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El convento de San Pablo en Peñafiel (Valladolid) Panteón de los Manuel* María José Redondo Cantera Universidad de Valladolid capítulo 8_Capítulo 8.qxp 28/12/12 17:30 Página 161

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El convento de San Pablo en Peñafiel (Valladolid)

Panteón de los Manuel*María José Redondo Cantera

Universidad de Valladolid

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El antiguo convento dominico de San Pablo enPeñafiel2, reconocido desde 1931 como Bien deInterés Cultural3, es uno de los monumentos másdestacados del patrimonio histórico-artístico de lavilla. Durante la Baja Edad Media y elRenacimiento conoció un singular esplendor artís-tico, justificado principalmente por haberse conver-tido en el panteón de la familia Manuel.Lamentablemente, como consecuencia de distintosavatares históricos y accidentes, una gran parte deesta riqueza no ha llegado hasta nosotros4. Pero aúnse mantiene, como testimonio de su brillante pasa-do, el magnífico ábside mudéjar de su iglesia y laespléndida capilla funeraria de don Juan Manuel,descendiente de su famoso homónimo medieval, aquien se debió la fundación del convento peñafie-lense.

1. BREVE SEMBLANZA DE LOS MANUEL(SIGLOS XIII A XVI)

1.1 El infante don Manuel de Castilla († 1283),el iniciador del linaje

La estirpe manuelina tiene su origen en elnoveno hijo de Fernando III el Santo (rey deCastilla entre 1217 y 1252)5 y Beatriz Isabel deHohenstaufen o de Suabia (1205-1235), hija delRey de Romanos Felipe de Suabia (1198-1208)6.Según recogió posteriormente don Juan Manuel(1282-1348), hijo de este Infante, en su Libro de lasarmas o de las tres razones, el vástago real fue bauti-zado con el nombre de Manuel -inusual porentonces en el reino castellano- por ser una de lasdenominaciones de la divinidad y significar “Dios

* Este estudio se ha realizado como parte del Proyecto I+D+I 2008 del Ministerio de Ciencia e Innovación “Aportaciones nórdicas (fran-cesas, flamencas y germanas) al Arte de Castilla y León (siglos XV a XVII)”, con ref. HAR2008-03420.1 Peñafiel. Memoria histórica, Salamanca, 1880, p. 80.2 A cargo en la actualidad de los Padres Pasionistas, quienes se hallan instalados allí desde 1882, GONZÁLEZ BUSTO, Vicente, Memoriasde la villa de Peñafiel, manuscrito inédito, recogido en ESCRIBANO DE LA TORRE, Fortunato, Peñafiel. Notas históricas, Valladolid, 1977, pp.326-327.3 Denominación actual de la antigua “Monumento Histórico-artístico Nacional”, que le fue reconocida en 1931, Gaceta de Madrid, nº 155,4 de junio de 1931, p. 1185. Disponible en: http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1931/155/A01181-01185.pdf4 Sobre la que aún permanece, véase VALDIVIESO, Enrique, Antiguo Partido judicial de Peñafiel, t. VIII del Catálogo monumental de la Provinciade Valladolid, Valladolid, 1975, pp. 152-155.5 En adelante las fechas de los monarcas se referirán a sus reinados, mientras que en el resto de los personajes citados corresponden a lasde su nacimiento y muerte. 6 El “Libro de Beçerro del Convento Real de San Juan y San Pablo de la villa de Peñafiel, compuesto por el Padre Fray Vicente Velazquezde Figueroa... año de 1768… y se concluyo... año 1772”, Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN), Códices y Cartularios, libro1264 (en adelante “Libro de Becerro…”, disponible en Internet: http://pares.mcu.es/), le hace Emperador, título que poseyó su herma-no, el emperador Enrique VI. Este libro Becerro contiene una síntesis biográfica de don Juan Manuel en los fols. 4-10. Ya fue citado, conuna signatura antigua, por MARTÍN, José Luis, “Don Juan Manuel. Fundador del convento de San Juan y San Pablo de Peñafiel”, en DonJuan Manuel. VII Centenario, Murcia, 1982, pp. 178-179, nota 6. En AHN, Clero, leg. 7634 se encuentra un anticipo de este libro, redacta-do ya en 1745 sobre la base de otro Becerro anterior, compuesto en 1683 (“Libro de Beçerro…”, fol. 430). Según explica en el prólogodel códice, Vázquez de Figueroa, monje dominico perteneciente al convento vallisoletano de San Pablo, había sido enviado en 1732 aPeñafiel para ordenar el archivo de la comunidad. En 1746 fue reclamado por el convento de Valladolid para hacer lo propio. Una vezacabada esa tarea, le pidieron una nueva redacción del Becerro peñafielense, que comenzó a escribirse en 1768 y que es el “Libro deBeçerro…” mencionado.

“Finalmente, al balaustrado ó corredor de piedra sobrepujandistribuidos y alternados cipreses y perfumadores, con sus

pebetes y llamas y luminarias… anunciando fuera y de loalto ser lugar de enterramiento de Ilustres personajes y seño-

res aquella capilla ardiente en donde están alumbrando”(José de Pazos y Vela-Hidalgo1)

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con nosotros”7. El nombre también tenía prece-dentes en la ascendencia materna de doña Beatriz,entroncada con la familia imperial bizantina8.

Don Manuel gozó de la confianza de su herma-no Alfonso X el Sabio (1252-1284), quien le desig-nó para importantes cargos (Consejero, Alférez,Mayordomo Real y Adelantado Mayor de Murcia) yle concedió el señorío de diversos lugares (Villena,Escalona, Cuéllar y otros).

1.2 Don Juan Manuel, caballero guerrero yescritor

El célebre don Juan Manuel9 nació en el añoanterior a la muerte de su padre, el infante donManuel. Fue como fruto del segundo matrimoniode éste con Beatriz de Saboya (1250-1290). Se lebautizó con el nombre del Evangelista por habervisto la luz el día 5 de mayo, víspera de la festividadde San Juan ante Portam Latinam10. La pertenencia dedon Juan Manuel a la familia real castellana -recor-demos que era nieto de Fernando III y sobrino deAlfonso X- y su alianza con el Rey de Aragón,Jaime II (1291-1327), mediante su segundo matri-monio en 1312 con su hija Constanza (1300-1327),además de su pujante personalidad, le convirtieronen un poderoso personaje durante la primera mitaddel siglo XIV. Esta situación privilegiada, que pre-veía traspasar a su hijo Fernando (1332-1350), se larecordaba a éste en su Libro efenido:

“ciertamente, cuanto al tiempo de agora, loado sea aDios, no a omne en España de mayor grado que vos,si non es rey” 11.

Adelantado Mayor de Murcia, cargo heredadode su padre, don Juan Manuel sirvió a los monarcascastellanos Fernando IV (1295-1312) y Alfonso XI(1325-1350), y colaboró en sus campañas de avan-ce de la Reconquista. Pero como paradigma de lanobleza levantisca de la Baja Edad Media castella-na12 también tuvo graves desavenencias con susreyes, algunas de las cuales se convirtieron enenfrentamientos armados. Compaginó su vida polí-tica y militar con la dedicación a las letras. Escribió,entre otras obras, El Conde Lucanor, el Libro del caba-llero y del escudero, el Libro de los Estados y el Libro delas armas.

1.3 La descendencia de don Juan Manuel

Don Juan Manuel dejó como heredero a su hijoFernando, nacido de su tercer matrimonio conBlanca Núñez de Lara (1311-1347), hija del infantedon Fernando de La Cerda (1275-1322), cuyopadre fue el Infante homónimo. Al no tener des-cendencia, esta rama se extinguió, por lo que losManuel perdieron el señorío de Peñafiel13.

Las dos hijas de don Juan Manuel llegaron a sermadres de reyes. De Constanza (1316-1345), casa-da en 1329 con el infante don Pedro de Portugal,futuro Pedro I (1357-1367), nació Fernando I dePortugal (1367-1383). Juana (1339-1381) se despo-só en 1350 con el que llegaría a ser Enrique II(1369-1379) y tuvo como primogénito a Juan I deCastilla (1379-1390).

El linaje también se prolongó a través de doshijos ilegítimos de don Juan Manuel, habidos con

7 “La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros”, Isaías, libro 7, 14.Según el testimonio de don Juan Manuel, el nombre fue elegido por Raimundo de Losana, obispo de Segovia (1249-1259), en agradeci-miento por la nueva descendencia del monarca y por haberse cumplido el sueño que tuvo su madre durante el embarazo y que le anuncia-ba el nacimiento de un varón, de quien se esperaba que, en cumplimiento de la otra parte de la visión de doña Beatriz, vengara la muertede Jesucristo, tanto él como sus descendientes, Libro de las armas o de las tres razones, Primera razón, Don Juan Manuel. Obras completas, ed. acargo de ALVAR, Carlos y FINCI, Sarah, Madrid, 2007, p. 982.8 Sobre don Manuel, LOMAX, Derek, “El padre de don Juan Manuel”, en Don Juan Manuel. VII Centenario, pp. 165-166.9 La mejor biografía histórica de este personaje, con numerosos documentos, sigue siendo la de GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, Don JuanManuel. Biografía y estudio crítico, Zaragoza, 1932.10 Según el “Libro de Beçerro…”, fol. 35, había nacido el mismo día de la fiesta de San Juan.11 Don Juan Manuel. Obras completas, cap. VI, p. 951.12 VALDEÓN BARUQUE, Julio, “Las tensiones sociales en Castilla en tiempos de don Juan Manuel”, en MACPHERSON, Ian, Juan ManuelStudies, Londres, 1977, pp. 181-192.13 La hija de Fernando Manuel, Blanca, murió siendo niña. Sobre la descendencia de don Juan Manuel, MOXÓ, Salvador de, “De la noble-za vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria castellana en la Baja Edad Media”, Cuadernos de Historia, XIII, 1969, pp. 190-195.

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Inés de Castañeda. El segundo de ellos, EnriqueManuel (1337-ca. 1413), se benefició de la relacióncon la familia real portuguesa que le había propor-cionado el matrimonio de su hermanastraConstanza y recibió en Portugal el título de IConde de Seia14. Partidario de Juan I de Castilla enla sucesión al reino portugués, tras la batalla deAljubarrota (1385) cayó en desgracia en el reinoluso y volvió a tierras castellanas, donde su monar-ca le concedió varios señoríos, entre los que desta-có el de Montealegre de Campos (Valladolid).Entre sus hijos legítimos se encontraron PedroManuel, II Señor de Montealegre, y Fernando deVillena.

Del matrimonio de este último con Mencía deFonseca nació Juan Manuel II de Villena († 1462),Señor de Belmonte15, quien recuperó la proximidadde la familia a los monarcas castellanos mediante eldesempeño de importantes cargos al servicio deJuan II (1406-1454), de quien fue Consejero, y deEnrique IV (1454-1474)16, del que fue GuardaMayor y embajador en Francia al inicio de su reina-do y a fines de los años 5017. Casado en 1444 conAldonza de la Vega († 1478), hija del conde deFrías, su primogénito llevó el mismo nombre yheredó el señorío de Belmonte.

1.4 Don Juan Manuel (hacia 1455/1460-1543),Caballero del Toisón de Oro, y sudescendencia

El tercero de los Manuel que llevó el nombre deJuan se distinguió por poseer una extraordinariahabilidad política. De educación refinada y acentua-do sentido aristocrático, respondió al prototipo decortesano dotado de gran capacidad de intriga,puesta al servicio de sus monarcas, pero también delos suyos propios, según lo describió Zurita:

“Allende de ser don Juan Manuel muy principalcaballero en aquel reino, y descendiente de la casareal, y legítimo sucesor en el estado que tuvo enCastilla don Enrique Manuel conde de Sintra, hijode don Juan, hijo del infante don Manuel, fue muyvaleroso, y astuto: y aunque muy pequeño de cuerpo,de ánimo, e ingenio grande: muy discreto, y gran cor-tesano: y de una resolución, y agudeza tan viva, ypresta en todos sus hechos, y dichos, que cualquierpríncipe por prudente que fuera, le deseara por suyoen el más cercano lugar, para sus deliberaciones, yfines, en los mayores, y más arduos negocios” 18.

Don Juan Manuel desempeñó un relevantepapel en la Corona de Castilla desde fines del sigloXV hasta el primer tercio del XVI19. Ya desde sujuventud estuvo al servicio de Isabel la Católica(1474-1504)20. Favorecido sin duda por el matrimo-nio de su hermana Marina († 1500) con el embaja-dor de Maximiliano en España, Balduino deBorgoña (hacia 1446-1508) -uno de los múltiples

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14 Información obtenida de la Casa Ducal de Medinaceli: http://es.fundacionmedinaceli.org/casaducal/. La historiografía española trans-forma el topónimo portugués en Cea y le otorga también el título de Conde de Sintra. Véase el árbol genealógico de los señores deBelmonte en SALAZAR Y CASTRO, Luis de, Historia genealógica de la Casa de Lara, Madrid, 1696 (ed. facsímil, Valladolid, 2009), t. II, libroVIII, cap. IX, p. 190 y MOXÓ, Salvador de, ob. cit., p. 194.15 SALAZAR Y CASTRO, Luis de, ob. cit., p. 190.16 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat de don Juan Manuel, Chevalier de la Toison d’Or”, Revue Belge d’Archéologie et d’Histoire del’Art, LXXII, 2003, p. 12.17 TORRES FONTES, Juan, Estudio sobre la “Crónica de Enrique IV” del Dr. Galíndez de Carvajal, Murcia, 1946, pp. 78 y 135; DOMÍNGUEZCASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 12.18 ZURITA, Jerónimo, Historia del rey don Hernando el Católico. De las empresas y ligas de Italia, vol. 2, libro X, Zaragoza, 1610 (ed. digital porJosé Javier Iso (coord.), Pilar Rivero y Julián Pelegrín, disponible en http://ifc.dpz.es/publicaciones/ebooks/id/2423), pp. 22-23.19 Una síntesis de su biografía política, redactada por FERNANDEZ CONTI, Santiago, en MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte deCarlos V, segunda parte: Los Consejos y los Consejeros de Carlos V, vol. III, Madrid, 2000, pp. 264-269. También DOMÍNGUEZ CASAS,Rafael, “Le mécénat...”, pp. 12-22.20 Al menos desde 1481. Fue Contino de la Reina y Capitán de la Santa Hermandad, DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp.12-13.

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hijos ilegítimos del duque Felipe el Bueno (1396-1467)- celebrado en 148921, fue enviado a Flandesen 1492 como embajador ante Maximiliano I deAustria (1493-1519) para tratar sobre el casamientode sus hijos con los de los monarcas españoles.Don Juan Manuel inició entonces su proximidad alarchiduque don Felipe (1478-1506), más conocidocomo “Felipe el Hermoso”, y a la nobleza flamen-ca. Tras celebrarse el doble matrimonio de los hijosdel Emperador y de los Reyes Católicos (Felipe yJuana en 1496, y Margarita y Juan en 1497), donJuan Manuel pasó a Génova como embajador y,después, a Londres en 1499. A continuación volvióa Flandes. En 1504, momento en el que doña Juanase disponía a acceder al trono castellano (1504-1555) tras la muerte de su madre, don Juan Manuelya se había ganado la confianza de don Felipe,quien aspiraba a compartir el trono castellano consu esposa22. En 1505, antes de llegar a España, elArchiduque le distinguió como caballero de laOrden del Toisón de Oro23, lo que le convertía enel primer noble español que recibía semejante títu-lo. Una vez en Castilla, la preeminencia que le otor-gó Felipe el Hermoso, quien le nombró ContadorMayor de Cuentas y gobernador de varios castillosy alcázares reales, le granjeó muchas enemistades24.Tras la pronta muerte de su soberano al añosiguiente, don Juan Manuel, temeroso de las repre-salias del Rey Católico, buscó refugio en tierras fla-

mencas. Don Fernando no olvidó y todavía ochoaños más tarde, usando de la influencia que ejercíasobre Margarita de Austria, intentó capturarle enFlandes25. Tal operación fue abortada por un jovenCarlos, que no podía consentir semejante afrentapara un caballero del Toisón de Oro, aunque nopudo evitar que fuera encarcelado. Cuando el futu-ro Emperador alcanzó la mayoría de edad al añosiguiente, en 1515, le fue levantado el castigo y elnoble castellano se incorporó al servicio real, aligual que algunos de sus hijos. Sin duda su conoci-miento del francés y de las costumbres borgoñonasle facilitaron la cercanía al soberano26.

Don Juan Manuel volvió a España en 1517 for-mando parte del séquito del nuevo monarca.Enviado como su embajador ante el Papado en1520 para contrarrestar la influencia francesa enItalia, supo allanar la voluntad de León X (1513-1521) para que no se opusiera al nombramiento dedon Carlos como Emperador27. A la muerte delpontífice en 1522, consiguió que se eligiera comosucesor al preceptor de Carlos V, Adriano deUtrecht (1522-1523)28. Al año siguiente volvió aEspaña y fue designado miembro de algunas de lasmás altas instituciones políticas del reino, comofueron el Consejo de Estado y el Consejo deHacienda. Carlos V siempre le consideró un fiel ydiscreto servidor29. Cuando el monarca partió en

21 “En principios del año de 1489 se celebraron en la villa de Valladolid grandes fiestas con todo el aparato real... En estas fiestas se casó elbastardo de Borgoña con doña Marina Manuel que era dama muy favorecida por la reina y de su sangre, hermana de don Juan Manuel”,ZURITA, Jerónimo de, Anales de la Corona de Aragón, ed. a cargo de CANELLAS LÓPEZ, Ángel, 8, libro XX, Zaragoza, 1977, p. 561.22 Actitud anti-fernandina que no resultó del agrado de muchos castellanos, como fue el caso del mismo cronista de Carlos V, Alonso deSanta Cruz quien describió el papel de don Juan Manuel en estos años de este modo. “como D. Juan Manuel… con deseo de señorear ymandar, insistiese al Rey Don Felipe la venida a España diciéndole las riquezas que de ella podría sacar…”, SANTA CRUZ, Alonso, Crónicadel emperador Carlos V, t. I, Madrid, 1920, p. 14. ˚ DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 14.24 SANTA CRUZ, Alonso, ob. cit., t. I, p. 20. En el mismo sentido: “con la privanza del Rey hizo agravios a muchos, de suerte que pocos lequerían bien en Castilla”, RODRÍGUEZ VILLA, Antonio, La reina doña Juana la Loca, Madrid, 1892, p. 520.25 ZURITA, Jerónimo, Historia del rey…, pp. 142 y 179; RODRÍGUEZ VILLA, Antonio, La reina..., pp. 520-521. También BRANDI, Carlos,Carlos V. Vida y fortuna de una personalidad y de un imperio mundial, Madrid, 1943, p. 50.26 “el rey... como no entendía bien nuestra lengua ni tenía bastante notiçia de las cosas de acá, la primera mano y poder dio a don JuanManuel… que era de los primeros castellanos que auia comunicado, de personas de calidad, y avia ganado el principal lugar en el lugar yaceptación del rey… y le comenzo a hazer muchas mercedes”, MEXIA, Pero, Historia del emperador Carlos V, Madrid, 1945, p. 37.27 Literalmente, “compró” su asentimiento, SANTA CRUZ, Alonso, ob. cit., t. I, p. 207.28 Id. t. I, p. 504.Testimonios sobre su comportamiento altivo y prepotente en Roma en RODRÍGUEZ VILLA, Antonio, La reina..., pp.519-520. En su calidad de representante del Emperador, don Juan Manuel se llegó a jactar de su capacidad para quitar al Papa,RODRÍGUEZ VILLA, Antonio (ed.), El emperador Carlos V y su corte según las cartas de Don Martín de Salinas, embajador del Infante Don Fernando(1522-1539), Madrid, 1903, p. 78.29 En 1530 le escribía: “Bien sé que hay poca necesidad de encomendaros que tengays cuidado de lo que conuiene, pues nunca lo dexasteisen las cosas de nuestro seruycio”, Corpus documental de Carlos V, ed. a cargo de FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel, t. I, Salamanca, 1973,p. 225. Véase igualmente la carta en la que Carlos V le reprochaba su silencio sobre sus servicios, aunque se los agradecía, Idem, p. 193.

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1529 para ser coronado como Emperador por elPapa, don Juan Manuel formó parte del pequeño yselecto grupo de servidores carolinos que fuerondesignados para apoyar en sus tareas de gobierno ala Emperatriz Isabel de Portugal (1526-1539), quequedaba como regente30. En los años siguientes, suavanzada edad y su rivalidad con otros nobles delcírculo imperial le llevaron a un cierto retraimientode los asuntos de gobierno. Finalmente, en 1535consiguió su apartamiento del servicio real.

Años atrás, al regresar a España en 1523 tras suembajada romana, don Juan Manuel había decididoasentarse en el reino castellano y no salir más deél31. En 1524 ya había establecido su residencia enValladolid, en unas casas principales que estabanmuy cercanas a la desaparecida iglesia de SanMiguel32, así como al palacio que usó la monarquíacastellana durante sus estancias en la ciudad desdefines del siglo XV, el de los Condes de Ribadavia(más conocido como Palacio de Pimentel), y al quecomenzaba a construirse Francisco de los Cobos yque sería el ocupado por la pareja imperial a partirde 1534. Esas casas y sus aledañas formaron partedel mayorazgo que constituyó en ese mismo año yque vinculó a su hijo mayor, Lorenzo Manuel(† 1545)33. Éste también estuvo muy próximo aCarlos V, pues fue admitido entre los gentileshom-bres de la Casa de Borgoña y fue su Mayordomodesde 153434. Entre sus diversas participaciones enoperaciones militares del soberano destacan sucargo de Gobernador de Siena en 1530 durante lacoronación imperial en Bolonia y su participaciónen la conquista de Túnez en 153535. En 1544 fuenombrado Comendador Mayor de la Orden deAlcántara.

Tras la muerte de Lorenzo, el mayorazgo pasó asu descendiente, Rodrigo Manuel, y después al her-mano de éste, Juan Manuel, obispo de Sigüenza(1574-1579). A falta de descendencia masculina, elmayorazgo volvió a una hija de don Juan Manuel,Aldonza, Condesa de Valencia de don Juan, de laque nació Luisa de Acuña y Manuel, quien se des-posó con Juan Esteban Manrique, III Duque deNájera (1535-1558), casa en la que recayó el mayo-razgo de los Manuel a partir del hijo de ambos,Manuel Manrique de Lara, IV Duque de Nájera(1558-1600)36.

2. LOS MANUEL Y PEÑAFIEL

En 1283 el aún infante don Sancho otorgó elseñorío de Peñafiel, que hasta entonces había sidovilla de realengo, a don Manuel. De este modo lerecompensaba el apoyo que le había prestadodurante el conflicto sucesorio que se planteó alfallecer el primogénito de Alfonso X el Sabio.Como si se tratara de una señal anticipatoria de lavinculación funeraria con Peñafiel que tendríanposteriormente sus descendientes, don Manuelmurió en la villa en ese mismo año37. Una vez reco-nocido como rey, Sancho IV (1284-1295) mantuvola concesión del señorío en la persona del hijo dedon Manuel, el menor don Juan Manuel, que con-taba tan sólo dos años de edad cuando el monarcaconfirmó la concesión en 1285. Por entonces lavilla se encontraba en expansión tras haber recibi-do el privilegio de la celebración de una feria entiempos de Alfonso X. El amplio territorio quedependía de ella se extendía por el valle del Duerodesde Valbuena, al oeste, hasta San Martín deRubiales, al este. Su situación, próxima a Valladolidy en el camino hacia el reino de Aragón, le otorga-ban un alto valor estratégico.

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30 El grupo estaba constituido también por Francisco de Zúñiga y Avellaneda († 1536), Conde de Miranda del Castañar, Juan Tavera (1472-1545), arzobispo de Santiago de Compostela, y Alonso de Fonseca (1476-1534), arzobispo de Toledo, Idem, p. 148.31 Ya entonces quiso desentenderse de asuntos políticos; según refiere Martín de Salinas en 1523, don Juan Manuel “había pedido licenciay se quería retirar a su casa... tiene voluntad de se recoger”; en 1528 rechazó el encargo de volver a Italia que le hizo el Emperador, para loque alegó motivos de edad, RODRÍGUEZ VILLA, Antonio (ed.), El emperador Carlos V…, pp. 149 y 391.32 Sobre su localización, DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 15-1833 Id., pp. 16-18.34 Relación de sus cargos en MARTÍNEZ MILLÁN, José (dir.), La Corte de Carlos V, tercera parte: Los servidores de las Casas Reales, vol. IV,Madrid, 2000, p. 241. Como Camarero es mencionado en GIRÓN, Pedro, Crónica del emperador Carlos V, Madrid, 1964, p. 132.35 SANTA CRUZ, Alonso, ob. cit., t. III, 1922, pp. 78 y 260. 36 Véase el “Árbol genealógico de los Manueles” en AHN, Sección Nobleza, Baena, CP. 323, D. 237 “Chronicon Dni. Joannis Emmanuelis”, en BENAVIDES, Antonio (ed.), Memorias de D. Fernando IV de Castilla, t. I, Madrid, 1860, p. 675.

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Sin duda estos motivos influyeron para que donJuan Manuel, a pesar de tener grandes dominios entierras toledanas (señorío de Escalona) y levantinas(condado de Villena, Adelantamiento Mayor deMurcia), se sintiera profundamente vinculado a lavilla del Duratón38, donde quiso tener un pequeñonúcleo cortesano. Allí construyó su castillo39,reforzó y extendió la muralla de la población40, yconstruyó unas casas nuevas para él, en las proxi-midades del alcázar que había levantado Alfonso X

el Sabio en el borde occidental del núcleo, junto alrío Duratón, un delicioso lugar de frondosa vege-tación (fig. 1) y abundante pesca, donde gustabande alojarse don Juan Manuel y su familia durantesus estancias en la localidad. Por una carta redacta-da en 1305, sabemos que el arquitecto del noble sellamaba Pero Sánchez41, pero carecemos de certe-zas sobre su posible intervención en las obrasemprendidas en Peñafiel. Don Juan Manuel seocupó también del núcleo urbano y en 1345 dictó

38 Sobre la documentación de varias estancias de don Juan Manuel en Peñafiel, VALDEÓN BARUQUE, Julio, “Don Juan Manuel yPeñafiel”, en Don Juan Manuel…, pp. 389-390 y SÁNCHEZ DONCEL, Gregorio, “Un gran señor medieval: Don Juan Manuel”, Anales dela Universidad de Alicante. Historia medieval, 1, 1982, pp. 109 y 111-114.39 Libro de las armas, Tercera razón, en Don Juan Manuel. Obras completas, p. 993. Fue derribado en 1431 y reconstruido en 1456. Sobre los res-tos arqueológicos encontrados pertenecientes a la primera mitad del siglo XIV, AA. VV., “Tras el rastro del Castiello Mayor de don JuanManuel en Peñafiel”, en V Congreso de Arqueología Medieval Española. Actas, vol. 1, Valladolid, 2001, pp. 163-174.40 La crónica de don Juan Manuel afirma que comenzó a levantar la muralla en 1307, “Chronicon…”, p. 677.41 GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., pp. 324-325. En el libro de las Armas don Juan Manuel afirma que un Pero Sanchís se había ocupa-do, por orden de Sancho IV, de la financiación de la reconstrucción del castillo, pero este personaje es identificado como Camarero del Rey,lo que dificulta la identificación de ambos, Don Juan Manuel. Obras completas, p. 993.

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Fig. 1. El río Duratón a su paso por Peñafiel junto al convento de San Pablo.

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unas ordenanzas en las que, afirmaba que deseaba“onrrar et… aprovechar quanto pudiere” a susvecinos42.

La protección que ejerció don Juan Manuelsobre Peñafiel tuvo sus consecuencias también enel terreno de lo religioso. El convento peñafielensede franciscanos se vio favorecido con sus donacio-nes43. Pero su preferido fue el dominico de SanJuan, fundado por él mismo a partir de la fábricaconstituída por el alcázar urbano mencionado líne-as más arriba. Allí decidió que reposara su cuerpotras su muerte, en lo que fue imitado por algunosde sus descendientes. De este modo, gracias al sen-tido de panteón familiar dinástico que adquirió elcenobio dominico, los Manuel siguieron vinculadosa la villa, a pesar de que hubieran perdido su seño-río.

3. LOS COMIENZOS DEL CONVENTODOMINICO DE SAN JUAN Y SAN PABLO

3.1 Fundación del convento

La figura de Santo Domingo (1170-1221) y suorden ejercieron una gran influencia sobre donJuan Manuel, tanto desde el punto de vista espiri-tual como literario44. La preferencia que tenía el

noble por los dominicos, cuya orden era la que per-mitía, en su opinión, que sus protectores alcanzaranla salvación con mayor seguridad, fue tal que lededicó la totalidad del último capítulo de su Libro delos Estados 45. El origen castellano del santo le hacíaidentificarse con su orden, hasta el punto de que,según la tradición dominica, vistió su hábito. Comomás tarde declaró su hija Juana, la cogulla domini-ca constituyó su mortaja46. Además de fundar elconvento dominico de Peñafiel, el autor del CondeLucanor tuvo la intención de establecer otro de lamisma orden en sus casas de Alarcón, localidadconquense que formaba parte de su extenso seño-río de Villena47. Otros conventos de la misma ordencuya fundación se le atribuyen son los de monjas deSan Blas, en Cifuentes (Guadalajara)48, y el deBelmonte (Cuenca)49, ambos desaparecidos.

Atendiendo a la petición presentada por donJuan Manuel, el 1 de agosto de 1318 Juan XXIIfirmó en Aviñón la bula necesaria para que el noblecastellano pudiera llevar a cabo su fundación domi-nicana “in castro suo Rupe fidelis Palentine dioce-sis”50. Dos años más tarde, el 6 de noviembre de1320, se formalizaba en Córdoba la escritura dedonación de una serie de propiedades y rentas, ade-más de ciertos privilegios, que facilitaban la instala-ción y el mantenimiento de la comunidad, bien porla explotación directa, bien por la cesión o venta de

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42 Ordenanzas dadas a su villa de Peñafiel, por Don Juan, hijo del infante Don Manuel, transcripción y notas por RIVERA MANESCAU, Saturnino,Valladolid, 1925, p. 25 y GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., p. 655. Nueva edición, con estudio del texto y traducción al inglés por KIN-KADE, Richard P., Juan Manuel. Ordenamientos dados a la villa de Peñafiel (10 de abril de 1345). A Reconstruction of the manuscript text with and intro-duction and annotated english translation, Madison, 1996.43 Véase donación de 1.500 maravedís de renta anual efectuada en 1345, GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., pp. 643-644.44 LIDA DE MALKIEL, María Rosa, “Tres notas sobre don Juan Manuel”, en Estudios de literatura española y comparada, Buenos Aires, 1966,pp. 92-103 y GARCÍA SERRANO, Francisco, “Don Juan Manuel and his connection with the Order of Preachers”, Anuario de EstudiosMedievales, t. 23, 1993, p. 151.45 Cap. XLVIII: “… esta orden de los predicadores fizo santo Domingo de la Caleruega… como quier que muchas órdenes ay en el mundomuy buenas et, muy sanctas, que segund yo tengo que lo es ésta más que otra orden… tengo que esta es la Orden, et la regla, et religióndel mundo mas aparejada para se salvar en ella los que la bien mantovieren”, Don Juan Manuel. Libro de los estados, ed. a cargo de CASTROCALVO, José María, Barcelona, 1968, pp. 239 y 245.46 Según refiere el Becerro del convento de Peñafiel, el noble “veneró... a su santo habito el que en vida vistio, y en muerte no dejo”, “Librode Beçerro…”, fol. 30. La elección de la cogulla de Santo Domingo como mortaja fue confirmada por un documento posterior redactadopor su hija, la reina Juana, en 1376, al referirse a la sepultura de su padre en el convento “do jase enterrado en el abito de los dichos frey-res”, documento extractado en GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., p. 653 y transcrito por completo en GARCÍA GARCÍA, Elida, SanJuan y San Pablo de Peñafiel. Economía y sociedad (1318-1512), Junta de Castilla y León, 1986, pp. 58-60.47 Tal como expresaba en su testamento de 1339, aguardaba la confirmación papal para ello, GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., p. 699.48 SÁNCHEZ DONCEL, Gregorio, ob. cit., p. 98.49 También se le adjudica la fundación del convento de agustinos en Castillo de Garcimuñoz (Cuenca), CASTILLO, Hernando del, Segundaparte de la Historia general de Sancto Domingo y de su orden de Predicadores, Valladolid, 1592 (ed. facsimil, Valladolid, 2002), fol. 111.50 Id., fol. 109.

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tales bienes, así como una posición social preemi-nente entre los vecinos de la villa51.

Dentro de los bienes cedidos por el noble a losdominicos, destacaba la mayor parte de su residen-cia urbana en Peñafiel, compuesta por los ya men-cionados edificios construidos por él junto al alcá-zar de Alfonso X, por esta misma fortaleza urbanay por la capilla o ermita dedicada a San Ildefonso(advocación que revela su fundación por el ReySabio). Don Juan Manuel no renunció totalmente ala ocupación de los edificios cedidos a la comuni-dad dominica, ya que se reservó una parte del alcá-zar para alojarse, tanto él como su familia, durante

sus estancias en Peñafiel. Este espaciode uso residencial desempeñó una fun-ción similar a los llamados “cuartosreales” que poseían los reyes enmuchos conventos y monasterios colo-cados bajo su patronato52 y que nosresultan mejor conocidos en lo que serefiere a los de los siglos XV y XVI.

Un dibujo realizado en 171353, ante-rior al incendio del convento sufrido el15 de octubre de 174954, testimonia lapervivencia de dos elevadas torres55

que mantenían todavía la imagen y ladenominación de “alcázar” (fig. 2).Hoy en día aún se conservan largosmuros pétreos en el perímetro conven-tual, especialmente en la parte que miraal río, lo que atestigua la reutilizaciónde la fábrica y de los materiales de esosorígenes militares y civiles en la confi-guración del nuevo destino religioso.

La ubicación del convento formando parte delrecinto defensivo de la villa –apreciable todavía enel dibujo e incluso en la actualidad- es confirmadapor el conflicto planteado en 1650 entre la comuni-dad y el Concejo acerca de la obligación de repararla muralla en ese sector de la ribera del río Duratón,que había resultado afectada por diferentes riadasdesde el siglo XVI56. La cerca había pasado de tenerun sentido de defensa militar a ser una barreradefensiva ante las crecidas del río.

Es de suponer que los monjes se instalaríaninmediatamente en los inmuebles57 y que durantelos primeros años usaran la ermita para sus celebra-

51 Perdido el documento original, se han publicado transcripciones de varias fuentes documentales que contienen su copia: MARTÍN, JoséLuis, ob. cit., pp. 181-185; GARCÍA GARCÍA, Elida, ob. cit., pp. 50-52, con la bibliografía anterior, a la que hay que añadir LÓPEZ, Juan,Tercera parte de la Historia General de Sancto Domingo y de sv orden de predicadores, Valladolid, 1613, fols. 331-332. Otras copias con la traduccióndel original latino en AHN, Sección Nobleza, Osuna, caja 96, doc. 1-2 y Clero, leg. 7634.52 Así ha sido señalado por GUTIÉRREZ BAÑOS, Fernando, “Los Manuel de Peñafiel”, en URREA FERNÁNDEZ, Jesús, Arte y mece-nazgo, Valladolid, 2000, p. 43.53 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Planos y dibujos, Desglosados, nº 291. Dado a conocer en AA. VV., Rutas del Mudéjar en laprovincia de Valladolid, Valladolid, 2005, p. 168 y REGUERAS GRANDE, Fernando y SÁNCHEZ DEL BARRIO, Antonio, (coords.), Artemudéjar en la provincia de Valladolid, Valladolid, 2007, p. 146.54 “Libro de Beçerro…”, fol. 404.55 Una quedó destruida por el incendio del siglo XVII y la segunda, la meridional, fue transformada en una espadaña en el siglo XIX, AA.VV., Rutas..., p. 169.56 En 1556, 1557 y 1558, AHN, Clero, leg. 7633.57 Fray Vicente Velázquez apunta la posibilidad de que el lugar de las “casas nuevas” fuera el ocupado en el siglo XVIII por el Palacio delos Duques de Osuna, AHN, Clero, leg. 7634.

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Fig. 2. Plano de tierras junto al río Duratón en Peñafiel (Valladolid). 1713.España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo de la RealChancillería de Valladolid. Planos y dibujos. Desglosados. 291.

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ciones religiosas. Por ello el convento se colocó enprincipio bajo la advocación de San Ildefonso58.Con objeto de que los frailes pudieran celebrar elculto con dignidad, el fundador donó ciertos pañosde adorno y “otras joyas”, probablemente piezas deajuar litúrgico59. Pronto se cambió la dedicación delconvento, pues se impuso la del santo patrono delfundador, San Juan, a la que se añadió, ya bastantemás tarde60, la de San Pablo, frecuente ésta entre loscenobios dominicos.

Ya desde los primeros años se llevarían a cabotransformaciones en los edificios para adaptarlos auna configuración de convento, lo que se veríafavorecido por la subsiguiente reconstrucción alincendio que sufrió el alcázar hacia 135961.

3.2 La iglesia conventual y su cabeceramudéjar

La primera piedra de la nueva iglesia del conven-to se puso el 5 de mayo de 1324, cuando don JuanManuel cumplía cuarenta y dos años62. La tradiciónde la comunidad afirmaba que se edificó en el lugarde la antigua ermita de San Ildefonso63. Cuandoestuvo terminada la cabecera de la iglesia, por

donde era usual que se comenzaran los templos, elfundador hizo llevar a su capilla mayor los restos deJuana de Aza (ca. 1135-1205) -madre de SantoDomingo, a la que se tenía por santa64- que hastaentonces se encontraban en la capilla pertenecientea los Guzmán en el monasterio cisterciense de SanPedro, en Gumiel de Hizán (Burgos). Dado que latradición de la orden hizo participar en este trasla-do a don Juan Manuel, quien habría llevado a hom-bros el féretro durante la última parte del recorrido,a partir del lugar conocido como “el salto de caba-llo”65, la cabecera del templo estaría terminada conanterioridad a 1348, fecha de la muerte del autordel Conde Lucanor 66. En 1351 está testimoniado quedon Juan Manuel ya estaba enterrado en la capillamayor67, lo que confirma que ésta estaba completa-da. La datación de la primera fase de construccióndel templo queda fijada, pues, en el segundo cuartodel siglo XIV. Al rápido avance de la obra contribu-yó sin duda que se empleara ladrillo para buenaparte de la fábrica.

La historiografía especializada ha considerado lacabecera peñafielense como una rara avis en elmudéjar castellano-leonés y lo ha relacionado for-malmente con el foco de Toledo68. Dado que entrelos numerosos dominios que reunió don Juan

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58 CASTILLO, Hernando del, ob. cit., cap. 43, fol. 109.59 En una carta, fechada en 1328, reprendía a los dominicos por prestar dichos objetos sin su permiso, MARTÍN, José Luis, ob. cit., p. 185.60 En 1460, aún se llamaba sólo de San Juan, según consta en un documento otorgado por Pedro Girón, señor de Peñafiel, GARCÍAGARCÍA, Elida, ob. cit., p. 78. El primer testimonio sobre el añadido nombre de San Pablo data de 1504, AHN, Clero, leg. 7634.61 El incendio se produjo en vida de doña Juana Manuel, por lo que fue anterior a 1381 “… aunque es verdad segun consta de la confirma-zion de privillegios de la Señora doña Juana su hija, haverse quemado alguna parte de el [el alcázar], con diversos papeles, entre ellos es depresumir perezio la escriptura de fundación de que oy careze el convento”, AHN, Clero, leg. 7634. La fecha aproximada en la que “Librode Beçerro…” (fol. 404) data el incendio, 1397, copiada de algún documento anterior, posiblemente no tuvo en cuenta que estaría expre-sada en la era hispánica, de la que hay que descontar 38 años.62 “Era MCCCLXII. Stto VII, die Vigilia S. Joannis Apostoli et Evangelistae incepit Dns. Joannes Ecclesiam Monasterij FratrumPraedicatorum Rupis-fidelis: et posuit ibi primarium lapidem… atque ipso die complevit Dns Joannes XLII. Annum”, “Chronicon …”, p.678.63 “Libro de Becerro…”, fol. 35.64 Fue beatificada en 1828.65 Compendio de memorias históricas de la Beata Juana de Aza, Madrid, 1829, p. 63.66 Falleció el 13 de junio de 1348, LOMAX, Derek W., “The date of don Juan Manuel’s Death”, Bulletin of Spanish Studies, XXXX, 1963, p.174. La primera redacción del Becerro fija en 1350 la llegada de lo que se consideraron venerables reliquias, AHN, Clero, leg. 7634. Esafecha no es recogida por el “Libro de Becerro…” por ser incompatible con la tradición, al datar la muerte de don Juan Manuel en 1347,fol. 50.67 En 1351 Juan Sánchez Manuel, hijo de Sancho Manuel, otorgaba una donación al convento para que se hicieran celebraciones funerariassobre la sepultura de su padre, en la capilla de Santa Catalina, después de haberlas hecho en la de don Juan Manuel, “Libro de Becerro…”,fols. 211-212, AHN, Clero, leg. 7634 y GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., p. 117.68 TORRES BALBÁS, Leopoldo, Arte almohade. Arte nazarí. Arte mudéjar, t. IV de la col. Ars Hispaniae, Madrid, 1949, p. 229; PÉREZHIGUERA, María Teresa, Arquitectura mudéjar en Castilla y León, Junta de Castilla y León, 1993, p. 69; AA. VV., Rutas…., p. 170; REGUE-RAS GRANDE, Fernando y SÁNCHEZ DEL BARRIO, Antonio, (coords.), ob. cit., pp. 147-148.

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Manuel se encontraban los territorios toledanos deMaqueda, Escalona y Santa Olalla, resulta adecuadala atribución la cabecera de la iglesia a artíficesmoriscos procedentes de Toledo. Los ábsides sediferencian claramente del resto del templomediante el color del ladrillo empleado, los juegosvolumétricos que les otorga su corona de contra-fuertes y el acentuado sentido decorativo del con-junto, recorrido por numerosas y variadas arqueríasde raigambre musulmana69 (fig. 3). La apertura delos estribos mediante arcos en sus tres frentes con-

tiene la contradicción de la fortaleza de su funcióny la ligereza de su estructura por lo que, en épocaindeterminada, se macizaron los dos niveles infe-riores, quizá porque se temiera por su estabilidad.Lo que el espectador actual percibe como pintores-co en su época fue concebido como suntuoso. Encualquier caso, la mirada queda atrapada entre losritmos visuales de las arquerías y los contrastes cro-máticos y plásticos. Al proyectarse hacia el centrode la villa, como consecuencia de la orientaciónlitúrgica del templo, la cabecera se convierte, dehecho, en la fachada de la iglesia, en contraste conla sencillez de la portada gótica de la iglesia que seabre en el muro lateral70.

Es plausible pensar que la singular imagen queofrece al exterior la cabecera de la iglesia se debía auna intención cargada de significación. Destinadala capilla mayor a contener los restos del fundadory los de la venerada madre de Santo Domingo, ypensadas quizá las otras dos capillas absidales comopanteón de sus familiares y herederos, la cabeceraanunciaría el alto valor de lo que custodiaba en suinterior, como si de un gran relicario se tratara.

Debe contemplarse la posibilidad de que el pro-pio don Juan Manuel se hubiera implicado perso-nalmente en la configuración del arranque del tem-plo dominico. Si ha sido reconocido su interés porla arquitectura, al menos la militar71, ya que en ellase encontraba una importante base de su poder72,no hay que olvidar que el convento peñafielensefue su fundación privilegiada, su panteón y el depo-sitario de un ejemplar de su obra literaria73.

La fábrica del ábside pone de manifiesto la con-vivencia de aportaciones procedentes de culturas

69 Arcos polilobulados en los muros y en las caras laterales de los contrafuertes; arcos ajimezados en las ventanas superiores; arcos de herra-dura apuntados en los frentes de los estribos; y frisos en esquinilla sobre estos últimos y ventanas del ábside central, en la altura inferior.70 En el lado de la Epístola, a la altura del segundo tramo de las naves. Es de trazado semejante a la que en el interior de la iglesia, en elmuro opuesto, comunica con el claustro. Ambas se abren en arquivoltas apuntadas, muy sencillas, con sencillos capiteles vegetales de tipocisterciense, CASTÁN LANASPA, Javier, Arquitectura gótica religiosa en Valladolid y su provincia. Siglos XIII-XVI, Valladolid, 1998, p. 489.71 Así ha sido señalado por COOPER, Edward, ob. cit., vol. II, pp. 964-965.72 Según don Juan Manuel, un gran señor debía ocuparse de construir, mantener y abastecer bien sus fortalezas, Libro de los Estados, cap.LXX y Libro enfenido, capítulo VI, en Don Juan Manuel. Obras completas…, pp. 566 y 962. Poseyó tal red de defensas en sus territorios, queescribió a su hijo Fernando, “podedes ir del reino de Navar[r]a fasta el reino de Granada, que cada noche posedes en villa cercada o en cas-tiellos de los que yo he”, Libro enfenido, capítulo VI, en Id., p. 951.73 Lamentablemente desapareció en un incendio. Sobre los códices conservados, ALVAR, Carlos, “Introducción”, en Don Juan Manuel. Obrascompletas…, pp. XLII-XLIII.

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Fig. 3. Cabecera mudéjar. Iglesia del convento de San Pablo.

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arquitectónicas diferentes, pues el modulado ladri-llo mudéjar se asienta sobre una sólida y regularbase de cantería, de tradición cristiana, en algunasde cuyas piezas aún se distinguen marcas de cante-ros. La estructura del templo no difiere de la tipo-logía usual en la arquitectura religiosa de su tiempo,de la que también hay buenos ejemplos en la villa74.Además de la ya mencionada cabecera de tres ábsi-des ochavados - mayor y más profundo el central ysustituido el del lado del Evangelio en el sigloXVI-, la planta basilical de la iglesia consta de tresnaves y cuatro tramos, de mayor longitud el segun-do. Capillas y naves se cubrían en origen con bóve-da de crucería. Según relata el Becerro del conven-to, una desacertada intervención en las bóvedasrealizada en 1680, en la que se eliminó el peso que

reforzaba la de la nave centralmotivó que se viniera abajo lacubierta de ésta75. Para evitarnuevos accidentes fue sustituidapor una cubierta de madera.

El cuerpo de la iglesia, queaún estaba pendiente de termi-nar a la muerte de don JuanManuel76, ya estaría acabado en1376, cuando doña JuanaManuel, al ampliar la dotacióndel convento con nuevas rentas,unidas a la celebración de cier-tas misas, afirmaba que supadre estaba enterrado allí77. Lacronología de la construcciónde la totalidad de la iglesia sepuede establecer, por lo tanto,durante el segundo y el tercercuarto del siglo XIV.

4. LA CAPILLA MAYOR DE LA IGLESIACONVENTUAL, PANTEÓN DE DONJUAN MANUEL

Ya se ha visto cómo desde el primer momentodon Juan Manuel concibió la iglesia con un carácterfunerario. En la escritura de donación de 1320 afir-maba que la elegía como sepultura “especial y pro-pia” para él y sus sucesores78. Más tarde concretó ensus testamentos -el primero de ellos fechado en1339- que se reservaba la capilla mayor de la iglesiaconventual (fig. 4) para su enterramiento y ordena-ba que el cuerpo de su difunta esposa Constanza,que se encontraba depositado en el convento deSan Agustín de Castillo de Garcimuñoz (Cuenca),

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74 Han sido destacadas las semejanzas de esta iglesia con otras dos de la misma localidad, la de Santa María y la del convento de SanFrancisco, CASTÁN LANASPA, Javier, ob. cit., p. 488. Sobre las características de los templos del siglo XIV en el área provincial vallisole-tana, Id., pp. 93-96.75 AHN, Clero, leg. 7634 y “Libro de Becerro…”, fol. 167.76 En su segundo testamento repetía la orden de que se terminara, ya dada en el primero, GAIBROIS DE BALLESTEROS, Mercedes, “Lostestamentos inéditos de don Juan Manuel”, Boletín de la Real Academia de la Historia, XCIX, julio-septiembre 1931, pp. 42-43 y 49-50 yGIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., p. 696.77 Véase nota 46. En el mismo sentido, otro documento fechado en 14 de marzo de 1377, AHN, Clero, leg. 7634.78 Véase nota 51.

Fig. 4. Interior. Iglesia del Convento de San Pablo.

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fuera conducido a la iglesia, cuando ésta se termi-nara79. Asimismo, para que el espacio y el ajuar litúr-gico tuvieran la suntuosidad adecuada a su rango,mandó que se entregaran cien marcos de plata parala realización de “lamparas e para cálices et paraonrramiento del altar et todos los mis paños deseda et de oro et pannos de pared et estrados deseda o de oro o de lana”, que se añadían a los refe-ridos más arriba.

4.1 El sepulcro de don Juan Manuel

Poco después de su muerte, el cadáver de donJuan Manuel fue trasladado desde Córdoba, dondefalleció, a Peñafiel. Allí fue sepultado en el centrodel presbiterio del templo dominico, donde ya esta-ba y se le hacían celebraciones funerarias al menosdesde 135180. Por encima se colocó un sepulcro depiedra, que presentaba su figura tendida sobre unsarcófago apoyado en figuras de leones y que seprotegía alrededor con una reja81. Una inscripción,transcrita por Ambrosio de Morales, identificaba aldifunto:

“Aquí yace el ilustre señor Don Juan Manuel hijodel muy ilustre señor Infante Don Manuel y de lamuy esclarecida señora Doña Beatriz de Saboya,Duque de Peñafiel, Marques de Villena, abuelo delmuy Poderoso Rey y señor de Castilla y de Leon DonJuan, primero de este nombre. Fino en la ciudad deCordoba año del Nacimiento del Señor deMCCCLXII” 82.

Resulta llamativa la equivocación en la fecha dela muerte nuestro personaje. La mención de Juan Iindica que la inscripción se habría añadido después,

a partir de 1379, fecha del comienzo del reinado delmonarca castellano, con objeto de dignificar aldifunto.

Siglos más tarde el monumento debió de consi-derarse como un estorbo para el culto. En 1697 sedesmontó83, seguramente como parte de las refor-mas que se hicieron en el templo tras la ruina de lasbóvedas de la nave central sobrevenida años antes.Los restos de don Juan Manuel se mantuvieron enla capilla mayor, dentro de un arca de madera quese colocó bajo la mesa del altar mayor, como sehacía con las reliquias de los santos cuando se con-sagraban los altares. En la parte baja del retablo secolocó una inscripción en la que, según el libroBecerro se leía una copia del epitafio84. Esa mismainscripción, que será la misma que se colocó alfinalizar el siglo XVII85, a pesar de que presentealgunas diferencias con la transcripción deMorales, ha aparecido en la parte superior de unarcosolio descubierto recientemente en el lado dela Epístola de la capilla mayor. Existe la creencia deque en ese nicho se encuentran los restos delnoble, aunque el Becerro atestigua que se traslada-ron a la cripta de la capilla de Santa Catalina en178686. El recuerdo del fundador se mantuvo en lacapilla mayor mediante la celebración, en el díacorrespondiente a la infraoctava de la Epifanía, deuna misa cantada, con sus vigilias y sus responsos,y la colocación de un túmulo en el centro, rodeadode cuatro blandones87.

En la actualidad se encuentran en el claustro delconvento los restos de una escultura yacente mascu-lina88 (fig. 5) que puede identificarse con la del fun-dador89. Realizada en piedra caliza, ha perdido lacabeza y parte de las piernas, pero puede reconocer-

79 GAIBROIS DE BALLESTEROS, Mercedes, op. cit., pp. 42-43 y 49-50. y GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., pp. 695-696. 80 Véase nota 67.81 Así era descrito en 1613, LÓPEZ, Juan, ob. cit., p. 332.82 MORALES, Ambrosio de, Viage de Ambrosio de Morales por orden del rey D. Phelipe II a los reynos de León, y Galicia, y Principado de Asturias,Madrid, 1765 (ed. facsímil, La Coruña, 2005). Copiada en el “Libro de Becerro…”, fol. 50.83 Dato proporcionado por el Becerro de 1745, AHN, Clero, leg. 7634. En el “Libro de Becerro…”, fol. 49, se pone en relación la retiradadel sepulcro con la instalación del nuevo retablo mayor en 1699.84 “Libro de Becerro…”, fol. 50.85 En las cuentas de 1700 se pagaban 408 maravedís por “abrir” el epitafio, AHN, Clero, leg. 7631.86 Véase nota 84.87 Otra misa semejante se celebraba en el mismo día por su hija la reina doña Juana, AHN, Clero, leg. 7630.88 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José (dir.), Inventario artístico de Valladolid y su provincia, Valladolid, 1970, p. 231.89 Ya fue indicado por AA. VV., Rutas…, p. 169 y por REGUERAS GRANDE, Fernando y SÁNCHEZ DEL BARRIO, Antonio,(coords.), ob. cit., p. 146.

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90 ARA GIL, Clementina Julia, Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Valladolid, 1977, p. 62.91 Id., pp. 14-15.92 Llamado así por el mecanismo que subía el agua desde el Duratón para el abastecimiento del convento, “Libro de Becerro…”, fol. 50.93 Id., fol. 37. Tal descripción correspondería a una molduración gótica. Ya no se conservaba cuando se redactó el Becerro.94 Fecha grabada en la inscripción, que contradice la fecha de 1745 dada por el Becerro, donde se afirma que tal mudanza se realizó a finesdel siglo XVII, tras la reforma del presbiterio y la colocación de un nuevo retablo, AHN, Clero, leg. 7634. La inscripción reza así: “HICIACENT OSSA S[ANCTAE]. IOANE / VXORIS D[OMI]NI FOELICIS DE / GVZMAN PATRES B[EA]TI PA / TRIARCHEDOMINICI / EIUS PIAE MEMORIE DICATVM A FILIIS / ANNO 1600”. A principios del siglo XVII la hornacina presentaba unaspecto muy suntuoso: las columnas estaban doradas, al igual que la inscripción y la reja; las bolas colocadas por encima se habían platea-do y se habían colgado dos cortinas, una de damasco carmesí con franjas de oro en el interior y una de tela de plata en el exterior. Por enci-ma había una imagen de Santo Domingo, LÓPEZ, Juan, ob. cit., pp. 332-333.95 “Libro de Becerro…”, fol. 37.

se en ella la representación de un caballero, revestidocon amplio manto, que sostiene una espada conambas manos. Ara Gil fecha esta escultura en elsegundo tercio del siglo XIV90, lo que se correspon-de con la datación de la terminación de la iglesia y laconsecuente colocación del sepulcro del fundadoren la capilla mayor del convento. Los leones sobrelos que apoyaba la urna, soporte usual para losmonumentos funerarios en la zona vallisoletanadesde el siglo XIII91, aún se conservaban en el sigloXVIII. Por entonces se habían colocado por encimade la muralla del llamado Corral del Carrillo92. Hoyen día se encuentran en paradero desconocido.

4.2 El relicario de la beata Juana de Aza

En la capilla mayor también estuvieron los res-tos mortales de la madre de Santo Domingo, elbien espiritual más preciado del convento domini-co. En un principio ocuparon un lugar del mayorprivilegio, el muro del lado del Evangelio, donde se

abrió un arcosolio “fabricado con primor”93. En160094 se ubicaron en el muro de la Epístola, en unanueva hornacina de traza clasicista (fig. 6), flan-queada por dos columnas, en cuyas basas se habíantallado en relieve unos perros con un hacha en laboca, hoy desaparecidos, al igual que una imagen deJuana Aza que se encontraba en su interior y quepresentaba a la madre de Santo Domingo en elmomento en que tuvo la aparición anunciadora delnacimiento de su hijo95. El poder curativo o propi-

Fig. 5. ¿Figura sepulcral de don Juan Manuel? Claustro.Convento de San Pablo.

Fig. 6. Hornacina que contuvo las reliquias de Juana de Aza.

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ciatorio que se atribuía a los huesos de la beata, quese guardaban en una “humilde arquita de made-ra”96, motivó que éstos se sacaran de la caja en dife-rentes ocasiones, con la consiguiente pérdida dealgunos, por lo que en 1761 se adoptaron severasmedidas sobre su custodia97.

4.3 Patrimonio perdido

Desmantelado el sepulcro del fundador, desapa-recidos el retablo mayor original gótico, del quenada sabemos, y el barroco, que fue realizado entre1696 y 1698, y que contenía las imágenes de SanJuan, San Pablo, Santo Domingo y Santo Tomás deAquino98, difícilmente nos podemos hacer una ideadel amueblamiento de esta capilla y de su decora-ción antes de que se destruyera. A tenor de los res-tos pictóricos que se encontraron a los pies deltemplo y que se transfirieron al Museo deValladolid99, es bastante probable que el presbiteriotambién estuviera adornado con pinturas murales.

5. LA IGLESIA CONVENTUAL DE SANPABLO, PANTEÓN DE LA FAMILIA DEDON JUAN MANUEL

Poco después de la muerte del fundador, laiglesia del convento de San Pablo empezó a con-vertirse en panteón familiar. Ya en 1351 constaque el hermano ilegítimo de don Juan Manuel,Sancho Manuel “el Viejo”, llamado así para distin-guirlo de su sobrino homónimo, estaba sepultadoen la capilla de Santa Catalina100. Sancho habíaestado presente y actuado como testigo en la colo-

cación de la primera piedra de la iglesia y habíacolaborado con el fundador en diferentes hechosde armas101. Si -como parece lo más lógico- el ábsi-de del lado del Evangelio ya se encontraba bajo laadvocación de la santa de Alejandría, tal como eraconocido en el siglo XVI, esta capilla era la queseguía en categoría a la mayor.

La siguiente generación estuvo representada porEnrique Manuel, Conde de Seia y Señor deMontealegre, hijo ilegítimo de don Juan Manuel,quien habría recuperado la vinculación con el con-vento al volver a Castilla tras sus años portugueses.Será el “señor Conde don Enrique” al que pertene-cía una capilla situada a los pies de la iglesia “bajodel choro”102, probablemente el tramo del sotocoro.

No hay constancia de que ninguno de estos dospersonajes fuera conmemorado mediante unmonumento funerario. En cambio sí existe en loque respecta al hijo mayor de Enrique, PedroManuel, II Señor de Montealegre, quien tenía susepulcro en el centro de la capilla llamada “de losManueles”, colocada bajo la advocación de SantoDomingo in Soriano y situada en un costado del cuer-po de la iglesia, “a la mano derecha” (¿lado de laEpístola?) del coro bajo que se hizo en el sigloXVII103. Estaba presidida por un pequeño retablocuyo estilo fue calificado en el siglo XVIII como “alo antiguo”. Si ya por el jaspe empleado en la camasepulcral sobre la que se disponían “dos estatuas debulto”, probablemente los yacentes del noble y suesposa, realizados en alabastro, no parece que setratara de una obra medieval, la fecha de 1568 queproporciona el epitafio tampoco se correspondecon los años en que vivieron estos personajes, a

96 Ibidem. MEDRANO, José Manuel de, ob. cit., p. 322 afirmaba que era de plata, lo que no era cierto; sin conocerlo directamente, no podíapensarse sino en un material precioso para contener los restos sagrados. En 1970 se llevaron los restos de la Beata al monasterio de domi-nicas de Caleruega (Burgos), lugar de nacimiento de Santo Domingo de Guzmán, GONZÁLEZ, Carmen y CUADRADO, Ricardo, La“Santa Familia de Caleruega”, Burgos, 2004, p. 132.97 “Libro de Becerro…”, fols. 41-42.98 Id., fols. 35 y 53.99 Entre la bibliografía de estas pinturas señalamos la que las dio a conocer, PÉREZ VILLANUEVA, Joaquín, “Las pinturas de la Iglesiade San Pablo de Peñafiel”, BSAA, IV, fasc. XI-XII, 1935-1936, pp. 99-123; la relativa a su localización actual WATTENBERG GARCÍA,Eloisa (coord.), Colecciones. Museo de Valladolid. Guía, Valladolid, 1997, pp. 176-177; y la última, con una completa revisión de la cuestión,GUTIÉRREZ BAÑOS, Fernando, Aportación al estudio de la pintura de estilo gótico lineal en Castilla y León. Precisiones cronológicas y corpus de pintu-ra mural y sobre tabla, Valladolid, 2005, t. I, pp. 102-103, 115 y 411-413; t. II, pp. 130-136.100 Véase nota 67.101 “Chronicon…”, p. 678 y GIMÉNEZ-SOLER, Andrés, ob. cit., pp. 68, 107, 282, 492 y 575.102 “Libro de Becerro…”, fol. 167.103 Id., fol. 173.

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caballo entre los siglos XIV y XV. La noticia tras-mitida por el Libro Becerro ya advierte de que lainscripción “estaba mal formada”104. La explicaciónmás plausible es que Rodrigo Manuel († 1578)105,nieto de don Juan Manuel III y segundo poseedordel mayorazgo fundado por él, fuera quien seencargara, en la fecha indicada, de colocar unmonumento para sus antepasados, para el quetomó como modelo el de su abuelo don JuanManuel, que se encontraba desde hacía treinta añosen la capilla de Santa Catalina. Más tarde él mismoordenó ser enterrado en esa capilla.

La vinculación funeraria entre el convento y losManuel cobró más intensidad en la segunda mitaddel siglo XV, cuando el sobrino de Pedro Manuel ysu hijo ocuparon una posición destacada entre laélite de la nobleza castellana y desempeñaron cargosde confianza en el servicio real. Durante esas dosgeneraciones consecutivas sus cabezas visibles reci-bieron el nombre de Juan, en una clara evocación desu poderoso antepasado homónimo, e hicieronvaler su pertenencia a un ilustre linaje de origen real.Según las fuentes contemporáneas, Enrique IV con-sideraba “pariente suyo” a Juan Manuel II, mientrasque su hijo, el tercero de este nombre, era presenta-do como “descendiente de la Casa Real” deCastilla106. En este proceso de reafirmación de laestirpe, los Manuel decidieron usar la iglesia del con-vento de San Pablo de Peñafiel como lugar de ente-rramiento aún con una mayor notoriedad. No setrataba tan sólo de disponer de un lugar privilegiadopara su sepultura y de obtener el beneficio espiritualde las oraciones y celebraciones de los miembros dela comunidad religiosa más allá de la muerte, sino deconstruir una falsa legitimidad a partir de la conme-moración funeraria, al presentarse como los “verda-deros” sucesores del fundador del convento. Fue talel empeño puesto en esta operación de prestigio,que a don Juan Manuel III, patrono de la capilla deSanta Catalina, la comunidad dominica llegó a cono-cerle como “el Príncipe”, lo mismo que había hechocon el fundador del convento.

5.1 La capilla de Santiago, panteón deJuan Manuel II

La primera manifestación de esta nueva glorifi-cación de la estirpe más allá de la muerte fue la pre-paración de la capilla de Santiago como sepulturade don Juan Manuel II y de su esposa, Aldonza dela Vega. Cuando el noble, que había expresado sudeseo de ser enterrado en el convento de San Pablode Peñafiel, falleció en Toro en 1462, su cuerpo fuedepositado en el toresano convento de SanIldefonso el Real, igualmente perteneciente a laorden dominica. Al retener éste los restos delnoble, se suscitó un conflicto entre ambas comuni-dades, que no se resolvió hasta 1479, cuando inter-vinieron los Reyes Católicos para obligar a que elcadáver se trasladara a Peñafiel107.

La localización de esta capilla de Santiago en el“antecoro bajo” presenta dificultades para determi-nar su ubicación en la actualidad. Quizá se trataradel espacio contiguo al sotocoro, en el últimotramo de la nave central del templo. En cualquiercaso, debía de estar junto a la capilla de EnriqueManuel. En el centro de la nueva capilla funerariade los Manuel se levantó una cama de piedra conlas figuras yacentes del matrimonio.

Alrededor de la capilla corría una inscripciónque identificaba a sus propietarios y que proclama-ba su derecho a tener allí su capilla funeraria comolegítimos sucesores del fundador del convento:

“Aquí está sepultado el muy magnífico señor donJuan Manuel, del consejo del muy alto rey de Castilladon Juan segundo de este nombre, verdadero [elsubrayado es nuestro] descendiente del ilustrísimoseñor don Juan Manuel, fundador de este monasterioy de otros, que dotó y fundó en estos reinos deCastilla y Aragón. Y asimismo esta aquí sepultadala muy magnífica señora doña Aldonza de la Vegasu mujer, hija de Gómez Suárez de Figueroa, señordel Condado y Casa de Frías. Rogad a Dios porellos” 108.

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104 El nombre de María que otorga a su esposa pudo ser consecuencia de una mala lectura del apellido de ésta, Juana Manrique.105 Capitán de las Guardias Españolas de Felipe II, Conde de Neva, Comendador del Corral de Almaguer, Señor de Belmonte y de Cevico.SALAZAR Y CASTRO, Luis de, ob. cit., p. 190. Sobre otros encargos artísticos hechos por él, URREA, Jesús, Arquitectura y nobleza. Casas ypalacios en Valladolid, Valladolid, 1996, p. 212.106 TORRES FONTES, Juan, ob. cit., p. 78 y RODRÍGUEZ VILLA, Antonio, La reina..., p. 106.107 AHN, Clero, leg. 7634 y “Libro de Becerro…”, fols. 161-165.108 Se ha actualizado la grafía de la inscripción, actualmente desaparecida, que trasmite el “Libro de Becerro…”, fol. 161.

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Su hijo, don Juan Manuel III, al que se denomi-nará a partir de ahora sólo como don Juan Manuel,no fue en absoluto ajeno a este proceso, sino quefue quien eligió y costeó el retablo de pintura de lacapilla, colocado en 1500 según indicaba el letreroescrito “con letras doradas y góticas”109 en el que seleía: “Esta obra mandó hacer el ilustre señor donJuan Manuel para adorno de esta capilla de los ilus-tres señores don Juan Manuel [y] doña Aldonza dela Vega, su padre e madre [que] santa gloria ayan.Acabose año de 1500”110. En las tablas se represen-taban los temas de la Piedad con María Magdalena111 ySantiago, en el lado del Evangelio, y la Natividad ySanta Clara, en el lado de la Epístola. Es altamenteprobable que las pinturas hubieran sido flamencas,compradas o encargadas durante los largos años deestancia de don Juan Manuel en los Países Bajos.No mucho después se cambió la advocación de lacapilla de Santiago por la de San Vicente -sin dudael dominico con este nombre apellidado Ferrer,canonizado en 1455- con la que se conocía la capi-lla ya en 1524112.

Seguramente la actuación de don Juan Manuelen la capilla funeraria de sus padres había ido másallá de la colocación del retablo. En cierto modo leserviría de modelo para cuando, años más tarde,fundó su propia capilla sepulcral en la misma igle-sia conventual

5.2 La nueva capilla de Santa Catalina,de don Juan Manuel o del Príncipe

Al pensar en su retiro de la vida política cuandoregresó a España en 1523113, don Juan Manuelempezó a prepararse también la morada para des-pués de la vida. Por ello continuó y reforzó el

entronque familiar con el convento dominico quehabía fundado su ilustre antepasado homónimo.Ahora decidió ocupar para sí mismo un lugar aúnde mayor jerarquía que el de sus padres dentro delespacio del templo. Escogió el ábside del lado delEvangelio, que al parecer se encontraba ya bajo laadvocación de Santa Catalina. Si era el lugar desepultura de Sancho Manuel, se produjo una subro-gación de los derechos de éste, con el que quizádon Juan Manuel no se sintió vinculado por no serdescendiente suyo.

En cualquier caso, la configuración que tenía lacapilla no le resultaba satisfactoria, pues deseaba unespacio más amplio y acorde con el gusto delmomento, en el que pudiera desplegar con claridadun programa de exaltación de su persona y su lina-je. Era necesario, pues, realizar una profunda modi-ficación del viejo ábside gótico-mudéjar y sustituir-lo por otra fábrica monumental y suntuosa. Lanueva capilla resultante tras la reforma sustituyó elochavo de su cabecera por un muro recto, con loque ganó algo de superficie, pero sobre todo lohizo en altura, hasta llegar a superar la que tenía lacapilla mayor. Las bóvedas de crucería con las quese cubrió, de perfil mucho menos apuntado que elde sus compañeras absidales, permitieron elevarmás los muros y obtener así una gran diafanidadespacial, que fue subrayada por la abundante luzque penetraba a través del gran ventanal abierto enla cabecera.

109 Id., fol. 164.110 Transcripción actualizada con respecto a la testimoniada por el “Libro de Becerro…”, Ibidem.111 “Un Santo Christo con las dos Marías”, Ibídem.112 En el contrato firmado por el cantero Antonio de Cieza para edificar la capilla de Santa Catalina se incluyó la apertura de una ventana yde un arco en la capilla de San Vicente, donde estaban enterrados los padres de don Juan Manuel. El contrato se conoce por su inclusiónen el pleito interpuesto por don Juan Manuel al maestro. Indicada su existencia por COOPER, Edward, ob. cit., vol. I.1, p. 295, fue trans-crito posteriormente por DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 70-71. Poco después, se le permitió a don Juan Manuel modi-ficar la intervención prevista en la capilla de San Vicente, consistente en “hedeficar un arco debaxo del coro e dar luz a la dicha capilla todala que fuere menester e de subir la pared de piedra del altar arriba que agora esta de tabique todo lo que mas su señoria quisiere labrar paraadornarla”, 7 de abril de 1524, ANH, Nobleza, Baena, caja 36, doc. 2.113 RODRÍGUEZ VILLA, Antonio (ed.), El emperador Carlos …, p. 149.

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5.2.1 La construcción de la capilla

En la primavera de 1524 don Juan Manuel pusoen marcha el proceso de construcción de su capillafuneraria (fig. 7). Estaba tan seguro de que obten-dría el permiso para hacerlo que, semanas antes deformalizarse el acuerdo con el convento, ya sehabía firmado el contrato con el cantero Antoniode Cieza114. Éste se comprometía a edificar la capi-lla según una traza que estaba dibujada en un per-gamino. La firma de Cieza en el proyecto no indi-caría que era su autor, sino su conformidad y el

compromiso de atenerse a él. La duración de lasobras se fijó en un año y medio, y el precio, en85.000 maravedís.

Con posterioridad se introdujeron algunos cam-bios en las condiciones del compromiso. Estos sereferían a los materiales de la construcción115 y a laeliminación de la realización de un sepulcro,supuestamente mural, además de una intervenciónprevista en la capilla mayor.

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114 El contrato se escrituró el 14 de marzo de 1524, DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 27-29 y 70-72.115 El acarreo de los sillares, que se extraerían de las canteras de Manzanillo y Carra el Pozo, próximas a Peñafiel, y el coste del resto delos materiales de construcción (ladrillo, cal, arena, yeso y piedra de ripio), que en principio corrían a cargo del comitente, finalmente seadjudicaron al cantero, a cambio de una elevación de 43.000 maravedíes en el coste total de la obra. Véase el segundo contrato firmadoentre Lorenzo Manuel, hijo del noble, con el cantero (Olmedo, 14 de diciembre de 1527), en DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécé-nat...”, pp. 71-72.

Fig. 7. Capilla de don Juan Manuel.

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El 7 de abril de 1524 fray García de Loaisa,General de los dominicos y confesor de Carlos V,que había profesado en el convento peñafielense116,confirmaba la escritura de concordia entre donJuan Manuel y el convento de San Juan de Peñafielsobre la reedificación de la capilla de SantaCatalina, que había pasado ante notario díasantes117,

“para que su señoria edifique e labre en ella todo loque quisiere e por bien tubiere e con todo anchor elargor que se pudiere dar e labrada que quede perpe-tuamente para el dicho señor don juan hijos sucesoresdel e para se poder enterrar todos los quel quisiere epor bien tuviere como en capilla suya propia” 118.

Toda la obra se financiaría a costa del fundador,aunque se le autorizaba a aprovechar la piedra y lamadera de la capilla que se derribaba. La comunidadautorizaba al noble para que, además, abriera un arcohacia la capilla mayor, con tal de que quedara “a rrayzdel suelo sin derrocarse hasta en altor de una cinturade un ombre”, aunque si, una vez hecho, parecía quehacía mejor efecto a ambas capillas, se quitaría el pre-til y se rasgaría hasta el suelo. Finalmente así se hizo,aunque se colocó una reja de separación entre ambascapillas, como demuestran los huecos de sus anclajesque se ven en el interior del arco.

Al encontrarse la nueva fábrica entre la capillamayor y el convento, la comunidad quiso asegurar-se de que la construcción no causaría daño a losedificios colindantes, así como que, en caso de queéste se produjera, el noble se comprometiera ahacerse cargo de los gastos ocasionados por sureparación. De este modo, se estableció como con-dición en el acuerdo que el estribo o el arbotanteque había de cargar sobre la planta superior del

claustro del convento “se hara e pueda hacer segúnyo el dicho prior mostre e señale a los canteros quelo vieron”119. En las primeras labores de la capilladebieron de intervenir los carpinteros Alonso deRama y Diego Gómez, vecinos de Peñafiel, a losque se unió Alonso López120. Consta que Martín deSalazar (*1493), cantero vecino de Valladolid, tra-bajó en la cuadrilla de Cieza121.

El maestro cumplió con los plazos comprome-tidos y en mayo de 1526 la capilla estaba ya termi-nada. Pero el resultado disgustó profundamente adon Juan Manuel, pese a que Cieza había introduci-do diversas labores y adornos que no estaban pre-vistos, como unos escudos de armas, una inscrip-ción que corría por el interior de la capilla, unasmolduras en los nervios de la crucería y un entabla-mento en el muro exterior, así como una termina-ción de pincelado en los muros. Por todo ello y porlas dificultades que había encontrado para demolerla capilla anterior, el maestro pedía 150.000 marave-díes, una cantidad superior a la acordada. El nobleacusó al cantero de no haber cumplido las condi-ciones en lo que se refería a las dimensiones (15pies de ancho, en lugar de los 24 o 25 previstos), decolocar muchas menos claves (15, en vez de las 25o 26 acordadas), de hacer el arco de comunicacióncon la capilla mayor más bajo, más estrecho y des-provisto de la decoración que tenía dibujada en latraza, así como de no haber realizado la torre.

Meses después don Juan Manuel puso un pleitoal artífice para que éste derribara lo edificado y vol-viera a construir la capilla a su costa122. Cieza sedefendió argumentado la escasez del espacio dispo-nible, la poca adecuación de la piedra utilizada parapoder llevar a cabo en ella las labores decorativas detalla previstas en el arco y la mayor firmeza que

116 Ocupó las sedes episcopales de Osma y Sigüenza, y la arzobispal de Sevilla; fue nombrado cardenal de la iglesia romana, adscrito a SantaSusana, y desempeñó los cargos de Inquisidor General, Comisario de la Santa Cruzada y Presidente del Consejo de Indias. A su costa seconstruyeron en el convento de San Pablo la casa de novicios, “un corredor para el sol” y un dormitorio sobre el claustro, lo que quedóidentificado con su emblema heráldico, LÓPEZ, Juan, ob. cit., p. 333. En testimonio de las obras que se hicieron en el convento a su costa,se conservan algunos escudos de él en ciertas zonas del claustro.117 Otorgada ante Pedro de Villanueva, escribano público de Peñafiel, el 2 abril de 1524. No se conserva el protocolo. La escritura se con-firmó el 20 de abril de 1524 en Burgos, donde se encontraban el Emperador, la Corte y don Juan Manuel, ante Jerónimo del Río.118 ANH, Nobleza, Baena, caja 36, doc. 2.119 Ibidem.120 El 11 de abril actuaron como testigos en el otorgamiento de los documentos sobre la construcción de la capilla, Ibidem.121 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 32.122 Id., pp. 30-39 y 72-74.

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tenía éste tal como lo había hecho. El juez recabóun peritaje de maestros expertos.

Por parte de don Juan Manuel acudió Juan deBadajoz “el Joven” (ca. 1495/1498-1552)123, arqui-tecto de confianza de su hijo, el obispo leonésPedro Manuel († 1542)124 y Maestro Mayor de lacatedral leonesa desde comienzos de 1525125. Antela falta de propuesta de perito por la parte del can-tero, el juez nombró a Pedro la Hinestrosa, que seencontraba trabajando en Boadilla del Camino(Palencia). Este maestro será Pedro Sanz deLanestosa “el viejo” († 1552)126, patriarca de la fami-lia de artífices de cantería de origen vasco másconocida como Lanestosa.

A comienzos de julio de 1528 ambos maestrosse encontraron en Valladolid e inspeccionaron jun-tos la obra objeto de litigio. Eran dos arquitectoscon un modo de hacer diferente, pues Lanestosa seencontraba muy apegado a la tradición gótica yvaloraba sobre todo la fortaleza y estabilidad de laestructura, mientras que Badajoz, aun siendo tam-bién un gran técnico, había empezado a introduciren sus obras novedosas soluciones renacentistas, enespecial de tipo decorativo. A pesar de ello, hicieronuna declaración conjunta. Afirmaron que las dife-rencias de dimensiones en superficie con respecto ala traza no eran tan grandes y que, incluso, la capillatenía algo más de longitud. Por contra, la cubiertahabía sido resuelta con un tramo menos, pues esta-ban previstas tres bóvedas en vez de las dos realiza-das, mientras que las claves polares eran diferentes yestaban situadas a distinta altura. En lo que respec-ta al arco, fueron mucho más críticos, ya que notenía el esviaje o abocinamiento de la traza y resul-taba pobre, al carecer de las molduras que debían

adornarlo. Los peritos señalaron además que en estemuro la construcción era muy defectuosa, por loque tenía que ser derribado y reconstruido porambas caras. A la vista de estos informes, queda jus-tificado que, pese a la ornamentación adherida quehabía añadido Cieza, a don Juan Manuel la capilla lepareciera angosta y poco suntuosa. La sentencia delpleito, dictada en 1528, condenó al cantero a derri-bar la capilla y a reedificarla. Ante la imposibilidadde asumir tal gasto, el artífice huyó a América antesde que el dictamen se diera por definitivo en 1530.

La reedificación de la capilla se llevó a cabo enlos años siguientes y ya estaba terminada en1536127. Es muy probable que se aprovechara granparte de lo realizado por Cieza, sobre todo si elprimer proyecto había sido diseñado por Juan deBadajoz, como apuntan todos los indicios. Dehecho, en las bóvedas se mantuvo la división endos tramos (fig. 8) y quizá sólo se remodeló el tra-

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123 Sobre este arquitecto, CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, Juan de Badajoz y la arquitectura del Renacimiento en León, León,1993.124 MORAIS VALLEJO, Emilio, “Don Pedro Manuel y Juan de Badajoz el Mozo. El inicio del plateresco en León”, Tierras de León, XIX,1979, pp. 144-149; CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, El arte del Renacimiento en León: Las vías de difusión. León, 1992, pp.96-98; ID., Juan de Badajoz…, p. 25.125 RIOS Y SERRANO, Demetrio, La Catedral de León, t. II, Madrid, 1895 (ed. facsímil, Valladolid, 1989), Apéndice D, pp. 236-237. Tambiénen CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, Juan de Badajoz…, pp. 426-427.126 Poco después, en 1529, trabajó como aparejador de Rodrigo Gil de Hontañón en la iglesia parroquial de Villaveta (Burgos) y en los añossiguientes, entre 1530 y 1545, se documenta su actividad en Valladolid. Sobre este maestro de cantería, CASASECA CASASECA, Antonio,Los Lanestosa. Tres generaciones de canteros en Salamanca, Salamanca, 1975, pp. 22-25.127 Fecha dada por la inscripción. Dos años antes ya estaba cubierta, pues se pagaba el cierre del ventanal de la cabecera al vidriero JorgeMercan, quizá de procedencia flamenca, PARRADO DEL OLMO, Jesús María, “Juan Picardo al servicio de los Manuel en Valladolid”,Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, XXXIX, 1973, p. 525. El apellido del vidriero ha sido interpretado como Meroau porDOMÍNGUEZ CASAS, “Le mécénat...”, pp. 43-44.

Fig. 8. Bóvedas de crucería. Capilla de don Juan Manuel.

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zado de sus nervaduras o su decoración. Peroahora ya sí se hizo la torre, que se levantó en elángulo nororiental

5.2.2 Juan de Badajoz, arquitecto de la capilla

Basándose en la intervención de Juan deBadajoz en el peritaje judicial, Domínguez Casas leatribuyó la reedificación de la capilla tras el pleito e,incluso, el diseño de la traza seguida por Cieza128. Laautoría de Juan de Badajoz “el Joven” para estacapilla ya había sido propuesta con anterioridad porCobos, en unión de las reformas y ampliaciones lle-vadas a cabo durante la primera mitad del sigloXVI en el castillo de Belmonte de Campos(Palencia), que también perteneció a don JuanManuel129. La fortaleza presenta ciertas concomi-tancias con obras del arquitecto leonés, entre lascuales la más destacada es el tipo de escalera decaracol que se encuentra en el claustro de la cate-dral de León, en las garitas del castillo palentino(fig. 9), y en la capilla peñafielense.

Badajoz era por entonces el arquitecto másimportante del foco leonés. Estaba dotado de unasingular habilidad para combinar una permanenciade formas góticas, que se manifestaban en especta-culares bóvedas de crucería de complicadas tracerí-as, con decorativas claves -recuérdese aquí laimportancia que se dio a la abundancia de clavescomo elemento suntuario de la capilla en el pleitocon Cieza- prolongadas a menudo con plásticospinjantes, y un interés por los nuevos repertoriosdecorativos alla’antica, de los que extraía sus mode-los para los medallones, jarrones, candelabros, puttiy otros motivos agrutescados, que adornan losmuros, los arcos y las cubiertas de su arquitectura.

La observación de ciertos paralelismos arquitec-tónicos y decorativos de la capilla de don JuanManuel con la obra documentada de Juan de

Badajoz permiten reafirmar la atribución a estearquitecto. En primer lugar, aunque no fueranexclusivos del leonés, los bellos diseños de las bóve-das de la capilla de don Juan Manuel, en los que secombinan nervios rectilíneos y combados, seencuentran relacionados con los que el arquitectollevó a cabo en el claustro de la Catedral de León (apartir de 1537)130 y con los de la segunda sacristía delconvento de San Marcos (1538-1549)131, igualmenteen la ciudad leonesa. Las bóvedas de Peñafiel, dediferente diseño en cada uno de los dos tramos, seencuentran entre el trazado más simple de las pri-meras y el más complejo de las segundas. Por otrolado, la solución de las trompas aveneradas en losángulos de la cabecera para ayudar a soportar losempujes de la cubierta, usada igualmente por otrosarquitectos en la época, se encuentra también en lainacabada capilla funeraria del obispo Manuel en la

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128 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 32-35.129 COBOS GUERRA, Fernando y CASTRO FERNÁNDEZ, José Javier de, Castillos y fortalezas. Castilla y León, León, 1998, pp. 262-263; yDOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 22-26. La realización de la capilla por Juan de Badajoz ha sido aceptada también porCAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, “Arquitectura religiosa del Renacimiento”, en Arquitectura religiosa, t. 3 de NIETOGONZÁLEZ, José Ramón (coord.), Patrimonio arquitectónico de Castilla y León, Junta de Castilla y León, 2007, pp. 193-194. Sobre este casti-llo, también COOPER, Edward, Castillos señoriales en la Corona de Castilla, vol. I.1, Junta de Castilla y León, 1991, p. 293.130 CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, Juan de Badajoz…, pp. 352-356.131 Id., pp. 198 y 213-219.

Fig. 9. Castillo de Belmonte de Campos (Palencia).

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iglesia parroquial de San Pedro de Belmonte deCampos, donde Cobos y Domínguez Casas supo-nen igualmente la intervención de Badajoz132.

El modo de apear las bóvedas en los murosconstituye un magnífico ejemplo de la armoniza-ción de dos lenguajes distintos -gótico y renacentis-ta- que fue propio de la época y del arquitecto, peroaquí recibió un tratamiento aún más elaborado. Losnervios de las crucerías se hicieron apoyar en unasdiscretas ménsulas rectangulares que se integraronen un entablamento adornado en sus molduracio-nes por contarios, acanaladuras y ovas, al más puroestilo renaciente. A su vez, este entablamento erasoportado por columnas abalaustradas de capri-chosa composición, semejantes a las propuestaspor Diego de Sagredo en Las Medidas del Romano(Toledo, 1526), cuya altura se incrementó pormedio de un tambor estriado, a modo de pedestal(fig. 10).

Bajo este orden abalaustrado corre un nuevoentablamento, de mayor desarrollo que el superioral destinarse su friso a contener la inscripción sobrela que se volverá más adelante. Finalmente, el pesode la crucería carga sobre las ménsulas cilíndricasque se hallan por debajo. La decoración de motivosantropomórficos que se aplicó a estas ménsulas,rasgo característico de Badajoz, superó en desarro-llo a las que se encuentran en otras magníficasobras del arquitecto contemporáneas o ligeramenteposteriores, como fueron la ya mencionada sacris-tía del convento de San Marcos en León133 y elclaustro del convento de San Zoilo en Carrión delos Condes (Palencia)134. En la capilla de don JuanManuel desempeñan la función de tenantes deescudos (fig. 11), formando parte del programaexaltador del linaje que se desarrolla en la decora-ción.

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132 COBOS GUERRA, Fernando y CASTRO FERNÁNDEZ, José Javier de, ob. cit., p. 263. Una parada en Belmonte de Campos para ocu-parse de la marcha de esas obras justifica los días que tardó el arquitecto en llegar de León a Valladolid cuando acudió para hacer el infor-me de la capilla, DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 23-26 y 35.133 CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, Juan de Badajoz…, pp. 213-219.134 Comenzado en 1537. Sobre él, ZALAMA RODRÍGUEZ, Miguel Ángel, La arquitectura del siglo XVI en la provincia de Palencia, Palencia,1990, pp. 94-96.

Fig. 10. Columna de la capilla de don Juan Manuel. Modelo decolumna abalaustrada propuesta por Diego de Sagredo.

Fig. 11. Ménsula con tenantes de escudo de armas.

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En segundo lugar, el modo con el que Juan deBadajoz consigue el abocinamiento en los huecosde la capilla peñafielense -el arco hacia la capillamayor, la portada de comunicación con el conven-to y la ventana-, con un derrame ocupado por unapilastra colocada en diagonal, ya estaba presente enla obra del arquitecto desde la entrada a la capilla deSan Andrés (1525-1530) de la catedral de León135, loque se ha llamado “arco de don Pedro Manuel” porhaberlo costeado el obispo. La forma apainelada delarco de León y las columnas abalaustradas entre lasque queda comprendido el conjunto se repiten endiferente proporción en la pequeña portada (fig. 12)

que se abre en el muro izquierdo para comunicardirectamente con el claustro.

Por otro lado, la sucesión de las piezas compar-timentadas que decoran el intradós del arco de lacatedral leonesa y que respetan la axialidad de lacomposición a candelieri, que informa todo el con-junto, encuentra un desarrollo más elaborado en elgran arco de comunicación entre la capilla de SantaCatalina y la mayor, que constituye una de las par-tes con mayor fuerza visual del conjunto. La proli-jidad de su talla y el capricho de sus motivos handespertado la admiración a través de los siglos136.

135 Atribución aceptada sin discrepancias a Juan de Badajoz, CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, Juan de Badajoz…, pp. 303-304.136 “… hecho con tal arte que ha dado mucho que admirar a quantos facultativos lo han visto”, “Libro de Becerro…”, fol. 114.

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Fig. 12. Portada de comunicación con el claustro. Fig. 13. Arco de comunicación con la capilla mayor. Detalle delintradós.

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Bajo la aparente arbitrariedad de la composición yla caprichosa variabilidad de los grutescos, siemprecambiantes, se encuentra una cierta disciplina en susecuencia, pues los motivos se repiten casi simétri-camente en la rosca del arco, en las jambas (fig. 13),en la pequeña portada hacia el convento y en laventana. El repertorio desplegado se encuentrapróximo a algunos modelos que circularon pormedio de los grabados pero, tal como afirmabaMiguel Ángel137, los artistas del Renacimiento lostransformaron y los combinaran a su gusto o con-veniencia. En cualquier caso, en todos estos luga-res, además de otros motivos del repertorio deco-rativo renacentista comúnmente utilizados (putti,candelabros, figuras monstruosas, guirnaldas, sartasde frutas, roleos, clípeos, trofeos, volutas, mascaro-nes, cornucopias, cabezas aladas de ángeles, etc.),destaca aquí la repetición de la calavera o el bucrá-neo, alusivos a la finitud de la vida y adecuados, porello al carácter funerario de la capilla.

Finalmente, hay ciertos detalles comunes a lapequeña portada de la capilla y al arco de donPedro Manuel. Las láureas en las enjutas de ambasobras, que fueron un recurso bastante usual pararellenar esa zona en la ornamentación renacentista,albergan en Peñafiel dos cabezas masculinas roma-nas, con corona de laurel en la cabeza (fig. 14), ins-piradas en monedas o medallas de César, lo que eneste contexto tiene todo el sentido de una anticua-ria evocación imperial. Otro rostro masculino deaire clásico representado de perfil con un relievemás plano y de talla menos hábil, con la cabezaceñida por una doble trenza, se localiza en uno delos pedestales del arco leonés. Aquí nos encontra-mos con lo que podría considerarse una “marca deautor”, ya que estos bustos en los pedestales de lascolumnas aparecen también en el sepulcro de SanAlvito138, en la girola de la catedral leonesa, obraigualmente de Badajoz, y en la portada peñafielen-se, aquí en una versión un tanto grotesca (fig. 15).

Como los buenos maestros de cantería de sutiempo, Juan de Badajoz, sabía obtener resultadosde una gran eficacia a partir del dominio de la geo-metría, de la estereotomía y de un empírico cálculode resistencia de materiales. Así lo demuestra en laescalera (fig. 16), que sigue el tipo de “caracol deMallorca”139 -en la modalidad de “caracol de ejeredondo y ojo abierto”140, es decir, helicoidal y

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137 Según recogió Francisco de Holanda en la tercera parte de su Diálogo de la pintura, HOLANDA, Francisco de, De la pintura antigua, segui-do de “El diálogo de la Pintura”, ed. a cargo de SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier, Madrid, 2003, pp. 188-189.138 Sobre este arco sepulcral, CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores, “El obispo don Pedro Manuel y la introducción del con-cepto humanista de la muerte en la Catedral de León”, Cuadernos de Arte e Iconografía, VI, 11, 1993, pp. 368-375.139 Sobre este tipo de escalera, PALACIOS, José Carlos, Trazas y cortes de cantería en el Renacimiento español, Madrid, 1990, pp. 114-117.140 GÓMEZ MARTÍNEZ, Javier, “El arte de la montea entre Juan y Simón de Colonia”, en Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe yla Escultura de su época, Burgos, 2001, pp. 362-364.

Fig. 14. Medallón con cabeza de César. Fig. 15. Relieve con cabeza romana. Sepulcro de San Alvito.Catedral de León. Relieve con cabeza. Pedestal. Portada decomunicación con el claustro. Capilla de don Juan Manuel.

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carente de apoyo para los peldaños en el centro-que permite subir hasta lo más alto de la fábrica. Esuna obra maestra y de gran belleza, que queda ocul-ta a la vista tras una entrada sencilla y discreta,como corresponde a su carácter funcional, que sesitúa junto a un ángulo de la capilla. Esta portadita,aparentemente trivial, no deja de recibir el refinadomarco de un contario clásico y presenta su embo-cadura en esviaje, con lo que este maestro de can-tería dejó, una vez más, una prueba de su habilidaden la resolución de problemas de adaptación a unespacio irregular y constreñido.

La caja del husillo está contenida dentro de latorrecilla cilíndrica que sobresale al exterior de lacapilla (fig. 17) y que proporciona a esta parte de lacabecera un cierto aspecto acastillado y evocadordel mundo caballeresco. Tal sentido representativo,unido a lo funcional, se encuentra también en laselaboradas torrecillas angulares de la torre delhomenaje del castillo de Belmonte de Campos, quedesempeñan la función de garitas y que alberganunas escaleras de Mallorca141.

A modo de estandarte que rematara la torre,sobre la cubierta de ésta se colocó un flamero porencima de un gran vaso, proclamando el sentido

funerario del edificio. Otros flameros, de menortamaño y desaparecidos en su mayor parte, ritma-ban el antepecho que recorría el perímetro de lacubierta y remataban los estribos que recorren losmuros, como aún se puede ver por los escasos res-

Fig. 16. Escalera. Interior.

Fig. 17. Flameros en la cubierta de la capilla.

141 Así ha sido reconocido por DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 22-23. De “bellísimo divertimento” se les califica enAA. VV., Arquitectura militar , t. 2 de NIETO GONZÁLEZ, José Ramón (coord.), Patrimonio arquitectónico de Castilla y León, Junta de Castillay León, 2007, pp. 231-232.

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tos que se mantienen hoy en día, especialmentejunto a la torre (fig. 18).

La seguridad de las bóvedas de crucería, envuel-tas en unos muros cuya altura era superior a la delresto del templo y del convento, se resolvió deforma discreta e ingeniosa, lo que volvió a ser unaprueba de la maestría del arquitecto. En correspon-dencia con la torre, pero sin guardar simetría conella, se construyó en el otro ángulo de la cabeceraun estribo que se detuvo en su ascenso hasta unnivel equivalente al arranque de los nervios de lasbóvedas en el interior. Los demás estribos, querecorren el contorno de la capilla y presentan unfrente tallado como un fuste de pilar acanalado, seenjarjaron en la parte más alta del muro y se man-tuvieron volados, sin tocar el suelo ni cargar sobrelas cubiertas de las capillas colindantes o las naves.De todos modos, el volumen de la antigua capillade San Esteban142, situada en el flanco izquierdo dela capilla Manuel y con acceso desde el claustroconventual, contribuyó a proporcionar estabilidada la nueva fábrica.

Badajoz debió de sentirse satisfecho de su traba-jo y se permitió una pequeña licencia, que fue lleva-da a cabo por su equipo de tallistas de piedra, artí-fices de gran habilidad, como también se puedeapreciar en el mencionado en el arco sepulcral deSan Alvito. Entre las labores decorativas de la pilas-tra derecha situada en el derrame de la ventana, alexterior, como si lo anunciara a quienes se acerquena admirar tal obra, se encuentra una imagen simbó-lica de la Arquitectura o de la Escultura (fig. 19). Enla parte central de la caja del fuste, a la altura de lapequeña guirnalda que interrumpe la pilastra planainmediata, varios instrumentos de trabajo usadospor arquitectos y escultores cuelgan a los lados deun ave (¿un águila?) que ha perdido la cabeza. A suderecha se aprecian claramente una escuadra, unaregla y un martillo. En el otro lado la identificaciónde todas las herramientas es más problemática,pero se pueden distinguir un buril y un formón;mayor dificultad presenta el resto de los objetos,que podrían ser un compás y una plomada o unamaza. La representación de esta diminuta e insólitafiguración emblemática de la Arquitectura, enmas-

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142 Había sido fundada en el siglo XV por Pedro Velázquez, Arcediano del Alcor y Limosnero mayor de Juan II. Sobre esta capilla, CASTÁNLANASPA, Javier, ob. cit., p. 489.

Fig. 18. Exterior de la capilla de don Juan Manuel.

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carada entre la ornamentación agrutescada, no sóloconstituye un rasgo de afirmación del maestro, sinoque además, por el lugar que ocupa, contiene laosadía de situarse en la proximidad de los escudosde armas del propietario de la capilla.

5.2.3 La heráldica y su lenguaje triunfal

La asimetría del exterior de la cabecera ya seña-lada se disimula en gran medida mediante la colo-cación de dos grandes y animados escudos dearmas iguales, tallados en piedra (fig. 20). SegúnDomínguez Casas143, están representados a la fla-menca, con su yelmo, cimera (compuesta por lamano alada de los Manuel) y lambrequines, ademásdel collar del Toisón de Oro que los rodea.

La configuración del escudo de los Manuel,compuesto por cuatro cuarteles, de los que el pri-mero y el cuarto es una mano alada que sostieneuna espada, forma parte de la construcción de ima-

gen mítica del linaje. Según relata don Juan Manuelen su Libro de las armas, la concepción del emblemafue encargada por Fernando III el Santo al obispode Segovia, Raimundo de Losana, que había inter-pretado el sueño de la reina Beatriz sobre el naci-miento del Infante don Manuel144. El prelado tomócomo modelo el escudo de Fernando III el Santo,bajo cuyo reinado se unificaron los reinos deCastilla y León. De este modo, mantuvo en su lugarlos cuarteles segundo y tercero, con el león ram-pante de púrpura sobre campo de plata, ya que elreino de León era el de mayor antigüedad, aunquetambién se le aplicó un sentido particular al Infante,por identificarlo con el “leon de la tribu de Juda,que es Emanuel”. En el primer y cuarto cuarteldejó el mismo color del campo -“bermejo” o gules-y en parte de la figura, pero sustituyó ésta -el casti-llo- por una mano alada blandiendo una espada.Don Juan Manuel aplicó a la espada, de color desable, el simbolismo de fortaleza, justicia y defensade la fe católica. La mano significaba la ejecución yel gobierno de las acciones humanas. Finalmente, elala dorada hacía referencia al ángel que transmitióel mensaje celestial a la reina, a la estirpe imperial yal poder y riqueza de su posición.

El despliegue heráldico formaba parte inexcusabledel lenguaje triunfal practicado por la Casa de Borgoñay la Orden del Toisón de Oro145. De ello se hace una

Fig. 19. Imagen emblemática de la Arquitectura o de laEscultura. Ventana de la capilla de don Juan Manuel.

143 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 44.144 Don Juan Manuel. Obras completas, pp. 982-985.145 Sobre la importancia de este tipo de lenguaje en la Casa de Borgoña, DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, Arte y etiqueta de los Reyes Católicos.Artistas, residencias, jardines y bosques, Madrid, 1993, pp. 655 y ss.

Fig. 20. Ventana y escudos de don Juan Manuel.

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ostentación aún mayor en el interior de la capilla,donde la heráldica se convierte en omnipresente.

En la parte alta del muro, por encima del frisoque contiene la inscripción, tres grandes emblemasson sostenidos por parejas de tenantes de muy dife-rente caracterización. Unos hombres de gran forta-leza, revestidos en la cintura con pieles de cordero(fig. 21), herederos de la iconografía medieval delsalvaje, pero que aquí rememoran el mítico viaje deJasón y los Argonautas a la Cólquide en busca delvellocino de oro, ocupan el ángulo izquierdo de lacabecera. En el correspondiente, a la derecha, seubican unos guerreros con lorigas romanas (fig.22), iconografía vinculada al Emperador.Finalmente, a los pies, se encuentran unos jóvenes

de apariencia más sencilla, como si se tratara deimágenes reales de escuderos de su señor Manuel.A través de la imagen del linaje, don Juan Manuelexaltaba, en clave mítica e histórica, su propia bio-grafía puesta, desde su condición nobiliaria, al ser-vicio de Felipe el Hermoso, quien le concedió elToisón de Oro, y de Carlos V, el nuevo César, quele otorgó su confianza.

Por debajo de la inscripción, en las ménsulasdonde apoyan las columnas, parejas de putti, trans-formados en angelitos vestidos tan sólo en la mén-sula derecha más próxima a la cabecera, presentanlos mismos escudos de armas. En menor tamaño,tres cuarteles independizados (dos con la manoalada y uno con león) decoran las claves polares decada bóveda.

La misma representación de don Juan Manuelen su figura sepulcral es soporte de este tipo de len-guaje nobiliario (fig. 23). La cota de armas que visteestá decorada con su escudo de armas, cuyas figu-ras se repiten en las cenefas de los cojines en losque apoya la cabeza. El yacente también luce en supecho el collar del Toisón de Oro. Es la mismacaracterización, si se prescinde de los regalia (mantode armiño, corona en la cabeza y espada sobre elhombro) que presenta la figura de Felipe elHermoso en su sepulcro de la Capilla Real de

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Fig. 21. Tenantes de escudos de armas revestidos con piel decordero.

Fig. 22. Tenantes imperiales de escudos de armas.

Fig. 23. Estatua sepulcral de don Juan Manuel. Detalle.

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Granada (fig. 24) y que constituía la imagen oficialdel soberano146, construida sobre su condición decabeza de la Orden del Toisón de Oro.

Con toda seguridad han desaparecido aún máselementos (pintados, tejidos, etc.) por medio de loscuales se recordaba en la capilla la pertenencia denuestro personaje a tal Orden caballeresca.Domínguez Casas ha identificado la versión queadoptó la Casa de Borgoña de la cruz en aspa delmartirio de San Andrés, Apóstol bajo cuya protec-ción se había colocado la Orden, en el pequeñofragmento de barandilla que aún se mantiene juntoa la torrecilla de la escalera, donde se ven cuatrobalaustres en sotuer147.

Aunque el despliegue heráldico formaba partede los modos de expresión del poder de la nobleza,sólo en casos excepcionales se llegó a extremossimilares, como sucedió en la capilla delCondestable de la Catedral de Burgos. Este último

espacio funerario funcionó sin duda como referen-te, tanto para el comitente, que la habría visitadodurante las estancias de la Corte en la CaputCastellae, como para el probable artífice de estaparte escultórica de la capilla, Juan Picardo, a quiense supone una formación burgalesa148.

146 Como se puede ver en su estatua sepulcral en la Capilla Real de Granada o en la pintura atribuida al Maestro de la Leyenda de laMagdalena que se conserva en los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas.147 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 44.148 AZCÁRATE, José María, Escultura del siglo XVI, col. Ars Hipaniae, t. XIII, Madrid, 1958, p. 174. Una posible formación italiana es apun-tada por DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 40.

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Fig. 24. Estatua sepulcral de Felipe el Hermoso. Detalle.

Fig. 24 bis. Retrato de Felipe el Hermoso. Detalle. Maestro dela Leyenda de la Magdalena. Museos Reales de Bellas Artes.Bruselas (Bélgica).

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5.2.4 La inscripción y sus mensajes

El contenido de la inscripción que recorre todoel interior de la capilla (fig. 25), a tono con su per-sonalidad, es extraordinariamente elocuente sobrelas intenciones de don Juan Manuel:

“ESTA CAPILLA MANDO HACER DONIVAN MANVEL DE LA ORDEN DELTVSON HIIO DE DON IVAN MANVELI POR LEGITIMA SVCESION DEVARONES BIZNIETO DE DON IVANMANVEL FVNDADOR DE ESTEMONESTERIO I DE OTROS DOZEENTRE ELLOS ESCOGIO ESTE PARASV ENTERRAMIENTO. EL QVAL FVEHIIO DEL INFANTE DON MANVELCVYO PADRE FVE EL REI DON FER-NANDO EL SANTO QVE GANO ASEVILLA. ACABOSE AÑO DMDXXXVI”

El texto no sólo transmite la identidad de supropietario y proporciona la datación de la termi-nación de las obras en la capilla, como solía serusual en estos casos, sino que, a través de ciertos

mensajes, construye una imagen insólitamente exal-tadora del personaje. Ya se ha visto más arribacómo el caballero del Toisón pertenecía a una ramaespuria de sucesores del fundador del convento. Sinembargo la inscripción reclama la legitimidad de ladescendencia por serlo a través de la vía masculina.La “y” que separa su condición de hijo y de biznie-to es esencial en la adjudicación de este sentido, queno es fácilmente perceptible en una lectura rápida.Según transmiten las fuentes históricas, fue prácti-ca de nuestro personaje y de su padre recordar suprocedencia del linaje real para explicar su perte-nencia al círculo cortesano. Mediante la afirmaciónde una descendencia directa se justificaba, además,el derecho a recibir sepultura en el convento domi-nico. En ese sentido es significativo que, con obje-to de aproximarse un tanto a su lejano antepasado,el texto de la inscripción suprima una generaciónentre ambos y le designe como bisnieto, cuandomediaron tres sucesores en la progenie, de modoque en realidad sería tataranieto del nieto deFernando III.

Un cierto sentido sacralizador se desprende deotros datos proporcionados por el texto. Al adjudi-car a su antepasado homónimo la fundación de

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Fig. 25. Friso con inscripción. Detalle.

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otros doce conventos149, número del Apostolado, sele revestía de un sentido cristológico, del que parti-cipaba la misma comunidad peñafielense por habersido la preferida sobre las demás. Tampoco escasual la referencia a la reconquista de Sevilla porparte de su ascendiente más ilustre, el rey castella-no Fernando III, calificado como santo, aunqueaún no hubiera sido canonizado150. Al recuerdo dela lucha contra el musulmán, se unía el de la cruza-da, que formaba parte del ideario de la Orden delToisón de Oro, y se vinculaba a la ciudad andaluza,puerta de las Indias, que se había visto glorificada,no muchos años atrás, con la celebración del matri-monio imperial151.

5.2.5 La conmemoración funeraria

La pérdida de la mayor parte de los flamerosque rodeaban la cubierta hace menos perceptible elcarácter funerario de la capilla desde el exterior. Sin

embargo, se conserva muy bien un elemento sim-bólico que recuerda esa función, el jarrón lleno deadormideras que se alza sobre el frontón triangularcon el que remata el marco arquitectónico querodea al ventanal. Por encima, la figura de un avecuya cabeza no se conserva, ha sido identificadacomo la del fantástico Ave Fénix152, símbolo de laresurrección tras la muerte, aunque también podríatratarse de un águila, lo que haría referencia a SanJuan Evangelista, patrono del propietario de lacapilla. Por debajo de él, a los lados del frontóntriangular cuyo tímpano contiene un medallón conuna cabeza romana que ofrece cierta semejanza aCarlos V, unos putti hacen sonar los cuernos de laFama -patrimonio de los hombres ilustres en lavida terrena y más allá de ésta- de modo semejantea las figuras agrutescadas que decoran el sitial dedon Juan Manuel en la sillería de la Catedral deBarcelona realizada con motivo de la reunión delcapítulo de la Orden en 1519153.

149 La cifra parece un poco excesiva, aunque tan sólo en los territorios del Señorío de Villena fundó el de San Agustín en Garcimuñoz(Cuenca) y el de dominicas en Cifuentes (Guadalajara); otro de estas mismas monjas, en Alarcón (Cuenca), no llegó a obtener la Bula papal.AYLLÓN GUTIÉRREZ, Carlos, “Las iniciativas religiosas de don Juan Manuel en el Señorío de Villena”, en Homenaje al profesor Eloy BenitoRuano, t. I, Madrid, 2010, pp. 107-117.150 Lo fue en 1671.151 El enlace matrimonial entre Carlos V e Isabel de Portugal tuvo lugar el l0 de marzo de 1526 en Sevilla. Con ese motivo se celebrarondiversos fastos en la ciudad.152 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, p. 44.153 Reproducido en Id., p. 16, fig. 1.

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Fig. 26. Crestería con putti, flameros y jarrones de frutas. Detalle.

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Este sentido funerario aparece expresadomucho más claramente en el interior, pese a la pér-dida o mutilación de algunos de sus componentesmás significativos. Uno de los mejor conservadoses el rico y decorativo conjunto compuesto por lasucesión de flameros y de parejas de putti tenantesde otros vasos más pequeños, de los que tambiénsurgen llamas o que contienen frutos (fig. 26) y quecorre, a modo de crestería, por encima del entabla-mento que encierra la inscripción. Imagen de indu-dable significado funerario, constituyen una cele-bración gozosa de la vida eterna, cuya llama nuncase apaga, al igual que se augura una vida eterna parael alma del difunto y la gloria de su linaje. Lasecuencia se interrumpe tan sólo en la parte centralde la cabecera, donde se abre la ventana, y en granparte del muro los pies, por la apertura del arco decomunicación con la nave, aunque nuevamente unvaso llameante aparece en el luneto superior de estepaño. Enfrente, por encima del ventanal de la cabe-cera, un medallón contiene un Padre Eterno, quepreside todo el ámbito desde las alturas.

Esta parte superior, al igual que las bóvedas, harecuperado su esplendor gracias a la reciente res-tauración del edificio en los años 2001 y 2002.

5.2.5.1 El sepulcro de don Juan Manuel, obrade Juan Picardo, y sus posibles modelosfranceses

La pieza clave que denotaba el carácter funera-rio de la capilla era el sepulcro que conmemoraba asu fundador y a su esposa, don Juan Manuel y doñaCatalina de Castilla († 1526)154, representadosmediante sus correspondientes figuras yacentes. De

tipo exento, el monumento se localizaba en el cen-tro de la capilla155, por encima de una cripta above-dada, cuyo acceso se revela hoy por la presencia deuna losa de mármol blanco. El sepulcro, labrado enjaspe y alabastro, estaba rodeado por una reja paraprotegerlo, pero nada impidió que fuera destrozadodurante la francesada156. Sus restos fueron final-mente puestos a buen recaudo en un rincón de lacapilla, donde estuvieron largo tiempo. Con motivode su restauración, realizada entre 1999 y 2001, serecuperaron varias piezas y se preparó una recons-trucción virtual del monumento157, que se instaló enel lugar del altar (fig. 27).

Las piezas que componían el sepulcro originalse habían terminado de esculpir en 1537158, aunqueel monumento permanecía sin montar. Dos añosmás tarde ya estaba asentado, como documenta laescritura de dotación de la capilla, formalizadamediante una escritura otorgada el 22 de marzo de

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154 Había contraído matrimonio con ella en Toledo en 1477 o en 1479, Las dos fechas son proporcionadas por SALAZAR Y CASTRO,Luis, ob. cit., t. I, libro V, cap. XVII, p. 470 y t. II, libro VIII, cap. IX, p. 190. Sobre la fecha de su muerte, DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael,“Le mécénat...”, p. 53.155 Según Pazos, la cama era un paralelepípedo rectangular que medía dos metros de anchura por dos de longitud y uno y medio de altura,PAZOS Y VELA-HIDALGO, José de, ob. cit., p. 76.156 A finales de septiembre de 1810 hubo en Peñafiel un enfrentamiento violento con las tropas francesas, como recoge GALLARDOMERINO, Francisco, “Noticia de casos particulares ocurridos en la ciudad de Valladolid. Año de 1808 y siguientes”, ed. por ORTEGARUBIO, Juan, Valladolid, 1886 (ed. facsímil, Diarios curiosos (1807-1841), Valladolid, 1989), p. 245. Al parecer en algún momento el conven-to fue usado como cuartel.157 Sobre esta restauración, BARRIO MARTÍN, Joaquín y GALLEGO, Alejandro, “La restauración del sepulcro de Don Juan Manuel enPeñafiel. A propósito de los criterios de una intervención sobre un conjunto escultórico en ruina”, Actas del Congreso Internacional "Restaurarla memoria. Los criterios de restauración de los bienes culturales. Tradición y nuevas tecnologías”, Valladolid, 2003, pp. 349-365. Agradezco al Prof. BarrioMartín la información sobre la datación de la restauración.158 PARRADO DEL OLMO, Jesús María, “Juan Picardo…”, pp. 524 y 526.

Fig. 27. Reconstrucción virtual del sepulcro de don JuanManuel.

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1539; entre las condiciones de ésta figuraba la pro-hibición de remover o alterar el sepulcro159. Latumba fue realizada por el escultor Juan Picardo160,cuyo apellido indica su procedencia de la Picardía,zona fronteriza entre Francia y Flandes, de la quellegaron numerosos artistas a España durante laprimera mitad del siglo XVI161. La capacidad dePicardo para esculpir la piedra y su gusto por lasfiguras de formas blandas y expresiones amablespermiten atribuirle también las parejas de tenantesde escudos y de putti con flameros situadas en laparte superior de los muros. Estas esculturas for-marían parte de las “obras” sin especificar que elartista había hecho para don Juan Manuel en 1537y por las que recibía una recompensa de cincuentaducados al año siguiente de darse por terminada lacapilla.

La combinación del alabastro y del jaspe emple-ada en el sepulcro de don Juan Manuel se inscribíadentro de la tónica marcada por los monumentosfunerarios realizados por el borgoñón FelipeBigarny (ca. 1470-1542) desde hacía algunos años.Entre ellos sobresalía el iniciador de la serie, el queconmemoraba a los Condestables (1525-1532) ensu capilla de la Catedral de Burgos, que presentabalas figuras yacentes, realizadas en blanco mármol deCarrara, sobre una cama tronco-piramidal dejaspe162. Por las fechas en las que se debió de abor-dar la realización de la tumba de don Juan Manuel,1535 o 1536, cuando los trabajos en la capilla toca-ban a su fin, el sepulcro de los Condestables seguíasiendo el ejemplar perteneciente a la nobleza caste-llana más destacado de esta tipología escultórica.Otro precedente similar, que combinaba el jaspecon el alabastro y que, sin duda, conoció don JuanManuel, fue el del sepulcro de fray Alonso de

Burgos, también realizado por Maestre Felipe entre1531 y 1534 para la capilla funeraria del prelado,que se abría en un lateral de la iglesia conventual deSan Pablo en Valladolid163, muy próxima al palaciodel aristócrata, quien además mantendría una rela-ción privilegiada con la comunidad dominica valli-soletana en razón de su estrecha vinculación con elconvento de Peñafiel.

A diferencia de estos dos monumentos, sinembargo, la cama sepulcral de don Juan Manuelmantuvo una forma de bloque rectangular y reser-vó el jaspe para el basamento, el lecho y unospequeños medallones en los costados. Esta compo-sición basada en la combinación de dos materialesde distinto color no coincidía tampoco con la usadapor Bigarny y carecía de precedentes en la escultu-ra funeraria española, pero había sido empleadapara monumentos de personajes del mayor rangoen territorios que recientemente se habían anexio-nado a la Corona francesa.

A principios del siglo XVI el sepulcro más pres-tigioso en territorio francófono era el del últimoDuque de Bretaña, Francisco II (1433-1488) y suesposa, Margarita de Foix (1458-1486), actualmen-te en la Catedral de Nantes, realizado por MichelColombe (ca. 1430-1513) entre 1502 y 1507 sobreuna idea del pintor, arquitecto y decorador JeanPérreal (fig. 28). Encargado por la hija de los repre-sentados, Ana de Bretaña (1477-1514), duquesa deBretaña y reina consorte de Francia, era una primi-cia del nuevo arte renacentista en el ámbito francés.Los yacentes y los frentes de la cama fueron reali-zados en mármol blanco de Carrara, mientras quela superficie del lecho y el basamento se labraroncon mármol negro comprado en Florencia. En la

159 “Libro de Becerro…”, fols. 115-116.160 Atribución del sepulcro propuesta por primera vez por MARTÍ Y MONSÓ, José, “Peñafiel. Iglesia del convento de San Pablo”, Boletínde la Sociedad Castellana de Excursiones, t. I, nº 6, 1903, p. 59 y confirmada por PARRADO DEL OLMO, Jesús María, “Juan Picardo…”, pp.524-527. Una puesta al día de la biografía de este escultor y su bibliografía en PARRADO DEL OLMO, Jesús María, “Un Cristo a la colum-na atribuible a Juan Picardo en Peñafiel (Valladolid)”, BSAA arte, LXXVV, 2009, pp. 93-96.161 REDONDO CANTERA, María José, “L’apport français à la sculpture de la Renaissance en Castille. Réflexions sur le style et les maté-riaux”, en AA. VV., La scupture françise du XVIè siècle. Études et recherches, París, 2011, p. 142.162 Sobre este sepulcro, RÍO DE LA HOZ, Isabel, El escultor Felipe Bigarny (h. 1470-1542), Junta de Castilla y León, 2001, pp. 231-237.163 Conocido gracias a su copia en el monumento de Pedro de La Gasca, en la iglesia de la Magdalena de Valladolid, REDONDO CAN-TERA, María José, El sepulcro en España en el siglo XVI, Madrid, 1987, pp. 30 y 68. Otros sepulcros encargados a Bigarny con posterioridadrepiten la combinación del jaspe y del alabastro: el de Pedro González Manso, en el monasterio del Salvador, en Oña (Burgos) y los arco-solios gemelos de los Avellaneda para el monasterio de Espeja (Soria), de los que el correspondiente a Diego de Avellaneda se encuentraen el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, RÍO DE LA HOZ, Isabel, ob. cit., pp. 315-324. Sobre los últimos, MARÍAS, Fernando,“Notas sobre Felipe Vigarny, Toledo y la Espeja”, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, t. XLVII, 1981, pp. 425-429.

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consideración de este sepulcro como precedentedel peñafielense es más significativa aún la compo-sición de los frentes de la cama con una superposi-ción de hornacinas arqueadas y medallones en losque se introduce un juego de color. Éste está pro-porcionado en el sepulcro de Nantes por las vesti-duras de mármol negro que envuelven a los lloro-nes que ocupan los medallones, situados, a diferen-cia del monumento de don Juan Manuel, por deba-jo de las hornacinas.

Si el diseño de la tumba se puede adjudicar, pues,a Picardo, que aplicaría aquí un modelo de valorcontrastado, parece presumible su gustosa acepta-ción por parte de don Juan Manuel, pues para él seañadiría otra connotación, dada la semejanza de esacombinación bicromática con la de las tumbas delos duques de Borgoña164, de las que sin duda éltenía noticia por su profunda vinculación a esa CasaDucal. Los monumentos de los antepasados de susseñores, Felipe el Hermoso y Carlos V, se encontra-ban por entonces en la Cartuja de Champmol(Dijon) y presentaban igualmente la figura yacentede alabastro sobre un lecho de mármol negro,soportado éste por una cama de mármol blancoabierta en sus frentes con múltiples arquerías góti-cas pobladas por figuritas de llorones, todo ellosobre un basamento de mármol negro (fig. 29).

Conseguir grandes láminas o piezas de mármolnegro en el centro de la meseta castellana era compli-cado en aquel momento, pero a un centenar de kilóme-tros de Peñafiel se encontraban las canteras de jaspe deEspeja, usadas en esos años por Bigarny, quien teníaun taller abierto por esos años en la cercana Peñarandade Duero (Burgos)165. Esta villa pertenecía al III Condede Miranda, Francisco de Zúñiga y Avellaneda (†1536), al que conocía bien don Juan Manuel por ser, aligual que él, fiel servidor de Carlos V, caballero delToisón de Oro y miembro del Consejo de Estado for-mado durante la Regencia de la Emperatriz de 1529 a1533 como se ha indicado más arriba. Es posible queesta relación entre los aristócratas facilitara el acceso aljaspe para el sepulcro peñafielense.

La elección de esta piedra marmórea, de inten-so rojo y variados matices contribuyó a resaltar efi-cazmente la blancura del alabastro. La calidad deljaspe soriano se consideró adecuada para la conme-moración funeraria suntuosa y perdurable, talcomo testimonian tanto los sepulcros bigarnistasya mencionados, como más tarde su uso en formade placas y de elementos arquitectónicos en ladecoración de la capilla mayor de la iglesia delmonasterio de San Lorenzo el Real en ElEscorial166.

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164 El sepulcro de Felipe el Atrevido (1342-1404), realizado en 1384-1410 por Jean de Marville († 1389), Claus Sluter (1360-1406) y Clausde Werve († 1439); el de Juan sin Miedo y Margarita de Baviera, obra de Juan de la Huerta († después de 1462) en 1443-1470. Hoy se encuen-tran en el Museo de Bellas Artes de Dijon, AA. VV., Les tombeaux des ducs de Bourgogne. Création, destruction, restauration, París, 2009.165 RÍO DE LA HOZ, Isabel, ob. cit., pp. 315-322.166 Sobre el uso del jaspe de estas canteras en El Escorial, CANO DE GARDOQUI Y GARCÍA, José Luis, La construcción del Monasterio deEl Escorial. Historia de una empresa arquitectónica, Valladolid, 1994, pp. 222-228.

Fig. 28. Sepulcro de Francisco II de Bretaña y Margarita deFoix. Michel Colombe y Jean Pérreal. 1502-1507. Catedral deNantes (Francia).

Fig. 29. Sepulcros de los Duques de Borgoña. Detalle de lapintura La sala de Guardias en el Museo de Dijon en 1847, deAuguste Mathieu. Museo de las Bellas Artes. Dijon (Francia).

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La figura yacente de don Juan Manuel ha llega-do bastante fragmentada, aunque conserva lamayor parte de su tronco (fig. 30). Éste se ajusta ala descripción de la complexión del personaje,“muy pequeño de cuerpo”, recogida por Zurita.

Consecuencia de la mutilación de la que fue objetola escultura, le faltan las manos, la espada que sos-tenía con ellas y la mayor parte de las piernas.

La caracterización de su cabeza (fig. 31) resultaun tanto anacrónica. La gorra de media vuelta quelleva en la cabeza, el peinado de melena corta y labarba rasurada remiten a una moda que ya no esta-ba vigente en los años 30167, pero que debió de con-servar nuestro personaje, a juzgar por el aspectoque presenta en la pintura de la National Gallery deCanada, en Otawa, según la identificación del retra-to propuesta por Domínguez Casas168. Se diría quela figura sepulcral de don Juan Manuel quiere con-gelar, a través de la moda, aquellos momentos enlos que alcanzó el cenit de su poder, bien fuera enépoca de Felipe el Hermoso, bien fuera como con-sejero de las primeras décadas del reinado de CarlosV. El joyel con el que se adorna el lado derecho dela gorra y que contiene un relieve de la Virgen con elNiño sería poco visible para un espectador de laépoca, pues quedaría hacia el interior, ya que lasfiguras yacentes debían estar situadas de modo quemiraran hacia el altar y, cuando se trataba de unmatrimonio, el caballero ocupaba el lado delEvangelio, es decir, el izquierdo.

167 A imitación de Carlos V, por entonces se habían impuesto la barba y el pelo corto en la imagen masculina, BERNIS, Carmen, Indumentariaespañola en tiempos de Carlos V, Madrid, 1962, pp. 33-34.168 DOMÍNGUEZ CASAS, Rafael, “Le mécénat...”, pp. 67-68.

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Fig. 30. Figura sepulcral de don Juan Manuel.

Fig. 31. Figura sepulcral de don Juan Manuel. Detalle.

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El escultor representa con cierto realismo elrostro delgado, con pómulos marcados, profundascuencas oculares y marcados surcos naso-labiales,que en ningún caso llegan a corresponderse con laverdadera edad que contaba el noble cuando seesculpió su figura sepulcral. Quizá el escultor traba-jó a partir de un retrato pintado.

Según Pazos, la figura de doña Catalina estabavestida “en hábito de dominica”, lo que quizá tansólo era la pudorosa indumentaria de una damaentrada en años. Salvando la distancia temporal yde moda que le separa de la deteriorada cabezafemenina que se conserva en la capilla de don JuanManuel, su caracterización sería similar a ésta, conel rostro enmarcado por la toca y el velo.

El erudito recogió también cómo en torno a losyacentes se disponía “una especie de cordoncitoalternado de chicotes y colgantes, cuyo vástagopasaba de uno en otro, sustentándose en los hom-bros; en los colgantes se mezclaban varias fruti-llas”169. Un fragmento de guirnalda puede verse hoyjunto a la cabeza de la figura sepulcral de don JuanManuel. Nada semejante se encuentra en los monu-mentos funerarios renacentistas de cama exenta enEspaña del Renacimiento español170. En el ámbitofranco-flamenco, lo que más se acerca a esa des-cripción es el conjunto de seis ángeles que rodeanal yacente del duque Filiberto de Saboya (1480-1504), segundo esposo de Margarita de Austria, ensu sepulcro del monasterio de Brou, en Bourg-en-Bresse (Francia), obra de Jan van Roome y ConradMeyt entre 1512 y 1526. Pero tales infantes noestán conectados entre sí por ninguna guirnalda. Sílo están, tal y como los describe Pazo, aunque talla-dos en relieve, en los frentes de la cama del sepul-cro de Hilaria del Carreto, en la catedral de Lucca,obra de Jacopo Della Quercia en 1406-1408 perocarecemos de elementos de juicio que permitanponer en relación ambos monumentos. Así pues,queda la duda sobre si, cuando los vio Pazos, que-daban suficientes fragmentos que permitieran con-

jeturar esa composición, o sobre si esa cadena degenios funerarios y festones pertenecía a la tumba.

Tampoco han llegado muchos restos de la camasepulcral, donde se abrían hornacinas aveneradasentre columnas, siguiendo el modelo introducidopor Fancelli en 1513 en el sepulcro del príncipe donJuan, en la iglesia del convento de Santo Tomás enÁvila. En la actualidad se conservan tan sólo cuatronichos que albergan varias figuras de santos, de losque tan sólo se puede reconocer con claridad a SanJuan Bautista (fig. 32), patrono del difunto. UnApóstol será Santiago peregrino, por lo que pareceser un sombrero de ala ancha que asoma por detrásde su hombro. Un eclesiástico con báculo y mitraquizá sea San Alberto Magno171. Finalmente, unsanto dominico, de cuyo cinturón cuelgan unas lla-ves, acompañado por un niño desnudo y arrodilla-do en oración, podría representar a San VicenteFerrer en el momento de resucitar a un niño cuyamadre le había cocinado para ofrecérselo al santocomo comida, episodio que la tradición sitúa endiversos lugares. Según los usos vigentes en laépoca, que manifestaban la devoción a los santospor medio de su representación en el monumentosepulcral, faltarían otras figuras: Santa Catalina, porser la patrona de la esposa de don Juan Manuel,además de la titular de la capilla; Santo Domingo deGuzmán, como fundador de la orden a la que per-tenecía el convento; San Pablo por estar situada lacomunidad bajo su advocación; y quizá tambiénSan Juan Evangelista, frecuentemente asociado alBautista y San Andrés, patrono de la Casa deBorgoña y de la Orden del Toisón de Oro.

Durante el proceso de restauración se puso enevidencia la leve persistencia de una molduraciónrectilínea a los lados de las hornacinas. A raíz deello se propuso una reconstrucción virtual de losmuros de la cama con una alternancia entre horna-cinas y compartimentos rectangulares, como se veen el actual montaje. Se carece de más indicios quepermitan conocer la anchura de tales encasamentos

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169 PAZOS Y VELA-HIDALGO, José de, ob. cit., p. 77.170 Tan sólo los sepulcros reales de la Capilla Real de Granada, o sus consecuencias en los monumentos de Cisneros y del Cardenal Taveratuvieron figuras de santos o alegorías en las esquinas. El posterior sepulcro de Pedro Alderete, en San Antolín de Tordesillas, rodeado depequeños genios de la muerte, es excepcional. 171 O bien San Agustín o San Ambrosio, si perteneciera a un grupo de Padres de la Iglesia. En ese sentido, BARRIO MARTÍN, Joaquín yGALLEGO, Alejandro, ob. cit., p. 353 proponen identificarlo con San Gregorio Magno.

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cuadrangulares, así como su contenido. En lascamas de otros monumentos de este tipo en laépoca también estuvieron presentes inscripciones yescudos. Estos últimos no pudieron faltar en elcaso de don Juan Manuel, visto el despliegue quetuvieron los motivos heráldicos en la capilla. Puedeaventurarse que quizá perteneciera a estas partesque faltan un fragmento custodiado en la misma

capilla y que muestra a una figura humana -quizá unsátiro, por tener lo que parece una cabeza masculi-na adulta y barbada y carecer de forma humana enla mitad inferior del cuerpo- en actitud de sostenerun paño. Pertenece a una composición apaisadaque sería superior al doble de lo conservado.

Por debajo de cada hornacina, en la alturacorrespondiente al pedestal de las columnas, conuna insistencia repetitiva que no descuida ningunasuperficie, vuelve a aparecer el escudo de losManuel. Y por encima, como si fuera una piedrapreciosa, se dispone un medallón de jaspe incluidodentro de una laurea de hojas y frutas, entre las quese distingue alguna adormidera, símbolo del sueñode la muerte.

5.2.5 Patrimonio perdido de la capilla y otrasdonaciones de don Juan Manuel

En su cabecera la capilla de Santa Catalina teníaun retablo, del que sólo queda el marco de piedra,parcialmente dorado, recorrido por molduras clási-cas y relieves de parejas de aves fantásticas afronta-das que comen de los frutos de un jarrón, símbolode la participación de las almas de los bienaventu-rados en la salvación eterna. Estaba presidido poruna escultura de la Virgen, con la advocación de la“Buena dicha”, es decir de la Expectación. Ademáslo componían una pintura de Santa Catalina, titularde la capilla, y los lados, una imagen de SantoTomás (a la izquierda) y de San Vicente Ferrer (a laderecha). Como este retablo, descrito ya en el sigloXVIII, había sido costeado por la comunidaddominica, no se puede asegurar que fuera el quetuvo la capilla en el siglo XVI. En el centro seencontraba una custodia con reliquias de santosenviadas desde Roma en el siglo XVII que pertene-cían a la comunidad172.

Otros elementos significativos que faltan en lacapilla son la reja “grandemente labrada” que cerra-ba el gran arco abierto hacia el presbiterio, y la quese situaba a los pies e impedía su acceso desde lanave.

172 “Libro de Becerro…”, fol. 113.

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Fig. 32. San Juan Bautista.

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Para el culto de la capilla don Juan Manuel dejóuna serie de piezas igualmente desaparecidas. Elajuar, que fue el imprescindible, estaba formadopor: una cruz de altar pequeña, de plata, con suCristo crucificado; dos candelabros de unos cua-renta centímetros de alto; un cáliz de plata blanca,labrado con relieves, con el interior de la copasobredorado y con el escudo de los Manuel en elpie; un portapaz de plata en forma de templete,decorado con esmaltes entre los que había unCrucifijo y dos vinajeras medianas en forma decalabaza. En el siglo XVIII ya no se conservabaninguna de estas piezas173. En cuanto a la dotaciónde ropas litúrgicas, donó un ornamento de tercio-pelo negro, con capa y frontal; un terno de raso confaldones blancos; una casulla de terciopelo alcacho-fado carmesí y otra de raso blanca. Para el altar sedestinaban dos frontales de “zarzalia” y otro con laNatividad. A ello se añadió una alfombra grandecon los escudos de las familias Manuel yMendoza174.

Don Juan Manuel también costeó la sillería de lacomunidad, con destino al coro alto de la iglesia.Realizada en madera de nogal, estaba compuestapor un número de sitiales que no superó los cua-renta, distribuidos en una sillería alta y otra baja.Fue contratada en 1537 por Juan Picardo175, quiendos años antes había sido convocado, junto a lasgrandes figuras de la escultura castellana delmomento (Bigarny, Siloe y Alonso Berruguete),para concursar en la realización de la sillería alta de

la Catedral de Toledo176. Los estalos eran muy sen-cillos, “syn labor ninguna”. Solo se destacaron losdel Prior y Subprior, donde se grabó el emblemaheráldico de la familia Manuel. La sillería quedómuy maltrecha cuando en 1680 se hundió la bóve-da de la nave central. En la actualidad no se conser-va nada de ella177.

6. EL FINAL DE LA CONMEMORACIÓNFUNERARIA DE UN LINAJE

Curiosamente, de Lorenzo Manuel, que habíacontratado la construcción de la capilla de SantaCatalina y la sillería, que había desempeñado cargosde máxima confianza tanto en el servicio personalde Carlos V como en su ejército, no tenemos nin-guna noticia de que recibiera sepultura en la iglesiaconventual. Si no fue enterrado allí, fue el primereslabón que faltó en una sucesión ininterrumpidade las distintas generaciones manuelinas presentesmás allá de sus vidas, en el convento de San Pablode Peñafiel.

La anacrónica conmemoración que llevó a caboRodrigo Manuel en la capilla de Santo Domingo inSoriano en 1568 fue la última que emprendieron losManuel en el convento de San Pablo. Poco despuésel linaje se extinguía en su descendencia masculina,sin que reverdeciera esta vez en vástagos ilegítimos,y sus derechos pasaban a la Casa de Nájera178.

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173 Id., fols. 125 y 127.174 Id., fol. 126.175 PARRADO DEL OLMO, Jesús María, “Juan Picardo…”, pp. 526-527.176 Se le volvió a convocar en 1539. PÉREZ SEDANO, Francisco, Datos documentales para la Historia del Arte español, t. I, Madrid, 1914, p. 61177 Gran parte de la sillería se reparó y aprovechó cuando se creó un nuevo coro bajo en la iglesia en 1682-1684. Se mantuvieron veinte sillasen el coro alto y otras se incorporaron al bajo, para el que se hicieron veintiocho sitiales nuevos. Todo ello, junto a la talla de un antepechoy un atril y otras labores de carpintería, estuvo a cargo del carpintero Pedro Cuadrado; también intervino el maestro de obras AntonioMagdaleno. “Libro de Becerro…”, fols. 169-169 y AHN, Clero, leg. 7631, cuentas de 1682, 1683 y 1684.178 Véase el “Arbol genealógico de los Manueles” en AHN, Sección Nobleza, Baena, CP. 323, D. 2.

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