el acompañamiento espiritual

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    ndice

    1. INTRODUCCIN .....................................................................................5

    2. QU ES LA DIRECCIN ESPIRITUAL ...................................................62.1. Algunas crticas a la direccin espiritual ..........................................62.2. Terminologa ....................................................................................62.3. La vida cristiana como proceso espiritual ........................................72.4. Necesidad del acompaamiento espiritual ......................................72.5. El salto cualitativo ............................................................................82.6. Naturaleza teolgica del ministerio de la direccin espiritual ..........92.7. Hacia una definicin de la direccin espiritual .................................92.8. La direccin espiritual como itinerario pedaggico espiritual.........10

    2.9. Breve historia de la direccin espiritual ......................................... 112.9.1. La direccin del hombre fuera del cristianismo...................... 112.9.2. El director espiritual en el Antiguo Testamento ......................122.9.3. Jesucristo, modelo de todos los directores espirituales.........122.9.4. La Iglesia primitiva .................................................................132.9.5. El gua espiritual en el monaquismo oriental .........................132.9.6. San Juan Crisstomo, director espiritual ...............................142.9.7. San Agustn, director espiritual ..............................................142.9.8. La gua de cristianos en las rdenes mendicantes ................152.9.9. El perodo ureo de la direccin espiritual ............................152.9.10. El hoy de la direccin espiritual ...........................................16

    3. PROTAGONISTAS DE LA DIRECCIN ESPIRITUAL ..........................173.1. EL PRIMADO DE LA DIRECCIN DE DIOS .................................17

    3.1.1. El encuentro con Cristo..........................................................183.1.2. Encuentro de Cristo con los discpulos de Emas.................18

    3.2. EL DIRECTOR ESPIRITUAL HUMANO. .......................................19

    3.2.1. Cualidades del director espiritual humano. ............................193.2.2. Tareas del director espiritual ..................................................233.2.3. El encuentro en direccin espiritual. ......................................27

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    3.3. EL DIRIGIDO .................................................................................383.3.1. El dirigido. ..............................................................................383.3.2. Eleccin y cambio de director. ...............................................393.3.3. Tareas del dirigido. .................................................................393.3.4. Dificultades del dirigido para escuchar. .................................41

    3.3.5. El consejo espiritual en la decisin del dirigido. ....................42

    4. CONCLUSIONES ..................................................................................44

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    1. INTRODUCCIN

    El acompaamiento espiritual es una experiencia viva del dis-cpulo de Cristo de todos los tiempos. Redescubrir hoy la expe-riencia de la direccin espiritual o acompaamiento espiritual,componente significativa de la bimilenaria vida cristiana, es msque nunca necesario para un salto cualitativo de cada discpuloy de cada comunidad eclesial. Estas reflexiones introducen enla direccin espiritual, arte de las artes1y ciencia de las cien-cias, gua del hombre, el ser ms original2. Ellas deben serpensadas juntamente con un anterior trabajo de la Dicesis3

    sobre el proceso interior del discpulo, sobre su acompaamien-to espiritual y sobre el aprendizaje del arte de acompaar. Sonun apoyo para el objetivo pastoral diocesano del 2005/2006:Favorecer el encuentro con Jesucristo en la llamada. Estnestructuradas de este modo: qu es la direccin espiritual, parteprimera, y cules son los protagonistas de la direccin espiritual(Dios, el director humano y el dirigido), parte segunda, termi-

    nando con unas conclusiones a modo de resumen.

    1 SAN GREGORIO MAGNO, Regulae pastorales, Liber I, 1, 3: PL 77, 14; cf. JUANPABLO II, Carta a los sacerdotes, jueves santo 1979.

    2 SAN GREGORIO NACIANCENO,Apologtica, II, XVI: PG 35, 426 B.3 DICESIS DE ORIHUELA-ALICANTE. Servicio de Atencin al Clero, Contemplar

    a Cristo. Caminar desde l, Obispado de Orihuela-Alicante, Alicante 2002.

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    2. QU ES LA DIRECCIN ESPIRITUAL

    2.1. Algunas crticas a la direccin espiritual

    Algunos consideran deformante la direccin espiritual porque su expe-riencia biogrfica fue negativa: dominio del director, imposicin no escogida,direccin centrada demasiado en el director, descuido de otras relacionesfundamentales de la vida espiritual (Iglesia, comunidad, familia, mundo),falta de sensatez teologal y la no integracin del dirigido en su ser cristolgico,eclesial y humano. Por otra parte, la comunidad eclesial como gua y comolugar de encuentro debe ser complementada con la personalizacin acom-paada de cada miembro de la comunidad. La crisis que ha golpeado en losltimos decenios la direccin espiritual no nace y se agota en el interior de

    ella misma, sino que viene originada y coloreada en un contexto ms am-plio4: la crisis de paternidad, sociedad sin padre (K. Marx, F. Nietzche, S.Freud), crea la sospecha hacia elpadre espiritual y hacia el trmino di-reccin, ciertamente mal entendida en s misma y en su referencia a la vidaespiritual.

    2.2. Terminologa

    El trmino direccin espiritual, en cuanto expresin, apare-ce en los siglos XVI-XVII para indicar una forma institucionalizadade ayuda espiritual, pero la realidad es anterior al concilio deTrento5. Hay otras denominaciones usadas hoy tambin por losdocumentos de la Iglesia: acompaamiento espiritual, con-sejero espiritual. No es fcil dar una explicacin de las causassociolgicas, psicolgicas y eclesiales del cambio en el lengua-

    je6, sin embargo, tales causas funcionaron como elementos

    purificadores de lo que debe ser la direccin espiritual. Se pue-de aceptar el trmino direccin espiritual o acompaamien-to espiritual en el sentido que lo usaron siempre los maestrosdel espritu en la historia de la Iglesia. El director espiritual hu-mano no es director en sentido primario y absoluto, sino slo en

    4 Cf. FRATTALLONE, R., La direzione spirituale oggi. Una proposta di recompren-sione, SEI, Torino 1996, p. 4.

    5 CH. A. BERNARD, Laiuto spirituale personale, Rogate, Roma 1978, p. 5.6 Cf. JULIN G. BARRIO,Acompaamiento espiritual: en qu y hacia qu?, Sal

    Terrae, 1985, pp. 339-344.

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    sentido relativo y subordinado. El director ltimo, real y definiti-vo, es Dios en el Espritu Santo. El director humano debe llevaral dirigido a la teonoma eclesial, a dejarse guiar por Dios, adejarse plasmar por Dios en el Espritu Santo7en la mediacin

    eclesial.

    2.3. La vida cristiana como proceso espiritual

    La vida cristiana, al apropirnosla, al hacerla nuestra perso-nalmente por obra del Espritu Santo, constituye la vida espiri-tual8y el proceso espiritual. La vida cristiana, el dato objetivo yuniversal de salvacin en Cristo, se convierte en vida espiritual

    cuando podemos decir de nuestra vida: Vivo yo, pero no soyyo, es Cristo quien vive en m (Ga 2,20); para m vivir es Cris-to (Flp 1,21). Lo espiritual no es ms que la vida real vividacomo hijo de Dios, segn el Espritu, segn Cristo. La direccinespiritual acompaa esa apropiacin, singularizacin personal,del misterio de Cristo en el discpulo. Ese hacer nuestra la vidade Cristo, interiorizarla en nuestra mente, en nuestras actitudes

    y en nuestra conducta tiene sus leyes espirituales. La direccinespiritual son los dolores de parto, en el director espiritual y enel dirigido, hasta que Cristo tome forma en los dos (cf. Ga 4,19).

    2.4. Necesidad del acompaamiento espiritual

    Las razones teolgicas para calificarla de moralmente nece-saria son expuestas por Len XIII en su carta del 22 de enero de

    1899 Testem benevolentiae9. Se trata de un medio ordinario,normal, en la vida espiritual, til para las desviaciones e ilusio-nes, necesario para la seguridad, garanta de crecimiento cons-tante y signo de la seriedad de nuestro camino espiritual. San

    7 Cf. L. M. MENDIZBAL, La direccin espiritual. Teora y prctica, BAC, Madrid1978, p. 27.

    8 Cf. G. GOZZELINO, Al cospetto di Dio. Elementi di teologia della vita spirituale,Elle Di Ci, Leumann 1989, p. 22.

    9 Comentario, Cf. BALDOMERO JIMNEZ DUQUE, La direccin espiritual, JuanFlors, Barcelona 1962, pp. 9-11.

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    Vicente Ferrer afirma que Cristo no conceder su gracia, sin lacual no podemos nada, si el discpulo, teniendo la posibilidad deser guiado e instruido, desprecia o no busca orientacin, cre-yndose suficientemente capaz de indagar y encontrar lo que le

    sirve para su salvacin10.

    2.5. El salto cualitativo

    Hay cada vez ms una evidente conviccin y una sorpren-dente convergencia en que nuestra vida cristiana y nuestra pas-toral se encuentran ante la exigencia de un salto cualitativo11: lapastoral y la vida cristiana deben pasar al acompaamiento es-

    piritual, a la direccin espiritual. El acompaamiento espiritualpuede armonizar en la pastoral y en la vida cristiana lo colectivocon lo personal, la propuesta con el camino, si tiene en cuentacmo las personas toman las grandes decisiones de su vida,interiorizan los valores evanglicos y realizan cambios de largoalcance. Este delicado pero urgente paso ha venido imponin-dose por la debilidad efectiva de los lugares habituales que pre-

    tenden transmitir la fe. El ruido de fondo enmascara permanen-temente las seales realmente interesantes para que las perso-nas puedan florecer en la fe. El salto cualitativo en la vida cris-tiana invita a no dejar de trabajar en la educacin cristiana, en latransmisin de valores y en la transmisin de la fe, desde tresperspectivas o niveles: gran grupo, pequeo grupo y persona.La dimensin comunitaria no debe descuidar las necesidades

    del fiel concreto: En la Iglesia debe existir una adecuada armo-na entre las dos dimensiones personal y comunitaria; y en suedificacin, el pastor procede movindose desde la primera ha-cia al segunda12. Es ms importante acompaar espiritualmentea los colaboradores que hacer por s solo todo el trabajo posi-ble.10 SAN VICENTE FERRER, De vita spirituali, cap. IV.11 Cf. OBRA PONTIFICIA PARA LAS VOCACIONES ECLESISTICAS, Nuevas Vo-

    caciones para una nueva Europa, Roma, 6 de enero de 1998, n.13. En adelanteNVPUNE.

    12 JUAN PABLO II, Audiencia 19 mayo 1993.

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    2.6. Naturaleza teolgica del ministerio de ladireccin espiritual

    Para devolverle a la direccin espiritual su identidad hay que

    entenderla como un acontecimiento y un hecho esencialmenteteologal, eclesial y vocacional: La direccin espiritual es unhecho esencialmente teologal y eclesial, distinto de la terapia ode la asistencia psicolgica; el dirigido debe vivirla como medioy estmulo para el propio camino de fe y obediencia a la volun-tad de Dios13. La direccin espiritual tiene su eclesialidad encuanto que es un ministerio de la Iglesia y en la Iglesia, cuyafinalidad, aun siendo un ejercicio personal y comunitario, es laedificacin del Cuerpo Mstico de Cristo14en cada creyente y encada comunidad de fe. El acompaamiento espiritual debe veri-ficar la eclesialidad del mismo ejercicio de acompaamiento yde la vida espiritual del dirigido para su autenticidad: debe situaral dirigido, persona o comunidad, en la Iglesia, en la propia vo-cacin, evitando el erradicarlo de su contexto teolgico y eclesial.La Iglesia recibi de Cristo el encargo de conducir y acompaar

    a cada uno de los fieles a la perfeccin que es capaz. Cristocontina hoy su conversacin de salvacin con cada hombre enel cuerpo vivo de la Iglesia, siendo sta la Esposa consagrada aeste fin, de modo que Cristo recorra con cada uno el camino dela vida y le transforme15.

    2.7. Hacia una definicin de la direccin espiritual

    Para una verdadera y autntica direccin espiritual es preci-so tener claro: dnde se sita la direccin espiritual en la vidacristiana?, cul es su papel o su rol?, cul es su especifici-dad?, qu es lo espiritual? Se llama direccin espiritual a un

    13 SAGRADA CONGREGACIN PARA LA EDUCACIN CATLICA, Directrices so-bre la preparacin de los formadores en los seminarios, Roma 1993, n. 61.

    14 Cf. C. PORRO, en: FRATTALONE, o. c., pp. 24.25.15 AGUSTN SNCHEZ MANZANARES, La vida moral como proceso: Veritatis

    Splendor y Psicologa Moral, en: GERARDO DEL POZO ABEJN (Dir.), Co-mentarios a la Veritatis Splendor, BAC, Madrid 1994, p. 343.

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    ministerio de ayuda prestado comunitaria o individualmente, ennombre de la Iglesia y en la fuerza del Espritu Santo, al quequiere progresar en la vida de fe, de esperanza y de caridadpara asemejarse totalmente a Cristo, y por eso pide consejo y

    ayuda16.La direccin espiritual o acompaamiento espiritual viene a

    ser lo que dice san Pablo: Sabis perfectamente que tratamoscon cada uno de vosotros personalmente, como un padre consus hijos, animndoos con tono suave y enrgico a vivir comose merece Dios, que os ha llamado a su Reino y gloria (1 Ts2,11). El acompaamiento espiritual se sita en el particular iti-

    nerario de cada persona en la comprensin y vivencia del miste-rio de Cristo que debe ser alentado, animado, discernido y guia-do: nadie fue ayer, ni va hoy, ni ir maana hacia Dios por elmismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayonuevo de luz el sol Y un camino virgen Dios17. Cada cami-nante espiritual tiene un ritmo distinto de desarrollo personal yespiritual, y hay que acompaar a cada uno desde el nivel enque se encuentra. La direccin espiritual tiene el peligro de re-ducirse a educar, trasmitir contenidos espirituales, olvidando quesu lugar propio est en el proceso de asimilacin, las leyes deapropiacin del misterio de Cristo, los caminos de la apropia-cin de esos contenidos del Reino de Dios.

    2.8. La direccin espiritual como itinerariopedaggico espiritual

    El itinerario pedaggico espiritual es un viaje orientado haciala madurez de la fe, una peregrinacin hacia el estado adulto decreyente, llamado a disponer de s mismo y de la propia vidacon libertad y responsabilidad, segn la verdad del misteriosoproyecto pensado por Dios para l. Un itinerario espiritual es,por tanto, y ante todo, camino con l, el Seor de la vida, aquel

    16 G. GOZZELINO, o. c., pp. 168-16917 LEN FELIPE,Antologa rota, Mxico 1974, p. 13.

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    Jess en persona, como anota con precisin san Lucas (cf.Lc 24,13-35), que se aproxima al camino del hombre, hace elmismo recorrido y entra en su historia. En otras palabras, es lapropuesta pedaggica y el camino educativo espiritual de la Igle-

    sia para que, respetando una cierta gradacin, la respuesta a lallamada sea siempre ms personal, concreta, creyente, reve-lada y progresiva. As la pedagoga de lo espiritual se muevede lo genrico a lo especfico sin anticipar ni quemar las etapas,de lo contrario la propuesta no es provocadora. De este modono slo quedan claros los objetivos y las estrategias de fondo,sino los pasos a dar y las metas escalonadas y evaluables, para

    suscitar en los discpulos de Jess la disponibilidad creyente, ladisponibilidad vocacional y los caminos pedaggicos a recorrerpara conseguir los objetivos de cristificacin del discpulo.

    2.9. Breve historia de la direccin espiritual

    Cualquier ciencia, persona o pueblo que no conoce su historia, siempreest tentado de ser un nio, de comenzar de nuevo. La historia del acompa-amiento cristiano nos ayuda a liberarnos de los prejuicios y a llegar a com-prender de verdad qu es la direccin espiritual. La yuda espiritual cristianase desarrolla en el interior de una determinada religiosidad, la cristiana, lacual obra, con metodologa y acentuaciones propias, una sntesis del miste-rio de Dios, del misterio de Cristo, del misterio del hombre, del misterio de laIglesia, del misterio del crecimiento espiritual, del camino espiritual18. El cris-tianismo exige a sus maestros del espritu atenerse a este marco objetivo, ala concepcin y a la tradicin del acompaamiento espiritual, evitando as lasubjetivacin de la gua espiritual, derivando en un subjetivo charlatn y ex-

    plotador19

    .

    2.9.1. La direccin del hombre fuera del cristianismo

    La direccin espiritual es una necesidad que radica en la misma naturale-za humana. Scrates, que acompaaba a Alcibades, se defina como sanadordel alma. Epicuro se crea destinado a dar orientaciones de orden espiritual

    18 Cf. FRATTALLONE, o. c., pp. 22-23; G. MOIOLI, Teologia spirituale, en: NuovoDizionario di Spiritualit, Paoline, Roma 1979, pp. 1597-1609.

    19 Cf. BERNHARD GROM, Psicologa de la religin, Herder, Barcelona 1994, p. 70.

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    y tico. Sneca, en los albores del cristianismo, aconsejaba a sus discpulosel examen de conciencia y la lucha contra los defectos. Esta actividad guiadaes necesaria, pero cambia en la vida espiritual el modo y desde dnde hacer-lo.

    2.9.2. El director espiritual en el Antiguo Testamento

    La advertencia sigue el consejo de los prudentes y no desprecies ningnbuen consejo (Tb 4,18) evita uno de los peligros mayores: la soberbia; lasoberbia espiritual es el peor de los defectos del justo o de la persona quequiere ser buena20. El alma dura en el amor propio se endurece21. La pre-sencia de un maestro, amigo o compaero en la vida espiritual aparece bien

    justificada: Ms valen dos que uno solo, porque logran mejor fruto de sutrabajo. Si uno cae, el otro le levanta, pero ay del solo, que si cae, no tiene

    quien le levante! (Qo 4,9-10). Los Libros Sapienciales exhortan a recibir losconsejos del sabio para sacar provecho espiritual. Un vlido modelo de di-rector espiritual, entre antiguo y nuevo testamento, pudiera ser San JuanBautista que prepara la venida del Salvador y lo seala directamente: Heaqu el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29 y 36).Conviene que l crezca y yo menge (Jn 3,30). No centrar el progreso delotro en uno mismo, del maestro o del discpulo; es difcil, pero es maduranteespiritualmente.

    2.9.3. Jesucristo, modelo de todos los directoresespirituales

    Jesucristo habla a las multitudes, forma a cada discpulo en persona y engrupo, y mantiene coloquios de autntica direccin espiritualcon Nicodemo(Jn 3,1-21), con la samaritana (Jn 4,7-42), con los dos discpulos de Emas(Lc 24,13-33) y con otros muchos personajes. La gua espiritual de Cristoadquiere su plena eficacia, a juzgar por sus efectos de conversin del cora-

    zn de su coloquiante y por su transformacin en un testigo fiel y en unentusiasta propagador. Pero Jesucristo no slo es un modelo de conversa-cin que debe imitar el director espiritual, sino que es el que hoy sigue sucoloquio con cada hombre. La labor del acompaante espiritual es acompa-ar ese coloquio de Cristo con el dirigido, sin suplantarlo. En estos colo-quios breves, pero intensos, Jess manifiesta su maestra estando cercanoal interlocutor, infundiendo confianza y creando un ambiente realmente amis-toso. Bajo estas condiciones invita a abrir las puertas del alma para manifes-

    20 Cf. SAN JUAN DE LA CRUZ, I N 1, 2, 1-8.21 SAN JUAN DE LA CRUZ,Avisos espirituales, A, 1, 30.

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    tar las dificultades de la fe, hechas dudas y hasta desilusiones existenciales.l escucha con atencin y paciencia sin censurar; deja que el otro precisemejor sus puntos de vista; slo al final su palabra resulta decisiva al descu-brir el verdadero sentido de los temas en cuestin22.

    2.9.4. La Iglesia primitiva

    En la primitiva comunidad cristiana nunca faltaron cristianos que, dada suprofunda experiencia espiritual, orientaron a otros hacia la cumbres de lasantidad. Pablo, despus de su cada del caballo, recibe de Cristo la invita-cin a seguir los consejos de Ananas (cf. Hch 9,6-11). El mismo Apstol esun verdadero artista en este campo con su cartas a Timoteo, Tito, Filemn ya las comunidades eclesiales. Habla de la paternidad espiritual, Hijos mos,por quienes sufro dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros!

    (Ga 4,19). No suplantando la paternidad divina, sino siendo sacramento vivode ella (cf. Mt 23,9-10), entendindola como nodriza que cra a unos nios(cf. 1 Ts 2,7) y padre que exhorta a sus hijos (cf. 1 Ts 2,11) y no tiene otro finque la imitacin del nico Maestro. Porque aunque tuvierais diez mil maes-tros en la fe, padres no tenis muchos; he sido yo quien os he engendrado ala vida cristiana por medio del evangelio (1 Co 4,15).

    En el horizonte del NT, dentro del cual se colocan la espiritualidad y lagua espiritual, la presencia de Cristo resucitado confiere sentido total a la

    existencia del creyente; por eso, las palabras, los ejemplos y la relacin conCristo son el paradigma constante de referencia para la maduracin integraldel creyente (cf. Mt 23,8). Despus de Pentecosts la comunidad cristianareconoce el mltiple papel del Espritu Santo, don de Cristo resucitado, acce-so al Padre, que edifica la comunidad eclesial; el Espritu Santo es fuente dela misin, de la vida nueva, de la verdad, del consuelo. La referencia a Cristo,nico maestro, se converta en criterio que distingua a los verdaderos y a losfalsos maestros (cf. 2 Co 4,2; 11,13; 1 Tm 4,1; 2 Tm 2,16-18; 4,3-4; Tt 1,10-16; 1 Jn 4,1-6). La comunidad ofreca el ambiente idneo para hacer una

    completa experiencia pascual23

    , una sana experiencia de Cristo, una verda-dera experiencia cristiana guiada.

    2.9.5. El gua espiritualen el monaquismo oriental

    La primera manifestacin monstica organizada de los siglos III-IV diopaso a una cierta direccin espiritual en la que los jvenes se sujetaban a laexperiencia y santidad de los ancianos, pero es difcil distinguir direccinindividual y direccin colectiva. Aparece como prctica de consulta espiritual

    22 EMETERIO G. DE CEA, o. c., pp. 356- 357.23 Cf. FRATTALLONE, o. c., pp. 45-46.

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    en los anacoretas del siglo IV. Aquellos padres espirituales estn llenos dedulzura por la dilatacin del corazn y de sabidura espiritual llena de discre-cin, de discernimiento, de experiencia del corazn humano y de ayuda inte-ligente y paciente; llevan al discpulo a Dios mediante esta paternidad, amn-dolo. Llegan a ser hombres espirituales, hombres de Dios, instrumentos del

    Espritu Santo. Los requisitos que debe tener un director espiritual en la tra-dicin oriental son: amor, discernimiento, sabidura, franqueza y honestidaden la relacin24. Los padres del desierto no son slo unos maestros que en-sean, sino unos hombres que engendran a imagen del Padre celeste, se-gn 1 Co 4,15.

    El discpulo busca en la relacin con el padre espiritual la iluminacin desu proceso existencial, que es resultado de la pureza de corazn en la bs-queda del discpulo y el sentido sobrenatural del servicio por parte del ancia-no. La docilidad del discpulo es ya una purificacin del discpulo, pero estaobediencia es una obediencia a la verdad que transmite el maestro: ahoraestis purificados por vuestra obediencia a la verdad (1 P 1,22). El objetode la direccin espiritual es la manifestacin de los pensamientos, y la labordel director espiritual es distinguir los pensamientos buenos y malos e indi-car el camino justo. En Occidente desempea esta labor el abad. Son fuen-tes la Regla de San Benito, San Columbano, San Bernardo. Hoy esta mani-festacin del corazn o de los pensamientos equivaldra al estudio de casos,muestras de conducta del dirigido.

    2.9.6. San Juan Crisstomo, director espiritual

    Las cartas de San Juan Crisstomo revelan un director espiritual que re-curre constantemente al Evangelio y aplica su mensaje a las situacionesconcretas. Podemos fijarnos en una carta a una joven viuda y las cuatro aOlimpia.

    2.9.7. San Agustn, director espiritual

    San Agustn expone claramente los principios de la direccin espiritual ensu carta 266 a una mujer llamada Florentina, que haba buscado su consejo.Evidentemente, hay que ir a su libro de las Confesiones para conocer elproceso del hombre, del corazn de todo hombre, y al ltimo de sus dilogosfilosficos, De magistro, que influir fuertemente sobre San Buenaventura ySanto Toms de Aquino25. En la citada carta encontramos tres grandes prin-cipios de direccin espiritual.

    24 Cf. ALAN JONES, Exploring Spiritual Direction, Harper & Row, San Francisco 1982,pp. 77-79.

    25 Cf. FRANCISCO PREZ RUIZ, Tres tratados sobre El Maestro: Agustn, Bue-

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    a. El maestro como discpuloNo me propongo como un enseante perfecto, sino como uno que debe

    progresar junto con aquellos a quienes es llamado a iluminar.

    b. Un movimiento hacia la libertad

    Seguramente, de aquello que tengo conocimiento, deseara que t fue-ses ya al corriente, en lugar de tener necesidad de m, porque no debemosdesear que los otros sean ignorantes con el fin de ensearles lo que sabe-mos. Es mejor ser todos discpulos de Dios (cf. St 6,45; Is 54,13).

    c. Cristo, el Maestro interiorPara San Agustn est claro que aquello que os damos no nos pertene-

    ce, lo tomamos de la despensa del Seor: Estte absolutamente ciertaque aunque puedas aprender alguna cosa buena de m, tu verdadero Maes-

    tro ser siempre el Maestro interior de la persona interior. Es l que te hacecapaz de entender, en la profundidad de tu ser, la verdad de cuanto te hecomunicado. Porque el que siembra es nada, como tambin el que riega,sino que todo viene de Dios que es la fuente del crecimiento.

    2.9.8. La gua de cristianosen las rdenes mendicantes

    Al inicio del siglo XIII surgen las rdenes mendicantes que traen una pro-funda innovacin en la vida religiosa, y, por tanto, en la vida espiritual y en la

    praxis pastoral: predicar, guiar y cuidar las almas, la salud de las almas. Ladireccin espiritual se va extendiendo a los laicos, en cuanto terceras rde-nes. Los concilios haban estimulado el cuidado espiritual de los cristianos.Son muchos los msticos que buscan quin discierna sus movimientos. Sur-gen tratados de direccin de almas.

    2.9.9. El perodo ureo de la direccin espiritual

    Aparecen directores espirituales de gran talla durante los siglos XV-XVI

    tales como San Juan de la Cruz, San Juan de vila, de quien dice San Pedrode Alcntara26nadie le superaba en el conocimiento de los caminos delespritu, ya que buscaron su direccin San Ignacio de Loyola, San Juan deDios, San Pedro de Alcntara, San Francisco de Borja y Santa Teresa de

    vila. A su vez stos se convirtieron en grandes directores espirituales, entreellos San Ignacio de Loyola27y Santa Teresa de vila28. San Francisco de

    naventura, Toms de Aquino, Pensamiento, 53 (1997), n. 206, pp. 91-214.26 En Casero, l. c., 1991, p. 24.27 Cf. THOMAS SIPDLIK, Ignacio, Padre espiritual, Manresa, 69 (1997), pp. 19-

    32; tambin en: Christus, n. 175.28 Cf. PIERLUIGI DE SANTA CRISTINA, La direccin espiritual segn las obras

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    Sales29es quien ha hecho progresar grandemente la direccin espiritual. Apartir del siglo XVII, edad de oro de la direccin espiritual, se institucionalizala direccin espiritual y la literatura sobre ella es abundante.

    2.9.10. El hoy de la direccin espiritual

    Aunque el acompaante o director espiritual no es un mero tcnico sinouna mediacin plasmadora del misterio de Cristo, hoy se insiste en el enfo-que interdisciplinar del proceso creyente cristiano. Esta interdisciplinaridaden la direccin espiritual viene exigida por la misma religiosidad, que no seagota en un solo enfoque disciplinar. Por ello, el director espiritual y la direc-cin espiritual deben completarse de forma acertada con los ltimos hallaz-gos de la psicologa y de la pedagoga sanas30. El director espiritual debeestar en condiciones para no engaarse ni engaar a nadie sobre la presun-

    ta consistencia y madurez del dirigido. Para esto no basta el sentido co-mn, sino que es menester la mirada atenta y afinada por un profundo yacendrado conocimiento de las ciencias humanas para ir ms all de lasapariencias y del nivel superficial de las motivaciones y de los comporta-mientos, y ayudar al dirigido a conocerse en profundidad, a aceptarse conserenidad, a corregirse y a madurar partiendo de las races reales, no deilusiones, y desde el corazn de su personalidad31. El director espiritualdebe realizar en s mismo una sntesis, una armona deseable y vital: Se

    trata, por tanto, de una deseable sntesis entre la experiencia educativa de laIglesia, madurada a la luz de la fe, las experiencias del pasado, el ejemplo delos santos y los resultados bien discernidos de las ciencias del hombre32.

    ms importantes de Santa Teresa, en: AA. VV., Direccin espiritual y psicologa,Descle de Brouwer, Bilbao 1954, pp. 215-239; MARCEL LPE, La direccinespiritual segn las cartas de Santa Teresa, en: AA.VV., Direccin espiritual y

    psicologa, Descle de Brouwer, Bilbao 1954, pp. 240- 258.29 Cf. STRUS JZEF, I protagonisti della direziones spirituale secondo linsegnamento

    e la pratica di San Francisco di Sales. Estratto di tesi di dottorato, Universit PontificiaSalesiana, Roma 1978.

    30 OT 11.31 Directrices, n. 57; cf. PDV 66; OT 20.32 Directrices, n. 58.

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    3. PROTAGONISTAS DE LADIRECCIN ESPIRITUAL

    En la accin concreta de la ayuda espiritual hay que saberentretejer y armonizar el primado de la accin del Espritu Santoen cada alma, la responsabilidad personal de quien sigue a Cristoy la funcin subsidiaria del maestro del espritu.

    3.1. EL PRIMADO DE LA DIRECCIN DE DIOS

    Slo el Espritu Santo crea el camino para cada fiel y marca

    el ritmo de su crecimiento33. Adviertan los que guan almas yconsideren que el principal agente y gua y movedor de las al-mas en este negocio no son ellos, sino el Espritu Santo, quenunca pierde cuidado de ellas, y que ellos slo son instrumen-tos para enderezarlas en la perfeccin de la fe y ley de Dios,segn el espritu que Dios va dando a cada una.Y as, todo sucuidado sea no acomodarlas a su modo y condicin propia de

    ellos, sino mirando el camino y por dnde Dios las lleva, y, si nolo saben, djenlas y no las perturben34.l y no otro es el Doctor, el Consejero y el Enseador35.

    Desde el principio hasta el fin del camino espiritual la presenciay la accin del Espritu Santo es fundamental, fundante, princi-pal y organizadora del proyecto global. Dios est en todos losestadios del camino. En toda persona existe ya una direccinespiritual, y la labor del director humano es centrarse en esadireccin del Espritu Santo, ayudando a acogerla. En este sen-tido la accin del director humano es menos directiva que lasmodernas relaciones de ayuda no directivas y centradas en lapersona36; el director espiritual no marca la direccin espiritual,

    33 Cf. AUTOR ESPIRITUAL, Siglo cuarto, Homila 18, 7-11: PG 34, 639-642.34 SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama 3,46.35 SAN JUAN DE VILA, Sermn de Pentecosts, Obras Completas, t. II, BAC, Ma-

    drid 1963, p. 430.36 Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMS, El camino de la direccin espiritual, Editorial de

    Espiritualidad, Madrid 1985, pp. 112-115.

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    sino que simplemente la discierne. Por ello, el director espiritualdebe evitar la mentalidad proyectual, es decir, evitar definir rgi-damente un proyecto37. Debe aplicarse con humildad a los seg-mentos de conocimientos que le resultan posibles, aceptando

    que los acontecimientos nos superan, nos desmienten y nosobligan a ver las cosas de nuevo; evitar la mentalidad proyectuales evitar la pretensin de programar la totalidad. Debe prevale-cer la mentalidad peregrinante en el propio director espiritual,que intenta darse cuenta de las cosas tal como son, valorar loque se debe hacer y despus vivir con aquella confianza que nopresume conocer todas las cosas, ni siquiera sobre nosotros

    mismos, nuestro bien, nuestra justicia38

    .

    3.1.1. El encuentro con Cristo

    Ese primado de Dios en la direccin del discpulo se realizaen la conversacin que Cristo, en el encuentro con Cristo, tienede modo continuo con cada discpulo y que la direccin espiri-tual pretende acompaar y hacer ver.

    3.1.2. Encuentro de Cristo con los discpulos de Emas

    Muchos autores39han recurrido al texto de Lc 24,13-35 paramostrar un modelo de proceso interior, espiritual, de acompaa-miento vocacional y espiritual y del apredendizaje de saber acom-paar. Para el estudio de este texto en clave de direccin espiri-tual consltese un anterior trabajo del Servicio de Atencin al

    Clero de la Dicesis40.37 Cf. JOSEPH J. ALLEN, o. c., p. 73.38 Cf. CARLO MARA MARTINI, Habis perseverado en mis pruebas. Meditaciones

    sobre Job, Edicep, Valencia 1990, pp. 95-96.39 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., p. 63; JULIN G. BARRIO,Acompaamiento espiri-

    tual: en qu y hacia qu?, Sal Terrae 1985, pp. 344-351; ALFONSO CRESPO,El acompaamiento espiritual, en: COMISIN EPISCOPAL DEL CLERO, Espi-ritualidad Sacerdotal. Congreso, Edice, Madrid 1989, pp. 539-540; ISIDORBAUMGARTNER, Psicologa pastoral. Introduccin a la praxis de la pastoral cura-

    tiva, Descle De Brouwer, Bilbao 1997, pp. 91- 744.40 DICESIS DE ORIHUELA-ALICANTE. Servicio de Atencin al Clero, Contemplar

    a Cristo. Caminar desde l, Obispado de Orihuela-Alicante, Alicante 2002.

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    a) Cristo sale al encuentro. Primer paso del acompaamien-to.

    b) La etapa verbalizar su misterio en Cristo.c) El momento del significado.

    d) La fuerza curativa del misterio celebrado.e) La comunidad eclesial.

    3.2. EL DIRECTOR ESPIRITUAL HUMANO

    Encargarse de la direccin espiritual de una persona es com-prometerse a guiarle con dedicacin y seriedad, contando conla ayuda de Dios41, en el camino del seguimiento de Cristo; es

    asumir la persona entera en orden a su maduracin en Cristo,discerniendo su estado y situacin a la luz del evangelio. El di-rector es un instrumento, un mediador, un testigo, un pastor y uneducador. Siempre debe sealar a Cristo: Ca a sus pies pararendirle homenaje, pero l me dijo: No, cuidado, soy tu compa-ero de servicio, tuyo y de esos hermanos tuyos que mantieneel testimonio de Jess; rinde homenaje a Dios42.

    3.2.1. Cualidades del director espiritual humano

    Una relacin espiritual seria y constructiva supone tanto en eldirector como en el dirigido algunas cualidades que la haganprovechosa y fructuosa. As nos lo dicen los santos experimen-tados:

    Persona letrada, ejercitada y experimentada en las cosas

    de Dios. Y no tomis a quien no tenga lo uno sin lo otro43. De-ms de ser sabio y discreto ha menester ser experimentado44.Aunque para esto parece no son menester letras, mi opinin

    41 Cf. ENRIQUE DE SANTA TERESA, La gracia de estado en la direccin espiri-tual, en: AA. VV., Direccin espiritual y psicologa, Descle de Brouwer, Bilbao1954, pp. 391- 412.

    42 Ap 19,10.43 SAN JUAN DE VILA,Audi, filia, n. 3525.44 SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama, 3, 30. Este pasaje debe conocerlo todo acompa-

    ante espiritual: 3, 27-31. 42-46. 53-60. 62.

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    ha sido siempre, y ser, que cualquier cristiano procure tratarcon quien las tenga buenas, si puede, y mientras ms mejor; ylos que van por caminos de oracin tienen de esto mayor nece-sidad, y mientras ms espirituales, ms []45. Entre diez mil,

    para encontrar uno que tenga la caridad, ciencia y prudencianecesarias46. Siguiendo, pues, a San Juan de la Cruz, San Juande vila, San Francisco de Sales y Santa Teresa de vila, pode-mos determinar como tres sectores de la cualificacin de unacompaante:

    Sector A: letrado, sabio, ciencia, un saber sapiencial.Sector B: ejercitada y experimentada en las cosas de Dios,

    experimentado, que tenga experiencia, cari-dad.Sector C: discreto, prudencia, de buen entendimiento.

    A. Ciencia y sabidura

    El director espiritual debe ser letrado, es decir, debe tenerciencia y sta transformada en sabidura. Debe ser conocedor

    de la Sagrada Escritura, de la teologa y de la filosofa, peroespecialmente debe tener hoy una clara visin de la antropolo-ga cristiana, es decir, del camino del hombre hacia Dios. Debeser un experto en cmo el hombre se encamina en la religiosi-dad. Unida ntimamente a la madurez est la sabidura, enten-dida como el verdadero conocimiento de s mismo, de la propiavala y de los propios lmites honestamente reconocidos y res-ponsablemente aceptados Una buena y permanente predis-posicin a apreciaciones prudentes y a la paciencia har que elsentido del deber no sea confundido nunca con un descorazo-nador rigorismo, y que el amor comprensivo no se transformeen indulgente condescendencia47.

    45SANTA TERESA DE VILA, Vida, 13, 17.46SAN FRANCISCO DE SALES, Philothee, en: Oeuvres III, 25; CF. JZEF STRUS,

    o. c. p. 31.47Directrices, n. 34.

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    Una direccin espiritual culturalmente situadaIluminado por la riqueza cultural del cristianismo, que se fun-

    damenta en las fuentes bblicas, litrgicas y patrsticas, el direc-tor espiritual no puede prescindir de un amplio conocimiento de

    la cultura contempornea. En efecto, el conocimiento de todo loque contribuye a plasmar la mentalidad y los estilos de vida dela sociedad actual favorece grandemente la accin educativa ysu eficacia48.

    Idoneidad y heridas del director espiritualLa imagen del mdico herido describe muy bien cmo podra

    ser el trato del director espiritual con sus heridas49

    . El directorespiritual debe dar valor y tomarse en serio sus propias heridasy no debe usar cualquier tipo de mecanismo de defensa oracionalizacin: Solamente cuando uno mismo se vive tambincomo necesitado de curacin, se es capaz de mantener el con-sejo espiritual sobre las heridas de los dems hasta cierto puntolibre del peligroso auto-engao y auto-idolatracin50. Slo siyo me atrevo a bajar a la profundidad de m mismo, puedo en-tonces ayudar a mis semejantes a hacer frente a esta profundi-dad51.

    B. Discrecin

    En la Historia de la direccin espiritual el discernimiento esconsiderado la principal cualidad del director espiritual, virtudcentral primero para el director espiritual y despus para el diri-gido52. La discrecin, discernimiento, dice relacin a la ilumina-cin de la motivacin y de la conducta humana. La discrecin esfruto de la prudencia y de la oportunidad. Es capacidad de dis-cernir el espritu bueno y el espritu malo, lo que procede de

    48 Directrices, n. 41.49 Cf. ISIDOR BAUMGARTNER, o. c., pp. 326- 329.50 ISIDOR BAUMGARTNER, o. c., p. 326.51 R. ZERFAB, o. c., p. 78.52 Cf. JOSEPH J. ALLEN, o. c., pp. 44-45.

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    Dios en el alma y lo que procede de su propio espritu o delngel malo. Es detectar la voz del Espritu Santo en las circuns-tancias concretas de la vida del dirigido: No os fiis de cual-quier espritu, sino mirad si es de Dios (1 Jn 4,1). Examinadlo

    todo y quedaos con lo bueno (1 Ts 5,21). Conocer de dndevienen los movimientos interiores de nuestra alma53. El discer-nimiento cristiano es una realidad de tal densidad teologal en elcamino de seguimiento de Jess que difcilmente puede serencuadrado estrechamente en otras realidades humanas aproxi-mativas expresadas con los trminos ver, juzgar y actuar54, amenos que estos trminos los ensanchemos y los entendamos

    en el sentido bblico del Nuevo Testamento. Para conjurar estepeligro, cuyo primer fruto sera una discernimiento sin el espritude Cristo, algn autor55ha sugerido una trada ms propia deldiscernimiento cristiano como contemplar, comprender y amar,es decir, discernir desde la vivencia personal del Misterio deCristo.

    C. Experiencia

    Podemos aprender el discernimiento leyendo, escuchandoy reflexionando; pero no seremos nunca tan instruidos comopor la experiencia56. Si no ests todava lleno de Espritu San-to, no aspires a escuchar los pensamientos de otro ser huma-no57. El director espiritual es doctor, sabio, no slo aprendien-do y estudiando, sino viviendo el misterio de Cristo, sus miste-rios58. Ciencia sin piedad hincha, piedad sin ciencia se equi-voca; ciencia con piedad edifica (Cf. 1 Co 8,1-2). No crea ellector que le basta la lectura sin uncin interior del Espritu San-to, ni la especulacin sin adoracin, ni la investigacin sin admi-

    53 SAN IGNACIO DE LOYOLA, EE. 32.54 Cf. SALVADOR A. GARCA SAN EMETERIO, El acompaamiento. Un ministerio

    de ayuda, Paulinas, Madrid 2001.55 Lorenzo Trujillo Daz.56 RICARDO DE SAN VCTOR, Libr. I, De praep. ad contempl., cap. 67.57 SAN EFRAIM DE SIRIA, en: I. KONTZEVITCH, o. c., p. 37.58 Cf. SANTO TOMS DE AQUINO, S.TH. I, q.1, 6 ad 3.

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    racin, ni la observacin cientfica sin el jbilo espiritual, la apli-cacin sin la piedad, la ciencia sin la caridad, la inteligencia sinla humildad, el estudio sin la gracia divina, la especulacin sin lasabidura divinamente inspirada59.

    Esta necesidad no significa que el director de almas debetener la experiencia personal de todas las gracias msticas, sinoque debe haber ya comenzado a caminar por el camino del Se-or; de hecho, gracias a lo que l mismo ha experimentado,podr fcilmente presentir aquello que los otros ya gustan en unestado ms elevado. Conoce efectivamente el camino a reco-rrer, conoce las dificultades, aunque quizs en un grado menos

    elevado que los otros; conoce, por as decir, el Espritu que guala lengua y la pluma de los ms expertos60. Conviene al acom-paante espiritual y al dirigido clarificar su discurso sobre la ex-periencia cristiana61.

    3.2.2. Tareas del director espiritual

    a) Educacin en la docilidad al Espritu Santo: rectitud y pure-

    za de coraznDios es el autor principal de la rectitud de corazn, por ello,latarea del director espiritual es la de una ayuda ministerial y sub-sidiaria para disponer al dirigido y llevarle a dejarse guiar por elEspritu Santo en el seno de la Iglesia mediante el dominio des, el propio conocimiento y la formacin en la docilidad, bus-cando la voluntad de Dios y lo que le agrada. No debe formar en

    su imagen

    62

    , a imagen del propio director espiritual

    63

    . Sin em-

    59 SAN BUENAVENTURA, Itinerarium mentis in Deum, Prol. 4, 560, citado en el Va-ticano II OT, 16, 1 nota 32.

    60 P. BENIGAR, Compendium Theologiae spiritualis, Roma 1959, p. 53; CF. CH. A.BERNARD, o. c., pp. 50-51.

    61 Cf. DICESIS DE ORIHUELA-ALICANTE. Servicio de Atencin al Clero, Contem-plar el rostro de Cristo. Caminar desde l, Obispado de Orihuela-Alicante, Alicante2002, pp. 55-59.

    62 Cf. EVDOKIMOV, L amore folle di Dio, Paoline, Roma 1981, p. 90.63 Cuando un educador o un director espiritual forma a su imagen, la psicologa lo

    llama efecto Jehov, pues slo Dios puede hacer a su imagen.

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    bargo, es imprudente subrayar e invocar desde el primer mo-mento la docilidad habitual al Espritu Santo64; lo normal es in-sistir en la luz razonable de la fe, aunque teniendo abierto elcorazn a la posible accin del Espritu Santo.

    b) Suscitar disposiciones profundas al estilo de JessEl misterio de Cristo debe ser el eje vivencial del camino espi-

    ritual y de su crecimiento. Tener la mente de Cristo (1 Co 2,16),tener los sentimientos de Cristo (Flp 2,5), vivir como l vi-vi (1 Jn 2,6) y tener el buen olor de Cristo (2 Co 2,15). Debesuscitarse la centralidad de Cristo en la vida espiritual, actitud

    cristiana ante los pecados y faltas, unidad interior, procesooracional, abnegacin y mortificacin en su sentido cristiano,integracin en la comunidad eclesial, formacin de la concien-cia al estilo de Jess, aclarar qu es lo cristiano y qu es loespiritual y cules son sus dimensiones (trinitaria, cristolgica,pneumatolgica, eclesial, mariana, antropolgica), andar enverdad delante de la Verdad, autenticidad, sentido de lo real,sentido del ser de las cosas.

    c) Funciones objetivadora y confrontadora, personalizadoraEl acompaante espiritual tiene una funcin de situar al acom-

    paado ante la verdad objetiva sobre s mismo, sobre Cristo,sobre la Iglesia, sobre lo espiritual, sobre el mundo de hoy ysobre el hombre. Juanto a esta funcin objetivadora, el directorespiritual tiene la tarea confrontadora, personalizadota, de guiar

    al dirigido en el descubrimiento de las propias incoherencias,inautenticidades e insinceridades humano-esprituales, ayudn-dole a desenmascarar sus propios autoengaos y descubrir losvalores que afloran. Acompaar en el camino teologal, subida alMonte Carmelo, de la estructuracin de la personalidad segnla fe, la esperanza y la caridad, superando distorsiones menta-les, autoengaos en la virtud, afecciones desordenadas.

    64 SAN GREGORIO MAGNO, Dialogii, I, 1: PL 77, 153.

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    d) Discernimiento del espritu. Del yo psquico al yo espiritualSuscitar en el dirigido una neta distincin para utilidad de sus

    decisiones, afectos y conductas, entre yo psquico y yo espiri-tual, entre dimensin psquica y dimensin espiritual del yo65:

    pero si con el Espritu dais muerte a las obras del cuerpo, vivi-ris (Rm 8,13), andad segn el Espritu y no realicis los de-seos de la carne (Ga 5,16) y me producis de nuevo doloresde parto hasta que Cristo tome forma en vosotros (Ga 4,19). ElEspritu (el yo segn el Espritu, el yo espiritual) debe guiar ydeterminar la ordenacin del yo psquico, de las obras del cuer-po, de los deseos de la carne, para que Cristo tome forma en la

    persona del dirigido. Es el camino de distinguir la experienciacristiana de una pseudoexperiencia cristiana. sta se dara si eldirector y el dirigido identificasen lo psquico con lo espiritual, ydeterminasen decisiones espirituales en virtud de esta superpo-sicin.

    e) Hay que discernir el no traspasar dinmicas psquicas a lavida espiritual y creyente, de modo que la nueva vida cristianaest guiada por la personalidad latente, la carne, so capa demotivaciones y determinaciones espirituales. De lo contrario, eldiscpulo encuentra en lo espiritual, en lo eclesial, en lo ecle-sistico, en la vida comunitaria cristiana, el campo donde seguirextrovertiendo su personalidad latente bajo capa de religiosi-dad66; esta pseudoreligiosidad y estas malformaciones religio-

    65 Cf. AGUSTN SNCHEZ MANZANARES, El itinerario espiritual y la maduracnde la persona, en: COMISIN EPISCOPAL DE SEMINARIOS Y UNIVERSIDA-DES, Madurez humana y Camino vocacional, Edice, Madrid 2002, pp. 105-164;Rasgos de una personalidad equilibrada del sacerdote, en: ARZOBISPADO DESEVILLA, La formacin humana en la vida y ministerio del sacerdote, Arzobispadode Sevilla, Sevilla 2002, pp. 11-60.

    66 Cf. JORDI FONT, Religin, psicopatologa y salud mental. Introduccin a la psico-loga de las experiencias religiosas y de las creencias, Paids, Barcelona 1999;

    VICENTE GRADILLAS, Trastornos de la personalidad en la prctica mdica,Masson, Barcelona 2002; AARON T. BECK, ARTHUR FREEMAN y OTROS, Tera-

    pia cognitiva de los trastornos de personalidad, Paids, Barcelona 1999.

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    sas alimentadas desde una personalidad no sana se pondrande manifiesto en el camino espiritual, el deber, la oracin, laautoestima, la identidad personal, la entrega, lo espiritual, elmisterio de Cristo, la Iglesia, las ascesis, la fraternidad, el apos-

    tolado, la amistad, la fraternidad, el plan personal, la misin.

    f) Acompaamiento en las edades de la vida67

    g) La experiencia, materia de direccin espiritual68

    El director espiritual debe interpretar la experiencia del dirigi-do a la luz del misterio de Cristo, porque la experiencia es ele-

    mento esencial de direccin espiritual; es como un locustheologicus, como revelacin de Dios, pero ninguna experien-cia revela toda la realidad. Dios es la dimensin profunda detodas las experiencias, pues l est activo y presente principal-mente all donde, en la vida de una persona, se manifiesta unacrisis.69

    h) El acompaamiento vocacionalEl director espiritual debe al mismo tiempo sembrar, educar,

    formar y discernir y proponer la identidad vocacional. Y esto debehacerlo mostrando la lgica de la conexin entre Jess y el pro-ceso de identidad, el nexo entre experiencia de Dios y autoiden-tidad. La vocacin debe definir la identidad del dirigido70.

    i) El nivel personal de la identidad

    La primera condicin es que la persona manifiesta estar engrado de separarse de la lgica de la identificacin a los nivelescorporal (= el cuerpo como fuente de identidad positiva) y ps-

    67 Cf. AGUSTN SNCHEZ MANZANARES, Edades de la vida y proceso espiri-tual, Burgense 38 (1997), pp. 213-241; Edades del presbtero, en: PROFESO-RES DE LA FACULTAD DE TEOLOGA DE BURGOS (dirs.), BAC, Madrid 2005,pp. 230-235.

    68 Cf. JOSEPH J. ALLEN, o. c., pp. 96-99.69 Cf. JOSEPH J. ALLEN, o. c., pp. 115-116.70 JUAN PABLO II, PDV 40.

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    quico (= las propias dotes como nica y preeminente garantade autoestima), y descubra, en cambio, la propia positividad ra-dical unida firmemente al ser, recibido como don de Dios (esnivel ontolgico), y no a la precariedad del tener o del parecer.

    La vocacin cristiana es la que lleva a trmino tal positividadrealizando al mximo grado las posibilidades del sujeto, perosegn un proyecto que normalmente lo supera, porque es pen-sado por Dios71. La unificacin del querer. Estructura del de-seo72. Darnos del todo al Todo sin hacernos partes73. Dificul-tades de la unificacin del querer, del deseo. Facilitadores de laestructuracin del deseo. Crear capacidades personales para

    poder ejercer la identidad vocacional, aprendizajes vitales74

    . Unnico proceso de crecimiento personal desde la imitacin, la vi-vencia y el seguimiento del Cristo. Unificar el crecimiento huma-no y el crecimiento espiritual. Construccin del hombre del esp-ritu.

    j) Disposiciones bsicas del proceso cristiano, personalidadbsica de creyente: humildad, autenticidad, flexibilidad mental,or su verdad, dejarse corregir, experiencia absoluta de Dios,mirarse en Cristo en su crecimiento.

    3.2.3. El encuentro en direccin espiritual

    El encuentro es el marco de la personalizacin, del crecimientoy del sentido. El encuentro con Dios condiciona todo otro tipo de

    encuentro de la vida; a l conduce la direccin espiritual y en lse apoya el encuentro humano, pues segn es el encuentro conDios, en el propio director espiritual, as ser la direccin que

    71 NVPUNE, n. 37, p. 130.72 Cf. JOS M. FERNNDEZ MARTOS, A la caza de los jvenes demonios. Sobre

    la estructuracin y unificacin del querer en la formacin, Sal Terrae, 79 (1991,pp. 791-810.

    73 SANTA TERESA DE VILA, Camino de perfeccin, 12.74 Cf. CARLOS ALEMANY (Ed.), 14 aprendizajes vitales, Descle De Brouwer, Bil-

    bao 1998.

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    realice. Ser, saber y saber hacer son las competencias del di-rector espiritual en el encuentro.

    Cordialidad en el encuentro

    La conversacin entre director y dirigido acompaa la con-versacin y el encuentro de Cristo con cada hombre. El encuen-tro en direccin espiritual debe desarrollarse en un ambiente deafecto cordial sano75. La cordialidad es el movimiento espiritualde la caridad; incluye familiaridad, evitar la prisa, escuchar deveras, escuchar gustosamente es la mejor manera de darse alprjimo76, compasin, hacerse pequeo con los pequeos, afec-

    to cordial habitual. As mismo debe crearse un clima de magna-nimidad y confianza77.

    Fases de la relacin espiritual entre director y dirigido78

    El dirigido pasa por tres fases respecto a su director espiri-tual. Va poco a poco desde una dependencia del maestro espi-ritual hacia una marcada independencia, la cual, con el tiempo y

    el continuo crecimiento, acaba hacindose interdependencia.

    El don de entender a las personas79

    Entender a una persona incluye dos grandes ncleos, perosu fuente es la familiaridad con Dios. Esta capacidad de discer-nir los movimientos que vienen del Espritu de los que no vienendel Espritu es una capacidad que se consigue por un trabajo

    personal y por la familiaridad con Dios sincera, la docilidad per-sonal a la gracia, por la constante oracin e invocacin al Esp-ritu Santo. Estos dos grandes ncleos son: entender el alma einfundir confianza.

    75 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., pp. 74-77.76 L. M. MENDIZBAL, o. c., p. 76.77 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., pp. 91-93.78 F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., pp. 228- 232.79 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., pp. 82-84, 73.

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    Principios fundamentales de escucha

    1. El director es un instrumento vivo de DiosSi el acompaante se considera instrumento de Dios, est

    pronto para escuchar. Dios se vale de toda la personalidad del

    director para impartir la direccin espiritual al dirigido. Es unajoya el texto de San Juan de la Cruz, Llama, 3, sobre la direc-cin espiritual; todo director espiritual debera leerlo antes decomenzar su tarea.

    2. El director espiritual se abandona a Dios en feEl director espiritual debe mostrar una postura de disponibili-

    dad ante el Seor, un desasimiento de querer orientar y querertener soluciones. No debe precicipitarse sino permanecer aten-to en espera silenciosa80. El director confa en la sabidura divi-na, en el transcurso de la relacin personal hay tiempo paracada cosa (Qo 3,1.8). Cmo descifrar el momento oportuno,el momento de gracia; Dios lo coloca delante si lo pide y no seinquieta, y sabe esperar y mortificar su impulso y espontanei-

    dad. Espera a Dios. Dios se lo prepara. Cmo recibir la sabi-dura y la gracia del discernimiento, pedirlo, vivir en l y ante lcon atencin amorosa81. Dejar quemarse por l las disposi-ciones interiores, dejarse ungir por Dios en Cristo y en el Espri-tu Santo. El temor a equivocarse y no acertar es bueno, si no esansiedad o pavor; es bueno no sentirse perfectamente segurode s, basta una seguridad moral, propia del hombre, del hom-bre de Dios, del instrumento vivo; simplemente da el consejo enla presencia de Dios, y si se equivoc ms adelante endereza loenderezable, si no lo deja en manos de Dios82.

    3. El director aconseja nicamente cuando se siente movidointernamente por el Espritu para hacerlo

    El acompaante espiritual no debe dirigir basado en su pro-

    80 Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., p. 111.81 SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama, 3, 33.82 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., p. 92.

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    pia iniciativa. Puede ser un buen principio en direccin espiri-tual: toda palabra dicha al dirigido debe brotar de su propioescuchar al Seor en el silencio. Slo hablar cuando se sientemovido a ello83. Cuando el director no sabe cmo ni qu acon-

    sejar o discernir, es bueno padecerlo, es bueno padecer la ex-periencia de pobreza, de la falta de luz para orientar, el no saberqu decir. El silencio es teraputico en dos direcciones, hacia elpropio director y hacia el dirigido. Debe superar la tentacin deactuar para parecer edificante, recurriendo a lugares comunesespirituales, parecer competente, tener necesidad de controlarla situacin; pero debe considerar que ese silencio, esa nada y

    esa ausencia pueden venir de Dios y estn jugando un impor-tante papel en la marcha del dirigido84. No preocuparse en exce-so, sino slo una preocupacin prudente, evitando los dos ex-tremos: pura esponteneidad bajo cara de confianza evanglicay excesiva preocupacin; tampoco el trmino medio, segn lavida y mi situacin interior.

    4. El director nunca decide por el dirigido, salvo en momentoslmites

    Hay que tener en cuenta lo positivo de este principio, perotambin sus lmites; hay ocasiones que determinadas personasdesorganizadas momentneamente necesitan para ordenar sumundo la prudencia exterior del educador o del director espiri-tual para despus tener la propia prudencia; se asemeja a losmomentos de enfermedad grave en la que el enfermo no puede

    decidir en casos de emergencia. En los dems casos decide elpropio dirigido, pero acompaando y ayudando el proceso dedecisin, dndole un cuadro de cmo est viviendo la decisn.Hoy hay mucha urgencia de madurar la capacidad de decisinhumana, sanar sus patologas.

    83 F. K. NEMCK y M. T. COOMBS, o. c., p. 116.84 Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, pp. 116-117.

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    Dificultades del director para escuchar

    Selectividad de lo que percibeNormalmente seleccionamos lo que nos viene de fuera en

    consonancia con nuestros valores, preferencias e intereses; te-

    nemos nuestro proprio filtro; esto tiene elementos positivos ynegativos. Por una parte, es imposible abordar todo, conseguiruna interpretacin unitaria y un punto organizador de toda lainformacin, por otra, puede funcionar el filtro intelectual comoprejuicio, depender de criterios no vlidos y tener las propiasmanas educativas y espirituales.

    ContratransferenciaEl director espiritual puede desplazar, esperar, tratar, actuar,

    interpretar, aconsejar y proyectar sobre el dirigido emociones,suposiciones, necesidades y reacciones que tienen su origenno en la realidad misma sino en otros aspectos.

    Usar a los otros para gratificacin personal

    Hay una necesidad de ayudar a los dems para que los de-ms devuelvan un agradecimiento y una consideracin, y asllenar huecos afectivos y crearse nidos afectivos. En el fondo eshambre de ser amado.

    Superproteccionista y crear un dirigido dependienteAlgunas seales de proteccin y dependencia encajan den-

    tro de los lmites normales, pues hay libertad interior y disponibi-lidad a perder; por ello, hay que diferenciar una dependenciapsquico compulsiva de una dependencia como ayuda, comopunto de referencia, como compaa. La posesin del otropuede ser sana en determinados contextos o puede minar elalma. Hay que distinguir entre tener a uno dependiente psqui-camente, compulsivamente, y sed esclavos unos de otros poramor (Ga 5,13).

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    Actitudes necesarias para establecer una verdadera re-

    lacin

    Arte de sugerir con sencillez y eficacia85

    El director espiritual debe ejercitarse en el arte de sugerir con

    sencillez y eficacia, que es el modo de actuar del Espritu Santoy la providencia divina: suavemente, desde el interior de lascosas y de las personas, encarnando el influjo, con dulzu-ra, con firmeza. l os ensear todo y os traer a la memo-ria cuanto os he dicho (Jn 14,26).

    Dice Santa Teresa de vila que amor saca amor86; estencleo debe fecundar en valores, actitudes, destrezas y habili-

    dades de ayudar al otro desde ese principio como alma de todolo que pueda entenderse como relacin de ayuda espiritual. Esteamor que saca amor se sintetiza en las siguientes actitudes ne-cesarias y suficientes para que un encuentro sea madurante.

    Congruencia, autenticidadCongruencia, autenticidad psicolgica, es acuerdo interno en

    el hombre, entre su cabeza (mente), su corazn (sentimientos)y sus manos (conducta y expresin corporal). Andar en verdaddelante de la Verdad87, unidad interior, ser sin nudos ni fraccio-nes ni defensas. Veracidad88.El amor se alegra en la verdad(1 Co 13,6). La verdad os har libres (Jn 8,32).

    Aceptacin incondicionalLa ausencia de condiciones de valor en la aceptacin de la

    persona, en el amor hacia ella, que es la verdadera aceptacindel otro89, crea seguridad porque la persona siente menos ries-go a la comunicacin intensa si se siente aceptado y compren-dido. Est unida a la actitud de respeto, es decir, tener en consi-deracin la imagen del yo del dirigido. Es un ejercicio del amor

    85Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., pp. 85-91.86SANTA TERESA DE VILA, Libro de la vida, c. 22, 6-7.87SANTA TERESA DE VILA, Libro de la Vida, c. 40, 3.88Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., pp. 203-208.89Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., pp. 197-198.

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    cristiano (cf. 1 Co 13), que es resonancia del amor de Dios. Simi padre y mi madre me abandonan, t, Seor, me recogers(Salmo 26), es que puede una madre olvidarse de su criatu-ra, no conmoverse por el hijo de sus entraas? Pues, aunque

    ella se olvide, yo no te olvidar, dice el Seor (Is 49,15). Lapaternidad divina es la verdadera paternidad, la regla y la gua,el modelo y la curacin de toda paternidad y de toda maternidad(cf. Ef 3,14-15). El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo loespera, todo lo aguanta (1 Co 13,7), es confianza bsica en labondad del otro. Dejar que el otro sea l mismo en toda su sin-gularidad, lo cual implica amarle tal y como es; pero en su

    dinamismo interno la aceptacin del otro encierra tambin la in-vitacin a ese otro a llegar a ser ms, a llegar a ser su plenitud,a superarse, a trascenderse. Supone que el otro es imagen deDios, misterio, supone reconocimiento y acogida respetuosa delmisterio que es toda persona; es ms que lo que yo s del otro,y ese ms es Dios morando en el otro. Debe tener pacienciacon la flojedad.

    Comprensin empticaLa empata es una disposicin permanente y una capacidad

    comprobada de asumir el marco interno de referencia del clien-te tal y como ste lo percibe. Conlleva dos capacidades: la acti-tud de comprender al dirigido, que supone un esfuerzo en eldirector por entrar dentro del campo fenomnico o mundoperceptivo interior del dirigido, tener los ojos del dirigido, y la

    capacidad de empata, de comunicacin de ese mundo percibi-do al dirigido. La empata tiene un nivel cognitivo y un nivel emo-tivo.

    La afabilidad90(dulzura, amabilidad) es una cualidad del ser,que impregna todos los aspectos de la conducta del director, yconecta con la experiencia que tiene de su propia debilidad ydel amor de Cristo. La vida nos hace ms suaves. La manse-

    90Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., pp. 209-211.

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    dumbre del maestro sirve al discpulo para gustar y saborear,experimentar en un analogado lo que debe ser la dulzura deCristo, Jesu, dulcis memoria.

    Las destrezas en la relacin de ayuda91El proceso de la relacin de ayuda transcurre entre las des-

    trezas del acompaante espiritual y los procesos interiores deldirigido. Al director espiritual se le exigen las destrezas que pro-ducen en el dirigido autoexploracin, autocomprensin e inicioal cambio. El consejero espiritual debe ser en s mismo, tenerraces espirituales, estar edificado sobre Cristo, sobre roca, para

    poder ser para el otro en la relacin.

    Destreza de atenderAtender es una disposicin del espritu hacia el otro acogin-

    dolo, algo interior que se encarna y se expresa en formas ymaneras distintas. La destreza de atender es el resultado deunos valores vivenciados, traducidos en actitudes, en destrezas

    y tcnicas. La atencin se convierte en prerrequisito de la comu-nicacin, y favorece la autoimplicacin del dirigido. El atenderincluye: atender fsico (contextual, personal y postural), obser-var y escuchar (atencin psicolgica, humana y espiritual). Elatender al otro implica y conlleva a mejor escucharse a uno mis-mo, y el tener que responder eleva la capacidad de expresinde los propios sentimientos y significados.

    Principios para mejor aplicar estas destrezas:

    (a) Posturas y serEl principio fundamental que gua las diversas conductas que

    componen el atender y el observar es el ser capaz de estar re-ceptiva y activamente presente al otro, comunicando disponibi-lidad, inters e implicacin con la otra persona. Hay posturas

    91Cf. FERNNDEZ LIRIA, A., y RODRGUEZ VEGA, B., Habilidades de entrevistapara psicoterapeutas. Con ejercicios del profesor, Descle De Brouwer, Bilbao2004. Cuaderno de ejercicios para el alumno, Descle De Brouwer, Bilbao 2004.

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    que pueden parecer muy comunicadoras de atencin, pero sonen realidad muy rgidas y poco naturales. El acompaante debeponerse en disposicin de atender, y terminar atendiendo. Eldirector espiritual debe evitar formalidades tcnicas desnaturali-

    zadas de atencin rebuscada; la sensatez debe reinar en sumente y en sus posturas atencionales sabiendo que las postu-ras deben ser interpretadas desde el contexto de mi presenciaen el encuentro; se pueden dar actitudes de cercana y acogidaaunque haya una mesa en medio o estemos con las piernascruzadas, porque mi tono est comunicando mucho ms que mimesa o mis piernas cruzadas.

    (b) Con la mirada de DiosEl contacto visual debe ser impregnado con la mirada de Dios,

    captando a la persona humana en su totalidad y comunicndolecon el estilo espiritual empata, acogida, respeto y congruencia;el contacto visual no es una mirada inamovible, sino formanatural de estar en contacto con el otro, pero surge del interiorpropio vivido con paz que suscita actitudes profundas de inte-rs, respeto y empata, que se expresan en gestos, en el rostro,en el ritmo respestuoso de la conversacin, en los argumentos yen su tono bondadosos; la capacidad de crear acogida no eslograr sonrisas artificiales de vendedor de Grandes Almace-nes, sino que tiene que ver con la creacin de actitudes pro-fundas y conocimientos que se transmiten al otro desde el servivencial creyente del acompaante.

    (c) ObservarObservar a otro debe hacerse no para abajarlo, sino para

    elevarlo: Dios no usa la ciencia, el conocimiento o la competen-cia personal para abajar a los hombres o para, con falsa humil-dad evanglica, colocarse por encima de ellos y de su estadoanmico o espiritual, porque es propio de Dios no agobiarme

    con lo grande sino estar contenido en lo pequeo. Observar esver y comprender las seales no verbales, signos, del otro. Seobservan aspectos fsicos, emocionales, humanos y espiritua-

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    les (desde dnde entiende y vive el misterio de Cristo), hacien-do inferencias sobre el nivel alto, moderado o bajo de energa,obteniendo sentimientos sobre la relacin contigo ahora y aqu,obteniendo inferencias sobre el grado de posibilidad de cambio

    y aprendizaje y el grado de congruencia que ofrece, las discre-pancias (desacuerdos, contradicciones, inconsistencias) entreelementos conductuales, verbales, no verbales, lgicos. Con-viene alcanzar a saber el nivel de energa (organizacin de lavida, disciplina posible, ejercicio mental, atencional, concentra-tivo) y de recursos personales y espirituales de que dispone paravivir la vida y para caminar hacia adelante.

    La destreza de escucharEscuchar es atencin fsica, psicolgica y espiritual al espri-

    tu del otro. Supone or las palabras y escuchar el mundoreferencial y emocional desde el que esas palabras tienen esesentido particular que se les quiere dar en el aqu y ahora de larelacin por parte de l. Esto reviste mucha dificultad para elacompaante que slo est pensando en su respuesta o noconoce el camino de la comprensin subjetiva de lo objetivo: elcamino discipular de comprender el Reino en cada categora yen su conjunto. Requiere una tal maduracin humana y espiri-tual del director espiritual que trasciende los trminos y las pala-bras del dirigido para llegar a las realidades que vive y que co-munica.

    Supuestos para escucharEscuchar es una actividad importante en nuestra vida y, sin

    embargo, tenemos conciencia de nuestra falta de entrenamien-to para escuchar bien. La mayora de la gente cree que estescuchando cuando, de hecho, lo que sucede es que estnesperando que termine de hablar su interlocutor para entoncesdecir ellos lo que estaban pensando, por lo que no se ha esta-

    blecido un dilogo, sino justamente el acoplamiento sucesivode dos monlogos. Escuchar tiene unos supuestos de hondocalado de vivirse la propia persona del acompaante y se logra

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    (a) atendiendo y observando, (b) teniendo un mundo interiorpacificado y armnico, (c) captando el contenido singular delmensaje, (d) suspendiendo el juicio o prejuicio personal, (e) re-sistiendo las distracciones, que es todo lo que impide estar real-

    mente con el otro, (f) escuchando el tono emocional, (g) contex-tualizando lo dicho en la edad, lenguaje, proceso espiritual, sen-tido profundo, (h) reteniendo los puntos claves del contenido y(i) captando cmo entiende a Dios, desde lo cual nacen susactitudes, emociones y conductas; la distincin entre las perso-nas viene de cmo entienden a Dios, del grado de su unin conDios nacen sus determinaciones ms concretas, sus carateres,

    sus opciones, sus reacciones.La escucha lleva consigo una ascesis: mortificar nuestras pre-ocupaciones, no ir directamente a la solucin, soportar los pro-cesos para llegar a conclusiones fundadas, no simplificar paraacabar antes, no sacar conclusiones precipitadas para tranquili-zarse. Hay que entrar en el encuentro de escucha como evento,como acontecimiento, que en s es bueno y beneficioso para lapropia persona que escucha, para el acompaante; como mo-mento que Dios le ofrece para crecer en el ritmo de Dios con loshombres, estar en el tiempo de Dios, para ver su propio mundoy dar culto a Dios: siempre para beneficio del propio directorespiritual; el otro con sus incoherencias o contradicciones estpuesto por Dios para que sea acompaado y para hacerlo comoCristo con nosotros pecadores.

    La destreza de responderResponder es establecer una base intercambiable en el di-

    logo que lleva a la autoexploracin, a la iluminacin espiritual(al si supieras dnde est tu tesoro). Esta autoexploracin,comprensin espiritual de s mismo, conversin, muestra la con-gruencia, la situacin del problema al propio dirigido. Respon-der es la capacidad de saber comunicar al interlocutor su senti-

    miento y la razn del mismo de una forma precisa, desde unaclave iluminativa de s mismo, de su vida y de su situacin evo-lutiva espiritual. El saber responder comunica al otro que le he-

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    mos comprendido empticamente, verifica si hemos atendido yfacilita la autoexploracin del otro, le abre la luz iluminadora deCristo sobre su alma en accin. La destreza de responder secompone de tres aspectos: responder al contenido, responder

    al sentimiento y responder al sentimiento y al contenido.

    Destreza de iniciar el cambioLa destreza, la competencia, de iniciar incluye dos

    cualificaciones: personalizar e iniciar. Personalizar es ir ms allde la respuesta intercambiable, es un responder en profundi-dad, va ms all de lo manifestado por el sujeto, qu significa

    esto para l? Es una fase interpretativa, es empata aditiva, lapersonalizacin lleva al otro a caer en la cuenta, facilitar elinsight.

    Iniciar trata de responder a la pregunta Cmo lograr esto?Cmo llevar a cabo ese objetivo? El dirigido debe colaborarcon la gracia, la tarea de la persona con el don de Dios; aportarpersonalmente algo constructivo, como disposicin interior, parasolucionar el problema. La accin es el estadio final de todo elproceso de la relacin de ayuda. Por ello, el iniciar implica su-brayar direcciones especficas que le conduzcan hacia el objeti-vo deseado y motivarle para que recorra ese camino hasta quealcance la meta.

    3.3. EL DIRIGIDO

    3.3.1. El dirigido

    Finalmente, en la direccin espiritual no se puede olvidar queel mismo dirigido es tambin protagonista necesario e insusti-tuible de su camino espitual, porque nadie nos puede susti-tuir en la libertad responsable que tenemos cada uno como per-sona; por ello, el discpulo fortalecer de una manera ms

    radical su libertad acogiendo la accin formativa del Espritu.Pero acoger esta accin significa tambin, por parte del dirigido,

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    acoger las mediaciones humanas de las que el Espritu sesirve con su colaboracin personal, convencida y cordial92.

    3.3.2. Eleccin y cambio de director

    Cuando San Juan de la Cruz93aconseja no ponerse en ma-nos de cualquier director, est planteando la eleccin del direc-tor; esta eleccin no suele empezar por una proposicin formal,sino por la presentacin de algn problema concreto; no pidadireccin al principio, sino que tantee el posible director a travsde algunos planteamientos concretos para ver las garantas deuna posible buena direccin, lo cual sucede si el director mues-

    tra discernimiento y uncin en lo que se le plantea94. La elec-cin, hecha desde la fe, tiene que considerar las cualidades, yno por criterios tales como moda, gusto, mayora, no exige mu-cho. Orgenes95aconseja si es capaz de hacerse enfermo conel enfermo y llorar con el que llora. La misma eleccin diagnos-tica el ser y el obrar del acompaado, pone al descubierto sutema central. Hay que darle el consejo criterial de que al buscar

    y al vivir la direccin espiritual, as como en otros aspectos delcamino espiritual y pastoral: el evitar buscar el rodearse de maes-tros o maestros a la medida de sus deseos (2 Tm 4,3), buscarpalabras halagadoras y or siempre novedades.

    3.3.3. Tareas del dirigido

    Docilidad, confianza y manifestacin del corazn

    El dirigido debe mostrar docilidad a la llamada del Espritu,confianza en la direccin divina y una disposicin de esfuerzocon la ayuda de Dios en las dificultades. Al mismo tiempo debetener una confianza, apertura, docilidad y libertad en la fidelidad

    92 PDV 69.93 Cf. SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama, 3, 30-57.94 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., p. 94.95 Cf. ORGENES, Homila 2 sobre el salmo 37: PG 12, 1386.

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    hacia el director humano. La manifestacin del corazn96 (en len-guaje moderno sera muestra de su conducta, comentario sobrelas motivaciones sobre casos de su conducta) tiene como finali-dad exponer nuestra autntica personalidad creyente, lo mejor

    que sepa y pueda, en una conversacin sencilla. Los clsicoslos llamaban pensamientos con lo que designaban no slo laactividad del pensamiento, sino las imgenes, las figuras sensi-bles, que detenindose sobre ellas, hacen tender hacia ellas,fuera del individuo. Uno de los objetivos de esta manifestacinde los pensamientos es sacar a la superficie las fuerzas latentesen el fondo del nimo que, no compartidas con ninguno, resul-

    tan destructivas. No son necesarios todos los pormenores, sinoel modo de ser, las actitudes de fondo.

    Obstculos para abrir el corazn

    Debe facilitarle el que evite los clichs piadosos, cegados, ysuplantar la realidad propia que se manifiesta en frases de auto-res espirituales. Abrir el corazn es un riesgo a exponerse amalentendidos y al rechazo. Los obstculos para una aperturasincera se hallan en desviar la conversacin, iniciar una discu-sin, preguntar por otros temas, prodigar alabanzas, criticar paraprovocar la reaccin defensiva, hablar de aspectos no compro-metedores, cancelar encuentros, mantener en secreto algnaspecto de su vida personal, colocar una barrera por dentro comola racionalizacin diciendo que el director no es tan espiritual,tener una mente cerrada, decir que eso es su opinin personal,

    desenvolverse en un nivel puramente terico y abstracto, usardescripciones de libros espirituales, temas teolgicos polmicos.El director debe situar y favorecer el centrarse en lo que intere-sa para ser dcil al Espritu Santo97. Antes de manifestar el cora-zn, se precisa descubrir qu es lo que hay en ese coraznmediante soledad y quietud. A veces tampoco el dirigido es cons-

    96 Cf. TOMAS MERTON, Direccin y contemplacin, Atenas, Madrid 1986, pp. 34-47; L. M. MENDIZBAL, o. c., pp. 98-101; F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c.,pp. 87-106.

    97 Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., pp. 93-99.

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    ciente de lo que hay en su corazn, por ello, invitarle a ser trans-parente, y lo dems se ir manifestando y exponiendo de modosencillo sin largas explicaciones; manifestar el corazn no esnarrar toda la historia de su vida. Ser sencillo, franco y honesto

    no es tener la vida interior analizada y catalogada en todos suspormenores, es, simplemente, expresar lo que sepa y pueda.Se debe tener paciencia con el modo torpe de expresarse.

    Preparar el encuentro en direccin espiritual

    El director y el dirigido deben preparar sus encuentros, escu-chando atentamente a Dios, esto es, en oracin silenciosa y

    contemplativa. Pero para el dilogo de la direccin espiritual noes conveniente programar excesiva y obsesivamente lo que seva a decir y cmo se va a decir (cf. Mt 10,19-20), pues a vecestodo lo que se va a decir cambia; incluso al verbalizar ante eldirector el propio dirigido ve el camino; en estos casos el direc-tor no tiene en rigor que decir palabra. Debemos recordar quehasta la muerte no conoceremos a Dios total y completamente,pues hay subjetividad incluso en las percepciones inspiradaspor Dios. La trayectoria espiritual de cada uno es un misteriopersonal que se revela gradualmente y en fe98.

    El proyecto personal de vida espiritual

    Sin embargo, conviene proyectar la vida espiritual medianteel proyecto personal de vida espiritual99, pero no tener mentali-dad proyectiva, es decir, estar abiertos a Dios de tal modo que

    revisemos nuestro proyecto personal hacia aquellos campos queDios nos muestra y nos dedice de lo proyectado.

    3.3.4. Dificultades del dirigido para escuchar

    Algunos dirigidos van al acompaamiento espiritual con unaidea poco realista, con falsas expectativas; quieren y exigen re-

    98 Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., pp. 99-105.99 Cf. ALONSO SEVERINO-MARA, Proyecto personal de vida espiritual: Indicacio-

    nes elementales, Publicaciones Claretianas, Madrid 1997; Proyecto personal de

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    sultados rpidos, respuestas claras y progreso acelerado y enbreve, tomando como responsabilidad propia lo que es asuntode Dios, y entienden la perfeccin como iniciativa y esfuerzopersonales en lugar de docilidad y colaboracin con la iniciativa

    divina. La vida espiritual es un proceso gradual.

    3.3.5. El consejo espiritual en la decisin del dirigido

    El papel del consejo para el aconsejado es un tema que nosiempre se sita debidamente. Al principio ya se ha citado laposicin de San Vicente Ferrer afirmando que Cristo no conce-der su gracia, sin la cual no podemos nada, si el discpulo,

    teniendo la posibilidad de ser guiado e instruido, desprecia o nobusca orientacin, creyndose suficientemente capaz de inda-gar y encontrar lo que le sirve para su salvacin100. Ciertamente,el consejo espiritual, como el consejo moral, es un elementoque el consultante o el dirigido debe integrar y tener en cuenta ala hora de hacerse su determinacin espiritual o decisin moral;no tiene la categora de mandato pero tampoco tiene ninguna

    categora por ser mero consejo. El aconsejado tiene el deber deincorporar el consejo a su haber mental espiritual, no yuxtapues-tamente sino implicando y teniendo en cuenta el consejo en supropio modo de proceder.

    Con frecuencia se dice de la instituciones o de las actuacio-nes personales que es un mero consejo como si fuera algo a notener en cuenta, y que no obliga, esto hay que matizarlo. Es

    ms, cuando uno busca consejo, sea personal o institucionalmen-te, debe evitar consultarse a s mismo, es decir, buscar a quienpiensa como l o a quienes son sus colaboradores afectivos,pues eso no es la bsqueda sincera de Dios, ni buscar consejo,ni el ejercicio que la Iglesia tiene de la bsqueda de consejo;

    vida espiritual, en: FERNNDEZ BONIFACIO Y TORRES FERNANDO (eds.),Recrear nuestra espiritualidad, Publicaciones Claretianas, Madrid 2001, pp. 213-254; SEMINARIO DIOCESANO TEOLOGADO. Dicesis de Orihuela-Alicante,Proyecto personal, Alicante 1992.

    100 SAN VICENTE FERRER, De vita spirituali, cap. IV.

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    eso es consultar el alargamiento de nosotros mismos en la ima-gen de los que congenian con nosotros, en el eco de nosotrosmismos en los allegados que obran con una aquiescencia simu-lada o espiritualmente corta. Buscar a Dios y su voluntad con

    honestidad exige ensanchar la consulta ms all de nosotros ynuestro mbito consensuado, consultando con la mirada subratione aeternitatis, dice San Ignacio de Loyola, buscando albuen solo Dios y su voluntad bajo la mirada de lo definitivo.

    Por ello, el consejo, mejor, la obediencia al consejo espiritual,ha sido una discusin a lo largo de toda la historia de la espiri-tualidad; otros hablan de docilidad101. Muchas diferencias son

    cuestin de palabras102

    . Sera una mala direcin la que recurrea la imposicin, pero tambin sera mala direccin espiritual laque devala el consejo porque no es un mandato jurdico; eneste tema hay grados de autoridad. La obediencia al consejoespiritual indica solamente el dejar a un lado, en muchas oca-siones, el propio juicio limitado y creer que el anciano digno deconfianza mediacional eclesial conoce sapiencialmente el cami-no a recorrer.

    101 Cf. F. K. NEMECK y M. T. COOMBS, o. c., p. 237; L. M. MENDIZBAL, o. c., p. 56.102 Cf. L. M. MENDIZBAL, o. c., p. 57; STEVE R. WIGALL, What is a Spiritual

    Directors authority?, Review for Religious, 56 (1997), n. 4, pp. 364-369.

  • 8/12/2019 El Acompaamiento Espiritual

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    4. CONCLUSIONES

    1. La direccin espiritual es un carisma a implorar, una cien-cia a aprender, un arte a adquirir y una sabidura a florecer.

    2. La direccin espiritual es un hecho esencialmente teologaly eclesial que debe ser vivido como medio y estmulo parael propio camino de fe y obediencia a la voluntaddeDios.Es un ministerio de ayuda prestado comunitaria o indivi-dualmente, en nombre de la Iglesia y en la fuerza del Esp-ritu Santo, al que quiere progresar en la vida de fe, de es-peranza y de caridad para asemejarse totalmente a Cristo,

    y por eso pide consejo y ayuda.3. En la accin concreta de ayuda espiritual hay que saber

    entretejer y armonizar el primado de la direccin del Esp-ritu Santo en cada persona, la responsabilidad primera dequien sigue a Cristo y la funcin subsidiaria del maestrodel espritu.

    4. Ciencia, sabidura, discrecin, experiencia, don de enten-

    der y arte de sugerir con sencillez y eficacia (atender, res-ponder e iniciar la accin) son cualidades del director espi-ritual.

    5. Se educa ms por lo que se es que por lo que se hace ydice. Todo texto (lo que dice el director espiritual) slo esfecundo desde el contexto del mensaje (la propia persona-lidad del director espiritual en cuanto vivencia del Misteriode Cristo). La educacin verdadera o la transmisin de losvalores, de la fe, obra en el dirigido por la mediacin espi-ritual del ser del acompaante, por contagio, por smosis,persona a persona. El discernir, el orientar o el aconsejares llevar a los dems lo contemplado.

    6. El encuentro humano en direccin espiritual, mediacindeseada por Dios del encuentro con Cristo.

    7 El dirigido debe mostrar docilidad a la llamada del Espritu