el cuerpo astral

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FRANCISCO GARCÍA BAZÁN EL CUERPO ASTRAL

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Page 1: El Cuerpo Astral

FRANCISCO GARCÍA BAZÁN

EL CUERPO ASTRAL

Page 2: El Cuerpo Astral

Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informados de nuestras

publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés (Astrología,

Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad, Tradición, Trabajo

Social) y gustosamente le complaceremos.

BIBLIOTECA DE LOS SÍMBOLOS Dirigida por Jaime

Cobreros y Julio Peradejordi

EL CUERPO ASTRAL Francisco García Bazán

1.a edición: febrero de 1993

Diseño portada: M.a Dolores Alcalá © by

Francisco García Bazán, 1992 (Reservados

todos los derechos)

© by Ediciones Obelisco, S.A., 1993 (Reservados todos los derechos para la

presente edición)

Edita: Ediciones Obelisco, S.A.

Consell de Cent, 591, 4.° - 08013 Barcelona

Depósito Legal: B. 8.225 - 1993

I.S.B.N.: 84-7720-285-0

Printed in Spain

Impreso en España en los talleres de Romanyá/Valls, S.A. de Ca- pellades

(Barcelona)

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta puede ser

reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna ni por ningún

medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o

electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

Page 3: El Cuerpo Astral

A PROPÓSITO DEL SÍMBOLO

Un símbolo no es una alegoría o una metáfora, es

decir, no es una ficción que da a entender exclusivamente

una cosa expresando otra diferente.

Un símbolo no es un signo o una mera convención; es

decir, no expresa un significado previamente convenido.

Un símbolo es, según la definición menos restrictiva,

un estímulo capaz de trasladar a quien lo recibe del plano

de lo fenomenológico y existencial al de lo absoluto e

inamovible.

El símbolo abre el campo de la conciencia haciendo

percibir todos los aspectos de la realidad: lo sensible y lo

velado, lo manifiesto y lo oculto, lo consciente y lo

inconsciente.

El símbolo actúa abriendo el consciente más inmediato

y, al mismo tiempo, haciendo emerger hasta la superficie

de la conciencia elementos inconscientes por asociación y

encadenamiento espontáneo de emociones, imágenes,

recuerdos y pulsaciones, concatenando así una reserva de

significados.

Al despertar tanto nuestro consciente como nuestro

inconsciente, el símbolo nos revela a nosotros mismos,

poniendo a cada uno frente a su «otro».

Page 4: El Cuerpo Astral

El símbolo da una visión global de la realidad ya que

religa los diferentes niveles de la conciencia individual y

colectiva.

Al informar sobre la globalidad, el símbolo es un medio

privilegiado para comunicar ideas de orden metafísico que

informan sobre el Principio.

Etimológicamente, «símbolo» (del griego, syn y

tobalein) significa «ir juntos», «arrojarse juntos», indicando

tanto el despertar conjunto del consciente y del

inconsciente por la acción simbólica, como la simbiosis

imprescindible para que dicha acción se active entre el

objeto que estimula (la figuración, si se trata de un símbolo

plástico) y el sujeto receptor del estímulo.

La significación simbólica será siempre polivalente

tanto por informar distintos planos en cada sujeto (el

sensible, el psicológico, el metafísico, etc.), como por la

variabilidad de los mismos sujetos receptores de la acción

simbólica.

El símbolo requiere tanto el objeto estimulante como

del sujeto estimulado y al ser éste variable para cada

símbolo, al no haber dos personas iguales el contenido

simbólica será siempre superior al continente.

El símbolo reúne la manifestación de quien lo emite y

la percepción de quien lo recibe, constituyendo en todo

una expresión sintética, sea ésta verbal, plástica o musical.

El medio social, técnico e intelectual está logrando la

anestesia del sentido simbólico al imponer la primacía de

las apariencias, de lo inmediato, de la abstracción, del

racionalismo, de la conceptualización, y de lo

convencional. El gran desafío del espíritu moderno, si

Page 5: El Cuerpo Astral

quiere recuperar su equilibrio, es reconquistar el lenguaje

multidimensional del símbolo.

Los símbolos no tienen «claves» interpretativas.

Intentar entender mediante ellas los estímulos simbólicos

sería puro reduccionismo al hacer pasar por un esquema

preconcebido la totalidad del contenido si mbólico. De ahí

que no se pueda ni se deba sistematizar los símbolos.

El estudio sobre determinado símbolo pondrá en

evidencia la universalidad de distintas formas y la posible

convergencia de esas mismas formas con tal o cual

significación simbólica, sin poder ir más lejos en las

precisiones ya que en toda percepción simbólica entra

siempre un elemento subjetivo que hará que cada cual

perciba un símbolo a su modo.

La porosidad hacia los símbolos requiere una actitud

activa y un trabajo individual y constante con ellos que

jamás debe cesar. Es el único modo de aumentar en

amplitud y profundidad su captación, así como de

preservarse de las contingencias externas disipadoras que

ofrece la sociedad de un modo cada día más persuasivo.

JAIME COBREROS Y JULIO PERADEJORDI Directores de la

«Biblioteca de los Símbolos»

Page 6: El Cuerpo Astral

«El vestido me pareció como un espejo de mí mismo. Lo

vi todo entero en mí mismo, y a mí mismo entero en él.»

«El Himno de la Perla» (112), 76 -77.

Page 7: El Cuerpo Astral

I. INTRODUCCIÓN

Han sido escritores ocultistas como Eliphas Lévi,

H. P. Blavatsky o G. Encausse (M. Papus), y algunos

de sus discípulos y renovadores, por ejemplo el an-

tropósofo Rudolf Steiner, quienes han divulgado

contemporáneamente la noción tradicional de «cuerpo

astral». Escribe éste último en La ciencia de lo oculto:

«Cuando el cuerpo astral del hombre es tomado

por el sueño... se extiende... al mundo de los

astros. Este mundo, además, actúa sobre el cuerpo

astral humano, aun en estado de vigilia. Es por ello

por que parece justificarse la denominación de

“cuerpo astral”.»1

René Guénon ha deslizado su pluma alertando contra

las confusiones,2 pero cuatro siglos antes el ingobernable

Paracelso refiriéndose al Astralleib o

1. Cf. La Science de VOcculte, Paris, 1970,-pâg. 249.

2. Cf. L'Erreur spirite, Paris, 1952, pâgs. 11, 55, 57, 67, 1 1 1 , 1 1 2

y Etudes sur la franc-maçonnerie et le compagnonage, Paris, 1978, II,

pâgs. 208 y ss.

Page 8: El Cuerpo Astral

corpus sidereum confirmaba la enseñanza en términos

parecidos en su Philosophia sagax:

«Durante el sueño, el cuerpo sideral de un hombre

puede ser proyectado fuera del cuerpo físico por el

poder de la imaginación y actuar a distancia con un

fin determinado.» 3

La concepción esbozada de la que se hacía eco el

enigmático Teofrasto Bombast von Hohenheim, discurría

normalmente por una corriente tradicional vigorosa en la

época, la Cábala. Los testimonios de sus maestros

muestran el doble origen, gnóstico y neoplatónico, de su

pensamiento sobre el cuerpo astral identificado con la

seletn o «imagen» de Génesis 1,26: «Hagamos el hombre a

imagen (selem) nuestra, según nuestra semejanza

(<demut)».4 De este modo, como lo ha demostrado

Gershom Scholem,5 si los indicios de la interpretación ya

se comprueban entre los hasidim renanos, caso de

Eleazar de Worms, el Zohar y diversos representantes del

esoterismo

3. Puede verse P. RlFFARD, Diccionario del esoterismo, Madrid, 1987,

págs. 60-61. Sobre Paracelso ver W. PAGEL en Ambix VIII

(1960), 127-133.

4. Ver el rico análisis de J.S. CROATTO, El hombre en el mundo,

Buenos Aires, 1974, págs. 172 y ss. Sobre la presencia del

neoplatonismo y el gnosticismo en la Cábala cf. G. VAJDA, «De

quelques vestiges du néoplatonisme dans la Kabbale archaïque

et la mystique juive franco-germanique», en Le Néoplatonisme,

Paris, CNRS, 1971, págs. 331-337.

5. Cf. «Tselem, la représentation du corps astral», en G.

SCHOLEM, La mystique juive, les themes fondamentaux, Paris, 1985, págs.

255-276.

Page 9: El Cuerpo Astral

ha Casa del Cuerpo

(Del Maasé Tobiá de Tobías (S. XVIII).

Page 10: El Cuerpo Astral

judío español constituyen pruebas inestimables para

seguir la trayectoria de nuestro tema en su pervi- vencia

occidental. Escribe Isaac Cohen de Soria (sobre el 1270):

«En el profeta y en el vidente todas sus fuerzas (físicas

y psíquicas) son débiles y pasan de una forma a otra,

hasta que reviste una que se le aparece; esta forma en la

que entra le confiere el poder de recibir la fuerza

profètica (que es una influencia de lo alto) y esta forma

está impresa en su corazón de manera espiritual y

puramente formal. Y cuando el emisario (angélico) ha

llegado al término de su misión, este profeta se despoja

de la fuerza de la forma que se le había aparecido y reviste

la de su forma primera y continúa tomando formas y

despojándose de ellas. Sólo entonces la totalidad de sus

miembros se reúnen de nuevo, todas sus fuerzas

corporales retoman su estado anterior y el profeta puede

de nuevo hablar y profetizar según el modo habitual de

los hombres.»6 Esta experiencia reservada sólo a algunos

elegidos, como se desprende del pasaje, se está refiriendo

al ángel tutelar propio, el que asimismo es el arconte que

gobierna la estrella personal del profeta o vidente. Los

motivos judíos y paganos, encontrándose en el nivel

esotérico de profundidad universal, están sutilmente

entrelazados. El Zohar, sin embargo, más analítico, habla

con mayor claridad para la comprensión profana, de una

forma primordial preexistente (diyoqnah), de un vestido

celestial etéreo o cuerpo espiritual que

6. Cf. G. SCHOLEM, obra citada, págs. 263-264.

Page 11: El Cuerpo Astral

envolvía el alma en el paraíso y de un cuerpo im-

perceptible a los sentidos adquirido por el alma en su

descenso por las esferas, el cuerpo astral, diferente del

sensible. El cuerpo etéreo o astral, entonces, teniendo en

cuenta una versión desarrollada por los neoplatónicos

posteriores a Plotino, como más abajo veremos, pero

particularmente la creencia y el simbolismo judío y

gnóstico de los vestidos etéreos que envuelven el alma,7

es una realidad antropológica intermediaria entre el alma

y el cuerpo. En su núcleo eterno es el selem, pero en su

vinculación con el organismo sensible se trata de un

principio biológico activo que acompaña al individuo.

Dice, por lo tanto, el libro cabalístico:

«En el momento en que el varón, animado de una

intención sagrada, se aproxima para unirse a su

esposa, un espíritu santo bisexual se mantiene alerta

por encima de él, y Dios hace una señal a un

mensajero designado para la concepción del hijo del

hombre, le envía este espíritu y le pone en

conocimiento de a dónde lo debe llevar. (3,3) dice a

propósito: A la

7. Estos vestidos de gloria o de vida están en I Henoch 62, 15-16;

Odas de Salomón XI, 11; etc. El simbolismo se encuentra en

múltiples escritos gnósticos: Anónimo de Bruce cap. 16; Tratado

Tripartito (CNH = Códice de Nag Hammadi, I, 5) 63, 12-13; 65,

27; 66, 31-32; Protennoia Trimorfa (CNH XIII, 1), 45, 16, 17; 48, 15,

17 y 49, 30 y otros. Ver igualmente lo que se dice más abajo

sobre los docetas de Hipólito y «El Himno de la Perla» y F.

CUMONT, Luz perpetua, París, 1949, págs. 355 y 429-431.

Page 12: El Cuerpo Astral

noche dice, “un hombre ha sido concebido”. Esto

significa que a este ángel llamado noche dice: ha

sido concebido un varón de nombre N.N. Y Dios

enseña a este espíritu sobre todo lo que debe

saber, como se ha explicado. Entonces este

espíritu (el alma) desciende seguida de una forma

(.sulma, forma aramea de éelem) que es justamente

aquélla (diyoqnah) por la que existía arriba (en el

paraíso). En esta selem ha sido creado, en esta

selem entra en este mundo; con motivo de ésta se

dice (Salmo 39,7): En la selem viene el hombre. El

hombre subsiste en este mundo por tanto tiempo

cuanto la selem se encuentra en él (...). Ven a ver.

En el momento en que el alma desciende (del pa-

raíso celestial en el que preexistía) para penetrar en

este mundo y llegar al paraíso terrestre, contempla

allí la gloria de los espíritus de los justos en sus

rangos; se vuelve después hacia el infierno y

contempla a los blasfemadores que gritan: ¡Ay, ay!

sin suscitar ninguna piedad, y de todo esto es

hecho testigo ante ella. Y esta selem sagrada

permanece por encima de ella, se une a ella y crece

con ella, como está dicho: en la selem viene el

hombre. Y en esta selem están prefigurados los

días del hombre y de él dependen, según está

escrito (Job 8,9): porque nuestros días son una

sombra, y esto se debe comprender en un sentido

místico (puesto que la sombra sel, que igualmente

es un augurio de la esperanza de vida

Page 13: El Cuerpo Astral

del hombre, no es otra cosa que la selem que se

manifiesta.» 8

Hagamos, entonces, el rastreo de la ilustrativa

trayectoria del cuerpo astral en los movimientos tra-

dicionales de Occidente que más antiguos han nutrido

con sus inspiraciones e ideas a estos otros posteriores.

8. Cf. G. SCHOLEM, obra citada, pág. 267.

Page 14: El Cuerpo Astral

II. FILOSOFÌA CALDAICA Y NEOPLATONISMO

Para introducir al lector en el contenido de la

investigación propuesta sigue siendo de obligada re-

ferencia la síntesis que hace más de medio siglo

escribiera el helenista E.R. Dodds 9 y adoptando un

procedimiento similar al del filólogo británico co-

menzaremos por atenernos al término técnico ¿chema

(vehículo, carro) y a los vocablos afines 10 en relación

con el alma, su presencia en el ser humano y su

abandono del cuerpo. Lo primero que se advierte es que

esta constelación lingüística manifiesta una significación

precisa en Platón y en Aristóteles en relación con nuestra

preocupación del momento.

Platón, en primer lugar, en el diálogo Fedón, después

de describir la topografía subterránea de la

9. Cf. Proclus. The Elements of Theology, texto revisado, con

traducción, introducción y comentario de E.R. DODDS, 2.a ed.,

Oxford, 1971, págs. 313-321. Ver previamente G.R.S. Mead, «The

spirit Body; an excursion into Alexandrian psycho-physiology»,

The Quest (1910), 472-488.

10. Dice P. CHANTRAINE sobre ocheo-ochéomai que en un solo

verbo se confunden dos presentes que significan «ir en coche» y

«soportar» Cf. Dictionnaire étymologique de la langue grecque. Histoire des

mots, París, 1974, III, pág. 842.

Page 15: El Cuerpo Astral

tierra, al abordar finalmente el destino de las almas en el

más allá, dice de quienes han vivido con tibieza moral

que:

«Algunos, si se considera que su vida no ha sido ni

buena ni mala, son conducidos a través, del

Aqueronte, subidos en las barcas {oché- mata)

preparadas para ellos, dentro de las cuales también

llegan al lago.»11

Aquí la palabra óchema quiere decir simplemente

vehículo de transporte, un medio apto de acuerdo al

contexto para circular por las aguas fluviales, aunque la

descripción se desarrolla en un marco de claro

simbolismo escatológico.

En el Fedro, además, la palabra aparece como un

sinónimo de zeugos y de harma (carro), en relación con

las almas y los dioses,12 y de este modo puede expresarse:

«Por allí los carros (ta ochématá) de los dioses

como la forma en que están equilibrados los hace

fácil de conducir, marchan sin dificultad.»13

No se debe olvidar que esta actividad se desenvuelve

dentro del relato mayor que incluye las peripecias del

carro alado y la caída del alma.

Posteriormente, en el Timeo, encontramos la su-

gestiva afirmación de que el demiurgo:

11. Cf. Fedón 113d.

12. Cf. Fedro 246a, 246e.

13. Cf. Fedro 247b.

Page 16: El Cuerpo Astral

EL CUERPO ASTRAL

El carro, arcano VII del Tarot de Marsella.

Page 17: El Cuerpo Astral

«Después habiendo mezclado el todo, lo dividió

en un número de almas igual al de las estrellas.

Distribuyó cada alma en cada una de las estrellas y

colocadas como en un carro (hos es óchema) les

enseñó la naturaleza del universo.» 14

Más adelante en el mismo escrito se sostiene que a la

cabeza, que es esférica, se le ha dado un cuerpo alargado

como su transporte (óchema) y así también los pulmones

son auxilio del corazón.15

Si entre los anteriores pasajes no saltan las con-

tradicciones, tampoco las hay en un texto de las Leyes

(898e-899a) que viene a ser su coronamiento,

deteniéndose en afirmar la necesidad de un elemento

intermediario entre lo psíquico y lo físico. Por eso se

describen en él tres hipótesis del modo cómo puede el

alma mover el cuerpo del sol: residiendo en él, por

virtudes superiores, o bien, por medio de un cuerpo de

fuego o de aire (soma pyrós e tinos aeros).

La enseñanza de los pasajes leídos era de por sí más

que sugerente para quienes la sabían interpretar.

Aristóteles, sin haber adherido a las enseñanzas de su

maestro, Platón, es, sin embargo, transmisor de su

instrucción, por eso dice de él Proclo:

«Ahora bien; puesto que ha sido probado, como lo

hemos dicho, que los dioses jóvenes

14. Cf. Ttmeo 41e. Puede verse Th. H. MARTIN, Études sur le

Time'e de Platon, New York, 1976 (= Paris 1841), pâgs. 151-152 y

F.M. CORNFORD, Plato’s Cosmology, London, 1977 (= 1937), pâgs.

143 y ss.

15. Cf. Ibidem, 44e y 69c.

Page 18: El Cuerpo Astral

producen, antes de este cuerpo visible, la vida

irracional y otro vehículo pneumático (óchema

pneumatikón), como también lo ha concebido

Aristóteles, un vehículo que entrando y saliendo al

mismo tiempo que la parte inmortal que está en

nosotros, no es menos mortal.» 16

La noticia la ratifica de este modo Temistio en el

comentario al De anima: «Según Platón el carro brillante

(to augoeidés óchema) se dice por Aristóteles

alegóricamente como análogo al quinto cuerpo».17 Este

óchema pneumatikón es el pneuma del semen de De

generatione animalium,1 8 Este calor es equivalente al

elemento del que están constituidas las estrellas, la esfera

de las fijas y los astros, elemento divino, irreductible a

los otros cuatro elementos, notas, por consiguiente, que

comparte con las que cosmológicamente se atribuyen al

éter en el De cáelo,1 9 El alma reside en el pneuma y ella es,

como dice Teo- frasto: «perfección del cuerpo divino».20

16. Cf. Proclo, In Tim. III, 238, 20 ss. (A.J. FESTUGIÈRE,

Commentaire sur le Timée, París, 1968, V, pág. 104).

17. Cf. Commentaria in Aristotelem Graeca, V, 3, ed. R. Heinze,

Berlín 1899, pág. 32.

18. Cf. II, 3, 736b 29- 737a 1. Para la influencia de estas ideas

en la embriología aristotélica ver F. GARCÍA BAZÁN, «Educación

sexual y sistemas gnósticos», en Actas del VI Congreso Argentino

Nacional de Filosofía (La Cumbre —Córdoba—

1991).

19. Cf. J. PÉPIN, Théologie cosmique et théologie chrétiene, Paris,

1964, págs. 149 y ss., 221 ss. y 226 ss.

20. Cf. H.F. CHERNISS, Aristotle’s Criticism of Plato and the Academy,

New York, 1972 (= 1944), I, págs. 601-602.

Page 19: El Cuerpo Astral

El tema, paralelamente con el de la astrolatría, 21

parece, por lo tanto, haber circulado en la Antigua

Academia en los años de edad avanzada de Platón e

inmediatos a su fallecimiento y haber impresionado

particularmente al joven Aristóteles, aunque habiendo

dejado el testimonio de una primera respuesta inmediata

coherente en Heráclides Póntico. Desde él ha seguido

una carrera propia entre los platónicos pitagorizantes,

para rematar en forma inequívoca entre los

neoplatónicos posteriores a Porfirio, previa influencia de

los Oráculos Caldeos.

Heráclides del Ponto, quien entre otras particu-

laridades personales ofrece una imagen del pitagorismo

afín con sus preocupaciones ascéticas y contemplativas,22

del mismo modo como Aristóteles la ofrece de acuerdo

con sus intereses científicos, comprendía la totalidad de

lo real dividido en tres sectores: la tierra en el centro y

sobre ella tres reinos. La esfera de las estrellas fijas

perteneciente a Zeus, la esfera entre ésta y el sol

gobernada por Poseidón y la esfera subsolar

correspondiente a Plutón.23 Sostenía, consecuentemente,

la existencia de tres aber-

21. Cf. A.J. FESTUGIÈRE, «Les “Mémoires Pythagoriques”,

cités par Alexandre Polyhistor», en Etudes de Philosophie Grecque,

Paris, 1971, págs. 394 y ss. y L. TARAN, Académica: Plato, Philip of

Opus, and the Pseudo-Platonic Eptnomis, Philadelphia, 1975, págs. 36

y ss.

22. Cf. H.B. GOTTSCHALK, Heráclides of Pontus, Oxford, 1980,

págs. 29 y ss.

23. 'Cf. OLIMPIODORO, In Plat. Phaed. Comm. D 131, pág. 238

Norvin, F. WEHRLI, Herakleides Pontikos, Basilea-Stutt- gart, 1969,

fr. 95, pág. 33. Ver asimismo GOTTSCHALK, o.e., pág. 99.

Page 20: El Cuerpo Astral

Las esferas planetarias.

Page 21: El Cuerpo Astral

turas (pylas-portas), que conducían, respectivamente, al

cielo más elevado, al cielo medio y al inferior del castigo.

Esta descripción difiere de la del mito de Er de la

República,24 pero no se le contrapone absolutamente.25 A

esta descripción cosmológica deben agregarse otras dos

notas sobre la naturaleza, origen y destino del alma, para

comprender debidamente la postura de Heráclides.

1. ° El alma humana se caracteriza como luz

o formada de sustancia luminosa {lux o lumen-pho-

toeidé, según los testimonios)26 y el destino de los

bienaventurados es el cielo altísimo, el cielo estrellado en

donde brillan con la totalidad de su esplendor.

2. ° El destino de las almas de aquellos

hombres que se han comportado medianamente durante

su existencia terrestre es el mundo intermediario. Allí sus

almas residen en la Vía Láctea (ho galaxias), el límite del

reino de Poseidón, esperando una nueva encarnación,

una vez que se cumple un período cósmico. Pero las

características de estas almas, como a simple vista se

percibe, es que su brillo connatural está debilitado,

puesto que residen en un cuerpo o soporte etéreo

(aitherion soma), que transporta a cada una en el giro

celeste, hasta que le llega el momento del descenso. Este

cuerpo etéreo y móvil, tenue, pero más opaco que la luz

del alma y que así debilita

24. Cf. Rep. X, 13-16, 614d y ss. y asimismo Fedro 249a-b.

25. La enseñanza de los tres caminos es subsidiaria de una

cosmología órfico-pitagórica, cf. GOTTSCHALK, o.c., pág. 100, n.

40.

26. Cf. frs. 98a hasta 98d, WEHRLI, p. 34.

Page 22: El Cuerpo Astral

su esplendor connatural, permitiéndole descender en un

cuerpo material o bien permanecer arriba, es el cuerpo

astral.27

La transmisión de estas ideas elaboradas en la Antigua

Academia y su cultivo prosigue en medios platónico-

pitagorizantes. De este modo en las Memorias pitagóricas

conservadas por Alejandro Poli- histor, después de

haberse explicado que todo procede de la Mónada,

incluida la diada indefinida como materia subyacente a la

Mónada, y describirse la derivación de los compuestos:

números, punto, líneas, planos, sólidos y cuerpos

sensibles, cuyos elementos son cuatro, que cambian y se

transforman, se dice:

«El aire que rodea a la tierra es inmóvil y malsano y

todo lo que está en él es mortal; pero el aire de la

región más alta es siempre móvil, puro y saludable

y todo lo que hay en él es inmortal y por esto

divino. El sol, la luna y los demás astros son

dioses, porque en ellos predomina el calor {to

thermón), que es la causa de la vida. La luna es

iluminada por el sol. Existe también un parentesco

{syngéneia) entre los hombres y los dioses en la

medida en que el hombre participa del calor, por

esto también la divinidad provee de nosotros. El

destino es la causa del orden de todas las cosas y

de cada parte. Un rayo a partir del sol atraviesa

27. Cf. frs. 96, 97 y 99, WEHRLI, págs. 33 y 34. Ver igualmente

GOTTSCHALK, o.c., págs. 102-106.

Page 23: El Cuerpo Astral

el éter, tanto el frío como el denso (llaman al aire

éter frío y al mar y la humedad éter denso). Este

rayo desciende hasta las profundidades y por esto

da vida a todas las cosas. Cuanto participa del

calor también vive, por esto también las plantas

son vivientes; sin embargo, no todas las cosas

tienen alma. El alma es un fragmento de éter

(apóspasma aitheros), tanto del cálido como del

frío, al participar del éter frió. El alma difiere de la

vida. Es, además, inmortal, porque también

aquello de lo que se separa es inmortal.» 28

La Memoria facilita a continuación otros datos que

siguen siendo de interés. Los seres vivientes nacen a

partir de un germen (jperma). Este es una gota cerebral

que contiene vapor cálido. Proyectada en la matriz

produce de su porción superficial las sustancias

corporales y de la interior el alma y la sensibilidad. Las

razones o proporciones seminales, como una cadena

bien ligada, gobiernan el desarrollo somático. Todas las

sensaciones, pero en particular la vista, son un vapor

muy cálido, que en contacto con el frío producen la

impresión.29 El alma humana es triple, posee

representación (nous), inteligencia (phrenas) y

sentimiento (thymós). Hay también en los animales

representación y sentimiento, pero inteligencia sólo en el

hombre. El alma

28. Cf. Diógenes Laercio, Vitae philos. VIII, 27-28, Hicks

II, págs. 341-345.

29. Cf. 28 al final y 29, ibidem, págs. 344-347.

Page 24: El Cuerpo Astral

extiende su esfera de influencia desde el cerebro hasta el

corazón. En éste reside el sentimiento, en aquél la

representación e inteligencia. La inteligencia es inmortal,

pero las otras dos facultades son mortales. Los

conceptos de la inteligencia son soplos y su sustancia y

operaciones son invisibles, como lo es el éter. El alma se

alimenta de sangre. Venas, arterias y nervios son sus

lazos, «pero cuando se fortalece y está en sí misma en

reposo son sus lazos sus conceptos y operaciones».

Hermes es el conductor de las almas. Las buenas son

llevadas al altísimo (hypsistos), las impuras, atadas por las

furias. El aire está lleno de almas, démones y héroes,

quienes envían sueños y signos de enfermedad y salud. 30

Como se habrá podido observar entre es|os párrafos

desarrollados, el quinto elemento, entendido como caeli

ardos es fundamental y relaciona nociones filosóficas con

otras extraídas de las corrientes médicas sobre él

interpretado como pneuma cálido, en el que no sólo

reside el poder conformador del alma, sino que también

a partir de él como aire surge el alimento que permite la

existencia del cuerpo de materia grosera, incapaz de

recogimiento y actividad intelectual, actividades análogas

al movimiento de los astros. La impronta de la Antigua

Academia, en este caso, a través de la tradición

peripatética parece ser decisiva.31

30. Cf. 30 a 32, ibídem, p. 347.

31. Cf. A.J. FESTUGIÉRE, art. cit. (con conclusiones en pág.

428), aunque no se tiene debidamente en cuenta la tradición

hipocrática proseguida en embriología por Herophilo, Sorano y

Galeno, ver más arriba n. 18.

Page 25: El Cuerpo Astral

Sigue después un silencio largo en la historia del

pensamiento griego, pero que las ideas sobre el «cuerpo

astral» cumpliendo una función intermediaria entre el

alma y el cuerpo eran una doctrina antropológica común

tanto en relación con las concepciones cosmológicas y

escatológicas, como en los planteos médicos, queda

ratificado por estos dos testimonios sueltos anteriores a

Plotino.

Uno de ellos es del Pseudo Plutarco en Sobre la vida y

poesía de Homero, quien afirma que el alma en el

momento de la muerte toma con ella lo pneumático ( to

pneumatikón) que actúa como su óche- ma,32 Y el médico

Galeno refiriéndose al pneuma luminiforme (photoeidé

pneuma) referido por el filósofo estoico Psidonio de

Apamea,33 como mediador de la visión, nos dice:

«Pero si también es necesario dar una explicación

sobre la esencia del alma, debe hacerse una doble

diferencia, (debe decirse que ella) es como el

cuerpo brillante y etéreo en el que está, según lo

deducen los estoicos y Aristóteles, aunque no se

quiera, o que existe como una esencia incorpórea,

pero que un vehículo es lo primero de ella en

relación con este cuerpo, por cuyo

32. Este autor es del siglo II d. de C., ver De vita et poesi Homeri,

c. 128, texto en E.R. DoDDS, O.C., pág. 317.

33. Sobre la ausencia de una verdadera escatología del ser

humano en este autor, cf. M. LAFFRANQUE, Poseidonios d’Apa- mée,

París, 1964, págs. 526-527.

Page 26: El Cuerpo Astral

El alma saliéndose del cuerpo de una muerta. (S. XIX)

Page 27: El Cuerpo Astral

medio consigue la comunidad con los demás

cuerpos.» 34

En ambos casos las explicaciones no abundan, pero

los vestigios son precisos y, afortunadamente, muy

próximas a estos escritos se poseen las informaciones

sobre el tema que proporciona Aristides Quintiliano en

la parte dogmática del Tratado sobre la música, en el que

expresa:

«He aquí otra doctrina que habla más o menos así.

Hay correspondencia entre la composición

primitiva del alma, gracias a la cual ella se une a

nuestro cuerpo presente, reúne toda la materia y el

carácter de los instrumentos. Porque el alma, en

tanto que reside en la parte más pura del universo,

sin mezcla con lo corporal, permanece sin

alteración ni mancha y acompaña en su revolución

al Jefe de este universo. Pero cuando por su

inclinación (neüsis) hacia el mundo de aquí abajo,

comienza a recibir imágenes salidas de las cosas de

la tierra, poco a poco olvida los bellos objetos de

allá y, al mismo tiempo, se hunde. Por otra parte,

mientras más se aleja del mundo de lo alto,

aproximándose también más a las cosas de aquí, se

llena de insania y se vuelve hacia las tinieblas

corporales y, puesto que su dignidad primera se ha

achicado, no sólo no pue-

34. Cf. De placitis Hippocratis et Platonis, p. 643 Müller, texto en

DODDS, o.c., pág. 316.

Page 28: El Cuerpo Astral

de dilatarse más por el pensamiento hasta las

dimensiones del universo, sino que también, a

causa del olvido de los bellos objetos de lo alto y

por el estupor en que la sumergen los de abajo, es

arrastrada hacia las cosas más sólidas y materiales.

»Por este motivo, dicen, en la medida en que el

alma se dirige hacia el cuerpo, de cada uno de los

lugares de arriba toma y atrae hacia ella algunas

porciones del conjunto corporal. Cuando atraviesa

los círculos planetarios, recibe en parte todo lo que

es tan luminoso como propio para calentar el

cuerpo y mantenerlo ligado por una ensambladura

física, pues se trenza por sí misma a manera de

red, con ciertos lazos a partir de estos círculos

planetarios y de las líneas constituidas por el hecho

mismo de que los círculos se constriñen entre sí

por un curso irregular. Cuando atraviesa las

regiones de la luna, que son de la naturaleza del

aire y están en relación con un elemento en

adelante resistente, el aire, en tanto que, a causa

del movimiento físico que la obliga, cumple su

caída con un impulso potente e impetuoso, no

sólo se llena por debajo del aire que está bajo ella,

sino que incluso, como distiende las superficies y

líneas (de su cuerpo astral) y como, si por una

parte es atraída hacia abajo por la masa del aire,

por otra queda naturalmente vinculada al mundo

del más allá, pierde su figura esférica y se cambia

en la del hombre. Por lo tanto, las superficies

nacidas

Page 29: El Cuerpo Astral

en el elemento luminoso y etéreo, las cambia en la

túnica membranosa; las líneas impresas sobre ella

en la región del círculo empíreo coloreadas con el

rojo del fuego, adquieren la forma de fibras;

finalmente, toma también el aire húmedo que saca

de las cosas de aquí abajo, de manera que hay para

ella una suerte de primer cuerpo físico, surgido de

la combinación de ciertas superficies

membranosas, de líneas fibriformes y de aire. Esto

es asimismo la raíz del presente cuerpo.» 35

El pasaje de sumo interés para comprender este

aspecto de las doctrinas sobre el alma humana en la

filosofía antigua y manifestando una fuerte coloración

platónica y pitagórica, puede interpretarse como sigue: el

alma particular vive pura e inalterable mientras está

residiendo en el alma del universo, que carece de mezcla

corpórea. En ella acompaña sin dificultades al

gobernador del universo. Se trata del tema platónico de

Zeus y su cortejo de dioses. Ahora bien, cuando ese alma

particular e hipercósmica, que mira el espectáculo de las

ideas ejemplares, pero está también destinada a

descender para animar al hombre, va percibiendo las

imágenes inferiores del universo transeúnte, llega un mo-

mento en el que por desapego de la visión de las

35. Cf. A.J. FESTUGIÈRE, «L’Ame et la musique, d’après

Aristide Quintilien», en Etudes de Philosophie Grecque, págs. 463-

486, texto traducido de De Música 2, 17-19, en págs. 463-469, aquí

se ofrece la version de las págs. 464-465.

Page 30: El Cuerpo Astral

primeras, se sumerge hacia abajo. Su perspectiva,

entonces, se particulariza y su descenso en cada mo-

mento de la declinación se hace más vertiginoso.

El origen, por consiguiente, del alma es supra- celeste

y su descenso en vistas de un cuerpo físico determinado

reconoce tres pasajes principales en relación con las

esferas del universo: a través del círculo de las fijas en

donde recibe como envoltura el rojo del empíreo, a

través de las esferas planetarias desde donde la envuelve

el pneuma luminoso y a través de la región sublunar, en

cuya bajada combinada con el aire pierde su esfericidad y

toma la figura alargada del hombre, transformación del

cuerpo etéreo que le permite seguir relacionada con su

punto de partida supraceleste. De este modo el alma que

era punto se envuelve en un vehículo adquirido que es

progresivamente, dentro de la tradición pitagorizante,

línea, superficie, volumen y cuerpo listo para configurar

el cuerpo orgánico que surge de la unión natural de los

cuerpos. Queda de este modo rodeada por líneas y

superficies que la encubren como una red en la zona

planetaria y más tarde como una túnica membranosa y

fibriforme en el mundo sublunar.

La primera consecuencia positiva que podemos sacar

del texto ofrecido es que su doctrina resuelve el

monismo cósmico de Aristóteles proyectado en el

ámbito antropológico, con la clave de la dualidad de

mundos de ascendencia platónica, punto en el que

incluso Heráclides del Ponto permanecía dubitativo. La

segunda conclusión sería observar, para ampliación del

panorama histórico, que el contenido

Page 31: El Cuerpo Astral

de esta parte dogmática del escrito de Aristides

Quintiliano ofrece paralelos con otros documentos de la

época que a primera no son tan elocuentes.

Se registran ante todo coincidencias de pensamiento y

vocabulario con los Oráculos Caldeos:

«De los círculos solares y de los resonantes

sonidos lunares de los senos aéreos... parte del éter

y del sol y de los canales de la luna y del aire. (Una

parte) del éter y del sol y de la luna y de cuanto

nada en el aire» (Oráculo 61).

«...no manches el pneuma ni profundices la

superficie» (Or. 104).

«Busca el conducto anímico desde donde tra-

bajando a jornal para el cuerpo el alma ha dejado

en un cierto orden y cómo la elevarás de nuevo en

su orden, cuando unas la acción a la palabra

sagrada» {Or. 110).

«Es necesario que quien es un mortal con po-

sibilidad de pensar embride el alma, para que no

choque contra la tierra infortunada, sino que se

salve» (Or. 113).

«...vehículo sutil (lepton óchema) del alma» (Or.

120 ) .

«No dejarás al precipicio los desechos de la

materia, pero la imagen también tiene parte en el

lugar que brilla por doquier» (Or. 158). «No te

inclines hacia abajo en dirección al mundo de color

negro brillante, debajo del que se extiende un

abismo siempre amorfo y disforme, tenebroso,

sórdido, fantasmal, ininte

Page 32: El Cuerpo Astral

ligible, escarpado, tortuoso, enrollándose

siempre como un abismo impotente y que está

sin cesar en matrimonio con un cuerpo invisible,

inactivo, sin soplo de vida» (Or. 163). «No te

inclines hacia abajo; un precipicio yace bajo

tierra que arrastra violentamente (al alma) desde

el umbral de siete caminos» (Or. 164).36

Los «canales» (ochetós-ochetoi) de fuego, del sol,

etcétera, se inscriben dentro del mismo significado.37

De la letra de los Oráculos transcriptos se desprende

el sentido que el vehículo sutil o cuerpo astral

desempeña en la concepción que transmiten estos

enunciados o fórmulas tradicionales. Un significado que

siendo estrictamente simbólico, revela un doble nivel de

sentido. Tanto un plano racionalmente accesible, teórico

o contemplativo, porque se incluye en la percepción

como un elemento necesario de lo real, como otro

práctico, oculto y que

36. Ver asimismo «Vocabulario Caldaico», fr. 193 y M. PSELO,

Comentario de los «Oráculos Caldeos» 1132b 1-15. Cf. F. GARCÍA

BAZAN, Oráculos Caldeos con una selección de testimonios de Proclo,

Pselo y Ai. Itálico. Numenio de Apamea, fragmentos y testimonios,

Madrid, 1991, págs. 73-74, 82, 86, 92, 97 y 139.

37. Ver Oráculos 2, 65, 66 y 110. El término roizo y afines en

relación con el ruido producido por la velocidad del des-

plazamiento, cf. Or. 34 y 37 asimismo; el acto de despliegue del

alma de Or. 43 y 112 y la chispa anímica de 44 y 51. Sobre el

óchema-pneuma en los Oráculos puede leerse O. GEUDTNER, Die

Seelenlehre der chaldaischen Orakel, Meisen- hem am Glan, 1971,

págs. 18-24, aunque poco se dice sobre lo más específico.

Page 33: El Cuerpo Astral

invita a ser realizado, puesto que permite experimentar o

actualizar las virtualidades potenciales de esa misma

realidad.

Desde tal punto de vista, que es el encuadra- miento

que corresponde a la «filosofía caldaica», actividad

intelectual y praxis comunitaria y ritual resultan

inseparables bajo la orientación de la segunda. Filosofía

y teúrgia se comunican estrechamente. Este aspecto

propiamente mistérico o ini- ciático del saber caldaico,38

que aflora acá o allá frustrado en la enseñanza de Platón

y de Plotino, es el que ha impresionado a Porfirio, pero

profundamente a Jámblico, a Siriano y a Proclo 39 y el

que los ha incitado a tratar de recuperar la integridad de

la sabiduría, de la filosofía tradicional, según la enseñaban

los antiguos.40

En este contexto global, entonces, el cuerpo astral

ejerce su función de vehículo o cuerpo sutil (pneu-

38. F. GARCÍA BazAn, Oráculos Caldeos..., Int., págs. 11-18.

39. «Porque algunos como Porfirio,Plotino y muchos otros

filósofos colocan en primer lugar la filosofía, otros, sin embargo,

como Jámblico, Siriano, Proclo y todos los hieráticos, ponen en

primer lugar el arte hierático», cf. OLIMPIODORO, In Phaed. 123, 4

Norvin.

40. Cf. PORFIRIO, Vida de Plotino XVI, los gnósticos combatidos por

PLOTINO se dicen salidos de la «filosofía tradi cional»; NUMENIO, fr. 1. a

(GARCÍA BAZAN, obra citada, pág. 231), brahmanes, judíos, magos y egipcios

también deben ser considerados junto a Platón y Pitágoras; el autor del Tratado

Tripartito combate las limitaciones de la filosofía griega, ofre ciendo una línea

tradicional de superior proyección, es el tema de la «sabiduría perenne» que tiene

inquietos a todos estos pensadores espiritualistas.

Page 34: El Cuerpo Astral

ma), elemento móvil que actúa como entidad que sirve

de mediación entre el alma, más pura e incorpórea, y el

cuerpo sensible, grávido y pasajero, posibilitando de este

modo la animación particular de éste y el posible retorno

de aquélla, liberada, a su lugar de origen. Pero asimismo

elpneuma permite entender la actividad imaginativa en su

doble facultad de subordinación a la sensación,

imaginación o fantasía inferior y reproductiva, y de

acción autónoma, como imaginación imaginante,

superior o creativa (es éste el motivo de la importancia

que el Obispo Sinesio daba a los Oráculos 118 y 158

como se verá más abajo). Del mismo modo, sin

embargo, para que las situaciones descritas se concreten

se necesita la teúrgia, ya que el cuerpo sutil, elemento

antropológico insustituible, tiene su base de inserción en

el orden ontològico. De este modo cuando el teùrgo, el

arcaico repetidor de las cosas primeras, al reiterar con

sus actos las acciones demiúrgicas, con los movimientos

que realiza y las palabras que pronuncia coloca a los

objetos que maneja, ritualmente predispuestos, en

calidad de receptores potentes de las acciones recreadas,

al ofrecerse como imágenes transparentes de aquellos

paradigmas, porque lo «semejante atrae a lo semejante».

En este ámbito sagrado se comprende, entonces, que lo

manchado se purifique, lo puro se reinstale en su orden y

lo ordenado ascienda por su serie, cadena o jerarquía

propia. Esta capacidad efectiva de la teúrgia,

infinitamente superior a la de la filosofía, la captaba

Miguel Pselo cuando polémicamente sostenía al

comentar el Oráculo 110:

Page 35: El Cuerpo Astral

«Y mientras nuestra doctrina religiosa guía al

hombre hacia Dios por medio de las iluminaciones

de lo alto, el Caldeo lo guía por medio de la ciencia

iniciática. La ciencia iniciática es, por así decirlo, la

que inicia al alma, gracias a la potencia de los

materiales de aquí. Esto al menos, dice, “cuando

unas la acción a la palabra sagrada ”, es decir,

cuando pongas en contacto a la palabra sagrada del

alma o la potencia superior con el acto del rito.

También nuestro teólogo Gregorio hace ascender

el alma hacia lo divino por la razón y la

contemplación. Por la razón, lo que en los

hombres es más intelectivo y mejor, y por la

contemplación, la iluminación que está sobre

nosotros. Platón considera que la esencia

inengendrada nos es comprensible por la razón y la

intelección, pero el Caldeo dice que a no ser que

fortifiquemos el vehículo del alma con los ritos

materiales, de otro modo no podemos ascender

hacia Dios; ya que opina que el alma puede

purificarse por piedras, hierbas y encantos y que

entonces es fácil de mover para su ascensión.»41

Datos paralelos con estas enseñanzas los descubrimos

en el Corpus Hermeticum y en el Apócrifo de Juan, el

escrito esotérico de los barbelognósticos en

41. Cf. GARCÍA BazÁN, Oráculos Caldeos..., Int., págs. 28-

31 y Gregory SHAW, «Theurgy as Demiurgy: Iamblichus So-

lution to the Problem of Embodiment», en Dyonysius XII

(1988), 37-59.

Page 36: El Cuerpo Astral

Adam Kadmón, el Hombre Primordial según la Càbala.

Page 37: El Cuerpo Astral

la medida en que la caída del alma, en este caso bajo la

forma mítica del Hombre Primordial, se orquesta

teniendo en cuenta la figura de Narciso, inclinado sobre

la propia imagen. Sólo que en estos ejemplos por

influencia de la demonología irania los materiales

atraídos por el descendimiento adquieren una dimensión

diabólica que no está tan subrayada en la tradición griega.

Y en el caso de los gnósticos incluso el cuerpo es obra de

la caída.42 Es posible confirmar lo expresado con un

bello texto del Poimandres:

«Y el Hombre que tiene el dominio total del

mundo de los mortales y de los vivientes sin razón,

se inclinó para mirar a través del armazón del

universo, habiendo desgarrado su envoltura, y

mostró a la naturaleza de abajo la bella forma del

Dios, ella habiendo visto que tenía en sí belleza

inagotable, la energía total de los gobernadores y la

forma del Dios, sonrió de amor, porque había

visto la forma bellísima del Hombre en el agua y la

sombra en la tierra. Pero el Hombre viendo su

forma semejante en la naturaleza, estando en el

agua, la amó y quiso habitar en ella. Al mismo

tiempo que quiso fue el acto y habitó la forma sin

razón. La naturaleza habiendo recibido al

42. Cf. Testamento de los doce patriarcas (Testamento de Rubén)

1, 2 y 3, como intermediario judío más reciente y cuanto dice M.

TARDIEU sobre la melothesia del cuerpo psíquico en el Apócrifo de

Juan, Ecrits Gnostiques. Codex de Berlin, París, 1984, págs. 123 y ss. y

300 y ss.

Page 38: El Cuerpo Astral

amado lo enlazó totalmente y se unieron ín-

timamente, porque estaban enamorados.» 43

Estos son los motivos que explican que el ser humano

sea doble, mortal por el cuerpo e inmortal por el

Hombre esencial (ho ousiodes ánthropos) y que haya

llegado a ser esclavo dentro de la armadura del mundo

astral. De ésta, que es el Destino, debe liberarse y el

ascenso (ánodos) consistirá al morir en dejar el cuerpo

físico a la corrupción y los vicios progresivamente a cada

zona astral que representan a cada uno de los siete

demonios, hasta llegar a la ogdóada e ir incluso más

arriba, para ingresar en Dios.44

En otras oportunidades la inspiración de este cor- pus

literario es inobjetablemente helénica:

«De una sola alma, el alma del universo, han sal ido

todas las almas, las que giran en el universo, como

distribuidas en sus partes... El alma del hombre es

transportada en vehículo (ocheitai) de este modo.

El intelecto en la razón, la razón en el alma, el

alma en el aire (pneuma), el aire atravesando

venas, arterias y sangre mueve al viviente y de

cierta manera lo lleva.» 45

43. Cf. Corpus Hermeticum I, 14 (NOCK-FESTUGIÉRE, I, pág. U ) .

44. Cf. CH. I, 15 y 24-26.

45. Cf. C.H. X, 13 y asimismo en 16: «Lo mismo sucede

también a los que abandonan el cuerpo. Porque el alma co

Page 39: El Cuerpo Astral

El vehículo del alma, el cuerpo astral, desempeña

también en estos casos esparcidos una función de

determinación e intermediación entre el alma pre-

existente y el cuerpo que es fundamental para com-

prender la estructura del ser humano y su posición en el

cosmos, aunque no siempre resulte clara la exigencia de

teoría y praxis mancomunadas que descubren los

Oráculos Caldeos.

Siendo, además, la descripta una inquietud para la

época nada fútil, es explicable que Plotino responda a

ella con una teoría brillante y razonada de la

incorporación del alma, con la tentativa de dejar los

menos espacios posibles para la duda y oponiéndose

redondamente a ciertas declaraciones de los gnósticos.

Porque él percibe la realidad como totalidad sin

fracturas, mientras que sus contendientes se afirman en

la ruptura y la negación de lo burdo, grosero o material.

Puede hacerse un breve repaso de las ideas básicas de

las Enéadas al respecto.

rriendo hacia arriba hacia sí misma, el soplo se contrae en la

sangre, en alma en el soplo y el intelecto llegado a ser puro de sus

envolturas (endymatá), ya que es divino por naturaleza, habiendo

tomado un cuerpo de fuego, recorre todo el espacio, habiendo

dejado el alma para el juicio y dictamen que le corresponda.

¿Cómo dices esto, oh Padre? ¿El nous se separa y el alma del

soplo, aunque dijiste que el alma se viste del intelecto y el soplo

del alma?» Ver asimismo la explicación de C.H. XI, 4; STOBEO, fr.

III (T. III, págs. 17-18) en donde se habla del alma y su retorno al

cuerpo divino (theión soma). Aquí «divino» equivale al «cielo». En

STOBEO, fr. IV, el cuerpo inmortal (athánaton soma) es el de los

astros. Cf. asimismo Extracto XV (págs. 66-67), sobre el embrión,

con la nota 19.

Page 40: El Cuerpo Astral

Primera observación. No parece ser Plotino par-

ticularmente adepto a entender el elemento intermediario

entre el alma pura y el cuerpo como un vehículo

(óchema). Así parece puntualizarlo en Enéa- da 1,6 (1), 8

al final, al referirse a la huida del alma del mundo:

«¿De qué tipo, pues, es el viaje y la huida? No es

posible ir a pie, porque nuestros pies sólo nos

llevan de un lugar a otro sobre la tierra, tampoco

en coche o nave, por el contrario es necesario

despedir todo y no mirar, sino, por decir, cerrados

los ojos trocar una visión por otra y despertar ésa,

que todos tienen, pero que pocos ejercitan.» 46

Y poco antes se ha referido a la belleza corporal

como imagen, huella y sombra y ha recordado con el

mito de Narciso que:

«Si alguno corriera en pos de ellas queriendo

alcanzarlas como algo verdadero, le sucedería igual

que al que quiso atrapar una bella imagen que

flotaba (ochoumenon) sobre el agua, como cierto

mito, me parece, dice velada- mente, que se hundió

en lo profundo de la corriente desapareciendo.» 47

Sin embargo la solución que da al problema de la

caída del alma y de su posible retorno tiene todos

46. Cf. I, 6, 8, 8-12.

47. Cf. Ibídem.

Page 41: El Cuerpo Astral

los visos de una exégesis intelectual del mito de Narciso.

Plotino entiende que el Alma, 3.a hipótesis o realidad

subsistente, cumple tres funciones, como alma del

universo, como alma del cosmos sublunar o naturaleza,

principio de la vida vegetativa del devenir con sus

facultades de apetito y sensación, y como alma

particular, principio de vida sensible, representativa,

racional e intelectual.48

El alma universal reside junto al Intelecto eterno y se

revela corporalmente por los astros, con su movimiento

permanente y perfecto. Su imagen anímica general, la

naturaleza, da vida y orden a los seres de la tierra

mediante los logoi spermatikoi, principios de los cuerpos

físicos.49 Pero sobre la vida natural, la del cuerpo, que

permite el nacimiento, crecimiento, nutrición,

declinación y muerte, una vez que la potencia de las

razones seminales se agota, se impone otra vida que le

permite al compuesto humano sensibilidad y

conocimiento particulares. Esta actividad diferenciadora

la otorga el alma particular de cada ser viviente. Este

alma no es diferente de la unviersal, es su reflejo, un rayo

surgido de un centro luminoso que reside en el Alma

superior y que nunca la abandona. Por eso el descenso,

inclinación o caída del alma consiste en una iluminación

(éllampsis). El Alma universal gira en torno al orden

inteligible, lo refleja en síntesis y lo desarrolla por partes

y en el tiempo como universo. Para que esto sea posible

contempla

48. Cf. Enéada III, 9 (13), 3.

49. Cf. Enéada III, 8 (30), 5 a 7.

Page 42: El Cuerpo Astral

a las formas eternas en ella misma como totalidad y

como reflexión sobre esa totalidad, como entidades

particulares que surgen de ella. En su primer ensayo de

reflexión, el más próximo, no hay grandes dificultades, y

engendra directamente seres visibles inseparables del

Alma universal y, por eso, inmortales, reflejos corporales

perfectos y dioses sensibles, los astros y el cielo,

constituidos del purísimo elemento ígneo.50 En el

segundo caso, sin embargo, teniendo que completar lo

más alejado de ella del universo las cosas se complican,

porque: 1.° la primera intervención del alma consiste en

una organización general de los cuerpos, en un cuidado

del mundo físico o natural; 2.° sobre esta organización

general se implanta un segundo orden animador

particular, el de cada alma individual que otorga a ese

cuerpo sensibilidad en las plantas, representación en los

animales y racionalidad e intuición intelectual, además,

en el caso de los seres humanos, semidémones (dotados

de cuerpos aéreos) y démones (con cuerpos ígneos).51 Se

explica, entonces, que el alma, libre y necesariamente

descienda cuando se le ofrece el cuerpo en potencia

conveniente, como convocada por la llamada de un

heraldo.52 Libre, porque el Alma misma se ha dado su

morada física, sin más compulsión que la que procede de

su capacidad irradiadora total; obligada, porque debe ella

misma concurrir para animar con su reflejo particular ese

cuerpo; cuerpo, ade

50. Cf. Enéada II, 1 (40), 6.

51. Cf. Enéada IV, 3 (27), 9 y 15.

52. Cf. Enéada IV, 3 (27), 12 y 13.

Page 43: El Cuerpo Astral

más que la atrae por la forma de vida que eligió en la

existencia anterior. El reflejo anímico es el que permite

entender que el alma de cada hombre quede arriba en

contemplación, pero que deslizándose como una

irradiación de vida intelectual, representativa y sensitiva,

constituya el compuesto humano en el que coexisten dos

vidas, la anímica, propiamente dicha, y la natural. Por

eso cuando el hombre actúa indebidamente su conducta

es causa de no liberación y, por lo tanto, de una nueva

incorporación inferior e, incluso, debilitado ese «reflejo»

por un comportamiento suficientemente nocivo, puede

llegar también a incorporarse en un animal o en una

planta.53

Se explican así las palabras finales de Plotino, estando

por morir, con las que recomendaba al amigo y médico

Eustoquio:

«Que se esforzara por elevar lo que de divino hay

en nosotros hacia lo que hay de divino en el

universo.» 54

Sin embargo y pese a lo dicho, Plotino tiene también

conciencia de la existencia del cuerpo astral.

53. Cf. como ratificación de lo expresado, Enéadas IV, 7 (2), 13;

IV, 8 (6), 4 y 5; V, 1 (10), 1 y 5 al comienzo; V,2 (11), 2; III, 6 (26),

5; IV, 3 (27), 1, 3, 9, 5 y nota 52; IV, 4 (28), 11; I, 4 (46), 16; III, 2

(47), 15; III, 3 (48), 4; I, 8 (51), 14 y I, 1 (53), 12. Ver J. IGAL,

«Aristóteles y la evolución de la antropología de Plotino»,

Pensamiento 35 (1979), 315- 346.

54. Cf. PORFIRIO, Vida de Piotino 2, J. IGAL, Porfirio. Vida de

Plotino. Plotino, Enéadas I-II, Madrid, 1982, pág. 131.

Page 44: El Cuerpo Astral

En Enéada 11,2 (14) 2 refiriéndose al movimiento

circular del alma y al rectilíneo del cuerpo por estar

formado de tierra, dice a manera de aclaración en un

paréntesis: «Pero tal vez incluso en nosotros el pneuma

que rodea al alma haga lo mismo», por ese motivo

cuando en estado de purificación ese pneuma no está

enturbiado: «su pneuma es tan sutil que puede viajar en

él tranquilamente».55 Este pneuma en el que reside

primariamente la facultad vegetativa, es, por lo tanto, el

nexo intermediario que torna posible la unidad anfibia

del hombre, el nexo entre el alma particular y el alma

natural.56

El Alma, pues, no cae, se desliza irradiando y es

acogida como reflejo en un ínfimo reflejo natural. El

cuerpo no es malo, sino inferior por su materia lidad más

oscura y así puede ser causa del mal de acuerdo con las

elecciones del alma incorporada. Los gnósticos, no

obstante, que Plotino conoció, no sólo sostienen que el

Alma universal (= Sofía superior) ha caído, sino que

también a causa de su caída el Demiurgo, su producto,

ha creado un mundo y continúa creando con su poder

natural cuerpos que son malos, aunque por motivo de su

ignorancia, al servicio de un designio materno, el de

Sofía, cuya finalidad es la de recuperar las partículas

deficientes o caídas de esta misma Sofía, el «modelo

cósmico» que hay en cada gnóstico, la sustancia

pneumática

55. Cf. Eneada III, 6 (26), 5 al final.

56. Cf. Eneada IV, 4 (28), 26. Puede verse N.M. RICH, «Body

and Soul in the Philosophy of Plotinus», en Journal of the History of

Philosophy l/l (1963), pag. 1-16 (esp.) pags. 13-14.

Page 45: El Cuerpo Astral

débil o femenina, hasta lograr con el total retorno que el

mundo como corrupción raigal y aborto sin sentido,

llegue a su conclusión.57

Los discípulos de Plotino, sin embargo, como se

anticipó poco antes, teniendo en cuenta particularmente

la eficacia de la teúrgia, la capacidad de las obras o

acciones divinas, de los ritos iniciáticos según los

practicaban los seguidores de los Oráculos Caldeos, para

purificar meramente el vehículo anímico, actividad que

será completada por la filosofía, como superficialmente

interpretará Porfirio, o no sólo para purificar el vehículo,

sino también para hacer ascender junto con él al alma a

sus lugares de origen, apartándose de la concepción

plotiniana excesivamente intelectual y contemplativa,

vuelven a hacer hincapié sobre la realidad del óchema,

de- teniendose especialmente en él.

Porfirio nos dirá:

«Como estar sobre la tierra para el alma, no

consiste en pisar el suelo como lo hacen los

cuerpos, sino en presidir el cuerpo que pisa el

suelo, así también estar en el Hades para el alma es

presidir una imagen dueña de una naturaleza que

está en un lugar y a la que le pertenece una

realidad tenebrosa; por eso si el Hades que es

subterráneo es un lugar tenebroso, el alma aunque

no se separe del ser ligada a la imagen está en el

Hades. Porque

57. Cf. Enéada II, 9 (33), 5 a 6 y nuestros comentarios en

Plotino y la Gnosis, Buenos Aires, 1981, págs. 220-232.

Page 46: El Cuerpo Astral

el pneuma que ha recibido de las esferas le queda

unido cuando abandona el cuerpo sólido al que

presidía... Pero se dice que está en el Hades porque

el pneuma que le toca es de naturaleza informe y

tenebrosa... Por esto mientras está suficientemente

pura se une a un cuerpo próximo connaturalmente

a lo inmaterial, que es el cuerpo etéreo... Pero si se

llega a separar de la naturaleza, es un resplandor

seco, sin sombra ni nubes; porque es la humedad

la que forma nubes en el aire, pero la sequedad de

la atmósfera produce un brillo seco.» 58

Jámblico de Calcis con superior exigencia y ple-

namente consciente del valor de la teúrgia, la que debe

colocarse por encima de la filosofía según la enseñanza

de los «antiguos» (archaióteroi, presby- teron tiñes),

caldeos, órficos y egipcios, y corrigiendo a Porfirio,

aspira a reivindicar el sentido profundo y esotérico de las

enseñanzas de Platón y de Plotino.

58. Cf. E LAMBERZ Porphyrius. Sententiae acl intelligibilia ducentes,

Leipzig, 1975, sentencia 29, págs. 17-20. Otros elementos de

discusión en A. SMITH, Porphyry’s place in thè Neo- platonic tradition,

The Hague, 1974, ps. 152-158 y A.R. SODANO, Giamblico. I Misteri

Egiziani, Milán, 1984, págs. 344- 345. Sobre la subordinación de la

teúrgia a la filosofía por parte de Porfirio, cf. De regressu animae

frs. 2 y 3 (edición de J. BlDEZ, Vie de Porphyre, le philosophe

néoplatonicien, Darmstadt, 1964 (= Gante 1913), págs. 27 y ss.) en

Agustín, De civitate Dei X, 9 y 27. Siguen manteniendo interés las

reflexiones de BlDEZ en la obra arriba señalada, págs. 87-97.

Page 47: El Cuerpo Astral

En su obra Los misterios egipcios que tiende a cumplir

los fines antedichos, enseña que mediante la teúrgia el

alma se purifica, se separa del cuerpo y junto con el

vehículo etéreo indestructible recupera el orden o

situación primitiva. De este modo le es posible estar de

acuerdo con la voluntad de los héroes, los démones, los

ángeles, los dioses sublunares y el dios conductor que le

corresponde habiéndose reubicado en la cadena del ser

pertinente. De esta manera se dan las condiciones para el

logro de la unión (hénosis) con el Bien/Uno, pero como

se habrá advertido, se necesita la purificación previa,

porque el vehículo o soporte sobre el que está instalada

el alma al quebrarse el orden, ha sido manchado en el

descenso, influyendo con su contaminación sobre ella.

Por los motivos que se han desarrollado escribe

Jámblico:

«Porque no es el acto de pensar (he énnoia) el que

une a los teúrgos a los dioses. Puesto que ¿qué

podría impedir a los que filosofan llegar

teóricamente a tener la unión teúrgica con los

dioses? Pero tal no es la verdad del caso, sino que

la eficacia de los actos inefables divinamente

cumplidos (theoprepós) y sobre toda intelección y

el poder de los símbolos mudos entendidos sólo

por los dioses operan la unión teúrgica.» 59

59. Cf. De Myst. II, 11 (96, 13-97, 11), tecto en E. des Places,

JAMBLIQUE, Les Mystères d’Êgypte, París, 1966, págs. 96.

Page 48: El Cuerpo Astral

El Ka o doble eterico saliendo del cuerpo.

Page 49: El Cuerpo Astral

«En efecto se está de acuerdo en que el cuerpo

etéreo escapa a toda contrariedad, está libre de

todo cambio, puro de toda posibilidad de cambiar

en otra cosa, despojado de toda tendencia hacia

dentro o fuera, porque carece de inclinación o se

mueve circularmente... Porque tales cuerpos,

siendo inengendrados, no pueden recibir en sí el

cambio originado en los seres generados.» 60

«Lo mismo que lo engendrado participa del ser por

la generación y el cuerpo participa de lo

incorpóreo corporalmente, así también los seres

físicos y materiales en el devenir participan de los

cuerpos inmateriales y etéreos que están sobre la

naturaleza y el nacimiento en una forma

desordenada e inarmónica... La participación, la

mezcla de los elementos materiales con las

emanaciones inmateriales y el que lo que es dado

de una manera sea recibido de otra aquí abajo es la

causa de la diferencia múltiple de los seres

segundos.» 61

La purificación teúrgica actúa, entonces, como bien lo

explica Jámblico, según una doble eficacia, remueve las

impurezas del vehículo y reúne al alma con el Bien por

medio de la acción de los intermediarios divinos más

arriba aludidos:

60. Cf. Ibidem, V, 4 (202, 12-203, 8), des Places, págs. 159- 160.

61. Cf. Ibidem, I, 18 (54, 6-11 y 55, 3-6), des Places, pág. 70.

Page 50: El Cuerpo Astral

«Y este don hierático y teúrgico de felicidad se

llama la puerta al dios demiurgo, el lugar o la corte

del Bien. Aporta en primer lugar una pureza del

alma mucho más perfecta que la pureza del cuerpo,

después un entrenamiento de la facultad racional

en la participación y contemplación del Bien, la

liberación de todo lo que se le opone y después de

estas cosas la unión con los dioses, los dispen-

sadores de los bienes.» 62

Por el primer acto, pues, el vehículo queda limpio,

ello permite su ascenso (anagogé) y la pacificación del

alma. Superado el ámbito del mundo de la generación y

acalladas las impresiones, el vehículo puro se manifiesta

igualmente como la fuente de la imaginación o facultad

imaginativa real 63 y se supera el límite del Destino.

Lograda posteriormente la posición primera del cuerpo

etéreo y liberada el alma al estar de acuerdo con los

dioses puede experimentar la auténtica gnosis o unión

con los dio

62. Cf. Ibídem, X, 5 (291, 12-292, 3), des Places, págs. 213- 214.

63. «Los dioses iluminan con una luz divina al vehículo etéreo

y luminoso que rodea al alma. Desde ese momento las imágenes

divinas se adueñan de la facultad imaginativa (phan- tastikén

dynamin) que hay en nosotros, movidas por la voluntad de los

dioses. Porque la vida toda del alma y todas las potencias que hay

en ella se mueven acometidas a los dioses, como los conductores

de su voluntad», De Myst. III, 14 (132, 11-17), des Places, p. 117.

Page 51: El Cuerpo Astral

ses, «dispensadores de los bienes» y su principio último,

el Bien.64

Finalmente Proclo (siglo V) cuyo profundo interés y

respeto por los Oráculos Caldeos tiene su origen en la

Academia de Atenas, dedica las proposiciones 207 a 210

de sus Elementos de Teología al óchema enseñando en la

209 en síntesis elocuente:

«El vehículo de toda alma particular desciende con

el agregado de vestidos crecientemente materiales y

asciende en compañía del alma gracias al despojo

de todo lo que es material y a la recuperación de su

forma.» 65

Con estos tres últimos ejemplos examinados de fi-

lósofos neoplatónicos posteriores a Plotino y en la

medida en que sobre ellos se cierne la influencia de

64. Como las almas (solares, mercuriales, lunares, etcétera, de

acuerdo con su dios líder), han sido «sembradas» o dispuestas

junto con su vehículo dentro de una serie, después de la

distribución del demiurgo, dentro de ella se cumplen sus

aspiraciones divinas y dentro de ella recibe también las in -

fluencias divinas. Reside en estas explicaciones el fundamento

filosófico de la astrologia neoplatónica. Cf. la excelente tesis de

John F. FIN AMORE, lamblichus and thè theory of the vehicle of the soul,

Chico (California), 1985. Véase asimismo para agregar a lo dicho

De Myst. V, 26 y el comentario de A.R. SODANO, obra citada, pág.

146 y n. 109, conjuntamente con los análisis de J. DlLLON, lamblichi

Chalcidensis, Leiden, 1973, págs. 371-377.

65. Cf. igualmente el comentario de E.R. DODDS, o.c., págs.

306-309. Sobre la relación de Proclo con los Oráculos Caldeos, la

Escuela de Jámblico y su carácter de filósofo y teùrgo, ver

GARCÍA BAZAn, Oráculos Caldeos..., págs. 109-113.

Page 52: El Cuerpo Astral

la teúrgia caldaica, el transporte y vestido astral adquiere

un sentido que es mucho más práctico que especulativo,

porque se tiene la convicción de que con la práctica o

ritual apropiado se dispone al carro o vehículo anímico,

al penuma esférico, para que él, limpio de impurezas

exteriores, espontáneamente puede ascender hacia su

origen afín o celeste, disolviendo los lastres que le rodean

y tornan más pesado.

Hemos de admitir que otro fdósofo mediopla- tónico

y asimismo de origen oriental, Numenio de Apamea,66

seguido por Porfirio en la Gruta de las ninfas 67 y más

tarde por un neoplatónico que escribe en latín, Macrobio,

en el Comentario al «Sueño de Escipión»,68 han sabido

sospechar que las almas residen en su soporte etéreo en

la Vía Láctea, mientras que esperan un nuevo descenso

hacia la tierra.69

La sombra de la Antigua Academia y de Herá- clides

del Ponto vuelve por lo tanto a aparecer entre estos

autores más tardíos.

66. Sobre este filósofo véase F. GARCÍA BAZÁN, Oráculos

Caldeos... Numenio de Apamea, fragmentos y testimonios, Madrid,

1991, págs. 195 y ss.

67. Cf. PORFIRIO, De antro nimph. 28, NUMENIO, fr. 32 (nuestra

versión y notas, o.c., pág. 279).

68. Cf. Comm. in somn. Scipionis I, 12, 144, NUMENIO, fr. 34

(nuestra versión y nn., o.c., 280-281).

69. Asimismo PROCLO, In Remp. II, 128, 26-130, 4, NU- MENIO, fr.

35 (nuestra versión y nn. en o.c., págs. 282-284). Este conjunto de

elementos confirman de acuerdo con la enseñanza neopitagórica

que Macrobio en I, 12, 5 haya escrito que el alma cambia en su

descenso la forma esférica por la de un cono (conum y no ovum

como quiso corregir Leemans siguiendo a F. Cumont y le place a

J. Carcopino, De Pythagore aux Apotres, París, 1956, pág. 118, n.

101).

Page 53: El Cuerpo Astral

III. CUERPO ASTRAL Y CUERPO DE RESURRECCIÓN

Se sabe que el mensaje religioso cristiano no sólo

promete y predica la vida eterna: «los justos irán a una

vida eterna» (eis zoén aionion); «todo el que vive y cree

en mí, no morirá jamás», sino incluso la transformación

total de cuanto es susceptible de corrupción en sustancia

incorruptible:

«Estas palabras, una vez más, quieren decir que las

cosas conmovidas se cambiarán, ya que son

realidades creadas, a fin de que permanezcan las

inconmovibles.» 70

La prueba sin sombras para los ojos de la fe de esta

promesa escatológica es la resurrección de Cristo. Esta

constituye el hecho fundamental de la vida del cristiano

y, razonablemente, el mayor de los absurdos para quienes

no participan de esa fe: «Al

70. Cf. Mt. 25, 46; Jn. 11, 26; Ep. a los Hebreos 12, 27 y

nuestro artículo, «Fin del Mundo y virginidad del hombre», en

Filosofar Cristiano (1984/1985), 243-251, ahora en Neo- platonismo-

Gnosticismo-Cristianismo, Buenos Aires, 1986, Cap. XVII.

Page 54: El Cuerpo Astral

oír la resurrección de los muertos, unos se burlaron y

otros dijeron: “Sobre esto ya te oiremos otra vez”».71

Este cuerpo del Cristo resucitado que misterio-

samente el cristiano percibe con su entrega a la Voluntad

de Dios, que el tiempo escatológico lo transformará en

evidencia y que experimenta sacramentalmente,

quebrando los límites del tiempo, cuando se identifica

con él en la comunión euca- rística, es, sin duda, un

escándalo para la razón. Los cristianos de los primeros

tiempos así lo percibían y reflexionando sobre su posible

lógica trataron de darle soluciones que por imperio de

las circunstancias habían de permanecer dentro del

marco de la antropología sabia de la época. Entre las

tentativas que quisieron explicar la naturaleza del cuerpo

de resurrección en relación bien fuese con las aparicio-

nes del Resucitado o no, hace también presencia la

creencia en el vehículo subsistente del alma.

Pablo de Tarso en algún momento, en la I Epístola a

los Corintios, capítulo 15, utiliza la expresión «cuerpo

espiritual» para referirse a la realidad del cuerpo

resucitado. Y lo hacía, creemos, con total intención. El

capítulo todo como ratificación del mensaje

inconfundiblemente cristiano, es una proclamación de la

resurrección de Cristo, como el fenómeno central de la

predicación. Al acontecimiento de carácter sobrenatural

se vinculan las apariciones del Resucitado, incluso la

experimentada por Pablo en el camino hacia Damasco,

que le ha dado el

71. Cf. Hechos de los apóstoles 17, 23-33, especialmente vers. 32.

Page 55: El Cuerpo Astral

rango de discípulo del Señor. Pero hay más. Trata

asimismo Pablo de dar cuenta de la esencia del cuerpo

resucitado y lo hace sin titubeos para esclarecer su

significado judío y rechazar la posibilidad de la

interpretación griega propia de los corintios,

destinatarios de su misiva. Desde luego que el cuerpo de

resurrección no es esta carne y esta sangre, se trata, en

cambio, de que lo corrupto y mortal, el cuerpo psíquico

(soma psychikón) que incluye las categorías semíticas de

basar y nefes (carne y principio de vida), el cuerpo

viviente, se transforme y cambie en un cuerpo

plenamente lleno del poder o espíritu (ruah) de Dios.

Soma pneumatikón, cuerpo fuerte, incorruptible y de

gloria (doxa). Pero que posee estas cualidades no porque

preexistiera oculto al servicio del alma, como sería la

versión helenista que conocemos, sino porque es el

resultado de un renacimiento y transmutación sustancial:

el espíritu de Dios potente que da nueva vida al viviente

débil y la nueva simiente crece como vástago robusto.72

Y precisamente porque Pablo quiere marcar las di-

ferencias utiliza las mismas nociones corrientes de la

cultura de los corintios, por eso teniendo clara su tesis,

habla de la existencia de cuerpos celestes y terrestres, del

resplandor del sol, de la luna, de las estrellas, etcétera.73

72. No debe perderse de vista, sin embargo, la función que en

esta interpretación desempeña la noción del doble pneuma tan

difundida en corrientes médicas de la época sobre la embriología,

concepción, por otra parte, diferente de la de Aristóteles. Cf. nn.

18 y 31 más arriba.

73. Sobre el encuadre general cf. F. GARCÍA BAZÁN, «La

Page 56: El Cuerpo Astral

Sin embargo lo sostenido por Pablo no fue siempre

igualmente entendido y difundido dentro del cristianismo

y el pensamiento gnóstico y helenístico insinuó e impuso

en más de una oportunidad sus posturas.

Así se puede comprobar que los gnósticos ofitas,

según la descripción de San Ireneo y teniendo muy en

cuenta el pasaje comentado de San Pablo, identifican el

cuerpo de Cristo resucitado con el «cuerpo psíquico y

espiritual», intermediario entre el Cristo eónico, el del

Pleroma, y el cuerpo terrestre. Este elemento medio se

asemeja mucho, por lo tanto, a la naturaleza del cuerpo

astral:

«Jesús fue crucificado, pero Cristo no olvidó lo

suyo, sino que le envió cierta potencia de lo alto,

que hizo levantarse al que está en el cuerpo, el que

dicen que es anímico y espiritual, porque lo

mundano lo ha restituido al mundo. Los discípulos

que vieron que había resucitado no le conocieron,

pero tampoco al Jesús mismo gracias al cual había

resucitado de entre los muertos. Dicen que entre

sus discípulos éste fue el error mayor, ya que

creyeron que había resucitado en cuerpo cósmico,

ig-

doctrina de la resurrección en S. Pablo y entre los gnósticos»,

Revista Bíblica 37 (1975), 341-352. Sobre psychikón y pneu- matión

soma, ver E. SCHWEIZER, voz pneuma en Theologische Worterbuch

zum N.T., G. KlTTEL-G. FRIEDRICH (edd.), VI, 418-419 y 436. La

expresión pneumatikón soma para el cuerpo astral es utilizada por

los neoplatónicos posteriores, ver OLIM- PIODORO, In Phaed. 204,

14 ss.

Page 57: El Cuerpo Astral

Tomás introduciendo los dedos en las heridas de Cristo

resucitado.

Page 58: El Cuerpo Astral

norando que “la carne y la sangre no alcanzan el

reino de Dios”.» 74

En el mismo tono los docetas registrados por Hi-

pólito de Roma hablan de un cuerpo recibido por Jesús

en el bautismo con el que se reviste su alma y de esta

manera puede ascender sin impedimentos a través de los

Arcontes, sus adversarios, esquivando fundamentalmente

a Thánatos, la Muerte.75

Pero el tema del vehículo sutil está bien arraigado

entre los gnósticos y así, más allá de lo dicho, puede

mostrar entre ellos su rica polisemia.

Uno de los testimonios en los que revela su función

iniciática en el nivel anagògico es, en un texto

estrictamente esotérico, la Carta apócrifa de Santiago,

escrito integrante del Códice I de la Biblioteca de Nag-

Hammadi y prueba de la existencia de una corriente

espiritual jacobita que se distingue y enfrenta

conceptualmente con la Iglesia mayoritaria, la petrina. 76

Escribe Santiago reservadamente y con cautela al

representante de la comunidad de los «santos» y

«servidores del Salvador», lo que el Salvador ha

transmitido a Santiago y Pedro:

«Me voy a separar de vosotros. Efectivamente un

vehículo espiritual (harma pneuma)

74. Cf. F. GARCÍA BAZÁN, Gnosis. ha esencia del dualismo gnóstico

2, Ed. Castañeda, 1970, pág. 290.

75. Cf. HIPÓLITO, Elenchos VIII, 10, 7-8 y José MONTSERRAT

TORRENTS, Los gnósticos, Madrid, 1983, I, pág. 228.

76. Cf. L'Epitre Apocryphe de Jacques (NH I, 2) por Donald

ROULEAU, Québec, 1987, págs. 16 y ss.

Page 59: El Cuerpo Astral

me ha elevado y desde ahora me desnudo para

revestirme.» 77

La lectura del viaje misterioso de Henoch en clave

esotérica e iniciática es sensible y asimismo su vin-

culación estrecha con el motivo de la recuperación del

vestido celeste por el Salvador. Un simbolismo análogo

se encuentra registrado en el «Himno de la Perla» de los

Hechos de Tomás:

Y mi vestido de luz, que había abandonado, y la

toga plegada junto a él, de las alturas de Hyrcania

mis padres me los enviaban, por medio de sus

tesoreros, a cuya fidelidad se los habían confiado, y

puesto que yo no recordaba su dignidad ya que en

mi infancia había abandonado la

casa de mi Padre,

de improviso, como los enfrentara,

77. Cf. 14. 33-36. El Anónimo de Bruce dice en el pasaje que ya

hemos anticipado en la n. 7: «Después la Madre es tableció a su

hijo primogénito. Le confirió la autoridad de la filiedad. Y le dio

ejércitos de ángeles y arcángeles. Y le dio un vestido (éndyma) en

el que poder cumplirlo todo. En él estaban todos los cuerpos

(soma): el cuerpo de fuego, el cuerpo de agua, el cuerpo de aire,

el cuerpo de tierra, el cuerpo de viento, el cuerpo de ángeles, el

cuerpo de arcángeles, el cuerpo de las potencias, el cuerpo de los

poderes, el cuerpo de los dioses y el cuerpo de los señores. En

una palabra, en él estaban todos los cuerpos para que ninguno le

pudiera impedir ascender hacia lo alto o descender al abismo»

(cf. The Books of Jeu and the üntitled Text in the Bruce Codez. C.

Schmidt/V. MacDERMOT, Leiden, 1978, págs. 256-257).

Page 60: El Cuerpo Astral

el vestido me pareció como un espejo de mí

mismo.

Lo vi todo entero en mí mismo,

y a mí mismo entero en él,

puesto que nosotros éramos dos diferentes

y, no obstante, nuevamente uno en una sola

forma.» 78

Parece manifiesto que en este himno se reflejan

creencias del Irán antiguo que han transmitido corrientes

esotéricas judías de la época intertestamentaria 79 y que

han sido revitalizadas por el gnosticismo.

El capítulo II del Hadoxt Nask (Yast 22), fuente

inapreciable para el conocimiento de la soteriología

irania se refiere a la daena como una especie de

contraparte antropológica celestial, un lazo, además, que

relaciona al hombre íntimamente con Dios,80 y en

estrecho contacto con su vida terrestre, de modo

78. Cd. I Henoch 70, 2 y 2 Reyes 2, 11. La traducción completa

del «Himno de la Perla» se encuentra en GARCÍA BA- ZÁN,

Gnosis 2, págs. 307-313, ver también lo que se dice aquí en

relación con el maniqueísmo y el mandeísmo, págs. 240- 241.

79. Sobre la representación del vestido de sentido místico y

cósmico del que se reviste Dios en las enseñanzas de la mer-

kabah, tanto en los Grandes como en los Pequeños Hekhaloth, véase

G. SCHOLEM, Jewish Gnosticism, M.erkabah Mysticism, and

Talmudic Tradition, New York, 1965, págs. 58-64. Para la presencia

de ideas iranias en el judaismo, P. du BREUIL, Zarathoustra, París,

1978, págs. 235 y ss.

80. Por eso uno de los significados de la palabra daena es «la

religión».

Page 61: El Cuerpo Astral

La hermosa Daena venciendo a los demonios (S. XVIII).

Page 62: El Cuerpo Astral

que ofrece una apariencia bella o fea según haya sido la

conducta del individuo. Dice en lenguaje bellamente

simbólico el pasaje que nos interesa:

«Al culminar la tercera noche, parece sobrevenir

un resplandor, al alma del hombre justo le parece

percibir una fragancia aromática entre plantas en

flor.

Un viento parece soplar hacia ella...

En las cercanías de ese viento aparece su propia

daená en figura de una hermosa doncella, gentil, de

blancos brazos, fuerte, de hermoso aspecto, recién

aderezada, de buena estatura y pechos erguidos,

con un cuerpo fornido, de noble linaje, procedente

de familia rica, quinceañera, tan hermosa de

cuerpo y de desarrollo como la más hermosa de las

criaturas.

Luego le preguntó el alma del hombre justo: —

¿Qué doncella eres tú, la de cuerpo más hermoso

entre las doncellas que yo haya visto nunca?

A lo que respondió su daená:

—Yo soy, joven del Buen Pensamiento, de

la Buena Palabra, de la Buena Obra, la daená

de tu propio ser.» 80a

80a. Cf. G. WlDENGREN, Fenomenología de la religión, Madrid, 1976,

págs. 458-459. Sobre el sentido antropológico de la daena y sus

raíces indoiranias vinculadas a la concepción

Page 63: El Cuerpo Astral

Es posible que desde el medio gnóstico la tradición

del cuerpo astral haya hecho intrusión en las prácticas

caldaicas e influyendo por su intermedio en los

neoplatónicos hieráticos se haya introducido asimismo

en las corrientes islámicas afines y en la Cábala, para

seguir sobreviviendo a través de movimientos

subterráneos, marginales y atípicos hasta nuestros

mismos días.

Efectivamente la fuerza de la creencia en el cuerpo

astral y su capacidad de adaptación ante circunstancias

adversas es admirable. Marginada, condenada e incluso

considerada como expresión diabólica por el cristianismo

ortodoxo,81 no por eso dejará el campo de la cultura libre

de su creencia.

En el siglo III la concepción será representada por el

cristianismo más culto del tiempo, por Orígenes, quien

en el Contra Celso explicará que el cuerpo resucitado, el

de la aparición a Tomás en el Evangelio de Juan 20, 25-

27, debe entenderse como: «el alma que subsiste en el

llamado cuerpo brillante (augoeidés soma)», siendo una

especie de «estado fronterizo entre la solidez del cuerpo

antes de la

del cuerpo sutil (lingasarira o süksmasarira), cf. G. WlDEN- GREN,

Les religions de l’lran, París, 1968, págs. 55 ss., 64 ss. y 104. Para su

trayectoria posterior, ver H. CORBIN, Ierre Celeste et corps de

résurrection, Buchet-Chastel, 1960.

81. Cf. San Agustín, La ciudad de Dios, X, 9, 10, 11, 23, etc. Por

esto el demon personal vinculado al vehículo etéreo es

interpretado tanto por el cristianismo como por el judaismo

oficial como un diablo que inicia en la magia negra, el an-

tecedente del Dr. Fausto. Cf. G. SCHOLEM, La mystique juive...,

págs. 260-261 y 271.

Page 64: El Cuerpo Astral

pasión y la aparición de un alma desnuda del cuerpo».82

De acuerdo con estos antecedentes no resulta ex-

traordinario que Jerónimo haya transmitido que en el

Sobre los principios Orígenes identificaba cuerpo de

resurrección y cuerpo astral,83 aunque la versión de

Rufino de fines del siglo IV, expurgada de ideas extrañas

y edulcorada al estilo cristiano corriente, lo niega, sin

embargo, expresamente.84

Más adelante nos encontramos con otro ejemplo

digno de poner de relieve. En efecto, Sinesio de Cirene,

el Obispo de Tolomaida, quien condicionó su aceptación

del episcopado a que se le permitiera

82. Cf. II, 60 a 62 y H. CHADWICK, en Harvard Theol. Review XLI

(1948), págs. 99 y ss.

83. «Orígenes dice que todas las criaturas dotadas de razón

incorpóreas e invisibles, si son excesivamente negligentes, caen

poco a poco hacia las regiones inferiores, y de acuerdo con la

calidad de los lugares hacia los que se deslizan adoptan cuerpos,

por ejemplo, primero cuerpos de éter, después cuerpos de aire, y

cuando han llegado a la vecindad de la tierra, son envueltas por

cuerpos más espesos, para finalmente ser atadas a la carne de los

hombres.» (Tratado contra Juan de Jerusalén, dr. 27). Ver asimismo

frs. 77, 78 y 79, M. HARL y otros, Origéne, Traité des Principes, París,

1976, págs. 275 y 285. Cf. igualmente J. DANIÉLOU, Orígenes,

Buenos Aires, 1958, págs. 273-275.

84. «En efecto la fe de la Iglesia, contrariamente a algunos

filósofos griegos, no admite, además de este cuerpo, hecho de los

cuatro elementos, un quinto cuerpo, que sería diferente y diverso

de nuestro cuerpo, pues nadie puede sacar de las Escrituras

Santas ni la sombra de una idea semejante» (De Princ.

III, 6, 6, pág. 208). Sobre las pautas de la traducción latina de

Rufino ver ibídem, pág. 273.

Page 65: El Cuerpo Astral

vivir en matrimonio y a no abandonar sus ideas

filosóficas acerca de la preexistencia del alma, la

eternidad de la creación y una concepción de la re-

surrección de la carne no literal, en su tratado Sobre los

sueños, aporta una teoría psicológica sobre el «espíritu

imaginativo» (el pneuma phantastikón), percepción de las

percepciones, vida primera del alma incorporada y su

vida más íntima que es sede de la adivinación y de la

inspiración poética en los sueños, porque entonces la

vida más profunda se encuentra liberada. Aquí los seres

se ven mejor que cuando se imaginan por estar en

comercio con ellos. Se explica así la importancia que para

Sinesio revisten los Oráculos 118 y 158, citados como

comprobación de que la inspiración poética puede brotar

en sueños y de que la «imagen anímica», o sea, el pneuma

brillante recibido en el descenso por el alma tiene su

puesto en la región celestial, respectivamente.85

Con las anotaciones facilitadas se ha tratado de

reconstruir principalmente la representación más antigua

de la concepción occidental del vehículo del alma. Se

habrá comprobado de este modo que la creencia en el

cuerpo astral más que una noción doctrinal constituía un

símbolo viviente conservado en diversas corrientes

metafísicas e iniciáticas de la Antigüedad. Como

fenómeno espiritual no apelaba a la comprensión de su

naturaleza, sino a que el

85. Cf. F. GARCÍA BAZÁN, Oráculos Caldeos..., Int., pág. 35 y «La

concepción del sueño en Sankara y el neoplatonismo», en

Oriente-Occidente II/1 (1981), pág. 34, n. 60.

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creyente llegara a realizar lo que íntimamente ma-

nifestaba ocultándose en la virtualidad de la doctrina. El

lector tiene, entonces, en sus manos las bases de un

aspecto de la tradición simbólica que ha permanecido en

Occidente ligada a los cuadros de las enseñanzas

neoplatónicas y gnósticas, pero cuyos ecos se siguieron

difundiendo durante la Edad Media y el Renacimiento

bizantino y resonaron con fuerza en los diferentes

medios teosóficos, modernos y contemporáneos, aunque

gereralmente fuera de su verdadera fuente nutricia, el

contexto ritual. Pero el carácter del símbolo encerraba

tal impulso de inspiración, que el mismo Dante Alighieri,

poeta cristiano que buceaba en las profundidades de la

tradición, no pudo menos que proclamar:

«Quando Lachesis non ha più del lino,

solvesi da la carne ed in virtute ne porta

seco e l’umano e ’1 divino: l’altre potenze

tutte quante mutte; memoria, intelligenza e

volontade in atto molto più che prima

agute... cosi l’aere vicin quivi si mette in

quella forma che in lui suggella virtualmente

l’alma che ristette; e simigliante poi a la

fiammella che segue il foco là ’vunque si

muta, segue lo spirto sua forma novella.» 86

86. Dice el texto completo en traducción española: «Cuando

Laquesis no tiene más lino, suéltase el alma de la carne y

virtualmente se lleva consigo lo divino y lo humano. Los

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sentidos quedan mudos; la memoria, la inteligencia y la vo-

luntad, más activas y más agudas que antes. Sin detenerse, por sí

misma cae el alma maravillosamente en una de las dos orillas y

allí conoce su camino. Tan pronto como el lugar la circunscribe,

la virtud informativa se difunde a su alrededor del mismo modo

que antes en los miembros vivos, y como el aire en tiempo

lluvioso, por los rayos del sol que en él se reflejan, aparece

adornado de diversos colores, así el aire circundante adquiere

aquella forma que virtualmente le imprime el alma que allí está

y, semejante a la llama, que sigue al fuego allá adonde se muda,

sigue al espíritu su forma nueva», Purgatorio 25, 80-99, en Obras

Completas de Dante (BAC), Madrid, 1956, págs. 216-217.

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ÍNDICE

I. Introducción .................................................... 13

II. Filosofía caldaica y neoplatonismo . . . . 21

III. Cuerpo astral y cuerpo de resurrección 61