el disfraz de un niño
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El disfraz de un niño
Camila:
Mi vida fue muy alegre desde que hui de casa. Todavía me acuerdo de la hermana de mi
mamá. De cómo me gritaba y pegaba cuando salía algo mal. En ese entonces yo tenía cinco
años.
El día en que decidí irme tenía 6 años. Mi tía me había pegado tan fuerte en la boca que me
había roto el labio y yo deseaba ver a mis padres que al parecer habían ido a comprar y
como no me querían nunca volvieron a casa. Quería ir y preguntarles que era lo que yo
había hecho mal, pero cuando me escapé no sabía a donde ir y decidí irme en línea recta.
No había avanzado mucho cuando ya estaba cansada. Me dolía el codo, tenía hambre y
quería ir al baño. Pensé en volver pero cuando me di la vuelta se me vinieron a la mente
todos los golpes y los retos de mi tía, pensamientos que le dieron una mágica cura a todos
mis padecimientos y me dieron el ánimo de seguir por el resto del día y la noche. En la
mañana había vuelto a cansarme y ahora además de lo anterior tenia frio y sed. Ya saliendo
el sol un niño que se veía como un año menor que yo, chocó con migo dejándome en el
suelo y siguió corriendo hasta llegar al otro extremo de la calle para entrar a una casa
gigante y muy elegante por lo demás. En la puerta lo detuvieron dos mujeres con vestidos y
delantales iguales, al instante le quitaron la ropa (toda sucia) y le pusieron una limpia y
estirada, dejando los harapos que le habían sacado al niño, en la calle. Al instante pensé en
que los pantalones y la polera que veía eran una buena opción para aliviar el frio que tenía.
Al ponérmelos una de las señoras me vio y de inmediato me hizo pasar. Una vez adentro
me llevaron a una habitación cerrada donde comenzaron a interrogarme “¿cómo un niño
como tu acabó solo en la calle a tan tempranas horas?” y yo dije “por favor no me lleven de
vuelta a mi casa, en ese lugar vive mi tía y le gusta mucho pegarme” y me levante un poco
el pantalón para que las señoras vieran mis moretones y me creyeran “pero seguramente
ahora te debe estar buscando” me dijo la señora más joven; “no creo porque ella no me
quiere” , dije; “niño” me señalo la más vieja, “¿dónde vives?”, “no me acuerdo” dije un
poco extrañada de que me señalaran, desde que llegue, como un niño. Luego de un
momento se miraron una a la otra y me dejaron sola en el cuarto unos minutos. Cuando
abrieron la puerta me di cuenta de que el niño con el que yo había chocado me estaba
espiando desde una ventana, me acerqué y le pregunté “¿Por qué todos me tratan como si
fuera un niño?” y él me dijo “porque estas vestida como uno” me miró de arriba abajo y
prosiguió “¿Cómo te llamas?” “Camila, ¿y tú?” le pregunté, “José” respondió. Luego de
unos minutos nos hicimos amigos y él me dijo “si quieres quedarte no le digas a nadie que
eres una niña porque si lo saben te echarán del hogar”. El mensaje me había quedado
completamente claro. En el momento en el que llegaron las señoras con ropa nueva para mi
me dijeron “ te pondremos este uniforme que representa que eres del hogar de niños SAN
JUAN DE DIOS, ahora eres parte de nuestra familia” , en ese momento me preocupé, si
ellas me vestían descubrirían que yo era en realidad una niña, entonces les dije “ no se
preocupen en vestirme yo puedo hacerlo solo”, “está bien” me dijeron ellas extrañadas de
mi reacción “¿cómo te llamas?”, mire a la ventana donde José escuchaba cada palabra que
decíamos y le leí los labios que decían “E-m-i-l-i-o”. Así fue que quedé como Emilio de
Cáceres el nuevo niño del hogar.
Luego de un tiempo me enteré de que ese era el hogar era propiedad de un hombre muy
rico y generoso, donde recogían a todos los niños que vivían en la calle, los educaban y
luego cuando cumplían los 17 años y eran autosuficientes los dejaban irse para que
trabajaran y formaran una familia.
8 años después yo tenía 13 años y ya había olvidado la idea de ir a buscar a mis padres. La
razón era que gracias a la educación que me otorgaron tuve la madures de aceptar que si no
me querían no era importante saber la razón o a lo mejor no era eso si no que podían haber
tenido un accidente en el camino de regreso y habían muerto o algo así. José se había vuelto
mi mejor amigo. Él era el único que sabía mi secreto. Teníamos la misma edad y él había
sido más pequeño que yo solo hasta que cumplimos los doce años, después de eso José se
dio un estirón tan grande que era por lo menos unos 20 cm más grande que yo. Los dos
éramos muy apegados el uno al otro, sin embargo cuando cumplimos los 15 José comenzó
a actuar muy extraño.
José:
Yo la llamaba lina. Recuerdo cuando la conocí; se veía desnutrida y triste, pero aun siendo
pequeño me llamaban la atención tus ojos. Yo era el único en todo el hogar que sabía quién
era ella y como por error había acabado allí. Nunca le dije que había chocado con ella a
propósito.
Cada año que pasaba me hacía más cercano a ella hasta llegar a tal punto de ser su mejor
amigo. Siempre la había admirado. Desde los nueve años me confiaba sus secretos y
hacíamos todos juntos pero después de los 14 no podía evitar observarla desde lejos cuando
corría o comía o a veces, cuando hablábamos, tomarle la mano. Todos nuestros compañeros
sabían o sospechaban que a mí me gustaba ella pero lo malo era que nadie sabía que tras
esas ropas masculinas se escondía una mujer.
Un día la tome por sorpresa cuando estaba en su pieza, se estaba terminando de vestir pero
no le preocupó que yo entrara. Éramos tan unidos que no había nada de ella que yo no
hubiera visto antes. Yo era el que le había dado la idea de que se vendara el pecho para que
se viera plano y ella había resuelto lo otro; supongo que eso era lo único que yo no sabía de
ella. Lina era la persona más increíble, inteligente y habilosa que conocía. Era la mejor en
todas las asignaturas y en todo lo que hacía, supongo que por eso me gustaba. Pero cuando
la vi terminando de vestirse y ella me sonrió no pude evitar abrasarla.
----- Espera un poco ----, dijo ella sin sospechar de mi abraso, ---- quiero ponerme bien los
zapatos ----. Cuando la oí, me di cuenta de lo que había hecho y salí corriendo.
---- ¡Espera! ---- gritó lina, yo seguí corriendo (ella siempre había sido mucho más rápida
que yo para correr)
---- ¿Qué te pasa? ---- me preguntó cuándo me alcanzó ---- Actúas muy raro desde hace
tiempo.----
---- Nada ---- dije (me conocía tan bien que supo que mentía).
---- Entonces, ¿Por qué me abrasaste y saliste corriendo? ---- me preguntó divertida.
---- ¡Por nada! ---- le grité tan fuerte como era mi deseo de que se quedara conmigo para
siempre. Sabía que si se lo decía allí mismo nos sacarían a los dos del hogar, había
demasiada gente allí.
Ella me hacia la vida muy fácil en el hogar, yo siempre había extrañado mucho a mis
padres cuando era pequeño, pero ella me decía que a lo mejor cuando fuéramos lo
suficientemente grandes iríamos a buscarlos los dos juntos. A veces, nos escapábamos del
hogar para buscar cosas interesantes botadas en la calle y las arrendábamos a los
afortunados a los que los iban a visitar. Esa era la única manera en la que entraba dinero a
los bolsillos de los niños pero en realidad lo recibían de parte de sus padres solo para que se
entretuvieran porque además de nuestras cosas, ellos no tenían en que gastarlo. Cuando
teníamos el dinero suficiente, nos volvíamos a escapar a comprar bombones a la tienda de
la esquina. Últimamente me había costado más hablar y actuar de forma normal con ella,
pero después de que le grité, lina se había enojado conmigo y me había aislado de sus
juegos. Nuestro negocio no siguió su curso y al día siguiente no comimos bombones como
lo habíamos acordado hace ya unos tres días. Camila se comenzó a juntar con Travis todos
los días y ya no me hablaba. Ya estaba muy disgustado en el momento en que me dijeron
que lina había compartido nuestro negocio de arriendos con él. En ese momento me
encabrité. Fui corriendo hacia donde ellos estaban y le hundí a Travis mi puño en su cara.
El muy desgraciado tenía la costumbre de revelar todos los secretos que llegaban a sus
oídos y Camila era muy inocente como para darse cuenta que juntándose con él arriesgaba
nuestro o más bien su secreto, pero creo que esa no era la razón por la que le había pegado
a ese tonto, no era normal en mi actuar así. De inmediato el muy descarado me devolvió el
golpe pero esta vez fue en el estómago, una sensación extraña me invadió y mi respiración
se cortó, se me nublo la vista y me desmayé o al menos eso fue lo que me dijeron en la
enfermería. Cada vez que me acordaba de eso me daba una rabia tan grande que quemaba
la sangre. Aun estando yo en camilla llegó Camila a verme. De un segundo a otro mi enojo
desapareció y me llené de vergüenza; había demostrado mi debilidad ante ella y además me
había comportado como un tonto, cuando la vi me di vuelta para que no me viera la cara de
tomate que tenía, me quería morir en ese instante.
---- Travis está en la camilla de al lado ---- me dijo lina ---- y fue porque le quebraste la
nariz. Se desmayó cuando vio su sangre.---- dijo divertida.
Fue la mejor noticia que había recibido hasta ese momento.
---- ¿Por qué lo hiciste?
---- porque es un tonto ---- respondí.
---- ¿Pero cuál es la razón de que fuera un tonto?
---- Porque él no es confiable. No puedes estar con él ---- me volví para verla.
Cuando la vi no pude evitar fijarme en su rostro. Aún con el pelo corto como hombre era
muy linda, sus ojos eran verdes, su pelo era negro, su piel era blanca y sus facciones eran
muy finas; no sé cómo nunca nadie se había dado cuenta de que ella en realidad era mujer.
---- Yo ya sabía que a él no le podía confiar ningún secreto, pero eso no significa que le
pegues, no soy tan ingenua como crees.
---- Perdón ---- le dije sin mirarla.
En ese mismo instante sentí como se alejaba para ver a Travis. No quería que ella me dejara
para estar con él por mi estúpido comportamiento.
---- ¡Es que tú me gustas!---- le grité y me tapé hasta el pelo de vergüenza.
Lamentablemente justo estaba entrando el director del hogar para hablar conmigo y con
Travis sobre nuestra pelea cuando le confesé a Camila lo que sentía. El pobre señor
Whaitman me miró espantado.
---- ¡Esto es insólito, sal de aquí inmediatamente! ---- me dijo severamente.
No pude ni rechistar cuando ya estaba en la calle con todas mis cosas, la razón: yo era gay y
por lo tanto un hereje como yo no podía seguir siendo parte de un hogar católico.
Pasé toda la noche al frio. Lo único que tenía a mi favor era mi edad pues a los 15 años ya
se podían hacer trabajos sencillos para ganar dinero. Al otro día iba a comenzar mi viaje
cuando lina apareció de la nada vistiendo un vestido precioso y traía consigo una botella
con agua y también comida suficiente para los dos.
---- No podía dejar solo a mi mejor amigo ---- me dijo sonriendo.
En el resto del día solo hablamos de la reacción que ella había provocado cuando reveló a
todos en el hogar su naturaleza femenina.
---- Naturalmente, todos quedaron atónitos al saber la verdad, pero como todos me tenían
cariño no me dejaron irme hasta que me terminaran de hacer este vestido. Me dieron
comida para ti y para mí y me dijeron que te informara de que eras libre de volver al hogar
si tu quieres ---- me dijo con un dejo de pena. Yo la mire, le sonreí y la abrasé.
---- Tontita, no te dejaría aunque me ofrecieran toda la fortuna del mundo ---- le dije
tiernamente. Ella se apoyó en mi hombro.
---- Entonces supongo que estarás encantado de acompañarme a mi casa con mi tía ---- me
dijo sarcásticamente.
---- Si tu quieres ---- le dije serio.
---- Es el único lugar donde podemos ir y quedarnos ---- replicó lina.
---- Oye, pero y ¿cómo crees que reaccione tu tía?
---- No lo sé, lo que si se es que ella ya no me puede hacer daño y además esa también es
mi casa.
Tía:
Solo quería que mi sobrina fuera una mujer de bien. Un mes antes de que mi hermana y su
esposo murieran, ni siquiera sabía que tenía una sobrina. Recuerdo que el día en que
ocurrió la tragedia yo iba de visita exclusivamente para conocer a la niña. Estaba
emocionada de que al fin nos conociéramos, me habían dicho puras maravillas sobre ella.
Había llegado a la casa de mi hermana Merian y su esposo Michael muy cansada. El viaje
había sido demasiado largo y más encima había tenido que caminar bajo la lluvia la mitad
de él porque una de las ruedas de mi carruaje se había roto y no era lógico suspender la
visita si ya estaba a mitad de camino. Al llegar a la casa de mi sobrina ya la tormenta
estaba mucho más fuerte que antes y yo estaba toda mojada, sin embargo al ver a mi
sobrina Camila, sentí que si había valido la pena el gran esfuerzo que había hecho en llegar.
Luego de unos minutos, ya estaba vestida con ropa seca y tibia.
Todavía permanecen en mi memoria las conversaciones que tuvimos esa tarde con mi
hermana sobre lo rápido que crecía Camila, los vestidos que le íbamos a hacer cuando
cumpliera un año, su posible prometido y todas esas cosas que queríamos que ella tuviera
en su futuro, en ese momento mi hermana recordó que le tenía un presente a Camila pero
que se lo quería entregar en mi presencia pues era un broche que había pertenecido a
nuestra familia desde hace unas cuatro generaciones y era tradición entregarlo a la
primogénita de la familia en presencia de todos los miembros de esta. En ese momento yo
le dije que era mejor que se lo entregáramos cuando parara de llover pues había que ir a
buscarlo a la casa de nuestra madre quien vivía al lado del rio que estaba a unas cuatro
calles de allí, pero después de unos minutos me di cuenta de que en realidad ella estaba
haciendo caso omiso a lo que le decía. Se paró a tomar su abrigo y su paraguas y salió de la
casa en busca del broche. Pasaron horas y horas y Merian no llegaba. Michael ya estaba
muy preocupado cuando me dijo que cuidara de la niña mientras él iba a buscar a mi
hermana. Luego de unas horas me enteré de que el río que estaba al lado de la casa de mi
madre se había desbordado y se había llevado a los padres de Camila para siempre. Así fue
como nunca más volví a verlos.
Después del incidente me llevé a la niña a mi casa con mi esposo quien luego de dos años
también falleció. Yo nunca pude tener hijos a si que Camila pasó a ser como mi hija.
Yo ya estaba muy deprimida pues había caído en la cuenta de que me había quedado sola
con mi sobrina solo en unos años. Comencé a tener miedo de perderla a ella también o que
yo muriera y ella se quedara sola en el mundo. En ese momento fue cuando empecé a
sentirme extraña. Me enojaba por todo y con todo. Me ponía nerviosa que Camila no me
hiciera caso o que hiciera algo que yo en esas circunstancias considerara peligroso, ahora
me doy cuenta de que yo fui la causante de que solo a los seis años de nacida mi sobrina se
fuera de mi lado.
Recuerdo el día en que se fue. Ella estaba escalando la reja porque en la cima de esta había
un pajarito. En el momento en que la vi inclinándose para alcanzarlo a un metro del suelo
me descontrolé, la tomé y la bajé bruscamente para luego darle una bofetada en la boca que
le rompió el labio, ella corrió de mi lado y se fue a su cuarto a llorar. Yo estaba tan afectada
por la muerte de casi todos los que amaba que no me di cuenta del daño que le estaba
haciendo a Camila. Luego en la tarde cuando la llamé a cenar ella no me respondió, subí
para buscarla pero había desaparecido de la casa.
Pasaron años, en lo que solo comía una vez al día, pasaron otros en los que ansiaba que mi
sobrina tocara la puerta y me abrasara. Cada año le celebraba el cumpleaños a Camila y le
compraba regalos, entre ellos estaban un vestido que era el que había diseñado su madre (el
cual le había ido agrandando cada año desde que se fué) y el resto de los presentes eran
unos anillos con distintas piedras preciosas. El año en que ella cumplió los quince le
compre un anillo con un zafiro, el cual tenía escrito su nombre en cada rincón de él, estaba
terminando de guardarlo en la caja junto con los otros en el día de su cumpleaños cuando
alguien tocó la puerta. Cuando me di la vuelta para llegar a la puerta, algo me punzó en el
pecho. Sentí una sensación extraña que no había sentido nunca antes y caminé lentamente
hacia la puerta. Cada paso que daba era un algo que hacía que sintiera con más fuerza un
nudo en la garganta. Pero cuando llegué a la puerta, respiré profundo y la abrí con los ojos
cerrados. Fue entonces que escuché a una niña preguntar sobre la hermana de Merian
Grant. Instintivamente abrí los ojos y vi a una niña y un niño tomados de la mano
mirándome inexpresivamente. Fué cuando reconocí a mi Camila.
Camila:
Una señora vieja y acabada pero sin embargo muy ordenada abrió la puerta de la casa de mi
tía con los ojos cerrados y entonces yo pregunte “¿se encuentra la hermana de Merian
Grant?”. De inmediato la señora abrió los ojos y cuando me miró me di cuenta enseguida
de que se trataba de mi tía. En ese momento ella calló al piso mientras gritaba mi nombre.
“Camilaaaaa, mi niña, Camila” decía entre lágrimas mientras yo me las aguantaba. Siempre
pensé que mi tía no me quería y venía preparada para que me rechazara. Después de un
momento ella comenzó a ahogarse y se desmayó. “Tía” repetía llorando mientras José y yo
la llevábamos a su cama.
Tía:
Cuando abrí mis ojos vi a mi preciosa niña a mi lado llorando. La acerqué como pude y la
abrasé con todas mis fuerzas. Cuando las dos nos calmamos, el niño que acompañaba a mi
hermosa y ya crecida sobrina se presentó diciendo que se llamaba José y me contaron como
era que ellos habían llegado a mi casa y como mi Camila había terminado en un hogar para
niños donde la habían educado y se había encontrado con su mejor amigo José y yo le
explique a mi pequeña porque era que yo me comportaba de esa forma cuando ella era
pequeña y como era que habían murto sus padres.
José:
---- ¿Puedes perdonarme? ---- dijo a tía de lina (obviamente no se dirigía a mi).
---- Por supuesto ---- le dijo lina llena de lágrimas.
Camila:
“Tía te quiero”. En ese momento mi tía me miró y me dijo “feliz cumpleaños” y me entregó
una caja muy grande y linda que tenía un laso de seda que al soltarlo descubrió un hermoso
vertido y una cajita más pequeña que contenía nueve anillos “uno por cada cumpleaños ue
pasaste lejos de mi” me dijo.
José:
Cuando miré a la señora ella me hiso una seña indicándome que me acercara yo también.
---- Has cuidado muy bien de mi niña en los años en los que no estuvo conmigo ---- me
susurró complacida.
---- Gracias señora ---- le dije orgulloso.
---- Y me he dado cuenta de la forma en que la miras ---- realmente nunca pensé en que yo
fuera tan obvio.
---- He decidido encargártela para el resto de su vida, de la que yo desapareceré en unos
pocos años más ---- ¿Qué era lo que estaba tratando de decir la tía de lina?
---- Desde ahora te considero como mi sobrino que nunca tuve ---- me dijo con ternura.
Creo que Camila pudo escuchar la conversación que tenía yo con su tía porque me miró
sonriendo.
Luego de unas horas compartiendo y recuperando el tiempo perdido entre todos, Camila me
hiso señas para que la siguiera fuera del cuarto y una vez afuera me dijo…
Camila:
Lo miré a los ojos y le dije “tú también me gustas”
José:
Nunca más quise ir en busca de mis padres. Ya había encontrado a mi familia.