible, incluso probable, que el grupode Gorbachev pueda, por algún tiempo, seguir unsendero “Neo-N.E.P” -legalizando más o menos laeconomía “paralela”, aflojando el control del Estadosobre los campesinos, eliminando algunos de los ab-surdos más encandalosos de la economía, “libera-lizando” la información y la cultura. La China dehoy ha demostrado que tales acomodos son perfec-tamente compatibles con el poder absoluto del Esta-do -aunque las condiciones para un proceso similarson mucho más adversas en Rusia. Se podrían provo-car algunos cambios verdaderos en los niveles de pro-ducción y en las condiciones generales de calidad devida. Sería muy bueno mientras durara. Pero un pro-ceso de esta naturaleza no se puede sostener por mu-cho tiempo sin desestabilizar las condiciones mismasque lo hacen posible.

La idea de la “reforma” es introducir cambios sus-tanciales en el sistema para hacerlo más funcional(“modernizado”), mientras su escencia se conserva in-tacta. ¿Cuál es la esencia del sistema? Ciertamenteno la “ideología comunista”. Es.10 que mantiene uni-dos a los grupos dominantes, los mecanismos socia-les e institucionales mediante los cuales estos gruposconservan su poder y canalizan los recursos de la so-ciedad (la mayor parte de los “excedentes”) hacia suspropios “fines”. Y ¿cuáles son estos “fines”, más alláde la auto-conservación y la auto-preservación de es-tos grupos? Acumular fuerzas con miras a una expan-sión hacia el exterior: o Rusia como una potenciamundial. Cualquier cosa que pudiera poner en pe-ligro la consecución de este objetivo, o sus condi-ciones, desencadenaría diversos mecanismos que ha-rían regresar al sistema a una nueva variante desus viejos modos.

Más allá del horizonte del corto plazo, sólo piedover tres posibles resultados:

-0 el grupo de Gorbachev sigue adelante con refor-mas más sustanciales -y, en algún momento, miem-bros de la clase gobernante reaccionan y destituyena Gorbachev y a sus partidarios.

-0 son forzados gradualmente, por las reaccionesde la burocracia y la cruda realidad (frase de Lenin)a diluir, más y más, sus “reformas”.

-0, finalmente, en alguna etapa, una ruptura, unacrisis estalla; las fuerzas sociales se liberan y todo elpueblo entra en escena. La intervención abierta delejército es casi segura. Más allá de este punto, ya noes razonable ninguna discusión.

Nueva York, 24 de abril-París 14 de octubre de 1987

Vuelta 135 33 Febrero de 1988

Page 11: El Interludio de Gorvachov

? C O R N E L I U S C A S T O R I A D I S

POST-SCBIPTUM. El discurso de Gorbachev del 2 de en la historia de los últimos sesenta años. Este ab-noviembre me parece confirmar ampliamente algu- surdo insostenible no puede sino contribuir a hacernas de las ideas principales del texto. Dignas de aten- aún más agudas las contradicciones de la Gorbachev-ción son, en particular sus innumerables patrañas china subrayadas antes. -Escucho precisamente ensobre el periodo Lenin-Stalin-Jruschov, y la insis- este momento por la radio (once de la noche, once detencia (inevitable) en exonerar lo mismo al PCUS que noviembre) que el jefe turbulento de la organizacióna la naturaleza del régimen de toda responsabilidad de Moscú, Eltsin, ha sido destituido de sus puestos.

Las principales ideas de este texto han sido pre- de Nueva York. El presente trabajo se ha ampliadosentadas en un coloquio sobre “Cambios en Rusia considerablemente y, por supuesto, se han tomado eny Europa Oriental”, organizado por la New School for cuenta los acontecimientos más recientes.Social Research, el 24 de abril de 1987 en la ciudad

NOTAS

’ “The Social Regime of Rusia”, 1977, ahora reimpreso en mi Do-maines de l’homme - Les Carrefours du laberynthe II, París, LeSeuil, 1986, pp. 174-200. Una traducción (muy pobre) de estetexto apareció en Telos, Num. 38, Invierno 78-79, pp. 32-47.La cita puede buscarse en las paginas 186 y 38 respectivamente.

2 He venido desarrollando este punto de vista desde 1946 a travésde numerosos textos, de los cuales, los más importantes están apa-reciendo en lengua inglesa en mis Social and Political Writings,University of Minnesota Presa, (en preparación). Hay un resu-men condensado en “The Social Regime of Rusia”.

3 Ver mi libro Devant la guerre Paris, Fayard, 1981. La escenciadel argumento, que no voy a repetir aquí, se puede encontrar eningIés en “The Destinies of TotaIitarianism” en Sabnagundi Num.60, primavera-verano 1983, pp. 107-122 y en una traducción(muy mala) del primer capitulo de Devant la guerre “Facing theWar en Telos, Num. 46, invierno 1980-1981, pp. 43-61.

4 Devant Ia guerre, op. cit., p. 216.5 Ibidem., pp. 160.6 E.N. Luttwak, “Le navalisme dans la politique de défense du

Président Reagan” en Strotégic Navale et dissuasion, Paris. Edi-tions du C.N.R.S., 1985. Michel Howard, de la Universidad deOxford: “Una gran parte de la capacidad militar norteamerica-na es improcedente para las necesidades de su política”. Unter-national Herald Tribune, en lo sucesivo citado como IHT, 9 deoctubre de 1987). También esta citado un “senior French policymaker” en el mismo articulo de IHT: “Loa E.U. y la Unión So-viética tienen en común industrias militares de alto rendimien-to que funcionan en economías problematicas”. El rearmenorteamericano impulsado por Reagan ha sido, en buena medi-da, no sólo una fanfarronería estratégica, sino también econcó-mica (y la IDE es su clímax).

7 El buen León Davidovich tema perfectamente claro todo esto. Apesar de un intento de disociarse del historiador “liberal” Miliu-kov (que había cometido el imperdonable pecado de escribir “enRusia no son las clases las que hacen al Estado, es el Estado elque hace las clases”), las primeras cincuenta paginas de 1905muestran que las ciudades y la burguesía (distinto a comercian-tes) eran en Rusia estructuras administrativas ad hos erigidaspor la acción gubernamental, y que a mediados del siglo XIX laúnica fuerza detrás de la poca industrialización existente era laconfrontación militar con otros países europeos tecnológicamen-te más avanzados.

8 Se necesitarfa también que el salario de los trabajadores contra-tados en estas circunstancias estuviera por abajo del normal -oque las firmas que los contraten acepten disminuir sus ganan-cias, totalmente al contrario de lo que se supone es el espíritude la “reforma”. En un artículo de uno de los “teóricos” más im-portantes del movimiento de Corbachev, Nicolai Schmelyov, pu-blicado en Novy mir (se pueden encontrar extractos importantesen los principales diarios norteamericanos del 3 de julio, y eneI IHT del 4-5 de julio de 1987) se puede leer una solemne reha-bilitación y glorificación del “afán de lucro”, parecida a las mastorpes declaraciones de los neo-liberales occidentales, en las queno se puede encontrar ni la más mínima mención del funciona-miento actual de los mecanismos de “lucro” en precios, empleo,

medio ambiente, propiedad pública, etc.9. Discurso en Murmansk del 1 de octubre; en IHT, 3 de octubre,

pp. l-3. También es característico que en ese mismo discursoCorbachov aludió a una compensación al incremento proyecta-do en los precios (controlados por el Estado) de los alimentosen la forma de mayores servicios educativos y de salud -es de-cir, del Estado-; servicios dependientes de y manejados buro-cráticamente por él. Ni siquiera pasa por la mente de estosnuevos y entusiastas adeptos de la “filosofía de mercado” queesta “compensación” puede tomar otras formas, permitiendo alos consumidores decidir en qué quieren gastar su dinero. Ob-viamente, un aumento de los precios de los alimentos acompa-ñado por un incremento en los “servicios públicos”, comoeducación y salud, disminuiría el ingreso disponible de la po- blación, y por lo tanto, la demanda de bienes manufacturados.

10 Op. cit., pp. 156-158.ll No es un accidente que el tiraje confiscado hablara de las mi-

norías nacionales en la “URSS’.12 Le Monde, 5-6 de julio de 1987.13 Platón, Critón, 51 d-e. Vale la pena hacer notar que, en 1935,

todo el establishment británico (físicos, abogados y políticos) diopor sentado que el gobierno ruso podía retener en el momentoen que se le antojara a cualquiera de sus ciudadanos, cuandolas autoridades rusas, sin cumplir con sus promesas retuvie-ron a Peter Kapitxia contra su voluntad durante uno de sus via-jes regulares a Cambridge a Moscú. Ver Lawrence Badash,Kapitza, Rutheford and Kremlin, Yale University Press, 1985.Vaya una “reabsorción” del individuo por el “Estado” en la polisdemocrática griega.

14 IHT, octubre 2, 1987. La reunión se llevó a cabo el 30 de sep-tiembre, en un teatro lleno. Las preguntas al podio siempre fue-ron formuladas a través de hojas de papel, sin que nadie, porsu puesto, se atreverla a pararse y hablar. Y el escritoranti-antisemita, Vosnessensky, perdió la calma cuando se hi-cieron algunas preguntas sobre antisemitismo. Parece que na-die preguntó sobre el papel que desempeña el Partido -o lalegitimidad de Corbachev mismo.

15 El último discurso de Corbachov en Leningrado (13 de octubre.Le Monde, octubre 15 de 1987, p.4) corrobora ampliamente es-to. Entre los renovados ataques contra la difundida inercia dela burocracia, Corbachev declaró: “Debemos desplegar un es-fuerzo sin precedentes para mobilizar todas las fuerzas innova-doras. Esto es algo que sólo nuestro partido, nuestro partidomarxista-leninista, puede hacer”.

16 Ver mis textos “Modern Capitalism and Revolution” en Socialand Political Writings, op. cit., y “La crise des sociétés occi-dentales” (1982) versión (mala) en inglés en Teloo, Num. 53Otoño 1982.

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