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Ejercicio 1 De acuerdo con lo tratado en el Módulo I, el facilitar la participación del niño y la niña como protagonistas es un imperativo de la intervención docente, que debe apostar por una intersubjetividad que facilite la construcción de identidades y, al decir de Silvia Schlemenson: “Si bien el niño busca en «los otros» la referencia de ajenidad que lo completa y lo posiciona, esta referencia sólo se cristaliza y se vuelve significativa cuando está triangulada e intermediada, en este espacio en transición, por un adulto que la legitima. El maestro representa, en el interior del grupo escolar, un nuevo vértice posicional a través del cual el niño se constituye como sujeto, pues es quien ofrece el código de alteridad necesario para que la diferencia entre el sujeto y «los otros» resulte constituyente y significativa y no aleatoria sádicamente competitiva o banalmente enunciada.” (Schlemenson, S., 2000) Por tanto, las situaciones áulicas deberían estar pensadas de tal forma que en todas ellas se promoviera el protagonismo de alumnos y alumnas. Un ejemplo claro de dispositivo áulico que refleja este posicionamiento acerca del quehacer docente es el del encuentro inicial, tal como se expuso. Para este ejercicio elegimos otro dispositivo: el juego simbólico por rincones. Es imposible detallar aquí las potencialidades del juego simbólico, propio de los niños y niñas que recibimos en la Educación Inicial. Sólo diremos que en él, mediante la simulación de acontecimientos imaginarios, se aprende y se ponen en práctica roles personales y profesionales que tienen como referencia el mundo adulto. Esta metodología, como todas las propuestas en el aula, implica tres momentos en la intervención docente: el antes, el durante y el después. El antes: Es el momento de planificación, de organización del espacio y también aquel en el que se presenta a los/as niños/as, donde se acuerdan las normas de funcionamiento. Son muchos los espacios que se pueden co-crear (tanto a nivel aula como por nivel –aula extendida- o para el uso institucional): establecimientos productivos, de compra-venta, de servicios, culturales o dependencias del hogar pueden servir de escenarios a representar. Los rincones pueden y deben ir cambiando de acuerdo, por ejemplo, a los contenidos que vamos trabajando y, por supuesto, a las necesidades planteadas por los/as alumnos/as.

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Rol docente y protagonismo infantil

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Page 1: Ejercicio 1

Ejercicio 1

De acuerdo con lo tratado en el Módulo I, el facilitar la participación del niño y la niña como protagonistas es un imperativo de la intervención docente, que debe apostar por una intersubjetividad que facilite la construcción de identidades y, al decir de Silvia Schlemenson:“Si bien el niño busca en «los otros» la referencia de ajenidad que lo completa y lo posiciona, esta referencia sólo se cristaliza y se vuelve significativa cuando está triangulada e intermediada, en este espacio en transición, por un adulto que la legitima. El maestro representa, en el interior del grupo escolar, un nuevo vértice posicional a través del cual el niño se constituye como sujeto, pues es quien ofrece el código de alteridad necesario para que la diferencia entre el sujeto y «los otros» resulte constituyente y significativa y no aleatoria sádicamente competitiva o banalmente enunciada.” (Schlemenson, S., 2000)Por tanto, las situaciones áulicas deberían estar pensadas de tal forma que en todas ellas se promoviera el protagonismo de alumnos y alumnas.Un ejemplo claro de dispositivo áulico que refleja este posicionamiento acerca del quehacer docente es el del encuentro inicial, tal como se expuso.Para este ejercicio elegimos otro dispositivo: el juego simbólico por rincones.Es imposible detallar aquí las potencialidades del juego simbólico, propio de los niños y niñas que recibimos en la Educación Inicial. Sólo diremos que en él, mediante la simulación de acontecimientos imaginarios, se aprende y se ponen en práctica roles personales y profesionales que tienen como referencia el mundo adulto. Esta metodología, como todas las propuestas en el aula, implica tres momentos en la intervención docente: el antes, el durante y el después.El antes:Es el momento de planificación, de organización del espacio y también aquel en el que se presenta a los/as niños/as, donde se acuerdan las normas de funcionamiento.Son muchos los espacios que se pueden co-crear (tanto a nivel aula como por nivel –aula extendida- o para el uso institucional): establecimientos productivos, de compra-venta, de servicios, culturales o dependencias del hogar pueden servir de escenarios a representar.Los rincones pueden y deben ir cambiando de acuerdo, por ejemplo, a los contenidos que vamos trabajando y, por supuesto, a las necesidades planteadas por los/as alumnos/as.El modo de elección para el juego también varía según la intencionalidad el momento: pueden ser elegidos libremente o que la maestra decida los grupos para rotación.A su vez, un rincón puede utilizarse como lugar central de la actividad, planteándose determinada propuesta para ese día (por ejemplo, si estamos trabajando la igualdad de género en las tareas del hogar, podemos acordar tareas para realizar en el rincón de la casita).Las posibilidades son infinitas.El durante:La docente deberá realizar una intervención flexible, priorizando la observación (que enriquece la visión grupal e individual) pero también participando cuando la situación lo requiera del propio juego (sin invadirlo, lo cual requiere de determinada sensibilidad).El después:Es fundamental que cada niño/a pueda (tornándose protagonista del diálogo colectivo) expresar ideas, sentimientos, necesidades… acerca de lo vivido en el transcurso del juego, lo que nos proporcionará insumos de cara a la replanificación y al tratamiento de temas transversales (como la resolución de conflictos).