efraín bartolomé

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Poéticas de lo cotidiano: la escritura de Efraín Bartolomé. La biografía. Poeta vivo, nacido en plena mitad del siglo XX, en el lado del mar, exactamente en Ocosingo, Chiapas. Sobre el constructo de su imaginación, Juan Domingo Argüelles afirma: “actualmente ejerce la psicoterapia como una forma de práctica poética, ya que, él mismo afirma, su vida ha sido puesta, por vocación y elección, al servicio de la poesía. En otras palabras, ha asumido el oficio poético como un sacerdocio” (Argüelles) 1 . Algunos de sus poemarios más sobresalientes son Ojo de jaguar (1982), Música solar (1984), poemario merecedor del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Cuadernos contra el ángel (1987) Cantos para la joven concubina y otros poemas dispersos, Mínima anomalia, ambos poemarios publicados en 1991 y, por supuesto, La ciudad bajo el relámpago (1983). Es miembro del Sistema Nacional de creadores, del The Internancional Academy Latino Arts y del Pen club entre otros. Imparte talleres de poesía en distintas instituciones culturales y es común encontrarlo en encuentros de poesía, vestido siempre de blanco, al lado de su esposa. Ha sido galardonado con una serie de premios entre los cuales se destacan el Premio Tuchtlán de Chiapas,el Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines”, el Premio Nacional de Poesía “Carlos Pellicer”, el Premio Nacional de Poesía 1 Véase: www.horizonte.unam .mx/cuadernos/efrain/efrain2.html (revisado el 27 de enero de 2015).

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Page 1: Efraín Bartolomé

Poéticas de lo cotidiano: la escritura de Efraín Bartolomé.

La biografía.

Poeta vivo, nacido en plena mitad del siglo XX, en el lado del mar, exactamente en

Ocosingo, Chiapas. Sobre el constructo de su imaginación, Juan Domingo Argüelles

afirma: “actualmente ejerce la psicoterapia como una forma de práctica poética, ya que, él

mismo afirma, su vida ha sido puesta, por vocación y elección, al servicio de la poesía. En

otras palabras, ha asumido el oficio poético como un sacerdocio” (Argüelles)1. Algunos de

sus poemarios más sobresalientes son Ojo de jaguar (1982), Música solar (1984), poemario

merecedor del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Cuadernos contra el ángel

(1987)

Cantos para la joven concubina y otros poemas dispersos, Mínima anomalia, ambos

poemarios publicados en 1991 y, por supuesto, La ciudad bajo el relámpago (1983). Es

miembro del Sistema Nacional de creadores, del The Internancional Academy Latino Arts

y del Pen club entre otros. Imparte talleres de poesía en distintas instituciones culturales y

es común encontrarlo en encuentros de poesía, vestido siempre de blanco, al lado de su

esposa.

Ha sido galardonado con una serie de premios entre los cuales se destacan el Premio

Tuchtlán de Chiapas,el Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines”, el Premio

Nacional de Poesía “Carlos Pellicer”, el Premio Nacional de Poesía Gilberto Owen, el

Premio Internacional LatinoArts 2001 y otros más2

Poéticas de lo cotidiano en Ciudad bajo el relámpago.

Poemario dividido en tres partes:

I. Vivir la ciudad.

Que, a su vez, se divide en “Eje Central” y “Visión superficial de los escombros”.

II. Ciudad bajo el relámpago.

Compuesto de “Ciudad bajo el relámpago”, “Círculo de calma” y “Fin de fiesta”. Esta

parte, además, está dedicada a Adelaida Villela, asistente al taller literario que Bartolomé 1Véase: www.horizonte.unam .mx/cuadernos/efrain/efrain2.html (revisado el 27 de enero de 2015).2 Véase: www.elem.mx/autor/datos/1862. (Revisado el 27 de enero de 2015).

Page 2: Efraín Bartolomé

daba en la UNAM entre 1981 y 19823y justo después dos epígrafes, uno de Leopoldo

Lugones que resulta ser una metáfora para enunciar el relámpago:

Sobre el bosque de hierro vibra en llamas un sable

que divide a lo lejos el firmamento en dos.

(Bartolomé, 1983)

El segundo epígrafe es de Manuél José Othón y corresponde a la isotopía de lo subyugado,

de aquello que está soportando un peso que no es el suyo:

Y allí estamos nosotros, oprimidos

por la angustia de todas las pasiones,

bajo el peso de todos los olvidos.

(Bartolomé, 1983)

Con estos últimos dos paratextos, el poeta hace hincapié en las palabras elementales que

importan a Ciudad bajo el relámpago. Nótese la falta de artículo determinativo en el

primer sustantivo y su presencia en el segundo. Eso se puede interpretar de la siguiente

manera: no es la ciudad protagonista del poema, sino la acción transitiva del verbo, que a su

vez es ejecutada por el segundo sustantivo que si está acompañado de su artículo

determinativo. Ciudad esclava, sometida al fuego del relámpago. Sobre esta presencia del

rayo, Juan Domingo Argüelles explica: “Como se lo ha propuesto a lo largo de todos sus

libros y todo su ejercicio poético, que, en poco más de una década, ya se erigió en una

verdadera obra,, [...]Efraín Bartolomé toca “la fuente del rayo” (Argüelles).

De esta manera, se presenta el poemario, metaforizando al relámpago y ese estar bajo

presión que irá in crechendo a lo largo del poemario, mediante estas dos citas.

Gracias a estos paratextos, la dedicatoria y los epígrafes, podemos apreciar atención y

emoción para con el poemario de parte de su autor; éstos son los ritos preparacionales del

poemario. Bartolomé nos guía por las piedras estructurales de la obra.

3 Véase: http://circulodepoesia.com/2008/08/elpoetatienesuarcoenelorigenyprendeunaflechadesangresobrelaplayadelfuturo2/

Page 3: Efraín Bartolomé

III. Los rostros de la llama. Parte dedicada a Marco Antonio Campos y Óscar Wong.

Contiene, además un epígrafe de Fray Luis de León que presenta la idea de la

imposibilidad de decir “aunque se vuelvan lenguas mis cabellos”( Bartolomé, 1983:

33). Esta última parte presenta instantáneas cotidianas de la ciudad, sus habitantes y

sus artificios:

Los altos edificios

sostenían la tarde

(Bartolomé, 1983:41)

La ciudad se licúa

y escurre

hacia la coladera

(Bartolomé, 1983: 38)

Los solos

los que apagan el miedo en las cantinas

(Bartolomé,1983: 36)

Ya desde el poema inicial, mismo que da nombre al poemario, hay una manifestación de lo

que llamaremos poética de lo cotidiano, la cual se identifica mediante estos

poemas/testimonio que abren la experiencia poética cuando encontramos al yo lírico

preguntándose por aquellas cosas que constituyen lo que conocemos por cotidiano:

Qué les pasa a los cuadros

Qué les pasa a los libros a la casa

(Bartolomé,1983:21)

Page 4: Efraín Bartolomé

Es el yo poético quien se detiene a contemplar instantes de lo cotidiano y nos los entrega en

imágenes que van construyendo la poética a la que este documento hace referencia. Lo que

nos llega de esa experiencia suya es el poema:

Quedaron gotas en el vidrio

Ruedan

A veces

uno piensa

que también a los cristales

se les pone la carne de gallina.

(Bartolomé, 1983:23)

Este mecanismo implica un reconocimiento inmediato ente el lector y los asuntos del

poema . Cada texto que conforma Ciudad bajo el relámpago explica con ojo testigo el

extrañamiento encarnado en la alteración de los símbolos de lo cotidiano y que es

percibida por el sujeto poético, es él quien nos transmite la otra historia del mundo:

Una rosa de fuego escupe el hombre de la esquina

La mañana se incendia

(Bartolomé, 1983: 35)

Una cierta violencia...

Cabe hacer mención de cierta violencia seductora que ve la luz en un par de poemas.

Ambos forman parte de “Los rostros de la llama”. El primer fragmento se localiza en la

página 36:

Los que mueren de frío en largas noches

en que una loca se arranca los cabellos

con un aullido colgando de cada mano

Page 5: Efraín Bartolomé

(Bartolomé, 1983:36)

En este caso, sorprende la construcción delirante de la imagen poética, pues genera esa

sensación que otorga el relámpago cuando, al estar siendo, su luz puede dejarnos percibir

momentos exactos de acontecimientos como el que se describe en la imagen anterior. Qué

maravilloso sería el poemario de Bartolomé si consiguiera este efecto en cada poema, lo

cual, supongo, es su intención. En esta imagen lo que seduce es el delirio de su estampa.

Incluso, se puede decir que en este fragmento hay un aumento de la intensidad plástica del

lenguaje poético, una consumada evocación de la materia. Ut pictura pöiesis, en palabras

de Horacio. Aquí se habla de intensidad plástica cuando una imagen poética se finge visual,

aclaro que utilizo el verbo fingir en el sentido pessoaniano, y esto se debe a la constitución

de las palabras que encuentran en el poema su sitio, así como cuando los objetos se

configuran en el espacio de la foto o el cuadro. Es decir, cada una de estas imágenes

poéticas tiene la facultad de evocar la materia de cada uno de los elementos constitutivos

del cuadro poético: la loca y sus cabellos, los aullidos y los que mueren en el caso de la

primera imagen aquí analizada.

Otro ejemplo de esta cierta violencia seductora se encuentra en el poema-estampa de la

página 46:

La multitud

hinchada de deseo

te dice cosas al oído

Un día te violará

en jadeantes

zaguanes

Bartolomé, 1983: 46)

A diferencia de la primera , en esta imagen lo que seduce es el deseo, pero también guarda

correspondencia con la intensidad plástica de la imagen poética anterior, pues ambas

presentan instantáneas auspiciadas por la luz del rayo en una ciudad-selva. La evocación de

Page 6: Efraín Bartolomé

materias promueve las estampas visuales en las que momentáneamente se convierten ambas

imágenes.

Constituyentes retóricos.

Obviamente estamos ante el dominio del verso libre. Hay una métrica desordenada en la

que se mezclan desde versos alejandrinos y endecasílabos hasta bisílabos y trisílabos. Esta

variada configuración de versos en el poema enfatiza la atmósfera fragmentaria que la

misma calle a la que se hace referencia ofrece diariamente a los transeúntes.

Aunque fragmentada, la armósfera poética también se construye por isotopías que sitúan al

silencio como morador de tan inminente calle; la frase El ruido se acalla a sí mismo

encuentea acentuado su significado con la frase del siguiente verso en la que leemos esta

comunión de silencios.

Lo anterior encuentra su correspondiente lógico en un tiempo precisó que delimita al

poema: Llovió. Verbo que , conjugado en pasado, incrementa la idea de silencio.

En cuanto las estrofas, también son irregulares; no tienen rima, aunque son estas estructuras

las que contienen los versos más largos del poema:

Las siete la noche y no soy yo

son mis pasos sin orden los que cargan mi cuerpo

sobre el asfalto fresco de la avenida

San Juan de Letrán

(Bartolomé, 1983:11)

En la primera estrofa se identifica una analogía entre partes de la ciudad aunados a

características propias de espacios naturales. Así, el yo lírico nombra un asfalto fresco de la

Avenida y esta idea se encuentra reafirmada en la segunda estrofa, pues hay una aclaración

de que, después de la lluvia, el asfalto huele bien, como la tierra húmeda.

La tercera estrofa revitaliza la noción de frescura que el yo poético ha construido desde la

primera estrofa:

La tarde respiró un aliento fresco

Page 7: Efraín Bartolomé

que suavizó la luz multicolor

(Bartolomé, 1983::11)

De hecho, el verso final de la tercera estrofa introduce el tono de la siguiente construcción

poética del texto: la del silencio. La palabra “suavizó” en el verso final de esta estrofa

permea la isotopía del silencio y la quietud que se verán expresadas en la cuarta estrofa:

El ruido se acalla a sí mismo

para escuchar mejor el rumor de estos pasos

que avanzan sin concierto en esta comunión

de silencios

(Bartolomé,1983:11)

En cuanto a los versos sueltos restantes, éstos, su acomodo en el espacio en blanco y su

brevedad, anuncian el caos inmediato y hay una voz que ya no es la del yo lírico que se

alterna con instantáneas breves de la ciudad:

Y dice rutinaria

---¿No vas güero?

Anuncios luminosos:

dientes en la sonrisa de la noche

(Bartolomé, 1983:12)

De esta manera, queda alterado el silencio inmediato y suave que queda después día lluvia

para abrir el espectro de un lado de la ciudad que es más perturbador. Se sabe que en en

Distrito Federal todos son güero o güera, son las formas comunes con las que se interpela a

los transeúntes. La pregunta ---¿No vas güero? Funciona como elemento perturbador y ante

tal cambio de atmósfera, el yo poético anhela el retorno a su propio cosmos: la casa:

Quiero irme a casa.

(Bartolomé, 1983:13)

Conclusión.

Page 8: Efraín Bartolomé

“Eje Central” es un poema que juega a decirse entre el silencio, lo fragmentario y giros

inmediatos que, introducidos por una voz ajena, originan una vuelta de tuerca en la

percepción de la ciudad. Es este giro, originado por una pregunta que se repite dos veces

dentro del poema, el que genera un cambio de disposición en el yo lírico y del cual somos

testigos.

Si bien, el mérito de Bartolomé es evidente y se demuestra en sus imágenes trabajadas con

disciplina, desde mi punto de vista hay algo que falta en su poesía. La encuentro rígida, un

tanto acartonada; presiento que es un tipo de escritura que si bien llega a lograr imágenes

vibrantes, puede caer también en un estatismo lírico que la hace perder intensidad emotiva.