duran multiculturalismo publicidad y ciudadania

12
Polis 31 (2012) Lo público. Un espacio en disputa ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Carlos Durán Migliardi Multiculturalismo, publicidad y ciudadanía ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Advertencia El contenido de este sitio está cubierto por la legislación francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusiva del editor. Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condición de que sean estrictamente reservadas al uso personal, sea éste científico o pedagógico, excluyendo todo uso comercial. La reproducción deberá obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia del documento. Toda otra reproducción está prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casos previstos por la legislación vigente en Francia. Revues.org es un portal de revistas de ciencias sociales y humanas desarrollado por Cléo, Centre pour l'édition électronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV). ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Referencia electrónica Carlos Durán Migliardi, « Multiculturalismo, publicidad y ciudadanía », Polis [En línea], 31 | 2012, Publicado el 12 diciembre 2012, consultado el 10 abril 2015. URL : http://polis.revues.org/3661 ; DOI : 10.4000/polis.3661 Editor : Centro de Investigación Sociedad y Politicas Públicas (CISPO) http://polis.revues.org http://www.revues.org Documento accesible en línea desde la siguiente dirección : http://polis.revues.org/3661 Document generado automaticamente el 10 abril 2015. La pagination ne correspond pas à la pagination de l'édition papier. © Polis

Upload: eugenio-sanchez-e

Post on 30-Sep-2015

214 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Multiculturalidad

TRANSCRIPT

  • Polis31 (2012)Lo pblico. Un espacio en disputa

    ................................................................................................................................................................................................................................................................................................

    Carlos DurnMigliardi

    Multiculturalismo, publicidad yciudadana................................................................................................................................................................................................................................................................................................

    AdvertenciaEl contenido de este sitio est cubierto por la legislacin francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusivadel editor.Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condicin deque sean estrictamente reservadas al uso personal, sea ste cientfico o pedaggico, excluyendo todo uso comercial.La reproduccin deber obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia deldocumento.Toda otra reproduccin est prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casosprevistos por la legislacin vigente en Francia.

    Revues.org es un portal de revistas de ciencias sociales y humanas desarrollado por Clo, Centre pour l'ditionlectronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV).

    ................................................................................................................................................................................................................................................................................................

    Referencia electrnicaCarlos DurnMigliardi, Multiculturalismo, publicidad y ciudadana, Polis [En lnea], 31|2012, Publicado el 12diciembre 2012, consultado el 10 abril 2015. URL: http://polis.revues.org/3661; DOI: 10.4000/polis.3661

    Editor : Centro de Investigacin Sociedad y Politicas Pblicas (CISPO)http://polis.revues.orghttp://www.revues.org

    Documento accesible en lnea desde la siguiente direccin : http://polis.revues.org/3661Document generado automaticamente el 10 abril 2015. La pagination ne correspond pas la pagination de l'ditionpapier. Polis

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 2

    Polis, 31 | 2012

    Carlos DurnMigliardi

    Multiculturalismo, publicidad y ciudadanaIntroduccin

    1 Con independencia de la discusin en torno a la permanencia de los estados-nacin comoespacio privilegiado de la accin poltica contempornea, en el campo disciplinario de lasciencias sociales hay acuerdo en advertir sobre la necesidad de asumir la convivencia de dichoespacio con los efectos de lo que ha sido definido como globalizacin1.

    2 Existe, en este sentido, un generalizado reconocimiento de que la globalizacin ha producidoconsecuencias que han desestabilizado, con mayor o menor intensidad, la hasta hace pocofuerte identidad entre los conceptos de poltica, soberana estatal y nacin propia de lasrealidades liberal-democrticas (Arditi 2000). Y es que, ms all de la innegable existenciafctica de los estados-nacin, lo cierto es que la mundializacin de las comunicaciones, elaumento explosivo de los ndices de migracin, la interdependencia econmica como efectode la desnacionalizacin de los procesos productivos y lo que Anthony Giddens (1993) definecomo la intensificacin de las relaciones planetarias, entre otras cuestiones, han comenzadoa ser instalados en la gramtica de las ciencias sociales como factores que obligan a replantearasuntos tales como la integracin, la legitimidad y los propios lmites de la poltica democrticay de su expresin en el espacio pblico.

    3 El debate en torno a la relacin entre democracia, poltica y globalizacin es tan inabordablecomo inacabable. Los diagnsticos acerca de las nuevas formas que cobra esta relacinadquieren mltiples direcciones que van desde los balances laudatorios ms entusiastas hastalas crticas ms apabullantes2, pero que manifiestan como denominador comn la asuncin deun fenmeno de desplazamiento de las otrora estables fronteras de lo pblico y de lo poltico.Un fenmeno que, a fin de cuentas, implica el reconocimiento de que la poltica contempornease encuentra en un proceso de migracin hacia nuevos topoi (Arditi 2005)como efecto deldesdibujamiento de los contornos de los estados nacionales.

    4 Una buena forma de sumariar este desdibujamiento de las fronteras de lo poltico-pblico comoefecto de la globalizacin lo constituye su comprensin como un proceso de ensanchamiento,hacia fuera y hacia dentro, de los tradicionales lmites estado-nacionales, tal como loplantea Arditi (2000) por una parte, un ensanchamiento hacia fuera que se manifiesta enla emergencia de instancias supranacionales de accin y decisin poltica que desfiguranlas formas clsicas de vinculacin entre poltica, soberana y territorio3; por otro lado, unensanchamiento hacia adentro manifestado en la complejizacin del vnculo entre Estado,ciudadana y nacin y en la emergencia de formas polticas no estatales.

    5 Pues bien, y como parte sustancial de este segundo efecto de ensanchamiento de losespacios de accin poltica es que ha de ubicarse al debate en torno a la as llamadacuestin multicultural. Es precisamente en este contexto de discusin desde donde haemergido lo que -en el lxico politolgico y sociolgico- se conoce como multiculturalismoliberal, espacio de reflexin terico-poltica con fuertes intenciones doctrinarias que ofreceuna amplia gama de soluciones para encarar lo que, a juicio de sus exponentes, constituyeel debilitamiento definitivo de la ilusin de la existencia de sociedades culturalmentehomogneas constituidas como teln de fondo de la organizacin poltica propia de lasdemocracias liberales de occidente. Debilitamiento definitivo, toda vez que una relectura deldevenir de los estados-nacin modernos ha llevado a concluir retroactivamente que, a fin decuentas, el presupuesto de una homogeneidad cultural que permita hacer coincidir los lmitesdel Estado y la nacin era slo eso: un presupuesto. Y es que, como seala Will Kymlicka(1996: 255), en general, en el mundo hay ms naciones que estados posibles, y es necesarioencontrar alguna va para mantener la unidad de los estados multinacionales o, como sealanMiz y Safran (2002) en la mayora de los pases, el Estado y la nacin no son coincidentes.La creciente complejidad tnico-cultural de muchas sociedades modernas ha llevado [] areexaminar los presupuestos del nacionalismo y el significado y la evolucin de las formas

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 3

    Polis, 31 | 2012

    de la identidad colectiva, as como a afrontar el problema de cmo combinar pluralismo yestabilidad socio-poltica.4 (Ibid: 12),

    6 Pues bien, este artculo se propone presentar de manera sumaria los efectos que, sobre lasdefiniciones acerca de lo pblico y la ciudadana, manifiesta la perspectiva multiculturalista.Interesa especialmente dar cuenta de las consecuencias que sobre el concepto de lo pblicose extraen de esta perspectiva, toda vez que sus postulados se traducen necesariamente enla comprensin de la heterogeneidad cultural como un dato que trasciende las disposicionesprivadas y que se inserta de lleno en el campo pblico-poltico. Centrado en la perspectivade la ciudadana multicultural desarrollada por Will Kymlicka, ofrecer en la primera parteuna reflexin relativa a los supuestos que permiten indicar la distancia entre la ciudadanaliberal clsica y la ciudadana multicultural para, en la segunda parte, observar lo que mijuicio constituyen los lmites que la resignificacin multiculturalista de lo pblico construyeen relacin al vnculo entre ciudadana y diferencia.

    I7 De entre los contenidos del debate abierto por el multiculturalismo liberal, dos cuestiones

    son las que a mi juicio constituyen el ncleo de su distanciamiento frente a lo que estecampo de reflexiones reconoce como la teora poltica liberal tradicional: por una parte, elcuestionamiento de la reduccin del problema de la identidad a una cuestin estrictamenteindividual y, por otra, la objecin a la comprensin de los asuntos culturales como una cuestinque, para efectos de la estructuracin del orden poltico, opera como un mero entorno a-tematizado.

    8 Sobre la primera cuestin aqu sealada -el criterio individualista-, algunos comentaristas deldebate multicultural sealan que, entre las limitaciones de la argumentacin liberal tradicional,puede sealarse [] el hecho de que ella parece haber sido pensada para dar cuenta delmodo en que es posible asegurar la convivencia entre individuoscon diversas orientacionesvalorativas en el interior de un mismo cuerpo poltico, pero ha desatendido la pregunta porla coexistencia ya no de individuos sino de grupos culturales colectivosen el interior deun mismo Estado (Leyva 2003: 17).La atencin tpicamente multiculturalista en aquellasdemandas que pugnan por el reconocimiento de identidades, prcticas, instituciones y derechosde grupos minoritarios al interior de un espacio poltico-estatal, en este sentido, constituyeuna declarada bsqueda por superar el sentido tpicamente individualista de la poltica liberal,tematizando la existencia de un plano de heterogeneidad -la heterogeneidad que aportan gruposculturales con identidad propia- que, al no ubicarse en el nivel individual, altera las basesmismas del supuesto individualista y obliga a considerar formas ms densas y complejas deintegracin poltica.

    9 Sobre lo segundo, los tericos multiculturalistas buscan asumir a la heterogeneidad decreencias, valores y disposiciones culturales propia de las sociedades contemporneas comoun problema ya no estrictamente privado -como lo querra la concepcin liberal clsica- sinoque como una cuestin necesaria de ser abordada en el plano poltico-pblico. El balance, eneste sentido, es que resulta completamente insuficiente para la evaluacin de la calidad de unrgimen democrtico el que ste garantice, de modo abstracto, la diversidad cultural de suentorno societal, si es que esta diversidad no se expresa en el plano efectivo de la distribucinde competencias polticas.5

    10 Combinando ambas cuestiones, lo que emerge como problema privilegiado para lasperspectivas multiculturalistas es la pregunta acerca de las condiciones que vuelven posiblela tematizacin de una idea que, en principio, emerge en oposicin a los principios liberalesbajo los cuales se asume la ciudadana democrtica: la idea de una ciudadana diferenciada.De qu manera es posible, mantenindose dentro de las coordenadas del pensamiento polticoliberal, operativizar esta idea? Lo cierto es que, en el nivel en que quiera verse, y tal comoapunta Rodrguez (2003: 178), el avance de las demandas multiculturales ha significado,ms all de otras transformaciones significativas, la puesta en discusin de los fundamentosconstitucionales de las democracias contemporneas.Y ello por cuanto, como he queridosealar aqu, lo que se encuentra en juego en este tipo de demandas es la impugnacin de

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 4

    Polis, 31 | 2012

    la propia base individual sobre la que stas han erigido sus dinmicas de accin y susmecanismos de integracin, de la misma forma como su prototpica estrategia inclusiva de laigualacin antes que la diferenciacin.

    11 Dentro de este espacio de reflexiones, la propuesta multiculturalista del terico poltico WillKymlicka destaca por el profundo efecto que su obra ha generado en el campo no slo dela ciencia poltica contempornea sino que tambin de las ciencias sociales en general. ParaKymlicka, la heterogeneidad de disposiciones e identidades culturales ha de ser concebidacomo un dato que necesariamente debe considerarse en sus efectos sobre el orden polticode las democracias liberales contemporneas. La profunda densidad y diversidad tnica,nacional y religiosa a la que la casi totalidad de los estados democrtico-liberales se venenfrentados constituye, en este sentido, un indicador de heterogeneidad frente a la cualla ya tradicional respuesta universalista del liberalismo se percibe como una disposicincompletamente insuficiente a la hora de evaluar las posibilidades de construccin de rdenespolticos estables e integradores de la diferencia.6

    12 El problema hacia donde Kymlicka apunta sus reflexiones es claro: de lo que se trata es dehacer compatibles aquellos principios universales que definen a la tradicin liberal -derechoshumanos, libertad individual, democracia y justicia- con el reconocimiento de la existencia deuna heterogeneidad cultural que impide que dichos principios universales sean operativizadosde manera genrica apelando nicamente al fundamento individual. En sus palabras unateora liberal de los derechos de las minoras debe explicar cmo coexisten los derechos delas minoras con los derechos humanos, y tambin cmo los derechos de las minoras estnlimitados por los principios de libertad individual, democracia y justicia social (Kymlicka,1996: 19).

    13 Esta necesidad de tematizar la existencia de identidades colectivas no coincidentes conla cultura mayoritaria de un espacio poltico determinado remite, en primer lugar, a unacuestin de sobrevivencia de la propia estatalidad. Y es que, a juicio de Kymlicka losestados multinacionales no pueden sobrevivir a menos que sus diversos grupos nacionalesmantengan su lealtad a la comunidad poltica ms amplia en la que estn integrados y con laque cohabitan7 (Ibid: 29). Al ser la no coincidencia entre Estado y nacin ms una normaque una excepcin, la bsqueda por hacerlos coincidentes bien puede constituirse en unaoperacin autodestructiva para la propia convivencia poltica y la supervivencia del Estadodemocrtico y, por otro lado, fcilmente puede devenir en la negacin fctica de los derechosfundamentales de aquellos individuos que forman parte de las identidades minoritarias. Endefinitiva, la necesidad de asumir la cuestin multicultural -con todas las consecuencias quesobre la axiomtica liberal genera- resulta un imperativo no slo en trminos de la procuracinde justicia hacia los grupos culturales que no forman parte de la cultura dominante sinoque tambin en trminos de la necesaria preocupacin por la estabilidad de las democraciascontemporneas (Kymlicka 2002).

    14 Ahora bien, para comprender el alcance de la propuesta de ciudadana multiculturaldesarrollada por Kymlicka es necesario hacer una breve referencia a la naturaleza especficade su objeto de preocupacin. Para este autor, la categora de ciudadana multiculturalalude en primer lugar a la comprensin de una ciudadana desligada, de una vez y parasiempre, de cualquier alusin que la haga coincidente a un ethnos de anclaje nacional.8 Sinembargo, y es en este punto donde se encuentra gran parte de la especificidad de esta propuesta,ello no implica suponer al ethnos ni a la nacin misma como factores que no intervienenen la configuracin del orden poltico, ni menos aun como resabios necesarios de expulsardefinitivamente del debate politolgico. Por el contrario, la nacin entendida como unafuente efectiva de produccin de identidades, como espacio de socializacin y como matrizcultural de solidaridad colectiva, constituye una realidad a ser considerada en sus efectos sobrela constitucin de identidades colectivas.

    15 Si la cuestin de la nacionalidad sigue siendo un factor poltico en un mundo en el quese asume que nacin y ciudadana ya no pueden ser vistos como espacios coincidentesentre s, el reto multiculturalista consiste justamente en lograr que aquellas identidadesnacionales y tnicas minoritarias logren persistir en su especificidad como fuentes de

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 5

    Polis, 31 | 2012

    socializacin colectivas, conviviendo con las culturas mayoritarias existentes en cualquierespacio poltico-estatal. La ciudadana multicultural, as, remite a la idea de identidadesculturales colectivas que, heterogneas respecto a la cultura nacional dominante, logran lascondiciones para la reproduccin de su especificidad, al mismo tiempo que participan deun espacio de solidaridad poltica comn que los iguala con el resto de los miembros delcuerpo poltico. En definitiva, una conjuncin entre unidad y diferencia o, en otras palabras,pertenencia e identificacin en un cuerpo poltico comn por parte de colectivos heterogneosen trminos culturales.

    16 De la comprensin de las identidades culturales como una categora esencialmente colectivase deduce claramente la pertinencia que la perspectiva multiculturalista ve en la reivindicacinde derechos diferenciados en funcin del grupo, reivindicacin hasta hace poco impensadapara una perspectiva que asume inequvocamente su carcter liberal. Dicha reivindicacin, sinembargo, no se asume como antagnica respecto a la primaca de los derechos individuales,toda vez que, como seala el propio Kymlicka, la identidad cultural ha de ser entendidacomo un anclaje para la propia autoidentificacin individual, esto es, como una condicin queposibilita la constitucin de la idea de individuo.

    17 Para establecer el alcance de la propuesta multicultural en relacin al tpico de los derechoscolectivos, es preciso dar cuenta de la distincin que Kymlicka propone entre dos tipos dederechos necesarios de ser claramente distinguidos entre si: en primer lugar, se encuentranlas as llamadas protecciones externas, esto es, el derecho que cada grupo tiene a quese aseguren, por parte del Estado, las condiciones para su autoconservacin.9 En segundolugar, se encuentra el derecho a las restricciones internas, es decir, el derecho a que cadagrupo establezca libremente las condiciones internas de su propio funcionamiento. Pues bien,la necesidad de hacer compatibles los aspectos constitutivos de una cultura poltica liberalcon el derecho a la autoconservacin de cada una de las identidades colectivas que formanparte del tejido socio-cultural de un contexto determinado obliga a que las restriccionesinternas no sean parte de la agenda multiculturalista. Y es que, como advierte el propioKymlicka (1996) algunos grupos tnicos y nacionales son profundamente iliberales y msbien procuran eliminar, en vez de apoyar, la libertad de sus miembros. En estas circunstancias,acceder a las exigencias de los grupos minoritarios puede desencadenar flagrantes violacionesa las libertades ms bsicas de los individuos (Ibid: 111) cualquier forma de derechosdiferenciados en funcin del grupo que restrinja las libertades civiles de los miembros delgrupo es incoherente con los principios liberales de libertad y justicia10 (Ibid: 227),

    18 De esta distincin se deduce, como clara consecuencia, que los derechos de las minoras yla consecuente proteccin jurdico-poltica de su especificidad cultural -tanto frente a las otrasminoras como frente a la cultura mayoritaria- se encuentran sometidos al primado de losprincipios liberales. Slo as, contina el argumento, es posible afirmar que los derechos delas minoras no slo son consistentes con la libertad individual, sino que en realidad puedenfomentarla (Ibid: 11).

    19 Ahora bien, y pese a esta explcita argumentacin en torno a la naturaleza liberal de lapropuesta multiculturalista, no han sido escasas las objeciones a esta articulacin entre eluniversalismo e individualismo caractersticos del paradigma liberal y la defensa activa deuna ciudadana diferenciada que asuma la existencia de identidades culturales colectivas comoun factor a considerar en la produccin de la institucionalidad poltico-democrtica. ParaGiovanni Sartori, uno de los ms enrgicos crticos a la perspectiva multiculturalista, el hechode que la crisis de la comprensin del Estado-nacin como un espacio homogneo desde el cualpensar la poltica democrtica sea un hecho inobjetable no contiene la deduccin necesariade que la idea misma de estatalidad liberal se encuentre en crisis, como pareciera suponerloel anlisis multiculturalista. En sus palabras Si el Estado-nacin est en crisis, de ah no sededuce que el Estado en s y por s est en crisis. Las dos cosas -Estado y nacin- no sobreviveny caen juntas [] El destino del ciudadano igual no depende de la naturaleza nacional o nodel Estado, sino de la estructura liberal-constitucional o no del Estado (Sartori 2001: 99-100).Si la estructura liberal-constitucional de un Estado democrtico se funda en el pluralismo (esdecir, en el reconocimiento de su inscripcin en un marco social con pertenencias mltiples),

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 6

    Polis, 31 | 2012

    y si dicho pluralismo se encuentra lo suficientemente resguardado por un Estado neutral (que,a la vez, opera con una estructura que se funda en el principio de la naturaleza general de laley), difcilmente ser posible la existencia de identidades culturales que vean sus derechosde ciudadana menoscabados frente a alguna cultura dominante. Un buen estado liberal-democrtico, concluye Sartori, es condicin suficiente para la defensa de los derechos decualquier minora, sea esta poltica, socioeconmica o cultural, sin necesidad de un suplementojurdico-poltico como el propuesto por la perspectiva multiculturalista. Y si esta condicin secumple o no dentro de un espacio nacional, es un tema totalmente secundario, irrelevantea juicio de este autor.

    20 Claramente, el argumento de Sartori cobra sentido si se asume el vnculo entre Estadoliberal y nacin como una articulacin contingente propia del contexto de emergencia de lamodernidad poltica. Slo as es que puede asumirse que, aun sin la idea de nacin operandocomo un organizador potente de la vida poltico-estatal, los principios constitucionales delliberalismo pueden seguir siendo plenamente operativos. Curiosamente, entonces, frente ala crisis del estado-nacin bajo el cual se organiz el constitucionalismo liberal, el propioliberalismo responde con una operacin de desmarcaje respecto a esta forma histrica,colocando nuevamente al centro de su argumento los principios abstractos bajo los cualesste se organiza. Y con ello, como consecuencia, el multiculturalismo y su poltica delreconocimiento de las minoras nacionales emerge como una propuesta excesiva respectoa los propios principios liberales.

    21 Lo que subyace a esta aclaracin planteada por Sartori es la tesis segn la cual, contra loque inicialmente pudiera suponerse como el principal aporte del multiculturalismo, este tipode enfoques finalmente constituyen una negacin del pluralismo propio de las democraciasliberales, al proyectar la imagen de la sociedad ya no como un conjunto plural sino quecomo un conglomerado de subgrupos cerrados y homogneos sin vinculaciones entre s. Lasconsecuencias polticas deducibles de la apuesta multicultural, en este sentido, no slo seencontraran lejos de ser compatibles con los principios de una democracia constitucional,sino que constituiran una amenaza para el buen resguardo de los propios principios liberalesque se intentan sostener, tal y como lo seala Etienne Tassin en coincidencia con elargumento de Sartori: el respeto de las pertenencias individuales es una condicin de lavida pblica, sin la cual el espacio pblico no tendra ya ningn sentido; pero la promocinde las identidades comunitarias a ttulo de una poltica constituye por el contrario unaamenaza para el espacio pblico, ya que viene a contradecir el principio mismo del vivirjuntos (Tassin 1999: 64). Por lo dems, y como recalca Sartori, el derecho a la diferenciapromovido por los multiculturalistas no aplicara para las diferencias al interior mismo de losespacios culturales que se intentan defender, toda vez que stos constituyen [] asociacionesinvoluntarias que [] nos obligan dado que hemos nacido dentro de ellas y las llevamospegadas a la espalda (Sartori 2001: 124).11

    22 En definitiva, el tenor de las crticas al multiculturalismo provenientes del propio liberalismose dirige por la ruta de 1) negar el carcter liberal de la propuesta multicultural y 2)alertar de los peligros que el incentivo a la diferencia multicultural tiene sobre la estabilidadde las democracias liberales. El reconocimiento de desigualdades que impiden el libredesarrollo de los derechos individuales y ciudadanos, as, no sera argumento para incentivar laconsolidacin de identidades diferenciadas que en ltima instancia niegan el principio bsicode la igualdad liberal y ponen en peligro la estabilidad de un orden constitucional fundado enla generalidad de la ley y en la imparcialidad en la aplicacin de la justicia.12

    II23 Constituye la propuesta multiculturalista un peligro para la permanencia de los principios

    liberales?, es posible suponer que, tras el reconocimiento de la diferencia y la particularidadpropia de unidades culturales que impugnan el universalismo abstracto de las democraciasliberales, reside el peligro del xodo y del desmembramiento de los estados constitucionales?Contrastada con las formas universalistas-abstractas por medio de las cuales se piensa larelacin entre ciudadana y democracia, la demanda multicultural efectivamente abre un hiato,

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 7

    Polis, 31 | 2012

    genera una fractura de la relacin entre la condicin universal del ciudadano y la realidad delindividuo, principio bsico y depositario de los derechos promovidos por el liberalismo. Laexigencia al Estado-nacin de reconocimiento de una identidad que ya no es la del individuopero que al mismo tiempo no es la del ciudadano abstracto sino que de un ciudadano alocadoen un espacio cultural particular, deviene por lo tanto en un impasse para el universalismoliberal digno de ser considerado.

    24 Y sin embargo, qu tan profundo es este impasse? Como he sealado pginas atrs, el peligrode que un orden poltico que integre la diferencia cultural genere consecuencias no deseadasque se traduzcan en la negacin de la propia diversidad y libertad que se desea promover es unacuestin respecto a la cual el multiculturalismo tiene una pronta respuesta. Tal como indiqual hacer referencia a la diferencia entre protecciones externas y restricciones internas, esel propio Kymlicka quien rechazara de manera tajante cualquier expresin de una diferenciaque, apelando al respeto a la autenticidad cultural, devenga en la negacin de los principiosliberales al interior de una unidad cultural determinada. Y es que, contra el argumento de suscrticos liberales, la propuesta multiculturalista se encuentra lejos de operar en los trminosde una celebracin de la diferencia que no considere como central la preocupacin porla estabilidad del orden poltico. En otras palabras: constituye una forma de universalismoque, al igual que los viejos nacionalismos, entiende las modalidades de vida particularesen su articulacin con el orden social universal y no en tensin con ste (Zizek, 1998).Obsrvese en este sentido la siguiente aclaracin del propio Kymlicka acerca de los lmitesde su propuesta de ciudadana multicultural: No basta con demostrar que, en principio, losderechos de las minoras son coherentes con la libertad y la justicia, sino que tambin es precisodeterminar si son coherentes con las necesidades a largo plazo de una democracia liberalestable, incluyendo la necesidad de una identidad cvica compartida que pueda mantener el altonivel de compromiso, acomodacin y sacrificio que las democracias requieren (Kymlicka,1996: 240).Esta necesidad de acotar el alcance del reclamo multicultural a todo aquello queno implique una poltica de la secesin, una amenaza para la estabilidad poltica o una violacinde los propios principios liberales resulta, a la vez que fundamental para la validacin de lascredenciales liberales del multiculturalismo, fuente de una serie de consecuencias de sumacomplejidad. Atender brevemente a dos de ellas.

    25 En primer lugar, es preciso interrogarse respecto a los alcances y lmites del programamulticulturalista. La clusula de la estabilidad puesta como un componente central endicho programa no significa otra cosa que la posibilidad de calificar como derecho a ladiferencia justamente aquello que puede ingresar en una relacin de equivalencia con loscomponentes caractersticos de la cultura dominante y del conjunto de culturas existentes enun determinado espacio sociopoltico. En otras palabras, si la tolerancia hacia lo diferentese instala como un principio ineludible para el multiculturalismo liberal, dicha toleranciapresentara como lmite precisamente aquello que pueda ser traducido. Slavoj Zizek, ensu crtica al programa multiculturalista, indica en este sentido que aquello que califica comoderecho a la diferencia no llega nunca a ser, para el programa multiculturalista, la sustanciamisma de la cultura en cuestin, es decir el otro real que habita en ella. En sus palabras:La tolerancia liberal excusa al otro folklrico, privado de su sustancia [] pero denunciaa cualquier otro real por su fundamentalismo, dado que el ncleo de la otredad est en laregulacin de su goce: el otro real es por definicin patriarcal, violento, jams es el otro dela sabidura etrea y las costumbres encantadoras (Zizek 1996: 157).

    26 En la operativizacin del programa multiculturalista, la necesidad de establecer una barrerainfranqueable entre las restricciones internas y las protecciones externas slo es posible desatisfacer estableciendo un criterio de discriminacin consistente en la aceptacin de aquellasdiferencias culturales que no generen efectos de dislocacin de los principios bajo los cualesse constituye un determinado orden poltico. Si bien razonable, esta condicin se vuelveproblemtica toda vez que resulta complejo establecer una separacin entre las condicionesexternas de supervivencia y desarrollo de una determinada cultural y sus condiciones internas,condiciones estas ltimas que difcilmente pueden verse exentas de la generacin de algntipo de restriccin a sus miembros.

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 8

    Polis, 31 | 2012

    27 Si el fundamento de la poltica multicultural reside en la consideracin de los espaciosculturales colectivos como espacios que enriquecen la interaccin social, y si estos seencuentran al mismo tiempo impedidos de establecer mecanismos de regulacin que restrinjanen mayor o menor medida la libertad de sus miembros, ello implica que existe un criterioexgeno que regula el desenvolvimiento interno de cada uno de estos espacios. Y ello es lo quenos conduce ahora al segundo problema que deseo resear ac, el cual se extrae de la discusinen torno al lugar desde el cual se discrimina la legitimidad o no de una determinada diferenciacultural. Puesto que todo buen multiculturalista reconocera que la identidad entre Estado ynacin no es ms que una ficcin necesaria de transparentar, surge la interrogante relativaa cul es el criterio y el agente para determinar la frontera a partir de la cual las demandasmulticulturales devienen en reclamos ilegtimos. El problema, claro est, es determinar culesson las diferencias aceptables y cules no. Si el Estado-nacin ya no es un espacio legtimo,desde dnde hacer operativa la distincin?

    28 Benjamn Arditi, atendiendo a lo que denomina como las polticas de la diferencia, sealaque toda delimitacin de los lmites aceptables supone un tercer agente, un otro capaz deestablecer el lmite ms all del cual la diferencia se torna un peligro para la estabilidad delcuerpo poltico. El problema es que, en ausencia de un referente as, cualquier juicio respectoa diferencias aceptables est abierto a discusin, y todo el mundo sabe lo difcil que es predecirel destino de las reclamaciones de derechos una vez que comienzan a rodar los datos de unaguerra de las interpretaciones en el sistema judicial o en el discurso del sentido comn de laopinin pblica (Arditi 2000b: 36). Pues bien, es ste el caso de la poltica multiculturalista?

    29 La situacin descrita por Arditi refiere a un contexto en el cual existen diferencias heterogneasque no cuentan con un tercer agente capaz de dirimir las mltiples fuentes eventuales deconflictividad que pudieran surgir del despliegue de cada una de estas diferencias. En elcaso de la poltica multiculturalista, el escenario desde el cual se piensan las diferencias, porel contrario, es un escenario en el cual no es la diferencia de un conjunto de particularesheterogneos entre s lo que est en juego, sino que ms bien un conjunto homogneode diferencias particulares vinculadas en torno a un elemento que las articula. Atendamosa la siguiente afirmacin de Zizek acerca de lo que constituira el carcter racista delmulticulturalismo: El multiculturalismo es un racismo que vaca su propia posicin de todocontenido positivo (el multiculturalista no es un racista directo; no le opone al Otro losvalores particulares de su propia cultura); sin embargo, retiene su posicin de puntode universalidad vacoy privilegiado, desde el cual se pueden apreciar (y depreciar)adecuadamente las otras culturas particulares; el respeto multiculturalista a la especificidaddel otro es la forma de afirmar la propia superioridad (Zizek 2001: 235).

    30 Pues bien, este tercer agente ha de ubicarse precisamente en la gestin de lamulticulturalidad, aquella universalidad vaca de contenido particular que se ubica sobretodas las diferencias. En otros trminos, una diferencia que no es tal, una diferencia que seerige como condicin de posibilidad de las diferencias, una diferencia que borra la huellade su naturaleza particular.

    Conclusiones31 La complejizacin de las sociedades contemporneas ha abierto un hiato en las definiciones

    liberales clsicas acerca de la ciudadana y lo pblico, fundadas todas ellas en la primacadel principio igualitario entendido como el fundamento de la conversin del individuo enciudadano. El espacio pblico, entendido, como un campo en ltima instancia homogneo,configurado por ciudadanos con iguales derechos y que, idealmente, despliegan sus diferenciassobre la base de una matriz sociocultural de base, se ve alterado as por el reconocimiento dela existencia de densidades culturales heterogneas que rompen la relacin entre individuo yciudadano.

    32 Para la poltica multiculturalista, por consecuencia, la operacin de homogeneizacin de unespacio pblico habitado por ciudadanos libres e iguales constituye una ficcin que noda cuenta de la diversidad cultural, expresada en formas heterogneas de acceso al espaciopblico y de configuracin de ciudadana. La publicidad multicultural, en este sentido, pasara

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 9

    Polis, 31 | 2012

    a ser entendida como un espacio de convivencia entre heterogneos, un espacio signado porcolectividades que no borran la huella de su origen cultural diverso.

    33 Y sin embargo, cul es la profundidad de dicha diversidad expresada en el espacio pblicocuya configuracin reclama la perspectiva multiculturalista? En este trabajo, he queridodestacar las limitantes configuradas en la idea de ciudadana multicultural y diferenciada,destacando que su condicin de posibilidad, necesariamente, opera sobre la base de larestitucin de los principios liberales de neutralizacin de la diferencia y de la consecuenteconfiguracin de un sentido unvoco de lo pblico, sentido sin el cual la propia diversidadcultural no puede expresarse.

    Bibliografa

    Arditi, Benjamn (2005), El devenir-otro de la poltica. Un archipilago liberal, en Democracia post-liberal? El espacio poltico de las asociaciones, Benjamn Arditi (ed.), Anthropos, Barcelona.

    -Idem (2000a), Soberana Light y mbitos polticos supranacionales, en Perfiles latinoamericanos17,Revista de la FLACSO Mxico, Mxico D.F.

    -Idem (ed). (2000b), El reverso de la diferencia. Identidad y poltica, Nueva sociedad, Caracas.

    Baylis, John y Steve Smith (2005), The Globalization of World Politics, Oxford University Press, Oxford.

    Daz, Rodrigo (2003), Anomalas y arrogancias de las identidades colectivas, enGustavo Leyvacoord., Poltica, identidad y narracin, UAM-Porra, Mxico D.F.

    Giddens, Anthony (1993), Consecuencias de la modernidad, Alianza, Madrid.

    Habermas, Jrgen (1999), El Estado nacional europeo. Sobre el pasado y el futuro de la soberana y dela ciudadana, en La inclusin del otro. Estudios de teora poltica, Paids, Barcelona.

    Holsti, K.J., (2000), Taming the Sovereigns. Institutional Change in International Politics, CambridgeUniversity Press, Cambridge.

    Kymlicka, Will (1996), Ciudadana multicultural. Una teora liberal de los derechos de las minoras,Paids, Barcelona.

    -Idem (2002), El nuevo debate sobre los derechos de las minoras, en Ferran Requejo coord.,Democracia y pluralismo nacional, Ariel, Barcelona.

    Leyva, Gustavo coord. (2003), Poltica, identidad y narracin, UAM-Porra, Mxico D.F.

    Lpez, Magdalena, y Gloria Zafra (2006), Las mujeres indgenas desde el gnero en Oaxaca, enOaxaca. Poblacin Siglo XXI, ao 6, nm. 17, Oaxaca.

    Miz, Ramn y William Safran coords. (2002), Identidad y autogobierno en sociedades multiculturales,Ariel, Barcelona.

    Negri, Antonio (2004), Guas. Cinco lecciones en torno a Imperio, Paids, Barcelona.

    Rodrguez, Jess (2003), El desafo multicultural: el uso poltico de la identidad, enGustavo Leyvacoord., Poltica, identidad y narracin, UAM-Porra, Mxico D.F.

    Rubio, Jos (2007), Teora crtica de la ciudadana democrtica, Trotta,Madrid.

    Sartori, Giovanni (2001), La sociedad multitnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Taurus,Madrid.

    Tassin, Etienne (1999), Identidad, ciudadana y comunidad poltica: Qu es un sujeto poltico, enHugo Quiroga et. al eds., Filosofas de la ciudadana. Sujeto poltico y democracia, Homo Sapiens,Rosario.

    Zizek, Slavoj (2001), El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontologa poltica, Paids, Buenos Aires.

    -Idem (1998), El multiculturalismo o la lgica cultural del capitalismo multinacional,en FredericJameson y Slavoj Zizek, Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo., Paids, BuenosAires.

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 10

    Polis, 31 | 2012

    Notas

    1 Sobre la relacin entre globalizacin y Estado-nacin existe una bullente discusin en el campodisciplinario de las relaciones internacionales. Algunas de las reflexiones ms destacadas al respectopueden verse expuestas en Baylis y Smith eds., 2005; Holsti, 2000.2 As, por ejemplo, Antonio Negri (2004) percibe posiciones favorables y desfavorables acerca delimpacto que la globalizacin manifiesta sobre el proceso democrtico tanto en sectores polticos deizquierda como de derecha. Neoliberales y progresistas liberales, por un lado, asumiran una posicinfavorable al impacto de la globalizacin atendiendo a la liberacin de las ataduras econmicas estado-cntricas, los primeros, y a la apertura de un renovado cosmopolitismo liberal, los segundos; por otrolado, existiran posiciones de izquierda que perciben el peligro de la erosin definitiva de la potenciapoltica ciudadana como efecto del debilitamiento de las estructuras estatales, por una parte, y posicionesde derecha temerosas de los efectos desestabilizadores que la difuminacin de los contornos nacionalestraeran consigo.3 Segn concluye el propio Arditi, este ensanchamiento hacia fuera de la poltica contempornea implicael reconocimiento de la emergencia de un escenario post-liberal. En sus palabras: El crecimiento haciaafuera de la poltica ha debilitado el marco de contencin territorial de la poltica liberal democrtica. Eneste sentido, la mera existencia de los nuevos lugares supranacionales es un indicador de un escenarioposliberal de la poltica, o al menos de un formato de intercambio poltico que no se ajusta demasiado alas coordenadas habituales del pensamiento liberal (Arditi 2000: 64).4 Para una reflexin acerca de los efectos que sobre el uso tradicional del concepto de ciudadana hatenido la creciente utilizacin de la globalizacin como un indicador de transformacin de las categorassociopolticas, vase Rubio 2007.5 Para ilustrar esta objecin a la distincin de esferas propia del liberalismo tradicional, basta con referiral ejemplo referido por Zizek (1998: 164) sobre el debate en torno a la presencia de homosexuales enla armada norteamericana generado durante la administracin de Bill Clinton. La solucin al conflictosuscitado por el debate entre quienes intentaban vetar la presencia de homosexuales en dicha rama de lasFFAA norteamericanas, y quienes apelaban al derecho a la diversidad de opciones sexuales pas por laimposicin de la consigna No pregunte, no diga, con lo cual, pese a aceptarse de manera implcita lapresencia de homosexuales en la Armada, sta se poda hacer efectiva a condicin de la censura bsicade su identidad.6 Por nacin, Kymlicka (1996: 26) entiende lo siguiente: una comunidad histrica, ms o menoscompleta institucionalmente, que ocupa un territorio o una tierra natal determinada y que comparteunas lengua y una cultura diferenciada. Esta comprensin de la nacin como un trmino anlogo alos de pueblo y cultura sita el problema de la multiculturalidad en trminos casi exclusivamentenacionales, es decir, de convivencia de distintas culturas en un mismo espacio soberano. A esteproblema se le agrega, como un asunto de menor relevancia, el problema de los estados politnicos,diferenciados de los estados multinacionales por una muy cuestionable alusin a la naturaleza nooriginaria de estos grupos (lase inmigrantes, fundamentalmente).7 Similar es el diagnstico, desde una perspectiva distinta, que ofrece Habermas (1999: 95) sobre esto:Las sociedades multiculturales slo pueden seguir cohesionadas por medio de una cultura poltica asacrisolada si la democracia no se presenta slo en la forma liberal de los derechos de libertad y departicipacin poltica, sino tambin por medio del disfrute profano de los derechos sociales y culturales.8 Sobre esto el argumento de Kimlycka es claro y no requiere mayor abundamiento: Debemos distinguirel patriotismo, el sentimiento de lealtad a un Estado, de la identidad nacional, el sentido de pertenenciaa un grupo nacional (1996: 29).9 Dentro de este tipo de protecciones, Kymlicka (1996) sita a los derechos de autogobierno, los derechospolitnicos y los derechos especiales de representacin los cuales, aislados o combinados, devienen enla produccin de derechos polticos especiales a los grupos en cuestin.10 Un claro ejemplo de la alusin de Kymlicka puede encontrarse en la negativa a la participacin demujeres en un porcentaje cercano al 20% de los gobiernos locales del Estado mexicano de Oaxaca quese rigen bajo el sistema de usos y costumbres. Siguiendo la perspectiva multiculturalista de Kymlicka,no sera propio de un proyecto de ciudadana diferenciada el permitir que, bajo el argumento de lalibre determinacin cultural, una determinada agrupacin procediera al establecimiento de restriccionesinternas que violan los principios liberales, tal como se ilustrara en este caso. Sobre este tema, vaseLpez y Zafra, 2006.11 Y ello, con el agregado de que en nombre del respeto a las diferencias, la posibilidad de la crticay la impugnacin racional quedan bloqueadas. Daz (2003: 315) lo plantea en los siguientes trminos:Cuando la idea de autenticidad cultural se coloca como el emblema del centro activo al que se aspira y enel que se quiere participar, muchas reivindicaciones de la distincin y la identidad sucumben en la raznarrogante. Con otras palabras, que las creencias, prcticas, valores y normas de las culturas dominadasson incuestionables, inmunes a la crtica, merecedoras de una validez a priori.

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 11

    Polis, 31 | 2012

    12 Interesante en este sentido resulta la distincin que el propio Sartori (2001: 98) desarrolla entre lasacciones afirmativas y la poltica multicultural. Si ambas tienen en comn el partir de una situacin dedesigualdad inicial, en el primer caso el tratamiento desigual persigue resultados iguales, mientras queen el caso del multiculturalismo los tratos desiguales se proponen crear resultados desiguales.

    Para citar este artculo

    Referencia electrnica

    Carlos DurnMigliardi, Multiculturalismo, publicidad y ciudadana, Polis [En lnea], 31|2012,Publicado el 12 diciembre 2012, consultado el 10 abril 2015. URL: http://polis.revues.org/3661;DOI: 10.4000/polis.3661

    Autor

    Carlos DurnMigliardiUniversidad Diego Portales, Santiago, Chile. Email: [email protected]

    Derechos de autor

    Polis

    Resmenes

    El multiculturalismo, junto con ser una categora indicativa de un determinado estado dediversidad caracterstico de sociedades complejas en donde orden social y subjetividadse manifiestan como realidades escindidas, constituye a su vez una forma de asumir laconfiguracin de lo pblico y de la ciudadana de manera distinta a los principios liberal-individualistas clsicos. En este sentido, la poltica multiculturalista se constituye comouna apuesta por superar la ficcin liberal de la homogeneidad que destaca la diferenciade patrones culturales como un elemento fundamental en la configuracin de un espaciopblico democrtico abierto a la diversidad. Este trabajo intenta concentrarse justamente enlos alcances y lmites de esta relacin entre publicidad y diferencia sostenida por la polticamulticulturalista.

    Multiculturalisme, publicit et citoyennetLe multiculturalisme, tout en tant une catgorie indicative dun tat dtermin de diversitcaractristique des socits complexes au sein desquelles lordre social et la subjectivitse manifestent tels des ralits diffrencies, constitue la fois une manire dassumer laconfiguration de la dimension publique et de la citoyennet de manire distincte aux principeslibraux-individualistes classiques. Dans ce sens, la politique multiculturaliste se constituecomme un dfi afin de surmonter la fiction librale de lhomognit qui souligne ladiffrence des patrons culturels comme un lment fondamental au sein de la configurationdun espace public dmocratique ouvert la diversit. Ce travail se penche prcisment surla porte et les limites de cette relation entre publicit et diffrence soutenue par la politiquemulticulturaliste.

    Multiculturalism, advertising and citizenshipMulticulturalism, along with being a category indicating a particular state of diversitycharacteristic of complex societies in which social order and subjectivity manifests as splitrealities, is itself a way to assume the configuration of the public realm and citizenshipdifferently from liberal-individualist classical principles. In this sense, the multiculturalistpolicy was established as a bid to overcome the liberal fiction of homogeneity that highlightsthe difference of cultural patterns as a key element in the configuration of a democratic public

  • Multiculturalismo, publicidad y ciudadana 12

    Polis, 31 | 2012

    space open to diversity. This paper attempts to focus precisely on the scope and limitations ofthis relationship between the public realm and difference, sustained by multiculturalist policy.

    Multiculturalismo, publicidade e cidadaniaO multiculturalismo, alm de ser uma categoria indicativa de um certo estado de diversidadecaracterstica das sociedades complexas em que as realidades sociais e subjetivas aparecemcomo diviso, por sua vez uma forma de assumir a configurao do pblico e da cidadaniade forma diferente dos principos clssicos liberal-individualistas. Neste sentido, a polticade multiculturalismo foi estabelecida como uma tentativa de superar a fico liberal dahomogeneidade que destaca a diferena nos padres culturais como elemento-chave naformao de um espao pblico democrtico aberto diversidade. Este trabalho pretendefocar-se com preciso sobre o alcance e os limites dessa relao entre publicidade e diferenaapoiada pela poltica multicultural.

    Entradas del ndice

    Palabras claves :dmocratie, multiculturalisme, citoyennetKeywords :multiculturalism, democracy, citizenshipPalabras claves :Multiculturalismo, democracia, ciudadanaPalavras-chaves :democracia, multiculturalismo e cidadania

    Notas de la redaccin Recibido: 09.09.2011 Aceptado: 11.03.2012