el arbol de la casa

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Revista Especial para conmemorar el regalo que se hizo a la embaja de Cuba en Cuba (El Arbol de la Vida) por un artesano mexicano del estado de Toluca.

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En Metepec, hemos tenido la buena oportunidad de vivir con un trabajo que no ofrece grandes cantidades de dinero, pero sí muchas satisfacciones, especialmente la hoy tan rara de vivir con el orgullo de lo que sale de nuestras propias manos. Aquí radica mi gusto y mi dignidad.

JOSÉ ALFONSO SOTENO FERNÁNDEZ

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EL ÁRBOL DE LA CASA

Es común que muchos de quienes trabajamos en el edificio principal de la Casa –que ya cuenta con otros cuatro, por obra y gracia del desarrollo y

crecimiento de la institución--, invi-temos a los nuevos visitantes a em-prender escaleras arriba para sor-prenderlos con el impacto visual del Árbol y el prodigio de sus mil seis-cientas sesenta y tres figuras de ba-rro, bajo un simpático sol bigotudo, una luna delgadísima y caprichosa y una sirena coronada que nos mira desde el centro. Singular iconografía que lo distingue del resto de ejem-plares de su especie, como si hubie-se sido creado exprofeso para el en-torno insular y caribeño de la Casa de las Américas, junto al malecón habanero. Más que la pieza mayor de la colección de ocho mil y tantas que atesora la Casa por donativos de sus autores, este Árbol se ha conver-tido en una especie de emblema de la institución, a los pies del cual han tenido lugar muchos de los principa-les eventos de la cultura del conti-nente durante medio siglo.

Pero la imagen del conjunto, im-ponente y humanísima en su expre-sión popular, con sus inabarcables piecesitas firmemente engarzadas al eje central: estrellas marinas, pe-ces de todas las configuraciones y colores, caballitos de mar, sirenas y caracoles, y su ubicación al final de los recorridos, como resumen y co-lofón, construyen una suerte de me-táfora festiva de cómo la labor de miles y miles de intelectuales y ar-

tistas de Latinoamérica y el Caribe, y hasta de un poco más allá de sus confines geográficos, ha lo-grado dar vida y continuidad a la labor de promo-

L a Sala Che Guevara, ubicada en las alturas del tercer piso, es la sede de los principales acontecimientos que tienen lugar en la Casa de las Américas. Cuando uno accede al am-

plio espacio, dominado a la derecha por el esplén-dido mural del chileno Roberto Matta titulado Pa-ra que la libertad no se convierta en estatua, y a la izquierda por obras igualmente significativas –que durante mucho tiempo fueron las de Julio Le Parc y Víctor Vassarely y ahora un gran collage de Raúl Martínez–, un punto de interés atrae las miradas y los pasos hacia el fondo, el Árbol de la Vida, de es-pectacular tamaño y colorido, que el maestro Jo-sé Alfonso Soteno Fernández, fabricara y de forma especial seria plantado en La Habana para ilumi-nar el Caribe desde 1975, en un espacio cimero en la casa de Haydee Santamaría, Manuel Galich, Ma-riano Rodríguez y Ezequiel Martínez Estrada.

— Por Vivian Martínez Tabares* —

(Texto publicado en La Jiribilla de Papel y pronunciado en el homenaje a la Casa de las Américas —conjuntamente con homenaje a Alfonso Soteno— en Metepec, 10 de octubre del 2009)

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ción y valoración de la cultura de Nuestra América y de afirmación defensa de la identidad de nues-tros pueblos desarrollada por la Casa por casi cin-cuenta años, y de proyectarla hacia el futuro.

El Árbol ha sido testigo de recitales de Silvio, Pa-blo, Noel, Víctor Jara, Daniel Viglietti, Chico Buar-que, León Gieco, Gilberto Gil, Vicente Feliú, Carlos Varela, Víctor Heredia y muchos otros, mientras compartían enardecidas metáforas y recibían de vuelta, la vibrante energía de identificación y com-promiso de un público joven y apretado en un espa-cio que les resultaba pequeño; también el Árbol ha compartido el espacio de las lecturas de textos de Eduar-do Galeano y Mario Benedetti, con los que muchos debatie-ron sobre el presente o descu-brieron el amor. Y ha compar-tido el reto de conciertos, cuasi bailables, de la música popular cubana, de NG La Banda a Free Hole Negro o Interactivo.

En cincuenta ediciones del Premio Literario Casa de las Américas más de trescientos nombres han sido pronuncia-dos ante al Árbol, para iniciar o reafirmar una trayectoria artística. El Árbol ha presidi-do los debates de encuentros de intelectuales, teatristas, se-guidores de la obra de César Vallejo, estudiosos del legado del grupo Orígenes, editores de revistas culturales, musi-cólogos, diseñadores gráficos, científicos sociales, activistas de la educación popular, com-positores, entre otros hom-bres y mujeres del pensamien-to y la creación artística.

El Árbol ha sido estímulo para las fabulaciones, encarnadas en el cuerpo de infinitos actores y ac-trices que en la Temporada de Teatro Latinoameri-cano y Caribeño Mayo Teatral han presentado sus propuestas o han entrenado cuerpo y mente en ta-lleres impartidos por los más notables maestros de la escena. De Yuyachkani, recorriendo la diversidad cultural del Perú con Los músicos ambulantes, a la mapuche llegada de Chile Luisa Calcumil, “Con es bueno mirarse en su propia sombra”. Del Odin Tea-tret construyendo una escena teatral a partir del poema “A los instantes”, de José Martí, a La Colme-nita integrando niños impedidos a la fiesta de La cu-

carachita Martina. De Richard Schechner disertando sobre interculturalidad a los excéntricos musicales de Udi Grudi liderando un grupo enfebrecido por fa-bricar instrumentos con material de desecho.

Y el Árbol ha sido testigo de una coherente y sistemática acción descolonizadora, con cuyo quehacer de cada día hemos aprendido a sen-tirnos más latinoamericanos y caribeños, miem-bros plenos de una patria mayor.

Hace casi un año volví a la Casa para ser parte ac-tiva de uno de sus eventos, la Temporada de Tea-tro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral, de la

que soy curadora desde el año 2001. Encontré al Árbol revi-vido en su rotundez, vivos los rojos, los azules y los dorados, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Metepec, uno de los más importantes cen-tros alfareros de México.

El Árbol –y uso la mayúscula pues es el más grande de su ti-po fuera de México, lo que pude comprobar hace poco en una vi-sita al Museo de Culturas Popu-lares, en el Centro Cultural Mexi-quense, donde tienen el mayor de México, con 5.20 metros de altura–, se ha convertido en un signo que identifica un espíritu y un estado del alma. Y por esa historia que se sigue escribiendo hoy con los nombres de enton-ces y con los de ahora mismo, es un privilegio escribir estas notas como una trabajadora más de la Casa de las Américas, que no es sólo un edificio que mira al mar y en el que cotidianamente labora un centenar de personas,

sino que es, sobre todo, una red creciente de víncu-los constituidos por un conjunto de rostros, palabras y voces que me recuerdan otra vez la policromía y la multiplicidad del Árbol. El reto mayor es, bajo su som-bra, saber hacer que las ramas sigan creciendo firmes y mantener vivo el aliento para continuar apostando al futuro desde el riesgo de todos los días.

*La autora es crítico e investigadora teatral, editora y profe-sora. Forma parte del equipo de la Casa de las Américas desde 1992. En la institución ha sido redactora de la revista Casa de las Américas, jefa de redacción de la revista de teatro latinoameri-cano Conjunto, directora del Centro de Estudios del Caribe, des-de el 2000 directora del Departamento de Teatro y de la revis-ta Conjunto, última responsabilidad que comparte actualmente con la de consejera cultural de la Embajada de Cuba en México.

Abel Prieto, José Saramago, Fidel Castro y Ricardo Alarcón Taller “Cultura y Revolución”. Casa de las Américas, 1999 (foto archivo Casa de las Américas)

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METEPECSu clima es templado en primavera, caluroso en

estío y muy frío en el invierno, debido a los vien-tos dominantes. Su superficie es completamente plana en su mayor parte, salvo por pequeños ote-ros y, desde luego, el Cerro de los Magueyes, cora-zón del territorio municipal.

El territorio del hoy municipio de Metepec fue cuna de civilizaciones avanzadas desde tiempos muy antiguos; durante el periodo preclásico se asentaron grupos teotihuacanos en el Cerro de los Magueyes y sus alrededores. Desde el siglo XI al-bergó al floreciente reino matlatzinca, quien por su riqueza agrícola y forestal atrajo la ambiciosa mirada de los vecinos mexicas, de los que termi-naron siendo tributarios desde 1477. Gonzalo de Sandoval conquistó este territorio para la corona española en 1524, y los frailes franciscanos para la fe católica, siendo Metepec el centro de su evange-lización para la zona. A partir de entonces, fue un sitio tranquilo, donde las preocupa-ciones de la población giraban fundamen-talmente alrededor de las condiciones pro-picias para la agricultura y la organización de las festividades.

En los albores del tercer milenio, la ciu-dad de Metepec no se asemeja en nada a aquel asentamiento prehispánico alrede-dor de la gran laguna, rodeada de comu-nidades de pescadores y agricultores. Del periodo colonial, quedan en pie –después de varias transformaciones, superposicio-nes y reconstrucciones– el convento fran-ciscano anexo a la parroquia de San Juan Bautista, y sus demás iglesias y capillas. Entre las calles y callejones, adoquinados en su mayoría, descubrimos a veces algu-na fachada que nos remonta al siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

De acuerdo con el INEGI habitan es-ta ciudad poco más de 200,000 personas,

aunque según las autoridades y los observadores, Metepec cuenta a la fecha con cerca de medio millón de habitantes, número conformado en gran parte por inmigrantes, la ma-yoría provenientes de la ciudad de

México.En este nuevo entorno pluricultural, todavía se

conservan –esperamos que por mucho tiempo– in-finidad de fiestas tradicionales, casi todas de origen religioso. Cada barrio, capilla y pueblo celebra con procesiones, feria, novenarios, mañanitas, salvas de cohetes, a su santo patrono. La fiesta en honor de San Isidro Labrador sigue siendo la máxima celebra-ción en el municipio, a pesar de no ser ya una comu-nidad eminentemente agrícola.

No se puede pensar en Metepec, mencionar a su población, costumbres y tradiciones, sin hablar de los artesanos, en especial de los alfareros. En nú-mero, son un parte significativa: se dedican a la ar-tesanía unas trescientas familias. Los anteceden-tes de dicha actividad en el territorio se remontan a tiempos prehispánicos, según los hallazgos ar-queológicos. Por siglos, la cerámica metepequense

M etepec está situado en la porción norte del Valle de Toluca, alrededor del cerro llamado Metepec de donde tomó su nom-bre, que en náhuatl significa “en el cerro

del Los Magueyes”.

— Por Berta Balestra —

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fue fundamentalmente utilitaria, pero desde ha-ce unas cinco o seis décadas, cuando comenzaron a elaborar aquí los hoy famosos árboles de la vi-da, los alfareros se dedican cada vez más a este ti-po de piezas que a las cazuelas, jarras, cántaros, poncheras, ollas pulqueras y ollas tlacualeras, que ocuparon sus hornos por varios siglos.

Un paseo por Metepec incluirá necesariamen-te la visita a la plaza principal, denominada Par-que Juárez, donde la Tlanchana, mitológica seño-ra de la laguna, lo introducirá a la magia de esta ciudad. A unos pasos, el conjunto arquitectónico conformado por la iglesia y el ex convento fran-ciscano de San Juan Bautista de Metepec; la Capi-lla del Calvario, una caminata por el cerro de los Magueyes hasta la ermita (en cuyos alrededores se han hallado los enterramientos prehispánicos)

y desde luego, la visita al taller de algunos artesa-nos. Si se dispone de tiempo, seguir con el reco-rrido de las capillas coloniales, tomar una copa de garañona en el Bar 2 de Abril, pasar a la Casa de Cultura donde siempre hay alguna exposición in-teresante y, si es lunes de tianguis, comer un ta-co de plaza. Disfrutar de la puesta del sol desde el Cerro y quedarse a pasar un rato agradable escu-chando música en los bares y peñas.

Con esto, el visitante podrá comprobar –como lo hacemos a diario los habitantes— que Metepec es un sitio provisto de magia, en donde conviven la tradición y el ambiente provinciano con la mo-dernidad y el progreso, donde la historia y los mi-tos nos salen al paso y se contagia la creatividad, el gusto por el color y la paz de espíritu propias de quienes han encontrado lo bello de la vida.

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La señora Modesta Fernández de Soteno es quien ha perpetuado los conocimientos, ya que es la descendiente de una larga familia conocedora y experta en la alfarería; su esposo Don Darío Sote-no es albañil y sólo en algunas ocasiones ayudo a pintar las piezas que hacia su esposa.

Los hijos de este matrimonio dedicados funda-mentalmente a la alfarería son: Mónico, Ildefonso (o Alfonso) y Manuel, el resto de los seis herma-nos, tienen otras actividades y entre ellos hay un estudiante universitario.

En el año de 1971, Mónico y Alfonso ganaron los dos primeros lugares del Concurso de Alfare-ría que convoco el Fideicomiso para el Fomento de las Artesanías, uno con una yunta de las que tradi-cionalmente salen en la fiesta de San Isidro Labra-dor y el otro con una carreta de la muerte, llena de figuras diversas, ambas obras maestras.

Esta familia aun posee moldes antiguos como los de la Virgen para nacimientos, el señor Santiago con

sus caballos, perros chatos, perros golondrineros y muchos más algu-nos con una antigüedad cercana a los cien años, sin embargo la generación

reciente crea nuevas formas y figuras; Mónico reco-noce que Alfonso modela mejor que él, y es verdad que los trabajos de Alfonso revelan su gran costo al modelar, pero Mónico no se queda atrás y empren-de asuntos complicados como se aprecia en sus últi-mos trabajos dedicados a Don Benito Juárez.

La familia Soteno recuerda que las cosas más viejas que hicieron sus antecesores fueron corne-tas de barro bien cocido, tecolotes con silbato, pá-jaros y otros juguetes, ya entonces hacían figuras para los nacimientos que eran compuestos por los peregrinos, los Reyes Magos y otros elementos que completaban estas grandes escenas; por ahí se encontraban Adán y Eva con sus grandes hojas de parra, una por delante y otra por detrás, un tí-mido árbol de donde descendía la serpiente; este árbol fue creciendo y creciendo hasta adquirir la importancia principal y ser reconocido este con-junto como el Árbol de la Vida . Muy interesante es el dato de la hechura de cuadrillas para curar el aire, compuestas de 38 piezas, que aun siguen

ALFAREROS DE METEPEC — Por Alberto Beltrán * —

La FamiLia Soteno

E n el pueblo de Metepec cuando se habla de los que tienen mayor tradición familiar en la alfarería, se menciona entre ellos a la familia Soteno.

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solicitando de vez en cuando los curanderos de la región, estos conjuntos se enriquecen con cazue-las de mole, tamales y otros agregados para hacer un huentle, que es la ceremonia para ahuyentar a los malos aires que tienen postrado al enfermo.

Como todo el arte popular de Metepec se trans-forma y en algunos casos se pierden formas, pero otras nuevas se agregan, los leones coronados que hacía Don Juan Fernández, ya muerto, tío de Mó-nico y Alfonso, han dejado de hacerse; igualmente ya no se encuentran las mismas figuras decoradas con vivos colores, lo que todo se compensa por las aportaciones de las nuevas generaciones.

Muchos artistas, no solo de México, han sido ad-

miradores del arte de estos alfareros, uno que tem-pranamente señalo su importancia fue Diego Rive-ra y con él algunos investigadores del arte popular.

Un hombre, pobre entre los pobres, llamado Pablo Archundia Fernández, que encontramos trabajando como operario en uno de los talleres familiares en Metepec, nos dice que los Soteno tie-nen el mérito de haber logrado hacer hornos muy grandes para realizar esas piezas gigantescas que asombran en las exposiciones de arte que México envía al mundo y que, en cierto modo, han pasado a ser representativos.

Los Soteno son excelentes exponentes de la ca-lidad del artesano popular.

*(1923-2002) Pintor, grabador, periodista. Miembro del Taller de Gráfica Popular y amigo de la familia Soteno.

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EL ÁRBOL DE LA CASAHISTORIA

— Por Onoria Céspedes Argote —

Concurso de árboles de la vida gigantesLa tradición alfarera de Metepec, ha dado muchas satisfacciones a México, es un arte que ha trascen-dido las fronteras aztecas para imponerse como representante del arte mexicano.

El árbol de la vida es una de las manifestaciones artísticas que desde hace más de 60 años esta pre-sente en la alfarería metepequense, como símbolo de la vida, la fecundidad y continuidad del hom-bre y las distintas especies, constituyendo una de las manifestaciones más hermosas del arte popu-lar mexicano.

Los artistas alfareros han encontrado en ello una forma de expresar no sólo sus raíces culturales, si-no su interpretación muy particular de la vida.

En el año 1974, el maestro alfarero de Metepec, José Alfonso Soteno Fernández, integrante de una dinastía de artesanos, fue llamado a presencia del entonces gobernador del Estado de México Carlos Hank González para que participara en represen-tación del Estado de México en el concurso de ár-boles de la vida gigantes convocado por el Presi-dente de la República Lic. Luis Echeverría Álvarez.

Soteno era el único en el país que había logrado la creación de un árbol de 2.50 metros después de varios intentos infructuosos y cuando ya estaba dis-puesto a desistir, hazaña que atrajo la atención de todos en el Estado y especialmente de su Goberna-dor, Carlos Hank, quien lo adquirió para que fuera mostrado al pueblo mexiquense y foráneos en el re-cién inaugurado Museo de Arte Popular de Toluca

El museo, llamado “La Bandera” estuvo ubica-do entre la calle Hidalgo y el Panteón Municipal, y al constituirse el Centro Cultural Mexiquense en las afueras de Toluca cedió el espacio a lo que es hasta hoy la Biblioteca “José María Heredia y He-redia”, lugar donde los toluqueños recuerdan al cubano –mexicano que los distinguió como poeta, pedagogo, periodista, historiador, político, diputa-do, magistrado, juez, director de la actual Univer-sidad Autónoma del Estado de México. Toluca es-tá separada de Metepec por apenas una calle, y son varios los hitos que la unen a Cuba.

Nos narra el maestro Soteno, que cuando el en-tonces gobernador Carlos Hank lo llamó a su des-pacho le pidió hiciera un árbol aunque fuera de 2.53

metros, pero más grande que el del museo, para lle-varlo al concurso de àrboles de la vida gigantes.

Una vez aceptado el reto, el gobernador estuvo al tanto de la preparación del árbol y todos sus deta-lles, ordenaba checar la obra sistemáticamente, para cerciorarse de la concentración del maestro, pues le pidió no se distrajera en otros trabajos.

No imaginaba entonces el gobernador, que aquel árbol viajaría a la tierra hermana de aque-llos jóvenes que ahora transformaban un país y que en el año 1956, siendo el presidente munici-pal de Toluca, recibió en su casa y despacho, ayu-dó y apoyó en su preparación para lograr la inde-pendencia definitiva de Cuba.

De sus días en Toluca y en el Estado de México, del profesor presidente municipal, le contaría Fidel al maestro Soteno cuando se encontraron en la Ha-bana, mientras que el historiador Heberto Norman en su libro La Palabra Empeñada, publicado por la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Esta-do de la República de Cuba nos da el testimonio de

Recepción en Los Pinos, residencia del Presidente Luis Echeverría.Entrega del Árbol de la Vida a Haydee. Ciudad México, abril de 1975. (Archivo casa de las americas)

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cómo el entonces Presidente Municipal, más conoci-do como el profesor Hank, dispuso el apoyo a Fidel Castro, a Raúl y otros compañeros, durante los días que estuvieron preparándose en el valle de México

“..viajaron Fidel y sus Compañeros… a Toluca a desayunar en la casa del profesor. Juarbe recuer-da que Hank y su esposa Lupita los trataron mag-níficamente bien.”Y continúa

“Desde un principio, Hank instruye al periodista Alfonso Sánchez García, director del periódico El Sol de Toluca, el de mayor circulación en la ciudad, que procure ayudarles en todo lo posible e incluso pone a su disposición una camioneta que conduce Luis Si-cilia, secretario privado del profesor, para que reali-cen algunas prácticas de tiro en algún lugar aparta-do y solitario para que no tengan dificultades.”

El Nevado de Toluca, Calimaya, Zaragoza entre otros sitios de la zona dieron el apoyo a los cubanos.

Ahora sin saberlo, el profesor también apoyaba una creación artística que también trascendería desde Cuba.

Elaborar el árbol de la vida con motivos mari-nos fue la decisión del artesano que quiso experi-mentar con otra temática.

Modeló tres grandes piezas, qué conformadas en un todo, formarían el Árbol de la Vida mayor has-ta entonces elaborado y con unas dimensiones que asombraron a todos: 6 metros de alto, 1663 piezas y dos toneladas de peso.

El gobierno estatal se encargó de llevarlo de Me-tepec al Distrito Federal.

Ocho horas duró el traslado del Árbol desde Metepec a la Ciudad de México, en un recorrido que normalmente se puede hacer en hora y media, pues narra el maes-tro que montaron las tres piezas en una rastra a la que se le sacaba el aire de las gomas para poder pa-sar debajo de los diversos puentes de la carretera. La mayor de las pie-zas, que contenía la base del árbol medía 3 metros y era la que traba-ba el traslado

En aquella época se comparó el recorrido del árbol con el rea-lizado años antes cuando desde Puebla se llevó al Museo Nacio-nal de Antropología e Historia la enorme escultura del Dios Tlaloc.

Llegando a los Pinos, casa del Presidente de la República, el maes-tro Soteno armó su árbol y por su-

puesto, superó a los elaborados por Michoacán y Puebla, los otros estados participantes.

El árbol ganador del primer lugar donado a Cuba

Coincidió la premiación en Los Pinos con una Jor-nada Cultural Cubana que contó con la presencia de más de trescientos creadores de la isla de di-versas manifestaciones artísticas.

La Jornada Cultural de Cuba se desarrolló en el Distrito Federal del 15 al 20 de abril de 1975, en reciprocidad a la misión cultural mexicana que con características similares se había presentado en la Habana en enero de ese mismo año, donde se desarrollaron diversas actividades entre ellas la inauguración por la esposa del presidente, Esther Zuno de una gran colección de cinco mil piezas de arte popular mexicano, el día 6 de enero, donadas por el propio presidente, la cual fue enriquecida posteriormente por la colección de 50 piezas en-tregadas por Beatriz Paredes en el período que fue Embajadora de México en Cuba, según nos narra Lesbia Vent Dumois, destacada pintora, que traba-jó en el departamento de artes plásticas de la Ca-sa… desde 1963 hasta 2003 primero como espe-cialista y después directora.

La delegación cultural que arribò a tierra azteca estuvo encabezada por Belarmino Cas-tilla Mas, vice primer ministro de Educación, Ciencia y Cultura, Haydee Santamaría, directo-ra de Casa de las Américas, José Antonio Por-tuondo, Presidente deI Instituto de Literatu-ra y Linguística,de la Academia de Ciencias de

El poeta Roberto Fernández Retamar, Presidente de Casa de las Américas de la Habana, entrega los premios Casa de las Américas 2010 a autores de Argentina, Brasil, Salvador y Cuba.

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Cuba, y vicepresidente de la Asociación de Re-laciones Culturales Cubano-Mexicana Santiago Álvarez, vicepresidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos y Alicia Alonso, Directora del Ballet Nacional de Cuba, entre otras personalidades.

“Cuba no vuelve a México como un extraño, por-que somos un pedazo de la América Nuestra” ex-presó Haydee Santamaría al inaugurar la jornada cultural, donde además se refirió a los lazos que unen a México y Cuba , destacando la actitud mexi-cana al ser el único país de América Latina que no rompió los vínculos diplomáticos con Cuba.

La comitiva cubana fue invitada a la premiación del concurso de Árboles de la Vida Gigantes que realizó el presidente Luis Echevarría en los Pinos, y todos quedaron fascinados por la obra que esta-ban admirando y como nos cuenta el artesano me-tepequense, le hicieron varias propuestas para ad-quirirlo y llevarlo a la isla.

El presidente Echeverría por su parte les pro-puso que el maestro le hiciera un réplica y a tanta insistencia de los visitantes, con un gesto más de hermandad y solidaridad, donó a nombre del pue-blo mexicano el majestuoso árbol de la vida a la República de Cuba.

Abrazos, saltos, gritos, fue la reacción de los visitan-tes y de inmediato se dispuso el traslado.

El periódico mexicano “El Nacional” informa-ba así este acontecimiento el domingo 20 de abril de 1975:

Los miembros de la misión cultural cubana es-tuvieron ayer en Los Pinos, en donde el Jefe de la nación y su esposa los recibieron y compartieron con ellos la alegría de una fiesta mexicano-cuba-na. Hubo dos obsequios: El busto del general Lá-zaro Cárdenas para Fidel Castro y una obra de

artesanía, llamado Árbol de la Vida para el pue-blo cubano.

El Maestro recuerda entre las emociones de ese día el diálogo que sostuvo con el poeta y mu-seólogo mexicano Carlos Pellicer:

“Gracias a mi trabajo he podido conocer gran-des personalidades como presidentes de la Repú-blica, gobernadores, artistas. Pero guardo un re-cuerdo muy hondo y grato de la ocasión en que tuve la suerte de conocer al maestro y poeta Carlos Pellicer cuando llevé mi árbol a los Pinos. Él me di-jo esto: “Ni volviendo a nacer haría una pieza tan majestuosa y espléndida como la que hoy nos en-galana”. A mi vez respondí: ”ni volviendo a nacer y por mucho que estudiara, nunca sabría ni la mi-tad de lo que usted nos ha enseñado”

Tonatiuh Gutiérrez, Director General del Fondo Na-cional para el Fomento de las Artesanías fue el comi-sionado para organizar la entrega del Árbol a Cuba.

Todavía se emociona el maestro Soteno narrando las vivencias de los dos viajes a Cuba en dos ocasio-nes para armar y montar el árbol en la Casa…

El primer viaje lo hizo a bordo del avión presi-dencial, como él mismo narra en el artículo que sobre sus memorias de aquellos días incorpora-mos a esta publicación.

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El barco en que llegaba la preciada pieza quedó varado en el puerto en cuarentena por enferme-dad de algún marino, regresó el maestro a México y cuando tuvo todo listo volvió a la Isla.

De nuevo en Cuba... le deparaba ver las caras pri-mero de intriga de los trabajadores de la Casa de las Américas que no daban crédito a que Fidel autoriza-ra romper una pared del preciado edificio para colo-car la pieza, y después la alegría y el asombro al ver la majestuosidad de la artesanía que acababa de lle-gar, como nos narró también Lesbia la curadora en-cargada de colocar el Árbol:

En un día y una noche se quitó el escenario y la tramoya para desocupar el salón completamente.

El árbol llegó en dos gauacales, uno muy grande, que hizo que se rompiera la pared superior de la ca-sa, fueron depositados por una grúa en el salón y luego rodados con dos tubos hasta el lugar definitivo.

En la Sala de actos “Che Gueva-ra” fue armado por su creador, el maestro Soteno, ante la presencia de sus cuatro acompañantes en-cargados de empacarlo en México y desempacarlo en Cuba. Todas las piezas llegaron completas, en esta ocasión fue colocado sobre una base de madera que en los años 90 fue sustituida por una base de hierro, también el techo se preparó de forma acústica.

Al principio estuvo ubicado so-bre un fondo azul y en la actuali-dad su fondo es negro.

Durante su estancia en la Ha-bana, el maestro tuvo la oportu-nidad de entrevistarse con el presidente cubano

Fidel Castro, quien entre otras cosas le pidió ense-ñara a los cubanos su técnica.

El periódico Granma informaba a los cubanos y al mundo el sábado 5 de julio de 1975, que el día an-terior se había realizado la entrega al país en la per-sona de Haydee Santamaría, miembro del Comité Central del Partido y directora de Casa de las Amé-ricas, una valiosa muestra de alfarería del hermano país de México consistente en un Árbol de la Vida de monumentales dimensiones, como una demos-tración más de la amistad fraterna del pueblo y go-bierno mexicanos hacia Cuba.

Símbolo de la Casa de las AméricasDesde su llegada a la Habana el Árbol, ubicado a unos

metros del malecón habanero, en la sala de actos Che Guevara, una de las áreas principales de de la Casa de las Américas, ha sido cobijo por más de 35 años de los principales intelectua-les y artistas del continente, quienes desde 1975 han estado acompaña-dos en sus presentaciones, homena-jes y premios, del Árbol de la Vida de Metepec, como lo reconocen todos.

Por sus valores culturales y el lugar donde esta ubicado, el ár-bol… se ha convertido en el sím-bolo de Casa de las Américas, universalizando aún más la arte-sanía mexicana.

Cuba exhibe con orgullo esta pie-za, que se une a las que del maestro Soteno conservan instituciones, ga-lerías y colecciones privadas en Es-tados Unidos, Francia, Suiza, Sue-cia, Japón, Alemania, Inglaterra, España, Japón, China, Brasil, Puerto

Rico, entre otros países.

Clausura Premio Casa de las Américas. Pablo González Casanova, Alicia Alonso, Haydee Santamaría, Roberto Fernández Retamar, Armando Hart, Mariano Rodríguez. 1980.

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METEPEC Y LA CASA DE LAS AMÉRICASLa obra del Maestro Artesano José Alfonso Soteno Fernández, galardonado con la Presea Estado de Mé-xico y Presea Metepec, entre otros reconocimientos, y con obra en varios países del mundo, está ligada desde hace 35 años a la Casa de las Américas.

Un Árbol de la Vida creado por él y ganador del Concurso Nacional de Árboles de la Vida, en Los Pinos, residencia oficial del presidente de México, fue donado a Cuba por el presidente Echeverría.

Este árbol de la Vida ocupa un lugar especial en dicha institución, al presidir la sala de actos Ernes-to Che Guevara, donde se realizan sistemáticamen-te encuentros y presentaciones de los más prestigio-

sos intelectuales del mundo.Personalidades de todo el orbe han

admirado el Árbol y conocido a Mete-pec y a México a través de esta obra.

En el año 2007 coordinamos la par-ticipación de Roberto Zurbano director del Fondo Editorial de Casa de las Amé-ricas en el festival cultural “Quimera”, que desarrolla cada año el municipio de Metepec, con el objetivo de presen-tar algunos libros de dicho fondo.

Zurbano contactó al maestro Soteno y a partir de entonces nos avocamos a conocer más de cer-ca su obra, conjuntamente con la Consejera Cultu-ral de la Embajada de Cuba en México Vivian Mar-tínez y el Agregado Cultural Mario Flores, y a su propuesta, organizamos en 2009, un evento de re-conocimiento a la labor de la Casa... y al Artesano José Alfonso Soteno Fernández, creador de uno de sus símbolos, en el marco de los eventos cultura-les que se desarrollaron en México por los 50 años de Casa de las Américas, en recordación del 10 de octubre, 141 aniversario del inicio de las luchas in-dependentistas en Cuba y el 20 de octubre, día de la Cultura Cubana.

Homenaje por el 50 Aniversario de Casa de las Américas y al maestro Artesano José Alfonso Soteno Fernández en Metepec

La Casa de las Américas es una institución cultural fundada en La Habana el 28 de abril de 1959 (Ley Nº 229). Su primera directora fue Haydee Santamaría (1959-1980). Posteriormente sus directores han sido Mariano Rodríguez (1980-1986) y Roberto Fernández Retamar (1986 a la fecha).

Su principal tarea es desarrollar y ampliar las relaciones culturales entre los pueblos de La-tinoamérica y el Caribe así como su difusión en Cuba y el resto de América. Para ello bus-

ca estimular la producción e investigación cultural. Además de difundir el material artístico y literario de América y el Caribe por medio de actividades de promoción, conciertos, concursos, exhibiciones, fes-tivales, seminarios. Realiza una importante tarea de difusión y colaboración científica y cultural.

Dr. Miguel Barnet Laza, escri-tor, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, se dirige al auditorio en las palabras centrales del homenaje por los 50 años de Casa de las Américas y al Maestro Alfonso Soteno en Metepec, Estado de México.

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En el homenaje participaron el Ayuntamiento de Metepec, el Gobierno del Estado de México, la LVII Legislatura del Congreso del Estado de México, la Embajada de la República de Cuba en México, una delegación cultural de alto nivel de la República de Cuba, integrada por el escritor Dr. Miguel Barnet Laza Presidente de la Unión de

Escritores y Artistas de Cuba y el Dr. Jorge For-net Gil Presidente del Premio Casa de la Amé-ricas y Director del Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, Asociación Cultural Juárez- Martí A.C. unido a intelectuales, artistas del territorio y cubanos residentes en el Estado de México.

Mariachi “Potrillos de Calimaya” y Rosa María, profesora de Baile del municipio de Otzolotepec.

Visita de la delegación cultural cubana al taller del maestro Alfonso So-teno, en Metepec, junto a participantes y organizado-res del homenaje. 10 de Octubre 2009.

El Maestro Alfonso Soteno, junto a su esposa Oralia Elías entregan al Dr. Miguel Barnet Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba una réplica del primer árbol de la vida elaborado por la familia Soteno, acompañados del Lic. Jaime Efraín Hernández González Secreta-rio del H. Ayuntamiento de Metepec.

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PRIMERA INTERVENCIÓN*Este grandioso homenaje que hoy recibo lo quie-ro dedicar en primer lugar a mis compañeros ar-tesanos que ya murieron y que le dieron fama a Metepec, deseando que ahora donde estén se en-cuentren bien.

Es un honor para mí mencionar a estos gran-des maestros que fueron nativos de aquí de mi pueblo: Metepec.

Estos artesanos ya fallecidos, con su trabajo con-tribuyeron a que la artesanía de Metepec hoy sea reconocida en todo el mundo empezando por una gran mujer: Modesta Fernández, mi madre, pione-ra de artesanos, como lo fue también el admirado por mí Pablo Archundia, así como Timoteo Gonzá-lez, Heriberto Ortega, Armando Nonato, Isidro Rive-ra, Ángel Fernández, Macario Garduño, Celso Rodrí-guez, Casto León, Paz López, Lucas Castillo, Lázaro León, José León, Nicolás Camacho, Asunción Qui-roz. Asunción Nava, Mónico Soteno, Darío Soteno.

Especialmente quiero volver a recordar a mi ma-dre Modesta Fernández quien en compañía de mi pa-dre Darío Soteno formó una familia de artesanos.

Este aplauso de ustedes, se lo dedico a todos ellos pues este homenaje es un gran día para Metepec.

Vuelvo a reiterar las gracias a las personalida-des que nos visitan de Cuba y es un gran orgu-llo de un servidor que el árbol elaborado por mis manos ahora este representando a Metepec en Cuba y aprovecho este momento para solicitar a nuestra presidenta municipal Ana Lilia Herre-ra, que ahora inicia su gestión para que también sean homenajeados otros artesanos del munici-pio que también tienen obras de trascendencia y se lo merecen. De nuevo muchas gracias.

Iba a estar conmigo también en este homena-je un ex presidente de la República, tuve la opor-tunidad de llevarle personalmente la invitación, siempre me ha abierto las puertas de su casa, y aunque esta muy enfermo, tuve el honor de que me recibiera en su recámara y me dijo: tengo el honor de volver a estrechar tu mano, y que bueno que veniste a saludarme.

El ex presidente Echeverría que me recibió, fue el que hizo el concurso de arboles gigantes que gane y fue donado a Cuba, desde ese momen-

Palabras del maestro Alfonso Soteno en el Homenaje realizado en Metepec*

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to varios presidentes me han encargado trabajos para representar a México.

Muchas gracias

SEGUNDA INTERVENCIÓN.*Voy a hablar un poco sobre la historia de este ár-bol de la vida que su servidor realizó ordenado por el Sr. Presidente Luis Echeverría, junto con el entonces gobernador del Estado Carlos Hank.

Ellos conocían de mi trabajo y me hablaron que se desarrollaría un concurso en Los Pinos porque querían saber qué estado podría hacer el árbol de la vida más grande.

Llegaron al concurso árboles de la vida de los estados de Michoacán, Guadalajara, de Acatlán, Puebla y el de aquí de Metepec.

Cuando me ordenaron este trabajo el árbol más grande que yo había realizado medía 2.50 metros, y cuando me mando traer el profesor Hank me dijo: Sr. Soteno has hecho este árbol de 2.50, ahora te pido que me hagas uno aunque sea de 2.52, para que sea el más grande que poda-mos presentar ahí en Los Pinos.

Me aboque a esa encomienda que me habían dado en representación de Metepec y en seis me-ses logré la pieza, que cuando llegó a Los Pinos tuvimos la gran satisfacción y orgullo de que Me-tepec fuera el ganador en el certamen.

En eso llegó la delegación cubana con las personalidades de entonces y le decían al Sr. Presidente que querían comprar el Árbol, –por-que lo queremos para Cuba, para nuestra Casa de las Américas, nosotros lo pagamos, no sabe-mos conque pero lo pagamos,– y el Sr. Presiden-te le decía este es para Los Pinos, aquí está el autor, si gustan le vuelve a hacer otro igual, y ellos insistían: póngale precio y en un momen-to dijo Echeverría que este árbol sería donado a Cuba y serviría para que México y Cuba se en-lacen más, porque somos hermanos cubanos y mexicanos.

Créanme, fue una inmensa alegría para las per-sonalidades cubanas que brincaban, cantaban, yo los vi que hasta lloraban por el gusto de que ese árbol estaría en Casa de las Américas y ahí mis-mo me hicieron la invitación para que yo fuera personalmente a entregarlo.

Fue una gran satisfacción y sorpresa que el Sr. Presidente me envió a Cuba en el avión presiden-cial, el que él utilizaba para recorrer el país.

Cuando vieron en Casa de las Américas las ca-jotas enorme que estaba frente a su puerta, se preguntaban cómo iba a entrar y es que antes de eso Fidel no permitía que en esas paredes se cla-vara ni un clavo, y cómo era posible que ahora ordenara abrir una pared.

Se preguntaban ¿Qué será? Y su servidor les decía, pues no más que lo descubramos ustedes van a ver qué cosa es, es un árbol de Metepec que va a estar en Casa de las Américas.

Es una gran satisfacción y orgullo que también Don Fidel Castro en aquella ocasión que vio el árbol me dijo: hombre, Soteno, maestro, créemelo que yo quisiera que te quedaras en mi país para que ense-ñaras a nuestra gente a hacer un árbol del la vida…pero en aquellos tiempos estaba como representan-te de las artesanías en México el Lic. Tonatihu Gu-tiérrez, que estaba al frente del grupo y le dijo a Fi-del: yo traje a Soteno y yo lo devuelvo si él te dice que vayas por él, yo encantado.

Les vuelvo a repetir que ha sido una gran sa-tisfacción en toda mi trayectoria artesanal, pues muchas personas han conocido cual es el trabajo de Alfonso Soteno.

Muchas gracias *El Maestro Soteno tuvo dos intervenciones durante su homenaje.

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Desde el principio la Casa se propuso ser lo mas abarcadora posible, lo que explica que de inmediato creara espacios para el reconocimiento y la difusión de la literatura, las artes plásticas, la música y el tea-tro de la América Latina y el Caribe. Pero al mismo tiempo fue consciente de que esto era apenas una parte de su inmensa labor, de ahí que muy pronto asumiera que, tan importante como mostrar y pro-mover las obras mismas, era acer-carse al espíritu que acompañaba esas obras y a las personas que es-taban detrás de cada una de ellas, es decir, a los escritores y artistas que las hacían posible. Es esa deci-sión de funcionar como espacio de encuentro de obras y creadores lo que le da sentido a una institución como la Casa de las Américas. Só-lo que dicho espacio desborda las paredes de su edificio y de la pro-pia Cuba, lo que podemos verifi-car aquí esta mañana. No es casual que la fundadora de la Casa –sobre quien volveré- recordara una y otra vez que los trabajadores de la Ca-sa no eran únicamente aquellos que laboraban en sus oficinas, sino to-dos los que, incluso desde los más lejanos rincones de nuestra América u otros sitios, la hacían posible.

Debo confesar que cuando Vivian Martínez Ta-bares me dijo que este sería un homenaje compar-tido a la Casa y al maestro Soteno, y que tendríamos el honor de que él estaría pesente, yo le pregunté (y disculpe, maestro, mi indiscreta pero inevitable reacción): “¿y el maestro todavía está lúcido?”, y Vivian, riéndose, me contestó que era un hombre muy joven y en plena actividad. Lo que ocurre es que como yo, desde que era niño –y de esto ha-

ce mucho tiempo- estoy oyendo ha-blar del maestro Soteno, pensé que era un anciano, así que descubro con sorpresa que él apenas tenía trein-ta años cuando llegó a la Casa de las Américas con ese majestuoso Árbol que desde entonces es parte de noso-tros. Viendo hace unos minutos las fotos del instante de la donación del Árbol en la residencia de Los Pinos,

fue que cobré conciencia de cuán joven era usted en aquellos días.

Me gustó mucho lo que decía Vivian (con todo el significado que ello tiene) de que el Árbol de la vida nos acompaña desde hace casi 35 años; yo también he tenido la posibilidad de observar el efecto que la pieza tiene en quienes la descubren. Me corresponde muchas veces guiar a visitantes

que llegan por primera vez a la Casa de las Américas; el Árbol es-tá en un salón imponente, el más importante de la Casa, llamado Che Guevara. Por lo general hay dos reacciones: la primera es al entrar en la sala; los visitantes se quedan sin aliento cuando descu-bren una obra de esa magnificen-cia y esa belleza, aplastados por el conjunto. Luego se van acercando y uno percibe una nueva pérdida de resuello al percibir las partes, las centenares de pequeñas pie-zas que forman la pieza total. Ca-da una de esas partes, como decía Vivian muy bien, son una suerte de metáfora de la propia cultura latinoamericana, ese todo que al mismo tiempo está integrado por

millones de personas, de espíritus creadores. El Árbol es eso y me parece que sí, que efectivamen-te tiene ese doble encanto de aplastarnos por su grandeza y al mismo tiempo obnubilarnos con el detalle de cada una de sus piezas.

Yo también me pregunto cómo fue posible que un Árbol como este se convirtiera en símbolo de la Ca-sa porque –más allá de su belleza y su grandiosidad- si uno lo mira en frío, lo primero que pensaría es que no encaja bien en un edificio como el de la Casa de las Américas, un edificio muy lineal, deudor del art-decó,

EL ÁRBOL QUE NOS UNE — Por Jorge Fornet* —

Permítanme aprovechar la ocasión para agra-decer en nombre de la Casa de las Américas este sentido y hermoso homenaje. Quiero re-cordar, sobre todo a quienes no están fami-

liarizados con la trayectoria de la Casa, que ella fue fundada en abril del año 1959, a escasos meses del triunfo de la revolución cubana, y que su papel era precisamente establecer vínculos, contactos entre los intelectuales y artistas de todo el Continente.

Haydee Santamaría en la clausura del Premio Casa de Las Américas 1978. (Archivo Casa de Las Américas).

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muy tieso y estirado, por decir-lo así. El Árbol rompe con esa estética y quizá eso mismo le vino a aportar algo que le fal-taba a la Casa de las Américas.

Por cierto, debo aclarar que desde muy pronto, poco después de su fundación, la Casa se propuso incluir también el arte popular como parte de su perfil y de su patrimonio. Ahora que estamos preparando un libro con la historia de 50 años de la institución, hemos des-cubierto cartas y específicamente una de la fundadora de la Casa -ese ser excepcional que fue Haydee Santa-maría, heroína de la revolución cubana, una persona que, como recordaba hace unos días en la UNAM Mi-guel Barnet, no era una gente con estudios, no tuvo la oportunidad de llegar nunca a la universidad y sin em-bargo tenía un talento y una inteligencia extraordina-rios-, hay una carta de los primeros meses de la Casa, repito, en la cual Haydee escribía a diversas personas acá en México, diciendo cuánto le interesaría a la Casa contar con un museo de arte popular. Ese museo llegó muchos años después; es la Galería Mariano, nombra-da así en homenaje a ese gran pintor cubano que fue

uno de los pilares de la institución y presidente de la Casa por varios años.

Lo cierto es que hoy se exhiben allí centena-res de maravillas del arte popular de México, Pe-rú, Venezuela, Chile, en fin, de casi todos los países de la región, de modo que aunque el Ár-bol del maestro Soteno es la pieza por excelen-cia de la magnífica colección de la Casa, forma parte de un valioso patrimonio conformado por muchísimas más obras.

Me gustaría terminar recordando una anécdota que cuentan quienes vivieron la llegada del Árbol a la Casa en 1975. Resulta que la donación trajo, jun-to con la enorme alegría, un gran quebradero de ca-beza: cómo trasladarlo hasta su emplazamiento de-finitivo. Venía dentro de un guacal enorme, y dicen los testigos que estaban allí que hubo que traer una grúa para alzarlo hasta un tercer piso muy alto, y romper puertas y paredes para poder introducirlo en ese sitio. En aquel momento ya era muy conocida en Cuba esa preciosa canción de Violeta Parra que se llama “Gracias a la vida”, y que seguramente mu-chos de ustedes recordarán. Permítame decir, maes-tro, que hubo un momento en que las personas de la Casa que estaban allí, frente al impresionante des-pliegue para llevar el Árbol a su destino, hicieron una especie de parodia humorística de aquella can-ción: “Árbol de la vida / que me has dado tanto, / só-lo en la subida / ya me diste espanto”.

Afortunadamente el espanto se transformó de inmediato en felicidad y, sin que nadie se lo pro-pusiera, el Árbol -como se ha repetido- se convir-tió en símbolo de la Casa. Incluso en símbolo de lo que ella representa, y aunque sea una gastada imagen hablar de árboles, de raíces, de ramas y de frutos para evocar la cultura y el conocimiento, la hermandad y la solidaridad, no puedo resistir la tentación de repetirla, porque el Árbol de la Vida es, desde hace más de tres décadas, parte esen-cial de la Casa de las Américas y síntesis del traba-jo que ella ha realizado a lo largo de medio siglo.

Muchas gracias, maestro, por su obra y su gene-rosidad, y gracias a todos ustedes por acompañar-nos en este doble homenaje.

*JORGE FORNET (Bayamo, Cuba, 1963). Se licenció en Letras por la Universidad de La Habana y realizó la maestría y el doctorado

en Literatura Hispánica en El Colegio de México. Colaboraciones suyas han aparecido en

publicaciones periódicas especializadas de varios países. Desde 1994 dirige en La Habana el Centro

de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas. Codirige, junto con Roberto Fernández

Retamar, la revista Casa de las Américas.

Árbol de la Vida elaborado por el maestro Soteno que hace 35 años fue donado la Embajada de Cuba; acompaña al maestro el em-bajador de Cuba en México Manuel Aguilera de la Paz. Junio 2010.

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Por lo anterior el 16 de diciembre del 2004, se reforma la Ley Orgánica de la Administración Pú-blica del Estado de México, con el propósito, de entre otros la creación de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Artesanal, dependencia encargada de regular, promover y fomentar el desarrollo turís-

tico y artesanal del Estado.En este sentido, el Ins-

tituto de Investigación y Fomento de las artesanías del Estado de México, se adscribió sectorialmente a la Secretaria de Turismo y Desarrollo artesanal, se-gún acuerdo del Ejecutivo del Estado publicado en la Gaceta de Gobierno el 20 de junio del 2005.

Actualmente el IIFAEM tiene como objetivo el res-

catar, preservar, fortalecer y fomentar la actividad artesanal mediante la capacitación, organización, asesorías técnicas y financieras. Así como promo-ver de la expansión y diversificación del mercado in-terno y exportación de las artesanías mexiquenses.

Dentro de este contexto el Instituto tiene regis-trado un padrón de 21000 artesanos, los cuales identifica en 17 ramas artesanales y 69 subramas, brindando capacitación en tres grandes rubros Preservación de la actividad artesanal, Mejora-miento de los procesos de producción y Fomento de la cultura empresarial.

Coordina el desarrollo de investigación y asis-tencia técnica en materia artesanal, con el fin de rescatar y preservar la producción de artesanías, así mismo impulsa la creación de figuras asocia-tivas de grupos de artesanos, para acrecentar su actividad, con el fin de elevar los niveles de cali-dad, por otra parte apoya con diseños artesanales,

que aseguren continuidad en la pro-ducción de artesanías; promueve de igual forma el registro de marca lo cual permite a los artesanos adqui-rir identidad y acceder a un grado mayor de posicionamiento de sus productos en el mercado.

Promueve la participación de los artesanos en ferias y exposiciones de carácter local, regional, nacional e internacional, incrementando así las expectativas del mercado, con-virtiendo la producción artesanal en

una actividad económica y rentable.Este Instituto proporciona opciones de comercia-

lización, mediante la venta a consignación de arte-sanías, a través de las “Tiendas CASART” (Casa de las Artesanías), en destinos como: Toluca, Aeropuer-to Toluca, Valle de Bravo y Huixquilucan. Con el mis-mo fin brinda a los artesanos espacios comerciales en el “CEDART”, (Centro de Desarrollo Artesanal).

Es de esta forma se apoya de manera integral la actividad artesanal en el Estado de México.

ARTESANÍAS DEL ESTADO DE MÉXICO

Dentro del arte popular del Estado de México, la artesanía tiene un papel fundamental por ser expresión auténtica de los valores cultura-les, raíces históricas, tradiciones y costumbres

del pueblo mexiquense, ello, sin considerar que como actividad económica, el trabajo artesanal constituye la fuente de ocupación de miles de familias de origen mazahua, otomí, matlazinca, tlahuica y náhuatl, cuyo mejoramiento de sus condiciones de vida depende de la capacidad de afrontar bajos niveles de calidad y pro-ductividad, así como graves obstáculos para la comer-cialización de los productos artesanales.

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De los diez hermanos del matrimonio de don Dario Soteno y Modesta Fernández, la mayoría han continuado con esta tradición; ahora los hijos de ellos son here-deros y siguen poniendo en alto el nombre de la familia.

Don Alfonso Soteno, ha obteni-do más de treinta premios naciona-les, estatales y municipales, entre los que se destacan; la Presea Estado de México 2000 al Impulso Económico “Filiberto Gómez” en el rubro de ac-tividades artesanales; Premio Maes-tro de Maestros en el Premio Nacio-nal de Alfarería “Modesta Fernández Metepec 1996; Premio Nacional de Cerámica, Tlaquepaque desde 1988 a 1991; es considerado Maestro de Maestros en el Tercer Salón de Maes-tros del Arte Popular Bancomer en 1997. También por Fomento Cultu-ral Banamex recibe la distinción de Gran Maestro del Arte Popular.

Su hermano Mónico Soteno con-sideraba que las piezas de don Al-fonso eran modeladas con gran maestría y ello queda de manifies-to al observar sus bellas piezas. aunque sus antecesores realizaban juguetes de barro, figuras para na-cimientos, jarros y cazuelas, los ár-boles de la Vida le han dado fama no sólo a su familia, sino a todo Metepec, al Esta-do de México y al país.

La monumentalidad de sus árboles ha permitido que sean representativos del arte que México envía al mundo, como sucedió en agosto de 1975, cuan-do el gobierno mexicano donó a Cuba un árbol de la Vida , elaborado por don Alfonso Soteno; el cual se integró por 1663 piezas de barro, con una altura

de 6 metros, decorado con pintura vi-nílica y con un peso de poco más de dos toneladas. Dicho árbol se encuen-tra en la “Casa de La Américas” en la Habana.

Sus árboles son piezas valiosas en museos de países como Japón, Sui-

za, Alemania, Francia, España, entre otros. El Árbol más grande realizado por él tiene un altura de siete

metros y se ubica en el Centro Cere-monial Otomí en el municipio de Te-moaya, Estado de México.

Así mismo sus árboles se locali-zan en varias dependencias públicas federales, estatales y municipales y en museos públicos y privados, sien-do el más reciente, el que elaboró pa-ra el Museo de Arte Popular, el cual fue inaugurado el 28 de febrero de 2006 por el Presidente de la República. Ma-jestuoso el “Árbol de las Artesanías de México” recibe al público en el patio Central de la antigüa estación Central de Policia y Bomberos en el Centro His-tórico de la Ciudad de México.

Alfonso Soteno hoy representa la cabeza de una dinastía y una em-presa familiar exportando al mundo sus Árboles de la vida, sirenas, so-les, calaveras, pegasos y otras pie-zas. su filosofía por la vida aparece en sus propias palabras: “…noso-tros en Metepec, hemos tenido la buena oportunidad de vivir con un trabajo que no ofrece grandes canti-dades de dinero pero si muchas sa-tisfacciones, especialmente la hoy tan rara de vivir con el orgullo de lo que sale de nuestras propias manos.

Aquí radica mi gusto y mi dignidad.”Alfonso Soteno hoy es un día de satisfacciones,

porque su pueblo y el gobierno cubano, le rendi-mos un homenaje muy merecido por todo lo que nos ha brindado con su arte. Muchas felicidades

10 de octubre de 2009*Directora del Museo de Culturas Populares del Estado de México

ALFONSO SOTENO FERNÁNDEZDESCENDIENTE DE UNA DINASTÍA DE ALFAREROS

José Alfonso Soteno Fernández, nació un 23 de ene-ro de 1943, descendiente de alfareros por el lado ma-terno, aprendió el oficio desde los ocho años, cuando moldeaba sus pequeñas figuras jugando. La familia

Soteno es considerada en el municipio de Metepec, como una de las de mayor tradición alfarera.

— Por Thelma Morales* —

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JOSÉ ALFONSO SOTENO FERNÁNDEZCURRICULUM VITAE LUGAR DE NACIMIENTO: Metepec, Estado de México. FECHA DE NACIMIENTO: Enero 23 de 1943 NACIONALIDAD: Mexicana ESTADO CIVIL: Casado DIRECCIÓN: Boulevard Toluca-Metepec 107 sur, Col. La Michoacana. C.P. 52166 TELEFONO: (52) (72 2)2322721 EMAIL: [email protected] PÁGINA WEB: www.alfareriasoteno.com

PREMIOS OBTENIDOS EN CONCURSOS DE ARTESANIASPrimer lugar en el Concurso de Ceramistas de la Festividad de San Isidro Labrador ; Metepec, México;1971.Primer lugar en el Primer Concurso Nacional de Cerámica y Alfarería; Guadalajara, Jalisco; 1973.Primer lugar en el Concurso de Áboles Gigantes en Los Pinos¸ DF, México; 1975Primer lugar en el Concurso Nacional de Miniaturas; Toluca, México; 1987.Segundo lugar en el III Concurso Nacional de Nacimientos; México, DF; 19788.Primer lugar en la Expo-Feria Metepec 88 (modalidad pieza relacionada a San Isidro); Metepec, México, México; 1988.Primer Lugar en el en el XII Premio Nacional de Cerámica; Tlaquepaque, Jalisco; 1988.Mención honorífica en el Gran Premio de Arte Popular 88; Querétaro; 1988.Primer lugar en el XIII Premio Nacional de Cerámica(modalidad cerámica de arcilla); Tlaquepaque, Jalisco; 1989.Segundo lugar en el XII Premio Nacional de Cerámica (modalidad cerámica navidad); Tlaquepaque, Jalisco;1989.Tercer lugar en el Gran Premio de Arte Popular 89; Querétaro. Querétaro; 1989.Primer lugar en el XIV Premio Nacional de Cerámica (modalidad cerámica en arcilla); Tlaquepaque, Jalisco; 1990.Primer lugar en el XV Premio Nacional de Cerámica (modalidad figura en arcilla); Tlaquepaque, Jalisco, 1991.Mención Honorífica en el concurso Estatal de Alfarería y Cerámica; Toluca, México; 1991.Mención Honorífica en el Concurso Estatal de Alfarería y Cerámica; Toluca, México; 1993.Segundo lugar en el Concurso Nacional de Artesanías Las Manos de México; Puebla, Puebla; 1983.Segundo lugar en la Exposición y Concurso Nacional de Artesanías 1994; Toluca, México; 1995.Segundo lugar en la XVIII Feria Internacional del Caballo Texcoco 95; Texcoco, México; 1995.Premio Viejo artesano en el Premio Nacional de Alfarería “Modesta Fernández”; Metepec, México; 1995.Presea Metepec 1995 en la modalidad de Arte Popular; Metepec, México; 1995.Premio Metepec y su Arte en Barro; Metepec, México, 1996.Premio Maestro de Maestros en el Premio nacional de Alfarería “Modesta Fernández” Metepec, México; 1996.Segundo Lugar en el Gran Premio de Arte Popular 97; México, D.F; 1997.Maestro de Maestros en el Tercer Salón de Maestros del Arte Popular Bancomer; México, D.F; 1997.Segundo lugar en el Gran Premio de Arte Popular 98: México, D.F.; 1988.Tercer lugar en el Concurso de Nacimientos Tradicionales; Toluca, México; 2000.Presea Estado de México 2000 al Impulso Económico “Filiberto Gómez” en el rubro de actividades artesanales; Toluca, México; 2010.Galardón Grandes Maestros en el XI Concurso Nacional de Nacimientos Mexicanos 2004; México, D.F.; 2004.Mención Honorífica en el XIII Concurso Nacional de Cerámica (Categoría Navideña); Tlaquepaque, Jalisco; 2009.Primer Lugar en el Concurso Nacional de Alfarería y Cerámica Metepec 2010 del Bicentenario de México; Metepec, México; 2010.

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Publicación a cargo de Onoria Céspedes ArgoteCorrección y edición: Cinthya Yazmin Aburto y Christian Iván Monroy.Diseño e Imagen: Rodolfo E. Preciado Salazar.Colaboradores para la publicación: Casa de las Américas, Alfonso Soteno, Oralia Elías, Juan José Soteno, Mariel Morales Espinoza, Alicia Ortega García, Sergio Jaime Villafuerte, Jaime Arriaga Flores.Edición Unica Junio 2010

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FOTOS Archivo Casa de Las Américas.