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Revista cultural on line

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Gracias a todos los que

habéis hecho posible

este nuevo número.

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Sumario El Impostor Libros

Libro del desasosiego . . . . . . . . . . . . . 6

Contra el viento del norte . . . . . . . . . 10

Suicidio y Autorretrato . . . . . . . . . . . . 14

Cosas que los nietos deberían saber 19

Cine

I’m not there . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Carancho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Amadeus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Firmas

Lee Friedlander . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

Désirée Dolron . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

Actualidad

Libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

Cine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40

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Se puede decir que lasbiografías o las autobiogra-fías constituyen un géneropor derecho propio, y en ElImpostor somos aficionadosa ellas. En este número re-pasamos a través de I’m NotThere, la vida de Bob Dylanen la versión de Todd Hay-nes; revisamos la vida deMozart en Amadeus, querecientemente se editó en laversión del director, MilosForman. Completamos lasección de cine con lo úl-timo de Pablo Trapero,Carancho, que nos descubreel sucio negocio de las in-demnizaciones en BuenosAires.

En nuestra sección de li-bros, este mes os traemosCosas que los nietos de-berían saber, las interesan-tes memorias de Mark O.Everett, Suicidio (obra in-édita en español y que es-tará desde octubre enlibrerías) y Autorretrato, latrágica historia de ÉduardLevé contada por él mismo,Contra el viento del norte,entretenida novela de Glat-

tauer donde descubrimosque la vida también se es-cribe en e-mails, y Libro deldesasosiego, la memorias ola Vida de Fernando Pessoa.

En la sección de músicaos recomendamos nuestraselección Cover, originalesy versiones curiosas de al-gunas de nuestras cancio-nes favoritas.

Aprovechamos laocasión para recomendarteotras selecciones musicalesde El Impostor.

Siguiendo con la volun-tad de traeros grandes fotó-grafos este mes las firmasinvitadas son la leyendaviva Lee Friedlander yDésirée Dolron con su foto-grafía pictórica.

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Traducción de Perfecto E.Cuadrado

ISBN: 978-84-95359-98-8; 608páginas; PVP: 27 €; Acantilado,2002.

Hay un libro por encima detodos los libros. Hay un libro quehabla de una sola vez de todos ycada uno de nosotros. Que recoge encada página y cada línea un pensa-miento, una observación, un escalo-frío conocido, repetido, íntimo. Hayun libro único e imprescindible paraentender y entendernos. Para cono-cer los que somos sin ser nadie,para saber quiénes hubiéramos po-dido ser y quiénes no seremos. Ese

libro es el Libro del desasosiego, deFernando Pessoa, obra inacabada einmensa que se inicia en el año 1913y en la que trabajará durante todasu vida. Obra inconclusa comotodas las vidas, acotadas súbita-mente por la muerte, por el últimoviaje, que deja siempre un montónde cosas por hacer, por terminar,por decir. El Libro del desasosiegoes como la vida, es la vida misma

en su esencia, interminable, univer-sal… como las hojas de hierba. In-clasificable por género, es a miparecer una obra que lo es todo, esuna novela, es una autobiografía,son unas memorias, es una confe-sión, es un poema inmenso… Suobra como su misma persona, enPessoa, no tiene los límites de lo in-dividual, su obra alcanza lo univer-sal en todos los sentidos, pues élmismo renunciaba a su individuali-dad fingiéndose siempre otro y elmismo y tantos:

«Vivir es ser otro. Y sentir no esposible si hoy se siente como ayer sesintió: sentir hoy lo mismo que ayerno es sentir – es recordar hoy lo queayer se sintió, ser hoy el cadáver vivode lo que ayer fue vida perdida.»

Desasosegados

con Pessoa

Natalia Zarco

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Bernardo Soares, ayudante detenedor de libros en la ciudad deLisboa, heterónimo o mutilación dela personalidad de Pessoa como élmismo decía, vive pausadamenteuna vida a simple vista gris, común,como la de todo el mundo… con ru-tinaria y minuciosa dedicación,fragmentariamente, día tras díaanota, cuenta y confiesa en unas lí-neas tan poéticas y elegantes comodemoledoras todos los pequeños de-talles que forman en crisol el espí-ritu humano. La decadente ycansada Lisboa, la rutina diaria ybrumosa, la sordidez y el vacío, lamediocridad humana… Cuando leíel Libro del de-sasosiego en-tendí quePessoa losabía todode mí. Sinmisterio.

Semejante obra es,igual que en su creación, un textopara leer durante toda la vida, eslibro de cabecera, de compañía, eslibro para abrir por cualquier parte,por cualquier página y hundirse ensus aguas. Pessoa nos escribió atodos, nos llamó Soares, nos llamóPessoa, «pessoa» que en portuguéssignifica «persona», todos somos en-tonces pessoas… «Permanecí horasdesconocidas, momentos sucesivossin relación, en el paseo que di, denoche, por la orilla solitaria del mar.Todos los pensamientos que hanhecho vivir a tantos hombres, todaslas emociones que los hombres handejado de vivir, cruzaron por mimente, como un oscuro resumen de

la historia, en esa meditación míapaseada por la orilla del mar. Sufríen mí mismo, conmigo mismo, lasaspiraciones de todas las eras, yconmigo pasearon, por la orilla oídadel mar, los desasosiegos de todoslos tiempos».

Ese cansancio de saberlo todo desobras, de lo predecible, de lo infali-ble de este ciclo vital en esencia, dela fugacidad del paso por estemundo, de esa orilla del mar, que esel morir, por el que paseamos lavida, al borde de la nada. La obser-vación del entorno se convierte enmetáfora lúcida y bellísima deltranscurso de la vida sin más. Susminúsculas certezas, sus pequeños

contratiempos, su fataldesenlace. La luz de la

tarde, el olor delpuerto, el

viento en laplaya, el sonidodel mar, el siem-

pre aburrido y repetido discursohumano. Sus pequeñeces repetidaspor millonésima vez y por milloné-sima vez sentidas como nuevas, di-ferentes, únicas… El Libro deldesasosiego son las memorias detodos nosotros. Es nuestra bús-queda eterna de quiénes somos re-almente, del sentido de toda estaparodia que llamamos vida, es eldesconcierto de la ausencia de dio-ses y de tanta oscura pregunta sinrespuesta. Es una reflexión com-pleja y brillante sobre nuestras an-gustias, nuestro vacío inmenso,sobre los sueños y la filosofía, sobrela soledad absoluta en que nos ha-llamos todos y cada uno de nos-

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otros. La obser-vación minu-ciosa y atentadel mundo, delcomportamientodel ser humano,del devenir alea-torio y confusodel destinofrente a la preci-sión milimétricadel día y de lanoche, deltiempo inexora-ble, de los minu-tos y las horas ylos días, escu-rriéndose sinruido como elagua de un puño cerrado. «Más deuna vez, al pasear por las calles ves-pertinas, me ha golpeado el alma,con una violencia súbita y aturdi-dora, la extrañísima presencia delas cosas…»

La vida como lluvia, impredeci-ble e involuntaria. La imposibilidadde ser siempre el mismo, de soste-ner, la imposibilidad de retener…Pessoa y sus heterónimos y la am-bición imposible de ser uno y todos,de ser muchos, habitado por infini-tos yoes, capaz de entender y sabery tener todas las opiniones: «Teneropiniones es estar vendido a unomismo. No tener opiniones es exis-tir. Tener todas las opiniones es serpoeta». Y no hay, entonces, poetamás ambicioso, de anhelo mayorque Pessoa que pretendía ser lo másdifícil: persona, personas, todas laspersonas y tener todas las opinio-nes. Pessoa que nos habló a todos

desde nuestro mismo interior,desde el desaliento, desde el tediode vivir para nada, tan breve todo,tan sin sentido, y en cambio tan te-rriblemente hermoso, tan desgarra-doramente bello.

El Libro del desasosiego no sepuede leer de corrido, no sirve paraeso. El Libro del desasosiego tieneentre sus páginas un capítulo de tuvida que habías olvidado, tienetodas las preguntas y casi todas lasrespuestas. Pessoa es además unesteta delicado y sugerente. Lasimágenes que suscita su desaso-siego son ya en sí mismas un poematan vital como cansado, tan bri-llante como apagado, tan simplecomo lúcido, que una vez leído nosacompaña, íntimamente, durantetoda la vida.

Os dejamos aquí un enlace paraperderse en el legado de Pessoa.

Doménec Triviño, Carta a Fernando Pessoa (Collage-pintura, 2005).

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Traducción de Julia OsunaAguilar

ISBN: 978-84-92891-07-8; 104páginas

PVP: 14,50 €; 451 Editores,2010 

Los suicidas constituyen unaclase literaria especial. Es imposibleen su lectura sustraerse por com-pleto a la tentación de buscar al-guna clave que nos lleve aestablecer, cual detectives, las mo-tivaciones de sus auto-asesinatos.El condicionamiento es inherente alacto lector, no exclusivo de estecaso, o si no piensen en cuántos tex-tos se ven marcados de inicio por elconocimiento de las inclinacionespolíticas de tal o cual autor o de susdevaneos amorosos, pero los suici-das tienen la especialidad de haberlogrado hacer, al menos, una cosaque el resto ignora por completo.Por eso resulta tan atrayente inten-tar armar el rompecabezas quelleve a acercarse a su cabeza.

Édouard Levé (París, 1965-2007), en principio, parece ponér-selo fácil al lector más morboso.Suicidio (a punto de ser publicadoen España por primera vez) es elnombre de su libro final, y suicidioes lo que cometió, precisamente, alos pocos días de entregarlo a sueditor. Además, el relato, en efecto,se abre con un hombre que se pegaun tiro en el sótano de su casa ycontinúa con el hallazgo del cadá-ver por parte de su propia mujer yla nota manuscrita que lo acom-paña. Prácticamente igual que en elcaso de Levé.

Pero los muertos no hablan de símismos en segunda persona, y eneste caso el autor pasa el libro en-tero dirigiéndose en ella al suicida,que identificamos pronto como unamigo al que se ha perdido. Hay,pues, un «yo» que se identifica con elpropio escritor, y un «tú» que repre-senta a su amigo, y lo que en princi-pio parece un trampantojoautobiográfico se torna un textoapócrifo por momentos y terminaresultando tan inventado como

Édouard Levé

Roberto Domínguez

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real, y alejado por tanto de una bio-grafía o una justificación del actosuicida. Levé además escoge en esterecorrido una manera de contar «alo Camus», con frases cortas y direc-tas, un tanto aséptica, lo que juntoa al desorden cronológico en el quevan apareciendo las idas y venidasdel protagonista completa el cuadrode «desapego» entre uno y otro.

La verdad es que el amigo, queno se nombra, tiene bastantes ca-racterísticas que le hacen proclive

a terminar con su propiavida, como son la intros-pección y la extrañezaante su existencia, perono es menos cierto queotros tantos datos de subiografía (tocaba en tresbandas, por ejemplo) nosllevan a pensar en unavida social más animadaque el tono con el que ladescribe el autor. Claroque el propio Levé, ca-sado y reputado fotó-grafo además de escritor,tampoco era un suicida«de manual». Este apa-rente cuadro de contra-dicciones, la monotoníaque puede crear el tonode la narración, y algu-nas paradojas internas,principalmente el hechode que nunca termina-mos de saber exacta-mente el grado defamiliaridad entre losdos («sólo tenía una fototuya», dice el autor a suamigo como a un ex-

traño, y dos páginas más adelantealgo tan íntimo como «creías queeras más pequeño por la noche quepor la mañana, porque la pesadezapretujaba tus vértebras») puedenresultar desconcertantes. Suicidiono es un libro complaciente, y en al-gunos momentos hay que recurrir ala fe para seguir entresacando labuena literatura que contiene, peroel lector perseverante terminaráestando de acuerdo con la parte enla que el autor dice: «Tu suicidio fue

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de una belleza escandalosa». ¿Y qué le queda entonces a ese

otro lector, señalado al principio,ávido de meter su cabeza en la ca-beza de Levé y ejercer librementesu derecho a la catarsis? Quizábucee en su fotografía, o lea en fran-cés algún otro texto, pero será enAutorretrato, publicado pocotiempo antes, donde encontraráalgo más parecido a lo que busca.

Autorretrato constituye una bio-grafía tan interesante como pecu-liar, una «patada» al género nosabemos si derivada directamentede sus pensamientos autodestructi-vos o un proyecto literario com-pleto. Basta con leer el primercapítulo para darse cuenta de la pe-culiaridad de la obra. «De adoles-cente —dice al comenzar— yopensaba que La vida instruccionesde uso, me ayudaría a vivir, y Sui-cidio, instrucciones de uso, a morir»(ojo a lo que se decía de este en elaño 82). A partir de ahí, mil qui-nientas frases que definen a Levé yque demarcan el mundo en el que semueve de una manera tan aceradacomo cercana («he tenido un R5blanco, un Fiat Uno gris, un BMW316 gris...»). Por la fragmentaciónque la preside y la ausencia de line-alidad se puede considerar Autorre-trato como una deconstrucción delgénero autobiográfico, y entonces,ya que el término está tan de modaen el ámbito gastronómico, decir deSuicidio que es el postre sin el queno se puede terminar esta comida.

Bon appétit!

*Autorretrato (2009, 126 pági-nas) ya está en el catálogo de 451editores, traducción de Julia OsunaAguilar), Suicidio estará disponibleen librerías a finales de octubre de2010.

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You’ve got a m@il

Contra el viento del norte

Judith Pérez Mayo

de Daniel Glattauer

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Traducción de Macarena Gonzá-lez

ISBN: 978-84-20406-10-7; 264páginas; PVP: 17,50 € / E-book:11,99 €; Alfaguara, 2010.

Puedes descargar aquí lasprimeras páginas

Como hoy estoy nos-tálgica, les voy a contarcosas de mi infancia ypreadolescencia. Yo es-cribía cartas. Cientosde cartas. Escribía car-tas a mis primos, a misamigos del pueblo, amis padres… Tenía pa-peles y sobres de colo-res, con olores, detexturas diferentes(ese vicio se me ha que-dado, miren ustedes).Recuerdo la emoción, alllegar del colegio, de en-contrarme una cartaque me había dejadomi madre sobre lacama. Y la desazón deno recibirla cuando al-guien «me debía carta».Y la indignacióncuando alguna desapa-recía misteriosamentegracias a Correos (esosí, ahora me doycuenta de que las queme envía el banco oHacienda no se pier-den nunca). Y la ur-gencia de abrirlas para

leerlas sin perder un segundo (ysin romper el papel del sobre, por-que yo las guardaba —aún con-servo muchas— en su sobrecorrespondiente)... Y luego llegó In-ternet. Fundido a negro.

Internet es trabajo. Es comuni-cación instantánea, pero no tienemagia, no hay emoción.

Y entonces llegó Contra el viento

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del norte. Damas y caballeros, debohacerles partícipes de mi descubri-miento: Internet sí es cercano. Sípuede producir la desazón de no re-cibir una «carta», de abrir el sobrecerrado. Y además juega con el fac-tor de la inmediatez. Yo le escribo austed, dos minutos después ustedrecibe mi correo e, inmediata-mente, me responde. En la época delas cartas, podía pasar más de unmes desde que yo escribía hasta querecibía respuesta. Imagínese cómose enfriaban las cosas. La pasión delverano ya no era tanta cuando reci-bía la carta del «apasionado» (estoes una «licencia poética»... siempreera yo quien escribía primero.Nunca he sido una mujer fatal, aun-que ya saben que deseo conver-tirme, con los años, en una viejadama indigna). Si alguien no res-pondía era fácil autoengañarse pen-sando que, una vez más, Correoshabía extraviado la carta más im-portante de mi vida (cada septiem-bre la carta que escribía era la másimportante de toda mi vida). ConInternet la cosa cambia. La no res-puesta es un castigo. Un castigo in-mediato, cruel.

Contra el viento del norte es unahistoria de amor. Y dicho así suenacursi. Suena casi decimonónico.Pero es que es lo que es. Y Glattauerha sabido construir unos persona-jes reales, actuales, reconocibles(jóvenes, aunque sobradamentepreparados —eso era un anuncio delos noventa, pero sigue sirviendo—,guapos —suponemos—, cultos, au-ténticos urbanitas de cualquier ciu-dad europea...) y una historia que

no cae, en ningún momento en sen-siblerías innecesarias.

Leo y Emmi se conocen graciasa Internet. Emmi se equivoca y envez de cancelar la suscripción a unarevista, cancela todo su mundofeliz. Escribe a Leo por error en unpar de ocasiones y, a partir de ahí,empiezan una relación de amistad,de erotismo y de amor que se con-vertirá en el centro de sus vidas,cambiándolo todo, desordenándolotodo. Emmi está «felizmente» casada(las comillas no son mías, son deLeo), Leo sale de una relación quese alarga innecesariamente. Y enmedio, sus ordenadores. A travésde sus correos pueden ser ellos ypueden ser otros. Son más ellos quecon nadie, pero también son quienno pueden ser en su vida «real».

La primera fase de surelación es fasci-

nante. Es, diríayo, como lavida misma.Me explico:estoy segurade que a us-

tedes, en al-guna ocasión, les

ha pasado lo que aLeo y Emmi. Han co-

nocido a Alguien, ese Al-guien les ha gustado mucho y han

decidido mos-trarse, frente

a Alguien en cuestión, como unaversión mejorada de ustedes mis-mos. Han sido ingeniosos, sexis, ori-ginales, divertidos, misteriosos (yohasta he intentado ser esa femmefatal que tan mal me sale), despreo-

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cupados y valientes... Luego pasa eltiempo y no son más (ni menos) quelo que han sido siempre: ustedesmismos.

Y eso les pasa también a los pro-tagonistas del libro de Glattauer.

Tras una primera parte de diálo-gos ocurrentes, divertidos, hipnóti-cos, es decir, tras la fase deconquista, aparece la irreal vidareal. Esas personas tienen obliga-ciones, días buenos y días no tanbuenos, rutinas, sus hijos se rom-pen brazos, sus maridos se desespe-ran, sus ex proponen volver aintentarlo... Leo y Emmi tienenhasta celos. Da igual que se bebanuna botella de vino y se digan lo im-portante que es el otro para sobre-vivir a la realidad. En esta segundaparte ya hay conflictos (que tú di-jiste, que tú hiciste, que tú no di-jiste...). Y sin embargo hay algo queles salva: ellos no se conocen perso-nalmente. No se atreven a hacerlo.El momento se va aplazando, por-que las miserias de cada uno suelenaparecer al mirarse a los ojos.

Uno espera, página traspágina, correo tras correo,que ese encuentro llegue.Y Glattauer consigue man-tener esa tensión, esepulso (casi un duelo alfinal de la novela) entrelos dos protagonistas. Unoespera a la vez que los per-sonajes esperan. Nos mor-demos las uñas pensandocómo van a soportar tantapresión, cuándo pondránel punto y final y se cita-rán para ponerle prosa a

la relación. Hasta nos abrimos, enalguna ocasión, una botella de vino(un Rueda, en mi caso) para sinto-nizar con ellos y sentir como ellossienten.

Y todo lo demás que les pasa aLeo y Emmi deben descubrirlo uste-des. Yo sólo les diré que no soymucho de cultivar amistades cibe-respaciales, que mi perfil en Face-book es casi testimonial, y en dondeno acepto amigos a los que no he mi-rado a los ojos. Sin embargo... Deboconfesar un pecadillo: leyendo Con-tra el viento del norte he deseadotener un Leo en mi vida; un Leo conel que pueda ser tan especial, tan in-geniosa-misteriosa-deliciosa-original-divertida, tan indigna comoyo quiera. Eso sí, guárdenme el se-creto, no se vaya a enterar mi bien-dichoso (y es que en el fondo, adoromi realidad, ¿qué le vamos ahacer?).

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Prólogo de Ro-drigo Fresán

Traducción dePablo Álvarez Ella-curia

ISBN: 978-84-937362-1-7; 220 pá-ginas

PVP: 21 €;Blackie Books,2009 

Septiembre yaestá aquí. Un nuevocurso, una nuevarentrée, como nosrecuerda la televi-sión, los colecciona-bles, las nuevastemporadas de se-ries... Pero en El Im-postor, para tomar energía y llegarvivos hasta final de año, hemos pre-ferido leer las memorias de Mark O.Everett, o mejor E, y sus Cosas quelos nietos deberían saber. RodrigoFresán, en la faja que acompaña allibro (aditamento que solía ser taninútil hasta que llegó BlackieBooks), nos lo dice claramente: «Elmejor libro de autoayuda que no in-

tenta ayudar anadie pero quelo consiguecasi sin propo-nérselo».

E es elalma matterde Eels, esabanda queconsiguió consu primerdisco Beauti-ful freaks(1996) ha-cerse unhueco entrelos grandes, elr e c o n o c i -miento de crí-tica y público,y una identi-

dad propia den-tro de la industria musical, en laque siempre se ha movido al mar-gen de modas o estilos del mo-mento. «Se hace muy cuesta arribano poder estar a buenas con todo elmundo porque has decidido que tumejor amiga es la música y que tepreocuparás de ella cueste lo quecueste...»

Y todo empezó una tarde de ve-

Cosas que los nietos deberían saber

de la Vida del señor E

Estrella García

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rano en el porche de su casa: «El míoera un caso desesperado, porque taly como yo lo veía tenía dos opcio-nes: una rendirme y palmarla; dos,ponerme las orejeras y sacarlealgún tipo de partido a mi pasión».La pasión es la música y se puso lasorejeras (que no se ha quitado aún).«Me eché a la autopista, sin tener niidea de lo que me esperaba y sin co-nocer absolutamente a nadie en Ca-lifornia.»

Mark O. Everett, sin pretensio-

nes ni tapujos, nos cuenta en Cosasque los nietos deberían saber partesfundamentales de su vida, anécdo-tas que ya estaban también en suscanciones y así el libro lo podemos(debemos) escuchar con su bandasonora, los discos del grupo. ComoE nos advierte nada más empezar aleer, está escrito con un estilo di-recto y seco, a veces frío e incó-modo, quizá la única manera deaceptar muchas de las cosas que leocurren. Y como él dice: la manera

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que ha encontrado de hacer frentea todo y a todos es tratarlos comoun proyecto artístico. Porque la ver-dad y sin exagerar, la vida de E hasido bastante jodida: ha pasado porla muerte de su adorada hermana yde su madre, además de la de supadre cuando era adolescente (aellos, su familia desaparecida, lesdedica el libro), por una infancia yadolescencia complicada y solitaria,o por novias -siempre locas- o «rela-ciones Vietnam». La desapariciónde su familia (hermana y madre)sucedieron justo cuando después demuchas penurias y decepciones enla soleada California, llegó su «éxito»en la música. Paradojas de la vida.

Justo estas paradojas agridulcesson las que marcan su vida (y porextensión su música) y le animan aseguir. Son las que sus nietos debe-rían saber. Además de su incondi-cionalidad a la música, sinconcesiones.

«...y he acabado por entenderque algunos de los peores momen-

tos de mi vida han desembocado enalgunos de los mejores...»

En el libro hay un equilibrio bas-tante lúcido entre tragedia y come-dia. Pasajes con los que se nossaltarán las lágrimas o nos sacaránla sonrisa por inverosímiles e in-cluso hay otras veces en los queaparecerán las dos a la vez. Todasjuntas son la vida de E, un beautifulfreak, y su vida tiene como únicocentro y medida la música. Al avan-zar en la lectura vemos la evoluciónde la industria de la música desdeprincipios de los noventa, y cómoesa máquina se engrasa, MTV, pro-ductores, casas discográficas, re-presentantes, giras, contratos,anuncios de televisión y bandas so-noras de seres verdes... Se dejancaer figuras como Tom Waits,Johnny Cash o Mick Jagger to-mando un té en el vestíbulo de unhotel.

Estas peculiares historias estándivididas en quince capítulos (connombres como «Qué tiempos aque-llos / calla o muere», «Espero que teguste pasar hambre» o «Luces par-padeantes (para mí)», que desem-polvan la niñez, la adolescencia y lamadurez de E, de una manera muydepurada, lo que significa lo bienque sabe quién es y que eso se debea lo que le ha tocado vivir. Cuandolos acabamos, conozcamos o no a Epreviamente, seamos o no fan deEels, terminamos considerándoloun nuevo colega, al que queremos.¿Por qué? Quizá por su tremendasinceridad y su brutal fidelidad enlo que cree.

¿Qué contarías tú a tus nietos?

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I’m not there

«Todo lo que puedo hacer es ser yo,

quienquiera que eso sea. «Bob Dylan

Por Aitor Aguirre

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Hablar de Bob Dylan es unasunto complejo, porque no hay unsolo Bob Dylan. El tipo no solo cam-bia de estilo, cambia hasta de voz,espantando y atrayendo oyentes apartes iguales. Repasar una de lavidas de Dylan es, como decía, com-plicado. Atreverse con varias esuna misión de audaces. Posible-mente el intentomás atrevido seaI´m Not There, lapelícula de ToddHaynes, que enlugar de intentarla tarea imposiblede atrapar aDylan, un perso-naje en constantecambio, ha op-tado por escoger6 etapas distin-tas, con 5 actoresy una actriz, parahacer un collagemezclando reali-dad y ficción, queda como resul-tado el acerca-miento artísticomás logradohasta la fecha, yposiblemente nose le acerca ni delejos. Como dijo élmismo «Voy acomprarme unBob Dylan nuevopara la próximasemana, y voy ausarlo», BobDylan.

En I´m Not

There, película que cuenta con laaprobación del Bardo de Minne-sotta, podemos ver al Dylan imita-dor de su ídolo Woody Guthrie, alque visitaba en un hospital deNueva York con solo 18 años paratocarle su canción «A song forWoody» (Marcus Carl Franklyn) elDylan que actúa en el Café Wha de

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Greenwich Village a cambiode la cena y que acaba gra-bando su primer disco porcapricho de un directivo deSony Music, y que rapida-mente se hace motero per-diéndose la época hippieconvaleciente tras un acci-dente (Heath Ledger), el

poeta callejero con aires de ArthurRimbaud (Ben Whishaw) el místicoDylan que interpretó un enigmáticopersonaje y compuso la banda so-nora de Pat Garret y Billy The Kidde Sam Peckinpah (Richard Gere),el Judas andrógino que revolucionóla música country y quedio la famosa conferenciade prensa en San Fran-cisco de 1965 (Cate Blan-chett, nominada al oscary ganadora de la CopaVolpi y el Globo de Oropor este papel), y el cris-tiano convertido quenadie comprendió (Chris-tian Bale) Todos elloscomponen una visión delúnico cantante que hasido propuesto al premioNobel de Literatura(hasta en 8 ocasiones)

El acierto de Todd Haynes, queya había demostrado su habilidadpara introducirse en el mundo mu-sical con Velvet Goldmine, un acer-camiento a David Bowieinterpretada por Christian Bale, fueacercarse a Dylan como lo hacensus aficionados más fieles, enten-diendo sus épocas, sus estilos, paraabandonarlo luego, expulsado porel propio Dylan, y con el tiempo vol-ver a descubrirle con menos pasiónpero con más reflexión. Bob Dylanadmite que la mayoría de las veces

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no había respuesta a las preguntasabsurdas que le hacían, preguntasdistorsionadas, relacionadas conlas etiquetas de ser la voz de una ge-neración o cualquier cosa ancladaen su tiempo. Desde el principio élestaba en otro tiempo, en otro espa-cio, y era difícil verlo, difícil no con-fundirlo con los acontecimientoscontemporáneos, tales como la gue-rra de Vietnam o la marcha del mi-llón dehombres.

Cualquieraque haya asis-tido a un con-cierto de BobDylan, que viveen la carreteracon su ininte-rrumpida giraNever EndingTour, puede corroborar las palabrasde Joan Baez (que en I´m Not Therees interpretada por JulianneMoore) en el imprescindible docu-mental No Direction Home de Mar-tin Scorsese, es más, suele ser elcomentario general del públicocuando vas saliendo del recinto yprestas atención. La gente sale ale-targada, desilusionada por no haberreconocido sus canciones favoritashasta llegar al estribillo. Baezafirma que «Podía tocar dos cancio-nes seguidas de espaldas al pú-blico... va a hacer lo que va a hacery tiene que cambiar. Debe seguirmoviéndose, incorporar cosas. Si lanoche anterior hizo el tema comoun vals hoy lo va a hacer a ritmo2/4 solo por joder. Así que trabajarcon alguien que cambia tanto es un

coñazo, o es un coñazo si esperabasotra cosa de él», Scorsese recogió eltestigo de D.A. Pennebaker, que en1965 rodó el histórico documentalDon´t Look Back sobre la polémicagira de Dylan por Inglaterra en laque era abucheado noche trasnoche por haberse pasado al sonidoeléctrico (uno de sus numerososcambios) y haber abandonado lostradicionales sonidos de la música

Folk. Scorseserecupera mate-rial de Don´tLook Back, y en-trevista los per-sonajes que hanrodeado la ca-rrera de Dylan,e intercala imá-genes de sus pri-meras épocas

con una extensa entrevista con elpropio Bob Dylan, convirtiéndoseasí en el documento más impor-tante de no ficción sobre el cantantesi no contamos el primer capítulode memorias de Dylan Crónicas(Volumen 1). Pennebaker tambiénes entrevistado en No DirectionHome por Scorsese y cuenta queDylan vio el primer material y em-pezó a reinventarse un poco, enten-dió que era una película, y supoadaptarse y por supuesto cambiar.

Dylan relata a Scorsese que lasmejores interpretaciones de suscanciones están en sus conciertos,no en sus discos. Esa es la granfrontera entre el público y él en susconciertos, al menos en sus concier-tos europeos. Como siempre hay unfallo en esa conexión. Típico en

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Dylan, porque la gente acude a vera alguien a quien adoran, pero almismo tiempo odian lo que hace, alno entenderlo completamente.Hasta el punto de gritarle «Judas»desde la platea. En realidad las gra-baciones eran tomas únicas en lamayoría de los casos, improvisacio-nes. Tal como sucede en sus con-ciertos. Como siempre Dylan esjuzgado a la ligera y malinterpre-tado hasta que pasan unos años.

El primer concierto de Dylan alque tuve la suerte de acudir tuveesa sensación. Yo todavía no era ungran aficionado y no pude recono-cer casi ni los estribillos de las can-ciones. Fue en Alcalá de Henares,junto a mi amigo Fidel Moreno (ElHombre Delgado) y Hermino Mo-lero (Fundador de Radio Futura) alque por cierto le dio un amago depatatús en medio de «Like a RollingStone» y tuvimos que acercarle aque le diera el aire. La emoción.Dylan relata a Scorsese que las me-jores interpretaciones de sus can-ciones están en sus conciertos, noen sus discos. Esa es la gran fron-tera entre el público y él en sus con-ciertos, al menos en sus conciertoseuropeos. Como siempre hay unfallo en esa conexión. Típico enDylan, porque la gente acude a vera alguien a quien adoran, pero almismo tiempo odian lo que hace, alno entenderlo completamente. Enrealidad las grabaciones erantomas únicas en la mayoría de loscasos, improvisaciones. Tal comosucede en sus conciertos. Comosiempre Dylan es juzgado a la ligeray malinterpretado.

I´m Not There cuenta con en subanda sonora con homenajes demúsicos como Anthony and TheJohnsons que borda «Knockin OnHeaven´s Door», Charlotte Gains-burgh que también aparece en la pe-lícula, un viejo compañero de armascomo Willie Nelson, y Eddie Vedderentre muchos otros. Pincha aquípara escucharla en el Spotify de ElImpostor I´m not there ¿Lo último?Una exposición de pintura en elMuseo de Copenhague con 50 cua-dros inspirados en Brasil y un discode temas navideños Christmas inthe Heart, «El tamborilero» incluido.Lo dicho, una eterna huída del ar-tista más influyente de todos lostiempos en una eterna gira TheNever Endig Tour. Quizá visitepronto tu ciudad, y es posible quevayas y te decepciones, quedas ad-vertido. Está todo pensado. Mien-tras puedes escuchar la selecciónde Bob Dylan de El Impostor BobDylan. Hasta la próxima.

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La vida no vale nada

Desde que tengo hijos, he transi-tado con una asiduidad letal las ma-crosalas de cine, buscando un ratode descanso, más que una buena pe-lícula. La tiranía de los infantesacaba gobernando mi carteleraemocional. Rebelde, como soy,tengo ese don, me duermo encuanto consigo olvidarme del ago-biante ruido de miles de mandíbu-las comiendo palomitas con el

consiguiente enfado de mi hija pe-queña. Así que cuando puedo esca-parme y elegir yo la película, merelamo ante una V.O. y busco la salamás pequeña, aquellas en las quederramé mis años de juventud ciné-fila.

Por todo esto, por haber deglu-tido sin sentido los hits de la indus-tria norteamericana con misvástagos y haber reducido tanto miespectro de placer, me vuelvo doble-mente exigente. Ya no tengo pacien-cia. Si una película no me gusta, me

A propósito de CArAnCho

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duele doblemente. Si el destino mepremia con una buena, la disfrutodurante meses. Y eso es lo que meha pasado con Carancho, que desdeque tuve la fortuna de verla en Bue-nos Aires hace unos meses, su re-cuerdo me alimenta. Así que en unarranque, le he dicho a El Impostor,que me dejara escribir sobre ella.

Una paliza, un pie con miles depinchazos, un hospital que más pa-rece una morgue, un coche, otrocoche, un accidente, una oficina quebien podía ser también una morgue,

porque huele a muerte por todaspartes, una noche, otra noche, la ne-cesidad de matar, la necesidad demorir, una casa que no es como lade los anuncios, que es una casa quenadie cuida, que es triste, que bienpodía ser la antesala de la morgue yentre todo eso, el amor, los besos, elcurarse las heridas, el encontrarse,el sonreírse, el quererse caminandoentre tantas morgues.

La vida no vale nada, algunoscreen que vale mucho (mienten) yconvencen a los miserables de que

A propósito de CArAnCho

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se tiren a los coches para que lesatropellen, haciéndoles creer que suvida vale muchos pesos, cuando enrealidad no vale nada y por eso lapueden arriesgar con esa facilidadabrumadora. Y los caranchos revo-lotean como los cuervos, esperandoque la sangre ensucie el asfalto y sepresentan como si nada y prometenque les representarán delante delas aseguradoras para conseguir in-demnizaciones millonarias. Enmedio, coimas, sobornos a médicos,

a policías y a todo delque participe de estenegocio perverso.

Sosa, con los ojosde Darín, sabe que lavida no vale nada yque tiene que salir deesa locura, está hartode tener a otros cuer-vos más carroñerosque él, apretándolelos huevos, obligán-dole a traicionar atodos, sobre todo a élmismo. Un rayo deluz aparece en esteinfierno de noches enlas carreteras secun-darias de cualquierciu-

dad del mundo,se llama Luján, ytiene los ojos deMartina Gusman.Ella sabe muybien lo poco quevale una vidapara muchos,pero se empeña,turno a turno enemergencias, endar aliento, en

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salvar vidas que muchas veces noquieren ser salvadas. Y surge unahistoria de amor de carácter épico,de dos personas luchando contratodos, contra todo. Hay sitio para elamor en cualquier lugar.

Trapero empuña la cámara comosi estuviera deseando abofetearnoscon ella y a la vez impregna de ter-nura cada rincón oscuro. Se desen-vuelve por el relato con una fluidezdesgarradora. Eficaz y eficiente, sinconcesiones más que las mismas quea veces nos regala la vida: una son-risa a tiempo, una caricia y un «notodo está perdido», aunque lo esté. Unfinal que no podía ser otro pero quesorprende por su narrativa abruptay definitiva te clava en la butaca.

Fadel, Mauregui y Mitre, guio-nistas, compañeros de este viajecon Trapero y de otros viajes delmismo nivel, han escrito una sólidaguía para navegar. Sólo puedo decirque me dan envidia, envidia de labuena, porque saben poner talentodonde no tiene por qué haber gran-des presupuestos, habilidad y co-raje, donde otros hubieran colocadoexplosiones y una visión de la vidaaudaz, donde la mayoría hubieranaufragado.

Los que tengan hijos que contra-ten a una buena canguro y vayan averla.

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Primer movimiento. Allegro.

Hay ciertas ventajas en elhecho de ser humano y vivir aquí,ahora. Una de ellas es tener la ca-pacidad de entender y disfrutarla belleza. Las suaves curvas y de-liciosos aromas de la belleza, elembriagador sentimiento quecruza nuestras mentes, el placerque recorre todo nuestro cuerpocuando encontramos algo her-moso, algo único e irrepetiblecomo ocurre con la música. Unarco rasgando las delicadas cuer-das, el aire que atraviesa unaflauta creando una melodía quese nos escapa, una voz femenina,potentey brillante que nos llevajunto a ella a tal altura que pareceimpensable. Es necesario defen-der la música clásica en estostiempos, no porque sea mejor, oporque la música de los últimossiglos no merezca ser defendida,sino porque es necesario redescu-brirla, entender la perfección dela armonía, de la conjunción decada instrumento en un total queresulta maravilloso.

Este biopic no habla sobre roque-ros malditos por los excesos, obse-sionados por la fama y de una vidacorta y acelerada, músicos que lle-garon a ser genios, revolucionariosy que cayeron después en su propiaautodestrucción…, o quizás sí.

Segundo movimiento. Adagio.

Como ya he descrito en el pri-mer movimiento, así aparece la mú-sica en Amadeus, como una sencillallama que no puede apagarse y que,poco a poco, crece en el interior deSalieri hasta convertirse en un in-cendio que consume su alma y sucordura, por devoción, por amor ala música de su peor enemigo, Wolf-gang Amadeus Mozart. Esta pelí-cula de 1984, ganadora de ochomerecidos Oscar, entre ellos el demejor director a Milos Forman, re-sulta un verdadero espectáculo ci-nematográfico que a día de hoy,sigue impresionando a todos aque-llos que deciden adentrarse en el in-creíble mundo del austríacoWolfgang Amadeus Mozart, uno delos mejores compositores de todoslos tiempos.

Amadeus, Amadeus...

Beatriz Peñas

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Desde el punto de vista de su su-puesto rival, Antonio Salieri, obser-vamos como los hechos de la cortavida de Mozart se suceden uno trasotro como si de una ópera delmismo se tratara. Existe la ober-tura, la llegada de Mozart a la corte,la relación de éste con Salieri, que loama y lo odia a partes iguales. Exis-ten las arias, el momento de mayorlucimiento de ambos compositores,la carrera por la excelencia, poratisbar la perfección, y finalmenteel declive de Mozart, la non ritor-nata, donde escribe dos de susobras más conocidas La flauta má-gica y el inacabado Réquiem. Seríaalgo absurdo intentar esconder el

final de esta tragicomedia al lector,pues todos sabemos que Mozart,igual que muchos otros genios,murió joven (35 años), sin el reco-nocimiento que merecía y en la másabsoluta pobreza.

«Un músico que escribió su pri-mer concierto a los cuatro años, suprimera sinfonía a los diez y todauna ópera a los doce, se le notaría»,dice el propio Salieri en el film.Nada más lejos de la realidad.

Mozart es un jovenzuelo desca-rado y lujurioso, irresponsable yjuerguista, con una capacidad di-vina para la música. Es la construc-ción del personaje lo que realmenteda vida y forma a la película deMilos Forman. Se le presenta conuna risa muy característica que se-guramente está ahora mismo so-nando en todas las cabezas que leenesta crítica. Mozart nos cae a todossimpático, pues no es un genio con-cienzudo y serio, como su rival Sa-lieri, al que por supuesto, tambiénse le considera un genio, con malasuerte, pero genio a fin de cuentas.Así pues, parece que Mozart llevauna vida despreocupada y alegre, loque hace más dramática su caída alfinal. El compositor llega a inspirar-nos verdadera lástima. ¡Lástima! ¡Elmás grande! Así es la vida, señores.

A niveles más técnicos, Amadeuses una verdadera maravilla, la am-bientación, aún siendo de la décadade los ochenta, goza de una precisiónenvidiable. El estudio de la luz sor-prende por sus claroscuros y suscambios se adaptan a la perfección,no solo a los ambientes, sino tambiénal estado anímico de los personajes.

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Obviamente, lo más destacable anivel técnico es la selección de la mú-sica, pues la mayoría son obras delos dos grandes compositores, prota-gonistas de la película. Gracias aAmadeus, el espectador tiene laoportunidad de construir las melo-días tal como Mozart las concebía ensu cabeza, ya que en más de una oca-sión se realiza ése análisis por partede los personajes, de manera que,por unos breves minutos, podemossentirnos como un verdadero com-positor de la época del clasicismo,salvando las distancias.

Amadeus resulta un soplo deaire fresco, no solo por su guión, elelenco actoral —el inolvidable TomHulce como Mozart y F. MurrayAbraham, ganador de un Oscar porsu interpretación de Antonio Sa-lieri— y sus escenas cómicas que lahan inmortalizado, sino también

porque despierta la sensibilidad quetodos llevamos dentro y provocaque el más mínimo roce de una me-lodía nos erice el cabello, nos hagacerrar los ojos y abrir la mente a lagrandiosidad de la orquestra queprecede al primer acto.

Tercer movimiento. Allegro finale.

Milos Forman contó con PeterShaffer para adaptar el guión deAmadeus, la obra de teatro delmismo autor. Aún y considerandoque resulta el mejor biopic que se hahecho de Mozart hasta la fecha, megustaría romper una lanza por elmalogrado Salieri. Es cierto que An-tonio Salieri y Wolfgang AmadeusMozart coincidieron durante algu-nos años de su vida. También escierto que éste último acusó al ita-liano de atentar contra su vida, pero

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realmente no se sabe hasta quepunto eso coincide con la realidad.Antonio Salieri fue un compositormuy notable en su época, trabajópara los mejores y fue un autor pro-lífico y reconocido. El hecho de com-partir época con Mozart no fue sinouna funesta casualidad para el com-positor, aunque no por ello dejó deser apreciado entre sus contempo-ráneos. Forman y Shaffer decidenaprovechar la supuesta rivalidadentre los músicos para dar forma asu Amadeus, una fórmula que re-sulta efectiva y que a nivel narra-tivo, es atractiva y fresca, pero hayque decir que a parte de ser el pro-fesor de uno de los hijos del compo-sitor austríaco, Antonio Salieri fue

de los pocos que asistió al funeraldel malogrado Mozart.

«Mediocres del mundo, yo os ab-suelvo.»

Con esta frase se despide HerrSalieri de nosotros, siendo solo unasombra de lo que fué, un final dignode la mejor sinfonía: Los timbalesresuenan, lo violines se despidencon los últimos arpegios, los trom-bones llegan a pianissimo y el direc-tor con los brazos abiertos, haceuna floritura en el aire y cierra lospuños para dar por concluida laobra.

Di Capo.

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ActualidadLibros - Novedades

Blackie Books presenta las mejores entrevis-tas (casi todas inéditas en español) con Andy War-hol realizadas entre 1962 y 1987, desde aquellafamosa en que respondía solo con monosílabos (cosano del todo cierta) hasta una donde explica cómovivir la vida era parecido a ver la tele hastaque intentaron matarlo.

Las entrevistas aquí reunidas desmienten deuna manera maravillosa los clichés que han esca-moteado el genio del artista y la singular cargade su obra. Provocador, manipulador, indiferentey a la vez apasionado, contradictorio y luminoso,el dandy Warhol revela aquí su desconcertante in-teligencia.

Los BREVES del ÁTICO

Nueva colección de Ático de los Libros, Breves del Ático: una selecciónde grandes joyas de la literatura breve inéditas o descatalogadas encastellano. Con un diseño característico y elegante a un precio mode-rado.

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Cine - EstrenosAdaptación en forma de largometraje del falso trái-ler incluido en Grindhouse. Machete es un ex federalmexicano con habilidades que están más que a la al-tura de su actitud mortífera. Dado por muerto des-pués de un enfrentamiento con el célebre rey de ladroga mexicano Torres, Machete huye a Texas paradesaparecer y olvidar su trágico pasado. Pero lo queencuentra es una red de corrupción y engaño que ter-mina con una bala en el cuerpo de un senador y conMachete como uno de los hombres más buscados. Ma-chete se dispone a limpiar su nombre.

Jack (George Clooney) es un mercenario solita-rio, un auténtico maestro entre asesinos. Perocuando un trabajo en Suecia no acaba tan biencomo estaba previsto para este estadounidenseen el extranjero, Jack le deja claro a su con-tacto Larry (Bruce Altman) que su próxima mi-sión será la última. Se traslada entonces aItalia, donde se refugia en un pueblecito y em-pieza a disfrutar lejos de la muerte.Una mujerbelga, Mathilde (Thekla Reuten), le comunica supróxima misión tiene que ver con la fabricaciónde un arma.

Ryan Reynols es Paul Conroy, un contra-tista en Irak. Repentinamente despiertaencerrado en un ataud con un telefono casisin bateria, un reloj y un encendedor ysolo tiene hasta la medianoche para conse-guir el dinero, sino morira ahora.

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nUestrAs

FirMAs

inVitAdAs

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