el decamerón

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Propuesta de Cuatro dimensiones en El Decamerón Por: Maylí Quintero C.I. 18.524.950 La obra maestra del escritor italiano Giovanni Boccaccio, El Decamerón, tiene cuatro dimensiones. En primer lugar, la dimensión primera: del narrador omnisciente, que podíamos inferir es el mismo Boccaccio. Este narrador nos da un Proemio, que se acerca mucho a lo que es un ensayo, donde el autor empieza con una reflexión sobre las debilidades de la mujer y el hombre, explicando finalmente que se propone hacer y porqué. Explica que se propone narrar historias, fábulas, leyendas, entre otras, a fin de dar ejemplo (en especial a las mujeres) de lo que se debe hacer o de lo que hay que huir. Que las historias sean dirigidas a las mujeres es un hecho que será marcado en todas las narraciones que siguen, puesto que éstas empiezan siempre: Queridas señoras… Esto habla de una sociedad que cree necesario educar con historias “moralizantes” a un género “débil” por naturaleza. Boccaccio, a través de las narraciones que siguen, se encargará de convertir en una sátira esa supuesta moral de la burguesía italiana. El narrador desde su visión omnisciente, nos irá contando todo lo acontecido. La segunda dimensión de la obra deriva de la primera. Esta es la dimensión segunda: del contexto histórico. Boccaccio toma un hecho real y terrenal, la peste bubónica, y lo utiliza como pretexto para armar toda una historia donde el funciona como narrador y crea personajes, que a partir de esa peste que está azotando Europa, toman una decisión que le dará inicio y desarrollo al fin último del decamerón que ya había anunciado el autor en su Proemio: contar historias. Finalmente, la dimensión tercera: de los personajes narradores. Esta dimensión en sí misma encierra otras subordinadas. Tenemos a un grupo de siete mujeres y tres hombres que deciden en una iglesia irse al

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Page 1: El Decamerón

Propuesta de Cuatro dimensiones en El Decamerón

Por: Maylí Quintero C.I. 18.524.950

La obra maestra del escritor italiano Giovanni Boccaccio, El Decamerón, tiene cuatro

dimensiones. En primer lugar, la dimensión primera: del narrador omnisciente, que podíamos

inferir es el mismo Boccaccio. Este narrador nos da un Proemio, que se acerca mucho a lo que es

un ensayo, donde el autor empieza con una reflexión sobre las debilidades de la mujer y el hombre,

explicando finalmente que se propone hacer y porqué. Explica que se propone narrar historias,

fábulas, leyendas, entre otras, a fin de dar ejemplo (en especial a las mujeres) de lo que se debe

hacer o de lo que hay que huir. Que las historias sean dirigidas a las mujeres es un hecho que será

marcado en todas las narraciones que siguen, puesto que éstas empiezan siempre: Queridas

señoras… Esto habla de una sociedad que cree necesario educar con historias “moralizantes” a un

género “débil” por naturaleza. Boccaccio, a través de las narraciones que siguen, se encargará de

convertir en una sátira esa supuesta moral de la burguesía italiana. El narrador desde su visión

omnisciente, nos irá contando todo lo acontecido.

La segunda dimensión de la obra deriva de la primera. Esta es la dimensión segunda: del

contexto histórico. Boccaccio toma un hecho real y terrenal, la peste bubónica, y lo utiliza como

pretexto para armar toda una historia donde el funciona como narrador y crea personajes, que a

partir de esa peste que está azotando Europa, toman una decisión que le dará inicio y desarrollo al

fin último del decamerón que ya había anunciado el autor en su Proemio: contar historias.

Finalmente, la dimensión tercera: de los personajes narradores. Esta dimensión en sí

misma encierra otras subordinadas. Tenemos a un grupo de siete mujeres y tres hombres que

deciden en una iglesia irse al campo huyendo de la peste, salvaguardando así su salud, pues

ayudar a los enfermos no es una opción si su propia vida está en peligro. Estos son los personajes

que presenta el autor. Tienen un conflicto y buscan una solución. Posteriormente, cuando se

establecen en la casa de campo, deciden organizar un sistema político: cada día elegirán una reina

que los guíe en las decisiones de las actividades diarias. Esto habla de la condición humana de

necesitar un orden y alguien que lo establezca. A pesar de ser las mujeres quienes deciden irse al

campo sólo acompañadas de algunos hombres que las acompañen para su seguridad, son éstas

quienes terminan tomando las decisiones.

Dentro de la dimensión tercera, además de los personajes que crea Boccaccio, tenemos

diez narradores. Estos diez personajes se convierten en diez narradores, donde cada uno muestra

un estilo de contar, donde también van quedando expuestas las maneras de ser y sentir de sus

narradores. Esto nos lleva a la dimensión cuarta: las narraciones. Esta última dimensión, en

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principio puede incluirse dentro de la dimensión tercera, pero cuando se empieza a exponer, se

entiende que tiene un peso tan grande por si sola que conlleva, necesariamente a desprenderse de

la anterior, sin que esto signifique que no sea consecuencia de la misma. Esta gran estructura, de

acuerdo con críticos como Diego Ojeda Ortiz, quien cita a Pilar Gómez Bedate, es su Prólogo a la

obra de Boccaccio está inspirada en las estructuras orientales, como las de Las mil y una noches.

Sin embargo, Ojeda Ortiz concluye: …a pesar de la inspiración oriental de que se vale Boccaccio

para determinar la estructura interna de su obra, El Decamerón es el primer gran libro de cuentos

de la literatura occidental.

Cada personaje se convierte en narrador día a día con una historia que se produce a causa

de algún tema elegido o como consecuencia de algún recuerdo o fin necesario para ilustrar algo. Al

elegir un tema en especial se ilustran de diez maneras diferentes un punto común, logrando un

gran unidad dentro de la novela. El momento que dura la narración, esta se convierte en

protagonista y se alcanza tal autonomía que logra desprenderse del contexto, se olvida donde

están y porqué llegaron ahí los personajes. Es una especie de catarsis que les permite olvidar la

miseria que los rodea. Las historias son ejemplos de todo lo que es meramente humano. Y no hay

nada más humano que los pecados, por eso éstos son los protagonistas de todas las narraciones:

un hombre que derrocha el placer y el dinero en vida, al borde la muerte miente descaradamente a

un sacerdote que lo excomulga y lo santifica, una monje que “retoza” con una mujer dentro del

recinto y se alterna en su secreto con su superior; un judío que al ver los derroches y la poca

divinidad del la iglesia cristiana se convierte a cristiano, son historias que nos hablan de la sátira

que hace Boccaccio sobre la divinidad de la religión cristiana. Las historias ilustran los pecados, los

personajes los justifican en el nombre de dios. Como una mujer que aprovecha la oportunidad que

le envió Dios para complacer sus placeres le es infiel a su esposo, en el nombre de dios. Cien

historias se encargan de entretener y divertir a estas damas y caballeros que egoístamente se

distraen y gozan mientras un continente se cae a pedazos. Sea como fuere, lo que está satirizando

Boccaccio es una clase social burguesa que logra conseguir placer en medio de la miseria

humana. Escribe Ángeles Cardona de Gibert en su Estudio Preliminar a El decamerón que la

conclusión que saca el lector moderno con esta obra es: el triunfo de vivir despreocupado y el

disfrute de la propia existencia como derecho lícito del hombre. (1974: 26) Si es o no lícito este

derecho no es tema de discusión, pero ciertamente es lo que hacen los personajes, es lo que

expone el autor. Todos los pecados que antes mostrará Dante en su Divina Comedia castigados

en el infierno, de los que nos constara a penas un retazos de cómo sucedieron, aquí Boccaccio los

dibuja con detalles y los hace en divertidísimas historias para pasar el tiempo escuchándolas.

En conclusión, Boccaccio es el padre de la novela actual, porque logra crear una macro

historia donde él funciona como narrador omnisciente, que se enmarca en un contexto histórico

real, no es divino, es humano, la peste. De esta macro historia se desprenden diez personajes que

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funcionando como narradores dentro de la narración integran micro historias que dan inicio a lo que

hoy conocemos como cuento. Estas micro narraciones cuentan lo humano, el mismo autor lo

explica en su conclusión cuando dice: si hay una palabrita que no sea tolerada por una mujer

gazmoña, que da más peso a las palabra que a los hechos, sepa ella que la empleo porque todo el

mundo la dice. (1974: 509) Simplemente cuenta lo que sucede, los pecados naturales en el hombre

que lo llevan a situaciones de las que pueden salir airosos o no, según el ingenio de cada quien,

donde el mismísimo Lucifer puede convertirse en santo si dice las palabras correctas.

Bibliografía consultada

Boccaccio Giovanni. El Decamerón. Editorial Bruguera. Barcelona, 1974. Estudio

Preliminar: Ángeles Cardona de Gibert. 1971.

Boccaccio Giovanni. El Decamerón. Editorial Panamericana. Bogotá, 2002. Prólogo:

Diego Ojeda Ortiz.