el archivo y la tormenta

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archivamos / número 88 (02/2013) l fotógrafo peruano Baldome- ro Alejos desarrolló su trabajo en la ciudad de Ayacucho, lu- gar desafortunadamente co- nocido por los años de violen- cia que siguieron a la aparición de Sendero Luminoso con A. Guzmán a la cabeza. Alejos fue un fotógrafo de estudio y por su negocio pasa- ron diferentes personas y gru- pos, todos ellos fotografiados con gran maestría. Con el co- mienzo de la violencia, la fami- lia Alejos se desplazó a Lima y el archivo del estudio quedó en Ayacucho hasta el regreso, tras la tormenta. Walter Ale- jos, hijo y ayudante de Baldo- mero, se ha entregado a la re- cuperación del archivo de Bal- domero Alejos tanto en su res- tauración, conservación, orde- nación como difusión del lega- do. Ya cuentan con un buen número de exposiciones en ambos continentes y el periplo sigue. Además de su belleza, el archivo Baldomero Alejos trae consigo una serie de proble- mas que acompañan a menu- do el “hallazgo” de un archivo particular y su exposición don- de median curadores e histo- riadores. Sin quitarle valor al- guno al archivo, cualquier ex- posición que se base en la be- lleza de las imágenes de otros tiempos y lugares nos condena a la amnesia y nos impide cual- quier juicio relacional entre ellas que no sea esa belleza dulzona, indigenista, colonia- lista, etc. que un espectador 51 culturas JORGE BLASCO GALLARDO E El archivo y la tormenta

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Publicado en Archivamos de ACAL Alrededor del fotógrafo Baldomero Alejos y su estudio y archivo en Ayacucho (Perú)

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Page 1: El archivo y la tormenta

archivamos / número 88 (02/2013)

l fotógrafo peruano Baldome-ro Alejos desarrolló su trabajoen la ciudad de Ayacucho, lu-gar desafortunadamente co-nocido por los años de violen-cia que siguieron a la apariciónde Sendero Luminoso con A.Guzmán a la cabeza.

Alejos fue un fotógrafo deestudio y por su negocio pasa-ron diferentes personas y gru-pos, todos ellos fotografiadoscon gran maestría. Con el co-mienzo de la violencia, la fami-lia Alejos se desplazó a Lima yel archivo del estudio quedóen Ayacucho hasta el regreso,tras la tormenta. Walter Ale-jos, hijo y ayudante de Baldo-mero, se ha entregado a la re-cuperación del archivo de Bal-domero Alejos tanto en su res-tauración, conservación, orde-nación como difusión del lega-do. Ya cuentan con un buennúmero de exposiciones enambos continentes y el periplosigue.

Además de su belleza, elarchivo Baldomero Alejos traeconsigo una serie de proble-mas que acompañan a menu-do el “hallazgo” de un archivoparticular y su exposición don-de median curadores e histo-riadores. Sin quitarle valor al-guno al archivo, cualquier ex-posición que se base en la be-lleza de las imágenes de otrostiempos y lugares nos condenaa la amnesia y nos impide cual-quier juicio relacional entreellas que no sea esa bellezadulzona, indigenista, colonia-lista, etc. que un espectador

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JORGE BLASCO GALLARDO

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contemporáneo ya debería sa-ber detectar como cosa de unpasado no muy glorioso.

Hay otra amenaza que ron-da a los archivos como el deAlejos, su conversión en arte,su entrada en el circuito artísti-co que convertirá las imágenesen lo que nunca fueron y que

de nuevo nublará la vista y elsentido del visitante, favorecien-do una catarsis tranquilizadora.

Inevitablemente ya nuncaestaremos ante el trabajo deAlejos, siempre estaremos anteoperaciones de visualizaciónde su trabajo que semantiza-rán a este de una manera uotra. Pero un paso más allá de

ello están los depredadores,aquellos que ven la rentabili-dad económica y el prestigiodel “descubrimiento” que, te-niendo el poder cultural sufi-ciente, pueden trastocar todoel potencial de un archivocomo el de Baldomero Alejos yconvertirlo en algo como lo

que en España hemos vividocon Virxilio Vieitez: maestrosde antaño rentabilizados enforma de arte con un toque denostalgia y folklorismo. Algoque, por otra parte, hace sincesar la agencia Magnum consus fondos.

Actualmente una selecciónde imágenes del archivo Alejos

viaja por España. A la exposi-ción se le da el título La calmaantes de la tormenta. Un títulolo suficientemente abstracto ya la vez perturbador. Se hanelegido una serie de imágenesde estudio previas al estallidode la violencia. La exposicióntermina con un retrato de car-né del propio Abimael Guz-mán.

Quizá aquí no se puedapercibir lo inquietante de la se-lección temporal de imágenes,pero no hay que olvidar losaños de violencia en Ayacuchoy que la propia familia Alejosse fue de su tierra a la capitalhuyendo de ella.

La idea de la exposición estáen esa delgada línea entre lo te-mático y lo cronológico que su-mados dan lugar a un relato ca-llado sobre el que no hay mu-cho que decir que él no diga.

Son lo que queda de lasgentes de Ayacucho que pasa-ron por el estudio Alejos. Sinhacer un gran esfuerzo se leemucho de los estratos socialesaún hoy en día vigentes deuna manera u otra. Tambiénpone al visitante ante el pro-blema de acercarse a imáge-nes de señoritos, indígenas,etc., todos ellos con marcadosrasgos locales que a veces eranretocados (color de la piel) porel propio Alejos. Cómo mirar laexposición sin caer en el indi-genismo ni en lo políticamentecorrecto. La respuesta no esmuy difícil: esta exposición ytoda la actividad que genera elarchivo Alejos debe servir paracomprender más sobre quienesta representado en las imá-genes y sobre los que nos re-flejamos en los cristales queprotegen las fotografías. Unaexposición pasiva es el peordestino de un archivo y el ar-chivo Baldomero Alejos mere-ce activaciones en diferentessoportes que eviten que lejosde favorecer un ejercicio dememoria lleve a un inevitableolvido.�

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