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EL CAM BIO EX TE RIOR Memoria Hacienda -3 Ministerio de Hacienda y Crédito Público (Colombia)

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EL CAMBIO EXTERIOR

Memoria Hacienda- 3

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La balan::a de pa­~os. Factores de

desequilibrio.

Desde antes del estallido del conflicto bélico, la balanza de pagos, que en el año de 1938 arrojó saldo favorable merced sobre todo a las restricciones entonces vigentes para la importación de textiles,

empezó a mostrar un acentuado desequilibrio a causa del muy considerable aumento de las importaciones. En este acrecenta­miento de las compras en el Exterior obraba sin lugar a duda el temor a la guerra, y fue en previsión de ella principalmen­te que el comercio colombiano efectuó grandes pedidos y acu­muló considerables existencias. P ero también tuvieron influen­cia la baja e n la cotización de ciertos productos en los mer­cados externos, como ocurrió con el trigo, y el innegable au­mento en la capacidad compradora de nuestro pueblo estimu­lada por los buenos precios que alcanzó el café desde fin es de 1938 y por la creciente prosperidad interna.

Más tarde, han llegado a ser los renglones del activo de la balanza los que al decrecer enormemente acentuaron el desequi­librio: la crisis del café, la disminución en la importación de capi­tales, el descenso en los precios de los cueros, el cierre práctico de la exportación de tabaco. Pero toda via están pesando podero­samente los pagos correspondientes a las compras del pasa­do aiio.

La apertura por el Export-Import Bank of Washington de u n crédito de diez millones de dólares al Banco de la Repú­blica, compensará parcialmente esa situación. Pero debemos confesar que mientras no se obtengan nuevos capitales en el Exterior o mejore la situación del café, las condiciones futu­ras no serán en manera alguna halagadoras. Estamos compran­do mercancía más cara que antes de la guerra y tenemos to­davia un pasivo proveniente de compras anteriores acumula­do en el país, sin contar con el que constituyen las utilidades de ciertas compañías extranjeras que se remesan regularmen-

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te al Exterior y cuyas transferencias no ha podido autorizar ahora la Oficina de Control de Cambios. Por otra parte, si bien nuestra producción de oro aumenta, casi todos los otros ren­glones del activo de la balanza han decaído o se encuentran amenazados. Sin contar el café, los cueros y el tabaco a que ya hicimos alusión, debemos advertir que las entradas provenien­tes de la exportación de banano, afectadas como están grave­mente las plantaciones por la sigatoka, snfrirán una disminu­ción apreciable. Y desde los últimos días de junio, la Tropi­cal Oil Company rebajó su producción de petróleo, como con­secuencia de la situación creada para esta indnstria por los últimos acontecimientos mundiales. Si a todo esto se agrega cierto desfallecimiento en la actividad con que otras compa­ñías petroleras venían trabajando en el país, el panorama se presenta realmente como muy oscuro, justificando la crecien­te inquietud con que el Gobierno viene examinando el curso de los acontecimientos.

Es verdad que un gran esfuerzo aplicado al desarrollo de la producción de algunos artículos para el consumo interno, puede colmar en tiempo relativamente corto el déficit entre la producción y el consumo de ciertos renglones específicamen­te considerados. Pero no hay que olvidar que todo esfuerzo qne se realice para aumentar nuestra producción implica tam­bién la importación de maquinaria, de abonos, de elementos de transporte, etc. Las nuevas adquisiciones que el país debe hacer para su desarrollo, reemplazan muy rápidamente a las que deja de efectuar cuando la producción alcanza al consu­mo nacional en cualquier ramo. Naturalmente, la evolución es benéfica. No es lo misma agotar nuestra capacidad de compra en el extranjero adquiriendo artículos para el consumo direc­to, que comprar instalaciones representativas de una inversión de capital fijo rápidamente reproductivo y las cuales implican la creación de un equipo económico cada día más completo. Esto es esencial, y debe tenerse muy presente cuando se trate de juzgar la orientación nueva del Gobierno en materia de cam­bios internacionales, como vamos a verlo más adelante. Pero no es menos cierto que durante mucho tiempo tendremos ne­cesidad de realizar grandes compras en el extranjero. Nuestro problema de disponibilidades de cambio es un problema vital, y no se puede considerar con el criterio ligero de quienes afir­man que nos bastaría dejar de importar arroz, trigo, patatas,

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cebollas y algunas cosas más para que se realizara el equili­brio de la balanza. Esa conclusión sólo sería cierta si fuéra­mos a mantener estacionaria nuestra economía. Pero como en esta materia el ideal es muy distinto, nuestra aspiración tiene que ser también radicalmente diferente. De ahí que veamos con profunda alarma la disminución en el valor de los activos de nuestra balanza, y de ahí también que concedamos importan­cia grandísima a todo lo que contribuya a crear condiciones propicias para el aumento de nuestras exportaciones o la in­versión en Colombia de capitales extranjeros.

No es fácil realizar lo primero. Está bien que nos apli­quemos a crear nuevas industrias de exportación con fervor y con tenacidad. Pero .los resultados se demorarán años. Por mucho tiempo todavía, el problema del café continuará sien­do fundamental en nue3tra política de cambios externos; si llegáramos a olvidarlo, la realidad se encargaría de desenga­ñarnos muy pronto.

En otro aparte de este estudio examinaremos a espacio lo relacionado con la venida al país de nuevos capitales. Por ahora nos limitaremos a indicar que, en nuestro concepto, la estabilidad en el tipo del cambio exterior ea una condición fundam ental para aquéllo y que no hemos perdido de vista esa consideración en el planeamiento y desarrollo de nuestra política. Como no hemos perdido de vista tampoco la relación que guarda con este mismo problema, e l de nuestro crédito público externo.

En la Memoria de Hacienda presentada al Congreso al inaugurarse las sesiones ordinarias de 1939, se puso de presen­te, al analizar la balanza de pagos internacionales tal como aparece formada por la Oficina de Control de Cambios, el desequilibrio producido en el primer semestre de ese año. En efecto, de enero a junio, el saldo desfavorable ascendió a US$ 4.708.989.17. Ese déficit se aumentó aún en el segundo se­mestre, y alcauzó para el año la crecida cifra de US$ 8.245.889.22, como se desprende del siguiente cuadro, que muestra además las cifras correspondientes a 1938 y al primer semestre del corriente año.

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1938

1 1939 1 19-«>

CONCEPTO U S$ US$ 1 (l .er &eme&tre)

U S$

Residentes en el Exterior. 4.873.405 31 5.447.145 72 2.200.546 71

Importaci6n de me-rcanciu 58.738.218 54 72.416.658 09 39.813.063 32

Dendas anteriores a 1931. 392.654 26 682.154 93 11.301 07

Conceptos varios ... ....... .... 8.215.878 02 11.281.806 55 5.258. 701 54

Compensaciones alemanas. 13.472.696 l .J 12.188.804 48 835.815 i7

Gobierno Nacional ..... . . ..... 4.542.075 16 4.510.223 6·1 3.164.2~8 13 --- - ---- - - -- -

Total de autorizaciones . ... 90.234.ú27 43 106.526.793 41 51.283.694 !)4

Total de entradaa de oro y d.ivi&a.s por todoa COn·

95.333.440 05 98.280.904 10 39.653.721 72 ceptos ......................... . ...._. ________ --- - ----- ----- --

Balanza : . ............... . + 5.098.512.6:.! - 8.245.889 22 - 11.629.972 82

Como puede observarse a primera vista, el renglón corres· pondiente a importación de mercancías, al cual debe lógica· mente sumarse el de compensaciones alemanas, fue muy alto en 1939 y se mantiene a un nivel sensiblemente igual en el primer semestre de 194{). En 1938 se había producido una disminución con r elación al año anterior, por causa, como ya lo hemos dicho, de las restricciones impuestas a la importa­ción de textiles. En 1939 se superan las cifras de 1937, con amplio margen. En el primer semestre de este año hay un cambio notable, pero no en cuanto al volumen de autoriza­ciones para pago de mercancías sino en cuanto a su compo· sición. En efecto, bajan a un mínimum las estipuladas en marcos de compensación y suben al nivel máximum las esti­puladas en divisas libres. Al paso que el total en 1937 fue de US$ 76.486.464.66 y en 1938 de US$ 72.210.914.68, ese mismo total alcan.za en 1939 a US$ 84.605.462.57, y en el primer se­mestre del año en curso a US$ 40.648.879.29, a pesar de que las compensaciones alemanas fueron sólo de US$ 835.815.77, lo que refleja con fidelidad el cambio fundamental que ha trai­do consigo en el campo de nuestro comercio internacional el conflicto bélico europeo.

Naturalmente, la crecida cifra de licencias para pago de importaciones de este último semestre representa ante todo el pasivo acumulado por las fuertes importaciones del año anterior.

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Porque las licencias para importaciones propiamente dichas, o sean las del registro de pedidos autorizados, van descendien· do a medida que avanza el año. En efecto, de enero a mayo, tal registro suma US$ 38.524.045.36 contra US$ 53.612.466.11 en igual período del año anterior. Esta baja se reflejará du­rante los meses que vienen en una menor demanda de giros.

Después de establecido el régimen de turnos para la venta de cambios exterior, las cifras representativas de las licencias deben interpretarse a la luz de las consecuencias que trae con­sigo dicha reglamentación. En efecto, las solicitudes aprobadas no pueden usarse sino cuando les toca el tOl'no, lo que vale decir que el desequilibrio de la balanza se traduce en la exis­tencia de un pasivo potencial que sólo entra a jugar en el mercado del cambio gradualmente, a medida que la Oficina de Control va asignando copos para las solicitudes pendientes.

El oro. 'u papel en nuestra economía monetaria y en el

intercambio inter11acional.

No se puede acometer la exposición y defensa de la política de cambios segui­da por el Gobierno, sin un previo aná­lisis, que la índole de este informe debe restringir a máximos limites de concisión, acerca del papel actual de las reservas metálicas y de la evolución que con res­

pecto a él e ha · registrado tanto en el campo de la teoría abstracta como en el de la realidad económica contempo­ránea.

El uso de la moneda metálica como medio de pago en el interior de cada país, es un hecho que parece haber entrado definitivamente en los dominios del pasado económico. No hay en la actualidad ningún banco central que esté obligado a convertir sus billetes en piezas de oro. Una revolución mone­taria, sin precedentes en la historia por Jo rápida y por lo universal, condujo del Gold Standard clásico al Gold Bullion Standard o al Gold Exchange Standard, restringiendo el papel del oro al de una mercancía que debe servir únicamente para cubrir los saldos que arroje el intercambio internacional de productos y de capitales. Dentro de esa nueva situación se conserva, sin embargo, en muchos países, y entre ellos el nues­tro, la obligación legal para el Banco emisor de mantener un encaje metálico que guarde determinada relación con el TO·

lomen de billetes y con el de depósitos. Actualmente en Co­lombia, y de acuerdo con el articulo 7. 0 de la Ley 167 de

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1938, el encaje debe equivaler al 50 por 100 del monto de los billetes en circnlación y al 25 por lOO del de los depósitos.

No existiendo la convertibilidad del billete, se preguntan algunos qué objeto tiene ya la conservación de ese encaje. La respuesta se desprende de lo que acabamos de exponer: se ne­cesita mantener un determinado volumen de reservas metáli­cas y de divisas extranjeras para atender a los posibles des­equilibrios en la balanza de pagos. En esta forma, se hace posible mantener estable el cambio exterior y se evita que un desequilibrio temporal de la balanza, o bien deprecie la mo­neda nacional demasiado bruscamente con relación a las divisas extranjeras, o bien conduzca a restricciones de la importación excesivamente drásticas, alterando, de consiguiente, el desarro­llo normal de la economía y la naturaleza de los consumos en el interior del país.

Este papel lo pueden jugar igualmente las reservas de oro, moneda internacional, o las reservas en monedas extranjeras (Gold Exchange Standard). Pero la inestabilidad monetaria, común a todos los países desde el abandono del patrón de oro por Inglaterra, ha venido haciendo aconsejable no mante­ner un excesivo encaje en divisas extranjeras.

Dentro del régimen del Gold Standard clásico el encaje, proporcional a la circulación de billete~, estaba destinado a atender las demandas de conversión de billetes por monedas metálicas. Dentro del nuevo papel del oro, es principalmente a los posibles saldos de la balanza de pagos internacionales a lo que hay que poner especial atención. La mayor o menor am­plitud de sos oscilaciones sirve de guia para determinar la magnitud de las necesidades en materia de reservas. Esto no quiere, sin embargo, decir que pueda dejarse de tomar en cuen­ta el volumen de los medios de pago en circulación (billetes y depósitos en cuenta corriente). La abundancia de medios de pago en el interior del pais guarda una relación íntima con el posible monto de las compras en el Exterior y de consi­guiente con la demanda potencial de giros. A mayor volumen de circulación monetaria corresponde teóricamente mayor de­manda de cambio exterior. Por este aspecto, la fijación de nn encaje relacionado con el volumen de billetes y de depósitos encuentra su justificación científica.

Colombia es nn país productor de oro y exporta regalar­mente la totalidad de su producción para atender al desequi-

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librio de su balanza de pagos. Sus reservas metálicas en los últimos treinta meses han oscilado entre un mínimum equi­valente a US$ 20.978.838.38 (marzo de 1938) y nn máximum de US$ 27.507.726.12 (enero de 1940). En jonio de 1940 tenía­mos oro y divisas por valor de US$ 24.302.600.64. Ese volu­men de reservas no parece en manera alguna excesivo si se consideran la magnitud de las variaciones en loa saldos de nues­tra balanza de pagos y las cifras de nuestros medios de pago en circulación. El siguiente cuadro muestra cuáles han sido las variaciones sufridas por las reser vas en ]os últimos tiempos:

Meses.

Enero . . ...................... .. .......... US$ fi..,ebrero .... ..................... .. .. ...... .. .. .. .. Marzo ...................... .. .. ............ .. .. .. .. • .t\bril. .. ........................................... .. 1\1ayo ............ ....................... ..... ...... . J unio ........ ............................ ........ ... . J olio ................................... ......... .. ..... . A~osto .............................. ........... .. .. Septiembre ........... .. ................... .. ... . Octubre ............... ............................. . Noviembre ..................... ............... . Diciernbrc ...... ............................... .

Reservas en oro y dólares.

10~9. 19<!0.

26.653.498.33 26.208.971.30 23.569.686.63 23.092.612.41 22.888.705.61 23.028.884.85 22.493.319.69 2 1.249.600.22 24.226.003.82 23.925.870.72 24.884.101.44 24·.188.114.68

27.507.726.12 25.305.144.95 25.567.353.72 24.828.933.25 24.911.399.52 24.302.600.64

Resulta aparentemente lógico preguntarse por qué en estos momentos de desequilibrio y dada la función que tienen las reservas y que acabamos de exponer, se interviene con medidas restrictivas en el control de los cambios, como lo venimos ha­ciendo desde diciembre de 1939, en lugar de permitir que esas reservas cumplan libremente su función económica. La respues­ta es bien fácil: dada la magnitud del actual desequilibrio, del cual dan idea las cifras sobre balanza de pagos que consigna­mos atrás, una completa libertad de cambios podría pro­ducir un agotamiento demasiado rápido de las reservas. En­tonces, el tipo del cambio subiría también con brusquedad excesiva y la restricción de las importaciones seria drástica, llevando sin transición de un estado de completa normalidad en las compras al Exterior, a otro de absoluta escasez. Como no es posible hacer previsión fundada sobre la duración que

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puedan tener las terribles circunstancias actuales, resulta por todo extremo prudente no agotar en pocos meses nuestros me­dioe de defensa e ir graduando adecuadamente el sacrificio de nuestras reservas, que es precisamente lo que se ha estado haciendo. Sin contar con que la venta ilimitada de giros por el Banco emisor, cuando ha disminuído el valor de los acti­vos de la balanza, engendra forzosamente una restricción del medio circulante acompañada de los fenómenos propios de la defiación monetaria. Un movimiento de esa naturaleza hubie­ra precipitado la crisis interna, como en 1929.

Parecía, pues, indicado establecer ciertas restricciones que adelante explicaremos, y para no hacerlas demasiado duras conseguir créditos en divisas extranjeras pagaderos en un tiem­po más o menos largo, con lo cual se obtenía una inmediata disponibilidad de divisas repartiendo su reembolso en plazos adecuados. En otras palabras, no se podía dejar pesar el défi­cit actual de la balanza sobre las reservas y sobre las dispo­nibilidades ordinarias de cambio, tan disminuídas ahora. Por el contrario, convenía repartir la carga, ya aplazando las li­cencias para compra de giros, ya vendiendo las divisas pro­venientes de créditos externos pagaderos más tarde y gradual­mente, lo que en el fondo guarda cierta equivalencia. EJ últi­mo procedimiento es naturalmente más cómodo para todos y conserva mejor la normalidad del comercio internacional. Pero no sería posible usarlo exclusivamente sino en el caso de que hubiera esperanzas de un mejoramiento rápido de la situa­ción. Como no ocurre precisamente así, ha sido necesario com­binar los dos sistemas: el de las restricciones, de efecto inme­diato y graduable a voluntad por el Gobierno, y el del uso de créditos que se quiso obtener desde el primer momento me­diante gestiones que culminaron en el préstamo del Export­Import Bank que comienza ahora a utilizarse.

Ya habrá ocasión de exponer a espacio las características de esta última negociación. Pero tenemos que advertir aquí que, desde el punto de vista de la política del cambio exte­rior, el préstamo indicado tiene especiales ventajas, pues su­ministrando una disponibilidad inmediata, sólo impone un reembolso gradual en ocho años, lo que equivale a repartir en ese tiempo una parte del déficit de la balanza engendrado por la anormalidad actual.

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Se ha dicho, con criterio ligero, que la operación de que venimos hablando no es en manera alguna ventajosa porque estamos obligadoa a comprar mercaderías americanas por un valor igual al prestado. Si quienes tal cosa afirman se hubie­ran detenido a examinar la forma peculiar del crédito abierto, no hubieran formulado esa observación. Los procedimientos escogidos, y que más adelante serán explicados ampliamente, como se acaba de decir, no nos imponen adquisiciones adi­cionales en el Exterior, sino que facilitan el pago de las que se vienen realizando. Desde este punto de vista la operación es inobjetable y su benéfica influencia sobre el mercado de los cambios, sobre el comercio internacional y consecuencialmen­te sobre la renta de adu.anas, bastaría para justificarla, si no mediaran además consideraciones de otra índole que serán explicadas a su debido tiempo.

Se han exteriorizado temores acerca de 1~·¡ f uturo del oro. la suerte futura del oro como patrón

monetario internacional. El asunto no es indiferente para nosotros, como no lo es par a ninguno de lo paLes productores, y conviene enu nciarlo brevemente aquí.

\n te todo. precisa establecer las caracteristicac; del pro­blema.

;.Qué se quiere decir, en rea lidad, cuando se habla del aban­dono del oro como patrón monetario? Ya vimos que la circula­ción metálica está descartada en todos los países; la perspectiTa que ahora se teme es, pues, distiuta.

lloy el precio del oro está regido por el que pagan los Es­tados Unidos (US$ 35 la onza). Existiendo la posibilidad de cambiar oro por dólares y de convertir éstos en otras divisas, al tipo de cambio vigente en Ja fecha de la operación, el pre­cio es prácticamente uniforme en todas partes, con la sola diferencia que puede implicar el gasto tle transporte y seguros. Esta situación permite: a} Cubrir con oro los saldos desfaYo­rables de la balanza de pagos, cualquiera que sea el país con el que se produzca el desequilibrio. b) Acumular reservas pro­venientes de saldos favorables de la balanza o de la propia producción de oro, para utilizarlas en el futuro en pagos a cualquier país y en cualquier tiempo.

El equilibrio en la distribución mundial del oro se ha al­terado grandemente desde la primera guerra mundial, por la acumulación de un enorme stock en los Estados Unidos prin-

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cipalmente. En los últimos meses, y como consecuencia del nuevo confiicto, el desequilibrio se ha vuelto aún más notorio y es sn constatación lo que ha hecho que se planteen, cada vez con más insistencia, los temores de que hablamos atrás.

¿Cómo podrían esos temores convertirse en realidad? Teóri­camente pueden concebirse düerentes caminos. En primer tér­mino, un acuerdo general de todas las naciones para reem­plazar el oro por una moneda de cuenta. U na gran cámara de compensación internacional haría las liquidaciones, y en lugar de que se efectuaran traspasos de oro de país a país, se harían débitos y créditos en las cuentas de las naciones. Esta ha sido una concepción planteada de años atrás por ciertos economis­tas; representa la universalización de sistemas que cada día cobran más auge en el movimiento interno de cada pais y que ya han sido ensayados en cierta escala para lo internacional. El Banco de Arreglos lntet·nacionales de Basilea respondía parcialmente a una orientación de esa índole.

Claro que hay que anotar que no es lo mismo economizar el uso del oro y evitar traspasos inútiles, que eliminarlo total­mente como medio de pago entre las naciones.

La implantación de este sistema tendría que responder, como quedó indicado, a un acuerdo de todas las naciones, lo cual no parece ahora verosímil. El oro representa para los países que actualmente lo poseen y para los que lo producen un poder de compra en el extranjero y también la posibilidad de hacer en los demás países inversiones remunerativas. Aban­donado ese patrón monetario internacional, el oro tendría en la moneda de los distintos países tan sólo el valor restringido que le conferiría su uso industrial. No pal.'ece posible que las naciones poseedoras o productoras de oro hagan voluntaria­mente un sacrificio de esa naturaleza.

Es más sencillo imaginar el abandono del oro por un gru­po de países sometidos a un determinado sistema económico. Dentro de tal sistema, una cámara de compensación podría fun­cionar satisfactoriamente para las liquidaciones propias del intercambio entre los países de ese circuito. El bloque, jugan­do luégo como una sola unidad económica, impondría el mé­todo de compensación a todo el que quisiera negociar con él. El oro seguiría sirviendo como medio de pago internacional, pero únicamente entre aquello~ países que no formaran pane del bloque, y, por }Q tanto, perdería para los poseedores una

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parte de su utilidad. Seria una moneda que no recibirían sino algunas personas, una mercancía sólo apreciada en ciertos mercados restringidos.

Semejante situación significaría que los países del bloque eliminaban de plano, con respecto a ellos, la superioridad que hoy c.on.fiere a otros la posesión de un poder de compra pre· constituído ya. En cierta manera, y en las relaciones entre el bloque y los demás país~, el poder de compra estaría medido por la capacidad productiva de cada uno.

De la aplicación de tal sistema, y aun en el supuesto de que él no precipitara la adopción de métodos análogos por las otras potencias amenazadas en sus mer cados, resultaría una economía en el uso del oro, la que sería de tal naturaleza, que la cantidad existente sobrepasaría las necesidades. Enton­ces bajaría el valor del oro con relación a las mercancías, mermándose el poder de compra de los poseedores actuales, y se restringiría fuertemente la producción del metaJ.

Resta por considerar una última hipótesis: la de que Jos Estados Unidos se anticiparan a tomar medidas con respecto al oro, Yariando el precio de adquisición o suspend iendo com­pras. En ambos casos sobrevendrían forzosamente CAmbios fun­damentales en la organizarión del comercio internacional.

La sola enunciación de estas suposiciones muestra cuán difícil es pretender orientar la política económica con base en hi­pótesis tan inciertas y cuya realización alteraría tan fundamen ­talmente todas las condiciones actuales. El resultado del con­flicto bélico será también el que marque el rumbo en el campo monetario. Recordemos que el Africa del Sur, parte integrante del Imperio Británico, es el principal productor de oro; a lli está el ~Main Reef, .. la legendaria formación aurífera del Trans­vaal. Recordemos igualmente que Rusia tiene una producción importante y que para ella el abandono del oro C<Hno patrón monetario internacional significaría un rudo golpe.

La conversión de nuestras reservas de oro a dólares no es un remedio que cubra todas las hipótesis. En el segundo caso que hemos contemplado, por ejemplo, en el supuesto de que el . .'oro continuara valiendo treinta y cinco dólares la onza en los Estados Unidos, habría una a lza general de precios, es de­cir, que de todas maneras la capacidad adquisitiva del oro en ese mercado se habría restringido notablemente. En cambio, si viniera una modificación en el precio del oro expresado en

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dólares, en el sentido de que se pagaran menos dólares por cada onz~ la conversión habría tenido una doble utilidad, pues de una parte el oro resultaría Yendido a buen precio, y de otra nos encontraríamos con una reserva en moneda valo­rizada de un fuerte poder adquisitivo. Pero, ¿un dólar caro po­drá llegar a ser el ideal de la política monetaria americana en los momentos en que se aproxima la fase más aguda de la lucha por los mercados mundiales?

Sobra advertir que la revolución monetaria de que estamos hablando hipotéticamente, traería para nosotros terribles con­secuencias por cuanto anularía prácticamente una de nuestras industrias más valiosas, dando un golpe de muerte a sectores enteros de la economía del país.

Las restricciones impuestas por la Oficina de Control

de Cambios.

Oportunamente, y antes de que el des­equilibrio de nuestra balanza empezara a traducirse en una baja vertical de las re­servas, la Oficina de Control de Cambios y Exportaciones, con aprobación del Mi­nisterio de Hacienda, empezó a tomar

medidas de defensa que se han ido modificando de acuerdo con las circunstancias. La efectividad de tales medidas ha sido muy completa, pues como puede observarse sobre las cifras que consignamos atrás, teníamos en 30 de junio un volumen de reservas ligeramente mayor del de la misma fecha del pa­sado año. Por otra parte, se ha mantenido estable la cotiza­ción del dólar en el mercado, dentro de los sistemas que más adelante explicaremos.

La Resolución 87 de 18 de diciembre de 1939 ordenó re­tener las solicitudes para compra de cambio internacional des­tinadas a cubrir importaciones de mercancías, con el objeto de que no pudiera hacerse uso de ellas sino en la cuantía se­manal equivalente a los depósitos en monedas extrcnjeras que recibiera el Banco de la República en la semana inmediata­mente anterior. De conformidad con esa misma Resolución se debía dar preferencia al pago de las materias primas indispen­sables para la industria, al de las drogas y al de los demás elementos que en concepto de la Junta Consultiva requirieran tal preferencia por constituir elementos indispensable para el desarrollo económico e industrial del país. De acuerdo con tal criterio, se formaron un turno preferencial y otro ordinario, según lista aprobada por la Junta Consultiva.

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Esa situación subsistió hasta el día 8 de abril de 1940. imuháneamente, la Oficina de Control se abstuvo de con­

ceder permisos para transferir al Exterior ciertas cantidades provenientes de las utilidades de empresas establecidas en el país con anterioridad a ]as normas que facilitaron el r eembol­so de los nuevos capitales que vinieran a inverti rse en Co­lombia.

Al adoptarse el día 8 de abril la nueva reghmentación de que más adelante hablaremos, las solicitudes retenidas suma­ban las siguientes cifras, deducidos ya los repartos anteriores:

P rimer turno ........ ........ ..... .. ................ US$ 3.216.994.84 Segundo turno ............................. ... ..... US$ 8.277.386.60

La Resolución número 89 de 194.0 (abril 8) ordenó colocar las licencias para el pago de importaciones en cuatro turnos, de conformidad con las listas cuidadosamente estudi~tdas por un comité df!signado al efecto y del que for maron parte r e­presentantes de los Ministerios de Hacienda, Relacione:, Ex-te· r iorcs y Economía Nacional, junto con el J efe de la Oficio .~ de Control de Cambios. El artículo 2." de la misma Resolución dispuso que la Oficina a tendería preferentemente con las di­v i sa~ di ponible& al pago de las importaciones comprendid~ en el turc o número l, y determinaría periódicamente las can­tidade que pudieran apropiarse para el pago a l Exterior de la~ mercancías comprendidas en los otros tres turno ",

Las listas de turnos se encuentran publicadas en <'1 núme­ro 4 de la Revista de Hacienda, y su examen es s uficiPnte­mente ilustrativo acerca del criterio que presi dió su el ah, 1ra­

ción. E l turno número 1 comprende todas las materias primas

para la industria, la maquinaria, las drogas que no se produ­cen en el país y otros artículos de primero necesidad. Abarca él, desde ]uégo, el mayor volumen de nuestr as importaciones. Se quiso mantener esos pagos al día, en lo posible, y esa fi na­lidad ya se es tá logrando, como vamos a verlo después.

El día 22 de junio las solicitudes colocauas en turno su­maban, deducidos ya también los r epartos anteriores, las cifras 5ig:uientes:

Turno número l ................................. US$ Turno número 2.... .... .... .. ..... ..... .... .... .. .... . Turno número 3 ..................... .. .. ............... . Turno número 4 ....................... .. .............. ..

578.723.47 9.332.459.61 1.711.9tW.84 1.683.454.61

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El día 13 de julio se dictó una nueva resolución destinada a facilitar el trámite de las operaciones. De conformidad con ella, las licencias para el pago de importaciones clasificadas en el turno primero, se conceden inmediatamente que son presentadas, de manera que, a partir de La fecha indicada, el turno primero está al día y no queda sujeto a sufrir reten­ciones. Igualmente se encuentra ya al día el turno correspon­diente a las operaciones del Gobierno.

En cuanto a los restantes turnos, el Fondo de Estabiliza­ción, que opera según el mecanismo que se explicará más adelante, está vendiendo cambio para las importaciones de ori­gen americano presentadas hasta el día 30 de abril.

Es conveniente aclarar, t!n consecuencia, que las cifras con­signadas arriba no representan ya en su totalidad un pasivo a cargo del comercio colombiano, el cual ha pagado parcialmen­te a través del Fondo. Es probable también que en definitiva parte de esas sumas no constituyan en el futuro una demanda efectiva de cambio, como lo hace suponer la experiencia de otras ocasiones.

Otra medida restrictiva que fue necesario adoptar es la consignada en la Resolución número 92 de 1940 (25 de abril), que señala como requisito para conceder las licencias de im­portación la consignación de un diez por ciento del valor del pedido. Dicho diez por ciento puede ser luégo utiHzado para efectuar el respectivo pago.

En cuanto al intercambio coa Alemania se refiere, Colom­bia, a diferencia de lo que ocurrió con otras naciones, no se encontró al estallar el conflicto con fondos bloqueados en aquel país, merced a la prudente y previsora politica practicada so· bre el particular por la Junta Directiva del Banco de la Re­pública. Por el contrario, quedó en Colombia una cantidad considerable de marcos bloqueados que constituye una deman­da potencial. futura para el café colombiano. Por Resolución número 83 de 7 de septiembre de 1939, se ordenó consignar en poder del Banco de la República las sumas en moneda le· ~al representativas del valor de los marcos asld, expidiendo el Banco recibos en marcos u un tipo de cambio fijo. Dichos fondos, que posteriormente quedaron en depósito en el Fondo de Estabilización, se encuentran a la orden de las casas expor­tadoras alemanas pero no pueden ser transferidos sino de con­formidad con los términos del acuerdo de compensación. Es

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por esta razón por la cual acabamos de decir que ellos cons­tituyen una salida forzosamente abierta para nuestro café, tan pronto como termine el bloqueo.

Merced a las medidas restrictivas que se La cotización del acaban de exponer, la cotización del dó· dólar en el mer· lar se ha mantenido eatabJe, sin grave cado ordinario. mengua de las reservas del Banco emi·

sor. Este continúa comprando dólares al 174}~ y vendiendo al 175~ , según las normas acogidas desde fines de 1938. El siguiente cuadro muestra los promedios men· suaJes de las cotizaciones en el último año:

1939

Julio...................... ....... ...................... .. .................... 175,24 t\ gosto........ .... ........... ......................... ...................... 175,31

eptiembre............................. ........ ............ ........ ..... 175,20 Octubre.............. ...................................................... 174,83 Noviembre.............................................................. 171,64-Diciewbt·e .................................................. ............. 175.37

19-!0 Enero ............... ........ .................................. .. ........ .. 1-'Pbrero ................. .. ................................. ......... .. larzo ................................................ ............ .. .. .... .. .

>\bril. ........................................... .... ............ ........... .. ~layo .. .................................................................... .. Junio ................................................................... .. . ..

171,71 17·1,67 17.),14 175,50 175,16 17·t,72

El Fondo de Estabi li:r.ación tuvo su ori· La IW<? Nl orf!ani· gen en el contrato de fecha 31 de octu­:::;aciúTL del ¡,'ondo bre de 193-J., aprobado por la Ley 7.a de Estaúili=ación. de 1935. Tanto el contrato como la Ley

citados contemplaban un fondo de un millón de pesos, que debía tomarse rle las utilidades que se liquidaran a favor del Gobierno al seña lar~e el nuevo conte· nido de oro del peao. La Ley 167 de 1938, --sobre estabiliza ción n,onetaria,~ que fijó tal contenido, facultó al mismo tiem­po al Gobierno pata celebrar un contrato con el Banco de la República que incluyera la .. detet·minación de la cantidad que del saldo de la cuenta especial de cambios deba destinarse a formar el Fondo de Estabilización de la deuda pública previs­to en la cláusula cuarta del contrato de 31 de octubre,• y la ··estipulación sobre la manera y términos en que deban efec-

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tuarse las operaciones financieras relacionadas con los bonos de deud11 pública nacional, departamental y municipal, median­te el uso del referido Fondo de Estabilización.•

En el contrato de 23 de noviembre de 1938 se convino en destinar para la formación del Fondo de Estabilización la can­tidad de tres millones de pesos, que debía aumentarse con los aportes del Banco, y más tarde con el saldo de la nueva cuen­ta especial de cambios que se liquidaría definitivamente al res­tablecerse el libre comercio de oro en el país. Según la cláu­sula quinta del mismo contrato, el Fondo debe ser adminis­trado por una Junta autónoma integrada por el Ministro de Hacienda y Crédito Público, el Gerente del Banco de la Re­pública y un miembro designado libremente por el Presidente de la República. Todas las operaciones son fi scalizadas por la Superintendencia Bancaria y pueden ser examinadas por el Au­ditor del Banco de la República. La Junta Directiva del Ban­co, con el voto favorable del Ministro de Hacienda, reglamen­ta las operaciones del Fondo.

Desde el mes de diciembre de 1938 viene funcionando el Fondo de Estabilización dirigido desde entonces por las mismas personas que hoy ocupan los cargos de Ministro de Hacienda y de Gerente del Banco de ]a República, y por el señor don Jorge Durana Camacho, a quien el Presidente de la Repúbli­ca designó como su representante.

El Gobierno, en ejercicio de las facultades extraordinarias conferidas por la Ley 54, dictó el 11 de marzo el Decreto nú­mero 548 de 1940, autorizando la celebración de un contrato con el Banco de la República para modificar ]a organización y funcionamiento del Fondo. Tal contrato se celebró efectiva­mente el día 2 de abril e introdujo las siguientes reformas a la organización preexistente:

a) Declaración de que el Fondo disfruta de las prerrogati­vas y derechos de una persona jurídica autónoma. Esta decla­ración se funda en disposición expresa del Decreto 543.

b) Ampliación de las facultades del Fondo. Según la cláu­sula tercera del contrato, ~el Fondo de Estabilización, además de las facultades que tiene actualmente, en conformidad con las disposiciones que regulan su funcionamiento, podrá nego­ciar pagarés, giros, letras de cambio y otros títulos de deuda, y contratar empréstitos a corto o largo plazo, en moneda legal o en divisas extranjeras. Podrá igualmente celebrar contratos

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de compra y venta de cambio exterior, a la vista o a plazo, ciñéndose a la reglamentación que sobre el particular dicte la Oficina de Control de Cambios y Exportaciones ...

e) Posibilidad de que el Gobierno y el Banco garanticen cualquiera de las operaciones del F ondo.

d) Limitación del aporte que debe hacer el Banco al Fon­do, hasta nn monto equivalente al 10 por 100 del aporte ini­cial del Gobierno.

Este contrato fue aprobado por el Decreto-ley 669 de 1940. Por último, el Decreto 688 del mismo año, expedido tam­

bién en uso de las facultades extraordinarias, dispuso en sus tres primer os artículos lo siguiente:

.. Ar tículo l . o Los importadores que tengan solicitudes apro­badas por la Ofi cina de Con trol, a las cuales no les baya co­rrespondido el turno respectivo para remesa al Exterior, po­drán celebrar con el Fondo de Estabilización y de acuerdo con las disponibi lidades de dirisas extranjeras del Fondo y por in· ter medio de los bancos establecidos en el país, con tratos de compra de cambio exterior de acuerdo con el ordina l b) del artículo segundo del Decreto 548 de 194.0. y con la cláusula ter­cera del contrato celebrado entre el Gobierno Nacional y el Hanco de la HepúbUca, con fecha 2 de abril de 19•10. Tales ope­raciones se efectuarán mediante el pago en moneda legal de la moneda extranjera, por el monto aprobado por la Oficina de Con trol. El Fondo de Estabili?.ación hará la remesa en mone· da extranjera en la época y términos estipulados en el respP.C· tivo contrato mediante el pago de las tasas y comisiones de descuento que señale la J unta Administradora del Fondo, el cual se reembolsará de esa moneda extranjera cuando corres· ponda a las solicitudes el turno respecti vo.

Ar ticulo 2.o La Federación Nacional de Cafeteros deberá dar aviso al Fondo de Estabi li l'-ación de las operaciones de venta de café q ue celebre en di\-isas libres, y el Fondo podr á comprar a dicbét entidad, al tipo de cambio ' 'igente, y en las condiciones usuales, el total o parte del cambio exterior adqui­rido por ella mediante las operaciones en referencia con el objeto de venderlo a los iroportadores eu la forma indicada en el artículo anterior.

El Fondo podrá convenir con la Federación y con Jos im­portadores nacionales o los expor tadores extra njeros interesa­dos, que las divisas adquiridas según lo previsto en el inciso

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anterior, se destinen al pago de determinados renglones de mercancías importadas o de determinadas licencias de pago de importaciones.

Artículo 3.0 La Oficina de Control de Cambios v Exporta­ciones podrá entregar las licencias para compras de cambio in­t ernacional colocadas en turno a los importadores que adquie­ran del Fondo de Estabilización divisas libres que, de acuerdo con el presente Decreto, puedan utilizarse en el pago de las mercancías comprendidas en esos turnos.-

Como ya tuvimos ocasión de indicarlo arriba, otra dispo­sición extraordinaria de abril último dispuso que para todos los efectos previstos en la Resolución 83 de 7 de septiembre de 1939, el Fondo de E:;tabilización reemplaza al Banco de la República.

Mediante el proceso que acabamos de describir, se llegó a la organización actual del Fondo de Estabilización. Hoy el Fondo está vendiendo cambio exterior a los importadores de mercancías americanas de los turnos 2, 3 y 4 que lo pidan y que tengan solicitudes aprobada:! hasta el 30 de abril. Es pro­bable que en el curso de pocos días pueda la Junta Adminis­tradora disponer qne se hagan operaciones para las solicitu­des aprobadas en los meses de mayo y junio.

Como puede observarse, la nueva organización del Fondo guarda relación con la que hubo necesidad de adoptar en la del Control de los Cambios y con las características especia­les del mercado del café y sus perspectivas futuras. En el apar­te :üguiente intentaremos explicar más aún algunos aspectos del asunto.

Características de la organi::.ación

actual.

Lo primero que resalta al examinar las disposiciones adoptadas, es que el Fondo de Estabilización ha quedado organiza­do para sen·ir de vehículo a las com­pensaciones que en el campo del comer­

cio internacional haya Colombia de practicar, ya durante el conflicto bélico, ya después de él, si esto último fuere nece­sario. El Fondo es el depositario de los marcos bloqueados, por una parte, pero además, por su conducto pueden verifi ­carse operaciones especiales de compensación de café, con in­tervención de la Federación Nacional de Cafeteros. Si on pais tiene en Colombia dineros pro,enientes de Ja venta de mer­cancías que no ha podido r etirar por no haber obtenido liceo-

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cia para compra de cambio, dentro ·del régimen de los turnos, y ese país adquiere café, ya directamente de la Federación , ya con la intervención de ésta, el producto de esa adquisi­ción puede ser adquirido por el Fondo y servirá para permi­tir la transferencia al extranjero de dinero del país intere­sado, o más particularmente de los dineros de los exportado­r es extran jeros que hayan intervenido en la operación. La Federación debe hacerse presente en todo caso, porque es n ecesario tener la garantía de que el café comprado para fines de desbloqueo de fondos no pueda ser vendido en los países donde nuestro grano tiene hoy libre acceso. Por ejemplo, no se a utorizan operacion es que puedan traer como resultado el llevar café a los Estados Unidos. Para el pago de las importaciones de este país, por lo demás, vende cambio el Fondo de Esta­bilización , lo que es absolutamente natural, ya que la insti­tución está operando con créditos ameri canos.

Tenemos el conven cimiento, debidamente fundado, de que este sistema se hubiera tradu cido en operaciones benéfi cas para n uestro principal producto de exportación si el cur3o de )o:, acontecimien tos en Europa no hubiera llevado tan rápi­damente a un bloqueo total de los po~ ib l es países consumi­dores, como ~a tu,·i ruos ocasión de explicarlo atrás . . \ un así, nos parece que la organización adoptada re~ponrle a las nece­~idades y prep.ua para el futuro una sitn1ción de defen::a muy im por tan te. A medida que ava nza la !!llCrra, ~"" acumulan en el país existen ci a~:; de café: pero tam bi én estalllOS acumulando fondos ex tranjeros que n o pu t::den tranc; ferirsc. Las disponi­bi lidades de carn biu inter nacional que JI Ob faltan están repre­sentadas eo el café retenido. La venta de los stocks cafeteros es la salida natura l de los fondos hloq u ea dos; en otras pala­bras, estos fondos eonstituyen un a demanda potencial de café. E l mantenimiento firm e de es ta políti ca. que nos ha sido im· puesta por lai circunstancias, es indispe-nsable. Su adecuado encauzamiento, del que se ocupa artualmente el Gobierno, puede producir en el futuro efectos de la mayor importancia.

Un segundo r esultado de la or~an ización es el de que prácticamente h emos aislado e l mercado de cambio para el pago de los art ículos del primer turno de la demanda origi­nada en la importación de Jas mercancías eh ificadas en los otros ttes. Hoy día podemos atender inmediatamente a todas las solicitudes de licen cias para compra de giros, en lo que

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concierne al primer turno, sin que se altere la estabilidad del cambio y sin grave sacrificio de las reservas metálicas. La esta­bilidad alrededor del 175 está pues asegurada para el pago de todo lo que el país necesita adquirir indispensablemente: ma­quinaria, materias primas, drogas, artículos de primera nece­sidad, artículos semielaborados sujetos a nueva manufactura. La escasez de cambio exterior sólo se refleja en el pago de las restantes mercancías que no interesan vitalmente a la econo­mía del país ni a las necesidades de su desarrollo. Para algu­nas de ellas, el Fondo de Estabilización vende cambio a un tipo superior, que es distinto en cada uno de los turnos. El Fondo puede reembolsarse en el mercado ordinario de las cantidades que necesita para atender el servicio de los crédi­tos con que opera, y en esta forma lag disponibilidades de dó­lares y las reservas se afectan en cuantía mucho menor de la que implicaría la atención a la demanda de los otros tres tur· nos, al tiempo que el Fondo se cubre de los intereses que él mismo tiene que pagar y que en justicia deben corTer por cuenta de los importadores beneficiados. Si la situación del cambio mejora, por aumento en las disponibilidades, puede darse salida gradual a las solicitudes de Jos turnos 2, 3 y 4, y mientras tanto, quedan abiertos para los pagos al Exterior dos caminos distintos: las actuales ventas de cambio por el Fondo de Estabilización, en lo que a mercancías americanas se refiere, y las que el mismo Fondo puede hacer para mer­cancías de otras procedencias si se realizan las operaciones de compensación que explicamos atrás.

Conviene advertir que Colombia no ha pretendido en for­ma alguna imponer el sistema de compensación total a todos los países europeos, ya que muchas de las mercancías que compramos a dichos países figuran en el primer turno. Pero enfrentados a una manifiesta escasez de cambio exterior, que tiene su origen precisamente en la falta de venta de nuestros productos en Europa, restringimos la venta de giros para el pago de artículos que no nos son indispensables, sin perjui­cio de facilitar ese pago cuando se nos suministren los me· dios, ya por el otorgamiento de créditos, ya por la compra de nuestro propio café.

A la luz de la vieja ortodoxia financiera podrán ser sus­ceptibles de crítica los sistemas escogidos. Pero su defensa no es difícil,. en nuestro entender. Al sobrevenir una escasez de

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cambio, el fenómeno que se produce, dentro del libre juego de los sistemas clásicos, es una alza en la cotización de la di­visa extranjera. Tal modificación engendra para el comprador nacional un encarecimiento proporcional de todos los artícu­los que tiene que adquirir en el Exterior, sin distinción algu­na. La demanda de giros para el pago de mercancía de lujo o de la que viene a competir con la producción doméstica, obra con la misma intensidad que aquella que responde a la compra de equipo económico o de materias primas. La capa­cidad adquisitiva del consumidor colombiano se restringe pa­rejamente, y el desarrollo de nuestra producción se entraba por el encarecimiento de los elementos que le son necesarios. La consecuencia fatal es 1a de una alza general en el costo de Ja vida, no sólo por el mayor valor que adquieren aquellos artículos que se importan para el consumo directo, sino por el aumento en el costo de la producción nacional. Dentro del concepto clásico, la política de cambios es indiferente frente a la variada naturaleza de las compras externas y a la desigual i mportancia que tienen para la economía nacional.

Los métodos escogidos por el Gobierno responden a una inspiración distinta y más ajustada a las conveniencias econó­micas. En el mundo moderno, para ningún Estado es indi­ferente la naturaleza de las compras que realice el país en el Exterior. Siendo li mitada la capacidad adquisitiva de la Na­ción, tenemos e l deber de orientarla en el sentido de que los recursos disponibles se in"iertan preferentemente en las cosas q ue mayormente se necesitan. Esa ha sido la orientación de muchos países europeos carentes de disponibilidades suficientes en divisas externas, y que han comprendido a tiempo que la adquisición de objetos superfluos encarece para los nacionales el valor de los artícu los más indispensables. Y cuando tene­mos que comprar más caro, ya sea por alza de precios en los mercados externos, ya por haber variado de mercados, no es el momento de dejar producir un encarecimiento aún más grande por una alza pareja del tipo del cambio.

Desde otro punto de vista, podría sostenerse la convenien· cia de dejar subir el cambio para beneficiar a los productores nacionales de artículos exportables. De hecho, esa tesis se ha sostenido por los mismos qne impugnan la prima cafetera, lo que no parece lógico. Como efecto sobre los precios externos de los productos nacionale3, el a1za del cambio debe tener fa-

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talmente los mismos resultados de la prima. Pero en el inte­rior, la situación en uno y otro caso es bien distinta. Porque la depreciación de la moneda nacional lleva a un encareci­miento de la producción, por el mayor costo de la vida. En esta forma resnlta afectado el cafetero, al tiempo con el resto de la población colombiana y singularmente con aquella par­te de los habitantes que sólo disponen de una renta fija in­modificable, como los sueldos públicos, o difícilmente modifi­cable, como los salarios.

Contemplada así la cuestión, resalta aún más lo justificado del sacrificio que impone al Fisco el pago de la prima cafetera. Si ésta no hubiere servido más que para evitar el alza del cambio, eso sólo bastaría para explicarla y defenderla victorio­samente. Porque aun desde un punto de vista estrictamente fiscal es más conveniente el pago de la prima. El país ti !De un pasivo demasiado cuantioso estipulado en moneda extran­jera y el Estado tiene que pagar emolumentos y hacer adqui­siciones en el Exterior por un monto demasiado grande, para que pueda serle indiferente la desvalorización de la divisa na­cional.

El rompimiento de la estabilidad monetaria tiene tánta trascendencia y tan profundas repercusiones en la economía, introduce t ántas variaciones en el costo de la producción y en la distribución de las rentas priva das, que no debe un Go­bierno compenetrado de su verdadera responsabilidad arrojar­se por es@ camino a las primeras dificultades. Renunciar a todo esfuerzo, echar por la línea de menor r esistencia, dejar romper los cauces, sin antes agotar todos los medios de defen­sa, puede requerir menos imaginación y puede implicar me­nos responsabilidades visibles, pero no es sana política. La de­preciación monetaria ha sido un recurso supremo e inevitable en muchas ocasiones. Nosotros h emos creído que basta ahora el país puede ahorrarse ese sacrificio, y si hemos tenido que hacer modificaciones en la política de cambios practicada has­ta los comienzos de la actual crisis, no es menos cierto que para un mercado de cambio que cobija la mayor parte del co­mercio de importación la cotización del dólar se ha manteni­do en una estabilidad absoluta.

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