el ecologista - nº 34, invierno 2002-2003

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  • La revista de

    N 34 - Invierno 2002/2003

    Revista impresa en papel 100%reciclado, blanqueado sin cloro

    EDITA:ECOLOGISTAS EN ACCIN

    EQUIPO DE REDACCIN:Guadalupe Castro,Jos Luis Garca,Theo Oberhuber,

    Juan Carlos R. Murillo,Paco Segura

    PRODUCCIN, DISEOY MAQUETACIN:

    Ecologistas en Accin

    COLABORAN EN ESTE NMERO:Carlos Arribas, Gregorio Ballesteros,scar Carpintero, Rosario del Caz,

    Heriberto Dvila, Elena Daz, Jos I.Domnguez, Luis E. Espinoza, AdolfoEtchemendi, Javier Farfante, Ramn

    Fernndez Durn, Chato Galante,Emilio Ganado, Jos Luis G. Cano,Sergi Garca, Pablo Gigosos, Agustn

    Hernndez Aja, Roberto Ibez, JavierLama, Jos Ignacio Lpez-Coln,

    Santiago M. Barajas, Carlos Martnez,Pablo Moros, Ivan Murray, JosManuel Naredo, Juan Carlos R.

    Murillo, Cristina Rois, Manuel Saravia,Paco Segura, Isabela Velzquez,Carlos Verdaguer, Lola Yllescas.

    ADMINISTRACIN:Noelia Carreras,

    Esperanza Lpez de Uralde,Saioa Magunacelaya.

    PORTADA:Resistiendo a la especulacin. Barrio

    de Tetun, Madrid.FOTO: ECOLOGISTAS EN ACCIN

    IMPRIME:Impresos y Revistas, S.A.

    DISTRIBUCIN EN ESPAA:COEDIS - Avda. de Barcelona, 225,

    08750-Molins de ReiTel. 93 680 03 60

    PUBLICIDAD, SUSCRIPCIONESY REDACCIN:

    Marqus de Legans 12, bajo28004 Madrid

    Tel. 91 531 27 39 Fax: 91 531 26 [email protected]

    www.ecologistasenaccion.org

    ISSN: 1575-2712

    Dep. Legal: Z-1169-1979

    Ecologistas en Accin agradece lareproduccin y divulgacin de los

    contenidos de esta revistasiempre que se cite la fuente.

    Los beneficios de la venta de estarevista se destinan ntegramente a

    Ecologistas en Accin,organizacin sin nimo de lucro

    declarada de Utilidad Pblica (13-6-97)

    3 Presentacin 4 En Accin10 Internacional

    SITUACIN ACTUAL

    12 Ciudades y crisis de civilizacinLa ordenacin territorial en grandes

    conurbaciones acarrea graves problemas,

    por Jos Manuel Naredo.

    16 Ecologismo urbano y urbanismoecolgico: una convergencia necesariaLa planificacin y la participacin ciudadana

    son claves para acercarse a la sostenibilidad

    urbana, por Carlos Verdaguer.

    19 Evolucin de laregulacin urbansticaConsecuencias sociales y

    ambientales de la desregulacin,

    por Agustn Hernndez Aja.

    22 Boom inmobiliario yespeculacin urbansticaClaves econmicas de la dinmica

    inmobiliaria en Espaa,

    por scar Carpintero.

    26 Canarias est al lmite:Ni una cama ms!El debate sobre la Moratoria y las Directrices

    de Ordenacin General y del Turismo,

    por Heriberto Dvila Ojeda.

    28 Las ciudades y la vivienda en datos

    41 Globalizacin, territorio y poblacinEfectos de la europeizacin- mundializacin

    sobre el espacio espaol, por RamnFernndez Durn y Paco Segura.

    46 La expansin de la ciudadCiudad difusa, urbanizacin discontinua o

    desurbanizacin creciente,

    por Isabela Velzquez.

    29 Informe Central:NUNCA MS!

    Vertido del Prestige

    Voluntari@s: lo mejor del Prestige

    Nadie es responsable?

    Efectos ecolgicos

    de los vertidos de petrleo

    Repercusin econmica

    Afeccin sobre la fauna y flora

    Chapapote y movilidad

    Impactos globales del petrleo

    NDICE TEMTICOPuedes obtener un ndice temtico

    de todos los nmeros de la revista en:www.ecologistasenaccion.org/revista/indice/

    50 El litoral en peligroEl litoral mediterrneo concentra la mayor

    parte de la actividad urbanizadora, por

    Carlos Arribas.

    ALTERNATIVAS

    54 Urbanismo y derechos humanosLa sostenibilidad urbana aporta muchos

    elementos de justicia social, por Rosario delCaz, Pablo Gigosos y Manuel Saravia.

    57 Ahorro energtico y de materiales enla ciudadRecursos disponibles en la construccin de

    viviendas, por Emilio Ganado Abad.

    60 Indicadores de sostenibilidad urbanaPermiten conocer la evolucin de los

    aspectos ambientales, sociales y econmicos

    de la ciudad, por Roberto Ibez.

    62 Agricultura urbanaLos huertos urbanos mejoran la

    sostenibilidad de las ciudades, por J.Gregorio Ballesteros.

    63 Libros y revistas

    65 Tenderete

    Esta revista es miembro de ARCE(Asociacin de Revistas Culturales Espaolas)

    y de FIRC (Federacin Iberoamericanade Revistas Culturales)

  • 3El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Pre

    sen

    taci

    n

    Urbanismo, Ciudad y Medio Ambiente

    Entre los problemas ambientales a los que se enfrenta la Humanidad en el nuevo siglo, laproliferacin de lo urbano es, sin duda, uno de los ms ambivalentes y complejos, por susramificaciones en lo econmico, lo social, lo poltico, lo ambiental y lo cultural.En la actualidad, casi la mitad de la poblacin mundial habita en ciudades, que crecen en poblacin y

    extensin muy por encima del incremento demogrfico general. En los pases del Sur, cada ao, millonesde personas se incorporan al xodo rural que alimenta la expansin de unas ciudades hipertrofiadas ycaticas, ltimo refugio frente a la miseria cotidiana. Al tiempo, el mundo desarrollado enfrenta unaextensin de la urbanizacin a territorios cada vez ms amplios y lejanos, evolucionando hacia modelosurbanos de cada vez ms baja densidad, estrechamente vinculados a los intereses econmicos de lasgrandes corporaciones de la construccin, el automvil o la energa.

    En Espaa, estas tendencias se han agudizado en los ltimos aos como consecuencia del boominmobiliario en el que nos hallamos inmersos, tanto en el entorno de las ciudades medias y grandes comoen el litoral en general. La actual explosin urbanizadora en Espaa est estrechamente relacionada con elnuevo ciclo econmico expansivo y ha aprovechado el marco desregulador impulsado por los sucesivosgobiernos, en especial los del Partido Popular, y las expectativas de negocio del capital especulativo en lossectores del suelo y la vivienda.

    Las consecuencias ambientales ms evidentes de esta reurbanizacin son la destruccin de espaciosnaturales, la ocupacin creciente de suelos productivos, la degradacin paisajstica, el aumento delconsumo energtico y de otros recursos naturales y el incremento de la produccin de residuos. Pero altiempo, son cada vez ms evidentes otros problemas de ndole social como la exclusin, la ruptura de lostejidos sociales o la progresin de los mecanismos represivos de control social.

    Frente a todos estos problemas ambientales y sociales, los y las ecologistas defendemos ciudadesvivas en las que predomine la rehabilitacin sobre la expansin; ciudades diversas pero cohesionadas, enlo fsico y en lo social; ciudades con un mayor grado de autosuficiencia material y energtica, que limiten

    su impacto externo o huella ecolgica. Lo que inevitablemente nos abocaa intentar contener su crecimiento o incluso tratar de invertirlo en pro

    de un reequilibrio territorial con las reas rurales.El presente monogrfico se hace eco de esta encrucijada

    urbana, en la que el ecologismo social debe intervenir paraevitar la actual deriva hacia la completa insostenibilidad

    ambiental y social de nuestras ciudades. Para ello incluyevarios artculos que pretenden explicar, al menos en

    parte, las causas de la situacin actual de nuestrosentornos urbanos, as como las graves consecuencias

    que de ella se coligen. Adems de las alternativas ylneas de accin que ya se apuntan en estos

    textos, el ltimo grupo de artculos planteaalgunas opciones o planteamientos quepueden ser herramientas tiles para abordar ladifcil tarea de las sostenibilidad urbana.

  • En

    Acc

    in

    El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Mallorca: Les Balears en vendaIvan Murray, miembro del GOB

    A inicios de los sesenta, Ma-llorca se abre al mercado ex-tranjero y se producen las pri-meras llegadas de turistas enmasa. Se vive la primera po-ca dorada del turismo: los in-crementos del nmero de tu-ristas son exponenciales,acompaados de aumentosdel PIB de las islas nunca vis-tos. Se pasa de los 189.000turistas en 1955 a los 3,5 mi-llones en 1973.

    En 1973 se produce la pri-mera crisis turstica y la eco-noma balear muestra su ladoms dbil: su extrema depen-dencia de la coyuntura inter-nacional. En esos momentosse produce el matrimonio deconveniencia, que ya no se se-parar, del binomio turismo-urbanismo. El turismo se iden-tifica con una actividad indus-trial no contaminante, perolas fbricas del producto tu-rstico, es decir, los alojamien-tos tursticos, han ido ocupan-do progresivamente todo elterritorio insular.

    Despus de otra crisis in-ternacional a principios de losnoventa, con la Guerra delGolfo, se inicia una nueva ex-pansin turstico-urbanstica.Ahora el turismo se expandehacia todos los rincones de laisla, y a hoteles y apartamen-tos se aade el turismo resi-dencial. La libre circulacin depersonas, capital y mercancasdentro de la UE se traduce enuna ocupacin masiva del te-rritorio, que a su impacto am-biental aade otros socialesrelacionados con el aumentode precios de la vivienda.

    En 1987 se aprob la Leyde Ordenacin del Territorio(LOT), que obligaba a la re-daccin de Directrices de or-denacin del territorio y a ela-borar planes territoriales par-ciales, pero no ser hasta 1999que se aprueban estas direc-trices (Ley 6/1999). Cabe des-tacar que mediante dichas di-rectrices la capacidad de alo-jamiento potencial de las Ba-leares se sita en 4,2 millonesde personas; adems de que

    se prev un crecimiento desuelo urbano del 10%, con unalimitacin de crecimiento has-ta abril de 2004 del 3%.

    Con la entrada del pactomulticolor en el Govern Ba-lear se modificaron las directri-ces de ordenacin del territo-rio transfiriendo a los ConsellsInsulars las competencias en laelaboracin de los Planes Te-rritoriales Parciales. La LOT es-tableca la posibilidad de adop-cin de medidas cautelares deordenacin del territorio (sonlas conocidas moratorias) queestaran vigentes mientras seelaborasen los planes territo-riales parciales. Las moratoriaspodan ser elaboradas tantopor el Govern como por losConsells. As aparece la ley 9/99, que se diriga al problemade la creciente edificacin ensuelo rstico.

    Posteriormente aparecenuna serie de moratorias en lasIslas Baleares, destacando ladel Consell Insular de Mallor-ca de 25 de octubre de 2000.En sta se suspenden las li-cencias en suelo urbano sinurbanizacin consolidada,pero permiten la edificacinde viviendas unifamiliares. Enuna modificacin posterior, 26de julio de 2001, se consolidael suspenso de edificacin deviviendas plurifamiliares y si-gue vigente la tipologa deedificacin unifamiliar.

    En la actualidad se ha pre-sentado el borrador del PlanTerritorial de Mallorca, el cualpresenta un panorama dram-tico, en cuanto que as comolas moratorias se disearonpara favorecer un modelo te-rritorial elitista fundamentadoen las viviendas unifamiliaresy dispersas, el Plan territorialprev una ampliacin de la redde carreteras bajo el seudni-mo de vas parque, que no sonms que vas rpidas ajardina-das. Bajo estos parmetros, sepresenta a la sociedad mallor-quina un modelo para las eli-tes que no hace ms que con-firmar el ttulo del libro de JoanSegu, Les Balears en venda.

    Rures in urbeSergi Garca, Asociacin Galanthus

    Marco Aurelio, el emperador filsofo romano, en una de sus re-flexiones se felicitaba por haber heredado de su padre, entre otrasvirtudes, el no ser amigo de edificar. Dicha consigna encaj perfec-tamente en el talante contenido y parsimonioso del filsofo, cuyoideario en lo que a esto atae, por cierto, poco parece que hayacalado entre la clase poltica que nos suele gobernar: lo confirmanlos tres millones de viviendas vacas del Estado espaol, adems delas incontables segundas y terceras residencias.

    Se construye ahora ms que nunca, llevndose por delantelugares que, con la mano en la razn, no ya en el corazn, deberanser conservados. A mi entender algunos de esos lugares son losltimos campos de cultivo que les quedan a nuestras dos grandesciudades del litoral mediterrneo, Valencia y Barcelona. No slodeberan protegerse del avance del cemento por razones puramen-te ambientales, sino tambin por el calado histrico que entraan.

    Las siete acequias tradicionales de Valencia, de cuyos campos,en algunos casos, no queda prcticamente ya nada, sometidas a lajurisdiccin del Tribunal de las Aguas, nico ejemplo de tribunalconsuetudinario que nos queda, atesoran una historia milenaria,que ha dado lugar a una distintiva cultura. Tambin han originadoun hbitat con unas particularidades ecolgicas destacables pero,segn algunos especialistas, pueden desaparecer en 30 aos en-gullidas por el imparable crecimiento urbano e industrial.

    En Barcelona todava podemos contemplar un tramo del RecComtal (Acequia Condal), cuyo nombre nos sugiere la importanciaque tuvo para la antigua corona catalana. La tambin milenariaacequia tuvo un importante papel para el desarrollo de la ciudad, yaque sus aguas, adems de mover molinos y batanes, regaronextensos campos de la zona norte de la ciudad. An quedan unascuantas hectreas regadas por la acequia, en cuyo cauce podemosencontrar interesantes especies de plantas acuticas, como Pota-mogeton pectinatus. Tambin en este caso, diversos proyectosurbansticos amenazan el futuro de esos campos.

    Esperemos que la Agenda 21 de Barcelona, en la que se reco-mienda explcitamente la proteccin de los espacios abiertos quequedan en la ciudad, tenga algn efecto. Esperemos.

    HUERTA DE VALENCIA.FOTO: PATRICIA CALLAGHAM.

  • 5El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    En

    Acci

    n

    Especulacin urbana en Valladolid

    largo, y de 6 a 15 km de ancho. El desa-rrollo urbanstico previsto desborda lasrondas de circunvalacin existentes, loque producir un incremento del usodel automvil, del consumo energti-co y de la contaminacin. Finalmente,la totalidad del suelo rstico con pro-teccin agraria del municipio 20 mi-llones de m2 de vega desaparece conla modificacin del PGOU, para lo quela Junta de Castilla y Len est proce-diendo a modificar simultneamentelas Directrices de Ordenacin del Terri-torio de Valladolid y Entorno.

    Ecologistas en Accin, junto a otrasorganizaciones ciudadanas, est desa-rrollando una campaa para desen-mascarar esta operacin especulativa,proponiendo entre otras alternativasla salida al mercado de alquiler de lasalrededor de 20.000 viviendas vacasque hay en la ciudad, reservar en todoslos desarrollos urbansticos pendien-tes el 50% del suelo residencial paraviviendas de proteccin oficial o man-tener el suelo industrial existente. Tam-bin se demanda la puesta en marchade programas de rehabilitacin urba-na de los barrios tradicionales y el esta-blecimiento de una densidad de edifi-cacin mnima que evite la dispersinurbana y favorezca las relaciones so-ciales y la convivencia ciudadana.

    Los ecologistas tambin proponenevitar que el desarrollo urbano desbordelas rondas de circunvalacin existentes,una red de tranvas, y poner en marchaun Plan de Movilidad que potencie eltransporte pblico, el uso de la bicicleta ylos itinerarios peatonales, as como in-crementar la proteccin del cinturn agr-cola de Valladolid, para mantener el re-gado tradicional y potenciar su valorproductivo, cultural y paisajstico.

    El Ayuntamiento de Valladolid ha apro-bado inicialmente el pasado mes de sep-tiembre la modificacin del PGOU de laciudad. A pesar de que el Plan vigentedata de hace slo 6 aos, de que no seprev un incremento de la poblacin nise necesita ms suelo para viviendas oindustrias, el equipo de gobierno munici-pal se ha lanzado a una espiral desarro-llista que, como en los aos 70, pretendeduplicar el tamao de la ciudad, multipli-cando a la vez los beneficios de los espe-culadores que llevan dcadas acaparan-do suelo rstico, y ahora van a podervenderlo como urbanizable. La excusa esliberalizar el mercado del suelo, paraabaratar el precio de la vivienda. Entretanto, los barrios tradicionales se van de-gradando ante la pasividad de las autori-dades, que no invierten en rehabilitar.

    En concreto, el nuevo PGOU reclasifi-car como suelo urbanizable casi 30 mi-llones de m2 de suelo rstico, superficieque duplica el tamao hasta ahora pre-visto de la ciudad. El nuevo suelo urba-nizable permitira edificar hasta 175.000nuevas viviendas, con capacidad paraalbergar 300.000 nuevos habitantes, acosta de las ciudades pequeas y lasreas rurales de Castilla y Len. Paralela-mente al crecimiento en superficie, la den-sidad de poblacin prevista disminuye,con lo que se incrementan los costes deurbanizacin y de mantenimiento de in-fraestructuras y servicios pblicos.

    En contraste, el nuevo PGOU no con-templa la rehabilitacin de los barriosde los 60 y 70, afectados por problemasde calidad urbana, al tiempo que se fo-menta la destruccin del tejido fabrilcon la recalificacin de suelo industrialen residencial.

    Con el nuevo PGOU, las dimensionesde la ciudad pasan de 10 a 15 km de

    Cantabria:

    16 sentencias de demolicin

    Las organizaciones ecologistas disfrutan delderecho a ejercer la accin pblica en defen-sa de la legalidad urbanstica, una realidadcotidiana en el trabajo de la Asociacin parala Defensa de los Recursos Naturales de Can-tabria (ARCA) que, entre otros xitos judicia-les, ha obtenido sentencias de demolicincontra diecisis urbanizaciones costeras (490viviendas) y la anulacin de los planeamien-tos urbansticos de nueve municipios, sietede ellos en la franja litoral y dos en el entornode Picos de Europa.

    ARCA considera que el activismo ecolo-gista, sin abandonar en ningn momentosus caractersticas seas de identidad, debeincluir entre sus prioridades la de ejercer unminucioso control sobre las distintas herra-mientas de ordenacin territorial y gestinurbanstica. Sin la menor duda, ste es unode los campos de actuacin donde los prin-cipios ecologistas pueden ser ms efectivose influyentes.

    Sirva como ejemplo la experiencia deARCA en defensa de un concepto, muy im-preciso en apariencia, como es el paisaje. Elart. 138 del Texto Refundido de la Ley delSuelo constituye un precepto, de aplicacindirecta, que exige el respeto al patrimoniohistrico y artstico, a la preservacin de laarquitectura tradicional, y a la contempla-cin del paisaje, conectando de este modocon la Constitucin, que encomienda a to-dos los poderes pblicos velar por la preser-vacin y defensa del medio ambiente.

    Humo? En absoluto, porque ARCA ha de-mostrado, con pruebas periciales, que el pre-cepto instalado en la Ley del Suelo tiene uncontenido evaluable, y, como resultado, elTribunal Superior de Justicia de Cantabria lo haestimado como argumento jurdico para anu-lar varias licencias de construccin. Ahora tocaesperar la decisin del Tribunal Supremo.

    Negocio histrico

    El grupo constructor y de servicios FCC, con-trolado por Esther Koplowitz y Vivendi, obtu-vo un beneficio neto de 201,4 millones deeuros durante los 9 primeros meses de 2002,lo que supone un incremento del 14,4% res-pecto al mismo periodo del ao anterior. Elgrupo cerr septiembre con una cartera his-trica por valor de 14.673 millones de euros.

    La principal fuente de ingresos sigue sien-do la construccin, especialmente en el mer-cado domstico, que genera el 93% de losingresos de esta rea. La cifra de negocioascendi a 4.037,2 millones de euros hastaseptiembre de 2002 gracias a la evolucin delsector servicios y del cemento.

    FOTO:

    ECOLOGISTAS EN A

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    6 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Urbanismo y mafias en el Parque de Cabo de GataJos Ignacio Domnguez, Ecologistas en Accin de Almera

    responsabilidad privada de sus conceja-les, compraron a los gibraltareos, condinero pblico, el edificio de Genoveses.

    De acuerdo con la Ley de Costas, lanica posibilidad de legalizar el edificiode Genoveses es que se declare de inte-rs pblico. Para lograrlo, el Ayuntamien-to cre una fundacin con el fin de que laUniversidad impartiera cursos de veranoen el edificio. La Universidad se ha desen-tendido del proyecto y la Consejera deMedio Ambiente ha informado desfavora-blemente la declaracin de inters pbli-co del inmueble, con lo que el edificio deGenoveses es ilegalizable.

    Otra de las amenazas al Parque es laurbanizacin de 15,1 hectreas que se pro-yecta en las proximidades de Las Salinas.El Ayuntamiento de Njar concedi losderechos urbansticos a los propietariosantes de que los terrenos fuesen declara-dos parque natural. Los propietarios hanconseguido una sentencia del TribunalSupremo que confirma estos derechosurbansticos. Dado que ahora los terrenosson protegidos, estn propuestos comoLIC y son zona ZEPA, la solucin puedevenir de Bruselas. En ltimo extremo laConsejera de Medio Ambiente deberaexpropiar los terrenos .

    La barriada del Parque mas deterioradapor la presin urbanstica es San Jos. Allpodemos ver como el Hotel D. Ignacio haocupado 450 metros cuadrados de ram-bla, supera el volumen de edificabilidad ytiene una altura superior a la permitida. Nolejos del hotel estn construyendo otroque tambin supera la mxima altura per-mitida y tapa un mirador que est proyec-tado construir en un monte a sus espaldas.La respuesta municipal ha sido que eleva-r el monte para recuperar las vistas delmirador.

    En la Isleta del Moro, poblacin de unos100 habitantes, el Ayuntamiento de Njarpretenda construir una urbanizacin de16,4 ha. Tras una agria polmica con des-calificaciones mutuas entre el Alcalde deNjar y los Delegados de Obras Pblicas yMedio Ambiente, la urbanizacin se redu-jo a 4 ha, que son tan ilegales como las 16,4originales. Las Normas Subsidiarias de Pla-neamiento del Ayuntamiento de Njar con-templaban, en su aprobacin inicial, elmultiplicar por tres la superficie urbanaactual. La Consejera de Medio Ambienteredujo la superficie apta para urbanizar ala mitad. Pero el Ayuntamiento ha recurri-do ante los tribunales sus propias NormasSubsidiarias para conseguir la superficiepara urbanizar aprobada inicialmente.

    EcobarmetroEl Ecobarmetro 2002, elaborado por elInstituto de Estudios Sociales de Andalu-ca a partir de 1.312 entrevistas realizadasdurante los meses de junio y julio, reflejaque el 75,8% de los consultados es parti-dario de poner coto al desarrollo urbans-tico en la franja costera, frente a un 13,4%que considera innecesaria esta medida.Un porcentaje tambin muy significativo(el 77,3%) est de acuerdo con la restric-cin del uso de automviles en las ciuda-des en beneficio del transporte pblico, elcarril-bici y los espacios peatonales.

    De los entrevistados, el 68% mostr sudisposicin a instalar paneles solares ensus viviendas, aunque un 22% respondique no lo hara. Entre las razones esgrimi-das para no instalar los paneles destacanlas econmicas la mitad considera que esuna tcnica cara que no revierte en unverdadero ahorro, pero tambin la faltade informacin, que aduce un 21,7% delos encuestados.

    El Ecobarmetro tambin revela quelas organizaciones ecologistas son las queinspiran ms confianza, seguidas a distan-cia de las asociaciones de consumidores yagricultores, y Gobierno y administracio-nes. Las empresas y los partidos polticosson los menos valorados.

    Aguamarga.FOTO: ECOLOGISTAS EN ACCIN DE ALMERA.

    Edificio Genoveses.FOTO: ECOLOGISTAS EN ACCIN DE ALMERA.

    El mayor peligro para la conservacin delParque de Cabo de Gata viene de la pre-sin urbanstica que se ejerce sobre la cos-ta. En todas las barriadas del Parque se hanllevado a cabo desmanes urbansticos,pero Aguamarga ha batido el rcord. All,un ex concejal ha construido una urbani-zacin en terrenos de propiedad munici-pal, ha realizado una permuta de terrenosfalsa con el Ayuntamiento de Njar, ha cons-truido en va pblica y en zona verde, haampliado su urbanizacin a costa de le-vantar el asfalto de una carretera e intro-ducirla en un aparcamiento pblico, haconstruido 90 viviendas cuando slo tieneautorizacin para construir 65...

    Uno de los mayores escndalos urba-nsticos de la provincia de Almera lo haprotagonizado el conjunto de apartamen-tos conocido como edificio de Genove-ses, construido en las proximidades de laparadisaca baha de Genoveses, invadien-do todas las servidumbres establecidaspor la Ley de Costas. La licencia fue decla-rada ilegal por el Tribunal Supremo y eledificio ha quedado a medio construir.

    Los propietarios, varias empresas radi-cadas en Gibraltar, cuando recibieron laorden de parar las obras, reclamaron unaindemnizacin al Ayuntamiento y el Tri-bunal Superior de Justicia de Andalucales dio la razn. Los vecinos exigieron quede acuerdo con la Ley de Rgimen Local laindemnizacin la pagaran de su patrimo-nio particular los concejales que habanvotado a favor de la licencia ilegal. Losresponsables municipales, para eludir la

    Condenado

    el Alcalde de OjnEl Juzgado de lo penal n3 de Mlaga hacondenado al Alcalde de Ojn a 2 aos decrcel y 12 de inhabilitacin para cargopublico por cometer dos delitos contra laordenacin del territorio al permitir sen-das construcciones en el paraje protegi-do de los alcornocales de Elviria. La de-nuncia fue presentada por Ecologistasen Accin de Marbella en el ao 2000.

    Esta sentencia pone nuevamente en lapicota judicial la violenta especulacinurbanstica y la impunidad con la que seacta en toda la Costa del Sol malague-a, especialmente en aquellos espaciosde valor forestal que todava quedan.

    Francisco Manuel Vzquez ha dimiti-do como alcalde de Ojn, cargo que haostentado durante once aos.

    FOTO:

    CARLOS S

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    7El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Viviendas ilegales en Jan

    Ecologistas en Accin de Jan ha denunciado la proliferacin deviviendas ilegales en distintos parajes protegidos del entorno dela capital. La construccin de chales en terrenos calificados comono urbanizables viene denuncindose desde hace aos en losmontes de La Mella, Cerro Almodvar, ladera del cerro de Jabal-cuz, cerro de La Imora, San Cristbal, El Neveral, Valparaso,Reguchillo y Quiebrajano, algunos de los cuales estn dentro dela superficie que ocupar el futuro parque periurbano de lasfaldas del castillo de Santa Catalina.

    Sin embargo, es el cerro de La Mella, declarado como EspacioForestal de Inters Recreativo, donde la situacin es ms grave.Hay al menos medio centenar de viviendas construidas al mar-gen de la ley, poniendo de manifiesto la nefasta gestin urbans-tica del Ayuntamiento. La Mella destaca por su singularidadcomo espacio de gran valor paisajstico, botnico y faunstico y,por desgracia, por las fuertes agresiones que viene sufriendobajo el silencio del Ayuntamiento.

    Ley de Ordenacin Urbanstica de AndalucaLola Yllescas, Javier Lama y Javier Farfante

    Ecologistas en Accin de An-daluca considera que la futuraLey de Ordenacin Urbansti-ca de Andaluca (LOUA) es cru-cial para la buena gestin y con-servacin de un territorio quetiene a la industria turstica y,sobre todo, a la construccin,como primeras fuentes decreacin de empleo y riqueza.

    Para ello es necesario queincorpore la necesidad de su-perar el dficit de participacinpblica. En el Proyecto de leyencontramos que se sigue sinfacilitar la clara y definitiva par-ticipacin pblica de los ciu-dadanos en el diseo de nues-tras ciudades. Los planes urba-nsticos se siguen confeccio-nando en gabinetes tcnicos ya los ciudadanos slo les que-

    da el posible refrendo u oposi-cin a lo diseado.

    Es necesario tambin queincorpore la bsqueda de lasostenibilidad en la planifica-cin urbanstica. En Andaluca,en la mayor parte de los casosse practica un urbanismo in-sostenible que ignora los crite-rios de conservacin. Antes dellevar a la prctica cualquierplaneamiento, se debe estu-diar la capacidad de carga delterritorio. Esto significar co-nocer la posibilidad de un te-rritorio de acoger desarrollosurbansticos sin destruir susrecursos naturales.

    Pero, adems, es indispen-sable que se cumpla la discipli-na urbanstica. Los ciudadanosde Andaluca contemplamos

    con estupor la impunidad conque se evita, ignora y contradi-ce la normativa urbanstica: novivimos en un Estado de dere-cho, sino de hecho. Hay queerradicar tan escandalosa si-tuacin.

    En resumen, Ecologistas enAccin de Andaluca conside-ra que si la LOUA no resuelve lacontinua urbanizacin y espe-culacin del suelo, si no hacedel diseo urbanstico una ac-tividad sostenible, participati-va y democrtica, si no exigetransparencia en la planifica-cin para garantizar el benefi-cio de la mayora, ser una leyestril, que no resolver nin-guno de nuestros problemasactuales y no evitar la des-truccin del territorio.

    Urbanizacin contra camaleonesAdolfo Etchemendi

    Ecologistas en Accin de Andaluca ha denunciado los desbrocesde matorral que se vienen realizando en Casines, trmino muni-cipal de Puerto Real, para urbanizar y construir 1.800 viviendas.Esta zona, de 325.000 m2, conserva la mejor poblacin de cama-leones de la Baha de Cdiz. El camalen una especie catalogadade inters especial, en peligro de extincin y "vulnerable" pordiversas leyes europeas, estatales y autonmicas.

    Lamentablemente la Consejera de Medio Ambiente informfavorablemente la urbanizacin de la finca Casines, autorizandoel desmonte de este extenso retamar. Las medidas correctorasson ridculas, exigindose slo un rastreo en la zona de retamaspreviamente al inicio de las obras para recoger los camaleonesque haya en la zona. Se autoriza una traslocacin sin especificarpoca, metodologa ni lugar de suelta de los ejemplares. Paracolmo las obras han comenzado sin haberse procedido a estatraslocacin, por lo que la mayor parte de sus efectivos adultos(slo se han recuperado 16 ejemplares) y la totalidad de la puestaestn sucumbiendo bajo las mquinas.

    Muchos de estos problemas se solucionaran con la aprobacindel Plan de Conservacin del camalen, que se encuentra paraliza-do desde hace cuatro aos, a pesar de que es una obligacin legalpara todas las especies en peligro de extincin o vulnerables.

    Desaconsejanurbanizacionesen Doana

    El Patronato de Doana hadesaconsejado la construc-cin de la urbanizacin Cas-tillo de la Luz en Mazagn(Huelva). El pleno del Pa-tronato del Parque Nacio-nal aprob el informe reali-zado por un grupo de ex-pertos sobre el Plan de Or-denacin Territorial delmbito de Doana, que haelaborado la Consejera deObras Pblicas. El informeno es vinculante, pero es-tablece que no se debenrealizar nuevas recalifica-ciones sobre el suelo delentorno de Doana que noest considerado ya comourbanizable.

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    8 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Centros comercialesPablo Moros

    Los centros comerciales se pueden defi-nir como lugares en los que se invita per-manentemente al consumo merced a unaimbricacin cada vez mayor de compra yocio. En ellos lo importante no es slo quelos visitantes consuman, sino que refuer-cen su deseo de consumir sumergindo-se, durante unas horas, en un mundo deensueo en el que la felicidad est al al-cance de la tarjeta de crdito.

    En sus orgenes, este tipo de mediosde consumo se levantaba en reas subur-banas. Su atractivo principal era la posibi-lidad de comprar gran variedad de pro-ductos, en cantidades importantes y amdicos precios. Pero durante los lti-mos 20 aos han ido sufriendo una trans-formacin, tanto en su ubicacin comoen sus contenidos. As, hoy en da se insta-lan junto a los ncleos urbanos o inclusoen su interior; engloban tiendas con dife-rentes niveles de calidad; y en ellos loespectacular y las formas para el consu-mo del tiempo libre han empezado a ju-gar un papel preponderante.

    El impacto ambiental de estas instala-ciones siempre ha estado muy ligado altransporte y a la ocupacin del territorio.El concepto de los megacentros perifri-cos corresponda a un modelo tpicamen-te estadounidense, en los que los accesosestn concebidos para el vehculo priva-do, con lo que eso implica de necesidad deampliacin de infraestructuras y de po-tenciacin de un transporte de gran im-pacto. Con su aproximacin a los ncleosurbanos se supone que tal efecto se mini-miza al tiempo que se opera en ellos unademocratizacin, pues el acceso a los

    mismos se ve ampliado a los ciudadanossin coche.

    Cercana, diversidad, escenarios para elocio, la cultura y la participacin, son algu-nos de los reclamos que el marketing em-plea para vender los nuevos centros co-merciales. A juicio de los expertos, Espaaes un mercado poco explotado para estetipo de instalaciones. Segn la AsociacinEspaola de Centros Comerciales, nuestropas contaba, en 2000, con 398 centros, loque supona una densidad comercial de145,7 m2 por cada 1.000 habitantes; unacifra inferior a los 184,7 m2 por 1.000 habi-tantes de la media europea. Algo parecidosucede con el uso que los espaoles ha-cen de este tipo de producto: 19 visitas alao por habitante frente a las 23 visitas alao de cada europeo.

    La publicidad y los apologistas del neo-liberalismo afirman que los centros co-merciales son una de las nuevas formas deconvivencia de las sociedades posmoder-nas. Segn ellos, se tratara de los lugaresen los que los ciudadanos del siglo XXIdesarrollan sus vidas pblicas como anta-o lo hicieran en las plazas de pueblos yciudades; por lo que su proliferacin yutilizacin deben ser fomentadas. Estapostura olvida algunos detalles. El prime-ro, que esta modalidad de consumo y ocioconsagra definitivamente el alejamientodel ser humano del escaso entorno natu-ral con el que est en contacto dentro delas ciudades, confinando a los individuos amoverse por calles en las que todo es arti-ficial y controlado, desde la temperatura ala iluminacin. Segundo, que la estructuray configuracin de estos espacios seudo-

    pblicos responden a un diseo mera-mente comercial cuyo nico fin es incenti-var el consumo. Tercero, que estos espa-cios tienen un dueo, una corporacinprivada o una entidad de gestin que res-ponde a los intereses de promotores yvendedores. Y cuarto, que la participacinciudadana est limitada por esas mismascorporaciones. En estas pretendidas nue-vas plazas no hay lugar para elementostan desagradables como los indigentes,los actos de protesta, los vendedores am-bulantes, la espontaneidad, el viento, lalluvia, los pjaros o la luna. Pero tranquil s:seguro que pronto las nuevas tecnologasde lo virtual nos los colocarn delante decada escaparate para que, quien lo desee,pueda ejercer su libertad escogiendo elescenario que ms se ajuste a sus fantasasmientras compra, se entretiene o desarro-lla su vida pblica.

    3 millones de viviendas desocupadas

    CC OO ha denunciado el aumento del nmero de viviendas desocupadas en Espaa.Las ltimas estimaciones cifran en unos 3 millones las viviendas vacas (un 15% deltotal), una cantidad equivalente a las viviendas nuevas construidas entre 1995 y 2001.Se estima que el mercado de alquiler arrastra un dficit de 800.000 viviendas, cifra quesimplemente podra ser cubierta sacando al mercado de alquiler una cuarta parte de lasviviendas desocupadas que existen.

    Espaa es el pas de la Unin Europea donde mayor peso tienen las viviendas enpropiedad (86% del total) y menor las de alquiler (14%), con una nula presencia pblicaen stas ltimas (el alquiler pblico slo supone un 2% de las viviendas en alquiler). Enla UE la importancia de la vivienda en alquiler es muy superior: el 39% de las viviendasest en rgimen de alquiler y, adems, el 18% de ellas son de alquiler social pblico.

    Una evidencia de la apuesta de los sucesivos gobiernos por la propiedad frente alalquiler es la evolucin del parque de viviendas. En 1950 las viviendas en alquilersuperaban a las viviendas en propiedad. En los ltimos 50 aos las primeras no handejado de disminuir y las segundas de aumentar. El resultado es que en el ao 2000,por cada vivienda en alquiler existan ocho en propiedad, segn CC OO.

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    Canarias:

    no protestar

    Los cinco miembros de laCoordinadora Federal de Eco-logistas en Accin de Canariashan sido imputados por el mi-nisterio fiscal de Santa Cruz deTenerife por varios supuestosdelitos cometidos en una con-centracin en 2001 contra dela mal llamada Ley de Morato-ria Turstica. Se les acusa deinjurias y calumnias a dipu-tados y por alteracin gravede la sesin del Parlamento.

    La Delegacin del Gobiernoen Canarias asegura que estainvestigacin no obedece auna actuacin arbitraria, sinoal cumplimiento de la ley. Se-gn la Delegacin, la PolicaNacional levant un atestadopor el lanzamiento de mone-das e insultos a varios parla-mentarios y al consejero Mar-cial Morales. Este atestado sepuso en conocimiento del fis-cal en aplicacin de la Ley deEnjuiciamiento Criminal.

    Sin embargo, el consejeroneg que se produjeran estoshechos y agreg que lo nicoque sucedi es que los ecolo-gistas consideraron demo-crticamente oportuno mani-festarse a la entrada de la C-mara. Morales considera quelo curioso del asunto es quenadie me ha preguntado si mehan ofendido, insultado o lan-zado una moneda. Verme enun proceso como parte ofen-dida me resulta surrealista.

    Para Ecologistas en Accinesto es una muestra ms delo que entiende nuestra cla-se poltica por participacindemocrtica.

    Valencia: exceso

    de velocidad

    La memoria econmica delanteproyecto de la Ley de Or-denacin del Territorio y delSuelo no Urbanizable elabora-da por la Conselleria de ObrasPblicas de la Comunidad Va-lenciana reconoce el riesgo deque el exceso de velocidaden la puesta en marcha de de-masiados proyectos de urba-nizacin sobre un territorio li-mitado saturen el mercado,desborden la capacidad de res-puesta de los servicios y siste-mas generales, equipamien-tos e infraestructuras primariasque vertebran y articulan la ciu-dad y el territorio.

    La memoria destaca que lasconstrucciones masivas hie-ran al territorio y al medio am-biente de forma irreparable yquizs innecesaria. As como,que la proliferacin de la edifi-cacin se efecte al serviciode los intereses recaudatoriosdel municipio y de unos pro-pietarios puestos de acuerdoa travs de comisionistas le-galizados.

    Ecologistes en Acci delPas Valenci ha mostrado suacuerdo con la memoria eco-nmica, pero lamenta que laproblemtica a la que se aludeno est planteada en el pro-yecto de la ley; en consecuen-cia, tampoco se le intenta darninguna solucin desde elGobierno valenciano. Criticatambin que la norma elabo-rada no supone ninguna pro-teccin frente al urbanismodepredador, que ha crecido aun ritmo desenfrenado duran-te los ltimos diez aos.

    Ciudad y medio ambiente:

    la Agenda 21 LocalLuis Enrique Espinoza, Ecologistas en Accin de Salamanca

    Los compromisos internacionales sobre medio ambiente,como los adquiridos en la Conferencia de Naciones Unidassobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Ro de Janei-ro en 1992, buscan una aplicacin prctica tambin a escalalocal a travs de la Agenda 21 Local. Este programa de compro-misos para los municipios busca su implicacin en la sostenibi-lidad global, y se formula en cada ciudad a partir de la reflexiny discusin de los propios ciudadanos, quienes sealan conayuda tcnica los indicadores de sostenibilidad de su propiomedio, es decir, identifican los problemas y sealan los objeti-vos que hay que alcanzar para mejorar la situacin en un sentidoamplio e integrador, donde pueden aparecer desde programasde reduccin de la contaminacin local, o de ahorro energtico,hasta de solidaridad con otros pueblos empobrecidos.

    As pues, no se trata slo de disponer de tecnologas dedepuracin de aguas o de reduccin de la contaminacin; de unmodelo de gestin de basuras basado en la prevencin y elreciclaje; de una poltica de creacin de espacios verdes, etc.Siendo importante todo ello, porque supondr una mejora enla calidad de vida y una reduccin de la huella ecolgica de laciudad, de lo que se trata es de redefinir nuestro modelo deciudad como mbito de trabajo y convivencia buscando laequidad, porque la justicia social es una condicin para lasostenibilidad urbana. Hay que integrar las necesidades bsicasde la poblacin, as como los programas de salud, empleo yvivienda en la proteccin del medio ambiente.

    La Agenda 21 Local aporta como novedades una dimensinglobal, que integra los aspectos ambientales y socioeconmi-cos; la exigencia de planificacin y coordinacin de polticasmunicipales diversas; o el carcter participativo de su elabora-cin y gestin, que supone una corresponsabilidad en lasdecisiones por parte de los ciudadanos, en un ejercicio deprofundizacin de la democracia poltica.

    La extensin del marco de decisin es imprescindible cuan-do se trata de hacer frente a problemas complejos, donde laincertidumbre es alta, irreductible en ocasiones, y existenvalores en juego o implicaciones ticas, por ejemplo de tipotransgeneracional. La implicacin ciudadana en el procesohacia la sostenibilidad aporta un elemento de continuidadfrente a las discontinuidades de la poltica tradicional, marca-da por las contiendas electorales que exigen, adems, resulta-dos en el corto plazo.

    Este tipo de compromisos de escala local, que son al tiempoinstitucionales y ciudadanos, son indispensables para enfren-tar con eficacia los problemas ambientales.

    Madrid, paraso de la obra pblicaEcologistas en Accin de Madrid

    La Comunidad de Madrid es un magnfico y triste ejemplo dedispersin urbanstica y de construccin de infraestructuras parapermitir su funcionamiento a base de coches. Para dar servicio a lanueva estructura territorial (620.000 nuevas viviendas en los prxi-mos aos), adems de los 3 anillos de circunvalacin existentes(M-30, M-40 y M-45), se est construyendo la M-50 y est prevista laM-60 ninguna otra capital europea tiene dos autovas circularescompletas. Adems, se estn construyendo 4 nuevas autopistasradiales y ampliando muchas de las existentes, lo que incrementaren un 50% la capacidad de penetracin de vehculos en la capital.

    La participacin ciudadana es imprescindible para el

    desarrollo de las Agendas 21. FOTO: JUAN G VICENTE.

  • El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

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    Ciudades del mundoEl ltimo informe sobre pobla-cin de la ONU seala que casila totalidad del aumento depoblacin mundial ocurrir enlas ciudades del Tercer Mun-do: en 2015, las cinco ciudadesmayores del mundo, con msde 20 millones de habitantescada una, sern Tokio, Bom-bay, Lagos, Dhaka, y So Paulo.

    Las ciudades tienen un im-pacto enorme en el ambiente:generan cerca del 80% de todoel dixido de carbono de ori-gen humano y utilizan el 75%de la madera para uso indus-trial, as como el 60% del aguaconsumida por la Humanidad,bien de forma directa aguade boca, sanitaria o de uso in-dustrial o indirecta utilizadaen los regados que alimentana la poblacin.

    Hoy en da las reas urba-nas no estn preparadas paraadecuarse a la poblacin cre-ciente y al xodo masivo delcampo a la ciudad. La pobrezaest aumentando en las ciuda-des, excluyendo a miles de per-sonas de derechos bsicoscomo el empleo, la proteccinsocial, la salud o la educacin.La situacin se complica anms con el rechazo al que seven sometidas las personasque llegan a las ciudades pormotivos econmicos o polti-cos, especialmente si son ex-tranjeras o pertenecen a etniaso grupos sociales marginados:a los problemas de falta de re-cursos bsicos se aaden losde marginacin.

    MxicoEl cientfico Mario Molina, pre-mio Nobel de Qumica, y lasautoridades de la ComisinAmbiental Metropolitana deCiudad de Mxico solicitaronliberar recursos del Fideicomi-so Ambiental para continuarlos estudios que permitan des-pejar incgnitas pendientessobre el fenmeno de la con-taminacin atmosfrica en elValle de Mxico, una de las zo-nas ms contaminadas delmundo. La secretaria de MedioAmbiente del DF, ClaudiaSheinbaum, inform que de los700 millones de pesos (unos70 millones de euros) del fidei-comiso integrado por la reten-cin de dos centavos por cadalitro de gasolina producido enla metrpoli hasta 1998, unos100 millones financiarn dis-tintos proyectos que mejora-rn las condiciones ambienta-les de la Zona Metropolitanadel Valle de Mxico. En particu-lar, se quiere estudiar la conta-minacin por partculas meno-res de 2,5 micrometros, y desa-rrollar modelos de qumica at-mosfrica que permitan cono-cer cmo ocurre la dispersin

    de contaminantes.

    Luces urbanasEl mapa est realizado a par-tir de las luces permanentesde la superficie de la Tierra.As, las reas ms brillantesson las ms urbanizadas, perono necesariamente las mspobladas. Las ciudades tien-den a crecer a lo largo de lascostas y de las grandes redesde transporte. Algunas de laszonas ms iluminadas, porejemplo, son las grandes ciu-dades del oriente de EE UU,unidas por la red estatal deautopistas.

    EE UUNo slo las ciudades de los pa-ses pobres sufren graves pro-blemas. La zona costera deNueva York-Nueva Jersey su-fre una contaminacin gene-ralizada, as como un desarro-llo urbanstico sin control, queha hecho desaparecer 220 delos 260 km2 de humedales delterritorio de la ciudad de Nue-va York. As lo denuncia un es-tudio del NRDC (Consejo parala Defensa de los Recursos Na-turales) estadounidense. Sola-mente en el ao 1999 se vertie-ron en el rea unos 15 millonesde kilos de productos txicos,como cinc, cianuros, clorofor-mo, tolueno y cromo.

    El NRDC afirma que granparte del progreso realizado enlos ltimos 30 aos en la mejorade la calidad de las aguas de lazona estudiada se ve amenaza-do por la contaminacin qumi-ca, la urbanizacin y la destruc-cin de espacios naturales. Cu-riosamente, entre los mayorescontaminadores identificados,adems de empresas qumicasy del aeropuerto de La Guardia,est una planta de control de lacontaminacin.

    Sur de fricaDe acuerdo con el informe Glo-bal Environmental Outlook (Pa-norama ambiental mundial)del programa de la ONU parael ambiente (PNUMA), la urba-nizacin rpida y sin planificares una amenaza para la saludde los habitantes del sur defrica, creando las condicionespara la propagacin de gravesenfermedades. Dichas enfer-medades se derivan de pro-blemas ambientales comoagua contaminada, malos sis-temas de alcantarillado, con-taminacin del aire dentro delas viviendas y exposicin a losmosquitos, que se dan en elhacinamiento de las ciudadesde esta parte del mundo. Estosproblemas sanitarios se venexacerbados por los nuevosproblemas de la contamina-cin industrial y agrcola. Losproductos qumicos que se uti-lizan en ambos sectores estncausando y/o empeorandodolencias tales como tubercu-losis, bronquitis, enfermeda-des coronarias, cncer y asma.La mayora de las ciudades afri-canas se fundaron como cen-tros coloniales administrativosy comerciales, sin ninguna ca-pacidad para acoger a pobla-ciones numerosas como ocu-rre en la actualidad.

    FOTO: C. MAYHEW Y R. SIMMON, NASA GSFC

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    Siria La ciudad vieja de Alepo sufrelas consecuencias ambientalesdel rpido cambio en los mo-dos de vida de sus habitantes yde una economa orientada alturismo. Los problemas funda-mentales son la mala gestinde los residuos de talleres yfbricas pequeas, el trficomotorizado y la mala calidaddel agua y de los saneamien-tos. Para afrontar estos proble-mas de forma global, se estdesarrollando un programaambiental basado en el mode-lo de la Agenda Local 21. Elprograma pretende la coope-racin y participacin de todaslas personas y entidades afec-tadas por la situacin ambien-tal de la ciudad, y se englobaen una iniciativa ms generalde desarrollo de la Agenda 21para toda la ciudad de Alepo.

    Ciudades lentasEn 1999, se fund en Italia elmovimiento de ciudades len-tas, con una filosofa similar ala de la comida lenta. Las ciu-dades lentas fomentan los pro-ductos naturales y autctonos,la artesana, la rehabilitacinde edificios antiguos frente ala construccin desaforada, elpeatn frente al automvil, laszonas verdes frente al ce-mento y, en fin, la calidadfrente a la cantidad y la len-titud consciente frente ala celeridad enloquecida.De este modo se preten-de que la vida urbanasea, por lo menos, vivi-ble. Forman parte deeste movimiento 26

    ciudades italianas; son ciuda-des pequeas y antiguas en sumayora, pero muy dinmicasy con vida propia. Lentitud, di-cen los promotores de estaidea, no es sinnimo deatraso.

    BrasilEn Santos, importante ciudadportuaria y turstica de Brasil,el gobierno municipal del Par-tido de los Trabajadores se hapropuesto conseguir la impli-cacin de toda la comunidaden la creacin y aplicacin depolticas y programas de mejo-ra de las condiciones ambien-tales, econmicas y sociales.Ser a travs de los consejosciudadanos para la participa-cin pblica, donde trabaja-dores de los sectores pblico yprivado, profesionales, acad-micos y sectores pobres de lasociedad comparten ideas parael planeamiento urbano sos-tenible de la ciudad. Cada con-sejo se ocupa de un tema par-ticular, dentro de las nuevereas prioritarias (generacinde empleo, ingresos y educa-cin; recursos naturales y sa-neamiento; vivienda; educa-cin y salud; transporte; vio-lencia y seguridad; turismo yocio; ciudadana, y formulacindel plan general. Como de cos-tumbre, todas estas laudablesiniciativas locales estn, pordesgracia, a merced de unascircunstancias exteriores (glo-balizacin, FMI...) que se es-capan a la actuacinde los consejosciudadanos.

    ChinaEl auge econmico de China,que dura ya dos dcadas, haimpulsado la urbanizacin delpas, que crece al ritmo de 0,5%cada ao; en la actualidad el30% de la poblacin habita enciudades, porcentaje que pue-de llegar al 45% en 2010.

    El crecimiento de las ciuda-des (tres de las cuales Beijing,Sanghai y Tianjin se encuen-tran en la lista de megaurbesmundiales, con ms de 10 mi-llones de habitantes), est pro-vocando graves problemas decontaminacin atmosfrica yde las aguas. Un estudio sobrems de 600 ciudades chinasrevela que las instalacionesmunicipales y el estado de laecologa urbana se asemeja alde las ciudades de los pasesdesarrollados hace 40 aos.

    El Gobierno chino ha esti-mulado el desarrollo de las ciu-dades pequeas, lo que hace a

    China muy distinta de pasescomo Mxico, donde una ounas pocas megaciudadesconcentran a la mayora de lapoblacin. No obstante, inclu-so la expansin de las peque-as ciudades est causandoprdidas importantes de tierraagrcola, en un pas que debealimentar a la quinta parte dela Humanidad con slo el 7%de la tierra cultivable delmundo.

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  • 12 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Jos Manuel Naredo,Economista y Estadstico

    El gran xito del proyecto demodernidad civilizatoria quenos ha tocado vivir estriba ensu capacidad para apoyar susfundamentos en valores que se

    suponen universales, trascendentes y, porlo tanto, ajenos a consideraciones espa-cio-temporales. La ciencia econmica hadesempeado un papel fundamental eneste juego reduccionista, aportando elncleo duro de la racionalidad sobre laque se asienta el llamado pensamientonico. La reflexin econmica estndarse sita en un campo meramente instru-mental, servil al ciego instinto de promo-cin competitiva y al desatado mecanis-mo del crecimiento econmico, cerrandolos ojos a los daos sociales y ambientalesque tal modelo ocasiona o ayudando aasumirlos como algo normal o inevitable,como si del pedrisco o el rayo se tratara.Sin embargo el territorio testifica los da-os fsicos y sociales infligidos, que per-manecen reflejados en los paisajes urba-nos, periurbanos y rurales.

    La situacin crtica de la actual civiliza-cin alimenta una pugna sorda entre el

    recurso a evidencias domesticadas quemagnifican la irrefrenable marcha

    hacia el progreso de nuestra sociedad, ylos signos de regresin cada vez msostensibles que muestran el deterioro eco-lgico y la polarizacin social en el acon-tecer diario. Asistimos as a las tribulacio-nes del discurso dominante del pensa-miento nico para ingenirselas, no slopara subrayar los signos de progreso, sinosobre todo para ocultar los signos deregresin. En esta pugna juegan dos no-vedades dignas de mencin: una, la esca-la sin precedentes que han alcanzado losfenmenos urbanos y los problemas ydeterioros que stos generan y, otro, losmedios de difusin, y de disuasin, tam-bin sin precedentes, con los que cuentael pensamiento nico para favorecer elconformismo y desactivar la disidencia.

    La crisis urbana del XIX en los

    pases industrializados y sus

    enseanzas

    Las grandes concentraciones urbanas quetrajo consigo la revolucin industrial su-pusieron una clara ruptura con los mode-los de orden que, con diversas variantes,haban venido presidiendo hasta enton-ces la configuracin de las ciudades. Es-tas concentraciones rompieron las primi-tivas ideas de unidad en el trazado que setena de las ciudades, haciendo que sucontinua construccin y remodelacin

    evolucionara de forma errtica e incon-trolada, para ofrecer el panorama de lasmodernas conurbaciones (1).

    La implantacin del Estado Modernocomo afirmacin de un nuevo poder po-ltico desbroz el camino hacia el actualorden de cosas. La expresin territorialdel nuevo complejo cultural, poltico ysocial se plasm en el modelo de ciudadbarroca, as denominado por Mumfordy otros autores. La ciudad barroca rom-pi los antiguos recintos amurallados paradesplegar por el espacio abierto un plangeomtrico en el que primaban la pers-pectiva horizontal, las largas avenidas y eldiseo ortogonal, por contraposicin alas calles ms angostas y curvas y aldiseo ms orgnico de los cascos medie-vales. El peso determinante de la autori-dad poltica fundadora de los nuevosEstados explica la firmeza planificadoraque subyace a las realizaciones de laciudad barroca que, pese a todo, se esca-lonaron en el tiempo, compartiendo esti-los y conviviendo con el tejido urbanopreexistente para originar en el viejomundo lo que acostumbra hoy a denomi-narse la ciudad clsica o histrica, porcontraposicin a las presentes conurba-ciones. El proyecto de ciudad barroca fueas un parntesis en el desmantelamientode la vieja cultura urbana que dej abier-

    El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    La ordenacin territorial en grandes conurbaciones acarrea graves problemassociales y ambientales irresolubles con el actual modelo de desarrollo

    Ciudades y crisis de civilizacinJos Manuel Naredo

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  • 13El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    to el camino hacia el mayor peso delcapitalismo y el predominio del modelode urbanizacin que, con diversas varian-tes, ha llegado hasta nuestros das.

    Como es sabido, el capitalismo orientla gestin del mundo fsico desde el uni-verso de los valores monetarios para maxi-mizar beneficios. Este criterio de gestines una mquina potentsima de deteriorodel patrimonio (natural y construido) dela sociedad: los agentes econmicos, tra-tan de favorecer su beneficio particularforzando sus ingresos a base de explotarbienes libres o de terceros o trasladandosus costes sobre otros agentes o territoriosque quedan fuera de su mbito contable.Este principio de acrecentar beneficiosprivados a costa del deterioro pblico ode terceros es el que origin la crisis de laurbanizacin masiva que trajo consigo elcapitalismo industrialista del XIX.

    Las imgenes poco recomendables quepresentaban las primeras ciudades indus-triales en la Inglaterra del siglo XIX, go-bernadas por el afn de lucro empresa-rial, trajeron consigo un fuerte movimien-to de reflexin y de protesta. La importan-cia indita del nuevo fenmeno y el em-peo en discutir con datos en la mano laamplitud y gravedad de los problemassuscitados, dio pie a numerosos estudiosy estadsticas. Las encuestas y los regis-tros sistemticos de poblacin ayudarona cuantificar la pobreza y a confirmar quelas nuevas aglomeraciones urbanas de lapoca acarreaban tasas de mortalidadsuperiores a las del medio rural (2), comofiel reflejo de las deplorables condicionesde vida de una parte importante de lapoblacin y el medio ambiente.

    Esta situacin desencaden en Ingla-terra un fuerte movimiento antiurbanoque vea las nuevas aglomeraciones mscomo tumores abominables que comoexponentes del progreso prometido porla civilizacin industrial. Este movimientoayud a ver el status quo como algoinadmisible, extendiendo entre polticos,administradores y filntropos, afanes dereforma tendentes a corregir los aspectosms negativos que acompaaban al pro-ceso de urbanizacin ejemplificado por laciudad monstruo de Londres. Se trata-ba, sobre todo, de paliar la insalubridad yla inseguridad mejorando las condicio-nes de vida de los pobres que se concen-traban en el medio urbano, para hacer del algo ms saludable y apacible.

    Pero lo que al final se hizo fue separardefinitivamente la moral de la patologaurbana, postulando que no haca faltacambiar la sociedad, ni siquiera reducir eltamao de las concentraciones urbanas,sino hacer que stas se atuvieran a deter-

    minados estndares de salubridad. Al verque las enfermedades infecciosas expli-caban el grueso de las elevadas tasas demortalidad urbana, se trataron de mejo-rar las condiciones higinicas de la ciudady las viviendas, controlando la densidadde poblacin, separando el abastecimien-to de agua de los vertidos, pavimentandolas calles y recogiendo los residuos sli-dos. Ante la evidencia de que el mercadono resolva por s mismo estos problemas,se plante la necesidad legal de estable-cer una serie de estndares mnimos dedensidad y de salubridad, entre los quefiguraba la emblemtica dotacin de unvter por familia.

    Las tasas de mortalidad (y de natali-dad) urbana disminuyeron en la Inglate-rra de finales del siglo XIX, hasta situarsepor debajo de las del medio rural, antici-pando el patrn demogrfico que, conms o menos desfase, siguieron los otrospases industrializados. Las omnipotentespalancas de la ciencia y la tcnica facilita-ron una salida razonable a la crisis queplantearon las nuevas aglomeraciones ur-banas del XIX. Renaci la fe en el progre-so, decay el antiurbanismo antes men-cionado y aument la confianza en elcapitalismo y en los aspectos benficosdel crecimiento econmico (y urbano).

    Se pudo mejorar as el confort y lalimpieza del medio ambiente urbano, peroa base de ocupar ms suelo, de utilizarms recursos forneos y de llevar al extra-rradio una contaminacin acrecentada,aumentando por todo ello las necesida-des de transporte.

    Extensin e importancia del actual

    fenmeno urbano

    Las ciudades de la antigedad, e inclusodel medioevo, tenan una dimensin muyinferior a la de las aglomeraciones de hoyda. En 1800 slo Londres alcanzaba elmilln de habitantes, siendo Inglaterra elpas ms urbanizado del mundo. En 1850slo haba en el mundo dos ciudades quesuperaban el milln de habitantes, Lon-dres (con 2,3 millones) y Pars (con 1,1millones). En 1900 aparecen ya diez ciu-dades con ms de un milln de habitan-tes, encabezadas por Londres (4,5), Nue-va York (3,4) y Pars (2,7). En 1910 yahay trece, a la vez que empieza a obser-varse la presencia de aquellas ubicadasen los antiguos pases coloniales, quetomaran la delantera en tamao de po-blacin: hoy, entre las aglomeraciones dems de 10 millones de habitantes se en-cuentran, junto a Nueva York, Mxico,Sao Paulo, Calcuta, Shangai, etc.

    Podemos resumir el giro mencionadoen la evolucin de la poblacin urbana

    mundial de la siguiente manera. La pobla-cin mundial que vive en ciudades de msde 100.000 habitantes pas de represen-tar el 16% de la poblacin total en 1950, al24% en 1975 y al 50% en el ao 2000.Pero subrayemos, como dato ms signifi-cativo, el peso dominante que han adqui-rido los pases pobres o menos desarrolla-dos en el proceso de urbanizacin mun-dial: en 1950 la poblacin urbana antesmencionada que estaba situada en lospases ricos o desarrollados doblaba a lade los pases pobres, mientras que en 1975la poblacin urbana se distribua mitad ymitad entre pases pobres y ricos y en elao 2000 la poblacin urbana de los pa-ses pobres dobla ya a la de los pases ricos.Los problemas derivados de la urbaniza-cin masiva han dejado, as, de ser elproblema casi exclusivo de los pases ricosque era hace un siglo, a convertirse en unproblema de primer orden en los pasespobres, cuya tasa de urbanizacin crecien consonancia con los datos aportados,pasando del 7,8% en 1950 a superar el40% con el cambio de siglo.

    13El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    1. El uso del hierro y del hormign dalugar a un gran volumen construido porunidad de superficie. FOTO: ECOLOGISTAS EN ACCIN.2. El nmero de pobres y marginadosaumenta en las grandes conurbaciones.FOTO: ECOLOGISTAS EN ACCIN.

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    1

  • 14 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Criterios que orientan el actual

    orden de cosas

    El distinto modelo de ciudad, o ms biende no-ciudad, al que se atenan las prime-ras conurbaciones, reflejaba ya la hege-mona del capitalismo sobre la autoridadpoltica. Esta hegemona tuvo que atener-se a los nuevos estndares de calidadurbana acordados en las metrpolis paraseguir progresando. Pero a medida quetal hegemona se fue extendiendo por elmundo, con ella se extendi tambin, enlo esencial, el nuevo modelo de ordenterritorial, con alguna variante que preci-saremos a continuacin. La tan cacarea-da globalizacin econmica, y la consi-guiente extensin del pensamiento nico,trae consigo la aplicacin planetaria deun nico modelo de ordenacin del terri-torio. Resumamos sus rasgos esenciales.En primer lugar, creo haber demostrado(3) que las reglas del juego econmicodesarrolladas por el capitalismo tienden aordenar el territorio en ncleos de atrac-cin de capitales y productos (ms den-sos en poblacin e informacin) y reasde apropiacin y vertido. Junto a estatendencia general, que funciona a escalanacional e internacional, se plantean otrasque explican ms matizadamente la uni-versalidad del modelo aparentementecatico de las propias conurbaciones.stas vienen dadas por la confluencia deciertos presupuestos tcnico-econmicosque cabe resumir de la siguiente manera:

    Presupuestos econmicos: Con el ca-pitalismo la mayora de los edificios yviviendas no se construyen ya directa-mente para el uso de sus futuros usuarios,sino para la venta (o el alquiler), porentidades interpuestas que buscan el be-neficio monetario. Esta finalidad hace quese tienda a maximizar el volumen construi-do por unidad de superficie hasta donde lopermita la normativa vigente y que lospropietarios de suelo traten de modificarsu calificacin hacia normas ms laxas,alterando los planes existentes (4).

    Presupuestos tcnicos: El perfecciona-miento tcnico, y el abaratamiento, ob-servados en el manejo del hierro y elhormign desde finales del siglo XIX,permiti dotar a los edificios un esqueletode vigas y pilares, independiente de losmuros, capaz de soportar numerosas plan-tas y de conseguir un volumen construidopor unidad de superficie muy superior alde los edificios tradicionales.

    Con los dos presupuestos sealados segeneraliz por el mundo la aparienciauniforme de los edificios, originando unaesttica universal acorde con el predomi-nio del pensamiento nico. A la vez que lanueva posibilidad de aumentar el volu-men construido sobre el suelo ocupadopor edificios antiguos, desencaden pro-cesos de demolicin de la ciudad histricasin precedentes, cuando el marco institu-cional lo permita, como ha sido el casode Espaa (5). Por otra parte, el desastro-

    so comportamiento trmico de los nue-vos edificios acrecent el gasto energticonecesario para hacerlos habitables.

    Los avances tcnicos observados en elterreno de los transportes y las comunica-ciones han facilitado la enorme extensinterritorial en forma de mancha de tinta ode aceite que caracteriza a la conurba-cin difusa o al urban sprawl de nuestrotiempo. Si reducir el hacinamiento ayuden su da a mejorar la salubridad urbana,la extrema dispersin actual de los usos yla gran dependencia del transporte consti-tuyen hoy uno de los principales factoresde deterioro del medio ambiente urbano.

    Patrones inviables

    Un grave problema de fondo ligado alactual proceso de urbanizacin es el queplantea el indiscutido afn de extender atodo el mundo los patrones urbanos devida de las metrpolis mundiales, cuandoestos patrones se muestran hoy inviablespara el conjunto de la poblacin: su gene-ralizacin plantea unas exigencias en re-cursos y residuos que se salen del limitadoentorno planetario, evidenciando estaimposibilidad. Pero el problema no slose limita a proponer a la especie humanaun modelo de progreso que se revelainviable a la luz de la lgica ms elemen-tal, sino que en los ltimos tiempos ladistancia entre ricos y pobres se acentaa pasos agigantados a escala planetaria,reflejndose en el ensanchamiento de la

    14 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    1. La mitad de la poblacin mundial vive en ciudades de ms de 100.000 habitantes. FOTO: ECOLOGISTAS EN ACCIN. 2. La ciudades modernas tienen unaapariencia uniforme. FOTO: PACO RAMOS. 3. Hay escasas posibilidades econmicas en las ciudades del Sur. Funmbulos en Calcuta. FOTO: FERNANDO MOLERES

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  • 15El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    brecha Norte-Sur y en la aparicin decrecientes bolsas de pobreza y de margi-nacin en el propio Norte.

    En efecto, el desarrollo, en vana pre-tensin de erradicar la pobreza, no haintervenido mejorando de entrada lascondiciones de vida de las sociedadesperifricas al capitalismo, sino provocan-do su crisis, sin garantizar alternativassolventes de mejora para la mayora de lapoblacin implicada e incluso originan-do, en ocasiones, situaciones de penuriay desarraigo mayores que las que sepretendan corregir. Porque, adems, lasnuevas necesidades que trae el desarrolloaparecen como algo ajeno a las posibili-dades de los individuos para hacerlesfrente directamente, con lo que la personacarente de trabajo e ingresos aparece comoun residuo obsoleto, inadecuado a lasnuevas exigencias del desarrollo, que caecon facilidad por la pendiente de la margi-nacin social y el deterioro personal.

    As, no cabe considerar el procesoactual de urbanizacin que se opera enlos pases pobres como un paso que repi-te la misma senda de modernizacin yprogreso seguida tiempo atrs por lospases ricos: es ms comn que este pro-ceso resulte de la mera destruccin de lasformas de vida y de cultura de aquellospases, que de las capacidades del desa-rrollo para la calidad de vida de la pobla-cin en las actuales aglomeraciones. Lamagnitud de las imgenes de frustraciny desarraigo que presentan hoy las conur-baciones de los antiguos pases colonialesas lo atestiguan, empequeeciendo losproblemas que presentaba el Gran Lon-dres de hace un siglo. La calidad ambien-tal de Londres ha podido sin duda mejo-rar, junto con la de otras antiguas ciuda-des industriales, mostrando que, por lasrazones antes indicadas, los pases metro-politanos estn en condiciones muchoms favorables que el resto del mundopara mantener la calidad interna de suspropias conurbaciones y para seguir de-sarrollando formas de urbanizacin in-viables a escala planetaria.

    Perspectivas de la crisis

    La dificultad para incidir sobre la marchade la actual civilizacin y su reflejo territo-rial, no estriba tanto, como suele decirse,en la falta de medios econmicos o deinstrumentos tcnicos, como en nuestraincapacidad para revisar los fines quepresiden y orientan los comportamientosen nuestra sociedad. Hemos visto que lacrisis urbana que atravesaron los nacien-tes pases industriales del siglo XIX estuvomotivada por fallos de calidad interna delpropio sistema urbano y que se resolvi,con el apoyo del Estado, utilizando ms

    intensamente los recursos y sumiderosdel resto del territorio. Sin embargo, lacrisis actual no slo vuelve a plantearnuevos problemas de calidad interna,sino que se topa con el deterioro acrecen-tado del resto del territorio. Su tratamien-to exige, por lo tanto, reconsiderar lasrelaciones del propio sistema urbano conel resto del territorio.

    El enfoque sectorial y parcelario que sehaba utilizado con xito para resolver lacrisis anterior se revela ahora insuficiente.Los problemas ya no se resuelven au-mentando la altura de las chimeneas otirando de la cadena del vter. Hay quepreocuparse del funcionamiento del sis-tema urbano en su conjunto y, para ello,hace falta volver a considerar la ciudadcomo proyecto, consideracin que sehaba desvanecido junto con la cohesiny la participacin social que en otro tiem-po construy y mantuvo las ciudades.

    Se cae, as, en la cuenta de la necesi-dad de reconstruir el cuerpo social de laciudad y de dotarlo de rganos responsa-bles capaces de controlar su funciona-miento fsico y el deterioro que originasobre el territorio. Pero entonces nos en-contramos con que el tamao sobrehu-mano de los asentamientos actuales difi-culta enormemente esta reconstruccin,lo que urge a redimensionar esa ciudad-proyecto, rompiendo la inercia expansi-va de las conurbaciones. Lo cual exigirasupeditar la finalidad imperante del lucroal logro de otras metas (sociales, ambien-tales...) desencadenando un proceso enel que, mediante la interaccin transpa-rente entre informacin, participacinsocial y normativa, se vaya definiendo elnuevo proyecto de ciudad y su relacincon el resto del territorio. Pero, a la vez, ladimensin internacional y planetaria delos problemas hace que stos trasciendande la esfera local o nacional en la que sehan venido tratando. Por todo lo expues-to, la crisis del modelo de ordenacin delterritorio que se ha extendido por el mun-do est llamada a resolverse con la crisisde la civilizacin que lo engendr.

    Por lo comn, tanto las ciencias socia-les y ambientales, como las institucionesque se ocupan del territorio y del medioambiente, invierten ms esfuerzo en ocul-tar que en analizar y paliar los problemasde fondo que suscitan la crisis actual. Lavergonzosa falta de datos sistemticossobre la ocupacin del suelo y los flujosque componen el metabolismo de la ac-tual sociedad, a sus distintos niveles deagregacin, o sobre las condiciones devida de la poblacin, corre paralela conlos miles de satlites enviados a la atms-fera, con los cuantiosos recursos destina-dos a estudiar el medio ambiente, el clima

    15El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Notas y referencias

    Una versin ms amplia de este artculo

    se public, con el mismo ttulo, en

    Documentacin Social, n 19, abril-junio

    2000.1. Trmino acuado por Patrick Geddes

    (1915: Cities in evolution, versin espaola

    de Ed. Infinito, Buenos Aires, 1960) paradesignar esta nueva forma de urbanizacin,

    diferencindola de lo que antes se entenda

    por ciudades. Lewis Mumford, en Lacultura de las ciudades (s/f, EMCE, Buenos

    Aires), llega a hablar de desurbanizacin

    para referirse a este mismo proceso,

    subrayando que supona la destruccin de

    la antigua idea de ciudad.

    2. Por ejemplo, en 1840, la tasa de

    mortalidad en Liverpool era del 71 por

    1.000, multiplicando por tres a la registrada

    para la media de Inglaterra (el 22 por

    1.000) (Carter, h. y Lewis, C.R., 1990: An

    urban geography of England and Wales in

    XIX Century, Edward Arnold, Londres.p.38). En la Francia de la Restauracin, por

    trmino medio la tasa de mortalidad en las

    ciudades era una vez y media superior a la

    registrada en el medio rural (Pinol, J-L.

    1991: Le monde des villes au XIX sicle,

    Hachette, Pars., p.145). Esta diferencia se

    sigui observando en Europa y Estados

    Unidos hasta finales del siglo XIX y

    principios del XX.

    3. Ver J.M. Naredo y A. Valero (directores):

    Desarrollo econmico y deterioro ecolgico.

    Fundacin Argentaria y Visor

    Distribuciones, Madrid, 1999.

    4. La reciente Tesis doctoral de Javier Ruiz

    (1999: Madrid 1963-1994:...La gnesis delmodelo disperso, Tesis doctoral, ETSA) de

    Madrid), confirma que, en la Comunidad

    de Madrid, la ocupacin del territorio hatranscurrido en buena medida corrigiendo o

    contraviniendo lo previsto en los planes

    municipales y que los planes deinfraestructuras han sido ms

    condicionantes del modelo de crecimiento

    que el planeamiento urbano originario.5. Espaa es el pas con el parque de

    viviendas ms renovado de la Unin

    Europea, lo que permite concluir que eldesarrollo econmico fue

    proporcionalmente ms destructivo de

    nuestro patrimonio inmobiliario de lo que lofue la Segunda Guerra Mundial en pases

    como Alemania. (Naredo, J.M.(dir.), 2000:

    Composicin y valor del patrimonioinmobiliario en Espaa. Ministerio de

    Fomento, Madrid).

    e incluso el planeamiento territorial y susvaloraciones monetarias.

    De esta manera es probable que lastendencias regresivas sigan, como hastaahora, adelante, sin que la sociedad tomeconciencia de la crisis. Porque resultadifcil que una civilizacin prevea su pro-pia crisis y ponga los medios necesariospara resolverla cuando afecta a sus ci-mientos: lo normal es que sta le sorpren-da, como ocurri en la Grecia clsica o laRoma imperial, cuando adquiera tintesclaramente catastrficos y difcilmente re-versibles.

  • 16 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    Carlos Verdaguer, arquitecto urbanistay profesor asociado de urbanismo

    en la Escuela de Arquitectura de Madrid.

    Sera aventurado afirmar que elmovimiento ecologista ha supe-rado por completo los prejuiciosprofundamente antiurbanos quelo caracterizaron en sus orgenes,

    pero lo cierto es que, a medida que se haido fortaleciendo y adquiriendo madurez,su lectura de las relaciones entre naturalezay ciudad ha ido dejando atrs la perspecti-va simplista que abogaba por la sustitucinde las ciudades por pequeas agrupacio-nes autosuficientes de casas ecolgicas ro-deadas de huertos para ir adquiriendo lacomplejidad conceptual que exige un fe-nmeno como el urbano cuya extensinabarca ya todo el planeta.

    Hay que sealar que lo contrario tam-bin es cierto: sin las aportaciones de laecologa en sus vertientes cientfica y mili-tante, la visin imperante en el mbito delurbanismo progresista seguira siendo laque asociaba calidad urbana exclusiva-mente a la existencia de un gran parque deviviendas sociales espaciosas y bien dise-adas con equipamientos, dotaciones yzonas verdes, sin poner en cuestin elpropio crecimiento urbano, y sin conside-rar siquiera los ingentes flujos de energa,materia y residuos entre las ciudades, susterritorios y todo el planeta que caracteri-zan y condicionan la dinmica urbana.

    A pesar de esta gradual convergenciaentre las visiones del ecologismo y delurbanismo ms avanzado y a pesar de que,al socaire de la idea de sostenibilidad, lapreocupacin por el medio ambiente hapasado a formar parte ineludible de losdiscursos institucionales, el caso es que elpanorama dista de estar claro a la hora deentender en qu consisten realmente lasostenibilidad urbana o el urbanismo lla-mado ecolgico. Se trata de un debateabierto y referido a un escenario funda-mental en el que el ecologismo est llama-do a jugar un papel mucho ms importantedel que ha desempeado hasta ahora.

    La clave y los trminos de este debate

    son, por otra parte, similares a los que seplantean en todos los dems mbitos en unmomento como el actual en el que eladjetivo ecolgico en cualquiera de susacepciones (ambiental, sostenible, etc.) seadhiere alegremente a cualquier sustanti-vo necesitado de urgente revisin. La pri-mera pregunta en todos los casos es qucriterios son los que pueden permitir dilu-cidar si el uso de dicho adjetivo est plena-mente justificado o si responde simple-mente a la cada vez ms extendida estrate-gia de maquillaje verde. Lejos de cerrar eldebate, las respuestas a esta cuestin defondo no han de servir sino para despejarel camino para el amplio abanico de alter-nativas posibles de actuacin en el campocorrespondiente, en este caso el de lo urba-no, desde la perspectiva del ecologismo.

    Las ideas y formulaciones generales quese exponen a continuacin sin nimo siste-mtico ni exhaustivo pretenden ser una

    contribucin personal a este debate desdela experiencia ciudadana y profesional ydesde la reflexin terica. Ms que ofrecerrespuestas o recetas unvocas, buscan ani-mar a quienes se consideran parte delmovimiento ecologista a profundizar porsu cuenta en el anlisis y la comprensin deuna realidad ineludiblemente urbana enaras de conseguir una mayor coherencia yeficacia en las cada vez ms urgentes inter-venciones dentro de este mbito.

    Planificacin y participacin

    Dado que es el de urbanismo y no el deciudad o el de fenmeno urbano el trminoque figura de forma prominente en el ttulode este nmero monogrfico, puede sercoherente comenzar esta serie de formula-ciones reivindicando con firmeza la necesi-dad de la denominada disciplina urbans-tica desde la perspectiva ecolgica. Decirque, para ser realmente ecolgico, todoproceso de transformacin urbana y terri-torial debe ser planificado y que, para ello,son necesarias herramientas, metodolo-gas y polticas de formacin especficas nose propone, sin embargo, como una simpledefensa, frente al imparable avance de lasestrategias desreguladoras ultraliberales, delurbanismo actual y de todo el conjunto defiguras y reglamentos de planeamientoexistentes, ni del actual sistema acadmicode formacin de especialistas, sumidos to-dos en plena crisis. Bien al contrario, cons-tituye una llamada a una reformulacincompleta de la disciplina desde abajo, en elsentido de recuperar su vocacin subya-cente originaria de herramienta al serviciode los ciudadanos, fagocitada por su fun-cin de mecanismo de regulacin de losintereses contrapuestos de los diferentessectores dominantes con respecto al terri-torio y la ciudad.

    De acuerdo con esta formulacin, yhaciendo converger la idea de crisis delurbanismo con la de crisis de la democra-cia representativa, la tarea que se imponees la de invertir por completo el sistemaactual de toma de decisiones sobre laconstruccin de la ciudad, contribuyendoa crear las condiciones para que sean lospropios ciudadanos los que tomen las

    Los propios ciudadanos deben decidir losprocesos de transformacin de su ciudad.

    La planificacin y la participacin ciudadanason claves para acercarse a la sostenibilidad urbana

    Ecologismo urbano y urbanismoecolgico: convergencia necesaria

    Carlos Verdaguer

  • 17El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    riendas de todos los procesos de transfor-macin urbana. En aras de este objetivo,el de generar procesos de planificacinverdaderamente democrtica, hay quereinventar el urbanismo para convertirlorealmente en un lenguaje de uso comn alservicio de todos los ciudadanos. Aunquedespus de una dcada de aplicacin se lapuede calificar de fallida como experien-cia prctica en trminos generales, la pro-puesta formulada en Ro 92 para la reali-zacin de Agendas 21 Locales puede ex-ponerse como uno de los ejemplos msavanzados desde el punto de vista con-ceptual de este intento de inversin delproceso de planificacin, otorgando elprotagonismo a los ciudadanos.

    En resumen, si un principio ecolgicobsico en el mbito del urbanismo sera elde planificacin, slo cumplira tal condi-cin asociado estrechamente al que po-dramos denominar principio de participa-cin, segn el cual son los propios habitan-tes del territorio los que mayor conoci-miento dinmico acumulan y, por tanto,mayor capacidad propositiva y de accinposeen con respecto a su hbitat. Segn lainsuperable formulacin de Mariano Vz-quez: No hay otro conocer urbano que laaccin de la ciudadana. Si hubiera quellegar a una sntesis mxima de lo queentendemos por urbanismo ecolgico enun solo principio, sera sin lugar a dudasste el elegido.

    Dentro de este marco bsico irrenuncia-ble, son muy diversos los recorridos que sepodran emprender para dilucidar y expo-ner los elementos bsicos de un urbanismoecolgico a las diferentes escalas (planeta,territorio, ciudad, barrio, edificacin, espa-cio interior...) o en relacin, por ejemplo,con los diferentes sectores del denomina-do metabolismo urbano (energa, agua,residuos, movilidad...), con los diferentesprocesos implicados (planificacin, dise-o, promocin, construccin, uso...) o conlas diferentes funciones del espacio urbano(espacios pblicos, naturaleza en la ciu-dad, equipamientos y dotaciones, vivien-da, industria, comercio...). Sin embargo,dado que, al margen de las limitaciones deespacio, no es el objetivo de la presentecontribucin llevar a cabo una imposibleexposicin acadmica exhaustiva ni ela-borar un hipottico programa detalladopara uso del movimiento ecologista, cabraentresacar ahora entre todo este abanicode temas aquellas vas de reflexin mssusceptibles de enriquecer el debate.

    Crecer o no crecer

    Uno de estos temas fundamentales es,claro est, el del crecimiento urbano. Paraabordarlo, hay que huir de las simplifica-ciones. El caso del territorio espaol, ca-racterizado por la macrocefalia de unadepredadora capital en continuo crecimien-

    to en mancha de aceite; plagado de pue-blos abandonados; y sometido simult-neamente a un brutal boom constructivodominado por la vivienda especulativa y lasegunda residencia, resulta paradigmticoen este sentido. Una estrategia global dereequilibrio territorial desde el punto devista ecolgico conllevara necesariamen-te y de forma simultnea las tres posiblesalternativas con respecto al conjunto dencleos urbanos: incremento, descenso opermanencia de la poblacin en trminosnumricos. Y ninguna de estas tres alterna-tivas, a su vez, tendra por qu estar asocia-da automticamente con un incrementode la edificacin existente o, en un casohipottico, la demolicin o sustitucin detoda la edificacin sobrante. En cualquiercaso, no tiene sentido formular como prin-cipio ecolgico general el que los ncleosurbanos deben dejar de crecer sin hacerreferencia expresa a qu ncleo urbano,en qu territorio concreto y en qu plazotemporal, sin distinguir claramente entre elnmero de habitantes, los metros cuadra-dos edificados y los usos urbanos y, sobretodo sin explicitar el modelo territorial glo-bal propuesto, es decir, la relacin de esencleo con todos los dems del territorio.

    Un elemento conceptual bsico dentrode este campo de reflexin es la considera-cin del suelo por su valor de uso, es decir,por sus cualidades especficas y no transfe-ribles y por su grado de idoneidad para losdiversos usos posibles, y no por su valor decambio, como es lo habitual dentro delmodelo dominante, para el cual el sueloconstituye una sustancia homognea, is-tropa e inagotable cuya nica funcin esaportar la materia prima bsica para man-tener en marcha y bien lubricada la mqui-na inmobiliaria.

    A este respecto, resulta paradigmticade esta visin dominante la recin aproba-da Ley del Suelo de la Comunidad Madri-lea, que, al margen de su estructura con-fusa y repleta de incongruencias desde elpunto de vista tcnico y a pesar de estarsalpicada de continuas advocaciones a la

    proteccin del medio ambiente, entre otrascosas hace desaparecer de un plumazo elsuelo no urbanizable comn, mantenien-do slo la categora del suelo no urbaniza-ble especialmente protegido, haciendo asexplcita esta visin del suelo como suelourbanizable por vocacin intrnseca mien-tras no se demuestre lo contrario y dificul-tando enormemente a los profesionalesms conscientes la tarea de sustraer sueloal proceso de urbanizacin con los meca-nismos de planeamiento actualmente exis-tentes. Al margen de la lucha necesaria delos ecologistas madrileos contra esta leyde consecuencias desastrosas para el te-rritorio, otra tarea imprescindible para elmovimiento ecologista es reflexionar so-bre cules deberan ser los elementos b-sicos de una reglamentacin del sueloverdaderamente ecolgica que contribu-yera a la inversin del proceso, de maneraque fuera la necesidad de urbanizar la queexigiera ser demostrada de manera estric-ta en cada caso.

    Este tema fundamental del crecimientourbano introduce a su vez otras cuestio-nes bsicas como son las referidas a lacapacidad de carga del territorio, a ladensidad urbana y al mantenimiento y lareutilizacin del patrimonio construido.De nuevo, ninguna de ellas admite lassimplificaciones.

    La cuestin de la capacidad de cargadel territorio es la que, a partir de la idea de

    Las densidades urbanas muy altas y lasmuy bajas son las ms insostenibles.

    Arriba: Hong-Kong, una de las ciudadesms densas del mundo; derecha:

    autopistas de acceso a Los ngeles, unejemplo de ciudad dispersa.

  • 18 El Ecologista, n 34, invierno 2002/2003

    la ciudad como ecosistema y como artefac-to generador de residuos y sumidero derecursos energticos y materiales, nos pue-de permitir establecer entre qu lmites yumbrales razonables puede concebirse elcrecimiento de un ncleo urbano e intro-duce a su vez el debate de la autosuficien-cia, uno de los principios bsicos del eco-logismo, segn el cual hay que tender acerrar los ciclos de produccin y consumo,reconvirtiendo los residuos en recursos,como hace la naturaleza. El debate en estecaso est en cmo se eligen los contornosde los sistemas urbanos por debajo delmbito planetario. La idea de huella ecol-gica de una ciudad, en cualquier caso, haconstituido una aportacin fundamental aeste debate.

    La segunda cuestin, referente a la den-sidad urbana, lleva directamente al debatesobre la habitabilidad del espacio urbano yde nuevo permite definir lmites y umbralesflexibles: como regla general, slo nos per-mite establecer que las densidades urba-nas muy bajas (el modelo Los ngeles) omuy altas (el modelo Hong Kong) son lasms insostenibles, pero deja un ampliomargen intermedio donde intervienen todotipo de factores espaciales, culturales, cli-mticos, etc. En cualquier caso, son estasdensidades intermedias las que, unidas aotros valores fundamentales como son lamezcla de usos, la diversidad urbana, laconsideracin del espacio pblico como

    elemento bsico de la vida ciudadana, lapresencia de la vegetacin, y el predomi-nio de los desplazamientos peatonales porencima de cualquier otro tipo de movili-dad, ofrecen las mayores oportunidadespara el desarrollo de los valores de sociabi-lidad, mestizaje y comunicacin que hacende la ciudad el mbito privilegiado. La ideade la ciudad como artefacto acumuladorde informacin ofrece valiosas perspecti-vas en este sentido. Dentro de este mbitode reflexin se situara tambin la conside-racin de la ciudad como un conjunto depiezas urbanas con un alto grado de iden-tidad y autosuficiencia convenientementearticuladas entre s: propuestas como losdenominados ecobarrios o la idea de ba-rrios-ciudad van en este sentido.

    Construir o mantenery reutilizar

    La tercera de las cuestiones, que hacereferencia al mantenimiento y la reutiliza-cin del patrimonio construido, abre laspuertas a una de las formulaciones mspolmicas del urbanismo sostenible en suversin ms coherente. En referencia a laarquitectura, el arquitecto alemn Frei Ottolo expres de forma contundente: La ni-ca arquitectura verdaderamente ecolgicaes la que no se hace. De nuevo, no sonaconsejable las simplificaciones, pero estaformulacin permite entender de formamuy clara el que, junto con el de participa-cin expuesto anteriormente, podramosconsiderar el segundo principio fundamen-tal del urbanismo ecolgico, que exigiracuestionarse la necesidad real de cualquierintervencin, cualquiera que sea la escala,antes de llevarla a cabo, como la formams adecuada de evitar el despilfarro aso-ciado a la misma en cuanto a energa,materiales y territorio. De alguna forma, setrata de la aplicacin al campo del urbanis-mo de las famosas tres R (reduccin,reutilizacin, reciclaje) ya consagradas enel campo de los residuos.

    Dentro de un paisaje planetario funda-mentalmente antropizado en el que lo cons-

    truido se erige en segunda naturaleza, seabre paso cada vez con ms contundenciaentre los sectores ms conscientes, sobretodo en la hiperurbanizada Europa, la ideade que la estrategia fundamental desde elpunto de vista de la sostenibilidad urbanapasa por la rehabilitacin, la transforma-cin y, en su caso, la sustitucin del tejidoconstruido antes que por la ocupacin denuevo suelo y la extraccin de nuevosrecursos para la construccin. No es difcilimaginar el rechazo que causa esta ideaentre todos aquellos sectores econmicosy profesionales cuya supervivencia depen-de precisamente de que la mquina inmo-biliaria siga funcionando a pleno rendi-miento; no hace falta volver a extendersesobre el caso del territorio espaol. Y locierto es que tampoco despierta las simpa-tas de todos aquellos que estn haciendode la denominada arquitectura eco-tecno-lgica y otras variantes de moda su campoprivilegiado de actuacin, desde arquitec-tos y urbanistas hasta empresas e institu-ciones deseosas de ofrecer una resplande-ciente imagen verde.

    Profundizando en cada una de estascuestiones que se acabamos de recorrer avuelapluma, podramos ir desgranando asu vez nuevos temas y debates, en unproceso continuo que nos permitira enltimo extremo aproximarnos a la totali-dad del fenmeno urbano en toda su com-plejidad, planteando nuevas cuestiones ydudas. No era ste, sin embargo, como yase ha dicho, el objetivo de la presentecontribucin, sino sobre todo el de darcuenta de dicha complejida