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Sí piensan las figuras Taurologia.com 0 Así piensan las figuras del toreo El Arte del toreo: cinco visiones Recopilando los trabajos que taurología.com ha ido publicando a lo largo de las últimas semanas, ofrecemos hoy a nuestros lectores un documento unitario en el que podrán encontrar lo que piensan y lo que sienten Enrique Ponce, El Juli, José María Manzanares, Morante de la Puebla y José Tomás. acerca del Arte del Toreo.

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Así piensan las figuras del toreo

El Arte del toreo: cinco visiones Recopilando los trabajos que taurología.com ha ido publicando a lo largo de las últimas semanas, ofrecemos hoy a nuestros lectores un documento unitario en el que podrán encontrar lo que piensan y lo que sienten Enrique Ponce, El Juli, José María Manzanares, Morante de la Puebla y José Tomás. acerca del Arte del Toreo.

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La madurez de una figura Enrique Ponce: "El toreo no son gestos forzados; el arte brota de tu cuerpo, sin buscarlo" Enrique Ponce sigue su marcha. Con más calma, sin duda, que hace unos años; pero no con menos méritos. Se le reconoce una enorme afición y unos valores objetivos, que son los que sostienen una actitud. Y viene siendo así desde los sueños de niño hasta la realidad de hoy. Reviste un especial interés comprobar cómo a lo largo de estas más de dos décadas, su forma de entender esta profesión mantiene unas firmes líneas de argumentación, nacidas primero de intuiciones y luego de la propia experiencia. Por eso, hoy, cuando aspira saber irse cuando llegue el momento, resulta interesante repasar el pensamiento del torero a lo largo de los años.

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Siempre se ha dicho que los toreros que desde muy jóvenes se encaraman en los más alto del escalafón, para poder luego mantenerse en esa posición de privilegio, tienen que estar dotados de al menos tres condiciones: inteligencia para profundizar en el oficio, capacidad para crecer en el orden artístico y una afición sin límite, porque sólo así el torero mantiene la atención de unos aficionados, que por ley de vida se ven sorprendidos periódicamente con la aparición de nombres nuevos. En ese rango ha inscrito su nombre Enrique Ponce, más veinte años ya en muy primera línea, con una edad que en cualquier otra profesión supondría estar el preámbulo final para dar el salto a lo más alto de su oficio. Y por más que paulatinamente vaya bajando la intensidad de su carrera, lo cierto es que Ponce sigue ahí, donde soñó cuando era niño y donde se colocó cuando en otras épocas se diría que aún no tenía edad para entrar en quintas. Cuando se relee la amplia bibliografía periodística que se reúne en torno a este torero, se entiende que el discurrir de las cosas haya sido ese. Y lo que más sorprende es que esa línea de pensamiento que constituye el cañamazo de su afición, es una constante en todos estos años. Desde cuando en el lejano ayer su sueño era llegar, hasta hoy, cuando aspira a saber irse, cuando toque. A recopilar los grandes temas de esa forma suya de entender el arte del toreo se dedica este trabajo de documentación, que se nutre de trabajos periodísticos publicados en España y en América a lo largo de los últimos 10 años. LOS ORIGENES ●Desde muy chiquitito mi abuelo me enseñó a torear; yo tendría unos seis años. Después, toda mi vida he querido ser torero. Desde pequeño se me inculcó la afición a los toros y siempre ha sido mi sueño ●He crecido con los toreros de la década del ochenta. Son los que más me han marcado, como Manzanares, con quien tengo una predilección especial por amistad. Pero también otros grandes toreros de esa década, como Espartaco, Roberto Domínguez, Ortega Cano y Capea. ●Todos los toreros me han motivado mucho en la plaza. Desde Curro Romero, que es el torero más antiguo con que he compartido cartel, hasta Manzanares, Ojeda, Capea, Espartaco, Roberto Domínguez, que son de una hornada distinta a la mía. Y luego, Joselito, Rincón, Rivera, Jesulín, y ahora El Juli, que son de esta última generación. Con todos he sentido la competencia, que hace que la Fiesta tenga mayor vibración y sea más bonita. ●Ha habido en todas las épocas grandiosos toreros, que han sido los que han marcado esa evolución. Desde Joselito y Belmonte y anteriormente, todos han tenido una importancia fundamental en la evolución del toreo. El toreo ha evolucionado a la vez que el toro. Sería impensable que al toro de hace dos o tres siglos se le pudiera torear ahora igual. Ha habido grandes figuras en cada época. Unos han sido el referente de otros que iban llegando. Pero es igual en la pintura.

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●Las claves para ir a más en la profesión son varias. Primero, tener mucha afición, constancia, capacidad para afrontar las cosas, los triunfos, los fracasos y luego tener humildad para aprender, para no conformarte. Esa es la única manera de poder ir a más. Y a todo esto, sumar un toque especial, que te tiene que dar Dios con su barita mágica, para, además de tener esas cualidades que tiene que tener un torero, ser distinto. ●Me queda mucho por mejorar. A lo mejor, en esta profesión nunca se consigue el propósito de alcanzar la perfección, porque a lo mejor no existe. Pero, creo, en esa búsqueda está la ilusión de seguir toreando. Es muy difícil llegar a un tope, pero si no eres capaz de subir más peldaños puede que uno acabe aburriéndose al ver que no es capaz de progresar. ●Una de las cosas que me faltan por conseguir es saber irme. Que Dios me ilumine para decir hasta aquí llegué. EL CONCEPTO DEL TOREO ●A mí me gusta el toreo clásico, el puro. Me gusta torear muy despacio y con mucho temple, siempre atendiendo lo que demanda cada toro. Cuando cuajas al toro, cuando las cosas salen y te detienes en lo que haces, toreas muy abandono, te gustas. Y cuando te estás gustando, eso llega a la gente. ●En una faena hay una relación muy estrecha entre toro y torero, existe un diálogo. Desde el momento en que se presentan, desde que paras un toro, el toro aporta, enseña condiciones que tú debes absorber. Y tú debes adaptarte a ellas para crear la obra de arte que esperas crear. El toro es un animal que te lo da todo, y todo te lo puede quitar, por eso el toreo es tan grande. ●Me he preocupado de torear toros de muchos encastes que así sea: un torero debe ser capaz de eso. Y lo he hecho sin necesidad, por sentirme más realizado. He matado toros de Santa Coloma, de Victorino, de Atanasio, de Domecq, de Samuel... Y de todas esas ganaderías guardo recuerdos imborrables. ● Nunca me pongo delante de un toro sabiendo qué voy a hacer. Dejo que fluyan las cosas y según trascurran las voy respondiendo y creando la faena. ●En el triunfo sientes una gran satisfacción. Después de la tensión a la que te has visto sometido durante todo el día, de los nervios, del si saldrá bien o saldrá mal, cuando todo sale bien y cruzas la puerta grande, la satisfacción es la sensación de las cosas bien hechas, de pensar que todo ha salido bien, que he estado bien en la plaza y entonces tienes un relax tremendo. Mantener en esos momentos los pies en el suelo, en lo que a mí respecta, nunca me ha costado. Siempre he tratado de tenerlos y siempre he pensado que el triunfo es muy importante, pero que mañana es otro día y siempre hay que tratar de mejorar y buscar que cada día sea una nueva jornada de triunfo. Los grandes, grandes en cualquier profesión, ya no sólo del toreo, han sabido asimilar tanto los triunfos como los fracasos. Precisamente por eso son grandes.

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●Lo mejor del toreo es cuando cuajo un toro bien. A lo mejor a otros les gusta más la salida a hombros, o cuando ya has triunfado, no lo sé. Para mí, desde luego el mejor momento es cuando estoy a gusto con un toro y lo estoy cuajando. Tengo al toro en la mano y lo que pienso, lo que yo tengo en la cabeza me sale perfecto. Eso para mí es la mayor satisfacción cuando ves que estás cuajando un toro, que estás a gusto, que estás sintiendo que estás creando una obra de arte. De alguna manera te llegas a olvidar de que tienes cuerpo... Eso pasa. Yo lo llamo ´abandonarte´: de alguna manera estás tan a gusto que te abandonas... Puede sonar a expresión artificial eso de que te olvidas del cuerpo, pero es verdad. Cuando tú te abandonas, todo brota con naturalidad y eso es realmente el toreo, cuando todo sale con naturalidad. ●El toreo no son gestos forzados. En el toreo de verdad, clásico, el arte brota de verdad de tu cuerpo, sin tú buscarlo... Por eso pienso que el arte se tiene o no se tiene, tú no lo puedes perseguir. El toreo es el arte entre las artes, no hay nada que se pueda comparar a él. En una corrida de toros están presentes otras grandes expresiones artísticas como es la música, la escultura, la poesía... Ha inspirado a grandes artistas de la pintura, de la poesía, de la danza, de todo. El toreo ha sido fuente de inspiración para todos ellos y ésa es la prueba más evidente de que el toreo es un arte. LOS MALOS RATOS ●Ha habido muchos toros que me han hecho pasar fatigas. Pero me viene a la cabeza el toro Lironcito, en Las Ventas, por la importancia que tuvo ese toro y en el sitio que fue. Y en Valencia, un toro de Algarra en unas Fallas, uno de Sepúlveda el año 93. Y luego, más reciente, un toro de Charro de Llén en San Sebastián, que ha sido el más grande que he matado, y uno de Samuel Flores en Bilbao el año pasado, que ha sido, por trapío, el más serio que he matado en mi carrera y además la faena que le hice a ese toro ha sido una de las guindas de mi trayectoria. ●Baches gordos creo que no he tenido. Mi trayectoria siempre ha ido a más. Hombre, en una temporada, alguna semana que a lo mejor no hayas estado bien o que no hayas cortado orejas. Quizá en las temporadas del 94, 95 ó 96, sí que me podían achacar más eso porque eran años de consolidación. Pero creo, que realmente -corrígeme si me equivoco-, mis temporadas siempre han ido a más y a más, y nunca ha habido un bache hondo. Cada año, ha mantenido un tono ascendente. La temporada más complicada fue la del 2000, sobre todo, porque en Soria sufrí un percance que pasó desapercibido y pudo ser gravísimo. Fue un esguince cervical y estuve muy fastidiado todo el año. No se notó mucho pero ha sido de las cogidas más duras de superar. Muchas veces me quedaba enganchado, sin poder moverme. Y luego, en 2002, la cornada de Sevilla y la cogida de León, pero creo que superé todo eso muy bien. Por tanto, bache gordo, gordo, gracias a Dios, creo que no he tenido. LA REALIDAD DEL MIEDO ●El miedo te supera o te puede cuando no eres capaz de poder con el toro, con lo que tienes delante. El miedo, muchas veces, es también, aparte del toro, el

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desconocimiento a lo que puede pasar. Creo que cuando uno está seguro de sí mismo el miedo es menor; por eso los toreros, cuando son capaces y tienen confianza en sí mismos y en sus posibilidades, tienen mucho más valor. También está el valor inconsciente que puede tener un muchacho que empieza y que no sabe bien lo que le espera, pero ese valor inconsciente, normalmente, no es duradero. El valor de verdad está asentado en un oficio y en unas bases. Yo cuando más miedo paso es cuando estoy delante de un toro que no obedece bien a los toques y a la colocación y te va buscando. ●Del día que se torea, lo peor son un par de momentos: cuando estás en el hotel, antes de vestirte, en la siesta... Ése es uno de ellos. Después te empiezas a vestir y parece que ya comienza todo, pero esa espera antes de vestirte en la que te mentalizas, pensando en qué va a pasar y tienes las dudas de si habrá viento, si van a embestir los toros o no... Es un momento muy tenso. Después, hay otro momento, un poquito antes de que salga el toro, en el que estás esperando para ver cómo va a ser el animal, que también es muy duro. Además, hay tardes con plazas en las que tienes más presión y otras donde estás un poquito más relajado, pero esos dos momentos son siempre tensos. ●Uno nunca se acostumbra a jugarse la vida, nunca. Cuando empiezas ves a las máximas figuras y piensas que ellos ya no pasan tanto miedo porque están consolidados; pero ahora creo que no es así, que no es verdad, que cuando estás en figura todavía tienes más responsabilidad y te sientes más presionado porque la gente espera mucho de ti. ENTRE EL ELOGIO Y LA CRÍTICA ●Siempre he tratado de que lo que puedan decir de mí no me condicione. Trato de ver todo lo que se dice o se escribe de mí pero intento que no me afecte. Las críticas, sean buenas o malas, no deben afectar en el ánimo del torero. Si acaso para bien pero no para hundirse en ellas. No obstante, si no lo lees, te enteras, te lo dicen, te llega todo. Pero aunque no quieras, te enteras. ●Los elogios, los reconocimientos siempre son buenos. O los homenajes, aunque piensas que te hacen más mayor (risas). Ahora mismo, si fuera por mí la verdad me daría más igual pero sé que mi abuelo disfruta mucho con eso. Porque mi abuelo, con sus 91 años, es el mejor aficionado que hay y está pendiente de todo. Y cuando hablan bien de mí, eso a él le llena, le gusta y se siente orgulloso de mí. Por él sobre todo es por lo que me gustan los reconocimientos o los halagos. EL TORO, EL AMIGO ●Lo primero que siento si me dicen la palabra ´toro´ es respeto y una profunda admiración ante un animal con esa bravura. Es un animal único en el mundo, no hay ningún otro animal que tenga la bravura del toro de lidia, del toro bravo. El crecerse ante el castigo, el ir a más, el embestir hasta morir... Eso es impresionante. ●El torero es la persona que más quiere y admira a un toro, aunque sea contradictorio porque lo tenga que matar, pero esto es así, para eso nace este

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animal, para morir en una plaza de toros y conservar de esa manera su especie. Más que sufrir cuando tengo que matarlos, sí es verdad que ha habido veces que he pensado que había toros que han merecido el indulto y no se lo han dado. ●Pero también es cierto que el toro bravo es un animal que no perdona absolutamente, que si puede y tiene la oportunidad te mata; es animal irracional y como tal no tiene sentimientos, no sabe qué va a ocurrir, por lo tanto eso es una de las cosas que hace que el toro bravo no sufra. Él vive el momento y su bravura le impide ese sufrimiento. Eso es muy diferente a que tú, en un momento dado, hayas pensado que ese animal ha merecido el indulto. LAS TESIS ANTITAURINAS ●Yo he hablado, civilizadamente, cuando alguno me ha querido escuchar. Para ellos el sacrificio de este animal es un sufrimiento inaceptable. Pero, primero, yo digo que el toro bravo es un animal criado y creado genéticamente para este rito que es el toreo. Sin él, no existiría este animal. La prueba es que donde no se torea, no existe el toro de lidia. Segundo, yo estoy convencido de que el toro bravo no sufre. Pienso que no sufre porque no le da tiempo de sufrir; es por esa misma selección genética que se ha hecho con él, por su evolución, de unos tres siglos, en esa bravura cada vez mayor. Si sufriera, huiría, querría saltar la barrera, daría coces, pero no. El toro crece en el castigo, da la cara, pelea. Y muere con muchos más honores y dignidad que otro animal, y puede pasar a la historia. Incluso se le puede salvar la vida si es indultado y puede vivir privilegiado cuatro o cinco años, como el rey de la dehesa. Estoy seguro de que si le preguntasen al toro, diría a mí dejadme en paz, que estoy muy bien así. LOS TOROS, EN CULTURA ●Es muy importante como símbolo. Nos sentimos ubicados en ese Ministerio. Queremos reivindicar que el toreo forma parte de nuestra cultura y nuestra tradición. Lo más importante: mejorar la imagen del toreo. ●Lo que se ha llamado el G-10 Es un grupo muy democrático por así decirlo. Lo que queremos es una unión para poder defender los intereses de todos. No queremos ninguna pelea con nadie. He oído que a veces los empresarios están como en guardia y nosotros no queremos hacer nada que no sea positivo para el toreo. Los galones siempre se deben respetar, como la antigüedad. ●Espero la llegada al ministerio de Cultura que sea un bonito punto de partida. Hemos llegado a este puerto. Ha sido importante. De generación en generación se venía pidiendo. Esperamos que ahora en Cultura tenga una difusión mayor que en Interior. ●El toreo es el arte entre las artes, porque en una corrida de toros se conjugan todas las demás artes. Una corrida de toros tiene luz, colorido, música, la escultura -pues estás viendo que toro y torero forman una escultura viva-. Por todas estas cosas pienso que el toreo es el arte entre las artes. Un espectáculo que es capaz de emocionar a los grandes genios de otras artes es muy significativo.

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“Desde pequeño siempre me gustó saber todo lo que había sucedido a lo largo de la historia del toreo” El Juli: "En muchas cosas me identifico con Joselito El Gallo" Hoy nadie discute que El Juli ha cogido por méritos propios el mando del toreo, en ese punto de madurez en el que todo parece fácil y posible en un ruedo. Y eso se trasluce en la forma con la que analiza el momento de la fiesta. Con admiración se siente identificado con lo que Joselito el Gallo supuso para la fiesta, en una época en la que también había muchas cosas por hacer. Hoy, con especial sentido común, analiza el momento actual. No anda El Juli con rodeos para buscar la verdadera raíz de los problemas, pero

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también para explicar cuál ha sido el camino que siguió de sus comienzos a nuestros días. Releyendo una docena de declaraciones a diversos medios, realizadas durante los cuatro últimos años, nuestra Redacción ha recopilado los puntos nucleares de su pensamiento. SU REFERENTE, JOSELITO EL GALLO ●Desde pequeño siempre me gustó saber todo lo que había sucedido a lo largo de la historia del toreo, cómo habían sido las figuras de todas las épocas, cómo fue evolucionando el toro bravo, cómo y por qué ocurrieron exactamente los acontecimientos… Me he pasado horas y horas leyendo libros y viendo vídeos antiguos y modernos de todos los toreros. Y de lo que ocurre ahora, también. Sigo atentamente las temporadas de mis compañeros. Además, me preocupa la marcha de todas las ganaderías. Estoy mucho en el campo y no solo en el mío. En el toro está siempre el quid de la cuestión. Es la clave de todo. ●Joselito El Gallo, junto con Belmonte, es una referencia para los toreros. Me identifico en muchas cosas con él. Cuando llegó al toreo había muchas cosas por hacer, desde las plazas de toros hasta la organización de cuadrillas, los apoderados, los veedores. Todo le interesaba y la gran estructura moderna del toreo se la debemos a él y en lo que se refiere a la relación con el toro me identifico mucho con su persona, con ese afán que tuvo de perseguir un toro cada vez más bravo con embestidas mejores. LA EVOLUCION DE EL JULI ●Siempre tuve dentro de mí ese propósito de evolucionar. Pero al principio las circunstancias eran otras. Había que triunfar siempre y sin descanso. Sumar y sumar corridas y cuantas más orejas mejor, como fuera. Reconozco que esos primeros años triunfé clamorosamente casi todas las tardes, pero no sabía por qué. Ahora es cuando disfruto más que nunca. Ahora sí que sé por qué triunfo y por eso interiorizo tanto mis sentimientos y satisfacciones. Pero siempre pensé en que tenía que lograr torear como lo hago desde hace algún tiempo. En Sevilla, afortunadamente, lo han descubierto en esta feria a la que he llegado con más afición y moral que nunca. ●Vino todo como consecuencia de los cambios que se produjeron en mi vida profesional. Yo no estaba contento y satisfecho con mi situación. Dejó de interesarme la simple acumulación de triunfos porque empezaron a parecerme vacíos de contenido a pesar de lo mucho que disfrutaban los públicos conmigo. Fue exactamente a raíz de apoderarme Roberto Domínguez, alguien enormemente locuaz y sabio. Enseguida me identifiqué totalmente con Roberto. Fue el primero en comprender mis dudas y en compartir mis deseos e ilusiones más íntimas. Roberto sabía tan bien como yo que, en cuanto me lo propusiera, conseguiría convertirme en lo que soy. ●Fue algo muy, muy difícil para mí. Y también para la gente que no entendía nada. Yo notaba la impaciencia del público. Entiendo que no se explicaran un cambio tan repentino todavía sin solución palpable. Tampoco aceptaron muchos que dejara de banderillear. Los muchos que ni siquiera adivinabas cuales eran mis verdaderas

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intenciones, no entendían qué luchara por buscaba conseguirlo un día tras otro sin que lo que me proponía interiormente resultara medianamente lucido. Me veían extraño, como si no fuera yo, con mi alegría y entusiasmo perdidos. Fueron casi cuatro años el tiempo que duró mi transfiguración profesional. ●Nunca lo podré olvidar. La tarde del mano a mano con Curro Vázquez en la corrida de su definitiva despedida en la cubierta de Vista Alegre en Madrid. Fue una tarde muy importante para mí. Y no solo por la satisfacción que tuve al sentirme finalmente realizado como gran muletero. Aquella faena tan redonda y contundente con el magnífico toro de Victoriano del Río, valió para que la gente del toro empezara a creer en mí sin ninguna duda. Todos empezaron a darse cuenta de que el cambio había sido para bien, para mejorar. A partir de esa tarde, noté que todos los profesionales apostaban siempre por mí. EL MOMENTO ACTUAL ●Lo que hoy persigo es que lo que hago en la plaza fluya de la manera más natural posible. La técnica la tengo asimilada muy dentro de mí y quiero que esos momentos vayan surgiendo en el ruedo de la forma más intuitiva posible, que el corazón te marque como tienes que torear, con cabeza, pero con el corazón por delante. De hecho, cuando uno está a gusto no piensa en la técnica; es el sentimiento el que te dicta cómo has de torear ●Me quedan muchas cosas que conseguir. Yo soy un inconformista nato. Esto de ahora ha sido un paso más en mi carrera. Claro que seguiré dándolo todo. La íntima convicción de continuar toreando es lo que más me motiva y me ayuda para progresar más y más cada tarde, cada año… ●Ahora mismo me reconozco dueño de mi propia carrera. Reconozco que he vivido una época que fui consciente de la oportunidad que me había ofrecido la vida y la aproveché. Pero no fue una cosa que elegí en ese momento. Ahora mismo sí me siento dueño total y absoluto de mi trayectoria. LAS RELACIONES, EN EL RUEDO ● A lo largo de los años que llevo en esto, me he dado cuenta de que el triunfo de una figura nunca es el fracaso de los otros. Ni mis triunfos ni los de nadie pueden contemplarse ni medirse con los errores de los demás. Envidia no he tenido nunca. Lo que siento es admiración, sobre todo por lo que yo no me veo capaz de hacer. Me alegran mucho los éxitos de mis compañeros y, no digamos, los de mis amigos. Los gozo tanto o más que los míos. Es muy importante y beneficioso reconocer lo bueno que hacen los demás. ●Me gusta más alternar con los que más me motivan y aprietan. Pero yo tengo mucho margen respecto a los gustos. Acepto todos los registros. El valor, la entrega, la cadencia, el ritmo, la facilidad, el arte… Yo no me cierro a nada. Siempre hay cosas que se hacen bien desde todos los puntos de vista, siempre que se hagan con entrega y sinceridad. LAS GRANDES TARDES, LOS PREMIOS

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●Al cabo del tiempo, los toreros vivimos del recuerdo de lo que hicimos, no de las orejas que cortamos. Y así, no me importó que en mi primera corrida de la feria en Sevilla, solo me dieran una oreja por mi primera faena. Lo importante fue que ahí quedó para el recuerdo de los que la disfrutamos. Los aficionados, yo lo soy tanto como el que más, casi nunca hablamos de las orejas que consiguió tal o cual torero en determinadas actuaciones. De los que hablamos es de cómo estuvo, de cómo fueron las faenas, de cómo mató a los toros, de lo bien que anduvo con el capote… ●Cuando estás en eso algunos llaman “estado de gracia”, también con los toros malos lo ves todo más fácil y resuelves sin dudarlo. Es verdad que este estado es un extraño privilegio en el que todo parece salir de cara, incluso en los momentos más complicados de solucionar. Por eso precisamente lo llamáis estado de gracia. Claro que también los hay de desgracia. Yo también he pasado por esto. Pero en un torero todo esto está íntimamente relacionado, por eso también se necesita tener una felicidad personal, que te permita pensar solamente en el toreo. LOS TOROS ●Como es natural a mí me gustan Los toros que embistan. Lo mejor de las ganaderías de encaste Domecq que, por algo será, es la sangre predominante. Aunque, a veces sufran baches, siempre salen algunos toros extraordinarios. Incluso de las vacadas que están en mal momento. También me gusta el ritmo con que embisten los toros que proceden de Santa Coloma. EL MIEDO ●Miedo, siempre paso mucho. Terror y pánico, la verdad, nunca los he sentido. Pero el miedo es necesario sentirlo porque nuestro arte, sin miedo, no sería tan apasionante como es. El miedo le da un baño especial al toreo. Sin miedo, no sería lo que es. No sé exactamente cómo explicarlo. El miedo da una pátina distinta al arte del toreo. Y en cuanto al pánico, si lo padeciera no sería torero. Y si lo sintiera, no podría torear bien. LAS PROHIBICIONES ●Con la prohibición Cataluña perderá, primero, el sentido de libertad, por el que tantos años se ha luchado. La prohibición no va con la época en la que vivimos. Y también se perdería todo un proceso cultural de Cataluña que viene de muchísimos años. ●En este país existe una doble moral enorme. Se dice esa barbaridad de que los toros es una mala influencia para los niños; yo que he ido desde que tengo uso de razón a las corridas me considero una persona completamente normal. Se prohíbe a los niños que vayan a los toros y en cualquier televisión a las dos de la tarde se emiten programas violentos o de cuestiones del corazón que son indignantes. ●En este país existe una doble moral enorme. Se dice esa barbaridad y yo que he ido desde que tengo uso de razón a las corridas me considero una persona

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completamente normal. Se prohíbe a los niños que vayan a los toros y en cualquier televisión a las dos de la tarde se emiten programas violentos o de cuestiones del corazón que son indignantes. LA CRISIS Y RESPONSABILIDAD DE LOS TAURINOS ●Siento que los taurinos hemos pecado de conformismo. Nadie imaginaba que eso pudiera suceder y reaccionamos tarde porque no estábamos organizados ni unidos para responder. Con todo, la noticia ha servido para que los profesionales empecemos a preocuparnos por nuestro futuro. ●El mayor pecado del mundo del toro es no habernos sabido adaptar a la sociedad de nuestros días. Somos un mundo endogámico y hermético que nos expresamos en un lenguaje en el que no nos entienden, que siempre vivimos mirando al pasado. En definitiva, nos hemos aislado. No hemos sabido transmitir la grandeza del espectáculo y nos han terminado dando de lado desde la juventud hasta la televisión. Los adolescentes españoles ya no se miran en el espejo de los toreros. Nos hemos encerrado en nuestros pequeños universos, en nuestras fincas. Ya no somos referentes sociales, ni personajes ejemplares, ni mucho menos ídolos para la juventud por mucho que nos juguemos la vida. También le digo que algunos compañeros han dado una imagen frívola en los medios de comunicación que nos ha ayudado poco. Han sido un lastre. ●No digo que sociedad no se haya ´destaurinizado´, pero las opciones que tenemos al alcance de la mano son infinitamente superiores a las de tiempos pasados. Además, no olvide que somos el segundo espectáculo de masas del país, que generamos cerca del 1,5% del PIB de España y cerca de 200.000 puestos de trabajo directos e indirectos. Que más de 5.000 municipios programan festejos taurinos y que el Estado recauda por el IVA algo más de 41 millones de euros; por encima del cine, el teatro, la danza. Más que ´destaurinizados´, diría que los españoles nos comparten con otras muchas opciones y aficiones culturales. ●El toreo es del pueblo y los toreros pertenecemos al público. El toreo no tiene banderas, ni ideologías. Otro asunto es lo que cada uno de los toreros vote el día de las elecciones, pero el toreo nunca se ha decantado por unas siglas políticas. Que lo hayan querido utilizar políticamente es otro asunto. EL PAPEL DE LAS FIGURAS ●El G 10 surgió de forma natural, entre los callejones y los hoteles. Tras lo sucedido en Cataluña creció una inquietud, una preocupación por lo delicado de la situación. Hablamos mucho y al final vimos que era el momento de dar un paso adelante, de valernos de nuestra representatividad social para defender el toreo. Nuestro objetivo es blindar políticamente el toreo. Por eso es necesaria la declaración de la Fiesta como Bien de Interés Cultural y, por tanto, tener transferidas las competencias en materia taurina al Ministerio de Cultura. ●Los toreros sentíamos que el toreo estaba inmerso en una guerra política entre partidos, una batalla que nada tiene que ver con nosotros. Precisamente por eso hemos sido moneda de cambio y víctimas de lo sucedido en Cataluña. Debíamos

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evitar que el toreo fuera de la mano de uno u otro partido, debíamos lograr que los políticos de todos los colores y nosotros remáramos en la misma dirección. Además, tenemos pendiente la reestructuración del mundo del toro. Plantear nuestros propósitos a todos los profesionales que integramos el sector y que sea una sola institución, en este caso la Mesa de Toro, la que hable por boca de todos los estamentos. LOS TOROS, EN CULTURA ●Desde que tengo uso de razón y pertenezco a este mundo siempre he escuchado a todos los profesionales demandar el paso a Cultura. Sin embargo, nadie era capaz de explicarme las razones por las que continuábamos perteneciendo a Interior. Alguno te razonaba que nuestra dependencia de Interior tenía que ver con el miedo a las alteraciones de orden público, ¡pero si el espectador taurino es el más pacífico del mundo! Lo que necesitamos es difusión, promoción, diálogo entre artistas, acercamiento a otras disciplinas, incentivos fiscales. ¿Qué mejor que el ministerio que anualmente premia con la Medalla de las Bellas Artes a los toreros? ●El arte es independiente del dinero. El dinero no hace que los toreros toreemos mejor ni peor. La crisis es una situación global que, evidentemente, al mundo del toro le afecta. El mundo del toro ahora mismo no recibe ayudas y de hecho tiene muchísimos costes y muchísimo IVA. Se pagan muchos impuestos que no se reinvierten en este mundo. Tendría que pagarse menos IVA. El primer gran paso es pasar al de Cultura, y el segundo la unión de todos los estamentos del mundo taurino en un interés común, que es la defensa de la fiesta. LA TELEVISION ●Soy partidario de la televisión y plenamente consciente de que lo que no sale en la televisión, no existe. Recuerde lo que le pasó al baloncesto. Ahora bien, la mayor parte de los festejos se retransmiten en cerrado, en la modalidad de pago por visión. Salvo por algunas televisiones autonómicas, las cadenas públicas han vuelto la espalda al toreo, ahí está TVE. Pero todo llegará. Lo que hay que hacer es cuidar la calidad del espectáculo que se emite y cuidarnos un poquito más a los protagonistas.

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Las claves: El sentimiento del toreo y la preparación J. Mª Manzanares: “Ahora persigo la naturalidad y la armonía” Dentro del ciclo de trabajos de documentación que venimos publicando, toda hoy el turno al alicantino José María Manzanares, que en la actual temporada viene rayando a un alto nivel, en especial en las grandes plazas. Al de Alicante se le ve hoy muy centrado en dos conceptos básicos del toreo: la naturalidad y la armonía de cuanto se le hace a los toros. Y para ello, junto a eso innato que tiene todo hombre que busca el Arte, considera que la base está en una fuerte preparación, desde su forma física hasta el propio toreo de salón, al que concede mucha importancia.

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Las dificultades iniciales •Los comienzos son muy difíciles, hay que despegar, crearte un nombre, una imagen; después hay que mantenerse, algo que no depende sólo de ti. Es muy duro. La presión, la responsabilidad, los miedos... Sí, maduras muy rápido. Rapidísimo. •La etapa de novillero fue corta. La recuerdo muy bonita. Fueron sólo 36 novilladas. Lo más duro fueron los dos primeros años después de tomar la alternativa. Aquello no iba para adelante. Mi entorno no era el adecuado. No estaba a gusto. Mi entrega tampoco era total. Y eso se notaba delante de la cara del toro. Fue la época más dura, de 2003 a 2006. A partir de entonces, cambié de apoderado, la preparación fue más intensa y me dediqué plenamente al toro. A raíz de ahí he subido cada año un peldañito más. Y cada año estoy más a gusto, la regularidad en los triunfos es mayor y todo ha ido a mejor. El bautismo de sangre • Mi primera cornada fue en Alicante, precisamente en la ciudad que le vio nacer. Ya había sufrido revolcones, pero ningún toro me había metido el pitón. La verdad es que sentí un poco de orgullo, sí, lo reconozco. Fue mi bautizo de sangre. Después de tres años toreando, me preguntaba «¿cuándo será?, ¿cuándo será?». En el fondo te inquieta que tus compañeros tengan cornadas y tú aún no». El factor psicológico •El toreo es psicológico, yo diría, que casi en un 70 por ciento. Tienes que estar fuerte, para que eso también te dé fuerza psicológica. Me explico. Si no entrenas, y no estás preparado, llega el toro y tu mente te dice «oye, que no estás en plenas condiciones. Si te sacrificas y preparas como es debido, eres consciente de que todo lo que estás haciendo te cuesta mucho. Mentalmente también te fortalece. •Si estás convencido de que vas a hacer lo que tú quieras, hay muchos toros que lo sienten y se entregan. Pero estos animales también perciben tu inseguridad. Si dudas, lo notan, se vienen arriba y te comen terreno». La responsabilidad familiar •No es fácil ser torero después de un padre que ha sido un figurón del toreo. Entran en juego las cualidades de cada uno y, luego, la lucha. Yo he tenido la vida muy fácil desde pequeño, por lo que el sacrificio es enorme; es tanto el tiempo que hay que dedicarle a la profesión que incluso sufres momentos de flaqueza. No nos hacemos toreros por necesidad, sino por amor a un mundo tan difícil y a la vez tan bonito. Es la persecución de un sueño. •No me considero mejor que mi padre, para nada. Mi padre ha sido el mejor. Y todo lo que ha conseguido en el toreo me queda a mí mucho para conseguirlo. La manera de torear, con esa naturalidad, con esa profundidad... es que me pasaba

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horas viéndolo. Igualar a mi padre va a ser muy difícil; no digamos superarle. Con igualarle me sentiría satisfecho. La vida del torero •No es fácil comprender nuestra vida. Hay que tener muchas virtudes. Por eso, la mujer de un torero tiene que ser muy lista y, sobre todo, te tiene que querer mucho porque son muchos ratos de soledad, momentos de miedo, de espera. No nos vemos todo lo que quisiéramos... Aguantar a un torero es difícil. En mi caso tengo muchos altibajos. Soy muy sensible. Y ella es lo suficientemente inteligente para mantenerme en un equilibrio. •Al margen de lo que hagamos en la plaza, los valores que ha de tener un torero para alcanzar la cima son tan grandes, hay que renunciar a tanto, que creo que es un ejemplo para cualquier joven que quiera conseguir algo en la vida. Concentración, mentalización, superación... La preparación es tan fuerte que su vida es digna de seguir. •La gente nos ve en la plaza y el torero tiene imagen de fiestero, pero la realidad es que me recluto aquí en invierno con la cuadrilla y no salimos. Estar cuatro días es bonito, más tiempo te conviertes casi en un ermitaño. • Ser torero es algo es tan intenso, tan al límite, que después todo aburre. Una vida sin sensaciones estaría vacía. Me faltarían esas vivencias que en definitiva es una relación contigo mismo. Tú te conoces y sabes cuándo estás tranquilo, descubres cuándo te impresionas y cuándo te decepcionas. Es una vida muy rica. La preparación •Me gusta mucho torear de salón, sentirme bien preparado, y creo que es la clave para que el cuerpo le permita a la mente del torero entrar en sintonía. Si los movimientos de tu cuerpo a la hora de ensayar el toreo de salón son naturales, suaves, rítmicos, lo más lógico es que cuando sales a la plaza y estás delante del toro a tu mente le sea más sencillo conseguir la concentración y torear relajado. • La verdadera evolución de mi toreo se traduce en una mayor naturalidad. Antes me veía crispado porque quizá los nervios de estar mal, la tensión de no entender las condiciones del toro o el hecho de tener que arrimarme a costa de lo que fuera para ganar credibilidad me hacían verme un tanto agarrotado. Ahora trato de hacer las cosas con mucha suavidad; que cada movimiento tenga armonía, y que a la vez te fundas con el toro para encontrar más profundidad a la hora de dar un muletazo. • Hoy persigo: madurar mental y artísticamente. Casi más que en la forma de torear, en el yo interior. En cómo afronto los compromisos. A veces, me presiono demasiado. Si no corto orejas, parece que estoy en un bache. Y luego toreo peor, más atacado.   Hay que ser torero de cabeza fría y corazón caliente. Es lo que siempre me ha dicho mi padre. •Estar bien preparado físicamente te da mucha seguridad mental para resolver los problemas que te crea el toro y que de otra forma no lo afrontarías. Por las

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mañanas corro una hora; una tabla de media hora, abdominales y otra media hora estirando. En total, más de dos horas. •En la preparación, el toreo de salón es imprescindible para perfeccionar tu toreo. Le dedico entre una hora y media y dos horas. Suelo hacerme dos toros. Se alarga mucho porque suelo torear muy despacio. Me queda mucho por ofrecer. Tengo que mejorar mucho con el capote. Quiero torear con más naturalidad y disfrutar aún más delante de la cara del toro. Me quedan todavía muchas cosas por conseguir y por demostrar. Sentimiento, arte, sensibilidad •En las primeras ferias uno se tensiona más y, yo lo reconozco, toreo más eléctrico. En cambio, en septiembre y octubre la relajación que has conseguido, el abandono en el que te olvidas de la técnica. Alcanzado ese punto, todo es puro sentimiento. Entonces brota la obra de arte, cuando no hay nada pensado ni meditado. Eso te lo va dando el tiempo, la experiencia, que deja la presión de lado. • Creo que la experiencia hace muchísimo en un torero. Hace que torees con menos presión. Al principio, para labrarte un camino, era todo muy eléctrico. Luego, en mi caso al menos, el sueño es llegar a la total naturalidad. •Cada persona tiene un valor natural que le da Dios y hay que darle de comer con la mentalización, el espíritu de sacrificio y un buen estado físico. Por mi parte, a lo que le tengo menos respeto es al miedo físico. Le tengo miedo a no poder dar lo que quiero dar. •La presión de los grandes compromisos me sienta bien. Yo soy mucho más feliz toreando en plazas importantes que en otras donde apenas haya algo en juego. Esos días tengo más miedo a que te salga ese toro complicado que no deje hacer nada. Entonces nace el miedo a la incertidumbre. Pero nunca me ha dejado paralizado en el ruedo. •Reconozco que no me fijo demasiado en las orejas. Para mí, el triunfo consiste en saber que he superado las complicaciones del toro y de otros elementos, como el viento. Si salgo contento me da mucha moral, como si me llenaran el depósito de gasolina. •A todos los toreros los respeto y admiro, pero me encanta torear con Morante; soy seguidor de José Antonio. Me encanta El Juli por su entrega infinita, su técnica y su capacidad. A Talavante le tengo muchísima fe. Ponce, que me apoyó desde el principio, y que cuando comenzaba tuvo a mi padre como maestro; y ahora yo le tengo a él como maestro. Y de Finito me gusta mucho su concepto. •La faena soñada nunca la hemos hecho y nunca llegará. La faena perfecta no existe. Sí, en cuanto a entrega y disfrute. La nueva época de la Fiesta

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•Es imprescindible despertar esa curiosidad en la gente que no va a la plaza. Yo cuando tengo que hablar, lo hago pensando, principalmente, en dar a conocer el mundo del toro a nivel internacional. Piensan que somos salvajes. En las entrevistas que he concedido siempre intento explicar la fiesta, nuestras sensibilidades, cómo es el torero. Cuantas más cosas se conozcan, mejor, no tenemos nada de qué avergonzarnos. •Las nuevas tecnologías nos facilitan la vida. No concibo entrenar sin mi iPod ni viajar sin el ordenador; la PSP también me acompaña en cada viaje. Las tecnologías son el futuro. No te puedes quedar descolgado. •Hay que ir con los tiempos. No puede ser que el toro vaya a otro ritmo que la sociedad. El torero de siempre ha sido un personaje misterioso, pero eso no se va a perder. Sin embargo, es muy bueno dar a conocer el mundo del toro por dentro y hacer partícipe a la gente de las cosas. Compartir un sentimiento me genera algo bonito. Y eso hoy lo permiten las redes sociales.

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Las razones profundas del arte creativo Morante: “El toreo debe ser romanticismo regido por unas normas” Casi se ha convertido en un tópico al hablar de Morante asemejarlo de inmediato con ideas que se refieren a esos otros topicazos del embrujo y de la fantasía. Morante, en primer término, es un torero en toda la amplísima extensión de ese término. Lo que ocurre es que se trata de un torero encarnado en un hombre de muy acusada personalidad, cuyo cuaderno de bitácora pasa de modo necesario por los cuatro puntos cardinales que nos hablan del Arte creativo. Por eso, Morante es diferente.

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En una especie de autobiografía, Morante de la Puebla cuenta:

Nací el 2 de octubre de 1.979, en un pueblo bañado a orillas del Guadalquivir, donde sus aguas acarician las marismas y Doñana, su luz cubre el cielo de una paz infinita, allí di mis primeros pases a la luz del lubrican, teniendo como testigos a la flora y a la fauna. Me cuenta mi madre que, antes incluso de nacer, ya presentía un torero en su vientre. De la mano de mi padre entre armaos y eucaliptales y aún sin enlazar las palabras unas con otras le pedí un vestido de torear. Recuerdo dormirme de niño, con la ilusión de los Reyes Magos y..., no me traían el traje de torero, no quería ningún juguete, sólo una muleta y una espada; este es Morante de la Puebla, cuyo apellido artístico lo llevo en mis entrañas. En tierras de toro, allá por la finca de Pérez Concha, en las marismas del Guadalquivir, con menos edad que cuerpo, toreé mi primera becerra de cuyos muletazos en el archivo fotográfico hay algunas instantáneas. Aquella noche, acostado con mi madre y jugando entre sus piernas, le dije: "mamá, cuando yo sea torero y toree en la Real Maestranza de Sevilla y el público me pida la oreja, yo diré que no, que es para mi madre..." Se cumplió el sueño de niño y aquella primera oreja en la plaza de toros de Sevilla, se la entregué a ella con todo el amor de un hijo. Hoy he madurado bastante desde aquella niñez, respiro toreo, muleteo al viento y sueño y sueño con más ilusión si cabe que de niño. Me siento torero y sevillano por los cuatro costados, fraguo el temple con el compás y busco en cada muletazo el ritmo entre el toro y mi muleta, ...y soy feliz. Vale la pena reproducir estas palabras, medidamente escritas, porque reflejan bien la personalidad de un torero, marcado entre los llamados elegidos, que con todas las subidas y bajadas propias de quien vive por y para el Arte, hoy se sitúa en un primerísimo plano. Un torero diferente, capaz de levantar pasiones, al que se le venera en el triunfo y se le abronca con cariño. Sin duda se trata de un torero con personalidad, dentro y fuera del ruedo. De ello queda constancia en este trabajo de documentación, en el que se espigan opiniones y recuerdos tomados de un amplio abanico de declaraciones realizadas a lo largo de los últimos cinco años. La razón de ser del torero ●Yo creo que fui torero desde que nací, siempre me he sentido muy torero, y luego ese sentimiento se ha ido acrecentando con el tiempo. La primera vez que me puse delante de una becerrita fue con cinco años, pero no creas, sólo le pegué un pase por alto… A partir de ahí fue creciendo ese impulso, sin duda con el deseo de descifrar este misterio que es el toreo. ●El torero nace, eso sin ninguna duda, y luego se va desarrollando o creciendo. Pero sobre todo, nace. Hay toreros que al principio de su vida no han tenido claro querer serlo, pero, en mi caso, puedo afirmar rotundamente que el torero nace. Supongo que algunos darían otra respuesta diferente.

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●Nunca me he arrepentido de ser torero, jamás he tenido una duda o una queja sobre el toreo. Será porque siempre lo he vivido con mucha naturalidad, como beber o comer o como reír o hablar. Nunca he pensado eso. El toreo es una cosa natural en mí, forma parte de mi ser y nadie puede desprenderse de una parte suya. Ser torero ●Ser torero es un instinto oculto, como animal. Uno es torero y ya está. Y no por ponerte delante de un toro lo eres. No todos los que se colocan delante de un toro tienen ese instinto. ●Cuando dicen eso de" es muy buen torero". malo. Los toreros son toreros, ni buenos, ni malos. Quien sabe percibirlo es una atracción. Muchas veces un toro te excita. El toro que tiene una embestida buena, huy. Muchas veces, hoy, salen toreros que quieren hacer las cosas bien, muy perfectas, pero ése no es el camino. ●A mí no me gusta el toreo perfecto. ¿Eso qué es? El toreo debe ser romanticismo regido por unas normas para que se concedan las mismas ventajas al hombre que al animal. Después entra la fantasía, el valor, la inspiración. El toreo es burlarse del toro, pero sin reírse de él. Le das la oportunidad de acabar contigo, aunque en el fondo puedes burlarle. ●Hay mucha gente con muy poquita sensibilidad artística. El toreo no es la fiesta nacional, es un rito. Desde que tiene normas, se convierte en algo de mayor profesionalidad. Una capea es una fiesta; la lidia, no. ●Yo sigo toreando porque es mi vida. Aunque torear no es vivir; es sobrevivir. A veces da pena estar tan obsesionado con tu profesión. Quisiera pensar que algún día podría dejarla y dedicarme a divertirme, a disfrutar del dinero que he ganado. Pero cuanto más grande eres, más envidias ponerte delante de un toro. Me gustaría poder llevarlo con más alegría. No la alcanzo. Es una pelea conmigo mismo. Y así soy feliz. Pero así es muy difícil vivir. ●Lo que se hace rápido no dura. Las cosas grandes de la vida se han hecho despacio. Y es difícil que te enseñen eso. Pasa como con las toreras. A mí no me gustan porque lo hacen como si fueran hombres. No he visto una torera femenina, y el toreo tiene que ser una expresión propia. Su trayectoria ●En toda mi trayectoria, lo más amargo para mí tuvo lugar en una etapa de novillero, cuando creo que perdí la sensibilidad un poco, y creía, de verdad, que esto se me iba, que no cogía el camino adecuado. Y el más feliz, sin duda, la tarde en que salí en hombros por la Puerta del Príncipe. ●En mi caso, el tiempo, los años, han sido necesarios para ir descifrándome. Torear no es sólo ponerse delante de un toro, es también ser más consciente, descubrirte, conocerte, para ir desarrollando tu personalidad, y para eso se necesita tiempo. Claro, que se me viene a la memoria Joselito el Gallo, una figura histórica desde la adolescencia, y me desbarata todos estos argumentos.

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●No me planteo si el toreo me compensa. Lo veo como una realidad que acato, simplemente. Es algo en lo que te metes por vocación, y al principio tienes mucha ilusión pero, con el tiempo, te vas dando cuenta del peligro, del sacrificio que supone ser torero, de la exigencia a la que te someten y también te sometes tú. Sientes que cada día que pasa todo es más difícil. Aunque también cada día encuentras nuevos estímulos en los que fijar tu interés y buscas llegar a nuevas metas. ●Tardes como aquella de Madrid en el año 2009 son las que acentúan tu identidad como torero. Uno entrena cada día unos movimientos, los repites una y otra vez hasta el infinito, pero luego es muy difícil que te salgan tan perfectos en la plaza. Ese día salieron. Fue una tarde muy importante, en la que rebasé una determinada dimensión, una dimensión en la que es muy complicado llegar pero que, cuando entras, empiezas a descubrir nuevas puertas y nuevos caminos. ●Ahora estoy consiguiendo cotas que ni yo mismo me las creo. Porque dominar un toro es muy difícil. Tenía ese sentimiento por dentro. Y ahora sí que me siento con capacidad para afrontar compromisos. Digamos que estamos en el camino. ●Pienso que tengo cosas de muchos toreros. Uno intenta sacar con su sentimiento lo mejor del resto de toreros que te gustan. Pero no sabría decir qué tanto por ciento hay de cada uno. Lo que he intentado es mantener mi estilo y, a la vez, aprender de los demás. ●Algunas tardes, al llegar al hotel es cuando he sentido más miedo. El miedo cuando has estado muy bien en la plaza, cuando has sido valiente o puro, tiene que repetirse. Es un miedo de responsabilidad, de decir: "¿Qué he hecho?". Es como un listón. "¿Podré repetirlo, volver a llegar a eso?". Puede ser. Piensas: "La que he formao, ahora van a querer que haga esto otra vez". ●Hay días que te desesperas porque sientes que te has vaciado, que has entregado mucho y has recibido poco. Otras en cambio te sientes lleno. Es un constante vaivén, todo se mueve. Lo que no cambia es el bajón que te viene en el hotel. El silencio siempre llega, tengas una buena o una mala tarde. La densidad del cuerpo baja. Te quedas clavado donde estés y tardas un buen rato en poder moverte, en ir a la ducha... Sobre todo me sucede después de torear en plazas de gran responsabilidad, donde intentas sentirte más. Valor, arte y técnica ●El torero no es el hombre más valiente entre todos. El torero es un hombre capaz de jugarse la vida delante de un toro y para eso se necesita un valor determinado, pero si hablamos del hombre fuera de su profesión, el torero es una persona indecisa, un hombre con un montón de dudas. No… No creo que el torero, en la vida, sea una persona valiente, no lo creo. Una cosa es tener valor para torear a un toro y otra ser valiente en la vida, es distinto. ●Para torear hay que tener valor, tener una técnica, unos conocimientos… pero torear bien a un toro está al alcance de pocos y el arte se tiene o no se tiene. Hablo

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de la colocación, de las formas, de la expresión. Hay toreros de valor, que se pueden catalogar como populistas, de gran tirón entre la gente en poco tiempo… luego no dejan huella, no perduran en la memoria ni en el recuerdo. Y ¿qué es el arte? Lo que necesita de una sabiduría especial. El arte es lo que no se devalúa. El arte es lo que tiene una vejez muy bonita ¿sabes? Como si ganara cotización con el tiempo aunque al principio no se le echara muy en cuenta. Claro que, a veces, y recuerdo ahora a Rafael de Paula, el reconocimiento y la cotización llegan tarde. ●La variedad entre los toreros es positiva. Unos prefieren el valor; otros, el arte. Yo me quedo con el artista, porque además puede ser valiente, mientras que el valiente difícilmente llega a ser artista. Públicos y plazas ●Yo creo las plazas más importantes son Sevilla y Madrid y no descubro nada, pero con personalidades muy distintas. Sevilla es capaz de guardar silencio y Madrid no, Madrid chilla a lo que no le gusta. Claro, que, a veces, el silencio hace más daño que una bronca. Las dos son muy especiales, con dos formas distintas de expresarse, pero las dos tienen capacidad para decidir quién vale y quién no vale en esto del toreo. Una guarda silencio, otra chilla, pero las dos pueden hacer daño… o encumbrarte. Se igualan en la entrega, ahí son muy parecidas. Madrid quizá es más rotunda, más seca, y Sevilla más romántica. El papel de la crítica ●A veces veo cosas en una plaza de toros y luego escucho a profesionales de los medios hablar de ella y, te juro, que estuve en otro lugar, en otro sitio. Hay una lejanía abismal a veces entre lo que sucede y lo que se cuenta, y esa es una forma de maleducar al aficionado. Yo creo que uno de los papeles de la crítica es educar al que va a la plaza, orientarlo en el buen sentido, el del conocimiento, la sensibilidad. A la vida le estamos quitando sensibilidad. ●Me gustaría mentar a Corrochano, un periodista de los tiempos, precisamente, de Rafael el Gallo. Cuando leí su libro Qué es torear quedé maravillado, porque explica magistralmente este mundo. Yo se lo recomiendo a cualquiera que tenga intención de profundizar en los misterios de este arte. Casualmente, un día hablando con Paula le comenté que me gustaba mucho este libro. Él me dijo que también le parecía buenísimo y que siempre lo había tenido de cabecera. ¿Un mundo machista? ●Creo que el mundo del toro no es necesariamente igual a mundo machista Yo es que hasta ahora no he visto a ninguna mujer toreando que me haya gustado, que me arranque un olé. A mí me gustaría, de verdad, y el día que vea a una mujer, femenina, toreando y que me emocione… ahí me entrego yo. Pero ¿sabes?, a veces te dan la mano y no veas, te la quieren apretar como un hombre, muy fuerte. ¿Por qué, si son mujeres? Me encantaría ver alguna vez a una mujer torear como una mujer, como cuando una mujer canta como mujer o baila como mujer, no como lo hace un hombre. Y luego está la cuestión física…

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El valor cultural de la Fiesta ●Cristina Narbona dijo y mantiene que el toreo es cuestión de maltratadores. Eso es lo que dijo, sí. Y también dijo el gran poeta Federico García Lorca que ésta era la profesión más culta que existe en el mundo. Me quedo con esta opinión, con permiso de esa señora, de la que pienso que no tiene ni idea de lo que es el toreo. A lo mejor es que tuvo en su día una experiencia ingrata con alguien del mundo del toreo, no lo sé, pero ni idea. No tiene ni idea al afirmar eso. A mí me duele mucho que el toreo esté, en parte, en manos de los políticos. Mira, el toreo nace de la voluntad del pueblo, del público, que es el que lo aclama y lo pide. Y yo, que soy de pueblo y del pueblo, tieso como una regla, lo entiendo así, como una parte de nuestra cultura, es decir, de lo que queremos hacer desde los ancestros. A mí me gusta esa emoción de la que se alimenta el pueblo, por eso digo que el toreo va mucho más allá de la política fácil y barata y de las frases fáciles y baratas. Y ni idea, esa señora no tiene ni idea…      

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“No soy nada rupturista, prefiero guardar las normas de todas las figuras” José Tomás: “Hay que aprender a gestionar el miedo, es una locura renunciar a él” En toda la geografía taurina se da como un hecho probado la fuerte personalidad de José Tomás, dentro y fuera de los ruedos. Lo fue en su primera etapa. Siguió siéndolo cuando reapareció tras una retirada temporal. Y se mantiene en la misma línea después de Aguascalientes. Quizás por eso es diferente, pero también por eso es capaz de arrebatar como

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ninguno otro. Como ejemplo puede servir esta selección de textos, tomados de toda sus épocas profesionales. Los comienzos nMi abuelo es muy importante en mi vida. Todos los días me llevaba a Las Ventas, cuando era un crío de diez u once años. A San Isidro. He visto muchas faenas. Me gustaba el fútbol, del Atleti de toda la vida. Y él quería que fuese torero. nMi abuelo es muy aficionado. Me eligió a mí por ser el mayor de los hermanos. Siempre me llevaba a la plazas... Yo me dejaba, y a los 10 años maté mi primera becerra y a los 12 toreé ante el público. Al principio me lo tomaba como un juego, pero después me asusté... Era una sensación rara, difícil de explicar. Quería pero no quería. Empecé a ser consciente de lo que significaba esta profesión y a sentir miedo, es decir, miedo a hacer el ridículo, miedo a no dar la talla, miedo a sacrificarme tanto... Cuando me daban esas ventoleras intentaba quitarme de en medio y mi abuelo se cabreaba. Luego volvía otra vez, y así sucesivamente. nCuando me enfrenté por primera vez a una ni siquiera sabía armar una muleta. Pero dije que sí, di un paso al frente, y toree. n En aquellos momento, luchaba contra mí mismo. Me daba cuenta de la dureza de la profesión y entonces me pasaba al fútbol, que era menos sacrificado. Jugaba en el equipo de Galapagar. De hecho toda mi familia ha estado muy vinculada al fútbol. Mi padre llegó a jugar en los juveniles del Madrid, más tarde fue jugador del Galapagar, y luego entrenador y presidente del club. Mis hermanos también son muy futboleros. Pero el caso es que finalmente mi abuelo se salió con la suya. Entre tanto futbolista, él quería un torero. Ahora dice que ya puede morir tranquilo. n En mi caso la vocación taurina no tiene que ver con el dinero. Nunca se puede poner uno delante de un toro por dinero. Porque no hay nada que pueda pagar la vida de un ser humano. n Ya casi nadie torea para salir de pobre. Hace falta una motivación más fuerte que el dinero. Mucha gente que padece urgencia económica no se enfrentaría a un toro por mucho que le pagaran... Jugarse la vida no tiene precio. Y encima haces sufrir a los que te rodean. Mi madre nunca se ha quejado de mi profesión, pero yo lo pienso a menudo: la elección ha sido mía, no suya, y seguramente es injusto hacerle pasar tantas tardes malas. La responsabilidad como norte n Cuando me retiré temporalmente y me pedían que volviera, me reconfortaba. Pero no me empuja. Lo que me presiona soy yo mismo. Últimamente, sobre todo siento que algo de mi espíritu pasa hambre. Esa hambre la tengo que alimentar ahora. Necesito ahora torear de salón todos los días.

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n A mí la gente me dice: 'Voy a ir a verte, para apoyarte', y yo les digo siempre lo mismo: 'No te necesito, ven si te apetece, pero no me hace falta que me apoyes, el que tiene que hacerlo soy yo, yo solo. Lo hago yo, y lo tengo que hacer solo. n Hay que contar con la posibilidad de morir, hay que estar dispuesto a eso. Y hay que tener miedo, aprender a superarlo, a gestionarlo, porque no se puede ignorar, es una locura renunciar a él. Las grandes tardes llegan en esos días en los que uno tiene miedo antes de salir a la plaza, porque hay que salir con el riesgo asumido, aceptarlo antes de que se produzca. El riesgo n Todas las tardes cuento con la posibilidad de morir, hay que estar dispuesto a eso. Y hay que tener miedo, aprender a superarlo, a gestionarlo, porque no se puede ignorar, es una locura renunciar a él. Las grandes tardes llegan en esos días en los que uno tiene miedo antes de salir a la plaza, porque hay que salir con el riesgo asumido, aceptarlo antes de que se produzca. Hay que andar siempre para adelante, nunca para atrás y si en un pase, el toro se te cuela, en el siguiente hay que cruzarse más, irse más para adelante. Parece fácil, pero no lo es. Yo lo sé porque he visto mirar a los toros. Lo sé porque he estado en plazas sombrías, silenciosas, en muchas tardes difíciles de ganado manso y malo, peligroso. Lo sé, y sé lo que es un toro con sentido, esa embestida turbia que codicia el cuerpo del torero, que pretende engañar a quien le engaña, y enganchar, y herir en cada pase. n No creo que, al pisar terrenos comprometidos, haya pensado nunca que el toro no iba a pasar, que yo estaba demasiado cerca, porque entonces no estaría haciendo algo lógico. No te puedes poner en el sitio en el que pienses que te va a coger el toro. Ahora bien, hay que tener esa duda, hay que llegar a plantearse: "¿Pasará?", y yo me lo pregunto a menudo. Muy a menudo. Cuando uno arriesga y pisa terrenos comprometidos, sabe que la cornada está al acecho. n Para un torero la muerte creo que es igual que para lo que todo el mundo, algo desconocido, algo que da mucho miedo; pero sobre todo algo desconocido. Nosotros sabemos que estamos aquí, pero no sabemos, digo, yo por lo menos no sé donde voy y es algo que lógicamente te da miedo. n Insisto: yo no salgo a una plaza a morir, pero si sabes que te vas a morir por supuesto prefiero morirme en una plaza de toros que en un coche o de una enfermedad. n Reconozco que prefiero que me de la cornada que dar un paso atrás. Esa es una decisión no es fácil. Cuando piensas que un toro va a pasar por donde tu quieres que pase, pero para ello te tienes que quedar quieto, pues asumes el riesgo de la cornada y muchas veces prefiero que me pegue una cornada a dar un paso atrás; me siento mejor, menos defraudado conmigo mismo. n Mi concepto del toreo parte de ahí, de ponerme, o sea de plantar los pies en la arena y luego pues enganchar al toro y tratar de llevarlo despacio y bueno generalmente vamos sin brusquedades. Despacito muy despacito. Necesito

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ponerme en ese sitio. Claro que si te pones medio paso atrás también das el pase y a lo mejor también te lo corea la gente; pero la emoción no es tanta. nSe ha llegado a decir incluso que yo salía al ruedo para que me mate un toro y eso es la mayor barbaridad que he escuchado en mi vida. No, yo toreo para vivir, no toreo para morir. Para eso, toreando para vivir te tienes que poner en ese sitio y en ese sitio los toros cogen y pegan cornadas y eso si que lo tengo asumido y que puede pasar. Lo otro, puede pasar y un torero debe tener asumido porque sino te estarías engañando y yo no me quiero engañar ni a mí mismo ni a nadie El ser del torero n Vivir sin torear no es descansar, no es estar relajado, ni disfrutar de lo bueno de la vida. Vivir sin torear no es vivir. n Yo hago ante el toro lo que siento. Desde el principio ha habido muchas personas a mi alrededor que han intentado cambiarme para que llegara más directamente al público... De pequeño me costaba mucho trabajo mirar hacia los tendidos y descararme con la gente, lo que llaman "vender la mercancía"... Esa misma expresión me suena fatal, la verdad. Yo no utilizo nunca la expresión. Además, no sé vender la mercancía. Si la tanda que pego me satisface, pues bueno, puedo salir airoso al ruedo, con la cabeza alta, pero si es una tanda mala ¿por qué voy a sacar pecho? Aquí cuentan mucho las apariencias, pero a mí no me gusta aparentar lo que no siento. Ni me gusta ni me sale. Desde siempre he sido muy fiel a mí mismo y quiero seguir siéndolo. n Lo que da Madrid no lo da ninguna plaza. Para torear en otras plazas primero tienes que haber conseguido un triunfo en alguna otra plaza muy importante. Madrid es el símbolo... Todas las figuras del toreo han necesitado Madrid. Yo lo compararía con el fútbol. Si un equipo es muy bueno y nunca gana la liga… Pues lo mismo le digo de los toreros. El que es bueno triunfa alguna vez en Madrid, y a partir de ahí viene lo demás, es decir, juega la liga en las demás plazas. La serenidad de espíritu y de mente nNecesito un poco de tranquilidad para entrenar. Lo primero que tengo que hacer es preocuparme de mi profesión, estar concentrado en el trabajo. El teléfono distrae mucho, llaman muchos periodistas, todo el mundo quiere saber, y preguntarme. Por eso lo llevo desconectado. Vivo un momento de gran responsabilidad y no puedo evitar sentirme un poco asustado. Por un lado no se me quita de la cabeza el recuerdo de la puerta grande, pero por otro pienso en lo que se acerca y me da un poco de miedo... nVas a las plazas y se te acercan personas diciendo que son familia, o amigos de amigos... En esa situación, encontrar el equilibrio resulta complicado. Yo no quiero dejarme querer, pero tampoco ser grosero... En resumidas cuentas, ni pasarme ni quedarme corto. Sí, soy un poco desconfiado, quizá por la propia timidez. Sé que los halagos de ahora son una consecuencia del éxito reciente. Por las tardes, en el patio de cuadrillas se crea una situación extraña y tensa. La gente te saluda, te pregunta, y te toca. Es difícil sobrellevar ese momento. Pero nadie lo hace con

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mala intención y yo trato de ponerme en el lugar de la gente, porque al fin y al cabo también a mí me ha sucedido. n Creo que la mente es un papel muy importante para un torero, porque tú, a pesar de las emociones y del miedo que te genera ese animal, pues tú tienes que hacer luego una serie de cosas y que tu cuerpo te deje desarrollar una serie de cosas, que… eso sí, si se te bloquea la mente no puede ocurrir. Entonces juega un papel muy importante. Con la mente te dominas tú, y dominándote tú es como puedes dominar al toro. Su retirada temporal nCuando hace unos años lo dejé, se daban muchas circunstancias, no es una cosa que se decida en un día. Yo no pensé nunca, o sea, seguramente en un año antes de que pasara eso, incluso menos tiempo antes, no me lo podía imaginar. Porque, bueno, era muy difícil para mí entender la vida sin torear. Pero bueno, llegó el momento que por una serie de circunstancias tomé esa decisión, ya te digo que muy meditada, pero seguro de que la tenía que tomar. Y, bueno, por eso fue. nCuando tomé esa decisión lo que sí sabía y tenía claro es que para volver a torear mi cuerpo me lo tenía que pedir ¿no? Y no iba a ser por otra cosa. Ha sido por eso, porque yo estaba gusto, la verdad, sobre todo al principio, después de estar toda la vida dedicado a eso. Pues al principio como que estás muy relajado y bien ¿no? Yo me encontraba bien, pero bueno, poco a poco vas echando en falta todas las cosas que tiene el toreo y, vamos, mi cuerpo ya no aguantaba más ¿no? En realidad es un poco fuerte, pero me estaba muriendo. O sea, se siente un poco fuente, te digo, pero sí creo que era eso. O sea, no tenía alicientes en la vida y el volver a torear pues me ha devuelto la vida. n Si no pensara que me iba a poner en el mismo sitio que me ponía antes, nunca volvería. Si vuelvo algún día es porque me voy a poner en el mismo sitio y voy a tratar de torear mejor que lo que hacía. Los toreros n Los toreros somos como bichos raros. Lo nuestro es muy fuerte, y cuando tratas de olvidarlo no puedes porque estás enganchado, el toro te absorbe, te come el coco... Yo lo veo casi como una atracción fatal. Un futbolista será muy importante, pero nunca podrá compararse con un torero. Y es que el torero se juega la vida, no lo olvide. nEn el mundo del toreo la gente se repite mucho. Ésta es una profesión de reglas, sobre todo de las antiguas, y pocos se atreven a romperlas. El respeto a los mayores, o la admiración, o la inercia, pues no sé, nos hacen permanecer estancados. De tarde en tarde sale un torero revolucionario, pero sólo de tarde en tarde. Yo mismo no soy nada rupturista, prefiero guardar las normas que han guardado toda la vida las figuras. Caso aparte son los tópicos, como las cornadas de las mujeres, y contra eso no me importa manifestarme.

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nLos toreros revolucionarios son todos los que marcan época en el toreo han sido de una u otra forma revolucionarios. Quiero decir que en cierto modo rompen los esquemas, personal o profesionalmente, o incluso las dos cosas. En la plaza uno muestra su verdadera personalidad. Como dicen algunos, se torea como se es. nPara mi Manolete es un ejemplo. Me fascina el misterio, la naturalidad, la hombría con la que afrontó lo que tenía que afrontar. Manolete es el toreo como una forma de estar en el mundo, no tanto de torear. nUna vez, en un festival, en Ronda, le brindé un toro a Antonio Ordóñez. Y en la plaza estaba la madre del Rey, y me criticaron mucho por eso, pero estando Ordóñez en la plaza, yo no podía brindarle el toro a nadie más, ¿comprendes?, no podía, porque ahí estaba Antonio Ordóñez y no había nadie más importante para mí. nPonce creo que era un gran torero. pero el entiende el toreo de una manera totalmente contraria a la mía, o sea somos dos toreros que entendemos el toreo de manera diferente. El Juli yo creo que era una gran torero también y ahora mismo además creo que esta en un momento buenísimo, creo que tiene una edad muy buena. Peto en la plaza también disfruto, por ejemplo, con Castella que también esta en un momento bueno y que tiene un gran valor. Pero hay más, yo creo que el toreo ahora esta en un momento bueno, hay bastantes toreros que llenan el interés de la gente y la gente va a verlos con agrado a la plaza. El caso catalán nYo creo que el torero, por lo menos yo, no torea abajo ninguna bandera. A mi me han tachado de una cosa o de otra ó hay gente que me ha querido utilizar políticamente. Creo que con el tema de lo de Barcelona por ejemplo yo no toreo para luchar contra el nacionalismo, yo toreo para hacer disfrutar a la gente que me va a ver a la plaza y en Barcelona, por ejemplo, pues digamos lo que ha sido lo que ha pasado este año el día de mi reaparición y la última tarde pues ha sido una recompensa para ese público que ha dado tanto al toreo durante tantos años y a mi en concreto también me ha dado mucho y que esta atravesando un momento muy complicado. nEl día que regresé a la plaza de Barcelona en la plaza estaban nacionalistas gente de izquierda, gente de derecha… Y a toda esa gente se puede emocionar con todo lo que yo hago. Yo toreo para toda esa gente, pero no para luchar contra nada; sí para luchar que la gente que quiere ir a verme o que quiere ir a ver a otro torero a la plaza de toros de Barcelona pueda hacerlo porque tiene la libertad de poder elegir, que es lo que le han querido quitar. Los antitaurinos nNo comprendo que los animalistas recurran al insulto para defender lo que ellos defienden. Poner un animal a la altura o por encima de una persona como ser humano no lo puedo comprender.

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nNo sé que es lo que el toro sufre, no lo podemos saber; lo que si está claro es que es un animal combativo y que él sale a la plaza y su idea es llevarse al torero por delante, quitar de en medio al torero. Y creo que también le da emoción, también de hecho así pasa y yo creo que es una cosa que tiene que pasar porque es algo que nosotros le debemos al toro, que te pegue una cornada, incluso que te pueda quitar la vida. Pero también es un animal que pienso que muere con gloria, porque cuando un toro se comporta en la plaza como un toro bravo y eso tiene su premio tiene su gloria n Me parece respetable la posición de los detractores de la Fiesta; lo que no es respetable es el insulto y que quieran avasallar de esa manera. Yo entiendo que tengan sus motivos, por qué no; la gente puede pensar muchas cosas y no tiene porque tener la misma idea. n¿Qué animal vive a su tiempo natural? Si hay algunos, pero hay muchos que no, porque también nosotros necesitamos de los animales, de ciertos animales, para nuestra propia existencia para comer; entonces si el toro no muere en el ruedo, va a morir al rato en no sé donde. n Las gentes del toro se han cerrado mucho en su propio mundo y lo que hay que hacer es abrirse porque el mundo cambia, la vida cambia, las cosas evolucionan pero quizá ellos no se preocupan de esos cambios. Parece que mientras la plaza se llene pues lo demás no importa. Pero creo que aquí tenemos que mirar al futuro, creo que esto esta demostrado es una cosa que pues tiene sus detractores, eso esta claro, pero también tiene argumentos para poder defenderlo y eso es por lo que hay que luchar.