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El comercio exterior argentino durante la Gran Expansión Agroexportadora, 1900 – 1914 Agustina Rayes Introducción El presente trabajo representa el último avance realizado en el proyecto de tesis doctoral, el cual se desarrolla bajo los auspicios de una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina titulado La Argentina y el mundo, 1900 – 1938. Los vínculos externos durante la gran expansión agroexportadora y su crisis. La presente versión, por un lado, reviste el estado de la cuestión para el período que aquí hemos recortado y, por el otro, constituye una muestra del primer acercamiento a las fuentes primarias. Aunque a primera vista pueda parecer un tema remanido, consideramos que explicar la estructura y dinámica del comercio exterior argentino en la época clásica resulta una tarea necesaria en la historia económica latinoamericana por varios motivos. En primer lugar, se ha consagrado la imagen de una relación especial entre Argentina y Gran Bretaña durante la llamada Gran Expansión. Esta mirada, que dominó la historiografía nacional y extranjera, ha interpretado de forma privilegiada y casi excluyente el vínculo externo de ambos países, en especial desde el punto de análisis económico. En segunda instancia, un recorrido por las cifras del comercio exterior indica que, lejos de una imagen de concentración, encontramos como rasgo la diversificación, no sólo entre los productos intercambiados, sino también en los mercados de exportación. Tercero, el trabajo apunta a esbozar al menos algunos de los rasgos que explicarían un entramado de relaciones externas del país, más allá de la simple mirada sobre aspectos bilaterales, jurídicos o unidimensionales, tan caros a la tradición en estudios diplomáticos. La propuesta general que guía nuestro proyecto es hacer un estudio sistemático que integre estos vínculos multilaterales y analice las estrategias 1 seguidas desde Argentina en su política Licenciada en Relaciones Internacionales y Licenciada en Historia (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina). Doctoranda en Historia (Universidad Torcuato Di Tella, Argentina). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. 1 Con la intención de no caer en miradas teleológicas, la palabra “estrategia” no implica en el caso particular la presunción de que existieran proyectos planeados por los 1

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El comercio exterior argentino durante la Gran Expansión Agroexportadora, 1900 – 1914

Agustina Rayes

Introducción

El presente trabajo representa el último avance realizado en el proyecto de tesis doctoral, el cual se desarrolla bajo los auspicios de una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina titulado La Argentina y el mundo, 1900 – 1938. Los vínculos externos durante la gran expansión agroexportadora y su crisis. La presente versión, por un lado, reviste el estado de la cuestión para el período que aquí hemos recortado y, por el otro, constituye una muestra del primer acercamiento a las fuentes primarias.

Aunque a primera vista pueda parecer un tema remanido, consideramos que explicar la estructura y dinámica del comercio exterior argentino en la época clásica resulta una tarea necesaria en la historia económica latinoamericana por varios motivos. En primer lugar, se ha consagrado la imagen de una relación especial entre Argentina y Gran Bretaña durante la llamada Gran Expansión. Esta mirada, que dominó la historiografía nacional y extranjera, ha interpretado de forma privilegiada y casi excluyente el vínculo externo de ambos países, en especial desde el punto de análisis económico. En segunda instancia, un recorrido por las cifras del comercio exterior indica que, lejos de una imagen de concentración, encontramos como rasgo la diversificación, no sólo entre los productos intercambiados, sino también en los mercados de exportación. Tercero, el trabajo apunta a esbozar al menos algunos de los rasgos que explicarían un entramado de relaciones externas del país, más allá de la simple mirada sobre aspectos bilaterales, jurídicos o unidimensionales, tan caros a la tradición en estudios diplomáticos.

La propuesta general que guía nuestro proyecto es hacer un estudio sistemático que integre estos vínculos multilaterales y analice las estrategias1 seguidas desde Argentina en su política exterior entendida como política pública. Con regularidad, encontramos trabajos que analizan la temática como los actores tuvieran un pleno manejo de la información la toma de decisión.

Para recortar el espectro sobre el que estudiar las relaciones económicas internacionales, consideramos al estado central como protagonista de esta historia. Como sabemos, no se trata de un bloque monolítico, sino que involucra un sinnúmero de sujetos e instituciones. Para acotar nuestra mirada y que no se torne amplia en extremo, nos preguntamos cómo fueron gestionados los intercambios desde el Estado, si fueron el Ministerio de Relaciones Exteriores y el sistema consular los que guiaron estos vínculos, si intervinieron otras agencias y en qué términos, y de mayor dificultad para corroborarlo, en otros trabajos procuraremos notar si existieron redes de contactos, tanto en el ámbito público como en el privado; entrando en una investigación más minuciosa, podríamos consultar si fueron evidentes las redes personales que favorecieron los lazos comerciales, si fueron conocidas en el sistema consular, si funcionaron en todos los países que estudiaremos y si estuvieron ligadas al fenómeno de la inmigración.

Sin discutir los argumentos ya clásicos de los dependentistas - reformistas o marxistas2-, apoyamos la idea de que una mayor integración a los mercados internacionales significó mayor crecimiento para la economía argentina agroexportadora. Es decir, el grado de desarrollo Licenciada en Relaciones Internacionales y Licenciada en Historia (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina). Doctoranda en Historia (Universidad Torcuato Di Tella, Argentina). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.1Con la intención de no caer en miradas teleológicas, la palabra “estrategia” no implica en el caso particular la presunción de que existieran proyectos planeados por los actores sociales, económicos y políticos que fuesen los que realmente se terminaron implementando, pues es probable que aquellos no tuviesen un control absoluto de la información en el proceso de la toma de decisiones.2 Kay, Cristopher (1989), Latin American Theories of Development and Underdevelopment, Londres, Routledge.

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sociocultural de las sociedades latinoamericanas y de riqueza material alcanzado fue directamente proporcional a la intensidad de su integración per cápita en los mercados mundiales3.

La gran expansión agroexportadora

Esta época quedó retratada como una etapa de desarrollo único y profundo en el mundo y hoy es señalada como el momento más “globalizado” de la historia, al menos en términos de migraciones4 y flujos de capital5. Según estas adscripciones, dos características se sucedieron desde finales del siglo XIX: 1) la rápida globalización en que el capital y el trabajo cruzaron las fronteras sin precedentes y el comercio internacional de commodities creció por la baja en los costos de transporte y 2) la convergencia en standards de vida en la economía atlántica6.

Según datos aportados por Angus Maddison, el crecimiento per cápita se aceleró en todas las regiones y casi todos los países del mundo, así como aumentó la tasa de crecimiento demográfico generando una duplicación del P.B.I en relación a los años anteriores – especialmente en América Latina, y en particular en México y Argentina (y el caso argentino resulta paradigmático dentro del subcontinente porque tuvo el crecimiento más alto de P.B.I)7.

Aproximadamente cuarenta años antes de la I Guerra Mundial el comercio exterior tuvo un crecimiento inédito y significativo que marcó para siempre el rumbo de la historia de las relaciones económicas entre países, especialmente desde las postrimerías decimonónicas:

CUADRO 1. Comercio exterior mundial, 1896 – 1913.

FUENTE: Lamartine Yates, P. (1959), Forty Years of Foreign Trade, Londres, George Allen &

Unwin Ltd., p. 28.

El recorte temporal ha resultado atractivo para nuestra empresa debido a que Argentina se convirtió claramente en la economía más importante en el sur de América Latina. Al Centenario, el país exhibía un P.B.I per cápita sólo superado por Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Inglaterra, Suiza y Bélgica, y superior al de países como Suecia, Italia, Francia y Japón8. En la típica comparación con Australia, Argentina creció más en los primeros años del siglo XX9. Las cifras no sólo revelan la bonanza comercial, también existen datos que señalan cierta prosperidad en el terreno financiero. Según Keynes, a finales de 1913 Argentina ocupaba el quinto lugar en existencias de oro circulante y de reserva, detrás de Estados Unidos, Francia, Rusia y Alemania10.

No sólo los datos cuantitativos nos han permitido recrear la Gran Expansión. La prueba de que el país mejoró su imagen internacional se halla en la información que los agentes diplomáticos recababan al respecto. En este sentido, desde el consulado argentino más 3 Míguez, E. (2008), Op. Cit., p. 243 y 244.4 Chiswick, Barry R. & Hatton, Timothy J. en Bordo, Michael D., Taylor, Alan M. & Williamson, Jeffrey G. (ed.) (2003), Globalization in Historical Perspective, Chicago, Chicago University Press.5 Obstfeld, Maurice & Taylor, Alan M. en Bordo, M., Taylor, A. & Williamson, J., Op. Cit.6 O´Rourke, Kevin & Williamson, Jeffrey (2000), Globalization and History. The Evolution of a Nineteenth Century Atlantic Economy, Massachusetts, MIT Press, p. 5.7 Maddison, Angus (1997), La economía mundial, 1820-1992: análisis y estadísticas, París, OCDE.8 Míguez, Eduardo (2008), Historia económica de la Argentina. De la conquista a la crisis de 1930 , Buenos Aires, Editorial Sudamericana, p. 240.9 Smithies, Arthur (1966), Crecimiento económico: comparaciones internacionales. Argentina y Australia, Buenos Aires, Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas. Duncan, Tim & Fogarty, John (1984), Australia and Argentina. On Paralell Paths, Carlton, Melbourne University Press.10 Keynes, John Maynard (1950, 1930), A Treatise on Money, Vol. II, Londres, Mc Millan, p. 297.

Comercio Exterior de Mercaderías Mundial (en mill. de dólares)AÑOS Exportaciones Importaciones

1896 - 1900 8.690 9.8101911 - 1913 18.320 19.920

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importante de la época, por su vínculo comercial y por las llegadas de inversiones, sito en Londres, se expresó que en la City los títulos argentinos fueron mirados con preferencia, no sólo por la confianza que inspiraban el porvenir y vitalidad productora, sino también por la tranquilidad de que el país gozaba, la seguridad de que las cuestiones internacionales eran dirigidas con habilidad y patriotismo y que la marcha del gobierno era una verdad11.

El rol del comercio exterior

Claramente el comercio exterior fue el motor fundamental para el crecimiento económico argentino. En la actualidad, esta idea no resiste el menor debate porque las cifras son elocuentes por sí mismas. Hacia 1929 Argentina ocupaba la décima posición en el comercio exterior mundial con el 2.3% del valor de las importaciones y el 2.75% del valor de las exportaciones12, liderando nítidamente en América Latina.

Si tomamos las estadísticas oficiales13, notaremos que la balanza comercial entre 1900 y 1914 fue superavitaria y continuó siéndolo luego, a excepción de los años 1904 y 1911 - representando las exportaciones el 63% y el 88.5% respectivamente de las importaciones14. Argentina estuvo en el sexto puesto – sólo detrás de Holanda, Suiza, Bélgica, Reino Unido y Cuba – en el índice comercial (importación + exportación / población) entre fines del siglo XIX y principios del siguiente15. El éxito argentino entre 1880 y 1914 se basó en la capacidad del país de proporcionar bienes agropecuarios que necesitaba el mundo industrial del Atlántico Norte16.

Sin embargo, no siempre la idea de que el comercio exterior posibilitó el crecimiento fue evaluada positivamente para cotejar la evolución económica. Por el contrario, el predominio de teorías dependentistas o enfoques anti – imperialistas entre los analistas de historia económica latinoamericanos ha visto en el intercambio comercial con otros países un vehículo más por el que trasmitir una situación ya estructural que redundaría en la división del mapa entre países centrales y periféricos17. Desde mediados del siglo pasado, pero más ciertamente desde los 60s y 70s cuando el cuestionamiento al poder de Estados Unidos se tornó general, dominó en la historiografía latinoamericana la visión estructuralista para explicar los desempeños económicos de los países de la región. Los varios analistas de esta vertiente, adherentes al modelo a grandes rasgos, ligaron sus temas de estudio a una pregunta más profunda que consistía en hallar el origen del retraso y subdesarrollo latinoamericano con respecto a otros estados de Occidente18. A trazo grueso, las características salientes serían la tendencia a la baja de los precios de los productos primarios exportables, la menor capacidad

11 Informe General del Consulado argentino en Londres el 30 de marzo de 1901, emitido por S. García Uriburu al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Amancio Alcorta en Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (1901), Op. Cit., p. 327.12 Francioni, Manuel J. & Llorens, Emilio (1941), Ritmo de la economía argentina en los últimos treinta años, Buenos Aires, Editorial Perlado, p. 233.13 Anuarios Generales de Estadística de la Nación Argentina (Biblioteca Raúl Prebisch, Banco Central de la República Argentina).14 Los valores de las importaciones registradas tuvieron por base los aforos de la tarifa de avalúos y las de exportaciones fueron computadas por los precios corrientes de plaza reducidos a oro. Tanto para las importaciones como para las exportaciones, los cálculos de valores “reales” fueron obtenidos por cotizaciones en pesos moneda nacional de curso legal (papel), efectuándose la conversión a pesos oro de acuerdo con la equivalencia fijada por Ley Nº 3.871 del 31 de octubre de 1899 llamada de Conversión, es decir, a razón de 44 ctvos. oro por cada peso papel. Las exportaciones fueron completamente liberadas de derecho en 1905, a excepción del hierro viejo, los metales y las bolsas de arpillera, entre otras. Ya se había intentado esta medida en 1890 pero quedó trunca tras la crisis. Como las necesidades fiscales, sin embargo, continuaron siendo apremiantes, los gravámenes sobre las importaciones eran elevados respecto a la media. No obstante, aproximadamente un 30% de los bienes que ingresaban al país lo hacían exentos de tarifas como las locomotoras, los materiales ferroviarios, vagones, materiales para tranvías, segadoras, etc.15 Latzina, Francisco (1905), Estadística retrospectiva del comercio exterior argentino. 1875 – 1904, Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, p. 257.16 Se sigue esta argumentación, por ejemplo, en el difundido estudio de Skidmore, Thomas & Smith, Peter H. (1996, 1982), Historia contemporánea de América Latina, Barcelona, Editorial Crítica.17 Un resumen de las principales corrientes historiográficas en historia económica argentina se encuentra en un ensayo de Roberto Cortés Conde en Cornblit, Oscar (comp.) (1992), Dilemas del conocimiento histórico: argumentaciones y controversias, Buenos Aires, Editorial Sudamericana – ITDT.18 Haber, Stephen (1999), Cómo se rezagó la América Latina: ensayos sobre las historias económicas de Brasil y México, México, FCE.

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tecnológica y la manipulación de políticas comerciales por parte de los países centrales. Pero no sólo ello, sino que el producto de las economías destinadas a la exportación de materias primas sería la dificultad en la formación del mercado interno19. El análisis de la economía primaria exportadora puso especial énfasis en el alto nivel de vulnerabilidad externa, reflejado en los estándares de ocupación e ingresos internos, la balanza de pagos y las finanzas públicas20, mostrando que el sistema se mantuvo por la importancia de las exportaciones y el fuerte endeudamiento externo del país.

En general, las perspectivas dependentistas sobre el caso argentino han apuntado a probar, aunque no siempre se lograra, que los lazos entre la oligarquía terrateniente nacional y el capital extranjero, especialmente el británico, dirigieron el proceso de expansión económica, con un horizonte de subdesarrollo para el país21, llegando a justificar que la economía argentina estuvo signada por la estricta concepción de la división internacional del trabajo del imperialismo británico, por lo cual la expansión de las ramas industriales quedó basada en la demanda externa, al menos hasta la década de 192022.

Las ideas pesimistas sobre el papel del comercio exterior en el desempeño argentino no fueron excluyentes de la segunda posguerra. En su exploración del pasado para hurgar en el presente, uno de los puntos en que se concentró el revisionismo historiográfico fue en la denuncia del modo de inserción en el mundo de la Argentina posindependiente, centrando su atención en la dimensión económica, favorecida por la incoherencia y venalidad de los hacedores de política23. Los más notables autores de esta vertiente - que vio la luz en la delicada década de 1930 entre la experiencia uriburista y la firma del Pacto Roca – Runciman – y cuyos exponentes abrevaron en el nacionalismo, pero no sólo en él24, han adscrito a la idea de sumisión de la economía argentina a la británica, amparándose con frecuencia en la imagen de una relación imperialista entre ambas naciones. Visiones de este talante estuvieron presentes en escritores como Raúl Scalabrini Ortiz para quien Argentina no pudo resistir la penetración económica y la disgregación diplomática del Imperio inglés, pese a que la historia oficial lo ocultara vehementemente25. Los hermanos Irazusta constituyeron también un ejemplo de la crítica a la política internacional de la República, de la que sospechaban no existía, que se acomodaba a la idiosincrasia de la vieja élite oligárquica dirigente26, en un análisis que parece más teñido por factores políticos que económicos. En consecuencia, existe toda una bibliografía que ha levantado juicios sobre la supuesta inconsistencia y erraticidad en el desempeño diplomático con una actitud en exceso idealista y displicente respecto a los intereses políticos de los estados27, que se ha hecho parte del imaginario colectivo allende los círculos académicos.

Entre las interpretaciones decadentistas, el enfoque de Guido Di Tella y Manuel Zymelman28 estuvo encarado, en el período anterior a la I Guerra Mundial, con miras a explicar un período de excepcionalidad - dentro del sesgo rostowniano, a su vez influido por la Escuela Histórica Alemana- que se cortó no ya por la coyuntura internacional, sino por la baja en el

19 Ver Levin, Jonathan V. (1964), Las economías de exportación. Esquema de su desarrollo en la perspectiva histórica , México, Unión Tipográfica Editorial Hispano – Americana.20 Ferrer, Aldo (1963), La economía argentina. Las etapas de su desarrollo y problemas actuales, México, FCE.21 Entre algunas de estas obras, podríamos señalar: Colman, O., Godio, J. & Pucciarelli, A. (1975), Dependencia y capitalismo en América Latina (El caso argentino 1880 – 1914), Maracaibo, Universidad del Zulía.22 Jorge, Eduardo F. (1971), Industria y concentración económica (desde principios de siglo hasta el peronismo) , Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p. 11 y 17.23 Halperin Donghi, Tulio (2005), El revisionismo histórico como visión decadentista de la historia nacional, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p. 19. 24 Cattaruzza, Alejandro en Devoto, Fernando (1993), La historiografía argentina en el siglo XX, Tomo I, Buenos Aires, CEAL, p. 118.25 Un análisis extenso del autor acerca de la actuación de la diplomacia inglesa en Argentina puede hallarse en Scalabrini Ortiz, Raúl (2001, 1936), Política británica en el Río de la Plata, Barcelona, Editorial Plus Ultra.26 Irazusta, Julio & Irazusta, Rodolfo (1933), La Argentina y el imperialismo británico: los eslabones de una cadena 1806-1933, Buenos Aires, Tor, p. 10.27 Un análisis sobre las obras más clásicas y su impacto en la mirada corriente sobre la diplomacia argentina puede hallarse en Paradiso, José (1993), Debates y trayectoria de la política exterior argentina, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, “Introducción”.28 Di Tella, Guido; Zymelman, Manuel & Petrecolla, Alberto (1973, 1961), Las etapas del desarrollo económico argentino, Buenos Aires, Paidós.

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aprovechamiento de las rentas de la tierra dado el agotamiento de la frontera y, en todo caso, su análisis estuvo fuertemente centrado en la década siguiente, en que se dio el fenómeno que ellos denominaron “la Gran Demora” - momento en que estaban dadas las condiciones para el take off y las mismas fueron obstaculizadas. Los autores compartían las ideas con Alejandro Bunge 29

acerca de que el crecimiento en el país se pudo lograr mientras se incorporaron tierras y que, una vez agotada la “frontera agrícola”, los gobiernos debieron haber encarado políticas industrialistas30.

No obstante, existieron miradas optimistas acerca del desempeño económico argentino por esta época que entendieron que más allá de que pudieran haberse seguido algunos cambios en la toma de decisiones, globalmente lo que se hizo estuvo cerca del óptimo esperable. Podríamos iniciar esta perspectiva con el clásico trabajo de Carlos Díaz Alejandro, para quien las exportaciones estuvieron diversificadas más allá de que salieran del sector rural y tuvieran escasa elaboración. El dinamismo de las exportaciones argentinas, según el mismo autor, estaría mejor explicado por los cambios en la demanda europea o por los adelantos tecnológicos31 y que, dado el bajo costo de oportunidad de la tierra, sonaba lógico que el país se especializase en bienes agropecuarios y que importara bienes de capital. O como sugirió D.C.M. Platt, después de la independencia los países de la región del río de La Plata se dedicaron al abastecimiento de lanas, cereales y carnes, entre otros bienes, no pudiendo hacerlo de otro modo32.

Eduardo Míguez ha señalado que el máximo de producto bruto per cápita existió en los años pre – bélicos33, dato que si no se discute en cifras, no basta para zanjar el debate. En el caso argentino, Víctor Bulmer – Thomas, a quien le debemos al menos parte de la revisión reciente sobre el lugar en la economía internacional de América Latina especialmente vista según la diversidad regional, ha destacado tres cuestiones como paradigmáticas del país, a diferencia de lo ocurrido con otros casos latinoamericanos: el crecimiento de las exportaciones per cápita, la diversificación de mercados y la multiplicidad de exportaciones34. Siguiendo la teoría del bien primario exportable35, estos factores hicieron más dúctil y compleja la estructura socioeconómica en relación con economías monoexportadoras o altamente concentradas en determinados productos para la exportación.

Vamos, entonces, a hacer un recorrido esquemático por las exportaciones e importaciones argentinas para dar lugar a nuestro análisis.

Las exportaciones

A la hora de estudiar las exportaciones argentinas, algunos interrogantes fueron fundamentales para comenzar en este escrito; qué factores incidieron en su desempeño general: los precios internacionales, la competencia con otros oferentes, la demanda en el mercado internacional o cuestiones internas como la revolución de los transportes, la consolidación del estado nacional, la presión de ciertos grupos, las condiciones naturales del país, etc., cómo fluctuaron proporcionalmente las exportaciones e importaciones en términos absolutos y relativos a lo largo del período; si dichos cambios estuvieron ligados a causas externas o

29 Uno de los estudios del autor donde puso en perspectiva los problemas contemporáneos que aquejaban a Argentina en su conjunto se puede hallar en Bunge, Alejandro E. (1928), La Economía Argentina, Vol. II, Buenos Aires, Agencia General de Librerías y Publicaciones.30 Un análisis detallado de las ideas de Bunge, así como algunos de sus textos, y su influencia sobre posteriores pensadores puede hallarse en Llach, Juan José (sel.) (1985), La Argentina que no fue. Tomo I: Las fragilidades de la Argentina agroexportadora (1918 – 1930), Buenos Aires, Editorial del IDES.31 Díaz Alejandro, C. (1983, 1970), Ensayos sobre la historia económica argentina, Buenos Aires, Editorial Amorrortu.32 Platt, D.C.M, “Objeciones de un historiador a la teoría de la dependencia en América Latina en el siglo XIX” en Desarrollo Económico, Vol. 19, Nº 76 (enero – marzo 1980), p. 443.33 Miguez, Eduardo José, “El Fracaso Argentino”. Interpretando la Evolución Económica en el “corto siglo XX” en Desarrollo Económico, Vol. 44, Nº 176 (enero – marzo 2005).34 Bulmer Thomas, Víctor (1998), La historia económica de América Latina desde la independencia, México, FCE35 La staple theory se desarrolló inicialmente en Canadá, pero pronto encontró adeptos en Australia. Ambos países con fuertes coincidencias respecto a Argentina. Es aplicable a las economías orientadas a la exportación en regiones nuevas en las que la relación tierra – trabajo es favorable y hay ausencia de tradiciones inhibidoras de relaciones capitalistas de producción. Estas regiones demandan insumos generando eslabonamientos hacia atrás y factores productivos haciéndolo hacia adelante.

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internas, si fueron advertidos en el ámbito diplomático y de ser así, qué medidas de presión al gobierno central o propagandísticas se tomaron al respecto y si partir de ello, se puede colegir, el contacto entre los agentes diplomáticos y los particulares o los gobiernos de los países en que prestaron servicio.

Evitando tomar por verdades absolutas las cifras que encontramos en las estadísticas oficiales, preferimos asumirlas como aproximaciones que permitirían, en diálogo con otras fuentes, devolvernos una imagen lo más fiel posible del fenómeno que buscamos analizar. Un punto de partida posible es la crítica de la documentación.

La disparidad en los registros entre países fue un problema. Algunas de las dificultades por las que atravesó el registro estadístico en los primeros años del siglo XX fueron: 1) la falta de información procedente de Francia y España, por lo que se pidió colaboración a los diplomáticos residentes allí, 2) Suiza englobaba en sus estadísticas los productos procedentes de Argentina, Paraguay y Uruguay, 3) el año civil de Estados Unidos comenzaba en el 1º de julio hasta el 30 de junio siguiente. Por otra parte, el análisis comparativo estadístico tuvo un uso más teórico que práctico, pues la publicación de los resultados de las estadísticas en el extranjero fue más tardía que en Argentina. A ciertos sectores comerciantes pudo convenirles declarar un origen distinto al real para evitar el pago de tarifas aduaneras más elevadas, por ejemplo, en Austria el trigo argentino fue declarado como alemán por el trato favorable de los acuerdos firmados.

Desde 1895, la estadística comercial de exportación argentina estaba resintiéndose de una importante fuente de información ocasionada por la práctica conocida con el nombre de “embarques a órdenes”. Ello significaba destinar un cargamento a determinados puertos de conveniente proximidad a mercados de consumo, para que desde allí, y de acuerdo con el estado de las plazas europeas al momento de su llegada, pudiera seguir un destino definitivo. En consecuencia, el destino final quedaba establecido un tiempo después de salido el embarque y de terminadas las operaciones aduaneras correspondientes – en las cuales se basaba la estadística oficial. El mayor problema en el registro de las exportaciones fue que 1/3 del valor estuvo destinado “a órdenes” a San Vicente (isla Cabo Verde), Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Canarias o Falmounth en el Canal de la Mancha. Por lo tanto, se desconocía el destino definitivo del trigo, maíz, lino y rollizos de quebrado exportados. En 1904, el Director de Estadística Francisco Latzina solicitó al Ministro de Hacienda que acordara con el Ministerio de Relaciones Exteriores para que los cónsules remitiesen la información precisa sobre la fecha de partida de las aguas argentinas, la cantidad de productos y el destino final. Esta idea ya la había sido impulsada por Alcorta con algunos de sus principales Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios (en adelante EEMP) como advertimos en la temprana correspondencia de la Serie de la Embajada en Washington en 190236. La ley de aduanas de 1908, cuyo capítulo V obligaba a los consignatarios a depositar el 50% del valor de la tarifa de producción que salía “a órdenes”, y luego se le devolvía el depósito, permitió que se tuviese conocimiento del destino marítimo, no así del destino de consumo, pues ocurría que productos llevados a Amberes o Rótterdam podían seguir por ferrocarriles en tránsito terrestre a Alemania, o de Marsella y Génova a Suiza.

Pese a estas trabas, podemos continuar nuestro análisis abordando la dinámica de las exportaciones. Los productos que comerciados desde Argentina fueron bienes agrícola – ganaderos con nulo o escaso valor agregado. Entre los más importantes podemos citar: lino, maíz, trigo, lana sucia, cueros lanares sucios, cueros vacunos secos y salados, carneros congelados, tasajo, carne conservada, carne bovina congelada y otras congeladas y carne bovina enfriada.

El crecimiento de las exportaciones se debió tanto al costado de la demanda internacional como al de la oferta local, ligada esta última a ajustes en la estructura productiva del país. A su vez, fue favorable en los años que nos atañen que, más allá del aumento de precios de la mayoría de los productos que Argentina exportaba – tendencia ya vista desde el quinquenio anterior -, desde 1900 aumentó la producción, y por ende, los volúmenes exportables. El incremento en las ventas al exterior se generó a partir de los rubros tradicionales, especialmente

36 Buenos Aires, 15 de febrero de 1902. Loc. AH/0048, MRREE, SEW, S. T. C.84 A.12.

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en las últimas décadas del siglo XIX, pero gracias a la incorporación de nuevos productos agropecuarios en la centuria siguiente. Claro que los precios de los productos en los mercados externos fueron determinantes para el incremento de las exportaciones, así como las condiciones climáticas y naturales tuvieron incidencia y, como quedó demostrado para el período de inconvertibilidad previo a nuestro estudio, estos factores pudieron afectar más que el premio del oro en el país37, echando por tierra la teoría clásica monetaria que indicaba que el aumento de oro estimulaba per se las exportaciones.

El optimismo sobre las actividades agropecuarias benefició la diversificación más exitosa de la región latinoamericana por cuanto los nuevos productos argentinos no eclipsaron a los viejos, sino que se amplió la gama exportadora. Quizás uno de los indicadores más exactos de ello sea la tasa de concentración de exportables. En el caso argentino, en 1913 el primer producto (maíz) exhibía un 22.5% y el segundo (trigo) un 20.7%, contrastando con otros estados latinoamericanos con economías de tamaño similar en que un único bien representaba más del 50% de las exportaciones38 como el café brasilero.

Las exportaciones fueron completamente liberadas de derecho en 1905, a excepción del hierro viejo, los metales y las bolsas de arpillera, entre otras. Aunque se había intentado esta medida en 1890, entonces quedó trunca tras la crisis.Para ilustrar la variedad agroexportadora argentina señalada hemos elaborado un cuadro en donde se expresan las proporciones anuales de los sectores participantes:

CUADRO 2. Exportaciones argentinas por sectores productivos, 1902 – 1914.EXPORTACIONES (en %)

Año Ganadería Agricultura Producción Forestal M

inería Caza y Pesca

1902 58,2 37,9 20,1 0,4

1903 49,4 47,6 1,50,1 0,3

1904 39,8 56,9 1,80,1 0,2

1905 43,6 52,7 2,2  -  -

1906 42,4 53,9 20,09 0,3

1907 41,8 55,3 1,80,2 0,2

1908 31,4 66 1,70,2 0,1

1909 38,6 58 2,20,1 0,2

1910 43,2 50 2,80,1 0,3

1911 51,8 43 3,70,1 0,5

1912 39,2 57,9 1,90,1 0,4

1913 34,3 62,3 2,20,04 0,4

1914 43,4 52,7 2,6 - -

Elaboración propia. FUENTE: Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación Argentina (1900 – 1914), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco.

También la diversidad fue lograda en los destinos de los bienes exportables. Sin embargo, tanto en la historiografía nacional como en la extranjera, ha predominado la visión de relación exclusiva y casi excluyente entre Argentina y Gran Bretaña, y uno de los pilares en los que parece haberse basado ha sido el comercio exterior. Un avistamiento a las fuentes estadísticas nos reveló una trama más compleja, pues dentro de los países latinoamericanos cuyo mercado principal fue Gran Bretaña – Bolivia, Perú y Chile – hacia 1913, Argentina no dependió

37 Williams, John H. (1969), Argentine International Trade Under Inconvertible Paper Money, 1880-1900, Nueva York, Greenwood, p. 233 y 234.38 Bulmer Thomas, Víctor (1998), La historia económica de América Latina desde la independencia, México, FCE, p. 77 – 79.

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absolutamente de aquél, ni de ningún otro, mostrando una diversidad peculiar para la región. Para probarlo hemos computado la importancia relativa de los países con los que Argentina tuvo los lazos comerciales más fuertes:CUADRO 3. Principales destinos de las exportaciones argentinas, 1900 – 1914.

EXPORTACIONES(*) (en %)

Año Alemania Bélgica Brasil Estados Unidos Francia ItaliaPaíses Bajos

Reino Unido

A ORDENES

1900 13 11,6 4 4,5 12,3 2,8 2,5 15,5 22,3

1901 12,8 8 5,8 5,6 17,1 2,6 1 17,9 17,8

1902 12,9 7,7 4,7 5,6 16,5 2,3 1,6 19,6 14,8

1903 12,1 9,1 3,9 3,7 16,1 2 2,1 16,1 21,9

1904 11,2 6,7 3,9 3,9 11,6 1,6 1,3 13,8 36,4

1905 11,4 6,6 4,1 4,9 11,6 2 1 13,8 33,8

1906 13,5 8,7 4 4,5 12,2 2,3 1 14,8 32,7

1907 12,3 10 4,7 3,7 12,8 1,8   - 18,1 31,4

1908 9,5 9,8 4,1 3,6 7,9 2,1 1,4 21,4 37

1909 10,4 10,4 4,2 6,6 9,8 3,2 1,5 20,3 29,7

1910 12,1 8,2 4,7 6,8 10,1 2,8 1,2 21,7 22,7

1911 13,3 11 5,5 7,5 12,2 4,2 2 28,3 20,5

1912 11,3 7,8 4,7 6,7 7,5 4,4 3,3 25,3 24,6

1913 12 6,8 5 4,7 7,8 4,1 4,7 24,9 13,2

1914 8,8 5 4,5 12,3 5,7 2,5 3,2 29,5 5,6

(*)Se contemplan aquellas sujetas y libres de derechos. No incluye exportaciones de metálico.Elaboración propia. FUENTE: Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación Argentina

(1900 – 1914), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco.

Hicimos un ejercicio hipotético considerando las exportaciones “a órdenes”, cuyo problema no fue resuelto sino hasta 1927, generando un promedio a partir del decenio siguiente al momento en que se contó con el dato, y a riesgo de caer en el error por tratarse de épocas distintas en el desempeño de la economía argentina, ello no alteraría sustancialmente los resultados finales, pero devolvería otras cifras naturalmente:

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CUADRO 4. Principales destinos de las exportaciones argentinas, 1900 – 1914 (incluida proporción “a órdenes”).

EXPORTACIONES(*) (en %)Año Alemania Bélgica Francia Italia Países Bajos Reino Unido

1900 15,7 15,8 14,1 4,3 9,1 25,31901 15,5 12,2 18,9 4,1 7,6 27,71902 15,6 11,9 18,3 3,8 8,2 29,41903 14,8 13,3 17,9 3,5 8,7 25,91904 13,9 10,9 13,4 3,1 7,9 23,61905 14,1 10,8 13,4 3,5 7,6 23,61906 16,2 12,9 14 3,8 7,6 24,61907 15 14,2 14,6 3,3 6,6 27,91908 12,2 14 9,7 3,6 8 31,21909 13,1 14,6 11,6 4,7 8,1 30,11910 14,8 12,4 11,9 4,3 7,8 31,51911 16 15,2 14 5,7 8,6 38,11912 14 12 9,3 5,9 9,9 35,11913 14,7 11 9,6 5,6 11,3 34,71914 11,5 9,2 7,5 4 9,8 39,3

Elaboración propia. FUENTE: Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación Argentina (1900 – 1914), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco.

El vínculo comercial con Gran Bretaña databa de los tiempos de la independencia del Río de La Plata, al convertirse en proveedora de capitales en 1824 y la primera en reaparecer en las relaciones económicas tras la caída de Rosas. Pero, ciertamente, el lazo se fue intensificando desde finales de 1870 con los embarques de carne ovina congelada, aunque compitiera en este mercado con Australia y Nueva Zelanda. Hacia 1900 la carne vacuna congelada fue ganando el mercado inglés- en crecimiento por el aumento de consumo per cápita y el incremento de la población total que no era abastecida completamente con la oferta local - por gusto y preferencia; y en 1914 Argentina se transformó en un fuerte competidor en la dairy industry39.

Entre los autores que analizaron el vínculo entre anglo-argentino, H. S Ferns puede ser un punto de partida40. Desde su perspectiva, a partir de la guerra de los bóers y hasta la I Guerra Mundial se manifestó una relación mutuamente beneficiosa. Entonces, Gran Bretaña resultó ser el principal cliente de Argentina y la principal abastecedora. El autor entiende que gracias a este aumento en las exportaciones, el país vivió un superávit en la balanza comercial con el que pudo enfrentar crisis económicas. Esta coyuntura fue explicada, además, por la convergencia de otros factores como el aumento de la productividad y las condiciones favorables en el mercado internacional (aumento de los precios internacionales de las materias primas que se vendían) y que, a diferencia de 1880, esta expansión se realizó sobre líneas ya establecidas y una base más amplia.

La importancia del vínculo comercial con Gran Bretaña radicó principalmente en que fue la principal compradora de los artículos con mayor valor agregado producidos en Argentina con cierta regularidad y que, sobre finales de los años que estamos abarcando, se dio un trato comercial deficitario para los ingleses41. Probablemente uno de los mayores impactos para el crecimiento económico hayan sido las transformaciones en la ganadería, pues el pasaje de la venta de cueros al comercio de carnes dio mayor valor agregado. Dentro de este esquema,

39 Platt, D. C. M. (1972), Latin America and British Trade. 1806 - 1914, Londres, Adam &Charles Black.40 El objeto del trabajo de H. S. Ferns fue: 1) discutir la pertinencia del término “imperialismo” para ilustrar las relaciones anglo-argentinas, 2) mostrar que no existieron las abstracciones Argentina o Gran Bretaña y 3) que si Argentina tuvo una estructura industrial débil y estrecha ello fue por la concentración en la producción agrícola – ganadera y el poder político que el sector ligado a este área tuvo en el diseño de la política nacional. Cfr. Ferns, H. S. (1974, 1960), Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, Buenos Aires, Solar – Hachette, p. 487.41 Saul, S. B., “Britain and World Trade, 1870-1914” en The Economic History Review, New Series, Vol. 7, No. 1 (1954), pp. 49-66, Blackwell Publishing on behalf of the Economic History Society.

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Broadberry y Crafts42 estudiaron los mercados británicos de carnes y de granos, llegando a la conclusión de que Argentina se convirtió en gran proveedor por las nuevas tecnologías del transporte y por la desaparición del rol hegemónico de Estados Unidos como exportador de alimentos, ya en la etapa pre-bélica. En efecto, en su relación con Inglaterra, Brasil participó con el 18% y el 13% en 1895 y 1913, respectivamente, de las exportaciones latinoamericanas, muy lejos del 45% y 13% de Argentina. Y en las importaciones británicas a la región su participación decreció del 30% al 23% para los mismos años cuando su vecino la incrementó de 22% a 41%43.

El lazo anglo- argentino no se redujo meramente al comercio exterior, pues también fue relevante – y quizás mayor – el rol de las inversiones. Alexander Craincross realizó una tipología de inversiones, inversores y rubros, señalando la importancia relativa de los distintos países en el período 1870 -191344. Por otra parte, en su análisis sobre la historia económica de Inglaterra, William Ashworth destacó que dos décadas antes de la I Guerra aumentó el interés de los capitales británicos por la región americana y que Argentina fue uno de los países que mayor recepción contabilizó45. Según Henry Ferns, la relación dorada se cerró en la I Guerra Mundial, momento en que la iniciativa de las inversiones extranjeras pasó a manos alemanas y norteamericanas46. Sin embargo, Pedro Skupch, al analizar la pérdida de preeminencia británica en América Latina, precisó la importancia continua como origen de inversiones en Argentina – hacia 1913 se contaban 385 millones de libras que representaban más del 37% de los capitales destinados a la región –, así como de importaciones – entre 1913 y 1927 Argentina absorbió entre el 44 y 46% de las exportaciones a la zona geográfica47. También se ha pensado el vínculo anglo –argentino por la difusión cultural, no en sentido institucional sino tecnológico48. En la segunda mitad del siglo XIX, Inglaterra introdujo a Argentina en el complejo de innovaciones tecnológicas que incidieron, principalmente, en los sectores agropecuario, del transporte y comercial.

Uno de los elementos que favorecieron la primacía británica económica en la región latinoamericana ha sido su liderazgo en el transporte naviero durante la centuria decimonónica. Sólo dos rivales pudieron ser capaces de contrarrestar este poder. Si Estados Unidos apareció como una clara amenaza en la primera mitad del siglo, Alemania se transformó en una alternativa finisecular. Ni los franceses ni los italianos fueron jamás una opción, a pesar de su participación en los embarques49.

Dos líneas inglesas iniciaron sus negocios en América Latina luego de la independencia, The Royal Mail Steam Packet Company (1839) y The Pacific Steam Navigation Company (1840). Entre las extensiones más importantes destacaron la unión Brasil – río de La Plata de 1850 y el servicio por el Estrecho de Magallanes en 1868. Sin dudas, el desarrollo del transporte marítimo contribuyó al acercamiento de compradores y vendedores a lo largo del orbe y ello favoreció la inserción de las economías latinoamericanas en los mercados internacionales. También hubo intenciones de que se acrecentara el tráfico con la zona norte del continente. En 1899 Emilio Frers, entonces Ministro de Agricultura, se comunicó con el Enviado plenipotenciario en Estados Unidos, Martín García Merou, para entregarle ejemplares del Decreto que disponía la licitación pública para el establecimiento de una línea de navegación a las costas del Sud, siendo el objeto obtener la concurrencia de los armadores de ese país50.

42 Broadberry, S.N & Crafts, N.F.R (1992), Britain in the International Economy, Cambridge, Cambridge University Press.43 Cardoso, Ciro F. & Pérez Brignoli, Héctor (1999, 1979), Historia Económica de América Latina, Vol. II, Barcelona, Editorial Crítica, p. 130 y 131.44 Craincross, A. K. (1936), Home and Foreign Investment in Great Britain, 1870 – 1913, Unpublished Thesis, The Cambridge University.45 Ashworth, William (1960), An Economic History of England. 1870 to 1939, Londres, Metheun & Co. Ltd., p. 157.46 Ferns, H. S. (1974, 1960), Gran Bretaña…Op. Cit., p. 484.47 Skupch, Peter, Panaia, M. & Lesses, R. (1975), Estudios sobre los orígenes del peronismo, Vol. II, Buenos Aires, Siglo XXI.48 Street, James H., “The Platt – Stein Controversy over Dependency: Another View” en Latin American Research Review, Vol. 16, Nº 3 (1981), The Latin American Studies Association, p. 175 y 176.49 Albion, Robert G., “Capital Movement and Transportation: British Shipping and Latin America, 1806 – 1914” en The Journal of Economic History, Vol. 11, Nº 4 (Autumn, 1951), Cambridge University Press, p. 362 y 363.50 Buenos Aires, 17 de junio de 1899. AH/0141, Ministerio Relaciones Exteriores (MRREE). Serie Embajada en Washington (SEW). S. T. C.84 A.36.

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El tráfico de carne y el ganado a ultramar no fue rentable en las décadas centrales del siglo XIX. Ello fue solucionado con los progresos en la construcción de vapores oceánicos y con las técnicas de refrigeración. El aumento de las carnes vacunas congeladas llevó a que en la zona de Buenos Aires cayera, entre 1895 y 1908, la producción de ovinos para sustituirlos por bovinos. No sólo se trató de cambios cuantitativos, sino también variaron los tipos de vacunos con la mejora de razas que, a su vez, llevaron a exigencias superiores como la subdivisión de campos en potreros adecuados para pasturas cultivadas y aguadas51.

La demanda británica de ganado en pie se satisfizo durante la centuria con las reses procedentes de Estados Unidos y Canadá, ya que los costos de transporte eran menores y mínimos los riesgos de que los productos perdieran calidad y grosor en el trayecto oceánico. Sin embargo, la demanda británica de carnes fue un factor para las mejoras en las razas y alimentación. De hecho, la prohibición en 1900 del ingreso de ganado en pie procedente de Argentina en los puertos británicos, por estar afectados de aftosa, significó una medida que disminuyó el comercio entre ambos países, pero fue un aliciente para acelerar las ventas experimentales de carnes congeladas. Si a los cambios en el sistema productivo, le sumáramos que el surplus de Estados Unidos fue desapareciendo del mercado internacional52 por el creciente consumo interno, ya tenemos resulta de la ecuación.

Dentro de los factores que podrían explicar la creciente participación de las carnes argentinas congeladas en el mercado británico podríamos mencionar, entre otros, el cierre de dichos mercados a la importación de ganado en pie argentino, la guerra de los bóers – que, entre otras cuestiones, implicaron la apertura de dos vice-consulados en África del Sur dependiente del Consulado en Londres - y las extraordinarias sequías de 1901 y 1902 en Australia. No obstante, Roberto Cortés Conde ha puesto en tela de juicio que todo ello concurriera de manera automática a desarrollar la industria frigorífica en el país por parte de los británicos; en principio, porque la injerencia del ganado en pie argentino era poco significativa, pero luego también por los cambios en el consumo en un mercado que Estados Unidos ya no dominaba53. En el rubro de exportación de carnes, las cifras que manejamos van in crescendo de los $ oro 48.4 millones en 1910 a $ oro 76.3 en 191454.

Como compradora de carnes congeladas, Gran Bretaña tuvo una amplia diversificación de proveedores que, en distintos grados de importancia, iba desde los países europeos, Estados Unidos, Chile, Uruguay y Argentina, hasta Australia y Nueva Zelanda55. La carne vacuna argentina fue ganando preeminencia en el mercado británico ya en los primeros años del siglo cuando desplazó definitivamente a partir de 1905 a Estados Unidos y dejó claramente atrás a Australia y Nueva Zelanda. Aunque esta última fue hegemónica en el ganado ovino, Argentina ocupó un digno segundo puesto en estos años56.

Hasta 1914 las barreras tarifarias, la regulación sanitaria y el lobby restringieron el mercado europeo continental a las carnes argentinas, excepto algunos destinos que a continuación veremos. Cuando los frigoríficos comenzaron sus actividades se pensó en una posibilidad ilimitada de introducir los productos en los mercados europeos, pero la iniciativa quedó trunca57. En Bélgica fracasaron los intentos de instalar un centro de distribución y la competencia de Nueva Zelanda fue fuerte, del mismo modo ocurrió en Francia y mejor suerte no corrió el mercado alemán, enorme potencialmente, pero dominado por los oficios de una política estatal regida por los intereses agrarios.

Desde mediados de 1880 las firmas que dominaron la producción de carne congelada fueron la británica Drabble´s River Plate Fresh Meat, la nacional Sansinena y Nelsons. Luego, la carne enfriada atrajo otros capitales británicos corporizados en The La Plata Cold Storage

51 Para un panorama detallado ver Giberti, H. (1964), El desarrollo agrario argentino, Buenos Aires, EUDEBA.52 Hanson, Simon G. (1938), Argentine Meat and the British Market, Stanford, Standford University Press, p. 121.53 Cortés Conde, R. & Gallo, E. (2005, 1972), Op. Cit., p. 120.54 Bunge, Alejandro E. (1918), Intercambio económico de la República. 1910 – 1917, Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos de L.J. Rosso & Cía, p. 130.55 Colin Crossley, J. & Greenhill, R. en Platt, D.C.M. (ed.) (1979), Business imperialism, 1840-1930 : an inquiry based on British experience in Latin America, Oxford, Clarendon, p. 309.56 Hanson, S. G. (1938), Op. Cit., p. 129.57 Sobre este particular existen referencias en Vázquez Presedo, Vicente (1971), Op. Cit., p. 188.

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Co. (1902-03) y The Smithfield & Argentine. La relación con Estados Unidos en el negocio frigorífico se generó con la participación de capitales de ese origen en la compra de establecimientos. En 1907 Swift se adueñó de The La Plata Cold Storage Co. y, luego, un consorcio norteamericano – conformado por Armour, Swift y James Monis, quien actuara como su personero – adquirió el Frigorífico Nacional La Blanca. El primer “pool” fue establecido en 1911 luego de que las firmas de Chicago iniciaran una “guerra de precios” con otras de origen británico y nacional. Según datos proporcionados por Harold Peterson, pasando el Centenario el 63.3% de los embarques de chilled estuvieron controlados por capitales estadounidenses58. En 1913 se elevó a la Cámara de Diputados una petición particular de la sociedad correntina de hacendados solicitando la sanción de una ley que estimulara la instalación de un establecimiento frigorífico59.

A continuación mostramos los destinos principales de la carne bovina congelada:

CUADRO 5. Exportación argentina de carne bovina congelada, 1900 – 1914.

Exportación de carne bovina congelada (en %)

AñoTn.

TotalesReino Unido Estados Unidos Italia Países Bajos Africa Rusia Austria - Hungría

1900 24.590 100  -  - -   -  -  -

1901 44.904 96,9  -  -  - 3,1  -  -

1902 70.018 77,7  -  -  - 22,3  -  -

1903 81.520 74,3  -  -  - 25,7  -  -

1904 97.744 83,4  -  -  - 16,5  -  -

1905 152.857 83,5  - 0,1  - 16  -  -

1906 153.809 88,7  - 0,7  - 9,4 1  -

1907 138.222 95  - 0,5  - 4,5  -  -

1908 174.563 98,3  - 0,3  - 1,5  -  -

1909 209.435 99,5  -  -  - 0,5  -  -

1910 245.267 99,4  -  -  -  -  -  -

1911 297.738 96  -  -  - 2,2  - 1,7

1912 317.620 95,4  - 3  - 1,4  -  -

1913 332.054 96,7 0,8 1 0,5  - -  0,5

1914 328.278 82,6 16  - 0,3  - -   -

Elaboración propia. FUENTE: Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación Argentina (1900 – 1914), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco.

Incluimos a continuación los datos para la carne enfriada, que se convertiría por las próximas décadas en el bien exportable con mayor valor agregado de Argentina, y cuyas exportaciones se iniciaron en 1908:

58 Peterson, Harold (1985, 1964), la Argentina y los Estados Unidos, Buenos Aires, Editorial Hyspamerica, p. 280.59 Cfr. el 10 de septiembre de 1913 en 47º reunión, 8º sesión ordinaria en Congreso Nacional (1914), Diario de Sesiones de H. Cámara de Diputados de la Nación, Tomo III, Buenos Aires, Talleres Rosso, p. 106.

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CUADRO 6. Exportación argentina de carne bovina enfriada, 1908 – 1914.

Exportación de carne bovina enfriada (en %)Año Tn. Totales Reino Unido Estados Unidos Italia

1908 6.252 99,1   0,8

1909 1.222 93,9   6,1

1910 8.441 100    

1911 15.096 99,9    

1912 25.231 100    

1913 34.175 98,8 1,2  

1914 40.690 83,3 16,7  Elaboración propia. FUENTE: Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación Argentina (1900 –

1914), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco

Según el estudio de Jorge Fodor y Arturo O´Connell, hasta la Depresión el país obtuvo por la venta de carne enfriada menos del 10% del total de sus entradas de divisas, por lo que supusieron que la dependencia del mercado británico no era una extrema debilidad para Argentina, pero sí lo fue que la prosperidad de la industria de la carne estuviera en manos extranjeras y que de ella dependiera un grupo social clave60.

Durante esos años, el Diputado Carlos Carlés insistió en que para evitar el beef – trust tan común en países como Estados Unidos, Inglaterra y Francia, se nombrasen inspectores que informaran directamente al Ministerio de Agricultura ante irregularidades y que el Poder Ejecutivo retirara la personería jurídica de toda aquella sociedad que se valiera de alguna estratagema para imponer precios unitarios61. Finalmente, los Diputados Carlos Carlés, Abel Bengolea, Estanislao Zeballos y Juan Atencio elaboraron un proyecto de ley por el que se prohibía todo contrato o combinación comercial o de transporte, de cualquier naturaleza, que tuviera por objeto producir alteraciones artificiales en los precios de los artículos de consumo y de primera necesidad, siendo ilegales y, por tanto, penadas por ley62. También la sección Azul del Partido Socialista Argentino solicitó en petición particular a la Cámara de Diputados que se sancionara una ley que prohibiese la exportación de carne de animales vacunos y bovinos63.

Desde la segunda mitad del siglo XIX había aumentado la demanda internacional de lana por las transformaciones industriales textiles en Francia, Alemania y Bélgica. El Río de la Plata exportó el producto desde 1840, primero a Estados Unidos y Gran Bretaña y, más tarde, al continente europeo. Como ocurriría con los cereales desde los últimos años del siglo XIX que se enviaban a Inglaterra y de allí se redireccionaba, la lana estuvo destinada en las décadas centrales de la misma centuria a Amberes y, desde esa ciudad, a otras alemanas y francesas, ya sea en subastas públicas o transacciones directas. Entonces, la principal competencia la constituyeron Sudáfrica – ligada principalmente a las industrias del norte británico – y Australia – cuyos intermediarios fueron los británicos haciéndola más cara en el mercado continental europeo y, por tanto, favoreciendo la entrada de los productos argentinos64. La red de comercialización de la lana incluyó casas de importación – exportación de extranjeros, representantes directos de las firmas europeas o intermediarios

Argentina se transformó al Centenario en una economía exportadora primaria par excellence, íntimamente ligada a las economías industriales de Europa Occidental. Entre éstas, destacó la necesidad de granos y un salto adelante lo constituyó el incremento del área

60 Fodor, Jorge G. & O´Connell, Arturo, “La Argentina y la economía atlántica en la primera mitad del siglo XX”, Desarrollo Económico, Vol.13, Nº 49 (abril – junio 1973), p. 11.61 Parlamento del Diputado Carlos Carlés (por la Capital, 1910 – 1914), el 13 de mayo de 1913 en 3º reunión 2da. sesión ordinaria en Congreso Nacional (1914), Diario de Sesiones de H. Cámara de Diputados de la Nación, Tomo I, Buenos Aires, Talleres Rosso, p. 61.62 Proyecto de ley. Tratado el 30 de julio de 1913 en 33º reunión, 6º sesión ordinaria en Congreso Nacional (1914), Diario de Sesiones de H. Cámara de Diputados de la Nación, Tomo II, Buenos Aires, Talleres Rosso.63 Tratado el 14 de mayo de 1913 en 4º reunión, 2º sesión ordinaria en Congreso Nacional (1914), Diario de Sesiones de H. Cámara de Diputados de la Nación, Tomo I, Buenos Aires, Talleres Rosso, p. 121.64 Sábato, Hilda (1989), Capitalismo y ganadería en Buenos Aires : la fiebre del lanar 1865-1890, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, p. 207 y 210.

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sembrada en el país, pues en 1895 se contaban aprox. 5 millones de hectáreas y en 1914 éstas superaban los 24 millones, triplicándose la producción de trigo, cuadriplicándose la del maíz y quintuplicándose la de lino65.

La producción triguera argentina creció en los 90s, pues previamente no existían tantos vagones de carga y por el daño de granos acumulados al aire libre o con rudimentarias lonas. El desplazamiento del mercado interno al internacional provocó un cambio sustancial en el comercio cerealero; después de 1892, más de la mitad de la cosecha se destinaba al exterior. A partir de 1895 Inglaterra compró cada vez en cantidades crecientes y la balanza se hizo positiva para Argentina66. Del mismo modo que ocurrió con la producción de carne, el éxito en las exportaciones de cereales (maíz y trigo) dependieron del bajo costo y de la mejora en la calidad.

CUADRO 7. Exportación argentina de los principales, 1900 – 1914.

Exportación de los principales productos agrícolas (en tn.)

AÑO Maiz Lino Trigo Avena Cebada Papas Harina Heno

Tartas de semilla de

aceite

Extracto de

quebracho

Troncos de

QuebrachoAfrecho

1900 713248 223257 1929676 7619 5512 1490 73314 51203 102836 9131 5957 239836

1901 1112290 338828 904289 2225 333 656 92630 71742 95120 9307 4310 198836

1902 1192829 340937 644908 19842 825 625 104677 39040 98166 8611 9099 245723

1903 2104384 593601 1681327 26245 1172 511 132192 71980 95859 9067 12040 200201

1904 2469548 880541 2304724 29156 2017 766 154456 107298 52509 13163 20111 252723

1905 2222289 654792 2868281 17167 1923 1701 166664 144760 60943 13280 29408 285897

1906 2693739 538496 2247988 51661 902 5045 178517 128998 72886 13392 29408 230100

1907 1276732 763736 2680802 143566 4865 1957 209125 127499 46877 12113 30839 246514

1908 1711804 1055650 3636294 440041 19905 42054 208309 113500 32078 14455 28195 254571

1909 2273412 887222 2514130 421352 18546 3117 207238 116487 27396 16670 48162 294722

1910 2660225 604877 1883592 370948 4750 5915 250777 115408 31210 21115 55493 341969

1911 125185 415805 2285951 511389 4860 1127 214634 118486 41962 20228 53231 438216

1912 4835237 515399 2629056 896032 14291 21583 325226 131580 29917 17622 68431 279342

1913 4806951 1016732 2812149 889744 40742 21620 274058 124649 32346 20952 74910 383964

1914 3542280 841590 980525 353700 25901 14794 230934 67325 21912 17403 79684 291942

FUENTE: Tornquist, Ernesto (1919), The Economic Position Development of the Argentine Republic in the last Fifty Years, Buenos Aires, Ernesto Tornquist & Co.

Si bien Inglaterra fue la principal compradora del trigo argentino, también lo hicieron Alemania, Bélgica y Holanda con regularidad67. Francia compraba sólo si sus cosechas fracasaban y otros importadores irregulares fueron España, Portugal y Escandinavia. Hacia 1896 la potencia británica compró aproximadamente un 51% de la producción mundial, ya que entre 1873 y ese año, su propia producción cayó en dos terceras partes 68. Estados Unidos y Rusia fueron los mayores consumidores, pero se autoabastecieron y, por tanto, escaparon a las estadísticas del comercio exterior. En los casos del maíz y del trigo, entre 1909 y 1913 los más grandes compradores mundiales fueron el Reino Unido, el Benelux y Alemania69.

El contexto interno argentino favoreció que, desde finales de 1880, el negocio de la exportación de granos quedara en manos de dos firmas exportadoras. De hecho, en el puerto la estructura fue más centralizada y monopolista, la producción fue comerciada por la denominada Big Four, compuesta por Bunge y Born, Dreyfus, Weil Brothers y Huin &Wormser. La primera

65 Rock, David en Di Tella, Guido & Platt, D.C.M. (ed.) (1986), The Political Economy of Argentina, 1880 – 1946, Oxford, Saint Antony´s College, p. 64 y 65.66 Scobie, James (1964), Revolución en las Pampas. Historia social del trigo argentino. 1860 – 1910, Buenos Aires, Solar / Hachette, p. 128.67 Id., p. 141.68 Olson, Mancur (s/d), The United Kingdom and the world market in wheat, 1870-1914, s/d, p.7 y 8.69Lamartine Yates, P. (1959), Op. Cit., p. 70 y 75.

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de las firmas nació como una ramificación del grupo radicado en Amberes, pero en una época de lentas comunicaciones debió contar con autonomía de Buenos Aires, por lo tanto, se abocó a crear nuevos contactos y se valió para ello de agentes europeos que conociesen los mercados externos de materias primas, los que, además, aportaron ideas para diversificar la producción y su alcance en el continente; la empresa trabajó en concomitancia con entidades de diferentes nacionalidades como el Banco Anglo – Sudamericano que llegó por el contacto entre las provincias limítrofes en estrecho contacto con Chile, país en el cual la entidad se había radicado.

El grupo Bunge y Born fue un ejemplo de la conjunción de capitales nacionales con extranjeros, en este caso mayormente belgas. También fue el caso en de una firma que diversificó sus actividades en los primeros años de funcionamiento. Fundada en 1884, hacia fines de siglo el grupo había comprado Centenera, una empresa dedicada a la producción de envases metálicos para alimentos y, unos años más tarde, había adquirido Molinos Río de La Plata – proyecto que, en sus comienzos, no tuvo el éxito esperado porque la harina que se exportaba a Brasil debió competir con la instalación allí de otras industrias molineras, por lo que se orientó básicamente a la exportación de trigo en granos. Además, en vista de las necesidades productivas de la región, crearon la Compañía Industrial de Bolsas, cuya tarea consistió en coser de bolsas de yute para transportar cereales, favoreciendo con ello los eslabonamientos hacia delante y hacia atrás en la actividad cerealera70.

Albert Bill expresó que en los años inmediatamente anteriores a la conflagración, más allá de la alta dependencia del mercado externo británico, la comercialización y el proceso de exportación estuvo dominado por compañías extranjeras71 – la exportación de granos estaba dirigido por 9 compañías, de las que las Big Four controlaban el 65% de los embarques, y el meat – packing estaba controlado en 32.5% por capitales británicos y el 42.6% por norteamericanos. Llegados a este punto, cabría aclararse que hacia 1913 sólo el 9% de la exportaciones de granos fueron intermediadas por compañías británicas, ya que la mayoría estuvo regido por europeos continentales72; y ello no resulta un detalle menor si tomamos en cuenta la idea generalizada de que el capital inglés se alzó con la mejor parte de la producción nacional.

Quizás uno de los elementos que contribuyó a la demonización del contacto con el comercio internacional entre los intelectuales hayan sido algunos aspectos comerciales que involucraron la concentración del negocio de comercio de exportación en unas pocas manos, mayormente extranjeras. La visión pesimista de la economía argentina permeó la historia económica toda, al punto que algunos análisis como los de política agropecuaria – que indirectamente se relacionan con nuestro tema por tratarse de los productos exportables – han concluido que el desarrollo originario de la economía argentina estuvo atado a los intereses extranjeros y que favoreció la producción orientada a necesidades externas – ganadería y agricultura – en vez de privilegiar las locales, como la industria 73. La producción de granos y su comercialización resulta un caso paradigmático en este sentido. Como señalara en un ya antiguo estudio James Scobie, el cultivo de trigo resultaba una operación que exigía fuertes inversiones en semillas, equipos, insumos, mano de obra, etc., por lo cual los chacareros y comerciantes locales dependieron frecuentemente de casas comerciantes y cerealeras urbanas, muchas veces con capacidad crediticia limitada. Si a ello le sumamos que faltaban instalaciones de almacenamiento – pues a diferencia de Estados Unidos y Canadá, en Argentina un conjunto de prejuicios, la falta de capitales interesados y la situación del mercado conspiraron para impedir la difusión de elevadores rurales hasta después de la I Guerra Mundial, y ello limitadamente – y métodos de venta eficaces, notamos que los pequeños productores se mantuvieron alejados del circuito comercial74. En 1911 se hizo una petición especial de Henry

70 Schvarzer, Jorge (1989), Bunge & Born. Crecimiento y diversificación de un grupo económico, Buenos Aires, GEL, p. 17.71 Bill, Albert (1988), South America and the First World War. The Impact of the War in Brazil, Argentina, Peru and Chile , Cambridge, Cambridge University Press., p.14.72 Miller, Rory (1993), Op. Cit., p. 149.73 Fienup, Darrell, Brannon, Russell & Fender, Frank (1972), El desarrollo agropecuario argentino y sus perspectivas, Buenos Aires, Editorial del Instituto, p. 1974 Scobie, J., Op. Cit.,p. 115, 116 y 119.

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Semper a la Cámara de Diputados, en representación de la Rosenbaum Grain Co. de Chicago, para que se renovara la concesión de la ley Nº 3908 caducada en 1910 para construir elevadores de granos. Entonces, el Diputado José Ignacio Llobét expresó que dos empresas, una norteamericana y otra belga, estaban compitiendo por ello75.

Un recorrido por los destinos en atención a lo que hemos hallado en el trabajo de fuentes facilitaría algunas de las ideas que queremos transmitir. Así, empezar con Estados Unidos puede ser una manera de abordar la multiplicidad de contactos económicos de Argentina.

El socio del norte aprovechó los beneficios de invertir en la región y ello se percibió en el aumento de las cifras de los capitales que arribaron: en 1908 se cuentan 754 millones de dólares y en 1914 aproximadamente 1281 millones de dólares76. Sin dudas, las áreas preferidas para los inversores estadounidenses fueron México, Centroamérica y el Caribe, ya sea por intereses individuales, comerciales o estratégicos.

Estados Unidos y México experimentaron una primera oleada de fuertes relaciones económicas entre ambos en la década de 1880, basada en las mejoras en los transportes, la intensificación del comercio exterior y las inversiones norteamericanas no sólo en ferrocarriles sino en industrias mineras, con el consiguiente aumento de importaciones de bienes de capital por parte de los mexicanos77. De todas formas, llama la atención que Brasil hubiera sido un socio comercial norteamericano más importante comparativamente. Si de las exportaciones latinoamericanas totales, México participó en 8% y 24% en 1895 y 1914, respectivamente; Brasil lo hizo en 38% y 22% para los mismos años, muy lejos del 4% y 5% de Argentina. Y al revés, en las importaciones procedentes de Estados Unidos Argentina tuvo un aumento del 5% al 20%, mientras que Brasil y México tuvieron el mismo desempeño descendente de 17% y 14%78. Pese a estos datos, el vecino del norte fue crucial para las exportaciones mexicanas pues hacia 1913 se contaba como el mercado principal al que se destinaban el 75.2% de los bienes79.

En este sentido, es relevante que hacia finales del siglo XIX la relación comercial entre Argentina y Estados Unidos estuviera en una proporción de 1 a 8 medida con la que el país del norte tenía con Brasil80, principal abastecedor de café y destinatario de los capitales estadounidenses que se dirigieron a este negocio. El desplazamiento del eje de la diplomacia brasilera de Londres hacia Washington se dio con el ingreso del Barón de Río Branco al Ministerio de Relaciones Exteriores, cuyo alineamiento no fue automático con Estados Unidos pero sí una fuerte aproximación para transformar al país en una potencia latinoamericana 81, y coincidió con las intenciones del país del norte de entrar en la región 82. También el vínculo entre Estados Unidos y Uruguay fue más intenso porque, a diferencia de lo ocurrido en Argentina, las exportaciones de lana siguieron siendo superiores a las de carnes y el país del norte fue socio mayoritario.

Hacia 1890, Estados Unidos ocupaba el quinto puesto entre los países que comerciaban con Argentina, siendo el resultado de ello sólo 24.5 millones de pesos. De esa fecha a 1903 aproximadamente, la relación comercial entre ambos estuvo en una etapa de depresión, sobre todo para el lado argentino, contrastando con la etapa 1810 – 1880 en que el comercio fue superavitario para Argentina generalmente83. Para ilustrar algunas de estas ideas hemos tomado algunos datos de las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores:

75 Proyecto de Ley presentado por el Diputado José Ignacio Llobét (por la Capital, 1910 – 1914). Tratado el 22 de septiembre de 1911 en Congreso Nacional (1912), Diario de Sesiones de H. Cámara de Diputados de la Nación, Tomo II, Buenos Aires, El Comercio, p. 629.76 Fuchs, Jaime (1958), La penetración de los trusts yanquis en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Cartago, p. 35.77 Marichal, Carlos (1988), Historia de la deuda externa de América Latina, México, Editorial Alianza, p. 209.78 Cardoso, Ciro F. & Pérez Brignoli, Héctor (1999, 1979), Historia Económica de América Latina, Vol. II, Barcelona, Editorial Crítica, p. 132 y 133.79 Bulmer Thomas, Víctor (1998), La historia económica de América Latina desde la independencia, México, FCE, p. 95.80 Peterson, Harold (1985, 1964), Op. Cit., p. 266.81 Fausto, Boris (2003), Historia concisa de Brasil, Buenos Aires, FCE, p. 127 y 128.82 Fausto, B. & Devoto, F. Op. Cit., p. 210.83 Easum, Donald Boyd (1976), The British-Argentine-United States triangle: a case study in international relations, Tesis, Ann Arbor, Princeton University.

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CUADRO 8. Relación comercial Argentina – Estados Unidos, 1896 – 1900.

Relación comercial Argentina - Estados Unidos (en $)AÑO Exportaciones Importaciones1896 7.072.825 8.361.195

1897 14.759.730 5.942.912

1898 5.723.969 8.066.573

1899 6.164.961 12.378.866

1900 7.841.495 14.852.813

FUENTE: Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Amancio Alcorta en Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (1901), Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Honorable Congreso Nacional

en 1901, Buenos Aires, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, p. 219 y 220.

Generalmente, los análisis han girado sobre la idea de que el comercio entre Argentina y Estados Unidos no fue mayor dadas la competencia de los bienes primarios exportables y la escasa complementariedad en sus economías. Incluso, en los estudios internacionales es común la idea de una rivalidad entre ambos países por ejercer influencia en el Cono Sur, de históricos desencuentros diplomáticos por visiones distintas del mundo, lejanía geográfica o diferentes experiencias históricas. Ello, sumado a la idea de la falta de interés de los sectores dirigentes en un plano general de las que no nos encargaremos aquí, ha devuelto una imagen de erraticidad e incoherencia de la política exterior argentina entre los estudiosos clásicos del tema que, sin embargo, es objetable a la luz de los datos que manejamos.

Como insistimos más arriba, la presunción de que la clase oligárquica que condujo la política argentina ligó sus intereses inmediatos a un vínculo estrecho con Gran Bretaña, desdeñando otras relaciones como con Estados Unidos, caló tan hondo en algunos antiguos análisis que pasó a formar parte del imaginario colectivo allende los círculos académicos. Así, entre las constantes de política exterior que analizó Gustavo Ferrari destacó el europeísmo y la oposición a Estados Unidos explicada por factores geográficos, intereses comerciales, consideración de la diplomacia europea y rivalidad hemisférica84. También la visión de “túnel” con la que Joseph Tulchin caracterizó la diplomacia argentina es heredera de una forma común de concebir el manejo de la política exterior como falta de luz y estrecha para pensar los vínculos con otros países, sólo orientada a ofrecer facilidades a Gran Bretaña en aquellos años. En el análisis de Hugo Satas la política exterior argentina en su búsqueda de personalidad internacional fue eminentemente “atlántica” y su disputa con Estados Unidos se debió básicamente al resurgimiento del monroísmo a finales del siglo XIX y a sus pretensiones panamericanistas85. El concepto de “americanización” como proceso histórico, si bien ha sido más desarrollado para períodos posteriores, guarda algo de relación con nuestro tema. Para Argentina, como para otros estados europeos y americanos, la propuesta perneó distintas dimensiones86 y estuvo dada por la superación del paradigma aislacionista que comenzó en el giro del siglo XIX al siguiente.

Muy probablemente, el sistema diplomático estuviese más inclinado a la promoción de exportaciones que a las importaciones y sus tareas hayan estado vinculado a ello. Hacia 1898 Santamarina, como Presidente de la Sociedad Rural Argentina, pidió a García Merou suministre datos de los derechos con que fueron gravados los productos argentinos en Estados Unidos desde 1880 y estadísticas sobre las importaciones argentinas allí87. También en una circular, el Ministro de Relaciones Exteriores Alcorta escribió al Enviado Especial y Ministro

84 Ferrari, Gustavo (1981), Esquema de la política exterior argentina, Buenos Aires, EUDEBA, p. 17 y 18.85 Satas, Hugo (1987), Una política exterior argentina, Buenos Aires, Hyspamerica.86 Barjot, Dominique en Regalsky, Andrés & Barbero, María Inés (2003), Americanización. Estados Unidos y América Latina en el siglo XX. Transferencias económicas, tecnológicas y culturales, Buenos Aires, UNTREF.87 Buenos Aires, 16 de marzo de 1898. Loc. AH/0141, Ministerio Relaciones Exteriores (MRREE). Serie Embajada en Washington (SEW). S. T. C.84 A.36

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Plenipotenciario para que recabe información comercial, productos, tarifas88. Pero también se pidió información sobre la producción de los otros países; el Ministro de Relaciones Exteriores Emilio Frers agradece a García Merou una compilación de datos estadísticos sobre la producción de lana en USA89.

Tomando los Informes del Consulado General argentino en Nueva York en 1900, notamos que el movimiento marítimo, tanto medido en peso (tn.) como en moneda ($) fue favorable a Estados Unidos no sólo en ese año, sino en los inmediatamente previos. También podemos colegir de dicha fuente que las exportaciones norteamericanas a Argentina eran más diversificadas y que, mayormente, se trató de bienes manufacturados ligados a tareas agrícolas – el sector que mayor valor aportó a las sumas totales fue el de las maquinarias. Por el contrario, los productos argentinos importados en Estados Unidos fueron lanas, pieles, huesos, maderas y aceites, entre otros, significando un total de $7.8 millones – tan sólo la mitad de lo que reportó el intercambio para el país del norte90. Recién en 1910 se dio un salto adelante y en el umbral de la I Guerra Mundial, el vínculo reportaba unos 221.8 millones de pesos, pasando la nación del norte a ocupar el tercer puesto – previo desplazamiento de Bélgica y Francia como socios comerciales argentinos91. Cabe destacarse que, en todo este proceso, la balanza comercial siempre fue favorable a Estados Unidos.

Muchas han sido las barreras para el que intercambio comercial no proliferase sino hasta entrado el siglo XX entre ambos países. La principal de ellas fue sin duda el problema tarifario. Pero allí no se agotaron los obstáculos, sino que existió un arco mayor que recorrió desde comunicaciones marítimas irregulares y en manos extranjeras, desprolijidades en los servicios consulares y falta de apoyo a los mismos, ausencia de numerosas sucursales mercantiles, carencia de un sistema bancario interconectado, escasez de créditos liberales para el sector comerciante hasta desconocimiento de los intereses de los pueblos.

Siempre las cuestiones arancelarias fueron un punto central en el proceso de negociaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos en varios rubros. Desde los últimos años del siglo XIX la exportación argentina de lanas crecía, sobre todo en las finas, sin embargo, continuaban teniendo algunos de los aranceles más restrictivos. Los reclamos diplomáticos argentinos sobre la legislación arancelaria de 1867 a las lanas fue uno de los más reiterados, y la dificultad para erradicarla estuvo tanto en los gobiernos demócratas como en los republicanos. También el movimiento de cueros argentinos a Boston fue incrementándose, al punto que los importadores pelearon por bajas tarifarias. En 1898 el Ministro de Relaciones Exteriores le escribió a Martín García Merou sobre el derecho norteamericano para gravar azúcar argentina con el pretexto de que dicho producto gozaba de una prima de exportación92. Dos años más tarde, Alcorta se dirigió al Encargado de Negocios en Estados Unidos sobre la resolución de gobierno norteamericano de elevar de seis a diez centavos el derecho adicional impuesto a las azúcares argentinas importadas93.

En1903 Florencio Domínguez comunicó a García Merou sobre circular del Ministerio de Relaciones Exteriores acerca de que Estados Unidos había decretado suspender indefinidamente la exportación vía marítima de toda clase de ganados vacunos, ovinos y porcinos94. Este fue un flagelo permanente. En 1910 el Ministerio de Relaciones Exteriores se comunicada con Jacinto Villegas, Encargado de Negocios ad Interim en Estados Unidos, por el brote de fiebre aftosa, pidiéndole que bajara los signos de alarma y que hiciera conocer por los cónsules que trabajaban para terminar con la epizootia, tomando entre otras medidas, el aislamiento de varios puertos por la infección95. Pero el asunto llegó a instancias mayores. En Nueva York detuvieron un

88 Buenos Aires, 7 de diciembre de 1901. Loc. AH/0054, MRREE, SEW, S. T. C.84 A.14.89 Nº 542. Buenos Aires, 23 de febrero de 1899. Loc. Cit. AH/0141.90 Informe General del Consulado argentino en Nueva York el 19 de marzo de 1901, emitido por P. Rodríguez Flegel al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Amancio Alcorta en Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (1901), Op. Cit., p. 206-220.91 Sommi, Luis (1949), Los capitales yanquis en Argentina, Buenos Aires, Editorial Monteagudo, p. 44 y 45.92 Confidencial. Nº 8. Buenos Aires, 13 de enero de1898. Loc. Cit. AH/0141.93 Buenos Aires, 19 de junio de 1901. Loc. Cit. AH/0054.94 Londres, 09 de mayo de 1903. Loc Cit. AH/0048.95 Circular. Buenos Aires, 30 de enero de 1910. Loc. AH/0055, MRREE, SEW, S. T. C.84 A.14.

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barco que transportaba 100 toneladas de alfalfa de la casa Bunge & Born aduciendo que procedía de tierras afectadas por la fiebre aftosa96.

Hacia 1913 el Ministro de Relaciones Exteriores argentino insistía a la legación en el país del norte para que presionara a los fines de que el extracto de quebracho y los rollizos quedaran libres de derechos en la revisión aduanera que se haría con la llegada al poder del presidente Wilson, arguyendo que Argentina era el principal exportador de estos bienes hacia aquel destino. La justificación nacional ante el pedido de anulación de avalúos, que efectivamente se realizó, era que se trataba de una industria en franco ascenso desde finales del siglo XIX97.Quizás uno de los aspectos más importantes haya sido que la tarifa norteamericana de 1913 tuviese resultados positivos para las importaciones argentinas al eliminar impuestos sobre la carne – en este sentido, una sexta parte de la exportación de carnes argentinas llegaba al puerto de Nueva York directo para ser consumida por las provincias del norte del país98. Otros productos que con la nueva Ley Tarifaria de Estados Unidos dieron vida a las negociaciones fueron el trigo, maíz y la sémola, dado que el gobierno estadounidense estaba dispuesto a que este tipo de productos argentinos entrasen al país libres de derechos sólo si en Argentina liberaban de aranceles a los mismos de procedencia norteamericana99. Un conflicto tarifario más que involucró, en este caso a un tercero, fue la disputa por la venta de harina a Brasil y el reclamo argentino para que los aranceles estuviesen en pie de igualdad100. Todavía en 1911 el Ministro de Relaciones Exteriores escribió a Rómulo Naón sobre el perjuicio a la industria harinera argentina en Brasil por bonificación del 20 al 30% de derechos aduaneros concedido a Estados Unidos, que se prevé subir al 40 o 50% por presión de gobierno norteamericano. Ya suficiente con que aumenten sus propios aranceles a la lana argentina. En el Parlamento se piensa en contestar con suba de tarifas en la entrada de petróleo, maderas y otras importaciones101.Otro tema fue el aumento tarifario al tasajo argentino en La Habana. Entonces se creyó que detrás estuvo el gobierno norteamericano y el Trust de Chicago, ya que gozaban de una reducción del 20% de tarifas102.

Otros factores que afectaron los lazos comerciales entre Argentina y Estados Unidos, potenciando por el contrario los sostenidos con otros países europeos, han sido las demoras en los correos y la dependencia de la navegación extranjera - que, como vimos, estuvo centralizada mayormente por las embarcaciones inglesas. A su vez, las firmas británicas habían monopolizado el sistema telegráfico en Brasil, Uruguay y Argentina – con las consabidas recargas discriminatorias y el espionaje de información -, truncando la esperanza de algunos empresarios norteamericanos de establecer una competencia similar y llevándolos a conformarse con la línea establecida por Valparaíso.

Sin embargo, y pese a que Argentina no tuvo embajadores – salvo alguno que otro en carácter ceremonial – hasta 1914, no todo fueron trabas y tanto en el ámbito público como en el privado se trabajó para mejorar los vínculos. La participación de algunas agencias gubernamentales y particulares como la National Asociation Manufacturers, el Departamento de Estado y el Department of Commerce and Labor, entre otras, fomentaron la llegada de información sobre las necesidades y recursos argentinos. Ya en 1913 expresaba el Ministro de Relaciones Exteriores Bosch la conveniencia de organizar una Sección en la Legación en Washington que se ocupara expresamente de suministrar las informaciones de todo orden que diario era solicitada por individuos, corporaciones firmas comerciales, considerando que una atención cuidadosa de esta tarea era de alta conveniencia para los intereses del país y 96 Expediente G, Nº 3039. Ministerio de Agricultura. Loc. Cit. AH/0055.97 Correspondencia entre la legación argentina en Estados Unidos y el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto E. Bosch, en febrero de 1913 en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (1915), Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Honorable Congreso Nacional correspondiente al año 1913-1914, Buenos Aires, Talleres Gráficos de S. Suarez, p. 441- 446.98 Tulchin, Joseph S. (1990), La Argentina y los Estados Unidos; historia de una desconfianza, Buenos Aires, Planeta.99 Correspondencia entre la legación argentina en Estados Unidos y el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto E. Bosch, desde octubre 1913 a enero de 1914 en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (1915), Op. Cit., p. 447- 462.100 Peterson, H., Op. Cit, p. 280 y 281.101 Nº 23. Buenos Aires, 20 de marzo de 1911.102 Confidencial.Nº 7. Habana, 08 de julio de 1910. Loc. Cit. AH/0055.

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contribuiría a remover los prejuicios que la ignorancia de las condiciones argentinas había levantado. Propone hacercompleta reseña de los progresos que forme una idea de las posibilidades que el país ofrece, bien para establecerse como agricultores con pequeños capitales, para ejercer profesiones liberales o para desarrollar el comercio 103.

El Ministro de Relaciones Exteriores Bosch había comunicado a Rómulo Naón el decreto del Poder Ejecutivo para activar la propaganda encomendada al Cuerpo Consular Argentino: Art. 1° Los funcionarios consulares en los países que el MRREE determine, darán en los distritos de su respectiva jurisdicción, conferencias públicas ilustradas con vistas gráficas sobre los progresos en la República en los distintos órdenes de su economía nacional, así como sobre las ventajas que el país ofrece a los capitalistas, industriales y comerciantes, á la colonización y á la inmigración en general. Art.2º El número de conferencias que con tal objeto han de realizar los Cónsules de as diversas jerarquías no será inferior á dos por año. Art. 3º Estas conferencias se darán sucesivamente bajo la dirección de las respectivas Legaciones Argentinas, las que acordarán las facilidades que fuesen necesarias para su mejor éxito, de acuerdo con las instrucciones que les impartirá este Departamento, y serán presenciadas por el Secretario de las mismas á los efectos de informar sobre su eficacia é importancia. Art. 4º El mismo Ministerio enviará datos estadísticos, fotografías, vistas y demás elementos de información, que respondan al expresado fin104.

El contacto comercial con Alemania no fue el principal, pero cabría reconocer su importancia dentro del marco de diversificación que hemos planteado, pues si tomamos las exportaciones “a órdenes” y las importaciones, en cada uno su participación rondó el 15% anualmente. Hacia el Centenario el comercio era deficitario para el costado argentino, sin embargo, Alemania aumentó sus importaciones en 2450% en comparación con 1876105.

A principios del siglo XX se notaban los efectos de una relación que venía creciendo desde los últimos años de la centuria anterior, especialmente por el aumento de embarcaciones a disposición para trasladar la mercadería argentina en compañías alemanas como la Hamburg Sud Americanische y el compromiso de éstas en la baja del costo de fletes. Sin embargo, la preeminencia en las embarcaciones en Argentina la siguieron teniendo los británicos, caso distinto a lo ocurrido en Brasil, donde las dos compañías principales alemanas fueron las que trasladaban los productos de las colonias agrícolas al sur del país.

En un análisis sobre el “imperialismo informal” de Alemania, Sudamérica apareció como una de las áreas más importantes desde mediados de 1870 con la necesidad creciente de mercados en el exterior, y Argentina como el ejemplo de una “colonia comercial”, a diferencia de Brasil que se erigió en “colonia agrícola”. En este sentido, los alemanes se valieron de diversas herramientas como la publicación de catálogos en español y portugués, el uso de pesos y medidas locales, visitas frecuentes de técnicos, estudios sobre las condiciones y necesidades locales, etc.106. Si bien la Cámara de la Industria y el Comercio Argentino – Alemana se fundó en 1916 – en paralelo con las de Río de Janeiro, Montevideo, Valparaíso, Batavia y Barcelona – para prestar servicios de información, asesoramiento y mediación, las relaciones económicas internacionales entre ambos países eran sólidas desde antes. Hacia 1850 de las 103 empresas dedicadas al comercio exterior en la ciudad de Buenos Aires, casi una cuarta parte estaba total o parcialmente controlada por alemanes107. Según reportes del Consulado General en Hamburgo, se incrementaron notablemente las exportaciones argentinas de trigo, maíz y lino, quedando por mejorarse la performance del centeno, cebada, afrecho, la fibra de paja de lino, las grasas y lanas108. De todas maneras, el aumento en particular en las ventas de trigo se veía amenazado por las gestiones que estaban haciendo los importadores porque podía ser peligroso para la

103 Nº 15. Washington, 13 de enero de 1913. AH/0102, MRREE, SEW, S. T. C.84 A.26.104 Circular. Buenos Aires, 17 de febrero de 1911. Loc. Cit. AH/0141.105 Proyecto de Resolución de Carlos Carlés de 1910, Op. Cit., p.13.106 Forbes, Ian, “German Informal Imperialism in South America before 1914” en The Economic History Review, New Series, Vol. 31, Nº 3 (Aug. 1978), The Economic History Society – Blackwell Publishing, p. 387 y 390.107 Zago, Manrique (ed.) (1997), Alemania en Argentina, Buenos Aires, Manrique Zago, p. 121.108 Informe General del Consulado argentino en Hamburgo el 28 de febrero de 1901, emitido por Francisco Scheil al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Amancio Alcorta en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (1901), Op. Cit., p. 246-259.

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evolución interna de la economía alemana. Es notorio en esta fuente cómo los diplomáticos que se comprometieron con su tarea fueron hombres que propendieron a consolidar los lazos comerciales, enviando información acerca de los segmentos del mercado a explotar si se llevaban adelante algunas transformaciones en el sector productivo. Entre 1907 y 1910, Lewandowski y Martinez precisaron que las exportaciones incluían lanas y cereales y el caso belga era similar al alemán109.

En 1899 el Ministro Plenipotenciario argentino en Estados Unidos informó acerca de la presunta escasez de cereales y carnes en Alemania y la posibilidad de que Argentina coloque sus excedentes allí110. En la correspondencia, este tipo de advertencias continuaron por los siguientes años de la nueva centuria.

En Italia hubo una extensa propaganda de la legación argentina allí para poder colocar, entre otros bienes: trigo - especialmente porque en los últimos años del siglo XIX se importó en grandes cantidades -, lanas, cueros y carnes, para la que intervinieron la casa Sansinena y Ernesto Tornquist en el envío de muestras de carne de vaca y de carnero. A pesar de la balanza comercial negativa que ha llegado a doblar el total argentino, tan promisorio parecía el incremento de las exportaciones argentinas, particularmente en los granos, a ese destino que se iniciaron las gestiones para establecer un acuerdo bilateral de comercio111.Una de las iniciativas para fomentar el intercambio comercial bilateral del Consulado General argentino en Génova consistió en la creación de la Cámara Italo – Argentina a fines de 1912112, aunque existía desde 1884 una Cámara de Comercio creada ya por la comunidad italiana en el país. Claro que este tipo de iniciativas no fue excluyente de este caso, sino que fue una estrategia recurrente entre el cuerpo diplomático argentino que vio en la posibilidad de incrementar los vínculos comerciales una forma de estrechar lazos cada vez más fuertes con sus pares de otros países. Otro ejemplo para ilustrar la situación bien podría ser la constitución de la Casa de América en Barcelona en 1911 para viabilizar las relaciones hispano – americanas - no sólo desde el aspecto comercial, sino también financiero y cultural -, y de la que los funcionarios argentinos participaron activamente. Para el caso argentino, fructíferas fueron las negociaciones que a través de tal institución tuvieron lugar para colocar las lanas argentinas en el mercado español113.

Según los reportes estadísticos de Martinez y Lewandowski el comercio entre Argentina y Francia estaba en decadencia. La Chambre de Commerce Française dirigió una circular al Ministro de Comercio de Argentina en 1904 reclamando por los altos aranceles, enfatizando los esfuerzos de los industriales franceses por gustar al consumidor argentino y la insuficiencia de créditos para alentar el intercambio114. Pese a ello, al Centenario se contaba una relación superavitaria para Argentina, compensada por el turismo de sus habitantes en Francia – más de 10 millones de pesos oro circularon por el banco francés que tenía una filial en Argentina demostrando los gastos115.

Las importaciones

Al igual que hicimos con las exportaciones, podríamos preguntarnos qué elementos promovieron la llegada de importaciones: las necesidades de las empresas inversoras, las preferencias y gustos de los habitantes, los tipos de cambio, las ofertas externas, los precios

109 Lewandowski, Maurice & Martínez, Albert B. (1912), L´Argentine au XXe. Siècle, Paris, Librairie Armand Colin.110 Buenos Aires, 24 de febrero de 1899. Loc. Cit. AH/0141.111 Informe de la legación argentina en Italia, Hamburgo el 1 de marzo de 1902, emitido por Enrique Moreno al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (1914), Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Honorable Congreso Nacional correspondiente al año 1901-1902, Buenos Aires, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, p. 170 y 171.112 Correspondencia enviada por el Cónsul General argentino en Génova, en diciembre de 1912, al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Ernesto Bosch en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (1913), Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Honorable Congreso Nacional correspondiente al año 1912-1913), Buenos Aires, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, p. 327 - 335.113 Correspondencia enviada por la legación argentina en Madrid al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto Ernesto Bosch en MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (1913), Op. Cit., p. 340 -352.114 Lewandowski, Maurice & Martínez, Albert B. (1912), Op. Cit., p. 241.115 Proyecto de Resolución de Carlos Carlés de 1910, Op. Cit., p.14.

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internacionales, etc. La razón importación/exportación cambió entre 1889 y 1912 en una proporción de 33/24 y 77/96 a nivel general, y de 38/12 y 96/166 para el comercio británico116.

Sea de origen local o importado, no hubo ausencia de capital antes de la Gran Guerra. Sin embargo, como afirmara Eduardo Míguez, una cierta segmentación nacional del mercado de inversión, sugiere que umbrales tecnológicos y conocimientos de mercados y tipos de empresa marcaron la orientación de las inversiones. Así, en tanto que la producción agropecuaria, el mercado inmobiliario urbano, etc., siguieron dominados por inversores locales, los ferrocarriles y algunos servicios públicos urbanos estuvieron ante todo en manos británicas, en otros servicios públicos, como la electricidad, dominaron empresas de Europa continental, y Estados Unidos mostró una temprana vocación por las inversiones industriales117.

Vistos los datos generales, también habría que decir que la importancia relativa de Argentina en las importaciones británicas no superó el 6% en los años estudiados, como tampoco lo hizo en Francia y Alemania. Menor aún fue su participación en países como Estados Unidos, Italia, Holanda o España, superando el índice sólo con las ventas en Bélgica 118. Como sosteníamos arriba, el proceso de crecimiento en el comercio exterior tuvo dos caras y las importaciones, aunque con sus rasgos particulares, también exhibieron una diversificación por procedencia, pese a una mayor concentración en el Reino Unido:

CUADRO 9. Principales orígenes de las importaciones argentinas, 1900 – 1914.

IMPORTACIONES (en %)AÑO Alemania Bélgica Brasil España Estados Unidos Francia Italia Reino Unido

1900 14,7 7,4 3,3 3,3 11,9 9,6 13,1 34,11901 14,7 7,6 3,9 3,4 13,7 8,7 12,9 321902 12,8 5,3 4,5 3,1 12,9 9 11,9 35,91903 13 4,1 4,1 2,7 12,7 9,7 11,2 34,21904 13,3 4,8 3,2 2,6 13,1 9,1 10,2 34,4

1905 (*) - - - - - - - -1906 14,2 4,5 2,5 2,7 14,6 10 8,9 35,11907 16 5,6 2,7 2,5 13,6 8,9 8,4 34,41908 13,9 4,7 2,7 3,2 13 9,7 9,1 34,21909 14,7 4,5 2,7 3,1 14,2 10,2 8,9 32,81910 17,4 5,6 2,6 3,1 13,8 9,6 9 31,11911 18 5,3 2,3 3,1 14,5 10,4 8 29,61912 16,6 5,3 2,5 3,1 15,4 9,8 8,5 30,81913 16,9 5,2 2,2 2,9 14,7 9 8,3 31,11914 14,8 4,4 3,5 3,1 13,4 8,2 9,2 34

(*) Sin datos.Elaboración propia. FUENTE: Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación Argentina

(1900 – 1914), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco.

Una idea podría ser que la Corona británica estuviese más interesada en promover el comercio que las inversiones porque ello suponía la salida de capitales y en el pueblo británico, en general, se veía como algo que no retornaba. Esta premisa hunde sus raíces ya en la época de la colonización sobre América del Norte119.

Uno de los estudios que ha propendido a un análisis multilateral del entramado de relaciones económicas internacionales ha sido el de S. B. Saul que vio entre los importadores de

116 Vázquez Presedo, Vicente (1968), Sobre la estructura de las importaciones en los comienzos del desarrollo industrial argentino, Buenos Aires, Inst. de Investigaciones Económicas, p. 2.117 Míguez, Eduardo J., “Consideraciones sobre el crecimiento argentino de la primer mitad del siglo XX en perspectiva comparada” en VIII Jornadas de Historia, 1 y 2 de septiembre de 2008, Buenos Aires, UTDT. 118 Vázquez Presedo, Vicente (1971), El caso argentino: migración de factores, comercio exterior y desarrollo 1875-1914, Buenos Aires, EUDEBA, p 144 y 145.119 Arneil, Barbara “Trade, Plantations and Property: John Locke and the Economic Defense of the Colonialism” en Journal of the History of Ideas, Vol. 55, Nº 4 (Oct. 1994), 591-609.

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bienes manufacturados a Estados Unidos como la mayor amenaza de Gran Bretaña por su aumento sostenido en la venta de maquinaria, automóviles, petróleo, acero, etc., pero no sólo a aquél. Alemania y Bélgica fueron los principales competidores en rolling – stock y Alemania y Estados Unidos en rieles120, siendo estos datos transferibles a la experiencia argentina.

El salto cuantitativo entre las toneladas de productos ingresados al puerto de Buenos Aires se contabilizó en los últimos años del siglo XIX: de las 1.750 mil toneladas en 1885, creció a 2.887 mil tn. diez años más tarde, con una baja de 2.085 mil tn. a principios del siglo XX y un número récord en 1912 cuando se registraron 5.428 mil tn. De todas estas cifras, siempre los embarques británicos representaron más de la mitad, pero ello no debiera ocultar la diversidad de orígenes de las embarcaciones que, en porcentajes fluctuantes, eran norteamericanos, franceses, alemanes, italianos, españoles y portugueses121. Esta diversidad se refleja claramente en los informes que confeccionaban los cónsules generales acerca del tráfico marítimo entre Argentina y sus partenaires, legibles en las Memorias que el Ministerio de Relaciones Exteriores presentaba anualmente ante el Congreso Nacional argentino.

También en la etapa dorada del vínculo bilateral, se creó un mercado de bienes de consumo fomentado por el surgimiento de comercios minoristas que eliminaron los servicios de agencia importadoras y mayoristas, importando directamente a las grandes ciudades por la concentración de población y por la posibilidad de contactarse directamente con urbes importantes como Berlín y París. Para ello fueron influyentes los capitales ingleses y franceses, siendo representativas firmas como Gath & Chavez o Harrods122.

Las importaciones procedentes de Estados Unidos se lograron, en parte, gracias al trabajo conjunto entre el sistema consular y las distintas firmas. En 1900 Antonio Del Viso se comunicó con el Director del The Philadelphia Commercial Museaum, en conocimiento de que Departamentos de Argentina llamaron a licitación para suplirse en el extranjero de maquinaria y materiales para la construcción, e insinuó que esos llamamientos se extiendan a USA también123. El Museo era una institución internacional dedicada al desarrollo de relaciones amistosas comerciales entre todas las naciones. Con vistas a obtener conexión entre distintos gobiernos, exhibía productos naturales de todas las Repúblicas, los examinaba, analizaba y facilitaba su introducción en los Estados Unidos.

La Illinois Watch Case Co. solicita información a García Merou sobre movimientos marítimos Suiza – Argentina y Estados Unidos – Argentina, interesados en exportar relojes a Argentina124. También desde el Departamento de Comercio y Trabajo a García Merou le pidieron información sobre las embarcaciones que hacen el trayecto desde Nueva York a Buenos Aires y si las mismas están equipadas con plantas refrigeradoras para introducir pescado en Argentina125. La Casa C.B. Richard & Co. (Foreign Forwarders and Custom House Brokers) se comunicaron con el servicio consular para que les diera información sobre empresas argentinas que importaran productos norteamericanos y que quisieran sus servicios126.

Desde el Dpto. de Comercio de Estados Unidos reconocieron el interés general en el intercambio e industria de Argentina, los cuales habían aumentado recientemente a causa de sus crecientes contribuciones a nuestras provisiones alimenticias. La Argentina es el país sudamericano más importante como mercado para los productos de los Estados Unidos. En el último año nuestras ventas aumentaron a 55 millones de dólares, comparados con los 40 millones de Brasil y los 52 de los restantes doce países de aquel continente. Exportaciones: 1893: 5 millones, 1903: 14 millones, 1913: 55 millones.Importaciones: 1893: 5 millones, 1903: 9 millones, 1913: 27 millones.

120 Saul, S. B (1960), Studies in British overseas trade, 1870-1914, Liverpool, Liverpool University Press, p. 79.121 Albion, R. G. (1951), Op. Cit., p. 373.122 Gravil, Roger en Giménez Zapiola, Marcos (comp.) (1975), El régimen oligárquico. Materiales para el estudio de la realidad argentina (hasta 1930), Buenos Aires, Amorrortu Editores.123 Washington, 10 de enero de 1900. Loc.Cit. AH/0141.124 Washington, 25 de octubre de 1901. Loc. Cit. AH/0054.125 Washington, 5 de noviembre de 1903. Loc. Cit. AH/0048.126 Washington, 11 de noviembre de 1913. Loc.

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Las exportaciones constan de automóviles, carruajes, máquinas de coser y escribir, maderas, muebles, manufacturas de cuero, objetos de vidrio, instrumentos musicales, aparatos eléctricos, etc. Las importaciones constan de cueros y pieles, lana, productos químicos, maíz y carne de vaca, estos dos últimos afectados positivamente por la nueva ley de tarifas libres. Reconoce que hay embarques consignados directamente a Estados Unidos, mientras que algunos llegan como “a órdenes”. Comercio externo de Argentina es la quinta parte del de Alemania127.

Al Ministerio de Relaciones Exteriores se avisó que la Cámara de Comercio de Boston había organizado un viaje de excursión para visitar Argentina y otros de los principales países de Sudamérica. La comitiva estaría compuesta de personas prominentes en la industria y el comercio de la Nueva Inglaterra con el objeto de obtener sobre el terreno mismo informaciones exactas sobre las riquezas, el carácter, la industria y las condiciones económicas fundamentales de los países visitados, así como también sobre sus métodos mercantiles y las oportunidades para acrecentar el intercambio de productos. Las firmas importantes participantes fueron American Woolen Co. que tenía bajo su dominio el mayor número de fábricas de tejidos de lana; Willest, Sears & Co., traficantes de lanas, cueros y fieltros; New England Shoe & Leather Association que fabricaba calzados y demás artículos de cuero; Shoe and Leather Reporter, órgano de publicidad de la industria manufacturera de artículos de cuero; Kidder, Peabody & Co., la mayor casa bancaria internacional de Boston, representada para estudiar la posibilidad de establecer conexiones con las principales plazas de Sudamérica; American Agricultural Chemical Co., casa manufacturera de abonos químicos; United States Envelope Co., fabricante de sobres, Revere Rubber Co, fabricante de artículos de goma, otras de pianos, envases de cartón, libros de texto para escuelas, tuberías, lentes, joyas, etc.128. Esta delegación fue la que anunció la intención del gobierno de Estados Unidos de crear una embajada permanente 129. Luego, se organizó un viaje con objetivos similares por parte de la Cámara de Comercio de Baltimore130.

De balances y apuestas

Decidimos comenzar la reflexión por la negativa. No estamos en desacuerdo con los datos expuestos por los diversos autores para mostrar el lazo estrecho que ligaba a Argentina con Gran Bretaña, de hecho las cifras son elocuentes al respecto. Tampoco rebatimos la noción de relación en pie de desigualdad en detrimento de Argentina; está visto que a lo largo de las décadas de vínculo bilateral, éste fue más favorable al lado británico, lo cual no tiene nada de sorprendente evaluando el peso relativo de ambas economías en el sistema internacional. Sin embargo, el reconocimiento de las ideas antes expuestas ha llevado a una vinculación inmediata con otras que indicarían que, fomentada por grupos internos con poder político, esta relación se habría sostenido en el tiempo más allá de las conveniencias del país y que la inserción en el sistema internacional bajo el manto británico de una manera asimétrica habría limitado las posibilidades de expansión futuras de Argentina131.

La principal dificultad de cerrar estas páginas y no presentarlo como un punto de llegada concreto nos ha llevado a plantearlo no como un tradicional apartado de conclusiones sobre un trabajo ya finalizado, sino como un sitio para ubicar problemas a desentrañar, ensayar preguntas posibles para ello y mostrar la apuesta futura de este estudio. Considerando que el espíritu del proyecto que dicta nuestras pesquisas ha estado sobrevolando todo este escrito, tenemos poco para agregar en unas palabras finales.

Si el árido mundo de las estadísticas debiera ser reconstruido a los fines de intentar un acercamiento concreto y factible sobre los datos para explicar las relaciones internacionales de Argentina en las primeras décadas del siglo XX, el juego más dinámico entre actores que

127 Anexo a la nota Nº 169 de 23 de marzo de1914. Loc. AH/0018, Ministerio de RREE, SEW, S. T. C. 84 A 5.128 Nº 88. Washington, 13 de marzo de 1913. Loc. AH/0028, MRREE, SEW, S.T. C.84 A.7.129 Nº 220. Washington, 30 de mayo de 1913. Loc. Cit. AH/0028.130 Nº 203. Washington, 20 de mayo de 1913. Loc. Cit. AH/0028.131 Rapoport, M. (comp.) (1990), Economía e historia: contribuciones a la historia económica argentina, Buenos Aires, p. 172.

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tomaron decisiones en el plano de la política exterior del estado nacional debiera ser confrontado con esa otra realidad para observar, en el horizonte, qué tanto pudieron estar vinculados ambos. Quizás la liaison sea más estrecha de lo que comúnmente se haya considerado o no. En todo caso, hacer un estudio sistemático en perspectiva largoplacista e histórica bien puede constituir, sino las bases de las que partir – porque como vimos, el enfoque clásico está tan arraigado que nuestro relato indefectiblemente comenzó por esta línea para, luego, ampliar el espectro -, un horizonte posible.

El recorrido historiográfico que hemos hecho y el primer trabajo de fuentes nos confirma la sospecha que guió las primeras horas de este estudio. Pese a tratarse de un período ampliamente abordado desde el momento mismo de su devenir hasta nuestros días, aún quedan interrogantes novedosos y viejos esperando nuevas interpretaciones. Pues, sin relativizarlo todo, sabemos que, en el fondo, muchas imágenes nos podemos crear según el punto de vista que adoptemos.

Tarea ardua la que nos queda por delante, a la reconstrucción de los vínculos internacionales entre Argentina y el mundo tenemos que sumar los prejuicios propios y ajenos con los que una propuesta de este talante combatirá permanentemente tomando en cuenta que existe un paisaje bien retratado que se ha transformado, en oportunidades, sino en una cuestión dogmática, al menos en parte del imaginario colectivo de nuestra sociedad.

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