el anarquismo en américa latina

22
Rodríguez Trejo Eduardo Daniel América Latina II El anarquismo en Argentina, el caso de La Antorcha Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no es vivir la vida, es solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masa informe de carne y de huesos. A la vida es necesario brindarle la elevación exquisita de la rebelión del brazo y la mente. (Severino Di Giovanni, Culmine, 10 de enero de 1929). Nosotros, los anarquistas, militantes de una causa que aspira a suscitar en todas las almas el sentimiento de odio a la injusticia para encender en ellas, a la luz de un ideal, el espíritu revolucionario, no podemos renegar, repudiar ni condenar las explosiones de rebelión popular, tanto individual como colectiva, sin renegar de nuestra causa (La Antorcha, 9 de septiembre de 1928). Introducción El pensamiento latinoamericano desde los procesos de independencia hasta el día de hoy ha abrevado de la intelectualidad europea y, desde principios del siglo XIX, de Estados Unidos. Pero no considero, a la producción intelectual latinoamericana, dependiente de los modelos «occidentales», sino que los pensadores de América Latina tomaron las ideas venidas de fuera con una postura crítica. Siguiendo la propuesta de Víctor Alba creo que las ideas al llegar a América Latina se «tropicalizaron», se adecuaron al pensamiento manado en cada región y dieron respuestas para problemas concretos de la realidad latinoamericana. Víctor Alba nos remite a la de lucha entre facciones en la conformación del Estado-nación latinoamericano a través de tres etapas: 1) la nacionalización 1

Upload: santiago1256

Post on 14-Dec-2015

2 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Anarquismo en América Latina

TRANSCRIPT

Page 1: El anarquismo en América Latina

Rodríguez Trejo Eduardo DanielAmérica Latina II

El anarquismo en Argentina, el caso de La Antorcha

Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no es vivir la vida, es solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masa informe de carne y de huesos. A la vida es necesario brindarle la elevación exquisita de la rebelión del brazo y la mente. (Severino Di Giovanni, Culmine, 10 de enero de 1929).

Nosotros, los anarquistas, militantes de una causa que aspira a suscitar en todas las almas el sentimiento de odio a la injusticia para encender en ellas, a la luz de un ideal, el espíritu revolucionario, no podemos renegar, repudiar ni condenar las explosiones de rebelión popular, tanto individual como colectiva, sin renegar de nuestra causa (La Antorcha, 9 de septiembre de 1928).

Introducción

El pensamiento latinoamericano desde los procesos de independencia hasta el día de hoy ha

abrevado de la intelectualidad europea y, desde principios del siglo XIX, de Estados Unidos. Pero no

considero, a la producción intelectual latinoamericana, dependiente de los modelos «occidentales»,

sino que los pensadores de América Latina tomaron las ideas venidas de fuera con una postura crítica.

Siguiendo la propuesta de Víctor Alba creo que las ideas al llegar a América Latina se «tropicalizaron»,

se adecuaron al pensamiento manado en cada región y dieron respuestas para problemas concretos

de la realidad latinoamericana.

Víctor Alba nos remite a la de lucha entre facciones en la conformación del Estado-nación

latinoamericano a través de tres etapas: 1) la nacionalización de las ideas llegadas de fuera, 2) el

liberalismo anticlerical y 3) las ideas liberales se van convirtiendo poco a poco en conservadurismo.

Después del proceso de consolidación del Estado-nación viene el desarrollo ideológico propio en

cuatro fases: a) La importación: hombres «cosmopolitas» transportaron ideas a América; b) La

inmigración: llegan oleadas de migrantes de toda Europa a América Latina; c) La naturalización: las

ideas traídas por los europeos o por hombres «cosmopolitas» son asimiladas; d) La formación de la

doctrina propia: se asimilan por completo las ideas y se crean nuevas, según las circunstancias

históricas.1

1 Alba, Historia, 1964, pp. 80-81.

1

Page 2: El anarquismo en América Latina

De tal manera las ideologías, los programas políticos y las teorías sociales aun siendo intelectualmente

«europeas», no dejan de ser distintiva y auténticamente latinoamericanas pues “despreciar estas ideas

políticas y sociales por considerarlas «imitativas» o «derivativas» (…) es convertir en algo

insignificante lo que entonces se tenía por muy significativo, así como tergiversar nuestra compresión

de la historia de América Latina”.2 La misma concepción de nación, Estado, liberalismo son ideas

importadas y atemperadas al carácter americano. Y sería lo mismo con posturas del socialismo.

Muchos elementos de la «intelectualidad» argentina de los años bisagra, entre los siglo XIX y XX,

militaron dentro del anarquismo; tal es el caso del poeta Alberto Guiraldo, Evaristo Carriego, Diego

Abad de Santillán, José Ingenieros y Rodolfo González Pacheco. Este último viajó a México para

participar en la Revolución Mexicana, al igual que el médico Juan Creaghe.

A finales del siglo XIX el liberalismo y su confianza en el individuo, el mercado y el Estado eran ya

moneda corriente en los países latinoamericanos pero se enfrentó a lo que se ha denominado como

positivismo; una fe ciega en la paz, el progreso y el orden. Oponiéndose a ambas corrientes llegó a

América Latina una nueva forma de concebir el mundo, y de involucrarse en su transformación, si bien

a finales del XIX aún no se manifestaban plenamente ya hay algunas huellas de su presencia: el

socialismo en todas sus vertientes. Éste no llegó por medio de la élite intelectual, ni por hombres

sabios europeos. Fueron cientos de seres humanos practicantes del ostracismo de Europa a América

por ser perseguidos por las revoluciones de 1848, la Comuna de París o por la prédica de su

pensamiento; sin nada en las manos, sólo cargados de ideas y sueños por materializarlas. Argentina

se convirtió en el refugio para muchos de ellos.

En la década de los 70 del siglo XIX en la región Argentina ya se habían conformado los primeros

núcleos anarquistas. A pesar de la presencia libertaria y de su arraigo en la zona del Cono Sur, son

exiguos los estudios de la izquierda que mencionan al anarquismo, y los pocos lo hacen de forma

marginal, calificándola como corriente pequeñoburguesa y/o utópica. La historia del socialismo tiene

sus tumbas que no le gusta visitar.

En el presente trabajo me centraré en analizar el movimiento libertario en la región Argentina. A partir

de dos ejes: 1) cómo es percibida América Latina y 2) la violencia de los grupos expropiatorios. Antes

de adentrarme a ello trazaré una línea muy general del anarquismo en dicho país para contextualizar

el proceso de inserción, organización y declive del movimiento ácrata.

2 Hale, “Ideas”, 1991.

2

Page 3: El anarquismo en América Latina

Argentina y sus peculiaridades sociales

Argentina, a falta de una nutrida población india o negra debió fomentar desde su independencia la

migración. En 1914 unos dos millones y medios de inmigrantes están asentados en la región, en su

mayoría españoles e italianos. Para 1915, debido a la inmensa cantidad de emigrantes la xenofobia se

hizo presente en parte como una reacción de la élite a las hordas de campesinos europeos, algunos

de los cuales prosperaban. Los emigrados se convirtieron en víctimas de las organizaciones

patronales y del gobierno, se decía que ellos eran más propensos a la delincuencia y causantes del

desorden social. Pues el socialismo y, en particular el anarquismo, crecieron junto con la inmigración.

Se les culpó por la agitación laboral ocurrida entre 1900 y 1910. Antes de la ola xenófoba que sacudió

aquel país la burguesía bonaerense promovió en 1902 la Ley de residencia permitiendo al gobierno

expulsar a cualquier extranjero sin juicio previo.

La historia del anarquismo en Argentina comenzó desde las dos últimas décadas del siglo XIX y

encontró su expresión más refinada con la Federación Obrera Argentina (1901) una alianza obrero-

artesanal entre socialistas y anarquistas. En 1904 los socialistas se separaron y los anarquistas

tomaron el control y cambiaron el nombre a Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Esto no

significa que los anarquistas hayan estado sólo involucrados en el ámbito de los trabajadores, su

espectro de movilización abrazó una multitud de luchas sociales. Superando en el proceso

organizativo a sus pares europeos. Un antecedente directo de la FORA fue la edición del periódico La

Protesta Humana (1897); el cual lograría sobrevivir hasta 1930 con el grupo editor original, durante las

sucesivas dictaduras en el país cono sureño La Protesta se ha publicado intermitentemente hasta el

día de hoy.

A partir de 1909-10 el movimiento anarquista argentino sufrió varias deserciones por la represión

sufrida después de las huelgas de 1909, suceso conocido como la Semana Roja, y el asesinato de

Ramón Falcón a manos del ruso Simón Radowitzky, en venganza por la muerte de varios obreros. A

ello se agregó la embestida de las autoridades contra los dirigentes sindicalistas y socialistas por los

festejos del centenario de la independencia. Desde esta época proliferaron los grupos de civiles

armados que confrontaban a los anarquistas y obreros mucho antes de hacer su aparición pública la

Liga Patriótica, de tendencia fascista y compuesta por hijos de la burguesía porteña. La ley de Defensa

Social, sancionada en 1910 para reprimir a la izquierda disponía de penas de uno a tres años a

quienes verbalmente, desde la prensa o cualquier otro impreso, hicieran apología del anarquismo. Otro

golpe contra el movimiento libertario fue la promulgación en 1912 de la reforma electoral para fomentar

una cultura nacional, esta medida conocida como Ley Sáenz Peña patentó el voto obligatorio y secreto

3

Page 4: El anarquismo en América Latina

para todos los ciudadanos argentinos mayores de 21 años. Lo cual permitió el triunfo de la Unión

Cívica Radical (UCR) en las elecciones presidenciales de 1916 e inauguró el período de gobiernos

radicales de Hipólito Yrigoyen (1916-1922), Marcelo T. de Alvear (1922-1928) y nuevamente Hipólito

Yrigoyen en 1928. Este último fue interrumpido por el golpe de Estado de 1930.

En 1912 se celebró una asamblea entre la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA) nacida

en 1909, y la FORA en la cual se buscó la unidad del proletariado argentino. No se consiguió por la

radicalidad de la FORA y en lugar de ello la CORA decidió disolverse e integrar a todos sus militantes

a la FORA; una maniobra muy hábil pues en su IX congreso la dirigencia anarquista fue desplazada y

los coristas se quedaron con la FORA, y eliminaron las clausulas referentes al comunismo anárquico.

La FORA se dividió entre los denominados del V congreso (anarquistas) y los del IX (sindicalista).

El 7 de enero de 1919 los obreros de la empresa metalúrgica Vasena se fueron a paro, después de

algunos días el ejército, la policía, e hizo su aparición la Liga Patriótica, nacida para hacer frente a la

agitación por la Revolución de Octubre, intervinieron y arremetieron contra los obreros lo cual devino

en la muerte de varios trabajadores. La represión fue ejecutada por el teniente coronel Varela, un año

más tarde asesinaría a 1500 obreros en Santa Cruz, suceso conocido como La Patagonia Trágica. Al

igual que en España, Francia, Rusia e Italia, donde el atentado individual contra los políticos y jefes de

gobierno se realiza por mano de gente identificada con el anarquismo en Argentina brotaron de vez en

cuando personalidades como Salvador Planas, Simón Radowitzky y Kurt Wilckens quienes hicieron

justicia por propia mano, los dos últimos positivamente, en las figuras señeras de la represión: el

coronel Falcón y el teniente coronel Varela.

Los casos de Wilckens y Radowitzky fueron más o menos aislados. A partir de 1925 el caso de los

anarquistas expropiadores: asaltaban bancos y atentaban contra los símbolos del régimen capitalista y

el Estado, se hicieron más comunes. Eran los anarquistas vindicadores que respondieron con el

método de la propaganda por la acción, el cual no necesariamente implicaba el uso de la violencia, la

«propaganda por el hecho» incluía huelgas generales, boicots, el no votar, rechazar el servicio militar,

negativa a pagar alquileres, organizar mítines, marchas, en general cualquier forma de rebeldía

práctica entre ellas el robo, acciones armadas y atentados con bombas. La «propaganda por el hecho»

va a contraposición de la discursiva; se sustituyó la palabra por la «acción directa»; ante la

4

Page 5: El anarquismo en América Latina

desmovilización de los trabajadores y a las acciones cada día más represivas del Estado. El ejemplo

más emblemático fue Severino Di Giovanni, Miguel Arcángel Roscigna y sus respectivos grupos.3

La divergencia entre los grupos anarquistas en si apoyar o no los actos individuales de justicia

perjudicó al ya mermado círculo libertario y enfrentaría a los dos periódicos más representativos en

Argentina: La Protesta y La Antorcha. El grupo Antorcha se desprendió de La Protesta en 1916 por la

denuncia de la conducta administrativa de Apolinario Barrera, administrador del diario, que intentó

sacar provechar de un boicot obrero a una cervecera para beneficiar a otra empresa, lo cual molestó a

muchos que se salieron del periódico para fundar un nuevo impreso en 1921 bajo la dirección de

Rodolfo González Pacheco y Teodoro Antillo: La Antorcha. La ruptura escondía el descontento por la

centralización del movimiento libertario por parte de La Protesta y los foristas. Las diferencias

ideológicas entre los dos grupos se fueron acentuando.

Los antorchistas, eran la izquierda de La Protesta, se vincularon con los grupos expropiatorios;

defendieron y difundieron las actividades vindicativas de los anarquistas mientras que La Protesta las

denunció como delincuencia “el movimiento libertario era un complejo y desordenado mosaico sin

dirección formal en el cual convivían, no siempre armoniosamente, una infinita cantidad de tendencias

que sólo tenían en común la negación de la autoridad, la religión y la política parlamentaria”.4 Los

ataques con bombas, en especial el ataque al consulado italiano en 1928, el asalto a bancos y los

enfrentamientos con la policía lograron poner en primera plana, otra vez, al anarquismo “durante esos

años. El espectáculo de las bombas en Buenos Aires fue tematizado por la prensa comercial y

devolvió al anarquismo a un lugar de visibilidad en la primera plana de los diarios”.5 Para La Protesta

Eran atentados «terroristas y fascistas» que no tenían nada que ver con la propaganda por el hecho; acciones llevadas a cabo en lugares públicos donde era evidente que habría víctimas indeseadas y cuyos autores escapaban a la responsabilidad del atentado no podían considerarse anarquistas. A la condena pública sumaron la denuncia con nombre y apellido de sus autores, a quienes no reconocían como anarquistas desde hacía tiempo.6

Al ampliarse el régimen político y al aumentar el Estado su participación en la esfera social, el

anarquismo perdió su capacidad para articular una respuesta, sumado a los disensos dentro de los

propios grupos anarquistas. Su atractivo para los trabajadores disminuyó de manera dramática siendo

3 Véase la obra de Osvaldo Bayer citada en la bibliografía y la serie, del mismo autor: Los vengadores de la Patagonia trágica. 4 Suriano, Auge, 2005.5 Anapios, "La ciudad”, 2013, p. 1.6 Ibíd., p. 11.

5

Page 6: El anarquismo en América Latina

reemplazado por un sindicalismo reformista y el comunismo.7 Cuando la dictadura de Uriburu lanzó su

furiosa represión contra los trabajadores los anarquistas habían dejado de ser un contrapeso real.

Siguiendo a Cappelletti podemos situar la desarticulación del anarquismo, mas no su desaparición, en

América Latina por tres motivos “uno: por una serie de golpes de Estado, más o menos fascistoides

(…); dos: la fundación de partidos comunistas bajo el amparo de la Unión Soviética (…); tres: la

aparición de corrientes nacionalistas-populistas”.8 A esto habría de agregar la intervención del Estado

en «la cuestión social». En Argentina después de los sucesos de la Semana Trágica el gobierno cedió

en algunas demandas de los trabajadores e impulsó una política social.

Estos elementos se conjugaron para desviar en gran medida la lucha de las clases populares por su

emancipación; los movimientos nacionalistas y socialistas encaminaron los esfuerzos de los

trabajadores, en su amplia gama, a luchar contra el imperialismo, tanto económico como político, y no

contra el capitalismo y el Estado fuera nacional o foráneo. “El anarquismo tuvo la gran virtud de

representar y defender a los desposeídos así como de poner en locución la cuestión social, y aunque

no logró el ansiado cambio social, se convirtió en un actor político sustancial del mundo del trabajo

cuyo contunden accionar incómodo a los grupos dominantes. Esta presencia era un gran problema

para quienes tenían la convicción de que no había límites para el crecimiento de Argentina”.9

El gran aliento del anarquismo latinoamericano comenzó a disiparse en la década de los 30 del siglo

pasado. Los libertarios se vieron superados con facilidad por la embestida del Estado-populista y las

últimas esperanzas del movimiento ácrata, fueron depositadas en el guerra civil española, 1936-1939,

donde confluyeron muchos argentinos para luchar contra el fascismo. Los casos más emblemáticos

son el de Diego Abad de Santillán y el de Simón Radowitzky. Al caer la república española el

anarquismo se vio menoscabado en todo el mundo, sin embargo si algo ha persistido es “que el

anarquismo ha sido una respuesta directa a la opresión y la necesidad de encontrar nuevos caminos

de auto-organización y liberación”.10

Una de las cualidades del movimiento libertario, dentro de la amplia gama del socialismo, es la

construcción de su sujeto social. El cual está basado en las formas de opresión y no en las relaciones

con los medios de producción; de tal manera elabora un esquema del conflicto más flexible y general

que el marxista, pues la causa de la división social no es tanto un tema del régimen de propiedad y

7 Suriano, Auge, 2005, p. 91.8 Rama y Cappelletti, El anarquismo, 1990, p. XIII.9 Suriano, Auge, 2005, p. 53.10 Ibid., p. 92.

6

Page 7: El anarquismo en América Latina

salarios como sí de la enorme distancia cultural entre los sectores sociales. Con dicho problema se

excede la contradicción establecida por el marxismo entre clase burguesa y clase obrera para

establecer un antagonismo más amplió entre explotado-explotador; dichos fundamentos ético-

culturales/morales-económicos entre los factores de opresión amplia al grupo de los explotados.

De tal manera la superación del capitalismo no pasa por la simple lucha de clases sino por la

ilustración, el concientizar al individuo de su condición de oprimido no sólo en el aspecto

socioeconómico, al reconocer que el hombre es ante todo un individuo y eso sobrepasa la cuestión

abstracta de clase por lo cual se asumen los ideales de universalidad, se considera que entre la propia

clase existen sujetos, individuos, oprimidos: la mujer, el infante, etc., y esa misma condición es

reproducida en la clase burguesa. Para el movimiento anarquista resulta igual de importante la lucha

de la clase trabajadora, que la de género, el ambientalismo, el antimilitarismo, la lucha contra el

racismo y el fascismo de tal manera el discurso anarquista no tiene como eje central la construcción de

la clase obrera sino la del conjunto de los oprimidos.

El no reducir su apelación a una identidad de clase, permitió al anarquismo percibir la opresión en términos más generales e iluminar tempranamente otras zonas de la vida social que se debían también tener una revolución. El hogar, por ejemplo, las relaciones afectivas y sexuales, la niñez, etc. (…) En este caso, una mirada de mayor alcance habilitó a los libertarios una anticipada y lúcida evaluación de las distintas formas de opresión y una práctica política que intentó explorar otras zonas en las que se desarrollaría una deseada sociedad futura.11

La pluma anarquista, entre el salón y la dinamita

Las revoluciones liberales del siglo XIX pugnaron por la libertad económica y política. Triunfaron y la

libre expresión de ideas y opiniones se amplió y dejó de ser un derecho exclusivo de la burguesía para

insertarse dentro de los sectores populares. La prensa en este sentido jugó un papel importante en la

creación de una opinión pública diversificando las posturas e incentivando el debate ideológico,

impugnar las políticas estatales, oponerse a la cultura esparcida por la burguesía y fomentar la

creación de una cultura popular. La prensa funcionó como centro aglutinador, organizador y difusor de

actividades e ideas.

En Buenos Aires el impacto de la «modernización» iniciada a finales del XIX favoreció la constitución

de un espacio público en el que diversos grupos y sectores intervinieron como mediadores entre la

sociedad y el Estado para presionar por sus intereses de manera directa, una manera de hacerlo fue

mediante la prensa. “Para los anarquistas el periódico era concebido como un instrumento científico

11 Cordero, “Historiografía”, 2014, p. 54-55.

7

Page 8: El anarquismo en América Latina

puesto al servicio de la emancipación humana y no sólo como un producto específicamente obrero

aunque estuviera dirigido a los trabajadores y fuese leído por ellos”.12 Así, para ellos

El periódico es la acción más universal, más eficaz para la propaganda, la defensa y aún el ataque. Más que la palabra que se lleva el viento robustece a los débiles, da coraje a los tímidos y arraiga con más fuerza las convicciones y el amor hacia los ideales. La palabra impresa obra más y mejor en la conciencia del individuo; le sugiere pensamientos propios, comentarios íntimos que avaloran más los conceptos leídos, y en esa conversión periódica entre él y la hoja impresa, ve conceptos dilatados y nuevos horizontes, el periódico leído viene a ser para él [el lector] un compañero inseparable que presenta luego a los amigos del taller, de la fábrica o del terruño y se identifica con él como carne.13

El periodismo dentro de los grupos anarquistas tenía la función de formar doctrinalmente a las

personas, esparcir la Idea, propiciar la organización y fomentar la revolución. Los impresos ácratas

estaban divididos en secciones fijas y daban información tanto histórica como de actualidad. Se hacía

hincapié en la condición de proletario de los redactores como los que lo leían, en especial de los

tipógrafos e impresores. Al respecto Ana Ribera Carbó dice: “los periódicos tuvieron formatos

parecidos: además de ensayos doctrinales se incluían trabajos literarios, grabados, reseñas

bibliográficas y teatrales, así como columnas especializadas dedicadas a la lucha obrera.

Generalmente se publicaban de manera semanal o quincenal [mensual o bimensual], solicitaban el

apoyo económico de los lectores para mantenerse”.14 Pero también tenía como propósito “aumentar el

nivel cultural de los campesinos y trabajadores; difundir al máximo las ideas y hacer de plataforma de

coordinación entre los diferentes grupos así como servir de apoyo a la lucha frontal contra el Estado y

el capital, dando cabida en sus páginas a la información de las huelgas, las luchas obreras y

campesinas”,15 la liberación femenina, la educación racionalista, el antimilitarismo, etc.

Uno de los elementos característicos del movimiento anarquista en Argentina, a diferencia de toda

Latinoamérica, fue su composición social. Al ser una nación de inmigrantes el Estado se vio obligado a

implementar una política educativa capaz de cohesionar a la población en torno a valores comunes

para forjar la identidad nacional. Como consecuencia de ello resultó la alta alfabetización de su

población. Gracias a lo cual se incrementaron los periódicos y las hojas sueltas. Otro factor para el

auge del anarquismo a través de la palabra fue la colaboración de plumas bastante reconocidas en

áreas como la literatura, la poesía, la dramaturgia, etc. Otra particularidad de la prensa libertaria fue la

divergencia de opiniones dentro del movimiento y la proliferación de impresos los cuales debatían

12 Anapios, “Una promesa”, 2011, p. 10.13 Beltrán, “La opinión”, 2008, p. 172.14 Ribera, “Los periódicos”, 2009, p. 1.15 Madrid, Solidaridad, 2007, p. 19.

8

Page 9: El anarquismo en América Latina

entre sí, no existía homogeneidad dentro del mismo, no había un centro capaz de controlar las

publicaciones, facilitando así su proliferación en algunos casos con escaza duración y en otros en la

creación de empresas editoriales como lo fue La Protesta que durante muchos años logró salir

diariamente y editar un suplemento quincenal.

La Protesta y la FORA fueron la organización anarquista con más peso durante 30 años en Argentina.

Consiguió ser un verdadero contrapeso al eurocentrismo de la Asociación Internacional de los

Trabajadores (AIT). De la cual habían sido promotores para hacer frente a la Profintern, los foristas se

dedicaron a una verdadera tarea de organización continental e internacional para hacer frente al

sovietismo, al fascismo y al imperialismo. Para tal fin convocó a la creación de una Asociación

Continental Americana de Trabajadores (ACAT), la cual nació en Buenos Aires en mayo de 1929. Al

congreso de formación asistieron grupos de toda Argentina, y delegaciones de Paraguay, Bolivia,

México, Guatemala, Brasil y Uruguay. Con la creación de la Continental se reafirmó uno de los

principios del anarquismo que ha sido definido como «el primer y más extendido movimiento

transnacional del mundo, organizado desde abajo y sin partidos políticos formales».

La FORA mantuvo una relación muy estrecha con la Confederación General de Trabajadores (CGT)

mexicana, creada en 1921 con participación plural de anarquistas y comunistas. En 1923, con la salida

de los comunistas y la ruptura con Moscú, la CGT se afilió a la AIT, anarcosindicalista, ampliando sus

contactos con la FORA. “Fracasado el intento de cooptación por parte del comunismo, el

internacionalismo libertario creó su propia organización (la AIT en 1922) y comenzó a pergeñar la

Continental anarquista como forma de hacer frente a «la conquista roja de la América Latina»”.16

Además de eso fomentó la publicación de periódicos en México. Consideraba a México y Argentina

como los dos polos más fuertes del anarquismo latinoamericano y por lo cual debían fungir como

barreras contra los moscovitas, y el imperialismo norteamericano. Incentivaron y patrocinaron la

creación de impresos como Nuestra Palabra (1923-1925). Y también apoyaron a pequeñas

publicaciones como Horizonte Libertario (1922 1925) o Ni Dios Ni Amo (1926).

No sólo financiaron la edición de periódicos en México sino a través de un delegado, Julio Díaz, se

inició una gira por el continente para cohesionar a todo el movimiento anarquista. La FORA y La

Protesta pretendían ser el centro de mando. Aquí percibimos una de las contradicciones del

movimiento anarquista argentino, y por lo cual La Antorcha los criticó de manera vehemente, la

posición centralizadora y el carácter autoritario reinante en el grupo de La Protesta que en sí fungió

16 Migueláñez, "El proyecto”, 2014, p. 78-79.

9

Page 10: El anarquismo en América Latina

como vocero de la FORA. Aunado a ello se observan ciertos componentes racistas por parte de los

editores de La Protesta al considerar que los países con una población predominantemente indígena

eran menos propensos a recibir de buen grado la ideología ácrata, ante ello se debía hacer mayor

propaganda.

En La Protesta aparecieron una serie de consideraciones sobre las grandes diferencias que en el orden moral separaban al elemento indígena del elemento europeizado vía inmigración (…) se afirmó que «por herencia de sumisión, el indio venera al caudillo político; por espíritu fatalista, cree en las promesas de los demagogos; por incapacidad intelectual, se somete a la tutela de los caciques modernos». Todos estos «elementos psicológicos » que caracterizan al «elemento autóctono -dirán-, todavía sujeto a un estado casi primitivo, representan [...] un pesado lastre, cuya adaptación a nuestras cosas necesita de mucho tiempo y propaganda».17

Simultáneo a esa representación del «autóctono» de manera despectiva apareció otra imagen

idealizada y romántica en la cual era visto como un «anarquista por naturaleza», conocedor y

practicante del comunismo desde los orígenes de su cultura; sentimiento comunitario y antiautoritario

destruido por la llegada de los españoles.

La aspiración de los anarquista porteños de crear una central sindicalista continental se vinieron

truncados “a partir de septiembre de 1930, la dictadura de José Félix Uriburu prácticamente acabó con

la FORA y La Protesta, pero el secretariado de la ACAT logró reconstituirse en Montevideo, donde

continuó publicándose La Continental Obrera, trasladándose posteriormente a Santiago de Chile”.18 No

se recuperaría del golpe y ya no tendrá ninguna influencia decisiva en los años subsecuentes.

La Antorcha19 nació el 25 de marzo de 1921 y el 19 de diciembre de 1932 saldría su última edición.

Vieron la luz 314 números del semanario, el costo era de 10 centavos. El surgimiento del impreso

significó romper con la hegemonía centralista de La Protesta. Desde su aparición se convirtió en un

polo radical del anarquismo, aglutinó la opinión y postura de un importante grupo de libertarios

bonaerenses. El núcleo promotor de La Antorcha eran Rodolfo González Pacheco, Teodoro Antilli y

Alberto Bianchi,20 conocidos por su virulencia propagandística y militante; fogueados en la acción y

poco tendientes a perder el tiempo en disquisiciones filosóficas. Entre sus actividades debe destacarse

las campañas en pro de las liberaciones de Sacco y Vanzetti; Ricardo Flores Magón y Librado Rivera;

17 Ibíd., p. 91.18 Ibíd., p. 9419 Por motivos de espacio decidí sólo analizar algunos artículos sobre México aparecidos en el semanario. Para dicho fin me valí del índice realizado por Omar Cortés quien digitalizó la colección del periódico, el cual puede ser localizado en la siguiente dirección: http://goo.gl/XZ3JgB20 Murió a los pocos meses de la conformación del grupo.

10

Page 11: El anarquismo en América Latina

Ascaso, Durruti y Jover;21 y, Radowitzky. Dando muestra de la perspectiva internacionalista y su

tendencia hacia el anarquismo de corte expropiatorio, a diferencia de La Protesta, al cual La Antorcha

llamó anarquismo heroico, y poco antes del golpe de Estado, en 1929, hizo un llamado a reivindicar

esa táctica de lucha

Las causas que determinaron las gestas heroicas del ideal libertario parecen no existir ya para algunos en la época presente; prefieren un anarquismo tibio de cordura temporizadora, que mesura renunciatriz, de responsabilidad «legal», acciones a la clara luz meridiana, «movimiento de puertas abiertas», que tengan la virtud de convertir al proletariado en burro de noria de su propia miseria (…) [los esclavos] deben de sujetar sus instintos vitales, domesticarlos, embretarlos si es posible en los bretes del derecho de huelga consagrado por la ley, siempre que tal derecho se circunscriba al triste cruce de brazos sin ultrapasar los límites de la moderación, sin llegar al terreno de las heroicidades.22

A los pocos días de ese llamado, diciembre de 1929, el presidente de la Argentina sufrió un atentado

de la mano del anarquista Gualterio Marinelli, La Antorcha señala que el periódico ya se encontraba en

prensa cuando recibió el aviso e insertó sólo un pequeño anuncio de último momento en el cual refirió

Atentose contra Irigoyen (…) hay pocos detalles. Sólo se sabe que el autor, un hombre del pueblo, llamado Antonio Marinelli y catalogado como anarquista en la policía, resultó muerto acribillado por los disparos que la perrada de investigaciones hiciera contra él. El verdadero caído está ahí: un proletario. El asesinado alevosamente con 20 plomos en el cuerpo. No podía estar más patentizado que con este hecho el pavor de la clase gobernante argentina. No importa, saludemos al caído, y ¡Viva la anarquía!23

En el siguiente número agregó

Un hombre muerto a tiros, salvajemente, con quince plomos en el cuerpo, apuñalado y pisoteado en medio de una vía central de Buenos Aires, por siete y ocho sicarios de investigación. Un presidente de la república, viejo, en el «bluf» de los complots y asonadas, huyendo a los primeros disparos y llorando de miedo ante el propio cuerpo acribillado (…) el 24 de diciembre, a pocas horas del atentado, nosotros, sin conocerlo, pero justificando el hecho contra el gestor directo de las masacres de la Patagonia, la semana de enero, el litoral y San Francisco, saludamos a Gualterio Marinelli el brazo de la justicia popular. Hoy como ayer, volvemos a saludar al caído.24

Por su parte la postura de La Protesta, a la luz de una declaración de Abad de Santillán sobre Di

Giovanni, puede ser sintetizada

21 Estos tres personajes también pasaron por México. Su grupo, conocido como Los Solidarios, era conocido por sus actividades expropiatorias. Gregorio Jover terminaría sus días en México, al igual que Radowitzky.22 El anarquismo heroico, La Antorcha, 1 de noviembre de 1929, Buenos Aires, p. 2.23 Último momento. Atentose contra Irigoyen, La Antorcha, 24 de diciembre de 1929, Buenos Aires, p. 3.24 Gualterio Marinelli, “asesinado dos veces”, La Antorcha, 13 de febrero de 1930, Buenos Aires, p. 2.

11

Page 12: El anarquismo en América Latina

Di Giovanni (…) ha muerto de una manera valiente, es verdad, pero difícilmente se pueda borrar con eso el recuerdo de cómo ha vivido. Lamento que haya caído bajo la dictadura, pero no creo que para el movimiento anarquista sea una pérdida. ¿Qué importa que a última hora se haya puesto a editar las obras de Reclus? Lo hacía, estoy seguro, para tratar de reivindicarse de algún modo, no porque estuviera de acuerdo con Reclus. Es el primer dinero que iba a la propaganda de los cientos de miles que habían sacado.25

Incluso lo llegó a ligar con el Partido Comunista “Di Giovanni era un espía del partido comunista

italiano que había sido enviado para destruir al movimiento anarquista argentino”.26 Por su parte La

Antorcha le abrió sus páginas, y después de su ejecución brindó sus hojas para homenajearlo, incluso

a un año de su muerte realizó en su tumba un acto conmemorativo.

La desavenencia con los editores de La Protesta llegó a desatar choques en extremo violentos como el

ocurrido con el ataque al periódico Pampa Libre, afín a La Antorcha, en el cual fue agredido por

núcleos anarquistas opuestos y donde resultó muerto un militante de la FORA. La Antorcha dentro del

espectro propagandístico también realizó una labor importante al organizar charlas-debates, mítines,

etc. En el plano cultural, la labor de los antorchitas fue muy significativa pues logró el montaje y

difusión de obras teatrales escritas por González Pacheco.

Analicé algunos números de La Antorcha para vislumbrar la perspectiva latinoamericanista del

impreso, de manera muy general. En este sentido encontramos que la postura internacionalista del

diario está presente desde su primer número pues da noticias de lo que sucede en Rusia. En una

sección dedicada a rescatar el testimonio de «Vilkens, carpintero organizado» quien pasó seis meses

en Rusia, relata lo acontecido en aquel país con respecto a la represión por parte de los bolcheviques

contra el movimiento anarquista. También se pormenoriza la revolución ucraniana liderada por Néstor

Makhno así como lo acaecido en Italia, Francia y, en general, en todo el mundo.

En relación con América Latina se publicó en su noveno número un comunicado de la CGT mexicana

en el cual convoca a una huelga general para apoyar a los ferrocarrileros en paro y hacer valer el

derecho de huelga conquistado por la revolución. Lo interesante de la publicación radica en que el

artículo no fue tomado directamente de la CGT sino del periódico cubano El Progreso.27 De tal forma

podemos observar la triangulación y las relaciones entre el movimiento anarquista argentino, cubano y

mexicano. Según expresa la redacción de La Antorcha la publicación se hace para hacer frente a la

25 Bayer, Severino, 1978, pp. 260-261.26 Ikbídem.27 Méjico y los obreros. Un manifiesto de la Confederación General de Trabajadores, La Antorcha, 20 de mayo de 1921, Buenos Aires, p. 4.

12

Page 13: El anarquismo en América Latina

censura de otro órgano de la izquierda latinoamericana, se refiere al Cuasimodo, quien elogió el

gobierno revolucionario de México y desoyó el pedido de ayuda de los cegetistas.

El intercambio de periódicos y libros anarquistas con otros países de América Latina es constante,

incluso el propio impreso contiene una lista de los que reciben, así como la cantidad. También publican

una lista de los grupos, con sus respectivos impresos, con los cuales tienen estrecha relación. Entre

ellos encontramos: A Pleba, A Vanguardia de Sao Paulo; El Surco de Iquique; El Hombre, La Ruta, La

Batalla y El Libre Pensamiento de Montevideo. Asimismo el semanario anarquista solicita a las

publicaciones «hermanas» un intercambio de publicaciones.

Al discurrir los últimos años de los 20 se hace presente en La Antorcha secciones dedicadas a los

países de Sudamérica. En los pequeños escritos se observa la avanzada de los sistemas autoritarios.

En los escritos se refieren los redactores que el peligro de la tiranía se cierne sobre la región pues la

represión contra el movimiento libertario, obrero, campesino y estudiantil va en aumento.

Por ejemplo analiza la situación en Chile donde el General Ibáñez desarticuló la central sindical más

fuerte de tendencia socialista para dar paso a una asociación afín al gobierno, a los dirigentes de la

nueva central sindical los recompensó con puestos en el parlamento. Tachando este procedimiento de

fascista al imitar el modelo mussoliano de corporativismo. Respecto a la situación en Paraguay refiere

de los enfrentamientos suscitados entre los cuerpos de seguridad y obreros y estudiantes, recalcando

que el movimiento anarquista ha sido el más perjudicado pues se le han confiscado sus locales e

imprentas. Asimismo hace alusión al conflicto religioso en México, a la división en Venezuela y

Colombia por los regionalismos y las pugnas entre liberales y conservadores. Hablan igualmente sobre

la situación que priva en Perú, Ecuador, Uruguay y Brasil. No sólo dieron cuenta de las malas noticias

en muchas ocasiones se congratulaban por el nacimiento de un nuevo grupo.

13

Page 14: El anarquismo en América Latina

Bibliografía

Semanario La Antorcha

Anapios, Luciana, “Una promesa de folletos. El rol de la prensa en el movimiento anarquista en la Argentina (1890-1930)”, en A contracorriente, núm. 2, vol. 8, 2011.

Anapios, Luciana, "La ciudad de las bombas. El anarquismo y la «propaganda por el hecho» en la Buenos Aires de los años veinte", en Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani, núm. 39, Buenos Aires, 2013.

Bayer, Osvaldo, Los anarquistas expropiadores, Simón Radowitzky y otros ensayos, Buenos Aires, Galerna, 1975.

Bayer, Osvaldo, La Patagonia rebelde, México, Nueva imagen, 1980.

Bayer, Osvaldo, Severino Di Giovanni: el idealista de la violencia, Buenos Aires, Galerria, 1978.

Beltrán Dengra, Joaquín, “La opinión sobre la Revolución mexicana (1911-1917) en la prensa anarquista Española”, en Espiral, Universidad de Guadalajara núm. 41, Guadalajara, 2008.

Fernández Cordero, Laura, “Historiografía del anarquismo en Argentina. Notas para debatir una nueva lectura”, en A contracorriente, núm. 3, vol. 11, 2014.

Hale, Charles, “Ideas políticas y sociales en América Latina, 1870-1930”, en Leslie Bethell, ed. Historia de América Latina, t. VIII, América Latina: cultura y sociedad, 1830-1930, Barcelona, Crítica, 1991.

Madrid, Francisco, Solidaridad Obrera y el periodismo de raíz ácrata, Barcelona, Solidaridad Obrera, 2007.

Migueláñez Martínez, María, "El proyecto continental del anarquismo argentino: resultados y usos de una propaganda transfronteriza (1920-1930)", en Ayer, núm. 94, España, 2014.

Rama, Carlos y Cappelletti Ángel, El anarquismo en América Latina, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990.

Ribera Carbó, Ana, “Los periódicos de la casa del obrero mundial. Prensa obrera durante la revolución mexicana”, en Historia, núm. 73, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Dirección de Estudios Históricos, México, 2009.

Suriano, Juan, Auge y caída del anarquismo. Argentina, 1880-1930, Buenos Aires, Capital intelectual, 2005.

Suriano, Juan, “Las prácticas culturales del anarquismo argentino”, en Lida, Clara E. (comp.), Cultura y política del anarquismo en España e Iberoamérica, México, El Colegio de México, 2012.

Víctor Alba, Historia del movimiento obrero latinoamericano, México, Limusa/Libros Mexicanos Unidos, 1964.

14