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67 El impacto de las reformas económicas en la coalición electoral justicialista (1989-1995) 1 Carlos Gervasoni* - UCA/UTDT Resumen Las políticas económicas aplicadas por el presidente Menem desde su elección en 1989 representaron un giro radical en la estrategia de desarrollo del país y una negación punto por punto de los principios ideológicos tradicionales del justicialismo. Las viejas políticas expansivas, estatistas y proteccionistas fueron abruptamente reemplazadas por políticas ortodoxas, privatistas y aperturistas. Es de esperar que semejante transformación haya tenido un considerable impacto sobre los votantes tradicionales del peronismo, enfrentados a un contexto ideológico, a una configuración de alianzas sociales y a una distribución de costos y beneficios materiales contrapuestos a los de anteriores administraciones justicialistas. En base a datos de opinión pública correspondientes a las elecciones presidenciales de 1989 y 1995, se analiza la estructura y evolución de la coalición electoral justicialista con el objetivo de describir el patrón de fugas e incorporaciones al PJ entre 1989 y 1995. Mediante el uso de análisis estadístico multivariado se estudiará el impacto de variables demográficas, socioeconómicas, políticas y actitudinales sobre el comportamiento electoral de los argentinos entre 1989 y 1995. De esta forma se ponen a prueba algunas de las hipótesis existentes para explicar el apoyo electoral al justicialismo. Introducción El presente trabajo estudia la estructura y evolución de la coalición elec- toral justicialista entre 1989 y 1995 con el objeto de poner a prueba hipótesis existentes acerca de las causas del voto por el peronismo. En particular se analizan las transformaciones en las bases sociales de la coalición menemista de 1995, debido al natural interés que genera la pregunta sobre el impacto que en ella produjo el ortodoxo programa de estabilización y reforma estructural implementado por Menem desde 1989. Dada la histórica oposición del peronismo a políticas de ajuste monetario y fiscal, apertura comercial, privatización y liberalización financiera, resulta particular- mente relevante estudiar la reacción de los votantes a dichos cambios. Es de esperar que éstos hayan tenido un considerable impacto sobre los votantes tradicionales del peronismo. El tema resulta también de interés en términos de política comparada, dada la existencia de experiencias similares, esto es, de partidos de tradición nacionalista, populista y/o estatista que en algún momento de las décadas del 80 o 90 giraron

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El impacto de las reformas económicas en lacoalición electoral justicialista (1989-1995)1

Carlos Gervasoni* - UCA/UTDT

Resumen

Las políticas económicas aplicadas por el presidente Menem desde su elección en 1989representaron un giro radical en la estrategia de desarrollo del país y una negación punto por punto delos principios ideológicos tradicionales del justicialismo. Las viejas políticas expansivas, estatistas yproteccionistas fueron abruptamente reemplazadas por políticas ortodoxas, privatistas y aperturistas.Es de esperar que semejante transformación haya tenido un considerable impacto sobre los votantestradicionales del peronismo, enfrentados a un contexto ideológico, a una configuración de alianzassociales y a una distribución de costos y beneficios materiales contrapuestos a los de anterioresadministraciones justicialistas. En base a datos de opinión pública correspondientes a las eleccionespresidenciales de 1989 y 1995, se analiza la estructura y evolución de la coalición electoral justicialistacon el objetivo de describir el patrón de fugas e incorporaciones al PJ entre 1989 y 1995. Mediante eluso de análisis estadístico multivariado se estudiará el impacto de variables demográficas,socioeconómicas, políticas y actitudinales sobre el comportamiento electoral de los argentinos entre1989 y 1995. De esta forma se ponen a prueba algunas de las hipótesis existentes para explicar elapoyo electoral al justicialismo.

Introducción

El presente trabajo estudia laestructura y evolución de la coalición elec-toral justicialista entre 1989 y 1995 con elobjeto de poner a prueba hipótesis existentesacerca de las causas del voto por elperonismo. En particular se analizan lastransformaciones en las bases sociales dela coalición menemista de 1995, debido alnatural interés que genera la pregunta sobreel impacto que en ella produjo el ortodoxoprograma de estabilización y reformaestructural implementado por Menem desde1989. Dada la histórica oposición del

peronismo a políticas de ajuste monetario yfiscal, apertura comercial, privatización yliberalización financiera, resulta particular-mente relevante estudiar la reacción de losvotantes a dichos cambios. Es de esperarque éstos hayan tenido un considerableimpacto sobre los votantes tradicionales delperonismo. El tema resulta también deinterés en términos de política comparada,dada la existencia de experiencias similares,esto es, de partidos de tradición nacionalista,populista y/o estatista que en algún momentode las décadas del 80 o 90 giraron

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abruptamente hacia políticas económicasortodoxas. En América Latina, además delperonismo, los ejemplos más notorios son elMNR boliviano y el PRI mexicano.

En la primera sección se analiza el de-bate sobre el impacto electoral de las reformaseconómicas en América Latina. Luego seprocede a estudiar el caso del peronismo yalgunas teorías que se han formulado respectode las consecuencias electorales de su giroideológico. Las secciones 3 y 4 utilizan elanálisis bivariado de datos de encuestaspreelectorales de 1989 y 1995 para describirla estructura y cambios de la coalición elec-toral justicialista, y analizar el patrón de fugase incorporaciones al PJ entre aquellos años.Se concluye (sección 5) poniendo a pruebaalgunas de las hipótesis existentes acerca delvoto por el peronismo mediante un enfoqueestadístico multivariado que evalúa el impactode indicadores demográficos, socioeconómicos,políticos y de ideología económica sobre elcomportamiento electoral de los argentinosentre 1989 y 1995.

1. Reforma económica y elecciones: elestado de la cuestión2

Gran parte de la literatura sobre la olade políticas ortodoxas de estabilización yreforma estructural en los países en desarrolloha enfatizado los costos sociales y políticosde las mismas. El ajuste fiscal, la apertura dela economía, las privatizaciones, la eliminaciónde regulaciones y subsidios, etc. habríanprovocado, según esta literatura, un deterioroeconómico y social en términos de empleo,ingreso y distribución de la renta. Lasmencionadas políticas beneficiarían al capitaly perjudicarían a la gran mayoría deasalariados, trabajadores informales ydesempleados (por ejemplo Sunkel y Zuleta

1990, 49). Se hipotetizó que la gran mayoríade la ciudadanía expresaría su resistenciamediante todos los medios a su alcance. Encontextos democráticos esos medios incluyenel voto: “Even when people do support the radi-cal treatment at the outset, the limited data wehave indicate that this support erodes, oftendrastically, as social costs are experienced.Opposition is expressed in public opinion sur-veys, elections, strikes, and, at times, riots”(Przeworski 1991, 167; subrayado mío)3.

El argumento completo ha sidoadecuadamente resumido por Barbara Geddes:“Expectations ex ante went something like this:economic liberalization will be costly in the shortrun to the urban popular sector, especially or-ganized labor. Labor will respond with strikes,demonstrations, and votes against the politi-cians who initiated adjustment policies. Con-sequently, elected politicians will not want totake the risk of initiating unpopular policiesbecause if they do, they will lose the nextelection and policies will be reversed” Geddes1995, 199; subrayado mío).

A partir de estas ideas, muchosacadémicos e intelectuales se aventuraron apredecir la derrota electoral de lasadministraciones reformistas. Respecto de laselecciones legislativas argentinas de 1993, porejemplo: “Sin embargo, la resignación nogarantiza el mantenimiento de políticasneoliberales en el largo plazo. Lasperspectivas para las próximas eleccionesparlamentarias de octubre son distintas ala victoria menemista de 1991...Demandaspor derechos sociales y de mayortransparencia en la administración públicaresultarán en una caída del apoyo electoralal gobierno...” (Acuña 1993, 24; subrayadomío).

Lo que en realidad ocurrió fue que elperonismo obtuvo el 40,7% de los votos (contra

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el 28,9% de los radicales), ganando 18 de los24 distritos electorales del país. Estosresultados fueron algo mejores para eloficialismo que los conseguidos en laselecciones de 1991. En 1994 el Justicialismovolvió a ganar las elecciones para la asambleaconstituyente, y en 1995 Menem obtuvo lareelección con un notable 49,9% de los votos.Luego de 6 años de drástica aplicación depolíticas económicas ortodoxas, el PJ logróun 2,5% más de votos que en la elecciónpresidencial de 1989.

Otros observadores en otros paísesrealizaron similares (y similarmente erróneos)pronósticos electorales. Así, por ejemplo, AlmaGuillermoprieto (1994) para las presidencialesbolivianas de 1993 y Jaime Petras (1991, 156-157) para el caso chileno. Ambos predijeronque la orientación neoliberal de los partidosoficialistas los enfrentaría a sombríasperspectivas electorales. Sin embargo en 1993la Concertación Democrática chilena fuereelegida con un 58% de los votos. En Bolivialos dos partidos favorables a las reformasganaron las elecciones, reuniendo un 57%.

Algunos investigadores que sí repararonen la falta de la esperada oposición a lasreformas económicas ortodoxas intentaron amenudo conceptualizar al fenómeno entérminos de “anomalía” o “acertijo”, asumiendoque lo “normal” sería que, dados sus costos,las reformas enfrenten gran oposición: “Unacertijo recorre a la sociología política: latolerancia popular a los procesos de ajusteeconómico.” (Navarro, 1995, 443). El mismoautor escribió: “la privación relativa derivadadel ajuste, la disponibilidad de recursos deapoyo, y de una estructura de oportunidad fa-vorable dada por la democracia, predicen laconformación de una amplia mayoría con-tra las reformas. Sin embargo, losacontecimientos no han resultado tan simples

de analizar ... Corresponde, por lo tanto,explicar esta sorpresiva y “anómala”ausencia de respuesta o tolerancia de lossectores populares a la puesta en práctica delajuste” (Navarro 1995, 444; subrayado mío).

Navarro concluye que “en sus actualesformulaciones, no existe un argumento teóricoque cabalmente explique esta ‘anomalía’ de laausencia de respuesta o tolerancia popular”(461). Para el caso argentino se ha escrito:“Lo sorprendente del caso es que Menem pudoponer en práctica un ‘ajuste estructural’ sinprecipitar conflictos políticos y socialesinmanejables ... Esto es lo que constituye lasingularidad del experimento menemista, nomarginalmente reforzado por sus doscategóricas victorias en las elecciones de 1991y 1993...” (Borón 1995, 17).

La cada vez mayor “normalidad de lasanomalías” en América Latina y el frecuentefracaso de predicciones electorales como lasmencionadas más arriba pusieron en evidencialas debilidades del razonamiento tradicionalacerca de la relación entre reformaseconómicas y comportamiento electoral,alentando el surgimiento de teoríasalternativas. Los satisfactorios resultadoselectorales conseguidos por otrasadministraciones reformistas, tales como lasde Monge en Costa Rica o Paz Estenssoro enBolivia, especialmente cuando se las comparacon las derrotas sufridas por administracionesno reformistas como las de Siles Zuazo enBolivia, Alfonsín en Argentina, García en Perúy Sarney en Brasil, otorgaron mayor credibilidada la idea de que las políticas ortodoxas deestabilización y reforma estructural podían noser tan impopulares como se había pensadohasta el momento. Las categóricasreelecciones de Fujimori y Menem, los dosreformadores más radicales de la región,terminaron de rebatir a quienes pronosticaban

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amplia resistencia popular a las políticasortodoxas.

Un nuevo paradigma, entonces,comenzó a enfatizar los beneficios de lasreformas. Se argumentó, por ejemplo, que alreducir la inflación y los desequilibriosexternos, y al mejorar la asignación derecursos, las nuevas políticas resultaban enun mejor desempeño económico; que laseconomías libres de las distorsionesprovocadas por las regulaciones estatales yel proteccionismo atraen más inversión y, porlo tanto, crecen más rápidamente, y que lasprivatizaciones a menudo resultan en mejoresservicios públicos para más gente. Finalmente,se enfatizó que las bajas tasas de inflaciónconseguidas por las políticas fiscales ymonetarias ortodoxas generan gran apoyo porparte de la población. La estabilidad monetariaeleva el poder de compra de los asalariados,reduce drásticamente el regresivo “impuestoinflacionario” y elimina la incertidumbre tantopara los productores como para losconsumidores. De acuerdo a este nuevoparadigma, todos estos beneficios sumadospodrían compensar con creces los costos delas reformas y, consecuentemente, generaraceptables niveles de apoyo electoral para lasadministraciones reformistas.

A comienzos de los 90 algunosinvestigadores del tema comenzaron a sostenertesis como las siguientes: “there is evidencethat successful policy reforms can generatesignificant political support” (Krueger 1993, 31);“the costs of liberalization are either lower ordistributed more complexly than was initiallyassumed” (Geddes 1995, 203); “even wherecosts were extremely high, incumbents werenot always rejected at the polls” (Geddes 1995,205). En el primer estudio empírico del temaque he visto, Joan Nelson concluyó que de 16“Intensively Adjusting Governments,” en

países en vías de desarrollo, 6 obtuvieron lareelección y 2 más obtuvieron “quasi-victories,”mientras que 5 fueron derrotados y 3 “quasi-defeated” (Nelson 1992, 254-255). El hecho deque aproximadamente la mitad de lasadministraciones reformistas en trescontinentes (Latinoamérica, Africa y Asia)hayan sido electoralmente exitosas constituyóun apoyo adicional para el nuevo paradigma.Refiriéndose específicamente a AméricaLatina, David Hojman escribió: “popular oppo-sition to FMOEP (free market open economypolicies) has been small except in Venezuela.In some cases popular support for FMOEPseems to be strong (Argentina, Mexico andPeru). In Chile support is overwhelming. Ordi-nary people seem to dislike high inflation muchmore than they have been credited for by someacademics” (Hojman 1994, 218).

En un trabajo anterior (Gervasoni 1995)calculé, para todos los gobiernos elegidos encomicios razonablemente limpios en AméricaLatina entre 1982 y 1995 (y para las cualesuna segunda elección presidencial habíaocurrido hasta ese último año), la declinaciónelectoral, definida como la diferencia entre elporcentaje de los votos obtenidos por un partidoo coalición ganadora4 en (la primera rueda de)una elección presidencial y el porcentaje delos votos obtenidos por el mismo partido ocoalición en la (primera rueda de la) siguienteelección presidencial. Los resultados sepresentan en la tabla 1.

Las administraciones con declinacioneselectorales más altas (o desempeñoselectorales más pobres) incluyen a las másestatistas y heterodoxas que se han registradoen la región desde 1982: Siles Zuazo en Bo-livia, Ortega en Nicaragua, García en Perú,Alfonsín en Argentina5. En este grupo tambiénencontramos a Collor y Pérez, de Brasil y Vene-zuela, respectivamente. Si bien es cierto que

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estos presidentes comenzaron a implementar programas de estabilización y reforma estructuralortodoxos, el motivo principal de sus altas declinaciones electorales parecen haber sido losjuicios políticos por corrupción que los desalojaron del poder y desprestigiaron a sus partidos(de hecho el partido de Collor no se presentó a la siguiente elección presidencial: su alta declinaciónelectoral surge de asumir un 0% de votos para su partido).

Tabla 1: Declinación electoral estandarizada y no estandarizada para 30administraciones Latinoamericanas, 1982-1995.

Declinación Declinaciónelectoral es- electoral es-

Declinación tandarizada Declinación tandarizadaAdministración electoral (puntaje Z) Administración electoral (puntaje Z)García 30.5 1.67 Mediana 7.2 -Collor 30.5 1.67 Duarte 6.9 -0.20Pérez 29.4 1.58 Azcona 6.7 -0.21Ortega 26.2 1.33 Monge 6.5 -0.23Siles Zuazo 23.0 1.07 Balaguer 5.9 -0.28Cerezo 21.1 0.92 Lusinchi 5.4 -0.32Alfonsín 19.3 0.78 Arias 5.1 -0.32Borja 16.0 0.52 Paz Estenssoro 4.6 -0.34Febres 12.5 0.24 Cristiani 4.5 -0.38Betancur 11.0 0.13 Calderón 3.9 -0.39Sanguinetti 10.9 0.12 Gaviria 3.1 -0.44Callejas 10.8 0.11 Suazo Córdova 2.9 -0.50Barco 10.0 0.05 Paz Zamora 1.0 -0.66Media 9.4 - Menem -2.5 -0.94Lacalle 8.7 -0.13 Aylwin -2.8 -0.96Blanco 7.5 -0.15 Fujimori -35.6 -3.53

Fuente: Propia en base a Nohlen 1993; Latin American Newsletter: Latin American Weekly Report, several issues;Latin American Newsletter: Latin American Special Report, Feb. 92, Feb. 93, Feb. 94 and Feb. 95; Notisur (elec-tronic journal), varias ediciones, y Rial, J. and Zovatto, D. (eds) 1992.

No menos interesante resulta observar qué administraciones lograron declinacioneselectorales negativas o, en otras palabras, qué presidentes lograron que sus partidos obtenganmás votos en las elecciones del final del período que en las elecciones presidenciales anteriores.El caso más destacado es el de Fujimori, que es por lejos el más desviado de la muestra: en1995 obtuvo un extraordinario 35,6% de los votos más que en 1990. Un desempeño electoraltan destacado sólo puede explicarse por varios factores actuando al mismo tiempo. Seguramente

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variables no económicas como el éxito en lalucha contra Sendero Luminoso y lasescaramuzas preelectorales con Ecuadorexplican parcialmente semejante ascenso elec-toral. En el contexto de este trabajo, sin em-bargo, es de gran relevancia el hecho de queFujimori implementó durante su primermandato uno de los programas de reformaseconómicas ortodoxas más profundos de laregión.

Las otras dos administraciones quelograron mejorar sus desempeños electorales,las de Aylwin y Menem, son también ejemplosde políticas de libre mercado. Chile es sin dudadesde hace muchos años el país más ortodoxoy liberal de América Latina. Argentina, bajo laprimera administración de Menem, haimplementado un amplio programa de reformaseconómicas ortodoxas que bien podríareclamar el título del más rápido del mundo.Finalmente, es de destacar que otrospresidentes reconocidamente reformistas,como Paz Estenssoro y Paz Zamora de Bo-livia, Gaviria de Colombia, Calderón Fournierde Costa Rica y Cristiani de El Salvadorregistran declinaciones electorales claramentepor debajo de la media.

En el trabajo mencionado correlacionéla variable declinación electoral con cuatroindicadores de política económica: déficit fis-cal, tasa de crecimiento de la oferta monetaria,grado de participación del estado en laproducción de bienes y servicios, y nivel deproteccionismo. Cuando los cuatro indicadoresfueron analizados en conjunto utilizando unmodelo de regresión múltiple se encontró queel aumento de la oferta monetaria, una varia-ble altamente correlacionada con la inflación,y el nivel de proteccionismo estánpositivamente correlacionados con ladeclinación electoral: a mayor ortodoxiamonetaria y apertura de la economía, mejor

desempeño electoral del oficialismo. El déficitfiscal y la participación del estado en laproducción no alcanzaron significaciónestadística. Es decir que, de cuatroindicadores, dos sugieren que las políticasortodoxas conducen a mejores resultadoselectorales para el oficialismo, dos indican queel tipo de política económica no afecta ladeclinación electoral, y ninguno muestra, comoesperaban las teorías tradicionales, que laortodoxia económica conduce al castigo elec-toral de sus impulsores.

2. El impacto electoral de las reformas enla Argentina: del peronismo populista almenemismo liberal

En el contexto de las reformaseconómicas en América Latina, el caso argentinoresulta particularmente interesante desde el puntode vista político. En efecto, el programa argentinode reformas ha sido, con la posible excepcióndel chileno, el más profundo y abarcativo, y sinduda el más rápido. En sólo cinco años, de 1989a 1994, se logró equilibrar el presupuesto,privatizar prácticamente todas las empresaspúblicas y el sistema de seguridad social,liberalizar el comercio, desregular casi todos lossectores de la economía y abrir el país a lasinversiones extranjeras. Lo peculiar desde elpunto de vista político, fue que este radicalprograma de reformas fue implementado por elJusticialismo, un partido de tradición estatista,proteccionista, intervencionista y populista. Enrealidad Menem destruye, para cambiarlo por unonuevo, el orden económico establecido por Perónen sus dos primeras presidencias.

Debe destacarse que, en este sentido, elperonismo no es una excepción: buena parte delos recientes programas ortodoxos deestabilización y reforma estructural en AméricaLatina han sido implementados por líderes y

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partidos previamente identificados con ideasopuestas al libre mercado. Paz Estenssoro“traiciona” los principios del MNR, de la mismaforma en que Carlos Andrés Pérez lo hace conlos de AD, Carlos Salinas con los del PRI yFernando Henrique Cardoso con los de la teoríade la dependencia.

Si, como se mostró en la sección ante-rior, las reformas económicas de mercado hanlogrado considerable apoyo electoral y, además,esas reformas fueron a menudo aplicadas porpartidos tradicionalmente contrarios a ellas, comoel Justicialismo, cabe esperar al menos unatransformación en la estructura del apoyo a estospartidos. El interrogante para el caso argentinoes el siguiente: ¿el similar porcentaje de losvotos que el PJ obtuvo en las elecciones de1989 y 1995 estuvo compuesto por el mismotipo de votantes, o la coalición electoralmenemista sufrió mutaciones significativasentre esos dos comicios?

Más allá de cierta heterogeneidad sociale ideológica que el justicialismo ha mostrado através del tiempo, sus bases sociales han sidoclaramente obreras y populares, y su orientaciónideológica nacionalista, corporativista, estado-céntrica y redistribucionista (Mora y Araujo 1995,50-52). El peronismo ha sido interpretado comoun movimiento que generó altísimos niveles deapoyo popular en base a la drástica aplicaciónde políticas redistributivas a partir de 1946.Dichas políticas, aunque claramenteinsostenibles en el largo plazo (Dornbusch andEdwards 1991, 7-13), lograron perdurar durantealgunos años gracias a la privilegiada situacióneconómica de la Argentina de posguerra. Lalegitimidad lograda en base a la distribución deriqueza fue complementada por elementos denaturaleza simbólica, como la exaltación de lostrabajadores, el recurso al nacionalismo y lacreación de una mística movimientista. Elcarisma de Perón y Evita y el dispositivo

propagandístico del régimen completaron laobra.

Es desde este punto de vista que resultamás sorprendente la estabilidad electoral del PJdesde 1989 (gráficos 1 y 2): las políticaseconómicas aplicadas por Menem representaronun giro de ciento ochenta grados respecto delos anteriores gobiernos peronistas, y unanegación punto por punto de los principiosideológicos tradicionales del justicialismo. Lasviejas políticas expansivas, estatistas yproteccionistas fueron abruptamentereemplazadas por otras ortodoxas, privatistas yaperturistas; la tercera posición y el nacionalismosucumbieron a la alianza con los Estados Unidosy la política de acercamiento hacia el ReinoUnido. La hostilidad hacia el capital transnacionaltrocó en agresiva seducción del mismo.

El peronismo, a pesar de su “traición”,triunfó cómodamente en todas las eleccionesdel período analizado6 (ver gráficos 1 y 2). Esrazonable esperar, sin embargo, que semejantereorientación política haya tenido un conside-rable impacto sobre sus votantes tradicionales,enfrentados a un contexto ideológico, a unaconfiguración de alianzas sociales y a unadistribución de costos y beneficios materialescontrapuestos a los de anterioresadministraciones justicialistas. O, en otraspalabras, es esperable que la estabilidadelectoral del PJ a nivel agregado oculteingresos y egresos de determinadossegmentos de votantes. El interrogante acontestar desde este punto de vista es: dadala relativa estabilidad en el porcentaje de votosobtenidos por el PJ entre 1989 y 1995 ¿son losvotos de 1995 los tradicionales votos obreros,populares y rurales que sustentaron al PJ desdesus inicios (Mora y Araujo 1995, 53), o lacoalición electoral justicialista ha sufridocambios estructurales atribuibles a las políticasdel presidente Menem?

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Gráfico 2. Resultados de las elecciones legislativas y constituyentes (Argentina, 1983-1997)

38.634.9

42.946.4

43.4 43

36.3

4843.6

33.130.2

3.6

13

45.6

38.640.4

21.719.7

29.1

37.3

21.1

21.7

0

10

20

30

40

50

60

1983 1985 1987 1989 1991 1993 1994 1995 1997

Años

Porc

enta

je d

e lo

s vo

tos

válid

os

PJUCRFREPASOAlianza

Gráfico 1. Resultados de las elecciones presidenciales (Argentina, 1983-1995)

49.9

17

29.2

47.3

40.2

32.4

51.7

2.3 6.2

0

10

20

30

40

50

60

1983 1989 1995

Años

Porc

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je d

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tos

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os

PJUCR3ra. Fuerza

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Este interrogante resulta de particu-lar interés desde el punto de vista de lageneralmente aceptada idea de que elperonismo cuenta con un electoradocautivo de gran magnitud. Numerososautores han argumentado que la mayorparte de los sectores populares votan porel PJ incondicionalmente. Así Borón, porejemplo, dice el “actual ensayo neoliberal”cuenta con “una legitimidad popular pocasveces vista en nuestra historia” debido nosólo a las “imágenes, todavía frescas yvívidas, de la hiperinflación de 1989”, sinotambién a los “recuerdos ... de la ‘épocade oro’ del peronismo, lo que constituyeun inmenso capital político contra el cualpuede g i rar durante un t iempo e lmenemismo” (Borón 1995, 42-43). En unalínea similar, algunos analistas enfatizanla importancia, y hasta proponen lapreponderancia, del “estilo político” de lospartidos y líderes por sobre su performanceen e l gob ierno. Así Por tant ie ro ,refiriéndose a las similitudes y diferenciasentre peronismo y menemismo, dice que“Si la diferencia notable está en la letra delos programas de gobierno, la similituda lude a zonas más hondas de lasensibilidad colectiva lo que, por otrapar te , expl ica la f idel idad de losvotantes peronistas...” (Portantiero 1995,106, subrayado mío)7. Ostiguy plantea quela dimensión principal que motiva a losseguidores de l peron ismo no es laideológica (derecha-centro-izquierda) sinola socio-cultural (lo “alto” y lo “bajo”). “Itshould be underscored that these social-cultural appeals and hailing do not implyparticular policies” (Ostiguy 1997, 8). Estepunto de vista, como expresa claramenteel siguiente párrafo, explica la fortalezaelectoral del menemismo enfatizando la

fidelidad a una cierta sub-cultura políticay desenfatizando el papel de las ideas ylas políticas aplicadas por el gobierno: “Theoriginal feature of Menemism is that thismass base is achieved not through theelectoral appeal of neo-liberal reforms —such as privatization and commercialopening—but through Menem’s ingeniouspolitical straddling, combining the popularappeal of Peronism as a historically popu-lar and social-culturally Low party with theeconomic policies long-demanded by animportant sector of the economic elite andthe neo-liberal Right” (Ostiguy 1997, 25).

En genera l es ta l ínea depensamiento parte del citado presupuestode la “anomalía” de la tolerancia al ajuste,y de la “superanomalía” de la fortaleza elec-toral del menemismo. Así, por ejemplo,Sidicaro dice: “La dinámica política, eselaborator io inagotab le de nuevasexperiencias, deparó, desde 1989, su grannovedad al mostrarnos que los sectorespopulares mantenían su apoyo electoral alperon ismo a pesar de la acc ióngubernamental que deterioraba la equidadsocial y hacía retroceder conquistassoc ia les a lcanzadas ba jo susadministraciones anteriores del Estado”(Sidicaro 1995, 149).

Esperablemente, buena parte de lal i teratura citada apenas considera laposibi l idad de que ampl ios sectorespopulares sigan apoyando al PJ por losbeneficios recibidos desde 1989. Algunosde estos autores mencionan el más obviode estos benef ic ios , la es tab i l idadeconómica, pero en general realizan unaapreciación concluyentemente pesimistasobre el impacto de las reformas sobre lossectores populares. Como queda dicho, lasreferencias a los enormes beneficios de

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la estabilidad para los sectores de menosingresos son escasas, y prácticamentenulas las referencias a otros beneficios delas reformas tales como el mayor y mejoracceso a serv ic ios púb l icos8, ladisminución del costo de los bienestransables debido a la apertura económica,etc. Estos autores, al absolutizar loscostos de las re formas (como e ldesempleo), naturalmente tienden a pensarque no hay explicación “racional” para elapoyo popular al PJ, y entonces sientenuna entendible atracción hacia tesisemocionales, vinculadas al “voto cautivo”,al “capital polít ico acumulado” por elperonismo, o a la afinidad de “esti lopolítico” entre el menemismo y los sectorespopulares.

Se nota en esta literatura tambiénuna concepc ión exces ivamentematerialista del voto, es decir, demasiadoapegada al así llamado pocketbook vote,ignorándose la abundante evidenciaempírica sobre la mayor relevancia elec-toral de la percepción general sobre lamarcha de la economía, o collective eco-nomic vot ing . Numerosos estud iosrealizados en democracias maduras indi-can que, a la hora de votar, la opinión sobrela economía en general es más importanteque la evaluación de la propia situacióneconómica (Lewis-Beck 1990)9. Estosignifica, para el caso argentino, que esprobable que la percepc ión de unaeconomía pujante, de baja inflación y altocrecimiento, haya l levado a muchosvotantes a apoyar a l o f ic ia l ismoindependientemente de su propio bienestareconómico. Este punto es particularmenterelevante en el contexto de un agudocontraste entre el período de estabilidad ycrecimiento posterior a las reformas y la

estanflación anterior a 1990.El interrogante planteado más arriba

y la pertinencia de la tesis del “votocautivo” sólo pueden ser di lucidadosmediante la contrastación empírica. Paraello en la próximas secciones se examinandatos de opinión pública correspondientesa las elecciones de 1989 y 1995.

3. La estructura de las coalicioneselectorales menemistas de 1989 y 1995.

El Partido Justicialista obtuvo el47,4% de los votos en las eleccionespresidenciales de 1989 y el 49,9% en las de1995. En otras palabras, luego de casi 6 añosde polít icas económicas ortodoxas elperonismo no sólo mantuvo su caudal elec-toral, sino que logró incrementarlo levemente(un fenómeno ciertamente raro en AméricaLatina, según demuestran los datos de latabla 1). Lo que estas cifras no nos dicen,sin embargo, es qué tipo de votantes apoyóa Menem en el 89 y en el 95. ¿Fueron losmismos? ¿O hubo sectores queabandonaron al PJ entre 1989 y 1995 y quefueron reemplazados por votos que migrarondesde otras fuerzas hacia el justicialismodurante ese período?

A continuación se intenta responderestas preguntas y, más en general, estudiarla estructura de las coaliciones electoralesjusticialistas de 1989 y 1995, a partir dedatos de encuestas. Utilizamos para ello dossondeos de opinión pública de alcancenacional realizados semanas antes deambas elecciones por el Estudio Mora yAraujo, Noguera y Asociados. Las muestrasson casi idénticas en su diseño y distribucióngeográfica, aunque no en su tamaño: la de1989 es de 800 casos y la de 1995 de 1224casos (ver la información técnica completa

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en el apéndice 1). El fraseo y la codificación de las variables utilizadas en los análisis quesiguen pueden encontrarse en el apéndice 2.

En la tabla 2 se presentan las intenciones de voto estimadas a partir de dichasencuestas. También se muestran los resultados electorales reales con el fin de proveeruna clara idea acerca de la calidad de los datos.

Tabla 2: Resultados de encuestas preelectorales y elecciones presidencialesen 1989 y 1995. (Todas las cifras expresan porcentajes).

Partido JusticialistaUnión Cívica RadicalAlianza de CentroFREPASOOtros

43,436,310,0

-10,3

47,437,26,3

-8,9

52,015,4

-28,04,6

49,917,0

-29,23,9

Encuesta*(4/1989)Partido

Elecciones(5/1989)

Encuesta*(3-4/1995)

Elecciones(5/1995)

Presidenciales 1989 Presidenciales 1995

Se observa que en ambas elecciones hay diferencias razonablemente pequeñas entrelas estimaciones de las encuestas y los resultados reales. El PJ es algo subestimado en1989 y algo sobrestimado en 1995, mientras que la UCR es levemente subestimada en am-bos casos. Lo mismo ocurre con el FREPASO en 1995. En 1989 la Alianza de Centro recibióun porcentaje de votos menor al que la encuesta le asignaba. Si se tiene en cuenta la magnituddel error muestral y el hecho de que ambos trabajos de campo fueron realizados algunassemanas antes de la elección (ver apéndice 1), lo que inevitablemente añade un error vinculadoal comportamiento de los indecisos y a los cambios posteriores a la recolección de datos, lossondeos utilizados parecen ser de más que aceptable confiabilidad.

La tabla 3 es una matriz de fidelidad partidaria simplificada (se incluyen sólo lasprincipales fuerzas políticas). En ella se presentan las proporciones de votantes de cadapartido en las elecciones presidenciales de 1983 y 1989 que en las siguientes eleccionespresidenciales votaron por el mismo partido o migraron hacia otros10. Los datos de la tabla3 se basan sólo en las personas que al momento de la encuesta tenían 24 años o más, yaque los demás encuestados no tenían la edad mínima para votar (18 años) en las eleccionesanteriores.

Fuentes: elaboración propia en base a datos del Estudio Mora y Araujo, Noguera y Asociados y la Dirección

Nacional Electoral.

* Los indecisos fueron distribuidos en forma proporcional.

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Tabla 3: Matriz de fidelidad partidaria en elecciones presidenciales.Universo: mayores de 23 años (todas las cifras son porcentajes verticales.

Los votos leales se indican en negrita).

P. Justicialista 1989 (Menem - Duhalde)P. Justicialista 1995 (Menem - Ruckauf)U. Cívica Radical 19891 (Angeloz-Casella/Guzmán)U. Cívica Radical 1995 (Massaccesi-Hernández)FREPASO 1995 (Bordón-Alvarez)

84,066,73,23,821,6

21,214,155,042,333,5

*65,0

*0

30,0

*0*

8,773,9

PJVotó por... UCR2 Derecha3 Izquierda4

Voto en la elección presidencial anterior

1. Incluye a la CFI, que apoyó al candidato radical postulando la fórmula Eduardo Angeloz-M. Cristina Guzmán.2. Incluye a la CFI para la elección de 1989.3. Básicamente la Alianza de Centro en 1989.4. Básicamente el Partido Intransigente en 1983 y la Izquierda Unida y la Unidad Socialista en 1989.* No se presentan los porcentajes por tratarse de celdas con bases muy pequeñas.

Se observa que el PJ logra en ambas elecciones retener una proporción considerablementemayor de votantes que la UCR. En la elección de 1989 el PJ conserva una gran mayoría de susvotantes, cediendo una proporción pequeña a la UCR (y una proporción también pequeña aotros partidos no mostrados en la tabla, y a categorías como “voto en blanco” o “no votará”). LaUCR, en cambio, cede en 1989 más del 20%11 de sus votos de 1983 al PJ. Dada la casiinexistencia electoral de los partidos de izquierda y derecha en las presidenciales de 1983,ninguna de estas fuerzas aparece proveyendo votos al PJ o a la UCR en 1989.

La situación cambia significativamente en 1995, especialmente debido a la aparición delFREPASO. Ese año el PJ sólo logra retener 2/3 de sus votos. Casi el 22% de sus votantes de1989 migran hacia el FREPASO (y nuevamente una proporción pequeña, de casi el 4%, desertahacia la UCR). El radicalismo pierde aún más votos: más de 1/3 escapa hacia el FREPASO yun 14% hacia el PJ (la UCR logra retener sólo algo más del 40% de sus votantes de 1989, lo queexplica su muy pobre desempeño electoral en el 95). Los votos que en el 89 habían recibido laAlianza de Centro y otros partidos menores de la derecha migran mayoritariamente hacia el PJ,aunque existe también una proporción importante que transita hacia el FREPASO.Previsiblemente, los votos de 1989 de la izquierda concurren masivamente hacia el FREPASO.En 1995 la UCR prácticamente no recibe votos de la derecha o la izquierda.

La conclusiones más importantes para este trabajo que surgen de la tabla 3 son: 1) la coaliciónelectoral justicialista de 1989 fue básicamente leal: estuvo compuesta por casi todos los votantesperonistas del 83 más una proporción importante de ex votantes de Alfonsín y, 2) la coaliciónjusticialista de 1995 fue considerablemente menos leal: una proporción cercana al tercio de losvotantes de Menem de 1989 migró hacia otras fuerzas, básicamente el FREPASO. Al mismo

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tiempo, Menem logró atraer nuevamente una proporción importante de votos que habían sidoradicales en 1989 y la mayoría de los votos que la derecha recibió ese año. En otras palabras,Menem logró incrementar levemente su caudal electoral entre 1989 y 1995 porque compensócon ex votantes radicales y de centro derecha lo que le fue arrebatado básicamente por elFREPASO. Se concluye, por decirlo de una manera simple, que el PJ perdió votos por izquierda ylos ganó por derecha, lo cual resulta perfectamente consistente con las políticas aplicadas porMenem durante el período 1989-1995. Es de gran significación, sin embargo, que el PJ hayaconseguido retener 2/3 de sus votantes aún luego del abrupto giro ideológico de Menem y delas políticas ortodoxas aplicadas desde 1989. La mayoría de las personas que votaronpor el Menem de estilo populista e imagen caudillesca en 1989 votaron también por elMenem de atuendo elegante y discurso liberal en 1995.

La tabla 4 muestra los transvasamientos electorales desde otro punto de vista. Allí seindica qué porcentaje de los votantes de cada partido en una determinada elección votaron porcada partido en la anterior. Se observa que la coalición menemista de 1989 contenía una muyalta proporción de ex votantes de Alfonsín, mientras que la coalición que respaldó a Angelozestaba compuesta básicamente de votantes anteriores del radicalismo y de nuevos votantes.En 1995 el PJ obtiene algo más de 2/3 de sus votos de sus propios votantes de 1989, y casi un9% adicional de ex votantes del radicalismo y la Alianza de Centro. También consigue uncaudal importante de los nuevos votantes (menores de 24 años). Se observa que la UCR y, enmayor medida, el FREPASO conforman sus coaliciones electorales con votos que habían sidode Menem en 1989. El FREPASO también se integra con proporciones importantes de exvotantes radicales y ex votantes de partidos de izquierda (muchos de esos partidos se incorporaronal FREPASO).

Voto en laelección anteriorP. JusticialistaU. Cívica RadicalDerechaIzquierdaCFIOtrosNo votó/en blancoNuevos votantesNo responden

PartidoJusticialista

57,123,3

01,1-0

3,69,55,5

Unión CívicaRadical1

2,672,20,40,9-0

3,017,43,5

PartidoJusticialista

68,06,02,50

0,20,23,515,04,5

Unión CívicaRadical

13,261,8

01,31,30

2,614,55,3

FREPASO41,227,72,26,20,70

4,413,14,4

1989 1995

1. Incluye a la CFI, que apoyó al candidato radical postulando la fórmula Eduardo Angeloz-M. Cristina Guzmán.

Elección de...

Tabla 4: Estructura de los electorados de los principales partidos en las eleccionespresidenciales de 1989 y 1995 según voto anterior

(todas las cifras son porcentajes verticales).

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La tesis de la fidelidad partidaria irracionalqueda debilitada por estos datos. Si bien escierto que el PJ consigue más fidelidad que laUCR, no es menos cierto que entre 1989 y 1995muchos votantes huyeron del justicialismo. Enrealidad el notable desempeño electoral delperonismo en 1995 se explica en parte porsu capacidad de retener votantes aún luegode un abrupto giro hacia el neoliberalismo,pero en gran parte también por su capacidadde reemplazar una importante cantidad devotos perdidos (mayoritariamente a manosdel FREPASO) por una cantidad todavía su-perior de nuevos votos provenientesfundamentalmente de la derecha, la UCR ylos nuevos votantes.

¿Qué significaron estas entradas y salidasen términos del perfil de los votantes justicialistasde 1989 y 1995? La pérdida de votos que habíansido propios en 1989 y la ganancia de votos queno lo habían sido en las presidenciales de eseaño deberían haber tenido algún impacto sobre lacomposición de la coalición electoral justicialistaen términos de variables sociológicamenterelevantes. A continuación se presentan una seriede gráficos que muestran los cambios que sufrióel electorado menemista entre 1989 y 1995 entérminos de variables socioeconómicas y deideología económica12.

3.1. Variables socioeconómicas

El índice de posesiones materiales (IPM)es un índice sumatorio de variables que indicanla posesión o no de ítems tales como lavarropas,automóvil, videocassettera o tarjeta de crédito.Se lo utiliza como una aproximación a lamedición de la riqueza, ya que variables talescomo patrimonio o ingreso resultan de muy difícilrelevamiento. El IPM, de naturaleza intervalar,se presenta aquí ordinalmente en cinco niveles13.Según se observa en el gráfico 3, los resultados

para 1989 muestran una clara correlaciónnegativa entre IPM y voto por el PJ: a mayoresposesiones materiales menor probabilidad devotar por el peronismo. Los resultados de 1995también muestran esa tendencia, pero muchomás moderada. Menem pierde algo de apoyoentre los sectores de IPM bajo y medio bajo14,pero lo gana entre los sectores medio y medioalto. Más notable aún, entre los votantes másricos la intención de voto por el PJ crece muyfuertemente respecto de 1989. Todo estosignifica que el tradicionalmente clasista votopor el PJ se hace mucho más horizontal en1995: en ese año vota por Menem una proporciónalgo menor de sectores populares, unaproporción algo mayor de estratos medios y unaproporción mucho mayor de clases altas.

Una tendencia similar aparece al analizarel voto por el PJ según la ocupación (o últimaocupación) de los entrevistados que trabajan otrabajaron (se excluyen estudiantes, amas de casay desempleados que no trabajan ni nuncatrabajaron). Se observa en el gráfico 4 unamoderada pérdida de votos en el sector de bajostatus -trabajadores informales, vendedoresambulantes, personal doméstico, etc.- y unapérdida aún mayor entre los obreros manuales, elsegmento tradicionalmente más fiel al justicialismo(Mora y Araujo, 1980, 414-417). En los sectoresmedios -empleados y trabajadores formalesindependientes- Menem logró mantener y aúnmejorar levemente su desempeño electoral de1995. Es el segmento de alto status (empresarios,gerentes, profesionales, altos funcionarios, etc.)el que más varía entre el 89 y el 95: la proporciónde votos que el PJ obtiene en ese segmento crecedos veces y media. Nuevamente, la clave deléxito electoral justicialista de 1995 parece estaren compensar pérdidas moderadas en lossectores populares con ganancias tambiénmoderadas en los sectores medios y con grandesavances en los sectores altos.

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Gráfico 3. Intención de voto por Menem en 1989 y 1995 según IPM

12.8

42.138.7

62.5

40.2

59.2

47.349.4

6260.2

0

10

20

30

40

50

60

70

Bajo16%

Medio bajo19%

Medio35%

Medio alto21%

Alto8%

Indice de Posesiones Materiales

% In

tenc

ión

de v

oto

PJ 89PJ 95

Gráfico 4. Intención de voto por Menem en 1989 y 1995 según Tipo de Ocupación

15.4

38.742.5

34.7

6561.5

48.5

60.8

42.8

56.4

0

10

20

30

40

50

60

70

Bajo status18%

Obreros13%

Empleados25%

Independientes20%

Alto Status3%

Ocupación (o última ocupación)

% In

tenc

ión

de v

oto

PJ 89PJ 95

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El voto justicialista también desciende con la educación en ambas elecciones (gráfico5). En 1989 la mayor caída se registraba al pasarse del nivel secundario incompleto alsecundario completo. En 1995 Menem logra un apoyo algo mayor entre las personas queno completaron el secundario y un apoyo mucho mayor entre los que sí lo hicieron. Laspersonas con educación terciaria o universitaria también apoyaron más a Menem en 1995,pero menos de lo que podría esperarse en función de los resultados de las dos variablesanteriores. Esto puede deberse a la influencia de la variable edad: los jóvenes tendieron avotar comparativamente más por el PJ en 1995, y debe recordarse que son las personasadultas las que más frecuentemente tienen o muy poca educación o títulos terciarios ouniversitarios. Los jóvenes de hoy en día tienden a completar el primario e ingresar alsecundario más que sus mayores, pero por su edad todavía no constituyen una proporciónimportante de las personas con estudios terciarios o universitarios.

Se concluye que entre 1989 y 1995 la coalición electoral menemista se horizontalizó entérminos socioeconómicos. No debe perderse de vista, sin embargo, que en 1995 sigueexistiendo una correlación negativa -si bien más débil que en 1989- entre variablessocioeconómicas y voto por el PJ. Es decir que éste sigue obteniendo mayor apoyo electoralen los sectores bajos que en los medios y los altos.

Resulta de gran significación teórica que la coalición electoral menemista se hayahorizontalizado en términos de riqueza y ocupación entre 1989 y 1995, pero no tanto entérminos de educación. Este resultado, similar al alcanzado por el trabajo de Tagina publicadoen este mismo volumen, será confirmado y analizado en la sección 5.

Gráfico 5. Intención de voto por Menem en 1989 y 1995 según Nivel Educativo

22.8

32.730.1

45.6

51.856.4

50.8

60.457.9

65.4

0

10

20

30

40

50

60

70

Hasta primarioinc.13%

Primario comp.29%

Secundarioincomp.

17%

Secundariocomp.19%

Terciario ouniversit.

22%

Nivel Educativo

% In

tenc

ión

de v

oto

PJ 89PJ 95

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3.2. Variables de ideología económica

Buena parte del debate político e ideológico en la Argentina de los 80 y 90 giró en torno detemas vinculados con las reformas económicas, como el del papel del Estado en la economía, lasprivatizaciones, la liberalización de los mercados, la convertibilidad, etc. Las encuestas de 1989 y1995 comparten dos preguntas incluidas como indicadores de algunas variables importantes deldebate económico en esos años.

La primera de ellas divide a la población en productivistas -personas fundamentalmentepreocupadas por el nivel y crecimiento de la producción- y distribucionistas -aquéllos máspreocupados por la repartición equitativa de lo producido-. En 1989 Menem obtuvo un apoyo algomayor entre los distribucionistas que entre los productivistas (gráfico 6), lo cual resulta consistentecon el estilo típicamente populista que desplegó en la campaña electoral. En 1995, por el contrario,obtiene más apoyos entre los productivistas. Se confirma entonces, desde el punto de vistaideológico, la idea de que la coalición menemista de 1995 pierde votantes típicamente peronistas, altiempo que recluta votantes de la derecha liberal que nunca habían estado cerca del justicialismo.

Un cambio de mayor magnitud se observa al analizarse el impacto de la variable que dividea la población en privatistas -personas favorables a que “la mayor parte de las cosas las hagan lasempresas privadas”- y estatistas -personas con más confianza en las empresas estatales-. Menemobtuvo el apoyo de casi 2/3 de los estatistas en 1989, contra sólo 1/3 de los privatistas (gráfico 7).

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Gráfico 6. Intención de voto por Menem en 1989 y 1995 según Productivismo-Distribucionismo

49.7

41.7

49.454

0

10

20

30

40

50

60

Distribucionistas35%

Productivistas61%

% In

tenc

ión

de v

oto

PJ 89���PJ 95

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Nuevamente la candidatura justicialista de 1989 aparece mucho más atractiva para los votantescon orientaciones anti-mercado. En 1995, sin embargo, las cifras se invierten: Menem obtieneuna proporción mayor de votos entre los privatistas que entre los estatistas. Casi la mitad deestos últimos, sin embargo, declaran intención de voto por el PJ. Esto confirma que una importantecantidad de votantes típicamente peronistas que no modificaron sus posturas ideológicascontinuaron apoyando a Menem a pesar de sus políticas económicas ortodoxas, mientras quelos votantes de ideología más liberal se volcaron mayoritariamente al PJ.

4. El perfil de los votantes perdidos y ganados por el justicialismo en las elecciones de 1995

De las tablas 3 y 4 se concluyó que en 1995 el PJ cedió una proporción importante de susvotantes de 1989 fundamentalmente al FREPASO (de aquí en adelante denominaremos a estegrupo “votantes fugados”), al tiempo que recibió una cantidad considerable de votos provenientesde personas que en el 89 habían sufragado por la UCR/CFI y por la Alianza de Centro (“votantesatraídos”). Analizaremos ahora el perfil demográfico, socioeconómico, político e ideológico deestos dos segmentos.

La tabla 5 resume las principales diferencias y similaridades entre los votantes fugadosy los votantes no fugados (los que volvieron a votar por el PJ en 1995) y entre los votantesatraídos y los demás votantes del PJ (los que habían votado por el peronismo en 1989 y losnuevos votantes).

Los votantes fugados no se diferencian demasiado de los votantes peronistas “leales” entérminos demográficos o socioeconómicos. Esperablemente tienen opiniones mucho más

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Gráfico 7. Intención de voto por Menem en 1989 y 1995 según Privatismo-Estatismo

64.9

33.3

48

57.1

0

10

20

30

40

50

60

70

Estatistas35%

Privatistas59%

% In

tenc

ión

de v

oto

PJ 89���PJ 95

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negativas acerca del PJ y de su política económica. Desde el punto de vista de su historiaelectoral, los votantes fugados se dividen básicamente en dos grupos: el mayoritario votó por laUCR en 1983 y por el PJ en 1989. Se trata, entonces, de ciudadanos de gran independencia quevotan sin ataduras de lealtad partidaria (los integrantes de este grupo votaron a tres partidosdiferentes en tres elecciones presidenciales consecutivas). El minoritario, en cambio, votó porel PJ en el 83. Puede hipotetizarse que se trata de peronistas “leales” que no aceptaron latransformación menemista del PJ y que, por lo tanto, se abrieron hacia el FREPASO (formadojustamente por un grupo de dirigentes peronistas en desacuerdo con los cambios introducidospor Menem). Ambos grupos resultan, desde el punto de vista ideológico, moderadamente másdistribucionistas y estatistas que los que permanecieron en el PJ, lo cual es consistente con lapostura ideológica del FREPASO y la UCR.

Tabla 5: Resumen de las diferencias y similaridades entre los votantes fugados yatraídos y los votantes leales del PJ (1989-1995).

Proporción bastante más alta dehombres.

Bastante más concentrados enel segmento de 50 a 64 años.Nivel socioeconómicoconsiderablemente más alto.Mucho peor opinión del PartidoJusticialista.

Mayoritariamente votantes de laUCR en 1983.

Algo menos de la mitad ya habíaapoyado al PJ en las eleccionesde 1993 y 1994.Similar opinión de la políticaeconómica.

Algo más productivistas yprivatistas.

Votantes atraídos2

1. Mayoritariamente hacia el FREPASO y, en mucho menor medida, hacia la UCR. Ver tabla 3.2. Mayoritariamente desde la UCR y, en menor medida, desde la Alianza de Centro. Ver tabla 4.

Variablesdemográficas

VariablessocioeconómicasVariablespolíticas

Variables deideologíaeconómica

Sin diferencias según sexo.

Levemente más viejos.

Algo más concentrados en sectoresmedios.Mucho peor opinión sobre el PartidoJusticialista.

Sólo 1/3 dice haber votado por el PJen 1983. La mitad votó por la UCR.

Entre 1/3 y 1/2 ya había emigradoen las elecciones legislativas de1993 y constituyentes en 1994.Mucho peor opinión de la políticaeconómica.

Levemente más distribucionistas yestatistas.

Votantes fugados1

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Los votantes atraídos sí tienen un perfilsociológico claramente diferenciado del restode los votantes del PJ en 1995. Hay unaproporción considerablemente más alta dehombres y de personas de 50 a 64 años, ytienden a ser de nivel socioeconómico más alto.Tienen opiniones mucho mas negativas del PJ,pero similares de la política económica, lo cualconfirma que se trata de un segmento no afínal PJ que se inclinó por Menem y sus políticas“no peronistas”. Casi todos ellos votaron porAlfonsín en 1983. Si se tiene en cuenta queson moderadamente más productivistas yprivatistas que el resto de los votantesperonistas, se termina de dibujar el perfil de unbloque de votantes de centro-derecha, tanto enlo ideológico como en los socioeconómico:ciudadanos relativamente prósperos, favorablesa la política económica y provenientes delliberalismo (Alianza de Centro) o la derecha delradicalismo. En otras palabras, se trata de unsector del electorado que jamás hubiera votadopor el peronismo de no haberse éste convertidoen el representante del libre mercado en la Ar-gentina. Estos ex votantes de Alfonsín, Angelozy Alsogaray consideraron que en 1995 la opciónliberal era Menem. En este sentido, ya fueseñalado hace varios años que “la coaliciónalfonsinista fue ampliamente pluralista, pero ...el componente extrapartidario decisivo fue elproveniente del centro derecha” (Mora y Araujo1985, 93). Mora y Araujo no deja de percibir “Laparadoja: una coalición de centro derechaliderada por un partido de centro izquierda” (102);e inmediatamente se preguntaba “Cómo, y du-rante cuánto tiempo, puede mantenerseestablemente una coalición electoral de centroderecha con una dirección de izquierda” (103).La respuesta que los años siguientes trajeronfue: “no mucho”. El caudal electoral de la UCRdisminuyó constantemente entre 1983 y 1989,y volvió a hacerlo entre 1993 y 1995. No cabe

duda que buena parte de estos votos perdidoscorrespondieron al segmento de centro derechaque en 1983 apoyó masivamente a Alfonsín,que luego buscó alternativas en partidos liberalesnacionales o provinciales como la UCD, elPartido Federal, el Partido Demócrata, etc. yque en alguna medida apoyó a Angeloz-Casellao a Angeloz-Guzmán (siendo que Angelozrepresentaba la facción liberal del radicalismo)en 1989. En 1995 estos votantes se encontraroncon una candidatura radical más de izquierda,opuesta incluso a la convertibilidad (y atrapadaen la contradicción entre un discurso muy críticodel oficialismo y su apoyo al pacto de Olivos),y con un FREPASO conformado por un abanicode ideologías que iban desde el centro a laizquierda tradicional. La única alternativa decentro derecha era Menem, ya que los demáspartidos de esa orientación no llevaroncandidatos o apoyaron la fórmula Menem-Ruckauf.

5. Análisis multivariado

El análisis bivariado realizado hasta aquíes adecuado a nivel descriptivo. Los gráficos 3a 7 muestran como diferentes segmentospoblacionales votaron en las presidenciales de1989 y 1995. La explicación sociológica del votopor el PJ y la cuantificación del efecto de cadauna de las variables independientesconsideradas ceteris paribus, sin embargo,requiere de técnicas de análisis multivariado.

La naturaleza nominal de la variabledependiente (voto PJ=1; voto no PJ=0) implicala necesidad de utilizar modelos de regresiónmúltiple logística15. La tabla 6 muestra cuatroposibles especificaciones del modelo para 1989y 1995. El texto de algunas preguntas no esidéntico en ambas mediciones, lo cual esdebidamente aclarado en las notas queacompañan la tabla y en el apéndice 2.

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Constante

sociodemográficasSexo (mujer=1)

Edad

socioeconómicasEducación

Posesiones materiales

de ideología económicaOp. Plan económico1

Op. Privatizaciones(A favor=1)

Productivismo

PolíticasOpinión PJ

Opinión Menem

Voto anterior PJ2

% pred.correct.(total)% pred.correct.(voto PJ)-2 Log likelihoodPseudo-R2

3Número de casos

Nota: las entradas son coeficientes de regresión no estandarizados (errores estándar entre paréntesis).1.En 1989 la pregunta se refería a “cómo cree usted que el gobierno nacional está manejando la economía”, en1995 la pregunta fue sobre “el plan económico que está ejecutando el gobierno nacional”.2. Luder en 1983 y Menem en 1989.3. Chi-cuadrado del modelo/(tamaño de la muestra+chi-cuadrado del modelo), Aldrich and Nelson (1984).*p< .10; **p< .05.; ***p< .0

VariablesIndependientes

Modelo 11989 1995

Modelo 21989 1995

Modelo 31989 1995

Modelo 41989 1995

-4.125***

(.999)

-.475(.300)

-.013(.009)

-.046(.092)

-.333**

(.135)

-.895**

(.383)

-.305(.356)

.040(.341)

1.544***

(.262)

1.370***

(.0234)

---

89.188.0311.5.44531

-5.456***

(.699)

-.005(.212)

-.000(.007)

-.251***

(.063)

-.112(.104)

.203(.153)

.123(.242)

-.130(.232)

1.025***

(.163)

1.687***

(.173)

---

84.689.9576.6.40811

-5.877***

(1.372)

-.255(.374)

-.008(.012)

-.029(.110)

-.258(.168)

-.580(.478)

.236(.449)

-.066(.438)

1.199***

(.333)

1.535***

(.319)

2.156***

(.407)

89.691.9209.7.47424

-6.849***

(.902)

-.306(.262)

-.002(.009)

-.149*

(.077)

-.084(.126)

.275(.186)

.332(.297)

-.128(.288)

.859***

(.203)

1.769***

(.209)

1.484***

(.312)

87.389.9401.3.43653

3.903***

(.571)

-.453**

(.195)

-.009(.006)

-.157**

(.065)

-.329***

(.088)

-1.151***

(.275)

-.959***

(.226)

.020(.225)

---

---

---

70.557.0633.8.17546

-.838*

(.416)

.004(.159)

-.011**

(.005)

-.239***

(.048)

-.140*

(.078)

1.150***

(.108)

.635***

(.174)

-.133(.169)

---

---

---

71.975.3942.5.21852

-2.674***

(.897)

-.630**

(.279)

-.013(.009)

-.089(.087)

-.306**

(.124)

-1.075***

(.367)

-.435(.323)

-.046(.311)

2.553***

(.227)

---

---

86.182.3357.1.41540

-4.439***

(.589)

.121(.188)

-.004(.006)

-.219***

(.057)

-.064(.093)

.687***

(.129)

.578***

(.208)

-.049(.202)

1.673***

(.139)

---

---

80.282.2706.6.34817

Tabla 6: Modelos alternativos de regresión logística (probabilidad máxima) de lavariable Voto por Menem (en 1989 y 1995) sobre variables explicativas.

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El modelo 1 incluye variables demográficas(sexo y edad), socioeconómicas (posesionesmateriales y educación), de ideología económica(opinión sobre las privatizaciones y el planeconómico, y productivismo-distribucionismo) ypolíticas (opinión del PJ y de Menem). Para ambosaños estas variables predicen correctamente lamayoría de los casos. Esperablemente, lasvariables con mayores coeficientes son las políticas:tanto la opinión de Menem como la del peronismotienen un impacto de gran magnitud y altamentesignificativo sobre la probabilidad de votar por elPJ. Nótese, sin embargo, que ambos coeficientesson de tamaño comparable en 1989, mientras queel correspondiente a Menem es más importante en1995. Es decir que en este último año la imagende Menem de alguna forma se independizó dela de su partido y, al momento de votar, resultómás influyente. Y ello resulta perfectamenteconsistente con un presidente peronista que seaparta radicalmente de las doctrinas tradicionalesde su partido y de esa forma redefine las lealtadespolíticas sobre bases no necesariamentecoincidentes con los alineamientos partidarios.

La opinión sobre el manejo de la economíaestá en 1989 negativamente correlacionada con elvoto por el PJ: a mejor evaluación de la economíamenor probabilidad de votar por Menem. Este esun resultado esperado, producto del hecho de quesólo las personas muy cercanas al gobierno radicaltenían, en abril de 1989, con el país al borde de lahiperinflación, una opinión mejor que pésima de lamarcha de la economía. En 1995 la mejor opiniónsobre el plan económico aumenta las probabilidadesde votar por Menem, pero solo levemente y sinalcanzarse significancia estadística.

Una interesante diferencia entre elmodelo 1 de 1989 y el de 1995 es que en elprimero las posesiones materiales funcionancomo la variable socioeconómica que másimpacta sobre las probabilidades de voto porel PJ. Tal como se espera, a mayor stock de

bienes menor probabilidad de voto por el PJ.El impacto, después de controlar por variablespolíticas como opinión del peronismo, esmodesto. Ahora bien, en 1995 un impacto desimilar dirección aparece asociado a lavariable educación: a mayor nivel educativomenores probabilidades de votar por el PJ.Este cambio entre 1989 y 1995 indica que enla primera de esas elecciones la dimensiónriqueza-pobreza fue la más importante entérminos de voto por el PJ, mientras queen 1995 esa dimensión perdió importanciaen favor de la dimensión conocimiento-ignorancia. Los gráficos 3 y 5 habíananticipado este fenómeno mostrando una no-table horizontalización del voto PJ en 1995 entérminos de posesiones materiales pero no entérminos de educación. Este fenómeno resultaconsistente con la generalizada impresión deque ciertas clases medias y altas favorecidaspor las políticas económicas de Menem lovotaron en 1995, mientras que los sectoresmás educados, en particular los terciarios/universitarios (siempre muy capacitados peroa menudo no muy ricos), tendieron a mantener,y quizás profundizar, su tradicionalantiperonismo.

El modelo 2 agrega una nueva variablepolítica: el voto en la anterior elecciónpresidencial. Se codificó con un 1 a los quevotaron por Luder en 1983 y por Menem en1989 (y con un 0 a los que no votaron de esaforma). La adición de esta variable reduce lacantidad de casos incluidos en el análisis,debido a la eliminación de las personas queeran muy jóvenes para votar en 1989 o que norecuerdan o no contestan por quién lo hicieron,al tiempo que aumenta levemente la bondadde ajuste del modelo. Esperablemente, lavariable voto anterior por el PJ obtiene en amboscasos coeficientes de gran magnitud y altísimasignificancia estadística. Pero el coeficiente

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correspondiente a 1989 es considerablementesuperior al de 1995, confirmando desde unaperspectiva multivariada las conclusionesextraídas de la tabla 3: el justicialismo logróuna mayor fidelidad de sus votantes en laselecciones del 89 que en las del 95. O, enotras palabras, la probabilidad de votar porMenem dado que se había votado por el PJ enla anterior elección presidencial fue más altaen 1989 que en 1995. Desde un cierto puntode vista este resultado resulta sorpresivo, dadoque en 1995 el PJ presentó el mismo candidatopresidencial que en 1989, mientras que eseno fue el caso en 1989: Menem consiguióretener más ex votantes de Luder en 1989 queex-votantes de él mismo en 1995.

Los modelos 1 y 2 podrían cuestionarseargumentando que la opinión sobre Menem yel PJ (y también el voto anterior) sonconceptualmente difícilmente distinguibles de,y están muy correlacionadas con, la variabledependiente. De esa forma, sus coeficientesserán siempre grandes y estadísticamentesignificativos porque, de acuerdo a esteargumento, se estaría midiendo de diferentesmaneras una misma variable subyacente (quepodría denominarse “actitud pro-peronista”). Sibien esta crítica no es totalmente acertada,dado que existen personas con buena imagendel PJ y de su candidato presidencial que novotaron por Menem en 1989 y/o 1995, esinnegable que las variables políticasmencionadas y la intención de voto tienen algúngrado de superposición conceptual, y están dehecho altamente correlacionadas16. Laeliminación de las variables políticas, opiniónde Menem y del PJ (y también voto anteriorpor el PJ), permitiría estudiar el efecto sobreel voto por Menem de otras variables (nopolíticas) correlacionadas con la variablesubyacente “actitud pro-peronista”. Explorandoesta línea de análisis, el modelo 3 descarta

las variables políticas.La eliminación de estas variables, las

de mayor poder explicativo en los modelos 1 y2, provoca, esperablemente, una disminuciónen la capacidad predictiva del modelo. Sin em-bargo, varios coeficientes indistinguibles decero en los modelos 1 y 2 adquierensignificación estadística. Así, por ejemplo, senota una mayor propensión de los hombres avotar por el PJ en 1989 y una disminución dela probabilidad de votar por Menem a medidaque aumenta la edad en 1995. Más relevanteaún, las variables socioeconómicas obtienencoeficientes considerablemente mássignificativos que en los modelos 1 y 2.Nuevamente ocurre que las posesionesmateriales resultan comparativamente másrelevantes en 1989, mientras que la educaciónlo es en 1995. Desde este punto de vista seconfirma la anterior conclusión de que el niveleconómico disminuyó considerablemente suimpacto sobre el voto por el PJ en laselecciones de 1995.

En 1995 entonces, el PJ logra atenuarconsiderablemente su larga tradición de“partido de los desposeídos”. Al mismotiempo profundiza su condición de partidode los menos educados. Lo que estas cifrasindican es que, controlando por otras varia-bles, la dimensión puramente económicadisminuyó su impacto sobre laprobabilidad de votar por el PJ, mientrasque un incremento en el nivel de educaciónformal comenzó a significar una apreciabledisminución de esa probabilidad.

El modelo 4 representa una comple-jización del 3, y una vuelta a la utilizaciónde variables de índole política. Por losmotivos que se adujeron más arriba, seconsideró oportuno presentar modelosexcluyéndolas. Sin embargo, también se haargumentado que la variable opinión del PJ

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sufrió una transformación estructural entre 1989y 1995: en este último año, por primera vez,existe una significativa proporción desimpatizantes del PJ que no comulgan con elgobierno justicialista, y de personas hostilesal peronismo que apoyan a Menem. Esto,como se explicó, tiene que ver con elapartamiento por parte de Menem de loslineamientos ideológicos tradicionales deljusticialismo. Consecuentemente, aunqueparece razonable suponer que el indicador“opinión de Menem” mide prácticamente lamisma variable conceptual que el indicadorvoto por Menem, es menos claro que elindicador “opinión del PJ” también lo hace.Puede resultar fructífero, entonces, estudiarlas diferencias en el impacto de este último en1989 y 1995.

El modelo 4 reintroduce la opinión sobreel PJ como variable independiente. Se registrauna moderada disminución en el número decasos y una considerable mejora en la bondadde ajuste. El coeficiente correspondiente a lanueva variable es, por supuesto, de granmagnitud y altísima significancia. Sin embargo,consistentemente con hipótesis y datosanteriores, dicho coeficiente es bastante máspequeño en 1995, indicando una menorimportancia de la opinión sobre el PJ a la horade decidir el voto por Menem o la oposición en1995. A nivel de las variables demográficasse confirma la mayor tendencia de los hombresa votar por el PJ en 1989 (pero no en 1995).También se mantiene casi inalterado el efectonegativo de la educación en la probabilidad devotar por Menem en 1995. Las posesionesmateriales, en cambio, obtienen un coeficientemenor que en el modelo 3, y estadísticamenteno significativo, lo cual es producto de lacorrelación (negativa) relativamente elevadaentre el IPM y la opinión sobre el PJ.

El hallazgo más importante del modelo

4 es que en 1995, aún después de controlarpor la opinión del PJ, las variables de ideologíaeconómica continúan teniendo un impacto con-siderable (aunque menor que en el modelo 3)y significativo. Es decir que el acuerdo con elplan económico y las privatizaciones noparecen ser sólo la expresión de unincondicional alineamiento de los votantes delPJ con cualquier iniciativa de un gobierno desu partido, sino que contribuyen por sí mismasa explicar en buena parte la decisión de muchosciudadanos de apoyar la reelección de Menem.

El modelo 4 de 1995 indica, entonces,que el apoyo al PJ en ese año es sóloparcialmente explicado por la tradicionalhipótesis socieoconómica, que asocia pobrezao ignorancia con peronismo, y por la hipótesispolítica, que plantea que el histórico clivajeperonismo-antiperonismo explica la mayorparte del comportamiento electoral de losargentinos. Si bien el modelo 4 muestra queambas hipótesis se sostienen (el voto porMenem está tanto asociado con el niveleducativo como con la actitud respecto del PJ),también indica que variables vinculadas conla opinión sobre la marcha de los asuntoseconómicos poseen un importante poderexplicativo. En particular el debilitamiento,entre 1989 y 1995, del coeficientecorrespondiente a la opinión sobre el PJ, y elcambio de signo del correspondiente a lasprivatizaciones, confirman que la coaliciónmenemista de 1995 fue mucho menos“peronista” que la de 1989, y al mismo tiempomucho más liberal.

La diferencia más importante entre losmodelos 1 y 2 por un lado, y los modelos 3 y 4por el otro, aparece al analizar las variables deideología económica. Tanto la opinión sobre elplan económico como sobre la privatizacionesadquieren alta significancia estadística en losmodelos 3 y 4 (no así la dimensión

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productivismo-distribucionismo). El votanteperonista de 1989 resulta fuertemente críticode la performance económica bajo el gobiernode Alfonsín y de las privatizaciones. Un votanteanti-privatista tenía en 1989 una probabilidadbastante mayor de votar por Menem que unopro-privatista. En 1995, por el contrario, elvotante pro-privatista muestra una probabilidadalgo mayor de votar por Menem que el anti-privatista. Y el apoyo al plan económico resultauno de los más importante determinantes delvoto peronista. Las actitudes positivas hacialas políticas económicas de Menem-Cavalloson una de las variables que mejor explicanel apoyo electoral al PJ en 1995 (mucho másque los tradicionales determinantessocioeconómicos). Estos datos debilitan lahipótesis de un voto cautivo de clase baja yfortalecen una interpretación alternativa: quebuena parte del voto por Menem en 1995provino de la aprobación de sus políticaseconómicas.

El modelo 4 indica que en 1995, yaún controlando por la opinión del PJ, elvoto peronista deja de estar definidomayormente por el status económico opor la ideología populista/estatista, ypasa a depender en mayor medida de laactitud positiva respecto de lastransformaciones económicas delperíodo 1989-1995. Los resultados delmodelo 2 de 1995, donde las variableseconómicas pierden significancia estadísticay la opinión sobre Menem es la variabledominante (y no, como podría esperarse, elvoto anterior), sugieren que el apoyo a sureelección estuvo básicamente dado por unapercepción positiva de su persona, actitudasociada a sus políticas económicas demercado y privatistas (según surge de lacomparación de los modelos 2 y 4).

Es decir que Menem obtuvo, en 1995,

apoyos comparables de todos los segmentospoblacionales en términos de sexo y edad, perorecibió muchos más votos entre los ciudadanosfavorables, ceteris paribus, a la nuevaestrategia económica. Controlando por variablesdemográficas y de ideología económica, suapoyo entre los sectores más pobres fue sóloapenas mayor que entre los más ricos; almismo tiempo las personas de menoreducación resultaron mucho más propensas avotar por Menem que las más educadas.

Para facilitar la comprensión de laimportancia relativa de cada variable, la tabla7 provee las probabilidades de declararintención de voto por el PJ para algunascombinaciones de categorías de las variablesque en el modelo final, el 4 (1995), resultaronestadísticamente significativas. Allí se ve, porejemplo, que la probabilidad de votar porMenem se maximiza17 para un elector conbuena opinión del plan económico, que apoyaa las privatizaciones, que evalúa positivamenteal PJ y que tiene un nivel educativo primariocompleto (probabilidad voto PJ = .90). Un elec-tor similar pero con estudios secundarioscompletos tiene una probabilidad de votar porMenem de .85. Las chances se reducen a .83y .76 (para cada uno de los dos niveleseducativos) si se trata de una persona contrariaa las privatizaciones. El efecto de mayormagnitud es el correspondiente a la opinióndel PJ: el paso de una opinión buena a unamala está asociado con una caída de entre.50 y .70 en la probabilidad de votar por elcandidato de ese partido. También hay unefecto importante de la opinión sobre el planeconómico: las probabilidades de la mitad su-perior de la tabla (“buena opinión del plan”) sonconsiderablemente más altas que las de lamitad inferior. La educación y la actitud respectode las privatizaciones presentan efectos demenor magnitud.

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Tabla 7: Probabilidades estimadas de votar por el PJ en 1995 para algunascombinaciones de valores de las variables estadísticamente significativas

en el modelo 4 (Tabla 6).

Buena Si Buena .90 .85Si Mala .23 .16No Buena .83 .76No Mala .15 .10

Mala Si Buena .69 .59Si Mala .07 .05No Buena .55 .44No Mala .04 .03

Opinión delplan económico

Apoyo a lasPrivatizaciones

Opinióndel PJ

Probabilidad de votar por el PJ (1995)Educación

Primaria comp. Secundaria comp.

Nota: las cifras son probabilidades de votar por el PJ, calculadas en base a la fórmula P (Y=1) = 1/(1+ exp (-Z));donde Z es la ecuación de regresión logística de la tabla 6 (modelo 4), con los valores de las variables nosignificativas igual a su media o, cuando son dicotómicas, a su modo.

6. Conclusiones

Los resultados presentados en este trabajo contribuyen a entender las transformaciones que lacoalición electoral menemista sufrió entre 1989 y 1995. Queda claro que el PJ logra mantener un muyimportante caudal de votos “leales” a pesar de las supuestamente impopulares medidas económicasadoptadas entre 1989 y 1995. Sin embargo también es cierto que un segmento considerable devotantes del 89 desertan en el 95, mayormente hacia el FREPASO. Sin embargo ese año Menemobtiene un porcentaje de votos superior al de seis años atrás, gracias a su capacidad para atraernuevos votantes, especialmente los de perfil socioeconómico e ideológico de centro-derecha. Losvotantes que se pierden fundamentalmente hacia la izquierda son más que compensados por los quese suman al PJ provenientes mayoritariamente de los partidos liberales y de la derecha del radicalismo.

Estas transformaciones hacen que las bases sociales del peronismo de 1995 hayan sidoalgo diferente que las de 1989. En aquél año la coalición justicialista muestra una estructura máshorizontal y policlasista, y una ideología más liberal y capitalista. El PJ, por lo menos en la elecciónde 1995, se hace un poco menos popular y obrero y representa un poco más a los sectores mediosy, por primera vez en su historia, a los altos. Es claro que también se convierte en una alternativaatractiva para los nuevos votantes y para los votantes independientes de ideología moderadamenteliberal, que habían apoyado a Alfonsín en el 83 y a Angeloz o Alsogaray en el 89.

Las políticas económicas ortodoxas aplicadas por Menem no parecen haber sido tan impopularescomo se las ha presentado. Resulta sugestivo en este sentido que el PJ, aún después de 6 años dereformas, logre retener a la mayoría de su electorado típico, es decir, popular, obrero, y más estatista ydistribucionista que el promedio de la población. Por otra parte, esas políticas parecen ser las responsables

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del acercamiento de importantes sectores mediosy altos del centro y la derecha del espectro ideológico,los cuales han sido tradicionalmente antiperonistas.

La fortaleza electoral del PJ en 1995,entonces, no se explica solamente por la lealtademocional o clientelística de sus votantes, sinotambién por la capacidad para retener, por otrosmotivos -la política económica y sus resultados, ennuestra opinión (Gervasoni 1995)-, gran parte de suconstituency tradicional y, al mismo tiempo, atraersectores habitualmente alejados del peronismo. Sepuede concluir preliminarmente que, lejos deprovocar descontento y rechazo generalizado, elprograma de estabilización y reformas estructuraleslanzado en 1989 había contribuido a generar, hacia1995, una vasta estructura de apoyos por parte desectores muy diversos de la sociedad.

El análisis multivariado demostró que enlas elecciones de 1995 el nivel económico (medidopor las posesiones materiales), el estatismo, labuena evaluación del PJ y el voto anterior por elPJ perdieron o disminuyeron considerablementesu poder explicativo del voto por el peronismo,el cual pasó a ser explicado más por el niveleducativo, la buena evaluación de Menem ylas actitudes favorables hacia la política económicay las privatizaciones. En 1995, entonces, elperonismo experimentó una notabletransformación en la estructura de su coaliciónelectoral. No es objeto de este trabajo especularsobre la perdurabilidad de dicha transformación.Sin embargo resulta interesante plantearse esapregunta, especialmente en vista del claro ypúblico apoyo dado por la Alianza UCR-FREPASOa los lineamientos generales de la políticaeconómica oficial18. Dicho giro en el discurso delas principales fuerzas opositoras plantea por lomenos la posibilidad de que el PJ pierda a susrecientemente incorporados votantes de perfilcentro-derecha19, los cuales en 1995 priorizaronsu apoyo al modelo por sobre su tradicionalantiperonismo. Este último podría volver a

imponerse en el contexto de una fuerza opositoracreíble que no amenaza al modelo. De darse estaposibilidad, el bloque electoral de centro derechapodría reclamar el status de componente de granimportancia en la elección de tres presidentes delactual período democrático: Alfonsín en 1983(según las conclusiones de Mora y Araujo en sutrabajo de 1985), Menem en 1995 (pero no en1989) y un hipotético candidato de la Alianza en1999. Dada la independencia de este segmento(que en diferentes oportunidades ha votado por laUCR, el PJ, la UCD y los partidos provinciales) ysu relativamente importante magnitud (estimadaentre el 10% y 20% del electorado), su apoyo aun cierto candidato puede resultar decisivo.

Finalizamos con un interroganteprospectivo. Las especulaciones del párrafo an-terior plantean la pregunta acerca del futuro delsistema de partidos, no tanto en términos denúmero sino de posicionamiento. Durante laadministración de Alfonsín la UCR cumplió elpapel de partido de centro en lo económico,ubicándose el PJ a la izquierda y la UCD a laderecha. El menemismo significó un profundocambio en la situación, con el PJ ocupando laderecha y absorbiendo a la UCD, la UCRcorriéndose algo hacia la izquierda y elFREPASO apareciendo desde la izquierda ymoviéndose hacia el centro. Si la Alianza, luegode su acercamiento a las políticas económicasoficiales, gana la presidencia en 1999, ¿qué ocurrirácon el PJ? ¿se convertirá en un crítico del modelodesde la derecha, al estilo de la oposición chilena?¿volverá a cumplir el rol de centro izquierda aliadaal sindicalismo del período 1983-1989?¿convergerán el PJ y la Alianza en temaseconómicos y se instalarán, entonces, nuevosejes del debate político? Nótese que las alternativasprimera y tercera significarían la consolidación deldrástico reordenamiento del sistema de partidosque comenzó con el giro neoliberal del PJ apartir de la elección presidencial de 1989.

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Fuente

Fechas de campoUniverso

Muestra

Número de casos totalNúmero de casosutilizadosMargen de error total*Margen de error parael número de casosutilizados

Estudio Mora y Araujo, Noguera yAsociados.Abril de 1989.Argentinos de 18 años y más residentesen la Capital Federal, el Gran Buenos Aires,Córdoba Rosario, Mendoza, Tucumán,Paraná, Salto y una zona rural de laProvincia de Tucumán.Polietápica por conglomerados, conselección aleatoria de barrios, manzanas,viviendas y entrevistados. Estratificada porsexo.800.633 (declaran intención de voto por unpartido)± 3,5%

± 3,9%

Estudio Mora y Araujo, Noguera yAsociados.25 de marzo al 4 de abril de 1995.Argentinos de 18 años y más residentesen la Capital Federal, el Gran BuenosAires, Córdoba Rosario, Mendoza,Tucumán, Paraná, Salto y una zonarural de la Provincia de Tucumán.Polietápica por conglomerados, conselección aleatoria de barrios,manzanas, viviendas y entrevistados.Estratificada por sexo.1224.986 (declaran intención de voto por unpartido)± 2,8%

± 3,1%

Encuesta Socmerc/89/3 (1989) Encuesta Socmer/95/3 (1995)

* Todos los márgenes de error fueron calculados para un nivel de confianza del 95%.

Apéndice 1: Información técnica sobre las encuestas utilizadas.

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Apéndice 2: fraseo y codificación de las variablesutilizadas como variables independientes

Sexo: (Mujer = 1, Hombre = 0).

Edad: expresada en años.

Educación: ¿Qué estudios -primarios, secundarios, terciarios o universitarios- ha cursado ustedhasta el momento? (1 = ninguno, 2 = primario incompleto, 3 = primario completo, 4 = secundarioincompleto, 5 = secundario completo, 6 = terciario incompleto, 7 = terciario completo, 8 =universitario incompleto, 9 = universitario completo)

Posesiones materiales: variable índice basada en la posesión o no de automóvil, TV,videocassettera, heladera, servicio doméstico, etc. (1 = mínimo stock de posesiones materiales,5 = máximo stock de posesiones materiales).

Opinión economía/plan económico:

1989: ¿Cómo cree usted que el gobierno nacional está manejando la economía? (1 = mal, 2 =regular, 3= bien, 4 = muy bien).

1995: El gobierno nacional esta ejecutando un plan económico. ¿Qué opina usted de ese plan?¿Es muy bueno, bueno, regular o malo para el país? (1 = malo, 2 = regular, 3= bueno, 4 = muybueno).

Opinión sobre las privatizaciones:

1989: ¿Diría usted que es mejor un país donde la mayor parte de las cosas las hacen empresasprivadas o uno donde las hacen empresas del estado? (1 = donde las hacen las empresasprivadas, 0 = donde las hacen las empresas del estado).

1995: Hay personas que piensan que la privatización de los servicios públicos es convenientepara el país. ¿Está usted muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo o muy en desacuerdocon esta opinión? (1 = muy de acuerdo o de acuerdo, 0 = en desacuerdo o muy en desacuerdo).

Productivismo: ¿Cuál de estos dos problemas es más grave en la Argentina? (0 = algunaspersonas tienen mucha riqueza y otras son muy pobres, 1 = el país produce menos de lo quepodría).

Opinión sobre el Partido Justicialista: ¿Qué opinión le merece cada uno de los siguientespartidos políticos: Partido Justicialista/Peronista? (1 = mala, 2 = regular, 3 = buena, 4 = muy buena).

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Opinión sobre Carlos Menem: ¿Sería bueno o no para el país que cada una de las personasque le voy a nombrar ejerza un papel importante en la política en los próximos años? ¿El señorCarlos Menem es muy bueno, bueno, regular o malo para el país? (1 = malo, 2 = regular,3 = bueno, 4 = muy bueno).

Voto anterior:

1989: ¿Podría decirme por quién votó a presidente en las últimas elecciones de 1983? (1 =Luder, 0 = Alfonsín, Alende, Frigerio, Alsogaray, Manrique, Zamora, Flores, Ramos, EstévezBoero, Martínez Raymonda, Cerro, otros, en blanco).

1995: ¿Podría decirme por quién votó para presidente en las elecciones del 14 de mayo de1989? (1 = Menem, 0 = Angeloz, Alsogaray, Vicente, otros, en blanco).

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Notas

* E-mail: [email protected].

1Versión revisada de un trabajo presentado en el III Con-greso Nacional de Ciencia Política, Democracia, Refor-ma Económica y Cuestión Social. Sociedad Agentina deAnálisis Político . Mar del Plata, 5 al 8 de noviembre de1997. Agradezco a Manuel Mora y Araujo, sin cuya cola-boración este artículo no hubiera sido posible. En sussucesivas versiones, este trabajo se ha beneficiado delas útiles sugerencias de Gerardo Adrogué, Darío Can-tón, Eduardo Fidanza, Pablo Gaiano, Barbara Geddes,Mark Jones, Scott Mainwaring, Nancy Powers y MaríaLaura Tagina. La sección 5 presenta datos preliminaresde un estudio más extenso financiado por una beca deinvestigación de la Universidad Católica Argentina.

2 En esta sección se sigue un trabajo anterior(Gervasoni 1997).

3 En un artículo más reciente, Stokes, Przeworski yBuendía Laredo, basándose en datos macroeconómicosy de opinión pública de tres países (Polonia, Perú y Méxi-co), llegan a una conclusión algo diferente, esto es, quelas reformas económicas no siempre producen oposi-ción generalizada: “Bajo condiciones democráticas haymás margen de apoyo a reformas socialmente costosasy, al mismo tiempo, más base racional para oponerlesresistencia de lo que se suele suponer. Cuando las pe-nurias que traían aparejadas pudieron ser justificadas, ycuando no llegaron a ser catastróficas ni se prolongaroneternamente, las reformas obtuvieron apoyo” (1997,53, subrayado mío).

4 El adjetivo “ganadora” es usado en el sentido del par-tido o coalición que obtiene la presidencia. Es necesarioaclarar esto porque existen sistemas electorales quepueden hacer que gane un candidato que no sea el que“ganó” en el sentido de obtener más votos (o más votosen la primera ronda). Fujimori, por ejemplo, perdió con-tra Vargas Llosa en la primera ronda, pero ganó la pre-

sidencia en la segunda. En Bolivia, Paz Estenssoro fuederrotado por Banzer en 1985, y Paz Zamora porSánchez de Losada y Banzer in 1989, pero ambos, PazEstenssoro y Paz Zamora, fueron elegidos presidentespor una alianza de dos partidos en el Congreso.

5 La administración de Sarney no figura en la tabla 1porque no fue elegida por el voto popular y, por lo tanto,es imposible calcular la declinación electoral.

6 “Una vez en el gobierno (Menem), sin embargo, se alióde inmediato a los más tradicionales adversarios loca-les del populismo; aplicó decididamente políticas eco-nómicas neoliberales; procuró por todos los medios unacercamiento incondicional con los Estados Unidos; y,en términos generales, no dejó en pie casi ninguno delos dogmas peronistas ... A pesar de ello, el PartidoJusticialista ha logrado imponerse en sucesivaselecciones legislativas y de gobernadores, manteniendoun amplio apoyo popular...” (Nun 1995, 69).

7 Portantiero matiza esta idea diciendo, unas páginas mástarde, que “En la medida en que su verdad es la econo-mía, el menemismo coloca allí sus fortalezas pero tam-bién sus debilidades. Un fracaso en ese campo podráprobar hasta que punto el mantenimiento de las formasexteriores del estilo populista y el peso emotivo de unatradición, alcanzan para mantener la lealtad que el votanteperonista demostrara hasta 1994.” (Portantiero 1995, 115).

8 Por ejemplo, en la encuesta de 1989, previa a la privatizaciónde Entel, sólo el 34,6% de los hogares relevados contabancon un teléfono. En la encuesta de 1995, cinco años des-pués de la privatización, los hogares con teléfono ascen-dían al 49,4%, habiéndose también registrado un gran au-mento en la cantidad y calidad de teléfonos públicos.

9 Para un estudio empírico de esta cuestión en Argentina ver,en este mismo volumen, el trabajo de María Laura Tagina.

10 Debe destacarse que los resultados de la preguntasobre el voto anterior generalmente se alejan más de

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los resultados reales que lo que podría atribuirse al errormuestral. Muchos ciudadanos no recuerdan a quien vota-ron o lo recuerdan incorrectamente. Otros parecen noquerer reconocer que apoyaron a un candidato que fuevencido. Consecuentemente suele haber unasobrestimación del voto por el partido ganador y una sub-estimación del de los perdedores. Bajo el razonable su-puesto de que la mayoría de los entrevistados que decla-ran haber votado por un partido efectivamente lo hizo, losanálisis basados en esta pregunta deberían ser, por lomenos, indicativos de tendencias reales en la población.

11 Los porcentajes de las tablas 4 y 5 deben interpretarsecomo indicativos de las tendencias del electorado, y nonecesariamente como estimaciones insesgadas de loscorrespondientes parámetros poblacionales. Esto últi-mo se debe a los problemas de medición de la variable“voto anterior” mencionados en la nota 10.

12 Los gráficos que se presentan a continuación debenser interpretados cuidadosamente debido a las diferen-cias entre la intención de voto registrada por las encues-tas y los resultados electorales reales. El PJ obtuvo un2,5% más de los votos en 1995 que en 1989. Sin embar-go la mencionada subestimación del voto del PJ en laencuesta de 1989 y sobrestimación del mismo en la en-cuesta de 1995 provocan que la diferencia entre las doselecciones sea del 8,6%, es decir, un 6,3% mayor a lareal. Consecuentemente, diferencias de esa magnitudentre los datos de 1989 y los de 1995 no deberían serinterpretadas como cambio sino como estabilidad.

13 En este gráfico y los siguientes se indica al pie decada categoría de las variables independientes el por-centaje del total de la muestra que le corresponde.Dada la variación que se registra en dichos porcenta-jes entre las mediciones de 1989 y 1995, se decidiópresentar los correspondientes a este último año.

14 Aunque el gráfico muestra cifras muy similares en losniveles bajo y medio bajo para 1989 y 1995, la explica-ción de la nota 12 justifica la afirmación de que Menem

perdió algo de apoyo en estos sectores en 1995.

15 Estos modelos son de muy compleja interpretación.La naturaleza no-lineal de la relación entre las variablesindependientes y la dependiente, y la complicada trans-formación de esta última en un logit (o logaritmo de laschances), hacen que los coeficientes obtenidos resul-ten de ardua lectura aún para personas familiarizadascon el análisis de regresión múltiple por mínimos cua-drados. La tabla 7, que presenta probabilidades simula-das en vez de coeficientes de regresión logística, con-tribuye a aclarar el significado de estos últimos.

16 Los coeficientes de correlación de Pearson corres-pondientes para 1989 y 1995 son: Voto PJ-Opinión PJ:.71 y .60; Voto PJ-Opinión Menem: .72 y .68 y Voto PJ-Voto anterior PJ: .64 y .49.

17 “Maximiza” en el sentido de que es el valor máximo pre-sentado en la tabla. Dado que sólo se eligieron algunascategorías, el valor máximo en sentido estricto puede noestar presentado en este tipo de tabla. De hecho, en estecaso, un votante con opinión “Muy buena” del plan y el PJ(en vez de sólo “Buena”) y sin estudios formales (en vez deprimarios completos) tendría una probabilidad de apoyar aMenem de .99, superior al valor máximo de la tabla, de .90.Lo mismo es cierto para los valores mínimos.

18 Ver declaraciones de José Luis Machinea, designadoreferente económico de la Alianza, en la portada de LaNación, jueves 7 de agosto de 1997.

19 Esto parece haber ocurrido en las elecciones de octu-bre de 1997, donde el PJ tuvo una declinación electoralde casi el 7% respecto de las legislativas de 1995. Eltriunfo de los candidatos moderados de la alianza, comoAlvarez, Fernández Meijide y Terragno, el 4% logrado anivel nacional por el partido de Cavallo y la buena perfor-mance de los partidos provinciales, generalmente libe-ral-conservadores, indican preliminarmente que la de-clinación del PJ podría deberse principalmente a la defeccióndel segmento de centro-derecha atraído en 1995.

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