el capital

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EL CAPITAL DE MARX [2] I Desde que hay en el mundo capitalistas y obreros, no se ha publicado un solo libro que tenga para los obreros la importancia de éste. En él se estudia científicamente, por vez primera, la relación entre el capital y el trabajo, eje en torno del cual gira todo el sistema de la moderna sociedad, y se hace con una profundidad y un rigor sólo posibles en un alemán. Por más valiosas que son y serán siempre las obras de un Owen, de un Saint-Simon, de un Fourier, tenía que ser un alemán quien escalase la cumbre desde la que se domina, claro y nítido —como se domina desde la cima de las montañas el paisaje de las colinas situadas más abajo—, todo el campo de las modernas relaciones sociales. La Economía política al uso nos enseña que el trabajo es la fuente de toda la riqueza y la medida de todos los valores, de tal modo, que dos objetos cuya producción haya costado el mismo tiempo de trabajo encierran idéntico valor; y como, por término medio, sólo pueden cambiarse entre sí valores

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EL CAPITAL DE MARX[2]

IDesde que hay en el mundo capitalistas y obreros, no se

ha publicado un solo libro que tenga para los obreros la importancia de éste. En él se estudia científicamente, por vez primera, la relación entre el capital y el trabajo, eje en torno del cual gira todo el sistema de la moderna sociedad, y se hace con una profundidad y un rigor sólo posibles en un alemán. Por más valiosas que son y serán siempre las obras de un Owen, de un Saint-Simon, de un Fourier, tenía que ser un alemán quien escalase la cumbre desde la que se domina, claro y nítido —como se domina desde la cima de las montañas el paisaje de las colinas situadas más abajo—, todo el campo de las modernas relaciones sociales.

La Economía política al uso nos enseña que el trabajo es la fuente de toda la riqueza y la medida de todos los valores, de tal modo, que dos objetos cuya producción haya costado el mismo tiempo de trabajo encierran idéntico valor; y como, por término medio, sólo pueden cambiarse entre sí valores iguales, esos objetos deben poder ser cambiados el uno por el otro. Pero, al mismo tiempo, nos enseña que existe una especie de trabajo acumulado, al que esa Economía da el nombre de capital, y que este capital, gracias a los recursos auxiliares que encierra, eleva cien y mil veces la capacidad productiva del trabajo vivo, en gracia a lo cual exige una cierta remuneración, que se conoce con el nombre de beneficio o ganancia. Todos sabemos que lo que sucede en realidad es que, mientras las ganancias del trabajo muerto, acumulado, crecen en proporciones cada vez más asombrosas y los capitales de los capitalistas se hacen cada

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día más gigantescos, el salario del trabajo vivo se reduce cada vez más, y la masa de los obreros, que viven exclusivamente de un salario, se hace cada vez más numerosa y más pobre. ¿Cómo se resuelve esta contradicción? ¿Cómo es posible que el capitalista obtenga una ganancia, si al obrero se le retribuye el valor íntegro del trabajo que incorpora a su producto? Como el cambio supone siempre valores iguales, parece que tiene necesariamente que suceder así. Mas, por otra parte, ¿cómo pueden cambiarse valores iguales, y cómo puede retribuírsele al obrero el valor íntegro de su producto, si, como muchos economistas reconocen, este producto se distribuye entre él y el capitalista? Ante esta contradicción, la Economía al uso se queda perpleja y no sabe más que escribir o balbucir unas cuantas frases confusas, que no dicen nada. Tampoco los críticos socialistas de la Economía política, anteriores a nuestra época, pasaron de poner de manifiesto la contradicción; ninguno logró resolverla, hasta que Marx, por fin, analizó el proceso de formación de la ganancia, remontándose a su verdadera fuente y poniendo en claro, con ello, todo el problema.

En su investigación del capital, Marx parte del hecho sencillo y notorio de que los capitalistas valorizan su capital por medio del cambio, comprando mercancías con su dinero para venderlas después por más de lo que les han costado. Por ejemplo, un capitalista compra algodón por valor de 1.000 táleros y lo revende por 1.10O, «ganando», por tanto, 100 táleros. Este superávit de 100 táleros, que viene a incrementar el capital primitivo, es lo que Marx llama plusvalía. ¿De dónde nace esta plusvalía? Los economistas parten del supuesto de que sólo se cambian valores iguales, y esto, en el campo de la teoría abstracta, es exacto. Por tanto, la operación consistente en comprar algodón y en volverlo a vender, no puede engendrar una plusvalía, como no puede engendrarla el hecho de cambiar

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un tálero por treinta silbergroschen o el de volver a cambiar las monedas fraccionarias por el tálero de plata. Después de realizar esta operación, el poseedor del tálero no es más rico ni más pobre que antes. Mas la plusvalía no puede brotar tampoco del hecho de que los vendedores coloquen sus mercancías por más de lo que valen o de que los compradores las obtengan por debajo de su valor, porque los que ahora son compradores son luego vendedores, y, por tanto, lo que ganan en un caso lo pierden en el otro. Ni puede provenir tampoco de que los compradores y vendedores se engañen los unos a los otros, pues eso no crearía ningún valor nuevo o plusvalía, sino que haría cambiar únicamente la distribución del capital existente entre los capitalistas. Y no obstante, a pesar de comprar y vender las mercancías por lo que valen, el capitalista saca de ellas más valor del que ha invertido. ¿Cómo se explica esto?

Bajo el régimen social vigente, el capitalista encuentra en el mercado una mercancía que posee la peregrina cualidad de que, al consumirse, engendra nuevo valor, crea un nuevo valor: esta mercancía es la fuerza de trabajo.

¿Cuál es el valor de la fuerza de trabajo? El valor de toda mercancía se mide por el trabajo necesario para producirla. La fuerza de trabajo existe bajo la forma del obrero vivo, quien para vivir y mantener además a su familia que garantice la persistencia de la fuerza de trabajo aun después de su muerte, necesita una determinada cantidad de medios de vida. El tiempo de trabajo necesario para producir estos medios de vida representa, por tanto, el valor de la fuerza de trabajo. El capitalista se lo paga semanalmente al obrero y le compra con ello el uso de su trabajo durante una semana. Hasta aquí, esperamos que los señores economistas estarán, sobre poco más o menos, de acuerdo con nosotros, en lo que al valor de la fuerza de trabajo se refiere.

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El capitalista pone a su obrero a trabajar. El obrero le suministra al cabo de determinado tiempo la cantidad de trabajo representada por su salario semanal. Supongamos que el salario semanal de un obrero equivale a tres días de trabajo; si el obrero comienza a trabajar el lunes, el miércoles por la noche habrá reintegrado al capitalista el valor íntegro de su salario. Pero, ¿es que deja de trabajar una vez conseguido esto? Nada de eso. El capitalista le ha comprado el trabajo de una semana; por tanto, el obrero tiene que seguir trabajando los tres días que faltan para ésta. Este plustrabajo del obrero, después de cubrir el tiempo necesario para reembolsar al patrono su salario, es la fuente de la plusvalía, de la ganancia, del incremento progresivo del capital.

Y no se diga que eso de que el obrero rescata en tres días, trabajando, el salario que percibe, y que durante los tres días restantes trabaja para el capitalista, es una suposición arbitraria. Por el momento, nos tiene absolutamente sin cuidado, y es cosa que depende de las circunstancias, el que para reponer el salario necesite realmente tres días, o dos, o cuatro; lo importante es que, además del trabajo pagado, el capitalista le saca al obrero trabajo que no le retribuye. Y esto no es ninguna suposición arbitraria, ya que el día en que el capitalista, a la larga, sólo sacase del obrero el trabajo que le remunera mediante el salario, cerraría la fábrica, pues toda su ganancia se iría a pique.

He aquí la solución de todas aquellas contradicciones. El nacimiento de la plusvalía (de la que una parte importante constituye la ganancia del capitalista) es, ahora, completamente claro y natural. Al obrero se le paga, ciertamente, el valor de la fuerza de trabajo. Lo que ocurre es que este valor es bastante inferior al que el capitalista logra sacar de ella, y la diferencia, o sea el trabajo no retribuido, es lo que constituye precisamente la parte del

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capitalista, o mejor dicho, de la clase capitalista. Pues, hasta la ganancia que en nuestro ejemplo de más arriba obtenía el comerciante algodonero al vender el algodón, tiene que provenir necesariamente, si la mercancía no sube de precio, del trabajo no retribuido. El comerciante tiene que vender su mercancía a un fabricante de tejidos de algodón, quien puede sacar del artículo que fabrica, además de aquellos 100 táleros, un beneficio para sí, compartiendo, por tanto, con el comerciante el trabajo no retribuido que se embolsa. De este trabajo no retribuido viven en general todos los miembros ociosos de la sociedad. De él salen los impuestos que cobran el Estado y el municipio, en la parte que grava a la clase capitalista, la renta del suelo abonada a los terratenientes, etc. Sobre él descansa todo el orden social existente.

Sería necio, sin embargo, creer que el trabajo no retribuido solo ha surgido bajo las condiciones actuales, en que la producción corre a cargo de capitalistas de una parte y de obreros asalariados de otra parte. Nada más lejos de la verdad. La clase oprimida se ha visto forzada a rendir trabajo no retribuido en todas las épocas de la historia. Durante los largos siglos en que la esclavitud era la forma dominante de organización del trabajo, los esclavos veíanse obligados a trabajar mucho más de lo que se les pagaba en forma de medios de vida. Bajo la dominación de la servidumbre de la gleba y hasta la abolición de la prestación personal campesina, ocurría lo mismo; aquí, incluso adquiría forma tangible la diferencia entre el tiempo durante el cual el campesino trabajaba para su propio sustento y el plustrabajo que rendía para el señor feudal, precisamente porque éste lo ejecutaba en otro sitio que aquel. Hoy, la forma ha cambiado, pero el fondo sigue siendo el mismo, y mientras «una parte de la sociedad posea el monopolio de los medios de producción, el obrero, sea libre o no libre, no tendrá más remedio que añadir al tiempo durante el cual trabaja para su propio sustento un tiempo de trabajo

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adicional para producir los medios de vida destinados a los poseedores de los instrumentos de producción» (Marx, pág. 202) [3].

IIVeíamos en nuestro articulo anterior que todo obrero

enrolado por el capitalista ejecuta un doble trabajo: durante una parte del tiempo que trabaja, repone el salario que el capitalista le adelanta, y esta parte del trabajo es lo que Marx llama trabajo necesario. Pero luego, tiene que seguir trabajando y producir la plusvalía para el capitalista, una parte importante de la cual representa la ganancia. Esta parte de trabajo recibe el nombre de plustrabajo.

Supongamos que el obrero trabaja durante tres días de la semana para reponer su salario y tres días para crearle plusvalía al capitalista. Expresado en otros términos, esto vale tanto como decir que, si la jornada es de doce horas, trabaja seis horas por su salario y otras seis para la producción de plusvalía. De una semana sólo pueden sacarse seis días o siete, a lo sumo, incluyendo el domingo; en cambio, a cada día se le pueden arrancar seis, ocho, diez, doce, quince horas de trabajo, y aún más. El obrero vende al capitalista, por el jornal, una jornada de trabajo. Pero ¿qué es una jornada de trabajo? ¿Ocho horas, o dieciocho?

Al capitalista le interesa que la jornada de trabajo sea lo más larga posible. Cuanto más larga sea, mayor plusvalía rendirá. Al obrero le dice su certero instinto que cada hora más que trabaja, después de reponer el salario, es una hora que se le sustrae ilegítimamente, y sufre en su propia pelleja las consecuencias del exceso de trabajo. El capitalista lucha por su ganancia, el obrero por su salud, por un par de horas

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de descanso al día, para poder hacer algo más que trabajar, comer y dormir, para poder actuar también en otros aspectos como hombre. Diremos de pasada que no depende de la buena voluntad de cada capitalista en particular luchar o no por sus intereses, pues la competencia obliga hasta a los más filantrópicos a seguir las huellas de los demás, haciendo a sus obreros trabajar el mismo tiempo que trabajan los otros.

La lucha por conseguir que se fije la jornada de trabajo dura desde que aparecen en la escena de la historia los obreros libres hasta nuestros días. En distintas industrias rigen distintas jornadas tradicionales de trabajo, pero, en la práctica, son muy contados los casos en que se respeta la tradición. Sólo puede decirse que existe verdadera jornada normal de trabajo allí donde la ley fija esta jornada y se encarga de velar por su aplicación. Hasta hoy, puede afirmarse que esto sólo acontece en los distritos fabriles de Inglaterra. En las fábricas inglesas rige la jornada de diez horas (o sea, diez horas y media durante cinco días y siete horas y media los sábados) para todas las mujeres y los chicos de trece a dieciocho años; y como los hombres no pueden trabajar sin la cooperación de aquellos elementos, de hecho también ellos disfrutan la jornada de diez horas. Los obreros fabriles de Inglaterra arrancaron esta ley a fuerza de años y años de perseverancia en la más tenaz y obstinada lucha contra los fabricantes, mediante la libertad de prensa y el derecho de reunión y asociación y explotando también hábilmente las disensiones en el seno de la propia clase gobernante. Esta ley se ha convertido en el paladión de los obreros ingleses, ha ido aplicándose poco a poco a todas las grandes ramas industriales, y el año pasado se hizo extensiva a casi todas las industrias, por lo menos a todas aquellas en que trabajan mujeres y niños. Acerca de la historia de esta reglamentación legal de la jornada de trabajo en Inglaterra, contiénense datos abundantísimos en la obra que estamos comentando. En el próximo Reichstag del Norte de

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Alemania se deliberará también acerca de una ordenanza industrial, y, por tanto, se pondrá a debate la reglamentación del trabajo fabril. Esperamos que ninguno de los diputados elegidos por los obreros alemanes intervendrá en la discusión de esta ley sin antes familiarizarse bien con el libro de Marx. Aquí se podrá lograr mucho. Las disensiones que existen en el seno de las clases dominantes son más propicias para los obreros que lo han sido nunca en Inglaterra, porque el sufragio universal obliga a las clases dominantes a captarse las simpatías de los obreros. En estas condiciones, cuatro o cinco representantes del proletariado, si saben aprovecharse de su situación, y sobre todo si saben de qué se trata, cosa que no saben los burgueses, pueden constituir una fuerza. El libro de Marx pone en sus manos, perfectamente dispuestos, todos los datos necesarios.

Pasaremos por alto una serie de excelentes investigaciones, de carácter más bien teórico, y nos detendremos tan sólo en el capítulo final de la obra, que trata de la acumulación del capital. En este capítulo se pone primero de manifiesto que el método capitalista de producción, es decir, el método de producción que presupone la existencia de capitalistas, por una parte, y de obreros asalariados, por otra, no sólo le reproduce al capitalista constantemente su capital, sino que reproduce, incesantemente, la pobreza del obrero, velando, por tanto, por que existan siempre, de un lado, capitalistas que concentran en sus manos la propiedad de todos los medios de vida, materias primas e instrumentos de producción, y, de otro lado, la gran masa de obreros obligados a vender a estos capitalistas su fuerza de trabajo por una cantidad de medios de vida que, en el mejor de los casos, sólo alcanza para sostenerlos en condiciones de trabajar y de criar una nueva generación de proletarios aptos para el trabajo. Pero el capital no se limita a reproducirse, sino que aumenta y crece incesantemente, con lo cual aumenta y crece también su

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poder sobre la clase de los obreros desposeídos de toda propiedad. Y, del mismo modo que el capital se reproduce a sí mismo en proporciones cada vez mayores, el moderno modo capitalista de producción reproduce igualmente, en proporciones que van siempre en aumento, en número creciente sin cesar la clase de los obreros desposeídos. «La acumulación del capital reproduce la relación del capital en una escala mayor: a más capitalistas o a mayores capitalistas en un polo, en el otro polo más obreros asalariados... La acumulación del capital significa, por tanto, el crecimiento del proletariado» (pág. 600) [4]. Pero, como los progresos de la maquinaria, el cultivo perfeccionado de la tierra, etc., hacen que cada vez se necesiten menos obreros para producir la misma cantidad de artículos, y como este perfeccionamiento, es decir, esta creación de obreros sobrantes, aumenta con mayor rapidez que el propio capital creciente, ¿qué se hace de este número, cada vez mayor, de obreros superfluos? Forman un ejército industrial de reserva, al que en las épocas malas o medianas se le paga menos de lo que vale su trabajo, que trabaja sólo de vez en cuando o se queda a merced de la beneficencia pública, pero que es indispensable para la clase capitalista en las épocas de gran actividad, como ocurre actualmente, a todas luces, en Inglaterra, y que en todo caso sirve para vencer la resistencia de los obreros ocupados normalmente y para mantener bajos sus salarios. «Cuanto mayor es la riqueza social... tanto mayor es la superpoblación relativa, es decir, el ejército industrial de reserva. Y cuanto mayor es este ejército de reserva, en relación con el ejército obrero activo (o sea, con los obreros ocupados normalmente), tanto mayor es la masa de superpoblación consolidada (permanente), es decir, las capas obreras cuya miseria está en razón inversa a sus tormentos de trabajo [5]. Finalmente, cuanto más extenso es en la clase obrera el sector de la pobreza y el ejército industrial de reserva, tanto mayor es también el pauperismo

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oficial. Tal es la ley absoluta, general, de la acumulación capitalista» (pág. 631) [6].

He ahí, puestas de manifiesto con todo rigor científico —los economistas oficiales se guardan mucho de intentar siquiera refutarlas— algunas de las leyes fundamentales del moderno sistema social capitalista. Pero, ¿queda dicho todo, con esto? No, ni mucho menos. Con la misma nitidez con que destaca los lados negativos de la producción capitalista, Marx pone de relieve que esta forma social era necesaria para desarrollar las fuerzas productivas sociales hasta un nivel que haga posible un desarrollo igual y digno del ser humano para todos los miembros de la sociedad. Todas las formas sociales anteriores eran demasiado pobres para esto. Sólo la producción capitalista crea las riquezas y las fuerzas productivas necesarias para ello, pero crea también, al mismo tiempo, con las masas de obreros oprimidos, una clase social obligada más y más a tomar en sus manos estas riquezas y fuerzas productivas, para conseguir que sean aprovechadas en beneficio de toda la sociedad y no, como hoy, en el de una clase monopolista.

NOTAS

[1] El presente artículo es una de las reseñas de Engels del I tomo de "El Capital" publicada en la prensa obrera y democrática con el fin de divulgar las tesis esenciales del libro. Además de los artículos para obreros, Engels escribió varias reseñas anónimas para la prensa burguesa, a fin de destruir la «conspiración del silencio» con el que la ciencia económica oficial y la prensa burguesa acogieron el genial trabajo de Marx. En dichas reseñas, Engels critica el libro, como si dijéramos, «desde un punto de vista burgués», para

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obligar con la ayuda de este «recurso militar», según la expresión de Marx, a los economistas burgueses a hablar del libro.   "Demokratisches Wochenblatt" («Hebdomadario democrático») era un periódico obrero alemán que se publicó de enero de 1868 a septiembre de 1869 en Leipzig bajo la redacción de G. Liebknecht. El periódico desempeñó un papel considerable en la creación del Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania. En el Congreso de Eisenach de 1869, fue proclamado órgano central del partido y pasó a denominarse "Volksstaat". Colaboraban en él Marx y Engels.

[2] Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie, von Karl Marx. Erster Band. Der Produktionsprozess des Kapitals. Hamburg, O. Meissner, 1867.

[3] Véase C. Marx y F. Engels. "Obras", 2 ed. en ruso, t. 23, pág. 246. (N. de la Edit.)

[4] Véase C. Marx y F. Engels. "Obras", 2 ed. en ruso, t. 23, págs. 627-628. (N. de la Edit.)

[5] En la traducción autorizada del I tomo de "El Capital" al francés Marx puntualiza esta tesis. (N. de la Edit.)

[6] Véase C. Marx y F. Engels. "Obras", 2 ed. en ruso, t. 23, pág. 659. (N. de la Edit.)

El Capital (en alemán: Das Kapital), de Karl Marx es, como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, puede leerse como un estudio sobre la especificidad histórica de la sociedad moderna. En la medida en que Marx considera que la esfera económica, El Capital, domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad moderna, la crítica de la economía política, es decir, del saber sobre esa esfera, se torna el punto de partida fundamental para comprender qué es esa sociedad moderna y cómo funciona a través de las relaciones de dominación entre las clases, de un lado los proletarios y de otra los burgueses. Marx sólo publicó en vida el primer Libro de El Capital en 1867. Los dos libros restantes, publicados entre 1885 y 1894, fueron editados a partir de los manuscritos de Marx por su amigo y

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colaborador Friedrich Engels (véase también Grundrisse). Existen varias traducciones al español de esta obra. La más conocida y accesible es la realizada por Wenceslao Roces y publicada por la editorial Fondo de Cultura Económica en 1946. Esta traducción ha recibido críticas. Se considera más fiable, dado el aparato de notas críticas con la que cuenta, la traducción realizada por Pedro Scaron y colaboradores, publicada por la editorial Siglo XXI. Unánimemente considerada como la obra cumbre de Karl Marx, El Capital es un tratado en tres volúmenes. El primero se publicó en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero fueron publicados por Engels después de la muerte del autor, en 1885 y en 1894, respectivamente. Tomo I. El Proceso de producción del capital. Tomo II. El Proceso de circulación del capital. Tomo III. El Proceso Global de la Producción Capitalista o El proceso de producción capitalista, en su conjunto.

Pequeña explicación del primer capítulo del Capital, de Karl MarxPosted on febrero 25, 2010 por Gilberto Soriano8

 

 

 

 

 

 

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El primer capítulo del Capital, Tomo 1, que es el único que se publica en vida de Marx, comienza con el análisis de la Mercancía. Marx encuentra dos aspectos en la mercancía: El valor de uso y el valor de cambio.  Por ejemplo, esta silla en la que me encuentro sentado mientras redacto este resumen tiene un valor de uso y  cuando decido usar la silla se refleja dicho valor, lo que tiene este valor es que en medida en que usamos las cosas éstas se gastan y en la medida en que se gastan pierden su valor, pero si yo decido vender esta silla entonces tiene un valor de cambio; que es venderla.¿Cual es el valor de la mercancía? ¿Cuánto vale esta silla? Esta silla vale tanto como el tiempo de trabajo socialmente necesario para construirla. Para construir esta silla el capitalista encuentra al obrero, es decir, interactúan dos personajes: uno que tiene el capital y otro que no lo tiene. El que no lo tiene, lo único que posee es su fuerza de trabajo. Por lo que el capitalista tiene el capital y por lo tanto no tiene necesidad de trabajar pero necesita a alguien que trabaje para él y si el obrero trabaja para el capitalista, éste le paga su trabajo, su fuerza de trabajo.¿Cuánto vale el valor de esa fuerza del trabajo? Marx nos dice que el valor de la fuerza de trabajo es equivalente a todo aquello que sea necesario utilizar para mantener viva a la fuerza de trabajo, es decir, todos los medios necesarios para mantener la vida del obrero.  Digamos que al capitalista le cuesta 400 pesos mantener la vida del obrero  y le paga 400 pesos que es su salario, sin embargo, hay algo que el obrero desconoce y es que en las horas que él trabaja éste no produce 400 pesos sino 700 pesos, entonces hay un plusvalor, el obrero produce el valor necesario para cobrar  su fuerza del trabajo pero además produce 300 pesos más, los cuales se queda el capitalista. Esto es lo que Marx llama plusvalía.La Plusvalia es ese plus que queda cuando el capitalista le paga al obrero un salario. El salario debe cubrir todo lo necesario para la vida del obrero pero el obrero al trabajar produce un plus y es lo que genera el capitalismo para el capitalista, es decir, su inversión tiene que irse multiplicando. Entonces, habíamos dicho que esta silla o mercancía  vale tanto como el trabajo socialmente  necesario para producirla y este trabajo tiene que ver con los medios necesarios para reproducir la existencia de la fuerza de trabajo.Si vemos la silla nuestra atención se queda plasmada en ella y esto nos impide ver lo que hay atrás de ese objeto de madera. Lo que hay atrás de esta mercancía es todo un sistema de explotación, el proceso de producción de la mercancía. Detrás de está producción de mercancía se oculta el trabajo esclavo.Marx nos dice “El hombre trabaja con la naturaleza”,  entonces para hacer esta silla de madera el hombre ha trabajado  la naturaleza. Ahora bien, si llevo la silla al mercado para venderla quiere decir que no importa su valor de uso pues no la necesito usar; lo que quiero es venderla. Entonces, si quiero vender la silla tiene para mí un valor de cambio mas no tiene un valor de uso.  Necesito encontrar a alguien que requiera usar el valor de uso de la silla, si alguien dice quiero usar esta silla me la

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está pidiendo en valor de uso, entonces se lo vendo, en otras palabras esto es valor de cambio.¿Cuánto vale una mercancía? El costo de una mercancía es el costo del trabajo socialmente necesario para producirlo. Continuando con la silla… si  producir la silla ha llevado 14 horas, esta silla debe costar lo que valen 14 horas de un obrero (o más obreros) que tenga(n) que hacer esta silla. Marx nos dice  que si los hombres desarrollan su vida a través del intercambio de mercancías y desarrollan su vida mirando mercancías, comprando mercancías y deseando mercancías se transforman en mercancías.Las mercancías remiten todas a una mercancía, digamos que la mercancía que representa todas las mercancías es el dinero. A través del dinero las mercancías se venden y se compran así es como vive el capitalismo.A modo de conclusión de esta pequeña explicación del primer capítulo de Marx diré: Marx es la voz de la eterna rebelión del ser humano. En la medida en la que el humano siga rebelándose va a tener que recurrir a Marx.Marx tuvo un acierto indubitable cuando mencionó que la filosofía tenía que pensar en el mundo para transformarlo, el hombre está en este mundo para rebelarse, rebelarse contra la opresión, contra la injusticia. Este es el Marx que deseamos que permanezca.

Resumen Primer tomo, sección primera, Capitulo 2.

CAPÍTULO II

EL PROCESO DEL CAMBIO

Las mercancías no pueden acudir ellas solas al mercado, ni cambiarse por sí mismas. Debemos, pues, volver la vista a sus guardianes, a los poseedores de mercancías.

Las mercancías son cosas y se hallan, por tanto, inermes frente al hombre. Si no se le someten de grado, el hombre puede emplear la fuerza o, dicho en otros términos, apoderarse de ellas.

Para que estas cosas se relacionen las unas con las otras como mercancías, es necesario que sus guardianes se relacionen entre sí como personas cuyas voluntades moran en aquellos objetos, de tal modo que cada poseedor de una mercancía sólo pueda apoderarse de la de otro por voluntad de ése y desprendiéndose de la suya propia; es decir, por medio de un acto de voluntad común a ambos.

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Es necesario, por consiguiente, que ambas personas se reconozcan como propietarios privados.

Esta relación jurídica, que tiene como forma de expresión el contrato, es, hállese o no legalmente reglamentada, una relación de voluntad, en que se refleja la relación económica.

El contenido de esta relación jurídica o de voluntad  lo da la relación económica misma.

Aquí, las personas sólo existen las unas para las otras como representantes de sus mercancías, o lo que es lo mismo, como poseedores de mercancías.

Lo que distingue al poseedor de una mercancía de ésta es el hecho de que para ella toda otra mercancía material no es más que la forma en que se manifiesta su propio valor. (pag.48)

Para él, su mercancía no tiene un valor de uso inmediato. De otro modo, no acudiría con ella al mercado. Tiene únicamente un valor de uso para otros.

Para él, no tiene más valor directo de uso que el de ser encarnación de valor de cambio, y por tanto medio de cambio.

Por eso está dispuesto siempre a desprenderse de ella a cambio de otras mercancías cuyo valor de uso le satisface.

Todas las mercancías son para su poseedor no-valores de uso y valores de uso para los no poseedores.

He aquí por qué unos y otros tienen que darse constantemente la mano. Este apretón de manos forma el cambio, el cual versa sobre valores que se cruzan y se realizan como tales valores.

Por tanto, las mercancías tienen necesariamente que realizarse como valores antes de poder realizarse como valores de uso. (pag.49)

Las leyes de la naturaleza propia de las mercancías se cumplen a través del instinto natural de sus poseedores.

Estos sólo pueden establecer una relación entre sus mercancías como valores, y por tanto como mercancías, relacionándolas entre sí con referencia a otra mercancía cualquiera, que desempeñe las funciones de equivalente general.

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Pero sólo el hecho social puede convertir en equivalente general a una mercancía determinada.

El proceso social se encarga de asignar a la mercancía destacada la función social específica de equivalente general.

Así es como ésta se convierte en dinero.

La cristalización del dinero es un producto necesario del proceso de cambio... A medida que se desarrolla y ahonda históricamente, el cambio acentúa la antítesis de valor de uso y valor latente en la naturaleza propia de la mercancía.

La necesidad de que esta antítesis tome cuerpo al exterior dentro del comercio, empuja al valor de las mercancías a revestir una forma independiente y no ceja ni descansa hasta que, por último, lo consigue mediante eldesdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero. Por eso, a la par que los productos del trabajo se convierten en mercancías, se opera la transformación de la mercancía en dinero. (pag.50)

La forma dinero se adhiere, bien a los artículos más importantes de cambio procedentes de fuera, que son, en realidad, otras tantas formas o manifestaciones naturales del valor de cambio de los productos de dentro, bien a aquel objeto útil que constituye el elemento fundamental de la riqueza enajenable en el interior de la comunidad, v.gr. el ganado.

Es en los pueblos nómadas donde primero se desarrolla la forma dinero, por dos razones: porque todo su ajuar esmóvil y presenta, por tanto, la forma directamente enajenable, y porque su régimen de vida los hace entrar constantemente en contacto con comunidades extranjeras, poniéndolos así en el trance de cambiar con ellas sus productos.

Los hombres han convertido muchas veces al mismo hombre, bajo forma de esclavo, en material primitivo de dinero, pero nunca la tierra. Esta idea sólo podía presentarse en una sociedad burguesa desarrollada. Es una idea que data del último tercio del siglo XVII y que sólo se intentó llevar a la práctica sobre un plano nacional, un siglo más tarde, en la revolución burguesa de Francia.

Impulsada por el mismo proceso que hace que el cambio de mercancías rompa sus moldes locales y que el valor de las mercancías se expansione hasta convertirse en materialización del trabajo humano en general, la forma dinero va a encarnar en mercancías dotadas por la naturaleza de

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cualidades especiales para desempeñar las funciones sociales de equivalente general: los metales preciosos.

Que “si bien el oro y la plata no son dinero por obra de la naturaleza, el dinero es por naturaleza oro y plata” (Carlos Marx, Contribución a la crítica de la Econom.Pol., pg 135) lo demuestra la congruencia que existe entre sus propiedades naturales y sus funciones.

Sólo una materia cuyos ejemplares posean todos la misma cualidad uniforme puede ser forma o manifestación adecuada de valor, o, lo que es lo mismo, materialización de trabajo humano abstracto, y por tanto, igual.

De otro lado, como la diferencia que media entre las diversas magnitudes de valor es puramente  cuantitativa, la mercancía dinero  (pag.52)  tiene que ser forzosamente susceptible de divisiones puramente cuantitativas, divisible a voluntad, pudiendo recobrar en todo momento su unidad mediante la suma de sus partes.

Pues bien, el oro y la plata poseen esta propiedad por obra de la naturaleza.

El valor de uso de la mercancía dinero se duplica. Además de su valor peculiar como mercancía, como oro, por ejemplo para empastar muelas, fabricar joyas, etc., reviste el valor de uso formal que le dan sus funciones sociales específicas.

Como todas las demás mercancías no son más que equivalentes especiales del dinero y éste equivalente general de todas, aquéllas se comportan respecto al dinero como mercancías especiales respecto a la mercancía general.

Vemos, pues, que la forma dinero no es más que el reflejo, adherido a una mercancía, de las relaciones que median entre todas las demás.

El hecho de que el dinero es una mercancía sólo supone un descubrimiento para quien arranque de su forma definitiva, procediendo luego a analizarla. Lo que el proceso de cambio da a la mercancía elegida como dinero no es suvalor, sino su forma específica de valor.

La confusión de estos dos conceptos indujo a reputar el valor del oro y la plata como algo imaginario.

Además, como el dinero puede sustituirse, en determinadas funciones, por un simple signo de sí mismo, esto engendró otro error: el de creer que el dinero era un mero signo.

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Mas...ello envolvía ya la intuición de que la forma dinero del objeto era algo exterior a él mismo y simple forma o manifestación de relaciones humanas ocultas detrás de él. (pag.53)

Ya decíamos más arriba que la forma equivalencial de una mercancía no envuelve la determinación cuantitativa de sumagnitud de valor. El que sepamos que el oro es dinero, y por tanto susceptible de ser cambiado directamente por cualquier otra mercancía, no quiere decir que sepamos, por este solo hecho, cuánto valen por ejemplo 10 libras de oro. Como toda mercancía, el dinero sólo puede expresar su magnitud de valor de un modo relativo, por medio deotras mercancías. Su valor depende del tiempo de trabajo necesario para su producción y se expresa  en la cantidad de cualquier otra mercancía en la que se materialice el mismo tiempo de trabajo. Esta determinación de (pag.54) su magnitud relativa de valor se opera en su fuente de producción, por el cambio directo.

Cuando entra en circulación como dinero, el oro tiene ya un valor dado.

Una mercancía no se presenta como dinero porque todas las demás expresan en ella sus valores, sino que, por el contrario, éstas parecen expresar sus valores en ella, por ser dinero. El movimiento que sirve de enlace desaparece en su propio resultado, sin dejar la menor huella.

El enigma del fetiche del dinero  no es, por tanto más que el enigma del fetiche de la mercancía, que cobra en el dinero una forma visible y fascinadora.  (pag.55)

(...) Después de haber comprendido que el régimen económico es la base sobre la cual se erige la superestructura política, Marx se entregó sobre todo al estudio atento de ese sistema económico. La obra principal de Marx, El Capital, está consagrada al estudio del régimen económico de la sociedad moderna, es decir, la capitalista. (...) Marx mostró que el valor de toda mercancía está determinado por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su producción. El obrero emplea una parte de la jornada de trabajo en cubrir el costo de su sustento y el de su familia (salario); durante la otra parte de la jornada trabaja gratis, creando para el capitalista la plusvalía, fuente de las ganancias, fuente de la riqueza de la clase capitalista. La teoría de la plusvalía es la piedra angular de la teoría económica de Marx. (...) Al azotar la pequeña

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producción, el capital lleva al aumento de la productividad del trabajo y a la creación de una situación de monopolio para los consorcios de los grandes capitalistas. La misma producción va adquiriendo cada vez más un carácter social —cientos de miles y millones de obreros ligados entre sí en un organismo económico sistemático—, mientras que un puñado de capitalistas se apropia del producto de este trabajo colectivo. Se intensifican la anarquía de la producción, las crisis, la carrera desesperada en busca de mercados, y se vuelve más insegura la vida de las masas de la población. (...) Marx sigue el desarrollo del capitalismo desde los primeros gérmenes de la economía mercantil, desde el simple trueque, hasta sus formas más elevadas, hasta la gran producción. (...) El capitalismo ha triunfado en el mundo entero, pero este triunfo no es más que el preludio del triunfo del trabajo sobre el capital. (...) (Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, V. I. Lenin).II

El capital

Portada de la primera edición de Das Kapital (Hamburgo, 1867).

El capital (en alemán: Das Kapital), de Karl Marx es, como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, ha sido también leído como una obra de filosofía, como un tratado de economía, o como un tratado político sobre las relaciones de dominación entre las clases, de un lado los proletarios y de otro los burgueses.1

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Índice 1 Autoría y Edición 2 Partes

o 2.1 Libro primero 2.1.1 La mercancía, el dinero y el capital en abstracto 2.1.2 El proceso de producción capitalista 2.1.3 El proceso de acumulación del capital

o 2.2 Libro segundo o 2.3 Libro tercero

3 Polémicas 4 Traducciones El Capital al español 5 Debate 6 Véase también 7 Referencias 8 Bibliografía 9 Enlaces externos

Autoría y EdiciónMarx trabajó en una intensa investigación y en la redacción de un extenso manuscrito de su obra, principalmente entre 1861 y 1863, sin embargo solo alcanzó a publicar en vida el primer libro de El capital, en 1867. La segunda edición alemana de este libro, corregida y aumentada, fue dirigida por él y fue impresa en 1872 y publicada en 1873. Los dos libros restantes, publicados entre 1885 y 1894, fueron editados, a partir de los manuscritos de Marx, por su amigo y colaborador Friedrich Engels, quien tuvo que llenar algunas lagunas, de apartes indicados pero no redactados, y dar al texto de Marx una forma apropiada para la publicación. Marx también había manuscrito el material para el libro cuarto, una historia crítica de las doctrinas económicas centrado en el análisis de las teorías sobre la plusvalía, del cual, Karl Kautsky publicó una edición sintética entre 1905 y 1910;2 conociéndose en 1956 una edición completa de los manuscritos, publicada por Dietz Verlag en Berlín.3

PartesLa obra publicada repetidamente en varios idiomas con el título de El capital es un tratado en tres volúmenes, considerado unánimemente como la obra cumbre de Karl Marx. El primer volumen se publicó en su primera versión en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero fueron publicados por Friedrich Engels después de la muerte del autor, en 1885 y en 1894, respectivamente.

1. Tomo I. El proceso de producción del capital.2. Tomo II. El proceso de circulación del capital.3. Tomo III. El proceso global de la producción capitalista o el proceso de producción

capitalista, en su conjunto.

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Libro primero

El primer libro es una exposición general del modo de producción capitalista, sus elementos básicos y su articulación visto de manera general y de manera analítica sin considerar ciertas variables (especialmente de la circulación), sino centrándose especialmente en la fase de producción que Marx considera el fundamento de todo el sistema capitalista y de manera general de todo modo de producción.4

El libro se divide en 7 secciones:

Sección 1: Mercancía y dinero o Capítulo 1. La Mercancía:

1. Valor de uso y valor de cambio. 2. Doble Aspecto del Trabajo. 3. El valor, realidad social, Forma del valor. 4. Apariencia material del carácter social del trabajo.

o Capítulo 2. De Los Cambios: 1. Relaciones de los poseedores de mercancías: condiciones de esas

relaciones. 2. La relación de cambios implica necesariamente la forma moneda. 3. La forma moneda va unida a los metales preciosos.

o Capítulo 3. La Moneda o circulación de las mercancías: 1. Medida de los Valores. La forma precio. 2. Circulación de las

mercancías. Curso de la moneda. El numerario o las especies y el papel moneda. 3. Reservas de oro y de plata o tesoros. El Dinero como medio de pago. La Moneda universal.

Sección 2: La transformación de dinero en capital

Sección 3: Producción del plusvalor absoluto Sección 4: La producción del plusvalor relativo Sección 5: La producción del plusvalor absoluto y del relativo Sección 6: El salario Sección 7: El proceso de acumulación del capital

La mercancía, el dinero y el capital en abstracto

El primer capítulo del libro Marx lo dedica a un análisis dialéctico de la mercancía, pues parte del hecho que la mercancía individual es la forma elemental de la riqueza social en el capitalismo. Marx analiza, siguiendo a la economía política clásica, a la mercancía en tanto valor de uso —un bien que satisface ciertas necesidades humanas— y en tanto valor de cambio —un bien que puede intercambiarse por otros bienes en una proporción determinada—. Pero para Marx el valor de cambio de una mercancía es una manifestación de algo más. Lo que permite que una cantidad X de mercancía A equivalga a una cantidad Y de mercancía B es algo que no depende del carácter de valor de uso de las mercancías ni de los trabajos particulares con las que fueron producidas. Lo que hace posible la equivalencia es que ambas contienen la misma cantidad de «trabajo humano abstracto» materializado en ellas. Marx denomina como valor de las mercancías al trabajo socialmente necesario para su producción, siendo la magnitud del valor determinada por la cantidad (duración) de ese trabajo. A esta conclusión ya había llegado el economista David Ricardo, pero Marx la

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retoma de manera crítica y la profundiza.5 El valor de cambio sería, entonces, la forma del valor.

Luego Marx analiza las diferentes formas del intercambio de mercancías. Desde el trueque ocasional —pues al principio se producía para el consumo inmediato y solo se intercambiaba el producto excedente— hasta que la producción se va orientando cada vez más hacia el intercambio, con lo que el intercambio se va haciendo más regular y, necesariamente, una mercancía particular —por ejemplo, el oro— se constituye en equivalente general de todas las demás. Por último, al transformarse este equivalente general en mercancía dinero, tenemos el reemplazo del oro en metálico por una representación del mismo, en monedas y en billetes.

El último apartado del primer capítulo Marx lo dedica a explicar el fetichismo de la mercancía. Como en la sociedad mercantil los productores solo se relacionan entre sí mediante el intercambio de sus mercancías, y como este intercambio es regulado por el valor de las mismas (proceso que ocurre "de espaldas a los productores"), las mercancías mismas se convierten en el sujeto del intercambio en vez de los productores. De esta manera, el intercambio aparece como una relación social entre cosas y una relación objetiva entre las personas.6

En los dos capítulos restantes de esta sección, Marx analiza el proceso de intercambio de las mercancías (M-M en el caso de trueque, M-D-M cuando ya existe el dinero; siendo M mercancía y D dinero) y los distintos papeles que cumple el dinero en la economía mercantil: como medida de los valores, como medio de circulación, como tesoro, como crédito, como dinero en sí y los diferentes aspectos económicos al respecto; también muestra cómo y por qué el dinero en tanto materialización de determinadas relaciones sociales, imprime determinadas cualidades a la sociedad en su conjunto y a sus individuos.7

En la sección siguiente, que consta de un único capítulo, Marx estudia la transformación del dinero en capital. Si antes el intercambio simple de mercancías se representaba como M-D-M, la transformación del dinero en capital Marx la representa como D-M-D', siendo D' > D. La explicación de D' > D está en que una de las mercancías compradas en la primera fase (D-M) es una mercancía que produce valor nuevo, plusvalor. Esa mercancía es la fuerza de trabajo.

El proceso de producción capitalista

A partir de la sección tercera, Marx entra a estudiar el proceso de producción capitalista en sí. Hasta ahora había estudiado en abstracto a la sociedad mercantil, donde solo existían productores de mercancías. Ahora estudia en abstracto a la sociedad burguesa donde existen capitalistas y asalariados. En la sociedad mercantil simple el proceso de producción tiene un carácter dual: por un lado proceso de producción de bienes y por el otro proceso de producción de valor. En la sociedad capitalista el proceso de producción también tiene un carácter dual, pero distinto al de la sociedad mercantil: por un lado es proceso de producción de bienes y por el otro es proceso de producción de capital, de valor que se

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valoriza a sí mismo. Lo que distingue a la sociedad capitalista es la organización de la producción en base al trabajo asalariado, esto es, el alquiler de la fuerza de trabajo.

La fuerza de trabajo, productora de las mercancías, se cambia, se compra y se vende como otra mercancía cualquiera y obedece a las mismas leyes del mercado, sin importar que detrás de ellas hay un hombre, con su familia: el proletario. Este proletario es libre, dice Marx parodiando el lema de la revolución francesa- pero Marx hace notar que es en realidad libre en un doble sentido: libre (o sea carente) de medios de existencia y de medios de producción (y por tanto si no vende su trabajo no sobrevive) pero libre de venderle su fuerza de trabajo al capitalista que él elija de entre los interesados en comprarla. El trabajador asalariado vende su capacidad para trabajar, pero ésta es una capacidad inseparable de la persona, y no se puede vender aisladamente; por esto una vez hecho el contrato entre capitalista y trabajador, éste, su personalidad completa, su cuerpo entero pasa a manos del otro.8

En los capítulos siguientes Marx analiza las distintas formas del capital según su función en el proceso de valorización (capital constante y capital variable), el plusvalor en su forma relativa y absoluta, la jornada laboral (su extensión e intensidad) y su división en trabajo necesario y plustrabajo, la tasa y la masa de plusvalor, el papel de la cooperación en el taller o fábrica (que, gracias a la optimización de la división técnica del trabajo por la manufactura, resulta en una fuerza de trabajo social superior a la suma de las fuerzas de trabajo individuales), un análisis histórico de las condiciones tecnológicas en las que se realiza la producción capitalista (desde la manufactura hasta la gran industria mecanizada), una descripción -y denuncia- de las condiciones de vida de la clase obrera inglesa, un análisis de las distintas formas de salario y por último, en la última sección, un análisis de la acumulación del capital.

El proceso de trabajo capitalista es un proceso de valorización y además de producción de un plusvalor. Lo que comienza con una inversión de cierta cantidad de dinero hecha por el capitalista termina, después del ciclo, en un aumento de esa cantidad. En apariencia es como si el dinero se hubiese multiplicado por sí mismo. Marx pasa a analizar y criticar las distintas maneras en que los economistas clásicos han intentado explicar este aumento, y cómo han fracasado de uno u otro modo, pero al profundizar en la teoría del valor de David Ricardo, Marx logra explicar el secreto de la plusvalía al mismo tiempo mientras estudia y expone el funcionamiento del modo de producción capitalista. La formación de la plusvalía en el sistema capitalista, expone Marx, se efectúa de la siguiente manera:

El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista. El capitalista pasa a ser dueño de esta mercancía de la que por tanto dispone o hace uso durante todo el tiempo que le sea posible cada día, o sea que pone a trabajar al asalariado todo el tiempo que le sea posible o sea la jornada de trabajo, que dadas ciertas condiciones de producción, se prolongará como premisa por un tiempo mayor que el tiempo que se necesita para producir, en las mismas condiciones normales de trabajo, los medios diarios de existencia y reproducción (víveres, vivienda, educación, hijos, etc.) del obrero. Pero a cambio, el capitalista paga al asalariado un precio por su fuerza de trabajo como lo hace por cualquier otra mercancía, es decir, paga un precio equivalente a lo que costó producirla. Así que el capitalista no paga un precio por el trabajo que hace el asalariado, porque el precio de las mercancías no está determinado

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por el uso que se hace de ellas, sino por lo que costó producirlas, su valor: la cantidad de trabajo socialmente necesario invertida en producirlas. Aquí es clave la distinción entre la fuerza de trabajo y el trabajo. El capitalista paga el valor de la fuerza de trabajo y a cambio recibe el valor creado por el empleo de la fuerza de trabajo durante la jornada laboral. De manera que una parte de la jornada laboral, el asalariado trabaja para reproducir el valor de su fuerza de trabajo, y la otra parte trabaja "gratis" para el capitalista. Esta diferencia de valor entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor producido por su empleo es lo que Marx denomina como plusvalía. Esta plusvalía es la base de la ganancia capitalista.9

La premisa histórica básica para esto es el intercambio de mercancías, pues el capitalista compra la fuerza de trabajo como una mercancía. Esto implica la otra premisa histórica básica: que las condiciones sociales sean tales que el trabajador tenga que vender su fuerza de trabajo como una mercancía, Marx ya ha mostrado que esto es posible solamente si el trabajador carece de medios de existencia y de medios de producción para trabajar, entonces como poseedor de únicamente su fuerza de trabajo para sobrevivir se ve obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista. La sociedad burguesa necesita de trabajadores libres en un doble sentido: en el sentido de propietarios privados de su fuerza de trabajo y en el sentido de carentes de medios de producción propios. De esta manera, el proletario está obligado a vender su fuerza de trabajo a algún capitalista para sobrevivir, siendo libre de decidir a qué capitalista particular se la vende o siendo libre de no venderla y vivir en la marginalidad y la extrema pobreza. Los trabajadores asalariados son libres solo en el sentido de que no son esclavos ni siervos: ningún poder personal los fuerza a trabajar. Lo que les fuerza a trabajar es el poder impersonal de la economía.

En los siguientes capítulos, Marx expone la manera en que los capitalistas intentan mantener y aumentar la plusvalía. Una manera, el aumento de plusvalía absoluta, es la extensión de la jornada laboral (lo que incrementa el tiempo en que el obrero trabaja exclusivamente para el capitalista) y la reducción del salario (lo que incrementa la parte en valor que el capitalista da al trabajador). Pero, tal como explica Marx, esto tiene unos límites "naturales" y "morales".

Por ello el capitalista también procura aumentar la plusvalía de manera relativa, modificando el proceso técnico de trabajo y las condiciones laborales, introduciendo medios de producción más eficientes y/o aumentando la intensidad o velocidad del trabajo. Esto hace disminuir el tiempo necesario para producir las mercancías en general (incluyendo los medios de existencia del obrero, pues así consigue disminuir el valor de la fuerza de trabajo). De esta manera, sin modificar la extensión de la jornada laboral, el tiempo de trabajo remunerado decrece en favor del tiempo de trabajo no remunerado. A este proceso Marx lo denomina plusvalía relativa.10

Expone Marx que esta última consideración pone en claro que, en un momento dado del desarrollo capitalista, el aumento de la plusvalía se convierte en un problema técnico. Ante los daños físicos y morales ocasionados por la larga y extenuante jornada de trabajo, la clase obrera eventualmente se organiza y consigue imponer una disminución y reglamentación de la jornada de trabajo. Si los capitalistas ya no pueden extender la jornada de trabajo, entonces el problema del aumento de la plusvalía solamente es posible de manera relativa y se torna esencialmente en un problema técnico: mejorar los medios

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técnicos de la producción. La apropiación de los inventos mecánicos ha sido, a este respecto, el gran recurso de los capitalistas. No obstante, como muestra Marx, esto no quiere decir que la clase capitalista, permanentemente o al menos cada vez que la plusvalía disminuye, no intente quebrar la oposición de la clase obrera para extender la jornada de trabajo. Marx demuestra como la gran industria con la aplicación de las ciencias naturales al servicio de la mecanización del proceso de trabajo en lugar de favorecer a la clase obrera reduciendo la jornada laboral (pues lo que antes se producía en un día de trabajo artesanal se produce en una hora de trabajo industrial) termina perjudicándola de diversas maneras: hacinamiento, extenuantes jornadas de trabajo, trabajo infantil, insalubridad, etc. Esto no se debe a la industrialización misma, sino a su empleo capitalista.11

El proceso de acumulación del capital

En la última sección del libro, que sintetiza los aportes de las secciones anteriores, Marx expone cómo se reproduce el capital. La plusvalía extraída en la producción se convierte en ganancia y si bien parte de esta ganancia es consumida por el capitalista, otra parte es reinvertida en medios de producción y salarios y así la convierte en pluscapital. El aumento del capital en funciones mediante la extracción de plusvalía se denomina como acumulación del capital.12

Esta es la «ley general de la acumulación capitalista» demostrada y enunciada por Marx: a medida que aumenta la acumulación de capital se produce y consolida necesariamente un número creciente de obreros sobrantes para el sistema, una población supernumeraria teniendo que subsistir en condiciones precarias y presionando a condiciones de explotación mayores a los demás obreros y a mayor miseria para los obreros en general. A estos obreros sobrantes se los denomina «ejército industrial de reserva». Esto explica que a medida que se acumula capital y por consiguiente riqueza se produce de manera pareja una acumulación creciente de miseria en la mayoría de la población: la acumulación de capital en un polo es equivalente a la acumulación de miseria en el otro.13

En el capítulo La llamada acumulación originaria, Marx analiza cómo en Inglaterra se crearon a estos trabajadores libres para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo por la industria: expulsión masiva, a sangre y fuego, de los campesinos de sus tierras; y una severa represión del "vagabundeo". Mediante estos métodos extraeconómicos se logró de forma acelerada una concentración de las tierras y un proletariado disciplinado para ser explotado en la industria. «Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies.»

En el apartado 7 de este capítulo (Tendencia histórica de la acumulación capitalista), Marx, basándose en el análisis científico e histórico realizado hasta el momento, retoma el programa revolucionario expuesto en el Manifiesto Comunista: la expropiación de los capitalistas por la masa del pueblo, y el establecimiento de una asociación de productores libres mediante la propiedad colectiva sobre la tierra y los medios sociales de producción.14

Libro segundo

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El libro segundo, publicados en 1885, tiene como subtítulo El proceso de circulación del capital. Fue editado por Friedrich Engels, a partir de las notas dejadas por Karl Marx. Se divide en tres secciones:

Sección 1: La Metamorfosis del Capital y su Ciclo Sección 2: La La Rotación del Capital Sección 3: La Reproducción y circulación del Capital Social en su Conjunto

Trata sobre los principales fenómenos detrás del mercado, las relaciones entre los diferentes sectores de la producción y entre la producción y el consumo y cómo se realizan el valor y la plusvalía. El protagonista es el empresario capitalista activo. Los trabajadores aparecen en el libro segundo esencialmente como compradores de bienes de consumo y como vendedores de la mercancía fuerza de trabajo, en lugar de productores de valor y plusvalía (aunque, esta última cualidad, establecido en el Volumen como en el libro primero, que de todos modos es la base del análisis que se despliega. La lectura del libro segundo es de gran importancia para la comprensión de la construcción teórica de toda la argumentación de Marx y su visión del capitalismo como sistema.

Marx aclaró en una carta enviada a Engels el 30 de abril 1868 decía: "En el libro 1 nos contentamos con la suposición de que si en el proceso de realización, 100 libras se convierte en 110, ya están en el mercado los elementos de una inversión ulterior de capital. Pero ahora investigamos las condiciones en las cuales estos elementos ya se encuentran en existencia, a saber, el entrelazamiento social de los diferentes capitales, de las partes componentes del capital y de la renta (= pv)". Este entrelazamiento, concebido como un movimiento de mercancías y de dinero, permitió a Marx plantear los elementos básicos para de una teoría del ciclo económico, basada en el desequilibrio periódica entre oferta y demanda en el modo de producción capitalista.15 La Sección 3 ha sido así el punto de partida para profundizar el tema, como lo hizo entre otros, Rosa Luxemburgo.16

Libro tercero

El libro tercero fue publicada solamente hasta 1894, subtitulado El proceso de producción capitalista en su conjunto. Fue editado y completado por Friedrich Engels, con ayuda del traductor del Libro I al inglés Samuel Moore, a partir de notas dejadas por Karl Marx. Consta de siete secciones:

Sección 1: La trasformación de la plusvalía en ganancia y de la tasa de plusvalía en tasa de ganancia

Sección 2: Cómo se convierte la ganancia en ganancia media Sección 3: Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia Sección 4: Cómo se convierte el capital-mercancías y el capital-dinero en capital comercial Sección 5: Desdoblamiento de la ganancia en interés y ganancia del empresario. El capital

a interés Sección 6: Cómo se convierte la ganancia extraordinaria en renta del suelo Sección 7: Las rentas y sus fuentes

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El trabajo es hoy más conocido para la Sección 3, que en resumen expone que a medida que crecen la acumulación y la competencia capitalista, las ganancias tienden a crecer con menor rapidez que el capital invertido y por tanto el rendimiento de las inversiones tiende a hacerse menor. Según Marx ello se debe a que el avance tecnológico hace que el empresario invierta proporcionalmente más en máquinas y materias primas (capital constante, valor ya existente), que en salarios (capital variable, que crea valor). La tasa de ganancia desciende, aunque la suma total de las ganancias aumente, por que el valor nuevo creado tiende a crecer menos que el valor invertido.17 Varias causas contrarrestan esta tendencia,18 pero finalmente se impone. Al disminuir la tasa de ganancia se reducen las inversiones y luego el empleo y el consumo, multiplicándose el efecto, hasta que se producen quiebras. Los precios bajan, pero de todos modos no hay quien compre las mercancías baratas debido al desempleo y al cierre de empresas, llegándose a una recesión.19 La caída de la tasa de ganancia se revierte por medio de la competencia desgarradora que inutiliza grandes masas de capitales y sobre las ruinas resurge la acumulación de capital, pues para los competidores victoriosos el aumento de la ganancia vuelve a ser más rápido que el incremento de la inversión. La paralización de la economía prepara su ampliación posterior, de la misma forma que el crecimiento prepara la crisis.20 Así Marx formuló una teoría del ciclo económico y sobre las crisis cíclicas del capitalismo.

Marx explica también en el libro tercero que hay competencia entre el capital invertido en las diferentes ramas de la producción por la distribución de la ganancia y que además la plusvalía obtenida de los trabajadores se divide entre el capital industrial (o agrario); el capital comercial; el capital bancario que cobra intereses por los préstamos y los propietarios de tierras.

La Sección 6 distingue dos clases de renta del suelo: la absoluta, que resulta de la concentración de la propiedad de la tierra en manos de grandes terratenientes que pueden controlar la cantidad de tierra que entra o sale del mercado y que por tanto es una renta de monopolio; y la renta diferencial, que se genera por la fertilidad del suelo o su ubicación (diferencial 1) o por la inversión e innovación incorporada a ella (diferencial 2).

PolémicasEn el siglo XX los economistas marxistas y los técnicos de países socialistas se apropiaron de la exposición positiva de las teorías de Marx, pretendiendo que, en vez de ser un tratado de crítica de la economía política, El capital era un tratado de economía política crítica. Las categorías que Marx trabajó en su libro han sufrido numerosos usos derivados de esa lectura. La mayor parte de las polémicas entre economistas marxistas y entre éstos y otros economistas no marxistas parten de esa lectura.

Traducciones El Capital al españolExisten varias traducciones al español de esta obra. La más conocida y accesible es la realizada por Wenceslao Roces y publicada por la editorial Fondo de Cultura Económica en 1946, corregida en 1959, reimpresa muchas veces. Roces se basó en la cuarta edición alemana del Libro I (1890), la segunda del Libro II (1893) y la primera del Libro III (1894).

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Roces trabajó varios años corrigiendo y revisando su traducción y una edición nueva fue terminada por él en 1988; editada por Ricardo Campa,21 fue publicada en solo en 2014.22 Esta edición tomó en cuenta las críticas recibidas por la edición anterior y utilizó la edición alemana de 1962 de Dietz Verlag. Roces había publicado su primera traducción del Libro I en 1935, en Madrid, (Editorial Cenit); y fue el traductor de las ediciones del Libro IV publicadas por el Fondo de Cultura Económica, en 1945 la de Kautsky y, en 1980 la de los manuscritos completos.

El abogado republicano español Pablo Correa realizó la primera traducción del Libro I El capital al castellano en 1883, a partir de la edición francesa.

El socialista argentino Juan B. Justo realizó la primera traducción del alemán al español del Libro I, publicada en 1898.

La traducción publicadas por EDAF en 1967 y la de Floreal Mazía publicada por Editorial Cartago en 1973, se basan en la primera edición francesa de 1872-1875.

Las traducciones de Pedro Scarón, publicada por Siglo XXI en 1975; de Manuel Sacristán, publicada por Editorial Grijalbo en 1976; y de Vicente Romano García, publicada por Ediciones Akal en 1977, fueron realizadas directamente a partir de la edición alemana de Dietz Verlag en 1962, efectuada por grupos de trabajo de los Institutos de Marxismo-leninismo de Berlín y de Moscú, a partir de la cuarta edición alemana de 1890, pero teniendo en cuenta todas las ediciones alemanas publicadas hasta entonces, la primera francesa y la inglesa de 1887, y corrigiendo el conjunto a partir de los manuscritos de Marx y de las pruebas de imprenta de Engels. Scarón enfatizó en las correcciones de los errores de la edición de 1959 de la traducción de Roces y para el Libro I destacó la importancia de basarse en la segunda edición alemana de 1872.

DebateUna exposición en castellano del núcleo de El capital que se aleja argumentadamente de los tópicos marxistas y marxista-leninistas que durante más de un siglo de polémicas cubrieron de sobreentendidos equívocos la lectura rigurosa del texto, se encuentra en el libro de Felipe Martínez Marzoa La filosofía de El capital. Taurus, Madrid, 1982.

Véase también Capital (economía) Acumulación y reproducción ampliada

Referencias1. Edward Reiss, Santiago Jordán, Una guía para entender a Marx, 2000, Siglo XXI, ISBN 83-

323-1033-6, sobre el Texto Marx: Manuscritos de París, Vol 5, ed. OME -escritos de Marx y Engels- de Manuel Sacristán

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2. Marx, Karl Historia Crítica de la Teoría de la Plusvalía. Traducción de Wenceslao Roces; México: Fondo de Cultura Económica, 1945.

3. Marx, Karl Teorías sobre la Plusvalía Traducción de Wenceslao Roces; México: Fondo de Cultura Económica, 1980. ISBN 968-16-0318-4

4. Prólogo de Marx a la Primera edición. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

5. Véase aquí:[1] las páginas 189 y siguientes de: Dussel, Enrique. Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los Manuscritos del 61-63, 1988.

6. Capítulo 1. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

7. Capítulos 2 y 3. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

8. Capítulo 5. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

9. Capítulos 6 y 7. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

10. Sobre la jornada de trabajo remitirse al Capítulo 8 y sobre la plusvalía relativa remitirse al capítulo 10. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

11. Sobre la jornada de trabajo remitirse al Capítulo 8 y sobre la plusvalía relativa remitirse al capítulo 10. Sobre la industrialización, la división del trabajo y las contradicciones entre relaciones de producción y modo de producción, obreros vs. máquinas, véase capítulo 12 y 13. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

12. Capítulos 21 y 22. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

13. Capítulo 23. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995

14. "La concentración de los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan un punto en que son incompatibles con su corteza capitalista. Se la hace saltar. Suena la hora postrera de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados. El modo capitalista de producción y de apropiación, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, fundada en el trabajo propio. La negación de la producción capitalista se produce por sí misma, con la necesidad de un proceso natural. Es la negación de la negación. Ésta restaura la propiedad individual, pero sobre el fundamento de la conquista alcanzada por la era capitalista: la cooperación de trabajadores libres y su propiedad colectiva sobre la tierra y sobre los medios de producción producidos por el trabajo mismo. La transformación de la propiedad privada fragmentaria, fundada sobre el trabajo personal de los individuos, en propiedad privada capitalista es, naturalmente, un proceso incomparablemente más prolongado, más duro y dificultoso, que la transformación de la propiedad capitalista, de hecho fundada ya sobre el manejo social de la producción, en propiedad social. En aquel caso se trataba de la expropiación de la masa del pueblo por unos pocos usurpadores; aquí se trata de la expropiación de unos pocos usurpadores por la masa del pueblo."

15. Mandel, Ernest (1978) Introducción para volumen II de El Capital".16. Luxemburgo, Rosa (1913) La Acumulación del Capital. Terramar Ediciones, 2007. ISBN

9789876170338

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17. Marx, Karl, El Capital Tomo III, Capítulo XIII. Fondo de Cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1974, p.p. 213-231.

18. Marx, Karl, El Capital Tomo III, Capítulo XIV. Fondo de Cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1974, p.p. 232-250.

19. Marx, Karl, El Capital Tomo III, Capítulo XIII. Fondo de Cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1974, p.p. 213-231.

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