EL INDIO MEXICANO O AVISOS AL REY FERNANDO VI1 PARA 1.A PACIFICAC16hr DE LA

AMkRICA SEPTENTRIONAL

Por Carlos María DE BUSTAMANTE

Veracruz, 181 7

Lupro mirerescite et polriar oudite peces.

Vracirro

PRIMER.4 PARTE

"La moderación en el gobierno es el úriico apoyo de las posesiones separadas."

La carga de la independencia solamente se hace insoportable a los hombres cuando va unida con el peso de la miseria y de la opresión. Las colonias Romanas tratadas con aquel espíritu de moderación que habían inspirado el interés y la política en el Senado, lejos de aborre- cerla se gloriaban de una dependencia que constituía su gloria y su seguridad. Su condición era envidiada aun de aquellas ciudades que incorporadas con Roma y bajo el importante nombre de Municipios habían juntado todas sus prerrogativas a ciudadanos Romanos con la consenación de sus usos particulares, de sus cultos y de sus leles.

AL REY

Seríor:

El regreso de V.M. al trono de sus padres me ha liecho creer que formado en la escuela de la adversidad y la experiencia por un duro cautiverio, había venido a tomar las riendas cle la administracibn ani- mado de los mismos deseos de hacer felices los pueblos que, aunque distantes del solio, lloraron vuestras desgracias, os ofrecieron sus hijos, franquearon sus tesoros, y habrían tomado gustosos vuestras cadenas y

El subrayado es del autor

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exhalado su último suspiro a trueque de ver a V.M. libre y levantado de su corazón el peso de tan infausta pesadumbre.

Por tanto ofrezco gustosisimo a V.M. estos apuntamientos que he formado, para que aquietada la Nación Americana (de que tengo la dicha de ser hijo) de la sangrienta revolución que la aflije, pueda V.M. por la ejecuciún de ellas restituir la Paz de que carece.

Dios guarde a V.M. muchos años, Plaza de Veracruz agosto l v de 1817.

Señor a los RRs. PP. de V.M. Su humilde súbdito.

Lic. Carlos María de Bustamante

No es mi ánimo hacer del legislador en el siglo de la filosofia; esta antorcha ha iluminado los tronos, enseñado a los reyes sus obligaciones, y a los pueblos sus derechos. Yo veo abrasarse el mundo hermoso de Colón, y devastarse por una guerra cruel y ominosa entre hermanos; no me puedo mantener en esta lid de espectador pasivo y tranquilo; conozco sus causas y procuro aplicar los remedios que pueden sanar los males. Estos son antiguos, inveterados y quizás incurables; hallo defectos en el gobierno y presento el medio de remediarlos; los encuentro en la legis- lación y presto gustoso mi pluma para apuntar unas reformas Útiles que concilien los ánimos, desarmen el despotismo, aseguren la libertad indi- vidual del ciudadano, corrijan los crímenes, quiten la arbitrariedad y proporcionen la paz suspirada. Lector mío, disimulad mis yerros a true- que de la sinceridad de mis deseos. Esta obrilla se ha formado en el tumulto estrepitoso de una revolución en que he tenido que batallar conmigo mismo para colocar en algún orden mis ideas.

Vale.

Necesidad de un Censor de Leyes de Indias, protector de las tierras

Éste será un magistrado que consulte al Rey la necesidad de revocar, renovar o modificar leyes, que necesiten alguna de estas cosas.

Cada 20 años, o lo menos cada doce, concurrirán a México los Dipu- tados de cada intendencia, los más sabios, a representar los reglamentos

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que en sus provincias deberán hacer para la mejor administración de justicia, comercio y economia política.

En ninguna parte es más necesaria la reforma de la jurisprudencia que en Indias, pues ademjs de estar muy complicada y de ser inciertas las penas y muchísimas arbitrarias, la población es heterogénea, com- puesta de muchas clases de gentes que tienen mayor o menor civilización, con absoluta imposibilidad de adquirirla; y asi la pena que se le puede aplicar a u n mulato, no se le puede aplicar sin grave injusticia a un Indio, pues aquél tiene la ilustración de que éste miserable carece; ¿cómo se ha de castigar del mismo modo el crimen nefando en un Indio pastor que en un ciudadano?

El Censor será un Magistrado Público y el órgano por donde se di- rigirán al Rey las representaciones de los pueblos sobre legislaci6n.

Éste inspeccionará todos los Reglamentos de educación en los colegios de ambos sexos y dirigirá a la Junta de Gobierno sus observaciones sobre ellos; en el concepto de que todos necesitan de reformas graves.

Él sistemará las leyes del modo más natural y sencillo, y procurará evitar su multiplicación que hasta aquí ha sido causa de su inobservan- cia y es tanta como los caracteres chinescos, que no basta la vida de un hombre para saber de Gstas con perfección.

Cuando las Audiencias de América traten algún auto acordado oirán el voto del Censor y con su aprobación, se pasará a la Junta de Gobierno y ésta lo hará publicar por ley suplementaria, hasta la aprobación del Rey que le darri toda la firmeza en lo sucesivo.

Las Audiencias y Salas del Crimen no podrán publicar en lo sucesivo como hasta ahora ninguna ley, pues estos tribunales son meros ejecu- tores de la legislación y no legisladores cuyas funciones han ejercido hasta aquí indebidamente.

El Primer Reglamento que el Censor deberá formar es el de las actua- ciones criminales para uniformarlas y simplificarlas de una manera que sea compatible con la libertad civil, y cuide las arbitrariedades y capri- chos que se notan en la instrucción de los procesos y advirtiendo que estos están defectuosos e ilegales pedirá su reposiciún y hará que el tribunal a quien corresponde castigue la infracción de la ley o de la prác- tica en el Magistrado que hubiese faltado a ella; seguirá el Plan de Intendentes cuya ordenara no puede dejar de variar en las Provincias por mil circunstancias; por ejemplo, el artículo 12 sólo puede hablar con la de Oaxaca, donde se conocen los Repartimictitos de los Subdelegados, en lo demás es inútil. En el dia hay articulo que ha sufrido tres refor- mas por otras tantas reales órdenes.

Un Censor no tendrá autoridad ninguna por sí, sus providencias las ha r i ejecutar por los tribunales a quienes corresponda efectuar sus disposiciones censorias; pero todos lo respetarán y atenderán como a uno de los principales ministros de las leyes, y jamás ni por ningún pretexto

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dejarán de ejecutar sus providencias, viniendo por el canal de la Junta de Gobierno.

Durará el espacio de cinco años en el servicio de este empleo, y fina- lizado este tiempo se eligirá por suerte otro, precisamente de los que forman la Junta de Gobierno y la plaza vacante de éste se reemplazará luego por el segundo nombrado que existirá en la Provincia.

El Censor revisará las obras que traten de imprimirse; su decreto de aprobación será bastante, y ni el Virrey como presidente de la Junta de Gobierno ni ningún otro tribunal podrá impedir ni recoger las obras puhlicadas, pues el Censor será únicamente responsable de su censura al Rey.

Finalizando el espacio de cinco años el Censor se retirará a su Provin- cia y no podrá obtener empleo ninguno sino hasta pasados tres; entonces podrá colocársele en una Audiencia, en una Intendencia de Provincia o Canonjía, si abrazare la carrera eclesiástica.

Cuando la Junta de Gobierno no quisiere aprobar algún reglamento o hacer efectiva alguna orden del Censor, dará cuenta al Rey y S. M. oirá las razones del Censor y de la Junta para determinar con total co- nocimiento de causa.

Cuando se mande por el Rey ejecutar alguna ley, antes de pasarse a la vista de los Fiscales de la Audiencia, se dará a la del Censor y unien- dose éste con aquellos ministros platicarán sobre ella y si encontrasen algunas dificultades graves que oponerle, pedirán se suspenda su publi- cación hasta que S. M. les haya oído y así lo ejecutará la Junta de Gobierno; pero si los Fiscales pidiesen el cumplimeinto resistiendose a ello el Censor, se le dará cumplimiento, más los Fiscales quedarán responsables de las resultas.

Las sesiones sobre el examen de las nuevas leyes se tendrán en la casa del Censor, procurando terminar las dudas que ocurran a la posible brevedad. El pedimento del cúmplase se firmará por todos.

El Censor podrá nombrar por Tenientes suyos a los sujetos que me- rezcan su confianza para que revisen Ias obras que se presenten para su impresibn, los cuales con 61 firmarán la censura si gustasen. Tendrán titulo que 61 les conferirá, pues serán amovibles a su voluntad. En las capitales de Provincia habrá dos Censores subalternoc, con cuyo visto bueno podrán imprimir todas las obras que aprobaren, pero serán de- pendientes del Censor de las leyes y nada harán sin su expresa aproba- ción, por la responsabilidad que será común tanto a éste como a aquéllos.

El Censor de las leyes, el Rector de la Universidad y un Ministro de gobierno visitarán dos veces lo menos al año, en la capital de México todas las casas de estudio y pupilages de educación, incluso los conventos y escuelas de primeras letras, y averiguarán su verdadero estado de adelantamiento. La visita no se hará como hasta aquí de mera ceremo- nia, sino que se extenderá hasta ver el alimento. vestuario y trato inte-

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rior que reciben los niños; y si hallaren defectos que corregir las en- mendarán, o harán cerrar dichas casas para que se confíen a los hom- bres de mayor probidad y sabiduría. La visita arreglará el mejor metodo de enseñanza. La misma asistiri todos los anos a distribuir los premios de estilo a todos los colegios, en los [lías inmediatos a vacaciones, indu- yendose los que están confiados a los Padres Jesuitas.

Cada 20 años se procurará reformar el plan de enseñanza por la vi- sita, prefiriendo los mejores autores que Iiayan publicado algunas obras selectas, y procurará uniformar el plan de enseñanza en todos los co- legios para evitar desazones de escuela que pasan a odios interminables entre personas, familias y corporaciones, y terminan en daño grave del Estado.

La visita aumentará las cátedras en los colegios y no en la Universidad, según le parezca; pero cuidará de que los catedráticos estén bien dota- dos y que el que menos goce el salario de 1,500 pesos anuales.

El Censor deberá salirse de la Capital, a visitar y arreglar los cole- gios del Reino, sin que ninguno pueda resistirse a la visita por pre- texto ni privilegio, pues tiene la superintendencia de todos y dará cuenta de lo que meditase hacer en ellos a la Junta de Gobierno, para que auxilie sus providencias. En su ausencia de la Capital entrará a suplir sus veces un Vocal de la Junta de Gobierno o el que esta quiera nombrar, si fuesen muchas las atenciones que no pueda separar a ninguno de sus miembros. Si en las visitas hallase defectos que corregir lo hará simplemente sin figura de juicio; mas si la parte a quien corrija se sintiese agraviada, se representará a la Junta de Gobierno.

El Censor examinará el estado de las rentas y su inversiún, y pro- pondrá medios a la Junta para aumentarlas, mejorar los edificios de enseñanza, aumentar su librería y engrosar la dotación de los profe- sores.

El Censor tendrá el sueldo de 6,000 pesos anuales, por las costas que tendrá que hacer los viajes de visita, tratamiento de señoría de palabra y por escrito, y tanto en la Real Audiencia como en las funciones de tabla se colocará al lado del Regente; no podrri ser eclesiástico, ni reelecto sino hasta que haya pasado el término prefinido.

Aunque el Colegio Teórico Práctico de Medicina y Cirujia de México deberá depender inmediatamente del Protomedicato, seri visitado por el Censor siempre que le parezca, como los demás establecimientos cien- tíficos.

De la junta de gobierno

La Junta de Gobierno de México se compondrá del Virrey y de otros cinco individuos nombrados por las provincias en la capital de las Intendencias del Reino.

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Este empleo se servirá por espacio de cuatro años y finalizado este tiempo el vocal no podrá obtener ningún otro empleo público hasta pasados tres aiios, quedando entre tanto reducido a la clase de un ciudadano privado; mas para que pueda ser reelecto vocal de Gobierno deberán pasar cinco años.

El Virrey será presidente de esta Junta y nada relativo a Gobierno podrá determinar por sí solo, siempre necesitará asociarse lo menos con dos vocales que firmarán con 61 las Providencias y decretos, aun en los expedientes menos importantes.

Todos los vocales serán letrados y seculares precisamente, por lo que quedan suprimidas las plazas de asesor general del Virreinato y asesor del Juzgado de Naturales. Ellos responderán a Dios y al Rey de sus decretos que siempre deberán fundar en derecho los actos defi- nitivos, o en las sentencias interlocutorias que tuviesen fuerza de de- finitivas.

El Virrey hará despacho diariamente con dos vocales lo menos por espacio de tres horas, y si fuese necesario que se reúnan los cinco por la gravedad del negocio todos asistirán a votar.

El Virrey no podrá delegar en ninguno su asistencia, sino por enfer- medad u otro justo motivo.

Si ocurriesen muchos negocios que despachar podrán dividirse en dos salas para el más pronto despacho; pero ningún decreto podrá ex- pedirse sin la firma del Virrey y del secretario del oficio respectivo a que toque el expediente, y el que se expidiese sin este requisito podrá desobedecerse impunemente.

El Virrey no podrá hacer la guerra a ninguna provincia, n i tratar con los que en ella se conmovieren, sino de acuerdo con la Junta que entenderá en todas las actuaciones y corresponderá y oirá las quejas de los agraviados.

La Junta no podrá ser privada de sus funciones más que por decreto del Rey; pero no por el de ninguna otra corporación, ni aun por el de un Visitador General del Reino.

Si ocurriese que el trono del Monarca vacase por alguna inesperada contingencia, como la de Bayona o por minoridad del Príncipe here- dero, sin nombramiento de tutor o Regente de la Monarquía, la Junta con el Virrey continuará gobernando a nombre del Monarca legitimo que de derecho deba subir al trono, y si este fuese dudoso hasta que la Nación congregada en Cortes y con asistencia a ella de Diputados Americanos determine lo que deba hacer, y no la audiencia ni otra corporación.

Cuando en los asuntos contenciosos apelare alguna parte de una Providencia de la Junta para la Real Audiencia, si la sentencia se hu- biese pronunciado por toda la Junta en pleno, calificari el grado la Audiencia, pero si 5610 hubiesen rotado dos o tres de la Junta la ca-

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lificacibn se hari por los que estuviesen expeditos para votar a decidir esta duda. La Junta evitará cuidadosamente mesclarse en asuntos de Justicia para evitar desazones y competencias odiosas.

Quedan suprimidos los Reales Acuerdos con quienes consultaban antiguamente los virreyes, pues las dudas que tuviesen habrán de con- sultarlas con la Junta, que será responsable ante el Rey de sus dic- támenes.

Cuando en asuntos militares tuviese el Virrey alguna duda, si qui- siese podrá consultar con la Junta, o con la Junta de Guerra que podrá nomhr;ir, u obrará por si romo le parezca, pues por si deberi responder.

En las Juntas de Real Hacienda de propios y arbitrios y otras en que tenían voto los Regentes y Oidores de Cano, no lo tendrán más que los vocales de la Junta de Gobierno; pero si asistirin a las sesiones los Fiscales, y por enfermedad de éstos los Agentes que hubiesen des- pachado los expedientes para impedir su retraso.

Los asuntos de mayor cuantía deberán sen~enciarse por toda la Jun- ta o la mayor parte, se entenderá de mayor cuantía todo lo que pase de 8,000 pesos de v;ilor.

Si un asunto hubiese sido terminado por dos sentencias conformes [le toda conformidad en lo esencial a sabei-: por la Intendencia de donde se apeló y después confirm6 la Junta de Gobierno, n o podri suplicarse; pero si en lo esencial de la scnteiicia difirieren estos tribu- nales, se admitirá cl recurso de súplica por los S. S. Vocales de Gobierno que no hubiesen votado en la segunda instancia; y confirmándose en este grado no poclri stiplicarsc a l Consejo <le Indias si no es por el recurso de irzjtisticia nutoria precetliendo la fianza legal. Si por haber votado toda la Junta no hiibiese ningún vocal expedito para senten- cias en el grado de súplica, el Virrey llamará a l Regente con dos oido- res y con ellos liará tribunal; lo mismo ejecutará cuando faltase algún vocal con qué completar el número de tres.

La revisión de las causas del Tribunal de Acordada se hará por la Junta de Gobierrio.

La misma conoccri en todos los asuntos del Real Patroiiato en que antes conocia por si sólo el Virrey.

El Virrey jamis se tendrd por impedido para conocer en todas estas instancias diversas, pues su presencia y firma pone el sello a la ejecu- ci6n de los decretos.

La Junta no podrá desterrar a ningún ciudadano ni para lo interior del Keirio ni para ~~ltranrar, ni n ningzcfzn faitiilia, si no procede una rigurosa audiencia a semejante determinación. Por tanto queda clero- rada la Ley 61, Titulo 3''. Libro 3? de Indias que autorizaba a los Virreyes a que desterrasen a los ciudadanos con tal que remitieran al Consejo de Indias el proceso que para hacerlo habían instruido a los expulsados; pues el lanzamiento de los díscolos deberi ser públicamente

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precedido de una sentencia formal apelada a la Real Sala del Crimen y confirmada por este tribunal.

Las providencias reservadisimas llamadas de alto gobierno deberán estar secretas mientras se formaliza la sumaria, concluida ésta serán publicadas porque inquietan a los ciudadanos.

La Junta no podrá quitar a ningún tribunal superior o inferior del reino el conocimiento de ninguna causa, ni avocárselo por ningún título ni pretexto, pues a todos los deberá dejar usar del todo el lleno de sus facultades cifrando en éste su mayor satisfacción; pero si sucediese que el Tribunal de Minería o Consulados del reino procediesen con escandalosa transgresión de las leyes, en atropellamiento de algún ciu- dadano, pedirá el proceso y uivis videndir dentro del tercer día pre- cisamente, si es posible antes, hará que se arreglen a ellos devolvien- doselo para su continuación y más pronta conclusión, castigando ejem- plarmente con una fuerte multa al que hubiese traspasado la ley y turbado el orden público. Si el que ocurriese lo hiciese con temeridad e injusticia será castigado tambiku con una multa.

El Virrey deberá conformarse con lo que opine la mayor parte de la Junta; si discordase de ella pondrá su voto en el secreto; y si persistiese en llevar adelante su opinidn la Junta, despues de habersele represen- tado hasta tres veces cederá protestando contra ella y dará cuenta a S. M., pero de modo que el público no entienda esta discordancia n i que existe desaveniencia. Por lo mismo conviene que se guarden entre sí la mayor armonía y decoro horrnándose recíprocamente y procuren hacer lo mismo con las demás corporaciones.

La distribucibn de empleos cuya previsión tocase al Gobierno se hará por la Junta atendiendo al merito de los candidatos y nada deberán estos al favor, so pena de que los justamente quejosos se les indemni- zará por el Virrey y Vocales de los perjuicios que les irrogasen. Todos los empleos, sean de la clase que fueren, se concederán la mitad a los criollos americanos, blancos o indios y la otra mitad a los españoles europeos, en lo que se guardará la más escrupulosa exactitud; y hallán- dose en igual grado de merito la suerte decidirá.

Si se probase malversaci6n o infidelidad con dos testigos lo menos o documentos fehacientes respecto de algún vocal, pero de modo que de estas atestaciones resulte una certeza moral de que es reo. procederá el Virrey con otros dos de ellos y dos Oidores a instruirle la sumaria tratán- dolo con el mayor decoro posible; con otros Ministros pronunciará sen- tencia y dejándole a salvo su derecho de apelar y suplicar, dará cuenta a S. M. con testimonio integro de la causa por la vía reservada, abstenién- dose de ejecutar la sentencia salvo que sea de muerte y corra peligro de vida en su demora, cuya ejecución será pública pues se prohibe toda privada. Si algún Oidor o Alcalde del Crimen delinquiese se procederá del mismo modo, es decir, por la Junta con dos Oidores y si el Virrey fal-

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tase entonces se reunieran la Sala con el Acuerdo del Gobierno, e instmida la causa l i m a estado de sentencia darán cuenta con ella y con la per- sona del 1-eo a S. M., con la correspondieiite seguridad y precaución conveniente, siicediendo al Virrey en el mando el Presidente de Guada- lajara y en su defecto el jefe más antigiio, salvo que se lialle dentro de la capital o en el reino el jefe nombrado en la cédula llamada de Mortoja, que sólo deberá abrirse por la Junta d e Gobierno y se le en- trará prontamente en posesióri del mandri. Si tardase en llegar, el Regente de la Audiencia suplirá su ausencia.

El juramento que deberá11 prestar los vocales de la Junta será igual al (le los Virreyes, mas éstos habrin de recibirselos en el Salón de Corte y no el Real Acuerdo.

El qiie prestasen los Virreyes será del modo que se h;t practicado en la Sala de Acuerdo y por el Regente, pero con la circunslancia de qiie entre los Oidores y Alcaldes deberirn sentarse los Vocales indistinta- mente; los empleados lo prestarin ante el Virrey en unión de la Junta o a lo menos de dos Vocales de ella.

El Virrey se intitulará Presidente de la Real Audiencia y de la Siiprema Junta de Gobierno. En las funciones públicas llevará a la de- recha al vocal más antiguo y a su izquierda ;il Regente de la Audiencia; el resto de la Junta irá incorporado con toda la Audiencia y Alcaldes. Los Vocales vestirán toga como los Oidores y sólo se distinguirán de éstos en que llevarán bastón; tendrán tratamiento de Señoria por escrito y de palabra y reunidos con su Presidente el de Excelencia.

Todo vocal deberá ser residenciado para poder optar otro empleo y cada diez años, o cuando parezca a S. M., lo serán los Oidores, que- dando suspensos de sus empleos hasta tanto se les calificare de buenos jueces y se les permita continuar o sean removidos a otra Audiencia o al Consejo.

La persona de un Vocal <le Gobierno será como la de todo Magis- trado: inviolable. No podrá suspenderse de su empleo sino después de concluida la sumaria sobre infidencia. Si cometiese otros excesos se reservará su juicio para el de residencia y lo mismo se hará con los demás Ma~istrados de provincia a menos de que sean convencidos del crimen depeculado. -

Cuando el Virrey asista a la visita de cárcel le acompafiarán los Vo- cales. los oue nada decidirán sobre las usetensiones de los reos visita- dos ai no es en los de sil conocimiento e inspección, a quienes en nombre del soberano y por el auto de Pascuas liarári toda la gracia compatible con la justicia sin perjuicio de tercero. Podrá suceder que entonces algún reo se qiiejase de que la Junta no le había hecho justicia dete- niéndolo indebidamente en la prisión y en este caso el Oidor semanero instruyéndose simplemente y de plano a verdad sabida, si liallase que tiene razón para implorar su libertad se la concederá en el acto y por

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arriba, sin que el Virrey ni la Junta puedan oponersele pues la visita representa la persona misma del soberano ejerciendo la más preciosa de sus regalías, y en la causa favorable de la libertad debe obedecerse sin replica la decisión que se haga en su obsequio.

La Junta visitará siempre que le parezca los Hospitales, Cárceles, Recogidas, Casas de exp6sitos y todos los establecimientos en que gime la humanidad y clama por remedio. Todo estará sujeto a su más escru- pulosa atención, sin que se pueda alegar contra esto privilegio alguno; examinará asimismo la inversión de caudales de estos establecimientos, pero jamás podrá hacerse visita sin el concurso de dos Vocales lo menos y de un secretario, y el Síndico del Ayuntamiento.

Cuando por alguna extraña ocurrencia fuere necesario hacer alguna imposición de contribuciones, el Virrey unido con la Junta y el Ayun- tamiento de Mexico representado por su Síndico Procurador y el reve- rendo Arzobispo podrá acordarla interinamente dando cuenta al Rey por primera vía.

Si ocurriese el caso de que el Virrey como el Capitán General tenga necesidad de ponerse al frente del ejercito sobre la costa o en otro punto cesará enteramente en el uso de las funciones de Gobierno y se trasladarán todas en su plenitud a la Junta que presidirá el Regente de la Audiencia. El Virrey expedirá sus 6rdenes con total independencia como jefe militar en lo respectivo a su ramo; pero si dichas provideu- cias se mezclasen en su asunto de gobierno la Junta las auxiliará para que sean obedecidas; si las órdenes se dirigieran a las Provincias, el auxilio lo impartirán los Intendentes o sus Tenientes letrados, sin demora y con responsabilidad de ella.

Los objetos principales de atención de la Junta de Gobierno serán: la conservación en paz y justicia de este reino, los mayores adelanta- mientos de la agricultura, artes y comercio, y la adquisición y reparti- ci6n de riquezas en lo interior.

La Junta pedirá a la Real Sala del Crimen y Juzgados de México, cada seis meses, un estado de las causas pendientes para su conclusión y si notare un retrazo perjudicial a las partes hará que se acelere su resolución a cuyo efecto podrá nombrar un Vocal que asista a la Sala a ver hacer relación de ellas las que podrá oír, pero sin mesclarse en la sentencia que el tribunal pronuncie con toda libertad.

Por tanto cuidará del establecimiento de un Monte Pío de Labrado- res, apertura de caminos y su seguridad para las Provincias, estableci- miento de talleres para hilados y tejidos en que puedan ocuparse mu- chísimas familias industriosas, estudiando el modo de quitarles toda clase de trabas y obstáculos que se presenten por parte de la natura- leza, de las leyes y de opiniones absurdas, para cuya consecuencia S. M., le concede las facultades necesarias.

Asimismo podrá publicar un Reglamento de Ley Agraria a fin de

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distribuir las tierras realengas una justa proporción a familias pobres y extranjeras de católicos; principalmente en las costas de Veracruz, Tehuantepec, y Tuxpan, las que adquirirán su propiedad siempre que se les prescriba para facilitar la población.

En la Provincia de Oaxaca fomentará el comercio de grana y añil que casi está paralizado, alentando con preniios y distribución de ho- nores a sus cultiva<lores.

No aplicari con menos conato sus derechos a l fomento de la educa- ción publica casi abandonada, haciendo establecer escuelas de primeras letras en todos los pueblos grandes y de dibujo, y a las que proporcio- nará Iondos de dotación.

Será igualmente objeto de su atención el establecimiento de casas de parto y cunas: salvando así a muchas víctimas de la disolución, contri- buirán a poblar las desiertas provincias del interior y de las californias.

De la elección de los vocales de la junta superior de gobierno

Pasó el tiempo en que los Monarcas viereri, como u n agravio hecho a su dignidad y privilegios, que los Pueblos les secalasen con el dedo los Magistrados en cuyas manos querían colocar el sagrado depósito de las leyes para ser gobernados en justicia.

Los Príncipes de Europa asociando la Filosofía al trono, y escuchando la voz de la razón que les recuerda en el fondo del alma sus derechos y obligaciones sagradas para con sus shbditos, sc complacen cuando examinan su mod; de pensar, y que éste les sirve de guía para el acierto de sus resoluciones. Por eso en los tiempos pasados, aunque eran muy celosos de su autoridad, permitían se fijasen los que ahora llaman Pasqziines y distaban mucho de tenerlos por Libelos infamatorios; ca- lificación que les ha dado indistintamente la turba de Aduladores que jamás dejan de rodear los solios, y que aparentando celar sobre las prerrogativas de los Príncipes, se ocupan tan sólo en hacerlos odiosos cual otro Maquiavelo, ;il par que afectan sostener su5 regalías en toda su extensión propia y peculiar. Anexo a la iiaturaleza de su gobierno Monárquico, es que los Reyes nombren por si los Ministros y Magistra- dos, pero en nada se depende a su Regalía cuando confirman la pro- puesta de los empleados que le hace una Ciámara, un Ayuntamiento o el Pueblo mismo, distribuido para votar en cier~os lugares o en las Parroquias, al modo que lo hace el de Inglaterra; entonces pueden poner el veto o el Placet según las cualidades de los propiiestos, y des- cansar en la elección con tanta mayor confianza, cuanto que saben muy bien que la multitud pocas o muy raras veces se engaña en sus intere- ses. El Príncipe que obra de este modo puede vivir seguro de que su idea alegra a sus súbditos, y de que en ellos tiene unos hijos, unos

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amigos, y unos admiradores prontos a profundir en su obsequio la última gota de sangre que circula en sus corazones.

Convencido yo de esta verdad, no menos que de que el actual Mo- narca desea sinceramente la total pacificación y de que es necesario esta medida para poner trabas a la autoridad ilimitada y odiosa con que hasta aquí han gobernado por sí solos con absoluta independencia los virreyes y Presidentes de las Audiencias de las Americas, me atrevo a proponer el Plan de una Junta de Gobierno; Plan que si en tiempos serenos se habia presentado al Ministerio (aunque bajo de otra forma) y se había desechado, ahora conviene adoptarlo, sin hacerle ninguna variación esencial.

Conozco a fondo los intereses de mi Nación; he estudiado profun- damente sobre ellos; he examinado muy de cerca sus pretensiones; y si por estas circunstancias mi voz merece algún aprecio, espero no sea des- atendida, ni que la libertad hija de la honradez de mi corazón sea glosada por una irrespetuosidad criminal; yo respeto el solio, respeto sus derechos, y amo a mi Nación. Permitaseme que ahogue en este momento una multitud de reflecciones que condeno al silencio: bas- tante se ha reclamado en los días de la libertad de Imprenta contra la rapacidad de altos Magistrados: sus acusaciones han prevenido aun a los Americanos que habían fijado menos la vista sobre ellos; todos los Periódicos los han colmado de invectivas a competencia, y generalizada esta idea, ha hecho indispensable una reforma y modificación de su extraordinario poderío.

Modo d e elegir los diputados de la junta de gobierno de México

Todas las Intendencias del Reino, incluso la de Merida de Yucatán, tendrán derecho a nombrar un vocal Diputado para la Junta de Go- bierno de Mkxico. La elección se hará del modo siguiente: El día do- mingo 19 del mes de septiembre el Intendente de la Provincia, colocado bajo del solio y adornado este con la Imagen del Rey a quien repre- senta en aquel acto sin aparato de tropa, y teniendo a la derecha al Cura de la Parroquia, a la izquierda a un Regidor, y a un lado al Se- cretario del Ayuntamiento, recibirá el voto de todo ciudadano libre de edad de veinte y cinco años en una urna que estará colocada sobre la mesa.

Todo votante dirá allí de viva voz los nombres de los sujetos por quienes vota, para que se asienten sus nombres por el Secretario, en el caso de que no los traiga escritos en una ckdula; esta se echará en la urna. Si los llevase el votante ya escritos se leerán ahí públicamente en voz alta y no se permitirá dar el voto en secreto.

Se admitirán a la elección toda clase de personas, a excepción de 1%

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Regulares del orden religioso, que por estar negados al Mundo n o deben mezclarse en asuntos profanos. No podrá ser electo ningún eclesiástico y el que lo fuere deberá ser nacido y educado en la misma provincia. Un mes antes de la elección se expedirá la convocatoria por el Señor Intendente de la Provincia incluyendo la del Señor Virrey, a todos los subdelegados de ella para que en unión del Cura del lugar la hagan saber a los Indios Intermisarum solemt~is, a fin de que los Indios Go- bernadores concurran por sí a la elección.

Dadas las cuatro de la tarde se terminará precisamente y a presen- cia del público, acto continuo, ha r i saber el Secretario al Pueblo los sujetos que han sacado mayor número de votos. Allí mismo se sortearán, eri el caso de que dos salgan empatados; el que saliese primero tendrá por suplente al segundo y le s~icederá en el empleo toda vez que el pri- mero muriese o se eiiIermase, de modo que no pueda servir el destino. Pero si alguno sacase la pluridad, ése se tendri por electo sin necesidad de sorteo.

Sin pérdida de tiempo se d a r j cuenta a 1;i Junta de Gobierno de México, la cual confirmará al vocal en su nombramiento en nombre del Rey, y si tuviese justas causas para desecharlo confirmará al se- gundo dando cuenta a S. M., por la via reservada. El día primero de Enero tomará, en México, posesión el electo, prestando previamente el juramento de fidelidad al Rey en los términos que se ha dicho en el Reglamento de la Junta de Gobierno.

Las elecciones de Diputado se harán por turno, corriendo éste por todas las Intendencias en el concepto de que sólo deberán ser cinco los Diputados.

Las circunstancias recomendables de éstos serán: fidelidad al Rey, Literatura, y propiedad acreditada.

No podrá ser Diputado el traidor al Rey declarado por sentencia definitiva, y el fallido con dolo.

Cuando fueren muchas las Parroquias como en México, en cada una de ellas se hará del modo referido la elección, y en la Diputación o casa del Ayuntamiento a presencia del Pueblo se procederá al sorteo.

Si ocurriese alguna disputa o duda sobre la legitimi<lad de la elección la decidirá de plano el Intendente, y si la parte oposilora ocuniese a la Junta de Gobierno, la terminará ésta dentro del tercer día, y pasado este se tendrá por legítimamente electo aquél a quien se le disputase el nombramiento.

Si algún vocal muriese durante el tiempo que sirva este destino, suplirá por su defecto el Regidor decano de México, hasta que llegue a la Capital el segundo nombrado. Lo misnio sucederá cuando se hiciere la elección de Censor de las Leyes en uno de los vocales, pues el segundo nombrado vendrá a ocupar el destino del electo.

768 CARLOS M A R f A DE BUSTAMANTE

El turno de las Provincias para la elección de vocales se hará según el orden con que están nominadas estas en la ordenanza de Intendentes.

El sueldo de un vocal será de cinco mil pesos que se pagarán parte de los propios de la Ciudad Capital de su Provincia según sea su recibo, y parte de las Cajas Reales situadas en la misma.

Los vocales serán tratados con el decoro correspondiente; recibirán el tratamiento de Señoría por escrito y de palabra, según se ha dicho en el Reglamento de la Junta de Gobierno, y a su funeral asistirá la Audiencia y el Regente a nombre del Virrey, de primer doliente.

Las elecciones se harán con el correspondiente decoro y esplendor cortándose toda riña e incomodidad que turbe la Paz de un día que debe mirarse como fausto a la Provincia.

Ningún pariente de Diputado dentro del cuarto grado, podrá obtener empleo durante el tiempo de la Diputación de su deudo, salvo que de antemano este colocado.

Medidas para fomentar la agricultura y aumnztar la población del reyno

Prohíbase toda fundación de Mayorazgo o Fideicomiso para lo sucesivo y mándese que los actuales poseedores desde el día de la publicaci6n de esta ley puedan disponer y enajenar sus bienes raíces. La despo- blación del reino es debida en la mayor parte a las inmensas posesiones de los mayorazgos que ni cultivan por si, ni dejan cultivar a otros; por ejemplo, el mayorazgo de San Miguel de Aguayo no sabe lo que posee, ]tan dilatados así son sus campos1

Cuando un colono cultiva un campo y paga puntualmente el canon de su arrendamiento, el señor del campo no se lo podrá quitar para darlo a otro, si no es para sembrarlo de su cuenta del mismo modo que una casa no puede por igual causa hacerse desocupar, sino para que la habite el dueño de ella. El Juez del territorio tratará de evitar que esta ley se eluda con algún fraude, o que el dueño lo cultive aparentemente o a beneficio de la persona a quien quiere arrendar.

Prohíbase al duefio de un fundo rústico hacer suyas las mejoras que en el hagan los colonos, los cuales exigirán su valor del señor del campo a justa tasación, siempre que por el se les pretenda lanzar, pues de este modo, seguro el colono de que se le pagarán, se dedicará a traba- jarlo y mejorarlo como si fuere aquella una propiedad suya; por esta traba los campos se cultivan mal, pues ningún padre de familia quiere trabajar para que un extraño reporte el fruto de sus afanes, sino que pase a sus hijos.

Esta ley tendrá lugar aun cuando los dueños del campo arrendado sean Indios y quieran alegar el privilegio de resritución por la minoridad en que se han considerado, porque debe ceder a beneficio de la agricultura

EL INDIO MEXICANO O AVISOS AL REY FERNANDO I'lI 760

cuya proteccibn refluye principalmente a favor de los pobres indios; lo mismo digo si fuesen comunidades, colradías, o cuerpos privilegiados.

Los arrendamieritos rústicos serán perpetuos sin que pueda alterarse el precio del arrendamiento; pero muerto el colono podrá alterarse con sii hijo o hija legitima y no natural o expósito, a quien podri lanzar del fundo pagándole las mejoras. Esta medida debe tomarse en justa protec- cibn del matrinionio y de la legitima prole que produce.

Si con el hijo del colono no Iiubiese hablado sobre alteración de precio, el duefio del fundo, cuando le pagase el primer canon o pensión <le él despu6s de la muerte del padre, entiéndase que por su silencio quiso prorrogarle la continuación del arrendamiento en los mismos tkrminos que lo tenia su padre, en este concepto no se le permitirá a l duefio que altere la pensión, ni trate de lanzarlo.

Cuando un colono quisiere abandonar un fundo, dará oportuno aviso un ano antes al cliieño de él, para que solicitc arrendamiento nuevo, y si no lo hiciese así, continuará por otro año el arrendamiento pagando la pensión convenida.

Jamás se embargarin a los labradores sus yuntas o aperos de labranza ni aun para el pago de rentas reales; n i se pondrán en depósito judicial, sino que deberán dejiirsele para que con ellos adquiera lo que necesite para el alivio de su familia y pago de la deuda. El juez del territorio velari sobre sus adquisiciones ríisticas al modo de un ecónomo y cuidará de que con ellas satislaga todo o en parte sus crbditos, examinando sus libros del Gobierno de la Finca para impedir fraudes.

El mismo beneficio se dispensari a los dueños de burros o mulas que trafican por los caniinos reales con tal que no pasen de doce y se mantcngaii con ellos; pues es indecible lo útiles que son estos miserables industriosos a la sociedad; ellos se contentan con una liequeíiisima ganan- cia, y se les ve emprender un viaje desde Tehuacári a Veracruz con cuatro o ciiico cargas de cebollas superando los peligros casi evidentes <le los caminos en los dias de la revolución y inirando robar o asesinar a sus comp:iñcros. [Qué hubiera sido (le Vera~:ruz si estos industriosos no hubiesen arrastrado tantas dificultades? Habrían perecido <le hambre sus vecinos; estos son las hormigas industrio~as de la sociedad que merecen alargue su mano el Monarca para socorrerlos. ¡Y qub diri- de los daños que les causan las divisiones militares que acaso encuentra? ¡Me consta que los despojan de sus animales! ¡Qué crueldad condenar tantas familias a la indigeiicia! iO América1 10 dulce y cara Patria mía!, por do quiera que tiendo mi vista no me presentas sino objetos de compasihn y de dolor que Iiacen asomar las ldgrimas a mis ojos. Yo no envidio el poder de los reyes sino por haceros bien y colmaros de bienes que mereces por tus virtudes1 Yo las conozco, las respeto y admiro.

Estas leyes no sólo deben publicarse en las ciudades y villas, sino

770 CARLOS M A R f A DE BUSTAMANTE

que deben leerse inter Misarum Solemnia en todos los pueblos para que se entiendan y aprecien por los labradores, explicándoles los párrocos su letra, espíritu y benéficos deseos del Rey. Yo extendería este favor hacia los que tienen una manada de diez ovejas, porque estos Petrujaleros (sic) son los verdaderos abastecedores de las ciudades, y su concurso proporciona abundancia, como lo hizo Constantino y otros Emperadores * A

Romanos. Laudato ingentia Itera.. . exignum collito decía el benemérito Señor

Jovellanos en-su ley agraria. El fue el enemigo de los grandes propietarios y el amigo tiernísimo

de los pobres colonos. La persecución de los vagos en las capitales ha sido uno de los medios

de que se ha valido la policía para desterrar esa polilla dañina y funesta, pero en vez de corregir el mal lo han aumentado porque destinándolos al servicio de armas se han hecho moles, y holgazanes, inútiles para la sociedad, y precisados a condenarse a la prostitución y al celibato. Los castillos de San Juan de Ulúa y Acapnlco, juntamente con Veracruz, n o son más que unos mataderos funestos de la humanidad donde perecen casi todos los que se condenan a ellos inútilmente, el Gobierno debe condenar a los vagos a servir en las haciendas de campo de las provincias más remotas; a cada hacendado se le deben dar cuatro o seis hombres para que se encarguen de su custodia y los apliquen al trabajo seña- Iándoles el corto sueldo con que se paga un gañán. Difícilmente se huirán estando reducidos a corto número, observados en todos sus movimientos, muy distantes de su suelo natal, bien tratados y con libertad; se sacará de ellos todo el partido posible, se conservará la especie, tomarán amor al trabajo y se auxiliará en gran parte la agricultura, librando a las capitales del peso enorme de mantenerlos con el peligro próximo de que atenten a la seguridad común.

Se repartirá la población que en el día está reducida a las ciudades y villas; desiertos y yermos los campos, cargan de todo el peso del trabajo sobre los miserables indios a quienes se les obliga a i r mal de su agrado por mandamiento de los justicias y a chirrionazos, a cultivar las tierras de los grandes propietarios desatendiendo las suyas propias, de modo que los indios son realmente unos esclavos coniparables con los Ilotas de Esparta, sin que haya en esto exageración. La ejecución de este proyecto demanda un Reglamento sencillo y exequible. Los grandes criminales deberán destinarse a los caminos y puentes de las provincias. pero repito que no a Veracruz. He visto desaparecer cerca de 300 hombres en pocos días en esta fatalísima población, aun en tiempos que llaman sanos, pues aunque no haya epidemia la mutación de clima y mala vida, poco y mal alimento a pretexto de método dietktico y una continua desnudez trabajando en el mar, es bastante para acabar con los hombres más rohustos, a lo que se agrega el dormir a raíz del suelo y ser conti-

nuamente ultrajados prinripalmente si lian sido Insurgentes, pues eii esta palabra se encierra todo lo malo, como rlecia Luitprando del odioso nornhrc de Roiii;iiio: IJuc solo, idr<st, quid ijirid lzrxlirig. quid ípcid vrien- drrcii. inso qzzid quid' viti ostim e.rt comprendens. Sin embargo de esto los prcsirlios <le Vcr;icriir, San Jii:in rle Ulúa y Ac~piili:r> dcl~eri mir;irse como asilos de rle7ner1cia resperto rle los establecidos en hlL:xico durante la rcvolurióri <le Siiii Aiitonio r\ba<!, S;inti:igo 'l~latel~ilc<i y Rlolino de la Pólvora para habrir la zanja ciiaclrada: la iniilil mnjn, y hücer oti.as obras. Allí los rnandoiies son hombres ferocisinios que matan a los miserables a garrot;izos iiripunemente: coi1 la mayor pr<icacida<l los nian- clan a los Iiospitnles iiiolidos o quehra<los los liuesos, y a poco muereii sin que Ii;i).;i qiiien les h;ible p;ilabra, lu que parece inrreíble estando a vista de les Tribunales Siiperiores.

Figúrese r l lector ;i los liombres sumitlos en el agua que en parles les llega hasta la g;!rgant;i (y en invierno se cuaja alguiias veces y se pone en el ter1116iiietro en el pie (le Paris), atados con fuertes cidenas, atas- cados con un lang-o ;~pestosisimo y h i i ino , loriiiado de las inmun~licias y excrementos de la ciurl;icl, al rayo del sol torlo el diü, y <levor;idos arlemis <le miicliisimas sanguijuelas que los debpeda~an y desmay;in ron la sangre quc les chulxan, sin contar con las culebras <le agua que se les enredan y iriuerilcn; y Iie aquí uii fidelísimo y veríladcru retrato de lo qiie asan aquellos ~lesgraciatlos. Ciertamente no fue rnis perioso y duro el caiiriverio de los Israelitas bajo los Faraonei en Egipto. El Iiitenílente <le Mtxicu, L). illniiiicl C;lrtiin.ez del Afozo fue el que <Lisl~uso el peso y núiiiero <le los csl;ibones de 10s grilletes y cadenas: así corifundi6 las auguslas Iiiiicioiici de la M;igis:ratura con la3 de uii vil nrsarz (sic) de g;iler;i. Pín- mi. confieso que iiic cspaiitt I;i primera vez qiie vi conducir al Iiospit~il a unos Iioinl>res diál'aní~s qiie Ileval~an trcs dias de fiebre y <le trabajar cun ella en I;i miij;i. Rluclios cle ellos no sdlo nl) Iiari sido Insiirgentes, pero ni aun los han conocido; tales fueron los Iridios que liaiiari sil Tiarigui, cii Tepecuacuilco. Cii;inilo entró en ;iquel 1:ueblo de iriaiio aririad;i con sii trop:i el Coroiisl Josef Aiitoniri Anclracle; todos fiierim ri>baclos y coriilucidos en cuerda a los r re si dios. iDesilicliad:i huma- riitlad! 1.0 mismo puerlo decir ílc los que sorprendió el ni:iriiio Cnsusolil en r2lf;ix;iyuc:in el doinirigo de ramos de 1812 cuando celel>rabaii su nicrr:i<lo, iiicjor dii-C, ruarido 1;; iglesia celebraba la enti-acla ~>:icilic:i del reilentor (le ~erus;ilerrr. S»l>re esto se sigui0 expediente en el Grbildo sede racaiire de l , l tui<o (;i qiie iiie reiiiito) , ;i iristaiicias del cura Doctor D. ICiisebio Siriche~ Parejii que recl;iiiió t:iinaños atentados y el hoiiiicidio que dentro <le la ifilcsi:~ se cometi6 rlavariilo a iin in<lio <r~i i t r :~ cl l'úl~iito.

Yo <;il<:iilci lo nienws en 6,000 Iioiiibres los que aii~ialiiieritc se extraen de los poblaílos y caliitüles por vagos con ;iplicariíjri a las ari-ii:i.; y presiclios. Semejante número de brazos a l~ l i c~dos a la iigriciiltur;~, ;qué efectos t:in favor:iblei no ~iroducirinn? t\ la vuelta de doce afios no corio-

772 CARLOS AlARfA DE BLISTAMANTE

cerfamos la América de poblada, abundante e industriosa. Legislador soberano: para hacernos felices no necesitas más que la voluntad, decid hdgase y os veréis colmado de bendiciones y riquezas.

Cuando los labradores de América puedan comer un pavo con sus hijos en el día domingo, ser& mas poderoso que el famoso Ciro de Persia, a esto aspiraba en Francia el sabio Enrique IV para dar ley a Europa.

Otro de los medios que me parecen más sencillos para fomentar la agricultura en Amdrica son los Montes Pios de Labradores que quisiera yo ver establecidos en las capitales de Provincia. Este proyecto es dema- siado sencillo y he aquí el modo de realizarlo fácilmente.

Del monte pio de labradores

Los colectores de diezmos de los lugares principales tendrán a su disposición cierto fondo de dinero en reales, semillas y en aperos de labranza. Un labrador necesita, por ejemplo, doscientos pesos de habili- tación para sus siembras: ocurrirá al Colector llevando certificación de justicia asociado del cura del partido en que conste que es dueño en pro- piedad de una o dos caballerías de tierra que pretende sembrar y que sufraga la cantidad que pide de avío: en virtud de este documento se le concederá la habilitación obligándose a pagar en dinero o semillas. concluida que sea la ciega al precio que corra entonces, siendo de su cuenta la traslación de las semillas hasta la puerta de la colecturia y además el medio por ciento o uno de lo que reciba, y no de lo que coseche, a favor del colector por razón de encomienda.

Quedará libre de pagar cuando el año haya sido notoriamente estéril y apenas haya cosechado el valor de la semilla que sembró, pues en este caso el Monte perderá la habilitación. La justificación del quebranto la hará a satisfacción del justicia, del cura y del Colector, el que dará certificación en forma de quedar probada su insolvencia. En el concepto de que sobre él recaerá la responsabilidad de toda omisión.

Los aperos se darin por el costo y se pondrá al margen del recibo del labrador la cantidad porque se le hayan cargado, para que el aviado pueda reclamar en el caso de que baya fraude o engaño; los recibos serán impresos.

Las semillas colectadas se remitirán a la capital de la Provincia para que recibiendose en la Alhóndiga con las formalidades de estilo se forme con ellos un fondo que baste para socorrer las necesidades de un año estéril. Las semillas del aiio anterior, si fuesen en crecida cantidad mayor del que se necesita para el abasto público, podrán venderse al mejor precio y este dinero entrará en la caja del fondo que existirá en las casas del Ayuntamiento de la provincia bajo la inspecciúu del

EL INDIO MEXICANO O AVISOS A L REY FERNANDO 1'11 773

Intendente y los señores Directores del Monte que se eligirán en numero de dos: uno cada año, de los primeros y benemkritos labradores, siendo este empleo de mucho honor. Cada uno de cllos tendrá una llave de la caja del fondo que se mirará como sagrado.

Anualmente se publicará un estado en los periódicos de las capitales <le: los capitales y número de habilitados que han habido, cantidades con que han sido socorridos, existencias de semillas y aperos para satis- facciiin del público y para que si hubiese cabido alguna malversación puedan reclamarla.

Los Directores serán honrados y tendrán lugar en los Ayuntamientos y funciones públicas reputándose "Padres del Pueblo", muy dignos <le obsequio y respeto. Ellos podrin ser reelectos. La elección será el [lía de año nuevo y tendri sufragio en la elección todo labrador dueño lo menos de dos caballerías de tierra; procunrrá hacerse con el posible decoro en honor de la agricultura.

Cuando haya fondos asignará a cada Director mil quinientos pesos anuales de siieldo, para indemnizarlos de lo que dejan de adquirir permanentemente en la Capital separados de la atención de sus labores.

Yo establecería una orden llamada de San Isidro y honraría con una cruz ;rl que tuviese treinta años de labrador, o a l que hubiere hecho algúri descubrimieiito útil a la agricultura, aunqne sea joven.

Los Directores se eiicomendarin de recibir ciientas de los Colectores de diezmos; remitirles las habilitaciones y entender en 1;i aclministrrición del ramo, 1i;iciendo construir los aperos <le la mejor con<lición. Por si no a<lministr;ir,iii justicizi, pcro si ilustrar:ín cori sus conocimie~itos a los señores Iritendentes para que la administren acertadamente.

1 ~ s Cartillas <le I.:ibradores y blemorias que se publirasen para hacer que éste aite se aprciida por principios y se pueda mejorar el beneficio de los niuclios terrenos que parecen estériles por falta de conocimientos geopOnicos, se <lis~i-ibuirin por mano de I;r Dirección.

Ciianclo Cstos cornpraren algiiria cantidad <le fierro para aperos o lo hiciesen traer de Vizcaya se les indultará de todo derecho y gabela.

En la <listribuci<in de habilitacioiies serán preferidos los Indios y los que adem;is de hipotecar la tierra diesen fiador para asegurar el pago de la, liabilitacibn.

Yo espero que esta idea se mejore y rectifique por otro m;ís avisado que yo. Me lisonjeo de que es de ficil ejecuribn y que realizada daría un inipulso inexplirnble a la agricultura, totalmente desronocida en esta América, a excepii6ii de los valles de Toluca, Valsequillo, Celnya, Sala- manca Le6n y parte de las ~,rovinci;is <le Valladolid Cuadalajara y Huamantla.

I Ie oído a algunos decir que en America no puede fomentarse la agricultura porque no liay eul~ortación de frntos. Ciiando haya tanta abiinclancia como la que promete este proyecto en su ejecucihn, veremos

774 CARLOS M A R f A DE DUSTAMANTb;

si liay o no exportación; por ahora ciñámonos a sembrar para que se multipliquen los matrimonios, teniendo presente que todo lo que se dirije a hacer dificil la subsistencia se clirije a disminuir la población, y por el contrario, lo que se encamina a proporcionarla, se encamina también a aumentarla. Los matrinionios produci~in Iiombres útiles y éstos aumen- tarán las riquezas de un pueblo laborioso y comerciante: entonces veremos cosechas, mucho algodOn, vainilla, l i u r~a , café, grana, añil y cacao sin necesidad de ir a comprarlo afuera de este suelo que todo lo produce. Los campos están casi como en los dias de Noe piden brazos y ofrecen devolver con mucha usura lo que se deposite en su seno; apenas se necesita remover pequeíios obst:iculos para que todo se corrija en muy breves [lías.

No exijo del Tesoro Real millones, súlo una mirada benigna del Monarca y como he dicho, un Húpse pero proniinciado con eficacia y amor. Abrance los puertos a todo hombre; comercie libreniente en este suelo todo el que quiera, entonces ~iueslros campos iio se trocarán por unos jardines y verenios que Amaltia esparce con su cuerno benéfico la abundaiicia desde Veracruz liasta Californias. La idea sola de esta prosperidad llena nii cora~ón <le un gozo inexplicable. ;O Rus! Quando ego le aspicinm, qzinndo que licebit?

iDicliosa generación ]>ara la que está reservada la función dulce de unos placeres que no conocieron nuestros ancianos padres!

De la necesidad de rslablece? 74na ley agraria cuyo reglnmerito se folme $or la sociedad econdmica de México

Un hombre sensible no puede internarse a las cliozas de los miserables indios, siii que su corazón se llene <le pesacliimbre. En un triste jacal de zacate vive una o elos familias; desnudos los hijos, y casi desiiucla la mujer moliendo en u11 metate una poca de masa <le maíz con la que va no a alimeiitarse y alimentar a sus hijos, sino a medio rehccionar aquellos cuerpos extenuados y ~iiiserables para que sostengan sus fuerras y puedan sobrellevar aquella infelicidacl y desdiclia con que salen de la cuna para entrar con ella al sepulcro. llodéanle además dos o más perros tan flacos y dehiles que apenas pueden avisar [le la llegada del huésped. El liumo espero que despide el Iogón de la leña del coma1 o Tlecuile Iiace que con1iiiu:rinente lloren los ojos y cl alma este en una incesante tortura. Esta familia miserable trahaja adeinás para pagar el tributo, la misa [le dominica, la pciisii>ri cle cofradías y acaso el arren- damiento del suelo doncle está situado aquel humilde jacalito a iin señor opulento que vive en Mtxico y vaga como un autómata en pos de los placeres, en un coche estrepitoso y dorado.

EI. ISDIO MEXICAXO O AVISOS AI. Iti:Y FiFRiVASDO l'lI 775

Su ;ilimento único es de tortilla. agua, cliile y siil, compranilr> por lo común el maíz a ocho pesos carga.

,l c t o s rni5er:ibles lioj<is y holg:izanec que iio <liriercri ir;il>;>jnr sienclr) así que no hacer1 i i i i s que exli;il;ir el alni:, <:ri Iris cairipi~s por formar sil fortun;~.

Y o nie lie h;illa(lo mucliisinias veces cri estos ;isilos o gu;rriclns tristes de 1;i miseria con cuyos espcticulos no me lie jmdido lasniliarizar: allí l o Iie coiitemplaclo detenidaii~ente, me Iie trasla<llido con la imagina- cibn hasta hffxico, Iie risitaclci las ca*;is de ;iquellos Epiilones * Iiolga- xanes e iiisciisibles a I:i\ voces (le la naturaleza; me he paseado por aqut.!los saloriei que por sus adornos semejan a I r ~ s templos (le las fal5;is (leidades; me he ncorilado de qiie nijs rle cien veces no he podido penetrar has!a don<le estaba el tesorero Piñeiro de la Casa <le la Moneda, sino pisando muy largos trechos sobre barras de plata niezcladas con oro; me he acordado igualmente (le la tesorería general de aquella orgullosa capital y de ciiando me faltaba la vista para ver cn largo rato los millones (le pesos que estaban 1i;rrinados; y 1;1 corril>arai:iiin qiie iiaturalincrite he hecho entre aquella op~ilenci:~ contrastada con tanta miseria, ha preci- pitado mi espíritii en la más espantosa languiclez y abatimiento me~clado de afectos que no sabré explicar.. . ¡Ser externo que penetras hasta los riíiones de los Iio~nbres, yo me atrevo a ponerte por testigo de esta verdad! ¡Genio del compasivo Casas!, (larlme aliento para continuar esta descripción, acompáñame y guíame porque la mano me tiembla, el corazún me palpit;~ extraordinariamente, 10s pies me flnqueaii y mis ojos no pueden conteiier un [lujo de 1ágrim;is.

He caminado muchísimas leguas por bosques floridos, por llanuras espaciosas, por ríos y arroyos encantados; no he visto una planta de iiiaír sembrada ni ninguna otra de las necesarias a la vida. He preguntado: (quién ocupa en estos hermosos lugares? nadie, se me ha respondido. Apenas suelen verse los pastores de Don Francisco. . . A, que retrasladan con la hacienda volante a cuidar las majad;rs de los chivos. rlh, ese caballero es muy rico; mata treinta y cinco o cuarenta mil cabezas anuales. Esto es cierto y el que lo dude que vt:riga a verlo.

(Y los indios?, los nacidos en este suelo, ?por qué viven en tanta estrecliez y miseria?, ¿por qub están reducidos los piieblos ;L 600 varas de tierra por cada coniunidad, eriaza y tepet;itosa la mis de ell;i? ¿Por qué no se les ha de permitir que siembren en los iiimensos campos referidos, y se les ha de perseguir de muerte por los duefios de ellos, cuanclo un borrico o un buey suyo pasta eri sus campos, o les falta una u otra m;izorca de sus milpas? <Porque pasten y engorden los chivos no han de tener donde vivir y sembrar los hombres? ¿Cabe esto en la justici;~ distributivni iPodrian vivir gustosos estos niiser;ibles bajo una

Epulúii: El que come y se regala mucho.

776 CARLOS MARfA DE BUSTAAfANTh'

ferula tan opresiva y tiránica? ¿No es muy natural que traten de tascar el freno de la obediencia cuando se les presenta el momento de romperlo, o ven algún crepúsculo lisonjero que les anuncia el día de una libertad que no gozan no para holgarse en los placeres sino para vivir frugal y modestamente?

Respoudedme los que camináis entre las bayonetas precedidos del terror. Para sojuzgarlos si aún conserváis los principios de una moral sana en vuestros corazones. Decidme, ¿por que no tenéis presente estas observacioiies antes de entrar en esos pueblos tocando el funesto paso de ataque y el espantoso redoble del degúello?

(Cómo véis arder con ojos serenos la choza del indio humilde que para fabricarla ha empapado el suelo con su sudor y con sus lágrimas? jAh, juicio del señorl, juicio terrible, juicio donde el poderoso será juzgado poderosamente, donde se enumeran los cabellos de los hombres, se pesan sus lágrimas y se acaloran los suspiros; jamás te apartes de la memoria de los conquistadores: tu memoria les tenga en un continuo cruciato: jtú eres el bálsamo que cicatriza las profundas heridas de los pueblos1

Augusto Fernando VII, ya que no podeis descender de vuestro solio para examinar por vos mismo estos objetos que conmoverían la sensi- bilidad de vuestra alma, trasladaos siquiera con la imaginación para eontemplarlos. Sea este el punto de vista por donde consideréis estos pueblos agitados y conmovidos durante vuestra ausencia y cautividad, y fijad por 61 la regla de la justicia que en estas circunstancias debeis hacerles. El Dios del cielo los compadece, y si los aflige es para salvarlos y darles una dicha que no gozarán los que los oprimen. Proporcionadles entre tanto, joh señorl, la que esté en la esfera de vuestro poderío, haciendo una justa repartición de las propiedades inmensas. Necesaria es una ley que equilibre la fortuna del poderoso con el humilde, del gran propietario con el miserable colono; si las leyes agrarias fueron e n Roma los medios que proporcionaban su elevación a los aspirantes perniciosos del mando supremo, abora serán aquí las que fijen la segu- ridad y reposo de la masa común de los pueblos; ahí fueron un veneno, mas aquí serán un antídoto; no tema V.M. a los que se lloren defraudados porque los pueblos quejosos unirán sus intereses a la justicia de esta reparticibn hasta abora inútilmente deseada; no tema el resentimiento de esta posición de súbditos que ha perdido su fuerza desde que la otra ha conocido su dignidad y su miseria. Será pues obligatorio de la sociedad protegida del gobierno, nombrar agrimensores que reconoz- can y describan en planos exactisimos las provincias con señalamiento de la extensión de cada hacienda, pueblo y ranchería, e instruidos de lo que cada uno posee y de lo que carece, procedan despues a una distri- bución equitativa.

Los linderos han sido hasta ahora una mina riquísima que ha dado

EL INDIO MEXICANO O AVlSOS A L REY FERNANDO VI1 777

mucho dinero que gastar a los Procuradores y Abogados de México y que dará en lo sucesivo si no se remedia el origen de estos males. Las primeras Mercedes de tierras hechas por los primeros Virreyes, principal- mente, D. Luis de Velazco, señalan los linderos, es verdad, pero ponen unas veces una ceja de piedras, otras un mogote chico, una barranquita, o un arbolito. A vuelta de d i e ~ o más años ya no existen estas señales, porque un viento o un al~iviiin Iia mudado la superficie del terreno.

Y be aqui la disputa entre los Colindantes y el origen de un pleito que cuesta lo que la tierra no vale. Si se ocurre principalmente en el día a los libros de hlercedes éstos están escritos con caracteres góticos ininte- ligibles. En los oficios de gobierno apenas hay dos personas que los entien- dan y manejen; a mi me ha costado el cotejo de una merced antigua y su escritura con caracteres del día, diez pesos, y no tenía dier renglones, he aqui los libros sibilinos cuyas ojeadas enriquecían a sus depositarios; esto pide remedio.

El que yo encuentro es que toda vez que se dé posesibn a alguna persona de alguna hacienda grande y valiosa, se levante un plano de ella e im- prima juntamente con los títulos antiguos, o siquiera el de la actual posesibn: que se manden tres ejemplares al oficio de gobierno o de la audiencia por cuya vía han corrido los autos, para que se archiven; que a cada vecino colindante se le de un ejemplar para que jamás sea excusa- ble en la introducción de limites -que siempre que se desmiembre algún pedato se tome una razbn, y apunte al calce de los títulos impresos de una manera legal y fehaciente tanto en el oIicio de I\l&xico como en el de la Intendencia, al modo que se ejecuta con las escrituras que se cancelan, o en los libros de hipotecas de los ayuntamientos; cuántos pleitos se evitarían para lo sucesivo con este arbitrio! Y que las mojoneras que se pongan sean de cal y canto las cuales se revisen por los subdelega- dos que entren a servir sus empleos en compaiiia de los interesados y hagan reponer las que estuvieran caídas, deterioradas o arrancadas como suelen hacer y es corriente.

De este modo se ahogarán centenares de pleitos funestisimos a la agricultura, porque apenas un pedazo de tierra comienza a hacerse liti- gioso, se toma por providencia que ninguna de las partes lo siembre hasta que se aclare el derecho de propiedad si es dudosa la posesi6n de ario y día, o se cerca para que no entren los ganados a pastar en él; entredicho que resiilt:~ en daño de los pueblos y de la agi-icultura.

Distribuidas de este modo las tierras, a presencia de un protector de Indios para que a estos infelices no se les den las peores, se procederá a distribuir las de la costa a las familias de extranjeros bajo <le un regla- mento que deberá formarse, siendo la primera condición que hasta pa- sados veinte anos ninguno podri vender, enajenar o permutar el pedazo que se les seiiale, so pena de nulidad del contrato.

El reglamento que el Señor Carlos 111 hizo para poblar la Carolina

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con ocho o doce mil Alemanes me parece que podría dar ilustración deseada en la materia; tanto para la distribucidn de tierras, como para el establecimiento de escuelas en que aprendan sus hijos la religión católica A. R., como en fin la lengua española. Protegidos estos colonos o pobladores con los instruinentos precisos de labranza, en las costas por ahora, en breve proporcionarían la abundancia de víveres para fomentar el comercio de ultramar.

La ley 10, tít. 27, lib. 9 de Indias, comenta en ellas el establecimiento de oficiales mecinicos extranjeros, mas no el de comerciantes.

Hasta el día se lia creído que el trigo no debe sembrarse en la costa y que el clima le es dañino; de cinco años a esta parte lo lia comenzado a sembrar Don Antonio Velasco en sus haciendas inmediatas a Cuautla haciéndose superior, con mucho fruto, a esta preocupación: quizi si sobre esto se especulara en la costa se lograrian'abundantes cosechas que proveerían a la Isla de La Habana; el clima de Cuautla es bien caliente aunque menos que Pste. Yo no quiero creer las relaciones que sobre esto me han hecho los flojos y perezosos costeños, que no saben más que vegetar tendidos al sol como lagartos.

Será también propicio de la ilustración, celo y patriotismo de la so- ciedad, velar sobre la conservación del fluido vacuno y cuidar de que en todos los pueblos se estreche a los Indios a vacunar a sus hijos; las viruelas han arrebatado una parte de nuestra población y habrían casi destruido la que quedaba, si la expedición de Balmes costeada por el padre del actual soberano no hubiera evitado los efectos de este mal dañino.

Mucho deben los pueblos a la vigilancia del gobierno en esta parte y al celo de obispos y curas; pero aun hay todavia que vencer algunas preocupaciones en esta parte, los grandes errores necesitan el decurso de los años para desaparecer.

Finalmente será propio de la sociedad arreglar los pesos y medidas del Reino, uniformándolos por los que rijan en la capital, por cuanto se nota una grande variedad de éstas en las provincias, que es muy perjudicial al comercio; no hay provincia que no tenga las suyas, dife- rentes de las demás y esto prueba la poca unión que ha habido hasta aquí entre los miembros que componen el cuerpo polílico. El labrador de Puebla no enconlrará graves obstáculos si trata de introducir semi- llas en Oaxaca, donde las medidas son desconocidas, y los almudes muy pequeños.

La agricultura debe prometerse muchas ventajas en la crianza de ca- ballos, que tanto se ha deteriorado con una guerra de siete años que aún dura. [Ojalá] lleguen a establecerse en las principales minas de este reino las máquinas de vapor comenzadas ya a plantear en el Perú, para el desagüe de las minas ricas de aquellas regiones opulentas. Era

EL IA-DIO ilfEXICAXO O AVISOS AL. RliY FERSASDO 1.11 779

inuclio el riúniero de potros que o morí;in o se inutiliiabari con tan ímprobo trabajo, c indecibles los riesgos a que estaban expuestos lo's peones sicmpre que por desgracia se rnrn~iia un inalac:ire, o revental~a iin c;il;ibrotc (el v r e un barco ~~ecl~ieí io esti rrgulado y d;i la potencia <le vein~e caballos ji int~~s) ; mas de esto liablarcmos con ;~lgu- i i ;~ extcnsiún eii el artículo relativo de sacar la m;iyor canticlad posible de l>l;ita con el menor dníio de la hum:iriid;id -por :~liorri me llaman la atenciún 121s .li-tcs y su fonieiilo en la Aniérira. ;i\li!, esto me Iiace coricebir la esperania de que eri I~reve se extraer;in 10s coiliciaclos mc- tales <le 1;i mina de Moriii en el Rexl dcl I\Ionte, y que t;tnto cliiiero Jia costaclo 21 los accioiiistas la iiiútil ni;íqiiina (le agua que se preteiiclii, 111ante;ir alli para el electo. X'ereinos los tesoros <le las de Pacliiica y Soinbrcrete, aguailas 0 erisolvadas, y alguiiar de Gunnajuato; y sobre todo, veremos aliviada a la Iiumanida<l uii tarito, pues muclios irifclices cllasyt<c~(~do,-~,s ~>crccian metidos en una agu;i (quizi corrosiva) hasta los peclios, y destru<:tora.

Cesari para siempre ese ;trto de ~lespotisnio usado comúnmente en Guanajuato, de hccliar lnzo o hacer leva forzada de inuclios hombres, para bajarlos por fuerza a trabajar a las labores, cuando no se podían vencer sus aguas, para formar, con el riesgo de la villa, no la opulencia y riqueza del Esta<lo, sino cle un ciu<lad;<no ~iarticular que incitaba a la Diputación de Minería a que cometiese aquel acto de violericia, com- parable con el que ejercían los Holandeses para disecar sus lagos, con- tribuyPndoles apenas con cuatro reales (liarios por tan penoso sacrificio.

Pero, 10 buen Dios!, a esta conducta odiosa y criminal hemos visto con la espantosa y cruelisima matanza ejecutada en los Europeos pri- sioneros de Granaditas, y cuya niemoria me estremece; este agravio se ha vengado <le este modo espantoso, y a él, más que a otra cosa, debe atribuirse aquella escena de horror, no menos que al afrentoso tributo de oclio mil pesos anuales con que grabó el X'isitador Gilvez a la plebe de Guairajuato iiriputindole a sedición el (luelo natural que formó cuando vio expatriar a los P. P. Jesuitas qiie eran alli singularmente estimatlos, y por lo que hizo muchas ejecuci«nes <le justicia. El justo reparador de muchos males no debe echar en olvido estas interescintes observaciones, ya que escaparon a la comprensión del general Calleja cuanclo entró tocando a degüello con el ejército <le su mando en fines <le noviembre de 1B10; cuanclo sembró <le c:idáveres desde Valenciana Jiasta S. Roque; cuando levantú horcas en todas sus plazas y minas; ciiaii~lr> derrami, la sangre <le mis de siete n~il 71iclim0s (según la rela- ción impresa de aquel ayuntamiento) y . . . niás hechemos un denso velo, y pidamos por favor al olviclo que ociilte si es posible, hasta la memoria de unos liechos comparables con 1;is matanzas de Sila en los

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infelices Samnitas en un teatro de Roma, aquellas montañas que 61 a sangre fria llamó.. . zrn castigo.

De la necesidad de establecer una sociedad económica de agricultura y artes para fomentos de estos ramos

Nadie duda que el progreso de las ciencias y artes en la Europa es debido inmediatamente al establecimiento de las Sociedades. Ellas son los brazos del Monarca y hacen efectivas sus ideas generosas y como coad- jutoras de su administración pública. Por tanto se hace indispensable su establecimiento en la América, supuesto que se trata de hacerla feliz sólidamente. La Ciudad de Guatemala ha sido la primera en plantear una sociedad en este continente; debióse este establecimiento al celo del sabio americano Dr. Jacobo de Villaurrutia, que tuvo que sufrir indecibles contradicciones y pesadumbres. Apenas se había establecido cuando el favorito del anterior reinado la hizo cesar en sus funciones; pero supieron sus ilustres socios aprovechar de su caída, y recavaron de la Suprema Junta Central el permiso de continuar sus tareas. Es inde- cible el bien que en poquísimos días después de su instalación recibió aquella provincia. En el instante de su nacimiento se plantearon algunas fábricas de tejidos. El Señor Villaurrutia se honraba aún más que con su toga con un vestido de listado hecho en uno de aquellos talleres. Se hizo un famoso reglamento de artesanos, se publicaron varias memorias célebres entre ellas las del Xiquilite o beneficio del Añil, se condujeron algunas plantas exóticas como el Arbol del Pan, y el del Alcanfor y otros que merecen referirse en los fastos de este establecimiento y se hicieron grandes progresos sin costo alguno del Erario; por todas par- tes se veía el influjo benéfico de esta corporación y todos sentían sus efectos.

La Gaceta, el nuevo plan de estudios de aquella Universidad, y otra sociedad bastaron para que Guatemala fijase el estandarte del buen gusto en las Américas, echase las semillas de su prosperidad futura, y se atrajese las miradas de los sabios de Europa. 10 tú, doquiera que estéis amable y virtuoso Villaurrutial Esposo fiel, padre tierra, amigo constante, magistrado sabio e integérrimo, recibe ahora este homenaje de un cariño. Aun cuando tu cara imagen y tu genio bienechor no pre- sidiese en la sala de nuestras juntas, tú estas grabado en el corazón de todos los Americanos con el cincel de la gratitud que ni el tiempo borra, n i la memoria olvida; no pronunciaremos tu nombre sin un suspiro, pero no como el que arranca la de un conquistador maligno, sino la de un héroe de paz y la de un hijo favorito de las virtudes sociales. Quizo México imitarla y plantear la suya, pero ni el gobierno de aquella ciu- dad ni el ministerio de la Corte se lo permitieron.

EL INDIO MEXICANO O AVISOS A L REY FERNANDO rIZ 781

El Marquks de Branciforte cuando pasaba por la Universidad de hféxico manifestaba gran dolor de que exibtiese aquel edificio de las ciencias, pues quería que los Americanos apenas supiesen leer y escribir y que armado cada uno de una biena o de un apurador (instrumento de la Minería) sirnados en las oscuras cavernas de las minas, tan sólo se ocupasen de extraer la plata y el oro cuyas inmensas sumas rohadas por 61, con el escándalo de un Verres en Sicilia, jamás bastaron para saciar su inexplicable sed de cstos metales.

La Habana, la dichos:^ Habana supo lo mismo que Guatemala apr* vccliar el momento, plante6 su sociedad. Lis Memorias que mensual- niente atestiguan de su utilidad y nos hacen desear que ese Cuerpo sea el modelo de imitación de las que se establezcan en bl6xico y Guada- lnjara, sin hacer más novedad en sus reglamentos, que las que conven- gan a las circunstancias diversas de las de aquella Isla. Yo por esta causa no me atreveré más que a indicar una u otra cosa que me parece conveniente para fomentar la agricultura y población de Indios y Cnst:is.

En primer lugar debe tratarse del fomento de los colmenares en Zaca- tlin, inmediaciones de México, Querktaro, Campos de Celaya y Oaxaca. Este país propende tanto a esta produccii>n, como que los Indios de San Agustin Mixtepeque han hecho artículo de comercio la miel que recogen en sus montaiias.

He preferido estos paises por su dulzura y abundancia de flores; muchos [le ellos como la Caiiada de Qiierétaro emulan sin hipérbole el Paraíso de Edén. {Regiones dichosas ciertamente1

En segundo lugar deben cultivarse los olivares. En las inmediaciones de M6xico existe un pueblo llamado Tuyehualco donde se cosecha una aceituna mayor que la Sevillana y Peruana y de mejor gusto que una y otra, principalmente si para curtirse se tiene en agua de los pozos de Mkxico por espacio de tres días, cuidando de remudársela dos veces al día: esta agua es muy salobre, pero propicio para darle ese gusto delicadísimo, así como lo es para aumentar muy rápidamente la grasura a los cerdos.

Dispénsenme estas digresiones: yo escribo para instruir no para agra- dar el oído. En la villa de Tacubaya se cultivan los olivares lo mismo que en Xochimilco, de ambas partes se saca crecida cantidad de muy buen aceite y forma un articulo de comercio. Antes de la revolución se extraían ~iiuchos miles de estacas para el valle de Toluca y la propa- gación de este árbol benéfico se iba haciendo con celeridad. En Celaya tambikn se cultiva la aceituna que es muy grcinde y el aceite de lágrima que allí se extrae es delicado. Aquellas campinas son tan fecundas, que es inútil condimentar la ensalada de lecliuga con aceite, pues de si lo tiene natural: s6lo se necesita tenerla u11 poco de tiempo en agua para que arrojen el ácido agrar.

782 C A R L O S iUAIIIA DE I I U S T A M A N T Z

En tercer lugar deben plantarse las Moreras que demandan poquísi- mo cuidado. El Canónigo de Valladolid, Don Manuel Abad y Queipo, obispo electo de aquella diócesis, procuró liacer un gran plantío, y este hombre ilustrado y uno de los más sabios que lia pisado de España este suelo, habría recogido el fruto de sus afanes, si la revolución y los desasones, que ésta le ha atraído por causas que son bien notorias, no se lo hubieran impedido.

De la distribucidn de las fábricas

Conviene que las fábricas de manufacturas que hayan de establecerse en este Reino no se estanquen en las capitales, sino que se vele por el gobierno que se establezcan en los valles y ciudades cortas, así porque los mantenimientos valen muy poco, como porque se esparce la pobla- ción, no se estanca en Mkxico, circula más el dinero a beneficio de la agricultura y tienen proporción los Indios de acomodarse en ellas, ha- cerse diestros oficiales y tomarle gusto a la sociedad objeto de los cona- tos del soberano.

Bien veo que el móvil de estas especulaciones es el interés iiidividual que cada cual se sitúa donde más cuenta le tiene; que por haber tra- tado los Filipos Austriacos de entender y arreglar los talleres espa- ñoles los desampararon sus fabricantes, emigsaron de la península y su expatriación produjo la casi total ruina de las monarquías en el reino de Carlos 11; pero al gobierno toca remover obstáculos y dejar que cada ciudadano obre con libertad. iOjala y se establecieran los tribunales de apelación en las capitales de las provincias y que ningún negocio fuese a los de Mkxico! Entonces se conocería que la despoblación de las ciudades es debida principalmente a esta causa.

Muy pocos de los que llevan un pleito a México retroceden a sus casas: allí gastan su patrimonio; las diversiones y paseos que propor- ciona la capital y los sanguijuelos de palacio se los chupan vivos, y cuando quieren tornar a su solar ya no tienen ni qué comer; se ocupa de ellos el espíritu de caballería y de Cortes, y miran con seño al tío Antón y al pobre rústico criado porque no tiene sus maneras caballe- rercas.

En México, la cuarta parte de su población es de Mexicanos, los tres restantes son de Payos avecinados allí con motivo de algún pleito; pero de esto hablaremos ciiando haganios algunas observaciones sobre la nece- sidad de reformar los tribunales.

La provincia de Oaxaca aunque es la menos poblada de Españoles es sin embargo la que tiene iina indiada la más culta, la más bien vestida y

1aborios:i. por qué? Porqiie los In<lios viejos llevati a sus Iiijos a la ciudatl. y :in<lnn de puerta eii puerta buscanclo quirn se quiera scr- vir (le cll~is :i <onclici<in de que les liaii <le ensefiar a leer escribir. Al cabo de dos años se los Ilevari ;i sus puclilo, ya van vestidos, con nio- d:iles ile ciii<lacl:inos, depuesta sii rtistici<la<l, eiiseñados mui:li»s con 11rincipios <le rníisic;~ y iio p<icos animados <le iin espíritu mis mercan- til, porque sr lian form;ido en las tieri<l;is <le los comerciantes. A imi- t. .icion : , de istos rjuisie~i yo qiie los jiicces ile los particlos exhoriasen 2, sus li:ibit:riites ;i llevar :i siis Iiijos :i la capital de proviiicia y que cri;idyuv;iseii a \ t i ciiseñanza por uii medio taii sericillo.

Recién conquistarla esta América, el Seiior 1)oii Vasco de Qiiiroga, primer obispo <le Valladolid, distribuyi, los oficios mecáiiicos (le los I~ueblos de sii Di6resis; a unos enseñó a fabricar lo7a como a los (le T~intzuntran, :i otros r:rpütos, ;i otros carpinteros. Y así cs qtic eri los mer- c~<los o tniiilas de coniercio de C,uan:ijuato se ven ir a los de cada pueblo rlc Cstas cciii siis respectivas nianufac~uras y producen en abun- dancia. ;Quién liubiera clicho que en algunos de estos pueblos se fabri- c:irian lo. /.apatos de los sol<l:iclos españoles que 1i:ihríari de pelear 1101 su libertad ioiitra los Fraiiceses en 180!)! I'iies a i i suce(li<i.. .

Taii f:ivorables efectos produce iin genio bien heclior ¡Él siembi-a lnra que la post~eridad más remota recoja siis frutos, y Ilerie de bendi- cioiies! Eii lféxiro se tr;ib;ij:iroii los uniformes para niuctios batalloncs y las iiioiituras de Iris dragoiies que pelearon en Medellin y en Albuer~ . iQu4 de reflexiones tan profund;is no ministran estas an6ccIotas qtie Inreeceii impertinentes para iin genio observ:i(lor! Algo más, los Ameri- canos de Teliuac;in 1i;in ~>elea<lo con los mismos fusiles con que el Lord ~Yellirigtoii eritrh :i I'aris para de s t ron ;~~ a l$»ii;il>artc, traiisportados de los despojos <le siis tropa\, det-rotaclas en las márgenes del hfississiplii.

l 'odo esto nos lince ver con deinostracióii dc l u e r ~ ; ~ ines~imable, 1:is vcritaj:is rlel coincrcio, y la necesidad de fomentarlo para sacar (le este iiiariariti;il de tesoros todas las utilidades posibles.

1)~. 10 $~o l~ l i i i i í i ~~ <lc ln Arri¿,-i<n y w i o r l r ~ <lc ,riirnenlnvln c .11 <-1in:i1(1 u In purle jii-i?lcif)ul de ella que son los indios.

1 1 i t i : i l i u t l t (especie <le tifo coniún c:ii los indios) , las viruelas y cri esios últimos años la fiebre amarilla tr;tnsportada por el Ilatall611 de Zarnr~r:i en 1812, así como las viruelas por u n grumete de Pániilo de Piiirvác~, 1i;in deteriorado en muchisiina parte la raza de los indios. 13 peso to<lr> de la guerra lia caído sobre estos miserables esclavos clc aml~os p:irtidos.

Ellos ban sido el iristrumento ciego de que se han valiclo para cuanto

784 CARLOS M A R f A DE BUSTAMANTE

han necesitado, si fuera cierta la absurda doctrina de Aristóteles de que hay hombres nacidos para la servidumbre, yo diría que estos son los indios. El español oprime al aiollo blanco, uno y otro al mulato y negro, pero todos oprimen al indio y le hechan en cara con procacidad el que haya nacido tal; en Amkrica se vive la vida de los peces en e1 mar, donde el mayor devora al menor.

El indio trabaja para todos, y de todos recibe por recompensa el ultraje iQuk fuera de tal Indias sin Indiosl, decía un sabio oidor de Mkxico.. . pero no todos conocen esta verdad. El Indio sirve de balde al cura, trabaja todo el año para 61, y es un Idiota. Es el instrumento forzado de la granjería y desaforada codicia del Subdelegado que para serlo salió de la vinatería de Mkxico, o de la Cómoda de un Inten- dente, pues estas plazas casi se han destinado para premiar a semejantes criados, y este se sirve del indio como de un macho de carga, y aún es peor su condición, porque a las mulas se les alimenta y a los indios se les niega el sustento, obligándoles a que saquen las tortillas secas de su casa y las traigan en su apenado itacate.

El minero, el labrador, todos adquieren con los indios y no se oye en sus bocas más que invectivas, sarcasmos y declaraciones amargas contra los indios.. . <Qué habkis hecho, joh miserablesl, que de este modo os habéis concitado la cólera del cielo? Yo encuentro en vosotros mil prendas que os envidio: frugales, dóciles, humildes, sencillos, pron- tos a obrar el bien.. . jahl veneremos los arcanos de los cielos entre tanto, porción recomendable y preciosa de la especie humana que yo jamás he visto y contemplado sin derramar lágrimas; recibid este tributo y homenaje de una compasión estbril y miserable de un hombre oscuro y dejad que mi pluma, unikndose con la del virtuoso obispo de Chiapas, trate de bosquejar imperfectamente el cuadro de una felicidad que deseo disfrutkis en dfas más serenos y en tiempo más ilustrados; y que al- canzándoos una parte del manto real que abriga a muchos pueblos bajo de un monarca pío, disfrutkis como miembros de una gran familia de Europa las ventajas que os pueda proporcionar vuestra suerte de colonos.

Es principio, sentado entre los políticos que el grande impulso o estímulo para la población es la sociedad. Rodeado el hombre de ne- canzadoos una parte del manto real que abriga a muchos pueblos bajo jantes y la concurrencia de ellos engendra el amor y la unión de los dos sexos.

La naturaleza y el gobierno parece que se han empeñado en destruir la propagación de los indios, mejor dirk el gobierno, pues la naturaleza de sí procura la conservación de las especies que cría; una multitud de leyes consignadas en el Código de Indias, llenas de antinomias como las de Jiistiuiano y de crasisimos errores en la política, se han empeñado en colocar a estos miserables en la clase de una infancia perpetua: ellas les han dado por tutor a los mismos interesados en servirse de su tra-

E L INDIO MEXICANO O AVISOS A L REY FERNANDO 1/11 785

bajo y mantenerlos en su ignorancia para que no conozcan jam;is sus derechos; otras, después de haber declarado que la América no sufrió una conquista sino una pacificaci611, de cuyo nombre manda que se use prohibiendo el de conquista, les marcaron con el sello afrentoso del tributo anual que es la contrasefia de la rebelión y esclavitud. Otras después de haber mostrado el más vivo deseo de que se civilicen y pulan, les han prohibido habitar en los pueblos juntamente con los espafioles, de cuyo roce sólo les podrían venir alguna cultura; estándoles total- mente prohibida la de los extranjeros.

¡Qué incolierencia de principos, parecen suenos de un delirante! Así es que las leyes a semejanza de las Romanas han estado en contra- dicción recíproca, ya para protegerlos, ya para deprimirlos, resultando por último que los Indios están peor que los I'foscovitas del siglo pasado y qtie nienos necesitan de un Pedro el Grande, qtie se empeñ;i en liacer- les cortar la barba, que de una Catalina que les plantee colegios y sociedades para ilustración, llamindolos después a que por medio de sus diputados concurran a la formación de un nuevo Códiso que les ha de elevar a la clase de los hombres, prol>orcionándoles la libertad civil de que carecen.

Naturalmente he venido a presentar la idea del primer estableci- niiento que [lebe fundarse en cada Capital de Provincia; un Colegio Real y Nacional de Indios, bajo la inmediata protección del Rey, con- fiado al cuidado de los padres jesuitas.

Estos religiosos dotados especialmente del talento de la ensefianza pública, establecieron antes de su expulsión u n Colegio de Indios en &léxico, llamado de San Gregorio; pero a lo que entiendo sólo se les enseñaba a leer, escribir y principios de música, manteniéndolos descal- zos, con ciertas distinciones odiosas a la juventud; haciéndoles entender que eran diferentes (le los niños hijos de españoles, sólo servían para recordarles los días de su conquista y retraerlos del estudio en vez de alentarlos.

La educación ha de hacerse general y uniforme para qüe de ella resulte aquella uniformidad en el modo de pensar y obrar entre todos los niiembros y clases del Estado, que produce la felicidad común. Es necesario exaltar el espíritii de los niños, no al orgullo sino al noble honor que forma los héroes, y de todo son muy capaces los Indios.

Lo mismo sucedió en el Colegio de Santiago Tlatelolco de ML.xico, primer semillero fecundo de sabiduría y piedad Indiana, donde floreció bajo la dirección de los Franciscanos el gran historiador de la conquista, Cliin~alpain, cuya obra aún no está impresa y poseía antes que fueran embargados mis bienecillos y cuanto tenía en México. Finalmente en los Seminarios del Reino han sido todos tan mal tratados que se les llama Sancl~os, por mal nombre. Los que se aplican a la iglesia son pocos, educi~dos en la miseria y estrechez de u n cenobita, hechos Pilguanejos

786 CARLOS M A R f A DE BUSTAdIANTE

de los colegiales blancos y sabiendo apenas unos elementos de moral y mala gramática latina, los dedican a la administración de los sacra- mentos en lo más áspero de la sierra, donde olvidan lo poco que sabían en el Colegio, con una vida penosa y se embrutecen tanto que poco distan del común de sus feligreces.

Las distribuciones de honor concedidas a los Cabildos de Tecpan de San Juan y Santiago de México, sólo sirven para ponerlos en ridiculo y de mogiganga, principalmente cuando se asocian en las funciones de tabla con el Ayuntamiento de la Capital, porque como son muy pobres y no pueden vestir, ni presentarse al nivel de los demás regidores, ni darle la ropa aquel aire señorial y despejado propio del que se ha educado con finura.

Por esta razón no prosperan en las ciencias y apenas tenemos un Obispo Indio en Oaxaca, llamddo Don Nicolás del Puerto, a quien por desgracia le cupo u n personal feísimo, pero fue excelente prelado y muy sabido protector de las ciencias en su Seminario. En México conozco po- cos, pero más de dos estatuarias completas de Santiago y San Jiian, siendo uno de ellos D. Pedro Patiño, sujeto que desempeñaba las obras del artífice esciiltor de cámara Don Manuel Tolsa Valenciano y fue Regi- dor Constitucional, pero k1 se llevaba el nombre, así como el pintor D. Francisco Zapari, que tan sólo disponía y sus Indios ejecutaban. Tam- bien son excelentes en la música, y las orquestas de Tlacolula en la Provincia de Oaxaca, y la de Zumpango en México, podrian tocar en cualquier Opera de Italia. La primera planta de imprenta que se coni- puso en México la formó un Indio; ésta aún existe en la bodega de vinos de Parras del Marqués de San Miguel de Aguayo, frente al Espíritu Santo, la he visto y la recuerdo con aquella sensibilidad y ternura que sólo podia concebir el que sepa lo que es amar a su nación.

Es visto pues que estos hombres no necesitan más que una directa y decidida protección del Rey. Ellos por su parte harán los mayores esfuer~os para progresar en las ciencias cuando vean Canónigos Indios en los coros, Obispos Indios en las catedrales, Oidores Indios en las Aucliencias y Consejos; mientras no sea así permanecerán en la apatia mis vergonzosa, hermana de la esclavitud, dolorosisima a que están condenados sirviendo de ludibrio a t d a s las castas de la AmPrica, pri!i- cipalmente a los negros que los tratan con el mayor vilipendio.

{Pero de dónde, se me preguntará, se han de sacar las crecidas can- ticlades que se necesitan para sostener estos colegios? La respuesta es pronta y sencilla: de los productos de Cajas de Comunidad; así como los seminarios de los obispados de América se sostienen de la pensiún conciliar que pagan los curas. Déseles esa aplicación, que manejados por las económicas manos de los Padres Jesuitas los niños Indios estarán sobrados de todo. Estoy seguro de que no los malversarán.

Si las cantidades de pesos que de otras cajas se sacaron para fomentar

EL INDIO MEXICANO O AVISOS A L REY FERNANDO VII 787

el Banco Nacional de San Carlos, y otras muchas que se dicen quebró Caharras, se hubieran aplicado a l fomento de la juventud Indiana, el Estado habria recibido mucho provecho; {fuerte dolor1 El Indio paga medio real de Hospital y medio de Ministros, y si se enferma es tratado como perro, y si litiga, es desatendido pagando con su sudor jueces que lo juzguen y méclicos que lo curen.. . 10 Homines ad sewiliurn nati! decia Tiberio respecto de los Romanos envilecidos a sus pies. (Y no podré decir lo mismo respecto de los Indios?

Los reyes de España se han mostrado conipasivos con ellos, no han faltado Ministros (aunque pocos) que los hayan favorecido; en nuestros tiempos se hizo enterrar uno de ellos en el cimpo Santo de SLI hospital, pero esta fue una humildad fastuosa aunque acompaiiada con un legado a favor de ellos, mejor le habria estado no haber incendiado con sus opiniones este hermoso suelo y con su autoridad, precipitándolo a la discordia y guerra que ha destruido esta pobre Nación, y de que él fue una de las principales causas. Las Inditas doncellas son la liumildacl y moclestia personificadas se roban el corazón del que las mira. Son ade- más compasivas, benéficas y dotadas de aquella virtud que perpetua al Imperio de sus atractivos, decia bien un filósofo que en los bosques de la Florida y Virginia y aún en las mismas florestas del Canadá se puede amar por toda la vida lo que se amó por la primera vez, es decir la inocencia y la virtud. Que no dejan jamás perecer enteramente la bellezn.

El Señor Palafox los amó tan cordialmente que además de formar la apología de su nacionalidad (que fue problemática hasta en la Corte de Roma), solía decir: ". . . Que una de las seiiales de predestin3do para el cielo en América debía ser amar a los Iiidios." De hecho ellos son amabilísimos e inocentes y el que los aborrece es más que fiera. Para la guerra han mostrado en la revolución mucho valor y disposición para mandar. Ellos tomaron a Guanajuato, primera acción muy san- grienta en que se derramó la sangre americana; ellos ganaron las terri- bles batallas de Zacoalco y la Barca junto a Guadalajara, la de Puerto Carrozas junto a Querktaro; la de Zitácuaro y muchas otras. Un Vic- toriano Maldonado junto a Tlapa derrotan<lo a Paris, nienos por ia fuerza que por 1ü astucia, haciéndole creer que eran cañones unas gran- des bombas reventadas en una cañada; u n Casimiro Gómez en Ixmi- quilpan, u n Serafín Olaste en las inmediaciones de Papantla y Costa del Norte, y sobre todo los valienes Indios de la Laguna de Chapala que en quince ataques que recibieron destruyeron casi todas las fuerzas de la Provincia de Guadalajara, darán un doloroso y entero testimonio dc esta verdad importante que no debo ocultar al Rey y se harán lugar en los fastos militares. Prometase pues mucho S.M. de estos hombres bien dirigidos. a la felicidad del Estado.

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Las Cortes Generales de Cádiz o sea la Junta Cetral, les quitaron con mucha justicia el afrentoso tributo que pagaron por cerca de tres siglos. Si esta gracia se les hubiera concedido en otro tiempo se habría cogido con ella todo el fruto de su gratitud; pero se les hizo publicar cuando el Reino estaba muy conmovido y lo miraron como un agasajo que se les hacía por temor y contribuyó a aumentar en muchos la inso- lencia.

El Señor Virrey Venegas mostró muchas energías para desechos hasta con palabrotas obscenas los capítulos de acomodamiento de la Junta de Zitácuaro que hizo quemar por manos del verdugo en la Plaza de Mé- xico; tan imprudente fue el primero como el segundo extremo, si hubie- ra tomado u n termino medio quizás se habría economizado mucha sangre . . . est modus in rebus, pero este modus se ha desconocido en estos tiempos.

Los colegios de Indios no deben colocarse o fundarse en la Capital de México por ser un país demasiado caro y por que la juventud se distrae y corrompe más fácilmente; es indispensable un Colegio en Mérida, Yucatán, porque allí hay una indiada numerosa no menos que en Oaxaca. El gobierno debe alentar a los caciques principales de los pue- blos a que mander a sus hijos, estos inspirarán amor y confianza al resto de los indios y abrazarán con gusto más ideas, pero no por eso desprc- ciará a los demás pobres y Macehuales. En los Colegios de Niñas edu- cadas y conservatorios, la tercera parte deberá ser de niñas indias, y el gobierno les acudid con el dinero del pasaje. Ambos sexos tendrán la puerta abierta para los honores y empleos en todos los conventos y corporaciones,, pues aunque la magnificencia del rey no se las ha negado, empero lo Iian hecho los superiores, habiendo sido necesario que el Señor Bucareli, Virrey de México, compeliese a cierto guardián de aquella ciudad a que diese el hábito de novicio a cierto pretendiente indio. Aun- que yo no diré que el legitimo titulo de adquisición de los Reyes Católi- cos de las Américas se las dé la famosa Bula del Sumo Pontificic Ale- xandro 69 que comienza inter gotera divina majestati beneplacita. Sí dire que puesto que ocurrieron a S.S., conformándose con sus disposiciones están obligados a cumplir con ellos en conciencia.

Hortamus (dice a los Reyes de España y Portugal) vos quam plu- rimum im Domino, et per sacri lauacri susceocionem, qua mandatis apostolicis obligati estis, et per uicera misericordis Domini N.J.C. attente requisimus, est cum expeditionem huiresmodi omninosequi et assumere proba mente orthodoxes fidei selo intendatis, populos in huiresmodi insulis et terris de gentes ad cristianam religionem sus- cipiendam inducere uelitk, et debeatis, nec pesicula, nec labores 0110

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unquam tempore vos deterreant, firma spe, fiduciaque conceptts, quod Dcus omnipotens conatus uestros felicites prosequetur.

El qiie prorroga jurisdicción a un juez se bomete a su mandato. El iriayor castigo del Rey Católico no negará que Su Majestad ha

corrcspoiidido a los deseos de la silla apostólica como lo manifiestan los establecimientos piadosos y Misiones fundad;is en lo interior hasta lo último de 12s Calilornias. Deseamos que sean restituidos a los P.P. Jesui- tas y qiie este ciierpo tonie todo aquel antiguo brillo y esplendor de que es muy digno a beneficio del Estado, y de que no ha podido defraudarlo la liorrerida y derecha tempestad que le suscitó la malicia de sus enr- iiiigos que rodearon y sorprendieron los tronos de Europa. Con tan buenos obreros la mies se miiltiplicará y el nonibre de Jesús será adorado hasta en el último ángulo del niundo Iiernioso de Colón.

De las mcdiiias pnru fon?ciilnr 10s (irtcs C I L A117<ricn

Kcducidas las Americas hasta aquí a la clase de co!onias, sólo se ha fijado la atención del gobierno en extraer de ellas todo e1 oro y plata posible plra la ;Lle~rópoli; prohibiendo con rigor las manulacturas. El iiltinio golpe que vimos dar a la iiidiistria fue la prohibición de laborar vinos en los ~>uehlos de Dolores (lugar donde tuvo origen la presente revolución) y cn San Luis de la Paz, por lo que ;imbos lugares resintiendo 1111 golpe funesto en la fortuna común de ellos lo han vengado ya como notorio. El ministro Gálver. c.rey6 que se despercliciaba muclio <le ambos metales cii su extraccihn y así premió la venida de peritos alemanes los cuales o regresaron o miirieron en America, no sólo sin haber ensefiado coba alguna de provedio a los mineros, sino antes bien, tuvieron que aprender muchas cosas en nuestros Reales de Minas de los operarios más despreciables de ellos.

Eti la mina llamada La Hedionda en la provincia de Oaxaca, jurisdic- ción de Villalta. se encontraron más metales riiluisinios por teiier todos los caracteres <le 1;i mineralogía, y confesaroii sencillamente que no podían encontrar el beneficio. Si este conato del Ministerio se hubiera puesto para aumentar nuestra población y las sumas que se invirtieron en trasladar la partida de Sajones y Alemanes se hubiera invertido en transportar artífices de todos oficios, las artes nacientes se hallarían en u11 estado de virilidad y no sería necesario apelar ahora a éste remedio.

Mientras la hletrópoli no deje de hacer esa distinción odiosa y absur- <la entre los intereses de los ciudadanos de Amkrica y Espaíia; miehtras no se olvide del mar que les separa y vea en las provincias americanns una extensión no interrumpida de su territorio europeo, ni cesarin los desazones, ni prosperarán las artes, ni se felicitarán reciprocamente

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ambos mundos; el buen pobre cobija igualmente con su capa y con igual amor y cariño la desnudez del niño de cuatro años que la del de seis, porque todos caben muy bien en amante corazón.

La rivalidad del comercio entre las naciones ha teñido los mares de sangre y la rivalidad del mismo entre las colonias empapará con la mis- ma estas comarcas deliciosas, que deben ser la morada de la Paz.

Muy poco cuesta realizar esta medida; nuestro enviado en Filadelfia puede convocar a los artifices que quieran establecerse entre nosotros y proporcionarles los medios de conducción. La sociedad los distribuirá en las provincias, y, dentro de pocos años se habrá conseguido de ellos lo que se desea. El Americano es naturalmente industrioso, aplicado al trabajo e imitador, fácilmente aprende lo que se le enseña.

En el Hospicio de México podrian plantearse algunas fábricas para la enseñanza de expósitos, y éste debería verse como el semillero fecundo que abastezca a las provincias, aunque lo mejor será que los artífices planteen sus fábricas en las capitales de Intendencia con toda libertad, pues sin ella, y queriendo sujetar los talleres a reglamento, jamás se conseguirá cosa de provecho, como ha demostrado la experiencia.

El gobierno costeará los instrumentos y maquinarias que transporten ya hechos, y la sociedad cuidará de distribuirlos. Quedarán abolidos los privilegios exclusivos. Los nuevos descubrimientos que hagan los arti- fices se remunerarán con dinero o con alguna distincidn de honor, pero nunca con esas exclusivas odiosas que llevan por objeto estancar en una sola mano las utilidades y beneficios que podrían beneficiar a muchas familias. Los Gremios quedarán destruidos. se prohibirán los exámencs para abrir tienda pública que hasta nuestros tiempos &lo han servi- do para chupar el dinero a los artifices.

Los veedores, alcaldes, regidores y jueces de gremios han formado su órbita de poder, en la que han sacrificado despóticamente a muchos infelices. Las cofradías, el Angel del Gremio en jueves y viernes santo, la mayordomía y otros cargos gravisimos y socaliñes han retraido a muchos de aparecer como maestros por no gastar en su servicio lo que no tienen, y otros los han obligado a quebrar por quedar bien, y exceder a sus predecesores. {Pobres artes, todos han sido trabas y obsticulos para sus progresos!

Abra todo oficial su tienda: examínelo y califiquelo el público que pocas veces se engaña en decidir sobre sus intereses acertadamente, y creamos que su fallo será más acertado que el de los veedores y alcaldes del gremio. Dios libre a mi patria (decía un fil6sofo) de dos extremos igualmente perniciosos: de la excesiva negligencia y de la demasiada vigilancia del gobierno. extremos funestos!

¿Pero que fábricas convienen a la America en su estado pasivo de colonia? Eso no podre decirlo, la necesidad y la experiencia lo indicarán. Las materias primas indigenas necesariamente debe consumirlas porque

EL INDIO MEXICANO O AVISOS AL REY FERNASDO VI1 791

ni tiene puertos en lo interior por donde exportarlas, y lie aqui la necesi- dad de plantear talleres de hilados y tejidos como los que se fabrican en Acámbaro, Querétaro, en los llamados obrajeros que mantienen mu- chas familias y habrían prosperado más, si sus dueños no hubieran tra- tado a los sirvientes casi como esclavos; conducta bárbara que procuró reprimir con toda su autoridad el señor Iturrigaray y el Corregidor de Letras Don Miguel Dominguez, formando reglamentos llenos de hu- manidad y que harán un honor eterno a ambos Magistrados, desagra- viándolos de las infames persecuciones que les han atraído y de que han triunfado en medio del fermento de una revolución derecha y Iuriosa. iQuiCn lo creyese1

Hasta en las panaderías de México ha asoruado su cabeza la horrible bestia de la esclavitud, que tambikn procuró reprimir nuestro Señor Iturrigaray por bandos y reglamentos llenos de caridad y que en todo tiempo formaron la aureola de honor de este infortunado jefe.

El Virrey Iturrigaray conoció la importancia de esta verdad y destru- yó algunos gremios. ¡Ojalá y hubiera acabado con todos!

Del comercio marilimo

La protección del Comercio Ivlaritimo es bien sabido que consiste en tener competente número de embarcaciones en los I'uertos, que ha- gan crucero, para poner a las introductoras :I cubierto del robo y pi- ratería de los enemigos, a la plaza dc los insultos de ellos y evitar los contrabandos. Con este objeto se han destinado dos Bergantines al Puer- to de Veracruz, a saber: el "Saeta" y el "Volador". El segundo no existe, pero si el primero, mas tan viejo, tan cascarricnto y malmatado, que en el mes de Junio de 1817 sacaron de 61 un coritrabando. Este buque ha corrido la suerte de aquellas meretrices llegadas a una edad prouecta, y en que son indiferentes a los ojos voluptuosos de los júvenes que sólo se ocupan en receptar mujeres agradables para que sirvan su sensua- lidad. ¡Tal suerte le ha cabido a este buque que ahora tratan de com- poner!, y que al fin se hundirá en el Golfo, porque su disposiciún no da esperanzas de otra cosa.

Las reflexiones que el Rarbn de Humboldt ha hecho sobre el aumen- to y mejoras que Iia recibido el reino con el IZeglamento del Comercio Libre, dictado por el hlinistro Gálvez, me ahorran el detallarlas; sólo sí digo que son una sombra de las que podrían hacerse eii breves dias si se permitiese el verdadero comercio libre, si se abriera el Puerto dc Huasacoalcos, si se hiciera un regular camino por la sierra para Oaxaca y de Tehuacin, si se protegiese la mayor exportación de la grana por

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esta vía. Lo cual da idea del brillante estado en que se ha puesto la Isla de Cuba.

Vengan directamente las embarcaciones a Veracruz de todas las na- ciones, descarguen aquí ahorrándose de hacerlo en Cádiz, pues no es justo que las utilidades que quedan en las manos de aquellos factores se multipliquen con el recargo de precio que hagan a los compradores Americanos; exijamos moderados derechos en la introducción y desapa- recerá el contrabando, y si sin embargo algiino osara introducirlo, cas- tiguesele corporalniente por ser inexcusable su crimen; trátese de disipar insensiblemente las contribiiciones indirectas y luego tomarj todo un nuevo aspecto, contando el Erario con fondos ciertos e indefectibles.

En apoyo de estas reflecciones (que no agradarán a niuchos rut inc ros) presentare dos observaciones que sobre la materia ha hecho un economista Español y que creo deben atenderse por el Gobierno.

Los legisladores (dice) no han podido tener sino dos motivos para establecer esta exclusiva (habIa de la Metrópoli) perniciosisima, es a saber: el aumento de las imposiciones sobre los colonos, car~ando los derechos en la introducci6n de los géneros extranjeros o en la ex- tracción de los frutos coloniales, o hacer redundar a beneficio de la Metrópoli toda la utilidad del comercio sobre este monopolio. Poca re- flexi6n es menester hacer para conocer que se han engañado: primera- mente, esta imposición indirecta sobre las colonias no recae sobre ellas, sino sobre la Metrópoli misma, porque empobrece las colonias, las ul- traja, las irrita y con la operación tan injusta n o hace sino indisponer los ánimos a romper en la primera ocasi6n favorable las cadenas que las tienen atadas. ¿Unos hombres que están en esta disposición culti- varán con mucho cuidado las tierras para que den frutos en abundan- cia? ¿No las irán abandonando o por su propia voluntad, o compelidos de la pobreza? Y reducidos a este estado, (Que frutos coloniales se po- drán extraer y qué generos extranjeros podrán entrar? Es pues evidente, que cuanto más pobres sean las colonias menos frutos producirán, menos géneros extranjeros se introducirán, y [en] llegando a tener poco más que los precisos se acabó el comercio y se secó la fuente de las riquezas de la Metrópoli y de las colonias. Creo que esta sola reflexión bien meditada, convencer5 a todo hombre sensato que los Legisladores, estableciendo Ia exclusiva sobre este motivo, se han engañado.

No es ilusorio el segundo motivo de hacer redundar la utilidad del comercio a sola la Metrópoli. Porque o ésta vende sus generos a las =olonias y compra sus producciones al precio común y general, o no; si lo hace al precio común es inútil la exclusiva, mas si les vende más caros sus géneros y compra más baratos sus frutos empobrece a las colo- nias y arruina enteramente el comercio; y así no redunda, de este monopolio, ninguna utilidad a la Metrópoli. De donde se infiere que

EL INDIO AIEXICANO O AVISOS A I , REY FERSAhlDO r'11 7!l3

las leyes que establecen la exclusiva del comercio de la Metrúpoli ron las colonias son muy perjudiciales al Comercio. Por más guardas que la Me- trópoli ponga, por n~As espías que haya, por más severas que sean las penas, el contrabando se hará proinetiendo una ganzincia tnii cxce- siva, y las colonias se proveerán de este modo de lo que necesiten, sin contar con lo que la Metrópoli les quiera enviar. Porque la esperanza <le una gran ganancia hace despreciar iodos los peligros y así se hace comercio clandestino, que arruina las Coloiiias, 10s c<irnerciantes y los intereses de la Metrópoli. La historia del coniercio 110s presenta niu- cliiis pruebas de esta verdad, y sin embargo los gobiernos hasta ahora no lo Iian querido reconocer. . . los súbditos cle las coloriias son miein- bros de iin ~nismo cuerpo, como los demis ciiidadanos de todo el Impe- rio deben pues gozar de los mismos privilegios, y la justicia exige que no se les imponga mayores gravámeues que a los otros. Así el interés de la Metrópoli es que tengan, los colonos, la misma libertad de comercio que los demás.

Poco puede aíiadirse a estas miximas. El Gobierno de Cádiz conociú sil verdad e importancia cuando la primer Regencia decretó, por me- dio del Marqués de las Hormaras Ministro de Gracia y Justicia, la libertad de comercio; formóse un Reglamento, o por mejor decir, se mandó practicar el del año de 1774; expiditronse las hrdenes y una Cabala formada por algunos mercaderes de Cidiz las impidió hacer efectivas; procesóse al Sr. Albuerne, OIicial Mayor, atribuyéndole el crimen supuesto, pero éste se sinceró de un modo tan enérgico y digno de su honradez que descubrió la debilidad del Marqués y rompió la trama que se le habia urdido. Si el no se hubiera aprovechado de la li- bertad de imprenta, su honor habría quedado mancillado.

He aqui a la América atada en la parte más principal de su felicidad que es el comercio, a la suerte de dos docenas de Consignatarios de Cádiz, y precisada o a mantenerse del contrabando. o a pagar los gé- neros por precios subidos en una época en que la revolución ha agotado el dinero y reducido a la miseria las casas más opulentas del Reino. Es- to pide remedio, y no hay otro que la libertad del comercio, la mode- raciOn en los impuestos, la extincibn de Aduanas en lo interior, la contribución directa y la seguridad de los caniinos.

Proscripciún de la esclavitud en la América

Hemos llegado naturalmente a tratar un punto en que por desgracia veremos en contraclicción a los hombres consigo mismos, pues obran contra lo que sienten en su corazón, y escriben con sus plumas.

La grande, la sabia, la politica Nación Inglesa es la primera que ha

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hecho ver prácticamente en Europa que el hombre es capaz de ser libre en medio de sus semejantes, rodeado de enemigos preparados para des- truirle. Su admirable constitución ha enfrenado las pasiones, y ha hecho que los reyes se averguencen de ser dkspotas, se glorien de ser humanos y dulces y cifren toda su felicidad en aliviar a sus súbditos como en- tes los más perfectos de la naturaleza. Sin embargo, en el seno mismo de la capital protectora de libertad, existen unas compañias de comer- cio donde se forjan las cadenas de la esclavitud que parten de aquel punto para ceñir con ellas a los desgraciados moradores de la Africa y a los habitantes del Indostán e hijos de Fypoo Saib. lQue contradic- ción, predicar la libertad en el Támesis para sistemar la esclavitud en el Ganges! Pero prescindamos de estas reflexiones dolorosas, y torné- monos a examinar ese tráfico vergonzoso de hombres de que participa- ron nuestras Islas y que por momentos comprometieron su existencia y amenazaron su ruina.

La Habana, esa isla afortunada, es el gran mercado donde se presen- tan desnudos los desgraciados Africanos de ambos sexos para ser exami- nados en los miembros de su cuerpo y ser vendidos al que más ofrezca por ellos. Preguntad qué han hecho estos infelices para ser tratados de ese modo. (En qué os han ofendido? (Cuándo han hecho armas contra vosotros? dnico título que os autorizaría en otros tiempos (y no en el presente) para venderlos. Ellos han sido conducidos desde el Senegal y trocados a los Ingleses por sus padres rústicos a cambio de brujerías con que han sido engañados como niños ¿Y sois cristianos, y os preciáis de ello? ¿Pues cómo es que así tratáis a vuestros hermanos? ¿Y vuestra legislación os autoriza? Ay, jno quisiera decirlo!. . . Las leyes prohiben la servidumbre porque conocen la libertad y la dignidad del hombre; pero otras leyes de la misma Nación rencargan de derechos los efectos extranjeros que entre nosotros se introducen, y libran de ellos la in- troducción de los negros fomentjndola directamente, de donde viene a deducirse que aprecian en más las mercaderías que los hombres, do- ble agravio para la humanidad, y que estos entre nosotros están tan degradados como entre los antiguos romanos, que tenían a los esclavos no por hombres, sino por cosas.. . non homines sed res sunt. . . non homines sed mancipia cuasi imanu capta. ~Religión!. Filosofía, virtudes hijas del cielo colocadas al lado del trono de un Príncipe que por su mano ha roto el infame oprobio de la tortura en las cárceles de Madrid el día 21 de enero de 1817. Asociado de su caballerizo el Duque de Alagdn, ha visitado los calabozos y bartoliuas más oscuras y estrechas, y oído los clamores de las víctimas que gimen en ellos.

Recoged en urna de diamantes los tiernos suspiros que estos desgracia- dos Africanos exalan en el exceso de la desolacidn y miseria, arrojados en el fango inmundo y apestoso de la esclavitud, y decidle a nombre de ellos,

EL INDIO MEXICANO O AVISOS A L IiEY FERNANDO VII 795

y de la Humanidad llorosa: . . .He aquí señor!, el mundo bárbaro, atrós e injurioso incongruente con que los principios de nuestra Constitución y de la religión que profesáis (Religión de Paz, de dulzura y manse- dumbre) con que son tratados estos infelices, víctimas del despotismo y de una sórdida especulación mercantil. Sin amor, viven bajo vues- tras leyes y se glorian en llamarse vuestros hijos; vuestros magistra- dos en Puerto Príncipe no dudan condenar a muerte de horca a estos infelices, cuando en uso de su natural deseo de ser libres rompen las ca- denas que los ligan y con sus fragmentos amenaran de muerte a sus opresores; . . .eal, borrad con esa misma mano que rompió el Potro infame de la tortura, esas leyes bárbaras que protegen la odiosa servi- dumbre; salga de vuestra boca ese decreto de su libertad y salud, y su eco penetrará con la velocidad del crepúsculo de la mañana por todas las extremidades de la tierra; 61 hará temhlar a esos tiranuelos que oyen con una fria y criminal indiferencia los ayes de esas víctimas, des- tinados como bestias en los establos a trabajar y a ser instrumentos de su holgazanería y voluntad. . . Así lo manda la religión, así lo parsua- de la filosofía y así lo exige la humanidad.

El pueblo que oprime a otra pueblo jamás será libre; Roma oprimió a los bárbaros y despu6s fue presa de ellos.. . lAh! temed señor que el reciente ejemplar de unas islas vecinas se remueve en aquella isla her- mosísima, y que sus campos se vean regados con la sangre de los que hicieron derramar en ellos el sudor y la vida de los esclavos.. . Acordaos de vuestros suspiros exhalados en Valencey; acordaos de que os faltó la libertad por espacio de seis años; acordaos de que lloraron aquellos pueblos vuestro cautiverio. . . Si tal hiciéreis al lado de los Traja- nos, Aurelios, Titos y Antoninos estará vuestro nombre, pronunciado con respeto y entiisiasmo regocijará el espíritu, como la aurora alegra al extraviado caminante que se ha salvado (le las garras de las fieras, perdido en la floresta. [Lector mío!, he pulsado la fibra de mi sensi- bilidad tratando por necesidad esta odiosa materia, que es la causa de muchos males; dispensad si me he excedido y empalagado.

Todo mundo admira el estado de opulencia y grandeza a que ha llegado la Isla, Ciudad y Puerto de La Habana, por una pequeña li- bertad de comercio que se le ha concedido. Jamás ha sido la extracción de sus fmtos mayor ni se ha cultivado sus campos como ahora. ?Pero esta prosperidad será duradera? Yo me atrevo a decir que no, o que fallan los principios de buena política que hemos asentado y están reconocidos por los sabios de Europa y de la antigüedad, quiero decir los relativos a la población: Sin hombres no hay sociedad y sin medios para subsistir no hay hombres.

Pero los esclavos no son hombres, ni la sociedad que ellos forman en sus rontubemios y no matrimonios (usar6 de la voz propia de los juris-

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consultos romanos) debe llamarse sociedad. El amor y la libertad, in- comparables entre sí forman la dulzuras del matrimonio y son el origen fecundo de la propagación y de las familias. A estos vínculos debe agregarse otro que es muy poderoso y es el interks individual que un hombre tiene cuando cultiva la tierra, la mira como su patrimonio y herencia de sus hijos, y sabe que hace suyo en propiedad todo lo que produce. Por esto, porque los miserables negros esdavos en el estado de violencia en que viven muy poco se multiplican, y porque es de esperar que dentro de pocos meses Veracruz goce de u n comercio ver- daderamente libre, me atrevo a asegurar que está a punto de desapa- recer la felicidad precaria que ahora goza La Habana.

Los negros trabajan por el temor del Palo levantado sobre sus cabe- zas. (Semejante cultura podrá pro\perar entre las rabias de la desespera- ción, entre las amenazas de la fuena, entre el abatimiento, la bajeza y la ignominia de la esclavitud y del látigo amenazador de la tiranía? Los duetios de esclavos jamás tratarán de darles libertad porque a ellos deben su subsistencia; tampoco tratarán de distribuirles las tierras en propiedad para que se feliciten y se esparza la población hacia lo inte- rior, porque esto seria abdicar el dominio que tienen sobre ello?; su multitud animada por 10s deseos de ser libres (que siempre son eficaces en el hombre), les hará emanciparse toda vez que puedan, y así es necesario concluir con que o el gobierno rompe sus ca&enas y los feli- cita del modo que he propuesto se haga con los indios con una ley agraria; o La Habana sufre una catástrofe como la Isla de Sto. Domingo y Cabo Frances. Yo no aclamo un termino medio entre estos extremos o si el gobierno quiere continuar su protección a la introducción de negros, aumentará por instantes un peligro que oportunamente debe evitar, y contradice a sus principios liberales que en conciencia y aun en política deben guardarse.

La tierra regada con el sudor de los esclavos pierde bajo sus manos serviles su antigua felicidad. Esta máxima importante la conocieron con dolor los Romanos cuando en los días de Augusto, disminuida la po- blación por la guerra civil, quisieron los propietarios más de sus dere- chos, como en los de la República libre, y se encontraron con los campos desiertos aunque en ellos no faltaban esclavos que los poblasen. La pintura de La Habana en su actual estado está hecha diciendo. . . . Es- tá como Esparta llena de Ilotas, y amenazada con iguales peligros. El número de siervos es mayor que el de los amos.

El trabajo violento de un siervo no es comparable con el de un hom- bre libre; no son comparables las labores de nuestros Ingenios cultivados antes de la revolución por algunos esclavos, con los que presentan los trapiches trabajados por los Indios; poca dificultad cuesta persua- dirse de esta verdad que tenemos a la vista. El orgullo de estos Afri-

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canos. aun de los libres que por bondacl de Dios remos en la costa, no Ics permite aplicarse con el tesón de los Indios a quienes desprecian y nialtratan; aborrecen el trabajo, y por lo comíin estin muy corrompidos, )a sca por esto, o porque la costa por su mucha fecurididad y calor no les permite dedirane al trabajo con actividad. Lo cierto es que ellos poco o nada tienen de Labradora.

No permita Dios q:!e se introduzc:in en el interior del Reino, porque contagiarán la inocenci;~ de los Indios sciicillos; los perseguirán de muer- te; arruinarán SLI espccic como la han xcabado en la Isla de Cuba donde no se conoce un Iiiclio, estando pobladírima de ellos cu:indo la ocupú D. Cristóbal Col6ri y. creciendo esta planta caótica, ;r la sombra del Gobierno, produciri :ilgún día ríiales y turba~iones que inunden de san- gre este suelo.

Por esto, y por que debe todo gobierno decidirse a proscribir la escla- vitiid, me parece que debe darse libertad a iodos los que existati, con- sintiéiidoles que habiten y moren en el reino: pero sin formar colonias, ni socieda<les nurnerosas. Debernos verlos romo a los Moriscos de España; pero no desterrarlos, sino poncrlos de modo qiie sean útiles y no hagan mal. En mi casa tuvimos cuatro esclavos, los tratamos bien pero siempre pagaron con mucha ingratitud: es gente quc no dcpone su primitiva ferocidad, y qiiizi por esto en los EEUU son tratados con una dureza inco~npatible, al parecer, con la suavidad y filosofía de sil legislación.

Del conzcrcio interior del reino

Rediicidos a una clase pasiva de recibir las producciones de Europa, comprindolas a dinero contado o permutándolas por efectos de este suelo, pareo que no debía Iiablarse ni una palabra del comercio. Sin embargo, diré lo poco que se ine ocurre en la materia.

Cuando el comercio se reduce a lo intcrior como el nuestro, deben ser objcto de la primera atención los caminos, puentes y calzadas y su seguridad para el traficante.

El camino que se ha abierto [le Veracruz :t las Villas y a la Capital de MGxico es sin duda obra de Romanos, que justamente Iia exitado la admiración de los viajeros extranjeros; no menos que el de México a Toluca; no los quiero tan bellos, magníficos y costozos, quiéralos regu- lares y sobre todo sepros porque el comerciante es lo primero que solicita antes que la ganancia.

En los días de la revolución es cuando propiamente se ha conocido la geografía de las Provincias. Los llamados Insurgentes han descubierto caminos que ahorran mucho terreno y que eran totalmente ignorados, tal es por ejemplo el llamado del Golfo para Hiiatuzco, tomándolo desde

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San Antonio el de Arriba; el de Tesechoacán, desde Veracruz para Oaxaca, haciendo una navegación larga pero segura.

El fondo de caminos debe consistir en los peajes que deben cobrarse con mucha moderación, porque siendo excesivos los hacen ilusorios los burreros, tomando sendas y veredas extraviadas. El Legislador debe tener presente que un indio, un miserable indio ande veinte y más leguas por ganar cuatro reales tras de un borrico y, si se le quita un real para el peaje, se le infiere un gravisimo daño y se le arredra para que no trabaje, en perjuicio del comercio. Éstos son las hormiguitas de la so- ciedad y es menester no quitarles las migajas escasas con que se ali- mentan, y fomentan el Estado. Caiga el peso de la contribución sobre el que viaja con un tren importante de coches y con cincuenta o cien mulas de refresco como es corriente en tierra dentro, a guisa de Prin- cipes Italianos, y castiguese de este modo el orgullo con que insultan la estrechez del pobre.

El actual Virrey D. Juan Ruiz de Apodaca parece que está bien pe- netrado de estas ideas, pues ha fomentado una expedición de doce carros bien aperados que llegarán a esta plaza en el mes de Julio pr6ximo; pero las circunstancias en que está el reino y los costos que por ellos tienen que hacer los dueños de los carros sufriendo muchas demoras, creo que no permitirán repetir otra expedición.

La construcción de caminos debe encomendarse a los Intendentes de Provincia, pero estos deben asociarse con los Directores del Monte Pío de Labradores, y con los Diputados de Comercio que hay en cada Ca- pital dependientes de los Consulados de Veracruz, Mkxico 7 Guadalajara. De este modo todos obrarán con empeño; se estimularán recíprocamente a la empresa, porque están interesados en ellas y evitarán la malversa- ción de caudales que puede haber.

Los condenados a la pena extraordinaria Mayor de Presidio, se apli- carán a estas obras, y no los de delitos leves que se distribuirán en las Haciendas y Hapixqueras. Cada cuatro meses se dará a la Junta de Gobierno de México una razón circunstanciada de las varas de camino que se hayan hecho, y cada seis se publicará en los periódicos. Esto revivirá para que algunos particulares se animen a dar a Depósito irre- gular algunas cantidades de pesos, cuyos se les hipotecarán en los pro- ductos de peaje.

Es increíble la fatiga que penosamente tuvo el Sr. Iturrigaray para fomentar el camino de Veracruz: incesantemente viajaba de la Capital para examinar por si mismo lo que se adelantaba en la obra que debería Ilamársele el Camino de Iturrigaray, así como la Vía Appia, la Vía Frarninia; lo mismo hizo con el desagüe de M&xico, no he visto jefe más activo y emprendedor que éste, pero ni hombre que haya visto menos recompenzados sus afanes. Mas pasará la presente generación, se ahogarán

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las pasiones y quedará justamente por un jefe grande, y digno en esta parte de ser imitado. Agradezcamos al Sr. Infante, Don Antonio, tío del actual monarca, que haya horirado su memoria convidándolo para su funeral y que con este acto lo haya desagraviado en parte de los muchos ultrajes con que se pretendió mancillar su buen nombre.

Si los Indios de los rumbos por donde ha de formarse el camino qui- sieran trabajar en él, a condición de que no se les ha de cobrar peiisión mando este concluido, podrá admitirseles la propuesta como ventajosa, y lo mismo si la hicieren los Iiacendados o labradores de aquel rumbo, los cuales aún más que los Indios son interesados en el aumento de valor que rcciben sus fincas, cumunicando sus frutos en las Ventas y hfesones que se construyen en el trinsito.

En México se ha seguido (y aún no se Iia determinado definitiva- mente) un voluminoso expediente sobre sellar los Tlacos o Ilámense Señalc,s, con que Iiacen los pobres su comercio en las tiendas de pulpería; sólo se han acunado cuartillas durante la revolución. Entiendo que seria niiiy conveniente hacerlo y que deben adoptarse para beneficio del pí~blico las medidas siguientes:

Destínense dos cientos pesos o ciento lo menos de octavos para cada Provincia, acuñándolos todos <le una misma manera con sola la dife- rencia de que en el reverso diga la Provincia a donde toca, para que no pueda comerciarse con ella en otras y no pueda fácilmente contra- hacerse.

El que quisiese abrir una tienda ocurrirá a la Caja Real por la can- tidad que necesite, que comprará con plata; mas si quitase la tienda y lograse recoger la misma cantidad que compró en la Caja, podrá devolvérsele el dinero, pagando un cuatro por ciento: de este modo sera beneficiada la Real Hacienda por la ganancia segura con que cuenta. El vendedor tendrá esperanza de recoger su dinero sin mayor pérdida; el comercio se facilitark porque aquella moneda será admitida en todas las tiendas y se ahorrará a los Pobres la pérdida que sufrían antigua- mente con el Tlaco de madera que se quemb; con el Pan de jabón que se consumió; con el tendero de diverso Bmrio que no quiere admi- tir aquella señal, o con el mismo que se la cambió por plata; y que o cerró la tienda, o la traspasó. No sé si habré acertado con este proyecto sencillisimo y por el que he visto suspirar en muchas partes. Él me pa- rece que tiene la recomendable circunstancia de uniformar el comercio y presentar u n aliciente de esperanza a los que han de usar de este medio. También entiendo que se ahorrará a los infelices el gran per- juicio que recienten cuando empeñando una prenda, verbigracia: en un peso, apenas les dan dos reales en plata y seis en tlacos peculia~es dc aquella tienda para obligarles a que de allí, y n o de otra parte. compren lo que necesitan, con lo que les coartan la libertad y elección

800 CARLOS MARfA DE BUSTAMANTE

que tendrían comprando lo que gusten y necesiten en otra tienda, donde lo haya mejor. Esto es, lo que llaman en lenguaje de estos casos coger a rejón; porque además gravan al necesitado con un Real de lucro en cada peso ganando en la moneda porque se les ha de pagar con plata, en el efecto y en la usura.

No quisiera que se contuviese el comercio con esta disposición, pero creo necesario ponerle esta traba al usurario que escandalosamente se hace principalmente en Mexico y que oprime sobre manera a las gentes artesanas más pobres y más dignas de la protección del gobierno: ellos ven a los Tlapacualeros como a unos tiranos o sanguijuelas; tanto mis detestables, cuanto que se engrosan y hacen fortuna valiendose de la estrechez y miseria en que gime el que por su desgracia ocurre a ellos; con tlacos dc carbón y manteca despojan con una celeridad increíble una familia de toda su ropa y cuando trata de rescatar las prendas se finjen ocupados, afectan que no las encuentran, y de este modo dan tiempo al tiempo, o bien para que se les remate por la ratera cantidad y precio que ellos les ponen, o para que llegado el termino de seis meses se les adjudiquen por un Alcalde de Provincia para venderlos otra vez en el baratillo a los traperos.

Éstos son los Indios quebranta huesos de las ciudades; semilla mal- dita que hace muclios quejosos y que debe perseguirse a sangre y fuego.

Calcúlense las cantidades que pasan por sus manos y se verá que son muchas, por lo que no pueden estos robos ser indiferentes a l Legis- lador. 1

De la mineria y mayor extracción de plata y oro

El Abate Nuix en sus Keflecciones parciales que no imparciales * sobre la conquista de las Américas, se propone examinar la causa de la des- población de ellas, y numera entre muchas el laborio de Minas. Efecti- vamente es un trabajo lmprobo, y en que el hombre aventura su vida

1Sobre la alteraci6n que debe sufrir la moneda de Plata y oro, n o me atrevere a tratar dejaiido a los Politicos que lo hagan. Sólo si aseguraré que ya no se aprecia como antiguamente su valor como arbitrario por las Naciones. Sino que se atiende por ellas su intrínseco valor por lo que es muy perjudicial al comercio cualquiera alteración. Nosotras podenios dar un testimonio claro de esta verdad: antes de que se estableciera la casa de apartado de México, las pesos de cruz tenían mucho oro; ceso su circulaci6n que introdujo la nueva moncda mis pulida y mis bien traba- jada pero sin la Icy que la hacia recomendable en la Asia, y desde entonces dejaron de venir en la Nao de China por Acapulco los efectos de aquella antigua condición y bondad; he oido asegurar que las onzas de oro que actualmente se acuñan en M&xic-o son de diversa ley que las antiguas, no 10 podre asegurar, pero si acaso es cierto en breve lo sentird nuestro comercio con el extranjero.

*El así las intitula, nada tienen de imparcialidad, todo lo contrario.

EL INDIO iVEXICAN0 O AI'ISOS AL REY FERNANDO VI1 801

a cada instante, aunque se haya faniiliarizado con los peligros; si sube por los tiros fácilmente puede reventarse un calabrote y dispararse los Potros que hacen girar el hlalacate; si baja :I los Pozos y labores por unas escalerüs de muesca en que apenas cabe la planta del pie y se pre- cipita, es muerto al instante; si barrena; si da fuego a los Hornillos; si se desprende un ademe; si apyrrece un vapor excitado por la falla de ventilación en las labores o por algún trozo de madera podrido y le sor- prende la asfixia, no sólo muere en el acto, sino que se le deshacen hasta los huesos.. . s i . . . (Pero para quP me canso en describir pelisros? Dígalo la Juventucl cascada del pecho y muerta luego con la tliisis y apostema, excitada con el golpe de la barrena y apuradora.. . baje el Fil(,sofo, visite aquellos horribles pozos en qiie se palpan las tinieblas perpetuas, y fulmiirari luego horribles anatemas contra la ávida codicia de sus semejantes que vagan como frenéticos en pos de ese funesto oro, que decide de la suerte de los Imperios, y da o quita la Libertad a las Naciones. Entonces sc convertir$ hacia la ain;ible agricultura y ocupa- ciones pacíficas dc las Artes y prelerirá ser atormen~ado con el ardor del sol en las llaniiras de Castilla por espacio de un día de verano, a Iiabitar una llora en la mina mis bien laboreiida dc Guanajuato. Esto lia pasado por mí y creo que püsai-J por todos. Precisatl~ pues la ,4mi-- rica Mexicana a extraer las riquezas imaginarias del seno de la tierra, exaniinemos los medios con que puede conseguirlo a menos costo que hasta aquí, y menos pérdida de sus Iiabitarites.

En la sociedad todo lo equilibra y felicita la agricultura, esta verdad se palpa en la Minería inmediatamente. El Real de Guanajuato, que en concepto general es el niás rico de la Amkrica, es sin duda el que produce metales menos abundantes <le ley; creame Usted, me decía el Barón de Humbolclt cuando concurrí con él en ;iquella ciudad en la casa de D. Josef Antonio del Mazo, que cualesquiera mina del Perú es mis rica que esta famosa de Valenciana; pero por desgracia aquellos lugares cn que están situadas son inaccesibles, ya por la muclia nieve, ya por la aspereza de los Montes, es necesario llevar agua en odres: el meiior salario de un operario es allí de 20 Reales diarios cuando aquí es el máximo, y el corriente de cuatro.

Con semejante aserciún nada me dejú que dudar. Guauajuato abunda de todo, porque recibe los víveres en la mayor abiindancia de las lla- nuras de Silao, Lebri, lrapuato y Celaya. No disfrutan estas ventajas los dernis Reales de Zacatecas, Sombrerete y Catorce que son bien caros.

El estanco de la Sal perjudica mucho a la estracción de Plata, debe facilitarse, debe proscribirse, y el Rey sólo debe exigir un pequeño de- recho de ella. Cuando este ingrediente esté aliviado, será inmenso el comercio que se hará por Tehuantepec hasta lo mis reinoto de la tierra dentro. Durante mucho tiempo, en los días de la revolución, llegú a

802 CARLOS M A R f A DE BUSTAMANTE

valer más de 15 pesos la carga de esta sal en la Provincia de Puebla porque seguramente es la mejor que se conoce. La pólvora debe darse al costo por su mucho consumo.

Debe fomeutarse el laborio de las ferrerías de Cualcorndn, en la Pr- vincia de Valladolid, establecidas por el Tribunal General de Minería bajo la dirección del sabio catedrático de mineralogia D. Andrés del Río, que están muy deterioradas por la revolución. El fierro que pro- ducen es acerado, propísimo para el laborio, con dificultad se despuntan las barretas, no es necesario a cada instante calzarlas; de modo que cuando una almada neta de Vizcaya ha gastado cuatro dedos en el mor. tero, otra de Cualcomán apenas ha gastado uno. Este fierro debe distri. buine al costo sin derechos, y su fábrica debe fomentarse porque ahorra muchos gastos a la Minería.

El desagüe de las labores es un matadero de la humanidad; porque además de ser un estado violentísimo el estar niuchas horas metido en el agua, en una caverna e iluminado apenas con la luz de una vela, por lo común estas aguas minerales son muy tiocivas. Esperamos que con la miquina de vapor se alivie en parte la dificultad de su exuac- ción, pero siempre es indispensable el trabajo de los charqueadores para que a brazo las conduzcan hasta el depósito general del tiro, de donde las extraerá la máquina, sorvi6ndola por los tubos. En el Real de An- gangueo perjudican mucho las aguas a los operarios, y no sé cómo ha podido subsistir ese Real exótico; le doy este nombre porque sus meta- les no tienen un carácter fijo que señale su ley y ~ u e d a servir de guía para la especulación de los rescatadores. El que llaman Sovoche, que en otros Reales se arroja a los terreros por inservible, aquí muchas veces es riquísimo. Los azogueros se desesperan y andan aflijidos por conocer el momento de rendición, para lavar y dar a cada montón la cantidad necesaria de azogue y magistral o cobre para incorporar estos ingre- dientes. * Esto pasaba en el año de 1801, en que estuve en otro Real en la Hacienda de la Purísima de D. Nicolás del Puerto. Ya que toco este punto me será permitido por digresión reflexionar, que así como las sales diversas se combinan en las operaciones Químicis, se combinan del mismo modo los metales de las Minas aunque situados a mucha dis- tancia.

Los de Valenciana hacen excelente maridaje con los del Real de Ramos, y ofrecen una ganancia crecidísima a los rescatadores; pero es necesario que el azoguero este día y noche con la Jícara en la mano para saber el instante preciso en que se rinde para que comience a lavar en el mismo, pues de lo contrario no s61o no saca Plata alguna, sino que pierde la mayor parte del azogue. Un amigo mío en Guanajuato

Las platas de Angangueo son las mejores que se conocen para Amonedar por su docilidad y pureza.

EL ZNDZO MEXICANO O AI'ISOS AL REY FERNANDO V I 1 803

hacía estas especulaciones que le rendían mucha utilidad, y de 61 ad- quirí esta noticia que podrá incitar la atención de muchos Mineros para la mayor extracción de la Plata; objeto con que la he referido.

El Señor D. Joaquín Velásquez de León, primer Director General del Tribunal de Minería y uno de los sabios de esta America, decía con- tinuamente, que el día que el Rey de España diere el azogue y el fierro gratis a los Mineros, sería el Monarca más rico de Europa. Esta aseve- ración que para mí es un canon de economía política, y cuya verdad no puede ocultarse al hombre mis necio, me hace desear que el azogue sea uno de los articulas de comercio libre, y que pueda solicitarse por los mineros, así como el Papel, acero, plomo y magistral, quiero decir que puedan conducirlo de las minas del Almadkn, de Guancavalica o de la Asia los comerciantes de Cádiz, de Lima y Manila por los puer- tos de Veracruz, Acapulco, extinguiendose esa Contaduría General de Azogues, ahorrándose esos sueldos a la Real Hacienda, quitándose tantas trabas puestas al pobre minero que bajo las formalidades de una cuenta y razón muy escrupulosa ocultan un sórdido monopolio, y que sirve a los Virreyes venales de Mina riquísima, para chupar a los pretendientes de este ingrediente el dinero del bolsillo ya sellado, antes de que ellos lo hayan extraído de los montones de sus Haciendas. En los días del Gobierno del Sr. Iturrigaray se hizo un tráfico indecente, público y escandaloso de este efecto, pagándose por gratificación una onza de oro por razón de cada quintal, con daño grave de los miserables que no podían saciar la sórdida codicia de aquellos viles manipulantes que lo necesitaban más para remediarse que los Postores que descaradamente se presentaban en la Palestra. &te ha sido uno de los medios de robar de los Jefes, muy antiguo (no hablo de todos pues hemos tenido Virre- yes de la mejor probidad), medio antiguo digo y de que se habla en la Causa del Duque de Escalona, y que se le ocultó al autor de la Genea- logía de Gil Blas, que se propuso deslindarnos ese laberinto de depre- daciones secretas que han hecho odioso al Gobierno. Por tanto, no estará fuera del orden que artibuyamos este daiio a una de las concausas que impiden la mayor extracción de la Plata y del Oro de que tratamos.

Las máquinas de vapor deben plantearse a la posible brevedad; pero deben venir con ellas sus autores, de lo contrario sucederá lo que con la máquina de Moran, que despues de haber gastado muchas sumas los accionistas, salimos con que era necesario peinar el tiro, y que no había agua suficiente para hacerla andar; se perdió el tiempo y el aceite, y despues se redujo todo a disputas de papeles, mezclados de personali- dades odiosas, impresos en La Habana; uno para impugnar la máquina, y otro para defenderla; pero como no se sacó ni un adarme de Plata por su auxilio, triunfó al fin el impugnador. Fueron de por medio muchos miles de pesos extraídos del fondo del Tribunal en perjuicio de

804 CARLOS M A R l A DE BUSTAMANTE

muchos mineros pobres que con ellos habrían remediado su fortuna, y aumentado el Real Erario.

Supongo que estas miquinas demandarán mucho gasto de leiia: por lo mismo será conveniente mandar que las Diputaciones de Minería entiendan en el arreglo y economía de los bosques inmediatos a los Rea- les, al modo que la de Guanajuato ha arreglado el bosque llamado de Santa Rosa en sus inmediaciones, de donde extraerá en breve cuantas maderas necesite. Este artículo es de primera atención para el fomento de la Minería, pues se consume mucha madera en las Minas y Haciendas que, trayendose a mucha distancia cuesta muy cara a los Mineros. Esto se ha visto con el mayor desprecio, y yo enmudecería en esta parte de- jándolo al interés individual de los Indios, si no me constara que es poco el provecho que para sí sacan, llevándose toda la ganancia los monteros, y arrendadores de mulas y bueyes, es necesario darle impulso a esta rama por medio del Cuerpo que mis necesita de el. Este mismo arbitrio promoví en los primeros Diarios Políticos que se publicaron en Mexico a que me remito.

Antiguamente los dueños de Minas daban Partido a los Barreteros de que sacaban mucha utilidad; en el día están reducidos a un corto salario; ha cesado aquella costumbre porque el Barretero por sacar mayor can- tidad de metal preciado fuyueaba y despitaraha (sic) la mina, cuya conservación está prevenida por la ordenanza. Por tanto, n o me atrevo a recomendar los Partidos, pero si quisiera que se diesen siempre que no se pulsara este inconveniente presenciando las extracciones los Man- dones de las Minas, o los que llaman Mineros y Directores que trazan las labores.

El Señor Carlos 111 a solicitud de D. Joaquin Velásquez de León con- cedió el real del señoreaje que antiguamente se pagaba en cada marco de Plata a beneficio de un Banco de Habilitación que debía estable- cerse para el fomento de los Mineros pobres, construcciones de Máquinas y utensilios; organización del Tribunal General de Minería y de u n Colegio de esta facultad para que sus alumnos dirigiesen por verdaderos principios el laboreo de las Minas. Efectivamente, el Tribunal se ha fundado, se ha erigido un Colegio Sobervio cuya arquitectura emula los más augustos Palacios de Europa, pero en un terreno tan debil, que no pudieron soportar aquel peso colosal se ha hecho trozos el edificio desde antes de que se estrenase; el Colegio en lo formal Iia correspon- dido a las ideas del soberano, pues han salido de ellos jóvenes muy aprovechados, siendo el primero D. Casimiro Chovell, muerto en la revolución de Guanajuato, cuya perdida lloran todos los mexicanos sa- bios, como los sabios Parisienses la del Químico Lavoisier. El Colegio, la Sala del Tribunal y la de Juntas, seguramente ha costado más de un millón de pesos. (Mas y el fondo? ¿Que utilidad ha prestado? (Cuán-

>.f. ILVDIO MEXICASO O AVISOS AL REY FERSASDO I'II 805

tos han sido beneficiaclos con él? Yo no lo si, aunque lo procuro averi- guar; sólo me consta la especulación de Iierro heclia en CualcomUn de que he hablado clebiila a los desvelos del sabio y honrado Madrileño D. Andrés del Río. Corramos sobre esto un denso velo, temerosos de tocar en el extremo de detrzctores (aunque no sería detracción referir lo que de Autos consta, y ha acarreado la pérdida de u n Americanr) Caballero, opulento, objeto precioso de nuestro corazóii, que está redu- cido a la miscria y echo el objeto cle la detracción y calumnia que 11a triunfado de su iiiocencia). El Rey es justo, verá por si el Proceso, y desagraviari. como lo espero, a este virtuoso seíior.

Convenclrri pues que S.M. disponga no se niinistre en lo sucesivo can- ticlac1 ninguna de dinero del fondo a los que estuvieren colocados en el Real Tribunal General de Minería para liabilitaciún de sus fincas, o que hayan sido ~niembros de aquel Cuerpo ya Administradores, I>iputaclos o Cónsiiles, si11 la precisa intervenciim del Virrey o (le la Junta de Gobierno si se instalar- y a satisfacción (le este Jefe con la correspondiente fianza; obligindose a todo otro minero que solicite para si la habiliiación, a que bajo de Juramento de clase, si ha sido nornbra<lo textn dv ferro de alguno de otros S.S. y con responsabilida<l. También convendrá que anualmente se dé al Público en todos los Periddicos un Estado circunstanciado del ingrrso que Iia habido de fon- dos, del número de Iiabilitados, con qué canticlades y cuál es el estado (le sus negociaciones: alejando todo misterio en esta expozicidn porque sol1 miichi>s los interesados en ella, y tienen derecho a reclamarla.

La Aclministraciún <le Justicia en este Tribunal es pronta y sencilla, n uerdnd sabida, y btienu fe gtiardadn; pero en el <lía se han introdu- cido las vistas al Fiscal que debían prohibirse p r la demora que irrogan ;I los litigantes, debía este Ministro y el Asesor (que jamás debe ser Oidor togado) asistir a la Audiencia diaria, y terminar si fuese posible los negocios visü rii~lenrlis. Debía revocarse el articulo que prohibe que los letrados formen los escritos y los firmen, pues con sus firmas se coiistitiiyen responsables y se sujetan a las penas en que incurran, ya por SU desvergüenzi e irrespetiiosi<lades o ilegalidacl en el recurso, ya para evitar los muchos Prevaricatns que pueden cometerse ficilmente ;*bogan<l» en lo secreto por ambas partes. Es iin delirio querer que un Minero forme un alegato aun en negocios relativos a su profesión y ejercicio, y lo mismo un comerciaiite en el Consulado. El derecho es tino, se apreiicle por principios, y por principios que auxilian a la natu- rale~a, se hace entender a los hombres que no conciben por ideas innatas como los Angeles, sino por representaciones, cmnbinaciones y argumen- tos rectamente deduci<los. Trnrtex fnbriliu Fnbri, llaga zapatos el zapa- lero y no el Platero.

El sabio Barón de Huinboldt que todo lo vio reflexivamente, pagó

BOG CARLOS M A R f A DE BUSTAiMANTE

tributo de admiración a este establecimiento, y a la organización de este importante Ramo. ¿Qué podré yo decir de él, sino elogiarlo? ¿Cómo tomarlo en boca sin recordar la memoria del benemerito Americano su fundador? Sea pues el medio por el cual la tierra de a luz sus riquezas aparentes, que el capricho de los hombres ha querido hacer efectivas olvidándose de la Agricultura; derrámense por todas las Naciones del Mundo Culto como el torrente impetuoso que da movimiento a una máquina o como un espíritu vivificador, dejemos al Emperador de la China gloriarse de que acopia en muchos miles de bolas este metal co- diciable, y que sellándolas y depositándolas en las bodegas de su Palacio las mire como una seíial inequívoca de su acertada administraci6n. Ha- gamos de estos metales el mejor uso para corregir por su medio cuanto necesitamos, y no para encadenar a las Naciones, entonces seremos ver- daderamente ricos y felices; gane con su sudor y dese de 61 la parte que le toca al labrador, al artesano, al Letrado, al negociante indus- trioso; su posesión moderada calme nuestros deseos compasados por la razón, estrechemos los lazos de una unión amorosa con todos los hom- brcs, formemos de todos los pueblos una familia, acordémonos de nues- tro común origen, abrazemonos con todas las naciones; huya la fiera discordia, suceda Ia dulce Paz al asesinato y a la guerra ominosa: una Vid, una higuera en que reposemos, y una copa en que todos bebamos como hennanos y amigos, sea el lugar donde nos lisonjemos de ser felices y donde aseguremos nuestra mutua y cordial confianza.. . Ah, iAmericanosl Por vosotros hago estos votos; recibidlos y recibid tambien el sacrificio que he hecho en mil peregrinaciones y marchas por vuestra quietud; os amo, si, os amo. ¡Yo pido al cielo sean estas las últimas palabras que profiera al partirme para la región del gozo, vivid en Paz, sed felices1 iOh deseos justos y llenos de humanidad aunque de un oscuro político que no dejan remordimiento alguno en el ánimo donde habéis nacido. {Deberán por ventura perecer siempre los sus- piros de un hombre bien intencionado, y que desea la prosperidad de las Naciones, mientras que las más veces son cumplidos y favorecidos de la suerte los del ambicioso e insensato? No: los progresos que hacen los útiles couocimientos han ennoblecido al presente los tronos. Parece que la política ilustrada por la razón ha principiado ya a hacer conocer a los Príncipes que la sola felicidad de los Pueblos que gobiernan debe determinar el uso de su autoridad. Ellos saben muy bien que la fuerza es el instrumento de aquellos que quieren reinar sobre las hordas y ma- nadas de viles esclavos; pero que las buenas leyes, la moderación, la dulzura, la deferencia justa a las pretensiones razonables de los pueblos, son las únicas cadenas que atan a los verdaderos ciudadanos con su Soberano, aunque vivan muy distantes de su trono.

EI. IaVDlO MEXICANO O AI'ISOS A L RLY FERNA.VDO L'IZ 807

Notas de Fernand Favisar Wasint ) de William Duane en la Gaceta Aurora de Filadelfia.

Sobre el Monte Pío de Labradores. Yo haria la elección el día 15 de Mayo, en un campo inmediato a la ciudad, Iiaciendo concurrir a ésta, para darle toda la solemnidad posible, indistintamente todas las cor- poraciones de la Provincia sin espada. Concluida la elección el electo Director tomaría un arado y tiraría a presencia del público un surco entre música, grito, danza y aclamaciones de los circundantes. Todos asistirian ahí sin etiquetas ni gala, vestidos de la manera más sencilla. Bajo de enramadas comerán todos, mezclados unos con otros en mesas de campo, una comida frugal y sencilla, sin permitir nada de lujo. El buen humor y la benevolencia e igualdad más fraterna debería presidir estas rústicas funciones, y a la tarde sería inniensa la concurrencia po- pular. De este modo se haría respetar esta profesión abatida por el orgullo de nuestros bárbaros Padres, y haríamos concebir a nuestros tiernos hijos el debido aprecio que se merecen en la sociedad los mo- destos Labradores. Domingo de Ramos 15 de .Marzo de 1817, Al Sr. de la Indulgencia de Tehuacán.

Ley notable; toca al Capítulo de ley Agraria 9, l e

Como no todos los lectores comprenderán mi espíritu, y no pocos maliciosos ueeran que mis declamaciones contra el servicio personal de los Indios son exagerados, me veo precisado a citar la letra del Exordio de la Ley 2=, Título l?, Lib. 69, de Recopilación de Indias que com- prueba cuanto digo, en los términos siguientes:

Grandes daños, agravios y opresiones reciben los Indios en su per- sona y haciendas, de algunos Espaiioles, Crirregidores, Religiosos, y ClPrigos en todo género de trabajo, con que los disfrutan por su apro- vechamiento, y como personas miserables no hacen resistencia, ni defensa, sujetándose a todo cuanto se les ordena, y las Justicias que los debían amparar, no lo hacen (siendo obligados a lo saber y re- mediar) o lo toleran y consienten por sus par~iculares intereses, contra toda razón cristiana y política, y conservación de nuestros vasallos. Y habiendo reconocido que no basta lo que está proveído y ordenado para remedio de tantos males.. . ,

continua encargando el buen tratamiento (que es lo mismo que pre- dicar en desierto) y concluye con que a los Indios se les trate de forma que no dejen de servir y ocuparse.

Toca lo siguiente al 9", 2% que trata del Proyecto de ley criminal para arreglo de los juicios.

808 CARLOS M A R f A DE B U S T A M A N T E

En todo hecho criminal deberin distinguirse tres grados de dolo a saber: mínimo, medio y máximo. Cuando la causa que impele a la eje- cución de un delito es fuerte, o la acción se ha cometido en el ímpetu de la pasión, el grado del dolo será el mínimo; cuando la causa que impele es debil o la acción se ha cometido a sangre fria y con una ma- dura reflexión, el grado del dolo será el medio; cuando se ha cometido sin causa o con cansa pero con perfidia y con una crueldad atroz, el grado del dolo será el máximo. Antes de tratar de las Cárceles y sus visitas trátese de las causas de rebeldía.

Dc las causas en rebeldia. Causas en rebeldía. Declarándose por los Jurados haberse cometido algún delito con especificación de 4 , de su naturaleza y grados de malicia, si por ventura alguno de sus autores o coadyuvantes se hubiese fugado, se le citará y llamará por tres pre- gones dados de nueve en nueve días para que se presente a responder a los cargos y tomar traslado de la acusación. Si no lo hiciese asi se le embargarán y depositarán sus bienes, y si dentro de un año no hu- biese comparecido se venderán y rematarán en subasta piiblica, pero se separarán de ellos desde el acto de embargo los que perteneciesen a su mujer por razón de dote, acreditándolo con escrituras públicas, o fuesen parafernales. Si el reo se presentare antes de cumplido el año se le devolverán deducidas las costas. siempre que el delito no sea de lesa Majestad; y aunque sus Correos hubieren sido castigados o esten cum- pliendo su condena, se le oirán sus excepciones y defensas dentro de nueve dias precisos e improrrogables, en cuyo espacio de tiempo las probará y alegará de su justicia, y se procederá luego a sentenciar la Causa definitivamente sin recurso de súplica y sin embargo.

Jamás se pondrá talla a la cabeza de ningún hombre; pero si se grati- ficara al que le prenda si fuese tan dañino y de la naturaleza de los que proscribian las leyes antiguamente.

Si el reo procesado en Rebeldía fuese condenado a la pena extraordi- naria mayor de 10 años de presidio, por sólo el hecho de presentarse merecerá la consideraci6n de la ley y se le rebajarán tres de su condena.

Siendo los delitos personalisimos, jamás y por ningún caso, se trasmi- tirá la infamia a la mujer e hijos del que los cometió (aunque sean de lesa Majestad en primer grado) ni les sea nota que impida su coloca- tión en los primeros empleos y dignidades del Estado; como hayan guardado una conducta inmaculada, y proporcionándose con ella m&- ritos dignos de una justa remuneración y honor.

Salvo conducto

La violación del salvo conducto (dice el Príncipe de Arianello) es delito contra el derecho de gentes. La Paz es la primera ley de las

El . INDIO MEXICAh'O O AI'ISOS AL REY F E R N A N D O I'II 809

naciones, y la guerra es uno de los mayores males. Todo aquello, pues, que contribuye para conservar o restablecer la Paz en un Estado, debe guardarse y respetarse escrupulosamente. El Salvo Conducto concedido de aquellos que vienen comisionados para tan importante objeto hace, por decirlo así, a siis personas sagradas. La violación pues del Salvo Conducto siempre Iia sido tenida con murlia razón, por uno de los más graves y funestos delitos.

Exaniinese por estos principios lo que se ha hecho en las Americas durante la revolución con los Insurgentes. ¿Y que resultari a los ojos de la raióii? Una monstruosidad abominable que hace digna de los ma- yores suplicios a los tratisgresores; pero el vicio aún más que en ellos está en la ley que autori~a tan escandalosos procedimientos.