el escritor ojo con el gato

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Revista de periodismo literario.

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Page 1: El Escritor Ojo con el Gato

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Page 2: El Escritor Ojo con el Gato

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Editor en JefeÓscar Molina González

Editor GeneralLaura Aguilera Jiménez

Editor ConsejeroJuan Pablo Gordillo

Jefe de Redacción Ivan Ospina Ospina

Editor Fotografía: Óscar Molina González

Jefe de Diseño:Óscar Mo-lina González.

Diseño: Óscar Molina González

Correción: Óscar Molina González

PeriodistasSección Cuentos: Óscar

Molina Sección Ensayos: Juan

Pablo Gordillo Columnista: Laura Agui-

lera JiménezSección Reportaje: Ivan

Ospina Ospina Sección Gráfica: Óscar

Molina González

EditoresÓscar Molina González (Sección cuen-tos), Ivan Ospina Ospina(Sección Re-portaje), Juan Pablo Gordillo (Sección

Ensayos), Ivan Ospina Opsina (IN-VESTIGACIÓN), Laura Aguilera Jimé-

nez(PRODUCTORA GENERAL),

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Siguiendo el Rastro de un Suicidio

Más que Amores y Odios

Bogotá: Impuestos, gastos y calidad de vida

Sello Editorial, Vida o Muerte

La Sirena Jorobada

Lloviendo

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Repitiendo su Constancia Pag. 20

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Comienza con el dolor más áspero del corazón de ella. Sentía como se le llenaba de escalofríos que la hacían perder el control y estremecerse hacién-dole temblar todos los huesos hasta retumbar en sus ojos mostrándose como lágrimas. Era la frustración de acostarse sin compañía física ni mental, era la impaciencia de retrasadas tristezas, maltratos y agobios creados por su marti-rio. Añoraba salir de sí, la necedad de acabar con su tan esperada angustia la hacía mirar la muerte como lo más placentero a venir. Su cuarto se limitaba a una cama con una mesa de noche pegada al lado izquierdo en la cual había un peluche amarrado a la mugre que esta desplega-ba. Una sabana era lo que rompía con lo opaco de la habitación, era de color verde suave, la utilizaba para apaciguar el doloroso frio que le tocaba asimilar noche tras noche sumergida en la más encarnada y degollante depresión. En las cuatro paredes blancas que la rodeaban habían unas manchas negras de palmas y dedos con puntos rojos entres estás, turbaban lo puro y pacifico del color. El piso de cemento, gris pálido, otorgaba al lugar un lamentable aspecto de penuria que se mezclaba con un aroma a polvo viejo y alérgico. Las luces intermitentes pasaban de un lado a otro por la ventana, eso en ella era paz, era acordarse de que la soledad no tenía muchas opciones y que ella la distraía mientras otros gozaban. ¿La hacía ser ese pensamiento una heroí-na, una mujer de talante y peso en las tetas? Un millar de estrellas en un cielo sin nubes la miraban de reojo, lo hacían con malestar y despotismo, como el peor indigente en la plaza más hermosa. Eso la hacía sentir menos humana que los demás, en sus ojos estas miradas entraban como si se tratara de dedos señaladores con uñas puntudas que se hundían hasta tocarle el cráneo. Debajo de la cama sentía una presencia, eso le hacía sentir que por todas par-tes había alguien asechándola, un rumor transformado en justiciero divino que venía solo a robarle lo poco que le quedaba de alma. Miraba de un lado a otro con sus ojos que se desorbitaban de lugar cada vez que mantenía la mi-rada en algo fijo. Sus brazos atando a sus piernas estaban tullidos, sus piernas encalambradas creaban dolores de estiramiento que ella dejaba a un lado y se acurrucaba cada vez más uniendo los muslos a su abdomen y rodillas a su mentón. En la nuca un frio intenso la mortificaba, los poros de su piel cada vez más erizados, mantenían la amenaza de un miedo sin precedentes. En la puerta escucha algo, un golpe que es seguido por dos iguales que termi-nan con una voz. — ¿Todo está bien?- … El silencio turbó la comunicación, no se volvió a escuchar nada más que unos dientes chocar los unos con los otros. Una presencia nueva se empezó hacer sentir abrasándola por el cuello, mirándola fijamente a los ojos por el lado derecho. Los parpados se le para-lizaron, no podía cerrarlos, pero su mirada permanecía fija al frente de ella tratando de ignorar a su visitante. Le huía al encuentro de miradas. Añoraba tiempos pasados donde eso era impensable, el malestar de recordar una vida de altibajos y lo que pudo haber sido. Un sereno e imparcial momento en el tiempo la hizo suspirar y recobrar un poco la consciencia. Era una imagen borrosa, era la imagen de su orgullo

Siguiendo el Rastro de un Suicidio

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de cinco años de edad. Ojos cafés claros, pelo castaño muy lizo, sonrisa ange-lical, cachetes rosados de sus fatigas de tantos juegos y placeres que abordaba con el ir y venir del día. Cariñoso, amable y de un sincero soberbio carácter. Ella se preguntaba para sus adentros donde se encontraba esa opaca felicidad que la hacía volver en sí. Se desesperaba buscándolo, un vértigo en su estoma-go la afligía, su respiración aumentaba, se lastimaba con sus uñas los brazos y cara. – ¿Dónde estás?- susurraba una y otra vez, buscaba por todos lados con su mirada, por un momento olvidó al extraño visitante, su insolente estado había cambiado, ahora estaba activa dispuesta a buscar a su serenidad hecha carne. Salió de la habitación, corrió por un corredor vigilada por miradas de vecinos sorprendidos. Un encuentro de choque la hizo detenerse. Augusto Arciniegas, un hombre con el que había tratado toda su estadía en ese lugar. Sus ojos se veían preocupados. – ¿Qué sucede?- preguntó él algo atónito por lo que veía. Ella solo se agarraba la cabeza mostrando desesperación con movimientos catatónicos de sus brazos. Respiraba rápidamente, no miraba por más de un segundo a un lugar en específico, solo un instante paro los ojos; su observar quedó instaurado en la mirada de Augusto quien no podía dejar de sentir duda. Despavorida corrió lejos de su público, bajo por las escaleras tropezándose al mismo tiempo que se agarraba de las barandas para no caer al suelo. La calle estaba vacía, las luces le hacían juego a la tempestad que ella vivía. El piso era un helado y hosco sentir en sus pies, el clima era un escalofriante, tétrico vien-to pesado y húmedo que la acariciaba llevándola de un lado a otro. Un mareo la abordó, el vomito llegaba a su tráquea y chocaba con su pescuezo irradian-do en ella un dolor inminente en su pecho, se agarraba de la paredes que le servían de muletas para no romperse las rodillas contra el piso. Su cuerpo esquelético estaba tapado por una trusa que le cubría su torso y un jean su cadera y piernas las cuales temblaba incesantemente. – ¿Dónde estás? Susurraba ella apretando su mandíbula con tal fuerza que sus encías sangraban entre sus dientes. El mundo se movía sin parar, ella lo veía todo tal cual como sucedía, estaba perdiendo fuerza pero el encontrar a su fe la hacía resistir. La calle parecía desolada pero las presencias agobiadoras seguían tras de ella, se reían sin cesar, le tocaban la espalda y partes traseras de su cuerpo logrando en ella movimientos fuertes de reflejo tratando de escapar de tan frías y vacías manos. De la nada ve a un niño correr por intervalos, lo cuales utilizaba para mirarla a ella. Se sorprende y sale a perseguirlo despavoridamente. El niño da unos pasos más y queda estático señalando con su dedo a un lugar. Ella lo alcanza, lo abraza, le toca la cara, los brazos, hombros, estomago cerciorándose que todo está bien. El niño no la ve solo mira a lo lejos con su mano extendida señalando el mismo lugar. Ella se aferra a su pecho esperan-do una respuesta de él, nada sucede. – ¿Qué te pasa mi amor?- decía ella con dolor y frustración. El no soltaba palabra pero su mirada cada vez era de más terror. Ella voltea echando un vistazo rápido pero su mirada vuelve a él. Lo que vio se queda en su mente tratando de asimilarse. Vuelve a voltear y su mirada es recibida por un golpe en su pómulo izquierdo, una muchedumbre la ataca sin pesar alguno. Empieza a sentir como la agarran y separan del niño, ella arranca a desplegar puñetazos y patadas al aire tratando de aferrarse a él, no lo logra, él ya estaba muy lejos, lo único que alcanza a ver es como él la obser-va, su mirada es rencorosa, sus ojos son oscuros e irradian odio, venganza y detrás de ellos una burla proveniente del infierno enmascarada en los labios de un niño. La muchedumbre la agarra de su cabello, la levanta, ella está atolondrada. Solo

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recibe puñetazos en su abdomen y costillas. Sus manos son atadas al igual que sus pies, la sueltan contra el suelo logrando impartirle un porrazo de cara contra el pavimento. Hom-bres, mujeres y niños sin clemencia alguna le dan patadas, la escupen, le quitan con rasguños y sin contemplación su ropa. Ella no gritaba, en su mente se acordaba solo de una cosa, la mirada de él. Pensaba el por qué, trataba de olvidarlo, pero eso estaba rompiéndole el alma, dolía mucho más que cualquier golpe recibido en ese momento. De la nada corriendo y gritando a calmar la barbarie aparece Augusto. –Todos deténganse-, dice alertado. La ve tirada ahí sin protección alguna, se agacha, le toca la cara y el cuello se le acerca al oído y le dice. – Nisiquiera esto será sufrimiento-. Se levanta, de su parte trasera saca un arma, le apunta y sin basilar le clava una bala en su frente. De uno a uno se empiezan a ir, el cuerpo de ella queda tirado ahí, nadie lo levanta, a nadie le importa. La imagen era una completa penuria, los focos de las luces apuntaban al cuerpo sin vida de ella y una cortina de niebla proveniente de la nada empieza aparecer y cierra el telón de una realidad destinada a una intención desastrosa. Todos los agresores entraron a la pensión donde se hospedaban, nadie era capaz de mirarse al rostro. Fue un cambio de ánimo de polo a polo, en el momento del linchamiento fue un frenesí incontrolable, parecían animales llevados solo por el instinto de matar, pero al entrar al lugar todo fue distinto, todos miraban al piso como arrepentidos tratando de razonar la masacre que habían llevado a cabo hace unos minutos. Cada quien entró en su habitación, las puertas se cerraron una tras otra dejando en silencio el lugar. Augusto quedó afuera, entro en el cuarto de ella lo observó y suspiró, miró hacia el piso y cambio la mirada a otro lugar con indignación, odio y desprecio. Augusto estaba en su habitación fumando un cigarrillo que había dejado a medias antes de salir. La luz estaba encendida y por la ventana él miraba al cielo. Sentía que su vida había sido una completa mentira. Acaba de matar a la única mujer que le había causado algún tipo de sentimiento a su corazón. Estaba desecho, la imagen de ella en el piso inerte no se le salía de la cabeza. Se acordó de cuando la vio por primera vez. Llegó con un vestido de flores anaranjado que le llegaba hasta las rodillas las cuales se unían a sus gemelos y pantorrillas tonificadas y delgadas con un color chocolate claro. Sus pies se paraban encima de unas chancletas que dejaban sus dedos al aire mostrando una suciedad de un largo camino recorrido. De la cin-tura para arriba la silueta de su cuerpo se veía en todo su esplendor gracias a que su vestido era bastante pegado, y sus senos, sin sostén, eran todo un llamado a la imaginación. Un poco más arriba una clavícula huesuda era la base de un cuello largo y esbelto lo cual lograba de su aspecto una completa maravilla. Ella lo miró sin mover la cabeza utilizando solo sus ojos, mostrando así un poco de inseguridad. El momento fue una mezcla de timidez por parte de ella y pasión por la de él. Ella siguió cami-nando dejando ver un una cola firme igual que todo su cuerpo, cosa que Augusto no pasó por alto. Tenía unos 22 años y de su mano derecha se expandía un niño cuasi dormido y quejumbro-so mirando a su madre con cara de cansancio y hambre. –Buenas noches- salió de la nada una voz ronca y seca, era la casera y dueña de la pensión. –Vengo por la habitación a rentar- dijo ella con una voz chiquita y temblorosa. La casera le señaló una puerta al final del pasillo y con un movimiento algo tirano le hizo entender que no tenía tiempo de presentaciones. –El pago es puntual, espero no tener pro-blemas-. Augusto la vio perderse entre la habitación desapareciendo de sus ojos. Su recuerdo fue interrumpido por el llamado de su puerta. –Ya vienen cuidado con lo que dice- habló un hombre de aspecto descuidado y enfermizo. Augusto lo miró tratando de mediar su cuerpo para no lanzársele encima a romperle la cara. Equilibró su enojo con un cierre de puerta fuerte haciendo retumbar la vecindad. Estaba muy cansado, los acontecimientos sucedidos lo habían agotado; se acostó en su cama, la cual era lo único que ocupaba espacio en su cuarto. Suspiro al mismo tiempo que cerraba sus ojos sumergiéndose en un profundo sueño haciéndolo olvidar su vida por unos instan-tes.

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Unas alarmas retumbaron en sus oídos mezclándo-se con lo que soñaba en ese momento. Se levanto de golpe y abriendo sus ojos se vio confundido por el movimiento de luces azules y rojas que entraban por su ventana, movió la cabeza para encontrase consigo mismo parándose rápido de la cama. Fuera de la habitación habían personas asusta-das hablando entres ellas a susurros, era un rui-do incesante donde no se habla pero se fastidia, y

eso terminó por desesperar a Augusto. Cerró la puerta tratando de no hacer ruido, cosa que no logró haciendo que todos mirarán hacía él y observándo-los despiadadamente volteó la cara hacia las escaleras. Las coronas de dos hombres se asomaron dándose a conocer poco a poco dos rostros malhumorados y con semblante autoritario. – ¿Quién se hace cargo aquí?-. – ¿Quién maneja este lugar?- preguntaron tiranamente. La casera habló. –Soy yo, ¿que se les ofrece?-. Augusto le agarró su hombro derecho y suavemente la movió hacia atrás susurrándole en el oído que él se encargaba. Los seres no le quitaban el ojo de encima a Augusto, trataban de deducir quien era él, lo olfateaban con la mirada inspeccionando minuciosamente cualquier ligero cambio de ánimo. Él estaba como un roble, nada lo hacía cambiar su semblante. Firme a su pensamiento dio unos pasos al frente. –Fui yo, yo la maté-, decía mientras todos quedaban atónitos ante su declara-ción. – ¿Qué está haciendo Augusto?- le decía la casera mientras de reojo miraba a los hombres los cuales se acercaban a él. –Digo la verdad, acepto mi culpa- se le llena la voz de aire. –Pero no la maté en vano, la maté defendiendo mis principios, la maté amándola, la maté haciéndole un último favor tratando de aceptar la vida después de la muerte para su reencuentro con él-. –Quieto poeta- soltaban risas entre ellos. –Eso dígaselo a sus iguales, asesinos también, en su lugar de encuen-tro- sonríen –La cárcel. Augusto dio unos pasos hacia atrás, se volteó dándole la espalda a sus jueces y se acerco al cuarto de ella. Con su mano izquierda golpeó la puerta abriéndola de tajo. –Está es la razón de mi actos, quieren argumentos, ahí los tienen-. Se movió a un lado para que ellos pudieran ver. Todos los observadores se tapaban la boca con asco y re-pulsión, las madres les tapaban los ojos a sus hijos y volteaban la cara mordiéndose los labios para frenar el llanto. Los policías entraron, se agacharon, los dos sin saber qué hacer se miraron el uno con el otro. El oficial a cargo agarro su radio teléfono.

–Encontramos dos cuerpos sin vida de una mujer y un niño, favor llamar a la central y pedir venir por ellos-.

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A la hora de hablar profundamente de la relación o incom-patibilidad entre términos como periodismo y política, en primer lugar, se deben definir estas dos palabras como ejercicios intelectuales y técnicos que tienen como fin el bien común de los ciudadanos que hacen parte de un Es-tado democrático. Hasta ese punto, se podría afirmar que estas dos disciplinas son ‘hermanas’, o siquiera, ‘primas’. A la vez, son estudios o profesiones como el agua y el aceite, ya que tienen misión y visión distinta en el siglo XXI, como centuria naciente con la era de la información y el génesis incipiente del pluralismo en todo ámbito.En teoría, las primeras líneas que introducen este artícu-lo de fondo deberían teorizar sobre el ‘deber ser’ de estos ejercicios intelectuales que forman parte de las Ciencias Humanas. Sin embargo, no es así porque la relación o ruptura entre periodismo y política no se contesta en una o dos palabras ya que sería un ejercicio totalmente subjetivo y arriesgado.Para analizar concienzudamente y deontológicamente los amores y odios entre las dos disciplinas anteriormente expuestas, debo visibilizar este planteamiento mediante una casuística actual, ya que se les debe dar contexto, o como diría algún reportero en alguna sala de redacción en Estados Unidos: hay que darle background al asunto que se pretenda explicar a un público objetivo. En primer lugar, un caso en el que hay muchos kilóme-tros de tela por cortar es en el tema de los Wikileaks, donde se puede afirmar que las filtraciones realizadas por el soldado ‘héroe’ o ‘soplón’ –desde la óptica que usted pretenda calificarlo- del ejército de EE.UU, Brad-ley Manning, al hacker australiano Julian Assange, hi-cieron enfurecer al gran hermano, quien supera el poder que posee Barack Obama a la hora de gobernar.¿Cómo podría calificar esta actuación?: ¿violación a la soberanía nacional e informática de un Estado? O, ¿la filtración fue un procedimiento revelador sobre las tácticas oprobiosas de la maquinaria conspiradora del gran herma-no que oculta la verdad para mantener el statu quo de un mundo indefenso ante la voluntad del país más poderoso de la tierra? ¿En este caso el periodismo dio un espaldarazo a la política para informar a las audiencias?Hasta ahí, todo normal. Pero, ¿qué hubiese pasado si As-sange le diera mal uso a la información? De ahí surge otro interrogante: ¿qué es el buen uso o mal uso de unos datos? Eso depende para quien se trabaje, ya sea para los intereses

Más que Amores y OdiosJuan Pablo Gordillo

de un Gobierno, o por el progreso y equidad de una sociedad que no se detiene a pensar en algo productivo.Antes de abalanzarse a responder los cuestionamientos y teorizar sobre lo que hicieron Manning y Assange, se debe esperar un momento para diseccionar los conceptos: en la última pregunta realizada en el anterior párrafo, el sustan-tivo “espaldarazo” no estaría enmarcado al interior de un contexto gubernamental contemporáneo de la mayoría de repúblicas en el globo, que, supuestamente, en el papel es la democracia. Además, la idealización del sistema político actual que rige a la mayoría de naciones en el globo se debe a la construcción de una idea por parte los medios de comunicación han vendido a las audiencias: todos los países tienen democracia, y si no la poseen tienen que llegar a tenerla de algún modo. El término democracia suena hermoso, porque al ir hasta su etimología, significaría gobierno del pueblo. Adicionalmente, para dar un poco más de perspectiva al término, el Tratado de Comunicación Política de José Luis Dader anota: “El objetivo crucial de la democracia como sistema político no es conseguir

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que los miembros de la comunidad política se comuniquen mejor, más satisfactoriamente o de determinada manera entre sí; sino conseguir que las decisiones de supuesto bien común y el orden establecido para su determinación integren a todos los componentes del cuerpo político en un proceso efectivo de coordinación colectivamente respaldada”.Antes de 1970, existían menos de 40 países con el mentado sistema de gobierno, el resto se regía por diferentes sistemas en el que el pueblo no tenía voz y voto. No obstante, todo empezó a cambiar todo mediante el sufragio universal, donde todos, sin importar el sexo, etnia, nivel educativo o económico y creencia política, tenían el derecho a votar por el candidato de su predilección.En congruencia con lo anterior, la política signifi-ca para la comunicación lo siguiente, según Javier Del Rey: “La política es una cuestión de comuni-cación, en la que los mensajes generados por el líder político, el partido o el gobierno, tienen que contrastarse con los mensajes que llegan desde la realidad, es decir, de la economía, de los sindica-tos, de la patronal empresarial, de otros partidos o de otros gobiernos”. Así, en términos netamente periodísticos, sería darle contexto a una infor-mación para que las audiencias la capten y sepan de lo que se les está hablando, ya sea mediante la prensa, radio, televisión o la Internet.El desafío de informar bien sobre políticaPara que se refleje objetividad y no amor u odio del periodismo a la política, el reportero tiene la misión inexorable de darle contexto a los hechos políticos que se pretendan explicar al público, ade-más, debe asegurarse plenamente de la veracidad del hecho que pretende darse a conocer al público mediante la contrastación de la información con otras personas que manejen datos similares a la primera fuente para no ser engañado; debido a que los poderes gubernamentales podrían seducir y utilizar al comunicador como ‘bobo útil’, al darle ciertas ‘chivas’ o primicias con objeto de enlodar a algún opositor y direccionar los focos de la opi-nión a asuntos que son de menor relevancia social.Ese principio deontológico tiene ser aplicado por todo periodista responsable, serio e independien-te, con el único interés de hacer control político a su fuente e informar verazmente a la ciudadanía sobre los movimientos del poder. No obstante, el informador también debe lidiar con el empresa-riado que tiene intereses particulares sobre algún proyecto de ley que tenga entre manos el Congre-so y/o la Cámara de Representantes, o viceversa.Hay que agregar, que al principio del texto se dijo que las disciplinas del periodismo y política podrían ser hermanas, también, se contrastó este axioma al decir que son antagonistas. El meollo

del asunto radica en que hay que analizar la óptica desde dónde se mira la información, porque para un senador, representante a la Cámara o magistra-do es coherente divulgar datos descontextualiza-dos sobre cualquier proyecto de ley para comuni-car a los gobernados sus logros o ‘gestión acertada’ dentro de la corporación donde laboran, para que no se cuestione su eficacia y no se le tilde de inútil o corrupto.

Sin embargo, se debe explicar el abecé del origen entre la relación hombre-Gobierno y las causas por las cuales la mediación del periodismo entre la información que el Esta-do emite y los gobernados reciben es objetiva o distractora de los problemas verdaderos

que enfrenta un cúmulo social grande. Los desafíos de mujeres y hombres que preten-dan informar debidamente sobre política, deben hacerse los siguientes cuestionamientos: ¿los go-bernados por el sistema democrático tienen idea de lo que significa éste? O, en realidad, ¿creen que la democracia representa únicamente el derecho introducir un papel tachado con una equis dentro de una urna? Y, ¿la decisión personal que simboli-za un voto se sustenta en la visión genérica otorga-da por la propaganda y medios de comunicación a los consumidores de información? Realmente, la acción de poner un papel marcado dentro de una caja es un simbolismo pequeño que hace parte del significado de la palabra y, lamen-tablemente, muchas personas creen que esa es la máxima representación de la definición “democra-cia”. Sin embargo, el ciudadano no sabe qué es el Estado y cómo funciona el mismo. En la mayoría de casos, del desconocimiento generalizado de cómo trabaja la maquinaria estatal radican los abusos o injusticias que los dirigentes de los po-deres públicos cometen en el momento de tomar decisiones que, intencionalmente o no, socaven los derechos de los gobernados.De ahí, la importancia que el periodismo llegue como herramienta fundamental a la sociedad porque se convierte en un servicio público que tiene como función básica combatir el desconoci-miento de los ciudadanos frente al cuerpo tangible e intangible llamado Gobierno, para que ellos se empoderen y hagan valer los derechos que otorga la Constitución.

Esos son los desafíos que tienen los seres humanos ávidos de informar a su vecino, compañero, amigo o, los desconocidos que habiten en la mis-ma nación en la que el reportero vive.

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La mayoría de medios de comunicación dependen en gran medida de las fuentes de tinte político, sin ver que per sé viene contaminada, pues siempre persiguen un fin determi-nado que termina viciando al periodista también, por lo que se puede incurrir en calumnias o injurias.Cuando el sello editorial castra las intenciones del periodista de pasar una nota, un reportaje o una crónica, es necesario que ese profesional piense si está en el lugar indicado.Si bien los grandes medios de comunicación imponen ideolo-gías, al periodista no lo obligan a trabajar en un determinado lugar, pues gracias a la versatilidad que ofrece nuestra carrera, podemos desempeñarnos en un determinado canal o pe-riódico, pero también está el trabajo editorial, que es asunto periodístico de alguna u otra forma.Es imposible no decir que cada profesional en el medio del periodismo tiene su propio sello editorial, que muchas veces es el que le impone la agenda antes que el acontecer diario, pero es de vital importancia recordar que se debe tener crite-rio, e intentar ser lo más objetivos posible, pues de nada sirve un medio que está al servicio de la política o de intereses que vayan en contra de la verdad, de la transformación social para bien.Una de las tareas vitales del periodismo termina siendo ser fieles a un sello editorial, que por sí mismo genera confianza entre los lectores y proporciona elementos para construir democracias más fuertes.Claramente no todos los sellos editoriales terminan favo-reciendo a la sociedad, como aquellos que no ven falencias en los gobiernos, o que no hacen notas muy fuertes con respecto a la corrupción o no critican las violaciones al Estado de Derecho.¿Qué sucede con aquellos medios cuyo sello editorial esta marcado por el amarillismo?Lastimosamente terminan vendiendo más ejemplares que los medios con sellos editoriales decentes.A los estudiantes de periodismo nos han enseñado que de-bemos ser objetivos así la objetividad no exista, que debemos perseguir la verdad (a no ser que pongamos en riesgo la se-guridad nacional o la vida de una persona), entre otras cosas. Todo va con un pero.¿Qué sello editorial podemos tener si para poder decir lo que consideramos cierto debemos revisar reglas mil y un veces?La academia debe comprometerse seriamente con eliminar el miedo de sus estudiantes pues con temor no se puede infor-mar a nadie y muchos menos, respetar sellos editoriales

Los periodistas hechos en la academia comenzamos a estudiar este oficio pensando que podemos transformar el mundo, revolucionar esas sociedades que día tras día parecen vivir en el opiáceo sueño de la indiferencia. Muchos periodistas jóvenes sueñan con entrar a los grandes medios de comunicación para poder lograr ese cometido pero cuando entran, se dan cuenta que en realidad deben seguir unos lineamientos de tipo económico, político y social a la hora de escribir, un sello editorial que para algunos termina siendo la castración definitiva de las ideas y la razón por la cual se retiran de ese tipo de trabajos.No es saludable para el periodista ni para el medio trabajar conjuntamente si no hay un acuerdo a la hora de establecer el sello editorial o más bien, a la hora de seguirlo.Es tristemente iluso pensar que en Colombia los medios de comunicación alternativos funcionan o que le van a quitar lectores a periódicos como El Tiempo, que viene de una familia poderosa no solo en lo mediático sino también en lo político. El sello editorial es sumamente importante para cual-quier medio de comunicación, pues le proporciona un rumbo ideológico al cual sus periodistas o colaboradores deben seguir pero ¿qué pasa cuando ese sello ideológico termina siendo vendido al mejor postor o por satisfacer unas ansias de poder que a veces tienen los editores de los medios?En nuestro país los sellos editoriales se ven altamente influen-ciados por la ideología de los medios de comunicación, que terminan siendo la de industriales, lo que hace que de alguna u otra manera el relato de un acontecer determinado esté encaminado a contarlo de una manera u otra para no afectar intereses económicos. Casos como el de El Espectador, un periódico que hizo hasta lo imposible por mantenerse en pie pero que tuvo que cerrar debido a la falta de lectores y además a las secuelas que tuvo el narcotráfico y sus ataques, pues después que les volaran su antigua sede, nada fue igual para la familia Cano, dueña del medio en ese entonces.El Espectador es una de las muestras claras (llevadas al ex-tremo) de cuán difícil es mantener un sello editorial cuando se va en contra corriente de los violentos, que si bien ya no son iguales a los de los años 80 y 90, siguen atemorizando a periodistas y analistas por querer decir la verdad.¿Tiene que ver el sello editorial con decir la verdad? No siempre.

Sello Editorial, Vida o Muerte Laura Aguilera Jiménez

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Parte determinante de la calidad de vida que puede ofrecer una entidad territorial está en cuánto dinero recauda, cuánto usa y cómo. El buen manejo del dinero de la ciudad en el bien público es un importante indicador de calidad de vida para el ciudadano. Para ver el cambio desde el 2008, cuando fue elaborado el últimoinforme del Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas para Colombia (PNUD), a continuación algunas cifras.

Según un último balance realizado por la Dirección de Apoyo Fiscal del Ministerio de Hacienda hasta 2011, el ingreso total de Bogotá en dicho año fue de 8.792.779.000.000 en moneda corriente, es decir, casi 8.8 billones de pesos;1.1 billón de pe-sosmás que en el 2008 cuando fue elaborado el PNUD, lo que significa que la ciudad ha aumentado sus ingresos.

De los aproximadamente 8.8 billones de pesos en ingresos del 2011, 4.6 eran sólo en impuestos, más de la mitad, y en el 2008, de 7.6 billones de ingresos totales, 3.6 eransólo impues-tos. Se podría decir que Bogotá depende del pago de im-puestos ya que estos en el 2008 representaron el 46.7% de la entrada total de dinero a la capital y en el 2011 se incrementó tal aporte a un 52.8%. Según Ernesto Cortés, editor general de El Tiempo, “no se puede vivir sólo con ingresos corrientes, las ciudades se construyen con impuestos”.

La totalidad de los ingresos tributarios de la ciudad proviene de tres impuestos principalmente: El predial, los relativos a la industria y el comercio y la sobretasa a la gasolina. El resto de impuestos se incluye en otra categoría llamada otros, que in-cluye los vehiculares, la plusvalía en la vivienda, y otros más.El impuesto predial unificado es un tributo que grava los inmuebles que se encuentran ubicados en el Distrito Capital de Bogotá, así estén destinados para vivienda o actividades comerciales. Los propietarios, poseedores o usufructuarios lo deben declarar y pagar una vez al año.En el 2008, los ciuda-danos pagaron 761.374 millonesen impuesto predial y en 2011 pagaron 1.2 billones aproximadamente, en sólo 3 años aumentó en 495.219 millones de pesos.

Ernesto Cortés plantea que más gente está pagando impues-tos gracias a que en la ciudad hay una cultura tributaria y a que la economía de la misma ha avanzado, mas no quiere decir que conseguir vivienda sea más fácil. En Bogotá no hay más suelo urbanizable y por lo tanto la tierra es demasiado costosa. En consecuencia, la ciudad tiene un déficit de vivien-da de 300.000 unidades.

Los impuestos relativos a la industria y el comercio en 2008 fueron de un poco más de 2 billones y en el 2011 alcanzaron los 2.3 billones.

Bogotá: Impuestos, gastos y calidad de vida Ivan Ospina Ospina

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La sobretasa a la gasolina es un tributo que se declara y paga por el consumo de gasolina motor extra o corriente nacional o importada y/o ACPM nacional o importado, lo deben pagar los distribuidores mayoristas, los pro-ductores e importadores mensualmente. El cálculo de este impuesto es basado en el valor mensual por galón fijado por el Ministerio de Minas y Energía. La tarifa para Marzo de 2013, es de 8751,35 pesos para Bogotá, de lo que se debe pagar el 25%. En 2008 en sobretasa a la gasolina se recaudaron 307.144 millones de pesos y en el 2011,330.890, las alzas en el precio de la gasolina son constantes, para este mes subió 126,9 pesos. Para el 2008 Bogotá gastó 6.7 billones de pesos, lo cual nos dice que de sus ingresos totales en ese año quedó un total de 933.752 millones de pesos, casi un billón. En el 2011, Bogotá gastó 8.4 billones de pesos, quiere decir que quedaron 330.836 millones de pesos. En este orden de ideas, hubo un aumento de 1.6 billones de pesos en gastos comparando el 2008 con el 2011.

Los gastos de funcionamiento son los requerimientos mínimos para que la ciudad marche con normalidad. En el 2008, el gasto de funcionamiento fue de 1.75 billones y en el 2011 fue de 1.71, quiere decir que se gastaba más en el 2008 para que la ciudad funcionara, que en el 2011. En el 2008, los ingresos tributarios doblaron la cifra de lo que el gobierno invierte para que la ciudad funcione regularmente, en el 2011, la triplicaron. Teniendo en cuenta que Bogotá para el 2011 tenía 7.363.782 millones de habitantes, el Estado invirtió en funcionamiento por persona, 232.236 pesos, menos de un salario mínimo y cada persona en promedio tributó 630893 pesos.

Para Ernesto Cortés, “incrementar los gastos en funcionamiento de la capital es incrementar la burocracia y la ineficiencia. Si uno incrementa

gastos de funcionamiento, es porque se quiere que la ciudad engrane mejor y dé resultados a corto

plazo y eso es lo que ha visto la gente”.

El IPC (Índice de Precios al Consumidor) es un indicador que mide la variación de precios de una canasta de bienes y servicios representativos del consumo de los hogares del país. Los resultados son analizados por grupos, subgrupos y clases de gastos, gastos básicos y niveles de ingreso.

En Colombia, el IPC se calcula con base en los siguien-tes ámbitos: Alimentos, Vivienda, Vestuario, Salud, Educación, Transporte, Comunicaciones y otros gastos. Por ejemplo, en el sector de alimentos, se incluyen 88 productos, entre ellos cereales, tubérculos, hortalizas, frutas, carnes, lácteos y comidas fuera del hogar. El IPC es un indicador de cómo se comportan los precios de todo lo que consume a diario una persona común en un país y tiene en cuenta en total 179 productos y servicios básicos.

Para ver cómo se comportan los precios en cada ciudad, el DANE calcula el IPC a las 24 ciudades más importan-tes en el país. En el caso de Bogotá, de marzo de 2013 a abril del mismo año hubo un incremento general de los precios de la canasta familiar en un 0,25%. Los números negativos indican una baja en el Vestuario, el Transporte y Comunicaciones, el resto de ítems subieron sus precios.

Cabe anotar que el IPC no se puede usar como un indicativo directo de calidad de vida, ya que es un por-centaje que se basa en el cambio de los precios en un mismo lugar. Por ejemplo, que los precios hayan bajado más en Medellín que en Bogotá, no quiere decir que Bogotá sea una ciudad más barata. Lo que sí se puede saber es si el costo de vida incrementa o disminuye en una ciudad con el tiempo. De acuerdo a la disponibi-lidad de datos podemos ver el comportamiento de los precios en Bogotá de enero de 2012 a abril de 2013.

Más o menos se observa el mismo comportamiento en el resto de ciudades del país. En la mayoría, los precios

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suben y bajan y eso es bueno porque en caso de que se presentara un alza o una caída estables, estaríamos frente a un fenómeno de inflación o deflación respectivamente.

Calidad de vida según el PNUD: Salud, Educación e Ingreso per cápita

Según el PNUD, para obtener el IDH (Índice de Desarrollo Humano), un indicador numérico de la calidad de vida de un territorio, se deben tener en cuenta cuatro factores: Esperanza de vida al nacer, alfabetización de adultos, tasa bruta de matrícula e ingreso per cápita. En Bogotá esas cifras no están ac-tualizadas, por lo que nos vemos obligados a escoger las categorías del IPC que influyen directamente en la calidad de vida, las cuales serían: Salud y Edu-cación. De esta manera podemos ver cuánto han subido o bajado los precios para sostener los gastos educativos y de salud y podremos empezar desde donde el PNUD terminó: A partir del 2009.

En la gráfica anterior vemos el cambio en los precios en el sector educativo, esto incluye: Matrículas, pensiones y los artículos escolares básicos. Como podemos ver hay picos entre enero y febrero cada año el inicio del año académico y cabe notar que se reproduce el mismo patrón cada año.

En las dos anteriores gráficas, la línea se rompe por falta de información del DANE y los meses que no tienen nombre se cuentan como las líneas en medio, por ejemplo, entre ene09 y mar09 está una línea que representa a febrero de 2009. Entre noviembre de 2009 y enero de 2010 se pudo ver un gran incremen-to en los costos de salud, los picos han ido bajando. Se tuvieron en cuenta para la última gráfica: los cos-tos de consulta, exámenes, imágenes diagnósticas, servicios de hospitalización y ambulancia, medici-nas, aparatos ortopédicos y aseguramientos.

El ingreso per cápita es un indicador común-mente usado para estimar la riqueza económica de un país por habitante. Numerosas evidencias muestran que la renta per cápita está positiva-mente correlacionada con la calidad de vida de los habitantes de un territorio, siempre y cuando la distribución de la riqueza no sea muy desigual. En el caso de Colombia, el tercer país más des-igual según el Gini, sólo sirve el índice para mos-trar el crecimiento económico porque que crezca el ingreso por habitante no quiere decir que a todos les corresponda lo mismo. Generalmente, los que más ingresos tienen, jalonan el promedio de los que tienen uno demasiado bajo y eso no significa buena calidad de vida porque la dife-rencia entre los más pobres y ricos crea conflicto y violencia y otras circunstancias que bajan la calidad de vida de todos.

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En la anterior gráfica podemos observar tres factores de calidad de vida según el PNUD: Los precios de la salud y la educación y el ingreso per cápita se comparan con los impuestos. Los costos de educación de 2009 a 2011 aumentaron increíblemente, los de salud disminuyeron considerablemente, el ingreso per cápita aumentó un poco al igual que los impuestos.

Cabe anotar que si hubiese más datos, la medida sería mucho más exacta ya que las variaciones en cada factor sólo sirvieron para tener dos periodos en cuenta, por lo que esas líneas hacen parte de una gráfica mucho más grande en la que estos tramos no se verían tan dramáti-cos. Podemos decir que.

Hubo un momento en el 2010 en el que se cruzaron los impuestos y el ingreso per cápita, se podría decir entonces que a los bogotanos les aumentaron sus ingresos y en igual proporción sus impuestos y luego aumentaron un poco más los últimos.

El incremento en el precio de la educación fue mucho más grande que el del ingreso por perso-na en el mismo tiempo. Cabe tener en cuenta que la educación en esta gráfica empezó desde un

-52%, lo que quiere decir que en el año anterior no mostrado en esta gráfica, bajó hasta ese nivel, la educación bajó mucho para subir mucho más

entre 2009 y 2011.

Los precios de la salud subieron considerablemente en el 2008 y cayeron hasta un poco menos del valor

inicial. Los costos de salud subieron en años anteriores y bajaron casi lo mismo entre 2009 y 2011. Con el aumento en el ingreso por persona, fue mucho más barato pagar los costos de la salud y eso mismo que se ahorró y un poquito más, se gastó en educación.

Los costos de vida en todo el país están incrementando y eso obedece a otros fenómenos macroeconómicos, lo que determina la calidad de vida es si esas alzas y las de los impuestos son proporcionales con las de los ingre-sos del ciudadano. Además, recordemos que el déficit de impuestos es algo malo para el sostenimiento de una ciudad, pero el exceso fomenta la corrupción y la mala inversión de los mismos.

Es necesario mantener estadísticas actuali-zadas y completas porque las apreciaciones hechas en este trabajo aunque son acertadas, podrían ser mucho más exactas. Finalmen-te, todas estas cifras son promediadas y por lo tanto tienden a igualar los valores a un rango medio, por lo que la desigualdad no puede medirse de esta manera

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Tocaba con una guacharaca bajo una nube de gente y luces oscuras, su mirada estaba con el pavimento tocando el sueño. Cabeceaba de vez en vez hasta que el pequeño ruido de una moneda entrando en una lata la hacía volver en sí tratando de mirar a su ayudante transeúnte. A veces jugaba con el sonido peculiar de la moneda, intentaba deducir cual era el valor cuando caía en la lata según fuera el reso-nancia del peso.

Duraba así horas, con las piernas en forma de sirena y su torso adoptando una figura jorobada. Veía como el humo perforaba los vestidos de las personas y sin freno alguno penetraba el alma de cada uno de ellos, oscureciéndola y haciéndola más hostil. Escuchar la moneda la traía nueva-mente a la realidad, siempre estaba con un martillo en su cabeza durmiéndola para aparecer en un lugar inacabado lleno de expectativas.

En ese lugar no le tiraban las monedas por que no existían, tenía una guacharaca que todos escucha-ban con placidez cada vez que se presentaba ha-

ciendo crecer su talento. Siempre tenía espectadores, siempre había caras de orgullo por ofrecer algo tan grande siendo tan pequeña. Admiraban su belleza

exótica y ella se amaba y amaba, era feliz sin nada, solo con una guacharaca en su mano.

Alrededor de ella había grupos de personas aglutinadas viendo a niños tocar guacharaca, la gente aplaudía y baila-ba al ritmo de esas melodías, les tocaban el cabello con sus manos sacudiéndolo, sus mejillas eran apretadas suave-mente, las mamás les daban besos en la frente, era feliz, tan feliz como tan solo una niña puede ser feliz.

El sonido de la moneda volvió a retumbar, sus ojos se abrieron y sus manos se alarga-ron para no escapar a su sueño, su verdad, en cámara lenta iba cayendo a un vacio y sumiéndose en la realidad, al final cayó a su postura de sirena jorobada tratando de ver a su ayudante transeúnte.

La Sirena Jorobada

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Iba saltando mientras trataba de no pisar charcos, la lluvia estaba insolente. Trataba de esquivar las pequeñas olas que salían de las llantas de los carros a alta velocidad, cubría con sus manos la cámara para que no le callera agua, mien-tras con esta tomaba, con una velocidad alta, y un diafrag-ma medio, fotos de la gente escapando de las gotas.

La lluvia fue sorpresiva, de un momento a otro unos gote-rones empezaron a caer rápidamente convirtiéndose en un aguacero incesante y sin clemencia. Las personas, utilizan-do cualquier objeto para ponerse en la cabeza, empezaban a moverse tratando de escapar a mojarse. Era como si es-tuvieran posando para las fotos, se veían tacones intentado esquinzar tobillos, hombres con la chaqueta del vestido de paño abierta corriendo mojando sus corbatas. De una momento a otro aparece una madre con un niño de brazos, la toma era perfecta, ella lo cubría con su chaqueta, mientras a este solo se le veían los pies. Corría queriendo llegar a un escampadero para descansar. De la nada una bicicleta, que iba a unos 10 km por hora, empieza a chiflar. El ruido de la lluvia no pretende dejar a escuchar a la ma-dre tales sonidos, ella no voltea, sigue con sus movimientos resueltos a no dejar que su niño se mojara. El piso estaba resbaloso, la bicicleta intenta frenar pero se desliza por el pavimento mientras la llanta trasera empie-za a moverse hacia un lado. El hombre se para sobre los pedales al mismo tiempo que su pierna derecha pasa por encima del tubo superior de la bicicleta dejando un solo pie en el pedal izquierdo y el otro al aire.

Lloviendo

Salta de la bicicleta empujándola hacia la señora con el niño es sus brazos, lentamente ella voltea a mirar y ve como se aproxima a ella una mientras un hombre vuela

para escapar del choque. Un grito se posa en el aire, era el fotógrafo respirando agua y corriendo hacia el

impacto.

Una plasta de popo de perro que pasa desapercibida se posa en su suela y lo hace resbalar inclinando todo su cuerpo hacia el frente. Sus pies van por el aire y sus manos están en su cámara la cual está apoyada sobre su pecho, no tiene tiempo de mirar a la señora y su niño, cae sobre su pómulo derecho mientras que la cámara le sirve como resorte para que la caída no le afecte el cuello. El aparato se clava sobre su pecho desintegrándose poco a poco entre sus manos, la cuales se machucan con el pavimen-to y la fuerza de su cuerpo cayendo.

Su reacción aún no es de dolor, levanta la cara para mirar si la señora estaba bien y se da cuen-ta que la bicicleta frenó sola antes de llegar a ella. La señora lo mira, pero la lluvia es incesan-te y sale a correr para encontrar un lugar para cubrir a su niño del agua.

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Caminaba sobre un camino cambiante, residual, eso pensaba, a veces pasaba por es-combros de lo que algún día fue una acera. Esta tenía grietas que generaban pequeños yacimientos de cemento mal acomodado. Luego sus zapatos se aferraban al pasto, recién podado, siempre dejándose llevar hacia la parte trasquilada solo con tierra que generaba una línea hasta llegar de nuevo el pavimento. Después el pasto era distinto, era alto, caminar generaba cansancio, y sin sospechar de vez en cuando se cruzaba con pequeños huecos que hacían que su cami-nar cambiase y sus rodillas sirvieran como resortes estáticos y dolorosos. Su mirada inclinada sobre su libro se abrumaba con lo que la periferia de sus ojos observaban tratando de acostumbrarse a los cambios, los cuales se dejaban llevar por actos más físicos que mentales. Trataba de domar a la lectura por encima de sus pasos, no quería distractores, los tenía todos, pero no quería contar con ninguno; de repente un pequeño tubo de metal se enreda con su tobillo izquierdo haciéndolo caer al suelo. Se ríe tirado en la calle, mientras que las personas, vecinos de sus pasos, reían con él y se alejaban. Se para nuevamente intentado recomponerse, ve el día que cada vez es más noche, no lo sabía, a su cabeza, intentado evitar el exterior, se le había olvidado el pequeño atardecer que se precipitaba en el momento en que emprendió su viaje. El am-biente tenía un color morado rojizo que no había visto jamás, las calles estaban llenán-dose de los trabajadores que salían a conti-nuar su monotonía en casa, todos tenían sus caras sobre la invariabilidad que generaba el día a día. No se percataban pero el momen-to en el tiempo se repetía una y otra vez, había distinciones, ropa, zapatos o paquete de papas, pero la idea era la misma, sobre el tiempo estaban con una misma razón. No se

daban cuenta pero se repetían en el tiempo una y otra vez. Los carros prendían poco a poco sus farolas, al igual el morado iba siendo desplazado por el color amarillo cartón de las luces flotantes. Las calles se ven amarillas por fascículos, cada entrada de un carro le quita el aspecto de oscuridad, para luego, por espacios, dejar sola a la luz de la no-che que se reflejaba en el piso, hasta que volvía aparecer otro carro. El viento se hace más punzante, menos soleado, se mezcla con el color degradé y sin personalidad que solo viene con la noche. Las sombras se hacen pequeñas y grandes con el mo-vimiento incesante del querer llegar a casa de todos, son muy pocos lo que no saben a dónde ir. Él sabía a donde ir, pero otra cosa es que quisiera llegar, otra cosa es que no quisiera encontrarse en la misma monotonía del tiempo.

Empezó a darse cuenta que no quería repetirse más,.Estaba

cansado de repetir su constancia, su vitalidad, vulnerabilidad, su estilo, su particularidad, en ese

momento se dio cuenta que hasta su personalidad se repetía en el

tiempo una y otra vez, trataba de fundar una personalidad que se

repetía todos los días. El espacio de su lectura se hacía cada vez más pequeño, su mirada incli-nada sobre el libro veía que perdía atención, sus ojos estaban resueltos a hacerlo notar que sus manos no ser-viría de apoyo suficiente para aguan-tar la vibración de sus pasos. El libro retumbaba haciendo imposible la lectura, decidió cerrarlo. Quería pasar

Repitiendo su Constancia

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por un camino que no le generara re-cuerdos, que no fuera conocido, algo nuevo, decidió cruzar por un puente alejándose de su destino. Un puente de metal que se balanceaba, nunca lo había notado, ¡el puente se balancea-ba!, sintió un poco de vértigo seguido por ganas de quedarse estático. Empujones y nada que se movía el puente nuevamente, el puente permanecía quieto, una mujer gorda, bajita y con la cara redonda con los pómulos rosados y un poco oscuros se detiene frente a él mirándolo de arriba a abajo y mueve su cabeza revelando negación. Él ve en su rostro la frustración de una generación que se avergüenza de su predecesora, ve lo que mucho pueden ver al verlo a él, y siente que no se ha perdido lo su-ficiente, siente que sus pasos todavía están bajo el movimiento de un tiem-po que no cambia, que permanece estático como él está en el puente, la señora, al igual que mucho hombres que pasaban por su lado tratando de no chocarlo, algunos por asco, otros por evitar problemas, le recordaban que no había mucho por hacer, de pronto salir corriendo a encontrarse con su perdida verdad. ¿Pero correr? Quizá lo acusaran de la-drón y eso lo haría pasar por un mo-mento incomodo con la autoridad, esa autoridad que protegía más a la misma autoridad que lo que realmen-te debía proteger. Se tranquiliza, pien-sa que quizá perderse también traería consigo la frustración del nunca encontrarse. De un momento a otro su estomago se contrae, su estomago se pone de acuerdo con su memoria para hacerlo recordar, recordó, pero trato de hacerse el pendejo. No quería recordar, esa miserable era la culpable de la mezcla del tiempo y la monoto-nía, maldita recordar, piensa. Termina de pasar el puente, se entris-tece de no haber podido sentir como se balanceaba. Se percata de una mujer, una morena de nariz pequeña y bonita. Se miran, sus miradas se cruzan por el instante que genera el que sus caminos de hubieran encon-trado. En tan solo ese instante ella alcanza a sonreír llevándose la mano

derecha a su cabello arreglándose lo que hoy entendemos por capul. No la voltea a mirar, piensa que ante algún ojo observador puede pasar como un pervertido, espera a estar completamente abajo del puente, y de nuevo en la acera, sube su cabeza y la mira al subir la rampa. Se despide sin que ella se dé cuenta y em-prende su camino hacia la posibilidad de encontrar el olvido. Encuentra la comodidad, respira tranquilo su aire, el aire que solo puede ser suyo, de nadie más, eso lo hace sentir más cómodo. Con su nariz, y cerrando sus ojos, toma una gran cantidad de aire tratando de botar el menor posible; al abrir sus ojos es observado, pero esta vez por una señora flaca y alta que se agarra su bolso tratando de alejarse de él. Esta vez el toma el con-trol de la situación y es él quien se aleja, la mira de arriba abajo, le sonríe y se aleja. Su sonrisa lo lleva a encontrarse con la mirada de un hombrecillo vestido con dos verdes, un verde para demostrar autoridad y otro que contrastaba queriendo llamar la atención. Sus miradas quedaron fijas la una con la otra por uno par de segundo, hasta que el hombrecillo le pide los pape-les con un escáner telefonesco en su mano. Para un instante, busca su billetera tran-quilamente, saca el carné de su trabajo, el de su universidad y se los pasa intentando encontrar su cédula. Una vez logró salir del encuentro con el hombrecillo volvió a sentir el mismo malestar en su estomago. Dejó fluir su memoria y se encontró acordándose de ella. Agachó su cabeza, su mente volvió a la pena de sentir que la quería, la quería como nunca había querido, sabía que su sentimiento hacia ella no era el más gra-tificante, sabía que por más que quisiera nadie podría llegar a querer como él, nadie en el mundo querría como él, al igual que él nunca querría como nadie en el mundo. Supo en ese momento que quería querer, y que solo él podía saber como querer como él. Sonrío, caminó más lento, prendió un cigarrillo que le tomó un poco de tiempo encontrar entre su maleta, además que los fósforos estaban en el punto más lejano de su bolsillo, el cual estaba lleno de papeles lo cuales cayeron al piso. Paró a recoger-los. Se para abriendo la caja de fósforos y haciendo una maroma con los dedos saca uno, lo prende pero el viento se lo apaga

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en el instante que el fuego toca al cigarrillo, vuelve a inten-tarlo quedándose quieto y moviendo su torso une sus manos intentado cubrir lo más posible a la cerilla. Logra prender el cigarrillo, descansa. Siente unos dedos en su hombro derecho. Voltea a mirar lentamente, y esa ella, la morena de nariz pequeña y bonita. Le sonríe, igual que la primera vez, solo que en esta no se toca el capul. Le pide candela, el señala los fósforos que aún no había guardado y haciendo nuevamente las maromas con sus dedos, le prende el cigarro. – Muchas gracias, me impaciente por un cigarrillo, que estés muy bien- a lo que él responde. –Bueno, igualmente-. Y la ve dar unos pasos contarios a él. Se pausa por un momento, la presión en sus estomago era de grandes proporciones, se sentía como un completo idiota. Ella voltea y lo mira de nuevo con esa sonrisa diciéndole. – ¿Piensas que me devolví desde la mitad del puente hasta acá, tan solo para pedirte candela, sabiendo que tan solo al bajar tenía ven-dedores ambulantes? No seas bobo-. Él sonríe agacha la cabeza y se toca los ojos. – Se que no, lo siento me cogiste por sorpre-sa, mucho gusto Pablo- vuelve a sonreír. – ¿Te acompaño?- le dice ella. –Carlo que si- responde. – Bueno y ¿hacia dónde vamos?-. – Qué te parece un cerveza, conozco un lugar cerca-. – Me encantaría-. Lo vuelve a mirar y sonríe. – No me dijiste tu nombre, pero tienes cara de Mariana- . Ella lanza un pequeña carcajada diciéndole –Ese es el primer nombre que se te pudo venir a la cabeza… pues mucho gusto, Mariana-. – ¡Lo sabía!- dice él. – ¿Enserio te llamas mariana?-. Ella lo mira unos segundos. –Tu si tienes cara de Pablo-, ¿esta-mos muy lejos de bar?, – Nee- responde --estamos acá cerca-.En el bar hablan cosas sobre lo encuentros casuales atados al “nunca lo había hecho antes”, y es muy posible que no sea la primera vez, lo saben pero no lo cuentan. –Tomas la cerveza muy rápido Pablo-. – Lo sé. Tenías ganas de una-. Al terminar la conversación cada uno salió por su lado, se despidieron amablemente en la salida de un bar y se dieron la espalda. No encontró al olvido, pero encontró un rato amable. Estaba contento, en todo el día no se había sentido bien, el trabajo lo había aplastado, por eso decidió caminar, quería descansar del de la rutina. Agarra su celular y la llama. –Lo siento, no quería desestabili-zarme así, me ofusqué un poco, ya voy para la casa, te amo-. Al llegar un perro lo saluda moviéndose rápidamente. – Hola falco- le dice mientras le agarra los cachetes y se agacha a darle un beso en la frente. La puerta se abre poco a poco y ahí está ella, la vio como nuca antes la había visto, la vio ante su dicha por verla. Lentamente se acera y agarrándola por la cintura le da un beso tranquilo. – Pensé que te demorarías, yo también me puse muy brava, no peleemos más-. Lo abraza fuertemente apoyando la mejilla en su hombro. Cuando de pronto al fondo de la casa.– ¡Papá!-. – Hola hijo-.

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