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  • EL TETZCUTZINCO EN LA OBRADE FERNANDO DE ALVA IXTLILXCHITL

    REALEZA, RELIGIN PREHISPNICA Y CRONISTAS COLONIALES

    PATRICK LESBREUniversit de Toulouse-le Mirail

    Es interesante observar cmo los cronistas del rea tezcocano presentanactitudes ambigas frente a la religin prehispnica. A veces se adivinaen casos evidentes como los sacrificios humanos. Pero otras veces, se pre-senta bajo la forma de una censura u omisin sutil a la cual pocos repa-ran. Es el caso de la descripcin de los jardines y parques del Tetzcutzinco1

    (cerca de Tezcoco) en el captulo 42 de la Historia de la Nacin Chichimecade Fernando de Alva Ixtlilxchitl.2 En su larga, detallada y muy a menu-do precisa descripcin de los edificios construidos en este cerro por losreyes de Tezcoco, este cronista logra callar la presencia de templos, dio-ses y bajorrelieves de ndole religiosa. As, transforma un lugar sagradoen un jardn que compite con los occidentales por su prestigio real, perocuidadosamente vaciado de cualquier contenido idlatra. Lo cual per-mite readecuarlo como escenario para la supuesta conversin deNezahualcyotl. Actitudes que slo podemos entender si las compara-mos con las versiones oficiales de los evangelizadores.

    PARQUE RECREATIVO Y ARQUEOLOGA

    Parque recreativo

    La descripcin de estos jardines o parques es muy reveladora. En elcaptulo 42 de la Historia de la Nacin Chichimeca slo se mencionan

    1 La literatura moderna sobre el Tetzcutzinco es muy abundante. Remitimos a la descrip-cin a nuestro parecer ms novedosa, de Richard Towsend, The Aztecs, Londres, Thames andHudson, 1992, p. 137-144 y al libro de Miguel A. Medina, Arte y esttica de el Tetzcotzinco, Mxi-co, UNAM, 1997 que no incluye los elementos de la cumbre del cerro pero proporciona uno delos trabajos ms completos sobre el tema. Tambin merece mencin el trabajo de P.E. B. Coy,Tetzcotzinco: usurped and neglected, MAN, The Journal of the Royal Anthropological Institute,New Series, December 1966, London, vol. I, n 4, p. 543-554.

    2 Fernando de Alva Ixtlilxchitl, Obras Histricas, Mxico, UNAM, 1977, t. 2, p. 114-116.

  • 324 PATRICK LESBRE

    flores, fuentes, rboles y esculturas que conforman un parque de es-parcimiento:

    Y de esta alberca sala un cao de agua que saltando sobre unas peassalpicaba el agua, que iba a caer en un jardn de todas flores olorosasde tierra caliente.3

    Su descripcin se centra en las fuentes y la naturaleza amena quedispuso artificialmente el rey de Tezcoco ah:

    De los jardines, el ms ameno y de curiosidades fue el bosque deTetzcotzinco, porque dems de la cerca que tena tan grande para su-bir a la cumbre de l y andarlo todo, tena sus gradas, parte de ellashecha de argamasa, parte labrada en la misma pea; y el agua que setraa para las fuentes, pilas, baos y caos que se repartan para elriego de las flores y arboledas de este bosque, para poderla traer des-de su nacimiento fue menester hacer fuertes y altsimas murallas deargamasa desde unas sierras a otras, de increble grandeza sobre lacual hizo una tarjea hasta venir a dar en lo ms alto del bosque.4

    Permite recordar las hazaas hidrulicas de sus antepasados (acue-ducto) y subrayar as su poder poltico de manera indirecta pero efi-caz.

    Esta descripcin se caracteriza por su precisin y exactitud. Variosdetalles arqueolgicos se encuentran citados, como los baos mo-nolticos, la escalera tallada en la roca que daba acceso a los palacios:

    Tras de este jardn se seguan los baos hechos y labrados de peaviva, que con dividirse en dos baos eran de una pieza; y por aqu sebajaba asimismo por una pea grandsima de unas gradas hechas dela misma pea, tan bien labradas y lisas que parecan espejos.5

    Esa escalera sigue siendo hoy en da una de las porciones ms im-presionantes de las ruinas del Cerro.

    Como ejemplo del grado de precisin sealaremos que paracorroborrar su afirmacin de que el aposento en donde el rey dor-ma, era redondo fue necesario esperar las excavaciones realizadaspor la arqueloga Martha Patricia Hernndez Mendoza en 1992, quienefectivamente encontr en la parte baja del cerro un circuito redondoa proximidad de escaleras y patios. Tal grado de precisin significa

    3 Ibidem, 1997, t. 2, p. 115.4 Ibidem, t. 2, p. 115. Este acueducto acaba de ser restaurado por los arquelogos del

    INAH en su parte superior.5 Ibidem, t. 2, p. 115.

  • 325EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    que Alva Ixtlilxchitl conoca muy bien las ruinas de este lugar, a prin-cipios del siglo XVII y supo evocar su ambiente de parque, a pesar desu deterioro casi total.

    Tambin insiste en las mltiples esculturas presentes en el cerro:

    Y a las espaldas de la cumbre de l, en el primer estanque de agua,estaba una pea, esculpida en ella en circunferencia los aos desdeque haba nacido el rey Nezahualcoyotzin hasta la edad de aquel tiem-po, y por la parte de afuera los aos, en fin de cada uno de ellos asi-mismo esculpidas las cosas ms memorables que hizo; y por dentro dela rueda esculpidas sus armas.6

    Menciona las esculturas que se vean en las tres albercas: ranas (to-dava se ve una), glifo toponmico de Tollan, glifo toponmico deTenayuca (el glifo tenamitl se adivina, algo destruido, a proximidad delicpalli de piedra del bao en la pea).7 Tambin seala la presenciadel retrato de Nezahualcyotl bajo la forma de un len con alas y plu-mas. Versin confirmada por los Ttulos de Tetzcutzinco, que lo llamanquetzalcuetlachtli.8 Todava se puede ver la forma imponente de esteanimal y los restos de una pluma esculpida que escap a los picadoresde julio de 1539 (cf. fig. 1).9 Hasta logra sealar una escultura en laparte superior de la gran escalera monoltica:

    Y por el pretil de estas gradas estaba esculpido el da, mes, ao y horaen que se le dio aviso al rey Nezahualcoyotzin de la muerte de un se-or de Huexotzinco a quien quiso y am notablemente, y le cogi estanueva cuando se estaban haciendo estas gradas.10

    Efectivamente se observa hoy en da como varias partes de laalfarda de esta escalera fueron picadas en 1539, seguramente por in-cluir bajorrelieves (cf. fig. 2). La conclusin de Ixtlilxchitl, insiste enel lujo de este parque prehispnico:

    6 Ibidem, t. 2, p. 115. Hoy en da existe, entre los tres baos monolticos y la cumbre,una enorme cavidad circular en una roca grande con dos banquetas laterales, frente a unespacio llano que bien pudiera corresponder con esa mencin. Lamentablemente no sobre-vivieron ningunos detalles escultricos a los picadores inquisitoriales de 1539 y/o a la dina-mita e incuria del siglo XIX.

    7 Ixtlilxchitl, t. 2, p. 115.8 Robert Barlow, Mc Afee, Titles of Tetzcotzinco (Santa Mara Nativitas), Tlalocan,

    Mxico, 1946, 2 (2), p. 117.9 El Proceso Inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin (Chichimecatecatl)

    recuerda esa diligencia por mandado de Zumrrraga. Mxico, 1980, p. 29.10 Ixtlilxchitl, t. 2, p. 116.

  • 326 PATRICK LESBRE

    Todo los dems de este bosque, como dicho tengo, estaba plantado dediversidad de rboles y flores odorferas; y en ellos diversidad de aves,sin las que el rey tena en jaulas tradas de diversas partes, que hacanuna armona y canto que no se oan las gentes.11

    Pero conviene observar que en ningn momento esa descripcinincluye cualquier detalle de ndole religiosa, como si callara el autoresos elementos. Sin embargo estn presentes, como la arqueologa loconfirma. De conocer tan bien esas ruinas no poda pasar por alto ensu visita monumentos tan vistosos como el templo monoltico o la pa-reja esculpida en bajorrelieve.

    Pruebas arqueolgicas

    Frente al acueducto existe el llamado templo monoltico, cuyo bajo-rrelieve est totalmente destruido para permitir identificar algn cul-to preciso. Sin embargo permanece un altar monoltico en el suelopara confirmar un uso religioso de este recinto (cf. fig. 3). Otras hue-llas ms precisas han sobrevivido a las destrucciones de 1539.

    La presencia de una pareja tallada en la parte alta nos indica quepudo existir una representacin de divinidades acuticas o agrcolasen este lugar. Descartamos la versin reciente de Miguel A. Medinaquien ve en el fragmento del tocado posiblemente el penacho delrey y en las dos figuras los retratos del rey Netzahualcyotl y de lareina.12 Es interesante observar cmo unos cuatro siglos despus,la versin de Alva Ixtlilxchitl todava induce a los investigadores abuscar una visin histrica cuando muchos detalles son de ndole reli-giosa (lo cual no impide una representacin real mezclada con consi-deraciones religiosas).

    Divinidad femenina

    Se puede identificar una deidad agrcola tipo Xilonen o Chicomecatlpor los rosetones de papel de su tocado todava intacto (cf. fig. 4). Esexactamente el mismo que aparece en la lmina 30 del Cdice Borbnico

    11 Ibidem, t. 2, p. 116.12 Miguel A. Medina, Arte y esttica de el Tetzcotzinco. Arquitectura de paisaje en la poca de

    Netzahualcyotl, Mexico, UNAM, 1997, fig. 94. Para el autor las dos figuras del bajorrelievecorresponden al rey Netzahualcyotl y la reina Azcalxchitl, cf. fig. 59 y 89.

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  • 327EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    para la fiesta de Ochpaniztli.13 Aunque falta en el tocado del Tetzcutzincoel signo central del ao uno nota los mismos grandes rosetones de pa-pel laterales y abajo la lnea cuadriculada idntica a la del Borbnico conla precisin de que incluye arriba una soga. Las mujeres que llevan to-cado con rosetones de papel son el ixiptla o imagen de Chicomecatl,diosa del maz en cuyo honor se sacrificaban.

    Es imposible determinar si se prolongaba o no el tocado con larepresentacin de mazorcas. La escultura de la diosa del maz del Mu-seo Etnogrfico de Berlin lleva un tocado similar con cuatro roseto-nes, sogas y largas tiras de papel pero no incluyen mazorcas.14 Aspodemos suponer que el bajorrelieve del Tetzcutzinco representabauna diosa en quechqumitl con bastn sonaja y mazorcas en las manossimilar a estas representaciones pictogrficas o escultricas.

    Se puede observar que uno de los relieves destruidos en esta pare-ja parece ms ancho, lo cual podra remitir a las largas tiras de papelque colgaban desde el tocado hasta el suelo. Tiras de papel que toda-va se divisan en la parte inferior del bajorrelieve. El hallazgo en 1992de una magnfica escultura (de Cinteotl?) cerca de los palacios de laparte baja hara eco a esas preocupaciones religiosas por la fertilidady la agricultura.15

    La gran pluma central del tocado remitira a la pluma de quetzalde Chalchiuhtlicue, que simboliza la fertilidad. Todava se divisa cla-ramente el signo chalchihuitl en el tocado destruido, lo cual remitiratambin a esa divinidad acutica. Este detalle adicional aleja un pocola identificacin de las estatuas tipo Xilonen para acercarla ms adivinidades acuticas.

    Sera demasiado largo argumentar aqu las posibilidades de con-fusin entre Chicomecatl y Chalchihuiticue, esposa de Tlloc16 sinhablar de Xochiqutzal. Pero son frecuentes los papeles mltiples dedioses en el panten prehispnico y tal podra ser el caso de la repre-sentacin del Tetzcutzinco.

    13 Cf. Codex Borbonicus, pl. 30. Esta identificacin la hizo Richard Towsend en su libro,The Aztecs, 1992, p. 142 quien propone los nombres de Xilonen o Toci.

    14 Cf. Beyer, Mito y symbolismo del Mxico antiguo, 1965, p. 387 y fig. 5 p. 386.15 Martha Patricia Hernndez Mendoza, Informe de los trabajos de mantenimiento y con-

    servacin de la zona arqueolgica Texcutzingo. Temporada marzo-julio de 1992, Mxico, INAH,1992.

    16 Cf. Cdice Florentino, fol. 5 en la que lleva un tocado muy similar con dos rosetones depapel abajo y grandes plumas de quetzal. El Codex Borbonicus, pl. 15, conserva algn parecidopero ya ms distante o leve por la ausencia del detalle de los rosetones y por ser las plumasgrandes comunes en tocados de divinidades (aunque su disposicin recuerda algo la delTetzcutzinco). Las dems representaciones son demasiado esquemticas para poder buscar al-gn parecido. Cf. Codex Telleriano-Remensis fol. 11v, Codex Vaticano A, fol. 4v y 17v. Para otrasrepresentaciones prehispnicas (muy distintas) remitimos al Cdice Borgia, pl. 57 y 65.

  • 328 PATRICK LESBRE

    Tlloc

    Aunque todava haya dudas, se puede suponer que el segundo perso-naje de esa pareja podra corresponder a Tlloc. Este tipo de parejaacutica divina aparece en otros bajorrelieves como el de Castillo deTeayo.17 Sin embargo no se debe descartar la posibilidad de una pare-ja de dos diosas femeninas, como la del Cerro Tepeyac.18 Esa pareceser la interpretacin de Richard Towsend.19

    De no tratarse de la representacin de esa pareja acutica otrosdos datos arqueolgicos indican la presencia de un culto a Tlloc. Unaestatua cilndrica en la parte baja, correspondiente al llamado palacio,se parece mucho a los monolitos de Tlloc encontrados en el Cerro dela Malinche o en el Cerro Tlloc.20 Se encuentra en lo que correspondea un patio a mano izquierda de las escaleras monolticas, cerca de lapared con nichos excavada en 1992. Su rostro permanece curiosamenteintacto, como si no hubiera sido necesario destruirlo al derrocar estaestatua-columna.

    La presencia de un grabado de la cara o mscara de Tlloc en lacumbre del cerro confirma el papel importante de un culto al dios delagua y de la tierra (cf. fig. 5). Quizs escap a las destrucciones lleva-das a cabo por Zumrraga en 1539 o alguien volvi a dibujar este diosen un fragmento de roca.21 Esa marca simblica, poco importa si esprehispnica o colonial temprana, de uno de los dioses fundamenta-les del panten prehispnico en este lugar nos parece significativa.

    Simbolismo acutico

    As podemos interrogarnos sobre el sentido de los tres baos y delcrculo de agua que los rodea. La presencia de ranas, simbolizando las

    17 Zanja de la Piedra Labrada. Cf. Seler, Gesammelte Abhandlungen, tomo III, p. 435. Re-producido en Anders, Jansen, Reyes, El libro del Ciuacoatl, Mxico: FCE, 1991, p. 141.

    18 Cf. El dibujo colonial de un bajorrelieve desaparecido del Cerro Tepeyac. Codex deTeotenantzin (MNAH), in Pasztory, Aztec Art, 1983, p. 130, fig. 73. Sin embargo, a pesar de losparalelismos entre la fig. 72 y 73 uno debe observar que el tocado de piedra del Tetzcutzincono corresponde a ninguno de los dos representados en el dibujo colonial.

    19 Richard F. Towsend, The Aztecs, 1992, p. 143: destroyed figures of Maize dieties on arock face at Tetzcutzingo fig. 87-89.

    20 Cf. Rubn B. Morante Lpez, Simbolismo del monolito del monte Tlloc, Estadode Mxico, en Iconografa mexicana, Mxico, INAH, 1998, p. 151, fig. 2 y 3.

    21 Lo cual explicara por qu tal representacin sobrevivi a las destrucciones de 1539 ypor qu se encuentra a ras de suelo en una roca al parecer no adecuada para un bajorrelieveprehispnico por estar quebrada.

  • 329EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    tres capitales del imperio azteca,22 remite tambin a una lectura reli-giosa y no solamente poltica o artstica. El circuito de agua23 remitiraa concepciones religiosas. Tloque Nahuaque, difrasismo que se usa muyfrecuentemente para designar a la divinidad suprema, se puede tradu-cir por el dueo del cerca y del junto pero tambin por el dueodel circuito del agua.24 Sin embargo, a pesar del esquema presentadopor Richard Towsend, nos parece que todava queda por encontrar hue-llas de la mitad de este supuesto circuito, entre el Bao de Tollan y elsumidero del acueducto.25 Ms exacta nos parece la imagen de frayAgustn Dvila Padilla: para que el agua viniese a un peso hasta llegara lo alto deste cerro: de donde va haziendo caracol.26 Preferimos laexactitud de esa imagen de caracol a la de circuito, todava usada.

    La presencia de un estanque en una vertiente, encima de este cir-cuito de agua es otra seal de reminiscencias acuticas, sin contar conlos tres baos y los numerosos vertederos. Por supuesto el orden, lafrescura y la geometra centrados en el agua mereceran un estudiodetallado. El Tetzcucinco era en su poca uno de los jardines de aguamejor acabado, digno de competir con los de la Villa dEste.

    Y la descripcin de Ixtlilxchitl a veces parece rozar o recobrarinvoluntariamente estos significados religiosos antiguos. Su descrip-cin entusiasta de la fuente que sala del bao del rey cobra as unadimensin simblica si se conecta con las mltiples representacionesde Tlloc en este lugar: que pareca que llova con la precipitacin ygolpe que daba el agua sobre la pea.27

    En tal caso el rey se asemejara con el dador o hacedor de la llu-via, papel religioso fundamental y tradicional de mltiples gobernan-tes prehispnicos. Incluso podramos pensar que su presencia en elbao fecunda las aguas que luego sirven para sus jardines.

    Dejamos a los especialistas el cuidado de determinar si se plasmaqu una representacin concreta del Tlalocan, tal como los jardinesde la antigedad clsica conllevaban una dimensin sagrada y alusio-nes al paraso, desde el Bosque sagrado de los griegos hasta los jar-dines de los persas.

    22 Ixtlilxchitl, Obras Histricas, t. 2, p. 115: Y en la del medio estaban en sus bordostres ranas esculpidas y labradas en la misma pea, que significaban la gran laguna, y lasranas las cabezas del imperio.

    23 Con tal de que se comprueba su presencia en la parte trasera del Cerro.24 Georges Baudot, Mxico y los albores del discurso colonial, Mxico, 1996, p. 273.25 Compartimos la opinin de Coy quien seala the absence of vestiges of a water

    channel on the northern section, op. cit., p. 548.26 Fray Agustn Dvila Padilla, op. cit., p. 619.27 Ixtlilxchitl, t. 2, p. 115.

  • 330 PATRICK LESBRE

    EL TETZCUTZINCO ENTRE CENSURA, CONVERSIN Y SACRIFICIOS

    El Cerro Tetzcutzinco, aparte de esas realidades arqueolgicas, se con-virti pronto en el escenario de versiones totalmente opuestas del pasa-do indgena. Al ayuno y conversin de Nezahualcyotl se oponen losrumores sobre sacrificios humanos. Lo cual explica quizs por qu Fer-nando de Alva Ixtlilxchitl redact entonces ese tipo de descripcin.

    Censura obvia y recuperacin monoteista

    Ixtlilxchitl nunca menciona tales esculturas en su descripcin deta-llada del Tetzcutzinco. No puede callar la intervencin de la Inquisi-cin en 1539, pero lo hace de tal manera que presenta a Zumrragacomo que no entendi los relieves y esculturas: Y otras cosas que elprimer arzobispo de Mxico, don fray Juan de Zumrraga mand ha-cer pedazos, entendiendo ser algunos dolos, y todo lo referido era laetimologa de sus armas.28

    Muy sutilmente, al comentar eso en la conclusin de la descrip-cin de un bajorrelieve sobre la vida de Nezahualcyotl, Ixtlilxchitllogra presentar a Zumrraga como equivocado y responsable de la des-truccin de unas obras maestras de arte. El Proceso Inquisitorial del caci-que de Tetzcoco confirma la intencin de que no quedase memoria deellos,29 y presenta todas las esculturas o bajorrelieves como de ndolereligiosa: Fu a la sierra que se dice Tezcucingo, en la cual haba mu-chas figuras de dolos esculpidas en las peas, a las cuales su Seoramand deshacerles las figuras y quebrallas.30

    La defensa de Ixtlilxchitl es insistir nicamente sobre el aspectoplacentero del lugar y el carcter histrico de los bajorrelieves. As lo-gra sembrar una duda y rescatar la dimensin civilizada delTetzcutzinco, negada por los espaoles.

    Sin embargo, curiosamente Ixtlilxchitl no es tan ignorante de losaspectos religiosos del Cerro a pesar de la fecha tarda de redaccinde su obra. En otro captulo es el nico en sealar templos y cultosllevados a cabo en tal lugar:

    28 Ibidem, t. 2, p. 115.29 Proceso Inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin (Chichimecatecatl), Mxi-

    co, 1980, p. 29: y a las que no se pudiesen quebrallas, que les diesen fuego, para que des-pus de quemarlas se pudiesen quebrar y deshacer; [] de manera que no quedase memoriade ellos.

    30 Ibidem, p. 29.

  • 331EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    En este mismo ao cerc [Xlotl] un gran bosque en la sierra deTetzcuco, en donde entr cantidad de venados, conejos y liebres; y enmedio de l edific un cu que era como templo, en donde de la pri-mera caza que cogan por las maanas l y el prncipe Nopaltzin, o sunieto el prncipe Pchotl, la ofrecan por vctima y sacrificio al sol, aquien llamaban padre y a la tierra madre, que era su modo de idola-tra, y no reconocan ningn otro dolo por dios.31

    Quizs esa mencin se debe a la poca remota en que se sita esaancdota. Adems parece apoyarse en una escena del Cdice Xlotl.32

    Desaparecen esas implicaciones religiosas cuando Ixtlilxchitl pasaa describir el mismo lugar pero en poca de Nezahualcyotl. Sin em-bargo concluye su captulo XLII con una alusin directa a la caza:

    Fuera de las florestas, que las dividan una pared, entraba la montaaen que haba muchos venados, conejos y liebres, que si de cada cosamuy en particular se describiese, y de los dems bosques de este reino,era menester hacer historia muy particular.33

    Como si supiera perfectamente las implicaciones de las cazas ri-tuales hasta la poca prehispnica ms reciente.34 As concluye su des-cripcin con el pretexto de no poder decirlo todo, hbilmentepresentado para callar lo que saba y no quiso subrayar o recordar.

    El Tetzcutzinco desempea un papel simblico muy importanteen los propios escritos de Ixtlilxchitl. En otros captulos de la mismaobra, la Historia Chichimeca, el Tetzcutzinco cobra una dimensin reli-giosa, pero muy distinta, de consonancias bblicas.

    En el captulo XLIV, ubica all las lamentaciones de Nezahualcyotlsobre la muerte de su hijo mayor Tetzauhpiltzintli, muy parecidas alas del rey David sobre Absaln:

    Y que mientras se le haca la reprensin l no se quera hallar pre-sente, sino que se iba en el nter al bosque de Tetzcotzinco. [] Ycuando le lleg la nueva al bosque y supo la muerte del prncipe aquien quera y amaba notablemente, comenz a llorar amargamentesu desdicha [] Estuvo muchos das en este bosque triste y afligido,

    31 Ixtlilxchitl, Obras Histricas, t. 2, p. 19.32 Charles E. Dibble, Cdice Xolotl, Mxico, UNAM, 1980, lam. 2, seccin B3 [020 B en la

    codificcin de Marc Thouvenot].33 Ixtlilxchitl, Obras Histricas, t. 2, p. 116.34 Cf. Patrick Lesbre, Algunas consideraciones sobre la primera lmina del Mapa

    Quinatzin, en Cdices y documentos sobre Mxico, Tercer Simposio, Mxico, INAH, 2001,p. 107-119.

  • 332 PATRICK LESBRE

    lamentando sus desdichas, porque no tena otro hijo legtimo que pu-diese heredar el reino.35

    Esas lamentaciones sirven para acentuar el paralelismo entreNezahualcyotl y el rey David. Ubicndoles en un bosque recreativo yplacentero sirve para mejor subrayar el desprecio de los placeres te-rrenales y la bsqueda mstica que Ixtlilxchitl quiere aadir a lahistoriografa de Nezahualcyotl. En el captulo siguiente ubica all elautor la supuesta conversin de Nezahualcyotl al monotesmo o diosdesconocido:

    Y as sali de la ciudad de Tetzcuco y se fue a su bosque de Tetzcotzinco,en donde ayun cuarenta das, haciendo oraciones al Dios no conoci-do, criador de todas las cosas y principio de todas ellas, a quien com-puso en su alabanza sesenta y tantos cantos que el da de hoy seguardan, de mucha moralidad y sentencias, y con muy sublimes nom-bres y renombres propios a l: haca esta oracin cuatro veces en cadada natural, que era al salir el sol, al medioda, al ponerse y a la medianoche, ofrecindole sahumerio de mirra y copal, y otros sahumeriosaromticos.36

    As los palacios placenteros del Tetzcutzinco cobran otra dimen-sin, casi mstica, al convertirse en escenario de las oraciones y ayunosreales. Pasan a ser un equivalente prehispnico del Monte Carmelo.Hasta incluye en este lugar una aparicin muy inspirada por las bbli-cas no al propio Nezahualcyotl sino a Iztapalotzin, caballero de surecmara:

    Y saliendo a ver quien era, vido a un mancebo de agradable aspecto yel lugar en donde estaba claro y refulgente, que le dijo que no temie-se, que entrase y dijese al rey su seor que el da siguiente antes delmedioda su hijo el infante Axoquentzin ganara la batalla de loschalcas, y que la reina su mujer parira un hijo que le sucedera en elgobierno, muy sabio y suficiente para el gobierno de l.37

    No slo el monte es escenario de ayunos y oraciones de consonan-cia muy bblica, sino que tambin no vacila el cronista en ubicar allun milagro con aparicin de ngel profetizando para Nezahualcyotly presentando a su futuro hijo Nezahualpilli como Salomn prehis-pnico. Por eso habr callado Ixtlilxchitl anteriormente los detalles

    35 Ixtlilxchitl, Obras Histricas, HC, t. 2, p. 122-123.36 Ibidem, HC, t. 2, p. 125.37 Ibidem, HC, t. 2, p. 125.

  • 333EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    de idolatra referentes al Tetzcutzinco. Al vaciar el monte de su conte-nido religioso prehispnico lo adecua para mejor presentar la prepa-racin tetzcocana al monoteismo y la futura conversin al catolicismo.Este lugar, cuna de la identidad tetzcocana, se convierte en envite paravalores historiogrficos conformes a los imperantes en la colonia a prin-cipios del siglo XVII. Remitimos a los estudios de Georges Baudot, Sal-vador Velazco y a los nuestros sobre el valor que cobra Nezahualcyotlen los escritos de Ixtlilxchitl.38

    Muy significativamente la descripcin detallada del Tetzcutzincointerviene en pocos captulos antes del relato detallado de su conver-sin, con resabios bblicos.39 Podemos observar entonces que esta des-cripcin no es gratuita: cobra una dimensin adicional al preparar elescenario para la crisis mstica del rey de Tezcoco y el papel peculiarque quiere dar a Tezcoco el cronista en esta su obra ms acabada.

    Culto a Nezahualcyotl y sacrificios humanos?

    Esas versiones de la Historia Chichimeca slo se pueden entender si re-cordamos qu rumores circulaban todava a finales del siglo XVI sobreel Tetzcutzinco. Unos se refieren a un culto idlatra, otros a sacrificioshumanos.

    Culto a Nezahualcyotl?

    El silencio de Ixtlilxchitl puede tambin obedecer a otro motivo: lapresencia del nico retrato de Nezahualcyotl en este lugar. Los Ttu-los de Tetzcotzinco recuerdan cmo Nezahualcyotl mand que se escul-piera su retrato en el cerro, bajo forma de quetzalcuetlachtli:

    Y en la ladera del cerro llamado Tetzcotzinco, all pintaron su retrato,como era su cara, y al lado en la piedra, algo as como un quetzalcue-tlachtli, sus artesanos pintaron, o esculpieron, bajo orden de Nezahual-

    38 Georges Baudot, Nezahualcoyotl, prncipe providencial en los escritos de Fernandode Alva Ixtlilxchitl, Estudios de Cultura Nahuatl, Mxico, 1995, n 25, p. 17-28. SalvadorVelazco, La imaginacin historiogrfica de Fernando de Alva Ixtlilxchitl; etnicidades emer-gentes y espacios de enunciacin, Colonial Latin American Review, 1998, vol. 7, n 1, p. 33-58.Patrick Lesbre, Oublis et censures de lhistoriographie acolhua coloniale: Nezahualcyotl,C.M.H.L.B. Toulouse, jui 1999, Caravelle n 72, p. 11-30.

    39 La descripcin detallada est en el captulo XLII. Las lamentaciones sobre su hijomayor en el captulo XLIV, y los ayunos, oraciones y aparicin en el captulo XLV.

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    coyotzin, con lo que estaba representado de manera que pudieran ver-lo, sus hijos, sus nietos y todos.40

    Ixtlilxchitl conoca esta tradicin porque la repite en su HistoriaChichimeca, en el captulo XLVII, novelndola al aadir una eleccin deNezahualcyotl entre varios retratos y una reflexin filosfica:

    Y los arquitectos de piedra fueron a su bosque de Tetzcotzinco y hicie-ron aquel len que atrs queda referido, y no retrataron ms de tansolamente el rostro; hasta los herreros hicieron lo mismo; y por su or-den fueron presentndole sus retratos que haban hecho, excepto elde la pea que era forzoso el ir a verlo; y as habindolo visto, sloaqul le cuadr, y todos los dems los desech, diciendo que el oro ypiedras preciosas con la codicia se perderan, y los cuadros con el tiem-po se desharan y borraran, el barro se quebrara, y la madera se car-comera; mas que el de la pea slo permanecera, y gozaran de lsus nietos y descendientes.41

    Volvemos a encontrar rastros de esta escultura o retrato real en elcaptulo 81 de su Historia de la Fundacin y Discurso de la Provincia deSantiago de Mxico, de la orden de predicadores (1596) fray Agustn DvilaPadilla. Relata la lucha de fray Domingo de Betanzos contra un cultoa Nezahualcyotl:

    A una legua del pueblo [Tepetlaoztoc] se vee oy con estraa Magestadel puesto que tenia el demonio tiranizado para su honra. Es un cerroque se llama Tezcuingo, donde el gran poder de los Reyes de Tezcucose avia singularizado en servicio del demonio. En lo mas alto destecerro estaba el famoso Idolo que llamavan Zaualcoittl [Nezahualcyotl][]42

    Segn l, el rey ms famoso de Tezcoco hubiera sido reverenciadobajo la forma de un coyote. Pero sus explicaciones son algo confusas,cuando trata de distinguir entre la figura histrica de Nezahualcyotly el dolo:

    En lo mas alto de todo el cerro estava labrado en pea viva un Coyottl,[]. Esta figura representava a un Indio grande ayunador, a quien tu-

    40 Barlow, Mc Afee, Titles of Tetzcotzinco (Santa Mara Nativitas), Tlalocan 2 (2),p. 117.

    41 Ixtlilxchitl, Obras Histricas, HC, t. 2, p. 133.42 Fray Agustn Dvila Padilla, Historia de la Fundacin y Discurso de la Provincia de Santia-

    go de Mxico, de la orden de predicadores, Mxico, p. 619.

  • 335EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    vieron por santo: y fingiendo luego el demonio figura deste animal,se les aparecio, diziendo que era el ayunador: y assi le dieron el nom-bre que significa lo uno y lo otro.43

    Sin embargo insiste en calificar de dolo lo que podemos identifi-car con el retrato de Nezahualcyotl, repitiendo por lo menos cuatroveces esta palabra en su texto si incluimos el ttulo:

    Este Idolo destruyeron el santo Obispo de Mexico F. Juan Zumarraga,y el bienaventurado P. F. Domingo de Betanos: y mandaron picar ydeshazer toda la figura del Coyottl, que estaba labrado en lo alto de lapea.

    [] y tom muy a pechos desterrar la memoria deste Idolo, queen algunos estava muy entraada en la voluntad.44

    As confundiendo idolatra y memoria histrica los frailes queevangelizaron la provincia de Tezcoco destruyeron uno de los lugaresde memoria ms importantes, por sus races chichimecas, del reino deTezcoco.

    Se entiende mejor el notable silencio observado por Ixtlilxchitlen su descripcin del Tetzcutzinco. Callando cualquier detalle de n-dole religiosa, logr dejar a la posteridad la imagen de un jardn oparque recreativo digno de un gran rey, capaz de domar la naturalezalo cual le iguala con los grandes reyes de la Antigedad o de EuropaRenacentista. Pero su descripcin, tal como los trabajos recin publi-cados sobre este lugar, carecen de una dimensin religiosa atestigua-da por la arqueologa. Ixtlilxchitl, por preservar la figura histricadel rey de Tezcoco, no vacil en censurar los aspectos idlatras de suvida diaria, en este caso los templos y dioses existentes en la partesuperior del Cerro Tetzcutzinco. Propuso una versin tipo renacentistade un rey clsico que adecua grandes parques para sealar su poder ymagestad. Pero si reflexionamos a la luz de los datos arqueolgicos,los baos existentes cobran dos sentidos posibles: el aspecto recreati-vo, con el entorno de fuentes, flores, pjaros y paisaje (vista sobre lalaguna y Mxico a lo lejos). Pero tambin y quizs sobre todo un as-pecto religioso, con la dimensin de purificacin que conllevan los ba-os en agua fra para los sacerdotes. El rey cumpla ah su papel derey-sacerdote y quizs se deleitaba a la vez que se purificaba antesde acceder a los templos para realizar unos ritos relacionados con la

    43 Ibidem, p. 619.44 Ibidem, p. 619. Cf. p. 617: Cap. LXXXI De la guerra que el Padre fray Domingo hizo

    al demonio, destruyendo dos famosos ydolos, uno en Tepuztlan y otro en Tezcucingo.

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    lluvia y fertilidad de los campos.45 Las flores recobran as un papelritual y ornamental, fundamental en la civilizacin azteca, pero pococonsiderado en el caso de esos parques. Sus colores, sus formas y has-ta sus perfumes cobraban valores simblicos.46

    Lugar de sacrificios ?

    El Tetzcutzinco gozaba de muy mala fama entre los cronistas religio-sos del siglo XVI, no slo por ser un lugar de idolatra sino tambinpor la existencia en la poca prehispnica de sacrificios humanos has-ta en grande escala. Es muy posible que tales aserciones muy violentashayan motivado a Ixtlilxchitl a redactar y orientar su descripcin delcerro en el sentido que hemos subrayado.

    Dos cronistas religiosos aluden a prcticas de sacrificios humanosen el cerro Tetzcutzinco: fray Diego Valads y Antonio de Ciudad Real.En la Rhetorica Christiana de fray Diego Valads, publicada en Perusa(Italia) en 1579 existe un prrafo muy negativo sobre el cerroTetzcutzinco:

    Yo mismo supe, de boca de ciertos ancianos indgenas, que en el tem-plo de Tetzcutzingo, que dista media milla de Tetzcuco, que era el msfamoso de los templos cuyas ruinas hasta hoy en da se puedenver, haban inmolado aos atrs, en un solo sacrificio solemne, seten-ta y seis mil cautivos de la guerra contra Tlaxcala.47

    Es fcil sealar la confusin, a nivel de las cifras de sacrificios, conla inauguracin del Templo Mayor de Tenochtitlan por Ahuizotl, tancontrovertida y discutida.48 Pero lo que llama la atencin es la men-cin del testimonio de los propios indgenas ancianos, que seala quetal versin o fama del cerro estaba difundida entre la poblacin ind-gena. Fray Diego Valads fue mandado a Espaa en 1571, o sea quesus informantes de pronto ya haban muerto cuando Ixtlilxchitl em-

    45 Remitimos a nuestro estudio del prrafo 14 de los Primeros Memoriales.46 Cf. el trabajo de Marie Sautron, Le chant lyrique en langue nahuatl des anciens Mexicains:

    la symbolique de la fleur et de loiseau, Villeneuve dAscq, Ed. Septentrion, 1999.47 Agradecemos a Jos de Durand su ayuda en esta traduccin. Cf. Fray Diego Valads,

    Retrica Cristiana, Mxico, UNAM, FCE, 1989, p. 171: Intellexi ipse ex quibusdam senibusindigenis in templo Tetzcutzingo, distante medium milliare Tetzcuco, quod erat omniumtemplorum famosissimum, cuius in hunc usque diem vestigia conspiciuntur, fuisse olim unosacrificio sollemni inmolatos septuaginta sex millia captiuorum ex bello Tlaxcala. Citado peroslo traducido parcialmente por Gerardo Ramrez Vidal, Fray Diego Valads y los indios enAcerca de Fray Diego Valads. Su Retrica Cristiana. Mxico, UNAM, 1996, p. 19.

    48 Cf. Codex Telleriano-Remesis, fol. 39r (8 Acatl, 1487).

  • 337EL TETZCUTZINCO EN LA OBRA DE FERNANDO DE ALVA

    pez a interesarse por el pasado prehispnico. La misma cifra se repi-te en la obra de un jesuita, aadiendo que este sacrificio se hizo en elTetzcutzinco en un slo da.49

    Sin embargo este testimonio se repite en una obra ms tarda, elTratado curioso y docto de Antonio de Ciudad Real. Pasando por Tezcocoen julio de 1585, y aparentemente tambin alcanz a visitar elTetzcutzinco y sus palacios reales:

    Una legua de all esta otra tecpam [palacio] en un cerro, que era lacasa de recreacin del mismo rey [de Tezcuco]; es muy vistosa, peroest maltratada y de antigua se va cayendo y arruinando; sacrificabanen ella en su gentilidad mucha carne humana.50

    Podemos interrogarnos sobre el real conocimento que fray Anto-nio de Ciudad Real, secretario del comisario general franciscano frayAlonso Ponce en su visita, poda tener de la historia tezcocana. Perollama la atencin la fama que todava tena este lugar en un momentoen que Pomar ya haba redactado su Relacin.

    A finales del siglo XVI fray Agustin Dvila Padilla alude al poderdel demonio en este lugar.51 Redact su obra en 1592 y la public en1596.52 Es interesante observar el mismo recurso a informantes ind-genas, pero el cambio total de percepcin en unos aos: lo que motivaa fray Agustn Dvila Padilla son los aspectos idlatras e histricos delCerro. Ya no menciona sacrificios sangrientos.

    Sera fcil proponer una gradacin en las miradas sobre este lugarprehispnico, desde la versin sangrienta de fray Diego Valads o frayAntonio de Ciudad Real hasta la versin placentera de Ixtlilxchitl,pasando por la versin idoltrica de fray Agustn Dvila Padilla. Comosi conforme se arraigaba la fe cristiana y la Iglesia catlica en NuevaEspaa, no fuera necesario entrar en polmicas sobre cultos y prcti-cas sacrificiales pasadas.

    49 Francisco Hernndez, Antigedades de la Nueva espaa, trad. del latn y notas por donJoaqun Garca Pimentel, Mxico: Robredo, 1946, nota 242, p. 296: J.E. Nierembergii His-toria Naturae, Plantin. 1635, lib. VIII, cap. XXIV, De effusione sanguinis superstitiosa (p.147, col. 1): Addam hoc Francisco Hernando, uno olim unius diei sacrificio inmolataseptuaginta sex millia horminum sin templo Tetzcutzingo. Aparentemente el jesuita atribu-ye a Francisco Hernndez la cifra citada por Diego Valads, dado que no se encuentra en sutratado (lib. II, cap. 14). No hemos podido averiguar si apareca en sus Obras Completas.

    50 Antonio de Ciudad Real, Tratado Curioso y docto de las grandezas de la Nueva Espaa,Mxico: UNAM, 1993, t. 1, p. 71.

    51 Fray Agustn Dvila Padilla, Historia de la fundacin , Mxico, p. 620 (Lib. 2, cap.LXXXI).

    52 Cf. Agustn Millares Carlo, Cuatro Estudios biobibliogrficos mexicanos, Mxico: FCE, 1986,p. 189.

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    Sin embargo la presencia de una piedra muy parecida en su for-ma a las piedras sacrificiales de forma trapezoidal (cf. fig. 6), en undescanso entre dos escaleras monolticas que llevan de los palacios ala gran escalinata, obliga a interrogarse sobre la vlidez o no del testi-monio de Valads y de Ciudad Real. Las medidas son conformes a lostechcatl arqueolgicos, siendo ste distinto por ser monoltico.53 Slosu ubicacin, poco cmoda y algo inhabitual, deja una posible dudaen cuanto a su uso sacrificial. Dejamos a especialistas en religinprehispnica zanjar este difcil problema.

    Pensamos que Ixtlilxchitl lleg a conocer, a falta de las obras men-cionadas, por lo menos los mismos rumores sobre sacrificios. Y si pro-porciona una tan magnfica descripcin del parque sera como paracontrarrestar, sin mencionarlas, esas versiones perpetuadas por cro-nistas religiosos espaoles. As se entiende mucho mejor su posturacultural dentro del contexto colonial.

    La comparacin entre sendas descripciones de un mismo lugar esreveladora de la profunda diferencia de enfoque en torno al pasadoindgena. Pero los procedimientos son los mismos: Ixtlixchitl censu-ra los aspectos religiosos prehispnicos para mejor subrayar el carc-ter histrico del cerro, cuando los religiosos espaoles hicieronexactamente la inversa, censurando los aspectos reales para slo verdolos. As ambos lados pecan por omisin. Incumbe al lector decidirsi son dos caras de la misma moneda. Pero mientras tanto sigue lainvasin de viviendas modernas que poco a poco roe este cerro anti-guo y borra las huellas de este pasado.

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    53 Mide aproximadamente (por no ser del todo regular) unos 68 cm en su parte infe-rior por 53 cm en la parte superior (dndole as una forma trapezoidal); 65 cm de altura enel lado izquierdo y 31 cm de ancho en la parte superior.

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