eduardo espina- poemas y textos

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LA PATRIA, UN OBJETO RECIENTE (Aquí la vida hace como que existe) La mortalidad de su materia es lo que da para empezar: a punto de quedarse deseada encuentra la perla y el apodo. Vida como dádiva duradera, como ha sido la del búfalo y detrás, la pantera. Entre zancadas hasta cruzar la bruma más allá del alba añadida a la persona del paje que pregunta por el anfitrión. A tiempo de tener lo que nunca nació, la mañana derrama lebreles de brillo, la letra que a la voz anuncia naciones, nada más que la solución de siempre. Llega la lluvia, la costumbre del agua y el ocio que por cierto cae en desuso: la luna en el heno hace a la planicie, el invierno al venado que alcanza a ceder. Por su hez ha sido el sitio disminuido, en algo convertido como cuerno y ahí: la flecha conocida al quedarse clavada, el cuerpo dispuesto por la posibilidad. Podría resumirse así: el margen de los recuerdos origina con el gerundio y la canción llevada al grazno del susurro. Ciervo, hierba y loan luego al viento: la casa encuentra el coto desconocido. De toda su estatura hace sentir al cielo. Duerme la piel a pesar de lo que pasa. Los ojos dan por verdad a las palabras las cosas buscan un lugar en la mirada. EL NIHILO (La nada no sabe por qué) La lírica del campo une los indicios, una manera de querencia a querer el apero del cuerpo pero recién su raza. Queda, como corolario haría un año,

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LA PATRIA, UN OBJETO RECIENTE (Aquí la vida hace como que existe)

La mortalidad de su materia es lo que da para empezar: a punto de quedarse deseada encuentra la perla y el apodo. Vida como dádiva duradera, como ha sido la del búfalo y detrás, la pantera. Entre zancadas hasta cruzar la bruma más allá del alba añadida a la persona del paje que pregunta por el anfitrión. A tiempo de tener lo que nunca nació, la mañana derrama lebreles de brillo, la letra que a la voz anuncia naciones, nada más que la solución de siempre. Llega la lluvia, la costumbre del agua y el ocio que por cierto cae en desuso: la luna en el heno hace a la planicie, el invierno al venado que alcanza a ceder. Por su hez ha sido el sitio disminuido, en algo convertido como cuerno y ahí: la flecha conocida al quedarse clavada, el cuerpo dispuesto por la posibilidad. Podría resumirse así: el margen de los recuerdos origina con el gerundio y la canción llevada al grazno del susurro. Ciervo, hierba y loan luego al viento: la casa encuentra el coto desconocido. De toda su estatura hace sentir al cielo. Duerme la piel a pesar de lo que pasa. Los ojos dan por verdad a las palabras las cosas buscan un lugar en la mirada.

 

 

 EL NIHILO

(La nada no sabe por qué)

 

La lírica del campo une los indicios,

una manera de querencia a querer el

apero del cuerpo pero recién su raza.

Queda, como corolario haría un año,

el principio perteneciente al paisaje.

No faltará al final dificultad infinita:

la belleza vendrá con dragones, verá

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antes que venga la garúa a la unidad.

Hacia la excesiva inmortalidad de la

salamandra rueda natural, en cenizas

sale y asola la raya lacia del enigma.

Qué podría darse sino nombre antes

de melampos, de muestra de afectos

con ínfima mano siguiendo de largo.

Y duran lo que un lirio aún reunido,

lo que el aura oiría para que fuera él.

Lleva una vida su duración al jardín,

al ojal en las lilas sale seguidamente,

salva la voz por el bosque la quietud

de quienes mal se atreven a seguirla.

Será esa la inmensidad ¿de lo izado,

el intervalo de lábaros y la bandera

donde tal viento iba también antes?

Claro el clima a un costado al cabo

alababa la vaca con lado inefable y

tú, tema de mater conversa vestida

a los misterios que la muerte teme

hasta donde pudo vivir por delante.

Un ojo que podría haber sido hace

las paces, siente al iris con erizarlo,

rozando erraba al Sur nunca sabido.

Pero no todo fue tanto ni por estar

al atardecer mientras la trilla venía

enviando al país apilado, a la moza

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que mal se asoma a la invisibilidad.

Va la ocarina al castor en esta causa,

alcanza el comienzo del cielo donde

falte acaso la boda al bosque debida

y de ida debía venir la vida dormida.

Hace rato que Occidente está quieto,

hace más de un sábado hizo un mes.

Trayendo edades diferentes, el reloj

regaña la blanca arenga por la cama,

junto al frijol, juntos, el general y la

gema: nadie intrigado para tratarlos.

Celajes, comisuras, unos con horas:

no decir nada, dejar la lengua vacía.

Por aquí el apero pende del empeño.

El silencio hace al azar a lo lejos, la

inexistencia de todas las otras cosas 

 

Extraídos de la Revista de Poesía PROMETEO, nos. 81-82, 2008. Memorias del XVIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE MEDELLÍN

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Momias(Morir entre comillas)

En la invisible inmensidaddel tiempo y de todo les tocael calor de cada cromosoma,la cuna que trajo cuanto quiso.Saben de más venganzas, delcielo que ha sido demasiado.(Quietas, calladas como ellas:es el silencio lo que confiesan)Dentro de la inmensa morada,lo mismo la lamia que la hurí.Ah la unión de los nacimientos,blancura de holgados brocados,seda somnolienta para librarlas.Cabe la verdad que las venda.Fijeza ni velocidad se les viocuando a solas por la cripta,la piel o algo peor añorando.La nada que nunca llegaba.(Quedaron envueltaspara que la muerteno las hiriera)

El tiempo en lo que llega mañana(Con Ludwig Zeller en Oaxaca)

El rumor a helar los rabos a lo largodel lugar, ánimas de mutua cantidadanteriores a cada huella que tendría,(la vida tan dentro, la visión sabida)cuando más que deseos para sí decíaen desaire de cielo la solución de losabisinios por la cripta del ojo a dejarademás del modo resplandeciente dela anguila hacia la isla del comienzo:todo dividido en la gradiva por durar.Pero en tal atalaya donde los tullidoshuían inquietados a quitar su cadenade cadmios amenazados por osadías,se iban olvidando del alba varada aun costado, de casi hadas en la edadairada del error que a lo hermoso demuy cerca y a lo bello también veía.El fin a encontrarse con el principio,la sorpresa con el ciprés en presente:en la manera del ocioso no amanecey la velocidad recorre algo recíproco.

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Lo mejor de Magallanes(Un poema estrecho)

Las crónicas dan cuenta,astrolabios y silabarios,cifras para no tener frío sitodo fuera como el fulgor.La era manchada de arena.En el hueco de la lágrima,la balsa de un semblante o vio el mar menos que esto.Salvaban los ojos al alma:la jauría de los pajarracospasando el azar a su ángellograba lo que otra vez labelleza dejó que hallaran,el loro sin resolver el lirioy luego un lirón en lo queharía al mundo disminuir.Palabras como charque ychinchulín, ñandú dudosopor aquí y allí lo que tirita,bicho, carpincho, piripicho.Palabras que han parecido,sitio, cenzontle, soluciones.Va cansado a conseguirlas.Día para quedarse en Leda.Oh lo inusual del universoa babor del contemplante:había llegado tan lejos,que al mirar para atrásvio el horizonte un día después.

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ABRIL DE 2007El cutis patrio, de Eduardo Espinapor José Kozer

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Leo a Espina de dos modos: con frac y bombín o con la túnica del monje budista. El primer atavío me propicia el acceso a su jacaranda, al arrebato gozoso de la palabra; la segunda vestimenta me arropa para enfrentar, detrás del aparente desvarío, la desolación de quien, creyente deseoso, está a la intemperie, en un estado de la mayor desconfianza: sabe del absoluto de la muerte, de la Nada donde no hay nada, pero que nada; sabe que en vida también la Nada rige los movimientos del día, los pesados y azarosos pasos del tiempo desaguando en el día después de la posteridad, donde, sin duda, el cero que en vida tuvo miedo a enmudecer, de a todas todas al morir, enmudece. O como dice el subtítulo del poema titulado “La fecha del día siguiente: (si hoy es sábado, mañana no).” Nada más evidente, ¿verdad? Cual decir, sin maldecir, Nada más evidente que la Nada. Pues lo evidente evidencia lo inevitable: que estamos de paso, pájaro incierto, ala ficticia, y a fingir llaman (o habría que pegarse un tiro). Así, leo doble, a veces bizco, la obra de Eduardo Espina, quizás el poeta vivo más imaginativo del lenguaje en lengua castellana. De atavío dieciochesco o decimonónico leo su gramática de salón, y zarabandeo; de ropaje monástico y búdico leo, lo que él mismo llama “el milagro de lo trascendente [que] habla por lo contingente”; y desde una desesperación hormigueante, proliferante, que comparto, padezco su desolación.

En lo que va de siglo, y que se sepa, en el inabarcable ámbito del Universo, sólo a Eduardo Espina se le ocurriría titular un libro El cutis patrio. ¿Boutade? ¿Arbitrariedad? ¿Un loco asirio escribiendo destartalamientos en castellano? Al contrario, locura sería seguir haciendo escritura al trillado modo desgastado que tanto gusta a la generalidad de los lectores de medio pelo; arbitrario sería cantar a estas alturas de la “Historia a la Patria”, pongamos, al modo decimonónico (Oh tan conmovido); Boutade, que no debe faltar, sería gratuita, si el estro galante no contuviera el estro espiritual, hondo, que caracteriza la persona y la obra de Espina. Ese título es, dicho en plata, oro razonable: sintetiza, en su paradójico esplendor, la pugna fundamental entre lo general y absoluto, y lo singular y relativo: o dicho al modo clásico (y calássico) la búsqueda (por necesidad del ser que teme devenir Nada) de lo imperecedero, desde la dolorosa conciencia de lo efímero. La Patria es de todos (en teoría); el cutis de cada cual: y así, lo general y lo singular se conjugan en este título, en cuanto deseo: el deseo de que cada cutis pueda participar de toda la Patria, tal y como la dermis participaría de un Orbe inalterable y dichoso para todos, tras la Muerte.

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Espina es más intenso que extenso: la extensión cuadrada de cada uno de sus textos no exigiría, a ras, más de diez minutos para una lectura; sin embargo, leerlo en profundidad, dada la intensidad sintáctica, de desplazamiento y desarticulación de su poesía, exigiría días y horas interminables de paciente lectura, que a este lector inveterado de su obra, ha procurado y procura momentos múltiples de conocimiento en el desconocimiento, de luz en la tiniebla, de júbilo en la desolación. Así, considero, que la intensidad de Espina es una extensión: sólo que se trata de una extensión en verticalidad, extensión escabrosa, de simas y cimas, de valles y anfractuosidades en que crece la hierba lapislázuli y la roca que da agua y fertiliza. Los textos del cutis pican, forjan, recomponen y cavan hacia un subsuelo que nada tiene que envidiar al cielo ni a la Nada: sus renglones, casi todos del mismo tamaño, hunden la zarpa y el pico en el duro granito o la mojada arcilla, extrayendo del lenguaje, Verbo, y del Verbo, risa, referencialidad, desasosiego, infinito vocabulario, precisión del estro, magnitud de la mano que sabe donde colocar de la tinta al papel, o de la tecla a la pantalla, justo lo necesario: el mot juste que, ajeno a toda verbosidad, compone y recompone el infinito, proyectado desde el arduo trabajo de Eduardo Espina.

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¿Cómo leer a este individuo, casi personaje, feroz cuan tierno, que es Eduardo Espina? El primero paso por dar es disfrazarse, y estar así a tono, para leer en los disfraces de sus textos. El segundo paso, dejarse llevar por lo imbricado, cantar o canturrear sus poemas, no esperar de primera y pata un sentido concreto, un sentido que tenga premisas y consecuencia, o presentación, trama (traumática, sobre todo, para no llorar en el ángulo de un cuarto oscuro) y desenlace. O sea, paso segundo: desembarazarse de los prejuicios de lector y armarse de paciencia para lo nuevo, un “nuevo” en el sentido que diera Pound a la expresión del chino que dijera Make it new (evidente que Pound lo dijo en inglés, habiéndolo dicho el chino en chino). Paso tercero: sostener todo el tiempo la noción de que estamos ante una poesía que remodela los fundamentos poéticos de la tradición, renovándolos y revitalizándolos: y lo logra, una y otra vez, acudiendo a los subterfugios de la desarticulación del texto, del corte del discurrir sintáctico, de su desplazamiento, así como a la banalización de lo exquisitamente sublime de la tradición venida a menos (léase, un sublime en falso, por retoricón) constelando así una hibridez moderna que moviliza lo uno hacia lo Uno, reconfigura la disrupción para irrumpir, desde su escurrimiento interminable, como agua remansada y serena, agua cristalina donde todo dolor se lava, todo lo turbio se enaltece e ilumina, principalmente a través de un lenguaje travestí, y de un lenguaje que entre vera y burla, se padece a sí mismo, compadeciéndose, cuando hace falta, de su condición. Así, esos poemas de El cutis patrio, forjados como cuadrados (tombeaux) son en verdad redondeces redondeadas por la magistral imaginación lingüística del poeta Espina. Unas redondeces a las que acuden la aliteración y la paranomasia, desde un maridaje continuo que hace de lo retórico no una banalidad sino una verdad: otro modo de acceder a lo oculto, y otra luz para leer en la noche cerrada de nuestra individual oscuridad, no desde la manida lógica de los poetas quod poetas, sino desde un espacio sintáctico que más que ilógico se naturaliza alógico.

Page 10: Eduardo Espina- Poemas y Textos

Hay que levantar en cada poema de este libro el tegumento: debajo se encontrará otro tegumento de la infinita cebolla que es el poema que leemos, el libro que aquí presentamos, la obra ingente y enjambrada de Eduardo Espina. Estos tegumentos muestran una verdad: el rostro no es pura superficie, cutis que se lava, piel que se muda, y mejor o peor cuidada, desaparece. Por el contrario, bajo el rostro singular yace el rostro universal; bajo el hoy está la totalidad del tiempo (“Entre hoy y ya pasaron varias semanas”) de modo que la piel, ora del cuerpo ora del rostro (vulto o cara) es “librada membrana adonde despertarse.” Una madre para todos, por ende, el rostro, su cutis: una patria para todos esa piel ora pellejo ora beldad. No es gratuito que Espina se muestre tradicional cuando corresponde: “Corre a su fuente tal fortuna que a la una dio la eternidad.” El reloj de muñeca pasa a ser cósmico Reloj, de igual modo que “la cara del labriego alcanza el calvario”. Esa zona nada especiosa donde muerte y resurrección se aúnan, rostro y patria se abrazan. Un calvario que evoca por asociación inmediata un calvero, espacio labrantío estéril que a su vez evoca la esterilidad de la muerte, muerte que a través del calvario alcanza su trascendente sumidad (“y lleva al principio:”).

Añado: leer a Espina es ser testigo fehaciente de que ahora “está de odas todo”. Júbilo que implica que “Todo será según la noción sanada”. Júbilo que hace, de los juegos barrocos de palabras, una nueva risotada sana y sanadora, regeneradora, que el ingenio creador conjuga, descubriendo, por ejemplo, en un “con don perdiendo la posibilidad” un condón de jacarandosa verba que, más que erotizarnos, nos hace soltar la carcajada (y bien pensando, ¿hay mayor erotismo que reír a mandíbula batiente?). El serpentino discurrir de este libro de poemas, que Aldus tuvo a bien publicar (esperemos que no en sus últimas boqueadas) es un canto a la vida en todo su zigzaguear proliferante, un canto de vida y esperanza (no, no me burlo) donde viaja la vida “con larvas debajo”. Larvas que son estro y astro, reo y parte de “tanto astro natal y semblante rasante”, en que el ras de la piel, frágil y vulnerable, encuentra puerto seguro en el astro luminoso de la poesía de Espina.

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Mínimo de ninfa invisible(Un comienzo es siempre otro)

«de manera que aquellas cosas que no se pueden decir,es menester decir siquiera que no se pueden decir».Sor Juana

No se veía nada, mejor dicho no se veía nada.Tiene razón Sor Juana en lo que haya halladoy aquello al pie de un epónimo, y a propósito,¿cuándo verá el oso a su femenino en la miel?Desde este Luxor a solas, rocas, peñasco, mara morir menos que ola en lo que está tan lejospero no tanto como la luna más alta que éstas.Mar de todas las mareas al morir a su maneraa ras de la corriente donde dirá del resto todo.Y al Sur salpica, rasca el kiss de las quimerasharía hace un buen rato por ser tan de repenteo tan, buen ciego para la Sor, también Él azor.Mira cuánto ímpetu ha perdido, o mira cuántode todo esto dejaríase mirar en hora, ahora ya.No se veía nada pero ahora se ve menos, añosde no verse, de bañarse en guarismos a ciegas.Entonces igual sería a la mirada aun en la carade lectura cuando abre la cifra y ve la primerapalabra: eso es ver, esto es el sentido siguiente.Frase, refranes y no dejes el alma para mañana ni menos señales su ausencia añadida al cariñode piraña que de niña comía mirras arrepentida.Para otra será su ardid, para él la edad indebida.Caza las cimas si tanto le dio la luz como llegar,porque ha llegado: comienza con apariencia, enla misma persona la sorpresa cambia de planes.Mínimo de mundo visible, el que Berkeley vioy no este de ahora que a nadie ya no pertenece,mundo para inclinar a la chancleta la bataclana.Está frío, en la ingle clama por algo menos ahí.Mundo, o da lo mismo pues en inglés es world.Cuando empiece a ser menos, alguien lo sabrá.

Enamorados sólo por esparcimiento

De la escritura que a tu ostra todo atraeretardando esta inmensidad de materiasaparecidas como clima a quien repartenpor la entera estima de tropas tristes quedudan desovar el estreñimiento a travésde berenjenas en el perdurar del fruteroque al chirle destripa pelón por el divándonde sierva mutua de mi verbo junto a

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la jaula dormirás aliviada de la ligereza,porque melodioso soy el desmemoriadoque no canta de la historieta lo pasado yno sé si fue anoche o pasmado mañanacomo aquel revés de mi resma entrandopor las comisuras de las lacas en tu cacaque salpicabas como cal por el gallinerode igual manera hasta la perdigonada enel pijamas cuando a dormir se acomodarestregando el gamulán por los orificiosque a su beneplácito al belfo adormelano dime si es mía memoria la que mientey esas cosas que pasaron dejaron de serla tamaña tropa de hetairas cuando erantan bien dos cuerpos del otro por detrásdel celofán donde melaza marrón arreasen los resabios de la vejiga al aguardardebajo de la pirámide la dudosa verdadque al buche del entenado se le parezca,porque causas encuentran a lo ocurridopor ensimismar el órreo o la semejanzaentre los resquebrajos la penúltima vezen que pegados del rabo al despeñaderopues como cae la caspa caen los reinospor la resolana mejorada donde silba labelleza traída al momento de los demásque a su cerco devuelvan aquella nocheen que los desaseados purgaban igualesa la garcha hinchando el apocado planodel castrapuercas por la frez enamoradaque mustia vaya, de la orilla al corazóny a su sazón las sílabas puestas a saltarla soga en una lona de boda y metáfora.

Razón de todas las cosas

De tal manera imaginaria, las cosas sucedíanpara que todo fuera donosura en lo desusado:la racha entrometida del dedo en el deshabillé,la sevicia por la blusa azul al soltarla basta eldesacato de desabotonar de las polainas a lasbragas en remedo de ilusiones todo lo demás,y así el pulso, la unción en marcha él y el final.Aposento de nombre en la pradera soleosa ymudo a moverse a dar desvelo de júbilo peroigual, no. Nadie en la piel más de la cuenta.En la ducha los afeites hermosean el enredoy regresa el agua a la noche donde se bañan.El amor es la única imposibilidad necesaria.

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Desvelos Al Pie Del Laberinto

Menos la mónada de los himnos al hado dandoholgada la verdad con edad de libro y ludibriosal revés de las circunstancias en que otra lenguatoca tu bezo y yo me desmenuzo al lamer el marque moja el fundillo de la inoportuna vestimentacon su vislumbre por el bidet, pero tras la puertaanunciando la postración del dedo junto al aperoy en la rotación de las bragas el mecanismo delmonte que a su vigilia con tanta aspereza aturdepor más oda o empolvadura que acabe diciendosí, que era el barquero quien a flote mostraba elfuror de atar al glande sobre el forro disfrazableque a duras desdeñaba una pérdida de palinodiaen cuya escasez iban los amantes la noche antesrefregando el óxido del sextante y en el escozordel corzo polvos de lisonjero o un tacto total demínima musa que no pasa al posar para víctimacelestial vestida a veces de ceremoniosas sedasy por eso de moda no pasas con el talle de faldadonde escrita dirás que la belleza tiene siempredieciocho años y si exagero que al pulso vuelvael ampo de los ópalos como suelen los númeroso un dozavo a la altura de soledumbre llenandode felicidad a mi tercera mano que termina unatregua cuando abreviada y distraída se enturbiapor quitarse el barro del comienzo y de la bocala paja impostada de su divo delante del espejoque no sé con qué sed de adoncelados juntandoen la alta lombriz a la luciérnaga que al tararearde la miserable musiquilla por los patios rediga,que vaya ella con cal llena como en las películasa continuar la fuga final de su ficción hogareñay si así lo haces toma en mí casa un alma nuevala que pongo en la puerta para que rápida pasespero hay otro y la sé y me quemo en los lienzosque entrampan la razón del deseo al desvestirtelas enaguas y hacia el echarpe de leches para elmando que a borrar mi baba viene cansado antelo telúrico de quien arrastrado del ojo al badajodejará en el cráter su mancha lamosa de aldabasque por olas lamilan como miles que la hicierony por saberlo, en la rima de traspasar el pasmosiguiendo los cercos que hueco y larva separanhe debido posponer el no al revés de la derrotahasta que la indivisible desarrope los destellosgorjeantes a conjugar al augur según los ajenosy al gajo dejar la niebla por ser o el helado lago

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halagando en el logos la fe del alfa y el omega:la felicidad que refracta, del principio al delfín.

Imágenes De Guernica En Un Cuarto De Hotel

I

De diadema incierta por quimera que mudaralo que tanto antes y de día jadeante afeitandoal fileno que por encima sigiloso merodeabala alcoba y al cabo del día la inclinación veíacomo las bragas rasgando con íntimo pánicode oso hundido en un tarro de miel elementaldella que pasaba por mariposeante en pavurade folganzas tan bien ululadas hacia el tálamodonde dormido el destello con furor de humofofo, de sombroso obús en espejo de bofes yde cifras que sumaban la espesura del montede quienes aliados a sus estrépitos hilaban lares al himeneo entre cifras fusiladas que oíanla penúltima desaparición de la luz al secarsey si por cuernos pusieron mote a los amantesfue de ellos rondar la espesura y supieron depasos de pájaro en el tejado del enamoradizode un alud continuo y no duermen ni Picasso.En noche nueva bajo el cielo vieron todo esoy lo que está visto, ni la herradura lo borrará.Dime si vimos la anguila ajada por su desove,el hueco horizontal de tan húmedo amasío enllamas o un beso de sospecha saliendo de loslabios y una rápida luciérnaga a ganar el lodoy ningún bufón con que tiritando y sin sabersi por tiritar para limarse en el apeo el oropelo tras la curvatura del cromosoma con el soliluminando al descubrir la velocidad de todoy talado se escabulla en una broza de endejasvencidas por espadachines, pero queda entrela fe de las pudendas y el cortejo de los ojosesa forma de ser, la continuación del poemaque merece en el polvo, el sisal del desastre.

II

De lo que folgara, augurio que corzas acicalacomo ésta que ha durado tres meses y un añoferiado después del día donde yo perseguidopor la calenda capicúa de ser el cerdo tercerode una pasmosa lista de apenas dos cochinos

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que náufragos en la cerrazón de un camalotequieren saber de dónde la duda que adoncelasi de boda robada a una novia o por lámparaa punto de decir donde dormita el desdichadoque en la cópula del minotauro se desmaya yno sabe si amazona será la que llena llega enmontura de místicas muselinas llegando a susímil de azoramiento en aquel oscuro pistilo,pero la noche debe ser si la negra garúa salecon el sol caído, sin casmodia ni lorza ferozy dime si habrá mañana después de ahora enla rosa y en tanta la copia de buey escamadoque pregunta por la paz que no pasa puestoque nada el mar en sus olas y en la nataciónde lo respirable, de lo invencible que lo tocaalgo carcome la mirada de los efímeros y enla razón que despierta la membrana al abrirla rugosa ranura de otro otoño que guardascomo desove donde acaba el huevo lavadoporque no hay eternidad que tenga tu edady como fatua tapioca que por avizorar pasaa ser sorda en los aledaños del osco badajovendrán centellas parecidas a rabo de búhoque en ese festejo a la sazón del pleniluniotapa con el zodíaco las sobras del pucheroque en su arrastre de aromarios ejercitan lahigiene de los mimos oyéndolos llegar a lavoz que llama en el llano ya tu ovillo hallacuando la hora llega de abandonar la quillao apurar en lo caduco la plasta de impostorque cambia el oro por el ojo que enamorascon el brillo de abalorios elogiados al azarpor quien zarpan los barcos del zar un díade tormenta en el lenguaje del que escribeuna imagen oral para nombrarla en el elánque en la lengua pone orlas de habladuríasy hablo de aquella tan breve como una tosen el atardecer al quitarse tal ficticia salivade los belfos frente a un espejo acharoladodonde vibra la blusa de ilusa al desvestirse,ah de la mujer en su mudar de lenta cariciala tan terca cuando se pone pies de tortugacaminando para atrás en la orilla del tiempopero te apuras, pues la dicha sale a tu jardíny ya sal de mi Botticelli, que te salgas velozy pon tu Venus a respirar en concha opalinaque obra el inmóvil mar con ceniza de aguaque mucho está lloviendo en los trigales deCádiz, que se abre otra ostra para los vivosque allí dentro ni sueño, ni gitanos, ni cero.

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Monólogo De Da Vinci Ante Lo Más Conocido Que Pintó

El beneficio de efigie no lo era(ni detrás de las madréporas elestruendo en su otero otra vez)y tú, estados de ti por la tundra,a traer sargazos con quien goza(casi como del cielo saliéndote)en esa la vez cuando un botónsi tocan la verdad y por borealhasta el último abeto que la ve.En el tiempo detenido delantela carnada daba al alma comoejemplo, el silencio salva a lasabiduría y deja de preguntar.Mientras llueve en el jardín delos rivales, la albahaca bañadapor la soledad de los símbolosaguarda alegres ratos de estos,el dividendo que vino primero.A merced de la senda el deseomás entre las mustias retamasy yo ya uno en las horas tuyasllamando a la luz un hallazgo.(Los que estuvieron hablan dela promesa de serlo y según laganancia, el higo fiel y al final:la res que agradecida regresara)Manera sería de filtrar las dotes,de dar portento a los esparcidos.Y en blando cetro con la madrea emprender: sea trébol extrañorastreando la respiración de losmuertos que aún no empezaron.Todo eso que el sueño conocía:la cuadratura de una taza de té,el árbol de la índole, la orla delargo pegamen, cuando sólo lasoledad cambiaba de posición.En mitad del centro su ántropola hacía apariencia en persona:algo la cuida, una historia, unainercia incierta de saber que sí.Lo que quedaba para un hablaera aquella llaga fría de follajellenando la noción de la lluvia,el nacimiento de los samurais.Pero la osa de satén al saberse

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abotonada, en víspera todavía.Toca por ver si Bizancio vinoa dar vuelta como el venteveo.Ella para el resto del estambreobra con la causa en desorden.Aja el origen lo propio de lascosas calmas, la belleza en lacara contraria no se atraviesa.(Y yo, para traerte cerca de ti.)Eran de la aridez las limosnas,la certeza de saquear un costo.Preciosa filantropía: el cuerpoda sombra y el suyo, Da Vinci.En el siglo de los albaricoques,un alud de óleos y lejanos ojosque daban vuelta y dejaban ver.Con ellos, el llanto a otro loto,la carga, un caracol, cosas allí.La espuma puesta en el puma,ámbito que ninguno deshabita,lapsos de seda como si dijerany en el lado de quien anhela loelemental, mejor definición deNarciso: la nada en ti entenada.A otra entonces con la sed y elpalo amplio aplicado al perdón.Cumple el plan con lo espiable;nadie por el hado entre adornosentrega al braguero lo que sabrá,agua dejada entre tantos agüeros.A esa hora, el merecimiento y lamitad, las zonas al azar soñando.Toda ansia a saciar, y ya escritala cripta que por enero te venera.Queda la edad, el entendimiento:el sol en el brillo es lo más veloz,la Luz se detiene entre nosotros.

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UN ZIG ZAG FELIZ. ¿PARA QUE ESCRIBIR POESÍA?

Conferencia del escritor uruguayo Eduardo Espina

Texas A&M University

 El subtítulo de esta reflexión cobija una paradoja que apenas puede resolverse de manera tautológica: se escribe poesía porque no se puede no hacerlo. Así supongo, le sucede a todos quienes practican el mas longevo y menos leído de los géneros. Seria entonces mas lógico sustituir la pregunta ¿para que escribir poesía? por otra menos exigente: ¿para que no escribir poesía? Se escribe pues, porque algo impide que no se haga. Descartes, que bien podría haber dicho no descartes nada en lugar de pienso luego existo, solo dijo esto ultimo. La poesía es un pensar para existir, un modo de reflexión que ocupa una doble existencia; la del ser que escribe y la de la escritura. Se escribe poesía porque hay alguien que tiene algo que decir, o se siente solo y sale de su solipsismo en la libertad vigilada de las palabras, porque un hombre se enamora y una mujer quizá lo espera y espera un lenguaje transformado, y se escribe poesía por nostalgia, tristeza o felicidad, sin que necesariamente los estados de ánimos coincidan y terminen reflejándose con claridad en la pagina, lugar idóneo para aplicar a la existencia imperfecta un deseo imaginado.

Pero con el deseo no termina la ansiedad de los signos. También se escribe poesía para estar mas cerca de Dios y de uno mismo, pues para eso ya venimos creados a imagen y semejanza suya. Para ser una palabra mas del Verbo. Yo, al menos, lo siento así. Recordaría, además, un lugar común y por eso comunitario: la poesía es el arte que permite divulgar emociones y celebrar la honestidad de las cosas que vemos. Su lugar es imprescindible pues deja conocer de otra manera los materiales que todo el mundo conoce y por ello sus únicas obligaciones son consigo misma. No en vano, la poesía es considerada la lectura mas difícil pues hay poetas que no pueden entender a otros poetas, algo que no podemos decir de un químico leyendo lo que escribió otro químico, y lo mismo puede aplicarse a disciplinas consideradas difíciles por el común de la gente, como la física y las matemáticas.

La poesía no tiene formulas que permitan poner en practica un proceso de decodificación y su dificultad parte de su falta de hipótesis, de puntos de partida y llegada. El acto poético deja percibir la distancia entre la palabra y su referente, sea una idea, un objeto o una emoción, haciendo de su posible sentido una estela móvil. Su utilidad no depende de la existencia de una verdad caracterizante situada en los elementos semánticos y lingüísticos, sino de la producción de diversos niveles de entendimiento no necesariamente relacionados con el mundo real. El poema esta definido por una forma, una estructura interna, una multiplicidad de sentidos y significados asociados a un proceso de representación no lineal, y a la suspensión del criterio de valor verdadero de emociones, sentimientos y cosas. Por ello mismo la poesía requiere un proceso lento de lectura y comprensión de la información de superficie.

En la época del zapping, del surfing y de los procesos mentales ayudados por un programa de software y de pantallas de computadora que actúan como paginas de un libro, todo debe captarse y demostrarse mas rápido que las variables consideradas, en tanto que las diferencias entre las elusivas diferencias no llegan a ser consideradas. A pesar de todo esto, la poesía se sigue leyendo de manera convencional, teniendo la participación del lector igual pasividad que cien años atrás. El método para interrogar al embellecimiento de la poesía no puede medirse pero tampoco apurarse. En su cadencia hay una integridad emocional y formal que rescata la fe en la realidad y descubre conexiones debajo de la superficie. El mejor uso de la lengua llega con ella, para no dejar de llegar a nosotros. Entonces, la pregunta ¿para que escribir poesía? esta respondida y podría terminar aquí mismo esta reflexión. Pero hay mas y menos se sabe. Antes que nada conviene apuntar que resulta extraño plantearse la pregunta casi al fin de una de las historias de la era, a grandes rasgos infinita, algo que no hubiera sido raro siglos taras cuando la poesía gozaba de buena salud y los poetas todavía mas. A partir de la época moderna, diría en los últimos ciento cincuenta años, la poesía empezó a perder su poder de convocatoria y a convertirse en una isla a la deriva en el mar de las cosas nuevas que trajo la modernidad del siglo veinte, porque otra no conozco. También, con el paso de los años se fue espaciando la intervención social de la poesía. El poeta paso a ser el raro, el

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desclasado, el ambiguo, el parásito enamorado de un lenguaje sin utilidad. Su ambición de novedad vino a toparse con un mundo donde cualquier cosa parece nueva porque todo se olvida (los procesos mnemotécnicos sufren un debilitamiento) y en la perdida del recuerdo reside la novedad ausente. Insatisfecho con lo que existe, el poeta encuentra un método vertical para disentir y lograr un análisis provisional de la realidad; desde allí deduce los universales del lenguaje para desintegrarlos. Cifra simbólica de una identidad detenida en la disimilitud y en la contigüidad, la poesía abarca un espacio de limites superpuestos que están dentro y fuera de lo que se quiere decir.

Se afirma desde distintos espacios culturales que la poesía esta en crisis, que no se vende porque no se lee. Pocos editores se atreven a publicar poesía y los libreros se niegan a colocar en los escaparates de exhibición los libros de poesía alegando que a nadie le interesan. Prefieren dedicar ese espacio con precio a promocionar una novela cuya historia puede saberse antes de abrir el libro. No hay nada nuevo en esto, aunque la novedad, de tanto desgastarse se ha hecho mas evidente. Desde el momento en que el hombre se preocupo de ordenar la vida como historia y no como mito, la poesía siempre ha estado en crisis. Su existencia depende de la crisis. En estos días autónomos y automáticos, la poesía no piensa tanto en su destino y en las amenazas de su extinción como en el sentido de su significado, mejor dicho, en la búsqueda tardía y parcial de este. Debord y Baudrillard, con esa facilidad que tienen los franceses para hacer marketing del apocalipsis, anunciaron hace tiempo que el arte en general esta muerto y lo mismo dirían de la poesía. Sin embargo, si vemos la cantidad de pintores que atentan diariamente contra la estética y el extraordinario numero de libros de poesía que se publican en el mundo, con tirajes a veces millonarios como es el caso de la China, veremos entonces que la poesía, mucho mas que el arte en cuanto no tiene ningún fin lucrativo, es una contradicción viviente. Se escribe poesía mucho mas que antes (la imperfecta democracia moderna llego a las musas), pero se lee menos, machismo menos. Según un estudio realizado en Estados Unidos, el 70 por ciento de los norteamericanos alguna vez escribió poemas, pero solo el 2 por ciento compro libros de poesía. Puede entenderse: es tanto el individualismo que a nadie importa la poesía de su vecino, ni siquiera para desearla. El furor romántico murió o se hizo desinterés, y pocos envidian las metáforas de los demás. El lugar singular debe ser de todos.

Ante una prueba estética, artística o escrita, el espectador anhela sentir algo que lo incluya en los acontecimientos. La distancia entre el objeto y el sujeto debe borrarse para que este ultimo sienta la primacía de la respuesta sobre la pregunta. Las hipnóticas y pasajeras parábolas audiovisuales que nos sacuden diariamente cambiaron la forma de percibir la narración de la vida, la cual ahora sucede con teatralidad y sin nada esencial, ya que la existencia se percibe como una serie de secuencias en tecnicolor sin un argumento real. La mirada impaciente, casi sin prestar atención, encapsula la vivencia del momento; un momento de muy poco tiempo. Para seguir en ese tiempo se refugia en una vaguedad placentera que no esta aquí ni allá. Desde esa situación amorfa, carente de dogmas prevalentes y de un subtexto previo, la existencia asume las peculiaridades exhibicionistas de una incomunicación sin afán didáctico. Todo, incluso la poesía, sufre las trampas de una virtualidad real que permite al hombre ser ajeno al mundo y a sus semejantes. En ese ámbito de callado silencio, donde las cosas ahora son y ahora ya no, el olvido se convierte en desinterés y carencia de auditorio. Y cuando esta, el lector quiere encontrar rápidamente el mensaje como si el poeta fuera un cartero que trae noticias para ser compartidas. Con el deterioro del lenguaje en la prensa y en la vida publica, las palabras resultan hoy una comodidad, una irrelevancia y una renuncia a su prestigio. La circularidad de la paradoja no deja de ser aterrante: todo debe ser entendido pues nada inentendible hay en el mundo.

Al desafiar el sentido y la idea de verdad, la poesía se recluye en su destino autosuficiente; virtual porque rechaza el reconocimiento. A través del mismo el conocimiento alcanza a liberarse de lo que no puede conocer. La poesía ejercita una libertad que une el presente con lo que paso hace mucho tiempo y por eso todavía no llego a ser actual. Cubre el trayecto de un descubrimiento que apela a las angustias, contradicciones y arbitrariedades de un lenguaje especifico que se sale del comercio del significado para evitarlo desde dentro. Henry James aconsejaba que el trabajo del arte fuera exquisito y que no se pareciera a la vida. La poesía, como disciplina emocional de un mundo imprevisible, cumple su cometido de traer la vida a un primer plano después de haberse distanciado de ella. Todas estas virtudes, creo yo ciertas, dejaron a un lado al poeta, quien paso a habitar en los márgenes de una sociedad mesocrática y utilitaria, guiada exclusivamente por valores de cambio y niveles de productividad. Su trabajo ocupa apenas una de las dos mitades modernas, aquellas a las que refería Baudelaire: "La modernidad es lo transitorio, lo volátil, lo contingente; es una de las mitades del arte; la otra mitad es eterna e inmutable".

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El 27 de febrero de 1890 Mallarme dio una conferencia sobre su amigo, el poeta Villiers del'Isle-Adam, la cual comenzaba diciendo: "Un hombre acostumbrado a soñar viene a hablar de otro que esta muerto". Otro amigo de Mallarme, el pintor Edgar Degas, sentado en la primera fila, dijo apesadumbrado a los pocos minutos de iniciada la conferencia: "No entiendo, no entiendo". Se levanto y se fue. Como pocos antes, Mallarme celebró la dificultad como excepción y creía que sus contemporáneos, incluido el joven Marcel Proust, no sabían leer. Para Mallarme, un poema debería ser una entidad inalcanzable, pues no solo estaba separado de la sociedad y la cultura de la cual venia, sino también de la vida del autor. Debía dar la idea de que fue escrito fuera de la historia en cuanto, por su elíptica complejidad, esta eximido de la diaria necesidad de comunicación. Queda claro, a partir de estos ejemplos, que el desdén del lectorado por la poesía interesada en solo ser poesía no es nada nuevo. Max Nordau, en su libro Degeneración, de 1894, ataco las formas del arte moderno. Lo llamó insano. Particularmente aquel que no permitía la figuración de los temas. Desde mas de un siglo se le sigue pidiendo al poeta lo mismo: que prescinda del lenguaje figurativo, de la alusión y de la dicción elevada. Que describa al mundo tal cual es, con la mayor fidelidad y la mínima elaboración. En síntesis; claridad de expresión y simpleza de organización, además de una parsimoniosa lealtad a los sentimientos cotidianos y a las observaciones de los hechos ocurridos. Eso: la sinceridad de la experiencia y el lenguaje como ejemplo fotográfico. Para tener su espacio, la poesía debe ser inmediata y fácil, evitando presentar a las cosas en su estado de ignorancia. A partir de esta visión moderna, que ha insistido en hacernos creer que el lenguaje ordinario es mas importante de lo que es, se concreto el rechazo de todo discurso que requiera mas de una interpretación. Para tener derecho de interacción social, la palabra poética debe respetar la lista de exigencias: la transparencia de la inteligencia presentada con un estilo vernacular, sin adornos y sin omitir la credibilidad de una vida (digo una porque hay otras) marcada por acontecimientos casuales y contingentes. Esto es: la realidad tenida como accidente o circunstancia.

En tiempos donde las ideologías y los grandes movimientos sociales que hacen reconocibles a las utopías históricas parecen cosa del pasado, la historia comprueba antes que nada la crisis del lenguaje y de la palabra escrita. Sobre todo, aquella crisis estética que rehusa lo anecdótico y lo narrativo. La poesía, sin posibilidad de opinión, devino un culto en la cultura; el juego religioso de unos cuantos pocos. Esto, evidentemente, no significo que se dejara de escribir poesía como tampoco se dejo de adorar a Dios incluso en aquellos regímenes donde las practicas religiosas son mas perseguidas. La analogía viene al caso: la pagina es el templo, y allí entra el poeta, absolutamente solo, a rezar, a estar mas cerca de si mismo y del absoluto. Perturbadora y creadora de disturbios, la poesía acepto su condición de practica absoluta y absolutamente privada, solipsista casi. Esto trajo grandes consecuencias ya que la poesía, como realidad literaria con valor de mercado, dejo de existir. Y en esto podemos estar de acuerdo, porque la realidad presente no permite desacuerdos, al menos de este tipo. Hoy escribimos en computadora y la escritura se ha hecho accesible. Tan fácil, que podemos corregir los textos sin tener memoria de lo que corregimos.

Vivimos la historia del acontecimiento inmediato y por lo tanto la perdida de tiempo, o mejor dicho, su falta de acumulación, es vista como una obscenidad sin atenuantes. La relectura solo puede existir en un tiempo de innecesario derroche (¿lo hay?), pues la lectura ha pasado a ser una practica tan fácil que podemos leer sin hacerlo. El texto existe como depositario de información de la cual tomamos solamente aquellas instancias retóricas de uso inmediato. En tiempos en que las cartas de amor se escriben y se envían a través de una maquina supuestamente secreta a la cual pueden tener acceso millones de usuarios, a nadie ha de extrañar que las intimidades radicales, como la poesía, sufran las consecuencias de estos desvaríos de la persona colectiva, que establece códigos para situar los secretos en la superficie. La poesía, que entre otras cosas exige una permanente corrección de la intimidad del significado, resulta una practica anacrónica en un tiempo, este, que quiere derrotar al tiempo dependiendo excesivamente de el. El ser que habla encuentra en la temporalidad un espacio y en lo que resulta del mismo, ambas cosas. Pronuncia una simple certeza: algo esta sucediendo. Nada protege a la poesía, salvo lo que en ella sucede. Nombrando actos y acontecimientos que solo suceden en las palabras, la poesía se ocupa de esa realidad situada entre lo que "ya esta en nuestras mentes y lo que todavía no pertenece a la memoria" (Flavio Ermini). La respuesta a su persistencia en ese trayecto aun sin definir es un signo impredecible y por ello indecirnible, cuyas formas de mostrarse no se circunscriben a un solo y único momento de la interpretación. No sabemos de donde viene ni a donde va: esta sucediendo y ya es bastante para validar su existencia. Por hacer de su objeto incompleto una excepción ideal, la poesía es la exageración del tiempo, la condensación del fragmento que contiene a todos los demás. Contiene un infinito cercano, al menos el de la elusividad del sentido, contribuyendo a que sus zonas retóricas sigan siendo inexploradas por las consecuencias

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del azar. En otras palabras, este existe como resultado de una razón sin razones, de un propósito definidor pero sin definir.

El lenguaje poético no es inocente; en su producción sufre un proceso de sofisticación. Las condiciones bellas se resisten a ser reproducidas, pero finalmente ceden a las apariciones legitimas de las frases. De sus enigmas no nos podemos escapar. Cualquier posible escapatoria solo nos pondrá mas cerca de la entrada. Lo que hace y deja hacer el lenguaje es infinito, convirtiéndose y siendo (ya antes de ser) en la única trascendencia a la cual tenemos acceso; no es una fe cuya existencia podemos aceptar o negar. Existe; esta allí como problema que nunca queda exhausto. Recuerda a la historia del niño judío que andaba por el pueblo pregonando, "tengo una respuesta excelente, que alguien me haga una pregunta". El lenguaje poético responde preguntas que todavía no tiene. Como consecuencia, su inocencia resulta inaccesible pero su sabiduría visual logra que la percepción cambie de aspiraciones. Después de todo, lo inefable es ilegible. La poesía nos lleva al secreto que no sabíamos que estabamos buscando pero para el cual tenemos una respuesta.

Para la poeta Jorie Graham la poesía es una critica implícita de los valores materiales. A eso debe agregarse, además, que es una critica de los hábitos de la razón iluminista, la cual demanda un orden lógico estructurado en torno a secuencias anecdóticas de hechos y expectativas con principio y fin, y que asimismo espera que el poema provea todas las respuestas para hallar la solución al problema planteado y apropiarse así del significado. Pero al poeta no le compete iniciar el argumento, sino empezar a hablar de el a partir de su conclusión aun no concluida. En la poesía, los ordenes se invierten, y el contexto pasa a existir a partir del texto. Hoy en día las pautas culturales imponen la relación "si no lo entiendo, no lo compro". De manera casi absoluta, la única poesía que ha triunfado entre los lectores es aquella de expresión mimética y pautas retóricas convencionales. La poesía moderna ha visitado dos opciones formales y una ha sido esta. Además de la poesía de la oralidad, como podemos llamarla, en tanto permite una fácil declamación, encuentro otra la poesía de la dificultad, desencadenante, tanto a nivel de discurso como de lectorado, de una libertad inaudita. De compleja mostración retórica, basa sus apetencias en la capacidad performativa de un lenguaje capaz de sublimizar la representación de las cosas obvias (entre las cuales podemos incluir a los seres humanos). Al otro lado de un río cuyas orillas rara vez se tocan, encontramos el discurso poético lineal, protegido por una sintaxis recurrente que responde a expectativas lógico deductivas. Este discurso ha prestigiado la pureza oral, las relaciones analógicas y el lenguaje común/ordinario revestido con imágenes que todo el mundo puede entender muy bien. Equipado con la realidad que se observa desde su ventana, el poeta de la oralidad ha intentado integrar lo cotidiano y la vanidad domestica en una trascendencia errante que acumula formas y pautas evidentes.

Mientras que el novelista esta condicionado por la obligación que tiene de vender libros, el poeta de la oralidad opta por recurrir a la carnada de lo explícito para cumplir con la inmediatez del contexto. Pero se equivoca. Perdida la inocencia, agotadas las ideologías, desconociendo el lenguaje (desde una posición mas autoconciente) a quien esta hablando, el poeta debe saber que las palabras pueden vivir sin la historia. Que debe hacer el poeta, ¿ser mas profeta que economistas, sociólogos y politólogos que no saben lo que pasara mañana? Tratar de actuar como profeta histórico no ha servido de mucho, a pesar de que Rimbaud lo haya intentado. En todo caso debe buscar el lenguaje del mañana que no sabemos que lugar tendrá en la sociedad. Como pocas veces antes, el poeta debe representar la incertidumbre del pensamiento y de las sensibilidades de estos tiempos, refiriendo a un plan fuera de la historia y ver hasta donde llega el lenguaje. Ya es bastante, y bastante tiene con eso para fracasar en grande. El poema no debe ser un horóscopo donde podemos leer el presente a partir de lo que no nos garantiza el futuro. Sin grandes declaraciones para hacer y sin nada para negociar, el poeta solo debe agregar sentido a lo que no lo tiene: poner maquillaje en un espacio vacío, hacerle rayos equis a un cuerpo ausente. La época de las grandes verdades es parte del pasado, pero tampoco es fácil hablar de lo que paso pues, como los chinos ya nos advirtieron, no hay nada mas difícil que predecir el pasado. Situado en un ahora mismo (la historia como ya), el poeta perfora (también como performance) la superficie que la poesía construye al hacerlo, presentando la hipótesis de que nada sucede donde parece que esta sucediendo todo. La única validez de la poesía no esta en lo que vanamente intenta cambiar, sino en la forma que estipula el cambio, a partir del cual enseña al entendimiento sus limitaciones y su falta de valor informativo.

A pesar de la abundancia y diversidad de aportes formales constatados en la modernidad, el siglo no ha sido propicio para la poesía. Estos últimos cien años fueron de mucha novela, de extensiones anecdóticas que en quinientas paginas cuentan una historia que bien podría haber cumplido su

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cometido de información en apenas veinte. Esto contradice a una época donde nadie presta atención y la invención de lo nuevo o lo que parece serlo se evapora rápidamente. La percepción abandona con prontitud su compromiso y sus intervenciones carecen de exigencias. De allí la preferencia generalizada por historias convencionales abundantes en trucos y efectos especiales, que nunca exigen el compromiso de las emociones. El lector quiere que simplemente le cuenten historias sin importarle la debilidad literaria de diálogos y personajes, ni la incesante presencia de escenas desperdiciadas. Historias contadas de manera rústica, con detalles nada extravagantes que nunca triunfan, historias que comercian con el acto de contar. El poder recae en los contadores de historias quienes, a pesar de sus empeños, fracasan en su intento por totalizar la vida: la lección moral no triunfa lo suficiente como para convertirse en deleite estético.

De allí, cabe suponer, el interés masivo por poetas narrativos como Raymond Carver, cuya popularidad queda probada por la sucesiva reedición de sus libros de poemas, un privilegio que otros poetas norteamericanos superiores, como Robert Lowell y Theodore Roethke, no han tenido. Su visión simplista de la poesía puede sintetizarse en el siguiente comentario: "Es posible en un poema o en un cuento escribir sobre cosas y objetos comunes usando un lenguaje común pero preciso y respaldar esas cosas, una mesa, la cortina, una ventana, un tenedor, una piedra, la caravana de una mujer, con inmenso, incluso iniciador (startling) poder". Para Carver, como para tantos otros de retórica similar, el discurso poético narrativo ha sido el antídoto del lenguaje en acción. Acumulando evidencias han pretendido poner en practica un proceso epifánico a partir de lo inmediato, el cual raras veces se cumple. No se consigue tan rápido la determinación moral para dejar hablar a las cosas en su silencio.

Tal parece que los tiempos que vivimos son tan complejos que a la poesía se le impide agregar complejidad. Para ser atendida, debe enseñar a ser felices en la certeza, otorgándole todos los privilegios a la capacidad positiva que lleva a aceptar la realidad tal cual se muestra. Keats incitaba al poeta a permanecer en el misterio, en la incertidumbre y en la duda, sin dejar ninguna irritable deuda con los hechos y la razón. La poesía debe ocupar el lugar -alarmante, escrupuloso, desproporcionado- de la dificultad, para forzar con ello a otro tipo de lectura donde los sentidos hagan el trabajo interpretativo de la razon. En su arrogancia mítica tan celebrable (el mito dejo de tener sentido utilitario), la poesía ya no predispone a la arete, algo que preocupo anticipadamente a Platón. Mas bien trae la disensión y los estados animicos imposibilitantes. No se encamina al descubrimiento de una verdad absoluta, sino que rectifica las apariencias no absolutas de un propósito emocional que impide ser traducido con exactitud. En un nivel ontológico que incluye la representación, la poesía hace aparecer cosas que existen antes como lenguaje y allí consiguen ser originales.

El juego de la transcripción azarosa de las formas, convertido en epistemímesis de su apariencia, restaura la dimensión irracional y lúdica de la realidad, aun en su grado mas ínfimo. Queda claro que los tiempos han cambiado, tanto como el uso del lenguaje. El poema ya no tiene a su cargo la instrucción practica y el consejo moral. Su mensaje no esta en el contenido sino en la serie combinatoria de estrategias halladas en la estructura y que representan formas alteradas de la conciencia. Aunque intenta cambiar deliberadamente la manera como pensamos y actuamos, el poema ya no tiene la misión de ser subsidiario de los hechos del mundo y de sintetizar la información de la historia. En su ataque a la certidumbre, una certeza lo guía: las cosas que lucen iguales son diferentes. Aquello que Schlegel llamó "profecía retrospectiva" se convierte en profecía introspectiva en cuanto el poema habla con su historia a través de la historia del lenguaje y todas sus indeterminaciones.

En su rara carga de futuridad, la poesía señala que el futuro no siempre esta hacia adelante y que la profecía puede ir en otra dirección. Mantiene el anhelo de entendimiento cumplido a medias, ocupando la parte irresuelta con las pistas (no evidencias) que distancian al objeto de su captura. Nos hace sentir que vamos hacia algún lugar y que estamos en las manos de algo. La poesía presenta interrumpida la sorpresa del enigma para que este vuelva a repetirse. Quiere seducir al lector sin obligarlo a nada, pues, como algunas palabras lo saben, la seducción no es el fin sino el medio para salir de ella. Y se entiende; el lenguaje poético es una red solipsista que contiene sin determinar toda clase de inexistencias y que, como diría Emerson, refiere a una ausencia, nunca a una presencia, nunca a una satisfacción.

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Aunque sean malos tiempos para la poesía y los poetas, esto no significa el fin del tiempo ni del que nos toca para escribirlo. Cantar todavía es posible. Solo si cantan las palabras saben de lo que hablan, siendo sus argumentos de ritmos y polifonías lo que todavía oímos. A pesar de lo que pase fuera, en el mundo de lo demás, con la poesía continuamos sintiendo el cortocircuito de una música viva y exigimos quedarnos allí. Exigimos que el futuro del enigma se cumpla como postergación. Dijo Hölderlin que la poesía es la promesa de un lenguaje. Agregaría a eso que la verdad de la poesía representa el futuro del ser teniendo lugar en el presente. ¿Esta esa promesa en peligro? Siempre lo estuvo, pero en estos tiempos donde la razón se siente autorizada a entenderlo todo, la poesía corre el riesgo del significado, es decir, que este se convierta en prioridad con fines didácticos y que enseñe, a partir de la interpretación, supuestas soluciones de lenguaje, ofreciendo el confort de un conocimiento accesible, de una continua narración del pensamiento, de una representación oficial de la realidad y por lo tanto verificable. Seria un horror moral y estético que la poesía se convierta en respuesta y no en pregunta moviéndose hacia algo que no sabemos bien que es. La poesía debe continuar autogenerando su propio significado, uno cambiante y en constante peligro de negación. Su lugar en la historia del discurso es claro: desde su dificultad retórica debe resistir los cambios de época y vocabularios, manteniendo su carácter sagrado, cantando al futuro de las cosas inexistentes. Entre paréntesis agrego: (Es un signo saludable de la poesía que se pueda escribir contra ella, contra las formas determinadas de concebirla).

Hoy en día, en estos tiempos de racionalismo tecnológico donde la mente responde a estímulos programados y a las fugaces frivolidades del cine, el periodismo y la televisión, el poeta que erosione certezas y eluda las demandas de la representación lógica, será sistemáticamente desoído, considerada su excentricidad inadecuada y nada confortable. Hay un detalle técnico imposible de pasar por alto. El lector actual quiere imponer a la duración de lento zig zag de la poesía, la veloz conversión del mundo real, algo que es imposible. Quiere leer un verso como si fuera el titulo de tapa de un diario. El lector establece un ritmo que no corresponde al tiempo de la poesía, donde todo existe con la velocidad de una desaparición circular. El lector actual, digo aquellos pocos que leen poesía, lee el poema según la duración de la lectura y no de la escritura, siguiendo la asimetría métrica del poema con el ritmo uniforme de la prosa. Saturado por los medios de comunicación y por la información tecnológica, el lector esta expuesto a la tentación de verdades explícitas fácilmente conseguibles mediante soluciones lógico deductivas. La poesía, por el contrario, expone un desconocimiento perfecto del mundo y ahí radica su perfección: en situarse y hablar desde un asombro que conecta a las palabras entre si y piensa a partir de la relación cambiante entre el mundo y las cosas. Nada puede ser como ha sido.

En "El dormilón" de Woody Allen, el protagonista escribe un poema pésimo que es celebrado. Es el mundo del futuro. ¿Será así el nuestro, teniendo en cuenta que con el nuevo milenio parece que finalmente llegara el futuro? Decía Wordsworth hace 200 años que el futuro se vera en el año dos mil. Difícilmente veamos el futuro tan pronto, pero sin dudas el presente sigue llegando cargado de expectativas, demasiadas diría. El futuro en caso de que llegue será, como es en las ciencias, el cumplimiento de la sorpresa y de lo que imaginábamos pero no pensábamos ver cumplido. Como intermediaria de ese cumplimiento, la poesía conversa con lo indecible que todavía queda por decir y que conserva el futuro de profecía del lenguaje. Acepta una solución anacrónica, en cuanto recurre a un exceso de forma y a una restricción de contenido, algo en contradicción con la época actual donde la información debe dar pautas directas y resolver la realidad con obviedades.

Ante el poco aprecio que los libros de poesía tienen para editores, libreros y críticos literarios, conviene referir a la poesía como una nulidad utópica cuya practica apenas refiere a su dudoso status quo. Es decir, existe pero no esta. Días atrás, valga el ejemplo, un estudiante me pregunto por que escribía poesía. Ante la sorpresa, pues hace 25 años que lo hago y nunca me plantee la pregunta, solo atine a decir, pero confiado: escribo poesía porque usted no lo hace. Para el poeta, la poesía no solo es un derecho, sino también una obligación. Se trata de embellecer al ser y al estar del mundo, aunque el mundo no haga nada por si mismo. Relacionar las cosas con las palabras es la finalidad de la poesía y para eso se apoya en la visión intermediaria de una belleza variable que siempre esta a punto de ser. Una forma de hablar útil pero no utilitaria, la poesía se abre al movimiento constante de las ideas sobre los sentimientos y los sentidos.

Sin ansias de totalidad a diferencia de la ideología, la religión y la tecnología, el discurso poético existe únicamente en los elementos combinados de su estructura. Las palabras son la razón de lo que dicen, el crisol sin precedentes que pone en igualdad de condiciones al lenguaje y al

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pensamiento. Es la plenitud de una realidad indeterminada que no permite leerse en términos de claridad/oscuridad, sino de construcción (y erosión) de las condiciones aleatorias que hacen su definitiva existencia. Es decir, la poesía existe como acción del lenguaje opuesta a la inexistencia de este. En la poesía, incluso en la falsedad de su actuación, el lenguaje se encuentra consigo, recreando una intimidad que no es de todo el mundo. Realizándose como una gran paradoja en libertad, el lenguaje poético tiende a cifrarse. Entretiene y distrae. Es la distracción y el encriptamiento. Desde su privilegio blindado, las palabras encuentran nuevas alianzas en si mismas y en las demás cosas con las que se relacionan. Exceden las combinaciones y adquisiciones que conforman su identidad. Con esto consiguen que el lenguaje siga siendo la versión continua de lo indefinible.

 

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