el ángel de la guarda (conferencia) mercedes cruz)
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EL ÁNGEL DE LA GUARDA (CONFERENCIA) MERCEDES CRUZTRANSCRIPT
EL ÁNGEL DE LA GUARDA
Mercedes Cruz Reyes
Esta charla, tiene por finalidad resaltar aspectos triviales del mundo material
en ínter ligación con el lado espiritual de la vida, bajo el punto de vista de un
Ángel Guardián en relación a su tutelado.
Todos tenemos en nuestra trayectoria por el plano físico, Ángel Guardián, y sin
excepción un día también lo seremos en la Espiritualidad.
Es paso a paso la evaluación de lo que ese amigo espiritual siente y cual es su
expectativa por cada uno de nosotros delante de nuestros actos del día a día.
Un Ángel, no es un ser con alas, ni vestido de un manto blanco, con sandalias
brillantes, esto es una impresión errónea.
Todos tenemos cuando estamos en el plano físico, un amigo espiritual que vela
por nosotros. No siempre sabemos de esto, pero en el fondo, oímos voces que
nos alertan del mal que estamos practicando o recibimos felicitaciones por el
bien que hacemos.
La palabra Ángel, conforme se ve en la cuestión nº 128 de “EL Libro de los
Espíritus”, caben dos acepciones, una estricta y otra de amplio sentido: En la
primera “son los Espíritus puros; los que se hallan en el más alto grado de la
escala evolutiva y reúnen todas las perfecciones” en la segunda “se aplica
muchas veces a la designación de todos los seres, buenos o malos que están
fuera de la humanidad. Se dice: el Ángel bueno y el Ángel malo; el Ángel de Luz
y el Ángel de las tinieblas. En este caso, el termino es sinónimo de Espíritu
genio. La experiencia que adquirimos a lo largo de las reencarnaciones por las
cuales pasamos nunca es suficiente para impedirnos continuar aprendiendo.
Los desencarnados están aprendiendo tanto cuanto los que están encarnados,
ya que las posiciones se alternan. Hoy, aquí; mañana allí. Todo tan sencillo y
poco complicado que nos seria muy fácil entender, si realmente quisiésemos.
Los encarnados preferimos olvidar la existencia de los desencarnados,
escogemos explicaciones llamadas “racionales” para las intuiciones que
recibimos de los Ángeles Guardianes.
Los Ángeles Guardianes no son criaturas perfectas, están también aprendiendo
y evolucionando. Necesitan de esa experiencia para comprender el significado
del ínter ligación entre los dos planos de la vida. Cada existencia en el plano
físico puede ser comparada a un emocionante viaje dentro de un espejo. Unas
veces estaríamos mirando al mundo material de dentro para fuera y otras
fuera para dentro. Mientras tanto, las imágenes reflejadas no diferirían: ellas
serán las mismas. Cuando desencarnamos somos exactamente los mismos. Es
como si estuviésemos entrando o saliendo del espejo, de una a otra dimensión.
En fin, no existen diferencias fundamentales entre los dos planos de la vida,
porque no son estáticos y si, integrados e interactivos.
A veces los Ángeles Guardianes sufren y se angustian con las actitudes
irreverentes de sus protegidos; al no ser perfectos, pueden tener emociones
exageradas o ansiedades innecesarias, que son fruto de la inexperiencia, pero
que se resolverán con el tiempo y con el proceso permanente de aprendizaje.
Ellos deben seguir fielmente las directrices que reciben de sus superiores, y así
sufren menos, pero no es así, aun teniendo la vivencia suficiente muchas veces
no consiguen poner en práctica hasta incluso lo obvio. Y se equivocan porque
aun no han conseguido discernir, con eficiencia, entre lo cierto y lo errado. Son
aprendices y como tales, alguna que otra vez, osan desafiar a sus maestros
incumpliendo sus celosas orientaciones. Las enseñanzas son las Leyes Divinas y
el mayor ejemplo que tenemos es el de Jesús.
Ellos acompañan a la concepción de su protegido, y no están impedidos de
volver de donde partieron y mantener otras actividades, siempre que coloquen
con prioridad mayor su asistencia al hermano que protegen. Una actividad de
las más relevantes, es el amparo directo a un encarnado en el plano físico, es
una importante tarea que es una mezcla de actividad caritativa y también de
aprendizaje.
Ellos tienen aun emociones fuertes con respecto a sus hermanos y padres, lazos
materiales de su última existencia en el planeta, y como no están autorizados a
volverlos a ver, los ponen en la situación de forzar su voluntad para no ceder a
impulsos sentimentales.
Ellos deben dar lo mejor de si a un hermano en Dios y no solamente a alguien
con quien ya se hayan tenido anteriores lazos afectivos, fruto del contacto
familiar material. Ellos deben cultivar, el amor fraterno a su semejante, no
importándole si es su pariente, amigo o no. En los Mundos Superiores, el amor
ha de ser universal y pleno.
Algunas veces reencarnamos de forma compulsiva, sin estar conscientes en el
instante de la concepción. Y los Ángeles Guardianes se colocan fielmente a
nuestro lado. Cuando el óvulo se une al espermatozoide nuestros Ángel sigue
ese recorrido cariñosamente ayudando a su fijación en el útero. Ven nacer los
lazos materiales entre la madre y el hijo y se emocionan fuertemente. El que
reencarna no suele ver la llegada del Protector, pero notan su presencia. Pues
en sus pases revitalizadores el protector suele transmitir su amor al pupilo y se
tranquilizan sumiéndose en un sueño profundo.
Son muchos los obstáculos que sufren los espíritus para reencarnar, tales como
el de las madres que desean abortar, por las diversas circunstancias que suele
haber en la vida común de las mujeres, el marido infiel, la pobreza, los otros
hijos ya en el mundo, la nueva labor ya muy sufrida, el no tener una sólida
información cristiana ni educación moral, entre otros pueden llevar a una
madre al aborto. Sufriendo el feto por la despreocupación e inmenso despego
de la madre, esto puede hacer también sufrir al protector dejándose influenciar
por la situación.
El protector en estos casos suele analizar la situación, y por eso llegan a
comprender siempre las verdaderas razones que causan el rechazo. Por eso
suelen confortar y buscan siempre establecer contacto con el reencarnante
para animarle y prestarle la ayuda necesaria.
Hay casos en que son totalmente opuestas la situación, adorables madres, se
dedican durante los nueve meses de la gestación con todo esmero al cuidado
del niño, estableciendo con ellos las mejores y más sólidos lazos afectivos.
Reencarnado espontáneamente, para vagar con más libertad.
En el caso de madres torturadas por cualquier motivo, el reencarnante suele
perturbarse y desean apartarse de la madre y cuando están a determinada
distancia, se dan cuenta que son detenidos por el cordón que los une a ellas.
Los protectores suelen animarles, haciendo oración con ellos, esclareciéndoles
y al mismo tiempo ayudándoles en la hora de su nacimiento.
Muchas veces, el Protector necesita volver a su lugar de origen, para rehacerse
pues ven su misión muy difícil y complicada, pues sus pupilos no corresponden
a su amor. Viendo que el resultado era perseverar en la misión encomendada.
Colocándose de nuevo al lado del bebe y no descuidando su puesto ni un solo
instante, velando por el. Observan a veces que el rechazo de sus madres ha
ocasionado complejos muy grandes, sintiendo presiones constantes en el
corazón. Encerrándose en si mismos válvula esta de escape para la angustia
que los domina desde los primeros semanas de gestación, hasta su nacimiento.
El Protector se aproxima al recién nacido y le da con frecuencia pases
reconfortantes. Estableciendo así lazos más sólidos. Reconociendo el niño
muchas veces a su Ángel Protector, muchos tienen la mediumnidad y consiguen
con naturalidad algunos aspectos del plano espiritual que a los adultos no les
seria fácil, divirtiéndose por lo que ven y sus padres no notan.
El ingrediente fundamental en el crecimiento de un niño es el amor, desde la
gestación hasta el final de la adolescencia. El amor es el móvil de toda la vida
del ser humano. ¿Qué adulto no aprecia ser amado, y objeto de la atención
ajena?
Los Ángeles llegan muchas veces a la cuna de los niños y les sonríen, pensando
los padres o hermanos que el niño mira a algunos de ellos, sin embargo están
equivocados las sonrisas más sinceras que el bebe emite son para el Protector.
Y estos les corresponden.
El Protector percibe la influencia que los demás Espíritus, presentes en el
mismo lugar, tienen en lo tocante a las personas de la casa. Cada uno en
nuestras casas tenemos uno pero no todos le damos atención. Muchos nos
dejamos llevar por entidades inferiores que están a nuestro lado, sin poder
hacer nada por nosotros nuestro Protector, prevaleciendo las malas
tendencias. En cambio los niños escuchan más los consejos recibidos de los
Protectores. Su ingenuidad, propia de la edad hace que estén receptivos a ellos.
Hasta que no alcanzan la edad de los dieciséis años, cuando el libre albedrío se
hace pleno, los jóvenes son protegidos de las envestidas de los Espíritus
malignos. Algunos, mientras tanto, cuando pasan de los doce años – teniendo
en cuenta el ambiente en que viven – en contacto con las drogas o una vida
descontrolada – pueden no oír a sus Protectores, pero aun así ellos trabajan
incesantemente para evitar el asedio de las entidades inferiores.
En el caso de la presencia constante de entidades poco esclarecidas en el hogar,
el ambiente se hace pesado y en ocasiones se torna el clima perturbador para
los moradores encarnados. En estas ocasiones, los Protectores se colocan al
lado del niño, y evitan dejarlo solo cubriéndolos de cariño e impidiendo la
aproximación de cualquier espíritu mal intencionado.
La misión del Ángel comienza en los niños con los más comunes obstáculos que
existen para un niño en el mundo de los adultos. Desde el abrasador riesgo de
un fuego, hasta la presencia de animales como las ratas, todo es factor de
preocupación para el Ángel Guardián o Protector.
Los Ángeles de un hogar, hablan entre si, se preguntan, se dan entre si consejos.
Son como los profesores de un colegio, ellos entre si comentan las
particularidades de sus alumnos, durante el sueño de sus tutelados ellos
aprovechan para hablarles más directamente.
Muchas veces, la prueba suele ser para ambos. En ocasiones están protegiendo
a alguien a quienes causaron mal en el pasado remoto. Necesitando de él
mucho amor y paciencia si no son escuchados.
En muchas ocasiones la mayor evolución de unos sirve de guía para los otros
miembros del hogar. Hay momentos de la vida, en que pese a ser muy
evolucionados, necesitamos de la ayuda de nuestro protector, pues al estar
encarnados somos mucho más frágiles de lo que pensamos cuando estamos
liberados de la materia.
Las entidades inferiores nos usan con mayor facilidad, porque los placeres de
la carne superan, para los menos evolucionados, los beneficios de la rectitud
del carácter y de las orientaciones del camino cristiano. Hay muchos intereses
girando en torno de los bienes materiales. Parece ser que el ser humano no ve
otros valores en su vida a no ser esos.
Han de tener mucha dedicación y cuidado con sus protegidos. Ellos están
inmersos en un mundo más cruel, que es el de la miseria. No es que esto sea un
castigo, ni tampoco una prueba imposible de ser superada. Pero no por eso
deja de ser dura y áspera. La necesidad material y la falta de solidaridad aun
prevaleciente en el mundo físico llevan a muchos encarnados, menos
evolucionados, a la perdida de las enseñanzas cristianas.
No siempre es el padre o la madre quien orienta a su hijo. Puede ocurrir que
ellos sean orientados por las buenas actitudes de sus descendientes. La mayor
evolución de unos sirve de guía para los otros.
En ocasiones la dedicación del Ángel a su pupilo no es correspondida por los
progenitores, el cariño maternal es esencial, para los niños en sus primeros
años. No es solo tarea exclusiva del Protector dar amor a su pupilo, los hijos
esperan que sus padres les dediquen orientación y amparo.
Son muchos los niños que dicen tener un amigo misterioso, invisible que los
cuida y que hace todo cuanto el les pide, creyendo que es una fantasía. Y dicen
una gran verdad. En el desprendimiento, ambos conversan y todo se hace más
fácil, y despierto el niño tiene una vaga percepción de la imagen del Protector.
Los seres humanos somos criaturas en desarrollo, que tenemos muchas malas
tendencias a lo largo de los siglos; precisamos del esfuerzo de nuestros padres
para cambiar el cuadro negativo de nuestra existencia, necesitamos de
profesores que nos den buenas enseñanzas, requerimos mucho amor y cariño
para fortalecer el lado bueno que todos llevamos con nosotros en nuestro
interior. Pero, siendo rechazados desde el nacimiento, sin contar con alguna
orientación de los padres y profesores, sin frecuentar la escuela, en fin; no
contando con elementos positivos en su formación de carácter y personalidad
¿Cómo exigir de esas criaturas, cuando sean adultos, afabilidad, dulzura, paz y
equilibrio? Es evidente que a nadie le es dado ser malo, porque no se le enseño a
ser bueno. Todos poseemos, en el corazón las directrices básicas de lo que es
correcto y de lo que es errado. Así independientemente de recibir educación o
no, puede el ser humano distinguir entre el camino cristiano y el camino
equivocado. Ese discernimiento, es más eficaz en aquellos que poseen mayor
desenvolvimiento espiritual, ya que Espíritus menos preparados, menos
esclarecidos, difícilmente consiguen discernir entre el bien y el mal sin la tutela
de alguien más experimentado y sabio. Necesitan de experiencia para alcanzar
puntos de su existencia que podrían ser conseguidos con la simple actuación de
los padres o de los familiares. Esta es la función de la familia material: dar
orientación a los hijos para que opten, más fácilmente, por el camino correcto
desde el principio.
Los niños que sufren violencia a lo largo de su infancia, que viven sobresaltados
para sobrevivir a los agresiones y a las maldades a que son sometidos, que
poseen vienes substraídos a otros, sin que consigan obtenerlos por la injusticia
del sistema social que crecen impulsados por el odio y por el rencor, no se les
debe exigir la misma disciplina y la misma mansedumbre que se pide a
aquellos que tienen todo el amparo de los padres y se desarrollan en ambientes
justos y cristianos. Con ellos
La sociedad debe ser benevolente, procurando darles, aunque sean adultos, la
orientación que dejaron de tener cuando eran pequeños e inmaduros. La gran
equivocación de las instituciones encargadas del cuidado de los menores
necesitados es creer que tratan con infractores y mal educados de todas las
clases sociales. No se puede combatir la carencia afectiva y abandono
educacional con odio y agresiones. Si esos niños son más rebeldes o menos
educados que otros, provenientes de familias estructuradas, se debe tener en
cuenta que no es culpa de ellos sino a la falta de asistencia en todos los
aspectos de la vida. Sufren las consecuencias de años de desprecio e
indiferencia que aprendieron de los adultos y, en especial, de su familia física.
Por otro lado, hay muchos niños y adolescentes amparados por sus familias
que son iguales o peores que los internados en las instituciones. Crecer en una
institución, sin apoyo de la familia y privado de orientación y cariño, no es fácil
para un niño. Los Ángeles siempre son útiles, una que otra vez. El más maligno
de los encarnados necesita de la ayuda de un protector y, cuando menos lo
espera, está siendo atendido por el. ¡Quien no pasó por momentos, en su
existencia material, en que no oyese una voz extraña hablándole al oído para
seguir este o aquel camino? ¿Cuantos no evitaron males terribles, dejándose
llevar por el instinto natural que brotó de su corazón? Todas esas situaciones
son causadas por los consejos amigos de los Ángeles Guardianes.
Muchos obstinados en el mal, son abandonados por sus protectores porque las
entidades inferiores que los cercan son muchas y ellos, infelizmente, los oyen.
Los Protectores ante esta situación suelen acudir a la oración, piden a Jesús que
les ayude y la mayoría de las veces reciben de lo alto nuevas instrucciones para
poder continuar su labor laboriosa interceptada por los desvaríos del
interesado. Los eventuales desatinos que comete o que valla a cometer un
adulto no son responsabilidad en los Ángeles. Ya a la edad de 17 años poseen su
libre albedrío, y no es función del Ángel influir en esta parte de la existencia,
ósea, no tiene como finalidad frenar la voluntad, su labor es ayudarlos, y para
esto necesita estar tranquilo y paciente. El trabajo del Ángel consiste en
transmitirle paz y afectividad, debe saber que tiene una ligación muy profunda
con el pupilo, como ocurre en la mayoría de los casos.
Muchas veces inconscientemente, el encarnado puede encaminarse de tal modo
a las malas tendencias de todo orden que, lo llevará al suicidio. Ellos deben
evitar que eso ocurra, y para ello, utilizan todo su empeño, emitiendo el amor
intenso que poseen ciertamente en su corazón.
Todos somos asistidos, por colonias espirituales, que están alrededor de este
inmenso planeta. Cada uno de nosotros se liga a una de ellas y recibe apoyo de
Espíritus más evolucionados, como si fuesen nuestros padres y amigos más
viejos para darnos orientaciones. Lo importante es creer en Dios. El vela por
todos nosotros y nunca nos deja desamparados. Si nos resignamos con lo que
Dios nos da, comprenderíamos la justicia que existe en las más sencillas
situaciones en las cuales estamos inmersos y conseguiríamos vislumbrar la
magnitud de la vida de nuestro alrededor. ¿Por que no sentirnos felices de vivir,
de evolucionar, de formar parte de la inmensa comunidad de hermanos que
siguen el mismo rumbo en dirección la felicidad suprema?
El libre albedrío es del encarnado. El seguir o no los consejos del Ángel forma
parte de su prueba. Cuando el espíritu desencarna, su Ángel se desliga. Su
misión ha sido estar con el durante toda su existencia. Después, podrá
encontrarse, en el futuro, en colonias espirituales o incluso en la jornada
terrestre, pero no le cabe hacer el encaminamiento del Espíritu a su lugar de
origen. Esa tarea pertenece a los equipos socorristas de las variadas colonias
que velan por los encarnados. Cuando el pupilo deja la tierra, con cualquier
edad, el Ángel vuelve a su lugar de origen y se presenta al coordinador de su
colonia espiritual, dando por finalizada aquella programación.
Los consejos del Ángel se confunden en ocasiones por estar mezclados con los
de los obsesotes que acompañan al pupilo. Es la rutina de todo ser encarnado.
Pasamos toda la vida oyendo básicamente tres voces: la propia, la del Protector
y la del obsesor. Recibimos el mensaje positivo de nuestro Ángel, otro negativo,
que es el espejo de las ideas de los seres inferiores y una tercera que es la de
nuestro propio juicio al respecto de lo que escuchamos. No siempre seguimos el
buen camino. Si no tenemos la preparación suficiente para asimilar las buenas
orientaciones, nos dejamos llevar por la entidad menos esclarecida y seguimos
por caminos equivocados.
En esos momentos de reflexión, cuando las criaturas del mal intentan
influenciar en nosotros, los Ángeles trabajan con mucho vigor, pero deben
guardar la decisión final de sus protegidos, pues esto `proviene del libre
albedrío.
No siempre la decisión es fácil. A veces lleva días, semanas años. Puede ocurrir
también en minutos, dependiendo de la voluntad de cada uno. La verdad es que
lo Ángeles no realizan hechos prodigiosos más allá de lo común, ni invierten el
orden natural de las cosas. Cada encarnado tiene su mundo de deliberación
individual para seguir este o aquel camino; para lanzarse al bien o al mal.
Algunos transitan por los dos lados casi toda la vida, ahora promoviendo la
moral y la virtud en sus acciones, ahora adoptando actos nocivos y censurables.
La inclinación por la cual cede más a un aspecto o a otro depende de su
perfeccionamiento espiritual, de su vivencia.
El Ángel de la guarda no está a nuestro lado para juzgarnos, su función es la de
ayudarnos.
La venganza es una lacra social, pero está finalizando. Los seres humanos
están comenzando a percibir que ella no lleva a nada; además, solo sirve para
traer más sufrimientos. Quien se venga de otro es un inquisidor, es alguien que
no cree en la Justicia Divina, y solo desea hacer y ejecutar su propia sentencia.
Es entonces, un prepotente un arrogante.
Hay lugares mucho peores que la pobreza en la Tierra. La miseria espiritual es
terriblemente peor que la material. Todos queremos una vida fácil, en todas las
posiciones sociales que, acostumbran a dejar de trabajar seriamente en
nombre de una apatía que reina absoluta entre sus vicios, adoptan una
conducta de la ganancia sin trabajo y sin esfuerzo, en lugar de dar el ejemplo
de perseverancia y tenacidad.
La pereza es un mal secular y acaba desvirtuando los pasos de aquel que la
tiene por comportamiento habitual, llevando a la persona a adoptar otros
desvíos, tales como la indiferencia por el semejante, el aislamiento de la
comunidad para no enfrentar criticas, la codicia por los bienes ajenos, la
envidia por el éxito del prójimo, más allá de dejarse llevar, con relativa
frecuencia por procesos obsesivos de todo orden.
El camino desvirtuado trae problemas. Nadie está libre de vislumbrar un lado
nuevo en su existencia, algo que nunca hemos llegado a conocer, pero que está
ahí vivo y pulsante, formando parte de nuestra realidad. Por tal razón, no
debemos ignorar el sufrimiento ajeno bajo el pretexto de que nunca nos va a
llegar. Directa o indirectamente, se alcanza el infortunio, pues hace parte de
las pruebas y expiaciones a las cuales todos estamos sometidos en la Tierra. Es
necesario exigir, como mandamiento cristiano, que haya solidaridad y
fraternidad en relación a nuestros semejantes; al final un dia se necesitará de
igual apoyo y sustento, constituyendo la Ley Universal del Amor.
No será con venganza que conseguiremos superar las crisis. El amor, debe ser
ejercido siempre, de forma liberal o no.
No debemos dejarnos llevar del odio que consume, y si perdonar a nuestros
verdugos, ya que ellos son ignorantes y rudimentarios. La función de nuestro
Ángel no es la de aprobar nuestros actos livianos y mal intencionados, ellos
desean lo mejor para nuestro futuro y eso implica la práctica de la bondad. Si
no lo hacemos, ellos se sienten en el deber de alertarnos y lo hacen hasta el fin
de nuestros días.
Todos deseamos la felicidad, pero demostramos no quererla, de verdad, pues
nuestras actitudes crean a nuestro alrededor un universo de deudas que nos
impedirán sentirnos bien.
La Ley del Amor es universal porque es cristiana enseñada y ejemplificada por
Jesús para dar base a la educación de los seres, tiene una finalidad justa,
pacifica y benigna. La ley del Amor predica el Amor y este es lo opuesto de
cualquier acto o forma de violencia, luego, no podemos predicar el amor y al
mismo tiempo exigir que el sea practicado, condicionando su practica a una
sanción violenta. El Amor y la violencia, o el odio, se repelen. No es justificación
uno del otro. Si pedimos limosna y nos rechazan, debemos seguir nuestro
camino. Caminar por la violencia nunca fue la forma de implementar la Ley del
Amor. A nadie le gusta sufrir, normalmente la brutalidad del dolor físico, que
daña el espíritu y humilla el corazón.
La ley de Amor cuando es practicada trae beneficios a su autor, no ejercitarla
no acarrea una sanción, y sí una reacción que son cosas muy diferentes. Si
obramos mal, provocamos una acción negativa. A ese acto negativo
corresponde una justa reacción.
Los encarnados, al no poseer la visión amplia que la vida espiritual
proporciona, trabajamos con limitaciones y estipulamos nuestras propias
leyes. Pero el interior del hombre está alerta y sabemos cuando hay un error
serio de perspectiva en esa búsqueda incesante de Justicia que todos los
habitantes de la Tierra cultivamos.
La ley de los hombres no se debe confundir con la Ley Divina. Los eventuales
desvíos de las normas de los encarnados no deben dar pie al desvirtuamiento
del camino ideal que todo Espíritu precisa recorrer cuando está ligado al
cuerpo carnal. Debemos siempre obrar dentro de los cristalinos mandamientos
morales. Aunque la ley de los hombres tolere alguna actitud errónea, no la
practiquemos, pues estaremos infringiendo la Ley Divina, que es siempre
absoluta y plena de justicia.
Un ejemplo: no debemos salir por las calles pidiendo limosna, especialmente si
estamos capacitados para el trabajo. En nombre de “La Ley del Amor”
queremos vivir de la piedad ajena, “al cultivar la pereza” esto es un mal.
Si nacemos sin aquello que juzgamos valioso, es porque seguramente hicimos
mal uso de ello, en otra existencia y necesitamos aprender a dar valor a lo que
tenemos y a quienes tenemos a nuestro alrededor. El quitar lo que otros poseen,
significa que no sabemos dar. El pobre que hurta al rico que no distribuye
practica el mismo acto de egoísmo, pues ambos incumplen la ley del Amor y de
la Solidaridad. Quien posee mucho y no reparte a quien tiene poco y sustrae del
prójimo comete el mismo error.
La función de los Ángeles es luchar por sus pupilos, sobre todo, cuanto estos
reprimen sus sentimientos y se dejan llevar por la inconsciencia de sus actos
negativos, pensando que no sufren, no tienen problemas, cuando en verdad, su
corazón está enfermo y frágil, y es muy grande su trabajo para convencerles de
lo contrario. Ellos se niegan a aceptar con resignación las pruebas de su
existencia. Ese es el primer problema. El segundo es su fuga de la realidad; no le
gusta pensar en reflexionar o meditar sobre su vida. Y el tercero está en su
sensibilidad delante de las influencias y su desconfianza con relación a la
actuación de los Ángeles.
Cada uno debemos aprender a escuchar en nuestro interior y sentir cuando
estamos influenciados por un Espíritu no esclarecido y cuando recibimos un
buen consejo de nuestro Ángel o de otro Mentor amigo. Esto es posible hacerlo.
En lo más profundo de cada persona, existe un dispositivo de seguridad listo
para notar si un mal está predominando y también alerta para reafirmar la
senda del bien. Sabemos cuando obramos de una forma cristiana y cuando
hacemos lo contrario.
La dualidad del bien y del mal trae variantes. Entre un lado y otro hay infinidad
de posibilidades de actuación y comportamientos de forma que la mayoría de
los encarnados no son integralmente malos o buenos. ¿Quién no se equivoca?
¿Quién acierta siempre? Pocos talvez. Por eso es importante el trabajo de los
Espíritus Protectores, que acompañan a sus pupilos toda la vida, orientándolos
para el buen camino. Pueden que no sean oídos sin embargo no los abandonan
ni dejan de obrar en beneficio de aquellos que protegen.
No son raras las ocasiones en las que los encarnados tenemos la sensación de
haber estado ya en algún lugar, vivido escenas semejantes o dialogadas de la
misma forma antes. Todo eso forma parte de una mezcla de situaciones que
envuelve la clara ínter ligación entre los dos planos de la vida. De un lado,
existe el recuerdo de hechos semejantes ocurridos en vidas pasadas, que fueron
tan marcados que se registraron con mayor intensidad en la memoria. Por otro
lado, están los consejos, conversaciones o situaciones que ocurren en la vida
presente, también del lado espiritual, en momentos en que el Espíritu se libera
del cuerpo físico durante el sueño y tiene contacto con Mentores, con otras
entidades y con su Ángel guardián. Finalmente, puede ser solamente un
recuerdo ligado a algún sueño reflexivo, que hayamos tenido.
El gran problema de los encarnados es no oír a sus Protectores. Intentamos ser
felices es la mayor meta; es algo que ofrece esperanza de vida, integra todos los
sentimientos, promueve la unión del corazón con la razón y deja descansado el
interior del espíritu. Sentirse feliz y estar feliz es doblemente agradable. Pocos
lo consiguen, pero muchos lo desean. El motivo por el cual las personas
alcanzan ese tan apacible estado del espíritu es, dejándose sencillamente tocar
por la simplicidad de la vida, por los elementos más suaves y menos complejos
de la composición del escenario donde estamos implicados.
Cada cual poseemos nuestra magia personal, el factor de atracción o encanto
propio. Todos tenemos un encanto particular y si eso fuese correctamente
explotado, habría un toque de gracia en nuestras relaciones sociales,
profesionales y amorosas de un modo general. Podríamos los seres humanos
cambiar experiencias, conocer cada uno el lado bueno del otro, nos dejaríamos
llevar por la benevolencia de la vida, por la magnitud de la naturaleza y por la
coherencia del destino. No hay complicaciones en el desarrollo de la vida, ya
que todo es previsto y previsible. El Espíritu, al reencarnar, tiene una
programación para cumplir.
En ella, a la par que su libre albedrío, están implícitas fases buenas y malas,
aunque siempre existe lógica y coherencia. No existen coincidencias. Por tanto,
es necesario que todos comprendamos, a través de la fe, que nada ocurre por
acaso, todo posee su razón de ser y ocurrir. Hay rutina en la vida de los ricos y
pobres; nada subsiste de forma gratuita eternamente; la dadiva que persiste es
la de la creatividad de los espíritus, transformando el mundo a su alrededor
cada día y dándole un carácter feliz e innovador, perpetuando, pues, los gestos
cristianos como fuente inagotable de placer del alma. Haciéndolo así, los
individuos serán verdaderamente felices, en la medida máxima que es posible
en la Tierra, aun en un mundo de expiación y pruebas.
Son muchos los que roban para no tener que trabajar, abandonan la familia
para no tener que luchar por el amor de los hijos, y traicionan amistades para
no tener que encarar los propios defectos.
El presuntuoso éxito material es haber vencido en la vida, tener una buena
posición económica, una familia estructurada, buenos amigos… Éxito que
algunos juzgan esencial, pero no es Así. Tener amigos y una familia
estructurada solo se consigue si se tiene buen carácter y una personalidad
firme, llenando la vida de actos cristianos. Sin eso, es una ilusión más. El éxito
es estar construyendo un camino espiritual de conquistas y créditos obtenidos
en las buenas actitudes. Al desencarnar no llevamos con nosotros bienes
materiales tan solo lo que resta de nuestro saldo espiritual. Éxito, es triunfar en
la senda evolutiva, abandonando vicios y recomponiendo nefastas barreras
anti cristianas.
Fracaso es parar de luchar. Fracasar es cerrar el juego de la vida, antes de la
muerte. Si estamos viviendo, estamos luchando. Cada minuto de nuestro tiempo
es una pequeña parcela de perseverancia.
En primer lugar, resistamos ante la tentación de la vida fácil. Permanezcamos
en nuestras labores y respetemos siempre los bienes ajenos. Debemos
dedicarnos a los valores del Espíritu, cultivando cada día más las virtudes.
Todos somos hermanos en Dios y la Justicia Divina nos juzga imparcialmente
desde lo alto de su soberanía plena de amor y llena de misericordia.
Procuremos seguir los consejos de nuestros Ángeles, oigámoslos para que sus
intuiciones e inspiraciones sean tomadas en consideración por nuestro libre
albedrío.
Estamos abiertos a la protección continua que Jesús nos ofrece seguidamente a
través de esos abnegados benefactores espirituales.
EXTRAIDO DEL LIBRO “Imagino que Usted quiere ser feliz” de Abel Glaser. Por el
Espíritu Cayo Mario