el ascenso del getafe....campeones. oé. oé. oé! la alcaldesa, acompañada por su concejala de...
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1 Digamos que hablo de Getafe, por Lamberto Sanz Esteras.
EL ASCENSO DEL GETAFE. Eran las casi las once de la noche del sábado 24 de junio, cuando, en el
Coliseum Alfonso Pérez, se produjo la gran explosión de alegría colectiva de
una entregada afición, que eufórica celebraba el regreso de su equipo de fútbol
a la primera división, de la mejor liga del mundo.
Atrás quedaban aquellas primeras jornadas de decepción deportiva, de
desencanto y de desilusión, a las que, tras el cambio de entrenador, sucedieron
otras muy distintas, con los trabajados y siempre deseados triunfos.
En los ambientes deportivos, todo el mundo conoce la gran dificultad de
la llamada categoría de plata del fútbol español, o sea de la segunda división.
La gran igualdad entre los equipos contendientes, con su extremada dureza y
competitividad, hacen que sea enormemente dificultoso el finalizar la liga entre
los tres primeros puestos, que dan acceso a la primera división.
El Getafe corrió seriamente este camino cosechando triunfos en campos
realmente complicados, en los que los demás equipos ponían todo su empeño
para conseguir la victoria. Se pasaron jornadas de ansiedad, de dudas y de
titubeos, pero al final el Getafe quedó en un más que honroso tercer lugar, que
le daba derecho a jugar el playoff, para un posible ascenso.
Cuatro equipos entraron por derecho propio, para disputar esta singular
competición: el Huesca, el Cádiz, el Tenerife y el Getafe. El sorteo determinó
que los primeros enfrentamientos fueran entre Cádiz versus Tenerife y Huesca
versus Getafe, a doble partido. Luego los ganadores de esta primera ronda se
jugarían, también a doble partido, el derecho al ascenso a la primera división.
El Getafe, tras ir ganando 0-2 en el campo del Huesca, terminó el partido
con un inseguro empate 2-2. La vuelta en el Alfonso Pérez finalizó con un
contundente 3-0, y el Getafe se enfrentaría al ganador del Cádiz-Tenerife.
La suerte deparó que fuese contra el equipo insular, jugando primero en
la isla y la vuelta en Getafe. El resultado de 1-0 en el partido de ida daba lugar
al sueño de toda una afición, que confiaba ampliamente en su equipo. Y llegó
el gran día, sábado 24 de julio, festividad de san Juan, nueve de la noche.
Noche calurosa con el campo a reventar. Primer tiempo 3-1 a favor de los
nuestros. Segundo tiempo, tensión en el césped, tensión en las gradas y
tensión suprema en las gargantas de los getafenses, cuando el portero detiene
en dos ocasiones sendos balones de los delanteros canarios.
Minuto noventa, el partido se va a alargar siete minutos.
2 Digamos que hablo de Getafe, por Lamberto Sanz Esteras.
Y llega el pitido final. La euforia se desata, los aficionados saltan, gritan,
lloran de alegría, e invaden el terreno de juego. Camisetas azulonas no dejan
ver el color verde del césped. Bufandas al vuelo y gritos de ¡Geta! ¡Geta! ¡Geta!
(Fotografía de Jesús López)
Habían pasado catorce años y cinco días, y algunos de los espectadores
todavía lo recordaban: El Getafe consiguió, por méritos propios, el derecho a
ascender a la primera división del fútbol español, el 19 de junio del 2003,
venciendo al Tenerife, por 3-5, en su propio estadio, el Heliodoro Rodríguez
López. El dulce e histórico momento se volvía a repetir contra el mismo equipo,
aunque esta vez jugando “en casa”. El Getafe volvía a ser equipo de primera.
Un año en el infierno de la segunda división, había sido castigo suficiente.
3 Digamos que hablo de Getafe, por Lamberto Sanz Esteras.
Había que celebrar, y de inmediato, tras una bonita colección de fuegos
artificiales en el propio campo, el conjunto de espectadores se dirigió a la plaza
del General Palacio, donde ya esperaba otro grandioso grupo de seguidores.
Era la gran “marea azul”. Alrededor de la Cibelina cánticos y vivas al Geta, que
resonaban sin cesar y que casi atenazaban las gargantas. En todo Getafe la
euforia colectiva no paró hasta bien sobrepasada la medianoche.
Al día siguiente futbolistas, equipo técnico y directiva, tenían una cita
importante. Subirían al Cerro de los Ángeles, para presentar una ofrenda floral
a la patrona de Getafe, la Virgen de los Ángeles. A las puertas de su ermita
esperaban protocolariamente el Hermano Mayor de la Congregación, asistido
por su Junta de Gobierno y cuatro de Camareras de la Virgen.
El grupo de deportistas, al completo, llegó sobre las diez y media de la
mañana, con el presidente al frente de la comitiva. Se les veía a todos felices y
contentos, algo cansados, no solamente por el esfuerzo deportivo realizado el
día anterior, sino también por la posterior celebración con los seguidores.
No obstante, sus rostros reflejaban claramente la alegría y la satisfacción
del deber cumplido. El trabajo realizado, durante toda la temporada, les había
compensado generosamente con los siempre anhelados laureles de gloria, del
ascenso a la primera división. Ahora todos ellos sonreían felices.
4 Digamos que hablo de Getafe, por Lamberto Sanz Esteras.
El sencillo y entrañable acto, no falto de emoción, se desarrolló con esa
moderación que conlleva la celebración de un episodio festivo, en el marco de
una ermita tan recoleta; con el debido respeto al lugar y a la devoción de los
asistentes. Hubo unas palabras de agradecimiento a la Insigne Patrona, por
parte del sacerdote, y por supuesto no faltaron los flashes, las fotos con los
teléfonos móviles y, como no podía ser de otra manera, por las curiosas
cámaras de televisión, dispuestas, como siempre, para emitir la más rabiosa
actualidad deportiva. Hoy tocaba informar sobre el ascenso del Getafe.
5 Digamos que hablo de Getafe, por Lamberto Sanz Esteras.
Después unos refrescos y unas cervezas en el kiosco del Cerro, había
que ir hacia el centro del pueblo, donde una multitud de aficionados esperaba
ansiosa de ver a sus héroes, en la Plaza del Ayuntamiento. Cerca de cuatro mil
personas, vistiendo las camisetas azulonas y girando al viento sus bufandas,
se agolpaban en la plaza, entre la calle Madrid y la calle Toledo. El céntrico Bar
Plaza estaba a reventar de clientes, de curiosos y de seguidores del Getafe.
Eran las doce de la mañana y la llegada de la plantilla fue apoteósica.
Apreturas y empujones. Hacía mucho calor, pero nadie se movía del sitio.
Cánticos encendidos y vivas al entrenador, a los jugadores y al equipo, con los
gritos clásicos de siempre: ¡Campeones. Campeones. Oé. Oé. Oé!
La alcaldesa, acompañada por su concejala de cultura, les esperaban.
Y rápidamente todos al completo aparecieron en lo alto del balcón municipal.
La euforia colectiva se desataba por momentos, en los que, tanto la alcaldesa,
como el entrenador y los capitanes, hicieron uso de la palabra. Una profunda
embriaguez de sentimientos de alegría, inundaba por completo el ambiente en
la plaza. Estaba siendo la gran fiesta del club Getafe, con sus seguidores.
Luego, en el salón de actos del Ayuntamiento, la alcaldesa les entregó
una placa conmemorativa y el presidente del Getafe le correspondió, con una
camiseta del equipo, firmada por todos los jugadores y el entrenador.
¡¡¡AÚPA GETAFE!!!
6 Digamos que hablo de Getafe, por Lamberto Sanz Esteras.
Hermanar dos aficiones: En la próxima temporada cuatro equipos madrileños van a competir en la
primera división española. Dos de ellos, de la capital, con una gran trayectoria
deportiva, Atlético de Madrid y Real Madrid. Y los otros dos, equipos modestos,
Getafe y Leganés, de los que antes llamábamos “de pueblo”, pero que con su
esfuerzo y un buen juego, arropados por sus aficiones, han conseguido llegar
hasta lo más alto del fútbol español.
La rivalidad entre estos conjuntos, los llamados grandes y los supuestos
pequeños, siempre ha existido y siempre existirá. Pero hoy quisiéramos hacer
una llamada a una rivalidad moderada, más bien a la hermandad entre dos
aficiones vecinas como son la “azulona” y la “pepinera”. Un gran respeto nos
produce y una envidia sana nos da, cuando vemos por televisión, en las gradas
de los campos del Athletic de Bibao y de la Real Sociedad de San Sebastián, a
jóvenes parejas de novios vistiendo las camisetas de sus respectivos equipos,
sonriendo y haciéndose carantoñas de enamorados. Y, de repente, al minuto,
discuten animosamente las jugadas emocionantes o conflictivas; no digamos
nada cuando se produce un gol, la una salta de alegría, mientras el otro pone
cara de circunstancias, o viceversa. Pero al final del partido ambos se abrazan.
Pues eso mismo. Tampoco se trata de que getafenses y leganesinos
estén dándose besos y abrazos durante el partido. No, no es eso, pero sí que
se tengan un respeto mutuo, en el que brille la deportividad por encima de todo.
En Getafe, 1de julio del 2017. Lamberto Sanz Esteras.