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213 I N T E G R A C I Ó N & C O M E R C I O Investigador de la Universidad Nacional de Colombia y consultor de la Comunidad Andina y del ILPES-CEPAL. NOTAS Y COMENTARIOS Glocalización: Nuevos enfoques teóricos sobre el desarrollo regional (subnacional) en el contexto de la integración económica y la globalización Edgard Moncayo Jiménez Resumen Desde la perspectiva de la espacialidad, la economía y la política están sometidas en el mundo contemporáneo a una doble tensión: (a) la globalización que tiende -en alguna forma- a "trivializar" la geografía y las distancias, y (b) la localización, que consiste en la tendencia opuesta a "revalorizar" el espacio y la organización del territorio en los procesos de desarrollo. Resolver tal paradoja supone entender que entre las dos tendencias hay una relación de causalidad circular; la reestructuración a escala mundial induce procesos de cambio en el nivel subnacional, que, a su turno, retroalimentan las transformaciones globales. Así, globalización y localización devienen los dos rostros jánicos de una nueva realidad, que se ha dado en llamar glocalización. Pero, mientras la globalización y la supranacionalización han sido objeto de una abundante literatura, el otro lado de la moneda; la lógica y la dinámica de la (re)territorialización, ha recibido mucho menos atención. En este artículo se hace una revisión de las diferentes perspectivas teóricas que tratan de explicar la creciente importancia de la dimensión espacial del desarrollo y se vincula ésta con la globalización y la integración supranacional, con el propósito último de contribuir a la comprensión de las interrelaciones entre los dos procesos. Una clara inferencia que se deriva del artículo es la necesidad de incorporar la consideración de las nuevas tendencias subnacionales en la integración regional. Este artículo hace parte de un trabajo más amplio sobre la geografía económica de la integración andina que realiza el autor para la Secretaría General de la Comunidad Andina, con cuya autorización se publica. I. INTRODUCCIÓN Las cuestiones atinentes al espacio, la geografía y la organización del territorio han adquirido, en las últimas dos décadas, una importancia creciente en los estudios sobre el desarrollo, tanto en el plano socioeconómico como en el político (Helmsing [2001]).

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213I N T E G R A C I Ó N & C O M E R C I O

Investigador de la Universidad Nacional de Colombia y consultor de la Comunidad Andina ydel ILPES-CEPAL.

NOTAS Y COMENTARIOS

Glocalización: Nuevos enfoques teóricos sobre el desarrollo regional

(subnacional) en el contexto de la integración económica y la globalización

Edgard Moncayo Jiménez

Resumen

Desde la perspectiva de la espacialidad, la economía y la política están sometidas en el mundocontemporáneo a una doble tensión: (a) la globalización que tiende -en alguna forma- a "trivializar"la geografía y las distancias, y (b) la localización, que consiste en la tendencia opuesta a "revalorizar"el espacio y la organización del territorio en los procesos de desarrollo.

Resolver tal paradoja supone entender que entre las dos tendencias hay una relación de causalidadcircular; la reestructuración a escala mundial induce procesos de cambio en el nivel subnacional,que, a su turno, retroalimentan las transformaciones globales.

Así, globalización y localización devienen los dos rostros jánicos de una nueva realidad, que seha dado en llamar glocalización.

Pero, mientras la globalización y la supranacionalización han sido objeto de una abundanteliteratura, el otro lado de la moneda; la lógica y la dinámica de la (re)territorialización, harecibido mucho menos atención.

En este artículo se hace una revisión de las diferentes perspectivas teóricas que tratan de explicarla creciente importancia de la dimensión espacial del desarrollo y se vincula ésta con la globalizacióny la integración supranacional, con el propósito último de contribuir a la comprensión de lasinterrelaciones entre los dos procesos.

Una clara inferencia que se deriva del artículo es la necesidad de incorporar la consideración delas nuevas tendencias subnacionales en la integración regional.

Este artículo hace parte de un trabajo más amplio sobre la geografía económica de la integración andinaque realiza el autor para la Secretaría General de la Comunidad Andina, con cuya autorización se publica.

I. INTRODUCCIÓN

Las cuestiones atinentes al espacio, la geografía y la organización del territoriohan adquirido, en las últimas dos décadas, una importancia creciente en los estudios sobreel desarrollo, tanto en el plano socioeconómico como en el político (Helmsing [2001]).

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Las profundas y crecientes desigualdades interregionales al interior de los países,la emergencia de ciudades y regiones de prominencia global y la crisis del Estado-nación,son algunos de los fenómenos que están en el origen de la mencionada (re)territorializacióndel desarrollo (Storper [1995]).

A primera vista parece una paradoja que justo cuando -al lado del "fin de lahistoria"- comenzaba a hablarse del "fin de la geografía" (O'Brien [1999]) o del "fin delterritorio" (Badie [1995]) para sugerir un mundo en el que las distancias se estaríantrivializando,1 se esté produciendo una recuperación de la dimensión territorial en todos losórdenes relevantes de la economía y la política contemporáneas. Lo que ocurre es que, enla medida en que los profundos procesos de reestructuración a escala mundial son a la vezcausa (al menos parcialmente) y consecuencia de las transformaciones en los espaciossubnacionales, las dos tendencias -globalización y localización- se convierten en los dosrostros jánicos de la misma moneda.

Tanto es así que para denotar pertenencia de los dos conceptos -lo global y lolocal- al mismo campo relacional, se ha apelado a extraños neologismos como "glocal"2 y"fragmegración".3 La re-espacialización del acontecer socioeconómico y político se puedeanalizar desde diversas perspectivas, las cuales revisaremos brevemente a continuación.

II. LA PERSPECTIVA ECONÓMICA

"...las causas de la riqueza y pobreza de las naciones -el granobjeto de todas las investigaciones de la Economía Política-."

Malthus a Ricardo, carta de enero 26 de 1817 4

En la búsqueda del Santo Grial de las causas del desarrollo económico, los eco-nomistas han recorrido ansiosos desde los terrenos de la división del trabajo, la expansióndel mercado y la acumulación del capital hasta los de la tecnología y el comercio internacio-nal, pasando por un misterioso paraje llamado el "Residuo de Solow".

Los determinantes del crecimiento solían buscarse en las distintas formas delcapital -físicas, financieras, tecnológicas e incluso humanas- sin reparar en un recurso queparecería ser evidente: el territorio.

Esta omisión sorprende, aún más, en campos teóricos como el del comercio in-ternacional, en el cual los modelos estándar (e.g., Hecksher-Ohlin) prácticamente ignora-ban conceptos como la distancia, el espacio y los costos de transporte.

Los temas atinentes a la geografía quedaban confinados a los dominios de laeconomía regional, los cuales hasta muy recientemente estaban en la periferia del mainstreamde la teoría económica. En la aceptación creciente de la idea de que el desarrollo y la com-petitividad tienen un carácter localizado, confluyen distintos enfoques teóricos, tal como severá en los siguientes apartados.

LA NUEVA GEOGRAFÍA ECONÓMICA (NGE)

En esencia, la NGE plantea que el crecimiento de la economía en una determina-da localización, obedece a una lógica de causación circular, en la que los rendimientoscrecientes a escala y los encadenamientos hacia atrás y hacia adelante de las empresas,conducen a una aglomeración de actividades que se autorefuerza progresivamente.

Una vez que una región tiene una alta concentración productiva, este patróntiende a ser acumulativo: la región dominante adquiere una ventaja de localización, esto

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es, ella deviene atractiva para las firmas debido al gran número de firmas que ya producenallí (y no, por ejemplo, por tener una mejor dotación de factores). En otras palabras, eléxito explica el éxito.5

Claro que estos procesos acumulativos tienen un límite, porque llega un mo-mento en que en contra de las fuerzas centrípetas que obran a favor de la aglomeración(economías externas, encadenamientos y mercados laborales densos), comienzan a actuarfuerzas centrífugas como los precios de la tierra, y los costos del transporte y deseconomíasexternas (congestión y polución). La interacción de estos dos tipos de fuerzas va moldean-do la estructura espacial de una economía.

Como suele ocurrir en el desarrollo de la teoría económica (y, en general, detodas las ciencias sociales), la mayoría de los elementos postulados por la NGE no soncompletamente nuevos.

En efecto, el concepto de las ventajas de aglomeración vinculadas a los rendi-mientos crecientes de escala se remonta a las contribuciones de Marshall (1920) y Young(1928), habiendo sido reelaborado por los modelos de crecimiento endógeno en los añosochenta, y el de la causación circular debida a los encadenamientos había sido planteadapor Hirshman y Myrdal en los años de 1950 y 1960.

Asimismo, la idea de que a las tendencias hacia la aglomeración se oponen diver-sas fuerzas centrífugas está inspirada en los modelos del geógrafo alemán de principios delsiglo XIX, J.A. Von Thünen y en los de sus continuadores de la escuela de Jena, en laprimera mitad del siglo XX, Christaller y Lösh.

Los aportes nuevos de la NGE están referidos, entonces, principalmente a tresaspectos: (a) la utilización de modelos con rendimientos de escala crecientes y competenciaimperfecta para explicar los patrones de aglomeración, (b) una mejor comprensión de losfactores determinantes del comercio internacional, y (c) la integración de los diversos enfo-ques anteriores en un solo marco teórico coherente.

La nueva sistematización teórica constituye -según Krugman y sus colegas-una verdadera teoría general de la economía espacial que subsume todos los modelosanteriores.6 Los estudios empíricos realizados con el instrumental analítico de la NGE hanencontrado amplia evidencia de la causación circular de acumulación en campos como elcrecimiento urbano, la localización del capital humano, la expansión industrial y el desa-rrollo regional.

En la esfera del comercio internacional -que para Krugman es un caso especial degeografía económica- también operan los mecanismos circulares de aglomeración y elloexplicaría las configuraciones centro-periferia que caracterizan los intercambios comercia-les. Al respecto dice nuestro autor:

"...las fronteras entre la economía internacional y la economía regional estánvolviéndose borrosas en algunos casos importantes. Solamente es preciso mencionarla Europa de 1992: al convertirse en un mercado unificado, con libre movilidad delcapital y del trabajo, cada vez tendrá menos sentido pensar en las relaciones entre lospaíses que la componen en términos del paradigma tradicional del comercio interna-cional." (Krugman [1992] p. 14).

y prosigue Krugman:

"...describir la misión de la Comisión [Europea] como la puesta en práctica delo que aquí estamos intentando hacer en un plano puramente intelectual: eliminar laeconomía internacional (dentro de los límites de Europa) y substituirla por la geogra-fía económica." (Ibidem p. 77).

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Con base en las premisas anteriores Krugman y Venables predicen que la mayorintegración induce una mayor especialización interregional y citan en su apoyo el hecho deque EE.UU. -por ser más integrado que Europa- tiene una estructura regional más especia-lizada (Krugman y Venables [1996]). Aunque algunos autores señalan que la integraciónpuede atenuar, o incluso reversar, el patrón de aglomeración espacial (Ricci [1999]), elanálisis empírico de las tendencias de especialización regional en Europa revelan que lasindustrias sujetas a economías de escala crecientes se están concentrando en las regionesque tienen acceso a mercados más amplios (Amiti [1998]). Estos resultados confirman lahipótesis de Krugman y Venables.

Otra implicación interesante de la NGE es la relación negativa entre la estructurade concentración regional de un país y el grado de liberalización comercial del mismo.Según Livas-Elizondo y Krugman [1996], mientras mayor sea la apertura comercial de undeterminado país, menor será su concentración productiva regional, porque en la medidaen que la economía se vincula más al mercado internacional, la demanda interna devienemenos importante. Es decir, si los polos de aglomeración tradicionales son mediterráneos,por ejemplo, los nuevos productores tenderán a situarse en las localizaciones más cercanasal comercio internacional (las costas).

Aunque se ha encontrado alguna evidencia empírica de la relación negativaen mención (Ades y Glaeser [1995] y Hanson [1996]), su validez general ha sido cues-tionada sobre la base de que en el mundo real dichos polos mediterráneos (como Bogo-tá o Quito) también son sede de servicios financieros, gubernamentales y de telecomu-nicaciones que pueden verse también beneficiados con la apertura comercial (Isserman[1990] y Henderson [1996]). De hecho, una investigación realizada en Colombia nocorroboró la hipótesis de Livas-Elizondo y Krugman en cuanto a una relocalización de in-versiones de Bogotá hacia la Costa Atlántica como consecuencia de la apertura (FernándezM. [1998]).

Ahora bien, en lo relativo al crecimiento interregional, la NGE -dado al supuestode las economías de aglomeración- antes que validar la hipótesis de convergencia (por lavía de la movilidad de los factores) postulada por la ortodoxia neoclásica (Barro [1991];Barro y Sala-i-Martin [1991]), sostiene que el libre juego de las fuerzas del mercado condu-ce inexorablemente a una intensificación de las desigualdades regionales (polarización) talcomo ya lo habían planteado Myrdal y Kaldor.

Las investigaciones empíricas muestran que si bien hasta los años ochenta seprodujo un largo ciclo de convergencia al interior de un grupo numeroso de países (EE.UU.,Japón, los de la UE, Canadá y varios de América Latina),7 más recientemente se observa encasi todas las latitudes un proceso de polarización. Las disparidades están aumentandotanto entre países, como al interior de los mismos.

Dicho fenómeno ha sido verificado a escala de 122 regiones de la UE (Magrini[1999]), en el interior de España y Francia (Cuadrado Roura [1998]) y en Japón (Fujita yTabuchi [1997]). En América Latina se ha encontrado evidencia de reversión en la conver-gencia en Brasil, Colombia, Chile y Perú (CEPAL [2001] p. 303).

En estas dinámicas transicionales hacia la convergencia o divergencia tambiénjuega la geografía, en el sentido de que el crecimiento de un país o de una región estáinfluenciado por el desarrollo de sus vecinos, como lo demuestran los trabajos basados enel enfoque económico de la Dependencia Espacial (Spatial Econometrics). Los canales através de los cuales se produce esta interacción son el comercio, la tecnología, los flujos decapital y las condiciones políticas y sociales (Ramírez y Loboguerrero [2002]).

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Sobre la significativa dependencia del crecimiento de un territorio con respecto asus vecinos, se ha encontrado evidencia tanto a escala de países como de regiones (Rey yMontouri [1999]; Magalhães, Hewing y Azzoni [2000]).

Lo anterior implica que los procesos de convergencia no obedecen a movimien-tos independientes de cada economía, sino a trayectorias conjuntas (clubes) de territorioscontiguos, lo cual pone de manifiesto la pertinencia de los acuerdos supranacionales deintegración y los esquemas de cooperación entre regiones subnacionales.

La relevancia de los procesos espaciales auto-organizados con base en los efec-tos de aglomeración y en las externalidades, ha sido relativizada por un enfoque que des-taca la importancia de la geografía física y el entorno natural en el crecimiento económicode los territorios (Gallup, Sachs y Mellinger [1999]). En esta perspectiva teórica, factorescomo la distancia de las regiones a las costas, la latitud (distancia a la línea ecuatorial), lacalidad de los suelos y los recursos naturales, entre otros, se tornan determinantes.

Bajo la influencia del enfoque en mención, el BID ha publicado un trabajo enel que se examinan empíricamente para América Latina las relaciones entre geografíafísica (incluyendo el impacto de los fenómenos naturales) y el desarrollo económico(BID [2000] Cap. 3). Aunque en principio la vinculación entre geografía y desarrolloevoca la ingrata resonancia de un determinismo fatalista que ha conducido a veces aletnocentrismo y el racismo, el hecho cierto es que no puede ignorarse la evidencia de queexisten fuertes regularidades empíricas en las que aparecen factores como el clima y ladistancia de los centros productivos a las costas, estrechamente vinculados con los ni-veles de desarrollo.

Algunos analistas llegan incluso a sugerir una suerte de "maldición" originadaen la disponibilidad de los recursos naturales y la localización en el trópico, según la cual estosdos factores están inversamente asociados con el crecimiento y la distribución del ingresode los países (Gavin y Haussman [1998]).

Sobre el tema de los recursos naturales, conviene señalar que en contraste con laaproximación de Gavin y Hausmann, otros enfoques están revalorizando el aporte que estosfactores -bien aprovechados- pueden hacer al desarrollo, tal como ha ocurrido en los paísesNórdicos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. La clave está en aprender a industrializar y aprocesar los recursos naturales, formando en torno a ellos clusters que integren actividadesproveedoras de insumos, servicios de ingeniería y equipos (Ramos [1998]).

En este sentido, un estudio reciente del Banco Mundial señala que si un país ricoen recursos naturales adopta en forma eficiente las tecnologías apropiadas, puede creceren forma similar a los que basan su crecimiento en el sector industrial.8

Los enfoques de la NGE y el que destaca la importancia de la geografía físicano son incompatibles, tal como lo reconocen sus principales proponentes. Al respectoKrugman anota que:

"Los dos enfoques bien pueden parecer contradictorios: uno parece ser unahistoria de predestinación, el otro una historia de azar (...) la contradicción es másaparente que real. De hecho, entender por qué pequeños eventos azarosos puedentener grandes consecuencias para la geografía económica, es también crucial paraentender por qué las diferencias subyacentes en geografía natural pueden tener efectostan grandes (...) así, los enfoques resultan ser complementarios antes que contradic-torios." (Krugman [1999] p. 90).

Por su parte Gallup, et al. piensan que:

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"Una ciudad puede emerger a causa de ventajas iniciales de costos derivadasde la geografía, pero puede continuar prosperando debido a las economías de aglo-meración, incluso cuando tales ventajas iniciales hayan desaparecido." (Gallup, et al.[1999] p. 6).

La conclusión es clara: la aglomeración retroalimentadora y también la políticaeconómica o industrial, pueden dar a la dotación inicial de recursos naturales de una regiónnuevos impulsos para su desarrollo sostenido.

ACUMULACIÓN FLEXIBLE O "POSFORDISMO"

En 1950 el Condado de Santa Clara (California) era un área agrícola, que gene-raba sólo 800 empleos manufactureros, la mayoría de ellos en plantas procesadoras dealimentos. En los años setenta se creaba una nueva firma cada dos semanas y en los añosochenta, había una concentración de 330.000 empleados en el sector de alta tecnología(incluyendo 6.000 Ph.D.) y el empleo total crecía a tasas del orden del 30%. Desde enton-ces, el ingreso familiar de este territorio ha sido el más alto de California y uno de losmayores de EE.UU.

Esta asombrosa transformación se produjo gracias a que Silicon Valley (nombrecontemporáneo del Condado de Santa Clara) se convirtió en el vibrante corazón de la revo-lución microelectrónica y de las tecnologías de información, dando origen a todo un nuevomodelo de producción. La mayoría de los inventos en este campo -el circuito electrónicointegrado, el microprocesador, el sistema Unix y el computador personal- fueron desarrolla-dos en esta franja de 70 km por 15 km en la península de San Francisco, que se extiendedesde Palo Alto hasta los suburbios del norte de San José (Castells y Hall [1994] Cap. 2).

La conversión de un área agrícola en un pujante polo de innovación tecnológicapuede explicarse, desde luego, utilizando los conceptos de "accidente histórico", "aglome-ración acumulativa" y "economías externas" que provee la Nueva Geografía Económica(véase el apartado anterior), pero existe también un enfoque teórico que ha centradoespecíficamente su atención en las regiones industriales exitosas y en los territorios caracte-rizados por su capacidad de funcionar con altos niveles de eficiencia colectiva. Esto es, losdistritos industriales y los entornos innovadores (milieux innovateurs).

Fueron los investigadores estadounidenses Piore y Sabel, quienes, extrapolandomuy creativamente los hallazgos de varios sociólogos italianos sobre la tercera Italia, senta-ron las bases de la teoría de la acumulación o especialización flexible.

En su influyente libro "The Second Industrial Divide" escrito en 1984, dichosautores sostenían que el régimen de producción "fordista" -caracterizado por la produc-ción en masa rígidamente estructurada- estaba siendo reemplazado por un régimen basa-do en la acumulación flexible ("posfordista"), cuya forma espacial sería el distrito o sistemalocal de pequeñas empresas (Piore y Sabel [1984]).

De acuerdo con el enfoque de la acumulación flexible, en los nuevos modelosproductivos -llamados genéricamente Sistemas Industriales (o productivos) Regionales (SIR)-interactúan tres dimensiones: estructura industrial (intensiva en PyMEs), instituciones ycultura local (capital social) y organización interna de las firmas (Saxenian [1996]).

Los agrupamientos de PyMEs derivan su fuerza de la generación de economíasexternas, basadas en los flujos de información y personas (knowledge spillovers), la coope-ración interempresarial mediante la creación de asociaciones, la utilización de infraestructurasy servicios comunes y la aplicación conjunta de nuevas tecnologías. La existencia de capital

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social se relaciona con la habilidad de las personas para asociarse entre ellas y con la medi-da en la que sus normas y valores compartidos les permiten subordinar sus intereses indivi-duales a los más amplios de la comunidad en su conjunto. Por último, los distritos industria-les se asocian, desde el punto organizativo, a un sistema en constelación o red (network)en la que, en contraste con las formas convencionales de relaciones interfirma -mercados yjerarquías-, las relaciones empresariales se dan en forma no estandarizada, esto es, a travésde acciones cooperativas y de división concertada del trabajo.9 De estas redes hacen parteesencial unos mercados de trabajo especializados.

De acuerdo con la visión que se está describiendo, lo específico de los sistemasproductivos locales tiene que ver con el modo en el que el colectivo de empresas interactúacon el ambiente social, cultural y geográfico en el que está inserto. Estas interacciones quevan más allá de los aspectos económicos, se relacionan con la confianza (trust) y el aprove-chamiento del conocimiento tácito 10 o -en clave marshaliana- de la atmósfera empresarialde la comunidad. Es decir, se trata de un sistema en que la producción de mercancías implicala reproducción social del organismo productivo; un proceso productivo que junto a lasmercancías reproduce los valores, conocimientos, instituciones y circunstancias geográficasque sirven para perpetuarlo (Brunet y Belzunequi [2000] pp. 216-217).

Brunet y Belzunegui ofrecen una buena síntesis de los conceptos anteriores:"El distrito industrial puede definirse como un sistema productivo localizado

donde se ubican un gran número de empresas que se dedican a la elaboración, endistintas fases, de un producto homogéneo. La actividad de estas empresas pertene-ce a un mismo ciclo de producción con diferentes responsabilidades estratégicas enel mismo. Pero todas ellas conforman un todo social y económico. Lo característicode los distritos industriales es la compenetración e interrelación entre la esfera social,política y económica, donde el funcionamiento de una de ellas está condicionado porla organización y funcionamiento de las demás. Las decisiones que se toman en cadaesfera repercuten en la estabilidad del sistema en general, a través de las implicacionesde las otras esferas." (Ibidem p. 211).

Además de la Tercera Italia que es el ejemplo más destacado, la existencia dedistritos industriales se ha documentado en EE.UU. (Silicon Valley, Orange County), España(Valencia), Alemania (Baden-Wurtenberg), Dinamarca (Jutland), Bélgica (Flandes) y en variospaíses de América Latina, entre los que se pueden mencionar los casos de Brasil (Campinas,São Jose dos Campos, Florianópolis), Perú (Gamarra, Lima) y México (Guadalajara y León).

No obstante, la predicción de Piore y Sabel en cuanto a la sustitución del sistema"fordista" por el de producción flexible, está aún muy lejos de ser un hecho cumplido. Di-versas investigaciones empíricas realizadas en EE.UU., Francia y Portugal, no han confirma-do la difusión generalizada del distrito industrial como nueva forma de organización espa-cial de la producción.

Esto debido, entre otras razones, a que, como se mencionó arriba, su desarrolloes básicamente path-dependent, es decir, es determinado por factores históricos y culturales,que no pueden ser replicados a voluntad.

En estas circunstancias el concepto de distrito industrial ha sido sometido a críti-cas de diverso talante, entre las que figuran la falta de rigor conceptual respecto de ele-mentos como las redes de empresas, la noción de competencia cooperativa (coopetencia) yel carácter puramente local de la dinámica del distrito.11 Otros autores anotan que la no-ción del distrito industrial desconoce el papel de los servicios y de la innovación en la diná-mica de los sistemas productivos regionales (Vázquez Barquero [1999]).

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Para superar estas limitaciones surge el concepto de medio o entorno innovador(mileu innovateur), desarrollado por el grupo GREMI (Group de Recherche Européen surles Milieux Innovateurs), en el cual se destacan investigadores como Aydalot y Maillat.

El punto de partida para la construcción de la noción de medio innovador es laconstatación de que no sólo la actividad económica en general, sino específicamente losprocesos de innovación tecnológica, y por ende las empresas que los generan tienden aconcentrarse en ciertos territorios, sobre todo de carácter urbano-metropolitano. Es enespecial en estos espacios donde se dan las precondiciones que propician el surgimientode innovaciones: acumulación de know-how técnico, recursos humanos calificados,infraestructuras tecnológicas, universidades y centros de apoyo, capital de riesgo, etc., ade-más de las ventajas que proporciona la propia proximidad espacial de las firmas innovadoras(Méndez [1998]).

De esta manera vuelven a aparecer aquí los elementos de red, aprendizaje colec-tivo y externalidades que estaban presentes en el concepto de distrito industrial.

El enfoque de medio innovador pone énfasis en el hecho de que el territorio noactúa como simple escenario inerte y pasivo donde se localizan las empresas, sino queinteractúa con ellas, dando lugar a la figura del territorio socialmente construido, esto es,surgido de las estrategias de los actores.

En la medida en que el concepto de medio innovador involucra las nociones dered, sinergias y aprendizaje en el marco de un determinado territorio, resulta muy afín al desistema de innovación desarrollado en la literatura neoshumpeteriana.

La primera definición de este sistema, propuesta por Freeman (1988), lo identi-ficaba con la red de instituciones en el sector público y privado cuyas actividades einteracciones producen y difunden nuevas tecnologías a escala nacional. Autores comoLundvall, Nelson y Edquist han contribuido posteriormente a la elaboración y aplicación delenfoque del Sistema Nacional de Innovación (SNI).

A juicio de Chudnovsky [1999], los elementos definitorios del SNI son la innova-ción, como un proceso interactivo de producción y difusión de tecnología, y el aprendizajecolectivo. El concepto ya se está aplicando para efectos de definición de políticas en variospaíses europeos y latinoamericanos.

Trasladado al plano de los territorios subnacionales, al enfoque del SNI da lugaral de Sistema Regional de Innovación (SRI).

Un SRI puede ser definido como un conjunto de redes de agentes públicos, pri-vados y educacionales que interactúan en un territorio específico, aprovechando una infra-estructura particular, para los propósitos de adaptar, generar y difundir innovaciones tecno-lógicas (Carlson y Stankiewicz [1991]).12 Por eso se habla también de Región Inteligente(Florida [1995]).

La fortaleza del enfoque del SRI es su visión sistémica, la cual desplaza la aten-ción desde distintos actores y elementos aislados hacia el funcionamiento eficiente del sis-tema en su conjunto.

Aunque el SRI no ofrece lineamientos específicos de política, sí es un instrumentomuy útil para identificar las fortalezas y debilidades del potencial de innovación y competitividadde un territorio y a estos efectos está comenzando a ser utilizado por las regiones.13

No obstante, conviene advertir que varios estudios de caso realizados en Europarevelan que la contribución de las redes y las interacciones en las regiones altamenteinnovadoras, no son tan significativas como se sostiene en los enfoques del distrito indus-trial, el medio innovador y el SRI.

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Esto sería especialmente cierto en las regiones metropolitanas, en donde, se-gún estas fuentes, predominan la innovación realizada por firmas individuales que man-tienen sus investigaciones en secreto. Para estas empresas es más importante el acceso acapital de riesgo y a personal con formación avanzada que el networking (Simmie [1997]Parte V). En consecuencia, no toda área con empresas innovadoras puede considerarseun medio innovador.

Los polos del SRI son, la mayoría de las veces, path-dependent, esto es, el resul-tado de la historia, del azar y de las economías de aglomeración generadas por la acciónespontánea de las fuerzas del mercado, pero excepcionalmente aparecen como conse-cuencia de intervenciones deliberadas de política industrial y tecnológica ejecutadas por losgobiernos. Es el caso de los tecnopolos.

Pierre Lafitte, fundador de Sophia Antípolis (Francia), define el tecnopolo como:

"La acción de juntar en el centro de una misma localización, actividades de altatecnología, centros de investigación, empresas y universidades, además de institucio-nes financieras, para promover el contacto entre estos cuerpos, de tal manera que seproduzca un efecto sinérgico del cual puedan emerger nuevas ideas e innovacionestecnológicas, para luego promover la creación de nuevas empresas." (Benko [1998]).

Los tecnopolos pueden asumir diversas modalidades: parques científicos (ParqueCientífico de Cambridge, Parque Industrial de Stanford), tecnópolis (Sophia Antípolis, Franciay Tsukuba, Japón) y complejos urbano-académico-tecnológicos (Research Triangle Park,en Carolina del Norte, EE.UU., y Munich en Alemania).

En Japón, como parte integral de una política industrial con un fuerte contenidoregional,14 existen en la actualidad 26 tecnópolis, entre las cuales se destacan las de Hakodate,Ube (Yamagushi), Sendai, Shinonogawa, Kumamoto, Oita (Kenhoku Kunisaki) y Tsukuba.

Las configuraciones caleidoscópicas descritas anteriormente tienen un elementocomún: su condición urbana (Caravaca Barroso [1998]). Durante los años setenta y ochen-ta, la congestión y el malestar social, que con frecuencia acompañaron el crecimiento urba-no, generaron una visión pesimista del futuro de los grandes conglomerados urbanos. Estoy el crecimiento urbano menos concentrado y, por tanto, más difuso, anunciado por elenfoque de la acumulación flexible, dieron pie a la tesis de la desurbanización o contraurbani-zación, como una tendencia inherente al desarrollo de las sociedades capitalistas avanza-das, en su transición hacia la sociedad posindustrial prefigurada por Bell.

Como hemos visto, muy por el contrario, la reestructuración capitalista y laglobalización están convirtiendo las grandes áreas urbanas en las formas espaciales domi-nantes de la nueva geoeconomía mundial. Son las regiones que ganan, en la expresión queBenko y Lipietz hicieron famosa.15

En este sentido, un concepto que ha tomado mucha fuerza es el del cluster.Aunque su origen se remonta a Marshall y sus connotaciones están muy emparentadas conlas del distrito industrial (Schmitz y Nadvi [1999]), su creciente popularidad se debe a lostrabajos y recomendaciones de política de Porter. Según la definición de este autor:

"Los clusters son concentraciones geográficas de firmas e instituciones interco-nectadas en un determinado sector. Comprenden una gama de industrias y otras enti-dades importantes para la competitividad, ligadas entre sí.

Ellos incluyen (...) proveedores de insumos especializados como componentes,maquinaria, servicios e infraestructura especializada (...) frecuentemente se extien-den hacia delante para incluir los canales de distribución y los clientes y horizontal-

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mente hacia los fabricantes de productos complementarios y firmas en sectores rela-cionados por tecnología, habilidades o insumos comunes (...) muchos incluyen insti-tuciones gubernamentales y de otra índole como universidades, agencias de norma-lización, centros de investigación, asociaciones gremiales y centros de formaciónvocacional..." 16 (Porter [1998] p. 78).

Como se puede observar, aquí están juntas todas las teorías de encadenamien-tos, aglomeración, externalidades, proximidad, asociatividad, networking, innovación, co-operación, etc. Más adelante volveremos sobre las contribuciones de Porter.

Vale la pena hacer notar que pese a estar inscritas en tradiciones intelectualesmuy diferentes, los enfoques de la NGE y de la Acumulación Flexible (AF) tienen variospuntos de coincidencia, aunque también, desde luego, hay entre ellos diferencias impor-tantes (Helmsing [2001] pp. 52 y ss.).

Lo primero tiene que ver con la consideración que ambas visiones le conceden alpapel del azar y los accidentes históricos en la génesis de las aglomeraciones; a las externalida-des en la evolución de las mismas; y a la causalidad circular y acumulativa entre historia yactividad humana. En cuanto a lo segundo, tal vez el desacuerdo más marcado está en elefecto de las externalidades intangibles, no mercantiles (la "atmósfera" de Marshall o el"conocimiento tácito" de Polanyi), que para los teóricos de la AF es tan decisivo y del que laNGE prescinde por encontrarlos difícil de cuantificar.17

De todas formas, es bien interesante la observación de Wolfe ([1997] p. 15) encuanto a que, paradójicamente, mientras la atención que se presta a las tendencias hacia laglobalización es cada vez mayor, las nuevas teorías se focalizan en la importancia de losfactores y condiciones vinculados al territorio.

LA COMPETITIVIDAD REGIONAL

El concepto de competitividad, aplicado a escala nacional, surgió a mediados delos años ochenta en EE.UU. como una cuestión centrada en el vínculo entre el avanceeconómico de los países y su participación en los mercados internacionales.

Fue el llamado "productivity slowdown" y el desempeño declinante del sectorindustrial de la economía norteamericana en el período mencionado, lo que produjo en EE.UU.la preocupación de perder la carrera por el siglo XXI. En consecuencia, se realizaron nume-rosos trabajos para analizar el problema y se crearon cuerpos asesores del más alto nivel,como la "Comisión Presidencial sobre Competitividad Industrial" (President's Commissionon Industrial Competitiveness, 1985) y la "Comisión del MIT sobre Productividad Indus-trial" (MIT Commission on Industrial Productivity, 1986), para producir las recomendacio-nes pertinentes.

La definición más conocida y aceptada de competitividad se debe a la primera delas comisiones nombradas:

"La capacidad de un país para sostener y expandir su participación en los mer-cados internacionales y elevar simultáneamente el nivel de vida de la población."18

(President's Commission on Industrial Competitiveness [1985]).

En Europa, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)también comenzó a trabajar el concepto hacia finales de los años ochenta y ya a principiosde los años noventa la Comisión Europea lo incorporó en sus propuestas de política indus-trial y tecnológica (Martinez M. [1996]).

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Ahora bien, si como se señaló antes, las distintas vertientes teóricas coinciden enseñalar el carácter localizado de los procesos de acumulación de capital e innovación tecno-lógica, de aquí puede inferirse que la competitividad es también un asunto de orden regio-nal (o local) o en todo caso secto-regional. Como bien dice Bendesky:

"Así, para efectos prácticos, no tiene mucho sentido considerar la capacidadcompetitiva de una nación o incluso de un grupo de naciones constituidas en unaregión. La competitividad corresponde a los sectores y actividades económicas y, apartir de ellas, corresponde también a una región geográfica en particular." (Bendesky[1994] p. 989).

En el intento de captar empíricamente las capacidades competitivas de las regio-nes de un país se han diseñado diversas metodologías y elaborado un gran número de ejerci-cios aplicados. La base común de estas mediciones es la técnica del benchmarking, consis-tente en la evaluación comparativa del desempeño económico de unas regiones, entre sí,mediante la utilización de determinados criterios.

Típicamente los factores utilizados en el benchmarking se relacionan con: la es-tructura sectorial de la economía, el grado de internacionalización, la calidad del gobiernoy de la gerencia privada, la dotación de infraestructura, la eficiencia del sistema financiero,la ciencia y la tecnología, y el capital humano. En algunas de estas metodologías, como lasinspiradas en los rankings del World Economic Forum (WEF) y el IMD, la ponderación querecibe cada uno de los criterios enumerados está muy imbuida de los enfoques ortodoxosque propugnan por market friendly policies, tales como: mayor apertura exportadora, flexibi-lización del mercado laboral y profundidad financiera, que no siempre son aplicables en elcontexto de las regiones atrasadas en donde las fallas del mercado ameritan intervencionesmás estratégicas y selectivas.19

Entre las metodologías desarrolladas en los países avanzados se pueden mencio-nar las siguientes:

En cuanto a América Latina, la mayoría de los ejercicios de medición de la competi-tividad regional que se han realizado, se basan en la metodología del Foro Económico Mun-dial (Informe de Competitividad Global). Es el caso de:

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La firma Monitor de Michael Porter, utilizando el conocido enfoque del diamantecompetitivo desarrollado por este autor (Porter [1990]),20 también ha realizado estudios decompetitividad en varias regiones de países latinoamericanos, especialmente en los del conoandino.21 Los trabajos de Porter popularizaron el uso de la noción de cluster en los análisisde competitividad regional.

En cambio, es de lamentar que no haya ocurrido lo propio con otro enfoque quese vale de un polígono de interacciones a la Porter, que es el de la Competitividad Sistémica,presentado por el Instituto Alemán de Desarrollo (Esser, et al. [1996]) con base en trabajosde la OCDE, y adoptado por la CEPAL en diversos trabajos de corte sectorial y funcional.

Esta última entidad sí está haciendo un esfuerzo para "bajar" a escala regionalsu programa Can Análisis, que sirve para evaluar la competitividad en los mercados inter-nacionales.

III. LA PERSPECTIVA POLÍTICA

"Globalización significa re-regionalización anivel sub y supranacional"

Ulrich Beck

A juicio de muchos analistas, el Estado-nación -piedra angular de la organizaciónpolítica del mundo desde la suscripción del Tratado de Wesffalia en 1648- está experimen-tando una profunda crisis. En esta visión, el poder efectivo del Estado-nación sufre unacreciente erosión debido a un doble movimiento: la supranacionalización para proveer marcosregulatorios para la globalización y la descentralización para responder a las demandas deautonomía de las polis regionales y locales.

La acción conjunta de estas tendencias estaría determinando el vaciamiento(hollowing out) del Estado-nación, en la medida en que muchas de sus competencias tra-dicionales están siendo delegadas hacia arriba a las instituciones internacionales y haciaabajo a las instituciones de orden subnacional.

Las presiones hacia la supranacionalización obedecen a que el Estado está per-diendo autonomía para el manejo de problemas tales como la macroeconomía (tributación,distribución del ingreso, flujo de capitales), los derechos humanos, medio ambiente, narcotráfico

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y armamentismo, entre otros, los cuales caen progresivamente en la órbita de la comuni-dad internacional.22

Este fenómeno es todavía más notorio en el contexto de los procesos avanzadosde integración económica -el europeo par excellence-, en el cual los países miembros trans-fieren a los órganos comunitarios sus competencias en materias como la política comercialy la innovación tecnológica, llegando incluso a la adopción de una política monetaria y unamoneda comunes.

"Un aspecto de esa reorganización es la pérdida parcial, de jure, de la sobera-nía de los estados nacionales en ciertos campos, a medida que los poderes de diseñode políticas se transfieren hacia arriba, a cuerpos supranacionales, y sus reglas ydecisiones se vuelven obligatorias para los estados nacionales. Esta tendencia es es-pecialmente clara en la UE pero también es visible en el NAFTA y otros bloquesregionales organizados intergubernamentalmente." (Jessop [1999b] p. 191).

No obstante la pertinencia de la observación antes transcrita de Jessop, que escompartida por los teóricos que Held, et al. ([2002] p. XXXI) llaman "hiperglobalizadores",y la evidencia de que actualmente las fuerzas de la globalización están desarticulando laforma específica de intersección entre soberanía y territorio, no es lícito declarar que porestas razones el Estado-nación esté condenado a desaparecer. Como bien advierte Sassen:

"Pero me parece que más que una erosión de la soberanía, como consecuenciade la globalización y de las organizaciones supranacionales, se trata de una transfor-mación de la soberanía, una soberanía que no ha desaparecido, ni mucho menos,pero sus ubicaciones de concentración han cambiado a lo largo de las dos últimasdécadas, y la globalización económica ha sido ciertamente un factor de este fenóme-no." (Sassen [2001] p. 47).

En la propia UE la transnacionalización está lejos de ser un hecho cumplido osiquiera una tendencia absolutamente dominante. Es cierto que este proceso de integra-ción dejó -hace mucho tiempo- de ser una simple alianza de Estados en la que predominela lógica de los intereses intergubernamentales (como en las organizaciones internacionalesclásicas), pero no por ello puede afirmarse que los gobiernos hayan sido completamentedesplazados por las instituciones supranacionales.23

Si bien las interpretaciones neofuncionalistas de la UE están en lo cierto, al seña-lar que la integración ha generado una dinámica que se autorefuerza acumulativamenteconduciendo a niveles de interdependencia cada vez más profundos y a la consecuenteganancia de poder de los órganos comunitarios, también es evidente que éstos todavíaestán sujetos a fuertes condicionamientos impuestos por los Estados miembros.

Prueba de lo primero es la inclusión de las políticas comercial y monetaria en laórbita de las facultades exclusivas de las instituciones de Bruselas y de lo segundo, el mane-jo estrictamente intergubernamental de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC),buena parte de los asuntos interiores y de justicia y, sobre todo, de la desaparición de cual-quier alusión a la vocación federal de la UE en el Tratado de Maastricht. En la mitad de losdos extremos hay una amplia esfera de facultades compartidas entre los dos sistemas depoder y otra en la que se aplica el "principio de subsidiariedad" (únicamente se actúa encomún cuando resulta más eficaz que hacerlo por separado).

En el equilibrio de facultades entre las instituciones comunitarias y los Estadosmiembros, pesan más que proporcionalmente las posiciones de los Estados más grandes,como lo demuestra el poder de veto ejercido por Francia e Inglaterra, que han sido tradicio-nalmente nacionalistas a ultranza.

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Este complejo entramado institucional, en el que comienzan a jugar también lasregiones y las ciudades y el cual Jacques Delors calificó ingeniosamente como un "OPNI"(objeto político no identificado), puede describirse como un sistema híbrido de actores eintereses nacionales, supranacionales, intergubernamentales y transnacionales, cuyointerjuego conduce en determinadas circunstancias a la soberanía mancomunada. Esteconcepto implica la creación de una esfera nueva de soberanía compartida (poolingsovereignty, según Kehone y Hoffman) y no de simple transferencia de ésta a las institucio-nes supranacionales.

Según esta visión, la UE ocuparía un espacio variable entre la soberanía nacionaly la integración supranacional, que se concibe como una nueva entidad política en la que laautoridad y la capacidad de decisión en la elaboración de políticas se halla compartida entremúltiples niveles de gobierno (subnacionales, nacionales y supranacionales).24

En definitiva, como bien señala Morata:

"Europa deberá ser capaz de hallar un compromiso viable entre dos tipos deexigencias: la regulación centralizada de un cierto número de políticas y el respeto dela diversidad cultural y de la autonomía institucional de sus naciones y regiones."25

(Morata [1998] p. 108).

Por lo demás, volviendo al plano más general, la globalización que -como diceWolf ([2001] p. 182)- "is not destined, it is chosen" ya está enfrentando contrapropuestasy movimientos alternativos, como los que comenzando en Seattle (con ocasión de la Re-unión anual de la OMC en diciembre de 1999), ya han logrado la institucionalización delForo Social Mundial que ha celebrado dos cumbres en Porto Alegre (2001 y 2002).26

Mientras que los efectos de la globalización y la supranacionalización en la sobe-ranía del Estado-nación han sido objeto de una abundante literatura, el otro lado de la mo-neda -la génesis y las implicaciones de la emergencia del poder subnacional- han recibidomucho menos atención. No obstante, existe una creciente evidencia de que los cambios enel nivel regional y local son tan significativos como aquellos que están ocurriendo en elplano supranacional (Wolfe [1997]).

Manifestaciones claras de lo anterior son, por ejemplo, la fragmentación de an-tiguos estados nacionales como la Unión Soviética, Yugoeslavia y Checoslovaquia; las ten-siones separatistas que se registran en Canadá, Reino Unido, España e Italia; el avanceimparable de los procesos de descentralización política y fiscal a escala prácticamente uni-versal; y la emergencia de nuevas formas de gobierno y organización institucional ancladasen lo local (local governance). En este sentido algunos analistas van tan lejos como propo-ner que se está operando una transición desde el Estado-nación hacia el Estado-región(Omahe [1997]).

Para entender las tendencias mencionadas se ofrecen interpretaciones tanto decorte economicista como de carácter político.

Las primeras se escriben en el marco teórico de la escuela de la Regulación Fran-cesa, según el cual el cambio en el sistema tecno-económico (descrito en el apartado ante-rior) acarrea una modificación en un amplio espectro de instituciones políticas y sociales. Esdecir, una reestructuración de toda la infraestructura socio-política, en términos de Wolfe([1997] p. 6).27

En la misma línea se sitúa Jessop para quien, así como el Estado de BienestarKeynesiano (EBK) era la forma de regulación más apropiada para la reproducción ampliadadel "fordismo", el Estado de Trabajo Shumpeteriano (ETS) proporciona el mejor armazónpolítico posible del "posfordismo" (Jessop [1999a]). Siendo las funciones del ETS la promo-

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ción de la competitividad y la innovación estructurales y el impulso a la flexibilización delmercado laboral y en la medida en que como hemos visto estos procesos se llevan a cabocada vez más en forma localizada, de aquí se sigue -según Jessop- que el principal escena-rio del ETS sería la región (o la ciudad) y su principal preocupación la de modelar las econo-mías regionales para hacerlas más competitivas a escala global.

"Ha habido modificaciones importantes en el papel de las ciudades como suje-tos, sitios y pilares de reestructuración económica y del logro de competitividad es-tructural. Estos cambios se reflejan en el interés y el énfasis crecientes en el "Estadode competencia" a nivel nacional (y al menos en Europa, supranacional) y en la "ciu-dad empresarial" a los niveles local y regional." (Ibidem p. 177).

Por su parte, la conocida tesis de Omahe [1997] -uno de los hiperglobalizadoresmás radicales- plantea en esencia que dada la inexorable decadencia del Estado-nación,esta entidad está siendo reemplazada por los Estados-región o sea las economías regio-nales dinámicas que resultan más funcionales a los nuevos circuitos de la economía mun-dial. Para este autor la declinación de los estados nacionales se origina en su crecienteincapacidad para impulsar el crecimiento, el bienestar social, la distribución de la riquezay en su impotencia para controlar los tipos de cambio y proteger sus mercados de capita-les. Al punto que:

"Lo que esta combinación de fuerzas ha dejado al fin claro es que el Estado-nación se ha convertido en una unidad de organización artificiosa, incluso delusoria,a la hora de reflexionar sobre la actividad económica. El Estado-nación combina ele-mentos en un nivel erróneo de agregación." (Omahe [1997] p. 33).

Por el contrario, en un mundo sin fronteras, las unidades económicas naturales -según Omahe- serán, por ejemplo, la región de Shutoken en Japón -Tokio y las tres prefec-turas inmediatamente adyacentes- que tiene un PIB total que, si fuera un país indepen-diente, le permitía ocupar el tercer lugar a escala mundial, detrás de EE.UU. y Alemania; laPadania en el norte de Italia; Baden-Würtemberg (o el alto Rin) en Alemania; el triángulode crecimiento de Singapur, Johore (Malasia) y las vecinas islas de Rian (Indonesia); y SanDiego-Tijuana, entre muchas otras (Ibidem p. 110).

Para nuestro autor, los Estados-región (Region States) suelen ser lo suficiente-mente pequeños para que sus ciudadanos compartan los mismos intereses como consumi-dores (no más de 20 millones de habitantes), pero han de tener el tamaño mínimo crítico(no menos de 5 millones de habitantes) para sostener las infraestructuras de transporte yde comunicaciones y justificar las economías de servicios profesionales necesarias para par-ticipar en la economía global (Ibidem p. 127).

No obstante la fuerza sugestiva del concepto de Estado-región y la pertinenciade la argumentación en la que se sustenta, estamos de acuerdo con Keating cuando escribe:

"Saltar directamente de la reestructuración económica al ascenso de las regio-nes y al fin del Estado-nación es una forma de determinismo económico o funcionalque nos da una impresión equivocada de lo que está pasando. El ascenso de laseconomías regionales no implica el fin del Estado-nación, puesto que éste no seoriginó por razones económicas o funcionales.

El Estado-nación continúa cumpliendo una variedad de papeles vitales en segu-ridad, ciudadanía, redistribución y formación de identidad y por lo tanto hay fuerzasmuy poderosas -en la política, la burocracia, el estamento militar, los negocios y lasociedad civil- interesadas en mantener su vigencia." 28 (Keating [1999] p. 3).

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En todo caso, resulta innegable que las transformaciones regionales que se hanvenido comentando en este apartado, han inducido importantes innovaciones en la organi-zación institucional y en las formas de gobierno en el nivel subnacional. En efecto, al ladode la Associational Economy que denotan los autores "posfordistas" (Cooke y Morgan [1998]),han ido emergiendo modalidades como el ETS antes mencionado y distintos esquemas deassociated governance que tienen como rasgos comunes la transferencia de autoridad yresponsabilidad en algunas materias cruciales (educación, innovación tecnológica, infraes-tructura) a los niveles regionales y la asociación de las organizaciones públicas con las nogubernamentales en la tarea de planificar y promover el desarrollo.

En el plano regional y local el gobierno tiende entonces a convertirse en socio,facilitador y árbitro de consorcios público-privados, alianzas para el desarrollo y múltiplesagencias con propósitos especiales (Azua [2000]). Las regiones más avanzadas están ade-lantando, incluso, sus propias estrategias internacionales, una especie de paradiplomacia opolítica interméstica (intermestics) tendiente a asegurar recursos económicos y forjar alianzascon otras regiones (Keating [1999] p. 12). Es lo que Torrijos llama "diplomacia centrífuga":

"...una diplomacia que se aleja del centro estatal y que podría definirse comoaquel conjunto de iniciativas exteriores de tipo político, social, económico, cultural,etc., diseñadas, emprendidas, reguladas y sostenidas por colectividades territoriales(las regiones) que proclaman y despliegan una capacidad de actuación propia."(Torrijos [2000] pp. 20-21).

En el marco de la UE, la paradiplomacia ha conducido a que más de sesentaregiones europeas y cierto número de ciudades dispongan de oficinas de representación enBruselas y, lo que es más importante, a la creación por el Tratado de Maastricht (1992) delComité de las Regiones (CdR) que, aunque hasta ahora con carácter consultivo, constituyeun instrumento de expresión de los intereses regionales en los procesos comunitarios.29 Lacreación del CdR se debe, ante todo, a la presión de los poderosos Länders alemanes y haabierto el camino para que en varios países miembros (Alemania, Austria, Bélgica, España)se establezcan procedimientos para la participación de las regiones en la formulación de lapolítica exterior (en especial en la referida a la UE). Además, cada vez son más frecuenteslos esquemas de cooperación interregional que desbordan los marcos nacionales (Eje At-lántico, Eje Mediterráneo, Eurociudades, la Asociación de los Cuatro Motores,30 etc.). Elactivismo regional europeo, impulsado por la Asamblea de Regiones de Europa (ARE), seha plasmado en un proyecto estratégico llamado Europa de las Regiones y de las Ciudades,liderado principalmente por Alemania y España. Este proyecto no se plantea en términosantagónicos al de la construcción de la Europa de los Estados-nación, puesto que comobien anota Jáuregui:

"...la Europa unida no puede constituirse ni contra los Estados ni contra lasregiones, ni tan siquiera al margen de ellos, sino que debe constituir el crisol resultan-te de ese variado, complejo y rico acervo social y cultural de las diferentes colectivi-dades que componen la sociedad europea." (Jáuregui [1997] p. 184).

En este sentido, la experiencia reciente de regiones ganadoras como Baden-Würtenberg (Alemania) y Rhône-Alpes (Francia), revela que su éxito se explica en buenamedida por la sinergia y complementariedad entre las políticas regionales, las de sus res-pectivos estados nacionales y las comunitarias.

Las iniciativas económicas regionales, la paradiplomacia y, en general, la expan-sión del papel de los cuasi-estados regionales, también es la manifestación de una respues-

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ta deliberada de los gobiernos subnacionales al abandono de las políticas keynesianas delos gobiernos nacionales y su reticencia a abocar los problemas de ajuste estructural quedemandan las regiones.

Es importante señalar que paralelamente al cuadro de tendencias anteriormentedibujado -que tiene un marcado sabor eficientista y hasta neocorporatista-, también sepercibe en el ámbito regional la lenta configuración de una vasta y compleja red de actoressociales (el tercer sector) que, a partir de procesos de organización e interacción en los agen-tes públicos y privados, tratan de romper los circuitos de la globalización excluyente conbase en propuestas plausibles para una reconfiguración democrática, equitativa y sosteni-ble del territorio (Betancur, et al. [2001] pp. 361-371).

Por otra parte, existen unas modalidades de activismo regional que pueden llegara representar una amenaza para la integridad del Estado-nación. Es el caso de lo que Keatingllama "nacionalismos minoritarios" o "separatistas":

"El nacionalismo minoritario o separatista supone la negación de las reivindica-ciones exclusivas por parte del nacionalismo estatal y la afirmación de los derechosnacionales de autodeterminación para los grupos incluidos en él." (Keating [1996]).31

Este es el fenómeno que condujo a la desintegración de Yugoeslavia, Checoslo-vaquia y la Unión Soviética, que se presenta actualmente en Cataluña, Quebec y Escocia, yque el autor en mención llama (lamentándose de lo poco elegante de la expresión) "nacio-nalismos regionales", caracterizados por tener una fuerte dimensión cívica y estar concen-trados en el autogobierno territorial (vinculándose activamente en el mercado internacio-nal), más que en reivindicaciones de carácter étnico o cultural.

El autogobierno y la autonomía tienen en este contexto un significado nuevo, yano se trata de crear nuevos estados, y menos de una estrategia de autarquía económica,sino de un proyecto nacional/regional para reconstruir la política sobre una base territoriallegitimada histórica y culturalmente, pero que pueda utilizarse para hacer frente a las rea-lidades políticas y económicas de la época.

Los nuevos nacionalismos comparten con el nacionalismo clásico dos rasgos im-portantes: la creencia en el derecho a la autodeterminación y la resistencia cultural a lastendencias homogeneizantes de la globalización. Esto último -que Touraine [1992] llamaestrategias de "identidad defensiva"- explicaría también la reactivación de los fundamentalis-mos religiosos y otros integrismos (Held, et al. [2002] p. 564).

Las aspiraciones de las regiones poderosas como Cataluña, Escocia y Quebecresultan de más fácil manejo en el marco de la UE, dados los espacios abiertos en esteesquema para la participación de las regiones, que en otros procesos integracionistas -comoel TLCAN- que son de carácter estrictamente intergubernamental.

En síntesis, en el contexto de lo que Habermas [2000] denomina la "Constela-ción posnacional" en la que el Estado-nación ha dejado de monopolizar la soberanía, elterritorio y la política, los espacios organizados de orden subnacional están adquiriendoprogresivamente plena carta de ciudadanía. Esto no quiere decir que las regiones debancompetir con los Estados, ni que éstos estén siendo substituidos por aquellas.

Primero, porque pese a las tendencias hacia lo que Strange [1996] llama "thediffusion of the state power" -descritas supra- el Estado-nación está lejos de haber perdidosu vigencia; y, segundo, porque salvo en el caso de los regionalismos separatistas, las regio-nes exitosas buscan más bien funcionar en sinergia con los Estados a los cuales pertenecen(Wheeler [1998]). En este sentido, resulta pertinente hacer notar que el comercio entre las

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regiones interiores de un país es todavía, de lejos, más intenso que el intercambio conterceros países. La intensidad del comercio interregional interno en un país típico de laOCDE es diez veces más densa que aquella entre los países miembros de esa organización;esta proporción es de 6 a 1 en la UE y de 12 a 1 en Canadá con respecto al comercio bilateralcon EE.UU. (Helliwell [1998]).

Especialmente en el mundo en desarrollo, para nada conviene declarar la muertedel Estado-nación cuando le quedan tantas tareas por cumplir en los planos social y econó-mico, tales como compensar los efectos negativos de la competencia externa en los grupossociales y territorios más vulnerables y conducir una inserción discriminada y selectiva enla globalización.

Chisholm sintetiza bien este debate:

"Quizás los puntos más relevantes son los siguientes.Primero, en la medida en que las economías nacionales se tornan más abiertas,

comienzan a dejar de ser fácilmente distinguibles de las economías regionales; regio-nes y naciones se van alineando a lo largo de un continuum, antes que ser discreta-mente distintas. Segundo, el éxito de una región depende en parte de circunstanciaslocales y en parte de condiciones que son externas. Los factores locales o endógenosdependen cada vez más de la gente de la región, los empresarios, los trabajadores ylas administraciones y menos de los recursos naturales o incluso de los costos dife-renciales del transporte asociados con la localización.

En la medida en que las economías nacionales se internacionalizan, se tornanmenos diferenciales; regiones y naciones comienzan a alinearse en un continuum,antes que ser entidades separadas." 32 (Chisholm [1990] p. 25).

IV. LA PERSPECTIVA DEL NEOINSTITUCIONALISMO Y EL CAPITAL SOCIAL

"El amor o el civismo no son recursos limitados o fijos, comopueden ser otros factores de producción; son recursos cuyadisponibilidad, lejos de disminuir, aumenta con su empleo."

Albert Hirschman

Tal como vimos anteriormente, fue el análisis del agudo contraste entre la pros-peridad de las regiones del centro-norte y el rezago de las del sur en Italia, lo que condujoa los sociólogos de este país, a finales de los años setenta, a formular la tesis del distritoindustrial para explicar el fenómeno.

Enfrentado a la misma cuestión, el sociólogo estadounidense Robert Putnam, aprincipios de la década de los años noventa, encontró que el explanandum está en el capi-tal social, conformado por el grado de confianza existente entre los actores sociales de unacomunidad, las normas de comportamiento cívico practicadas y el grado de asociatividad(Putnam, Leonardi y Nanetti [1993]).

Es decir, las desigualdades entre Italia septentrional y meridional se explicarían-según Putnam- por la existencia en la primera de altos niveles de compromiso cívico y depropensión de los ciudadanos a asociarse para trabajar en pro de las causas públicas. Estosfactores serían más determinantes para el desempeño económico de una región, que loseconómicos propiamente dichos. Fukuyama comparte este enfoque y los cualifica, al ad-vertir que la estructura familiar ampliada del centro-norte de Italia, sirve como soporte a lasPyMEs flexibles y dinámicas; en tanto que este recurso no existe en el sur, donde las fami-

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lias son más atomizadas y aisladas (Fukuyama [1996] Cap. 10). Para este analista, la estruc-tura familiar compleja es un rasgo que comparte la Terza Italia con Hong Kong y Taiwán, ypor ello lo llama el "confucionismo italiano".

La importancia del capital en el desarrollo socioeconómico ha sido comprobadaempíricamente en una amplia muestra de países, por Knack y Keefer [1997], Schmid yRobinson [1995], Temple y Johnson [1998], y La Porta, et al. [1997]. Una investigaciónrealizada en Colombia también revela -a escala regional- una asociación positiva entre nivelesde capital social y niveles de desarrollo (Cuellar [2000]).

No obstante, tiene razón Bagnasco ([2000] p. 82) cuando señala que el capitalsocial debe ser considerado en relación con otras variables, porque de lo contrario se correel riesgo que las comparaciones estadísticas entre indicadores genéricos de confianza ydesempeño económico, resulten tautológicas, en la medida que la confianza y el éxitoeconómico se refuerzan recíprocamente.

Además, surge la pregunta -planteada por Coleman- de si el capital social es unareserva de confianza producida espontáneamente por la cultura tradicional de una socie-dad local, o existe la posibilidad de que este recurso pueda ser también desarrollado por laacción política del Estado. En este sentido, Levi considera que el interés de Putnam por lasasociaciones civiles, alejadas del Estado, conduce a una visión demasiado romántica de lasociedad y que por tanto es necesario explorar las distintas vías por las que el Estado puedefavorecer la creación de capital social (Levi [1996]).

En la dirección señalada por Levi, Kliksberg presenta experiencias como las deVilla El Salvador (Perú), Barquisimeto (Venezuela) y Porto Alegre (Brasil), donde se hanpuesto en marcha procesos de movilización del capital social, a través de diversas modali-dades de concertación entre el Estado y la sociedad civil, con resultados ampliamente satis-factorios (Kliksberg [1999]).

En la misma tesitura, Durston [1999] al analizar el caso de las comunidades indí-genas de Chiquimula (Guatemala) y Appendini, et al. [2002] al examinar los casos de SanPablo en México (explotación maderera) y Malare en India (producción lechera), conclu-yen que sí es posible construir capital social mediante acciones público-privadas deliberadas.

Hay un elemento en el enfoque del capital social que aproxima a éste con lateoría del distrito industrial, y es el de las redes de cooperación, tal como se desprende de lasiguiente cita de Putnam:

"La comunidad cívica se caracteriza por una ciudadanía activa imbuida de pre-ocupación por lo público, por relaciones públicas igualitarias y por un tejido socialbasado en la confianza y la cooperación. Descubrimos que algunas regiones en Italiase hallan bendecidas por vibrantes redes y normas de participación cívica, mientrasotras están condenadas por una política estructurada verticalmente, a una vida socialfragmentada y aislada y a una cultura de desconfianza." 33 (Putnam [1993] p. 15).

V. LA PERSPECTIVA AMBIENTAL

Flora y Flora [2000] distinguen cuatro formas básicas de capital: (i) el natural,constituido por la dotación de recursos naturales con que cuenta un territorio; (ii) el cons-truido, generado por la actividad humana, que incluye infraestructura, bienes de capital,capital financiero, etc.; (iii) el humano, determinado por los grados de nutrición, salud yeducación de la población; y (iv) el social, consistente, como acabamos de ver, en el gradode confianza existente entre los miembros de una sociedad.

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Hasta fechas muy recientes, los enfoques ortodoxos del desarrollo acentuaronprincipalmente el papel del capital construido, dejando de lado las demás formas de capital,que pueden ser tanto o más determinantes en la evolución a largo plazo de una sociedad.

En la actualidad, en cambio, nadie discute la pertinencia de poner a jugar lascuatro dimensiones del capital en las concepciones y en la práctica del desarrollo económi-co y, en particular, la necesidad de tomar en cuenta la conservación y acrecentamiento delcapital natural.

Esta última preocupación se ha concretado en el concepto de desarrollo sosteni-ble, que combina el mejoramiento cuantitativo de los niveles de riqueza y bienestar social enel largo plazo, con el manejo adecuado de los recursos biofísicos y geoquímicos del planeta.Este postulado remite a los límites físicos que tienen los procesos de crecimiento y a la inter-dependencia entre los sistemas socioeconómicos y ecológicos a través de ciclos de retroali-mentación, que determinan las posibilidades de desarrollo de ambos. El mismo impone, ade-más, como condición, que los sistemas que son esenciales para la manutención y reproduc-ción de la vida, algunos de los cuales no son renovables ni sustituibles, sean conservados.

Ahora bien, si las formas de capital representadas en los procesos de inversióny de innovación están cada vez más vinculadas al territorio -como vimos en la Sección IIsupra- con mayor razón los recursos naturales que son por definición localizados, tienenuna connotación netamente espacial y le agregan una nueva dimensión al concepto de desa-rrollo territorial.

En este sentido, la sostenibilidad de un territorio estaría dada, por un lado, por lagarantía de suministro de recursos naturales y del flujo de servicios ambientales esencialespara la supervivencia de la comunidad y por el otro, por el adecuado aprovechamientoeconómico de dichos recursos.

Surge aquí el enfoque biorregional para planificar y administrar la protección yaprovechamiento del capital natural y la biodiversidad.

Boisier ofrece una buena definición de biorregión:"Una región en cuya estructura sistémica hay un elemento de carácter ecológico

que sobredetermina o que condiciona la naturaleza y el funcionamiento regional,por ejemplo, determina la flora, la fauna, el modo de producción, las relaciones so-ciales, los bienes y servicios producidos y la forma de inserción externa de la región,incluso su cultura." (Boisier [2001]).

El biorregionalismo será, entonces, la metodología para planificar y gestionarintegralmente las dos dimensiones presentes en la biorregión: la oferta de recursosecosistémicos y el aprovechamiento productivo de los mismos.

La pertinencia de un enfoque de planificación biorregional se pone plenamentede relieve, cuando se tiene en cuenta que el modelo de internacionalización ha conducidoa la mayoría de los países en desarrollo a un proceso de reprimarización de las exportacio-nes. Esto es, un patrón exportador más intensivo en recursos naturales y por tanto, mássensible ambientalmente (Schaper [1999]).34 No sobra recordar, además, que el crecimien-to basado en la exportación de commodities y recursos naturales tiende a ser no sóloinestable sino más bajo en el largo plazo (Rodríguez y Sachs [1999]).

Por las razones anteriores, un elemento esencial de la estrategia de desarrollo delas biorregiones debería ser la transformación industrial de sus recursos naturales, a la ma-nera en que lo sugieren Ramos [1998] y Perry [2001].

La perspectiva ambiental ha permeado las relaciones internacionales y en parti-cular los procesos de integración económica.

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En la UE, los tratados de Maastricht (1992) y de Amsterdam (1997) fortalecieronla preocupación por el medio ambiente en el derecho comunitario, dando base para ladefinición de una nueva estrategia europea de desarrollo sostenible (V Programa MedioAmbiental, 1993-2000) y para la puesta en marcha de la Agencia Europea de Medio Am-biente en 1993 (Tamames y López [1999] Cap. 10).

Los acuerdos de integración en el hemisferio occidental también han comenzado aocuparse del tema medioambiental, con distintos enfoques y grados de profundidad.35 ElTLCAN es el esquema que lleva más lejos la consideración del desarrollo sostenible, al haberaprobado desde su constitución el "Acuerdo Paralelo de Cooperación Ambiental de Américadel Norte" (1993), que luego se convertiría en Acuerdo Complementario del Tratado.

Por su parte, en el Subsistema de Integración Económica Centroamericana se adoptóen 1991 el Protocolo del Convenio Constitutivo de la Comisión Centroamericana de Ambien-te y Desarrollo (CCAD), en el MERCOSUR se ha venido negociando el Protocolo Adicional alTratado de Asunción sobre Medio Ambiente y en la Comunidad Andina, el Comité Andino deAutoridades Ambientales (CAAAM) promulgó, en 2001, los "Lineamientos para la GestiónAmbiental y el Desarrollo Sostenible en la Comunidad Andina".

VI. HACIA UNA VISIÓN INTEGRAL DEL DESARROLLO REGIONAL

"Cada lugar es, al mismo tiempo, objeto de una razón globaly de una razón local que conviven dialécticamente."

Milton Santos

La exposición realizada en las secciones anteriores gira alrededor de dos aproxi-maciones para explicar el fenómeno de revalorización de la dimensión territorial en losprocesos contemporáneos de desarrollo: una que se centra en la lógica intranacional dedespliegue de los factores económicos, políticos, sociales y ambientales, y otra que destacael papel de las regiones y las localidades en la reestructuración de la economía mundial.

La primera de dichas aproximaciones conduce a una concepción del territorio,según la cual, éste ya no sería el simple receptáculo pasivo de las actividades humanas, sinoun sujeto activo y determinante de los procesos de desarrollo. Como bien apunta Scott:

"Uno pudiera decir, incluso, que la cuestión central de la economía políticaclásica acerca de la riqueza de las naciones está siendo transformada en el mundoactual en la pregunta acerca de las fuentes y la dinámica de la riqueza de las regiones."(Scott [1998] p. 160).

La confluencia de los enfoques de la Nueva Geografía Económica, la acumula-ción flexible, el Capital Social y el Biorregionalismo, examinados supra, puede encuadrarseen lo que algunos autores denominan la Teoría de la Competencia36 Regional (CompetenceRegional Theory), concepto que integra la perspectiva de la competencia en el campo delas firmas individuales con los distintos enfoques de la aglomeración y de la integraciónsocial, en el marco de sistemas productivos geográficamente delimitados (Lawson [1999]).

Sobre la base de estas nuevas concepciones se están desarrollando también,nuevos enfoques de política que apuntan a la promoción del desarrollo local endógeno,definido como:

"Un proceso de crecimiento y cambio estructural de la economía de una ciudad,comarca o región, en el que se pueden identificar al menos tres dimensiones: unaeconómica, caracterizada por un sistema de producción que permite a los empresarios

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locales usar, eficientemente, los factores productivos, generar economías de escala yaumentar la productividad a niveles que permiten mejorar la competitividad en losmercados; otra sociocultural, en la que el sistema de relaciones económicas y sociales,las instituciones locales y los valores sirven de base al proceso de desarrollo y; otrapolítica y administrativa, en que las iniciativas locales crean un entorno local favorablea la producción e impulsan el desarrollo sostenible." (Vázquez Barquero [2000]).

Con relación a lo anterior, es pertinente señalar que dado que no hay causalidadesautomáticas y deterministas entre reestructuración económica y cambio socio-político, nohay fórmulas únicas hacia el desarrollo local endógeno.

Se trata, mas bien, de construir socialmente la región,37 a través de lo que Keatingllama una "coalición para el desarrollo" (development coalition), esto es, una alianza deactores sociales competitivos con el desarrollo local.

En el proyecto de construir socialmente la región, el Estado juega un papel fun-damental, puesto que toda una nueva gama de formas productivas no pueden expandirsepor el conjunto de la sociedad, sin un cambio correspondiente en un amplio repertorio deinstituciones sociales y políticas. Es decir, un nuevo sistema productivo regional necesitaráunas instituciones regionales de gobierno que adopte políticas (sociales, económicas y tec-nológicas) que resulten funcionales a la ampliación y consolidación de dicho sistema.

Un Estado de estas características habrá de ser menos centralizado (por defini-ción), menos jerárquico y más proclive a las alianzas público-privadas, lo cual muchas vecesimplica una transferencia de recursos y competencias en materia de promoción del desarro-llo a organizaciones privadas y cívicas. Este tipo de Estado es el que Jessop llama Estado deTrabajo o Shumpeteriano (ETS) en oposición al Estado Keynesiano de Bienestar a escalanacional, que era la forma de regulación más apropiada para la reproducción del capitalis-mo "fordista".

En términos de Jessop:

"Los distintos objetivos del EBK con respecto a la reproducción económica,social fueron a promover el pleno empleo en una economía nacional relativamentecerrada, principalmente a través de la demanda, y generalizar las pautas del consu-mo de masas, a través de los derechos al bienestar y de nuevas formas de consumocolectivo (...) sus objetivos económicos y sociales [los del EST] pueden sintetizarse enla promoción de innovaciones de productos, de procesos organizacionales y de mer-cados; el mejoramiento de la competitividad estructural de las economías abiertas,principalmente mediante la intervención en el lado de la oferta; y la subordinación dela política social a las exigencias de flexibilidad del mercado de trabajo y decompetitividad estructural." (Jessop [1999a] pp. 65-66).

Lo anteriormente expuesto no implica que pensemos que la transición delineadapor Jessop -hacia un Estado empresarial y neocorporatista- es un hecho cumplido y menosaún en el ámbito de los países en desarrollo, en los cuales estos procesos no sólo sontodavía borrosos, sino que están enfrentando unas contratendencias hacia un Estado queno pierda de vista su función de cohesión social, en asocio con una sociedad civil fuerte.

"...a que en este contexto excluyente y de oligopolización del mercado, en elámbito regional se vaya configurando una vasta y compleja red de actores socialesque, a partir de procesos de organización e interacción en la configuración de laspolíticas públicas, tratan de romper los circuitos de globalización excluyente a partirde propuestas basadas en una reconfiguración democrática y equitativa del territo-

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rio, articulando para ello iniciativas tanto económicas como sociales y culturales."(Betancur, et al. [2001] p. 368).

Ahora bien, dadas las tendencias hacia la (re)territorialización antes descritas,ciertamente llama la atención el hecho que en la actualidad se acentúe tanto el papel de laglobalización en los fenómenos de cambio económico y socio-político en curso.

Al respecto, lo que es necesario entender es que varios de los factores que impul-san la globalización tienen una fuerte base territorial, como es el caso del comercio interna-cional de bienes y servicios, del cambio tecnológico y los flujos financieros, en particular.

Esto es así, porque, como vimos, la producción industrial y la de servicios, y lainnovación tecnológica, tienden a concentrarse en unas pocas regiones dentro de cadapaís.38 A su turno estas regiones comienzan a influir cada vez más en el diseño tanto de laspolíticas internacionales de los países a los que pertenecen, como de los marcos regulatoriosde orden supranacional.

"Lo que podemos decir en este punto es que la mayor parte del desarrolloeconómico en el mundo moderno es realmente generado en el contexto de aglome-raciones localizadas, combinadas con tipos específicos de procesos económicos queapuntalan capacidades productivas y competitivas regionales." (Scott [1998] p. 64).

La forma en que estas aglomeraciones regionales interactúan a escala global sepresenta en el diagrama 1, tomado de Scott. En este esquema las áreas desarrolladas delmundo son representadas como un sistema de economías regionales polarizadas, en elque cada una de éstas consiste en un área metropolitana central y un hinterland circun-dante ocupado por comunidades secundarias y zonas agrícolas prósperas. Algunos deestos sistemas metrópolis-hinterland se llegan a fusionar entre sí, para formar regionesmegapolitanas como ocurre en el caso de Boston-Nueva York-Filadelfia, Los Angeles-SanDiego-Tijuana, Milán-Turín-Génova, el Dutch Ranstand, Tokio-Nagoya-Osaka, entre otros.Según Scott estas entidades pueden ser concebidas como los motores regionales de lanueva economía global.

Los nodos centrales están unidos por complejas redes comerciales, tecnológicasy financieras, que también se extienden (con menor densidad) hacia algunas islas de pros-peridad situadas en los países en desarrollo. Por ejemplo, la frontera norte de México, SãoPaulo, Buenos Aires y Santiago, en América Latina.

La emergente configuración de la economía global resulta en extremo pertinen-te para el análisis de la evolución de los procesos de integración, los cuales, en la medida enque estimulan más los flujos de comercio y capital que los de trabajadores, pueden contri-buir a profundizar la polarización regional de los países que participan en ellos.

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Notas

1 "Time-space compression" implica una abreviación del tiempo y un "encogimiento"del espacio. Progresivamente, el tiempo que toma hacer las cosas se reduce y esto a suturno reduce la distancia vivencial entre diferentes puntos del espacio: Harvey [1989],traducción del autor.

2 La expresión se atribuye a Robertson. Véase Robertson [1992].

3 La expresión es de Rosenau. Véase Rosenau [1997].

4 Citada por Landes [1998].

5 Una buena introducción a la NGE se encuentra en Schmutzler [1999].

6 A partir de un primer trabajo publicado en 1991, Krugman y sus colegas fueron desa-rrollando el marco teórico que plasmaron en 1999 en un solo volúmen, véase Fujita, Krugmany Venables [1999].

7 Una buena presentación de la literatura empírica sobre convergencia inter e intra enlos países desarrollados y sus bases teóricas y metodológicas se encuentra en Sala-i-Martin[2000]. Para las referencias latinoamericanas, véase CEPAL [2001] p. 303.

8 El estudio fue dirigido por Perry. Véase Perry [2001].

9 Benko y Lipietz hablan incluso de nebulosas de redes o redes de distritos para significarlas ciudades-región como Los Angeles que contienen en su interior varios distritos metropoli-tanos de tamaño medio. Ver Benko y Lipietz [1994] p. 373.

10 El concepto es de Michael Polanyi y se refiere al conocimiento adquirido por losindividuos que no está formalizado ni codificado y que ellos mismos no pueden articularcompletamente. Citado en Wolfe [1997] p.13.

11 Un buen análisis crítico de la literatura sobre acumulación flexible se encuentra enMarkussen [1999].

12 Citado por Montero y Morris [1999] p. 330.

13 En el trabajo citado de Montero y Morris se hace una aplicación del esquema del SRIa la Región del Libertador Bernardo O'Higgins. En otros países de América Latina el SRI seestá utilizando ampliamente para las políticas regionales de C y T. Véase al respecto Moralesy Perdomo [1998].

14 "Ley para acelerar el desarrollo regional a través de complejos industriales de altatecnología" (1983). Véase Park [1997] y también un completo survey de los tecnopolos enel mundo en Castells y Hall [1994].

15 Estos autores aclaran que se están refiriendo a una "victoria" económica, sin entraren el debate de los criterios políticos, sociales, éticos y ecológicos de la emulación. Es conesta misma connotación que nosotros utilizamos el término. Benko y Lipietz [1994] p. 376.

16 La traducción es del autor.

17 Para una interesante apreciación crítica de la NGE desde la orilla de la AF, véaseMartin [1999].

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18 Esta definición ha sido objeto de severas críticas, la más conocida de las cuales es lade Krugman. Véase Krugman [1994a]. Una presentación cuantitativa de los argumentossostenidos en este artículo se encuentra en Krugman [1994b] Cap.10.

19 Para una evaluación crítica del ranking de competitividad WEF, consúltese Lall [2001].

20 Elaboraciones posteriores de este mismo autor sobre clusters y competitividad regionalse encuentran en Porter [1998] y [2000].

21 Para una buena síntesis propositiva de estos trabajos, véase Fairbanks y Lindsay [1997].

22 Algunos autores sostienen que -por el contrario- los países más avanzados y másintegrados a los mercados internacionales han aumentado su tamaño y por tanto su capacidadpara regular su economía. Véase Rodrik [1998] y Wolf [2001].

23 Este y los párrafos siguientes (relativos a la UE) se basan en Morata [1998] Cap. 3.

24 Este enfoque, que es compartido por teóricos como Rosenau, Giddens, Castells y Held,es llamado por Held, et al. [2002] p. XXXVII.

25 El énfasis es añadido.

26 Véase una memoria de la reunión de 2002 en Foro Social Mundial II, Porto Alegre[2002].

27 Este autor cita en su apoyo los trabajos de la teórica venezolana Carlota Pérez, quienconjuntamente con Freeman, Lundvall y Nelson, pertenece a la corriente neo-shumpeterianaque ha desarrollado el concepto de "sistemas nacionales de innovación".

28 Traducción del autor.

29 Este párrafo y los dos siguientes se basan en Morata [1998] Cap. 9.

30 Las regiones de Baden-Württenberg (Stuttgart), Cataluña (Barcelona), Rhône-Alpes(Lyon) y Lombardia (Milán), que constituyen el principal motor del crecimiento europeo.

31 Los párrafos siguientes se basan en esta misma fuente.

32 El énfasis es del autor.

33 Ibidem.

34 En un trabajo posterior esta autora reporta que dicha tendencia muestra síntomasde reversión en la segunda mitad de los años noventa. Véase Schaper [2001].

35 Un completo análisis de la dimensión ambiental en los procesos de integración enlos que participan los países latinoamericanos se encuentra en Real Ferrer [2000].

36 En la acepción de aptitud, capacidad.

37 En el medio latinoamericano, un autor que ha desarrollado este concepto esBoisier [1988].

38 En EE.UU., las cuarenta principales áreas metropolitanas originaron, en 1994, el 63,5%de las exportaciones. Véase Scott [1998] p. 57.

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Diagrama 1

MOSAICO GLOBAL DE ECONOMÍAS REGIONALES

Fronteras ampliadas del capitalismo global.

Isla de desarrollo relativo y oportunidades económicas.

Motor Regional.

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