el cuento de david foster

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    David Foster Wallace:

    Buena gente

    Estaban encaramados en un mesn de picnic en

    el parque junto al lago, en la orilla del lago, con partede un rbol cado en las aguas poco profundas medioescondidas por la ribera. Lane A. Dean, Jr., y su no-via, ambos de blue jean y camisa. Sentados en la partesuperior del mesn, con los zapatos sobre la parte delbanco donde se sienta la gente para hacer picnics o

    amistades en tiempos de ocio. Haban ido a diferentesliceos, pero al mismo colegio universitario, donde sehaban conocido en los servicios religiosos. Era pri-mavera, la grama del parque estaba muy verde y el aireimpregnado de madreselva y lilas, lo cual era as como

    demasiado. Haba abejas, y el ngulo con el cual el solincida en el agua la tea de negro. Aquella semanahaban tenido ms tormentas, con varios rboles ca-dos y el sonido de las motosierras a lo largo de la calledonde vivan sus padres. Sus posturas en el mesn depicnic eran las mismas, con los hombros inclinados

    hacia adelante y los codos en las rodillas. En esta posi-cin la muchacha se balanceaba ligeramente y en unade esas se cubri la cara con las manos, pero sin llegara llorar. Lane estaba muy tranquilo e inmvil, su mi-rada perdida ms all de la ribera, sobre el rbol cado

    en el bajo, la bola de races arrancadas en todas direc-ciones y la nube de ramas del rbol a medias dentrodel agua. La nica otra persona por all cerca estabaparada, una docena de mesones de por medio. Mira-ba el hueco de donde el rbol haba sido arrancado.

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    Todava era temprano, pero an as todas las sombras

    se deslizaban hacia la derecha, cada vez ms cortas. Lamuchacha llevaba puesta una vieja y delgada camisade algodn a cuadros con botones de presin nacara-dos y mangas largas y siempre ola muy bien, a limpio,como una persona en quien puedes confiar y a quienle tienes cario, aunque no ests enamorado de ella.

    A Lane Dean le haba gustado su olor desde el princi-pio. La mam de l la describa como con los pies en latierra y le gustaba, crea que era buena gente, se veaa leguas lo haca evidente con pequeos detalles. Elagua lama el rbol desde diferentes direcciones, casi

    mordisquendolo. En alguna ocasin a solas, pensan-do o tratando de rezar utilizando a Jesucristo comorecurso en algn asunto, l se haba encontrado a smismo metiendo el puo en la palma de la mano conuna ligera rotacin como si todava estuviera jugan-do y golpeando el guante para mantenerse despiertoy alerta en el centro del terreno. Ahora no haca talcosa; sera cruel e indecente hacerlo ahora. El otro in-dividuo, un viejo, segua parado junto a su mesn depicnic pero sin sentarse y se vea fuera de lugar conuna chaqueta de traje y el tipo de sombrero masculino

    que el abuelo de Lane mostraba en las fotos de sus dascomo agente de seguros. Pareca estar mirando haciael lago. Con moverse un poco, Lane dejaba de verlo.Tena la apariencia ms de un cuadro que de una per-sona. No haba patos por ningn lado.

    Una cosa que Lane Dean s hizo fue asegurarleuna vez ms que ira con ella y se quedara all conella. Una de las pocas cosas inocuas y decentes querealmente poda decir. La segunda vez que lo repiti,ella mene la cabeza y se ri de una manera triste que

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    haba llenado de compasin. sta era la pura verdad.

    Lane Dean, Jr., sinti el sol en un brazo mientras ensu mente se retrataba a s mismo en un tren, saludan-do mecnicamente en la direccin de algo que se ibahaciendo cada vez ms pequeo a medida que el trense alejaba. Su padre y el padre de su madre tenan elmismo cumpleaos, Cncer. El cabello de Sheri tena

    un color rubio, casi como maz, con la carrera centralrosada bajo la luz solar. Haban permanecido senta-dos el tiempo suficiente para que solamente sus ladosderechos estuvieran ahora bajo la sombra. l podaverle la cabeza, pero no a ella como un todo. Partes di-

    ferentes de l se sentan desconectadas unas de otras.Ella era ms inteligente que l y ambos lo saban. Noeran solamente las clases Lane Dean estudiaba Con-tadura y no le iba mal; se las arreglaba. Ella era unao mayor, tena veinte, pero haba algo ms siem-pre le haba parecido a Lane que ella se senta a gustocon su vida de una manera que la edad sola no puedeexplicar. Su madre lo expresaba como que ella sabaqu era lo que quera, lo cual era estudiar Enfermera,un programa nada fcil en el colegio universitario dePeoria, y adems trabajaba como mesonera en el Em-

    bers y se haba comprado su propio automvil. Eraseria y eso a Lane le gustaba. Haba tenido un primoque muri cuando ella tena como trece, catorce aos,muy querido y cercano a ella. Era seria en su fe y susvalores de una manera que a Lane le haba gustado y

    ahora, sentado aqu con ella en el mesn, le asustaba.Esto era terrible. Estaba empezando a creer que quizsl no tomaba su fe con seriedad. Quizs era un hip-crita, como los asirios en Isaas, lo cual sera un pecadomucho ms grave que la cita haba decidido que iba

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    a creer esto. Estaba desesperado por ser buena gen-

    te, por ser capaz de sentirse bueno. Rara vez antes deahora haba pensado en la condena y el infierno esaparte no le llegaba a su espritu y en los servicios reli-giosos se desconectaba y aceptaba el infierno cuandose mencionaba, de la misma manera que uno tolera eltrabajo que debes tener para poder ahorrar y poseer las

    cosas que quieres. Los zapatos de tenis de ella estabanllenos de garabatos dibujados durante sus clases. Se lapasaba mirando hacia abajo. Pequeas anotaciones oasignaciones de tareas con su caligrafa redondeada debolgrafo Bic sobre el borde de caucho de los zapatos.

    Lane A. Dean sola verle los ganchitos en su cabezaagachada, en forma de escarabajos azules. La cita eraen la tarde, pero cuando el timbre son tan tempranoy su madre lo llam desde abajo, supo que la cosa eracon l y una especie de vaco comenz a invadirlo.

    l le dijo que no saba qu hacer. Que saba, sifuera un vendedor que se lo estuviera vendiendo yobligando a comprar, cmo aquello estaba mal. Peroestaba tratando de entender haban rezado al respec-to y discutido desde todos los ngulos posibles. Lanedijo que ella saba cunto lo senta l, y que si l se

    equivocaba al creer que en verdad lo haban decididojuntos cuando decidieron hacer la cita, ella por favordebera decrselo, porque l pensaba que saba cmoella deba haberse sentido a medida que se acercaba lacosa y cun asustada deba sentirse, pero que lo que l

    no poda decir era si haba algo ms que eso. Estabatotalmente inmvil excepto el movimiento de la boca,al menos as se senta. Ella no contest. Si necesitabanrezar ms al respecto y discutirlo, para eso estaba aqu,estaba listo, dijo l. La cita poda rodarse para ms

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    adelante; si as lo quera, podan llamar y rodar la cita

    para tomarse ms tiempo y estar seguros de la deci-sin. Haba pasado tan poco tiempo ambos sabaneso, dijo l. Esto era cierto, que l se senta as, y sinembargo tambin saba que estaba tratando de decircosas que la llevaran a abrirse y contestar lo suficien-te para que l pudiera verla y leer su corazn y saber

    qu decir para empujarla a salir de aquello. Saba, sinadmitrselo a s mismo, que esto era lo que l quera,pues de otra manera sera un hipcrita y un embuste-ro. Saba, en algn lugarcito encerrado de s mismo,por qu era que no haba ido en busca de nadie para

    abrirse y buscar su vital consejo, ni del pastor Steve olos compaeros de oracin en los servicios religiosos,ni de sus amigos de UPS o los consejeros espiritualesdisponibles gracias a la antigua iglesia de sus padres.Pero no saba por qu Sheri misma no haba ido don-de el pastor Steve l no poda leer su corazn. Ellaestaba vaca y oculta. Dese fervientemente que na-da hubiera ocurrido. Sinti que ahora saba por quaquello era un verdadero pecado y no una regla resi-dual de una sociedad pasada. Sinti que aquello lo ha-ba golpeado y humillado y ahora crea que las reglas

    existen por alguna razn. Que las reglas le concernana l, personalmente, como individuo. Le prometi aDios que haba aprendido la leccin. Pero qu tal sieso tambin era una promesa hueca, de un hipcritaque se arrepenta slo despus, que prometa someti-

    miento pero realmente slo quera un indulto? Tal vezni siquiera conoca su propio corazn ni era capaz deleerse y conocerse a s mismo. Sigui pensando tam-bin en Timoteo 1 y el hipcrita all que litigaba acercade las palabras. Sinti una terrible resistencia interna

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    pero no pudo discernir a qu se resista. sta era la

    verdad. De todos los diferentes ngulos y caminos atravs de los cuales haban llegado juntos a la decisin,ninguno la inclua la palabra pues una vez que lahubiera dicho, que hubiera confesado que la amaba,que amaba a Sheri Fisher, entonces todo aquello hu-biera cambiado. No sera una postura o un ngulo

    distinto, sino una diferencia en el objeto preciso porel que estaban rezando y sobre el que estaban deci-diendo juntos. A veces haban rezado juntos pegadosdel telfono, en una especie de cdigo en caso de quealguien accidentalmente tomara la extensin. Ella se-

    gua sentada como si estuviera pensando, en la posede estar pensando, como la de la estatua. Estaban unojunto al otro en el mesn. l miraba ms all de ella, alrbol en el agua. Pero no poda decir que lo estuvierahaciendo: no era cierto.

    Por otro lado, l no se abri y le dijo de una vezque no la amaba. sta poda ser sumentira por omisin.sta poda ser la resistencia congelada si la mirase defrente y le dijera que no la amaba, ella mantendra lacita e ira. l lo saba. Algo en su interior, sin embar-go, alguna terrible debilidad o falta de valores, no le

    permita decrselo. Se senta como que le faltaba unmsculo. No saba por qu; sencillamente no podahacerlo, ni rezar para hacerlo. Ella lo crea bueno, con-vencido de sus valores. Un pedazo de l pareca ms omenos dispuesto a mentirle a alguien con ese tipo de

    fe y de confianza, y en qu lo converta eso? Cmopoda un individuo as siquiera rezar? Lo que real-mente intua era una muestra de la realidad de lo quepoda significar el infierno. Lane Dean nunca habacredo en el infierno como un lago de fuego o un Dios

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    amoroso que enviaba a la gente a un lago de fuego su

    corazn saba que no era cierto. En lo que crea era enun Dios vivo, de compasin y amor, y la posibilidadde una relacin personal con Jesucristo, a travs dequien este amor se promulgaba en un tiempo huma-no. Pero sentado aqu junto a esta muchacha tan des-conocida para l como el espacio exterior, en espera

    de algo que ella pudiera decirle para descongelarlo,ahora l se senta capaz de vislumbrar lo que pudieraser una visin real del infierno. Dos grandes y terriblesejrcitos dentro de l mismo, opuestos y encaradosunos a otros, en silencio. Habra batalla pero no victo-

    ria. O no habra batalla los ejrcitos se quedaran as,inmviles, escrutndose, y viendo algo tan diferentey ajeno a ellos que no podran entender, no podranescuchar los discursos de cada quien ni siquiera comopalabras, o leer nada en las expresiones de sus rostros,congelados as, opuestos e incomprensibles, por todala eternidad. Un cuerpo con dos corazones, un hip-crita consigo mismo en cualquiera de los dos casos.

    Cuando movi su cabeza, en una parte del lago alo lejos el sol destellaba el agua ms cercana no estabanegra ahora, y uno poda ver los bajos y notar que to-

    da el agua se estaba moviendo muy lentamente, de acpara all y de esta misma manera implor regresar as mismo mientras Sheri mova su pierna y comenzabaa girar junto a l.

    Poda ver al hombre del traje y el sombrero gris

    parado e inmvil, ahora junto al borde del lago, quesostena algo bajo un brazo y miraba a lo lejos, hacia elotro lado del lago donde una fila de pequeos bultosen sillas de camping se sentaban de una manera quedelataba la presencia de anzuelos en busca de robaletas

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    cosas que slo pescaban los negros de la zona este y

    la pequea forma blanca al final de la fila, una cesta depoliestireno. En este instante a punto de materializar-se junto al lago, ahora, Lane Dean sinti por primeravez que poda comprender todo esto en un solo bo-cado: todo se vea iluminado de una manera especial,pues el crculo de la sombra del roble se haba alejado,

    y ahora estaban sentados al sol, con su sombra trans-formada en una cosa de dos cabezas en la grama delan-te de ellos. Estaba mirando otra vez al sitio donde lasramas del rbol cado parecan doblarse abruptamen-te bajo la superficie del agua, cuando de repente tuvo

    conciencia, a travs de todo este silencio congelado yverdaderamente despreciable, de que haba rezado, oal menos una parte inaudible de su corazn lo habahecho, pues ahora tena una respuesta como una es-pecie de visin, lo que despus llamara en su propiamente una visin o momento de gracia. l no era un hi-pcrita, sencillamente estaba destrozado, fragmenta-do, como todos los hombres. Tiempo despus creeraque lo que haba pasado era que haba tenido un mo-mento donde casi vio lo que Jess vea en ellos dosciegos manoteando a tientas, tratando de complacer a

    Dios a pesar de sus naturalezas pecaminosas innatas.Porque en ese mismo instante escrut, como un rayode luz, en el corazn de Sheri, y pudo anticipar lo queocurrira aqu mientras ella terminaba de rotar en sudireccin y el hombre con el sombrero miraba a los

    pescadores y el olmo cado derramaba clulas en elagua. Esta muchacha con los pies en la tierra, que olabien y quera ser una enfermera, tomara una de susmanos entre las suyas para descongelarlo y lo obligaraa mirarla, y ella le dira que no poda hacerlo. Que lo

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    senta porque no haba sabido esto antes, que no era

    su intencin mentir haba estado de acuerdo porquehaba querido creer que poda cuando no poda. Lollevara dentro de ella y lo tendra; tena que hacer-lo. Con la mirada limpia y firme. Que anoche habarezado durante toda la noche y buscado dentro de smisma y haba decidido que esto era lo que el amor

    le peda que hiciera. Que Lane debera por favor, porfavor, cario, dejarla terminar. Que escuchara staera su propia decisin y no lo obligaba a l a nada. Queella saba que l no la quera, no de esa forma, lo habasabido todo el tiempo, y estaba bien. Que las cosas son

    como son y todo est bien. Lo cargar, y lo tendr, y loamar y no le pedir a Lane sino una cordial despediday que respete lo que ella debe hacer. Que ella lo liberade cualquier reclamo, y espera que termine en el cole-gio universitario de Peoria, que le vaya bien en su viday tenga toda la felicidad y todas las cosas buenas posi-bles. Su voz ser clara y firme, y ella estar mintiendo,pues a Lane se le ha otorgado el leer su corazn. El vera travs de ella. Uno de los negros del otro lado levantael brazo quizs para saludar, o para sacudirse una abe-ja. Hay una podadora cortando grama en algn sitio

    detrs de ellos. Ser una apuesta terrible, una ltimaoportunidad, nacida de la desesperacin en el alma deSheri Fisher, el conocimiento de que ella no puede nihacer esta cosa hoy ni cargar un hijo sola y avergonzara su familia. Lane puede ver cmo, con ella sin opcio-

    nes, con sus valores cerrndole las salidas, esta mentirano es un pecado. Glatas 4:16,Y ahora me he vueltosu enemigo?Ella apuesta a que l es bueno. Ah, en lamesa, ni congelado ni en movimiento, Lane Dean,Jr., ve todo esto y se conmueve, y siente algo ms sin

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    nombre conocido, en la forma de una pregunta que a

    lo largo de una semana de meditacin no se le ocurriuna sola vez: por qu est l tan seguro de que no laama? Cul es la diferencia de un tipo de amor a otro?Qu tal si no tiene ni idea de lo que es el amor? Quhubiera hecho Jess? Porque precisamente ahora lest sintiendo las dos pequeas y fuertes manos de

    ella en las suyas, forzando un cambio. Qu tal si lestaba simplemente asustado, si la verdad no era msni menos que eso, y si lo que haba que pedir en losrezos era no tanto amor sino, sencillamente, corajepara mirarla a los ojos cuando te dice lo que te dice y

    confiar en tu corazn.