ecos de la guerra civil española en la revista criterio

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Temas de historia argentina y americana 2

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  • Temasde historia argentina

    y americana

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  • COLABORADORES DE ESTE NMERO

    Ezequiel Absolo. Abogado y profesor en Historia. Se desempeaen el rea de la Historia del Derecho y del Derecho Constitucionalcomo docente en la Universidad Catlica Argentina, en la EscuelaSuperior de Guerra, en la Universidad Nacional del Sur y en la Uni-versidad del Museo Social Argentino.

    ngeles Castro Montero. Licenciada en Historia. Licenciada enHistoria UCA. Profesora Funcional Medio Tiempo de la UniversidadArgentina de la Empresa. Profesora Adjunta Teora Poltica y de His-toria Argentina III, Facultad de Filosofa y Letras, UCA.

    Miguel ngel De Marco. Doctor en Historia. Miembro de nmero ypresidente de la Academia Nacional de la Historia. Director y profesordel Departamento de Historia y del Centro de Historia Argentina y Ame-ricana de la Facultad de Filosofa y Letras (UCA). Profesor del doctoradode la Universidad del Salvador.

    Olga Fernndez Latour de Botas. Profesora. Miembro de nmerode la Academia Nacional de la Historia. Directora del Centro de In-vestigaciones Folklricas de la Facultad de Filosofa y Letras, UCA.Profesora titular de la Universidad del Salvador. Investigadora delInstituto Nacional de Antropologa.

    Alberto David Leiva. Abogado. Investigador independiente delConicet. Miembro de nmero del Instituto Internacional de Historiadel Derecho Indiano y del Instituto de Investigaciones de Historia delDerecho. Profesor con dedicacin especial en investigacin en la UCA.

    Jos Mara Mariluz Urquijo. Doctor en Jurisprudencia. Doctor ho-noris causa de la Universidad del Salvador. Profesor honorario de laUniversidad de Buenos Aires. Miembro de nmero de la AcademiaNacional de la Historia. Presidente honorario del Instituto Internacionalde Historia del Derecho Indiano. Presidente honorario del Instituto deInvestigaciones de Historia del Derecho.

    Guillermo Andrs Oyarzbal. Doctor en Historia. Protitular a car-go de la ctedra de Historia Argentina I, Facultad de Filosofa y Le-tras, Universidad Catlica Argentina. Jefe de Departamento de Estu-dios Histricos Navales de la Armada Argentina.

    Daisy Rpodas Ardanaz. Doctora en Historia. Miembro de nme-ro de la Academia Nacional de la Historia. Directora del Doctorado enHistoria en la Universidad del Salvador.

    Colaboran en la elaboracin de los abstracts de este nmero lastraductoras pblicas Graciela Isaa y Ruiz y Graciela Souto.

  • Temasde historia argentina

    y americana

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    Enero-julio de 2003

    Pontificia Universidad Catlica ArgentinaFacultad de Filosofa y LetrasCENTRO DE HISTORIA ARGENTINA

    Y AMERICANA

  • Facultad de Filosofa y Letras. Departamento de HistoriaCentro de Historia Argentina y AmericanaAlicia M. de Justo 1500Edificio San Alberto Magno(C1107-AFD) Buenos Aires. Argentinawww.uca.edu.arE-mail: [email protected]

    Hecho el depsito que prev la Ley 11.723Impreso en la Argentina 2003 UCAISSN 16-66-8146

    Ilustracin de tapa: Exvoto que representa al navo San Ignacio que viaj aBuenos Aires entre 1758 y 1766, Capilla de la Virgen del Buen Aire, en elPalacio de San Telmo, Sevilla.

  • AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD

    RectorMonseor Dr. Alfredo Hctor Zecca

    VicerrectorLic. Ernesto Jos Parselis

    AUTORIDADES DE LA FACULTAD

    DecanoDr. Hctor Jos del Delbosco

    Director del Departamento de HistoriaDr. Miguel ngel De Marco

    Secretario AcadmicoLic. Santiago Bellomo

    AUTORIDADES DE LA REVISTA

    DirectorDr. Miguel ngel De Marco

    Secretaria de RedaccinLic. Mara Fernanda de la Rosa

  • Consejo de Redaccin

    Dr. Samuel AmaralDr. Nstor Toms Auza

    Lic. Armando Ral BaznDr. Csar Garca BelsunceDra. Noem Girbal-BlachaDr. Ernesto J. A. Maeder

    Dr. Jos Mara Mariluz UrquijoDr. Pedro Santos Martnez

    Dra. Mnica P. MartiniDr. Guillermo A. Oyarzbal

    Dra. Hebe C. PelosiDra. Susana Rato de Sambuccetti

    Dra. Daisy Rpodas ArdanazDr. Vctor Tau Anzotegui

    Prof. Enrique Zuleta lvarez

    Dr. Valentn Abecia Valdivieso (Bolivia)Prof. Fernando Assunao (Uruguay)

    Dr. Cristhin Bouchet (Francia)Lic. Rafael Fernndez Heres (Venezuela)

    Dr. Jos Andrs Gallego (Espaa)Dr. Javier Gonzlez Echenique (Chile)

    Dr. Fernando Mayorga Garca (Colombia)Dr. Miguel Len Portilla (Mxico)Dr. Roberto Quevedo (Paraguay)

    Dr. Arno Wehling (Brasil)

  • Sumario

    INVESTIGACIONES

    EZEQUIEL ABSOLO, Doctrina partidaria y formulacin del derecho en laArgentina peronista ..................................................................................... 13

    NGELES CASTRO MONTERO, El eco de la Guerra Civil Espaola en la revistaCriterio ......................................................................................................... 27

    OLGA FERNNDEZ LATOUR DE BOTAS, Presencia del Rosario en el culto marianoregional y popular de la Argentina ............................................................. 55

    ALBERTO DAVID LEIVA, El ejercicio de la profesin de abogado en BuenosAires durante el perodo rivadaviano ......................................................... 87

    JOS MARA MARILUZ URQUIJO, Catlogo de los buques llegados al Ro de laPlata (1700-1775) ....................................................................................... 95

    GUILLERMO OYARZBAL, El proceso de la caza torpedera Rosales y su in-fluencia en la primera legislacin argentina de justicia militar ............... 159

    DAISY RPODAS ARDANAZ, Los servicios urbanos en Indias durante el sigloXVIII .......................................................................................................... 187

    DOCUMENTOS

    MIGUEL NGEL DE MARCO, Apuntes de un ex soldado conscripto durante laCampaa del Chaco .................................................................................. 211

    RESEAS BIBLIOGRFICAS

    MICHEL BERTRAND, Grandeur et misres de loffice. Les officiers de financesde Nouvelle-Espagne (XVIIe-XVIIIe sicles) (Susana Fras) .................... 221

    NATALIO BOTANA, La Repblica vacilante. Entre la furia y la razn, Conver-saciones con Anala Rofo (Hebe Carmen Pelosi) ..................................... 223

  • MIGUEL NGEL DE MARCO, Soldados y poetas (Csar Garca Belsunce) .. 224

    EDUARDO DEVS VALDS, Del Ariel de Rod a la CEPAL (1900-1950), Elpensamiento latinoamericano en el siglo XX. Entre la modernizacin y laidentidad (Hebe Pelosi) ............................................................................. 226

    ROSENDO M. FRAGA, La poltica de defensa argentina a travs de los mensa-jes presidenciales al Congreso (1854-2001) (Guillermo Oyarzbal) ....... 229

    ABELARDO LEVAGGI, Las crceles argentinas de antao (siglos XVIII y XIX).Teora y realidad (Mara Fernanda de la Rosa) ........................................ 230

    JOS M. MARILUZ URQUIJO, La industria sombrerera portea 1780-1835,Derecho-Sociedad-Economa. (Alberto David Leiva) .............................. 232

    GUILLERMO A. OYARZBAL, Argentina hacia el Sur. La utopa del primerpuerto militar (1895-1902) (Patricia Mazzarello) ..................................... 234

    NORA PASTERNAC, Sur: una revista en la tormenta. Los aos de formacin:1931- 1944 (ngeles Castro Montero) ...................................................... 236

    BARRY VELLEMAN, My Dear Sir. Mary Manns Letters to Sarmiento (1865-1881) (Florencia Casiraghi) ....................................................................... 237

  • INVESTIGACIONES

  • Doctrina partidaria y formulacin del derecho enla Argentina peronista

    EZEQUIEL ABSOLO

    I. INTRODUCCIN

    Basado en la compulsa de documentos constitucionales, disposicioneslegales, proyectos de ndole legislativa, sentencias judiciales y opiniones decaracterizados juristas y polticos contemporneos a los acontecimientos,este trabajo pretende someter a examen la hiptesis segn la cual la doctrinapartidaria peronista se realiz en la legislacin y en el texto de la Constitu-cin de 19491. De este modo, partiendo de la idea de que una de las funcio-nes de la doctrina peronista, junto con la de servir a la propaganda y alejercicio del poder, y amn de constituir una intelectualizacin de todo loactuado por el gobierno del rgimen, tambin pas por servir de instrumentopara modificar la realidad nacional2, aqu se analizarn las relaciones quehubo entre la doctrina partidaria del justicialismo y la formulacin del dere-cho de los argentinos durante los primeros gobiernos de Juan DomingoPern (1946-1955). Precisamente, en pos de este objetivo, comenzaremoshablando del espritu del constitucionalismo peronista, reflejado en el textode la Carta Magna de 1949.

    II. LA DOCTRINA PARTIDARIA COMO FUNDAMENTO DEL CONSTITUCIONALISMOPERONISTA

    Expresin de lo que Manuel Garca Pelayo habra considerado comouna manifestacin de preponderante inspiracin sociolgica3, elconstitucionalismo peronista se fue estructurando a partir de una crtica alestado liberal burgus4, que se fundaba en una teora poltica sedicentemente

    1 BENITO NAZAR ANCHORENA, Doctrina peronista?, Buenos Aires, Plus Ultra, 1994, pp.91 y 92.

    2 Vase la obra citada en la nota anterior.3 MANUEL GARCA PELAYO, Derecho constitucional comparado, en Obras Completas, t.

    I, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, passim.4 Cfr. ARTURO ENRIQUE SAMPAY, La filosofa del iluminismo y la Constitucin Argentina

    de 1853, Buenos Aires, 1943.

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    realista5. De este modo, entre los hombres del oficialismo se preconizabaque las formas jurdicas deban resultar de encuadrar la realidad viva delpas o substrato sociolgico actual6, de modo tal que fuese posible con-cretar las aspiraciones populares7 dictadas en nombre del derecho inmanen-te que tienen las multitudes8. As, frreamente opuestos al vacuo forma-lismo del derecho liberal tradicional9, los peronistas insistan imbuidos deun considerable voluntarismo10 en subrayar la mutabilidad e historicidad delas instituciones11. En consecuencia, afirmaban que la Constitucin de 1853/60 deba adecuarse a la realidad presente12, a tenor de lo que indicase lavoz del pueblo, que es la voz de Dios13. Para ello, y con el objeto dearribar al definitivo diseo de un modelo constitucional que estuviese encondiciones de subrogar con xito al entonces vigente, el oficialismo decidirecurrir con generosidad al ideario que, elaborado sobre la substancia deuna nueva concepcin del mundo y de la vida14, iba confluyendo en lo quese comenz a considerar su doctrina revolucionaria15, ideologa que, naci-

    5 ARTURO ENRIQUE SAMPAY, Introduccin a la teora del Estado, Buenos Aires, Politeia,1951, p. 12.

    6 Palabras de los convencionales Mercante y Berraz Montyn, en Diario de Sesiones dela Convencin Nacional Constituyente de 1949 (en adelante DSCC), pp. 13 y 14, y 141,respectivamente.

    7 Palabras del convencional Valenzuela, en DSCC, p. 311.8 MIGUEL LPEZ FRANCS, La Constitucin de Pern y la economa (conferencia dicta-

    da en la Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata el16 de noviembre de 1948, y auspiciada por la Liga de Abogados Pro Reforma de la Constitu-cin), La Plata, 1948, p. 37.

    9 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 189.10 RODOLFO VALENZUELA, Conferencia inaugural del ciclo de disertaciones de los magistra-

    dos judiciales sobre el Segundo Plan Quinquenal de la Nacin, Crdoba, 12 de mayo de 1953,en Coleccin de Fallos de la Corte Suprema de Justicia (en adelante, Fallos), t. 225, p. 475.

    11 Discurso de Juan Domingo Pern ante la Convencin Constituyente de 1949, enDSCC, p. 25. Palabras de los convencionales Luder y Ramella, en DSCC, pp. 67 y 169,respectivamente.

    12 Palabras del convencional Berraz Montyn, en DSCC, p. 147.13 RODOLFO VALENZUELA, Conferencia inaugural... cit., en Fallos, t. 225, p. 478.14 MIGUEL A. RODRGUEZ DE LA TORRE (profesor de la Escuela Superior de Comercio de la

    Universidad Nacional de Crdoba), Ante el problema de la reforma constitucional, 2da.edicin, Buenos Aires, 1948, p. 11.

    15 Palabras del convencional Visca, en DSCC, p. 155.

    EZEQUIEL ABSOLO

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    da en junio de 1943 y restituida a su verdadero cauce por el movimientopopular de octubre16, se concibi como expresin del genio de la nacin ycomo norte de las funciones del Estado17. Al respecto, y a sabiendas de queeste tema ya ha sido investigado exhaustivamente en otro lugar18, cabe sea-lar aqu que esta doctrina19, surgida de un nuevo modo de concebir la vidaargentina20, se autoimpona la misin de llevar la felicidad sobre la tierrapara toda la humanidad21. Asimismo, que caracterizada como de raigambrehumanista cristiana y aristotlicotomista22, tambin se consideraba como lamanifestacin de una revolucin constructiva y progresista que, ajena alderrumbe del imperio de la ley23, atribua al estado la misin de imponer lajusticia social como uno de sus fines universales y primordiales24.

    Ahora bien, a tenor de esta aspiracin muchos conceptos clsicos de lateora poltica liberal fueron sometidos al tamiz de una profundareformulacin. En este orden de cosas, por ejemplo, mientras que Juan Do-mingo Pern sealara que el contenido de los conceptos Nacin, sociedady voluntad nacional ya no aludan a lo que antao25, sus simpatizantesinsistiran en vincular el diseo jurdico a la voluntad popular26 y en subrayarel activsimo papel que le corresponda al Estado, no slo en materia econ-mica27, sino adems en todas las interacciones humanas, ya que pensabanque stas deban someterse siempre a la actividad regulativa estatal entanto que eran permanente objeto de la poltica28. Simultneamente, si se

    16 ALFREDO J. MOLINARIO, La reforma constitucional y los principios penales (confe-rencia pronunciada el 18 de noviembre de 1948, integrando el ciclo de conferencias magis-trales organizado por la Liga de Abogados Pro Reforma de la Constitucin dirigida porAtilio Pessagno), en Revista Penal y Penitenciaria (Buenos Aires), ao XIII, n 47/50(1951), pp. 3 y 4.

    17 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 440.18 Vase al respecto el libro ya citado de Benito Nazar Anchorena.19 Palabras del convencional Visca, en DSCC, p. 155.20 Palabras del convencional Teissaire, en DSCC, p. 354.21 Conferencia de Felipe Santiago Prez en rememoracin del 5 aniversario de la

    proclamacin de la independencia econmica, Buenos Aires, 22 de octubre de 1952, enFallos, t. 224, p. 22.

    22 Palabras de los convencionales Mende y Martinia, en DSCC, pp. 392 y 515.23 Conferencia de Felipe Santiago Prez cit., en Fallos, t. 224, p. 29.24 Palabras del convencional Valenzuela, en DSCC, p. 314.25 Discurso de Juan Domingo Pern cit., en DSCC, p. 29.26 Fallos, t. 214, p. 313.27 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 270.28 Idem, pp. 273 y 274.

    DOCTRINA PARTIDARIA Y FORMULACIN DEL DERECHO EN LA ARGENTINA PERONISTA

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    condenaba al individualismo liberal lo que se exaltaba era el carcter socialdel Hombre, del cual se dijo que no le era dado cumplir su destino sin elconcurso de la comunidad que lo circunda[ba] y que le ayuda[ba] a alcanzarsu fin personal29. Asimismo, y como lgica derivacin de esta posturaantropolgica, se ponderaba una concepcin social de la propiedad y de lalibertad30. En este orden de cosas, tambin merece una mencin la novedosacaracterizacin de la democracia impulsada por los aclitos del rgimen. Enefecto, a despecho de lo que consideraban los opositores, para los peronistasla democracia no pasaba por admitir la legitimidad de la diversidad deopiniones31, razn por la cual frente a la denostada democracia poltica libe-ral proponan, en cambio, la instauracin de una de corte social32, verdaderay real33. En ella que estara dada por la comunidad en el ejercicio delpoder34 debera, necesariamente, existir una cierta comunidad de mirasentre los partidos que se oponen35.

    III. EL PAPEL DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1949 EN LA CONSOLIDACIN DELA DOCTRINA PERONISTA

    Si la reforma constitucional que se encar en 1949 tuvo por uno de suspropsitos ms evidentes permitir la reelecin de Juan Domingo Pern, tam-bin es cierto que como qued insinuado arriba esta aspiracin no fue lanica que incit a los hombres del rgimen en sus pretensiones reformistas.De este modo, ellos tambin aspiraron a adecuar la totalidad del ordena-miento jurdico de los argentinos a los principios filosficos sostenidos porel nuevo gobierno36. En consecuencia, la reforma que se pretenda articularcon el glorioso pasado de los prceres que nos dieron honor, patria ybandera, los que ms tarde estructuraron los basamentos jurdicos de nues-tras instituciones, marcaron la senda que indefectiblemente deba seguirsepara interpretar el sentimiento argentino y conducirlo con paso firme hacia

    29 Idem, p. 278.30 Discurso de Juan Domingo Pern cit., en DSCC, p. 26. Palabras de los convenciona-

    les Sampay y Valenzuela, en DSCC, pp. 278 y 322.31 Cfr. v.gr., Libro Negro de la Segunda Tirana, Buenos Aires, 1956, p. 100.32 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 274.33 Discurso de Juan Domingo Pern cit., en DSCC, p. 27.34 Palabras del convencional Martini, en DSCC, p. 57.35 Palabras del convencional Bagnasco, en DSCC, p. 346.36 FLIX LUNA, Pern y su tiempo. I, Buenos Aires, Sudamericana, pp. 323 y ss.

    EZEQUIEL ABSOLO

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    sus grandes destinos37 deba expresar, segn el presidente de la conven-cin constituyente de 1949, coronel Domingo Mercante, la pretensinperonista de capitalizar el esfuerzo de una generacin revolucionaria38.Al respecto, cabe sealar que constitua un criterio generalizado entre losmiembros del oficialismo que la sancin de la nueva constitucin debaservir para ordenar jurdicamente a la patria como nacin libre, justa ysoberana39, vale decir, como la autntica expresin ideolgica de unaexperiencia revolucionaria40.

    Vino a resultar as que, al margen de intereses polticos circunstanciales ysobre todo a partir de la consolidacin del rgimen, en 194841 estuvo muypresente en el proceso formativo del constitucionalismo peronista la manifies-ta pretensin de fundar jurdicamente una patria nueva42, en la que lo quehaba sido, hasta el momento, el prodigio de un hombre, se convirtiese enla grandeza de un sistema43. Desde luego, esta regeneracinespiritual44 exiga nuevas instituciones, nuevas leyes, nuevo trato desde laesfera oficial, [y] nueva valoracin propia de los hombres y mujeres que forjanla grandeza nacional y renovada fe en el porvenir de cada uno y de la colecti-vidad entera45. En otras palabras, implicaba sustituir enteramente la antigualegislacin46. Por cierto, nada resultaba ms oportuno para lograr este objetivoque recurrir a una reforma constitucional en tanto que instrumentorevolucionario47 que sealase los inicios de una nueva era jurdica en el pas48.

    As las cosas, y en tanto que, como consecuencia de la accin de gobier-no llevada a cabo desde 1946, se consideraba que la nueva Carta Magnadeba plasmar en trminos constitucionales lo que el pueblo argentino ya

    37 Discurso de Juan Domingo Pern cit., en DSCC, p. 26. Respecto del tema del uso dela historia durante el peronismo, vase VIVIANA POSTAY y NATALIA UANINI, Un pasado heroicopara la patria peronista. La construccin poltica de las versiones de la historia, 1946-1955,Crdoba, Ferreira editor, 2001.

    38 La Nacin, 17 de marzo de 1949.39 Palabras del convencional Mercante, en DSCC, p. 13.40 Alfredo J. Molinario, art. cit., p. 5.41 La Historia del Peronismo, fascculo 24 (enero de 1983), p. 405.42 Palabras de los convencionales Valenzuela y Evans, en DSCC, pp. 321 y 455.43 Palabras del convencional Martnez Casas, en DSCC, p. 513.44 Palabras del convencional Cruz, en DSCC, p. 458.45 Palabras del convencional Evans, en DSCC, pp. 458 y 459.46 Alfredo J. Molinario, art. cit., p. 4.47 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 271.48 Idem, p. 272.

    DOCTRINA PARTIDARIA Y FORMULACIN DEL DERECHO EN LA ARGENTINA PERONISTA

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    haba hecho revolucionariamente y lo que tena programado realizar49,se entenda que la reforma deba actuar como un molde constitucionalindestructible de la idea revolucionaria50 en el cual cupiesen todas las fuer-zas vitales de una Nueva Argentina51. Es que los hombres del oficialismocobijaban un sentido de trascendencia52, en virtud del cual considerabanque la obra de la revolucin que se esperaba proyectar para ms all denuestras vidas53 slo alcanzara a gozar de perdurabilidad en la medida enque la misma se solidificara en un nuevo ordenamiento jurdico funda-mental54, capaz de evitar que un posterior vaivn reaccionario, jurisprudencialo legislativo echase por tierra el edificio alzado sobre la base de la justiciasocial55. Dicho de otro modo, la redaccin de la nueva constitucin vino aservir para consolidar una doctrina que hasta ese momento no haba sidoexplicitada en su conjunto con mayor claridad.

    Cabe decir ahora, en cuanto al contenido de la reforma planteada, que losperonistas no permanecieron indiferentes ante los principios polticos de laCarta que iban a aprobar56. De este modo, el explcito objetivo de la reformapas por insuflar un nuevo espritu en la Carta Magna57, destacndose eneste panorama la pretensin de constitucionalizar las tcnicas jurdicas, losprocedimientos y los instrumentos de gobierno58 que permitiesen al Estadocumplir con un efectivo papel como gestor mximo de los intereses colecti-vos59. Asimismo, no est de ms mencionar que lo que se persegua cons-cientemente era restaurar el orden natural de la sociedad mediante el fortaleci-miento de la familia, el establecimiento de un mecanismo econmico basadoen la justicia social, y el afianzamiento de la conciencia nacional, para todo locual se consideraba necesario vigorizar los dispositivos de defensa del ordenpblico, democratizar el modo de eleccin de los sujetos del poder poltico eintroducir un renovado perfeccionamiento tcnico en el Poder Judicial60.

    49 Palabras del convencional Felipe Prez, en DSCC, p. 376.50 Discurso de Juan Domingo Pern cit., en DSCC, p. 28.51 Palabras del convencional Felipe Prez, en DSCC, p. 376.52 Palabras del convencional Mercante al asumir como presidente de la convencin, en

    DSCC, p. 13.53 Palabras del convencional De Virgilio, en DSCC, p. 387.54 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 292.55 Idem, pp. 272 y 273.56 Palabras del convencional Parera, en DSCC, p. 419.57 Palabras del convencional Martini, en DSCC, p. 424.58 Palabras del convencional Luder, en DSCC, p. 68.59 Palabras del convencional Parera, en DSCC, p. 418.60 Palabras del convencional Sampay, en DSCC, p. 288.

    EZEQUIEL ABSOLO

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    Finalizando con este apartado, cabe sealar ahora que, a juicio de algu-nos de sus sostenedores, como el convencional oficialista Vicente Bagnasco,la sancin de la Constitucin de 1949 signific, tras la exitosa formulacinde la doctrina de la justicia social, una segunda etapa dentro de la experien-cia peronista. Se trataba de la de la consolidacin de la doctrina61 yaforjada por la revolucin nacional62. Expresado de otro modo, al decir delos hombres ligados al rgimen, la convencin constituyente haba sido exitosaen su pretensin de convertir en ley suprema de los argentinos los propsi-tos renovadores de la Revolucin63.

    IV. INTEGRACIN DEL ORDEN SUPRALEGAL ARGENTINO POR PARTE DE LA DOCTRINAPARTIDARIA. SUS DERIVACIONES

    Sancionada la nueva Constitucin de los argentinos, el avance de laideologa justicialista no se detuvo. De este modo, y en tanto que expresinformal de la doctrina que Pern propuso al pueblo y que ste acept aldecir de sus mismos sostenedores64, la inteligencia de la Constitucin de1949 paulatinamente se fue integrando con una mayor presencia de la doctri-na partidaria. As, aunque se considerase que la filosofa impulsada por elrgimen ya se encontraba plasmada en la nueva Carta Poltica de la Rep-blica65, con el transcurso del tiempo la gravitacin de la doctrina fue cadavez mayor a la hora de aplicar el nuevo ordenamiento fundamental argenti-no. En este sentido, v.gr., cabe referir que en 1949 se sostuvo que losdiscursos de Juan Domingo Pern a quien se atribua la capacidad denivela[r] los altibajos y las grandes ondulaciones de los acontecimientossociales, [y] desentraa[r] la ley latente, que unifica y dirige los hechostrascendentes de la Historia66 y de su esposa deban ser utilizados comofuente esencial para interpretar una nueva constitucin67 que se sindicaba

    61 DSCC, p. 21.62 Palabras del convencional Mercante, en DSCC, p. 13.63 Resolucin del Directorio del Instituto Nacional de Previsin Social, Buenos Aires, 4

    de julio de 1949, en Fallos, t. 228, p. 67.64 Palabras del convencional Mende, en DSCC, p. 395.65 Conferencia de Felipe Santiago Prez cit., en Fallos, t. 224, p. 8.66 Cfr. VCTOR ZAMBRANO, La reforma de la Constitucin y la funcin social de la

    propiedad, El Pueblo, viernes 29 de octubre de 1948.67 Palabras del convencional Visca, en DSCC, p. 556.

    DOCTRINA PARTIDARIA Y FORMULACIN DEL DERECHO EN LA ARGENTINA PERONISTA

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    como la concrecin del pensamiento de ambos68; que en 1955, integrando elPlan de accin poltica diseado por la Secretara de Asuntos Polticos, selleg al punto de recomendar a los jueces que en sus fallos recurriesenexclusivamente al lado peronista de las bibliotecas69; y que durante esemismo ao un prestigioso jurista no dud en afirmar que la palabra presi-dencial era fuente hermenutica en tanto que gestora e inspiradora dela reforma de 194970.

    Ahora bien, en cuanto a la identificacin de un hito esencial en esteproceso de redimensionamiento de la doctrina, resulta indudable que estamanifiesta tendencia se consolid a comienzos de la dcada de 1950, cuandomerced al dictado de la Ley 14.184 relativa al Segundo Plan Quinquenalse dispuso que todo el plexo normativo argentino deba integrarse con losprincipios filosficos peronistas71. As las cosas, desde ese entonces la doc-trina del justicialismo calificada como la doctrina argentina72 se erigidefinitiva y formalmente como una autntica institucin jurdica de alcan-ce obligatorio73, destinada a impregnar todo el quehacer jurdico74. De estemodo, v.gr., se pudo afirmar desde las aulas de la Universidad Nacional deCrdoba que el justicialismo constitua la base insustituible sobre la cualdeba erigirse un nuevo orden jurdico75.

    Como derivacin evidente de todo lo dicho hasta aqu, al calor delimpulso oficialista comenz a forjarse un autntico derecho justicialista76,el mismo al que le vaticinaron corta vida los contemporneos que no adhe-

    68 RODOLFO PICCIRILLI, El justicialismo. Contribucin a su estudio, Revista de la Facul-tad de Ciencias Econmicas, Comerciales y Polticas (Rosario), nos 62/63 (mayo-diciembrede 1950).

    69 Libro Negro de la Segunda Tirana, op. cit., p. 91.70 GUILLERMO J. CANO, Examen crtico del anteproyecto de cdigo de minera del doctor

    Carlos A. Almuni, en La Ley, t. 79 (julio-septiembre de 1955), p. 895.71 ATILIO PESSAGNO, Conferencia sobre el Segundo Plan Quinquenal de la Nacin,

    pronunciada en la ciudad Eva Pern el da 15 de julio de 1953, en Fallos, t. 226, p. 178.72 RODOLFO PICCIRILLI, art. cit.73 RODOLFO VALENZUELA, Conferencia inaugural del ciclo de disertaciones de los magis-

    trados judiciales sobre el Segundo Plan Quinquenal de la Nacin, Crdoba, 12 de mayo de1953, en Fallos, t. 225, p. 485.

    74 Idem, pp. 474 y 475.75 RICARDO SMITH, El sufragio, el justicialismo y el derecho natural de los trabajadores,

    Boletn de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Crdoba),ao XV, nos 3 y 4 (julio-diciembre de 1951).

    76 Vase, v.gr., GUILLERMO J. CANO, art. cit., p. 902.

    EZEQUIEL ABSOLO

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    ran irreflexivamente al rgimen77 y que, aos despus, suscitara el cerradoencono de los hombres de la Revolucin Libertadora78. Desplegada en unamultiplicidad de manifestaciones, en mrito a la brevedad de este trabajo,aqu slo aludiremos a la gravitacin del ideario peronista respecto de trestpicos: la renovacin del derecho pblico provincial, la formulacin de lajurisprudencia y la pretensin de alterar sensiblemente el contenido del dere-cho codificado.

    En cuanto a la transformacin del constitucionalismo provincial proce-so que se inici con lo dispuesto en la clusula transitoria 5ta. de la Constitu-cin de 1949, en virtud del cual las legislaturas locales se convirtieron enasambleas constituyentes, digamos aqu que a juzgar por los dichos de loscontemporneos sta constituy fruto del pasajero inters del partido domi-nante79, que busc imprimir en el orden provincial el ideario del justicialismoperonista80. No sorprende, as, que la peculiar doctrina justicialista en tornoa la democracia se impusiera en Corrientes, en donde se fij como objetivode la constitucin local el de consolidar las instituciones democrticas81, oen el de Misiones, en cuya carta se aludi al sistema democrtico que servade sustento a la carta respectiva82. Por su parte, y a tono con el espritu de ladoctrina oficial, en Buenos Aires se decidi eliminar la asamblea de mayo-res contribuyentes prevista en la Constitucin de 193483, mientras que apropuesta del convencional Savere, la Constitucin de La Rioja dispuso quedos de los cuatro ciudadanos que integrasen el tribunal provincial de juiciopoltico a quienes deban sumarse cuatro abogados, el presidente de laCorte de Justicia, el presidente del Tribunal de Cuentas y el fiscal de Esta-do deban ser representantes obreros de entidades con personera jurdicao gremial84. Empero, sin desconocer el valor de los ejemplos recordados, nohubo, quiz, mayor despliegue revolucionario que el que se manifest, en1951 y 1952, en las Constituciones de las provincias de Eva Pern y de

    77 Los Principios (Crdoba), 11 de junio de 1949, p. 4.78 Cfr. CARLOS MALAGARRIGA, Ahora ms que nunca, El Mundo, 4 de mayo de 1956,

    p. 4.79 Los Principios (Crdoba), 7 de mayo de 1949, p. 4.80 CARLOS BERRAZ MONTYN, La Constitucin justicialista de Santa Fe. Notas a las

    reformas constitucionales de 1949 de la provincia de Santa Fe. Fuentes y concordancias,Santa Fe, 1950, p. 235.

    81 Prembulo de la Constitucin de Corrientes de 1949.82 Artculo 13 de la Constitucin de Misiones de 1954.83 Cfr. el artculo 154 de la Constitucin de Buenos Aires de 1949.84 Artculo 138, inciso 3, de la Constitucin de La Rioja de 1949.

    DOCTRINA PARTIDARIA Y FORMULACIN DEL DERECHO EN LA ARGENTINA PERONISTA

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    Presidente Pern. En efecto, particularmente sensibles a los aspectos msrenovadores de la doctrina peronista, en ellas se dispuso que la indemniza-cin correspondiente al procesado en materia criminal que resultase absueltoo sobresedo, slo sera abonada a aquellos que fuesen calificados comoobreros o empleados en los convenios de trabajo suscriptos por las entida-des regidas por la Ley Nacional de Asociaciones Profesionales85. Adems,tambin se impuso que para integrar los jurados se deban acreditar hbitosde trabajo mediante la afiliacin a las entidades reguladas por la misma LeyNacional de Asociaciones Profesionales86. Asimismo, pero slo en el casoparticular de presidente Pern, mas no en el de Eva Pern, se estableci quela mitad de los miembros de la Cmara de Representantes deba ser elegidapor los ciudadanos pertenecientes a las entidades profesionales regidas porla ley ya mencionada87.

    Respecto de la formulacin de la jurisprudencia, dgase aqu que, con-vertida la doctrina partidaria en norma nacional y caracterizada como lafibra medular de un nuevo derecho argentino88, desde la judicatura quehaba sido sometida a la voluntad del rgimen desde el temprano ao 194689,poltica en la cual el juicio poltico a la Corte Suprema constituy su episo-dio ms resonante90 se lleg a sostener que los magistrados del pas nopodan permanecer impermeables a un ideario como el peronista91, bajo elcual se consideraban unidos los servidores del derecho92. De anloga ma-nera, un ministro de la nacin sostuvo pblicamente que no poda ni deba

    85 Artculo 15 de la Constitucin de Eva Pern de 1952.86 Artculo 96 de la Constitucin de Eva Pern de 1952.87 Artculo 33 de la Constitucin de Presidente Pern de 1951.88 Discurso pronunciado por el ministro del Interior y Justicia, ngel Borlenghi, el 1 de

    febrero de 1955, en el acto de la inauguracin de un busto del presidente Pern, al iniciarse elao judicial, en Fallos, t. 231, p. 18.

    89 Vivir dentro de la Constitucin (editorial), El Pueblo (Buenos Aires), sbado 7 deseptiembre de 1946, n 15.885, p. 8.

    90 Sobre el juicio poltico a la Corte Suprema, vase Bernardo David Marotta, Espritude justicia y Poder Judicial en la Nueva Argentina, en Revista de Historia del Derecho, n30 (2002) (en prensa).

    91 Voto de Maximiliano Consoli, adoptado por los miembros de Cmara Nacional deApelaciones en lo Civil, Comercial y Penal Especial y en lo Contencioso administrativo enautos Mar T. Morn Echegaray de Ibarra contra Nacin Argentina, Buenos Aires, 4 dejulio de 1952, en Fallos, t. 228, p. 132.

    92 Discurso pronunciado el 1 de febrero de 1952 por el seor ministro decano de laCorte Suprema, doctor don Rodolfo G.Valenzuela, en el acto de iniciacin del ao judicial, enFallos, t. 222, p. 6.

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    haber jueces que no fuesen justicialistas93, criterio que no qued restringido almbito oratorio, como que sirvi para fundar la intervencin federal a losPoderes Judiciales de Salta94, de Buenos Aires95 y de Crdoba96. As, por ejem-plo, mientras que la intervencin a la judicatura saltea se bas en el dictadode pronunciamientos resueltos en forma adversa a los derechos obreros,por el predominio manifiesto en ellos de una doctrina jurdica de tendenciasinconciliables con los postulados de la Constitucin Justicialista, y por suadhesin a un clima ideolgico y moral de marcada tendencia favorable a losintereses de la oligarqua tradicional97, la de la cordobesa se sustent en lainobservancia de los principios de la doctrina justicialista, incorporados a lanueva Constitucin [] y concretados en una ley nacional [] [lo cual]implica desviarse del orden jurdico fundamental del pas, al que las provin-cias deben necesariamente someterse en todos y cada uno de sus poderes98.

    Manifestada, pues, por los jueces una inequvoca adhesin a los postula-dos de la Nueva Argentina y a la doctrina reparadora del justicialismo99 comonovedosa expresin de la ciencia jurdica100 lo que a veces se derivaba engestos de notoria obsecuencia, como el que tuvo lugar cuando unos magis-trados cordobeses asumieron sus altas funciones judiciales expresando sulealtad y fervor peronista101, las preferencias polticas de los encarga-dos de impartir justicia se reflejaron paulatinamente en una interpretacinjudicial que al decir del entonces ministro de la Corte Suprema, FelipePrez, ya no derivaba de la sola lgica del jurista sino del servicio leal einteligente a las necesidades del pueblo102. Dicho de otro modo, al calor de

    93 Discurso pronunciado por el ministro del Interior y Justicia, ngel Borlenghi, el 1 defebrero de 1955, en el acto de la inauguracin de un busto del presidente Pern, al iniciarse elao judicial, en Fallos, t. 231, p. 19.

    94 Anales de Legislacin Argentina (en adelante AdLA), t. XI-A, pp. 276 y 277.95 AdLA, t. XII-A, p. 3.96 AdLA, t. XIV-A, p. 626.97 AdLA, t. XI-A, pp. 276 y 277.98 AdLA, t. XIV-A, p. 626.99 Fallos, t. 219, p. 9.100 Cfr. NORBERTO ANTONI (vocal de la Cmara Nacional de Apelaciones de Tucumn, y

    profesor titular de Legislacin del Trabajo en la Universidad Nacional de Tucumn), Eljusticialismo y su gravitacin cultural, econmica y social (conferencia dada el 4 de junio de1952), Tucumn, Universidad Nacional del Tucumn, 1952, p. 16.

    101 Libro Negro de la Segunda Tirana, op. cit., p. 91102 FELIPE SANTIAGO PREZ, Discurso pronunciado en el acto de sepelio de los restos del

    ministro Justo Lucas lvarez Rodrguez, Buenos Aires, 3 de agosto de 1949, en Fallos, t.214, p. 313.

    DOCTRINA PARTIDARIA Y FORMULACIN DEL DERECHO EN LA ARGENTINA PERONISTA

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    la doctrina partidaria una savia renovadora condujo a una profunda revi-sin de la tradicional jurisprudencia para adecuarla a la nueva mentalidadargentina103, al tiempo que, correlativamente, se propiciaba una despiadadacensura contra la anterior judicatura, denostada en tanto que, supuestamente,se haba alejado en forma voluntaria y consciente de las ideas ambientes yde las preocupaciones e inquietudes sociales104.

    Finalmente, en lo que se refiere a la pretensin de alterar el contenidodel derecho codificado, tambin se pueden invocar abundantes ejemplos,varios de ellos, incluso, previos a la sancin de la Carta de 1949. As, porejemplo, en ese ao se sostuvo que el Cdigo Civil argentino no era ms queuna noble casona solariega agrietada por el tiempo105, cuyo credo filosfi-co, inspirado en el modelo napolenico, ya no poda ser el de las clasestrabajadoras106. Lgicamente, esta apreciacin no hizo sino agudizarse trasla sancin de la nueva Constitucin. En efecto, bajo la idea de que susclusulas deban proyectarse sobre la totalidad del derecho legislado, en elmundo acadmico se insista en la necesidad de dictar nuevos cdigos porejemplo, en el rea del derecho minero107 en los que el nuevo derechoargentino108 reflejase el ideario de la revolucin nacional109. As las cosas,por ejemplo, si en el seno del Congreso de la Nacin el diputado Rocamorasostuvo, en julio de 1953, que el derecho material argentino deba ser ade-cuado a la presente realidad y a la Constitucin justicialista110, para mu-chos juristas no resultaban menos evidentes las contradicciones producidasentre el viejo derecho y la normativa contenida en disposiciones constitucio-

    103 HUMBERTO P. J. BERNARDI, El dao moral en los cuasidelitos, La Ley, t. 79, p. 908.104 FELIPE SANTIAGO PREZ, Discurso pronunciado en el acto de sepelio de los restos del

    ministro Justo Lucas lvarez Rodrguez, Buenos Aires, 3 de agosto de 1949, en Fallos, t.214, p. 312. Vase tambin RODOLFO G. VALENZUELA, Discurso pronunciado al iniciarse elao judical de 1952, en Fallos, t. 222, p. 6. Del mismo, La Constitucin Argentina y sureforma en 1949, en Fallos, t. 228, p. 30.

    105 ALFREDO J. MOLINARIO, art. cit., pp. 3 y 4.106 Cfr. VCTOR ZAMBRANO, art. cit.107 CARLOS A. ALMUNI, La Constitucin de 1949 y sus proyecciones en el derecho

    minero, Boletn de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Universidad Nacional deCrdoba), ao XVI, nos 1 a 4 (enero-diciembre de 1952).

    108 CARLOS JORGE VARANGOT, El segundo Congreso Nacional de Derecho Comercial,La Ley, t. 71, p. 815.

    109 ARTURO ENRIQUE SAMPAY, Los principios constitucionales de un nuevo cdigo civilargentino, La Prensa, 24 de febrero de 1952.

    110 Diario de Sesiones de la Cmara de Diputados, ao 1953, sesin de 30 de julio, p.898.

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    nales como las de los artculos 38, 39 y 40 de la Carta de 1949. De all quese urgiese la revisin de nuestros cdigos y dems legislacin vigente111.

    V. CONSIDERACIONES FINALES

    Hijo dilecto de un gobierno que se conceba a s mismo como revolu-cionario, el constitucionalismo peronista supuso la consolidacin de su doc-trina partidaria, y aspir a erigirse en el ms ambicioso intento de rupturarespecto del hasta entonces tradicional patrimonio jurdico de los argentinos.Indudablemente, esta pretensin se fundaba en nuevas concepcionesantropolgicas y sociales, y en la idea de que el Estado mediante el absolu-to predominio de sus instrumentos normativos deba ser el actor central deuna profunda transformacin del pas. En consecuencia, se despleg desde elgobierno un poderoso esfuerzo tendiente a subsumir bajo la gida de lacosmovisin peronista a la entera sociedad, objetivo en pos del cual no slose recurri a redactar una nueva Constitucin tan identificada con el rgi-men que propios y extraos la denominaron justicialista112, sino que uni-da a sta el ideario diseado por Pern ms tarde caracterizado comodoctrina nacional, se construy un flexible bloque de supralegalidad al cualse subordin la totalidad del derecho argentino.

    Ahora bien, en lo atinente a la aspiracin del gobierno peronista deimponer una vivencia colectiva de lo jurdico que fuese propia de la NuevaArgentina, es bueno sealar que este inocultable anhelo se apoy en elactivo concurso de un importante grupo de juristas, muchos de ellos inte-grantes de la judicatura. En este sentido, no puede negarse que lo que aportuna fuerza nada desdeable a este accionar de la magistratura oficialista fueal margen de las simpatas interesadas que pudieron llegar a manifestarsela ms o menos generalizada adhesin de muchos abogados a la cosmovisindel rgimen, ideologa que sedicentemente realista y surgida de unaespecialsima valoracin del hombre, de la sociedad, del Estado y del dere-cho, no poda sino conducir a una dramtica y espectacular ruptura con elpasado jurdico nacional.

    111 MIGUEL A. AROZ, Influencia de la reforma de la Constitucin sobre la legislacin delos contratos; en Revista de Derecho Pblico (Tucumn), ao III, nos 1 y 2 (1952), pp. 11 yss.

    112 Un ejemplo entre varios, en RAL A. MEND, El justicialismo. Doctrina y realidadperonista, 4ta. edicin, Buenos Aires, Ediciones Mundo Peronista (coleccin azul), junio de1943, p. 111.

    DOCTRINA PARTIDARIA Y FORMULACIN DEL DERECHO EN LA ARGENTINA PERONISTA

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    ABSTRACT

    In this work -based upon the idea that the Peronist partisan doctrine,apart from being used as propaganda in favour of the regime and contributingto consolidate the governments actions, has also been used as a guide forthe modification of Argentine reality- we analyze the influence of said doctrineupon the formulation of Argentine law during the first terms of Juan Domin-go Perns government (1946-1955). Thus, and through the comparison ofdocuments of that time, we analyze in deep the scope and chacarteristics ofsuch influence on the enactment and construction of national legal rules.

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  • El eco de la Guerra Civil Espaolaen la revista Criterio

    NGELES CASTRO MONTERO

    INTRODUCCIN

    La sangrienta Guerra Civil Espaola no dej indiferente a la opinincatlica argentina expresada en un rgano de reconocido prestigio intelec-tual como la revista Criterio bajo la gida firme de monseor GustavoFranceschi. Los acontecimientos de orden nacional e internacional compare-can ante la mirada atenta y perspicaz de su director, quien destinaba unlugar de alto relieve en las pginas de este prestigioso semanario para anali-zar, traducir e intentar la modificacin de los sucesos circundantes en trmi-nos catlicos. En efecto, tanto los editoriales como la seccin de comenta-rios salida directamente de la pluma de Franceschi y numerosas notas, elapartado titulado Comunismo, las crticas bibliogrficas, cinematogrficasy teatrales redactados por colaboradores nacionales y extranjeros se ocupa-ron de manera profusa y minuciosa de los acontecimientos espaoles con unparticular nfasis y apasionamiento. Desde la primera hora de la GuerraCivil, la revista tom partido de una manera inequvoca por el grupo demilitares que se pronunciaron contra el gobierno del Frente Popular. Elseguimiento paso a paso de las vicisitudes de la Guerra Civil Espaolaestuvo cargado de emociones agitadas y no fue una actitud exclusiva delambiente catlico: los liberales, los socialistas, los demcratas progresistas ylos radicales argentinos se sintieron arrastrados hacia un compromiso polti-co explcito con lo que suceda en Espaa: noticias, manifiestos, colectas,festivales y un cuantioso nmero de actividades de auxilio para cada uno delos bandos en pugna revelan esa estrecha y emotiva conexin1. En esteartculo rastrearemos la posicin de Criterio y sus relaciones con el juicio

    1 ERNESTO GOLDAR, Los argentinos y la Guerra Civil Espaola, Buenos Aires, Contra-punto, 1986; MNICA QUIJADA, Aires de Repblica, Aires de Cruzada: La Guerra Civil Espa-ola en Argentina, Sendai Ediciones, Barcelona, 1991.

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    catlico en los varios centenares de pginas que le dedic a este problemadurante los casi tres aos de contienda fratricida. La revista entiende a laGuerra Civil Espaola como una neocruzada heroica en clave de siglo veinte,extirpadora de los males de arraigo moderno y que reactualiza para algunosespritus los momentos ms exasperados, y el concepto de guerra santa. Anuestro entender, monseor Franceschi oscila entre esta nocin de guerra santatan cara al nacional-catolicismo espaol y el concepto de guerra justa detradicin escolstica2. A pesar de que la revista se afana en mantener unapostura monoltica con respecto a la guerra, se produce un agrietamiento en elfrente interno catlico desde un flanco inesperado: estalla una vehementepolmica en torno a la sacralidad de la contienda espaola y la independenciade pensamiento del catlico en cuestiones profanas, agria discusin entre JacquesMaritain estimadsimo filsofo tomista por los crculos locales de intelectua-les catlicos y el padre Julio Meinvielle, debate en el que tercia monseorFranceschi. Esta disputa intensa y enojosa expresa no slo la inclinacin pol-tica compartida por el grupo de catlicos argentinos que publican en la revistasino tambin sus temores ante la derivacin de este conflicto en el campodecididamente adversario. En efecto, Criterio construye una fortaleza an msslida en defensa de su postura y excluye la voz de otros catlicos argentinos yextranjeros que no encuentran sintona de parecer en torno a su visin de laguerra espaola. Esta discusin dentro de las filas catlicas cobra una sonori-dad indeseable y prolongada para Franceschi ya que algunos disidentes catli-cos se asilan en Sur, publicacin que se involucra de manera cabal, no oblicua3como se ha expresado, con respecto a los acontecimientos espaoles y partici-pa enrgicamente en esta disputa ideolgica de la poca entre fascismos ydemocracia. En la perturbada dcada del treinta, Sur y Criterio polemizanabiertamente conceptos morales y polticos.

    Este intenso compromiso y la angustiosa preocupacin por el desarrollode los sucesos en la Pennsula Ibrica se pueden entender dentro del horizon-te de inquietudes por la realidad nacional el sistema poltico y las alianzaspartidarias ante los comicios presidenciales de 1937, conectados estrecha-mente con el avance del comunismo y la situacin social que alarman aFranceschi, para quien los acontecimientos de Espaa deben advertir y es-

    2 C. A. Floria y M. Montserrat sostienen que Franceschi rechaza el empleo de la nocinde guerra santa y se muestra proclive a considerar la justicia de la guerra antes que suhipottica santidad, La poltica desde Criterio (1928-1977), Criterio, 24 de diciembre de1977.

    3 Ver MARA TERESA GRAMUGLIO, Sur en la dcada del treinta: una revista poltica,Punto de Vista, n 28, noviembre de 1986.

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    carmentar a la sociedad argentina en la que, segn su opinin, estallar otraguerra civil sin dilaciones si no se toman aquellas medidas propuestas desdesu revista para evitarla.

    LOS ACONTECIMIENTOS DE ESPAA: LOS PRIMEROS REFLEJOS EN CRITERIO

    Con gran preocupacin Criterio sigue de cerca la situacin espaola. Lainstauracin de la Repblica y sus avatares, y en particular la llegada delFrente Popular al gobierno espaol desde febrero de 1936, inquietan aFranceschi y a sus colaboradores tanto argentinos como espaoles. Antes delestallido, a principios de junio de 1936 aparece una nota titulada La guerracivil en Espaa, que pone de manifiesto una de las principales y constantespreocupaciones de la revista. Se trata de deducir una provechosa enseanza,una saludable y eficaz leccin4, ya que las crisis espaola y francesa de laque la revista tambin da cuentas, pero con menor vibracin emocional, noobedecen solamente a causas particulares, es una hora en que se asiste a unpeligro de ndole general y universal, la crisis de autoridad de los regmenesdemocrticos que no pueden detener el avance incontenible de las masas querecurren a la violencia para establecer un orden nuevo, de modo que, si lascircunstancias son favorables, se reproducirn en muchsimos otros pases5.El tono de alarma de Franceschi se eleva: La revolucin social no nosamenaza: estamos en ella... No soemos con atajar algo que se cierne ms omenos lejanamente sobre nosotros: nos hallamos envueltos ya por la tempes-tad6. El origen de esta turbulencia se halla en las doctrinas, pero no sola-mente en las que aparecen en primer plano como el socialismo y, ante todo,el comunismo por su cariz destructivo, sino que ellas se remiten al liberalis-mo, raz de los convulsionados acontecimientos. El liberalismo, que ha des-gajado y proclamado la supremaca de la libertad de pensamiento y expre-sin, ha desatendido la cuestin social y ahora los individuos se rebelancontra un Estado inerme. La difusin de estas ideas disolventes de nuestrotejido social es causada en primer lugar por las clases intelectuales. Son losletrados, los profesores, los periodistas, son todos los que, con pretexto delibertad de pensar, escandalizan a la juventud y a los trabajadores7. Pero la

    4 ANTONIO H. VARELA, La guerra civil en Espaa, Criterio, 4 de junio de 1936.5 G. FRANCESCHI, Los individuos contra el Estado, Criterio, 2 de julio de 1936.6 G. FRANCESCHI, Revolucin, Criterio, 18 de junio de 1936.7 ANTONIO H. VARELA, La guerra civil en Espaa, Criterio, 4 de junio de 1936.

    EL ECO DE LA GUERRA CIVIL ESPAOLA EN LA REVISTA CRITERIO

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    revista no se detiene solamente en la denuncia de las doctrinas, responsabilizaa las clases propietarias por su desatencin a los problemas del sector traba-jador y llama en tono apremiante a una accin en el campo de las reformassociales bajo la orientacin sealada por el magisterio eclesial. Horas antesdel alzamiento militar, Criterio hace una advertencia clamorosa, apelando aun refrn popular: Cuando veas las barbas del vecino afeitar, pon las tuyasa remojar8. Sin medias tintas, la revista insistentemente reflexiona y extraeconsecuencias para la realidad argentina a la luz de los sucesos europeos, yparticularmente espaoles, en los que se augura un fatal desenlace. Estareiterativa exhortacin sobre el peligro comunista no abandonar en ningnmomento las pginas del semanario catlico y los acentos de agitacin setornarn cada vez ms encendidos.

    LA LUCHA ANTICOMUNISTA EN ESPAA Y EN LA ARGENTINA. JUSTIFICACIN YESTRATEGIA

    La revista espera sin vacilaciones durante todo el desarrollo de la guerrael triunfo de las fuerzas rebeldes y brinda una abundante y pavorosa infor-macin sobre los acontecimientos de Espaa que abren paso tempranamenteen la pluma de Franceschi a una justificacin de orden filosfico del alza-miento militar, argumentaciones que reaparecern en la polmica conMaritain. El gobierno de Frente Popular es ilegtimo puesto que lleg alpoder por medios fraudulentos y sediciosos; por lo tanto, ante el peligro deanarqua y de ruina total, Franceschi entiende que es necesario un movi-miento de fuerza para que restaure el orden de las cosas. Criterio se esfuerzapor poner en claro quines son los verdaderos revolucionarios:

    Lo de Espaa no es un movimiento alzado contra el gobierno legalmenteconstituido, aunque as parezca desde la superficie. Los llamados leales sonen realidad los rebeldes, porque representan el desorden anrquico, el mate-rialismo marxista, la negacin de la libertad humana que Espaa defendi atravs de toda su historia; la revolucin social injusta, en suma. Los actualesrevolucionarios estn reprimiendo el alzamiento y eso es todo. Que no es unalzamiento inmotivado ya lo hemos visto9.

    De acuerdo con el estudio de Miranda Lida, hay en el pensamiento deFranceschi una huella clara del concepto tomista de la sedicin. Si bien en

    8 G. FRANCESCHI, Las barbas del vecino, Criterio, 16 de julio de 1936.9 Criterio, seccin Comentarios: Aguafuertes de Espaa, 10 de septiembre de 1936.

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    esta doctrina se le reconoce al orden poltico una autonoma que lo habilitapara establecer sus propias normas, las cuales deben ser obedecidas por elcristiano, se legitima al mismo tiempo el recurso a la rebelin en caso de queel poder poltico se torne tirnico. Por otra parte, el sedicioso no es aquelque se levanta frente a un poder considerado tirnico sino que lo es el propiogobernante al ejercer el poder de modo ilegtimo, atentando contra el biencomn y el orden social. Aquel que se levante contra una tirana desearestablecer un orden social y restituir un equilibrio perdido10. Semanas mstarde Franceschi prosigue con esta idea:

    Hoy en Espaa se lucha con las armas, y no vacilo en reconocer que, comociudadanos, los hombres que se levantaron en armas estn con la justiciaporque todas las leyes fundamentales del pas se haban violado y hasta elderecho a la vida estaba disminuido11.

    Este alzamiento militar espaol busca restaurar un orden alterado, perdi-do por la revolucin comunista; se trata en suma de una reaccin defensiva,donde no slo se lucha en Espaa sino en todos los sitios donde se puedareproducir esa situacin. Pero, cules son las razones de esta oposicinencarnizada y su peligrosidad tan extrema? El comunismo, tal cual existehoy da, es sustancialmente una concepcin materialista, y por endeantiespiritualista y antirreligiosa, tanto de la vida pblica cuanto de laprivada12, define Franceschi. La alocucin papal a un grupo de refugiadosespaoles da pie para establecer no slo la imposibilidad de la reconciliacindel comunismo y el catolicismo sino tambin para corroborar la condena yla responsabilidad del liberalismo, en su faz librepensadora y enfticamenteal liberalismo aburguesado y gozador que nos llev a la tremenda crisis queestamos padeciendo13. La enorme preocupacin por su extensin en la Ar-gentina se refleja en el gran espacio que la revista le dedica en sus nmeros,que trae en varias ocasiones una seccin especial rotulada precisamenteComunismo. All se desplazar el anterior inters por el desarrollo de steen Rusia y Mxico para centrar toda su atencin en la gran batalla que se

    10 MIRANDA LIDA,Iglesia, sociedad y Estado en el pensamiento de monseor Franceschi.De la seditio tomista a la revolucin cristiana (1930-1943), Anuario IEHS, Tandil, 17(2002). (En prensa.) Agradezco a la autora el haberme facilitado la lectura de este trabajo.

    11 G. FRANCESCHI, El Papa, nosotros y el comunismo, Criterio, 24 de septiembre de1936.

    12 G. FRANCESCHI, Carta a un comunista, Criterio, 4 de febrero de 1937.13 G. FRANCESCHI, El Papa, nosotros y el comunismo, Criterio, 24 de septiembre de

    1936.

    EL ECO DE LA GUERRA CIVIL ESPAOLA EN LA REVISTA CRITERIO

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    est librando en Espaa. Los testimonios espeluznantes de la sangrienta yterrible persecucin contra la Iglesia pretenden ser aleccionadores. Franceschipercibe con alarma cmo la estrategia comunista ha elaborado un doblediscurso y una actitud de captacin de catlicos, la poltica de la manoextendida: se habla de fraternidad y al mismo tiempo se exponen de puertasadentro las concepciones materialistas.

    Esta poltica de aproximacin de los comunistas se traduce en nuestropas en dos maniobras: la intensa difusin de la doctrina comunista y eldinamismo poltico que propicia la formacin de Frentes Populares. Ambasestrategias desembocan en una desorientacin generalizada que la revistacon una enorme energa intenta disipar. De aqu se sigue la vigilia queemprende Criterio a la informacin que difunden otros medios argentinossimpatizantes de la Repblica. Crtica, Noticias Grficas, El Diario, Tribu-na Libre rgano del Partido Radical son acusados de deshonestidad infor-mativa y tendenciosa, de presentar unilateralmente las noticias de los hechosque ocurren en la madre patria y de comentarlos a gusto y paladar deMosc. Segn el semanario catlico, la tctica de eficacia funesta de losizquierdistas tanto espaoles como argentinos consiste en la explotacin dela ingenuidad o la ignorancia. Su mecanismo es sencillo y sus resultadosseguros14. De carcter especficamente venenosos, Franceschi lamenta el maluso que estos peridicos, calificados de pasquines politiqueros y antisociales,realizan de la mal entendida libertad de prensa para daar las bases mismasde la argentinidad15. El belicismo verbal se hace ms crudo en las pginasde Criterio: Y es preciso que la Nacin los destruya, antes de que ellos ladestruyan a ella16. El apoyo de la prensa de gran circulacin al comunismogenera un clima de agitacin propicio para la revolucin y traicionan a laNacin. No slo esto, los intelectuales son tan peligrosos como dinamiterosal corromper y desorientar a la gente y preparan de este modo futuras cats-trofes de pavorosas magnitudes17. Esta desorientacin se atribuye a la accinenrgica de la propaganda de izquierda que divulga un mensaje simple ypopular, pero que propone una disyuntiva de hierro: democracia o fascismo,antagonismo que Criterio trata de desenmascarar: el demcrata es un iz-quierdista partidario de la libertad, el fascista es un sostenedor de la tirana,

    14 Criterio, seccin Comentarios: El cinismo rojo, 15 de abril de 1937.15 Criterio, seccin Comentarios: Tribuna Libre, 30 de julio de 1936.16 Criterio, seccin Comentarios: El pasquinismo contra el pas, 5 de noviembre de

    1936.17 Criterio, seccin Comentarios: Cristianos s; budistas no, 1 de octubre de 1936.

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    se queja el semanario catlico, es el disfraz de la barbarie, el comunistavestido de demcrata18.

    Esta confusin, atizada por la prensa, ha contagiado al flanco demo-liberal de nuestro pas, al que Franceschi ridiculiza: Y nuestros incompara-bles snobs, nuestras comunistas de renard bleu y maquillage hollywoodesco,suspiran por el xito de los rojos y creen pobrecitas! que esto representa eltriunfo de la libertad19, pero alerta sobre sus derivaciones polticas concre-tas de cara a la prxima contienda electoral nacional: la formacin de Fren-tes Populares, de inspiracin moscovita, la hbil amalgama de antifascismoque une a todos los elementos de izquierda bajo una direccin comn paraluchar contra todo lo que no fuera izquierdismo20. Sin embargo, la revistano teme tanto a los que declaran abiertamente su posicin, sino a las vague-dades de cierto sector que para no perder sus clientelas si bien son derechis-tas en mil asuntos revelan un izquierdismo de complacencia al tratarse de laguerra en Espaa y otros procuran mantener un equilibrio de bailarn en lacuerda floja...21. La revista alude directamente a las actitudes del partidoradical y a sus alianzas con fines comiciales. La inquietud de Franceschi seproduce por la postura del radicalismo y de ciertos sectores dentro de steproclives a la alianza con los comunistas, si bien el Comit Nacional delradicalismo para esas fechas de noviembre de 1936 repudi la idea de unaalianza permanente con los comunistas. Alarma a Franceschi que la prensaradical desembozadamente muestre sus simpatas por los bolchevistas comotambin la creacin del Frente Popular pues no cesa de advertir sobre lo quesucede en Espaa, Francia y en el vecino Chile22; la revista insta a actuar sindemora y apoya a una ley contra el comunismo propuesta por parte delPoder Ejecutivo a los gobiernos de varias provincias.

    Precisamente, frente a la alianza de las izquierdas se eleva unanticomunismo que tambin necesita de una aclaracin desde el punto devista catlico. Si bien Criterio aboga por una ley anticomunista, esto no

    18 Criterio, seccin Comentarios: Disfraces de la barbarie, 10 de octubre de 1936.19 G. FRANCESCHI, Demencia, Criterio, 22 de octubre de 1936.20 G. FRANCESCHI, Frentes Populares y anticomunismo, Criterio, 5 de noviembre de

    1936.21 G. FRANCESCHI, Demencia, Criterio, 22 de octubre de 1936.22 G. FRANCESCHI, Constituyen un error trascendentalsimo el no dar todo su alcance a la

    creacin de los Frentes Populares. Hay entre nosotros quienes imaginan que en determinadascircunstancias convendra organizarlo como arma contra los llamados conservadores. Unasimple mirada basta para ver hasta dnde nos llevara, Frentes Populares..., Criterio, 5 denoviembre de 1936.

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    puede desembocar en la simple calificacin de comunismo cuando se tratade la necesidad de medidas sociales que se fundamentan en la doctrinasocial de la Iglesia. Monseor Franceschi delata a aquellos que se escudanen la lucha anticomunista: los patrones que no supieron encarar reformascon amplitud ni siquiera en defensa de sus propios intereses y que amparanmedidas econmicas o polticas sociales inadmisibles:

    Bajo ningn pretexto poda identificarse la lucha anticomunista con la defen-sa del capitalismo o del latifundio, ni con la negacin del derecho sindical, nicon el desprecio a la clase asalariada y su abandono. Y por otra parte esciertsimo que con solas disposiciones que traben la propaganda extremistapoco se habr logrado. Es indispensable adoptar otras medidas23.

    stas deben inspirarse en las enseanzas de Len XIII y Po XI paraconstruir un nuevo orden cristiano que deje atrs el liberalismo y sus secue-las. La reparacin de los males modernos precisa volver la mirada hacia laEdad Media para revivir el prestigio moral de la Santa Sede ya que losgobiernos nacidos del liberalismo estn incapacitados para emitir con autori-dad verdadera un parecer sobre las doctrinas porque han escindido la polticade la moral puesto que, en ltima instancia, han expulsado del orden polticouna autoridad superior a todos los estados que dicta las normas generales.

    La hubo en la Edad Media y fue la Iglesia... He aqu en ltimo anlisis, lastremendas consecuencias engendradas por lo que podramos llamar lalaicizacin del orden jurdico social, del derecho pblico. Espaa es el ejem-plo de lo que la absoluta libertad a la emisin de ideas subversivas que superatoda imaginacin. El Estado no puede ser indiferente a la libre difusin deideas, constituye un crimen de lesa sociedad24.

    En el combate contra el comunismo, este amplio sector del catolicismolanza y opone otra consigna igualmente poderosa a la de democracia ofascismo: se trata de catolicismo o de marxismo ateo. Los campos de luchase simplifican y no hay lugar para la indiferencia ni para la indefinicin de laposicin del catlico en esta guerra. La revista aglutina a los que apoyan alos revolucionarios embanderados como defensores de la identidad catlicaespaola, tan comprometida por el avance del materialismo. Ante la anar-

    23 G. FRANCESCHI, Frentes Populares..., Criterio, 5 de noviembre de 1936.24 G. FRANCESCHI, El indiferentismo, Criterio, 12 de noviembre de 1936.

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    qua e inestabilidad de posiciones fuera del catolicismo, para ste, la nicanorma doctrinaria es la fijada por la Iglesia25.

    La poltica adoptada por el nacionalismo vasco que se identifica comocatlico ofrece el primer motivo de desorientacin por su alianza con elgobierno de la Repblica espaola: los vascos son sedicentes, carecen delsentido catlico de esa universalidad incluida en la misma nocin de catoli-cismo, de esa solidaridad sobrenatural con todo lo que es cristiano26. Lacausa del catolicismo no puede estar en otro campo que en el de los rebel-des. En Espaa se plantea la gran disyuntiva de esa hora. Civilizacin,cristiana o su destruccin por el comunismo ateo, transformada en la segun-da repblica sovitica de Europa. Nuestro dilema es Cristo o Lenin: no esun principio exclusivamente poltico, sino una moral social lo que nos daruna solucin y esta moral no puede independizarse del Evangelio27. Y lalucha contra el comunismo en Espaa toma la forma de una nueva cruzadacon alcances categricos para toda la civilizacin occidental.

    LAS MODALIDADES RETRICAS DE LA GUERRA CIVIL EN CRITERIO

    La lucha desatada en Espaa desde la perspectiva del bando nacional,que la revista Criterio hace suya, adopta un tono pico y grandilocuente quese remonta a los tempranos tiempos de la conversin de Recaredo. El alza-miento militar de 1936 se enlaza con las gestas medievales y realiza lacontinuidad histrica de la patria del Cid, catlica y apostlica por excelen-cia28. De este modo, la trama de la historia espaola se teje de modoinescidindible con los hilos de la catolicidad en la que aparecen con singularrelieve los perodos de los Reyes Catlicos, la conquista de Amrica, Lepantoy la lucha de Espaa contra el furor protestanticus29. En la pennsula, en esahora, se dirime el combate decisivo entre la Espaa eterna, catlica, contra laNueva Espaa, moderna y atea y es en esta guerra, con gesto dramtico,donde se juega a todo o nada el porvenir de la civilizacin cristiana occiden-

    25 G. FRANCESCHI, Paz y pacifismo, Criterio, 3 de diciembre de 1936; El Congreso delP. E. N. Club, Criterio, 17 de septiembre de 1936.

    26 Criterio, seccin Comentarios: Acotaciones a la revolucin espaola, 13 de agostode 1936.

    27 G. FRANCESCHI, El Papa, nosotros y el comunismo, Criterio, 24 de septiembre de1936.

    28 Criterio, seccin Comentarios: Un concejal miliciano, 4 de marzo de 1937.29 G. FRANCESCHI, Demencia, Criterio, 22 de octubre de 1936.

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    tal en la que el fervor desbordado lleva a traspasar los lmites de entendi-miento habitual de una conflagracin entre unos sublevados y las autorida-des, es la lucha entre Satans y los santos la que resolver en uno u otrosentido el porvenir inmediato de Espaa y el mundo30. Las hazaas de losnuevos hroes espaoles son cantadas en poemas y romances de diferentevalor literario la revista publicar un extenso poema de Paul Claudel a losmrtires espaoles, composiciones literarias que contribuyen a ampliar contintes de gloria los terribles sucesos, entre los que se destaca el emblemticoasedio del Alczar de Toledo. Simultneamente, los artculos publicados enla revista por autores espaoles y vernculos dejan traslucir la huella delpensamiento hispanista de Marcelino Menndez y Pelayo y de Ramiro deMaeztu, a los que se cita con frecuencia31. Es Federico Ibarguren revisionistalocal quien sostiene bajo los influjos de un dilatado hispanismo que ladefensa de la religin catlica y la unidad del Estado espaol se amalgamanen una sola causa:

    La unidad poltica y social de Espaa coincide as con su unidad religiosa,pblicamente reconocida y profesada por Recaredo hace ya quince siglos. Eseste carcter profundamente mesinico y guerrero a la vez, tan tpico delpueblo espaol en todo el transcurso de su historia...32.

    La importante seccin Comentarios de la revista, que tambin revelabala voz autorizada de la misma, ejerce la funcin de un tribunal que juzga losmritos de contribucin a la hispanidad, concepto que con mayor frecuenciase invoca como uno de los argumentos justificativos del alzamiento restaura-dor del orden. En esta relectura del pasado espaol en clave de catolicismo,la reivindicacin de la obra misionera de Espaa en Amrica encuentra unespacio destacado en las pginas de la revista donde se acenta la filiacinargentina con Espaa. Constantes referencias a la herencia espaola, a sureligin, lengua y raza exaltan las emociones y en este clima de parentesco yde revitalizado herosmo se organizan colectas con un nombre harto signifi-cativo: Cruzada en pro de las iglesias devastadas en Espaa. En esta luchapor la civilizacin cristiana, los pueblos latinoamericanos tienen el sagrado

    30 G. FRANCESCHI, Satans, Criterio, 15 de octubre de 1936.31 JOS MARA FUNES, Fusin de sangres en la colonizacin espaola, Criterio, 10 de

    octubre de 1936.32 FEDERICO IBARGUREN, La misin histrica de Espaa, Criterio, 17 de diciembre de

    1936.

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    deber de colaborar contra las fuerzas del comunismo que pretenden arrasarcon los hombres y las santas tradiciones33. Ser el mismo Franceschi quiense encargar de entregar en Espaa los frutos de esa colecta.

    La evocacin al martirio es otra de las imgenes ms recurrentes queaparecen en la exgesis de la guerra que efecta Criterio. Mrtires, Mr-tires, rehenes y verdugos son dos de los ttulos con que Franceschi rotulasus editoriales34. La revista trae el recuento minucioso de los suplicios yvejmenes sufridos por las personas y los daos a los bienes del bandonacional, en particular la persecucin implacable a los religiosos y clrigos.Evocando a aquellos mrtires de los primeros tiempos del cristianismo, larevista los presenta como necesarios para revitalizar a la Iglesia e iniciar unarestauracin espiritual; Franceschi cree que de estas catacumbas modernassaldr una generacin vigorosa, una reconquista espiritual del catolicismo35.Esta violencia desatada por los gubernistas constituye un argumento de altoimpacto emocional para esgrimirse en el momento de justificar las rplicasviolentas de parte de los rebeldes.

    Alrededor de la imagen del mrtir, la muerte de Garca Lorca, apropiadapor el bando leal como smbolo de la barbarie de los rebeldes, es abordadapor Criterio desde el primer momento que se tiene noticias de su probablefusilamiento, cuestin espinosa que resulta a la revista difcil de confirmar.La personalidad y la obra del granadino aparecen debatidas en varias oportu-nidades. La crtica teatral de Criterio entiende que Garca Lorca es el mrtircomunista, que goza de propaganda por ser un poeta revolucionario, unagitador sovitico36, cuyas obras, evaluadas con el prisma de la hispanidad,son desestimadas en la confrontacin con Pemn, quien es antes que nada,un espaol entero; Garca fue siempre ms gitano que espaol y luegocomparado con Pemn, el pobre Federico no pasaba de ser un modestoanalfabeto37. Martirio de clrigos y de civiles, prominentes o ignotos, esotro de los modos de combate con que Criterio se alista en el bando nacio-nalista espaol.

    33 Socorro Blanco Argentino Pro Reconstruccin de Espaa, Criterio, 17 de diciembrede 1936.

    34 G. FRANCESCHI, Mrtires, Criterio, 8 de octubre de 1936; Mrtires, rehenes yverdugos, Criterio, 31 de diciembre de 1936.

    35 G. FRANCESCHI, Mrtires, rehenes y verdugos, Criterio, 31 de diciembre de 1936.36 J. E. A (JOS E. ASSAF?), La verdad sobre Garca Lorca a propsito de Doa Rosita

    la soltera, Criterio, 13 de mayo de 1937.37 Criterio, seccin Comentarios: Pemn y Garca, 22 de abril de 1937.

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    La lucha por la civilizacin cristiana occidental y las constantes remi-niscencias al mundo medieval instalan cada vez de manera ms dominantela idea de guerra santa, de una repeticin de la reconquista de Europacontra el Islam y una continuacin sangrienta del glorioso papel de Espaaen la historia poltica y cultural del mundo38 y la nocin de la divinidad dela guerra, como una de las maneras que Franceschi aborda la cuestin, esdecir, la guerra concebida como un castigo impuesto por Dios a los pecado-res y modo terrible de llamar a penitencia al hacerles palpar las consecuen-cias de las culpas, como suprema sacudida impresa a las sociedades para quedespierten de su modorra espiritual. La aceptacin de la guerra civil inter-pretada como una guerra religiosa suscitar una polmica de grandes propor-ciones en el campo catlico que estallar a mediados de 1937 durante laausencia de Franceschi.

    EL VIAJE DE MONSEOR FRANCESCHI A ESPAA

    A finales de abril de 1937 monseor Franceschi parte para Espaa condos objetivos: cumplir con la misin encomendada por el cardenal Copellopara entregar los ornamentos sagrados, fruto de la colecta Cruzada en prode las iglesias devastadas de Espaa realizada por una comisin de Damas;el segundo objetivo de este viaje comprende la intencin de Franceschi deestudiar sobre el terreno el complejo fenmeno de la Guerra Civil Espaola,pues la tragedia hispnica encierra para nosotros una leccin que no podre-mos desor sin castigo39, argumenta con insistencia el director de Criterio.

    El contacto directo con la guerra y los lderes nacionalistas impactanvivamente a Franceschi40, quien acenta con ms vigor aquellas consignasque vena sosteniendo desde las columnas de su revista: la inminencia delestallido de una guerra civil en la Argentina que, para evitarla, tiene queaprender y escarmentar de la experiencia tan prxima de Espaa; la creenciade que Espaa es el escenario donde se juega forzosamente el porvenir de la

    38 PETRUS CANISIUS, La guerra civil espaola. Psicologa del comunista espaol, Crite-rio, 4 de febrero de 1937.

    39 Criterio, seccin Comentarios: Monseor Franceschi en Espaa, 29 de abril de1937.

    40 A mi regreso a la Argentina har conocer con la palabra y la pluma lo que en Espaahe podido ver. Bendigo la hora que me ha permitido contemplar a esta Espaa heroica ynoble a la que en Amrica se llama madre patria con toda justicia, Criterio, seccin Comen-tarios: Monseor Franceschi en Espaa, 6 de mayo de 1937.

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    civilizacin occidental; la imposibilidad de toda conciliacin con el comu-nismo y de incluir en esta reprobacin a los liberales, ya sean de izquierda ode derecha, como cmplices del marxismo. En la habitual crtica de Franceschia la libertad de prensa se unen la necesidad de disipar las confusiones ideo-lgicas y de desbaratar la estrategia comunista que se presenta como defen-sora de las libertades y la democracia. Este viaje del director de Criterioatiza el inters de la revista por todo lo que se vincule con los acontecimien-tos espaoles, inters que se ve reflejado en la multiplicacin de las notas,artculos y las crticas teatrales que se ocupan con extraordinario apasiona-miento y en los que resuenan con mayor claridad los acentos de guerrareligiosa41, como tambin los editoriales de Franceschi durante su estada enEspaa que se dedican casi exclusivamente a la Guerra Civil42. Al mismotiempo la revista relata el eco desfavorable del viaje de su director en losperidicos y revistas argentinos que simpatizan con la causa de la Repblica.Es que la revista Criterio asume una actitud sumamente polmica con res-pecto a los sucesos de Guernica: monseor Franceschi confirma desde Espa-a que la destruccin de esta ciudad se explica por incendios intencionales ybombardeos de los rojos, postura que la revista defender a lo largo de todoslos nmeros en que mencione el problema de la reprobable poltica del PasVasco de alianza con los sectores republicanos, ya que al entender de Crite-rio el nacionalismo vasco no es cristiano porque unindose a liberales ymarxistas antepone su inters poltico a los intereses del servicio de Cristo43.Pero el coro de crticas que recibe a Franceschi se debe tambin a suspropuestas de la necesidad de un jefe que se site por encima de los parece-res individuales y que encarne un ideal comn como remedio a los males deldesorden democrtico44. Franceschi se inclina ms bien por el rgimen deOliveira Salazar y es el que cree que Franco establecer como el constructorde un nuevo Estado, cristiano por su espritu, espaol por su tradicin, y

    41 Por parte de los blancos, vamos a ella como a una cruzada, L. G., Aspectos de laguerra de Espaa, Criterio, 6 de mayo de 1937.

    42 Criterio, seccin Comentarios: El peligro comunista, 29 de abril de 1937; G.FRANCESCHI, A tono, Criterio, 6 de mayo de 1937; Criterio, seccin Comentarios: Monse-or Franceschi en Espaa, 6 de mayo de 1937; L. G., Aspectos de la guerra de Espaa,Criterio, 6 de mayo de 1937; Criterio, seccin Comentarios: Libertad de prensa, 13 demayo de 1937; G. FRANCESCHI, El eclipse de la moral, Criterio, 27 de mayo de 1937.

    43 Criterio, seccin Comentarios: Un espaol, 19 de junio de 1937.44 G. FRANCESCHI, El jefe. A la memoria del Gral. Emilio Mola, Criterio, 17 de junio

    de 1937.

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    moderno por su adaptacin a los tiempos actuales45. La dictadura, remediotemporal en circunstancias especialsimas, tendiente a una adecuada yorgnica representacin, libremente elegida, de todos los intereses sustancia-les del pas46, acarrean al director de Criterio las acusaciones de propugnarpara la Argentina la abolicin tirnica de la libertad y de pretender implantarun sistema totalitario fascista47. Pero a su regreso, Franceschi se encuentracon algo ms que con imputaciones de fascista desde los medios opositores.Se topa con un disenso dentro de las filas catlicas que se torna cada vezms agudo y que amenaza con agrietar la posicin de la revista y avivar elfuego de los ataques enemigos provocado por estas diferencias internas.

    LA NUEVA CRISTIANDAD DE MARITAIN: DISPUTAS ENTRE LOS CATLICOSARGENTINOS EN TORNO A LA GUERRA CIVIL ESPAOLA

    De la fluida relacin de la intelectualidad catlica con Maritain apareceuna muestra en Criterio a propsito de los cinco cursos dictados por elfilsofo francs durante su estada en Buenos Aires, en la primavera de1936, en el Centro de Estudios Religiosos y en los Cursos de Cultura Catli-ca, donde se le entreg el ttulo de profesor honorario, nombramiento confir-mado por el cardenal arzobispo de Buenos Aires, quien le agradeci suslecciones, episodio que la revista celebra, como tambin la exactituddoctrinaria y oportunidad de sus conferencias48. Es ste uno de los indicadoresdel prestigio y de la estima que Maritain gozaba en estos crculos catlicos.Pero los contactos de Maritain en la Argentina no se cean exclusivamenteal mbito cultural vinculado a la Iglesia, tambin frecuentaba al grupo de larevista Sur, el PEN Club, la Sociedad Hebraica. Ciertamente, antes de sullegada a Buenos Aires, Sur publica en su nmero de julio una importantedeclaracin de los principios que rigen la accin de Maritain volcados enCarta sobre la independencia49. All Maritain efecta una extensa profe-

    45 G. FRANCESCHI, El eclipse de la moral, Criterio, 27 de mayo de 1937.46 G. FRANCESCHI, El movimiento espaol y el criterio catlico, Criterio, 15 de julio de

    1937.47 Criterio, seccin Comentarios: Servidores de la dictadura, 15 de julio de 1937.48 Criterio, seccin Comentarios: Maritain, la agencia Andi y otras hierbas, 15 de

    octubre de 1936.49 JACQUES MARITAIN, Carta sobre la independencia, Sur, n 22, julio de 1936, pp.

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    sin de su independencia intelectual con respecto a los problemas del pre-sente y a su militancia poltica. De izquierda o de derecha: a ningunopertenezco, dice tajante Maritain. Ante un momento de honda exaspera-cin, las formaciones polticas de derecha y de izquierda son, segn elfilsofo tomista, slo complejos exasperados, arrebatados por su mito ideal.No ser ni de derecha ni de izquierda significa entonces querer conservar larazn. Y no slo esto, a diferencia de la neta posicin de Criterio conrespecto al contacto con el comunismo, Maritain asevera abiertamente suintencin de escribir en todas partes donde libremente se lo deje expresar sutestimonio, lo mismo en un peridico de derecha que en uno de izquierda,y esto ltimo est dispuesto a realizarlo con particular agrado porque, preci-samente all, en las publicaciones de izquierda no se escuchan voces cristia-nas. Maritain define en esta carta su propuesta superadora de la antinomiadecisiva de esa hora con la formacin de una poltica de inspiracin cristia-na, inclusive llamando a ella a todos los no cristianos que la encontrasenjusta y humana. Para alcanzar esta meta Maritain es consciente de que esnecesario ms que nunca evitar aquellas posiciones de incomunicacin lafortaleza levantada por la mano del hombre, detrs de cuyas murallas todoslos buenos estarn reunidos para luchar desde all contra todos los malos quela asedian y avanzar hacia toda posibilidad de dilogo, entre espritussituados muy diferentemente, incluso antagnicos50.

    Las pginas de Sur continan presentando en los primeros meses de1937 los ensayos de Maritain sobre cuestiones polticas. Contrario a la for-macin de Frentes Populares y de Frentes Nacionales, descreyendo de lasolucin de apoderarse del poder por la violencia por medio de un golpe deEstado de estilo fascista, que segn su parecer desembocara directamente enla guerra civil, el filsofo francs recomienda la tarea de construir una nuevacristiandad totalmente distinta de la medieval, en la que la Iglesia no debeestar separada de las masas y delata a aquellos que se dicen defensores delcatolicismo y esconden una voluntad impa de dominar sobre el pueblo pormedio de la Iglesia. Maritain trata muy duramente en De un nuevo huma-nismo a quienes pretenden atar el nombre de Cristo al servicio de interesestemporales; esas fuerzas histricas que enarbolan los signos de la defensade la civilizacin y hasta de la religin es lo que el filsofo presenta comoel mito de la guerra santa que poco ms tarde combatir con ardor en un

    50 JACQUES MARITAIN, Carta sobre la independencia, Sur, n 22, julio de 1936, pp.54-86.

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    polmico artculo. El humanismo integral maritainiano significa entoncesuna transformacin radical del orden temporal mediante su dedicacin a lasmasas y su derecho al trabajo y a la vida del espritu51.

    Estas alusiones concretas a los problemas polticos de la hora y desdeuna perspectiva diferente a la que viene sosteniendo la revista dirigida porFranceschi no quedan sin resonancias entre sus comentaristas. Un artculo deGregorio Maldonado revisa las afirmaciones de Maritain con respecto a laautonoma del pensamiento del cristiano en el terreno social, poltico e in-cluso especulativo acusndolo de querer borrar de nuestra imaginacin elideal de la cristiandad medieval para sustituirlo por otro ideal esencialmentedistinto. Lo que asusta a Maldonado es la propuesta de construir formacio-nes polticas de inspiracin cristiana a la que estn convocados los no cris-tianos: Qu van a producir? Qu va a salir de esta colaboracin?. Elarticulista no tiene dudas:

    y en confusin seductora, las palabras libertad, justicia, fraternidad y amor,de igualdad y exaltacin del hombre, todo ello en una dignidad humana malentendida; una agitacin tumultuosa y estril para el fin propuesto, provecho-sa para los agitadores de masas menos utopistas52.

    El fuego de la polmica que se inicia se va incrementando. En el ejem-plar de junio de 1937, Sur dedica un espacio muy significativo a las cuestio-nes espaolas no solamente desde el campo literario recuerdos de VictoriaOcampo a la visita de Garca Lorca en Buenos Aires, una resea a la presen-tacin de Doa Rosita la Soltera en el teatro Oden, publicacin de suspoemas pstumos en el nmero siguiente, un artculo de Guillermo de Torreen homenaje a Larra con una ntida referencia a la situacin de Espaa sinoque simultneamente la revista entra en el campo de la definicin poltica.Ese mismo nmero 33 incluye un artculo de Francisco Romero sobre elespritu de faccin como el signo y drama de la poca reconociendo elesfuerzo de Maritain por plantear una tercera posicin. Sin embargo, lo msresonante de ese nmero es Un manifiesto de los escritores catlicos france-ses suscrito en primer lugar por Maritain y otros intelectuales de fuste como

    51 J. MARITAIN, Conferencia de Jacques Maritain a propsito de la Carta sobre laindependencia, Sur, n 27, diciembre de 1936, pp. 7-70; Con el pueblo y De un nuevohumanismo, Sur, n 31, abril de 1937, pp. 7-21 y 22-49.

    52 GREGORIO MALDONADO, La nueva cristiandad de Maritain a la luz de los documentospontificios, Criterio, 10 de junio de 1937.

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    Franois Mauriac, Gabriel Marcel, Emmanuel Mounier, entre otros53, en elque se pronuncian abiertamente contra los bombardeos areos de Guernica yen defensa del catlico pueblo vasco. Este alegato tan categrico induce auna polmica frontal con varios redactores de Criterio, inclusive con sudirector a su regreso de Espaa.

    El artculo de Maldonado despierta reacciones encontradas entre loslectores catlicos de la revista Criterio que perfilan ntidamente losalineamientos ideolgicos: estn aquellos que militan en la defensa de Maritainy, enfrentado a este grupo, se encuentra el otro sector que sube el volumen yel tenor de la crtica hacia el prestigioso tomista. En el primer grupo se sitaManuel Ordez, que exhorta a no sembrar divisiones entre los cristianos ya no condenar de hereje a Maritain54; Rafael Pividal coincide en la imposibi-lidad de un retorno a la Edad Media y en la aceptacin de una pluralidad decreencias que no puede suprimirse por la fuerza y, como su maestro, Pividalsostiene la idea de la historia como sustancia ambivalente que arrastra entre-mezclados el bien y el mal55. Esta polmica cruza el Ro de la Plata, pues sehace eco en un grupo de lectores uruguayos quienes se incluyen en el grupopatrono del ausente filsofo56 y llega a odos de Franceschi, quien desdePars escribe su editorial semanal tildando de ingenuos a algunos intelectua-les catlicos respetables que formaron recientemente en Francia un Comit

    53 La guerra civil espaola toma en estos momentos, en el Pas Vasco, un carcterparticularmente atroz.

    Ayer fue el bombardeo areo de Durango.Hoy, por el mismo procedimiento, es la destruccin casi completa de Guernica, ciudad

    sin defensa y santuario de las tradiciones vascas.Centenares de no-combatientes, de mujeres y de nios, han perecido en Durango, en

    Guernica y en otras ciudades. Bilbao, donde se encuentran en estos momentos millares derefugiados, est amenazada por el mismo peligro.

    Sea cual sea la opinin que se tenga sobre los partidos enfrentados hoy en Espaa, estfuera de dudas el hecho de que el pueblo vasco es un pueblo catlico y que el culto pblicono ha sido interrumpido ni un slo instante en el Pas Vasco. En estas condiciones, todos loscatlicos, sin distincin de partidos, estn en la obligacin de levantar su voz los primeros,para evitar que el mundo sufra la masacre sin piedad de un pueblo cristiano.

    NADA EXCUSA, CON NADA SE JUSTIFICA, EL BOMBARDEO DE CIUDADES ABIERTAS COMO GUERNICA.Nosotros dirigimos un llamamiento angustiado a todos los hombres de corazn del

    mundo, para que termine inmediatamente la masacre de los no-combatientes. Sur, n 33,junio de 1937, pp.111-112.

    54 Carta de Manuel Ordez al Director de Criterio, Criterio, 17 de junio de 1937.55 R. PIVIDAL, Defensa de Maritain, Criterio, 24 de junio de 1937.56 Dardo Regules, Ignacio Zorrilla de San Martn, Vicente Chiarino y otros, Sobre la

    nueva cristiandad de Maritain, Criterio, 1 de julio de 1937.

    EL ECO DE LA GUERRA CIVIL ESPAOLA EN LA REVISTA CRITERIO

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    por la Paz Civil y Religiosa, y de ciegos ante la realidad; ese flirteo con laspeores izquierdas, revela hasta dnde estn desquiciados los espritus y cungrandes son los peligros que por ello corremos57. La confrontacin no cesaaqu. El padre Julio Meinvielle encabeza el bando opositor a Maritain y loataca crudamente con el denuedo de un cruzado. En Los desvaros deMaritain, Meinvielle arremete airadamente con acusaciones dursimas: abo-gado de los rojos espaoles cuya conducta, inclinndose suavemente afavor de la Espaa comunoide, est en abierta oposicin con la conductafranca y clara del Papa, quien jams ha concedido mritos a los gubernistasespaoles58. Meinvielle impugna a Maritain varios puntos de su posicinpoltica: su invitacin a la formacin de un tercer partido idea que Meinviellecensura de infantil y que va de la mano del rechazo a un pluralismo depropuestas; le reprocha su protesta ante los bombardeos de Guernica recri-minndole que no alzase la voz por los ataques de los comunistas. Pero elncleo del debate gira en torno a la nocin de guerra santa. Meinvielle tomaconocimiento del artculo de Maritain Sobre la guerra santa publicado enla Nouvelle Revue Franais a travs de una crnica del diario La Nacin enel que el filsofo se pronuncia decididamente contrario a entender la GuerraCivil Espaola como una guerra santa, ideacin anacrnica; se trata, segnMaritain, de una guerra entre conciudadanos en el mundo contemporneo,un asunto profano, en el que si bien se encuentran comprometidos valoressagrados, son secularizados y arrastrados a finalidades temporales. Maritainsostiene que en toda guerra hay una parte de justicia en ambos bandos y nopor eso se transforma en guerra santa. Meinvielle refuta fogosamente em-pleando palabras de Po XI, citas del Antiguo Testamento a fin de justificarel uso de las armas y el pronunciamiento del Episcopado Espaol a favor delos nacionalistas espaoles a las rdenes de Franco porque, segn Meinvielle,defienden y restauran los derechos y el honor de Dios y de la religin. Esteapoyo de la jerarqua eclesistica espaola representa un antecedente pri-mordial pues la lnea oficial de la revista apela a l en numerosas oportuni-dades para avalar la veracidad de su postura. Lo que escandaliza a Meinviellees la neta actitud condenatoria de la violencia y de la instrumentacin delmito de guerra santa asumida por Maritain, reconocido como intelectual ycatlico en otros mbitos y cuyas definiciones en el problema de la GuerraCivil Espaola aportan armas a judos y comunistas con las que burlarse

    57 G. FRANCESCHI, Ante un palacio, Criterio, 1 de julio de 1937.58 JULIO MEINVIELLE, Los desvaros de Maritain, Criterio, 8 de julio de 1937. (La letra

    cursiva es del mismo Meinvielle.)

    NGELES CASTRO MONTERO

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    una vez ms del Cristo que vive en la Santa Iglesia. El padre Castellaniinterviene con afn de aclarar el malentendido denunciando la manipulacinde la que es objeto Maritain y plantea que sus principios no pu