el calculo de dios

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  • El clculo de Dios

    Robert J. Sawyer

  • Ttulo: El clculo de Dios

    2000, Robert J. Sawyer

    Ttulo original: Calculating god

    Traductor: Pedro Jorge Romero

    Editorial: Ediciones B

    ISBN: 9788466632768

  • Presentacin

    Es posible que algunos de nuestros lectores se hayan sorprendido por el hecho de que las ltimas novelas de Sawyer no hayan aparecido en NOVA. Pero s las hemos publicado, aunque no lo parezca.

    Ocurre que, desde 1997, Sawyer se ha presentado repetidas veces al Premio UPC de ciencia ficcin con novelas cortas que, poco despus, aparecan en el mercado anglosajn desarrolladas en forma de novela larga. Como sea que la novela corta resultaba premiada en el certamen de la UPC y, consiguientemente, apareca en NOVA en el volumen correspondiente a esa edicin del Premio UPC, no pareca conveniente repetir tema y novela publicando la versin larga de una narracin que nuestros lectores ya conocan. Otros han podido publicarlas, y me alegro por ello.

    Eso ha ocurrido ya con: HLICE, incluida en PREMIO UPC 1996 (NOVA nmero 96), que se convirti en la novela FRAMESHIFT (1997, Cambio de esquemas en Solaris Ficcin); PSICOESPACIO, incluida en PREMIO UPC 1997 (NOVA nmero 112), que se convirti en la novela FACTORING HUMANITY (1998, Factor de humanidad en Solaris Ficcin); y UNIVERSO MONOLTICO, incluida en PREMIO UPC 1998 (NOVA nmero 123), que se convirti en la novela FLASHFORWARD (1998, Recuerdos del futuro en Solaris Ficcin).

    Habiendo sido premiadas en el certamen de la UPC, es evidente que todas ellas me parecen obras de alto inters y, tal vez para corroborar que el jurado del Premio UPC no se equivocaba, lo cierto es que todas ellas, incluso en su versin larga, han sido finalistas del premio Hugo. No es poca cosa, aunque empiece a parecer algo habitual para un autor que, en los ltimos seis aos, ha sido ya cinco veces finalista del premio Hugo, un rcord poco homologable y que recuerda los mejores resultados de un brillante ciclista como Poulidor...

    Afortunadamente, tras haber obtenido en el Premio UPC la mencin o segundo premio (en 1996, con HLICE), compartir el primer premio (en 1997, con PSICOESPACIO) y ganar en solitario el primer premio (en 1998, con UNIVERSO MONOLTICO), se me ocurri llamarle en 1999 para que Sawyer fuera el conferenciante invitado a intervenir en el acto de entrega de la edicin de 1999 del Premio UPC. Adems de tenerle entre nosotros y conocer personalmente a un buen escritor, logr as que Sawyer ya no se presentara al Premio UPC y que sus novelas quedaran en cierta forma libres para aparecer de nuevo en NOVA en su formato definitivo. As ocurre, finalmente, con este EL CLCULO DE DIOS (2000), con la que pretendo reivindicar lo ineludible de la presencia de un autor como Sawyer en nuestra coleccin.

    Como dato curioso, dir que, siendo nuevamente candidato al premio Hugo, tampoco EL CLCULO DE DIOS lo obtuvo. Perdi en la votacin para el primer puesto ante ese fenmeno editorial que ha sido la serie de Harry Potter. S, aunque pueda parecer sorprendente, el premio Hugo de 2001 (el primero del milenio!) lo obtuvo el cuarto libro de la serie de Harry Potter (Harry Potter y el cliz de fuego), pese al desagrado de algunos, entre los que me cuento. No es que los libros de Harry Potter me parezcan mal, todo lo contrario, mi punto de vista es positivo respecto de la serie: usan una frmula inteligente, estn bien escritos, resultan amenos aunque un tanto simples y, slo por el hecho de hacer leer a los adolescentes libros de ms de quinientas pginas, ya merecen todo mi respeto. Pero lo cierto es que mi idea de un premio como el Hugo es distinta. Yo hubiera preferido que ese ao lo ganaran, por ejemplo, Sawyer o George R. R. Martin, no

  • un libro dirigido a nios y nias de 13 y 14 aos. Creo que la ciencia ficcin (y, si me apuran mucho, tambin la fantasa) tambin se escribe para adultos, y desperdiciar en cierta forma un premio como el Hugo para reafirmar el xito comercial de una serie millonaria me parece un derroche innecesario... Aunque, ya se sabe, nunca llueve a gusto de todos y los designios de los estadounidenses que acuden en mayora a la worldcom son a veces un tanto inescrutables... y, posiblemente, tambin demasiado infantiloides. Amn.

    En cualquier caso, debo decir que EL CLCULO DE DIOS me sorprendi cuando lo le hace ya un par de aos. Se trata de una novela gil y sencilla, una buena muestra de lo que debe ser un debate cientfico, en este caso en torno a la existencia o el papel de Dios en el Universo.

    Afnales del ao 2000, mucho antes de que esta novela fuera finalista del premio Hugo o pudiera haber sabido de su xito comercial en Estados Unidos, decid incorporar EL CLCULO DE DIOS a NOVA, tras leerla de un tirn en una agradable noche. Me pareca un acto del todo imprescindible. Incluso habl de este libro y de sus hiptesis en mi artculo de diciembre de 2000 para esa curiosa divulgacin cientfica al amparo de la ciencia ficcin que escribo cada mes para Tribuna de Astronoma.

    Aunque se suele decir que la autocita no es elegante (y quien ha dicho que la elegancia fuera uno de mis valores preferidos...?), voy a incurrir en ella. En Tribuna de Astronoma, bajo el provocador ttulo Y si Dios existiera?, deca en diciembre de 2000:

    Les propongo un juego de imaginacin, una especie de experimento mental (con trampa, claro, cmo podra ser de otra manera?...).

    Imaginemos que una lanzadera espacial aliengena aterriza delante de un museo de la ciencia como muchos de los que existen hoy en da. Por ejemplo, ante el Royal Ontario Museum de Toronto. De la lanzadera desciende un ser con forma de araa gigantesca que, ni corto ni perezoso, bajo la mirada sorprendida y tal vez atemorizada de una creciente multitud, se dirige al guarda y, en perfecto ingls, le pide: Quiero ver a un paleontlogo.

    Si suponemos, adems, que los guardias del museo tienen escasa imaginacin y mucha sangre fra, encontraremos de lo ms normal que uno de ellos coja el telfono interno y llame al paleontlogo ms cercano al que, por ejemplo, llamaremos Tom D. Jericho.

    Para ir al grano, imaginemos que, tras los necesarios prolegmenos de contacto social, el aliengena al que llamaremos Hollus, pregunta a nuestro paleontlogo si le podra informar sobre las extinciones masivas de vida en nuestro planeta, los que podran ser los puntos decisivos en la evolucin de la vida terrestre.

    Jericho, como buen paleontlogo, se sabe la leccin y, directamente, sin consultar la enciclopedia que los dems mortales no paleontlogos necesitaramos, le responde: Que sepamos, ha habido en la historia de la Tierra cinco extinciones masivas de vida. La primera fue al final del Ordovcico, tal vez hace unos 440 millones de aos. La segunda ocurri a final del Devnico, ms o menos hace unos 365 millones de aos. La tercera, y con mucho la ms masiva, fue al final del Prmico, hace 225 millones de aos, cuando desapareci el 96% de las especies marinas y tres cuartas partes de las familias de vertebrados en la tierra. Hubo otra extincin en masa al final del Trisico hace unos 210 millones de aos y, claro, la ms famosa ha sido la que ocurri al final del Cretcico, hace

  • unos 65 millones de aos, cuando todos los dinosaurios, los pterosaurios, los ammonites y otros desaparecieron.

    Hollus no parece sorprenderse y, en justa reciprocidad, le cuenta a Jericho que procede del tercer planeta de Beta Hydri, en donde tambin ha habido cinco extinciones masivas de vida que, teniendo en cuenta la duracin distinta de los aos en los dos planetas, coinciden con esos 440, 365, 225, 210 y 65 millones de aos terrestres. Y, por si ello fuera poco, que esas mismas extinciones masivas se han dado tambin, en las mismas fechas, en el planeta de otra especie conocida.

    Para los extraterrestres el fenmeno supone una prueba ms (s, tienen otras...) de la existencia de Dios, lo que para un darwiniano ateo como Jericho plantea no pocos problemas.

    Pues bien, este experimento mental es el que imagin el autor de ciencia ficcin canadiense Robert J. Sawyer, para construir su novela Calculating God (2000), una verdadera gozada, no slo por el marcado aspecto de suspense cientfico que plantea en torno a si existe Dios, sino, y tal vez principalmente, porque a lo largo de la novela, Hollus, para convencer a Jericho de lo que para los aliengenas es una realidad indiscutible la existencia de Dios, hace un brillante repaso a muchos de los conocimientos cientficos actuales.

    La discusin, francamente interesante desde el punto de vista de la divulgacin cientfica, va desde el principio antrpico a los curiosos y exclusivos valores que tienen algunas constantes bsicas en el universo (de las que hablbamos, precisamente, el mes pasado en esta seccin), pasando por gran cantidad de los hechos que permiten y definen la posibilidad de vida en la Tierra.

    Y a todo ello hay que aadir el inters humano de un Jericho que acaba de saber que tiene un cncer terminal de pulmn y, pese a ello, se resiste al miedo y se niega a abandonar su racional atesmo de toda la vida. Vale decir que, afortunadamente para el paleontlogo terrestre, parece ser que el Dios de los aliengenas no es un Dios personal y aparece como un enigma cientfico ms, un nuevo misterio de los muchos que encierra el universo.

    Por si ello fuera poco, adems de la especie de arcnidos gigantescos a la que pertenece Hollus, Sawyer ha imaginado otra especie (en cuyo planeta, evidentemente, se han dado tambin las mismas cinco extinciones masivas de vida...) que no parece dotada de la habilidad de contar aunque, por contra, intuye la resolucin de problemas ticos casi de la misma forma automtica en que seres como Jericho y Hollus pueden contar.

    Y ms cosas.

    Un ejemplo espectacular de cmo la buena ciencia ficcin puede aunar especulaciones interesantes con un excepcional nivel de divulgacin cientfica. Desgraciadamente, falta ms de un ao para que pueda aparecer una traduccin en castellano, eso con suerte. Los lectores de ingls tienen ventaja...

    Bueno, el retraso habr sido de un ao y medio, pero creo que ha valido la pena esperar. Ahora, al releer la traduccin (tan didctica, clara e interesante como el original ingls) que ha hecho Pedro Jorge Romero, he vuelto a experimentar la misma sensacin de la primera vez. La novela, incluso al releerla, mantiene su inters y, como siempre en la obra de Sawyer, engaosamente parece mucho ms sencilla de lo que es.

  • Conocedor de las dificultades de la divulgacin cientfica, me he vuelto a maravillar ante la facilidad con que Sawyer muestra en sta y en otras de sus novelas diversos conocimientos cientficos de una forma muy natural. Tal y como dice el desconocido comentarista de la Rocky Mountain News:

    He aqu algunas de las cosas que me gustan de Robert J. Sawyer: sus novelas son dinmicas y slidamente construidas, sus personajes estn desarrollados de forma que me preocupa lo que les ocurre, la ciencia en su ciencia ficcin resulta intrnseca a la trama, pero no es tan esotrica ni exige que los lectores sean fsicos nucleares para entenderla.

    Al menos a m, me resulta fcil estar de acuerdo. Lamentablemente, hoy en da hay tantas y tantas obras narrativas (novelas y pelculas) en torno a la mentalidad de, por ejemplo, los asesinos en serie, esos serial killer tan gratos segn parece a la mentalidad estadounidense, que resulta refrescante enfrentarse a una mente lgica, ordenada y bien amueblada como la de Tom Jericho, enfrentado, desde su escepticismo ateo de evolucionista cansado de enfrentarse a creyentes creacionistas, a la posible prueba de la realidad de una hiptesis que l (como tantos de nosotros) no necesita en absoluto: la existencia de Dios.

    Sawyer aborda ese problema moral, en realidad el sentido de toda una vida para determinadas mentalidades cultivadas en la racionalidad cientfica, con una extraa simplicidad y con gran efectividad narrativa.

    Es curioso que la casualidad haya logrado que, en NOVA, una obra compleja e inconmensurable (Fonseca dixit) como es el CRIPTONOMICN de Neal Stephenson, haya quedado flanqueada por dos obras engaosamente simples y, pese a sus diferencias con la magna obra de Stephenson, tambin brillantes muestras de la mejor ciencia ficcin de nuestro tiempo. Me refiero a LA LLEGADA de Joe Haldeman y a EL CLCULO DE DIOS de Robert J. Sawyer. Tradas como sta (y no otros tridentes mucho ms precarios...) me llevan a pensar que, incluso para lectores encallecidos como yo, puede haber todava lecturas que valgan la pena, desde diversos puntos de vista.

    Ojal EL CLCULO DE DIOS les divierta e interese tanto como a m.

    En ese caso, tal vez les guste saber que, por ejemplo, EL UNIVERSO ELEGANTE de Brian Greene (1999, traducido en la coleccin Drakontos de Crtica) trata brillantemente el tema de nuestra visin del universo y puede completar lo que Sawyer cuenta en el captulo 5 de esta novela.

    O que RARE EARTH: WHY COMPLEX LIFE IS UNCOMMON IN THE UNIVERSE de Peter D. Ward y Donald Brownlee (SpringerVerlag, New York, 2000) analiza brillantemente una de las respuestas posibles a la pregunta que Sawyer se plantea en el captulo 26 en torno a la frecuencia de la vida inteligente en el universo. Se trata de buenos libros de divulgacin cientfica a los que, en su vertiente novelada, se acerca EL CLCULO DE DIOS, de Robert J. Sawyer.

    Hace aos que intervengo como profesor en un master sobre comunicacin cientfica en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con una disertacin sobre diversos niveles de lenguaje cientfico: la ciencia, la divulgacin cientfica y la ciencia ficcin. En este aspecto, EL CLCULO DE DIOS va a ser all una cita obligada. Lo que ms me gusta en esta novela de Sawyer es que cruza la lnea de la ciencia ficcin acercndose a la divulgacin

  • cientfica, sin perder por ello una forma narrativa amena e interesante (posiblemente mucho ms, lo reconozco, para aquellos que estamos infinitamente ms interesados en la mentalidad de los cientficos que en la de los asesinos en serie...). Por eso la opinin del desconocido comentarista de la Rocky Mountain News me parece tan acertada. La comparto.

    Y volviendo a Sawyer, estoy seguro de que, superado el asunto de ganar repetidas veces el Premio UPC, le volveremos a ver pronto en NOVA. Creo que dispone de una de las mejores frmulas narrativas de la ciencia ficcin moderna: novelas que deben mucho a unos personajes normales envueltos en una trama de misterio resuelta brillantemente con las tcnicas habituales en los mejores thriller. Pero, en el caso de Sawyer, esta vez la temtica es la de la ciencia ficcin hard, complementada con una interesante reflexin sobre las cuestiones morales y sobre la inevitable subjetividad de los comportamientos ticos.

    En unos tiempos en los que la tecnociencia y sus realizaciones modifican y alteran rpida y globalmente las condiciones de vida en todo el planeta, no es ocioso preguntarse sobre la moralidad y el componente tico de la actividad de cientficos e ingenieros. Y sa parece ser la gran especialidad de Robert ]. Sawyer, quien adems muestra una capacidad especulativa superior y una facilidad explicativa y de divulgacin de la ciencia que recuerda a la del mejor Asimov.

    Estoy convencido de que Sawyer est llamado a ser una referencia importante en la ciencia ficcin mundial. Sus obras son amenas, lineales, sencillas y fciles de leer; sus personajes son gente normal, poco atormentada tal vez, pero que sufren problemas y situaciones en las que pueden reconocerse la mayora de los lectores. Y las especulaciones cientficotecnolgicas de Sawyer son siempre interesantes.

    Por diversas razones que ahora no vienen a cuento, tuve la oportunidad de realizar personalmente la traduccin de HLICE, la novela corta con la que Sawyer gan la mencin honorfica en el Premio UPC de 1996. El trabajo de traductor, mucho ms dilatado y profundo que el de lector, me permiti entonces comprobar, entre otras muchas cosas, la facilidad didctica de Sawyer para comunicar al lector, incluso al no experto, los elementos centrales de las ideas cientficas ms complejas (ingeniera gentica y paleontologa en aquel caso).

    Por experiencia s que no es nada fcil el trabajo del divulgador cientfico y, en cierta forma, el autor de ciencia ficcin hard est obligado a realizar esa actividad, aunque slo sea por moverse siempre en el borde mismo de la ciencia y la tecnologa del futuro. Sawyer sabe hacerlo. Y muy bien.

    Y lo muestra con creces en EL CLCULO DE DIOS.

    Que ustedes lo disfruten.

    Mlquel Barcel

  • Nota del autor

    El Real Museo de Ontario existe en realidad y, evidentemente, posee un director real, conservadores reales, guardias de seguridad reales, y dems. Sin embargo, todos los personajes de este libro son por completo producto de mi imaginacin: ninguno de ellos se parece en nada a ninguna persona que en estos momentos ocupe, o haya ocupado, ningn puesto en el RMO o en cualquier otro museo.

    Para Nicholas A. DiChario y Mary Stanton

    que all estaban cuando ms necesitbamos

    de los amigos

  • Agradecimientos

    Agradecimientos sinceros a mi encantadora esposa, Carolyn Clink; mi editor, David G. Hartwell, y su asistente, James Minz; mi agente, Ralph Vicinanza, y sus asistentes, Christophe Lotts y Vince Gerardis; Stanley Schmidt, Ph.D., director de la revista Analog; Tom Doherty, Jynne Dilling, y Linda Quinton de Tor Books; Harold y Sylvia Fenn, Robert Howard, Suzanne Hallsworth y Heidi Winter de H.B. Fenn and Company; Marshall L. McCall, Ph.D., Departamento de Fsica y Astronoma de la Universidad de York, Toronto; JohnAllen Price; JeanLouis Trudel; y Roberta van Belkom. Los betatesters de esta novela fueron el reverendo Paul Fayter, historiador de la ciencia y telogo, Universidad de York; Asbed G. Bedrossian; Ted Bleaney; Michael A. Burstein; David Livingstone Clink; James Alan Gardner; Richard M. Gotlib; Terence M. Green; Howard Miller, Ph.D.; Ariel Reich, Ph.D.; Alan B. Sawyer; Edo van Belkom; y Andrew Weiner. Agradecimientos especiales a esas sufridas personas que me dejan lanzarles ideas en la seccin Robert J. Sawyer del foro de autores de ciencia ficcin de CompuServe (al que se accede con el comando CompuServe Go Sawyer). Reconozco con agradecimiento el apoyo financiero de la Seccin de Escritura y Edicin del

    Canada Council for the Arts, que me asign una beca de viaje para asistir a la Convencin Mundial de Ciencia Ficcin en Melbourne, Australia, mientras terminaba esta novela. Finalmente, gracias a mi padre, John A. Sawyer, por permitir que Carolyn y yo tomsemos prestada repetidas veces su casa de vacaciones en el lago Canandaigua, donde se escribi buena parte de este libro.

  • RARA VEZ SE ENCUENTRAN ESQUELETOS FSILES COMPLETOS. ES PERMISIBLE COMPLETAR LAS PIEZAS QUE FALTEN USANDO LAS MEJORES SUPOSICIONES DEL RESTAURADOR PERO, EXCEPTO PARA SU EXHIBICIN PBLICA, UNO DEBE DISTINGUIR CON CLARIDAD LAS PARTES QUE SON VERDADEROS RESTOS FOSILIZADOS DE LAS QUE NO SON MS QUE CONJETURAS. SLO LOS FSILES REALES SON UN VERDADERO TESTIMONIO EN PRIMERA PERSONA DEL PASADO," EN CONTRASTE, LAS APORTACIONES DEL RESTAURADOR SON SIMILARES A UNA NARRACIN EN TERCERA PERSONA.

    Thomas D. Jericho, Ph.D., en su introduccin para el Manual de Restauracin Paleontolgica (Danilova y Tamasaki, editores)

  • 1

    Lo s, lo s; pareca una locura que los aliengenas hubiesen venido a Toronto. Vale, la ciudad es popular entre los turistas, pero uno pensara que un ser de otro mundo ira directamente a las Naciones Unidas... o quizs a Washington. En la pelcula de Robert Wise Ultimtum a la Tierra no iba Klaatu directamente a Washington?

    Aunque claro, uno pensara que tambin es una locura que el mismo director que hizo West Side Story hubiese dirigido asimismo una buena pelcula de ciencia ficcin. En realidad, ahora que lo pienso, Wise dirigi tres pelculas de ciencia ficcin, cada una ms flemtica que su predecesora.

    Pero estoy divagando. ltimamente lo hago mucho; tendrn que perdonarme. Y no, no me estoy volviendo senil; por el amor de Dios, slo tengo cincuenta y cuatro aos. Pero el dolor en ocasiones me dificulta la concentracin.

    Hablaba sobre los aliengenas.

    Y por qu vinieron a Toronto.

    Sucedi as...

    El transbordador aliengena aterriz frente a lo que antes era el Planetario McLaughlin, que est justo al lado del Real Museo de Ontario, donde trabajo. Digo que antes era el planetario porque Mike Harris, el tacao premier de Ontario, elimin los fondos para el planetario. Se le ocurri que los nios canadienses no tenan por qu saber nada sobre el espacio; gran visin de futuro, Harris. Despus de que cerrase el planetario, alquilaron el edificio para una exposicin comercial de Star Trek, con la reproduccin del puente de mandos clsico en lo que sola ser el teatro estelar.

    Por mucho que me guste Star Trek, no se me ocurre un comentario ms triste sobre las prioridades educativas canadienses. Varias otras ocupaciones del sector privado haban alquilado posteriormente el edificio, pero en esos momentos estaba vaco.

    En realidad, aunque quiz fuese razonable que un aliengena visitase un planetario, al final result que realmente queran ir al museo. Tampoco est mal: imagnense la vergenza para Canad si el primer contacto se realizase en nuestra tierra, el embajador extraterrestre llamase a la puerta y no contestase nadie. El planetario, con su bveda blanca como un gigantesco igl, est algo alejado de la calle, por lo que justo enfrente hay una gran zona de cemento lugar aparentemente perfecto para aterrizar un pequeo transbordador.

    Ahora bien, yo no presenci el aterrizaje, aunque estaba justo en el edificio de al lado. Pero cuatro personas tres turistas y un nativo lo registraron en vdeo, y durantes varios das podas verlo incesantemente en todas las televisiones del mundo. La nave era una cua estrecha, como el trozo de pastel que se servira alguien que finge llevar una dieta. Era de un negro profundo, no tena salidas de humos visibles y haba descendido en silencio desde el cielo.

    Tena como unos treinta pies de largo (s, lo s; Canad es un pas que usa el sistema mtrico, pero nac en 1946. No creo que nadie de mi generacin incluso un cientfico como yo se haya acostumbrado del todo al sistema mtrico; pero intentar mejorar). En lugar de estar cubierto de vmito robtico, como virtualmente est toda nave espacial en cualquier pelcula posterior a La guerra de las galaxias, el casco de la nave espacial era

  • completamente liso. No bien acababa de aterrizar cuando se abri una puerta en un lateral. La abertura era rectangular, pero ms ancha que alta. Y se abra deslizndose hacia arriba; indicacin inmediata de que los ocupantes probablemente no eran humanos; los humanos raramente fabricamos puertas as debido a nuestras cabecitas vulnerables.

    Segundos ms tarde, sali el aliengena. Pareca una gigantesca araa de tonos marrones y dorados, con un cuerpo esfrico del tamao de una pelota de playa y patas extendidas en todas direcciones.

    Un Ford Taurus azul le peg un golpe por detrs a un MercedesBenz granate justo frente al planetario cuando sus conductores se quedaron mirando el espectculo boquiabiertos. Haba mucha gente caminando por la zona, pero todos parecan ms pasmados que aterrorizados; aunque unos pocos corrieron hacia las escaleras de la estacin del metro, que tiene dos salidas frente al planetario, frente al museo.

    La araa gigante recorri la corta distancia hasta el museo; el planetario haba sido una divisin del RMO y los dos edificios estaban unidos por un pasaje elevado a la altura del segundo piso, pero a nivel de la calle los separaba un callejn. El museo fue edificado en 1914, mucho antes de que cualquiera se preocupase por la accesibilidad. Haba nueve anchos escalones que llevaban a las seis puertas de cristal principales; mucho ms tarde se haba aadido una rampa para sillas de ruedas. El aliengena se detuvo un momento, aparentemente intentando decidir qu mtodo usar. Se decidi por las escaleras; las barandas de la rampa estaban un poco demasiado cerca, considerando la extensin de sus patas.

    En lo alto de las escaleras, el aliengena volvi a quedar momentneamente desconcertado. Probablemente viva en un mundo tpico de ciencia ficcin, lleno de puertas que se apartaban automticamente. Estaba encarado con la fila exterior de puertas de vidrio; se abran usando tiradores tubulares, pero l no pareca comprender ese hecho. Segundos despus de su llegada, sali un muchacho, sin saber al principio lo que suceda, dejando escapar un grito de asombro al ver al extraterrestre. El aliengena tom con calma la puerta abierta con uno de los miembros empleaba seis para caminar, y dos adyacentes como brazos y se las arregl para penetrar en el vestbulo. A poca distancia tena una segunda pared de puertas de vidrio; esa cmara de aire intermedia permita que el museo controlase la temperatura interior. Como ya conoca el funcionamiento de las puertas terrestres, el aliengena abri una de las puertas interiores y entr con un correteo en la Rotonda, el enorme vestbulo octogonal del museo; era un smbolo tan caracterstico del RMO que la revista trimestral para socios se llamaba Rotonda en su honor.

    A la izquierda de la Rotonda se encontraba la Sala de Exposicin Garfield Weston, que se usaba para exhibiciones especiales; en esos momentos contena la exposicin dedicada a Burgess Shale que yo haba ayudado a preparar. Las dos mejores colecciones del mundo de fsiles de Burgess Shale se encontraban en el RMO y en el Smithsonian; pero normalmente ninguna de las instituciones los expona al pblico. Yo haba conseguido una combinacin temporal de ambas colecciones para ser expuesta primero en el RMO y luego en Washington.

    El ala del museo a la derecha de la Rotonda sola albergar nuestra desaparecida y lamentada Galera de Geologa, pero ahora contena la tienda de regalos y la cafetera; uno de los muchos sacrificios que el RMO haba realizado bajo la administracin de Christine Dorati para convertirse en una atraccin.

    En todo caso, la criatura se desplaz con rapidez hasta el otro extremo de la Rotonda,

  • entre el mostrador de admisin y el mostrador de servicios a socios. Ahora bien, tampoco presenci esta parte de primera mano, pero todo qued grabado por una cmara de seguridad, lo que es una suerte porque, de lo contrario, nadie se lo hubiese credo. El aliengena se acerc sigilosamente hasta el guardia de seguridad de chaqueta azul Raghubir, un sij de gran aspecto pero simptico que llevaba toda la vida en el RMO y le dijo en un ingls perfecto:

    Perdneme. Me gustara ver a un paleontlogo.

    Raghubir abri como platos los ojos marrones, pero se relaj con rapidez. Ms tarde confes que haba pensado que se trataba de una broma. Se ruedan muchas pelculas en Toronto y, por alguna razn, gran cantidad de series de ciencia ficcin, incluyendo, a lo largo de los aos, Gene Roddenberry's Earth: Final Conflict, Ray Bradbury Theater, y la revivida Twilight Zone. Asumi que era un to con un traje especial o un mueco de animatrnica.

    Qu tipo de paleontlogo? dijo, con seriedad, siguiendo la broma.

    El torso esfrico del aliengena se sacudi una vez.

    Uno amable, supongo.

    En el vdeo se puede ver al pobre Raghubir intentando contener una sonrisa sin demasiado xito.

    Quiero decir, invertebrados o vertebrados?

    Los paleontlogos no son todos humanos ? pregunt el aliengena. Hablaba de forma extraa, pero ya llegaremos a eso. No son todos, por tanto, vertebrados?

    Juro por Dios que todo esto est grabado.

    Por supuesto, todos son humanos dijo Raghubir. Se haba producido una pequea acumulacin de visitantes y, aunque la cmara no lo mostraba, aparentemente muchas personas miraban hacia el suelo de mrmol de la Rotonda desde los balcones interiores del piso superior. Pero algunos se especializan en fsiles vertebrados y otros en invertebrados.

    Oh dijo el aliengena. Me parece una distincin artificial. Cualquiera de ellos me vale.

    Raghubir levant un telfono y marc mi extensin. En el Centro de Conservadores, oculto tras la horrorosa Galera Inco Limited de Ciencias Terrestres la manifestacin modlica de la visin de Christine para el RMO respond al telfono:

    Jericho dije.

    Doctor Jericho dijo la voz de Raghubir, con su acento caracterstico, hay alguien aqu que desea verle.

    Ahora bien, ir a ver un paleontlogo no es como visitar al presidente de una gran empresa; claro, nos gustara ms que se pidiese cita, pero somos funcionarios... trabajamos para los contribuyentes. Aun as:

    Quin es?

    Raghubir hizo una pausa.

    Creo que ser mejor que venga y lo vea por s mismo, doctor Jericho.

    Bien, el crneo de Trodon que Phil Currie haba enviado desde el Tyrrell haba

  • esperado pacientemente durante setenta millones de aos; poda esperar un poquito ms.

    Ahora mismo voy.

    Abandon la oficina y me dirig al ascensor, pasando la Galera Icon Dios, cmo odio esa cosa, con sus insultantes murales de dibujitos, gigantescos volcanes falsos y suelos temblorosos, atraves la Galera Currelly, sal a la Rotonda y...

    Y...

    Dios.

    Dios santo.

    Me detuve de golpe.

    Es posible que Raghubir no pudiese distinguir entre un cuerpo de carne y hueso y un traje de goma, pero yo s. La cosa que esperaba pacientemente junto al mostrador de admisin era, sin duda, un ente biolgico autntico. En mi interior no tena ni la ms mnima duda. Era una forma de vida...

    Y...

    Y yo haba estudiado la vida en la Tierra desde sus orgenes, en lo ms lejano del Precmbrico. A menudo haba visto fsiles que representaban nuevas especies o nuevos gneros, pero nunca haba visto un animal a gran escala que representase todo un phylum nuevo.

    Hasta ese momento.

    La criatura, con toda seguridad, era una forma de vida y, con la misma seguridad, no haba evolucionado en la Tierra.

    Dije al principio que pareca una araa gigante; sa fue la primera descripcin dada por la gente en la acera. Pero era ms compleja. A pesar de la semejanza superficial con un arcnido, el aliengena aparentemente tena un esqueleto interno. Los miembros estaban cubiertos de piel burbujeante sobre msculos abultados; no eran las patas larguiruchas con exoesqueleto de un artrpodo.

    Pero todo vertebrado terrestre moderno tiene cuatro miembros (o, como en el caso de las serpientes y las ballenas, haban evolucionado a partir de criaturas que los tenan), y cada miembro termina en no ms de cinco dedos. Era evidente que los antepasados de ese ser haban nacido en otro ocano, en otro mundo: tena ocho miembros, dispuestos radialmente alrededor de un cuerpo central, y dos de los ocho se haban especializado en servir de manos, terminando en seis dedos de tres articulaciones.

    Me palpitaba el corazn y tena problemas para respirar.

    Un aliengena.

    Y, sin ninguna duda, un aliengena inteligente. El cuerpo esfrico del aliengena quedaba escondido por ropas; lo que pareca una nica tira larga de brillante tela azul, enrollada repetidamente alrededor del torso, cada espiral pasando entre dos miembros, lo que permita que las extremidades sobresaliesen. La tela estaba sujeta entre los brazos por un disco enjoyado. Nunca me ha gustado llevar corbata, pero me haba acostumbrado a anudrmelas y poda hacerlo sin mirarme en el espejo (lo que en esos das estaba bien); era probable que al aliengena no le resultase ms incmodo ponerse la tela cada maana.

    Tambin, proyectndose por entre las aberturas en la tela, haba dos tentculos

  • estrechos que podran ser ojos bolas iridiscentes, cada uno cubierto por una sustancia dura y cristalina. Esos pednculos serpenteaban lentamente de un lado a otro, acercndose y luego separndose. Me pregunt cmo sera la percepcin de profundidad de la criatura sin una distancia fija entre los ojos.

    El aliengena no pareca en absoluto alarmado por mi presencia o la de los dems en la Rotonda, aunque su torso se sacuda ligeramente de arriba abajo en lo que yo esperaba no fuese una muestra de territorialidad. En realidad, era casi hipntico: el torso levantndose lentamente y cayendo a medida que las seis patas se flexionaban y relajaban, y los pednculos se acercaban y se alejaban. Todava no haba visto el vdeo de la conversacin de la criatura con Raghubir; pens que la danza fuese quizs un intento de comunicacin un lenguaje de movimientos corporales. Consider flexionar mis rodillas e incluso, con un truco que haba aprendido en un campamento de verano cuarenta y tantos aos antes, bizquear los ojos. Pero las cmaras de seguridad nos enfocaban a los dos; si mi suposicin era errnea, aparecera como un idiota en los programas de noticias de todo el mundo. Aun as, deba probar algo. Levant la mano derecha, mostrando la palma, como seal de saludo.

    La criatura copi inmediatamente el gesto, doblando un brazo por una de las dos articulaciones y extendiendo los seis dedos. Y luego sucedi algo increble. Se abri una abertura vertical en el segmento superior de cada una de las patas delanteras, y de la hendidura izquierda sali la slaba ho y de la derecha, con una voz ligeramente ms profunda, la slaba la.

    Sent que me quedaba boquiabierto, y un momento despus tambin baj la mano.

    El aliengena sigui agitando el torso y entrecruzando los ojos. Lo intent de nuevo: de la pierna izquierda sali la slaba bon y de la derecha jour.

    Era una suposicin razonable. La mayora de las seales del museo eran bilinges, en ingls y en francs. Mov la cabeza ligeramente incrdulo, y luego empec a abrir la boca aunque no tena ni idea de lo que iba a decir, pero la cerr cuando la criatura volvi a hablar. Las slabas volvieron a alternar entre la boca izquierda y la derecha, como la pelota en una partida de pingpong: Auf, Wie, der, sehen.

    Y de pronto dije algo:

    En realidad, auf Wie der sehen significa adis, no hola.

    Oh dijo el aliengena. Levant dos de sus otras patas en lo que podra haber sido un encogimiento de hombros, y luego sigui hablando con las slabas saltando de izquierda a derecha. Bien, el alemn no es mi fuerte.

    Yo estaba demasiado sorprendido para rer, pero sent cmo me relajaba un poco, aunque el corazn todava pareca que iba a saltar del pecho:

    Usted es un aliengena dije. Diez aos de universidad para conseguir un Master en lo Evidente...

    Es correcto dijeron las bocas piernas. Las voces del ser sonaban masculinas, aunque slo la derecha era realmente grave. Pero por qu ser genricos? Mi especie se llama forhilnor, y mi nombre personal es Hollus.

    Mm, encantado de conocerle dije.

    Sus ojos se agitaron de un lado a otro expectantes.

    Oh, lo siento. Yo soy humano.

  • S, lo s. Homo sapiens, como diran sus cientficos. Pero su nombre personal es...?

    Jericho. Thomas Jericho.

    Es permisible abreviar Thomas a Tom?

    Estaba asombrado.

    Cmo sabe de nombres humanos? Y, demonios, cmo es que habla ingls?

    He estado estudiando su mundo; por eso estoy aqu.

    Es un explorador?

    Los pednculos se acercaron, y se quedaron all.

    No exactamente dijo Hollus.

    Entonces, qu? No es usted un invasor, no?

    Los pednculos se agitaron en un movimiento en forma de S. Risa?

    No. Y luego apart ambos brazos. Perdneme, pero poseen poco que yo o mis asociados pudisemos desear. Hollus se detuvo, como si pensase. Luego hizo un gesto con la mano como si quisiese que me diese la vuelta. Claro est, que si lo desea le puedo poner una sonda anal...

    La multitud reunida en el vestbulo se qued boquiabierta. Yo intent enarcar mis cejas inexistentes.

    Los pednculos de Hollus repitieron el movimiento en forma de S.

    Lo siento..., era una broma. Los humanos tienen una mitologa bastante extraa sobre las visitas extraterrestres. Sinceramente, no les har dao... ni a su ganado, ya puestos en ello.

    Gracias dije. Eh, ha dicho que no es un explorador.

    No.

    Y no es un invasor.

    No.

    Entonces, qu es usted? Un turista?

    Para nada. Soy un cientfico.

    Y quiere verme a m? pregunt.

    Es usted un paleontlogo?

    Asent; luego, comprendiendo que era posible que el ser no comprendiese un asentimiento, dije:

    S. Paleontlogo de dinosaurios, para ser exactos; estoy especializado en terpodos.

    Entonces, s, quiero verle a usted.

    Por qu?

    Hay algn lugar privado en el que podamos hablar? pregunt Hollus, mientras sus pednculos giraban para ver a todos los que le rodeaban. Un aliengena. Uno de verdad. Era asombroso, totalmente asombroso.

    Pasamos el par de escaleras, cada una enrollada alrededor de un enorme ttem, el

  • Nisga'a a la derecha con una altura de ochenta pies lo siento, veinticinco metros desde el stano hasta el tercer piso, y el ms bajo Haida a la izquierda empezando en la planta baja. Luego atravesamos la Galera Currelly, con sus exhibiciones simplistas, todo brillo sin oro. Era un da laborable de abril; no haba mucha gente en el museo, y por suerte no nos cruzamos con ningn grupo de estudiantes en nuestro camino hacia el Centro de Conservadores. Aun as, los visitantes y los agentes de seguridad nos miraban, y algunos emitieron diversos sonidos mientras Hollus y yo nos cruzbamos con ellos.

    El Real Museo de Ontario abri sus puertas casi noventa aos antes. Es el mayor museo de Canad y uno de un puado de importantes museos multidisciplinarios del mundo. Como proclaman las tallas en caliza que flanquean la entrada que Hollus haba atravesado minutos antes, su trabajo es preservar el registro natural de incontables pocas y las artes del hombre durante esos aos. El RMO tiene galeras dedicadas a la paleontologa, ornitologa, mammaloga, herpetologa, textiles, egiptologa, arqueologa grecorromana, artefactos chinos, arte bizantino, y ms. Tiempo atrs, el edificio haba tenido forma de H, pero los dos patios haban sido ocupados en el ao 1982, con seis pisos de nuevas galeras en el norte y un Centro de Conservadores de nueve pisos en el sur. Parte de las paredes que antes daban al exterior ahora son interiores, y el elaborado estilo Victoriano del edificio original linda con la simple piedra amarilla de las adiciones ms recientes; podra haber sido un desastre, pero al final result bastante bonito.

    Me temblaban las manos de emocin al llegar al ascensor y dirigirnos al departamento de paleobiologa; antes el RMO tena departamentos distintos para vertebrados e invertebrados, pero los recortes de Mike Harris nos haban obligado a fusionarnos. Los dinosaurios traan ms visitantes al RMO que los trilobites, as que Jonesy, el conservador jefe de invertebrados, trabajaba ahora a mis rdenes.

    Por suerte no haba nadie en el pasillo cuando salimos del ascensor. Empuj a Hollus a mi despacho, cerr la puerta y me sent tras el escritorio aunque ya no estaba asustado, segua sin poder sostenerme bien en pie.

    Hollus not el crneo de Trodon sobre el escritorio. Se acerc y con cuidado lo cogi con una de las manos, acercndoselo a los pednculos. stos dejaron de moverse de un lado a otro y se centraron en el objeto. Mientras examinaba el crneo, le di otro buen vistazo a l.

    El torso no tena un permetro mayor que el que yo poda hacer con mis brazos. Como ya haba notado, el torso estaba cubierto por una larga franja de tela azul. El pellejo era visible en las seis patas y los dos brazos. Se pareca un poco a un envoltorio de burbujas, aunque las burbujas individuales tenan tamaos diferentes. Pero parecan estar llenas de aire, lo que significaba que eran una probable fuente de aislamiento. Lo que implicaba que Hollus era endotrmico; los mamferos y pjaros terrestres utilizan pelos y plumas para atrapar el aire cerca de la piel como aislante, pero tambin pueden liberar el aire para enfriarse haciendo que el pelo se ponga de punta o agitando las plumas.

    Me pregunt como podra usarse una piel de burbujas para producir el efecto de enfriamiento; quiz las burbujas pudiesen desinflarse.

    Un crneo fascinante dijo Hollus, alternando ahora palabras enteras entre las bocas. Qu edad tiene?

    Como unos setenta millones de aos dije.

    Exactamente el tipo de cosas que he venido a ver.

    Dijo que era un cientfico. Es un paleontlogo, como yo?

  • Slo en parte dijo el aliengena. Mi campo original era la cosmologa, pero en aos recientes mis estudios se han trasladado a asuntos mayores hizo una pausa momentnea. Como ya habr deducido a estas alturas, mis colegas y yo hemos estado observando la Tierra durante algn tiempo... lo suficiente para absorber las lenguas ms importantes y realizar estudios de sus distintas culturas a travs de la televisin y la radio. Ha sido un proceso frustrante. S ms de su msica popular y de las tcnicas de preparacin alimenticia de lo que me gustara... aunque me siento intrigado por el Preparador Automtico de Pasta Popeil. Tambin he visto suficientes acontecimientos deportivos para durarme toda una vida. Pero ha sido muy difcil encontrar informacin sobre asuntos cientficos; dedican muy poco ancho de banda a las discusiones detalladas de esas reas. Siento que conozco una cantidad desproporcionada de algunos temas especficos y nada en absoluto sobre otros. Hizo una pausa. Simplemente hay informacin que no podemos adquirir por nuestra cuenta escuchando sus medios de comunicacin o a travs de nuestras visitas secretas a la superficie del planeta. Es especialmente cierto en el caso de elementos escasos, como los fsiles.

    Estaba empezando a tener un dolor de cabeza por su voz saltando de una pierna a otra.

    Por tanto, quiere examinar los especmenes que tenemos en el RMO?

    Exacto dijo el aliengena. Para nosotros fue fcil estudiar la flora y fauna contempornea sin revelar nuestra presencia a la humanidad, pero, como sabe, los fsiles bien conservados son muy raros. La mejor forma de satisfacer nuestra curiosidad sobre la evolucin de la vida en este mundo pareca ser pedir permiso para examinar una coleccin existente de fsiles. Digamos que no es necesario reinventar la palanca.

    Yo segua atnito por la idea, pero no pareca haber razn para no cooperar.

    Por supuesto, puede examinar nuestros especmenes; vienen continuamente investigadores visitantes. Est interesado en algn rea en particular?

    S dijo el aliengena. Me intrigan las extinciones masivas como puntos decisivos en la evolucin de la vida. Qu puede decirme de ellas?

    Me encog de hombros; era un tema amplio.

    Que sepamos, se han producido cinco extinciones masivas en la historia de la Tierra. La primera se produjo al final del Ordoviciense, quizs hace unos 440 millones de aos. La segunda se produjo a finales del Devnico, hace como unos 365 millones de aos. La tercera, y con diferencia la ms importante, fue al final del Prmico, hace 225 millones de aos.

    Hollus movi los pednculos de forma que los ojos se tocasen brevemente, y al hacerlo las cubiertas cristalinas produjeron un clic suave.

    Cunteme ms de esa ltima.

    En ella dije, desaparecieron quizs un noventa y seis por ciento de las especies marinas, y murieron como tres cuartos de todas las familias de vertebrados terrestres. Tuvimos otra extincin masiva a finales del Trisico, hace como unos 210 millones de aos. Perdimos como un cuarto de todas las familias, incluso todos los laberintodontes; probablemente fue crucial para que los dinosaurios, criaturas como las que sostiene, apareciesen.

    S dijo Hollus. Contine.

    Bien, y la extincin masiva ms famosa se produjo hace 65 millones de aos, al final

  • del Cretcico volv a sealar el crneo del Trodon. Fue entonces cuando desaparecieron todos los dinosaurios, pterosaurios, mosasaurios, amonitas y otros.

    Esta criatura debi de ser bastante pequea dijo Hollus, sopesando el crneo.

    Cierto. Desde el morro hasta el final de la cola, no ms de cinco pies. Un metro y medio.

    Tena parientes mayores?

    Oh, s. De hecho, el animal terrestre ms grande que haya existido. Pero murieron todos en esa extincin, dejando libre el camino para que mi tipo, una clase que llamamos mamfero, tomase el control.

    In ere ble dijeron las bocas de Hollus. En ocasiones alternaba dos palabras entre las ranuras parlantes y en ocasiones slo slabas.

    Por?

    Cmo han obtenido las fechas de las extinciones? pregunt ignorando mi pregunta.

    Asumimos que todo el uranio de la Tierra se form al mismo tiempo que el planeta, luego medimos la proporcin de uranio 238 con su producto de desintegracin final, plomo 206, y uranio 235 con su producto de desintegracin final, plomo 207. Eso nos indica que el planeta tiene 4.500 millones de aos. Luego...

    Bien dijo una boca. Y bien confirm la otra. Las fechas deberan ser precisas. Hizo una pausa. Todava no me ha preguntado de dnde vengo.

    Me sent como un idiota. Tena razn, claro; probablemente debera haber sido mi primera pregunta.

    Lo siento. De dnde viene?

    Del tercer planeta de la estrella que ustedes llaman Beta Hydri.

    Haba dado algunas clases de astronoma mientras estudiaba geologa, y haba estudiado tanto latn como griego herramientas apaadas para un paleontlogo. Hydri era el genitivo de Hydrus, Hidra, la pequea serpiente de agua, una constelacin dbil cerca del polo sur celeste. Y beta, claro est, era la segunda letra del alfabeto griego, lo que daba que Beta Hydri sera la segunda estrella ms brillante de esa constelacin vista desde la Tierra.

    Y a qu distancia est? pregunt.

    Veinticuatro de sus aos luz dijo Hollus. Pero no vinimos directamente aqu. Hemos estado viajando durante un tiempo y visitamos otros siete sistemas estelares antes de venir aqu. El viaje total hasta ahora ha sido de 103 aos luz.

    Asent, todava anonadado, y luego, comprendiendo que haca lo que haba hecho antes, dije:

    Cuando muevo la cabeza de arriba abajo significa que estoy de acuerdo, o siga, o vale.

    Lo s dijo Hollus. Golpe los dos ojos. Este gesto significa lo mismo un breve silencio. Aunque he estado en nueve sistemas estelares, incluyendo ste y mi sistema natal, el suyo es slo el tercer mundo en el que hemos encontrado vida inteligente en existencia. El primero, claro, fue el mo propio, y el siguiente fue el segundo planeta de

  • Delta Pavonis, una estrella como a 20 aos luz de aqu, pero a slo 9,3 aos luz de mi planeta.

    Delta Pavonis sera la cuarta estrella ms brillante de la constelacin del Pavo. Como Hidra, recordaba vagamente que slo era visible en el hemisferio sur.

    Muy bien dije.

    Tambin se han producido cinco extinciones masivas importantes en la historia de mi planeta dijo Hollus. Nuestros aos son mayores que los suyos, pero si las expresamos en aos terrestres, se produjeron hace unos 440 millones de aos, 365 millones de aos, 225 millones de aos, 210 millones de aos y 65 millones de aos.

    Me qued boquiabierto.

    Y sigui diciendo Hollus, Delta Pavonis II tambin experiment las cinco mismas extinciones masivas. Su ao es ligeramente ms corto que el suyo, pero si expresamos las extinciones en aos terrestres, tambin se produjeron aproximadamente hace 440, 365, 225, 210 y 65 millones de aos.

    Me dola la cabeza. Ya era difcil hablar con un aliengena, pero un aliengena que soltaba tonteras era demasiado.

    Eso no puede ser dije. Sabemos que las extinciones en la Tierra estaban relacionadas con fenmenos locales. La del final del Prmico fue probablemente resultado de una glaciacin de polo a polo, y la del final del Cretcico parece haber estado relacionada con el impacto de un asteroide del mismo cinturn de asteroides del sistema solar.

    Nosotros tambin pensbamos que haba explicaciones locales para las extinciones en nuestro planeta, y los wreeds, nuestro nombre para los seres inteligentes de Delta Pavonis II, tenan explicaciones que parecan nicas para las circunstancias locales. Fue una sorpresa descubrir que las extinciones en nuestros dos planetas eran iguales. Una o dos de cinco podran haber sido una coincidencia, pero todas producindose simultneamente... a menos que, claro, nuestras explicaciones anteriores fuesen inexactas o incompletas.

    Y vinieron aqu para comprobar si la historia de la Tierra coincida con las suyas?

    En parte dijo Hollus. Y as parece que fue.

    Negu con la cabeza.

    Y no veo cmo podra ser.

    El aliengena deposit con suavidad el crneo del Trodon sobre el escritorio; estaba claro que se haba acostumbrado a manejar fsiles con cuidado.

    Nuestra incredulidad inicial fue igual a la suya dijo. Pero al menos en mi mundo y en el de los wreeds encajan algo ms que las fechas. Tambin es la naturaleza de los efectos en la biosfera. La mayor extincin masiva de los tres mundos fue la tercera, la que en la Tierra se define como fin del Prmico. Considerando lo que me ha contado, parece que la mayor parte de la biodiversidad fue eliminada en los tres mundos al mismo tiempo.

    A continuacin, el acontecimiento que sita al final de su Trisico aparentemente condujo al dominio de los nichos ecolgicos ms altos por parte de una clase de animales. Aqu, fueron las criaturas que llaman dinosaurios; en mi mundo, fueron grandes pentpodos ectotrmicos.

  • Y la extincin masiva final, la que dice usted que se produjo a finales del Cretcico, parece haber provocado la desaparicin de ese tipo y el paso central a la clase que ahora domina. En este mundo fueron los mamferos como usted suplantando a los dinosaurios. En Beta Hydri III, fueron los octpodos endotrmicos como yo ocupando el puesto de los pentpodos. En Delta Pavonis II, las formas vivparas ocuparon nichos ecolgicos anteriormente dominados por los ovparos.

    Hizo una pausa.

    Al menos, as parece, basndome en lo que acaba de decirme. Pero me gustara examinar sus fsiles para determinar la precisin de ese resumen.

    Agit la cabeza asombrado.

    No se me ocurre ninguna razn por la que la historia evolutiva deba ser similar en diversos mundos.

    Una razn es evidente dijo Hollus. Dio unos pasos a un lado; quiz se estaba cansando de sostener su propio peso, aunque no poda pensar qu tipo de silla podra servirle. Podra ser as porque as lo dese Dios.

    Por alguna razn, me sorprendi or a un aliengena hablar de esa forma. La mayora de los cientficos que conozco o son ateos o mantienen la religin como algo privado y Hollus acababa de decir que era un cientfico.

    Es una explicacin dije con cautela.

    Es la ms razonable. No tienen los humanos un principio que afirma que la explicacin ms simple es la preferible?

    Asent.

    La navaja de Occam.

    La explicacin de que fue la voluntad de Dios da una razn para todas las extinciones masivas; lo que la hace preferible.

    Bien, supongo, si... maldicin, s que deba haber sido amable, limitarme a asentir y sonrer, como hago cuando los fanticos religiosos me acosan en la Galera de Dinosaurios y me exigen saber cmo encajan con el diluvio de No, pero cre que deba hablar si crees en Dios.

    Los pednculos de Hollus se movieron en lo que pareca ser su mxima extensin, como si me mirase simultneamente desde ambos lados.

    Es usted el paleontlogo ms importante de esta institucin? pregunt.

    Soy el jefe del departamento, s.

    No hay ningn paleontlogo con mayor experiencia?

    Frunc el ceo.

    Bien, est Jonesy, el conservador jefe de invertebrados. Casi es tan viejo como algunos de los especmenes.

    Quiz debera hablar con l.

    Si lo prefiere. Pero qu pasa?

    S por sus programas de televisin que en esta parte del planeta hay mucha ambigedad con respecto a Dios, al menos entre el pblico en general, pero me

  • sorprende or que alguien de su posicin no est personalmente convencido de la existencia del creador.

    Bien, en ese caso, Jonesy no le sirve; forma parte del CSICOP.

    Polica celeste?

    El Comit para la Investigacin Cientfica de las Pretensiones Paranormales. Definitivamente no cree en Dios.

    Me siento asombrado dijo Hollus, y sus ojos se apartaron de m para examinar los psteres de mi despacho: un Gurche, un Czerkas y dos Kishes.

    Nuestra tendencia es considerar la religin como un asunto personal expliqu con amabilidad. La misma naturaleza de la fe es que uno no puede demostrar con hechos su validez.

    No hablo de cuestiones de fe dijo Hollus, centrando los ojos de nuevo en m. Ms bien hablo de hechos cientficos verificados. Que vivimos en un universo creado es evidente para cualquiera con la suficiente inteligencia e informacin.

    No me sent realmente ofendido, pero s estaba sorprendido; antes slo haba odo afirmaciones similares por parte de los cientficos creacionistas.

    Encontrar a muchas personas religiosas en el RMO dije. Raghubir, al que conoci en el vestbulo, por ejemplo. Pero ni siquiera l dira que la existencia de Dios es un hecho cientfico.

    Bien, en ese caso, ser m deber educarle dijo Hollus.

    Oh, qu alegra.

    Si cree que es necesario.

    As debe ser, si va a ayudarme en mi trabajo. Mi opinin no es minoritaria; la existencia de Dios es parte fundamental de la ciencia tanto en Beta Hydri como en Delta Pavonis.

    Muchos humanos consideran que tales cuestiones quedan fuera del alcance de la ciencia.

    Hollus volvi a mirarme como si estuviese fallando en alguna prueba.

    Nada queda fuera de la ciencia dijo con firmeza... una posicin con la que de hecho no estoy en desacuerdo. Pero inmediatamente volvimos a distanciarnos: El fin principal de la ciencia moderna sigui diciendo es descubrir por qu Dios se ha comportado como lo ha hecho y determinar sus mtodos. No creemos... qu trmino emplean ustedes...? No creemos que se limite a agitar las manos y hacer que aparezcan las cosas. Vivimos en un universo de fsica, y l debe emplear procesos fsicos cuantificables para conseguir sus fines. Si efectivamente ha estado guiando las lneas maestras de la evolucin en al menos tres mundos, entonces debemos preguntarnos cmo? Y por qu? Qu aspira a conseguir? Necesitamos...

    En ese momento, la puerta de mi despacho se abri, dando paso a la forma de pelo gris y rostro largo de Christine Dorati, la directora y presidenta del museo.

    Qu demonios es eso? pregunt, sealando a Hollus con un dedo huesudo.

    Confusin entre la pronunciacin inglesa de CSICOP y Sky cop [polica del cielo]. (N. del T.)

  • 2

    La pregunta de Christine Dorati me detuvo en seco. Todo haba estado desarrollndose con tal rapidez, que no haba tenido tiempo para considerar la importancia de todo lo que estaba sucediendo. El primer visitante extraterrestre verificado de la Tierra se haba dejado caer y yo, en lugar de avisar a las autoridades o siquiera a mi jefa Christine, estaba charlando con el ser, dedicndome a una de esas sesiones que los estudiantes mantienen a altas horas de la madrugada.

    Pero antes de que pudiese responder, Hollus se haba dado la vuelta para encararse con la doctora Dorati; rot el cuerpo esfrico desplazando cada una de las seis patas a la izquierda.

    Saludo dijo. Mi nombre es Hol lus las dos slabas del nombre se superpusieron ligeramente, una boca empezando a hablar antes de que la otra hubiese terminado del todo.

    Christine era administradora a tiempo completo. Aos antes, cuando era una investigadora en activo, su campo haban sido los textiles; por tanto, los orgenes ultraterrenos de Hollus podran no serle evidentes.

    Es una broma?pregunt.

    En absoluto contest el aliengena, con esa extraa voz estereofnica. Soy sus ojos me miraron rpidamente, como si reconociese que estaba repitiendo algo que yo haba dicho antes... considreme un investigador visitante.

    Visitante de dnde? pregunt Christine.

    Beta Hydri dijo Hollus.

    Dnde est eso? pregunt Christine. Tena una boca grande y caballuna y realizaba esfuerzos conscientes para cerrar los labios sobre los dientes.

    Es otra estrella dije. Hollus, sta es la doctora Christine Dorati, la directora del RMO.

    Otra estrella? dijo Christine, cortando la respuesta de Hollus. Vamos, Tom. Seguridad me advirti de que haba alguna broma en marcha, y...

    Ha visto mi nave espacial? pregunt Hollus.

    Su nave espacial? dijimos al unsono Christine y yo.

    Aterric frente a ese edificio con el techo esfrico.

    Christine penetr definitivamente en la habitacin, pas al lado de Hollus y puls el botn del altavoz en mi telfono. Marc una extensin interna.

    Gunther? dijo. Gunther era el agente de seguridad en la entrada de personal, situada en el callejn entre el museo y el planetario. Soy la doctora Dorati. Hgame un favor: salga a la calle y dgame lo que ve frente al planetario.

    Se refiere a la nave espacial? pregunt la voz de Gunther a travs del altavoz. Ya la he visto. Ahora est rodeada por una enorme multitud.

    Christine colg el telfono sin recordar decir adis. Mir al aliengena. Sin duda poda ver cmo el trax de Hollus se contraa y expanda al respirar.

  • Qu... eh, qu quiere? pregunt Christine.

    Estoy realizando algunas investigaciones paleontolgicas dijo Hollus. Sorprendentemente, la palabra paleontolgicas, complicada incluso para los humanos, no qued dividida entre las ranuras; todava no haba conseguido comprender las reglas que gobernaban el cambio.

    Tengo que comunicrselo a alguien dijo Christine, casi para s misma. Tendr que notificarlo a las autoridades.

    Cules son las autoridades apropiadas en este caso?pregunt.

    Christine me mir como si le sorprendiese que hubiese odo lo que haba dicho.

    La polica? La Real Polica Montada del Canad? El Departamento de Asuntos Exteriores? No lo s. Es una pena que cerrasen el planetario; puede que hubiese alguien ah que lo supiese. En todo caso, quiz se lo debera preguntar a Chen. Donald Chen era el astrnomo entre el personal del RMO.

    Puede notificrselo a quien desee dijo Hollus. Pero por favor, no d demasiada publicidad a mi presencia. No har ms que interferir con mi trabajo.

    Es usted el nico aliengena en la Tierra en estos momentos? pregunt Christine. O hay otros como usted visitando otros pases?

    En estos momentos, soy el nico sobre la superficie del planeta dijo Hollus, aunque es posible que pronto bajen ms. La tripulacin de la nave nodriza, que se encuentra en rbita sincrnica alrededor de su planeta, est compuesta por treinta y cuatro individuos.

    Sincrnica sobre dnde? pregunt Christine. Toronto?

    Las rbitas sincrnicas deben estar sobre el ecuador dije. No puede ser sobre Toronto.

    Hollus gir los pednculos en mi direccin; quizs estaba ganando puntos en su estimacin.

    Eso es cierto. Pero ya que este lugar era nuestro primer destino, la nave est en rbita sobre la misma longitud. Creo que el pas que est justo debajo es Ecuador.

    Treinta y cuatro aliengenas dijo Christine, como si intentase asimilar la idea.

    Correcto replic Hollus. La mitad son forhilnores como yo y la otra mitad wreeds.

    Sent la emocin que me recorra. Tener la oportunidad de examinar una forma de vida de un ecosistema diferente era pasmoso; pero examinar formas de vida de dos sera asombroso. En aos anteriores, cuando me encontraba bien, daba un curso sobre evolucin en la Universidad de Toronto, pero todo lo que sabamos sobre el funcionamiento de la evolucin se basaba en un nico ejemplo. Si pudisemos...

    No estoy segura de a quin llamar dijo Christine una vez ms. Demonios, ni siquiera estoy segura de que me creyesen si llamase.

    Justo en ese momento son el telfono. Cog el auricular. Era Indira Salaam, la ayudante ejecutiva de Christine. Le pas el telfono.

    S dijo Christine al telfono. No. Estar aqu. Puedes traerlos? Muy bien. Adis. Me devolvi el telfono. Los mejores de Toronto vienen de camino.

    Los mejores de Toronto? pregunt Hollus.

    La polica dije yo mientras colgaba.

  • Hollus no dijo nada. Christine me mir.

    Alguien llam para informar de la historia de la nave espacial y del piloto aliengena que haba entrado en el museo.

    Pronto llegaron dos agentes de uniforme, escoltados por Indira. Se quedaron en el quicio de la puerta con la boca abierta. Uno de los policas era flacucho, el otro bastante robusto las formas grcil y robusta del Homo policacas, lado a lado, all mismo, en mi despacho.

    Debe de ser falso le dijo el polica delgado a su compaero.

    Por qu todo el mundo asume lo mismo? pregunt Hollus. Los humanos parecen tener una capacidad impresionante para ignorar las pruebas ms evidentes. Los dos ojos cristalinos me miraron fijamente.

    Quin es el director del museo? pregunt el polica fornido.

    Soy yo dijo Christine. Christine Dorati.

    Bien, seora, qu cree que debamos hacer?

    Christine se encogi de hombros.

    La nave espacial bloquea el trfico?

    No dijo el polica. Se encuentra por completo en terreno del planetario, pero...

    S?

    Pero, bien, habra que informar de algo as.

    Estoy de acuerdo le dijo Christine. Pero a quin?

    Volvi a sonar el telfono. En esta ocasin era el asistente de Indira... No pueden mantener abierto el planetario, pero los asistentes tienen asistentes.

    Hola, Perry dije. Un segundo le pas el telfono a Indira.

    S? pregunt. Comprendo. Mm, un segundo. Mir a su jefa. CITYTV est aqudijo. Quieren ver al aliengena. CITYTV era una televisin local famosa por sus noticias en directo; su lema era simplemente En todas partes!.

    Christine se volvi hacia los dos policas para ver si tenan alguna objecin. Se miraron el uno al otro e intercambiaron encogimientos de hombros.

    Bien, no podemos meter ms gente aqu arriba dijo Christine. La oficina de Tom no da ms de s. Se volvi hacia Hollus. Le importara bajar de nuevo a la Rotonda?

    Hollus se movi de arriba abajo, pero no creo que fuese una muestra de acuerdo.

    Estoy deseoso de iniciar mis investigaciones dijo.

    En algn momento tendr que hablar con ellos le respondi Christine. Mejor sera que se lo quitase ahora de encima.

    Muy bien dijo Hollus, sonando terriblemente renuente.

    El polica ms grueso habl al micrfono que llevaba en la hombrera del uniforme, presumiblemente comunicndose con alguien en la comisara. Mientras tanto, todos marchamos por el pasillo hacia el ascensor. Tuvimos que bajar en dos turnos: Hollus, Christine y yo en el primero; Indira y los dos policas en el segundo. Les esperamos en la planta baja, luego nos dirigimos al vestbulo abovedado del museo.

  • CITYTV llama a sus cmaras todos jvenes y modernos videgrafos. Haba uno esperando, cierto, as como una buena multitud de espectadores, formando un crculo aguardando el regreso del aliengena. El videgrafo, un nativo canadiense de pelo negro atado en una coleta, se adelant. Christine, siempre la poltica, intent meterse frente a la cmara, pero l no quera ms que grabar a Hollus desde todos los ngulos posibles CITYTV era famosa por lo que mi cuado llama experiencias extra-corporales.

    Not que uno de los policas tena la mano sobre la pistolera; supongo que sus supervisores le haban indicado que protegiesen al aliengena a toda costa.

    Finalmente, se agot la paciencia de Hollus.

    Seguro que ya es suficiente le dijo al tipo de la CITYTV.

    Que el aliengena supiese hablar ingls pasm a la multitud; la mayora haba llegado despus de que Hollus y yo hubisemos hablado en el vestbulo. De pronto, el videgrafo comenz a acribillar al aliengena con preguntas:

    De dnde viene? Cul es su misin? Cunto tiempo ha necesitado para llegar aqu?

    Hollus hizo lo posible por responder aunque nunca mencion a Dios pero, despus de unos minutos, dos hombres vestidos con trajes azules entraron en el campo de visin, uno negro y el otro blanco. Observaron al aliengena durante un rato y luego el blanco se adelant para decir.

    Disculpe tena acento quebecois.

    Aparentemente Hollus no le oy; sigui respondiendo las preguntas del videgrafo.

    Disclpeme repiti el hombre en voz ms alta.

    Hollus se hizo a un lado.

    Perdneme dijo el aliengena. Desea pasar?

    No dijo el hombre. Quiero hablar con usted. Pertenecemos al Servicio Canadiense de Seguridad e Inteligencia; me gustara que viniese con nosotros.

    Adonde?

    A un lugar ms seguro, donde pueda hablar con la gente adecuada. Hizo una pausa. Hay un protocolo para estas cosas, aunque llev unos minutos encontrarlo. El primer ministro ya est de camino al aeropuerto de Ottawa, y estamos a punto de notificrselo al presidente de Estados Unidos.

    No, lo lamento dijo Hollus. Sus pednculos hicieron un recorrido completo, mirando al vestbulo octogonal y a toda la gente antes de regresar a los agentes federales. He venido aqu a realizar investigaciones paleontolgicas. Estar encantado de decirle hola a su primer ministro, claro, si se deja caer por aqu, pero la nica razn por la que he revelado mi presencia es para hablar con el doctor Jericho, aqu presente. Me seal con uno de los brazos, y el videgrafo vir la cmara para grabarme a m. He de confesar que me sent bastante hinchado.

    Lo lamento, seor dijo el hombre francocanadiense del SCSI. Pero realmente tenemos que hacerlo as.

    No me est escuchando dijo Hollus. Me niego a ir. Estoy aqu para realizar un trabajo importante y deseo seguir hacindolo.

  • Los dos agentes del SCSI se miraron. Al final habl el negro; tena un acento ligeramente jamaicano.

    Mire, se supone que debe usted decir, Llveme ante su lder. Se supone que debe querer conocer a las autoridades.

    Por qu? pregunt Hollus.

    Los agentes volvieron a intercambiar miradas.

    Por qu? repiti el blanco. Porque as es como se hace.

    Los dos ojos de Hollus convergieron en el hombre.

    Sospecho que tengo ms experiencia que ustedes en estas situaciones dijo en voz baja.

    El agente federal blanco sac un arma.

    Realmente debo insistir dijo.

    Los dos policas entraron en accin.

    Tendremos que ver alguna identificacin dijo el ms corpulento de los dos policas.

    El agente negro lo hizo; yo no tena ni idea de cmo da ser una identificacin del SCSI, pero los agentes de polica se dieron por satisfechos.

    Ahora dijo el negro. Por favor, venga con nosotros.

    Estoy bastante seguro de que no usarn el arma dijo Hollus, por lo que sin duda se har como yo digo.

    Tenemos rdenes dijo el agente blanco.

    Sin duda es as. Y sin duda sus superiores comprendern que no pudieron ejecutarlas. Hollus seal al videgrafo, que se volva loco intentando cambiar la cinta. La grabacin mostrar que insistieron, que yo me negu, y se ser el fin del asunto.

    sta no es forma de tratar a un invitado grit una mujer desde la multitud. Pareca ser un sentimiento popular: varias personas repitieron la afirmacin.

    Intentamos proteger al aliengena dijo el hombre blanco del SCSI.

    Y una mierda dijo un visitante del museo. He visto Expediente X. Si sale de aqu con ustedes, ninguna persona normal volver a verle.

    Djenle en paz! aadi un hombre mayor con acento europeo.

    Los agentes miraron al videgrafo, y el negro le seal una cmara de seguridad al blanco. Sin duda deseaban que nada de eso estuviese siendo grabado.

    Con toda amabilidad dijo Hollus, no van a salirse con la suya.

    Pero, bien, sin duda no tiene ninguna objecin a que haya un observador presente, no? dijo el agente negro. Alguien que se asegure de que no sufre dao.

    No tengo preocupaciones por esa parte le dijo Hollus.

    Christine dio un paso al frente en ese momento.

    Soy la presidenta y directora del museo dijo a los dos hombres del SCSI. A continuacin se volvi hacia Hollus. Estoy segura de que comprender que nos gustara tener un registro, una crnica, de su visita. Si no le importa, nos gustara que al menos un

  • cmara les acompaase a usted y al doctor Jericho. El tipo de la CITYTV se adelant; quedaba muy claro que se ofrecera voluntario con toda alegra.

    Pero s me importa dijo Hollus. Doctora Dorati, en mi mundo slo se somete a vigilancia constante a los criminales; aceptara usted que alguien la vigilase durante todo el da mientras trabaja?

    Bien, yo... dijo Christine.

    Ni yo tampoco dijo Hollus. Agradezco su hospitalidad, pero... usted seal al videgrafo. Usted es un representante de los medios de comunicacin; permtame que haga una peticin. Hollus hizo una pausa de un segundo mientras el nativo canadiense ajustaba el ngulo de la cmara. Busco acceso sin trabas a una coleccin amplia de fsiles dijo Hollus, hablando en voz alta. A cambio, compartir informacin que mi pueblo ha reunido, cuando considere que es apropiado y justo. Si hay otro museo que me ofrezca lo que busco, de buena gana me presentar all. Simplemente...

    No dijo Christine, corriendo. No, eso no ser necesario. Cooperaremos en todo lo que podamos.

    Hollus apart los pednculos de la cmara.

    En ese caso, podr realizar mis estudios en los trminos que me sean aceptables?

    S dijo ella. S, lo que desee.

    El Gobierno de Canad an requerir... empez a decir el hombre blanco del SCSI.

    Con facilidad puedo ir a Estados Unidos dijo Hollus. O Europa, o China, o...

    Que tenga lo que quiere! grit un visitante del museo de mediana edad.

    No pretendo intimidar dijo Hollus, mirando a uno de los agentes y luego al otro, pero mi inters en ser una celebridad o que me controlen burcratas y personal de seguridad es nulo.

    Honestamente no tenemos ningn margen posible en nuestras rdenes dijo el agente blanco. Simplemente debe venir con nosotros.

    Los ojos de Hollus se elevaron, de forma que mir al mosaico en lo alto del techo de la Rotonda, formado por ms de un milln de fragmentos de cristal veneciano; quiz fuese el equivalente forhilnor de poner los ojos en blanco. Las palabras que todos los hombres aprecien Su obra una cita, me han dicho, del Libro de Job estaban escritas en un cuadrado en el pice de la bveda.

    Despus de un momento, los pednculos bajaron, y cada uno se centr en cada uno de los agentes.

    Escuchen dijo Hollus. He pasado ms de un ao en rbita estudiando su cultura. No soy tan tonto como para bajar en una forma que me hiciese vulnerable. Meti un brazo entre los pliegues de tela que le cubran el torso... de un golpe, el otro hombre del SCSI tena el arma en la mano... y sac un objeto polidrico del tamao de una pelota de golf. Luego se acerc a m y me lo ofreci. Lo cog; era ms pesado de lo que pareca.

    Este dispositivo es un proyector de holoformacontinu Hollus. Acaba de ajustarse a las caractersticas biomtricas del doctor Jericho y slo funcionar en su compaa; es ms, puedo hacer que se autodestruya de forma bastante espectacular si alguna otra persona lo manipula, as que les aconsejo que no intenten quitrselo. Adems, el proyector slo funcionar en locales que yo apruebe, como el interior de este museo hizo

  • una pausa. Me encuentro aqu por telepresencia dijo. Mi yo real se encuentra en el interior de la nave de aterrizaje, en el exterior del edificio de al lado; la nica razn por la que vine a la superficie fue para supervisar la entrega del proyector que el doctor Jericho sostiene. El proyector emplea holografa y campos de fuerza micromanipulados para dar la impresin de que me encuentro aqu y poder manipular objetos Hollus, o su imagen, se congel durante unos segundos, como si el Hollus real estuviese ocupado haciendo otra cosa. Ya est dijo. La nave de aterrizaje regresa ahora a rbita, con mi yo real a bordo. Algunas personas salieron corriendo del vestbulo del museo, presumiblemente para poder ver la nave que parta. No hay nada que puedan hacer para obligarme, y no hay forma en que puedan daarme fsicamente. No pretendo ser maleducado, pero el contacto entre la humanidad y mi gente se realizar segn nuestros trminos, no los suyos.

    El poliedro que tena en la mano emiti un pitido de dos tonos, y la proyeccin de Hollus se agit unos segundos, luego desapareci.

    Evidentemente, tendr que entregar el objeto dijo el hombre blanco.

    Sent cmo me recorra la adrenalina.

    Lo lamento dije, pero vio cmo Hollus me lo daba directamente. No creo que tenga ningn derecho sobre l.

    Pero se trata de un artefacto aliengena objet el agente negro del SCSI. ;

    Y? dije.

    Bien, es decir, debera estar en manos oficiales.

    Yo tambin trabajo para el Gobierno dije desafiante.

    Quiero decir que debera estar en manos seguras.

    Por qu?

    Bien, ah, porque s.

    No acepto un porque s de mi hijo de seis aos como argumento; tampoco iba a aceptarlo entonces.

    No puedo entregrselo... ya han odo lo que Hollus ha dicho de que estallara. Creo que Hollus ha dejado muy claro cmo van a hacerse las cosas... y ustedes, caballeros, no tienen en ello ningn papel. Por tanto mir al tipo blanco, el que tena acento francs, les digo adieu.

  • 3

    Haba empezado con una tos ocho meses atrs.

    La ignor. Como un idiota, ignor los sntomas que tena justo delante.

    Soy un cientfico. Deb haberlo hecho mejor.

    Pero me dije que no era ms que el resultado de mi polvoriento ambiente de trabajo. Empleamos taladros dentales para separar los fsiles de las rocas. Evidentemente, cuando lo hacemos llevamos mscaras la mayor parte del tiempo (tambin, casi todo el tiempo, nos acordamos de ponernos las gafas de seguridad), porque a pesar del sistema de ventilacin, hay mucho polvo fino de roca en el aire; puedes ver las capas que deja sobre libros y peridicos, sobre el equipo que no se usa.

    Adems, la not por primera vez bajo el calor sofocante del pasado agosto; una capa de inversin se haba estado colando sobre Toronto, y se emitan advertencias sobre la calidad del aire. Pens que quiz la tos se detendra cuando nos alejsemos de la ciudad, cuando fusemos al campo. Y as pareci ser.

    Pero cuando volvimos al sur, la tos regres. Aun as, apenas le prest atencin.

    Hasta que empez a salir sangre.

    Slo un poco.

    En invierno, cuando me sonaba, a menudo tena sangre en la nariz. El aire seco tiene esas cosas. Pero nos encontrbamos en el bochornoso verano de Toronto. Y lo que produca no eran mocos; era flema, enviada desde lo ms profundo del pecho, retirada del cielo de la boca con la lengua y transferida al pauelo para eliminarla.

    Flema, moteada de sangre.

    La not, pero no sucedi nada similar durante un par de semanas. Y por tanto no le di mayor importancia.

    Hasta que sucedi de nuevo, a finales de septiembre.

    Si hubiese estado prestando ms atencin, hubiese notado que la tos era ms persistente. Soy el director del departamento de paleobiologa; supongo que debera haber hecho algo, debera haberme quejado a mantenimiento por el aire seco, del polvo mineral que flotaba por ah.

    La segunda vez tena mucha sangre en la flema.

    Y hubo ms al da siguiente.

    Y al da despus.

    Y por tanto, finalmente, ped cita con el doctor Noguchi.

    El simulacro Hollus haba partido alrededor de las 4:00 de la tarde; normalmente yo trabajaba hasta las 5:00, as que fui caminando bastante pasmado, la verdad de regreso a mi oficina y me sent, anonadado, durante unos minutos. Mi telfono sonaba continuamente, as que lo desconect; pareca que cada uno de los medios informativos del planeta quera hablar conmigo, el hombre que haba estado a solas con el extraterrestre. Le indiqu a Dana, la asistenta del departamento, que transfiriese todas las

  • llamadas a la oficina de la doctora Dorati. Christine se encontrara en su elemento dialogando con la prensa. Luego me volv hacia el ordenador y comenc a registrar algunas notas. Haba comprendido que deba haber un registro, una crnica, de todo lo que viese y todo lo que aprendiese. Tecle con furia durante quizs una hora, luego sal del RMO por la entrada de servicio.

    Haba una multitud enorme en el exterior pero, por suerte, estaban todos en la entrada principal, a media manzana de distancia. Busqu brevemente algn rastro del aterrizaje de la nave espacial; no haba nada. Luego baj corriendo la escalera de la parada de metro del museo, con azulejos de un amarillo enfermizo.

    Durante la hora punta, la mayor parte de la gente se dirige hacia los suburbios, al norte. Como era habitual, cog el tren al sur, hasta University Avenue, cambio en la estacin Union, y luego por la lnea Yonge hasta el North York Centre; no era la ruta directa, pero me garantizaba un asiento durante todo el camino. Claro est, mi estado era evidente, as que la gente a menudo me ofreca su asiento. Pero al contrario que Blanche DuBois, prefera no tener que depender de la generosidad de los extraos. Como era habitual, llevaba un disco Zip en la cartera conteniendo archivos relacionados con el trabajo, y haba impreso algunos artculos que quera leer. Pero me fue imposible concentrarme.

    Un extraterrestre haba llegado a Toronto. Un extra-terrestre de verdad.

    Era increble.

    Medit sobre la situacin durante los cuarenta minutos del viaje en metro. Y, mientras miraba al conjunto de rostros que me rodeaban todos los colores, todas las razas, todas las edades, el mosaico que es Toronto pens en el impacto que los acontecimientos del da tendran en la historia humana. Me pregunt si sera Raghubir o yo el que acabara citado en las entradas de las enciclopedias: el extraterrestre haba venido a verme a m o al menos, a alguien de mi posicin, pero su primera conversacin real (haba tomado un descanso para ver la cinta de la cmara de seguridad) haba sido con Raghubir Singh.

    El metro verti muchos pasajeros en Union, y ms en Bloor. Pero cuando llegaba a North York Centre la penltima parada de la lnea haba sitios para todos, aunque, como siempre, algunos pasajeros, habiendo soportado todo el viaje de pie, rechazaban ahora los asientos vacos como si aquellos que hubisemos conseguido sentarnos fusemos una raza inferior.

    Sal del metro. Las paredes tenan azulejos blancos, mucho ms agradables para el estmago que los de la estacin del museo. North York haba sido un pueblo cuando yo nac, ms tarde un municipio, luego una ciudad por derecho propio y, al fin, como otro acto del gobierno Harris, haba sido conglomerada como otras ciudades satlites en la megaciudad en expansin de Toronto. Recorr las cuatro manzanas dos al oeste, dos al norte desde North York Centre hasta nuestra casa en Ellerslie. Los azafranes ya empezaban a salir, y los das ya eran claramente ms largos.

    Como era habitual, Susan, que era contable en una firma en Sheppard y Leslie, haba llegado primero a casa; haba recogido a Ricky del centro de atencin despus del colegio y haba empezado a preparar la cena.

    El apellido de soltera de Susan haba sido Kowalski; sus padres haban llegado a Toronto desde Polonia poco despus de la Segunda Guerra Mundial, va un campamento de personas desplazadas. Tena ojos castaos, pmulos altos, nariz diminuta, y un encantador hueco entre sus dos dientes delanteros. Su pelo haba sido de un castao

  • oscuro cuando nos conocimos, y lo conservaba as gracias a Miss Clairol. En los aos sesenta, los dos adorbamos a Mamas and the Papas, Simon & Garfunkel, y Peter, Paul and Mary; hoy, los dos escuchbamos Nuevo Country, incluyendo a Deana Carter, Martina McBride y Shania Twain; lo ms reciente de Shania sala del estreo cuando cruc la puerta.

    Creo que ms que nada, disfrutaba de esto: llegar a casa oyendo el estreo sonando con suavidad, el olor de la cena preparndose, a Ricky subiendo desde el stano, Susan viniendo desde la cocina para darme un beso que es exactamente lo que hizo.

    Hola, cario dijo. Cmo te ha ido el da?

    No lo saba. No se haba enterado. Saba que Persaud, su jefe, tena una regla que impeda or la radio en el trabajo, y Susan escuchaba libros en cinta en el coche. Mir la hora; seis menos diez no haban pasado ni dos horas desde la partida de Hollus.

    Bien dije, pero supongo que no consegua contener del todo la sonrisa.

    De qu te res? me pregunt.

    Dej que floreciese la sonrisa.

    Ya vers.

    Ricky lleg justo en ese momento. Me agach, le revolv el pelo. Era rubio, no muy diferente al mo cuando tena su edad; una agradable coincidencia. Para cuando me hice adolescente, el mo se haba vuelto castao, y gris a los cincuenta, pero hasta haca unos meses me las haba arreglado para conservarlo casi todo.

    Susan y yo habamos esperado para tener un hijo, result que demasiado. Adoptamos a Ricky cuando slo tena un mes, lo suficientemente joven para darle nombre: Richard Blaine Jericho. Aquellos que no lo saban en ocasiones decan que Ricky tena los ojos de Susan y mi nariz. Era un nio tpico de seis aos, un montn de rodillas flacuchas, miembros huesudos, y pelo greudo. Y era un chico despierto, gracias a Dios. Yo no soy un atleta, ni tampoco Susan; los dos nos ganamos la vida con el cerebro. No estoy seguro de cmo me habra relacionado con l si no hubiese sido listo. Ricky tena buen carcter y se adaptaba bien a los extraos. Pero durante las dos ltimas semanas un matn del colegio le haba estado golpeando de camino a la escuela. El pobre no poda comprender por qu le suceda a l.

    Me senta identificado.

    La cena est casi lista dijo Susan.

    Me dirig al bao de la segunda planta para asearme. Por supuesto, haba un espejo sobre el lavabo. Hice el esfuerzo de no mirarlo. Haba dejado abierta la puerta del bao, y Ricky vino tras de m. Le ayud a lavarse las manos, inspeccionndolas cuando hubo terminado, y luego mi hijo y yo bajamos al comedor.

    Siempre haba tenido la tendencia a engordar, pero durante aos haba podido controlarla comiendo de forma adecuada. Pero hace poco me haban pasado un folleto. Deca:

    Si no puede comer mucha cantidad, es importante que lo que coma sea nutritivo. Tambin debe contener la mayor cantidad posible de caloras. Puede aumentar el consumo de caloras aadiendo mantequilla o margarina a la comida; mezclando la crema enlatada con leche o crema semidesnatada; bebiendo ponche de huevo y batidos, aadiendo salsas o queso fundido a las verduras; y comiendo nueces, semillas, crema de

  • cacahuetes y galletas.

    Esas cosas me encantaban, pero durante dcadas las haba evitado. Ahora, se supona que deba comerlas, pero no me resultaban en nada atractivas.

    Susan haba hecho al grill unos muslos de pollo cubiertos de Rice Krispies; tambin haba preparado judas verdes y pur de patata, hecho con crema de verdad y, para m, una pequea fuente de Cheez Whiz fundido para poner sobre las patatas. Y haba preparado batidos de chocolate, una necesidad para m y un deleite para Ricky. Era injusto, ya lo saba, que ella tuviese que preparar siempre la comida. Antes nos turnbamos, pero yo ya no poda dedicarme a ello, no poda soportar el olor.

    Volv a mirar la hora; eran casi las seis. Tenamos una regla familiar: aunque la televisin del saln se vea perfectamente desde el comedor, siempre estaba apagada durante las comidas. Pero esa noche hice una excepcin: me levant de la mesa, puse CityPulse News at Six, y dej que mi mujer y mi hijo viesen, boquiabiertos, los vdeos caseros del aterrizaje de la nave y lo que el videgrafo haba tomado de Hollus y de m.

    Dios mo deca continuamente Susan con los ojos abiertos como platos. Dios mo.

    Es tan genial dijo Ricky, observando las imgenes tempestuosas que el videgrafo haba tomado en la Rotonda.

    Le sonre a mi hijo. Tena razn, evidentemente. Era genial, no poda serlo ms.

  • 4

    Los diversos lderes terrestres no estaban muy contentos, pero los aliengenas no parecan muy interesados en visitar las Naciones Unidas, la Casa Blanca, el Parlamento Europeo, el Kremlin, el Parlamento Indio, el Knesset, o el Vaticano todos ellos haban extendido invitaciones inmediatas. Aun as, al inicio del da siguiente, haba otros ocho extraterrestres o sus avatares hologrficos en la Tierra, todos ellos forhilnores.

    Uno visitaba un hospital psiquitrico en West Virginia; aparentemente le fascinaban los comportamientos humanos inslitos, especialmente la esquizofrenia profunda. (Aparentemente, el aliengena haba aparecido por primera vez en una institucin similar en Louisville, Kentucky, pero no se sinti satisfecho con el nivel de cooperacin que le ofrecieron, y por tanto haba hecho exactamente lo que Hollus haba amenazado con hacer en el RMO se fue a un lugar ms complaciente.)

    Otro aliengena se encontraba en Burundi, viviendo con un grupo de gorilas en la montaa, quienes parecan haberle aceptado sin problemas.

    Un tercero se haba convertido en adjunto de un defensor pblico en San Francisco y se le vea sentado en los procesos.

    Un cuarto estaba en China, aparentemente pasando el tiempo con un cultivador de arroz en una villa remota.

    Un quinto estaba en Egipto, participando en una excavacin arqueolgica cerca de Abu Simbel.

    Un sexto se encontraba en el norte de Pakistn, examinando flores y rboles.

    A otro se le vea paseando por los viejos campos de la muerte de Alemania, correteando por la plaza de Tiananmen, y visitando las ruinas de Kosovo.

    Y, por suerte, uno se haba ofrecido en Bruselas para hablar con los medios informativos del mundo. Pareca hablar con fluidez ingls, francs, japons, chino (tanto mandarn como cantones), hindi, alemn, espaol, holands, italiano, hebreo y algunos idiomas ms (y se las arreglaba para imitar los acentos britnicos, escocs, de Brooklyn, tejano, jamaicano y otros, dependiendo de con quin hablase).

    Aun as, un nmero interminable de gente quera hablar conmigo. El nmero de telfono que tenamos Susan y yo no apareca en la gua. Lo habamos pedido unos aos antes, despus de que algunos fanticos empezasen a acosarme tras un debate pblico en el que particip con Duane Gish del Instituto de Investigacin Creacionista. Aun as, tuvimos que desconectar el telfono; haba empezado a sonar tan pronto como apareci la noticia. Pero para mi sorpresa y alivio, consegu dormir bien toda la noche.

    Al da siguiente, haba una multitud enorme frente al museo cuando sal del metro alrededor de las 9:15 de la maana; el museo no abrira al pblico hasta cuarenta y cinco minutos despus, pero esas personas no queran ver las exposiciones. Llevaban pancartas que decan: Bienvenidos a la Tierra!, Llevadnos con vosotros! y Poder aliengena!.

    Uno de la multitud me vio, grit y me seal, y la gente empez a moverse en mi direccin. Por suerte, me encontraba a poca distancia de las escaleras que llevaban desde el metro hasta la entrada de personal del RMO, y entr antes de que pudiesen acosarme.

  • Fui corriendo a mi oficina y coloqu el proyector de holoforma, del tamao de una pelota de golf, en medio del escritorio. Como cinco minutos ms tarde, pit dos veces, y Hollus o en cualquier caso, su proyeccin hologrfica apareci frente a m. Hoy llevaba algo distinto alrededor del torso: era de color salmn con hexgonos negros, y estaba sujeta no por un disco enjoyado sino por un alfiler de plata.

    Me alegra verle de nuevo dije. Tema, a pesar de lo que haba dicho el da anterior, que no regresase.

    S es per mi si ble dijo Hollus, a pa re ce r da na men te a es ta ho ra.

    Eso sera genial dije.

    Evidentemente, establecer que las fechas de las cinco extinciones masivas coincidan en los tres mundos habitados no es ms que el comienzo de mi trabajo.

    Pens en ello y asent. Incluso si uno aceptaba la hiptesis de Dios de Hollus, tener desastres simultneos en mundos diferentes slo demostraba que Dios haba tenido una serie de ataques de ira.

    El forhilnor sigui hablando.

    Quiero estudiar los pequeos detalles del desarrollo evolutivo relacionados con las extinciones masivas. Superficialmente parece que cada extincin estaba diseada para empujar a las formas de vida supervivientes hacia una direccin especfica, pero deseo confirmarlo.

    Bien, entonces, deberamos empezar a examinar los fsiles justo antes y justo despus de cada extincin dije.

    Exactamente dijo Hollus, sus pednculos se agitaban con entusiasmo.

    Venga conmigo le ped.

    Debe llevarse el proyector si debo seguirle dijo Hollus.

    Asent, sin haberme acostumbrado todava a la idea de la telepresencia, y cog el pequeo objeto.

    Funcionar perfectamente si se lo mete en el bolsillo dijo.

    As lo hice, y luego lo gui hasta la sala de colecciones del departamento de paleobiologa, en el stano del Centro de Conservadores; para llegar all no tenamos que salir a ninguna de las zonas pblicas del museo.

    La sala de colecciones estaba llena de armarios de metal y estantes abiertos que contenan fsiles preparados as como incontables fundas de yeso de campo, algunas todava sin abrir medio siglo despus de que se hubiesen trado al museo.

    Empec a abrir cajones que contenan los crneos de peces sin mandbula del Ordovcico. Hollus los examin, manejndolos con cuidado. Los campos de fuerzas proyectados por la unidad de holoforma parecan definir un espacio slido que se ajustaba exactamente a la forma fsica aparente del aliengena. Nos tropezamos un par de veces al movernos por los pasillos estrechos d