durante la gran persecución del año 64 dc, capilla

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Durante la gran persecución del año 64 d.C. contra los cristianos emprendida por Nerón contra los cristianos, en el escenario del circo de Calígula, San Pedro sufrió el martirio, fue crucificado y sepultado en la tierra, como se lee en el Liber Pontificalis (I,118): “via Aurelia (…) iuxta palatium Neronianum, in Vaticanum” [en Vaticano, sobre la vía Aurelia, frente al palacio de Nerón]. Entre los testimonios que individuaron el lugar del martirio, un párrafo de Eusebio de Cesarea (siglo IV) cita una carta escrita por Gaio a Proclo en que el presbítero invita a su amigo a Roma: “al Vaticano y sobre la vía Ostiense, encontrarás los trofeos de quienes fundaron esta Iglesia”. Justamente por la importancia de este testimonio, el nicho del siglo II, hallado durante las excavaciones en la necrópolis vaticana que protegía la sepultura de San Pedro, recibió el nombre de “Trofeo de Gaio”. Después de la proclamación del edicto de Milán (313 d.C.) por el emperador Constantino, los cristianos tuvieron facultad para construir sus edificios de culto: el mismo Constantino, en el año 324, inició la construcción de la basílica que debía encerrar el “Trofeo di Gaio” y hacer de la tumba de Pedro el núcleo de la estructura. Consagrada en 329, la monumental basílica se presentaba como un edificio de planta longitudinal con cinco naves y crucero. En la parte externa, una escalinata llevaba al cuadripórtico delante de la basílica, conocido también como paraíso, en cuyo centro se encontraba una fuente para las abluciones de los catecúmenos señalada con la Piña en bronce de gran tamaño, citada por Dante en la Divina Commedia (“su rostro me parecía largo y ancho/como la piña de San Pedro en Roma” Inf. 31, 58-60) y que hoy está en el homónimo patio de los Museos Vaticanos. En esta Basílica, la noche de Navidad del año 800, Carlomagno, rey de los francos, fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. A esta misma Basílica, hasta comienzos de 1300 llegaban caminando miles de peregrinos de toda Europa para venerar la tumba del “príncipe de los Apóstoles”. Roma fue abandonada durante el cisma de Aviñón (1309-1377) y la basílica que tenía ya más de mil años, empezó a sufrir crecientes problemas de estabilidad y conservación. No se tienen muchos datos sobre este tema, pero se sabe que el papa Nicolás V, a mediados de 1400, encargó al arquitecto Bernardo Rossellino

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Año 65 capilla Sixt.

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Page 1: Durante La Gran Persecución Del Año 64 DC, Capilla

Durante la gran persecución del año 64 d.C. contra los cristianos emprendida por Nerón contra los cristianos, en el escenario del circo de Calígula, San Pedro sufrió el martirio, fue crucificado y sepultado en la tierra, como se lee en el Liber Pontificalis (I,118): “via Aurelia (…) iuxta palatium Neronianum, in Vaticanum” [en Vaticano, sobre la vía Aurelia, frente al palacio de Nerón]. Entre los testimonios que individuaron el lugar del martirio, un párrafo de Eusebio de Cesarea (siglo IV) cita una carta escrita por Gaio a Proclo en que el presbítero invita a su amigo a Roma: “al Vaticano y sobre la vía Ostiense, encontrarás los trofeos de quienes fundaron esta Iglesia”. Justamente por la importancia de este testimonio, el nicho del siglo II, hallado durante las excavaciones en la necrópolis vaticana que protegía la sepultura de San Pedro, recibió el nombre de “Trofeo de Gaio”. Después de la proclamación del edicto de Milán (313 d.C.) por el emperador Constantino, los cristianos tuvieron facultad para construir sus edificios de culto: el mismo Constantino, en el año 324, inició la construcción de la basílica que debía encerrar el “Trofeo di Gaio” y hacer de la tumba de Pedro el núcleo de la estructura. Consagrada en 329, la monumental basílica se presentaba como un edificio de planta longitudinal con cinco naves y crucero. En la parte externa, una escalinata llevaba al cuadripórtico delante de la basílica, conocido también como paraíso, en cuyo centro se encontraba una fuente para las abluciones de los catecúmenos señalada con la Piña en bronce de gran tamaño, citada por Dante en la Divina Commedia (“su rostro me parecía largo y ancho/como la piña de San Pedro en Roma” Inf. 31, 58-60) y que hoy está en el homónimo patio de los Museos Vaticanos.

En esta Basílica, la noche de Navidad del año 800, Carlomagno, rey de los francos, fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. A esta misma Basílica, hasta comienzos de 1300 llegaban caminando miles de peregrinos de toda Europa para venerar la tumba del “príncipe de los Apóstoles”.

Roma fue abandonada durante el cisma de Aviñón (1309-1377) y la basílica que tenía ya más de mil años, empezó a sufrir crecientes problemas de estabilidad y conservación. No se tienen muchos datos sobre este tema, pero se sabe que el papa Nicolás V, a mediados de 1400, encargó al arquitecto Bernardo Rossellino un proyecto que preveía un nuevo coro, fuera del ábside constantiniano, que se construyó en forma parcial, alcanzando la altura aproximada de un metro y medio. A principios de 1500, la necesidad de restaurar y reconstruir completamente San Pedro se hacía cada vez más impelente, por lo que el nuevo papa, Julio II, elegido en octubre de 1503, decidió, en 1505, encargar la obra a Donato Bramante, uno de los mejores arquitectos de ese tiempo, que se encontraba en Roma: por esta empresa, a Bramante se le dará el sobrenombre de “Maestro Ruinante” (Maestro de las ruinas).

En el museo de los Uffizi (Florencia) se conservan numerosos diseños suyos relativos a esta obra con una característica común: proponen una planta cuadrada en la que se incluye una cruz griega con cuatro ábsides sobresalientes; el cuadrado que en el espacio se transforma en un cubo, en su centro está cubierto por una cúpula hemisférica. El conjunto se inspira en una simbología precisa, “esquematizable –según una antigua tradición en especial viva en ambiente bizantino– en un cubo (la tierra) que se expande en cuatro brazos (las cuatro partes del mundo) y coronado por una cúpula (el cielo)”.

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Capilla Sixtina

La Capilla Sixtina debe su nombre al papa Sixto IV della Rovere (1471-1484), que quiso edificar un nuevo ambiente de grandes dimensiones en el lugar donde surgía la “Capilla Magna”, aula fortificada de edad medieval, destinada a las reuniones de la corte papal. En ese tiempo la corte contaba con unos 200 miembros y estaba compuesta por un colegio de 20 cardenales, representantes de las órdenes religiosas y de las familias más importantes, del complejo de los cantores, de un gran número de laicos y de criados. La construcción sixtina también debía responder a las exigencias defensivas de dos peligros que entonces amenazaban: la Señoría de Florencia, regida por los Médicis, con quienes el papa estaba en permanente tensión, y los turcos de Mahmut II, que en esos años amenazaban las costas orientales de Italia. Su realización empezó en 1475, año del Jubileo proclamado por Sixto IV, y se concluyó en 1483 cuando, el 15 de agosto, el mismo papa inauguró solemnemente la Capilla, dedicada a la Virgen de la Asunción. El proyecto del arquitecto Baccio Pontelli utilizaba hasta un tercio de su altura las paredes construidas en época medieval.

Según algunos especialistas, las medidas del aula (40,23 metros de largo, 13,40 de ancho por 20,70 de altura), tendrían la finalidad de reproducir las del gran templo de Salomón en Jerusalén, destruido por los romanos en el año 70 d.J.C.

La entrada principal de la Capilla, en el lado opuesto a la actual, más pequeña, está precedida por la grandiosa Sala Regia, destinada a las audiencias. Unas ventanas cimbreadas (arqueadas en la parte superior) aseguran la iluminación del ambiente y el techo, con bóveda en cañón, se une a las paredes laterales de lunetas (o bovedillas) y enjutas triangulares. El coro, en el lado derecho, en un tiempo alojaba a los cantores, mientras que el banco de piedra puesto sobre tres de los lados del salón -queda libre sólo el del altar- era para la corte papal. La refinada balaustrada quattrocentista coronada por candelabros, separa el ambiente reservado al clero del destinado al público. A fines delCinquecento esta balaustrada fue trasladada hacia atrás para ampliar el primer espacio. La espléndida pavimentación en mosaico, aún hoy intacta, es de 1400, y sigue modelos medievales. Terminada la estructura arquitectónica en 1481, el papa Sixto IV llamó a los más famosos pintores florentinos, Botticelli, Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y Signorelli; de Umbría, a Perugino y Pinturicchio para la decoración de la Capilla. Estos artistas decoraron las paredes laterales, divididas en tres franjas horizontales, y marcadas verticalmente por elegantes pilastras salientes.

En la parte inferior, los frescos imitan cortinas de brocado damasquinado con los escudos papales; en esta franja y sobre ellos se colgaban tapices (algunos de estos, obra de Rafael y de sus ayudantes en el segundo decenio delCinquecento, ahora se encuentran en la sala dedicada al artista en la Pinacoteca Vaticana); en la franja intermedia, la más importante, se pintaron escenas bíblicas con episodios de la vida de Moisés y de Cristo, ambos concebidos como libertadores de la humanidad; en la superior, a la altura de las ventanas, Sixto IV quiso hizo que se incluyeran los retratos de los primeros pontífices en hornacinas monocromáticas: eran una demostración de la continuidad entre su mandato y el de sus antecesores. El cielo o techo dela Capilla, como muestra un famoso dibujo del Cinquecentohoy en los Uffizi de Florencia, hasta la altura de las lunetas había sido decorado con estrellas doradas sobre fondo azul por el pintor Pier Matteo d’Amelia.

Tocó al sobrino de Sixto IV, el emprendedor Giuliano della Rovere, más tarde papa Julio II (1503-1513), hacer que se completaran las decoraciones pictóricas del interior de la Capilla y, en el ámbito de una grandiosa renovación de la ciudad, llamó a Miguel Ángel Buonarroti

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(1475-1564) a Roma. El artista, ya famoso en Florencia y al que della Rovere anteriormente había encargado otras obras, si bien mediando discusiones iniciales, aceptó decorar “al fresco” la bóveda. La obra fue realizada en cuatro años de duro trabajo, (de 1508 a 1512), y su tema es la historia de la humanidad en el período que precede al nacimiento de Cristo. La pintura de la pared con el “Juicio Final” fue realizada más tarde por el mismo artista: de 1536 a 1541, apetición del papa Paulo III Farnesio (1534-1549), que le había confirmado el encargo del anterior papa Clemente VII (1523-1534). Esta vez el tema representado es el Hado ineluctable, amenaza que se cierne sobre todos los hombres, pues sólo Dios es el árbitro del destino humano.