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Dueñas A finales de la Edad Media y en la Edad Moderna Arturo Caballero Bastardo 1 ASPECTOS DE LA VIDA COTIDIANA EN DUEÑAS EN LAS EDADES MEDIA Y MODERNA Arturo Caballero Bastardo

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Conferencia sobre el urbanismo y la vida municipal de Dueñas

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DueñasA finales de la Edad Media y en la Edad Moderna

Arturo Caballero Bastardo 1

ASPECTOS DE LA VIDA COTIDIANA EN DUEÑAS

EN LAS EDADES MEDIA Y MODERNA

Arturo Caballero Bastardo

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REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA Y DOCUMENTALEl texto parte de la obra Arturo Caballero Bastardo y

Fernando Caballero Chacón: El libro de Dueñas. Palencia, 1987. Una parte sustancial se volvió a redactar para la conferencia que impartí en octubre de 2003 en el C.P. Isabel la Católica de Dueñas en un curso de formación del profesorado; también hay aspectos tomados de la introducción al catálogo de la exposición que comisarié Ecos de un reinado. Isabel la Católica y Palencia. Dueñas, Iglesia de Santa María y Centro Cultural Provincial, Palencia, verano y otoño de 2004. Lo he vuelto a revisar y he añadido algunos otros aspectos y las fotografías e ilustraciones.

Las fotografías que acompañan este texto son obra del autor. El mapa está sacado de Joan Blaeu, Atlas Maior, publicado en Ámsterdam en 1665; Tomás López, Mapa de la provincia de Palencia, 1782 y Google maps. Las ilustraciones están tomadas de la obra de Georg Braun y Franz Hogenberg Civitatis Orbis Terrarum (1572-1617) cuyos grabados corrieron a cargo, en su mayoría, de Georg Hoefnagel, uno de cuyos ejemplares se encuentra en la Biblioteca Universitaria de San Cruz de Valladolid, que es el utilizado. Muchas de ellas no pertenecen a España pero aportan una ambientación visual pertinente a los asuntos tratados.

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ASPECTOS DE LA VIDA COTIDIANA EN DUEÑAS

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DUEÑAS EN LOS TEXTOS

El sábado (febrero 1501), después de haber pasado seis leguas, llegaron por la noche a Dueñas ciudad de la grandeza de Alost, situada sobre dicho río del Pisuerga, bien pavimentada y amurallada, perteneciente al conde de Buendía. En la bellísima iglesia de esa población yacen los predecesores de dicho conde y cuelgan allí muchas enseñas, pendones y banderas conquistadas por ellos a los moros. Allí estuvieron el domingo.Antonio de Lalaing, Primer viaje de Felipe el Hermoso.

(El 29 de agosto de 1527 fuimos a) Dueñas, que está a cuatro (leguas) de Cabezón; al salir de esta villa se pasa el Pisuerga por un puente de piedra. Dueñas es buen lugar, situado en tierra apacible sobre el Pisuerga. Andrea Navagero. Viaje por España.

Su majestad (Felipe II) fue en Dueñas muy bien recibido del conde de Buendía, su sumiller de corps, y le hizo el gasto los tres días en los cuales fue a visitar una abadía, llamada San Isidoro, de la orden de San Benito, que está en la dicha ribera del Pisuerga. un poco más arriba donde el río Carrión entra en él, en lugar bien placentero y comarca de mucha caza y pesca.

Dueñas es villa de hasta mil y quinientos vecinos, cabeza del Estado del conde de Buendía. Está asentada en un otero muy alto en la misma ribera occidental del río, donde se descubre mucha tierra río arriba y abajo. Tiene una buena puente de piedra. y al lado izquierdo. en un cerro bien alto, una fortaleza. La

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comarca es de muchos bosques, por lo cual hay infinita caza, y por razón de las riberas, abundancia de pesca. También tiene mucho pan y algunos vinos tintos.Enrique Cock. La jornada de Tarazona.

Seis leguas de Valladolid, faldas de un cerro está asentada la villa de Dueñas, patria de doña Isabel, hija de los Reyes Católicos: Reyna que fue de Portugal, con fuertes muros, tres puertas, y castillo, orillas del famoso Pisuerga, habitada por cuatrocientos vecinos, y nobleza, una parroquia, un convento de Frayles Agustinos, buen Hospital, seis Ermitas, fértil de pan, vino, frutas, cazas, aves, ganados y pesca: hace por armas las de los Padillas, Adelantados Mayores de Castilla, Condes de Santa Gadea, en escudo (h)a en él tres padillas plateadas, a la orla nueve medias lunas del mismo color. Parece fundación de Celtas, y Griegos, pues ya en tiempos del Romano Emperio se dezía Eldana; con la invasión Sarracena, quedó desierta, y nuevamente la pobló, levantando su Fortaleza, el Rey don Alfonso Tercero de León año 904.Rodrigo Méndez Silva. Población General de España. 1645

La carretera que va a Cabezón tiene a la izquierda el Pisuerga y el canal; el río se cruza pronto, y luego el canal, en Dueñas. Aquí continúa la carretera de Burgos hasta Baños, donde se bifurca a Palencia a la izquierda. El ingeniero debiera examinar el canal en Dueñas; la obra fue completada en 1832 por Epifanio Esteban y por su magnificencia de ejecución y científica disposición haría honor incluso a Inglaterra. (...)Los bailes -semejantes a nuestras «Morris Dances»- de los campesinos de Dueñas son una combinación de la Pyrrhica Saltatio de los romanos y el Tripudium de los iberos; aquí vimos un domingo una contradanza realizada por ocho hombres con castañuelas en las manos y al son del pífano y el tambor, mientras un maestre de ceremonias vestido de colores festivos como un pantalón dirigía el rústico ballet; en torno se agrupaban payesas y aldeanas con corpiños ajustados, con pañuelos en la cabeza, con el pelo colgante por detrás cogido en trenzas, y el cuello cubierto de cuentas azules y de coral; los hombres recogían sus largos rizos con pañuelos rojos y bailaban en camisa, cuyas mangas estaban recogidas con lazos de cintas de colores diversos cruzadas también sobre le pecho y la espalda y mezcladas con escapularios y pequeñas estampas de santos; sus pantalones eran blancos y amplios como las bragas de los valencianos, a semejanza de quienes llevaban también alpargatas, o sea sandalias de cáñamo, atadas con cintas azules; las evoluciones de la danza eran muy complejas, y consistían en muchas vueltas, revueltas y saltos, e iban acompañadas con altos gritos de viva a cada cambio de figura.

Antes de salir de Dueñas súbase al castillo rectangular, en la cima de la colina cónica: la vista domina las Parameras sin árboles o Tierras de Campos; debajo, el Pisuerga ha abandonado sus antiguos lecho y puente, que ahora se levanta a seco. En la distancia se alza El Monte de Torozos, ahora casi desnudo, pero en otros tiempos cubierto de bosques. Los que desnudan de esta manera sus bosques garantizan a sus hijos escasez de madera y agua, escaseces estas que son las dos maldiciones gemelas de la España central.Richard Ford. Viaje por León y lectores en casa.

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Al dejar Valladolid se atraviesa una llanura inmensa y arenosa. No hay otro camino durante el espacio de seis leguas hasta Dueñas, pueblo pobladísimo, en el que se encuentra la posada más hermosa, la mejor y la más limpia que haya en España. A una legua de Dueñas se ve sobre el camino una hermosa casa de Benedictinos, pero está sin alrededores, sin jardines. Juan F. Peyron. Nuevo viaje a España en 1772-73

Siguiendo siempre al Pisuerga, y tras haber transpuesto dos cerros escarpados, se encuentran Quintana de la Puente, Torquemada y Magaz, donde el Arlanza une su caudal con el Arlanzón. Un poco más lejos, en las cercanías de Dueñas, estos dos ríos se unen al Pisuerga, y luego al Carrión. Juntos los cuatro, y con el nombre de Pisuerga, rodean Valladolid antes de ir a perderse en el Duero. Sin las arboledas que de cuando en cuando marcan el curso del Pisuerga. habría pocos paisajes tan tristes y monótonos como el que se extiende entre Villodrígo y Dueñas. Antes de coronar el cerro sobre el cual está situado el último de estos pueblos, se ve a la izquierda un gran convento de Benedictinos, llamado de San Isidro, situado enfrente de un camino nuevo, empezado en 1784 por el intendente de Palencia, y uno de los mejor construidos de Europa. Este camino, emprendido cuando el proyecto de hacer por fin practicable la carretera real de Francia sólo estaba esbozado fue construido a expensas de las localidades cercanas y podría ser tomado como modelo en otros países.Barón de Bourgoing. Un paseo por España. (1777-1795)

Dos leguas después de Cabezón se encuentra la Venta de Trigueros, donde se suele hacer medio día caminando de Valladolid á Palencia. Todo el territorio es la dilatada, y ancha vega por donde corre el Pisuerga. Desde la Venta á la Villa de Dueñas se cuentan dos leguas. Es bastante grande , y abundante, con una Parroquia, y Convento de Agustinos. Al salir de la Villa se ven á mano derecha dos puentes sobre Pisuerga para comodidad de los vecinos. A poca distancia en aquella ribera hay un Convento de Monges Benitos, y algo mas arriba se une el río Carrión con dicho Pisuerga, que ya trae incorporados al Arlanza y Arlanzón.

Desde Dueñas á Villamuriel se camina una larga legua, parte entre arboledas; antes, y despues de Dueñas quedan varios lugares á mano derecha, entre ellos San Martín de Barbeni, Valoria, Cevico de la Torre, Tariego, Baños, Santoria, y Calabazanos. Es muy desagradable ver los mas altos collados, que encierran la hermosa vega en todo este camino, tan pelados de árboles como están. La misma vega pudiera ser un Aranjuez , si se quisiera, en el espacio de las ocho leguas, que se reputan desde Valladolid á Palencia ,y aun más, si siguiéramos las vueltas que hacen los ríos, que en este intermedio se juntan. La calidad del terreno, y abundancia de aguas, dan proporción para quanto se quisiera de bello, frondoso, y útil. Antonio Ponz. Viage de España. 1787.

DUEÑAS, V. S. de España, provincia y obispado de Palencia, partido de Cerrato. A. M., de primera clase y otro ordinario. 885 vecinos, 2.738 habitantes, 1 convento de. frailes, 1 hospital, 1 parroquia, 1 pósito, 7 ermitas, buen caserío, caja de correos, Sito en la falda de un cerro, con piso desigual, dominado por un castillo antiguo arruinado, desde el cual se descubre una inmensa llanura

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y la vega, en la cual se juntan el río Carrión y el Pisuerga al Arlanza y Arlanzón, que llegan unidos. Entre dichos dos ríos hay un monasterio de Bernardos, rodeado de árboles, fuentes y huertas. Corre el expresado río Pisuerga bastante distante del puente que tenía a la inmediación del pueblo, que ha quedado en seco. Produce su término en grande abundancia granos y vinos, con algunas legumbres y fruta. La industria de sus habitantes se reduce a una fábrica de curtidos y a 5 ruedas de molino harinero.Sebastián de Miñano. Diccionario Geográfico de España. (1826-29)

DUEÑAS: v. con ayunt. en la prov., dióc. y part. Jud. de Palencia{2 leg.},aud. terr. y c. g. de Valladolid (5): SIT. en terreno desigual á la falda de una montaña que el canal de Castilla lame por el E.; Su clima es sano, y el más suave y delicioso de toda la prov. Tiene 550 casas de no muy buen exterior y de un solo piso la mayor parte; en los siglos XV. XVI, XVII Y XVIII, contaba 1,000 de aquellas, y una población más numerosa que la que en el día encierra; 2 plazas, una contigua á la igl., en la que se vende el pan, la carne, fruta y verdura; y otra junto á la casa municipal, cuyo edificio no presenta cosa alguna notable; una escuela de primeras letras dotada con 1.500 r. de los fondos de propios, además del corto estipendio que los concurrentes á ella dan al maestro; una igl. parro. (Sta. Maria) de arquitectura gótica , de 100 pies de long. y 60 de latitud, servida por un cura propio, 8 beneficiados, 2 capellanes, un sacristán y un organista; y por último un Conv. que fue, de Agustinos; En el término se encuentran 2 ermitas (Ntra. Sra. de los Remedios y Ntra. Sra. de Onecha), la primera sumamente pequeña y la otra bastante capaz y bien construida; el cementerio está cercano á la v. y al NO. de la misma; y á 1/2 leg. al N., en el parage donde se divide en dos brazos la calzada dc Valladolid, se halla el ex-monast. de San Isidro, de moderna fabricación, pero sólida; Confina el TÉRM. N. Calavazanos y Villamuriel; E. Cevico de la Torre; S. Trigueros, y O. con el monte llamado de Torozos; comprende varios caseríos, entre ellos el titulado del Aguachal, que perteneció al referido conv. de Agustinos, siendo hoy propiedad dc un particular. El TERRENO, por la parte NE., E. Y S. es llano y sobradamente feraz; descubriéndose por Iado el oriente, desde el pie de la falda en que está sit. la pobl. hasta los térm. de Cevico de la Torre, una dilatada y hermosisima vega en la que confluyen los ríos Carrión y Pisuerga; por el lado NO. solo ofrece un árido y estéril páramo antes de llegar al monte que dista 1/2 leg. larga; este que produce suficiente leña para consumo del vecindario, se halla enclavado en el referido de Torozos, confinando con el de Santa Cecilia de Alarcón y con el de Palencia; á la der. del camino de Valladolid, y casi 1 leg. dist., hay una deh. con su casita perteneciente al duque de Medinaceli; y finalmente, junto al expresado monast. de San Isidro, existe un grande cercado que el r. Pisuerga baña por el E., el cual encierra un soto donde se crían abundantísimas yerbas, un palomar, dos fuentes y muchas tierras de labor, tanto para cereales como para vinos, cuya finca correspondió á aquel conv. y ahora a un particular. Las aguas que bañan y fertilizan el terreno, son las de los r. Carrión y Pisuerga que se unen cerca de la v., y las del canal de Castilla que, antes de la confluencia de estos, sigue la orilla der. del primero, continuando luego la del segundo y dejándose ver algunas veces cerca de la calzada de Valladolid: sobre aquel hay un puente, y en este una mediana barca, con la cual los hab. cruzan al otro lado del r. , no sin bastante exposición y pérdida considerable de tiempo, á cultivar sus heredades y

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recoger los frutos. CAMINOS: todos son vecinales, á excepción de la carretera de Valladolid que pasa. por la pobl., y se divide, como se ha dicho arriba, en dos rama1es de los que, el uno conduce a Palencia y Santander, y el otro a Burgos, Vitoria y Francia. CORREOS y DILIGENCIAS: pasan por esta v. los correos de Valladolid á Palencia y Burgos, y también las diligencias que van a ésta y Santander. PROD.: trigo y vino que son las principales cosechas, y frutas muy sabrosas; cría ganados y caza de perdices, liebres, conejos, lobos, zorros y venados. IND. : la agrícola y dos molinos harineros; el uno de tres piedras sobre el Pisuerga, y el otro de ocho sobre el canal de Castilla. COMERCIO: el de telas y paños para el surtido de la pobl.; una fáb. de sombreros ordinarios; 3 confiterías y 5 tiendas de lienzo , azúcar, bacalao, pimiento y otros objetos de poca consideración. POBL.: 429 vec., 2,232 almo CAP. PROD.: 821.5011 rs. IMP.: 38,710. El presupuesto municipal asciende á 26.000 rs., y se cubre con los fondos de propios; el secretario de ayunt. está dotado con 1.800 rs.Pascual Madoz. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. 1845-1850.

Dueñas.- La mejor villa de la provincia, magníficamente situada al extremo S. de ella, casi en la confluencia de los grandes ríos Carrión y Pisuerga, y á cuyo pié pasan la vía férrea del Norte, la carretera y el canal de Castilla. Es notable por su deliciosa y rica campiña, por sus grandes huertas, por sus recuerdos y por sus cuevas que sirven de habitación á multitud de familias de jornaleros labradores. Sobre el cerro que la domina, se elevó un poderoso castillo.Ricardo Becerro de Bengoa. El libro de Palencia. 1874.

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CONDICIONANTES DEL CONJUNTO URBANO

Una ciudad es, siempre, la suma de factores diversos que ayudan a crear algo más que la mera acumulación de todas sus características; es algo vivo, susceptible de un desarrollo casi biológico con sus períodos de euforia y su atonía, con su nacimiento, su desarrollo y, a veces, hasta su desaparición.

Las poblaciones viejas conservan marcadas las huellas del tiempo y son un documento de primer orden para comprender la historia de una forma dialéctica; por otra parte, son pocos los artificios humanos tan capaces de mantenerse como el urbanismo, sobre todo por lo que respecta a las ciudades castellanas que han permanecido ancladas en el tiempo desde los siglos XVI o XVII hasta la segunda mitad del nuestro.

Dueñas es un buen ejemplo de esta situación. El lugar elegido para la creación del núcleo urbano, sea de

origen vacceo, romano, visigodo o leonés, era el más adecuado; hacia el norte se levantan dos cerros testigo de más de 850 m., el Pico del Castillo y Picocastro, que si bien limitan la visibilidad por esa zona, protegen del viento dominante. Unos kilómetros hacia el noreste entran en contacto el Carrión y el Pisuerga, viendo este último acrecentado su caudal de manera notable; en la zona sur el arroyo Valdesanjuán, que antaño poseía tal caudal que le permitía mover molinos, baja hacia el río de tal forma que sólo hacia el oeste es posible encontrar un camino natural, transitable aunque con alguna pendiente, que le une al Alcor y a Torozos.

El clima, agradable dentro de la provincia, y el agua proporcionada por el río, que no por la pluviosidad (400 mm.), convirtieron el noreste, este y sur de la villa en una zona ubérrima, rica en cultivos de huerta, donde el pan y el vino se daban con facilidad; al noroeste el páramo, lugar de pasto y leña. Dueñas se colocaba justo en el límite de la Tierra de Campos y Torozos, separada del Cerrato por el río y su vega.

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El pueblo se desparrama de norte a sur y de este a oeste; precisamente al oeste se encuentran dos zonas altas, una de 750 m., alto de Santa Marina, y otra de 740 m., el alto de San Pedro; un poco más lejos se produce un corte profundo en talud, pues se desciende un poco espacio a los 700 m. de altitud. Precisamente por esa zona discurría el antiguo cauce del Pisuerga; el conocimiento de este detalle es de especial importancia para comprender la situación estratégica del pueblo, su desplazamiento a causa del terremoto de Lisboa -según Antonio Monedero- nos ha privado de una vista excelente, y ha escamoteado la comprensión histórica puesto que resulta muy difícil entender muchos de los aspectos urbanísticos de Dueñas sin la presencia del río lamiendo sus laderas.

Las características geográficas deben ir acompañadas de circunstancias humanas para poder fructificar en una ciudad. Dueñas se sitúa en un enclave de caminos, pues se asentaba en la ruta que discurría de Simancas a Palencia por la margen derecha del Pisuerga; desde ella, y cruzando el río, salía un ramal hacia Cevico y el Duero. Este carácter de cruce y la presencia del cerro del Castillo serían determinantes para construir en aquel lugar un emplazamiento urbano, aunque ya hemos insinuado las dificultades que existen para precisar cuándo se estableció por vez primera un grupo permanente de hombres; en cualquier caso, de esos hipotéticos emplazamientos no ha quedado nada, y sólo a partir del siglo IX podemos decir que germina la idea de lo que será Dueñas, cuando se refuerce el castillo que vigilaba la vía Simancas-Palencia y el puente que permitía el paso hacia el Cerrato y Aragón.

El autor del Cantar de los Siete Infantes de Lara bien debía conocer estos territorios cuando, tratando la persecución de Ruy Velázquez por Mudarra recoge:

En otro día el traidor de Saldaña partió, agua de Carrión ayuso fuese para Monçon. Don Mudarra sopo las nuevas, para allá adereçó: topó con su rostro al par del río Carrión; cuitose de andar por lo fallar en Monçon, e quando don Mudarra a Monçon llegó el traidor era ya ido a la Torre de Mormojon, e don Mudarra tras él por el rastro lo siguió e quando don Mudarra a la Torre llegó el traidor de Ruy Velazquez a Dueñas se tornó, e quando don Mudarra en Dueñas entró el traidor ya pasava Pisuerga e Carrion; fuese para Tariego, el castiello basteçio. Mudarra solio de Dueñas, en el rastro le entró: cuando Ruy Velazquez lo sopo fuese para Cabeçon, e don Mudarra en pos el por Pisuerga a fondon; non lo falló i don Mudarra cuando llego a Cabeçon ca donde el traidor comía non alvergaba i esa noche.

Algunos aspectos son especialmente importantes como la ubicación de Dueñas vigilando la confuencia de Carrión y Pisuerga y la organización de la jornada en dos etapas separadas por la comida.

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Valladolid, Palencia, Cevico y Ampudia al sur, norte, este y oeste, son los puntos cardinales donde se orientarán los eldanenses; de Valladolid llegan leyes, maravedís, viajeros; de Palencia, órdenes episcopales; de Ampudia, la condesa Inés de Herrera y el entallador del retablo parroquial, y con Cevico se establecen lazos de hermandad, tanto en el pasado como en el presente.

Esta ubicación forjó la fortuna de Dueñas en la época que estamos describiendo. Y los itinerarios del XVI (Repertorio de todos los caminos de España (1543) de Juan de Villuga, o el libro de Pedro de Medina Grandezas y Cosas memorables de España, Sevilla, 1549, por ejemplo) lo constatan de forma palmaria y, como no podía ser menos, esa era la opinión que tenían sus propios vecinos uno de los cuales, en la deposición que se realiza en 1536 ante el fiscal de su majestad y de la villa respecto al pleito sobre el señorío declara “Que la dicha Villa de Dueñas era una de las cosas señaladas, e importantes, que havia para la Corona Real y Patrimonio de eftos, asi por ser cabeza de Merindad de Campos, como por el paso, é sitio en que eftaba, y era Puerta de todos estos Reynos, por la población grande de la dicha Villa, é su Tierra, así para en tiempo de paz, como de guerra, o alteración, que se ofreciesen” y otro dice que “era dicha Villa cosa señalada en efte Reyno de Caftilla, por el paso en que eftaba, y era Puerto, y Villa muy poblada, de grande vecindad, y fuerte, y tenia recio Caftillo, y estaba en el mejor reñón del Reyno, y se cogía mucho pan, vino, y frutas, y tenía grande Rivera, y muchas Moliendas, y por ser de la calidad que era dicha Villa, y por el paso en que eftaba, le parecía al testigo, ser muy importante para la Corona Real, así para en tiempo de paz, como de guerra”.

Efectivamente, Dueñas fue cabeza de la Merindad de Campos y sede de un arciprestazgo del arcedianato del Alcor; su población se calcula en algo más de quinientos vecinos (dos mil doscientos habitantes) a comienzos del siglo XV llegando, según algunas fuentes, a finales del XVI con ochocientos setenta y ocho vecinos (cuatro mil habitantes). Únicamente Paredes, Carrión y la propia Palencia, que tenía a mediados del XVI siete mil habitantes, eran lugares de mayor peso específico en lo económico y lo social. Los viajeros y corógrafos dejan constancia de ello como queda recogido por García Mercadal. Incluso el Civitatis Orbis Terrarum, cuando trata de la ciudad de Valladolid dice: “Desde Valladolid, al lado de levante, se ve Cabezón (...) del cual no está lejos la villa llamada Dueñas (“la Doigna”) que es territorio grande y fértil y renombrado por el matrimonio de los Reyes Católicos.

MUROS, PUERTAS Y PUENTES

Aunque la fisonomía urbana que Dueñas presenta es típica de una ciudad del siglo XVI, en su origen era una ciudad medieval, y es a partir de ese modelo desde el que se desarrolla para adquirir su forma definitiva; nosotros vamos a referimos al aspecto que tendría la villa durante la Edad Moderna, cuando todavía no habían incidido en ella las reformas del XIX y XX.

En general, las ciudades medievales surgen y crecen desde un elemento definitorio, sea un camino, un cruce de ellos, una o varias iglesias, una fortaleza. Nuestro pueblo pertenece a este último modelo; su razón de ser era el castillo, situado en el cerro de su nombre, con su carácter protector en algunos casos y opresor en otros. Originado hacia el 875 durante el reinado de Alfonso III el Magno; Sobre las medidas y el poderío del castillo

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poco sabemos; lo más probable es que su primera construcción fuese, como la de tantos otros de esta época, de mampostería y de madera, con unas dimensiones reducidas (nada más hay que subir al alto para darse cuenta), donde se situaba una guardia exigua bajo el mando de un alcaide. La población se limitaría a unos pocos habitantes resguardados a la sombra de la fortaleza que utilizarían como refugio en los continuos momentos de incursiones y razzias musulmanas, pues bien es sabido que la consolidación de la zona sólo llegará cuando, después de muerto Almanzor, los territorios al norte del Duero sean más defendibles y seguros.

El castillo de Dueñas jugó un papel importante como vigía de la zona; en el siglo IX articulaba la capacidad defensiva de Tariego, Magaz y Cevico de la Torre, cuyas fortalezas venían a reforzar su situación como vigilante del fundamental camino, de época romana, que tenía sus orígenes en Simancas. En el siglo XII se habría consolidado, y tendría el aspecto formidable con que lo recordaban los viajeros del XVI y que se insinúa en el grabado de Pollard (1806) perteneciente al viaje realizado por Henry Swinburne (1775-76) donde pueden apreciarse, además de Sta. María y S. Agustín, las murallas que comienzan a deteriorarse y la célebre posada que menciona Peyron.

Al parecer, tenía planta rectangular, así lo vio Richard Ford en su paseo por nuestra tierra, y una altura considerable, lo cual es casi evidente, si tenemos en cuenta que su principal misión era la vigilancia; en la falda del cerro la pendiente es bastante pronunciada, por lo que no cabía la posibilidad de construir viviendas, éstas había que realizarlas más abajo, en el ángulo que formaban el Pisuerga y el Valdesanjuán, a distancia considerable de la fortaleza, que quizá extendía sus murallas desde el otero a dichos valles.

El recorrido de los muros vendría marcado, con mayor o menor precisión, por una línea que desde el cerro y por las bodegas de San Juan llegase hasta los límites de arroyo para seguir la margen izquierda a lo largo de la Barbacana, giraría por el matadero y subiría a lo largo de la carretera vieja y el mirador para alcanzar otra vez la cumbre. Sería ésta la muralla principal, porque seguramente existiesen otros circuitos defensivos; no en vano, en las ordenanzas municipales de 1568 se prohibía «sacar piedra ni tomar ni lleuar alrededor de los muros de esta villa de lo

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que se cay de las cercas ni de las baruacanas ni de la ribera del río...»; hay, pues, muros, cercas, barbacanas, el nombre de Corredera, que conserva una calle en la actualidad, nos está hablando de un pasillo que recorría ese lugar; los señores de Dueñas, y antes las monjas de las Huelgas de Burgos, poseían un pequeño recinto cerca de la desembocadura del arroyo donde se situaban tanto el granero como los molinos, el acceso desde el interior es posible que se hiciese por un portillo. Estas dobles o triples murallas eran bastante comunes y podían ser consideradas por los habitantes como factores de opresión, por lo que no es de extrañar que las revoluciones burguesas suelan acabar con ellas. El castillo y las murallas de Dueñas fueron destruidos en 1832, aunque ya antes (en especial desde que en 1786 se falla a favor del municipio el pleito que éste mantiene frente a los Medinaceli, descendientes de los Buendía, respecto carácter de realengo de la villa) el pueblo se apropiaba de las piedras de la cerca y las utilizaba para delimitar y reforzar sus corrales.

Por todo ello, no extraña la dificultad que tiene hoy quien desee reconstruir imaginariamente el trazado de los muros, ya que sólo muy de vez en cuando aparecen pequeños recuerdos de lo que fueron en un principio.

Al no quedar ningún resto, es difícil establecer la estructura y fisonomía del castillo, que debía conectar con la villa a través de alguna puerta situada, quizá, por la calle de los Pastores. No hay noticias de ella porque sería la primera en desaparecer; lo que no parece probable es que existiese comunicación directa entre el pueblo y castillo, porque una segunda muralla en esa zona era algo lógico para la defensa del observatorio militar, el lugar donde ésta se situase -en caso de hacerlo- es de muy difícil determinación.

La ciudad propiamente dicha tenía cuatro puertas, aunque Méndez Silva mencione expresamente que posee tres, y tres puentes.

Las primeras se situaban, una al final de la calle de San Juan, conservándose toda- vía el nombre de «puertas de San Juan» para designar esa zona; otra, la única existente en la actualidad, con la denominación de Ojo de la Virgen, era la llamada Puerta de los Remedios; la tercera, Puerta de la Villa o de Valladolid, se encontraba inmediata al puente que da paso a la calle de Antonio Monedero y la cuarta, que recibía el nombre de

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San Martín, hacia el norte y tal como señalan las fuentes gráficas en las inmediaciones del puente sobre el Pisuerga cerca de la plaza de Tras iglesia, actual del Doctor Sinovas.

El Ojo de la Virgen nos permite hacer conjeturas sobre su diseño y carácter; eran construcciones fuertes que avanzaban unos pasos desde los muros y poseían una doble puerta y un rastrillo. Existían, también, portillos para permitir el acceso a la muralla, tal y como vemos en la que subsiste. Arriba algunas almenas o vanos fuertemente protegidos; los huecos perceptibles hoy y no antaño puesto que todo un cuerpo de obra avanzaba sobre el puente tal como queda de manifiesto en alguna fotografía antigua, permitían el acceso a dependencias de la ermita de los Remedios, pues era muy común colocar las puertas bajo advocaciones piadosas, generalmente marianas, o el lugar donde se situaban los escudos señoriales. El arco apuntado denota el carácter gótico de la construcción que, por otro lado, no parece lo suficientemente fuerte como para resistir un ataque concienzudo. Debemos tener presente que también el Valdesanjuán actuaba como elemento disuasorio, y que las puertas medievales tenían, además del carácter militar, otro de índole fiscal, pues permitían el control de los productos que se ingresaban o sacaban de las villas. Las otras puertas serían semejantes a la descrita.

La puerta de San Martín daba acceso a la vía de Burgos y de Palencia; la de la villa, a Valladolid, así como la de los Remedios, mientras que por la de San Juan se iba al monte.

De los tres puentes, los dos que atravesaban el Valdesanjuán subsisten muy reformados, el de Puentecilla y el Puente de la Villa; el tercero desapareció hacia 1831 cuando había perdido su utilidad debido al cambio del curso de río, en lo que debió tener cierta culpa -según Amado Salas- el terremoto de Lisboa y quedó definitivamente alejado con las obras para la construcción del Canal de Castilla. Sobre este puente, o en sus inmediaciones, se situaba una capilla con la imagen de la Virgen de las Nieves y, según el plano de Coello (el antiguo más completo del que se tiene noticia sobre Dueñas), se encontraba haciendo línea, aproximadamente con la calle de la Misericordia atravesando, claro está, la Carretera Vieja.

Los puentes y puertas estaban en función de unas arterias que organizaban la vida urbana.

CALLES y PLAZAS

Del castillo bajaba la actual calle de los Pastores, poco utilizada para el tránsito de bienes, y de escasa importancia comercial, aunque interesante porque articula de forma radial las salidas por el Puente de la Villa y por el de Puentecilla. La zona norte la recorría la calle de San Juan, que desde el atrio de la iglesia llegaba hasta las puertas de su mismo nombre. La calle de Puentecilla iba desde el barrio de Santa Eulalia (o Santa Olaya, Olalla, que son las variantes con las que aparece en los documentos antiguos), hasta la puerta de los Remedios, y debió tener un carácter más agrícola que otra cosa. Las vías económicamente más importantes eran la calle del Uso (antes de Yuso -o de abajo- y ahora de Antonio Monedero) y la Carretera Vieja, que bordeaba la villa por su zona este. La calle del Uso arrancaba del Puente de la Villa y llegaba hasta la Plaza del Mercado (actual Plaza de España) a través del Campillo, y al Atrio de la Iglesia por medio de la calle de Las Damas. La Carretera Vieja estaba englobada en las murallas, al menos desde las

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Puertas de la Villa hasta la de San Martín; era lugar de tránsito de las carretas, tal como aparece en las ordenanzas del XVI antes citadas: «Otrosí. Ordenamos e mandamos que ningund carretero de Burgos ni de Madrigal no sean ossados de abrir el carril ninguno salvo por lo acostumbrado que es entrando por la puerta de Sant Martín a la mano izquierda hasta los mesones de la puente e desde allí fasta la puerta de Valladolid segund que tienen de costumbre. Ni menos ninguna carreta herrada que sea de fuera parte e no truxere prouisión a la villa que no pueda pasar por la calle empedrada so peña de un rreal, e las carretas de Burgos e Madrigal paguen cient maravedís de peña si salieren del carril suso dicho...»

Esta descripción nos sirve para precisar nuestro conocimiento sobre la Carretera Vieja, que seguía el mismo trazado que en la actualidad; nos indica que la puerta de San Martín estaba más allá de la zona de Trasiglesia, y cerca de esta última se situarían los mesones, como solía ocurrir en las vías transitadas; también habla de «la calle empedrada», seguramente la del Uso, aunque, como veremos, no sería la única.

Había un camino para rodear las murallas en la zona sureste, pero se encontraba separado de éstas por el Valdesanjuán; hacia el norte el conjunto urbano se cerraba con la calle Corredera.

El resto de las vías se distribuye de forma bastante racional por toda la villa, salvo en el barrio de Santa Cruz; el trazado predominante es rectilíneo y las esquinas suelen cortarse en ángulos de noventa grados, más o menos. No hay callejones sin salida ni callejas excesivamente angostas, aunque es más probable que se hayan invadido éstas engulléndolas en patios y corrales; eso es lo que puede deducirse, al menos, del plano de Coello que no posee, por otra parte, excesiva fidelidad, porque está hecho a nivel de calle y sin triangulaciones rigurosas, con lo que pierde mucha precisión.

Es muy difícil determinar qué nombres tenían todas las calles en los siglos XV, XVI Y XVII, porque aquellos documentos, en los que podrían haber aparecido (libros de bautismo y de difuntos) no los reflejan. Tampoco lo hacen las ordenanzas municipales de 1568 y debemos esperar hasta el siglo XVIII para encontramos un catálogo de los fieles cumplidores de sus

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obligaciones pascuales agrupados en los siguientes barrios y calles: Damas, Uso, Mejorada, San Pedro, Calzada, Corredera, Cruz de los pastores, Canóniga, Campillo, Puentecilla, Plaza del Mercado, Andrajo, Puerta de San Juan, Santa Cruz, el Hoyo, el Hospital, Santa Eulalia, Tercias, Fraguas (todas conocidas) la Cárcel, el Matadero, Granero, Carnicerías, Pozuelo, Barrio Nuevo, San Antón, Cuatro calles, Corrillo de Serrano y Casa de los Rubines; en la Edad Media plena, habían existido, también, las de Carnes Cachas, Sobre Peña y barrio de Santa María. Algunas denominaciones hacen referencia a una persona (aparecen unas «casas del marqués» ), a un edificio significativo (cárcel, matadero, granero, carnicerías, fraguas), otras un accidente geográfico (el Hoyo, Pozuelo).

Lo importante es reseñar que por la noche algunas de estas calles, las más transitadas (dentro de lo que se transitaba a oscuras entonces), poseían iluminación a base de lamparillas de aceite o grasa. Eran las «luminarias», como se llamaban a principios del siglo XIII cuando constatamos documentalmente su existencia por primera vez; además, como hemos dicho, algunas de ellas estaban empedradas. A mediados del XVIII se ordenaba reparar el empedrado de la calle del Uso, la de San Juan, la de Puentecilla, la que iba de la puerta de Valladolid a la de San Martín. En el XVI era evidente la preocupación por el mantenimiento en buen estado del firme; lo podemos apreciar en las ordenanzas: «e mandamos que por cuanto las calles públicas de esta villa son nezesarias que estén muy bien reparadas por donde la gente suele andar ordenamos e mandamos que luego que se obieren nombrado oficiales nuevos del concejo que el procurador dentro de un mes sea obligado a andar con dos carpinteros por las calles de esta villa a uer e corregir las calles...», el coste corría a cargo del vecino que, en caso de no hacerlo, debía pagar la correspondiente multa.

A pesar de todos los cuidados, transitar por Dueñas, como por tantas otras villas españolas del momento, era poco agradable a causa de los usos de la época. No sólo la limpieza de la cubas, que se realizaba en la vía pública; era costumbre inveterada arrojar a la calle otro tipo de heces: «Otrosí ordenamos e mandamos que ansí mismo algunas veces hechan agua de mal olor ansi orines como agua de pescado e otras aguas de mal olor a sus puertas e por las ventanas e aun acaece dar con ello a las personas que pasan por las calles, por ende ordenamos e mandamos que las tales personas no le hechen por las ventanas ni por las puertas saluo que lo hechen a sus corrales o caballeriças fuera de la villa so peña de dos rreales por cada una vez, la mitad para el concejo e la mitad para el denunciador e fieles. E si las aguas que se hecharen fueren aguas limpias (no entendemos cómo podían tirarse a la calle aguas limpias) an de decir tres veces aguaba, so la dicha peña...». Con tal recompensa, por este y por otros delitos, no extraña el enorme trabajo de los oficiales de la pluma en los siglos XVI y XVII.

La plaza por antonomasia en Dueñas era, y es, la Plaza del Mercado, que debía ejercer estas funciones desde el origen de la propia ciudad, aunque sospechamos que con una estructura sensiblemente diversa; el actual edificio de San Agustín data del siglo XVI y aunque existiese otro anterior (quizá algunas dependencias del palacio de doña María de Molina) consta que por allí pasaba una calle, la de Carnes Cachas, del mismo modo sabemos que en 1397 se compraban diversas casas para la ampliación de la Plaza del Mercado y que el Ayuntamiento actual proporciona una fisonomía al conjunto que no podía tener en el

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siglo XVI. En ella se realizaba el abastecimiento de la población de forma diaria, incluidos los domingos, lo que es prohibido reiteradamente por el concejo, por lo menos después del toque de misa mayor. Una prolongación de este espacio era la plaza del Campillo, también de antigua existencia y con funciones semejantes. Los soportales eran elementos característicos de estos lugares, se conservan parte de ellos, es posible que también los hubiese adosados al convento agustino, parece poco probable que ocurriera lo mismo con la fachada del palacio, aunque las reformas del XIX hacen imposibles las conjeturas. Sí que había en la puerta del monasterio unas gradas y, en frente, una cruz, por lo que el espacio del Campillo tuvo hace siglos una fisonomía diferente.

El plano de Coello señala otras plazas vinculadas unas a necesidades señoriales, como la plaza de las Tercias (actual Isabel la Católica), por donde se accedía al palacio de los Acuña, y otras relacionadas con edificios y funciones religiosas: plaza de Santa Cruz, plaza del Hospital, plaza de la Iglesia, plaza de Tras iglesia. Era muy común este tipo de conexiones. La plaza de la Iglesia debió de ser un centro de decisiones municipales; además era uso común, antes del XVII, enterrarse en lugares adyacentes a los edificios religiosos, en algunos casos (que no en Dueñas) se llegaban a usar como zona de mercados; aquí las cosas funcionaban peor, pues en 1548 se recriminaba que se usasen como almacenes y muladares. Conocemos bien los cementerios existentes alrededor de Santa María; el de los ricos “o pudientes” estaba “lindando con la torre” de la iglesia; a la izquierda, continuando la plaza hacia la calle de Misericordia, había otro, colocado en pendiente y con pocas garantías higiénicas; recibía el nombre -al parecer- de San Nicolás y se deshizo en 1529; en la plaza de Tras iglesia (o del doctor Sinovas) había otro que llegaba de lado a lado de las calles adyacentes y que estaba separado del resto de la plaza por un murete y una verja.

Cementerios debieron existir en otros lugares, como en el monasterio de San Agustín tanto en su emplazamiento antiguo (cercado de los Monedero) como en el edificio existente en la actualidad donde se podía ver hasta hace poco una capilla tapiada donde se echaron todos los restos aparecidos en el ámbito monacal. Desde mediados del XVI los enterramientos se

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producían en el interior de las iglesias, aunque permanecieron los exteriores por algún tiempo. En 1805 estaba construido en el barrio de las Candelas un edificio extramuros destinado a este fin; después de diversas situaciones conflictivas entre la Iglesia y el Estado fueron estos edificios los que recibían los cadáveres de creyentes y no creyentes, aunque convenientemente separados. En 1928 se adquirieron los terrenos sobre los que se construyó el cementerio actual.

La plaza del Hospital poseía unas gradas y un terreno inmune delimitado por unas cadenas lo que no impedía que la justicia pudiese acceder al interior del inmueble por el corral que daba a la cocina.

No existían, al parecer, más espacios abiertos de uso común dentro de los muros; San Agustín tuvo una huerta entre la cabecera de su templo y la barbacana, en el lugar donde su ubica el grupo escolar.

ALGUNAS PECULIARIDADES DEL CONJUNTO URBANO

Desconocemos la posible articulación entre barrios o calles y los distintos oficios que podían desarrollarse en la villa; quizá, como hemos dicho, la zona de carnicería y pescadería se encontrasen cerca de la actual calle de ese nombre, pero nada más. Sí que tenemos noticia del lugar donde se asentaba la aljama.

Desde 1413 se promulgaban normas de apartamiento de los judíos en algunas zonas o calles de las ciudades del reino; según Antonio Monedero, los hebreos tuvieron su propio barrio en la villa de Dueñas, aunque no precisa si era anterior o coetáneo a la fecha citada. Señala unos límites harto imprecisos: «entre las calles de San Juan, la muralla de la parte del arroyo y el respaldo de las casas de la parte norte de la calle Puentecilla, con su sinagoga inclusive, de la que aún se conservan restos, y utilizada en parte hoy, por la ermita llamada el Cristo». Según esto, la judería se encontraba organizada en las actuales calles de San Juan, Andrajo, Santa Cruz, del Hoyo y parte norte de la calle del Hospital. La población judía tuvo una enorme importancia en Dueñas tal como recogen diversas fuentes; en 1474 pagaban al rey 1.500 maravedís como impuestos en aún en 1491, un año

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antes de su expulsión contribuían a la financiación de la guerra de Granada con 23.550 maravedís. En 1492 malvenderían sus pertenencias y abandonarían sus viviendas.

Tocando este tema, hay que destacar un dato sobre el que no se ha reflexionado suficientemente; después del levantamiento de los moriscos de las Alpujarras (1568-1571) se produjo un transvase de parte de esta población a los territorios del interior, entre ellos Dueñas ¿Dónde vivieron?, ¿quizá iniciaron la construcción de las cuevas, ya que en Andalucía hay restos abundantes de ellas?, nos parece poco probable, aunque no lo descartemos. Tal vez la capilla de la Cruz, que se menciona en la visita de 1589, sea la ermita de la Cruz, enclavada en la judería, y ocuparon el lugar de los judíos a partir de 1492, fecha de su expulsión; debió tratarse de un número considerable, tal como aparece referido en la documentación. Y a ellos, que no a los invasores del 711, se deberán los nombres de Bibarrambla y Zacatín, que conservan algunas de las zonas altas de la villa.

Es posible que se hayan mantenido entre nosotros descendientes de estas dos comunidades separadas en origen de los castellanos por sus características raciales y religiosas, pero que progresivamente se asimilarían a la población autóctona sin que se aprecie hoy ninguna diferencia.

ALREDEDORES

Las murallas cercaban el núcleo fundamental de la villa, pero las relaciones económicas y humanas con el exterior se proyectaban a través de los caminos que de ella partían; en algunos existían ermitas, el caso más conocido es la de San Lázaro relacionada, seguramente, con el lugar de apartamiento de los leprosos, que se encontraba junto al camino real a Valladolid, próxima al actual cercado y al humilladero; en otros se habían construido algunos pequeños edificios, sobre todo desde finales del XV, cuando se produce un clima de seguridad en Castilla. Allí se situaban también los muladares, que procuraban alejar de las puertas y las eras para los cereales, que estaban separadas para no mezclar las simientes: en la zona del puente sobre el Pisuerga se trillaba el trigo y a la derecha, hacia «Socalaorra», se hacía lo mismo con el centeno.

Existía un gran interés por dejar expeditas estas sendas, lo que se observa en las penas que se imponen a quienes echaran piedras de sus heredades en ellas; pero, aparte del Camino Real, no se realizan obras especialmente significativas hasta el siglo XVIII.

Para muchos trabajos de gran importancia económica, los habitantes habían de abandonar el recinto amurallado principal y acercarse al río; allí tenían limitaciones de uso porque las actividades de curtidores, tintoreros, pellejeros, etc., eran consideradas malsanas y se les obligaba a utilizar zonas que no causasen perjuicio a los demás vecinos; para vaciar algunas tinas incluso se ordenaba emplear la noche.

EDIFICIOS PÚBLICOS DESAPARECIDOS

La vida bajomedieval y moderna era mucho más compleja de lo que solemos imaginar; Dueñas no alcanzaba la categoría de Palencia, y mucho menos de Valladolid y, por tanto, no había necesidad de desarrollar servicios equiparables a los de aquéllas;

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sin embargo, sus 800 vecinos bastaban para poseer ciertas construcciones públicas, de las que tenemos unas vagas noticias, fundamentalmente, a través de las ordenanzas municipales.

Debemos iniciar nuestro recorrido por las casas del regimiento que ejercían funciones de casa consistorial y juzgado, todo junto y un tanto revuelto; según Coello, en el XIX se encontraban en la plaza de la iglesia, y quizá fuese su lugar original por estar la plaza del mercado en manos del señor de la villa, con el que era lógico que se quisiesen diferenciar. La ordenanza municipal número 12 hace referencia a ellas y a las personas encargadas de su custodia: «Ordenamos e mandamos que los pregoneros que ay e de aquí adelante hubiere en esta villa de Dueñas sean obligados a estar todos los días de los sábados en las cassas del Regimiento para que sean porteros del dicho regimiento e no dexen entrar ninguno sin licencia del dicho rregimiento e para llamar algunas personas que los mandaren. So peña de medio rreal a cada uno por cada un día que allí no fuese. Los quales dichos pregoneros jurem en forma de derecho en dicho regimiento de tener secreto todo lo que allí pasare...». El edificio de gestión municipal no figura en esas fechas como una construcción individual; parece que en un principio la «casa diputada» era elegida por los regidores, y, de no tener una, ejercía sus funciones la del alcalde mayor. Con el paso del tiempo se comprarían algunas viviendas donde oficiar y finalmente se instalasen. Sin embargo, hay documentos que establecen la ubicación de unas casas municipales en la plaza del mercado a mediados del XVIII. Posiblemente existiesen en ambos lugares en épocas diferentes.

Otro edificio relacionado tanto con el poder municipal como con el señorial (que lo utilizó bastantes veces y de forma arbitraria), era la cárcel o cárceles, puesto que algunas veces parece existir en lugares diferentes, lo que podría explicarse por el hecho de que no hubiese un inmueble destinado a tal fin y que se adecuase uno, alquilado, para ejercer tan ingratas funciones. En algunos documentos parece estar muy vinculada al palacio de los Buendía; se conserva memoria de una calle de la Cárcel, lo que indica que en el siglo XVIII sí existía un edificio para ese uso. Íntimamente relacionado con la cárcel había de estar el rollo o picota, que no aparece como tal, sino con el nombre de «argolla», lugar donde se exponía públicamente al reo de delitos menores (desconocemos su ubicación), quizá en la plaza de la Iglesia o en la del Mercado. Sabemos que las puertas de la ciudad fueron mudos testigos de macabras manifestaciones del poder señorial, pues en ellas se colocaron las cabezas de algunos vecinos que se opusieron a las arbitrariedades de los Acuña. Precisamente una de ellas se cita como “puerta de la cárcel, que se dice puerta de Valladolid y que va a la fuente de la Castra y eras de los frailes” con lo que se la ubica de forma aproximada.

El edificio de fines del XVI o principios del XVII que se conserva en la Plaza de las Tercias (actual Isabel la Católica) puede que sea el lugar en el que se recaudaban los dos tercios de todos los diezmos eclesiásticos (tercias) que se reservaban para el rey.

No sabemos si existió un matadero público, aunque hay una calle de tal nombre en el XVIII, lo que nos obliga a suponerlo; los datos que poseemos confirman la existencia de una «casa del pescado»: «Otrosí, ordenamos e mandamos que de aquí adelante no se pueda remojar ningund pescado ni traina (un tipo de red, aunque quizá aquí el pescado conseguido con ella) de lo que se ha de bender en la tabla de los pescaderos y que lo que bendieren

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no lo tengan en agua saluo en la cassa del pescado o fuera de la villa e que no lo remojen ni tengan en agua en su cassa so peña de milI maravedís». Sería lógico suponer que la actual calle de pescadería era el lugar donde se encontraba la construcción, cercana, tal vez, al propio matadero.

De la pescadería pasaban a las tablas de pescaderos los besugos, el salmón, el congrio cecial, las sardinas arrincadas y otros pescados de río que, acompañado del género vendido por los carniceros (cabrito, cordero, gallina, perdiz, liebre, conejo, huevos, cerdo, buey, vaca, cabrón, cabra, oveja, carnero y demás caza de pelo y pluma), constituirían una dieta más que variada, aunque nos imaginamos que no accesible para toda la población.

En algunas ciudades existía una casa de pesos y medidas; en Dueñas las medidas autorizadas quizá se encontrasen en el domicilio de los encargados de tal servicio público: «Ordenamos e mandamos que los fieles que agora son o serán de aquí adelante, sean obligados a concertar e corregir los pesos e medidas que en esta villa ay de cuatro en cuatro meses ansi de los que benden publicamente como de los que dan o toman con ellas... e de las pesas e medidas que estubieren buenas no lleuen los dichos fieles derechos ningunos de los dueños por auerlas registrado e que de las pesas o pesos o medidas que estubieren malas y las hemendaren (enmendaren) e concertaren lleuen quatro marauedís de cada una...»; los pesos y medidas se alquilaban y debían entregarse en el día de su uso, se estipulaba el precio y la multa por quebrar los recipientes municipales, por lo que suponemos que, al menos las del vino, serían de barro.

Existieron también un pósito, graneros y molinos, de alguno de ellos ya hemos hablado, del otro no hemos podido localizar su ubicación, aunque no sería extraño que se encontrase debajo del actual. Respecto a los molinos hay que mencionar, necesariamente, las aceñas ubicadas en el Pisuerga, especialmente en la zona de la Torrecilla que ha mantenido su larga tradición.

Según palabras de don Antonio Monedero: «Había... una casa de Misericordia Vieja (calle de Misericordia), tribunal eclesiástico, Curia y algún antiguo edificio de importancia por los numerosos canónigos y personal eclesiástico que Dueñas soportaba (calle Canóniga), y otros edificios de piedad y

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beneficiencia, de los que apenas quedan restos materiales ni noticias concretas»; sin embargo, sí sabemos –por los pleitos entre el cabildo y los monjes de S. Agustín- que en la casa de la Misericordia “se criaban niños para el servicio y ministerio de la iglesia”. No sabemos donde se encontraba la “Casa del treintanario, la cual está incorporada y fundada en y sobre la dicha iglesia” donde se acogían los delincuentes y sus familiares que allí acudían y realizaban “juegos, comidas y cenas”.

Han desaparecido, también, las numerosas ermitas de las que dispuso la villa; en su interior tenía las de la Virgen de los Remedios, el Santo Cristo, San Antón y San Martín, Sta. Marina, S. Pedro, Santa Eulalia, Sta. Cruz y Sto. Tomás; su precaria situación es descrita en los libros de visita; de alguna de ellas es posible que persista su recuerdo por medio de una cruz. Muchas de ellas se encontraban en la segunda mitad del XVI en estado de franco deterioro. Además del Hospital de San Roque y de Santiago, había otros como los de Sto. Toribio y Sto. Domingo, en el Campillo, y el de S. Juan de Prado.

El hospital de Santiago existía ya en 1478; a comienzos del siglo XVI atendía a diversos enfermos (que poseyese cuatro camas no es indicativo del número de ellos) usando los beneficios que obtenía, entre otras rentas, de una aceña en La Vecilla y de las que proporcionaban las ermitas y los otros hospitales; como cualquier institución vinculada a la iglesia que se preciase poseía inmunidad salvo en la parte correspondiente a la cocina.

Vamos a terminar con otros locales de servicio público expuestos siempre a la censura de las autoridades eclesiásticas y concejiles; nos referimos a las tabernas. Si incluyéramos dentro de este género a todos los lugares donde se expendía vino, llegaríamos a la conclusión de que gran parte del pueblo era taberna, dada la importancia que alcanzó este cultivo a comienzos de la Edad Moderna; nos referimos más expresamente a los locales donde se podía comer, beber, jugar a las cartas (aunque esto se hacía igualmente en ciertas casas particulares) y encontrarse con una cama caliente. El grupo más numeroso de estos mesones se situaba, al parecer, en la zona de Tras iglesia, cerca del puente sobre el Pisuerga. No poseemos descripción de su interior, pero sabemos que sus propietarios son puestos en

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solfa continuamente, porque, entre otras muchas de sus actividades, se dedicaban a la monopolización de artículos de consumo, por los que hacían luego, pagar enormes cantidades a los habitantes de la villa. Por su uso en día de fiesta también llovían palos, aunque compartidos con otros oficios: «Otrosí, ordenamos e mandamos que por quancto en los días de fiesta en especial hasta que tañen a misa maior tiendas, ni tauernas ni juegos ni abaceros (puesto al por menor donde se vende aceite, vinagre, legumbres, etc.) ni tenderos ni otras cossas semejantes en los tales días de fiesta se deuen abrir tienda alguna de cualquier suerte que sea. Ni sacar a la calle pan ni abageria ni tauerna e si se abriere sea de la puerta adentro de su casa e si jugaren en público o en secreto alguna cossa caya en pena de cient maravedís». Pero las recriminaciones más acusadas llegaban de las visitas eclesiásticas, donde se prohibía a los mesoneros tener en sus casas «mujeres deshonestas y de mal vivir» de cuyo uso no creemos que sea necesario dar explicaciones. Estos interdictos, repetidos frecuentemente, lo que hacen es confirmar actitudes impresas indeleblemente en la naturaleza humana que buscaban formas de escape en situaciones vitales poco propicias para la libertad. Sin embargo, es necesario destacar que estos mesones ofrecían servicios más normales con extraordinaria calidad, así lo reseña el viajero Peyron a finales del XVIII, que no duda en calificar a uno de estos locales como «la posada más hermosa, la mejor y la más limpia que haya en España». Quede constancia de lo uno por lo otro.

LA ORGANIZACIÓN DEL PODER MUNICIPAL

El sometimiento a un señor que podía actuar con mayor o menor justicia era un eslabón más de la cadena que unía al súbdito con el soberano. En teoría, los condes eran los representantes del poder real y a él debían siempre someterse, pero en la práctica podían actuar como poderes autónomos que entorpecían las posibles reclamaciones que los vecinos tratasen de hacer llegar al rey a través de las Chancillerías o Audiencias, derecho que siempre poseían. De hecho, los vecinos de Dueñas mantienen un pleito con su señor ante la justicia real en el que estaba en juego la misma esencia del señorío. Se ha considerado a los señoríos de los siglos XVI y XVII, conocidos también bajo el nombre de «estados», como una especie de administración especial, de carácter local y regional y bajo el control directo de la corona.

Sin embargo, el señor tenía en las situaciones concretas unos poderes más grandes de lo que hacía suponer la delegación del monarca, pues sigue de cerca la actividad municipal que domina, pues es él quien aprueba las ordenanzas y da el visto bueno a los regidores y demás instituciones municipales.

Dueñas es un señorío jurisdiccional. No son muy numerosas las tierras que los Buendía poseen en el municipio, por tanto no se llegan a las situaciones límite existentes donde se unen señorío jurisdiccional y solariego; aun así, es necesario distinguir entre personas y cargos, pues el carácter de unas puede afectar, de forma sustancial, a los otros. Hay una enorme diferencia entre don Pedro, por ejemplo, y don Fadrique o el segundo don Juan. Esta franja de ambigüedad debemos tenerla presente a la hora de valorar el mayor o menor grado de autonomía de que goza el municipio. Sobre su organización, que es la que nos interesa en este apartado, las Ordenanzas de 1568,

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promulgadas bajo don Juan II, son la piedra de toque básica. Por ellas, que se repiten de forma mínimamente alterada, en el siglo siguiente, nos hacemos una idea del funcionamiento municipal, de los diversos cargos que desempeñaban y de los salarios correspondientes en una situación de normalidad política después de la imposición del señorío y de la rebelión antiseñorial, durante las comunidades de Castilla.

Para una correcta comprensión de las remuneraciones vamos a señalar, someramente, algunos datos relativos al nivel de precios y salarios hacia 1568, y las relaciones de unas monedas con otras. El ducado equivalía a 37 maravedís, 350 eran un escudo, ambos de oro; un real de plata equivalía a 34. Un carpintero o un albañil cobraban 204 maravedís diarios, mientras que un obrero no cualificado ganaba 95. Respecto a los precios, una libra (unos 460 gramos) de queso o de tocino salado valían cerca de 20 maravedís, la cántara de vino (artículo de primera necesidad en la época) se vendía a poco más de 200, y la docena de huevos sobre 50. A grandes rasgos podemos decir que un jornalero podía comprar diariamente dos kilos de pan, dos litros de vino y dos litros de aceite; los obreros cualificados, el doble. A partir de esa fecha, los precios se disparan, mientras que los salarios se quedan rezagados. Para más datos véase el repertorio El siglo de Oro. Inventario de una época de Anastasio Rojo Vega.

En este marco, lo primero que debemos hacer es distinguir entre los puestos municipales de elección popular (aunque hubieren de ser confirmados por el señor), y cargos más o menos profesionalizados. Teniendo esto presente, pasaremos revista al organigrama administrativo.

La máxima autoridad municipal era el conde de Buendía (en este caso don Juan II). Antes de convertirse en señorío, la villa de Dueñas estaba bajo el control de un funcionario real; desde entonces, el conde ejerce esa misión. Su desconocimiento de las leyes era paliado gracias a la intervención de un alcalde mayor, elegido por el propio conde, tal como aparece en el preámbulo de las ordenanzas: «Estando en las casas del regimiento desta villa el muy magnífico señor licenciado Peñafiel, alcalde mayor de la villa de Dueñas por merced del muy ilustrísimo señor don Juan de Acuña...»; el alcalde mayor era la misma persona jurídica que el conde, por lo que no cabían apelaciones al señor que debía controlar las actividades de letrado.

Conde y alcalde mayor son los responsables últimos de la vida política municipal, ejercían funciones de jueces ordinarios de primera instancia, eran jefes de Policía y debían mantener el orden y la seguridad pública.

Los representantes municipales eran los regidores, de número variable y elección anual; en el año 1568 ejercían esas funciones Rodrigo de Cuéllar, Bartolomé Carburro, Juan Casado y un cuarto, cuyo nombre y firma resultan ilegibles. Eran, por tanto, cuatro los regidores que se daba el municipio. En el caso de Dueñas, los regidores cobran por ejercer sus funciones 500 maravedís y un ducado (en total: 875 maravedís); no son un cargo honorífico tal como podemos ver si comparamos su salario con los referidos anteriormente. Antes de las ordenanzas de 1568 tenían como ingresos los beneficios de la venta de mimbre y parte de las penas impuestas a los infractores de las ordenanzas, cuantificándose su remuneración en esa fecha a cambio de que estos ingresos pasasen a las arcas municipales. Es posible que los regidores fueran miembros de las familias artesanas o labradoras más importantes del pueblo, y que se diese una

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repetición en los cargos, un estudio en profundidad podría contestar a esta cuestión.

Los regidores eran asesorados por un procurador que «lleue de salario de cada un año tres mill maravedís sin ledar otro salario ninguno de penas...»; sin embargo, este letrado poseía diversas dietas diarias cada vez que saliese de la villa para sustanciar asuntos varios; en una distancia menor de tres leguas, tres reales; de tres a seis leguas, cuatro reales y a más de seis leguas, cinco reales, con lo que podemos imaginamos cuán a menudo buscaría conflictos en las inmediaciones. Era obligación del mayordomo, también, “yr auer las obras que el concejo hiciere”.

El escribano tenía un sueldo más sustancioso que el procurador: 6.000 maravedís anuales más una carga de trigo. No tenía las sustanciosas dietas de aquél, aunque se le entregaban 300 maravedís para papel, cuyo uso llevaría hasta sus últimas posibilidades. Eran funciones del escribano: «las quentas e padrones e repartimientos e apeaminetos de heredades del dicho concejo e sus rentas e poderes e otras escripturas tocantes e pertenecientes a el dicho concejo e que el dho escriuano sea obligado a sacar todas las prendas del concejo con el procurador e alguacil ansi del monte de lleña e cepos e rozas e ganados de las heredades de los vezinos desta villa como de las otras penas del concejo e sea obligado de hager todo lo nezesario a el dicho concejo Y le manadaren».

Imaginamos que procurador y escribano estarían profesionalizados, no siendo cargos electivos anuales.

Las tareas municipales más complicadas debían ser las que desempeñaba el mayordomo del concejo. Tenía como remuneración 6.000 maravedís, una carga de trigo y otra de cebada; se le daban, además, otras dos cargas de trigo en recompensa del cuidado que había de poner en el mantenimiento de todo el trigo, cebada y centeno del municipio, que corría a su cargo y que debía reponer en caso de pérdida. También vigilaba la realización de las obras municipales con fuertes penas en caso de incumplimiento.

Tampoco imaginamos como electivos a los fieles y alguaciles.

Los fieles, también cuatro, como los regidores, eran los encargados de controlar los pesos y las medidas y cobraban por la regularización de aquéllas que se encontrasen en mal estado, no por las buenas; aumentaban sustancialmente sus ingresos con diversas aportaciones en especie tanto de pescado fresco como de aceite, sal y otros tipos de mercancías (tocino salado y fresco, en especial), y con parte de las penas conseguidas por sus denuncias. Era una forma como otra cualquiera de estimular el celo de los funcionarios.

Los alguaciles tenían un salario fijo de dos ducados al año (750 maravedís), lo que puede considerarse casi como una propina, aunque sus obligaciones se limitaban a la actuación como recaderos. Se les daba, también, una anega de trigo (55,5 litros) pagada en tres plazos.

Había sido tradicional hasta las Ordenanzas de 1568 que algunos funcionarios municipales participasen de las multas y penas impuestas a los contraventores de las leyes; eso se trata de corregir en la fecha antedicha, lo que puede interpretarse como un intento de sanear la administración municipal y no subordinarla a la esquilmación de los bienes de la villa o a la persecución de los delitos. Quedaba el caso de los fieles, ya citado, a quienes se acucia de esta forma para que cumplan sus obligaciones.

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A estos cargos institucionalizados habría que añadir las diversas comisiones diputadas de ciudadanos, ya elegidos por el municipio, ya por los regidores, ya por el conde, que se organizaban cuando la gravedad o trascendencia del momento así lo exigían. Es el caso de la redacción de las ordenanzas.

Con estos medios, el municipio no podía mantener el orden y velar por la seguridad de la villa; estas misiones, encomendadas al conde, correrían a cargo de diversos hombres de armas al servicio personal de éste. Sin embargo, el control de la actividad económica quedaba en manos municipales, así como las relaciones entre los vecinos que serían sustanciadas bajo la supervisión y juicio del alcalde mayor.

La pasión litigante, que parece enfervorecer a los habitantes de la España del Siglo de Oro, contaba con el asesoramiento de diversos procuradores, a los que no sólo se permite su trabajo desde las más altas instancias municipales, sino que se llega a sugerir la conveniencia de su oficio.

A estos gastos del presupuesto municipal, generados por salarios y aportaciones en especie, habría que sumar el coste de las múltiples obras de reparación que la villa debía realizar, aunque el municipio trataba, por todos los medios, de traspasar estas obligaciones a los habitantes; para la financiación, Dueñas contaba con diversas fuentes de ingresos, siendo los más significativos, para el ciudadano actual, el arrendamiento de bienes inmuebles (tierras y casas) y las aportaciones monetarias de diversos pequeños impuestos y multas.

OFICIOS Y BENEFICIOS

Si decíamos que por su tamaño Dueñas se encontraba entre las poblaciones de cierta importancia en Castilla y León, esta misma población y el lugar que ocupaba en el entramado de caminos del momento permiten que se produzca una complejidad económica que se ve reflejada en la diversidad de oficios de los que tenemos constancia y de otros que podemos deducir de la denominación de lugares. Voy a permitirme enumerar los oficios y profesiones que aparecen recogidos, de una u otra forma, en los documentos de la época. Para utilizar una denominación actual, dividiremos en sectores la dedicación de las personas de las que tenemos referencia.

Sector primario- Agricultores

- Cereal- Viñedo

- Ganaderos- Pastores

- Yeguarizo

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- Esquiladores - Pescadores

Sector secundario- Molineros- Lanajeros - Tundidores- Pelaires- Brocadores- Colcheros- Pellejeros- Pisoneros- Curtidores- Tintoreros - Jubeteros- Lorigueros- Zapateros- Fabricantes de tejas, ladrillos y adobes- Herreros- Herradores- Ballestero- Carpinteros

Sector terciario- Alcalde mayor- Regidores- Mayordomo- Alguaciles- Fieles- Pregoneros - Merinos- Procuradores - Personero- Escribanos- Alcabaleros y recaudadores- Soldados- Cuadrilleros de la Santa Hermandad- Aportelladores- Carniceros (tablajeros)- Clérigos

- Abad de Sta. María- Prestes- Beneficiados- Sacristán- Monaguillos y cantores- Frailes de san Agustín

- Criados- Físico (médico)- Carreteros- Mesoneros- Taberneros- Panaderos- Regatones- Tenderos- Maestrescuela- Impresor

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PALACIOS URBANOS Y CASAS POPULARES

Palacios urbanos aparecen diseminados por todo el casco antiguo; muchos de ellos han dejado en sus fachadas la altivez de los propietarios; los hay en la calle del Uso (en progresivo estado de abandono), en Tras iglesia, en la plaza del Hospital, en la calle de los Pastores (bastante más tardío), en la calle Sacristán e incluso en la plaza Mayor. Por sus especiales características destaca el de los Condes de Buendía, en estado de abandono y derribo, que merece una atención detallada que aquí no podemos prestar. La pequeña nobleza (cuyo papel en el funcionamiento urbano no fue especialmente destacado) ocupaba estos edificios de escaso porte salvo el mal denominado palacio de Napoleón, una notable construcción del XVI, muy intervenida en su parte superior en el XVIII, que posee una gran fuerza plástica y cuyo mantenimiento, al menos en lo que respecta al exterior, debiera ser modelo para otros muchos edificios eldaneneses.

La arquitectura vernácula se concreta en construcciones mixtas de mampostería, entramado y adobe típicas de la zona donde se encuentra el pueblo. Los estudiosos de la materia no han prestado, injustamente, demasiada atención al conjunto urbano y a su arquitecura popular; Feduchi destaca sus bodegas y el hecho de que la arquitectura esté vertida a la calle al contrario de lo que sucede en Tierra de Campos; la razón obedece a la gran importancia que alcanzó el sector terciario.

Como en otros lugares de Campos debieron existir zonas de soportales de las que se conservan tramos en la plaza del Campillo, la plaza de la Iglesia y la plaza Mayor; han desaparecido, entre otros, los que existieron en la calle Canóniga, pues sabemos que “en ella tenía el cabildo una casa con soportal con postes de piedra dividida hoy en cuatro casas”. El pasadizo sobre la calle Puentecillas proporciona al conjunto urbano un carácter pintoresco que se repite en el variado juego de continuos recrecidos y voladizos de los que merecen destacarse los de la calle del Hospital.

Los documentos nos transmiten la idea de casas de una sola planta que poseían bodega y lagar, con establo adyacente a la cocina y entrada a casa por medio de portal; la cocina poseía chimenea y el corral colgadero y pajar. Junto a éstas convivieron las dobles alturas como puede apreciarse aún hoy.

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Las bodegas actuales son de época posterior a la que estudiamos; muchas de ellas están fechadas a finales del XVIII; en el XV y el XVI estaban dentro de las casas, como puede apreciarse aún en los respiraderos que se ven en algunas zonas del pueblo. Debido al abandono de la comercialización vinícola en Dueñas, la mayoría de las instalaciones han entrado en un indeseable estado de abandono del que sería conveniente rescatarlas y no sólo durante fiestas. El conjunto del que estamos hablando, pensemos en el Carril de Salas, es uno de los más interesantes arquitectónicamente de Castilla y aunque no posea ninguna característica peculiar que le diferencie de otras zonas de Cigales, a la que pertenece por denominación, sí que sería posible habilitar alguna de ellas para que sirviera como ejemplo de esta actividad antaño tan importante para Dueñas. Por otra parte, las soluciones decorativas que se proporcionan a alguna de sus

fachadas poseen un notable interés plástico y con su pintoresquismo otorgarían al pueblo un recurso turístico más que sería de agradecer.

Otros aspectos de la arquitectura secundaria también llaman la atención: los chozos de pastor. Como tantos otros elementos arquitectónicos y decorativos pertenecientes a este género, su datación histórica resulta casi imposible. La importancia de la ganadería lanar fue importantísima en Dueñas. Por el monte pasaba la Cañada oriental leonesa (los condes de Buendía fueron sus alcaldes mayores entregadores) la institución ganadera –y

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quizá económica- más importante en Castilla durante las edades media y moderna.

Sea por ello o por la propia evolución histórica, la ausencia de los pastores de sus casas propició la construcción de refugios en las parameras aprovechando la piedra caliza de su cobertera.

Una inteligente política municipal ha permitido la restauración de alguna de estas construcciones y sus corrales añadidos que separaban en función de la edad o el estado a los animales. El más interesante de todos es el de la Cabañona que nos permite comprobar cómo existe una tradición constructiva que une el presente (chozo) con el pasado (sepulturas de falsa cúpula de la Edad del Bronce) a lo largo de todo el Mediterráneo.

Sería preciso una vigilancia mayor de estos ejemplos de arquitectura secundaria que, por encontrarse fuera del casco urbano están más sometidos al deterioro.

También parece adecuado dedicar algunas líneas a las cuevas. Este poblamiento troglodítico no es peculiar de Dueñas; ya había llamado la atención a Lorenzo Vital, en la relación del primer viaje de Carlos V a España (1517-18), que dice del viaje de Avia de la Torres a Revenga “En ese lugar no se detuvo más que una noche, pero yendo hacia aquella parte, pasaron por varios lugares que eran aldeas; pero no se veían más que las iglesias, pues las casas y moradas de los habitantes estaban en tierra, lugares oscuros y tenebrosos tal como los conejos habitan en sus cados; pues en estas casas no se ven más que las entradas, que son a manera del orificio de un granero o bodega. En invierno, los habitantes se mantienen allí contra el frío, porque la mayor parte son gentes pobres, mal vestidas, y en el verano se defienden allí contra los grandes calores; pues por los calores, el país es muy seco, estéril, y no pueden crecer árboles; por lo cual, la madera es muy cara para carpintear, y las pobres gentes no tienen dinero para hacerse edificar”.

Las viviendas excavadas lo suelen estar en las laderas de pequeñas elevaciones de terreno sobre suelos compactos que permiten la excavación en mina, o galería horizontal. El acceso se hace a un cuarto de estar que hace las veces de sala y distribuidor. Se han estudiado pormenorizadamente las de Aguilar de Campos (Valladolid); las descripciones que de ellas se conservan coinciden con las que tenemos en Dueñas. La excavación se hace en forma de bóveda de cañón o a dos vertientes, con el caballete del techo dispuesto siempre en línea con la entrada a la habitación. La cocina, dispuesta al lado de la puerta, suele tener ventilación exterior por medio de una ventana; es posible que lo tenga también alguna habitación; el resto lo hace a través del zaguán-sala-estar o por medio de ventanucos abiertos

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en las paredes divisorias. En las paredes se abren hornacinas que se usan como armarios o alacenas. Los suelos son de tierra apelmazada o de baldosa de barro cocido. Los interiores estaban encalados así como la fachada que, en algunas ocasiones, podía pintarse de colores vivos.

En ocasiones pueden estar acompañadas de edificaciones anejas levantadas en tapial o adobe. Algunas de ellas llegaron a estar dotadas de gloria.

Es célebre la opinión de Ortega y Gasset quien, en los años veinte, dice: “Pocos kilómetros antes de llegar a Venta de Baños está Dueñas, un pueblo atroz. Se alza en la caída de un cabezo con aire de pueblo alerta. Es del color de la tierra. Las casas de adobe, bajo la luz de la siesta, casi incorpóreas, tiemblan, como hechas de luz y calígine, y una enorme iglesia se levanta en lo alto, defensora y hostil. En torno al pueblo, edificado sobre la tierra, hay un pueblo de terrícolas, de hombres que viven como hormigas dentro del cabezo. Allí, sepultos en las entrañas del montículo, que debe arder con fuego sin llama y sin claror; con terrible fuego mudo, estos castellanos y castellanas, hermanos nuestros, duermen, aman, paren. Fuera, el sol amarillea a lo largo, calizo, polvoriento, y el sol de julio hincha con cada una de sus pulsaciones todo el horizonte como un alarido inmenso.”

Menos conocido es el hecho de que esa misma expresión quedaba registrada años antes por Benito Pérez Galdós relatando un viaje desde Cádiz a Santander: “Valladolid la dormida se quedó a mano izquierda, obscura, grande, glacial, acariciada por su amante Pisuerga, que anhela despertarla y apenas lo consigue. Atravesamos luego los frescos viñedos y deliciosas huertas de Dueñas la troglodita, que vive en cuevas. Vino al poco rato Venta de Baños, que es un mesón puesto en una encrucijada de vías férreas en desierto campo...”

No resulta fácil determinar cuándo y por qué se excavaron las cuevas. Como resulta comprensible, ya no se usan como lugar de habitación. También debiera ser, alguna de ellas, objeto de recuperación cultural.

Dueñas se nos manifiesta por todas estas razones y por otras muchas que no parece adecuado reseñar porque sería alargar en exceso la disertación, un lugar notable de la Comunidad de Castilla y León que creemos aún está por descubrir incluso para sus propios vecinos.

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Arturo Caballero Bastardo 32Se terminó de editar para ser colgado en el blog

www.duenashistoriayarte.blogspot.comel día 7 de septiembre de 2011