el fuego del desierto - karen winter

Upload: marianoantoniogutier

Post on 15-Oct-2015

70 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • EL FUEGO DEL DESIERTO Karen Winter

    Traduccin de Jorge Seca

  • Crditos

    Ttulo original: Das Feuer derWsteTraduccin: Jorge SecaEdicin en formato digital: febrerode 2014 2010 by Bastei Lbbe AG, Kln Ediciones B, S. A., 2014Consell de Cent, 425-427

  • 08009 Barcelona (Espaa)www.edicionesb.com Depsito legal: B. 2874.2014 ISBN: 978-84-9019-730-1 Conversin a formato digital: Elpoeta (edicin digital) S. L. Todos los derechos reservados. Bajo lassanciones establecidas en el ordenamientojurdico, queda rigurosamente prohibida, sinautorizacin escrita de los titulares del copyright,la reproduccin total o parcial de esta obra porcualquier medio o procedimiento, comprendidosla reprografa y el tratamiento informtico, ascomo la distribucin de ejemplares mediante

  • alquiler o prstamo pblicos.

  • EL FUEGO DELDESIERTO

  • 1Qutatelo de la cabeza, Ruth.No voy a discutir ms sobre eseasunto! dijo Rose Salden,dirigiendo una glida y fulminantemirada a su hija.

    Pero por qu no? Siempre heparticipado en los campeonatos dejvenes granjeros. Y siempre hequedado entre los tres mejores de lapromocin. Por qu no puedo esteao? pregunt Ruth, ponindose

  • completamente plida por laindignacin.

    Porque ya cuesta encontrartepartido incluso sin tener un diplomaen levantamiento de ovejas. Portodos los santos del cielo! Cundocomprenders lo que de verdad esimportante en la vida?

    Bah! Ruth se anud elpauelo en torno a la frente, secalz las pesadas botas que paradisgusto de su madre no eran muydiferentes de las botas de unvaquero, y con gesto impaciente se

  • puso el sobretodo de color verde. No me interesa si cuesta o noencontrar partido para m. Yo nonecesito a ningn hombre.

    Ya lo creo que s, mi amor!Una granjera sin marido ya puede irhaciendo las maletas e irse a vivir ala ciudad. Rose Salden enfatizsus palabras con un enrgicomovimiento de la mano que hizoque su brazalete de oro sonarasuavemente. Y una mujer quesolo puede presentar como nicomrito varios premios en la

  • competicin de levantamiento deovejas, y que es conocida, por lodems, por su labia fcil,simplemente no resulta asumiblepara ninguna buena familia delfrica del Sudoeste Alemana.

    Ruth torci la boca con gesto deirritacin.

    No solo he ganado enlevantamiento de ovejas. Eso es unadiversin, nada ms. Fui la mejoren saltar obstculos a caballo y enconducir el ganado, la cuarta enesquilar, la tercera en clavar

  • estacas y la primera en clasificarlana y contar ovejas.

    S, ya... La madre de Ruthhizo un gesto negativo con la mano,con el semblante crispado. Conocaa la perfeccin los argumentos desu hija. Un hombre no quiere unaesposa para contar ovejas que nosean las ovejitas para dormir. Yeste, mi amor, debera ser tu primerobjetivo en la vida: encontrarmarido y tener hijos. Las mujeresno han sido creadas para criarovejas ni para mandar. Cuntas

  • veces tengo que repetrtelo?Mira lo que pasa en la granja

    Waterfall la contradijo Ruth,porfiada. Kathi Markworth se lasarregla ella sola para llevar latienda. Ayer, por ejemplo, arreglel tractor y la semana pasada, elgenerador. Solo pide ayuda cuandotiene que esquilar.

    Kathi Markworth es viuda yadems pobre. No puede hacer otracosa, no puede permitirse siquieraun administrador. Es una vergenzapara esa pobre mujer tener que

  • vivir as repuso Rose confirmeza. No me extraara queodiara a su marido por este motivohasta ms all de la tumba. Sin dudano sirve de modelo para ningunamujer joven.

    Por qu? Las ovejas caraculde Kathi tienen mejor aspecto yestn ms sanas que las de muchosotros granjeros.

    Ruth, ya hemos hablado msque suficientemente sobre esteasunto. Rose Salden suspir.Ahora tienes veinticuatro aos, en

  • realidad eres demasiado mayor yapara encontrar marido. frica delSudoeste es un gran pas y, noobstante, no deja de ser unapequea aldea. Aqu nosconocemos todos. No permitas quetu fama empeore an ms. Ponte esevestido bonito que te traje deGobabis y ve a la competicin degranjeros, pero esta vez no comoparticipante sino como una mujerjoven de muy buen ver que esperaalgo ms de la vida que unincremento de la produccin de

  • lana.Hace aos que este pas no se

    llama frica del Sudoeste sinoNamibia. Y yo no soy Corinne,mam! exclam Ruth, entornandode mala gana los ojos al pensar ensu hermana.

    S, por desgracia dijo Rose,suspirando de forma ostentosa. Sellev las manos al pecho con laspalmas hacia fuera y cerr los ojos.

    Ruth suspir tambin. Saba queno tena sentido contradecir a sumadre. Y mucho menos cuando

  • adoptaba esa postura. Los ojoscerrados de Rose indicaban contoda claridad que ya no deseabaescuchar ni or ningn comentarioms. Una rplica no solo era intilsino que poda empeorarlo todo anms. Rose Salden detestaba eltrabajo en la granja, no le gustabanlas ovejas y soaba desde hacamuchos aos con vivir en unamansin en la ciudad de Windhoeko en Swakopmund, sin estircol niganado, soaba con una vida en laque la tarea ms importante de una

  • mujer consista en dar rdenes a loscriados negros y en disponer cadada la fruta fresca en un cuencohondo de plata.

    La madre de Ruth opinaba, engeneral, que la vida en s era muyinjusta y que ella se mereca algomucho mejor. En realidad y deesto estaba Ruth muy segura sumadre opinaba que la vida de unaseora blanca en una mansin de laciudad y con criados negros era lams apropiada para ella. No envano, Rose Salden afirmaba

  • siempre en sociedad que ella era debuena familia. Sin embargo, encuanto regresaba al crculo errneoque ella denominaba el correcto olvidaba mencionar adrede quehaban sido personas negrasquienes la haban criado.

    Qu distinta era, en cambio, lavida en la granja de ganado lanar enmitad de aquellos inmensoscampos! La espaciosa vivienda deSaldens Hill quedaba a los pies deuna colina y estaba amueblada en eltpico estilo colonial. Haba una

  • chimenea, los muebles eran demadera de roble alemn, con unvestbulo luminoso, cubierto dealfombras, y sillas y sillonesacolchados con gran abundancia decojines y mantas. En cada rincnlibre de la casa haba recuerdos deAlemania, un pas al que Rose sesenta muy vinculada a pesar de nohaber estado nunca en l. Ella serega incluso conforme a la modaalemana. Si en Hamburgo estabande moda las cortinas verdes conborlas plateadas, aquella casa en

  • mitad de Namibia era guarnecidacon cortinas de color verdeplateado. Si en Mnich las mujeresllevaban el cabello hasta la barbillay un lunar sobre el labio superior,Rose Salden se pona por lamaana delante del espejo delcuarto de bao con un lpizcarboncillo. Ni siquiera lasobservaciones de los vecinos, aveces maliciosas, con las quepretendan que se quitara aquellacagada de mosca, podan hacercambiar de opinin a Rose. Al fin y

  • al cabo, las personas que vivan enlos alrededores de Saldens Hilleran campesinos sin gusto niestilo, como le gustaba decir aRose.

    Ruth sufra siempre en suspropias carnes que su madre seocupara de llevar un orden y unalimpieza extremas en el hogar.Nada ms llegar a casa tena quecalzarse las zapatillas, y una vez enel lavadero tena que quitarse lospantalones de trabajo y la chaqueta,pues ya que Rose no poda vivir en

  • la ciudad, al menos tena la granjaacondicionada y amueblada de talmanera que poda sentirse cmoday muy a gusto en ella.

    El lugar preferido de Ruth en lacasa era la galera exterior.Tambin ahora se retir alldespus de la disputa con su madre.Se sent en el suelo, apoy laspiernas contra una de las columnascomo sola hacer siempre y disfrutdel frescor de los muros de piedra.Despus del trabajo realizado legustaba beberse una botella de

  • Hansa Lager, una cerveza namibiaque era fabricada siguiendo la leyalemana de pureza en la destilacinde la cerveza; entonces se quitabalas botas sucias y se relajabateniendo a su lado a Klette, unaperra border collie, su mejor ynica amiga.

    Ruth apart la vista de la casa yse puso a disfrutar de las vistas quele deparaban sus tierras. Observarcmo pacan sus rebaos de ovejasy vacas significaba para ella lafelicidad; despus se senta

  • perfectamente equilibrada ycontenta. Su madre nuncacomprendi por qu Ruth adorabatanto la vida en la granja, por quno deseaba nada diferente, vestidoselegantes, peinados estrambticosni, por supuesto, ninguna casa en laciudad. Para Ruth, la vida en laciudad era demasiado ruidosa, elaire apestaba y todo el mundo tenaprisa. Adems estaban los muchoscoches, las personas que no tedevolvan el saludo cuando lassaludabas, y los supermercados

  • gigantes y annimos.En cambio, su hermana Corinne,

    tres aos mayor que Ruth, adorabala vida en la ciudad. Al contrarioque Ruth, Corinne era una copiaviva de su madre, comparta suspasiones. Ya de pequea le gustabamucho jugar a ser princesa y dejarque le sirvieran todo, y se deleitabasoando con vestidos blancos deencaje, joyas y criados que podanleerle cada deseo con solo mirarla.Posteriormente, Corinne se dedica probar con su madre diferentes

  • peinados, a mirar las revistas demoda que les enviaban desdeHamburgo a Saldens Hill y que lesllegaban con semanas de retraso, yse pasaba las horas entusiasmadacon las estrellas de cine, loscantantes de canciones de moda ysus apasionantes vidas.

    Ya por aquel entonces, mientrasRuth prefera estar afuera con lasovejas, Corinne andaba limndoselas uas. Mientras Ruth ayudaba enlas labores del esquileo, Corinne seinformaba sobre los vestidos ms

  • modernos de lana. Y mientras Ruthasista en los partos de loscorderos, Corinne elaboraba lospros y los contras de las tresescuelas privadas alemanas delpas para decidir a cul de ellas ibaa enviar a sus hijos. La hermana deRuth tena claro que no los enviaraa ninguna escuela de las misiones,sino a uno de los caros internados,y eso lo tena por tan cierto como lacatedral de Colonia, que no habavisto nunca. Sin embargo, cul erala mejor? La que estaba en Karibib

  • o la de Windhoek? O no era msdistinguida quiz la escuela privadade Swakopmund?

    Corinne haba dado ya un buenpaso para aproximarse a larealizacin de sus sueos. Desdehaca algunos aos estaba casadacon un comerciante blancodedicado a las exportaciones, yviva en una mansin blanca enSwakopmund. Su marido era unoukie, un alemn del sudoeste comolos que salan en las revistas, depiel clara, ojos claros, cabello

  • rubio, antepasados alemanes y unosmodales en parte autoritarios y enparte arrogantes.

    De este modo, Corinne habaalcanzado en la vida lo que habadeseado desde pequea: un maridoblanco con mucho dinero, mueblesblancos y alfombras blancas,criados negros y un Mercedesnegro, que, por supuesto, conducaun chfer negro con guantesblancos. Adems, Corinne tena doshijos, un chico y una chica, cuyapiel era blanca como la nata de las

  • galletas rellenas y cuyos rizos erantan rubios como los panecillosalemanes.

    La madre de Ruth estaba casi areventar de lo orgullosa que sesenta de Corinne. Mi hija mayorlo ha conseguido, sola decir, sibien, para sorpresa de Ruth, nadiepreguntaba nunca qu eraexactamente lo que Corinne habaconseguido en realidad. Salir de laporquera, de las cagarrutas de lasovejas, de la provincia habaintentado aclararle un da su madre

  • , meterse en la vida de verdad, enla ciudad, en el mundo.

    Corinne haba conseguidoenmascarar por completo susorgenes. Desde que haca seis aosse haba mudado a vivir aSwakopmund, no haba vuelto aSaldens Hill ni una sola vez. ARuth casi se le rompa el corazncada vez que oa a su madre en lasvsperas de todos los grandes dasde fiesta cmo les contaba a losvecinos que esa vez vendraCorinne con toda seguridad. Y

  • cuando Ruth, una vez pasadas lasfiestas, escuchaba las excusas de sumadre, intentaba reprimir laslgrimas de la compasin.

    Corinne no pudo venir porque lapequea est enferma, solajustificar Rose que su hija nohubiera ido a verla. Corinne tuvoque cancelar el viaje en el ltimomomento porque su marido tenafijada una importante cena denegocios. O tambin: El maridode Corinne est de viaje denegocios en Ciudad del Cabo, y

  • Corinne y los nios le acompaan.Sin embargo, la verdad, ante la

    que Rose cerraba los ojos, era queCorinne sencillamente no tenaningunas ganas de renunciar a lascomodidades de su mansin en laciudad ni, tal como ella seexpresaba, volver a hurgar en lamierda. Ni siquiera laconstruccin de un cuarto de baoen Saldens Hill le haba servido deestmulo hasta el momento para ir asu tierra ni, sobre todo, para ir aver a su madre. De ah que Rose

  • solo conociera a sus nietos por lasescasas fotos que Corinne le habaenviado y que ella iba mostrando atodo el mundo con orgullo; tampocohaba estado nunca en lamaravillosa mansin, ya queCorinne no la haba invitado nuncay Rose posea todava suficienteorgullo como para no recorrer as,sin ms, los aproximadamentetrescientos cincuenta kilmetros quehaba hasta Swakopmund para seruna carga para su hija.

    Ruth suspir y mir la posicin

  • del sol con semblante examinador.Van a dar las cinco murmur

    . Tengo que arreglarme. Acarici a Klette, fue a buscarleuna oreja de antlope desecada a ladespensa que estaba junto a lacocina y se dirigi al cuarto debao. Se duch silbando fuertecomo un carretero y se lav el pelo.A continuacin se puso el vestidoverde que su madre le haba tradode la ciudad especialmente para lavelada de esa noche. Era un vestidosin mangas, tena lunares blancos y

  • un cuello blanco y quedaba muyceido al busto. Ruth tuvo quehacer un gran esfuerzo durante unosinstantes para respirar.

    Por suerte se ensanchaba elvestido por el talle, de modo que almenos el abdomen no le quedabaapretado. Ruth se examin alespejo. En realidad le gustabaaquella hechura. Le record elvestido que Marilyn Monroellevaba en Con faldas y a lo loco.Ruth haba visto la pelcula hacaalgunas semanas en el hotel

  • Gobabis, cuando el operador decine vino de nuevo a la ciudad, locual se convirti en un da decelebracin en la villa. Para lapresentacin de la pelcula, muchaschicas se peinaron con rizos suaves,como Marilyn; Ruth ni lo intent.Era pelirroja, tena el cabellocrespo, duro como las cerdas deuna escobilla, y era indomable. Y,no obstante, cuando lleg a casa porla noche, agitada por el pase de lapelcula, se puso ante el espejo, seinclin un poco hacia delante y

  • cant tmidamente:

    I wanna be loved by youJust youAnd noboby else but youI wanna be loved by youAlone!Boop, boop a doop

    Al pronunciar you, Ruth puso loslabios en morritos y prob unamirada que no era para nada mocode pavo. Y al pronunciar boop,boop a doop, inclin el cuerpo y

  • balance los pechosseductoramente.

    Pero entonces vio que en lacintura le sobresala un micheln atravs del vestido y que estequedaba un poco tenso por encimade los muslos. Ruth descubritambin la diminuta papada que sehizo patente cuando se puso acantar. Y entonces se sintiridcula. Ridcula y penosa y tonta,algo as como una albndiga gorday estpida que en Carnaval sevistiera inoportunamente de

  • princesa.Ruth suspir y pas la mano por

    el vestido de color blanco y verde,en parte con un gesto tierno, pero enparte tambin con perplejidad. Semir con semblante escptico lospuntiagudos zapatos blancos con eltacn fino como un lpiz. Resignadaa su destino, se calz con fuerzaaquellos zapatos nuevos que, comoera de esperar, comenzaron aapretarle de inmediato. Ruth volvia suspirar, se mir de mala gana alespejo y se tir del vestido hacia

  • abajo hasta que le cubri por lomenos las rodillas. A continuacinse sujet el pelo revuelto en elcogote con una goma elstica,arroj sin vacilar algunas cosas ensu rada mochila de piel ydescendi con cuidado la escaleradando traspis con los taconesaltos.

    Rose la estaba esperando ya en elvestbulo. Como toda una dama demundo llevaba puesto un twinset decolor gris, muy de moda, a juegocon una falda plisada tambin de

  • color gris, un collar y unospendientes de perlas. Bajo un brazosostena un bolso diminuto.

    No irs a llevarte la mochila,verdad? pregunt Rose en untono de reproche.

    Qu si no? En algn sitiotendr que llevar las llaves, lospauelos, unos zapatos como Diosmanda y mi cazadora. Nunca podrameter todo eso en una cosita comoesa que sostienes debajo del brazo.Ah no cabe ni un abrebotellas.

    Rose puso los ojos en blanco,

  • pero renunci a replicar. Se limita seguir a su hija en silencio hastala camioneta que estaba yapreparada frente a la puerta de lacasa.

    Ruth ech un vistazo a lasuperficie de carga de la camionetay asinti con la cabeza en seal deaprobacin. Todo estaba en orden:la rueda de recambio del Dodge100 Sweptside estaba a punto; a sulado, el gato; la caja de las piezasde repuesto estaba bien ordenada allado de la caja de las herramientas,

  • y detrs de esta estaban los bidonesde gasolina y agua recin llenados.Ruth saba demasiado bien que susupervivencia poda depender de sitenan todas aquellas cosas consigoen caso de emergencia. Condemasiada frecuencia haba tenidoque escuchar historias horripilantesde viajeros mal pertrechados quehaban tenido una avera en mitaddel desierto y haban acabadolamentablemente muertos por lased.

    Se sent a la derecha, en el lado

  • del conductor, mientras su madre lohaca a la izquierda en el lado delcopiloto, arranc el motor y girhacia la carretera en direccin aGobabis. Ruth calculaproximadamente que necesitarandos horas para llegar a la ciudadsituada a unas cuarenta millas dedistancia sobre aquella carretera degravilla llena de baches. Le habragustado encender la radio a todovolumen y ponerse a cantar paraespantar el mal humor, pero Roseno soportaba la msica en el coche.

  • As que Ruth se limit a mirar ensilencio aquel paisaje de matorralesque se extenda a ambos lados de lacarretera. Tan solo unas pocasplantas del desierto cubran aquellasuperficie de arena y piedras, unanica acacia haca de sombrilla yextenda su sombra sobre dosantlopes rice, que esperaban,dormitando, la puesta de sol.

    Ruth adoraba estas tierras.Adoraba el sol que iba calentandogradualmente el aire en verano, yespecialmente adoraba la amplitud,

  • el horizonte casi inalcanzable. Lavastedad, la luz, el silencio. Ella nonecesitaba ms cosas para vivir.

    Retir una mano del volante paratocarle el brazo a su madre.

    Mira, all hay unos antlopessaltadores. No vivimos como en elparaso?

    Rose torci la boca, pero seguard para s su opinin alrespecto, para que no se lesestropeara el da a las dos.

    Y ahora, distinguidas damas y

  • distinguidos caballeros, ha llegadoel momento: queda inaugurada lacompeticin de granjeros del ao1959!

    Son un toque de trompetas, yRuth estuvo tentada de taparse losodos. Ante ella atronaba unamsica que sala de un altavoz,sobre ella flotaba la voz delcomentarista que hablaba a travsde un megfono, a su lado se estabariendo alguien, detrs de ellaestaban hablando, y un poco msatrs un hombre estaba

  • despotricando a sus anchas a gritopelado. Ruth estaba en medio degranjeros, la empujaron, lazarandearon, tuvo que esquivarjarras de cerveza llenas, salt porencima de unos nios que jugaban,salud y devolvi saludos. Alguienle sacudi el hombro, otro le tir desu vestido, un tercero le pis un pie.La envolva una mezcla defragancias de estircol de oveja,leche de vaca y sudor de caballo, yentre esos perfumes flotaban lastranspiraciones de los numerosos

  • asistentes, el olor a cerveza y elhumo de los cigarrillos.

    Me va a dar dolor de cabeza,pens Ruth, pero a pesar de queadoraba el silencio, estabadisfrutando tambin de aquelbullicio a su alrededor. Sigui lascompeticiones con entusiasmo ycontempl los caballos de losgranjeros vecinos. Le llam sobretodo la atencin un semental negroque atenda al nombre de Tormentay que era tan salvaje que solo losjinetes ms avezados consiguieron

  • dominarlo. Su piel resplandecacomo la dolomita al sol, lostendones de su cuello se marcabancon toda claridad, daba escarceosde desasosiego con las patas. Quconjuncin de fuerza y belleza! Ruthapenas poda apartar los ojos de l.Ya se haban ensuciado sus zapatosblancos, el tacn del izquierdoestaba doblado, pero ella no seapercibi de tal cosa. Apoyando losbrazos en una estaca del vallado sepuso a hablarle en voz baja alsemental que estaba delante de ella

  • resoplando con furia. E h, Tormenta, hay mucho

    ruido aqu para ti tambin? No nosqueda otra a los dos hoy quesoportarlo. Estamos hechos para elcampo, no es verdad, preciosomo? Pero a un caballo semental tanmagnfico como t hay queexhibirlo tambin.

    Hombre, Ruth, amiga ma! dijo alguien golpendole en laespalda con una mano con gesto decamaradera.

    Ruth se sobresalt y se dio la

  • vuelta.Hola, Nath! Has venido para

    verme triunfar?El joven se ech a rer.Has ganado en las ltimas

    competiciones. Pero se acab tubuena racha, creme. Hoy voy aganar yo! Este granjero, queviva en las inmediaciones deSaldens Hill, se interrumpi y sepuso a contemplarla de arriba abajocomo si no la hubiera visto nunca. Esto que veo... no es unvestido? pregunt l con

  • semblante perplejo.No! Es un morral si te parece!

    repuso Ruth ofendida, y se dio denuevo la vuelta para mirar alsemental.

    Nathaniel Miller rio y volvi adarle una palmada jovial en laespalda.

    Eh, Ruth, no te mosquees as!Es que verte con un vestido es...es...

    Dilo, s, qu es, vamos? pregunt Ruth, dndose la vuelta ymirando a Nath con chispas de

  • enfado en los ojos. Qu pasa?Es que no puedo ponerme unvestido o qu, eh?

    l retrocedi y levant las manoscon gesto defensivo.

    Nada, solo que no es algo muycorriente. Y, ejem, bueno, ests muybien con ese vestido. Esboz unasonrisa torpe, se dio la vuelta ydesapareci entre la multitud deespectadores con la misma rapidezcon la que haba aparecido.

    Ruth resoll por la nariz congesto despectivo.

  • Bah! Estos granjeros! Notienen ni idea acerca de lasmujeres, no tienen ni idea de nada.Solo tienen cagarrutas de oveja enla cabeza!

    Se apoy de espaldas contra laestaca y se puso a observar elbarullo a su alrededor. A laizquierda haban montado un granvallado en el que iban a tener lugarlos campeonatos de pastoreo yconduccin del ganado; a laderecha se encontraba el cobertizopara el esquileo de las ovejas, y al

  • lado haba dos pastos pequeos yentre ellos un corredor que erautilizado para contar las ovejas.

    Qu aspecto tan diferente tenatodo hoy! Ruth sonri. A pesar deque Gobabis tena la denominacinde villa, normalmente no era msque un poblacho de mala muerte.Ciertamente haba una gasolinera,un bazar, una panadera, unacarnicera, dos bares, un tallermecnico, una tienda de pienso parael ganado y de aperos de labranza,una farmacia, un banco y una tienda

  • de ropa, pero un ambienteverdaderamente urbano, si podadenominarse de esa manera, soloexista en Windhoek y enSwakopmund. Sin embargo,tampoco all haba ni tranvas nimetros, y las avenidas eran tancortas que incluso los paseantesms lentos las recorran en una horaen ambos sentidos. Hoy, Gobabisestaba engalanada como una chicaantes de su primera velada de baile.En la terraza del nico hotel sehaban sentado su madre y tambin

  • las seoras Weber, Miller ySheppard, de las granjascolindantes. Rose no era la nicaque se haba acicaladoespecialmente para hoy. Tambinlas otras tres mujeres daban laimpresin de querer ir por la tardeal teatro a Windhoek y no al bailede granjeros de esa pequeaciudad.

    Ruth salud brevemente con lasmanos a las mujeres y se dirigi alcampo en el que iba a tener lugar ellevantamiento de ovejas. Los

  • granjeros jvenes se habanalineado ya, tenan los brazosligeramente doblados en ngulo, elpecho inflado. Lo importante aquno era cmo llevar una granja, sinola fuerza y la corpulencia. Elganador poda estar casi seguro depoder inaugurar el baile por lanoche con la chica ms guapa. Ruthno pudo menos que reprimir la risaal pensar cmo les haba robado alos hombres ese numerito en losltimos aos. Incluso ahora losparticipantes en el campeonato la

  • miraron con desconfianza; peroentonces los hombres parecierondarse cuenta del vestido y de loszapatos que llevaba Ruth, pues loshombres de la hilera respiraron conalivio. Por fin, por fin quedaba lacosa nicamente entre ellos.

    Ruth contempl con miradaexperta los msculos de loscompetidores que estaban a laespera. Nath tena muy buena figura,pero era ms que dudoso quetuviera alguna oportunidad deganar. En cualquier caso, Ruth le

  • haba ganado todas las veces hastaahora. Adems, Nath no tena uncarcter combativo, sino que msbien era un jugador que se lotomaba todo a la ligera. Eraconocido por ir siempre dedonjun; aparte de esto, tena unadebilidad por los coches rpidos ypor la buena cerveza. Y el hecho deque todava no fuera capaz defamiliarizarse con el lado serio dela vida, era quizs el motivo por elque la granja Millers Run lasiguiera dirigiendo el padre de

  • Nath. El anciano Miller esperabacon una impaciencia creciente a quesu hijo estuviera preparado paraasumir la responsabilidad sobre supropia vida y sobre la granja. Sihubiera preguntado a Ruth por suopinin, habra recibido comorespuesta que poda estar esperandoa que Nath se hiciera por fin adultohasta el da del Juicio Final.

    Al or a varias mujeres jvenescuchichear a su lado y dirigirlemiradas interesadas, Ruth alz unamano y las salud con gesto

  • desenvuelto.Hola.Hola, Ruth contest una de

    las mujeres.Hola, Carolin.Te has puesto un vestido. Es

    que no vas a participar este ao enla competicin?

    Ruth neg con la cabeza. Sentaaprecio por Carolin, con quienhaba ido a la misma escuela, y esoa pesar de que al igual que ocurracon la mayora de las chicas de laedad de Ruth, Carolin no hablaba

  • de otra cosa que de su prometido.Otro tema favorito en las tertuliasde las mujeres jvenes eran losrecin casados y la emocionantevida matrimonial. Solo Ruthpareca no entender qu diabloshaba de especial en una cocinaelctrica para ir enseguida y enmanada a la ciudad y aplastar lasnarices en los escaparates de lastiendas. Ruth tampoco comprendael cotilleo ni las habladuras,tampoco quera saber qu maridoseran buenos amantes ni qu

  • granjeros solteros eran un buenpartido. Ella tena otraspreocupaciones.

    No repuso con rabia. Mimadre no quiere. Le gustara que yofuera como Corinne. Para ella lomejor sera que me casara con unhombre parecido y que me fuera avivir a una mansin blanca de laciudad con ella y con l dijoRuth, poniendo los ojos en blancoostensiblemente.

    Carolin se ech a rer.S, realmente no sera lo tuyo.

  • T no te vas a casar hasta que laadministracin permita que unagranjera se despose con su carneromanso, verdad? pregunt, yprorrumpi en una carcajada muyruidosa, a la que se adhirieron lasdems chicas.

    Aunque Ruth opinaba en realidadigual que Carolin, de pronto sintique por su interior ascenda larabia.

    Qu quieres decir con eso?Crees quiz que no soy capaz deser una buena esposa? No me

  • crees capaz de llevar un hogar oqu?

    Carolin sigui rindose.Te creo capaz de todo, Ruth, s,

    pero jams en la vida llegars aser una esposa cariosa,preocupada por el bienestar de tufamilia!

    Ruth se gir con gesto grosero yse fue de all a grandes zancadas sindignarse dirigir ninguna mirada msa aquellas jvenes.

    Buf! dijo rechinando entredientes y echando la cabeza hacia

  • atrs. Qu sabrn ellas delmatrimonio? Son todas unascretinas! Lo que necesito ahora enprimer lugar es una cerveza.

    A mitad de camino hacia elpuesto de las cervezas oy, a travsdel gritero de la gente, que seestaba anunciando al ganador de lacompeticin de levantamiento deovejas. Se dio la vuelta a mirar. Porlo visto haba ganado Nath contratodo pronstico, pues tena losbrazos en alto y agitaba los puosen seal de victoria.

  • Ruth se qued mirando alescenario con gesto incrdulo.

    Alex, dime, cuntos kilos halevantado Nath? pregunt a ungranjero anciano que tena a sulado.

    El anciano rio.Tienes miedo de que peligre tu

    rcord, verdad?Bah, qu tontera! dijo Ruth

    en tono despectivo. Ellevantamiento de ovejas es una cosade cros.Y yo ya he pasado esa etapa del

  • todo. De todas maneras quierosaber la marca de Nath.

    Mis odos ya no van muy finos,pero me parece haber odo algo ascomo cincuenta kilos.

    Cincuenta kilos? De verdad?Nada ms?

    Eso es.Cuando el anciano se march,

    Ruth sigui contemplando losmsculos de Nath todava con airemeditabundo. Luego se encogi dehombros con gesto de indiferencia yse dirigi a la terraza en la que

  • supona que segua estando sumadre.

    Hola, Ruth!Ruth se dio la vuelta y dej vagar

    la vista por entre el gento para verquin la haba saludado. Lacompeticin de granjeros era una delas pocas ocasiones a lo largo delao para encontrarse con losvecinos, ya que las granjas estabanmuy diseminadas, y a veces habaque recorrer ms de diez kilmetrosa caballo para llegar a la siguientecasa o al telfono ms prximo. Por

  • este motivo, las visitas entrevecinos eran muy raras, porque unagranja da mucho trabajo y el tiempoera algo muy valioso. As que noera de extraar que lasconversaciones importantes entrelos vecinos se produjeran lamayora de las veces en el rodeoanual o durante la competicin degranjeros.

    Qu pasa, Tom? Quieres quete preste de nuevo mi carnero?

    Tom no respondi, ni siquierasonri al abrirse paso hacia ella.

  • Solo cuando lleg al lado de Ruthse llev el dedo al borde delsombrero y se quit el cigarrillo dela comisura de los labios.

    Cundo podemos hablar? pregunt con una seriedaddesacostumbrada.

    Hablar? De qu? Ruthestaba sorprendida. Qu podaquerer de ella su vecino?

    Estoy interesado en vuestrospastos al norte de Green Hills.

    Ya me lo puedo figurar. Lindancon tu granja, pero no estn a la

  • venta.Tom asinti mesuradamente con

    la cabeza y se encendi despaciootro cigarrillo.

    Escucha, Ruth, no tienes porqu tener miedo a que me vaya aaprovechar de vuestra situacinapurada. Voy a proponeros unprecio correcto.

    Cmo? De qu estshablando? A qu situacin apuradate ests refiriendo? Ruth sintique se le creaba una especie debola en el estmago. Le sobrevino

  • el miedo, un temor desconocido queno poda explicar con detalle. Eracomo si el cielo se oscureciera derepente.

    El granjero sacudi la cabeza.No tienes por qu disimular

    delante de m. Nos conocemosdesde hace suficiente tiempo. Noconfas en m?

    Ruth frunci la frente.En serio, Tom, no entiendo

    absolutamente nada. De qusituacin apurada ests hablando?Qu dicen por ah que pasa en

  • Saldens Hill? Qu cosas vuelvena cotillear por radio macuto?

    Tom puso un semblante deverdadero asombro.

    No sabes nada de verdad?Ruth neg con la cabeza.No, qu sucede pues? Dilo

    ya, no te lo guardes!Toda la ciudad, todo el mundo

    no habla de otra cosa. Dicen queSaldens Hill est en quiebra, quetenis que vender porque no tenissiquiera dinero para pagar las tasasde participacin en el campeonato.

  • Qu? Por qu tenemos quevender? Quin dice tal cosa? Ruth estaba fuera de s e instaba alotro a hablar para enterarse de mscosas. Venga, scalo ya, dime,quin afirma eso? exclam.

    Pero Tom se limit a llevarse undedo al sombrero y darse la vuelta.

    Piensa en mi oferta, Ruth. Norecibirs otra mejor.

    Ruth le sigui perpleja con lamirada. Cmo poda ocurrrsele aTom que Saldens Hill pudieraestar en quiebra? Sacudi la

  • cabeza. Eso no era posible, o s?Ruth llevaba ella sola la granja

    desde la muerte de su padre. Por lasmaanas asignaba las labores a lostrabajadores negros, recorra elvallado de la linde de la granja,controlaba los abrevaderos, eldepsito del agua y el generador.Se ocupaba del esquileo y de laadministracin de medicinas alganado, clasificaba la lana yorganizaba las ventas, alquilaba elcamin para transportar a la subastaa las ovejas caracul, y se iba a

  • buscar al veterinario cuando eranecesario. Por consiguiente, desdehaca tres aos Ruth, simple yllanamente, era la responsable deprcticamente todas las labores quehaba extramuros de la casa.

    Su madre se dedicaba a laslabores que haba que despachardentro del hogar y adems era laencargada de la vida social. Eleganuevas cortinas cuando las viejashaban pasado de moda, realizabael plan de comidas y las listas decompra, y se ocupaba tambin de

  • las operaciones bancarias y de lacontabilidad de la granja. Ademspreparaba la participacin anual enel mercadillo de beneficencia.

    S, en efecto haba algo! Depronto, Ruth se acord de que hacaya dos semanas que le haba pedidoa su madre que encargara forrajeconcentrado para las ovejas.Ciertamente no corra prisa porqueera la poca de lluvias y las ovejasencontraban todava suficientecomida en los pastos, pero llegarael siguiente verano y con l la

  • sequa que quemaba los pastos cadaao convirtindolos en superficiesde color marrn gris. Adems, losprecios para el forraje concentradoeran ahora bajos, pero conforme seacercara el verano, la compra seira encareciendo cada vez ms. Asque les habran tenido que habersuministrado el forraje haca muchotiempo. Tena algo que ver laausencia de ese suministro con elhecho de que, en efecto, no hubieraya ms dinero en las cuentas comodecan por ah?

  • Ruth frunci la frente. La granjamarchaba bien, pues sus ovejascaracul, y en especial los corderos,eran codiciados y se pagaban a muybuen precio. El comprador degrandes cantidades de lana paraespecular venda la lana deborreguillo en Europa, donde sefabricaban abrigos, sombreros ygorras persas, y muchas otraspiezas con ella, esos abrigos queRuth haba visto en las revistas quehojeaba su hermana Corinne. Elprecio correspondiente casi haba

  • provocado que Ruth cayeradesmayada. Un solo abrigo costabams que comprar veinte ovejas! Aspues, dnde se haba metido eldinero?

    El dinero no se despilfarraba amanos llenas en Saldens Hill, nimucho menos. Los trabajadoresnegros vivan con sus familias encasitas de piedra de una planta contejado plano, dentro de los terrenosde la granja, y reciban el salarioacostumbrado ms gratificaciones.Con Mama Elo y Mama Isa vivan

  • otros dos empleados en un edificioadyacente a la casa de la granja.Ayudaban a Rose y cocinaban unavez al da para Ruth, Rose y Klette,la mayora de las veces por latarde, una comida caliente conabundante carne. Por las maanashab a mieliepap, una papilla demaz, y al medioda habasndwiches.

    En Saldens Hill disponanciertamente de un telfono, pero nohaba televisor, un aparato que poraquel entonces tan solo se permitan

  • algunos de los granjerosadinerados, sino que contabansolamente con un receptor de radioaccionado por una batera de coche.La corriente la produca elgenerador que estaba ajustado detal manera que por las noches a lasdiez, cuando todos se iban a dormir,apagaba todas las luces de la casa.

    Por lo dems, los moradores deSaldens Hill llevaban la casa conespritu ahorrativo. La madre deRuth tena un pequeo huerto, en elque crecan las adelfas y el hibisco,

  • y Mama Elo y Mama Isa cuidabanunos bancales con judas,calabazas, batatas y hierbasmedicinales. Esto era posibleporque la granja de los Salden, encomparacin con otras, dispona demucha agua ya que un manantialsubterrneo nutra el pozo. Ruthsegua estando muy agradecida a suabuelo por la sabia previsin quetuvo en su da de encargar a unzahor negro la bsqueda del lugaradecuado para excavar un pozo. Sinduda, los nativos conocan aquella

  • tierra mejor que nadie, pero eranmuy pocos los granjeros que sabansacar provecho de susconocimientos. Cada verano seconstataba dolorosamente loimportante que era tener acceso aun manantial en las proximidadesdel desierto de Kalahari; alguna queotra estacin seca haba bastadopara aniquilar manadas enteras deganado. Y muchos de sus vecinostenan que ir a buscar agua incluso aSwakopmund durante la sequa.

    Dado que Mama Elo haca queso

  • los viernes con la leche de lasovejas para toda la semana y lacmara frigorfica estaba llena decarne de cordero, las mujeres y loshombres de Saldens Hillnecesitaban muy pocas cosas de laciudad. Ruth encargaba cadasemana tres cajas de cerveza y dosbotellas de whisky; su madrecompraba cosmticos, productospara la limpieza y enseresdomsticos, aparte de los objetosque se utilizaban en la granja; perotodas esas cosas no costaban

  • demasiado dinero. As que no podaser verdad que Saldens Hill sehallara ante la quiebra.

    Ruth se volvi para buscar con lavista a Tom. Se mora por saberquin haba difundido tales mentirassobre la granja. Y esta vez nopodra escabullirse sin responderprimero a su pregunta.

    Por fin lo descubri en el bordedel recinto que estaba delimitadocon estacas para la competicin. Alparecer estaba discutiendo con elviejo Alex. Acuciada por la

  • curiosidad, Ruth se encamin hacialos dos hombres.

    Admite que fuiste t quien merob la gasolina del depsito de micasa, anda! exclam el ancianoagresivamente con un puo en alto. Te vi, ya lo creo que te vi!

    Cmo puedes decir que meviste? Pero si ests ciego, Alex, noves ni tres en un burro repusoTom con calma.

    Bueno, vale, pero de todasformas s que fuiste t. Todo elmundo sabe que robas todo lo que

  • no est fijado con soldadura. Nadiedice nada, pero todos tenemos claroque las cosas no van muy bien quedigamos en tus tierras. Sentamoscompasin y hacamos la vistagorda, claro est, pero ahora te haspasado tres pueblos! Alexresopl con indignacin. Algunoslitros de gasleo de vez en cuando,vale, me habra callado como todoslos dems, pero sablearme todo eldepsito? No, hombre, Tom, eso yaes demasiado. Te doy hasta maanapara enmendar el perjuicio que me

  • has ocasionado. Si no lo haces,informar a la asociacin degranjeros o a la polica.

    Alex lanz a Tom un escupitajodelante de los pies, se dio la vueltabruscamente y se fue de allrezongando.

    Ruth mir a Tom con ojos deinterrogacin, pero este se apresura rehuir la mirada, y ella corrientonces hacia Alex.

    Es cierto eso, Alex?El qu? le espet el anciano

    de mala gana.

  • Que en la granja de Tom no vanbien las cosas.

    Alex se detuvo.Tambin t cotilleas como

    esas mujeres que no tienen otracosa mejor que hacer?

    Ruth trag saliva y agach lacabeza.

    No balbuce, sintiendo quese le ponan coloradas las mejillas.

    Entonces, por qu lopreguntas?

    Ruth mir a Alex. Le habragustado contarle la mentira

  • increble de Tom, pero se abstuvode hacerlo.

    Tienes razn, Alex. El cotilleosolo significa algo para la gente quese sienta en una terraza a sorber unlicor tras otro. Debera ir a echar unvistazo a los caballos. Puede queNath necesite ayuda si el tiempo sevuelve tormentoso.

    Si la plaza se haba transformadodurante el da, ahora, de noche,todo tena una brillantez diferente,incluso el hotel. Haba velas

  • rodeando las columnas, unas tinajascon plantas adornaban la entrada.Un negro vestido con librea yguantes blancos saludaba a todonuevo invitado antes de que doscamareras con delantalesblanqusimos le sirvieran unaperitivo.

    El saln del hotel, diseado enrealidad para reuniones, bodas,actos deportivos y sesiones,irradiaba una gran solemnidad. Laluz estaba atenuada, en las mesashaba velas encendidas, manteles

  • brillantes que llegaban hasta elsuelo, y en todas llamaban laatencin unos centros de mesaconfeccionados con ramas secas yhierbas del desierto. Las risas deexpectacin burbujeaban como elchampn; en los hombros desnudosde las mujeres brillaba como el orola luz de las velas, y en el saln seoa por todas partes el frufr de losvestidos de seda. Mientras por latarde los hombres haban vestido laropa de granjero, ahora se habanembutido en trajes negros con

  • camisas blancas. Acababan deafeitarse las mejillas y la barbilla, ytenan los ojos expectantes ydirigidos a los escotes de lasmujeres.

    En la entrada del saln habanmontado un gran bufet que estaba arebosar de diferentes manjares. Enunas fuentes gigantescas se ofrecalekkerny de granjero como entrante,adems de ensalada con queso deoveja, higos chumbos y carne decaza ahumada. Haba biltong, unaespecialidad namibia preparada

  • con diferentes tipos de carnes,cortadas en tiras, bien sazonadascon cilantro y pimienta, y secadasal aire. Adems se servan muslosde avestruz en una salsa de vinoblanco, as como carne de antloperice, cebra y tambin de laspropias crianzas, por supuesto. Enuna enorme sartn se frean filetesde antlope saltador; a su ladoherva a borbotones un curry concarne de oveja, llenando el aire deuna deliciosa fragancia. Batatas quehumeaban en grandiosas fuentes,

  • calabazas cocidas que atraan lamirada por su color amarillointenso, judas con tocino yensaladas de zanahoria, apio ypasas de Corinto, completaban lasmesas.

    Ruth tena un plato en una mano yse vea incapaz de decidirse.Adoraba la carne de caza, no sehartaba de comer filetes deantlope. Habra preferido ponersede todo en el plato, pero lasmiradas de advertencia de su madrele hicieron desistir de ponerse un

  • tercer filete de antlope saltador.Vaya, Ruth, ests bajo

    vigilancia? le pregunt NathMiller con una sonrisa irnica.

    Ruth suspir.Una dama se contenta con las

    verduras dijo Ruth, citando a sumadre e imitando su tono.

    Nath se rio y se gir para mirar aRose Salden.

    Mira, Ruth. Voy a coger unpoco ms para m. Los hombrespodemos, qu digo?, debemoshacerlo, y luego en la mesa te doy

  • algo de mi plato.Ruth se lo pens unos instantes,

    pero al ver la mirada de Nathdirigida a su barriga que yaabultaba con claridad, cogisolamente un pltano y se fue de allcon la cabeza bien alta. Renunciincluso a los postres.

    Despus de la cena, una bandainici las piezas para el baile.Estaba compuesta por dosguitarristas nativos, otro negro a labatera y un blanco al saxofn. La

  • banda se denominaba Namib,vida, y en Gobabis solicitabansus servicios para todos los actosfestivos. Hoy tenan a un blancoentre sus filas por primera vez. Talcosa era extraordinaria, pues lamsica, sobre todo la msica debaile, era considerada una cosa delos nativos del lugar. Los negrosllevan la msica en la sangre,sola decirse.

    Sea como sea, el saxofonistademuestra que tambin corremsica por sus venas, pens Ruth,

  • y se puso a balancear las piernasmientras echaba una ojeada a losdems. La pista de baile seguaestando vaca porque no parecaque hubiera nadie que se atreviera acomenzar. Sin embargo, cuando alcabo de un rato la banda toc conJailhouse Rock un primer tema deElvis Presley, los jvenes seprecipitaron a la pista de baile paradesfogarse, y permanecieron en ellaincluso despus, cuando la bandatoc algunas piezas de rock and rolly twist. Pero cuando los msicos se

  • ponan a tocar valses alemanes oincluso algn que otro rigodn, selargaban para dejar libre la pista alos mayores.

    Ruth se mantena a distancia detodo aquello y desde su asiento enun lateral observaba cmo bailabatodo aquel gento. Estaba sudando.El aire en el saln era agobiante;ola a los ms diversos perfumes, alos restos del bufet, y a sudor.Haca ya dos horas que no se habamovido de su asiento, se habalimitado a mirar cmo sus antiguas

  • compaeras de clase bailaban rockand roll con los granjeros vecinos.En los giros rpidos, las faldasvolaban alto y permitan ver lasbragas durante unos instantes.

    Ruth haba observado cmo sumadre haba fallado en el rigodnal hacer el molino entre las damas,y en el vals haba trastabillado unpoco incluso con los pies. Ruthhaba bebido tres botellas decerveza y un whisky, pero no hababailado ni una sola vez. Losgranjeros vecinos se le haban

  • acercado para pedirle un baile, s,pero a Ruth no se le pas por alto lasonrisa de alivio en sus rostros alrechazar ella la oferta con unaspalabras de agradecimiento.

    Suspir malhumorada y dejvagar la mirada de nuevo por lasala. Cerca de ella estaba sentadoAlex con las piernas estiradasencima de una silla, daba caladasde puro deleite a su habano yobservaba con buenos ojos cmobailaban las chicas. A unos pocospasos de ella, Carolin estaba

  • ligando con un joven que hacapoco tiempo que se haba hechocargo de la consulta veterinaria delanciano doctor Schneemann. Lajoven sostena delicadamente unacopa de champn, al rer ech lacabeza para atrs de modo que hizoondear su sedosa cabellera rubia,luego redonde los labios, atrapun mechn de pelo entre dos dedosy lo movi entre ellos con airejuguetn. El joven veterinario lamir en lo ms profundo de susojos, le toc ligeramente el brazo y

  • se ech a rer como si hubieraperdido el juicio.

    Ruth retir la vista avergonzada.De qu manera ms boba llegabana comportarse los enamorados! Esque no se podan aclarar los asuntosentre un hombre y una mujer en unaconversacin directa? Unaconversacin a las claras, siguiendoeste esquema: escucha bien, meparece que deberamos casarnosporque tu granja linda con la ma yas podramos aprovechar mejor elcamino del ganado. Estara la mar

  • de bien tener dos hijos, al fin y alcabo alguien tendr que hacersecargo de la granja algn da, y en elcaso de que uno de los dos falle,estar el otro. Y si los dos valenpara granjeros, podemos volver aseparar nuestra propiedad, no eraesa una forma sensata de hablar?

    La mujer as era como seimaginaba Ruth el acuerdocavilara mentalmente sobre loslmites de la granja, el nmero dehectreas de pastos y la cantidad decabezas de ganado y entonces dara

  • su s o su no. Si tuviera algunapredisposicin romntica,posiblemente pensara ademscunta cerveza beba ese hombre, osi sera capaz de entusiasmarsepara empapelar el dormitorio conpapel pintado con motivos floralesy si tendra la suficiente pacienciapara ensear a montar a caballo alos futuros hijos. A ella, en cambio,un papel pintado con flores en eldormitorio le era bastanteindiferente, a fin de cuentas secerraban los ojos al dormir, no?

  • Para qu tomarse tantas molestias?Sin embargo, Ruth no pudo menos

    que constatar una vez ms que en lavida real las cosas transcurran deotra manera, y ciertamente de unmodo menos racional de lo que ellase imaginaba. La gente sonrea ycuchicheaba, rea y bailaba yflirteaba, y al final, nada de todoaquello serva para nada.

    Nath pas al lado de su mesadando vueltas de baile. Llevaba auna chica del brazo, pero sus ojosestaban ya puestos en la siguiente.

  • Qu manera de desperdiciar eltiempo! Y, no obstante, Ruth se diocuenta de que posiblemente ellapodra ponerse igual de sentimentalsi segua mirando a los chicos y alas chicas y se tomaba una cuartacerveza.

    Se levant con determinacin, sebebi de pie el resto de la botellade cerveza, sac su mochila dedebajo de la silla y se fue andandocomo un pato hasta la mesa de sumadre.

    Bueno, cmo lo ves? Te

  • vienes conmigo o prefieres pasar lanoche aqu, en el hotel? Quizpueda llevarte maana alguien devuelta a la granja.

    Rose dirigi una mirada de enojoa su hija.

    Anda, cario, espera unpoquito ms! Acaban de dar lasdiez. Podemos divertirnos un pocoms, vamos. Salimos muy poquitasveces de Saldens Hill, as quecuando lo hacemos, tenemos queaprovecharnos. No te estsdivirtiendo?

  • No es esa la cuestin, madre.Ya sabes que maana tengo quemadrugar. Lo ms tardar a las seissuena el despertador. El sol notiene ningn respeto por nada ni pornadie. Tambin maana volver ahaber cuarenta grados a la sombra,y yo solo podr trabajar en lashoras en las que no sean tan altaslas temperaturas. Por qu no pidesuna habitacin en el hotel y regresasmaana?

    Rose se inclin hacia ella y lemurmur algo al odo, en voz tan

  • baja que solo ella pudo entenderlo:Es demasiado caro. A

    continuacin se levant y sedespidi de sus acompaantes conuna sonrisa: Queridas, ha sidouna velada maravillosa. Muchasgracias a todas. Se ha vuelto apasar el tiempo con demasiadarapidez, pero ya sabis lo quesignifica la llamada de la granja.

    Ruth se temi que su madrecomenzara ahora a dar besos atodo el mundo, y se retir de la salade baile sin decir palabra para

  • encaminarse hacia el Dodge.Durante el viaje, las dos mujerespermanecieron en silencio. Roseiba recordando mentalmente eltranscurso de la tarde; Ruth estabaconcentrada y miraba hacia delantela oscura carretera de gravilla, queno estaba iluminada, y el fino arcode la luna en el cielo no lograbaponer algo de claridad en lacarretera.

    Lo has pasado bien estanoche? pregunt Rose,interrumpiendo finalmente el

  • silencio.Bueno, de esa manera repuso

    Ruth, esquivando un bache en esemismo momento.

    Helena, de la granja de losNeckar, se casar el mes que viene.Su madre nos ha enseado fotos delvestido de novia. Una maravilla deseda! dijo Rose inmediatamenteen un tono distendido. Su maridoes de Sudfrica. Posee all unaexplotacin vincola. Una buenapieza, dice la madre de Helena.Bueno, se lo merece. Hay que tener

  • mucho valor para criar a tres hijosen medio de esta naturalezaindmita.

    Madre, no vivimos en mitad dela naturaleza indmita. Vivimos encasas de piedra con agua corrientey electricidad. No hagas siemprecomo si nosotros furamos losnativos que siguen preparando supapilla de maz entre las ascuas.

    Me pregunto por qu has ido albaile en realidad. En todo el ratoque te he estado observando no hasbailado ni una sola vez. Y eso que

  • te ha invitado a hacerlo hasta elveterinario joven con el que se haestado divirtiendo tambin Carolin.Te fijaste qu ojitos le pona ella?Ruth, cario mo, sabes que tequiero mucho, pero poco a pocodebes aprender a aprovechar tusescasas posibilidades. As que porqu te quedaste ah sentada como unbanco sin sonrer ni siquiera unasola vez?

    Ruth permaneci en silencio.Porque estoy demasiado gorda ytengo un aspecto demasiado

  • desagradable, porque en lugar deredondeces femeninas tengomsculos, porque no s rer singanas y porque mi pelo nuncaondear con esa suavidad de sedadel pelo de las Helena y de lasCarolin de este mundo. Este bonitovestido, dice Nath con razn, mequeda como un morral, y loszapatos no me quedan mejor que enlos pies de una elefanta.

    Y has odo que tambin MillieWalden est a punto de anunciar sucompromiso matrimonial? sigui

  • contando Rose sin esperar larespuesta de su hija; en lugar deesto se explay detalladamentesobre las bodas que haba pordelante, sobre los vestidos de lasseoras y sobre los granjeros quean quedaban por pescar.

    Ruth apret los dientes y seesforz por soportar con pacienciaaquella chchara, pero en unmomento dado no pudo ms y leespet de pronto a su madre:

    Has hablado con Tom?No, claro que no. Cundo,

  • pues? Y a santo de qu deberahablar justamente con l? pregunt Rose, mirando a su hijacomo si le hubiera hecho unapropuesta indecente.

    Me ha dicho que Saldens Hillse encuentra ante la quiebra. Quierehacernos una oferta para los pastosque estn frente a Green Hills.

    La sonrisa de Rose se esfum derepente. De pronto adopt unsemblante tenso.

    Qu le respondiste?Qu le voy a responder? Pues

  • que se equivoca, por supuesto. Queen Saldens Hill las cosas van bieny que esos pastos no estn a laventa. Ni los de Green Hills, nitampoco los dems.

    Rose profiri un suspiro de alivioy se puso a mirar con enormerelajacin por la ventana.

    Pronto habr luna nueva.Ruth la mir de reojo. Cuando su

    madre se apercibi de las miradas,volvi a adoptar una sonrisa festivay se dirigi de nuevo a Ruth.

    Estuviste bien, cario. Todo el

  • mundo sabe que Tom anda diciendoy haciendo cosas que son difcilesde entender para la mayora denosotros.

    Hay algo de verdad en suspalabras, madre? Estamos al bordede la ruina?

    Qu dices! Hija ma, soloquiero que me digas cmo se teocurren tales cosas dijo,bostezando y llevndose la manocon afectacin ante la boca. Mesiento de pronto muy cansada.Hemos tenido un da duro. Te

  • parece bien que cierre los ojosdurante unos minutos, cario?

    Ruth gru algo en seal deconformidad. Por el momento eraintil que esperara alguna respuestams de su madre. As pues, habaalgo de verdad en las palabras deTom? Estaban pasando realmentepor dificultades econmicas?

  • 2A pesar de que Ruth estabamuerta de cansancio, esperpacientemente a que su madre sequedara por fin dormida. Escuchcon atencin la respiracinuniforme que sala del dormitoriode su madre y luego se col ahurtadillas en el despacho de abajo,como una ladrona. A Rose no legustaba que entrara nadie en elcuarto de trabajo, y an toleraba

  • menos que alguien anduvieracurioseando en sus documentos ydesordenndolo todo. De ah queRuth se detuviera unos instantes enel umbral de la puerta para fijar enla mente todos los objetos ydejarlos despus tal como los vio alentrar. Encima del escritoriosituado frente a la ventana estaba elcalendario de su madre, a laderecha se encontraba la lmparade escritorio, a la izquierda lacajita de los lpices, junto a estauna foto de Ruth y Corinne. El resto

  • del cuarto estaba tambin ordenado,no haba polvo, ni papeles, nisiquiera un cuaderno abandonado.

    Ruth se sent detrs delescritorio, que al parecer eraherencia de su abuelo, abri elcajn superior y extrajo con cautelala carpeta que contena losextractos de las cuentas bancarias.Con el corazn acelerado hojetodo un ao y examin si se habanpagado puntualmente los plazos delcrdito. Su madre haba ingresadoquinientas libras inglesas cada

  • primero de mes en la cuenta delbanco de los granjeros enWindhoek. En la actualidad habatodava unas seiscientas libras en lacuenta de la granja y trescientasveinte libras en la cuenta privadade Rose. No era mucho, perotambin era normal porque eltrabajo en la granja era un trabajoestacional. Pronto esquilaran lasovejas y venderan la lana, de modoque volvera a fluir el dinero en lacaja. As pues, por qu iba a estarSaldens Hill al borde de la

  • quiebra?Ruth desplaz la carpeta a un lado

    con gesto de desconcierto, apoy lacabeza en las manos y se puso apensar. Haban llevado a cabograndes adquisiciones o gastosespeciales en el ao en curso?Bien, haban revisado el generadory haban retejado el cobertizo queserva de garaje. Pero haba habidodinero para todo eso. Ruth sacudila cabeza con el gesto de quien noentiende.

    Con mala conciencia abri el

  • cajn en el que Rose guardaba susasuntos privados. Le pareci queestaba cometiendo un sacrilegiocuando extrajo el atado de cartasque en su mayora eran facturas ypedidos, tal como descubri alpasar las hojas. Todo el mundo enaquella casa saba que ese cajnera tab. No obstante, Ruth siguibuscando y dio en el fondo del todocon una publicacin no muy gruesade una inmobiliaria. Mir conadmiracin los anuncios subrayadosen rojo y glosados con comentarios:

  • Pisos en Swakopmund. Demasiadocaro, haba anotado su madredebajo del primero, ya otorgado,debajo del segundo y debajo deotro ms, llamar de nuevo afinales de mes. Ruth no dabacrdito a sus ojos. Quera sumadre irse a vivir a Swakopmunden serio? Iba a vender realmente lagranja? Era eso lo que habaquerido decir Tom cuando lecomunic la oferta por los pastosde Green Hills?

    Ruth se recost en el silln,

  • confusa. El reloj de pared dio docecampanadas, la medianoche. Eratarde y solo tena unas pocas horaspara dormir. No era mejor quehablara con su madre, en vez deandar jugando a esas horas adetectives? Su mirada fue a parar alcalendario abierto: caf con laseora Miller, revisin delDodge y del tractor, dentista,peluquero, y otras entradas msque no eran interesantes. Siguihojeando hasta que le llam laatencin una anotacin en la ltima

  • semana de diciembre. Expiracindel crdito, suma pendiente depago!

    Ruth estaba sorprendida. Qupoda significar aquello? El nicocrdito que arrastraba la granjallevaba ya tres aos en marcha ynunca haba deparado ningnproblema. Y acababa deconvencerse despus de haberlovisto con sus propios ojos!

    Todava se acordaba del iniciodel verano del ao 1956. Se habahecho cargo de la granja despus de

  • la inesperada muerte de su padre,haba jubilado al administrador yhaba adoptado otros mtodos parala cra de ganado y para lautilizacin de los pastos. Todos losvecinos predijeron un futuro de oropara Saldens Hill. Las ovejasprosperaban maravillosamente, lalana era de la mejor calidad, lacompra de forraje se habareducido a la mitad debido a larotacin de los pastos. Ruth estabacontenta a pesar de que su padrehaba muerto. Era feliz y estaba

  • esperanzada como nunca antes en suvida. Se levantaba todos los das dela cama con la cabeza llena deplanes y con renovados bros.Quera poner el mundo patas arribay criar tambin cabras adems delas ovejas caracul y de las vacas.

    Quera montar una queserapropia en Saldens Hill, aparte deadquirir nuevos establos, mquinasnuevas y un generador nuevo condoble rendimiento. La intencin deRuth era convertir Saldens Hill enla granja ms grande y lujosa de

  • toda la Namibia central en unperiodo de diez aos. Planeabaensear la fabricacin del queso alas mujeres de los trabajadoresnegros y vender sus productosprimero en Gobabis, luego enWindhoek y posteriormente en todoel pas. Ya haba ideado y probadonuevas recetas para el queso encolaboracin con Mama Elo yMama Isa, queso fresco de cabracon menta, por ejemplo, o queso deoveja con hierbas, adems de higosrellenos de queso fresco y queso de

  • oveja macerado en una salsa denueces y miel, siguiendo una recetaque haba visto en una revistaalemana.

    Ruth haba soado con proveercon sus productos a los locales derestauracin refinada, hoteles yviviendas de vacaciones de todo elpas. Y nadie haba dudado de quelo conseguira. Las cosas parecanfuncionar efectivamente tal comohaba previsto ella. Los corderoscaracul haban aportado ms dinerode lo esperado en la subasta de

  • primavera que haba tenido lugar enGobabis, y los precios de la lanahaban llegado a cotas muyelevadas debido a que en Europa,despus de la guerra, se habaincrementado la demanda deproductos lujosos. Pero entonces,uno de los trabajadores de la granjase dio cuenta de que algunas ovejasse restregaban con tanta fuerzacontra el vallado y contra elcercado de los pastos que la lana sequedaba prendida en l, en jirones.Ruth llam inmediatamente al

  • veterinario, pero este la tranquilizy le explic que poda deberse alnuevo forraje concentrado que Ruthhaba administrado a las ovejas acausa de la sequa. Los animalestenan que habituarse primero alcambio de forraje.

    Ruth se qued de piedra cuandopoco despus los trabajadores de lagranja le informaron de que algunasovejas se haban puesto a temblar ya rechinar con los dientes, y que elresto del rebao se mostrabadesasosegado. En la escuela de

  • agricultura haba odo hablar de latembladera y conoca los sntomas.Pero poda afectar nada menos quea su rebao esa enfermedad daina?Jams! Una cosa as solo podapasarle a los dems, pero no a ella,no a su rebao!

    Volvi a aparecer el veterinario,y de nuevo consigui tranquilizar aRuth. Le explic que haca ms deuna dcada que no se habadeclarado ningn brote detembladera en aquella zona.

    No obstante, Ruth llev a analizar

  • la primera oveja que muri y mandque la examinaran en el InstitutoVeterinario de Windhoek. Eldiagnstico fue un duro golpe paraRuth y para toda Saldens Hill. Elrebao estaba afectado detembladera y haba que sacrificarloentero. Y eso no fue todo, porquelos grmenes patgenos de latembladera eran tan resistentes quepodan sobrevivir durante aos enlos pastos y en los establos. De ahque fuera muy probable quevolviera a contagiarse otro rebao

  • nuevo. Adems, los animalessacrificados tuvieron que serincinerados en un centro deeliminacin de cadveres, lo cualno era precisamente nada barato. Enla incineracin de sus ovejas, Ruthtambin vio convertirse su futuro enhumo. Adquirir un nuevo rebao,nuevos establos, nuevos pastos, esosignificaba recomenzar del todo yera imposible desde el punto devista de la financiacin.

    Ya no recordaba qu vecino lehaba propuesto que aceptara un

  • crdito en el banco de los granjerosen Windhoek, pero se acordabaperfectamente que a los pocos dasapareci por Saldens Hill uncaballero bien vestido de medianaedad, que se deshizo en cumplidoshacia Rose y que lleg incluso abesarle la mano. Lleg como unsalvador en una situacin muyapurada; con un movimiento de lamano les borr todas laspreocupaciones y les pint el futurode la granja de color de rosa. Unpequeo crdito en las mejores

  • condiciones, por fortuna no serequiere nada ms, afirm aquelhombre, y lo dijo con un tono tancomprensivo y paternal que Ruthconfi en l y acept que su madrese hiciera cargo de lasnegociaciones. Rose poseasencillamente ms habilidad paraese tipo de asuntos y disponaadems de una considerablecantidad de encanto cuando ellaquera. En cualquier caso, el seordel banco de los granjeros seconverta en una persona muy gil y

  • activa cuando se encontraba cercade Rose.

    Poco tiempo despus, SaldensHill dispuso de la bonita suma detreinta mil libras que deban serdevueltas en un periodo de tresaos en cmodos plazos mensuales.As pues, haba suficiente dineropara comprar un rebao joven ysano. Tambin haba bastantecapital para adquirir nuevos pastoscolindantes con Green Hills. Losvecinos ayudaron en la construccinde los establos, y en el verano de

  • 1957, Ruth pudo volver a soar conun futuro prometedor.

    Pero haban pasado los tres aosy quedaba todava por cubrir unremanente de quince mil libras,sobre cuyo reintegro no habatenido Ruth motivos parapreocuparse hasta el presenteporque su madre acord en sumomento con aquel empleado delbanco quien pronto se convertiraen un admirador empedernido deella que debera formalizarseotro crdito una vez transcurridos

  • los tres aos, crdito que habraque adaptar a las nuevascondiciones de los intereses. Setrata de un asunto puramenteformal, se dijo por aquel entonces.Ciertamente no exista ningnacuerdo por escrito, pero eso no eratampoco necesario. Al fin y al cabo,los granjeros eran gente sincera yhonrada. Bastaba un gestoafirmativo con la cabeza, un apretnde manos, y quedaba sellado elacuerdo de esta manera.

    Ruth suspir y se quit un mechn

  • de pelo de la frente. Quin sabelo que Tom habr odo decir?,seguramente habr entendido malse dijo Ruth a s misma,intentando calmarse. Las cosasiban bien en Saldens Hill, y cadaao se iban poniendo mejor. Nohaban vuelto sus ovejas a ganar unpremio en la primavera pasada?

    Cuanto ms se esforzaba Ruth endarse nimos, con ms fuerza sesenta corroda por dentro. Habaalgo que no encajaba en todoaquello. Se levant y abri la

  • ventana para dejar paso a la frescabrisa nocturna. Ruth bostez conganas. Es hora de irse a la camapens, maana se aclararseguramente todo.

    Ruth se despert completamentemolida a la maana siguiente. Noencontr la manera de descansar ydurmi solo unas pocas horas, demodo que vivi como una tortura elhecho de tener que levantarse. Apesar de todo se oblig a saltar dela cama, abri la ventana e inspir

  • y espir profundamente algunasbocanadas de aire. Ya a esas horasde la madrugada mostraba el cieloun azul cristalino con tan soloalgunas nubes pasajeras de buentiempo. El sol brillaba en las hojasde las acacias dibujando sombrasnegras en los muros de la casa. Elmolino se mova regularmente, enalgn lugar cercano cacare elgallo de Mama Elo, y all a lo lejosreconoci Ruth a uno de susrebaos.

    Klette, la perra border collie,

  • tambin estaba despierta y dabagolpes a la puerta desde fuera. Ruthse la abri de buena gana.

    Buenos das, pequea.Enseguida te pongo algo de comer.Espera un momentito nada ms!

    Ruth acarici a Klette y se metirpidamente bajo la ducha. Pocosminutos despus apareci en lacocina vestida con una camiseta yun pantaln de peto. All laesperaban ya Mama Elo y MamaIsa. Para Ruth, las dos mujeresnama formaban parte de la granja

  • como las acacias y los matorrales;sin ellas era impensable vivir aqu.Ruth dio un beso sonoro en lamejilla a las dos mujeres, acontinuacin se sent a la gran mesade madera y devor con ganas laporcin grande de papilla de mazque Mama Elo le tendi con unguio de ojos.

    Y bien, nia, has dormido agusto? pregunt.

    Ayer bailaras mucho en elbaile de los granjeros, verdad?, ytendrs los pies cansados aadi

  • Mama Isa, mirando a Ruth conmirada compasiva.

    Qu va! La joven hizo ungesto negativo con la mano y seunt una tostada con mantequilla ygelatina de higo chumbo. Nobail. Estuve sentada por ah y meaburr.

    Por qu no bailaste, eh? Tecrees muy fina para eso? pregunt Mama Isa con un tono deenfado.

    Ruth suspir.No bail sencillamente porque

  • no s bailar. Trag un bocado,cogi la siguiente tostada yprosigui: Adems, nadie quierebailar conmigo en realidad. No soyni delgada ni lo suficientementerubia. No resulta extrao entoncesque todas esas fiestas me parezcanun horror.

    Tonteras repuso Mama Isa. No ests gorda, lo que pasa esque tienes una constitucin fsicarobusta, eso es. Los hombres de mipueblo se chuparan los diez dedospor una mujer como t.

  • Puede ser repuso Ruth.Pero es que yo no soy una mujernama. Y a los hombres blancos lesgustan las mujeres como Corinne.

    Mama Elo mir a Mama Isa, acontinuacin sonrieron las dos y seencogieron de hombros. Cuntasveces no haban escuchado ya esaqueja de Ruth!

    Ya encontrars lo que temereces prometi Mama Isa.

    Ruth se ech a rer.Por Dios, eso no, precisamente.

    Entonces se levant, llev la

  • vajilla usada al fregadero, llam aKlette y se calz las botas. Voy aestar fuera. Transmite a lostrabajadores las tareas que tienenencomendadas. Luego recorrertodo el vallado con el caballo. Titube unos instantes. En esemomento le habra gustado hablarde inmediato con su madre, peroRose dorma todava, y el trabajoen la granja no se haca solo.

    Hay alguna cosa ms, nia? pregunt Mama Elo. Haces carade estar preocupada.

  • Ruth se sinti como si la hubieranpillado en alguna falta y mir a unlado.

    No tiene ninguna importancia.Tengo que hablar con mi madre.Quiz lo haga hoy, al medioda. Hizo una seal a Klette, de modoque la perra se levant de un salto yempez a menear el rabo para salircon ella fuera de la casa.

    Pocos minutos despus, Ruth diolos buenos das a las mujeres de lostrabajadores negros de la granja enun tono jovial. Estaban sentadas a

  • las puertas de sus casas, cerca de lacasa seorial; la mayora de ellasllevaban unos pauelos de coloresalrededor de la cabeza y unosvestidos estampados de algodn.Estaban removiendo en unas ollasabolladas que humeaban dispuestassobre pequeas hogueras, porque apesar de que Ruth les habaofrecido varias veces que lavaransu ropa en la lavadora automtica,las mujeres nama se negaban autilizarlas. Al parecer suponan queen el interior de aquellas mquinas

  • ruidosas habitaban malos espritusque se vengaran por el derroche deagua, un elemento muy valioso enaquellas tierras.

    En una cuerda tensada entre dosacacias colgaban las primerassbanas, pero no eran de ese colorblanco como la nieve, tal como lasconoca Ruth de Mama Elo y MamaIsa estas no tenan lassupersticiones de sus paisanas yhaban aprendido a valorar en lasltimas dcadas los progresostcnicos de la granja, sino que

  • tenan una coloracin grisamarillenta. Ello se deba a que laarena del desierto, que sedesplazaba constantemente por losaires, se posaba en las prendasrecin lavadas.

    Muy cerca de donde estaban lasmujeres, los nios ms pequeosalborotaban en el patio, golpeabanlas piedras con palos y se dabanrdenes los unos a los otros. Losnios mayores miraban a sushermanos con miradas de envidiaporque no tenan tiempo para jugar,

  • sino que tenan que prepararse parair a la escuela. Si queran pillartodava el autobs escolar aGobabis, tenan que apresurarse,pues en un cuarto de hora pasarapor delante del portn de entrada ala granja, y hasta llegar all habaque recorrer a pie ms de mediamilla.

    Dnde est Santo? preguntRuth, dirigindose a una de lasespigadas mujeres nama.

    Est donde las mquinas,seorita repuso la mujer. Iba a

  • echarle un vistazo al riego.Gracias, Thala dijo Ruth con

    una sonrisa. Y no te olvides deque tambin tenemos lavadoras encasa que podis utilizar cuandoqueris.

    La joven hizo un gesto negativocon la mano al tiempo que rea,como haca siempre que Ruth se loofreca:

    Gracias, pero lo prefiero as;con las mquinas no puedoconversar.

    Las dems mujeres nama se

  • echaron a rer. Ruth les hizo unaseal de despedida con la mano yse encamin a la sala de mquinasen busca del capataz.

    Santo era un nama intrpido yvenerable que en otros tiemposhabra llegado a ser el jefe de latribu. El padre de Ruth le habacontratado como capataz enSaldens Hill haca ms de diezaos, y Ruth no poda imaginarsenadie mejor para ese puesto. Santotena sin duda una habilidadespecial para las mquinas. Fuera

  • lo que fuese lo que se estropeara,Santo volva a repararlo. Dado quese atreva incluso con la lavadora,algunas de las mujeres namaafirmaban que Santo era un chamnque no se arredraba ante nada puesera capaz de aplacar incluso a losdemonios de la tcnica.

    Al parecer, Santo se las estabaviendo hoy con otro espritumaligno, pues estabacompletamente inclinado bajo elcap abierto del tractor cuandoRuth entr en la sala de mquinas.

  • Santo! exclam Ruth.De inmediato apareci la cabeza

    del hombre por debajo del cap.S, jefa?El hecho de que Santo se dirigiera

    a Ruth llamndola jefa, eligiendopor tanto el tratamiento usual de losnativos a sus patronos blancos, laalegraba cada vez que lo escuchabaporque eso significabareconocimiento.

    Creo que deberamos ir alimpiar hoy los abrevaderos dijoella. Adems, ayer vi que all

  • enfrente, en la linde con GreenHills, hay algunas estacas sueltas.Arreglad el vallado y mirad si estntodas las ovejas. Deberaisexaminar tambin si hay suficienteforraje en los silos y suficientegasolina en los depsitos. Y cuandoestis listos, montad dos enrejadospara el esquileo, con un estrechoseparador intermedio.

    Santo dej la llave inglesa a unlado, se limpi las manos en untrapo, ech la cabeza hacia atrs yse ech a rer.

  • Eso es trabajo para dos das,jefa.

    Ruth se puso a rer tambin.Lo s, pero estoy segura de que

    conseguiris hacerlo todo. Maanaa primera hora, lo primero quetenis que hacer es traer ac elrebao. Metedlo en el enrejadogrande para poder empezar con lafaena maana despus dedesayunar. Los esquiladoresvendrn esta tarde. No vayis abeber tanto otra vez como hicisteisel ao pasado!

  • Santo volvi a rer con unacarcajada sonora que reson en lasala.

    No se preocupe, jefa. Haremoslas cosas tal como est ustedacostumbrada.

    Ruth hizo un gesto afirmativo conla cabeza, a continuacin sac unpauelo rojo del bolsillo interior desus pantalones de peto y se lo pusoen la cabeza como una mujer nama.

    Seorita?S?Por qu se pone siempre ese

  • pauelo? Usted tiene un pelo que esuna maravilla. Es una pena que loesconda.

    Ruth sinti que se pona colorada.Se llev la mano por debajo delpauelo, toc su rebelde cabellerapelirroja, heredada de su padre, ysacudi la cabeza con gesto deenfado. Los piropos de los hombresseguan desconcertndola, como sifuera una colegiala.

    Ocpate del trabajo, Santo,porque no se hace solo.

    Dej plantado a aquel hombre, se

  • fue a la cuadra a buscar a Hunter,su caballo, mont en l y se fuecabalgando por los prados. Quda tan espectacular! A la vista desus rebaos paciendo, Ruth no pudomenos que pensar en Nath y en suvictoria en la competicin delevantamiento de ovejas. Habaconseguido levantar cincuenta kilos.Nada ms que eso? Para unhombre ya formado eso nosignificaba precisamente ningunamarca impresionante. Cualquiera desus empleados negros podra

  • levantar ms kilos sin despeinarse.Ruth mir brevemente a su

    alrededor, pero en ninguna partepoda verse ni una sola persona.Desmont del caballo con firmeresolucin, se meti en mitad delrebao y eligi una oveja que tenaaproximadamente el mismo pesoque la oveja de la competicin quehaba ganado Nath. Vamos! Levoy a ensear a ese quin es aqu elgranjero ms fuerte! Tumb alanimal sobre el lomo y le at laspatas delanteras y traseras con una

  • cuerda que extrajo de uno de losnumerosos bolsillos del pantaln. Acontinuacin se puso en cuclillas,agarr al animal por la panza y loalz. A pesar de que la ovejabalaba y pataleaba para liberarse,Ruth consigui levantarla a la alturade los hombros. Solo entoncesdesisti profiriendo un suspiro.

    Dej a la oveja en tierra, espircon fuerza, se enjug el sudor de lafrente y mir con cara de pocosamigos al animal que balabadelante de ella.

  • En otros tiempos yo era mejordijo, murmurando malhumorada. En otras pocas te habralevantado de un tirn. Me falta sinduda un poco de prctica.

    Nada ms soltarle las cuerdas, laoveja se levant sobre sus patas yse puso a correr todo lo rpido quepudo. Ruth la sigui con la mirada.Durante unos instantes estuvotentada de volver a probar despusde una breve pausa para descansar,pero entonces se ech para atrs.Dentro de unos das, despus del

  • esquileo, estar otra vez en forma.Y entonces ya veremos quin es elmejor!

    Era ya medioda cuando Ruthregres a la casa de la granja,sudorosa y con la ropa sucia. Llenel comedero de Klette de pedazosde carne de cordero guisada, luegose quit las botas, se lav lasmanos y entr en la cocina por unaentrada lateral.

    Su madre estaba sentada a lamesa ante una taza de caf, y MamaElo estaba preparando algunos

  • sndwiches.Hola salud Ruth; cogi un

    vaso, se lo llen directamente deagua del grifo y se lo bebi de untrago. A continuacin levant lamano para secarse los labios con eldorso, pero vio la mirada atenta desu madre, suspir y agarr un trapode cocina.

    Qu tal? pregunt entonces. Has dormido bien?

    Rose asinti con la cabeza. Tenala piel plida, y mostraba unasojeras muy oscuras.

  • Dormir, s he dormido, pero nopuedo decir para nada que hayadormido bien.

    Quiz no deberas haberbebido tanto champn ayer dijoRuth, pretendiendo hacer unabroma, pero Rose apret los labios.

    Tengo otras cosas en la cabezaen lugar de tomar champn repuso la madre con acritud.

    A pesar de haber conseguidodejar a un lado la oscurapremonicin durante la mayor partede la maana, a Ruth se le hizo de

  • repente un nudo en la garganta, y sucorazn se puso a latiraceleradamente. Cogi una lonchade salami de cordero y recibi poresa accin una palmadita cariosade Mama Elo en la mano. Se sent ala mesa. Fue en ese momento, alestar sentada directamente enfrentede su madre, cuando a Ruth le llamla atencin que Rose no solo hacamala cara, estaba plida y se lenotaba la falta de sueo, sino queadems daba la impresin de estarmuy preocupada.

  • Qu sucede, mam? No teencuentras bien?

    Cuando Rose alz la vista, susojos estaban vacos y yermos comola costa de los esqueletos.

    Qu sucede? pregunt Ruthcon apremio.

    Rose suspir, agarr la mano deRuth y se la estrech.

    Ven luego a mi despacho.Tenemos que hablardijo. Luego se puso en pieabruptamente y se fue afuera conpasos desacostumbradamente

  • cansinos y pesados.Ruth la sigui con la mirada.Sabis vosotras algo ms que

    debera saber yo?pregunt.

    Mama Elo la mir con el rostroafligido.

    Lo tiene complicado, muchoms complicado que hasta elmomento. Me gustara que Rosefuese feliz alguna vez en su vida, detodo corazn.

    Ruth trag saliva cuando vio quea Mama Elo se le deslizaba una

  • lgrima por la mejilla. Ahora ya notena ninguna duda de que loshombres de ayer haban dicho laverdad. La granja estaba en apuros.

    No fue hasta la maana siguientecuando Ruth encontr una ocasinpara hablar con su madre. Justodespus del desayuno llam a lapuerta del despacho y entr. Sumadre estaba sentada detrs delescritorio, y a Ruth le pareci quehaca una cara todava ms plida ydesolada que nunca. Delante tena

  • una torre de cuadernos, carpetas ypapeles.

    Sintate le orden Rose sincontemplaciones. Lo que tengoque contarte es un poco ms largode lo normal.

    Ruth trag saliva. Aquellahabitacin le pareca ms sombraque de costumbre, el sol lucamenos luminoso. Se sent en elcanto de la silla y apoy los codosen los muslos.

    Soy toda odos.No te sientes como un

  • granjero, t eres una mujer joven!la reprendi Rose con acritud.

    Ruth obedeci, se puso derecha,junt los pies y pos las manos enel regazo como es debido.Detestaba que su madre lareprendiera; sin embargo, esta vezla tranquiliz aquella reprimenda.Si mam tiene ojos todava paraestas nimiedades, la cosa no puedeestar tan mal. Mir a su madre congesto inquisitivo.

    Tom tiene razn. El cielo sabrquin se lo ha contado, pero es

  • cierto. Saldens Hill est al bordede la ruina.

    A pesar de que ya lo habapresentido en realidad, Ruth seasust hasta el tutano.

    No puede ser! exclam,ponindose en pie.

    S que puede ser; es as. O bientenemos que vender, lo cual es unasolucin que conviene a mispropsitos, o bien tienes quecasarte con un hombre que saldenuestros pagos pendientes dijoRose con calma. Y vuelve a

  • sentarte.Ruth se sent sin pronunciar

    palabra y se qued mirandofijamente a su madre, con la bocaabierta e incapaz de pronunciar unasola palabra. Finalmente sacudi lacabeza con gesto de incredulidad.

    Cmo ha llegado a suceder talcosa?

    Te acuerdas del crdito quetomamos hace tres aos?

    Ruth asinti con la cabeza.Pues vence ahora. Tenemos una

    deuda con el banco de los granjeros

  • de Windhoek de 15.280 libras.Cmo es eso? No lo entiendo.

    Estaba acordado que ese crdito sesaldara con la concesin de otronuevo. Era as, verdad? O no? pregunt Ruth, todava incrdula ydesasosegada en lo ms hondo.

    S, estaba planeado as. Esoera lo acordado. El seor Claassen,del banco, as me lo asegur alestrecharme la mano.

    Y a santo de qu no es vlidoeso ahora?

    Rose profiri un suspiro.

  • Porque el apretn de manos deun banquero vale tanto como unacagarruta de oveja. Me tiraba lostejos, quera salir conmigo a cenar,seguro que se imaginaba ya losbesitos trridos y dems dijo conuna risa amarga.

    Ruth hizo una mueca que ledeform el rostro. Las revelacionesde su madre le estaban resultandomuy penosas.

    Y qu ms? pregunt.Almorc con l una vez en

    Gobabis, y despus nunca ms.

  • Hace poco se interes de nuevo porm y volvi a tirarme los tejos. Yole di calabazas, y una semanadespus lleg esta carta. Letendi a Ruth un escrito del que seevidenciaba que haba sido ledouna y otra vez.

    En el ngulo superior derechollevaba el membrete del banco delos granjeros, un nmero dereferencia y el distintivo del seorClaassen.

    Estimada seora Salden:

  • Muy a pesar nuestro nosvemos en la obligacin decomunicarle a fecha de hoyque no podemos prolongar sucrdito que vence el 31 dediciembre de 1959 segnconsta en el contrato. Lasituacin econmica de sugranja no ha evolucionado dela manera que habamosprevisto.

    Por esta razn le exhortamosa que hasta el 31 de diciembredel presente ao transfiera a

  • una cualquiera de nuestrascuentas el importe pendientede pago, que asciende a15.280 libras.

    Le saluda muy atentamente,

    DIETRICH CLAASSEN

    Ruth ley la carta una segundavez.

    Lo he entendido bien?Pretenda comprarte con elcrdito? Si te hubieras ido a lacama con l, podramos conservar

  • ahora la granja?La madre de Ruth asinti con la

    cabeza.Ves? Esto es lo que pasa

    cuando no tienes marido. Puede quelas mujeres sepamos hacer muchascosas, pero el poder lo tienen loshombres. Solo podemos acabarperdiendo si no nos sometemos aellos.

    Pero t no te has sometido a l.Rose asinti lentamente con la

    cabeza.S, es cierto, pero fjate a qu

  • precio. No s si he hecho locorrecto.

    Ruth permaneci en silencio unosinstantes y luego pregunt:

    Y qu vamos a hacer ahora?No tenemos quince mil libras,verdad? O hay alguna otra cuentade la que no tenga conocimiento yo?

    No. Tenemos que vender lagranja. Tom se quedara quiz conlos pastos de Green Hills, pero esono sera suficiente. Para reunir eldinero tendramos que vender tantastierras, que no podramos alimentar

  • a las ovejas por nuestra cuenta, asque tendramos que arrendar otrospastos. Y t sabes mejor que yo queas no se puede llevar ningunagranja. De modo que solo nosqueda vender todo. Si tenemossuerte y podemos negociar un buenprecio para las mquinas y la casa,quiz podamos comprarnos un pisopequeo en Swakopmund.

    Rose mir a Ruth con gestoinquisitivo. Esta neg con lacabeza.

    No dijo con un hilo de voz

  • . No, por favor, Dios mo, no lopermitas. Tiene que haber otrasolucin. Sinti que se leinundaban los ojos de lgrimas.Haca aos que no lloraba, peroahora haba sucedido lo peor quepoda imaginarse: su granja, suvida, su sueo... Todo estaba enruinas.

    Rose carraspe.S, en efecto, hay una solucin,

    pero te gustar an menos que unpiso en la ciudad.

    No puede haber nada peor que

  • un piso en la ciudad repuso Ruth.Nath Miller ha pedido tu mano.

    Su padre ha transferido MillersRun a su hermano pequeo. Nathquiere demostrar ahora su vala.Tiene dinero. Para l, las quincemil libras son una minucia. Por lodems, el contravalor es mayor quela paga y seal. Qu dices?

    Ruth levant la mirada.Tienes razn, s que hay algo

    que es an peor que un piso en laciudad.

  • 3Ruth sali del despacho dandotumbos, como si estuviera aturdida.Se encontraba mal. Aquelladesgracia era como una piedra ensu estmago, la senta como unacarga sobre los hombros, leenturbi la mirada. Se detuvo frentea la casa seorial, se hizo pantallacon la mano encima de los ojos ymir aquella propiedad como si laviera por ltima vez. Aquel paisaje

  • de campos le resultaba de prontocansino y viejo a pesar del sol de lamaana, la cadena de colinas delhorizonte le pareci una serie dehombres ancianos, que estabansentados en un banco con las calvascabezas gachas y los hombroscados.

    De nuevo volvieron a asomar laslgrimas a sus ojos. Saldens Hill.Sus tierras, su tierra natal. Ella erade all y de ninguna otra parte. Noquera ir a Swakopmund, nitampoco a Lderitz y mucho menos

  • a Alemania. Aqu tena su vida, supasado, su presente y tambin sufuturo. Si perda Saldens Hill,perdera todo lo que habasignificado algo para ella. Y seechaba a perder la misma SaldensHill porque Ruth era su corazn. Ensus venas flua arena del desierto,su corazn lata al comps de laspezuas de las ovejas.

    Sinti un mareo, y tuvo queapoyarse contra una de lascolumnas. Ruth acerc su mejilla ala piedra fresca, se peg a la

  • columna como si fuera un hombre,como si le ofreciera la energa y lafuerza que ella iba a necesitar ahorasin duda. Qu deba hacer?

    Los balidos de las ovejas, que lellegaban a Ruth desde los corrales,la sacaron finalmente del valle dela tristeza y la devolvieron alpresente. Me necesitan pens.Todava pueden cambiar mucho lascosas. Quien no lucha, ha perdidoya la batalla!

    Ruth se desperez, estir loshombros y levant la barbilla.

  • Tena que recomponerse. No podaser til a nadie si andaba dandovueltas por ah como un montoncitode tristeza compadecindose de smisma. Hoy iban a esquilar lasovejas y para esa actividad serequera estar plena de toda laenerga que ella pudiera aportar.Levant firmemente la cabeza conla nariz elevada y se dirigi condeterminacin hacia los establos.

    Estaba llegando all, cuando unamoto dobl por una de las esquinasdel patio con el motor rugiente. Era

  • una moto de trial que ella conocademasiado bien. Ruth se detuvo yprofiri un suspiro. Solo le faltabaaquello ahora. Se oblig a dibujaruna sonrisa en su rostro.

    Bueno, dime, puedes necesitarmi ayuda? pregunt Nath Millersacndose el casco y esbozando unasonrisa burlona.

    Tiene la boca como la puerta deun granero pens Ruth. Lo queentra por ella, desaparece parasiempre. Ella contempl cmoestaba despatarrado encima de la

  • moto. Su rostro irradiaba unaseguridad de triunfo que ella leenvidiaba ahora fervientemente.Nath Miller. El hombre con el quetena que casarse para librarse detodas las preocupaciones. Al pensaren esto sinti un leve escalofro.

    Claro que puedo necesitarayuda repuso ella. Quieresexaminar tus futuras propiedades,verdad, Nath Miller?, tus tierras ytu mujer. Pero ya te puedes irpreparando. Te lo voy a poner loms difcil que est en mi mano.

  • Nath se baj de la moto, la pusosobre el caballete y se dirigi haciaRuth. La rode con el brazo paraatraerla hacia l, pero ella se zafcon habilidad. La sonrisa burlonade Nath se agudiz an ms.

    Venga, ahora no te hagas derogar dijo l, llevndose la manoa su suave cabellera castaa que lse haba peinado formando un tupen la frente, y que a Ruth le parecique adems se haba engominado.

    A ti se te podra esquilartambin un montn puntualiz

  • ella en un tono seco y cortante.Nath se ech a rer y tir del

    pauelo de la cabeza de ella demodo que se liber la indmitamelena pelirroja de rizos de Ruth.

    Y a ti antes! Con esta lana tuyame gustara hacerme un par decalcetines.

    Hecho! exclam Ruth,mirando agresivamente a Nath ytendindole la mano como parasellar un acuerdo.

    El qu?Vamos a hacer una

  • competicin. Gana quien hayaesquilado el mayor nmero deovejas en una hora. El perdedor sequeda sin pelo.

    No estars hablando en serio,verdad? pregunt Nath,atusndose el cabello con losdedos, como asegurndose de quesegua estando en su sitio.

    S, lo digo completamente enserio. A ti te van los juegos, desiempre has sido as. Qu pasa?Tienes miedo de ir el prximosbado al baile en Gobabis con la

  • cabeza rapada, igual que unpresidiario? No deseas saber loque se siente cuando las chicas teestampen un beso en la calva?

    Ruth se dio cuenta de la batallainterior que se estaba produciendoen Nath, y eso le depar unasatisfaccin secreta y furtiva.

    No dijiste hace dos das en lacompeticin de granjeros que mehabas vencido en todas lasdisciplinas?

    Nath trag saliva.Bien, vale. Si es eso lo que

  • quieres... Voy a ganar de todasformas, y me da pena por tu pelo.Puedes estar segura de que notendr ninguna compasin despus.El que pierde, paga y punto. Si erescariosa conmigo, quiz te deje elpelo al cepillo para que todo elmundo pueda ver que picas cuandouno se acerca. Y si no eres cariosaconmigo, ya puedes ir preparndotepara que los hombres te estampensus besos en la calva.

    Hecho? Ruth volvi atenderle la mano.

  • Hecho! exclam Nath,chocando la mano con ella.

    A continuacin se dirigieron alestablo a buen paso.

    Los esquiladores que habasolicitado Ruth ya estaban en plenafaena. En Saldens Hill haba cuatropuestos para esquilar. Las mquinasesquiladoras colgaban del techocon un cable, de modo que losesquiladores podan sujetarcmodamente las ovejas entre laspiernas y alcanzar bien todos loslugares con la cabeza esquiladora a

  • pesar de la postura.Mama Elo y Mama Isa se

    encontraban tambin en el establo.Hoy tenan la tarea de recoger lalana esquilada y llevarla alcobertizo contiguo en el que laclasificaban primero dos mujeresnama y luego Ruth.

    Santo y otros tres trabajadores dela granja conducan a las ovejashacia el vallado y desde allintroducan una docena cada vez enel establo. Por el otro lado, otroscuatro trabajadores reciban a los

  • animales esquilados y losmarcaban.

    Nath y Ruth se colocaron uno allado del otro en los dos puestos deesquiladores que estaban todavalibres y se midieron con la mirada.

    Ests preparado? preguntRuth.

    Te estoy esperando a ti repuso Nath, arremangndose lacamisa y escupindose en laspalmas de las manos.

    Pues all vamos!A una seal de su jefa, Santo

  • empuj dos ovejas hacia la zona delesquileo. Ruth ech a correr, agarruna oveja con una mano por laspatas delanteras y la tumb sobre ellomo. Con la otra mano la agarrpor las patas traseras y la arrastrhacia el puesto para esquilar. Acontinuacin sujet entre lasrodillas a la oveja, que mirabatontamente a su alrededor al tiempoque balaba, y comenzinmediatamente a pasarle la cabezaesquiladora por las patas.

    Nath lleg tan solo un instante

  • despus al puesto de esquilar. Pasel aparato con tanta velocidad ydureza por la lana, que la ovejaempez a dar balidos ruidosos y apatalear entre sus piernas.

    El esquileo era un asunto difcil yhaca sudar mucho. Haca tantocalor en el recinto que a Ruth leempez pronto a gotear el sudor porentre el canalillo de los pechos.Tena pegados pequeos jirones delana, sangre