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ECOLOGÍA Y SALUD 474 OCTUBRE 2002 Introducción La preocupación actual por la protección del medio am- biente es patente, el deterioro del medio ambiente no es un problema reciente ni una moda. La presencia notoria de partidos políticos con señas ecologistas y de grupos sociales seriamente inquietados por la degradación de nuestro entorno lo ponen en evidencia. Si se aplicarán los medios disponibles para conocer si el público distingue los conceptos de ecólogo y ecologista, probablemente los resultados mostrarían que las diferen- cias son escasas o no existen. Sin embargo, las diferen- cias entre ambos son profundas: un ecólogo no necesaria- mente es ecologista, y un ecologista no equivale a ser científico o ecólogo. El Ecologismo es un movimiento de tipo social que pro- pugna un modelo de desarrollo sostenible de los recursos naturales. Por su parte la Ecología es una disciplina científica, esto es, sujeta al método científico como la física, la química, la medicina, etc. La introducción del término Ecología y su es- tructuración como disciplina propia se atribuye desde hace un siglo a Ernest Haeckel, autor de la “Historia de la crea- ción natural” (1869), donde integra la Ecología en la Biología, como ciencia que estudia la relación de los seres vivos entre sí y con su entorno. Por consiguiente la Ecología es una ciencia moderna que en los últimos años ha experimentado un notable impulso debido al interés del conocimiento de los ecosistemas y su conservación, aspecto que represen- ta una de las bases de la supervivencia humana. El punto de vista ecologista plantea un modelo de so- ciedad determinado, apoyándose en todas las disciplinas con la salud y el medio ambiente (sanidad ambiental, eco- logía, higiene alimentaria, epidemiología, etc.) lo que no significa que sean los portavoces veraces y acertados en las acciones de preservación del medio ambiente. Es bien aceptado que la variable ambiental debe estar integrada en cualquier toma de decisiones que pueda comprometer la salud pública o alterar nuestro entorno, pero es un hecho reconocido que esta toma de decisiones se produce en distintos niveles de intervención, local, comarcal, provin- cial... y requiere de conocimientos técnicos y científicos que no siempre están disponibles en esos ámbitos. Esto no significa que los profesionales de la ecología, la salud o el medio ambiente no intervienen en la solución de los problemas ambientales, pero cada vez es más fre- cuente comprobar cómo la participación de profesionales cualificados se limita al simple consejo, en la contraposi- ción con la capacidad de decisión de otros colectivos (aso- ciaciones ecologistas, patrulla verde, naturistas, movimien- tos alternativos, ...) que aportan otros puntos de vista que no tienen una base científica para abordar problemas, mu- chos de ellos, de tipo técnico. La propaganda ecologista ha servido de acicate para despertar la sensibilidad del ciudadano hacia los problemas ambientales, en cuya solución todos estamos implicados. Sin embargo los intereses políticos de los movimientos ecologistas, portadores de las señas de identidad de la Ecología, desvirtúan este cuerpo de conocimientos, sus objetivos, el método de trabajo, sus profesionales y lo transforman en la denuncia como único fin, constituyendo en unos casos un buen estímulo para la concienciación ciudadana en temas ambientales, y en otros, un alarmis- mo injustificado. Es cierto que el abuso de la Ecología no ha sido una exclusiva de los grupos ecologistas. Desde el momento en que la preocupación por el medio ambiente se extien- de a toda la sociedad, también se han cometido exagera- ciones por parte de diferentes sectores de la misma: polí- ticos, empresarios, conservacionistas, cazadores, pacifistas, hippies, etc…, que en muchos casos presentan la defensa del medio ambiente en contraposición al desa- rrollo tecnológico, lo que no sólo puede dañar el progreso científico sino que se consigue para crear una imagen de- formada de la Ecología. Por tanto, es necesario delimitar ambos conceptos, puesto que la ideología ecologista aglutina tendencias muy heterogéneas y dispares entre sí, mientras que la ecolo- gía, no es un movimiento ideológico, sino que integra el método científico en su manera de proceder. Ecología y Ecologismo: una diferencia conceptual necesaria J. J. GÁMEZ DE LA HOZ Técnico en Salud Ambiental. Servicio Andaluz de Salud. Distrito sanitario Coin-Guadalhorce. Centro de Salud “Cártama-Estación”. Málaga.

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Page 1: Ecologia y Ecologismo Expo Bioetica

ECOLOGÍA Y SALUD

474 OCTUBRE 2002

Introducción

La preocupación actual por la protección del medio am-biente es patente, el deterioro del medio ambiente no esun problema reciente ni una moda. La presencia notoriade partidos políticos con señas ecologistas y de grupossociales seriamente inquietados por la degradación denuestro entorno lo ponen en evidencia.

Si se aplicarán los medios disponibles para conocer siel público distingue los conceptos de ecólogo y ecologista,probablemente los resultados mostrarían que las diferen-cias son escasas o no existen. Sin embargo, las diferen-cias entre ambos son profundas: un ecólogo no necesaria-mente es ecologista, y un ecologista no equivale a sercientífico o ecólogo.

El Ecologismo es un movimiento de tipo social que pro-pugna un modelo de desarrollo sostenible de los recursosnaturales.

Por su parte la Ecología es una disciplina científica, estoes, sujeta al método científico como la física, la química, lamedicina, etc. La introducción del término Ecología y su es-tructuración como disciplina propia se atribuye desde haceun siglo a Ernest Haeckel, autor de la “Historia de la crea-ción natural” (1869), donde integra la Ecología en la Biología,como ciencia que estudia la relación de los seres vivos entresí y con su entorno. Por consiguiente la Ecología es unaciencia moderna que en los últimos años ha experimentadoun notable impulso debido al interés del conocimiento delos ecosistemas y su conservación, aspecto que represen-ta una de las bases de la supervivencia humana.

El punto de vista ecologista plantea un modelo de so-ciedad determinado, apoyándose en todas las disciplinascon la salud y el medio ambiente (sanidad ambiental, eco-logía, higiene alimentaria, epidemiología, etc.) lo que nosignifica que sean los portavoces veraces y acertados enlas acciones de preservación del medio ambiente. Es bienaceptado que la variable ambiental debe estar integrada encualquier toma de decisiones que pueda comprometer lasalud pública o alterar nuestro entorno, pero es un hechoreconocido que esta toma de decisiones se produce endistintos niveles de intervención, local, comarcal, provin-cial... y requiere de conocimientos técnicos y científicosque no siempre están disponibles en esos ámbitos.

Esto no significa que los profesionales de la ecología,la salud o el medio ambiente no intervienen en la soluciónde los problemas ambientales, pero cada vez es más fre-cuente comprobar cómo la participación de profesionalescualificados se limita al simple consejo, en la contraposi-ción con la capacidad de decisión de otros colectivos (aso-ciaciones ecologistas, patrulla verde, naturistas, movimien-tos alternativos, ...) que aportan otros puntos de vista queno tienen una base científica para abordar problemas, mu-chos de ellos, de tipo técnico.

La propaganda ecologista ha servido de acicate paradespertar la sensibilidad del ciudadano hacia los problemasambientales, en cuya solución todos estamos implicados.Sin embargo los intereses políticos de los movimientosecologistas, portadores de las señas de identidad de laEcología, desvirtúan este cuerpo de conocimientos, susobjetivos, el método de trabajo, sus profesionales y lotransforman en la denuncia como único fin, constituyendoen unos casos un buen estímulo para la concienciaciónciudadana en temas ambientales, y en otros, un alarmis-mo injustificado.

Es cierto que el abuso de la Ecología no ha sido unaexclusiva de los grupos ecologistas. Desde el momentoen que la preocupación por el medio ambiente se extien-de a toda la sociedad, también se han cometido exagera-ciones por parte de diferentes sectores de la misma: polí-t icos, empresarios, conservacionistas, cazadores,pacifistas, hippies, etc…, que en muchos casos presentanla defensa del medio ambiente en contraposición al desa-rrollo tecnológico, lo que no sólo puede dañar el progresocientífico sino que se consigue para crear una imagen de-formada de la Ecología.

Por tanto, es necesario delimitar ambos conceptos,puesto que la ideología ecologista aglutina tendencias muyheterogéneas y dispares entre sí, mientras que la ecolo-gía, no es un movimiento ideológico, sino que integra elmétodo científico en su manera de proceder.

Ecología y Ecologismo:

una diferencia conceptual

necesariaJ. J. GÁMEZ DE LA HOZ

Técnico en Salud Ambiental. Servicio Andaluz de

Salud. Distrito sanitario Coin-Guadalhorce. Centro de

Salud “Cártama-Estación”. Málaga.

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Comprensión del medio ambiente

La protección del medio ambiente exige conocer susmecanismos de funcionamiento y para que las acciones yprogramas ambientales tengan sentido, necesitan de unabase científica sólida.

La gran mayoría de los problemas más importantesque tiene planteada la humanidad son de carácter ecológi-co: superpoblación, limitación de recursos, calidad de vida,contaminación, etc. El problema ecológico constituye unode los grandes retos de la sociedad. No son problemas defácil solución que se corrijan únicamente con normas y le-yes, sino que seguramente se trate de un problema deconciencia y educación.

La Ecología como ciencia empírica pretende identificarlas causas, refutables, de un fenómeno determinado. ElEcólogo, como científico, debe construir sistemas con lasuficiente flexibilidad para asistir en la comprensión realis-ta de los problemas actuales y venideros.

El pensamiento ecologista apareció com una nueva for-ma de entender la política, cuya pretensión es la salvacióndel planeta tierra y sus habitantes, objetivos que suelenpresentarse como la renuncia del bienestar material con-seguido y la sustitución de los avances tecnológicos porotros más rudimentarios.

Los avances tecnológicos no constituyen por sí mis-mos un peligro para la humanidad. El desarrollo científico-técnico a lo largo del tiempo y contemplado en su conjun-to ha contribuido a la mejora de las condiciones de vida,aunque no haya cubierto todas las necesidades humanas.

No se trata de acotar el campo de actuación de estosmovimientos socio-políticos, pero al tratarse de un fenó-meno de tipo social, se debe tener claro que intervienenfactores de carácter subjetivo, como falsas creencias, in-tuiciones, imaginaciones, estilos de vida, escala de valo-res, lenguaje, etc, que no son susceptibles de adaptarse alas exigencias del método científico.

Debemos tener presente que no es la propaganda eco-logista, percibida como el anuncio de inminentes catástro-fes y la proliferación de grandes plagas, quien contribuyeal conocimiento de la naturaleza. Por el contrario, el ecólo-go, o en sentido amplio el científico de la salud y el medioambiente, son quienes comprenden los efectos sobre laspersonas y la naturaleza, explican cómo se producen lasalteraciones de nuestro entorno y contribuyen con la difu-sión pública de sus investigaciones a comprender el ori-gen de los problemas ambientales.

La naturaleza distribuyó la riqueza por el planeta demanera desigual, los recursos no son ilimitados, pero aho-ra no es momento de hacer reproches. El equilibrio ecoló-gico forzosamente tiene que alterarse pues es una necesi-dad impuesta por el crecimiento demográfico, excluyendolas acciones desmedidas realizadas por el hombre. En es-tos momentos casos la Ciencia, sólo puede intentar anali-zar la relación causa-efecto para adoptar medidas que pre-vengan y corrijan los crecientes desaciertos ecológicos

que conducen a graves perturbaciones del medio ambien-te.

Pero cada vez es más difícil proponer alternativas desolución a estos problemas sin apoyos políticos. Sirve deejemplo que la instalación de industrias contaminantes,por vertidos o emisiones atmosféricas, siempre está justi-ficada por sus beneficios económicos y laborales, redu-ciéndose el problema a una cuestión de ubicación geográ-fica y al principio de “quien contamina paga”. De estaforma la naturaleza se convierte en una mercancía más.Evidentemente el problema ambiental no se resuelve conimpuestos, que en muchos casos es más rentable satisfa-cerlos que implantar las medidas preventivas o correcto-ras. Debiera sustituirse ese lema por este otro, “quiencontamina que descontamine y recupere lo dañado”, quetiene su raíces en los principios de justicia e igualdad.

Es un hecho reconocido que la cultura preventiva esun buen camino para contribuir a la mejora de la salud y elmedio ambiente. El principio empliamente aceptado del“más vale prevenir que curar”, resulta paradójico cuandoobservamos como uno de los puntos débiles del sistemasanitario público es el elevado gasto farmacéutico, lo quesin duda guarda relación con la concepción de la saluddesde la óptica del medicamento, dejando en segudo pla-no los determinantes de la salud de mayor peso específi-co como son los factores ambientales, hábitos saludableso los propios recursos del sistema sanitario.

La falta de esta cultura preventiva también está evi-denciada en el cuerpo legislativo ambiental, que se centraen las medidas correctivas y sancionadoras, en lugar deaplicar simples normas administrativas y verificar su cum-plimiento, que por si mismas evitan que se produzca eldaño.

Enzensberger (1974) en “Para una crítica de la ecologíapolítica” culpa a las sociedades industrialiazadas, y en últi-ma instancia al capitalismo, como el responsable de lasgrandes catástrofes cometidas en la naturaleza.

La experiencia pone de manifiesto que los daños a lanaturaleza no tienen una bandera política. Así, ensayos conarmamentos nucleares han realizado casi todos los paí-ses desarrollados, obteniendo diferente respuesta de losmovimientos ecologistas dependiendo de la procedenciapolítica del promotor de los ensayos. Viene al caso recor-dar como en países como Suecia y recientemente en Ale-mania, los “verdes” apoyaban el uso de las centrales nu-cleares, lo que supone una clara contradicción difícil decomprender para los planteamientos ecologistas. En el es-tado español, los principales partidos de izquierdas se defi-nen tímidamente sobre las grandes cuestiones ambienta-les. Las políticas ambientales vienen impuestas desde losórganos de gobierno europeos, y es difícil verificar una dis-posición pro-activa de compromiso con el medio ambien-te. No es el momento de ajustar cuentas sobre qué siste-ma de producción o qué ideología influye en mayormedida en el deterioro del planeta, el problema reside enla acción del hombre sobre la naturaleza. La globalización

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de los problemas ambientales, cada vez más acelerada,afecta a todos los países y su solución implica la partici-pación de todos ellos.

Conciencia ambiental

La naturaleza se resiente y los que habitan en ella,también. Los sistemas económicos no incluyen en susbalances la variable ambiental, es decir, el coste de la na-turaleza en los procesos productivos. Se ignora continua-mente el valor económico de los recursos naturales, no secontabilizan los costes de la generación de residuos, elgasto de la lucha contra la contaminación se incorpora alas cuentas estatales, de esta forma puede entenderseque cuanto más se contamina más se contribuye al creci-miento económico. El divorcio economía y naturaleza esnotorio.

En cierta medida el discurso ecologista se opone al deleconomista, y choca en objetividad con la Ecología.

Los recursos naturales son patrimonio de la humanidad,y la economía como ciencia social no debe ser ajena a losvalores ambientales, racionales y morales, de manera queel bienestar social, no debe ser cuantificado únicamentedesde criterios economicistas puros, sino que debe medirlas mejoras o perjuicios al medio ambiente.

El desarrollo sostenible pretende compatibilizar econo-mía y ecología, de forma que se garantice la calidad de vi-da de las generaciones presentes sin comprometer la delas generaciones futuras.

La conformación de una conciencia comienza desde elprimer nivel de sensibilización con los problemas ambienta-les, de ahí la importancia de los mensajes que se recibenno estén distorsionados.

Tampoco es suficiente con recordar conflictos del pasadoy evidenciar los del presente. Las soluciones que debemosplantearnos no deben ser utópicas, porque se necesitan herra-mientas para una gestión ecológica que permitan adoptar ac-ciones concretas, guiadas por principios éticos y no radicales.

La educación ambiental es un elemento fundamentalque sirve de instrumento a la sociedad y al individuo paraser más conscientes, responsables y estar mejor prepara-dos para afrontar la conservación del medio ambiente. Me-diante la educación, abierta a la vida social, se adquierenlos conocimientos, valores, experiencia y voluntad para re-solver los problemas ambientales.

De entre todos los movimientos sociales resulta difícildistinguir cuál es la posición más favorable, por contra,queda claro que no existe un entendimiento conjunto niposiciones compartidas.

Ética y política

El problema no se resuelve formulando declaracionesde intenciones o grandes principios que nos alejen de la

realidad. Ésta necesita más del consenso y de la acciónque de la resignación y contemplación.

La cuestión ética se ha convertido en un argumentocotidiano de los políticos. A pesar de que existan condicio-nes de igualdad de participación, la democracia no estáexenta de abusos de poder. La participación ciudadana noexpresa a través del voto el rechazo a ciertas actuacionespolíticas. De manera que, en casos como la protección delmedio ambiente, la voluntad colectiva queda relegada a unsegundo plano, que siendo las minorías vinculadas al po-der las que establecen los intereses del partido, que nosiempre son intereses morales.

En temas ambientales el político no debe esperar a quese le presenten los problemas, sino que debe planificarcon tiempo las actuaciones y estrategias a seguir. El ciu-dadano no percibe que el político esté contribuyendo en lamejora del medio ambiente sino que, por contra, está de-fraudando en la gestión de la relación hombre-naturaleza.

Incluso algunos creen que todavía podemos adaptar-nos a la destrucción de los ecosistemas, creyendo queaún se está a tiempo de salvarnos, desde la contempla-ción y la pasividad. De nada sirve mirar al pasado si volve-mos a tropezar en el presente.

En la política ya no basta con prever lo que pasará el díasiguiente sino que se tienen que admitir sus limitaciones ysaber encauzar los intereses sociales con la naturaleza. Des-de el principio de las civilizaciones, la idea de ecología apa-rece inexorablemente unida al concepto de justicia social.

No obstante, aunque la política es lo que permite tomardecisiones, toda la carga de la conciencia ecológica aplicadaa la gestión ambiental no recae en exclusiva sobre el políti-co, ya que la ética nos afecta a todos. Sólo se puede sereficiente si cooperamos individualmente en la mejora nues-tra relación con el medio, asumiendo un cambio de conduc-ta, de hábitos, sin distracciones y aceptando ser responsa-bles con el entorno. Por su parte, el técnico tiene que estaral servicio de la sociedad y no de intereses políticos, comogarante de imparcialidad ante los interes de la comunidad.

Conclusiones

En el fondo el problema de la preservación del medioambiente es político y económico: son más caros los pro-cesos productivos que no generan contaminación que losque sí lo producen. Las soluciones vienen cuando se haproducido el daño: deterioro de la capa de ozono, defores-tación de la selva amazónica, conflictos armados, etc. Se-rán los países desarrollados los que tienen que aportar de-sinteresadamente recursos para la solución de losproblemas ambientales: superpoblación, pobreza, desertifi-cación, agotamiento de los recursos naturales...

Las acciones ecologistas pueden servir de toma deconciencia popular que desemboquen en una acción eco-nómica y política en pro de la solución de estos conflictosmedio ambientales.

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ECOLOGÍA Y SALUD

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Los Estados deben integrar en sus sistemas contableslos costes sociales y ambientales vinculados a la econo-mía de mercado.

Es necesaria la aproximación y entendimiento entre laecología y política, sin que por ello se encubra la labor delcientífico, y sin que su papel esté guiado por intereses po-líticos sino por principios éticos, no absolutistas, y de unaconciencia ecológica responsable.

Bibliografía

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10. Tamames R (1995). Ecología y desarrollo sostenible: la polé-mica sobre los límites al crecimiento. Alianza Editorial. Madrid.

Correspondencia:

Joaquín J. Gámez de la HozCS. “Cártama-Estación”

Avd. Manuel de Falla, s/n 29580 Cártama-Estación (Málaga)

E-mail: [email protected]