el camino hacia el fin del mundo - chino...

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NATIONAL GEOGRAPHIC TRAVELER Abril 2016 Ruta 40 ADRENALINA MECÁNICA DIVIÉRTETE COMO NIÑO Sri Lanka PASADO EN LA MODERNIDAD PAISAJES SURREALISTAS El camino hacia el fin del mundo Huasteca Potosina ESTE AÑO CELEBRAMOS LAS ZONAS NATURALES PROTEGIDAS NADIE CONOCE MEJOR EL MUNDO NGENESPANOL.COM/TRAVELER ABRIL 2016 PVP $50. 00 30/04/16 Costa Rica 1,995 colones Nicaragua 60 córdobas El Salvador 3.50 dólares Guatemala 33.75 quetzales Puerto Rico 3.95

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    Ruta 40

    ADRENALINA MECÁNICA

    DIVIÉRTETE COMO NIÑO

    Sri Lanka PASADO EN LA MODERNIDAD

    PAISAJES SURREALISTAS

    El camino hacia el fin del mundo

    Huasteca Potosina

    ESTE AÑO CELEBRAMOS LAS ZONAS NATURALES

    PROTEGIDAS

    NADIE CONOCE MEJOR EL MUNDONGENESPANOL.COM/TRAVELER

    ABRIL 2016

    PVP

    $50.

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    Costa Rica 1,995 colonesNicaragua 60 córdobasEl Salvador 3.50 dólaresGuatemala 33.75 quetzalesPuerto Rico 3.95

  • 41Enero-Febrero

    2016

    el largo rumbo de leyen das y aventuraDesde su confín más austral hasta su frontera más septentrional, la Ruta 40 recorre arriba de 5 000 kilómetros de territorio argentino. A su paso atraviesa 20 grandes ríos, 11 provincias y un centenar de pueblos que parecen olvidados por los mapas. Una carretera a la que el tiempo y sus historias la han convertido en un mito para cualquier viajero.

    La Ruta 40 lleva hasta decenas de rincones de naturaleza mágica. En el sur patagónico, un desvío

    de la carretera se orilla hacia el monte Fitz Roy, cuya cima se eleva 3 405 metros sobre el nivel del mar. Pese a no tener gran altura, esta montaña es considerada un

    gran desafío para los escaladores debido a los fuertes vientos que azotan sus paredes casi verticales.

    Ruta 40

  • Rumbo de aventuras y sobrevivientes en el que conviven historias de viejos buscadores de oro en el fin del mundo, estancias pata-gónicas en terrenos desmedidos en los que no existen tranqueras, faros que custodian mares repletos de naufragios, pastores de cabras entre vientos impetuosos, glaciares descomunales y uvas maduras bajo el sol del verano cuyano. La Ruta 40 es la carrete-ra más extensa de Argentina, más de 5 000

    kilómetros que atraviesan el país de norte a sur, desde el confín austral patagónico de cabo Vírgenes hasta el extremo meridional de la región puneña, en la localidad de La Quiaca. En el medio, el cruce de 20 grandes ríos y 15 parques nacionales bordean las altí-simas cumbres de la Cordillera de los Andes que marcan el techo del continente america-no. Un viaje tan mágico como interminable que, sin remedio, agita la imaginación.

    Una larga senda a la que el tiempo ha convertido en

    42 NATIONAL GEOGRAPHIC TRAVELER

    leyenda

    TEXTO Y FOTOS: CHINO ALBERTONI

    El inicio de la Ruta 40 se encuentra en un sitio de desolación extrema. Forjado por cien-tos de fábulas y leyendas, cabo Vírgenes es un acantilado inhóspito que se asoma sobre las aguas casi siempre tempestuosas del estrecho de Magallanes, cuyo nombre recuerda al na-vegante portugués que descubriera este remo-to lugar del mundo, en 1521. No hay nada ahí más allá de una colonia de pingüinos y un faro centenario al que siempre sacuden los vientos.

    A pocos metros de este, orillado al comienzo de un sendero, se levanta un cartel blanco que señala el kilómetro 0 de la carretera más larga de Argentina. “Casi nadie viene por aquí, más allá de algunos autos que de tanto en tanto apa-recen con gente que quiere fotografiarse junto

    Neuquén es la última de las provincias patagónicas que atraviesa la Ruta 40 desde sus comienzos, en

    el extremo sur argentino. En territorio neuquino, la carretera recorre algo más de 600 kilómetros hasta

    llegar a las cercanías del volcán Tromen, cuya cima en invierno siempre está nevada.

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    al letrero. Es un lugar difícil, apenas se so-porta en el verano, cuando las temperaturas te mantienen caliente; el resto del año, es-pecialmente en invierno, los vientos gélidos son como cuchillos que te cortan la piel”, dice con cierta resignación José, farero de cabo Vírgenes, para quien la soledad es una triste costumbre.

    La ruta recorre arriba de 130 kilómetros hacia el norte hasta Río Gallegos, la capital de la provincia de Santa Cruz. Amplio y de tierra, este primer tramo serpentea una geo-grafía de arbustos bajos en la que la soledad apenas es interrumpida por la presencia de algunas estancias antiguas, cuyos dueños son herederos de los pioneros que se ani-maron a poblar estas tierras hace ya más de un siglo. La más importante de ellas es Monte Dinero, fundada en 1880, cuyo nom-bre refiere a los numerosos aventureros que llegaban en busca de oro. “El nombre alude al oro que había en la zona, sobre todo en costas y montes. Los primeros buscadores llegaron en 1870; para fines de siglo, se cree que había medio millar en este lugar”, dice Silvina Suárez, administradora de esta vieja estancia que cría ovinos como su principal fuente de ingresos.

    Río Gallegos rebasa los 100 000 habitan-tes y fue fundada en 1885 con el objetivo de “ejercer el dominio permanente, directo y categórico sobre el extremo continental del país, en el marco de la defensa de la sobera-nía”. En la actualidad es el centro político de Santa Cruz y casi todos los viajeros hacen una escala aquí. Desde Río Gallegos, la Ruta 40 toma un rumbo de 267 kilómetros con dirección a Río Turbio, una ciudad conocida como la capital nacional del carbón. Ubicada sobre la frontera con Chile, esta localidad se desparrama encima de las faldas de los Andes con decenas de chimeneas que desta-can sobre infinidad de casas que se cubren de nieve durante los crudos inviernos. “Nues-tra vida y orgullo ha sido siempre el carbón. Todo lo que somos como comunidad se lo debemos al carbón. Para nosotros es como el oro”, dice con orgullo Julio Menéndez, un anciano que trabajó en las minas de Río Turbio durante casi medio siglo y que ahora pasa las horas contando sus viejas historias

    a los visitantes de la ciudad. “Aquí hay turis-mo, especialmente en la Mina 1, la primera del pueblo y que ahora está acondicionada como un museo”, señala Julio.

    Tras dejar las minas de Río Turbio, la ca-rretera tuerce su rumbo al noreste para pasar por las proximidades del enorme lago Argen-tino, en cuyas orillas se encuentra la ciudad de El Calafate, la puerta de entrada al Parque Nacional Los Glaciares. En esta reserva na-tural de 700 000 hectáreas se encuentra el famoso glaciar Perito Moreno, visible desde pasarelas que se levantan sobre su frente

    que sobrepasa los 60 metros de altura. Más de medio millón de turistas llegan hasta aquí cada año, lo que convierte al Perito Moreno en uno de los principales atractivos de la Pa-tagonia junto con las Torres del Paine, en el sur de Chile.

    Siguiendo su rumbo hacia el norte, la Ruta 40 ladea el lago Viedma y cruza las aguas de deshielo del río La Leona, en cu-yas orillas existe un albergue bautizado con el mismo nombre y al que el paso del tiempo transformó en un destino tradicio-nal para quienes transitan estos rincones

    patagónicos. “Cuenta la leyenda que aquí fue atacado Francisco Moreno, naturalista y explorador argentino de la Patagonia, por un puma. Aquí, en el sur, se le dicen leones a los pumas. La del ataque era una hembra, de allí el nombre del lugar. Por suerte, More-no se salvó porque llevaba un arma consigo –relata Raúl Domínguez, comerciante que se detiene en la hostería durante sus repe-tidos viajes por la 40–. Todas las semanas voy y vengo desde Río Turbio hasta aquí,

    El Parque Nacional Los Alerces es uno de los sitios más encantadores de la Patagonia. La

    Ruta 40 lo atraviesa a su paso por Chubut, en las cercanías de la ciudad de Esquel.

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    e incluso algo más al norte, llevando un poco de todo”, dice Domínguez.

    Luego de La Leona, la carretera ingre-sa en una geografía desolada. En medio de distancias que parecen inabarcables, apenas surgen algunas pequeñas localidades como Tres Lagos, la ciudad de Gobernador Grego-res y el caserío de Bajo Caracoles, desde don-de un camino secundario lleva a la célebre cueva de Las Manos. Ubicada en el cañadón del río Pinturas, la cueva de Las Manos tiene una riqueza arqueológica excepcional en sus paredes de roca basáltica: arte rupestre per-teneciente a culturas que habitaron los sue-los patagónicos hace más de 10 000 años. El nombre de la cueva refiere a las huellas

    estampadas en las piedras con técnicas que se asemejan a la impresión con plantillas. Quien pase por la Ruta 40, no puede dejar de visitarla.

    TIERRA DE OVEJAS Y VIEJOS TRENESAl norte de la cueva de Las Manos la carre-tera ingresa a la provincia de Chubut a tra-vés de tonalidades verdes y un valle fértil en donde confluyen los ríos Guenguel y Mayo. En esa zona próspera se encuentra la ciudad de Río Mayo, que cada enero celebra la fiesta nacional de la Esquila. “Somos muy pocos durante el año, pero cuando llega la fiesta recibimos a unas 15 000 o 20 000 personas, que muchas veces tienen que dormir en la

    calle porque no hay lugar donde encontrar una cama. Son tres días de puro festejo, con cantantes famosos de todo el país y noches de doma de equinos que se alternan con de-mostraciones de esquila de ovejas –explica con tono altivo Ramón Carreño, paisano con atuendo gauchesco que asegura ser uno de los mejores esquiladores de toda la Patago-nia–. Las tijeras bailan en mis manos cuando corto la lana”.

    Trescientos kilómetros más al norte la Ruta 40 comienza a adentrarse en el bosque andino patagónico, un ecosistema de climas húmedos y fríos en los que predominan ár-boles altos como la araucaria y el alerce. Aquí habitan decenas de comunidades mapuches,

    la mayor de las etnias originarias en la ac-tualidad. “Somos una nación muy grande, unos 100 000 en toda nuestra Patagonia. Ha pasado el tiempo, penurias de la Conquis-ta, de los hombres blancos, pero seguimos existiendo”, dice Rufina con voz firme, una mapuche de ojos negros con algo más de 70 años. Ella vive en Esquel, ciudad de 30 000 habitantes considerada la más importante del occidente chubutense y reconocida por la Trochita, un tren a vapor cuyo nombre popular refiere a las angostas trochas (el ancho de las vías) de 75 centímetros sobre las que transita. “La Trochita es un símbolo

    Un minero del pueblo de Río Turbio, un grupo de guanacos sobre las estepas del norte de Santa Cruz y el espectacular glaciar Perito Moreno. Tres postales de la

    Ruta 40 durante su recorrido por la Patagonia.

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    Un arriero lleva a sus ovejas por los cerros del sudoeste de Santa Cruz. En la Patagonia, los arrieros practican la trashumancia, que consiste en el traslado de sus rebaños hasta los campos ubicados en lo alto de las montañas. Esto permite a sus animales encontrarse con pastos tiernos y agua en abundancia.

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    de lo nuestro y, como los mapuches, tam-bién ha logrado sobrevivir al tiempo”, seña-la Rufina, cuyo fallecido marido trabajó en ese tren durante casi dos décadas. Declarado Monumento Histórico Nacional en 1988, la Trochita tiene más de 80 años de historia; hoy, únicamente realiza pequeños circuitos turísticos que unen a Esquel con el cercano poblado mapuche de Nahuel Pan. Un corto viaje de 32 kilómetros que inevitablemente aviva la nostalgia.

    Epuyén, El Hoyo y Lago Puelo son las últi-mas localidades que atraviesa la 40 antes de ingresar en la Provincia de Río Negro. A poco de cruzar la frontera, el asfalto de la carrete-ra llega al lago Nahuel Huapi, en cuyas orillas se encuentra San Carlos de Bariloche, una ciudad que desde hace más de medio siglo es el referente principal del turismo invernal, no solo en el sur argentino, sino en toda La-tinoamérica, en especial por las 1 200 hectá-reas para esquí y snowboard que conforman el centro de invierno de cerro Catedral. Más hacia el norte, ya en la provincia de Neu-quén, la Ruta 40 llega primero a Zapala y luego a Chos Malal, las dos últimas grandes ciudades patagónicas antes de que el cauce serpenteante del río Barrancas marque el fin de la región más austral de Argentina. “El Barrancas es geográficamente el límite noroeste de la Patagonia. Más hacia el orien-te, este río alimenta las aguas del Colorado que siguen marcando una frontera geográ-fica hasta que desembocan en el océano Atlántico. Al norte de este límite comienza Cuyo, la región en donde se encuentran las máximas alturas y los mejores vinos del país”, señala Juvenal Urrutia, un hombre nacido en esta zona de fronteras y que en la actualidad es intendente de Barrancas, un minúsculo pueblo ubicado a las orillas del río que tomó prestado su nombre.

    EL SABOR DEL BUEN VINOLas cumbres de Cuyo están siempre cubier-tas de nieve y sus vinos tienen sabores ini-maginables. La Ruta 40 atraviesa gran parte de esta región por zonas de viñedos fértiles. Al ingresar a Mendoza, la carretera asciende la maravillosa y empinada cuesta de Chiui-do, la cual preludia la llegada a Malargüe,

    una ciudad de casi 30 000 habitantes que a mediados de enero de cada año celebra la Fiesta del Chivo. En esta celebración, miles de estos animales son asados en las calles en medio de un festín desmesurado en el que la carne tierna se acompaña con mucho vino tinto.

    Apenas más al norte de Malargüe, el as-falto llega hasta El Sosneado, un pequeño pueblo de crianceros y baqueanos en donde la ruta se transforma en un áspero camino

    de terracería que serpentea un paisaje de pastos bajos dominado por la figura del vol-cán Diamante. Al seguir ese rumbo, surgen caseríos y parajes que tal vez hubieran des-aparecido si la ruta no los transitara; sitios como La Jaula, en donde funciona un cole-gio al que asisten hijos de comerciantes que a veces cabalgan todo el día para llegar a estudiar. “Los chicos que vienen a la escuela cumplen con un régimen de pupilos. Duer-men y comen con nosotros durante unos

    20 días y después vuelven a sus casas una semana. Así se van intercalando los tiem-po hasta que terminan el año escolar. Si no fuera de esa forma, no podrían asistir a la escuela. Muchos vienen de tan lejos que les resulta imposible regresar todos los días”, explica Julio, uno de los maestros.

    El asfalto retorna a la Ruta 40 luego de un centenar de kilómetros de terracería hasta

    El azul profundo de un arroyo catamarqueño se confunde con los tonos rojos de los cerros. En el

    noroeste argentino, la intensidad de los colores es un rasgo distintivo del paisaje.

  • llegar a Pareditas, una localidad de poco más de 1 000 habitantes desde donde es po-sible ingresar al fértil valle de Uco, una de las regiones vitivinícolas más importantes de Mendoza. Aquí, los suelos aluviales, la escasez de lluvias y la amplitud térmica se combinan a la perfección para favorecer el cultivo de la vid. “Tenemos el mejor clima que uno pueda pedir para la producción de vinos. Nuestros Malbec, Cabernet, Sauvig-non Blanc, Merlot y Chardonay no solo son exquisitos, sino también una marca registra-da de excelencia en Argentina y el mun-do –señala Martín Hinojosa, enólogo y pro-pietario de tercera generación de la bodega

    Hinojosa, en la localidad de Tunuyán–. Mu-chos de los que andan por la 40 paran por acá y se toman un buen Malbec antes de se-guir su camino”.

    Así se transita hasta llegar a ciudad Men-doza, la capital provincial y la localidad más poblada de las que atraviesa la carretera. Más de 900 000 personas viven allí, donde se encontraba la marca del kilómetro 0 de la vieja y original Ruta 40. “Cuando se dise-ñó la ruta en los años treinta, el kilometraje se contaba desde Mendoza –cuenta el guía turístico Rogelio Hernández en la intersec-ción de las calles San Martín y Garibaldi, el punto exacto donde antes se encontraba

    aquella señal–. Ya no quedan rastros. Se le-vantó cuando ensancharon la calle San Mar-tín para convertirla en avenida”, dice con tono nostálgico.

    POETAS Y MOLINOSMás al norte de Mendoza, la ruta se interna en una zona árida a la que los mendocinos llaman desierto. Es la antesala para llegar a San Juan, la provincia en la que naciera Do-mingo Faustino Sarmiento, uno de los pró-ceres más reverenciados de Argentina cuya imagen aparece en los billetes de 50 pesos. Nacido en febrero de 1811, Sarmiento pasó gran parte de su vida en la ciudad de San

    Juan, donde se le conmemora en varios mo-numentos y rincones, entre ellos una piedra en el parque Zonda sobre la que, según la leyenda, el prócer escribió una frase que re-zaba: “Las ideas no se matan”, al huir hacia Chile de la persecución de sus enemigos po-líticos. Años después, cuando aquellos ene-migos desaparecieron, Sarmiento volvió al país y logró ser el séptimo presidente cons-titucional de la República Argentina, entre 1868 y 1874.

    Después de la capital provincial, el asfalto lleva hasta San José de Jachal, el centro de la

    Pág. op.: lazos y boleadoras, elementos indispensables de los arrieros en el sur mendocino.

    Arriba: un puente colgante cruza un río de aguas rápidas, en el Parque Nacional Los Alerces.

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  • “La Trochita, declarado Monumento Histórico Nacional en 1988, es un símbolo

    de lo nuestro y, como los mapuches, también ha logrado sobrevivir al tiempo”.

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    actividad agrícola del norte sanjuanino. En el pasado, la zona en la que se asienta Jachal albergó numerosos molinos harineros con paredes gruesas de adobe que funcionaban con energía hidráulica. El más célebre de to-dos está en el pueblo de Huaco; construido alrededor de 1850, ese molino es una reli-quia imperecedera al que el mismo Buena-ventura Luna, el más venerado de los poetas sanjuaninos, le dedicara uno de sus versos más famosos. “A tu molino viejo quiero vol-ver, hoy que de amarga vida probé la hiel”, escribió el poeta, cuyos restos descansan en una tumba del cementerio huaquense, allí la gente se reúne a cantar sus letras cada 29 de julio, la fecha de su muerte.

    A pocos kilómetros de Huaco se encuen-tra la provincia de La Rioja, un pueblo de casas bajas que se ha convertido en el eje tu-rístico de la zona ya que desde ese punto se accede al sorprendente Parque Nacional Ta-lampaya. Declarado por la Unesco como Pa-trimonio de la Humanidad, Talampaya cons-tituye una importante reserva arqueológica y paleontológica enmarcada en un paisaje de formaciones rocosas con tonos rojizos que en el atardecer parecen encenderse de fuego. En las cercanías, parte de la misma cuenca geológica, está Ischigualasto, otra espectacular zona protegida también decla-rada Patrimonio de la Humanidad y cuyas espectaculares geoformas constituyen un sello distintivo de la región y de Argentina.

    Desde Villa Unión, la Ruta 40 asciende hasta la cuesta de Miranda, a más de 2 000 metros de altura, y luego baja hasta la ciu-dad de Chilecito. La historia de esta popu-losa ciudad, en la que viven arriba de 40 000 personas, está estrechamente ligada al ca-blecarril de La Mejicana, una mina de oro situada en el cerro Famatina. Construido en 1905, el cablecarril transportaba el mineral a lo largo de 35 kilómetros de montañas, una de las obras de ingeniería más impor-tantes de su época. En desuso desde hace más de 80 años, hoy es parte importante del patrimonio cultural riojano.

    El noroeste es la última de las regiones que atraviesa la Ruta 40 en su camino fi-nal, rumbo a la ciudad jujeña de La Quiaca. Allí, las tierras combinan valles fértiles con

    planicies de extrema sequedad. El tiempo parece transcurrir lento, pausado y ajeno a los apuros. En Catamarca, una de las cuatro provincias de la región, la mayoría de las co-munidades son sitios de vidas sin prisas, en los que la gente no corre ni levanta la voz al hablar. Por tierras catamarqueñas, la ca-rretera atraviesa localidades pequeñas de casas de adobe y puertas siempre abiertas, como Belén y Hualfin. Habitado por menos de 1 000 personas, es un pueblo que alcanzó

    la fama por tener una bodega municipal que produce un excelente Malbec, cuyo sabor es comparable con muchos de los mejores vinos mendocinos. Al norte comienza la región de los valles Calchaquíes que se extienden como una larga franja de más de 500 kiló-metros que atraviesa no solo de Catamarca sino también de Tucumán y Salta. Como si fuera su columna vertebral, la Ruta 40 reco-rre los valles en forma longitudinal, de sur a norte, hasta abandonar por completo el

    paisaje verde y comenzar a escalar las lade-ras que lo llevan hasta lo alto del abra del Acay, a 5 061 metros sobre el nivel del mar, el punto más alto de la Ruta 40 y la vía más alta de todo el continente americano.

    Del otro lado del abra del Acay se encuen-tra el viaducto de la Polvorilla, un puente de metal con más de 60 metros de altura sobre el que cruzan las vías del mítico Tren a las

    El contrastante perfil del Hongo se dibuja contra el último cielo de la tarde. El Hongo es una de las

    geoformas más populares de Ischigualasto, una reserva natural ubicada en el norte de San Juan.

  • Nubes, uno de los trenes de alta montaña más populares del mundo. Bajo ese puente pasa la Ruta 40, que no es allí más que una huella de tierra que se va metiendo de a poco en el corazón de la Puna, una región desértica donde la termperatura en los días de verano son un infierno y un glaciar en los inviernos. En medio de una soledad que conmueve, la ruta apenas si se orilla a un par de pueblos que parecen heridos por el desamparo y el olvido, como Pasos Chicos, Puesto Sey, Susques o Santa Catalina. Jus-tamente en este último poblado, la carre-tera cambia su dirección hacia el sudeste y continúa hasta el final paralela a la línea limítrofe con Bolivia. El camino asciende hasta el abra de Toquero y desciende has-ta La Quiaca, una localidad de 15 000 ha-bitantes que es la última escala del largo rumbo de la 40.

    Entre casas antiguas, la carretera de re-pente se confunde con una calle de asfalto

    que atraviesa la ciudad de punta a punta hasta terminar el puente internacional La Quiaca, el cual cruza un arroyo malolien-te que marca la frontera entre Argentina y Bolivia. “Aquí se termina el país”, dice un chico de ojos negros con el rostro cobrizo que, por unos pesos, ofrece a los turistas sacarse una foto con él junto a un cartel verde que indica las enormes distancias que separan a La Quiaca del resto de Ar-gentina. Hasta allí, hasta ese cartel verde, han sido más de 5 000 kilómetros desde el muy lejano cabo Vírgenes, aquel inhóspito confín patagónico en donde el rumbo co-menzó. Y la aventura de la 40 se transfor-ma entonces en recuerdo.

    El molino harinero Nant Fach es herencia directa de la colonización galesa

    de la región patagónica argentina. Está ubicado en Trevelin, un pequeño pueblo de Chubut.

    LIBRO DE CONSULTA

    La larga ruta Argentina

    DÓNDE DORMIR

    Sheraton MendozaCuenta con 180 ha-bitaciones. Precios desde 160 dólares. starwoodhotels.com

    Hotel PatagoniaEstilo ejecutivo en Río Gallegos, precios desde 100 dólares. hotel-pata-gonia.com

    Posada Los ÁlamosEn el centro de El Calafate, una de las

    mejores opciones para visitar el Peri-to Moreno. Desde 300 dólares. posa-dalosalamos.com

    Cacique InacayalEn San Carlos de Bariloche, frente al Lago Nahuel Huapi. Cuenta con servicio de spa incluido. ho-telinacayal.com.ar

    Del Bono ParkUbicado en la ciu-dad de San Juan,

    desde 125 dólares. delbonohotels.com

    DESTACADOS

    Parque Nacional Los GlaciaresUbicado en las cercanías de El Calafate. Allí se encuentra el gla-ciar Perito Moreno, una de las mayo-res atracciones de la Patagonia. La tarifa de ingreso al Parque Nacional es de unos18 dólares.

    La TrochitaEs el más le-gendario de los ferrocarriles pata-gónicos. Recorre dos tramos de 18 kilómetros en un viaje de tres horas desde Esquel al paraje Nahuel Pan. Tiene salidas todo el año y hasta seis salidas semanales en el verano. esquel.tur.ar

    Tren a las NubesOtro ferrocarril legendario que se interna en la re-gión puneña. Parte los jueves y sába-dos a las 7:05 ho-ras de la estación de Salta, y regresa al mismo sitio a las 23:48 horas. El recorrido de ida llega hasta el viaducto de La Polvorilla, a más de 4 200 msnm. El valor del pasaje de ida y vuelta es de unos 150 dólares. trenalasnubes.com.ar

    OcéanoAtlántico

    Bariloche

    Esquel

    Los Antiguos

    El Calafate

    Río Gallegos

    Cabo Vírgenes

    Mendoza

    Malargüe

    San Juan

    Chilecito

    La QuiacaCHILE

    BOLIVIA

    Bariloche

    Esquel

    Los Antiguos

    El Calafate

    Río Gallegos

    Cabo Vírgenes

    Mendoza

    Malargüe

    San Juan

    Chilecito

    La Quiaca

    ARGENTINAARGENTINA

    SaltaSalta

    ATLAS

    La Ruta 40 recorre 5 100 kilómetros de territorio argentino, desde la Patagonia hasta La Puna. Gran parte de su trazado lo realiza de manera paralela a la Cordillera de los Andes. argentina.tur.ar

    Argentina

    T I P F O T O G R Á F I C O

    L AS CURVAS EN “ESE”Las rutas suelen ser aliados perfectos para una buena composición fotográ-fica, en especial en aquellos tramos en los que su trazado conforma curvas en “ese”. Estas líneas curvas proporcionan belleza y movimiento a la ima-gen, al tiempo que refuerzan la idea de profundidad de la composición. En estas fotografías, la mirada recorre inevitablemente el rumbo curvo de la ruta y lleva los ojos hasta su hipotético final.

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    La Ruta 40 es la más larga de Argentina y también una de las más extensas del mun-do. Tiene alrededor de 5 100 kilómetros que atraviesan tres grandes regiones y casi una docena de provincias argentinas. Su origen data del año 1935, cuando la Direc-ción de Vialidad Nacional diseñó el primer esquema de numeración de carreteras nacionales e incluyó a la 40 entre aquellas. Por ese entonces el trazado era diferente del actual y a lo largo del tiempo recibió sucesivas modificaciones hasta que en no-viembre de 2004 se fijó el recorrido definitivo desde cabo Vírgenes hasta La Quiaca y se adecuaron los mojones kilométricos al nuevo trayecto fijando el inicio del mismo en su extremo austral.

    • Visita la fotogalería en ngenespanol.com/traveler

    Escucha nuestra Playlist

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    CHINO ALBERTONI nació en Londres pero ha vivido casi toda su vida en Buenos Aires, Argentina. Es periodista, fotógrafo y autor del libro Latidos.

    NGT Tapa Ruta 40NGT Ruta 40