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BIOMA VIDA AL SUR DE LA TIERRA ZORRO CHILLA Andariego y buscavidas REVISTA ISSN 0719-093X CARRIZAL BAJO Patrimonio a la sombra de un hecho CULEBRA COLA LARGA Philodryas chamissonis NOVIEMBRE 2014

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Revista BIOMA 2014

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BIOMAVIDA AL SUR DE LA TIERRA

ZORRO CHILLAAndariego y buscavidas

REVISTA

ISS

N 0

719-

093X

CARRIZAL BAJOPatrimonio a la sombra de un hechoCULEBRA COLA LARGA Philodryas chamissonis

NOVIEMBRE 2014

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BIOMAVIDA AL SUR DE LA TIERRA

REVISTA

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2206Zorro chilla, un andariego y buscavidas

En las tardes cuando el calor comienza a descender, y las aves vislumbran ya el advenimiento de la noche… un movimiento entre los matorrales de palo negro que hay dispersos en la estepas del desierto costero de Atacama…

EN ESTA EDICIÓN

Culebra de Cola larga, Philodryas chamissonis Una soleada mañana de octubre, salimos en busca de los reptiles que suelen hacer de días como este su “solarium” para recuperar las temperaturas perdidas durante la noche...

Carrizal Bajo, patrimonio a la sombra de un hecho

Tras salir de Huasco por la solitaria carretera costera y después de cuarenta kilómetros en un insignificante y arriesgado desvío a la izquierda justo en una curva, viniendo desde el sur, nos encontramos con un roído letrero que da la bienvenida a este poblado...

Vivencias en el Guayacán

El singular guayacán de tronco retorcido y un poco más de un metro de altura, que se ubica a un costado de la pérgola en la reserva de las chinchillas, a veces nos sorprende con asom-brosos episodios de la vida silvestre...

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César Jopia QuiñonesDirector

Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA

EDITORIALAl visitar Carrizal Bajo, nos encontramos con un poblado lleno de historia y re-cuerdos de una época de oro que for-maron parte importante de las páginas donde se escribió el pasado económico del país.Con avenidas sin nombre de perpetuo silencio que sólo se ve interrumpido por el viento costero, con algunos ladridos de perros y de cuando en cuando algún vehículo que se desplaza por sus anchas calles de tierra. Con su gente que, aun-que poca, no deja de ser amable y dis-puesta a ayudar. En los negocios de ven-ta de enseres se puede encontrar una fuente de amistad, donde no dudan en dar datos y compartir información con quienes necesiten una guía.Sin embargo, así mismo, nos encontra-mos con una página de su historia no tan amable ni agradable, por todos bien conocida, que hace de Carrizal Bajo un lugar polémico con un pasado que ge-nera disputas y enemistad entre los más apasionados fervores políticos.Por lo anterior, es fácil de encontrar en internet, basta con escribir en los bus-cadores la palabra "Carrizal" para hallar, tristemente, sólo cosas relacionadas con la que fue la internación de armas en 1986 con fines terroristas, considerando que fue hace 28 años aún es un tema latente.Se trata de un hito negativo, tomando en cuenta que Carrizal Bajo, como pudi-mos comprobar, es mucho más que eso.En torno a esto queremos dejar claridad que nuestra misión como medio de di-vulgación no guarda ninguna relación con los quehaceres de la política ni los hechos vinculados a la violencia como el

terrorismo, las armas y los odios entre las personas.Por ello lamentamos que se empañe el patrimonio histórico de este lugar, con un hecho que sí tiene relación con la violencia y el odio. Ya bastante ha sufri-do esta localidad por verse abandonada por el fin de la minería sin mencionar que fue casi destruida por un terremoto y un tsunami terminando de desmoro-nar los sueños y esperanzas de sus ha-bitantes.Entendemos que de una u otra manera el incidente de las armas también forma parte de la historia de nuestra sociedad, pero lo imperdonable es que no se haga nada para rescatar a Carrizal Bajo, tanto su patrimonio cultural histórico como el patrimonio natural de su entorno son de gran valor.Fue una ciudad que estuvo en la cima de la prosperidad y hoy no cuenta ni con luz eléctrica para sus pobladores, Chile respecto a su economía y sus in-tereses potencia cosas que tienen valor sólo para algunos, olvidando o dejando de lado a otros.Esperamos con este material entregar un mensaje concientizador para poner en valor el patrimonio de este poblado, su historia y su gente en las agendas de quienes pueden y deberían hacer algo.

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EEn las tardes cuando el calor comien-za a descender, y las aves vislumbran ya el advenimiento de la noche… un movimiento entre los matorrales de palo negro que hay dispersos en la estepas del desierto costero de Ata-cama nos indica que no estamos so-los, sabemos que no es un fantasma, pero actúa como tal, de pronto ese animal que se desplaza cauteloso… desaparece, lo buscamos para confir-mar su identidad y ya no está, simple-mente parece que la tierra lo tragó.Caminando en contra del viento cree-mos que ya no lo veremos, al menos no este día, pero, para nuestra sor-presa, él nos seguía a nosotros… era un zorro chilla (Lycalopex griseus) también conocido como zorro gris, de la familia de los Canidae que en Chile hay tres especies, nuestro buen amigo el zorro culpeo (Lycalopex cul-paeus) y el zorro chilote (Lycalopex fulvipes) de los cuales ya hemos ha-blado en ediciones anteriores.

Entendemos que nos sigue para ver si dejamos algo de alimento para él, ciertamente hay un conocimiento por parte del chilla que lo impulsa a merodear al hombre, y visualizarlo como una fuente generadora de ali-

“...Sabemos que hay mucho más para

conocer y aprender...”

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mento, pero ciertamente no es algo que se considere adecuado.Distraemos la mirada y la atención de su presencia para evitar crear ni tan sólo un mínimo lazo de amistad, suena cruel, pero está en juego el equilibrio natural de las especies. De cuando en cuando dirigimos el lente de nuestra cámara para captar sus mejores poses, agazapados espera-mos nuevos movimientos, lo que nos permite apreciar sus formas y deta-lles de su taxonomía.Es de menor tamaño que su parien-te el culpeo, pero más grande que el chilote, alrededor de unos 40 o 60 cm desde su cabeza hasta su tronco, sin contar los aproximadamente 35 cm de su peluda y sedosa cola.Este cánido se distribuye en un am-plio patrón geográfico que va desde estas hermosas tierras del desierto de Atacama hasta las frías extensiones territoriales de la XII Región, pudien-do en toda esta extensión alcanzar el nivel de mar desde los tres mil metros de altitud en busca de su alimento, su principal actividad diaria, para ello cambiamos de posición y ahora deci-dimos seguirlo para tratar de obser-var su comportamiento alimenticio, en estos yertos suelos prefiere bus-car lagartijas que son relativamen-te abundantes y algunos roedores, aunque las aves no quedan fuera de su menú ni los insectos y algunos la-gomorfos*. Claro está que esta dieta la tiene aquí, en el norte, pero en la zona central del país prefiere roedo-res más contundentes como el degú o el ratón chinchilla.Sin embargo, nuestro esfuerzo por verlo alimentarse resulta infructuo-

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so al menos en esta ocasión, teme-mos estorbar en esta faena a pesar de guardar una distancia prudente, exigiendo al máximo nuestro equipo de fotografía. Sus hábitos más bien crepusculares y solitarios no permi-ten tener en el primer encuentro una perspectiva total de sus acciones de supervivencia, a pesar de ello renue-va actitud gregaria cuando es época de celo (época invernal y comienzo de la primavera) ahí se reúne con pa-reja anual. Las hembras en estos ca-sos cavan una madriguera para lue-go de dos cortos meses de gestación parir los cachorros que no son más de tres.Esta especie que se considera, cree-mos nosotros y lo confirman los ex-pertos, inadecuadamente “conoci-da”, justamente en la Tercera Región donde la vinimos a conocer, está en un estado de conservación vulnera-ble. La ironía de esto es que el chilla es cazado legalmente en Tierra del Fuego, donde fue introducido en 1953 por el Ministerio de Agricultura para controlar una plaga de conejos traídos desde las islas Malvinas.Mientras reflexionamos ante esto la noche nos sorprende, al menos cer-ca de nuestro campamento base, después de las largas caminatas tras sus huellas para encontrarlo y como un premio a esto… se dejó ver final-mente, nos permitió conocerlo y entenderlo, entrar a su hábitat este-párico y desértico nos presentó una escena de su misántropa vida, sus secretos quedaron medianamente revelados, sabemos que hay mucho más para conocer y aprender, ésta es una misión que no tiene un fin aún.

Así mismo esperamos que no conti-núen los actos erróneamente consi-derados de “bondad” al alimentar-los, las especies silvestres requieren genéticamente ser autovalentes, es decir, cazar su propio alimento, esto conlleva a activar sus mecanismos de acecho y agilidad entre otras habili-dades inherentes a su genero, todo ese conocimiento e información es traspasado a sus herederos… de no ser así la especie va perdiendo su rol natural como depredador, destru-yendo millones de años de evolución y adaptación, tan sólo con darles las sobras de nuestras comidas.

Si ves uno, no lo alimentes

*Especies de las familias de los lepóridos (co-nejos y liebres) y los ocotónidos (Picas, cone-

jos europeos y americanos)

Texto y fotografía: César Jopia Q.Revista BIOMA

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www.chileyallteku.wix.com/ongchileyallteku

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UNA ONG PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL & CULTURAL DE CHILE

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Carrizal Bajo, patrimonio a la sombra de un hecho

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T ras salir de Huasco por la so-litaria carretera costera y después de cuarenta kilómetros en un insig-nificante y arriesgado desvío a la iz-quierda justo en una curva, viniendo desde el sur, nos encontramos con un roído letrero que da la bienveni-da a este poblado rodeado por de-sierto y cactáceas.Que Carrizal no tiene luz eléctrica es lo primero que se conoce de Ca-rrizal Bajo entre otros avisos como uno que dice "cuidado con el cuco" haciendo alusión que en la noche en Carrizal todo es oscuridad.Corría el año 1986 cuando se desa-tó una tormenta política y un hura-cán militar en estas solitarias costas, nadie imaginó que en un lugar tan olvidado se centrarían todas las mira-das del país y del mundo. Lamenta-blemente no era por un motivo que pudiera alegrar a sus habitantes ni menos obtener un beneficio a largo plazo de lo sucedido.El Frente Patriótico Manuel Rodrí-guez, FPMR, intentó internar una im-portante cantidad de armas al país para fortalecer y endurecer su lucha contra el gobierno militar de aquel entonces, dos cargamentos de armas de guerra con un total aproximado de 80 toneladas entre los meses de

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mayo y julio de ese año. Más tarde en el mes de agosto se desbarató la operación de los frentistas.Aún quedan rumores que, a pesar de lo descrito por las autoridades en torno al caso, indican que no fue incautado el total del armamento y en algún lugar están ocultos otros materiales bélicos, por otro lado hay quienes aseguran que todo se tra-tó de un montaje preparado por el gobierno militarpara distraer la aten-ción del público.Sin embargo, al caminar por sus ca-lles, que aún algunas no tienen nom-bre y conservan la tierra como pavi-mento, se siente algo muy distinto a la bullida historia política y terrorista del Chile que tanto daño a causado a la memoria colectiva. Ciertamente la sensación que en primer lugar se vie-ne a nosotros es la de soledad y olvi-do, hay un letargo profundo en las pocas miradas de sus habitantes con las que nos cruzamos, pero en los al-rededores de una gran casona, que a duras penas aún se sostienen en pie su techo y la tabiquería derruida, nos cruzamos con un solitario perso-naje nacido y criado en Carrizal, don Jorge Escobar, quien nos cuenta que esa casona corresponde a la casa ro-sada que data del año 1820 y que

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fue ocupada por frailes y como parte de las instalaciones ferroviarias que dieron origen al que otrora fue uno de los puertos más importantes del Chile del siglo XIX.La minería, impulsora de grandes asentamientos también es una gran generadora de historias de abando-no y desolación, así nació Carrizal Bajo alcanzando su auge cuando en 1864 se construyó una línea férrea que conectaba con Carrizal Bajo y Alto con Canto del Agua, la segun-da en Chile, posicionándose con esta obra como un puerto vital, para las operaciones de los distritos mineros de Astillas, Jarilla y Quebrada Blanca.Para 1878 el distrito o departamento de Carrizal alcanzó su mejor produc-ción de metal (cobre fino). Todo este éxito se vio reflejado en una crecien-

te población que llegó a los quince mil habitantes, pero como mencio-nábamos antes, esta época de oro llegó a su fin, alrededor de 1961 con una anquilosada minería, Carrizal vio en silencio cómo se apagaban las lu-ces de la fortuna para siempre.La arquitectura de las casas que aún se mantienenhablade un tiempo pa-sado brillante y prósperoque atrajo a miles a ver en Carrizal un futuro prometedor. Don Jorge nos cuenta que era aquí donde llegaban todas las mejores exclusividades del mun-do, no a Santiago u otros puertos, elegantes telas, productos de las mejores marcas etc. Contaba con un hospital, un teatro, telégrafo, correos y Registro Civil. Todo lo que una urbe desarrollada podía aspirar.Ese era Carrizal Bajo, hoy sólo unas

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cincuenta personas habitan esta de-solada tierra costera. La iglesia, sin párroco, se yergue orgullosa miran-do hacia un hermoso humedal que en otro tiempo estuvo protegido, enel cual sólo quedan algunas ta-guas, unos cuantos cisnes coscoro-bas, otros pocos patos jergones y un solitario cisne de cuello negro todos acechados por una jauría de perros asilvestrados que fueron abandona-dos a su suerte.Ni siquiera la famosa flor garra de león, tan característica y todo un símbolo del desierto florido,que fue descubierta y descritaen 1873 en las cercanías de Carrizal Bajo por el na-turalista alemán Rudolfo A. Philippi, ha permitido exaltar su valor tanto natural como patrimonial por enci-ma de un hecho acaecido que fue totalmente ajeno a su historia.

Carrizal Bajo merece ser despertado de ese largo y profundo sueño en el cual se sumió hace más de cincuenta años…

Texto y fotografía: César Jopia Q.Revista BIOMA

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Culebra de Cola larga

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Culebra de Cola larga

Philodryas chamissonis

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na soleada mañana de octu-bre, salimos en busca de los reptiles que suelen hacer de días como este su "solarium" para recuperar las tem-peraturas perdidas durante la noche, sabíamos que estarían escurridiza-mente entre las piedras de los cerros secos, que son parte de su territorio. Particularmente nos interesan las es-pecies de la familia Colubridae… es decir las culebras de Chile.El listado de esta familia no es muy largo, a diferencia de las zonas del trópico, en nuestra estrecha tierra existen al menos cinco especies, más la del territorio insular.Tenemos en primer lugar a la Pela-mis platurus de Rapa Nui o serpiente amarilla de mar, por otro lado esta la Philodryas elegans y dos más que son la Philodryas tachimenoides, la Philodryas simonsii y la Tachymenis chilensis o cola corta que cohabita en simpatría*1 con nuestra invitada, la Cola larga (Philodryas chamissonis) que cabe mencionar que su nombre científico fue puesto en honor a Ade-lbert Von Chamisso de Boncourt un naturalista y poeta alemán (1781-1838).Al comienzo nos parecía un tanto di-fícil encontrar a esta serpiente endé-mica de Chile, por que es una espe-cie vulnerable*2 y posiblemente sea nominada para la lista roja de peligro de extinción.Las serpientes son especies vilipen-diadas por los chilenos en general, siempre mal vista y victimas de reac-ciones viscerales relacionadas con temor y asco, las que sólo terminan con la muerte de la serpiente.

Sin embargo, no es una especie agre-siva a pesar de contener veneno en sus glándulas opistoglifas*3 capaces de producir emponzoñamiento, casi no hay registros de ofidismo (morde-dura) en nuestro país realizado por la chamissonis.Para conocerla de cerca, quisimos ir en busca de esta culebra tan mal in-terpretada, mientras el Sol no daba tregua, caminábamos entre espinos y rocas cuando una rama se movió sospechosamente, no por su vaivén sino por su flexible curva, y pensa-mos… la suerte nos ha sonreído esta vez… ahí estaba, entre las sombras de un joven espino de un metro y medio de alto, sinuosamente comenzó a ascender desde las flores de manza-nilla… Se escapa! Exclamamos… por cierto; son muy rápidas, al contrario de lo que se puede imaginar, el no tener "patitas" no es un impedimen-to. Lo anterior queda demostrado al averiguar cuales son sus platos prefe-ridos, entre los que están otros repti-les, también roedores como el Degú (Octodon degus), el ratón casero o "laucha común" (Mus musculus) y lo que nos parece prueba fehaciente de sus habilidades de caza de em-boscada es que hay también conejos jóvenes en su menú.De estas costumbres culinarias de la chamissonis, se desprende la fas-cinante forma de alimentarse de las serpientes, hay dos maneras, una es que a sus presas las traga vivas rápi-damente u otra es que las mata pri-mero por contrición e inoculación de veneno y luego las engulle por la cabeza.

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Con casi un metro de largo, no era la más grande de los representantes, por que algunas llegan a medir más de dos metros, pero son muy difíciles de hallar con esas dimensiones, de-notando la disminución de la pobla-ción por un lado y la adaptación a la oferta alimenticia de su hábitat por el otro.Resultó que nuestra delgada mode-lo, no escapaba de nosotros sino que subía lentamente por las espinosas ramas, reptando entre las verdes ho-jas para curiosear, sorprendidos por esta acción nos pusimos a su dispo-sición, tanto que se estiró desde una rama para olfatear con su lengua bífida el lente de nuestra cámara, es una especie diurna por ello su visión es muy buena más allá de su agudo olfato.La culebra de cola larga es ovipara, pone entre seis y ocho huevos alar-gados, lo que la convierte en una especie prolífica, pero esto no ha ser-vido de mucho a la hora de susten-tar su especie, a pesar de su amplio rango de distribución que va desde la región de Atacama (sur) hasta la región de los Ríos, habitando desde el nivel del mar hasta sobre los dos mil metros aún así es cada vez es más escaza.De hecho, la reacción de algunos habitantes locales, a contribuido a esta escases, por ejemplo nos de-cían …¿Cómo le gustan esos bichos asquerosos? Sin saber que son una especie control de plaga natural tan o más eficiente que un gato, para mantener a raya a los roedores tan peligrosamente infecciosos para el humano.

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El folclor y las supersticiones han hecho de las serpientes chilenas un blanco para canalizar los más absur-dos temores, como cuenta la creen-cia que cuando a una mujer embara-zada se le cruzaba una culebra, debía matarla para no perder al bebe o que había que quemarlas para evitar mala suerte por ser portadoras sólo de malos augurios, etc.Como sea que las supersticiones o las malas impresiones de una especie afecten a la convivencia con el hom-bre, este debe entender el contexto de su existencia, los porqué están y para qué están... respondiendo a es-tas interrogantes con acciones sim-bióticas con todos los integrantes de

la red natural viva que mueve a los hábitats y al planeta entero.

*1 Que habitan juntas en la misma zona geográfica*2 Según ley de caza de SAG, la IUCN no cuenta con datos completos de su estado de conservación.*3 Culebras dotadas de glándulas veneno-sas conectadas a los colmillos que inoculan el veneno.

Texto y fotografía: César Jopia Q.Revista BIOMA

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El Pulso de la NaturalezaVivencias en el Guayacán

El singular guayacán de tronco retor-cido y un poco más de un metro de altura, que se ubica a un costado de la pérgola en la reserva de las chin-chillas, a veces nos sorprende con asombrosos episodios de la vida sil-vestre, que ocurren en su entorno o bajo el alero protector de su compac-to e impenetrable follaje.A finales de la primavera anterior, unas pequeñas crías de ratón cola de pincel, también conocido como degu, comenzaron ha asomarse en las distintas salidas de la madriguera ubicada a los pies del guayacán; con sus ojitos redondos y brillantes daban un rápido vistazo al mundo exterior y ante el menor ruido, se sumergían velozmente en los estrechos laberin-tos de tierra que hasta ese momento eran su único mundo conocido.En la medida que crecían se aventu-raban a explorar la superficie, aleján-dose cada vez más de la entrada de su hogar. En uno de esos días de in-tensa actividad, una turca, ave empa-rentada con el hued hued del sur, se abrió camino entre los jóvenes roe-dores y con pasos vigorosos ingresó a la misma madriguera llevando en su pico una abundante carga de co-

mida.El ingreso de la turca a la madrigue-ra de los roedores, llevando comida como si estuviera alimentando a sus crías, nos dejó muy intrigados pues-to que era evidente que esa cueva estaba ocupada por los degus. Sin embargo en pocos días algo total-mente inesperado nos quebró com-pletamente el esquema; un hermoso polluelo de turca, de patas grandes, cola muy corta y cuerpo rechoncho, salió desde la madriguera al encuen-tro de su madre o padre, que en ese momento llegaba a alimentarlo.Una vez que entregó la dosis de co-mida, rápidamente el adulto se retiró en busca de nuevas presas, mientras que el estrambótico polluelo se que-dó en medio de sus compañeros cola de pincel siguiendo con interés sus movimientos, girando con sus des-proporcionadas extremidades hacia los lactantes roedores, cada vez que estos se le acercaban por la retaguar-dia, con inagotable curiosidad.La pequeña turca los observaba con interés, exhibiendo sobre su cabe-za unas largas y pintorescas pelu-sas desordenadas que acentuaban su encantadora condición infantil.

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Repentinamente y sin previo aviso desapareció en el interior de la am-plia cueva, abriéndose paso entre las crías de degus, que entraban y salían de la misma madriguera. Al llegar el verano, las dos camadas de degus se veían muy saludables y eran una clara señal de la exitosa temporada reproductiva de la pujan-te colonia de roedores. Más de una docena de inquietos juveniles, pulu-laban alrededor del guayacán pro-tagonizando vivencias que nos pro-porcionaban detalles prácticamente desconocidos sobre su asombroso comportamiento.Cómo no mencionar el día en que a la hora del almuerzo de los guar-daparques, un grupo de cinco ado-lescentes cola de pincel se alejaron varios metros de la seguridad del guayacán, acercándose hasta los pies de la mesa, con intención de ha-cerse partícipes del almuerzo de sus solícitos protectores.Debo confesar que ante la llegada de estos inesperados invitados, no fue posible resistirse a la tentación de lanzar sobre sus cabezas una que otra apetitosa miga de pan.Los jóvenes roedores recibieron con entusiasmo los bocados que gentil-mente les ofrecimos, sin embargo tuvieron que disputarse el menú con otra clase de juveniles que habían llegado al lugar con la misma inten-ción; tres jóvenes iguanas chilenas saltaron rápidamente para atrapar la comida. En ese momento se generó una sorprendente pelea entre los nu-merosos convidados de piedra.Algunos cola de pincel retrocedie-ron sorprendidos ante la presencia

de los jóvenes de sangre fría pero sus hermanos más osados, atacaron a los lagartos profiriendo quizás que insultos, en un sermón de chillidos acompañados por mordiscos y ara-ñazos, que hicieron rodar por el sue-lo a reptiles y roedores en medio de una nube de polvo.Sin salir de nuestro asombro, comen-tamos que el desenlace de esta lucha habría sido muy distinto si los reptiles fueran adultos. Sin dudas, los atrevi-dos cola de pincel no habrían tenido ninguna posibilidad y lo más proba-ble es que hubiesen terminado con-vertidos en presa. La sorpresiva y breve contienda de cinco contra tres parecía inclinarse a favor de los roedores, sin embargo una cuarta iguana juvenil un tanto más grande que las demás que apa-reció no sé de donde, cambió los re-sultados a tal punto que en un abrir y cerrar de ojos, observé a los cinco jóvenes cola de pincel corriendo en busca de la seguridad del guayacán, seguidos muy de cerca por la última iguana que se sumó a la pelea.Simultáneamente los otros reptiles juveniles que habían participado en la disputa, habían desaparecido de la escena probablemente mordidos y asustados. Por su parte bajo la som-bra del guayacán la iguana juvenil de mayor tamaño muy concentrada en la persecución, se había introdu-cido en el interior de la madriguera detrás de sus oponentes, mantenien-do el suspenso del desenlace de este episodio.Sin embargo transcurridos algunos segundos, el osado reptil reapareció en la superficie huyendo, perseguido

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muy de cerca por un enorme cola de pincel adulto que no toleró tan des-carada violación a su domicilio y mu-cho menos la agresión a sus crías.La desesperada carrera del esca-moso juvenil rápidamente puso dis-tancia entre el y su perseguidor sin embargo el enérgico despliegue de velocidad llegó a su fin al chocar frontalmente con una iguana adulta que se cruzó en su camino.Sorpresivamente ambos reptiles cur-varon sus cuerpos y rodaron por el suelo… al instante se notó la supre-macía de la iguana mas grande que sujetaba firmemente al juvenil ce-rrando sus mandíbulas sobre la base de su cola…Sin embargo cuando parecía que el joven reptil no tenía escapatoria, se desprendió de la cola huyendo ve-lozmente dejando la mitad de su lon-gitud atrapada en las mandíbulas de la enorme iguana.En ese momento el adulto dejó de lado al juvenil, concentrando toda su atención en la movediza cola que se retorcía en sus mandíbulas, impul-sada por incontenibles movimientos reflejos que estimulaban el instinto cazador del reptil mientras la engu-llía con avidez, como si se tratara del más exquisito de los manjares.Finalmente, una vez que la enorme iguana se retiró del lugar, uno a uno los jóvenes roedores cola de pincel volvieron a asomarse sigilosos en la entrada de la madriguera, vigilados por el adulto que había salido en su defensa, retornando nuevamente la calma después estas sorprendentes y vertiginosas vivencias en el guaya-cán.

Texto: Mario A. Ortiz Lafferte.Ilustración: César Jopia

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Para explorar... para descubrir... para conservar...

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