el gramsciano

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EL GRAMSCIANO “Suscitar nuevos modos de pensar” EDICIÓN 2, MAYO, 2013 “Lo que se necesita para una transformación social digna de ese nombre no es el apoyo paternalista a una conciencia popular existente, sino la construcción de un «nuevo sentido común» y, con ello, una nueva cultura y una nueva filosofía enraizada en la conciencia popular con la misma solidez y cualidad imperativa que las creencias tradicionales”. ANTONIO GRAMSCI DEBILITAMIENTO INSTITUCIONAL Y DESCONFIANZA POPULAR MANIPULACIÓN DE CIFRAS E ILUSIÓN DE CAMBIO AUTONOMÍA Y REPRESENTACIÓN POPULAR: ÚNICA ALTERNATIVA ADIÓS, TÍO ADAM, ADIÓS, MANO INVISIBLE

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Segunda edición

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EL GRAMSCIANO “Suscitar nuevos modos de pensar”

EDICIÓN 2, MAYO, 2013

“Lo que se necesita para una

transformación social digna de ese

nombre no es el apoyo paternalista

a una conciencia popular existente,

sino la construcción de un «nuevo

sentido común» y, con ello, una

nueva cultura y una nueva filosofía

enraizada en la conciencia popular

con la misma solidez y cualidad

imperativa que las creencias

tradicionales”.

ANTONIO GRAMSCI

DEBILITAMIENTO INSTITUCIONAL

Y DESCONFIANZA POPULAR

MANIPULACIÓN DE CIFRAS E

ILUSIÓN DE CAMBIO

AUTONOMÍA Y REPRESENTACIÓN

POPULAR: ÚNICA ALTERNATIVA

ADIÓS, TÍO ADAM, ADIÓS, MANO

INVISIBLE

EDITORIAL: “DEBILITAMIENTO

INSTITUCIONAL Y DESCONFIANZA

POPULAR”

"El ejecutivo del Estado moderno no es otra cosa que un

comité de administración de los negocios de la burguesía"

Karl Marx

Los paladines del modelo chileno habitualmente

recurren a dos argumentos para levantar la defensa del

sistema: Las cifras macroeconómicas y la fortaleza de

nuestras instituciones. A pesar de la enorme

desigualdad y la inexistente competitividad electoral,

argumentan, podemos estar tranquilos porque “las

instituciones son fuertes” y “la economía galopa hacia el

desarrollo”. Ambos argumentos pierden fuerza día a día.

El Instituto Nacional de Estadística (INE), institución total

y absolutamente intachable hasta hace unos meses, está

hoy en tela de juicio por un evidente fraude en las cifras

del Censo y del IPC. Hubo manipulación. El Financial

Times escribió al respecto que el “escándalo del INE ha

abollado la credibilidad de Chile y arroja sombra sobre

los últimos meses de Piñera”.

A esto se suma un creciente descontento ciudadano con

instituciones tradicionales como la Iglesia o

Carabineros, además del evidente y transversal

malestar que provoca la mal llamada “clase política”, el

sistema binominal, la Constitución heredada de la

dictadura, la ley de partidos, etc.

Esta desconfianza en las instituciones se cataliza cuando

el Ministro de Hacienda de turno anuncia con bombos y

platillos cifras macroeconómicas que la gente

simplemente NO percibe.

Entonces, por una parte, se nos dicen que el país se

acerca a la realidad de Portugal, pero, por otra, vemos

que la desigualdad se mantiene prácticamente

constante, con cifras económicas que la ciudadanía no

ve (según una encuesta de Radio Cooperativa, un

81% de los encuestados cree que no se beneficia

con el crecimiento) y, además, el aparato estatal

parece resquebrajarse institucionalmente mientras

protege intereses de minorías poderosas en lugar de

garantizar derechos a la población.

La pregunta que nace naturalmente es: ¿Cuánto tiempo

resistirá este escenario de total desconfianza

institucional? Probablemente, muy poco. Lo peligroso es

que cuando la población no confía en las instituciones ni

en las autoridades, comienza a asomar el fantasma de la

ingobernabilidad.

La invitación es a empujar la reflexión más allá: ¿El

problema serán “nuestras instituciones” o es el

modelo bajo el cual fueron constituidas el que tiende

a corromperlas? Si el orden capitalista neo-liberal

está orientado hacia la concentración de la riqueza y la

desigualdad, ¿No será “natural” que sus instituciones

estén en esa línea y, por lo tanto, condenadas a

sucumbir en algún minuto? ¿Será hoy ese minuto?

MANIPULACIÓN DE CIFRAS E

ILUSIÓN DE CAMBIO

“Las instituciones del estado capitalista están organizadas

para los fines de la libre competencia: No basta cambiar el

personal para orientar en otro sentido su actividad”.

Antonio Gramsci

La crisis que enfrenta el actual gobierno ante el

cuestionamiento generalizado de sus logros es

preocupante. El “pleno empleo” se utiliza como eslogan,

a pesar de las voces disidentes que evidencian claros

“errores” de medición. Gonzalo Durán, de la Fundación

Sol, señaló que "no tiene sentido hablar de pleno

empleo, cuando junto a las 539 mil personas que

aparecen oficialmente como desempleadas, también se

registran 609 mil personas subempleadas (trabajan a

tiempo parcial de manera involuntaria) y 109 mil

personas desalentadas tipificadas como inactivas, ya

que dejaron de buscar trabajo porque se desanimaron

después de mucho tiempo sin encontrarlo, pero que si le

ofrecieran un empleo lo aceptan inmediatamente".

La reducción de la pobreza también está en tela de

juicio. Desde CIPER informan que “[…] la CEPAL le

entregó a MIDEPLAN un nuevo resultado consolidado del

cálculo de la pobreza en Chile, el que incluyó la

respuesta a la pregunta “y11”: 14,4%. Es decir, la

inclusión de la cuestionada respuesta hizo bajar la

pobreza en Chile en 0,6%”. Esta polémica finalizó con la

renuncia de la CEPAL a continuar colaborando con

MIDEPLAN en futuras mediciones.

A esto se suman los resientes cuestionamientos al

Instituto Nacional de Estadística (INE) por la manifiesta

manipulación de datos del CENSO e IPC y, como si

fuese poco, la reducción de la delincuencia, medida por

la encuesta de victimización, ha perdido toda

credibilidad por un “conveniente” cambio en la

metodología de medición (denuncia hecha por Felipe

Harboe).

La motivación tras estos graves incidentes es clara:

Maquillar las cifras para “derrotar” a los gobiernos

anteriores” y hacerse cargo de las altísimas

expectativas generadas en campaña. Más aún,

considerando que, en términos estructurales, este

gobierno es bastante similar a los anteriores de la

Concertación, podemos concluir que la intención

principal es generar una “diferenciación” ficticia entre

dos coaliciones que se ha fusionado formando una masa

ideológicamente amorfa que administra el poder político

en Chile.

La idea de este fraude es crear la ilusión de un cambio,

mientras las “reglas del juego” siguen prácticamente

intactas y orientadas hacia el enriquecimiento de una

minoría. Es importante tener en cuenta esto,

especialmente en año electoral, ya que Bachelet,

Allamand o Longueira postularán sólo a administrar el

modelo, sin cambios reales. Parafraseando a Gramsci, el

“cambio de personal” no es suficiente mientras las

instituciones estén orientadas hacia la competencia y no

hacia garantizar derechos a las personas. Y ya

sabemos, por experiencia, que ninguno de los dos

bloques gobernantes está dispuesto a modificar las

reglas.

AUTONOMÍA, PODER POLÍTICO Y

REPRESENTACIÓN POPULAR: ÚNICA

ALTERNATIVA DE CAMBIO

Hace poco, el emergente movimiento “Revolución

Democrática”, encabezado por el ex dirigente estudiantil

Giorgio Jackson, sufrió su primera caída ante una

embestida violenta y autoritaria de la Concertación.

Reacción esperable de una coalición que rechaza la

renovación y la competencia electoral si el resultado

puede implicar la pérdida de alguna cuota de poder.

Sobre este hecho no debe haber dobles lecturas: Para

que las clases subalternas, es decir, los dominados,

sean capaces de derrotar a la hegemonía de la clase

dominante, y así obtener derechos tan básicos como la

salud o la educación, es fundamental la autonomía

política. Es decir, para reformas estructurales no basta

con negociaciones unidireccionales entre las viejas

glorias de la política y los movimientos emergentes, se

requiere crear poder “desde abajo”. Y aquí es

importante derribar el mito de la política como

monopolio del Congreso o La Moneda; La política se hace

también en las Universidades y en los movimientos

sociales.

La razón de esta necesidad es lógica: Buscar

representación en quiénes tienen intereses

comprometidos con los poderosos es completamente

estéril. Por eso, la ciudadanía debe ser capaz de

alcanzar la autorrepresentación.

Derrotando las barreras impuestas

Para alcanzar este objetivo hay que vencer varios

obstáculos hegemónicos: Los impuestos hábilmente por

Jaime Guzmán y la Constitución ilegítima y “tramposa”,

como diría el profesor Fernando Atria, y, además, el

cerco mediático, la cultura, la educación y otros.

Pero ¿Cómo romper estas barreras? Aquí es donde

cobra relevancia vital la autonomía: La única forma de

quebrar la relación de dominación es mediante la

conquista del poder cultural, es decir, es necesario

que intelectuales “provenientes de la ciudadanía”

articulen el malestar de los dominados y así crear

un nuevo “sentido común”, en el sentido gramsciano

de la expresión. Cuando exista consenso pleno de que

las cosas no funcionan como deberían, y que es

necesario refundar el Estado, ahí viene la conquista del

poder político, con una base social activa, consciente y

con una voz legítima, ya que provendrá desde los

oprimidos. No tiene sentido seguir escogiendo entre

partidos o personas que no representan a nadie más

que a sí mismos y a los poderes económicos que están

detrás. ¡La tarea de conquistar la autorrepresentación y

de generar un nuevo consenso, distinto del impuesto por

la clase dominante, es de todos nosotros!

En este extracto, Joseph Stiglitz, Nobel de Economía, derrumba el mito de la

“mano invisible” de Adam Smith apoyándose en la crisis financiera que azotó

a Estados Unidos y al mundo en 2008.

“Los mercados no se corrigen solos. En efecto, sin una regulación adecuada,

son propensos a los excesos. En 2009, vimos nuevamente por qué la

„mano invisible‟ de Adam Smith parece invisible: NO EXISTE. El interés

propio (codicia) de los banqueros no condujo al bienestar de la

Sociedad; Ni siquiera sirvió para el bienestar de sus accionistas o tenedores

de bonos. Y ciertamente no sirvió a aquellos que están perdiendo sus

hogares, trabajadores que han perdido sus trabajos, jubilados que han visto

sus pensiones desvanecerse o contribuyentes que pagaron cientos de

billones para rescatar a los bancos”.

Lo interesante de esta crítica es que el capitalismo neoliberal está en tela de

juicio y los cuestionamientos provienen de sectores de izquierda,

evidentemente, pero también de sectores afines al capitalismo (como

Stiglitz) que, si bien creen en el mercado, no tienen una fe ciega en él;

Reconocen sus limitaciones y entienden que el Estado no puede tener apenas

un rol de fiscalizador pasivo, sino que, por el contrario, debe ser un

regulador proactivo.

A estas alturas, y a la luz de la experiencia de Chile y el mundo, debemos

empezar a decirle adiós a gran parte de la mitología Smithiana.

ADIÓS, TÍO ADAM, ADIÓS, MANO INVISIBLE

ANTI-HUMOR

(Extraído de “Gramsci para principiantes”)